Tanto la referencia a la historia de Noé, como las dos breves parábolas que siguen, se presentan con un matiz de "urgencia", que se traduce en una llamada a la "vigilancia":"Estad en vela..., estad preparados".
Indudablemente, es una invitación a permanecer despiertos, porque el "Hijo del Hombre" está viniendo, y solo la atención nos permite percibirlo. En una lectura mítica (literalista), la "venida" se entendía como algo que habría de acontecer en un futuro más o menos próximo, y que comportaría un juicio con el correspondiente "premio" o "castigo". Sin embargo, todo ello puede leerse también desde otro "idioma" que, respetando la intuición de base, nos ofrece, sin embargo, una perspectiva amplia y actual. Parece que Jesús utilizó la expresión "hijo del hombre" para referirse a sí mismo. Y que su primer significado –tal como lo entendía, entre otros, el experto Juan Mateos- era sencillamente "este hombre". Pero también esa misma expresión podría aludir al "hombre realizado", al ser humano logrado o pleno. Y es de él de quien se afirma que "está viniendo". Así entendida, la expresión "hijo del hombre" sería, sencillamente, otro nombre más de nuestra verdadera identidad: cada uno y cada una de nosotros somos ya seres realizados, si bien todavía no nos hemos hecho conscientes de ello, por lo que permanecemos encerrados en la ignorancia acerca de nuestra verdadera condición. En este sentido, "hijo del hombre" sería exactamente lo opuesto a "ego". Y es precisamente nuestra identificación habitual con el ego lo que nos impide "ver" o reconocer al "hijo del hombre" que "está viniendo", es decir, que está queriendo mostrarse. De hecho, solemos tener una imagen de nosotros mismos como seres carenciados, que se sienten impulsados a buscar "fuera" de sí aquello que, supuestamente, colmaría la carencia. Esa es la razón por la que el ego vive permanentemente proyectado hacia el futuro, en una carrera tan interminable como estéril, con una carga de ansiedad cada vez más insoportable. Debido a esa misma dinámica, vivimos frecuentemente dispersos –"la gente comía, bebía y se casaba"-, entretenidos o distraídos. Necesitamos, según la palabra de Jesús, "estar en vela". Estamos entretenidos porque no sabemos "intratenernos": nos resulta difícil permanecer a gusto con nosotros mismos porque probablemente no hemos aprendido a amarnos de un modo humilde e incondicional. No es raro que, al sentir malestar o miedo a nuestro mundo interior, optemos por la "distracción" o el "entretenimiento". Por otro lado, vivimos dispersos y ansiosos porque hemos crecido con la idea –alimentada por nuestra mente- de que nos falta "algo", que supuestamente se halla "fuera" de nosotros, con lo cual lograríamos, finalmente, disfrutar de la felicidad ansiada. Pues bien, frente a ambas tendencias, la palabra nos invita a "estar en vela", es decir, a vivir en la atención o en la consciencia de quienes somos y de lo que hacemos. Atención amorosa para poder reconciliarnos con toda nuestra verdad, vivirnos como amigos de nosotros mismos y experimentar el gusto profundo de habitarnos conscientemente. Consciencia lúcida para reconocer que no somos el "yo carente" (o ego) que nuestra mente piensa, sino el "hijo del hombre", la Plenitud ilimitada, la Vida sin límites que, temporalmente, ha tomado la forma de nuestro yo individual. Esta consciencia lúcida equivale a "estar en vela": estamos "despiertos" acerca de nuestra verdadera identidad. Y, desde ella, todo adquiere otro sabor. Es ahí precisamente donde "conectamos" hondamente con la Presencia de Jesús de Nazaret, con la Presencia de cada hombre y de cada mujer, ya que la identidad del "hijo del hombre" es una identidad compartida. Porque, como ha escrito Tomas Tranströmer, en una frase hermosa e inspirada,"cada persona es una puerta entreabierta que lleva a una común habitación". En efecto, la expresión "hijo del hombre" sería equivalente al "Yo Soy" universal, del que el sabio Vidyaranya afirmaba: "El conocimiento del Yo nos lleva a identificarnos con los demás de un modo tan intenso como uno se identifica con su propio cuerpo".
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Conforme iba penetrando en el torrente impetuoso de las páginas del libro, surgía en mi interior hasta hacerse insostenible un doble sentimiento de arrodillamiento e indignación, como reza el título, aunque con sentido distinto. Indignación ante mí mismo. Arrodillamiento ante lo que abrían a mi mirada las reflexiones teológicas del libro que tengo el honor de presentar.
Hace muchos años en el Seminario de Derio-Bilbao tuve la osadía de explicarle al autor del libro, por entonces un joven más inquieto que ahora, dos materias tituladas “Introducción a la Teología” y “Teología Fundamental”. Al leer hoy las páginas de este libro me avergüenzo y me indigno de aquella fechoría. ¿Cómo pude explicar lo que ha de ser la Teología de forma tan racional y teórica, tan alejada del mundo real que, por otra parte, era el mío propio, el de quien había nacido en un pueblo industrial y obrero, en un país aplastado por el capitalismo de los triunfadores de la guerra civil? Muchos de nosotros, en lo que llamábamos “hacer teología”, no teníamos en cuenta la realidad y la cuestión de la injusticia como punto de partida, ignorando, probablemente sin culpa, que no se puede pensar la fe sin escuchar la voz de Dios que está con los oprimidos y humillados. El eje fundamental del libro y su línea argumentativa se encuentran ya enunciados en el primer párrafo del mismo: el vínculo indisoluble entre la fe cristiana y la lucha por la justicia en nuestro mundo. Pero no por razones morales, como si lo segundo fuera la consecuencia operativa de lo primero, sino por razones estrictamente teológicas. Con un trabajo minucioso y exhaustivo sobre la enorme producción de CiJ durante sus 30 años de vida el autor va desentrañando y sistematizando los análisis de las realidades generadoras de injusticia, las denuncias de las mismas desde el compromiso y la propuesta de alternativas que permitan avanzar hacia un mundo más humano y más justo y también –por usar una expresión del papa Francisco– hacia “una Iglesia de los pobres y para los pobres”. La reflexión científica sobre Dios y la salvación que Él nos otorga debe realizarse necesariamente desde el lugar de la injusticia. Si no se hace así, no es teología. Porque la teología es una reflexión sobre la experiencia de nuestra relación con el Dios revelado por Jesús. Y tal Dios es un Dios que se enfrenta a la injusticia como realidad que no es un fenómeno natural, producto del azar y moralmente neutro, sino un hecho histórico, fruto de la libertad y cargado de responsabilidades. ¿Cómo puede pensarse en el Dios revelado por Jesús cerrando los ojos a un mundo donde millones de los llamados seres humanos viven de manera infrahumana, mientras simultáneamente una minoría privilegiada se queda impasible ante el dolor de tantos seres injuriados y de espaldas a sus responsabilidades ante el exterminio? Por tanto la pregunta que debe hacerse la teología es si lo que hoy nos conmociona en nuestra reflexión, lo que nos hace sufrir en nuestros planteamientos evangelizadores es 1) la increencia, el relativismo, la indiferencia religiosa o 2) la injusticia practicada contra los débiles. Esta última es la teología que indica el título de nuestro libro: arrodillada ante el dolor de los sufrientes e indignada por la apatía y la falta de sensibilidad frente a los sufrimientos abismales que tenemos ante nuestra mirada. Es una teología cuyo impulsor es la escucha del grito en que consiste la pregunta radical sobre Dios: ¿dónde está presente el Dios bueno que parece habernos abandonado, que parece desinteresarse de nuestros sufrimientos siendo inocentes como somos? Esta es la pregunta clave: no quién es Dios, sino dónde está Dios. Porque su verdadera identidad se dilucida en relación con su presencia o ausencia en los lugares del sufrimiento injusto. Solo aclarando este interrogante, podremos realizar la tarea de explicar razonablemente quién es Dios. Javier nos muestra en su libro cómo CiJ durante 30 años ha elaborado con modestia pero con tenacidad una teología conmocionada por el dolor de los que yacen heridos en la cuneta de la historia, imbuida de solidaridad con los pobres, promotora de la lucha en favor de la justicia. Y ello por dos razones: porque no somos inocentes de tal sufrimiento y porque no podemos llamarnos cristianos y pasar de largo ante aquel clamor como el sacerdote y el levita de la parábola del samaritano. Sin duda, nos han educado para que cada quien busque salvarse y, más que eso, que cada individuo busque sobresalir, el primer puesto, ser el más fuerte, llegar a la cima, ser arquitecto del propio destino... Nos ofrecen (nos venden) "el secreto" para conseguirlo, por medio de toda clase de publicaciones que supuestamente son de autoayuda. Nuestra cultura parece gritarnos por muchos medios: "¡Sálvate!", y no nos forman para ser más conscientes de las consecuencias colectivas de esto.
Somos una cultura que se ufana de conseguir siempre más, la máxima eficiencia, más velocidad, máxima productividad... Y en momentos de crisis de todo tipo, como lo es nuestro tiempo, la consigna parece ser: "¡Sálvese quien pueda!" Pero solamente quienes tengan más recursos pueden aspirar a entrar en ese juego de supervivencia en el que solamente el más fuerte podrá ganar, mientras se publica y el público se entretiene. Y la verdad es que no existe el más fuerte... Los vanos esfuerzos que cada quien hace para salvarse de la inseguridad, llevan muchas veces a la persona a la angustia constante, a la frustración, la desesperación, el vacío... A la enfermedad física, psíquica y espiritual. Lo cierto es que, la salvación conlleva gratuidad y dimensión cósmica. No se la da cada quien a sí mismo, la recibimos toda la creación como don. Para quienes profesamos la fe en Jesucristo, Él mismo es la salvación, es decir, la "salud plena" que Dios sueña para todo lo que crea. Es comunión, es amor que se da a sí mismo (nótese que es el movimiento inverso al "¡Sálvate!"). Este año de la fe que hemos vivido, nos deja como fruto la certeza de que necesitamos aprender a captar la salvación, a vivir atentos/as a la salvación de Dios que está manifestándose y sumarnos a ella lo más consciente y libremente que podamos, pero no sólo de manera individual o aislada sino en comunión. Ante el "¡Sálvate a ti mismo"! podemos ofrecer la salvación en comunidad. Muchos años he vivido en comunidad, y he ido aprendiendo que vivir en comunión es un don y un importante valor para nuestro tiempo. Comunidad es más que reunirse, más que cohabitar o compartir algunos bienes; lo incluye desde luego, pero comunidad es aprender a vivir dando más prioridad a la conciencia colectiva. Es aprender a ser más "nosotros". Es soñar y discernir juntos, buscando sinceramente el bien común. Es sumar esfuerzos, compartir experiencias, pedir y darnos mutuamente. Es comunión de vida y fe, animándonos a ser más saludables para los demás. Comunidad es conjugar más en primera persona del plural y aprender a decir más "nuestro" que "mío". Ser comunidad no es simple ni sencillo, pero Dios nos ayuda. Comunión es tarea constante, es realismo y anhelo. Comunidad es también don, que nos hace el Espíritu Santo que habita en nuestro corazón. Por eso, me nace terminar el año de la fe, orando: Danos, Dios bueno, entrañas de misericordia. Inspíranos la conciencia colectiva que nos anime a buscar sin desesperar el bien común, la comunión, la colegialidad, y el discernimiento como actitud cotidiana. Abre nuestra mirada y nuestros oídos para darnos cuenta de tu salvación, y haznos saludables para los demás y para toda la creación. Crisis es otra fase más de la vida natural y cósmica, individual y social; uno más de los posibles estados de la materia y del espíritu para quienes creen en él. La materia no se destruye: se transforma. Algo que ha dejado de ser pero tampoco es otra cosa con forma, ésa es la crisis .
Hoy, en la secuencia lógica de la historia correspondería una guerra sangrienta en Europa. Y ese lugar lo ocupa una crisis económica y social que es devastadora para la mayoría de la población del mundo y de este país en particular. Una crisis que, por el contrario enriquece a esas minorías siempre al acecho que han existido y existen siempre. Son los mismos que extraen inmensos réditos de los conflictos bélicos a los que fuerzan a los figurones políticos que se dejan engatusar. Los contrasentidos de la especie humana representada principalmente por quienes gobiernan en Occidente, es decir, en los países donde se reverencia la acumulación de la riqueza en pocas manos, son numerosos. Las preguntas llueven acerca de tanto despropósito: ¿de qué sirve la habilidad para fabricar artefactos a velocidades muy superiores a la del sonido o para viajar a la luna o para proporcionar molicie a la vida cotidiana, si después los soberbios por la hazaña científica y tecnológica de sabios anónimos de cuya inteligencia también se apoderan, dejan morir y sufrir a millones de seres humanos en beneficio exclusivo de las élites, todo a través de entes casi metafísicos: think tanks, centros de inteligentsia, emporios financieros, bancos, etc? Las pruebas de la necedad y minúscula inteligencia de los jerarcas y chamanes sociales son abrumadoras… Pero especialmente en países como España donde todo es involutivamente diferente, alcanzan niveles de escándalo. Aquí la perversión es pura necedad y la minúscula inteligencia sobre todo inconsciencia, falta de conciencia social y amputación del sentido de especie viviente. Por ejemplo, los poderes institucionales condenan o impiden morir a quienes lo desean y matan o dejan morir de muchas maneras a quienes desean vivir; protegen el proyecto de vida que es el embrión o persiguen a quien no lo desea en sus entrañas, pero entregan a la miseria a millones en plena vida… Cansa ya la enumeración de ejemplos de egoísmo extremo, de irracionalidad y de degeneración del entendimiento humano concretado en las guerras abiertas. Pero quizá es peor el de esas gentes que manejan absurdamente a las naciones en tiempos de paz relativa para el contento de sólo una parte de la sociedad: justo la que no lo necesita. Porque las guerras responden al fatum, a la fatalidad, mientras que la paz, aun relativa, que debiera estimular la imaginación, la creatividad y la fraternidad, por el contrario son bloqueadas, pisoteadas o abortadas por aquellas. Burla burlando, estamos asistiendo en España y en Europa a un proceso decadente y aniquilador. Me refiero a la privatización de todo lo que hasta ayer fue público concebida por el contrapensamiento neoliberal cuyos mentores están excluyendo de la existencia y de la dignidad a millones, simulando que les preocupa mucho más la vida por llegar que la vida indubitada. Todo, desarrollado en atroz contraste con el sentido de solidaridad presente en las especies animales consideradas superiores por la biología y por cualquier observador. Pues en este país una parte de la colectividad, la muy acomodada, sacrifica desvergonzadamente el bien de todos al interés económico de familias y clanes concretos. Se habla y se habla de emprendedores, se hacen llamamientos a ellos y se insiste en que es preciso impulsar al empresariado para crear puestos de trabajo. Pero resulta que la inmensa mayoría de los empleos destruídos proceden directa o indirectamente de la construcción que no volverá, y todos los sectores productivos están superexplotados, agotados o en manos de oligopolios. Y los que ofrecerían desarrollo -energías renovables y saneamiento del medio ambiente, por ejemplo-, están férreamente controlados por las eléctricas y por las petroleras, y por ello entorpecidas burocrática, financiera y fiscalmente por el poder político. Así es que ¿cómo no preguntarse?: en lugar de hacer tanto llamamiento a la creación de empleo en abstracto, ¿por qué el Estado y los “expertos” no señalan las actividades concretas susceptibles de crear, y proporcionarles los recursos financieros al efecto? No lo hacen. Así vemos que todo es fingimiento, todo palabrería, todo aparatosidad, vaciedades y afectación; todo estolidez inagotable mientras grupos pequeños sociales copan el poder y el dinero a costa del empobrecimiento o la miseria del resto. Como en pasados siglos. Por ejemplo ¿qué sentido tienen los privilegios adjudicados a los políticos y a los gobernantes a cuyo amparo cometen cómodamente tropelías y delitos económicos sin cuento? ¿Por qué permite el legislador regalías feudales que no les retrae de la tentación de cometerlos sino al contrario, les invita a aprovecharlos? Todo lo dicho y la constatación de que los que defienden el capitalismo son sus principales enemigos, al final son testimonios de aberración, sí, pero también de cretinismo superlativo de quienes manejan el timón de una sociedad cuya textura se deshilacha por momentos. Sólo queda por saber en España cuándo, los que están en el poder político e institucional, agotarán el fondo de las pensiones al que dan constantes dentelladas para salir del paso de otras atenciones supuestamente prioritarias; fondo que empezó en la actual legislatura con 75 mil millones y ya debe estar por la mitad. Lo más probable es que, antes y coincidiendo con su expulsión del poder por el cuerpo electoral dentro de dos años, en línea con esa política descabellada de corte aristocrático que no cesa, vacíen dicho fondo. Como han saqueado las arcas públicas de las comunidades autónomas y como vaciaron los discos duros de la Moncloa y demás ministerios al perder las elecciones en 2004. Eso, si antes no han hecho estallar por los aires a la sociedad entera. Diréis que he empezado hablando de la crisis, y he terminado hablando de las pensiones. Pero es que me afecta el asunto directamente, y todos los gobiernos en España, y principalmente el de ahora, vienen mangoneando a este país durante su historia, antes con tremendismos, persecuciones religiosas y absolutismos, y ahora, en esta farsa de democracia, con chanchullos, ocultamientos y trampas como las que hay en la letra pequeña de cualquier contrato escrito en cuya virtud la parte fuerte obliga a la otra, la débil, a adherirse a los términos que la primera le impone miserablemente. No hay pacto social. Lo que llaman así es otra simulación. Hay un dominio del poder, absoluto y repartido entre unas cuantas familias. En todas partes, pero en España con muchas y graves consecuencias, la población media se va convirtiendo poco a poco en esclava de señores feudales en una atmósfera semimedieval sólo velada por la economía sumergible y el atolondramiento que procuran las tecnologías capaces de alejarle de los problemas con la colaboración de las redes sociales que los purgan.. El control social, a través de ellas, está hecho. Por esto, por el embobamiento, no llega la revolución que nos está llamando como Circe llama insistentemente a Ulises… Ese repetido "recen por mí" del papa Francisco parece que habrá de tomárselo en serio. Y no como un simple latiguillo piadoso sino como un grito de socorro de una persona que se siente desamparada ante una gran misión que parece imposible: nada menos que convertir en cristiana una institución como la Iglesia Católica Romana, intrincada desde hace diecisiete siglos en las redes del poder y del dinero.
Ya no son solo signitos los que demuestran que Francisco va a tomarse en serio lo de limpiar de corrupción el Vaticano. Su aplicación de las palabras de Jesús a la actualidad son cada vez más claras, denunciando las prácticas corruptas y mafiosas. Su denuncia de los ataques a la vida humana y al planeta donde se sustenta se dirige cada vez más al corazón del sistema neoliberal. Por eso las críticas a su gestión se hacen cada vez más explícitas por quienes presienten que Francisco no es un peligro sólo para el personal de la curia sino para los grandes intereses económicos que están en juego en torno al Vaticano y a las finanzas globalizadas. Desenmascarando, como Jesús, a los hipócritas Esta última semana dos homilías suyas en Santa Marta han hablado de la corrupción, que empieza por un pequeño sobre y acaba emponzoñando toda la persona. Francisco comparó a la corrupción con la adicción a los estupefacientes, al afirmar que "se empieza con un pequeño soborno... ¡Pero es como la droga!". "Entonces la costumbre de esta corrupción se convierte en una dependencia", agregó. Tras haber hablado de los niños pobres, dijo: "hoy tendríamos también que rezar por los niños y jóvenes que parecen ricos pero que reciben de sus padres un pan sucio: también estos tienen hambre, ¡tienen hambre de dignidad!". [5-11-2013] Estas palabras parecen dirigidas no solo a los mafiosos y políticos italianos, sino también a los españoles que hoy están tranquilos esperado que escampe la tormenta, porque "lo de los sobres" no va a poder probarse ante los tribunales. Pero Francisco parece decidido a acabar con la hipocresía y a aplicar a la realidad de hoy esas palabras del evangelio sobre el escándalo, que casi siempre se había leído en clave exclusivamente sexual: "La doble vida de un cristiano hace mucho mal, mucho mal. '¡Pero, yo soy un benefactor de la Iglesia! Meto la mano en el bolsillo y doy a la Iglesia'. Pero con la otra mano, roba: al Estado, a los pobres... roba. Es un injusto. Ésta es doble vida. Y esto merece –lo dice Jesús, no lo digo yo– que le pongan en el cuello una muela de molino y sea arrojado al mar. No habla de perdón, aquí". [11-11-2013] Preparando una encíclica sobre la pobreza y la destrucción de la naturaleza Lo ha contado al senador electo argentino, Pino Solanas, a quien recibió el lunes 10 de noviembre en una audiencia privada en Santa Marta. El encuentro duró casi una hora y, en el mismo, el referente del movimiento político "Proyecto Sur" le expresó su preocupación por la impunidad con la cual se daña la naturaleza. Al finalizar declaraba al Vatican Insider: "Él estuvo muy receptivo, me dijo que está preparando una encíclica sobre este tema, que le está llevando trabajo porque ha formado un equipo para poder redactarla y que por eso está demorando sus declaraciones aunque en septiembre ya habló sobre la minería. Me adelantó que va a hacer una contribución importante. Yo le pedí a Jorge Mario Bergoglio su apoyo en el intento de tipificación de los delitos ambientales y en la propuesta de conformación –algún día– del Tribunal Internacional Penal para juzgar los delitos ambientales, que calificó como crímenes de lesa humanidad porque las consecuencias de los mismos las pagan poblaciones enteras. Él añadió que todo esto ocurre casi siempre con complacencia de los gobiernos, porque no hay control público alguno." Está (el Papa) muy interesado, sobre todo en el tema del agua. Me dijo: 'no sería de extrañar que la próxima guerra sea por el agua'. Y recordó el desastre al cual está siendo sometida África. Lo vi muy preocupado por la máquina del lucro y del dinero, porque detrás del lucro se arrasa todo. El Papa puede ser un buen aliado a la hora de sensibilizar sobre los peligros del medio ambiente porque algunas encuestas importantes de América Latina y Europa sitúan al papa Francisco entre los cuatro personajes más importantes del año, en cuanto a liderazgo de opinión". El papista periódico Il Foglio se convierte en detractor de este papa. Por este tipo de declaraciones y el temor de que futuras y más solemnes pronunciamientos del papa apunten certeramente al corazón del capitalismo como sede del máximo mal, –del "diablo" puede que diga, pero esta palabra que usa mucho es para él símbolo del mal y no persona individual, no nos equivoquemos– están provocando que algunos medios católicos de derecha empiecen a disparar contra él a cañonazos. He aquí una selección de calificativos con los que un diario que se declaró tremendamente católico en tiempos de Benedicto XVI ha propinado al nuevo papa a los pocos meses de su elección. Se trata de Il Foglio, periódico italiano que, laico en su origen, jaleaba todo lo que Benedicto y Ruini hacían en Italia y Europa por defender los principios innegociables, aliándose incluso con Berlusconi para evitar la amenaza del matrimonio homosexual. 9-10-2013. Declaración "Este papa no nos gusta", por estas razones: • la "imponente exhibición de pobreza" en la visita a Asís; • el diálogo con Scalfari y con los no creyentes fundado en la centralidad de la conciencia; • la ruptura con toda la tradición de la Iglesia; • la declaración de la irreversibilidad del Concilio; • la proximidad al jesuita amigo Carlo Maria Martini; • la deformación del Evangelio acomodándolo al "mundo"; • las expresiones "yo creo en Dios, no en un Dios católico", "el proselitismo es una estupidez", "la Iglesia está como un hospital de campaña", "los pobres son carne de Cristo"; • la insistencia en la misericordia y el perdón. En resumen, el papa Francisco es jesuítico, desconcertante, inquietante, relativista, modernista, permisivo, amoral, populista, pauperista, exhibicionista, sembrador de dudas, anticristiano. 11-10-2013. Artículo titulado "Francisco está fundando una nueva religión opuesta al Magisterio Católico": El Papa está disolviendo la doctrina católica a través de un "corrosivo magisterio líquido", un "antropocentrismo radical" (más que el expresado en el n. 22 de la Gaudium et Spes), sentimientos humanitaristas que "huelen fuertemente a herejía" y niegan el valor redentor de la encarnación. Sus palabras, con su "monótono goteo disgregante", se basan en "un sutil engaño, intolerable para un católico". Estas referencias las he sacado de un artículo de Adista, que concluye con esta impresión del autor: Probablemente, lo que molesta es la denuncia del mundo injusto, de la "idolatría del dinero", de la cultura "de la exclusión", de la locura de la guerra. Lo que les perturba es la centralidad de Cristo, la invitación a desnudarse, el "amor por los pobres y la imitación de Cristo pobre". Una exageración demagógica para los tradicionalistas. Un reto importante para todos, incluso para los "progresistas". La mafia podría atentar contra el papa Francisco, advierte un fiscal italiano. Esto no lo dice uno cualquiera, sino el fiscal jefe de Regio Calabria, el lugar donde domina la 'ndrangheta', un tipo de mafia más peligroso que el siciliano y el napolitano. Según él, los grandes capos financieros, los que han penetrado en el Banco Vaticano con certificados de los obispos como grandes bienhechores de la Iglesia se están poniendo muy nerviosos ante las operaciones de limpieza que han empezado en el IOR con Francisco. Y publica sus declaraciones el periódico Il Fatto Quotidiano, el diario progresista que publicó los papeles del Vatileaks. "No sé si la criminalidad organizada está en condiciones de hacer algo, pero seguro que se lo está pensando", sentencia el fiscal jefe de Reggio Calabria. "Puede ser peligroso", apostilla. Ayer publicaba casi entera esta entrevista el diario Pueblo. Aunque no creo que esta amenaza sea la que más le preocupe a Francisco. Seguramente le llega más al alma la acusación que en las altas esferas del Vaticano circulan de que es un papa que está rompiendo con sus predecesores y que puede provocar un cisma en la Iglesia. Los católicos restauracionistas de la derecha han seguido teniendo a Lefevbre como un modelo, mártir del progresismo que entró en la Iglesia con Juan XXIII. Y, en este momento, seguramente muchos piensan que si la reforma de Francisco se consolida, para mantenerse católicos romanos auténticos, no habrá más remedio que seguir su camino. El 24 de noviembre se clausura el Año de la fe. El jesuita y catedrático de biología, el malagueño Ignacio Núñez de Castro nos ha ofrecido hace poco una hermosa reflexión sobre los "Retos de la ciencia a la fe y a la nueva evangelización". En su artículo (revista Manresa, oct-dic- 13) afirma que "nuestro lenguaje, imágenes y símbolos sobre el mundo, el hombre y Dios deben ser inteligibles para el hombre y la mujer de hoy".
Y cita, además, al pensador W. Pauli que el año 1927 escribía estas proféticas palabras: "Llegará el día en que los símbolos y las imágenes de la religión tradicional no posean ya una fuerza convincente ni siquiera para el pueblo sencillo". Pienso que está llegando ese día, pero nos resistimos a admitirlo. Muchos pensadores afirman que nos encontramos de lleno en un segundo tiempo axial, el final del neolítico. Una profunda transformación espiritual es posible y necesaria en nuestro planeta. Pero, ¿qué puede ocurrir con el cristianismo? Nos podemos convertir en un gueto cultural irrelevante si no encontramos esos cauces nuevos para revivir el evangelio y renovar el cristianismo con el fin de que siga siendo levadura y luz para las personas de hoy y del futuro. Estimo que es urgente para los cristianos hacer otra teología, una teología que vuelva la fe más comprensible y vivible para las personas de hoy. Tenemos que repensar el cristianismo para que sea evangelio liberador. Y no podrá ser liberador manteniendo conceptos y paradigmas del pasado que hoy resultan anacrónicos. No podemos seguir hablando de Dios con imágenes y lenguajes que pertenecen a cosmovisiones superadas. Tenemos que "vivir y sentir - escribía Teilhard de Chardin- un nuevo rostro del hombre y un nuevo rostro de Dios". Por ejemplo, no podemos hablar de Dios como se hablaba en un mundo estático y determinista, piramidal y geocéntrico. Dios no es un ente, ni es algo, ni es alguien con psicología y sentimientos como los nuestros. Dios no interviene desde fuera cuando quiere. Dios es como la Carne del mundo, el Ser de cuanto es, el Corazón de cuanto late, el Verbo activo y pasivo de toda palabra, el Dinamismo de toda transformación, la Belleza y la Bondad que sostienen y mueven el universo en su infinito movimiento y en su infinita relación. Tampoco podemos hablar del ser humano como si las ciencias no hubieran demostrado que no tenemos más conciencia y libertad que aquellas de las que nos hacen capaces los genes y las neuronas. La libertad está en camino, como el cosmos, la vida y la conciencia. La libertad es la meta de toda la creación. ¿Y el pecado? ¡Qué absurdo nuestro lenguaje tradicional sobre el pecado, y por lo tanto del perdón! El pecado no es la culpa contraída con una divinidad, sino la herida, el error, la finitud y el daño. Pero somos amados y podemos seguir: eso es el perdón. Pensemos que los contenidos dogmáticos de nuestra fe están expresados en un idioma entre mágico y mítico. Hay que esforzarse en plantear el mismo contenido pero por medio de modelos cognitivos diferentes. Así la fe podrá ser aceptada por las personas, especialmente los jóvenes, que han superado los anteriores niveles de conciencia. Estamos pasando del platonismo a la física cuántica. Si santo Tomás de Aquino -el teólogo por antonomasia- levantara la cabeza sería el primero en protestar por seguir manteniendo hoy casi la misma teología de hace ocho siglos. Y nos diría con pena que le hemos traicionado. En efecto, ser fieles a santo Tomás no consiste en repetirle, sino en hacer en nuestro tiempo lo que él hizo en el suyo: repensar el cristianismo para que siga siendo iluminación y consuelo, medicina y liberación para todos y todas. Alejemos de nuestras mentes el tomismo decadente como nos pedía hace poco el papa Francisco. Busquemos nuevos lenguajes, nuevos paradigmas. Hoy se habla de que se están incubando otros dos cambios de mucha mayor envergadura: en el nivel de conciencia y en el modelo de cognición. Divulguemos sin miedo las nuevas teologías, inspiradas sin duda en el Espíritu del Resucitado y en los signos de los tiempos. Las magnas marianas y las Mater Dei pueden tener su sentido, pero solo si nos llevan a una profunda renovación evangélica, social y eclesial. No olvidemos las valientes palabras que el papa Francisco nos ha recordado en varias ocasiones: "Prefiero mil veces una Iglesia accidentada por buscar nuevos caminos a una Iglesia enferma y anquilosada, cerrada sobre sí misma". ¡Cómo nos gustaría que nuestros dirigentes eclesiales tomaran esta actitud como objetivo prioritario en su acción pastoral! El último domingo del año litúrgico se dedica a Jesús. Toda la liturgia tiene como principio y como fin al mismo Jesús. Comienza en Adviento con la preparación a su nacimiento, y termina con la fiesta que estamos celebrando como culminación más allá de su vida terrena. Como todo ser humano nació como un proyecto que se fue realizando durante toda su vida y que culminó con la plenitud de ser que expresamos con el título de Rey.
Pero Jesús respondió a Pilato que su Reino no era de este mundo. Pues a pesar de ello, nosotros no estamos de acuerdo con lo que dijo Jesús y le proclamamos Rey del universo. Claro, nosotros sabemos mucho mejor que él, lo que es y lo que no es. Con el evangelio en la mano, ¿podemos seguir hablando de "Jesús rey del universo"? Un Jesús que luchó contra toda clase de poder; que rechazó como tentación, la oferta de poseer todos los reinos del mundo. Un Jesús que dijo: Si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de Dios. Un Jesús que invitó a sus seguidores a no someterse a nadie. Un Jesús que dijo que no venía a ser servido, sino a servir. Un Jesús que dijo a los Zebedeo: "El que quiera ser grande que sea el servidor, y el que quiera ser primero que sea el último. Un Jesús que cuando querían hacerlo rey, se escabulló y se marchó a la montaña; por cierto, con gran cabreo de los apóstoles que se fueron en la barca sin esperarlo. Podíamos hacer más referencias, pero creo que está claro lo que quiero decir. La palabra Rey, Padre, Hijo, Mesías, Pastor, tienen gran riqueza de significados simbólicos, tanto en el AT como en el Nuevo. Todas están relacionadas entre sí y no se pueden entender separando unas de otras. La idea de un "rey", en Israel, fue más bien tardía. Mientras fueron un pueblo nómada no tenía sentido pensar en un rey, ni siquiera sabían lo que era. Solo cuando llegaron a Canán y se establecieron en las ciudades conquistadas, sintieron la necesidad de copiar sus estructuras sociales y le pidieron a Dios un rey. Esa petición de un rey fue interpretada por los profetas como una apostasía, porque para el pueblo judío, el único rey debía ser Yahvé. Encontraron la solución convirtiendo al rey en un representante de Dios. Para erigir a una persona como rey, se le ungía. Es lo que significa exactamente Mesías (Ungido). La unción le capacitaba para una misión: conducir al pueblo en nombre de Dios. De ahí que desde ese momento se le llamara hijo de Dios. Lo propio de un hijo es actuar como el padre, en lugar del padre. También se le llamaba padre del pueblo y pastor del pueblo. Lo mismo que Dios era padre y pastor para su pueblo, el que era elegido como rey era ungido, hijo, pastor y padre. Los primeros cristianos utilizaron todas estas palabras para referirse a Jesús y nosotros podemos seguir utilizándolas como símbolos. Una clave para entender la fiesta de hoy la podemos encontrar en el mismo evangelio que acabamos de leer. En primer lugar, el letrero que Pilatos puso sobre la cruz, era una manera de mofarse, no de Jesús, sino de las autoridades judías que se lo habían entregado. Es curioso que nosotros hayamos ampliado el ámbito de su realeza a todo el universo. ¿Para escarnio de quién? Los soldados también le colocaron una corona y un cetro para reírse de él. ¿Creéis que Jesús se hubiera encontrado más cómodo con una corona de oro y brillantes y con un cetro cuajado de piedras preciosas? Por desgracia él no está presente para poder protestar por la tergiversación que supone la farsa. Las autoridades, el pueblo, uno de los ladrones, le piden que se salve; pero Jesús no bajó de la cruz. Desde el bautismo hasta la cruz, le acompaña la tentación de poder. Jesús se salvó de esa tentación, pero no como esperaban los que estaban a su alrededor. Hoy seguimos esperando, para él y para nosotros, la salvación que se negó a realizar. Nos negamos a admitir que nuestra salvación pueda consistir en dejarnos aniquilar por los que nos odian. La plenitud del hombre es el servicio hasta la muerte. Si seguimos esperando la salvación externa, de seguridad, de poder o de gloria, quedaremos decepcionados como ellos. Jesús será Rey del Universo, cuando la paz y el amor reinen en todos los rincones de la tierra. Cuando todos seamos testigos de la verdad. El centro de la predicación y actuación de Jesús fue "el Reino de Dios". Nunca se predicó a sí mismo ni revindicó nada para él. Todo lo que hizo y todo lo que dijo, hacía siempre referencia a Dios. El Reino de Dios es una realidad que no hace referencia a un rey. Ni Dios ni Jesús pueden hacer nada por implantar su Reino al margen de nuestra actuación. Somos nosotros los que tenemos que hacerlo presente aquí y ahora, como Jesús lo hizo presente mientras vivió entre nosotros. Jesús de Nazaret se identificó de tal manera con ese Reino, que pudo decir: "quien me ve a mí, ve a mi Padre". Esto no lo decía como segunda persona de la Trinidad, sino como ser humano que había llegado a la experiencia fundamental y había descubierto que su auténtico ser y Dios eran uno. Los cristianos descubrieron esta identificación, y pronto pasaron de aceptar la predicación de Jesús a predicarle a él. Surge entonces la magia de un nombre, Jesucristo. Jesús el Cristo, el Ungido. El soporte humano de esta nueva figura queda determinado por la cualidad de Ungido, Mesías. El adjetivo (ungido) queda sustantivado (Cristo).Lo determinante y esencial es que es "Ungido". Lo que Jesús manifiesta de Dios, es más importante que el sustrato humano en el que se manifiesta lo divino. Pero debemos tener siempre muy claro que los dos aspectos son inseparables. No puede haber un Jesús que no sea Ungido, pero tampoco puede haber un "Ungido" sin un ser humano, Jesús. Cristo no es exactamente Jesús de Nazaret, sino la impronta de Dios en ese Jesús. El Reino que es Dios, es el Reino que se manifiesta en Jesús. Para poder aplicar a Jesús ese título, debemos despojarlo de toda connotación de poder, fuerza o dominación. Jesús condenó toda clase de poder. Pero no solo condenó al que somete; condenó con la misma rotundidad a aquel que se deja someter. Este aspecto lo olvidamos y nos conformamos con acusar a los que dominan. No hay opresor sin oprimido. El reinado de Cristo es un reino sin rey, donde todos sirven y todos son servidos. Cuando decimos: reina la paz, no queremos decir que la paz tenga un reino sino que la paz se hace presente en ese ámbito. Jesús quiere seres humanos completos, que sean reyes, es decir, libres. Jesús quiere seres humanos ungidos por el Espíritu de Dios, que sean capaces de manifestar lo divino a través de su humanidad. Tanto el que esclaviza como el que se deja esclavizar, deja de ser humano y se aleja de lo divino. El que se deja esclavizar es siempre opresor en potencia, no se sometería si no estuviera dispuesto a someter. Entre todas las opresiones posibles la religiosa es más inhumana porque es capaz de llegar a lo más profundo del ser y oprimirle radicalmente. Emplear términos militares, como "guerrilleros de Cristo", "cruzados de Cristo", para designar personas o asociaciones que pretenden estar vinculadas a Jesús, es muestra de la más burda tergiversación del evangelio. En el padrenuestro, decimos: "Venga tu Reino", expresando el deseo de que cada uno de nosotros hagamos presente a Dios como lo hizo Jesús. Y todos sabemos perfectamente cómo actuó Jesús: desde el amor, la comprensión, la tolerancia, el servicio. Todo lo demás es palabrería. Ni programaciones ni doctrina, ni ritos, sirven para nada si no entramos en la dinámica del Reino. Jesús quiere que todos seamos reyes, es decir que no nos dejemos esclavizar por nada ni por nadie. Cuando responde a Pilatos, no dice "soy el rey", sino soy rey. Con ello está demostrando que no es el único, que cualquiera puede descubrir su verdadero ser y actuar según esa exigencia. Meditación-contemplación "No es de este mundo", no quiere decir que es un reino para el más allá. Quiere decir que no es un reino como los que conocemos aquí. El reinado de Jesús, es el reinado de Dios. Es el reinado del amor, del servicio a los demás, de la entrega total. ................... Cristo es rey porque es Señor de sí mismo. Lo que hay de Dios en él, gobierna todo su ser. Nada de lo que él es, queda fuera de la influencia divina. De igual manera, estás llamado a ser tú mismo, rey. ................. Jesús le dice a Pilatos: Yo he venido para ser testigo de la Verdad. Porque es Verdad, porque es auténtico, es Rey de sí mismo. En él la parte espiritual reina sobre la sicológica y biológica. Ahí tienes la manera de llegar a ser REY. Cada uno de los evangelistas pone en boca de Jesús, ya en la cruz, alguna palabra que, según ellos, reflejaría el estado del propio maestro. De las tres expresiones propias y exclusivas del evangelio de Lucas, leemos una profundamente significativa: "Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso".
La expresión "Te lo aseguro" evoca el "amén" hebreo y otorga seguridad absoluta a la frase que continúa. Es como una promesa o un juramento firme y fiable. Y lo que se le promete es que hoy mismo tendrá vida. Sabemos que el "hoy" de Lucas es sinónimo del presente eterno, del ahora atemporal. Por eso, siempre es hoy; no puede ser otra cosa. Al asegurarle el "paraíso" al compañero moribundo, le está diciendo que es vida y que está a salvo: la vida no conoce la muerte; esta última no es sino una "forma" más que adopta aquella en su despliegue. Por eso, podemos verla como un "paso" –si nuestra mente lo quiere leer así-, como un "cambio de forma", como le ocurre al gusano en el estado de crisálida: tiene que pasar por él para salir transformado en mariposa. Quienes no ven, entienden la salvación como una victoria del yo: creen que un yo "destruido" es sinónimo de vida acabada. Por eso, en tono de burla, le dicen a Jesús que se salve bajando de la cruz. Olvidan que nadie tiene que salvarse, porque ya estamos todos salvados. Lo que realmente somos no está a merced de las circunstancias, no se ve afectado ni siquiera cuando alguien pende agónico de una cruz. No es cuestión, por tanto de modificar las circunstancias, sino de aprender a ver, de caer en la cuenta y de permanecer conectados a nuestra verdadera identidad. Por eso, porque Jesús "ha visto", podemos entender la expresión que venimos comentando, así como las otras dos que aparecen en el mismo texto de Lucas. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Quien se vive conectado a su verdadera identidad –desde ese nuevo estado de consciencia- percibe dos cosas: que todos compartimos la misma identidad de fondo y que quienes hacen daño, lo hacen por ignorancia. La ignorancia es el desconocimiento de la verdadera naturaleza de las cosas. Consiste en tomar como verdaderas las proyecciones que hace nuestra mente, en lugar de ver la verdad de lo que es. Detrás de tal engaño, se esconde el principio, también erróneo, que nos hace creer que "mis pensamientos son la realidad". Visto así, no cabe duda de que todo el mal que se puede hacer es siempre fruto de la ignorancia, tanto más radical cuando mayor sea el mal cometido. Junto con el perdón, de Jesús brota una palabra de confianza, que es abandono o rendición al Misterio que no solo lo sostiene en todo momento, sino que lo constituye, como a nosotros, en su núcleo más íntimo: porque el Misterio (o Dios) y nosotros somos no-separados, no-dos. Cuando Jesús dice: "Padre, a tus manos confío mi espíritu", no se está dirigiendo a un ser separado, sino a la Mismidad de todo lo que es –más allá de nuestros conceptos y de nuestras palabras-, que, al mismo tiempo, constituye el corazón de todo lo que existe, como tal Mismidad, como abrazo de todas las diferencias, como luz en toda oscuridad, como vida en toda apariencia de muerte... Por eso se puede morir –dar el paso- de una manera confiada, porque vamos al encuentro de nuestro verdadero Ser. Como el arroyo que, después de un camino serpenteante y dificultoso, alcanza a ver el Mar, la misma agua que él también es. Vida, perdón, confianza: todo se da la mano, todo fluye al unísono, en cuanto empezamos a ver. La acción se sitúa en el calvario. Jesús está en la cruz, y Lucas subraya el aspecto más hiriente de su muerte: a los ojos de todos, esta es la demostración de que "no era este", es un impostor.
Si él hubiera sido el Mesías de Dios, Dios hubiera estado con él. Esto se pone en boca de las autoridades del pueblo, de los soldados romanos, y de uno de los ladrones crucificados con él. En contraposición, el otro ladrón cree en Jesús y recibe la promesa de la entrada inminente en el reino. Hay en el relato una clara oposición entre la palabra "rey" que figura en el letrero de la cruz como causa de la condena, y la palabra "reino", en donde es aceptado el malhechor. Jesús no es Rey en el primer sentido, pero sí en el segundo. Es una presentación importante, que no falta en ninguno de los evangelios. Todo este poderoso conjunto de ideas, expresiones simbólicas, citas bíblicas, nos conduce a una fundamental: Jesús como centro total de nuestro encuentro con Dios. Podríamos derivar a consideraciones cósmicas, que son muy arriesgadas porque dependen mucho del desarrollo intelectual que nosotros hacemos de La Palabra, e introducen por tanto mucho de nuestra mentalidad y de nuestras filosofías. Nos importa más centrarnos en dos puntos: el mensaje de fondo para nosotros y el valor de las imágenes. El mensaje de fondo El centro del mensaje es sin duda nuestra fe en Jesús como visibilidad de Dios, Piedra Angular, Primogénito, lugar privilegiado de Encuentro con Dios, Principio y Fin de nuestra fe. Y éste es el motivo de que se coloque esta fiesta como corona final del año litúrgico. En realidad, esta fiesta está artificialmente colocada aquí, porque la proclamación de nuestra fe en Jesús se hace en Pascua. La fiesta de Cristo Rey es una reduplicación de la resurrección y la Ascensión, y contiene sus mismos elementos. Pero nos viene bien recapacitar, al final del año litúrgico en esto: para nosotros, toda nuestra fe se resume en Jesús. Podemos sentirnos más atraídos por una "Cristología ascendente" como la de los Hechos, y tantas frases de Pablo, como la que leemos hoy ("en él quiso Dios que residiera toda la plenitud"), como "el hombre lleno del Espíritu", en el que vemos, sentimos, palpamos, la plenitud de la presencia de Dios. Podemos sentirnos más atraídos por una "Cristología descendente", como la de Juan ("La Palabra hecha carne que acampó entre nosotros") o la de varios textos de la misma lectura de hoy. Podemos interpretar todo esto desde muchas filosofías, ("naturalezas, personas, hipóstasis....") con muchas imágenes, ("Primogénito, Verbo, Alfa-Omega, Luz de Luz....") y siempre estaremos haciendo lo mismo: intentar comprender, intentar expresar, intentar simbolizar nuestra fe en Jesús. Esta fe consiste en que para nosotros Jesús es Presencia de Dios Salvador, lo definitivo. La fe cristiana consiste en encontrarse con Jesús; y, al encontrarse con Jesús, encontrarse con Dios. No es que nosotros inventamos a Dios, no es que nuestra razón lo descubre, es que lo buscamos porque nuestra naturaleza lo necesita, y nos encontramos con que Él sale a nuestro encuentro. Ese lugar de encuentro es Jesús y por eso, para nosotros, Jesús es todo, principio y fin. Encuentro definitivo. Por Él nos liberamos del miedo a la muerte, del miedo al castigo, del sin-sentido de la vida, del miedo a Dios, de los ídolos de dioses, de la esclavitud de los preceptos. Todas las cosas son imágenes de Dios. El ser humano es una excepcional imagen de Dios. Jesús es la imagen visible de Dios invisible. Todo lo que necesitamos saber de Dios lo vemos en Jesús. Toda criatura es hija de Dios. Los seres humanos somos hijos de Dios. Jesús es "El Hijo", el hijo por excelencia en quien se reconoce de modo deslumbrante a su Padre, el que muestra con total claridad que Dios es ante todo el Padre. Él es el Primero, el primero en saber vivir, el primero en saber morir, el primero en dejarnos ver La Vida después de la muerte. En su triunfo triunfamos todos. Al verle resucitado vemos el anuncio de nuestra resurrección, al verle ascendido a la diestra de Dios nos vemos reyes en el reino de Dios. Todo esto lo expresamos en imágenes. Ninguna imagen debe confundirse con su contenido. Jesús no es luz ni agua, es carne y huesos. Jesús no es pastor, fue carpintero. Y desde luego Jesús no es rey. Llamar a Jesús "rey" puede no parecernos hoy demasiado acertado, porque para nosotros "rey" tiene una connotación casi exclusivamente política, y es eso precisamente lo que Jesús no es, lo que expresamente rechazó. Para Israel "Rey" era mucho más que jefe político: era la presencia de Dios pastor, conductor de Israel. Y para nosotros, la realeza no es cosa de reyes de la tierra. En realidad, Jesús usó la "expresión "reino" en forma paradójica: el reino de Jesús es el reino al revés, el anti-reino, y Jesús es el mesías al revés, al revés de lo que todos entendían, el anti-mesías. Nos acercaríamos más al sentido de la palabra "rey" si la situamos en terrenos del amor. Entre enamorados "eres mi rey" significa que lo eres todo para mí. Cuando decimos que el niño es el rey de la casa queremos decir que toda la casa gira en torno a él, porque le queremos más que a nada. Por ahí vamos mejor. En este sentido, debemos usar la primera lectura como contraposición de la tercera. La primera muestra las esperanzas, falsas, de Israel: el Mesías como nuevo David, de Israel y para el triunfo de Israel. La tercera muestra a ese Rey crucificado para siempre. El letrero de la cruz tiene razón: el Rey de los Judíos ha muerto, para siempre. El reino no es como los reinos de este mundo, sino precisamente al revés. CREDO PARA ORAR Rezamos este credo/oración, porque refleja bien en qué creemos y en qué no creemos... Yo creo en un niño pobre que nació de noche en una cuadra, arropado sólo por el amor de sus padres y la bondad de la gente más sencilla. Yo creo en un hombre sin importancia austero, fiel, compasivo y valiente, que hablaba con Dios como con su madre, que hablaba de Dios como de su madre, contando, llanamente, cuentos sencillos, y por eso molestó a tanta gente que al final lo mataron, lo mataron los poderosos, los santos, los sagrados. Yo creo que está vivo, más que nadie, y que en él, más que en nadie, podemos conocer a Dios y sabemos vivir mejor. Y doy gracias al Padre porque Él nos regaló este Niño que nos ha cambiado la vida, y nos ha dado sentido y esperanza. Yo creo en ese niño pobre, y me gustaría parecerme a él. Te invitan a la casa del fariseo. Y allí mismo, pronuncias tus 'ayes' (Lc 11,37-54.12,1-7). Un largo discurso que denuncia intenciones ocultas, hipocresías, búsquedas de poder; tu clamor se levanta en medio de los supuestos garantes de la justicia. Te mueve esa impresionante libertad que no transige, esa firmeza con que sostienes la herencia de tantos testigos que no se dejaron seducir por la lógica del imperio. No te silencia el contexto, más bien potencia tu palabra.
Haces memoria de los profetas; te descalzas y esperas que otros se descalcen, en el sagrado terreno de la sangre derramada, del dolor sobre los huesos y la vida renaciendo desde las grietas. Contigo quiero pronunciar mi "presente" por los torturados de ayer y de hoy, por "los que aún estamos vivos" y no queremos dormir ningún sueño de los justos, sino estar bien despiertos en este hoy de luces y sombras, de logros y cuentas pendientes. Los argentinos celebramos 30 años ininterrumpidos de democracia. Un acontecimiento que nos impulsa a mirar el pasado con ojos que construyen futuro; que nos reclama mantener vivos los sueños de tantos y tantas que regaron con su sudor, sus lágrimas y su sangre este suelo que quiere ser fecundo. Tantos brotes han surgido de ese riego. Tanta vida fue abonándose en lo oscuro, que hoy vuelve a florecer en el compromiso militante. "Todo lo que habéis dicho en la oscuridad será escuchado en pleno día, y lo que habéis dicho al oído, en las habitaciones más ocultas, será proclamado desde lo alto de las casas". Saboreo que nuestros hijos no han nacido de un repollo, ni son sólo fruto de un efecto político y cultural, sino que nacen de las entrañas de este fuego que se mantuvo ardiendo incluso en las catacumbas... "No temáis a los que matan el cuerpo". Cuánto nos debemos todavía, cuando la vida está tan desvalorizada, "se venden cinco pájaros por dos monedas": trata de personas, narcotráfico creciente, cuerpos humanos en la basura, gente en situación de calle, el atropello a los pueblos originarios, el castigo a los recursos naturales... Hacer memoria de los profetas es reconocerlos como buena noticia de fidelidad: a sí mismos, a las causas que les dieron sentido, al cuidado de la vida devaluada. Mucho más que porque sean víctimas, porque son para nosotros Evangelio vivo y pascual. En tu nombre, el del Dios de la fraternidad y la justicia, de la mesa redonda. En el nombre de esta tan potente verdad de que estamos hechos del mismo barro y el mismo aliento y que no caben, no queremos, jerarquías que la oculten o la violenten. "Somos todos hijos de la misma historia", hijos de María y de las Madres, de todos los que protegen y multiplican la vida. |
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