Lo ha dicho el Papa sobre la excesiva facilidad y propensión a la fecundidad de las mujeres. He leído en algún medio que el Papa ha podido incomodar a las madres de familia numerosa. Otros suprimen el “ha podido” y afirman, sin rebozo, que las ha ofendido, y casi insultado. Pero, ¡no es para tanto!, ni para alarmarse. Es solo recordar el modo directo, llano, popular, sin ser grosero, del lenguaje de Francisco, para entender su libertad d expresión, … ¡que no solo la tienen los dibujantes franceses!
La fuerza y el frescor de la frase usada por el Papa, muy normal en el lenguaje coloquial, está en la misma línea que el caso del posible puñetazo que se podría llevar el doctor romano, amigo de Francisco, que prepara sus viajes inernacionales, (no que se llevaría, sino que se “podría llevar”), si se metiese con su madre, o la ridiculizase, o se riera de ella. Lo que hace el papa argentino es apelar a la condicion humana, a sus limitaciones, a sus arrebatos, a sus arranques de nobleza, y a la no siempre pronta ni dispuesta prudencia para sosegar los impulsos. Lo que creo que la afirmación papal quiso recordar fue, ni más ni menos, la enseñanza del Vaticano II, ratificada después por Pablo VI, sobre la “Paternidad responsable”. Ésta fue una enseñanza y una propuesta del Concilio no solo valiente, sino apropiada psicológica y socialmente a nuestros tiempos. El trabajo fuera de casa de los dos miembros de la pareja, la pequeñez de la vivienda y abultado montante del proceso de crecimiento y de educación de los hijos había cambiado drásticamente el panorama. El Papa lo que hace es recordar a tanto obispo, y tantos guías o gurús del ciertas porciones del pueblo cristiano, -recordemos a Kiko Argüello catequizando a sus fieles-, que la doctrina cristiana sobre el número de hijos no tiene por qué separarse del mundo de la biología, de la economía, y del sentido común. Me parece que ya conté en este blog la anécdota siguiente: después de una homilía que pronuncié en una parroquia, en la que debí decir algo sobre el mundo de las relaciones sexuales que no le gustó a cierta señora, (después me enteré qu era del Opus), ella entró en la sacristía, y me espetó, “nosotros no podemos buscar el placer por el placer, porque no somos animales . . Ante el evidente insulto dirigido, consciente o inconscientemente, a las parejas que practican la “paternidad responsable” me enfadé, casi me indigné, y le solté a la señora: “es al revés, la pareja humana, y no los animales, (dicho así, con deprecio y enojo), es la única que puede disponer de una práctica sexual alejada de la procreación. Los animales solo se aparean para tener hijos cuando la hembra está en celo. Así que es más parecido a lo que hacen los animales la numerosa procreación” La señora se enfadó muchísimo. Después me enteré de que tenía nueve hijos, … y, también, cocinera, “mecánico”, y dos criadas de servicio. Yo no me arrepentí de nada de lo que le dije. Suelo ser muy amable, pero me enfurece, como pienso que le pasa a Francisco, cuando constato la tremenda e injusta diferencia social, y que encima sean los que más medios tienen los que piensan que son los buenos, y los que cumplen con las enseñanzas de la Iglesia. Además, la señora en cuestión, seguramente nuy devota de la Virgen, nunca se paró a pensar, estoy seguro, de que María fue madre de hijo único.
0 Comentarios
Encarnita, espabiladísima, tiene siete años. Se aburre durante el sermón: “Mamá, ¿por qué cuenta el cura otra vez lo que ha leído antes?” “Hija, para explicarlo y que nos enteremos”. “Pues yo ya me enteré cuando lo leyó antes. Pero ahora no se entiende nada, y mucho más largo...”
“Calláte, niño, que se te entiende todo”, decía un humorista argentino. Burócratas vaticanos de la vieja guardia, dicen a Francisco: “Calláte, Papa, que se os entiende todo”. Cuando el Cuestionario del Sínodo habla de “apertura a la vida” o de “que se respete la ecología humana del engendrar”, la gente no lo entiende. Pero cuando Francisco dice que “ser católico no significa procrear como conejos”, sí se entiende. La pregunta 24 del Cuestionario del Sínodo dice así: “¿Somos conscientes de que la rápida evolución de nuestra sociedad exige una constante atención al lenguaje en la comunicación pastoral? Esta pregunta es un torpedo en la línea de flotación contra todo el cuestionario. La podemos contestar así: ”Señores sinodales, tomen en serio esa atención al lenguaje y dejen de hablar con retórica ambigua de diplomacia vaticana.” Un grupo católico norteamericano ha escrito una carta al Papa Francisco para decirle que el cuestionario del Sínodo está escrito en un lenguaje que hace imposible discutirlo(CCRI (Catholic Church Reform International). Un ejemplo, la citada pregunta n. 24. Tras hablar sobre la “atención al lenguaje en la comunicación pastoral”, añade: “¿Cómo testimoniar eficazmente la prioridad de la gracia, de manera que la vida familiar se proyecte y se viva como acogida del Espíritu Santo?” Me pregunto: ¿cuántas personas participantes hoy en la misa dominical entenderían esta pregunta? Pensando mal y pronto, hay preguntas que parecen escritas para impedir debates y respuestas. Cuando el Cuestionario habla de “un camino penitencial para situaciones particulares y con condiciones precisas, distinguiendo entre situación objetiva y circunstancias atenuantes”, la gente no lo entiende. Pero cuando Francisco dice que “no va uno a confesarse como quien va a la tintorería a quitarse una mancha”, sí se entiende la alegría del perdón. Cuando el Sínodo dice que “hombres y mujeres con tendencias homosexuales deben ser tratados con respeto y delicadeza” (en vez de decir,como debiera, "hay que desarraigar la homofobia y no excluir a las personas homosexuales en la vida de las iglesias"), no se sabe si las está aceptando o condenando. Pero cuando Francisco dice: “¿Quién soy yo para juzgar?”, sí se entiende que no condena. Y así un larguísimo etcétera, que nos hace decir interpelar a los sinodales: “Convertíos y cambiad el lenguaje. Habláte claro y sin miedo, que se entienda todo”. Me temo que no voy a contentar a nadie. Pero quiero aportar mi particular visión de los acontecimientos ocurridos en Paris en torno a la publicación satírica "Charlie Hebdo".
Las reacciones han sido múltiples y lo siguen siendo de diferentes índoles. Los que hemos visto las caricaturas ( y no solamente sobre Mahoma) podemos hacernos una idea de la realidad del problema. Ni qué decir tiene que estoy horrorizado, y que estoy de acuerdo con toda la condena a ese acto bárbaro de asesinatos, como un acto de venganza. En ese aspecto quiero unirme a los que dicen: ·Je suis Charlie. En el occidente democrático existe el derecho a la blasfemia. No el deber a ella. Uno de los derechos que más ha costado a la historia europea ha sido el del derecho a la expresión. Y en una sociedad plural, las diferentes expresiones tienen que confrontarse inevitablemente. Los creyentes conservadores son especialmente sensibles a toda expresión blasfema o satírica contra su religión. Lo que no tienen en cuenta estos creyentes, es que ellos también ofenden. Cuando se han organizado marchas o cuando uno se expresa condenando el "matrimonio gay" por ejemplo, estos últimos se han sentido ofendidos en su dignidad. Entonces los creyentes apelan al... ¡derecho de expresión! Las leyes democráticas tratan de regular esas diferencias e incluso esas ofensas. Lo más que pueden llegar es a la defensa del individuo, a su dignidad que debe ser protegida. Ahora bien, cada cual establece cuándo o cómo se siente ofendido en su dignidad. Cuando hubo en Europa una Ley contra la Blasfemia, se atropelló todo tipo de libertades. Porque ¿quién establece el límite o dónde empieza lo blasfemo? Pongamos por caso, que se prohibiera las caricaturas. Quizás habría que prohibir más cosas. ¿Es blasfemia la Teoría de Evolución para los creyentes creacionistas? ¿Debería prohibirse el Ateísmo que niega explícitamente a Dios? ¿Habría que prohibir los libros que atacan la creencia en Dios? Y qué diremos de esas "blasfemias cotidianas" que salen de boca de muchos ciudadanos, que para referirse a Dios parecen que tienen problemas estomacales permanentes ¿habría que sancionarlos también? ¿Y qué es blasfemia? ¿La que afecta al Dios de los cristianos o a todos? ¿Es blasfemia en occidente reírse de Shiva? Aunque parezca increíble la libertad de expresión debe garantizar ese derecho, aún a costa de oír cosas que ofenden, o que duelen. ¿Qué hacer frente a una revista satírica que ofende de esa manera a los creyentes de diferentes religiones? Sencillamente: no comprar esa revista. E incluso criticarla, usar la libertad de expresión para dar su opinión. Aportar buenos argumentos. Es como el cine. Hay películas deplorables, que pueden ofender al espectador. Lo más inteligente es no ir a verla. ¿Prohibirla? No sería lo más sensato a menos que violara alguna ley social que los ciudadanos nos hemos dado (como sería una revista o película que hiciese apología del terrorismo o del nazismo). Dicho esto, tengo que manifestar que por otro lado: "No soy Charlie". Esta revista se dice "satírica". Pero el propósito es claramente el de ofender a los creyentes. Los dibujantes se manifiestan "ateos". Muchos ateos son respetuosos con las creencias de los demás. Nunca tratarían de ofenderles mediante la sátira. Así que los dibujantes de Charlie Hebdo, no dibujan para "meterse con Dios" (puesto que no existe para ellos) sino para molestar... ¿a quiénes? Dicen que también se meten con otras religiones, no sólo la musulmana. ¡Ah, qué alivio! También nos cuentan que ridiculizan a su vez a los políticos. Pienso que si ven en un mismo plano la sátira a un político que a Jesús, Mahoma o Buda, entonces es que su nivel de inteligencia debe ser cuestionada. No conocen la condición humana. Para muchas personas su fe o religión es lo más íntimo de su ser. Se podrá estar de acuerdo o no, pero es la realidad. Yo defiendo el derecho de que Charlie Hebdo dibuje lo que quiera, y practico mi derecho de no comprarla e incluso criticarla. Cuando vi esas caricaturas, la impresión que me dio fue de pobreza intelectual. No me ofendió lo más mínimo, pues mis ideas sobre lo divino, jamás lo captarían esos dibujantes. A la vez que reconocí la libertad que tenían para dibujar, comprendí el malestar de los creyentes, y aborrecí la reacción de los fanáticos. Así de compleja es la convivencia humana. Ahora bien, prefiero vivir en esta sociedad occidental imperfecta, donde oigo muchas cosas que me ofenden, o molestan, pero que me da el derecho a discrepar. No tengo nostalgias de épocas donde lo Religioso controlaba el pensamiento y castigaba la disidencia. Fue el Humanismo quien aportó los grandes valores de la libertad de expresión y religiosa, con la oposición de las iglesias (aunque ahora todas se apuntan). Este año es el 500 aniversario del nacimiento de uno de los mejores hombres que ha dado Europa: Sebastian Castelio. Fue un humanista protestante que luchó contra la tiranía que ejercían las diferentes confesiones cristianas. Cuando Ginebra condenó a la hoguera a nuestro Miguel Servet, escribió esta sencilla frase: "Matar a un hombre por defender una doctrina, no es defender una doctrina, solamente es matar a un hombre". ¡Gran alegato a la libertad de expresión! Que los Charlies Hebdos de turno sigan dibujando lo que quieran, y que sigan ofendiendo a los que puedan. Por mi parte prefiero unirme a aquellos que siguen construyendo puentes, tratando de derribar barreras, de luchar por la dignidad de todos, creyentes, agnósticos o ateos. Que cada quien se exprese como quiera, también para debatir, también para criticar, nunca para imponer. Quizás a la libertad de expresión podríamos añadirle la responsabilidad del respeto. No todas las ideas son respetables pero sí lo son las personas. Podemos debatir las ideas y las creencias, pero no violentar a las personas. Ni sátiras que ofenden, ni inquisiciones que controlan. Sí, "Soy Charlie" pero "No lo soy". El destronado Cardenal Raymond Burke, ahora cabeza pensante de Los Caballeros de la Orden Malta, esa cosa medieval y de gente "gorda" que diría Luis Landero, sigue concediendo entrevistas estrafalarias y jugosas y siente nostalgia de un pasado muerto y enterrado, que su avinagrada reverencia no podrá resucitar.
Cualquier tiempo pasado de la Iglesia fue mejor, parece afirmar el Cardenal Burke. Ayer, siglo dorado de la verdadera religión, el sacristán era un varón, el organista era un varón, el monaguillo era un varón, los seminaristas eran varones, el cura era un varón... sólo varones en el altar, sólo varones en la escalera de caracol de la jerarquía, hasta el lenguaje de la religión era varonil y puramente masculino: Dios es Padre, su Hijo es varón y muere por todos los hombres. La Iglesia era el ámbito de la masculinidad, de la virilidad envainada y las sacristías eran el vestuario de los hombres, vestuario sólo para hombres. Este pasado glorioso y triunfante, regido por unos hombres que llevaban galones o seda roja, era el ámbito de una férrea disciplina militar impuesta a sus súbditos. La Iglesia se ha feminizado, en palabras originales del original Cardenal: "the radical feminist movement strongly influenced the church". El movimiento feminista ha influido a la Iglesia strongly, poderosamente. Esta es la queja amarga de todos los adoradores de un pasado forjado por hombres y para sólo hombres. La Iglesia afeminada de hoy es la causa de todos los males presentes. Los niños, "caballeros del altar", vivero de vocaciones, ya no quieren ser monaguillos, ahora es cosa de chicas. Estas han ahuyentado a los chicos. Esto según el Cardenal Burke, ha contribuido a la pérdida de vocaciones al sacerdocio. La catequesis es un ministerio femenino. Hay tantas teólogas como teólogos. El altar está lleno de mujeres lectores, mujeres ministros de la eucaristía, mujeres cantoras, mujeres que son administradoras de parroquias... tanta presencia femenina ha contribuido a que los varones se autoexcluyan del servicio litúrgico y hasta los curas feminizados y confundidos en su sexualidad han caído en todo tipo de conductas pecaminosas. Ignoro el número de varones, cardenales, obispos y curas, que comparten esta visión oscura y entonan cada día un oficio de tinieblas por una Iglesia necesitada de redención y se despiertan recitando la oración judía: Te doy gracias Señor porque no me has hecho mujer. No hay que ser un lince para reconocer que la sociedad, en su totalidad, cuenta con las mujeres y las necesita, cada día más, en el campo de la enseñanza, la sanidad, los medios de comunicación y el ejército y que no hay trabajo que, hoy, les esté vetado. Sólo la Iglesia veta a las mujeres. La Iglesia se ha feminizado, sí, gracias a Dios, tarde, pero más vale tarde que nunca. Las mujeres llenan los templos y llevan a cabo muchos trabajos que los varones, muy machos ellos, ni saben ni quieren realizar. Su presencia ha cambiado la Iglesia para bien. Sin las mujeres aún seguiríamos quemando en la hoguera a las muchas Juanas de Arco que defienden a la Iglesia con las armas de la ternura, de la oración, del servicio y de su presencia. Las mujeres no saben nada de cruzadas ni de inquisiciones. Los hombres están manchados de sangre de los pies a la cabeza. María, proclamada dichosa de generación en generación, es simple modelo de obediencia y sumisión para todas las mujeres. Como María, las mujeres tienen que estar en el cenáculo con los apóstoles en pie de igualdad y con la misma dignidad. Vivimos, en Europa, días de indignación. Contemplar París, la ciudad del amor, tomada por el ejército me causa gran malestar. El Islam necesita un Concilio Vaticano II. En las mezquitas, enjambre de hombres, hay más testosterona que piedad, hay más edad media que modernidad, hay más fervor guerrero que deseos de paz, hay más rebelión de los pobres que religión. Lo único que le falta al Islam es la presencia de las mujeres libres y liberadas. El día en que el Islam, creo yo, empiece a integrar a las mujeres y las acepte en pie de igualdad, ese día, el Islam dejará las armas, la violencia y el derramamiento de sangre. Las tres grandes religiones monoteístas, machistas en su origen, están llamadas a ser menos religión y más movimiento del espíritu, presente en hombres y mujeres, en niños y niñas, en viejos y jóvenes. Dios no veta a nadie, la religión, desgraciadamente, sí. Cuestionario del Sínodo.
Pregunta 3: ¿Qué se puede hacer para sostener y reforzar a las familias creyentes fieles al vínculo? Pregunta 10: ¿Qué hacer para mostrar la grandeza y belleza del don de la indisolubilidad, a fin de suscitar el deseo de vivirla y de construirla cada vez más? Pregunta 32; ¿Cuáles deben ser los criterios para un correcto discernimiento pastoral de cada situación a la luz de la enseñanza de la Iglesia, según la cuál los elementos constitutivos del matrimonio son unidad, indisolubilidad y apertura a la procreación? Nota: Tratamos hoy solamente el tema del "vínculo como vocación". En otros posts, más adelante, trataremos sobre la apertura a la vida. La pregunta 10 trata la indisolubilidad del matrimonio como don y vocación, valor y belleza, meta y construcción; pero la pregunta 32 la ve como elemento constitutivo del matrimonio. Se reflejan así dos talantes diferentes en la comisión redactora de la Relatio. Antropológica y evangélicamente, la indisolubilidad es meta y horizonte del proyecto y promesa de los esposos. Canónica y magisterialmente, unidad e indisolubilidad denotan características de la unión con formalidad legal, civil y eclesiástica. Si el antiguoDerecho Canónico (1917) acentuaba la unión esponsal como contrato, el Nuevo Derecho Canónico (1983) acentúa la "alianza, consorcio de toda la vida", según el Concilio Vaticano II: "comunidad de vida y amor" (Gaudium et spes, n. 48: "communitas vitae et amoris".CIC, n. 1055: "totius vitae consortium"). El año pasado compartí el estudio del Sínodo con un grupo de los cursos de formación para el laicado, en el centro Shinsei: Verdad y Vida, de la diócesis de Tokyo. Eran personas con experiencia de vida matrimonial, preocupadas por la formación y transmisión de la fe, comprometidas con la renovación de la Iglesia. Respondieron al Cuestionario-Lineamenta para el Sínodo de 2014. Actualmente se reúne ese mismo grupo para estudiar el nuevo Cuestionario-Lineamenta para 2015. Recogiendo las primeras impresiones de dicho grupo de trabajo sobre el cuestionario actual contrastado con el anterior, resumían así: "En el anterior predominaba la preocupación por hacer comprender qué es de ley natural y cómo hacer aceptable el magisterio eclesiástico. Pero el segundo cuestionario insiste en dos puntos; 1) preguntar por la experiencia e iniciativas de los matrimonios, y 2) escuchar el mensaje evangélico. Por ejemplo, el cuestionario actual ve la indisolubilidad, como un don, valor y tarea a construir, en vez de como mera nota jurídica". Esta observación me dio qué pensar sobre el "vínculo", según las preguntas 3 y 10, arriba citadas. Para responderlas adecuadamente necesitamos escuchar dos voces: 1) La voz de las parejas que viven con sentido su compromiso con el valor del vínculo esponsal, reconociendo su satisfacción y sus dificultades. 2) La voz de la reflexión antropológica sobre la indisolubilidad como meta de llegada, en vez de punto de partida, y sobre la unión esponsal como proceso humano personal, no meramente biológico. Los trámites que certifican el consentimiento se firman en un momento. Pero la unión de dos personas en comunión de vida y amor no es momento, sino proceso. Se tarda toda una vida en realizarlo, no siempre se logra, a veces se retrasa, se interrumpe o se vulnera. Requiere, en unos casos, reconciliación; en otros, rehacer el camino de la vida; en todos, sanación. La boda es un momento, pero el matrimonio es un proceso. La indisolubilidad matrimonial (no jurídica, sino antropológica y evangélica) no es un carácter sellado a fuego como la divisa de un toro de lidia, sino una meta, fin y horizonte del proceso para hacerse una persona en dos personas. "Serán los dos un solo ser" (Gen 2, 24; Mt 19, 4). Es decir, lo serán... si realizan esa unión a lo largo de la vida, pero no lo son ya automática y mágicamente en este instante de decir "sí, quiero". Hacer que, mediante la realización de la unión, la promesa se convierta en realidad indisoluble es una vocación y una misión. Nótese que la Iglesia habla actualmente de vocación y misión para comprender la unión matrimonial: vocación de amarse y ayudarse a crecer; misión de unirse y hacer de dos uno; vocación y misión de crear vida, familia y convivencia social. En otro tiempo la Iglesia hablaba de vocación para referirse a la opción por la vida religiosa o consagrada. Hoy no se ven ambas opciones como contrapuestas. Ambas son vocación y misión, que tarda una vida en realizarse y, a veces, no se logra o se frustra. Por cierto, la Iglesia admite razonable y responsablemente, el cese del compromiso de los votos religiosos ("salir de la congregación religiosa con la debida dispensa") o de la opción por el celibato en el sacerdocio ministerial ("salir del estado clerical con dispensa del celibato"). No es obstáculo para ello la teoría teológica sobre lo que ha llamado el "carácter sacramental", que el sacramento "imprime carácter". Del mismo modo podría admitirse también razonable y responsablemente el divorcio y reconocerse una nueva unión, tanto civil como canónica y sacramental. Este es el paso que debería recomendar el Sínodo en sus propuestas al Papa. Este es el problema principal que hay detrás del debate desenfocado sobre dar o no dar la comunión a católicos divorciados y vueltos a casar civilmente. Por eso parece insuficiente la propuesta de limitarse a facilitar las declaraciones de nulidad, sino de reconocer que, aunque la promesa fue auténtica, válida y lícita, se ha producido una ruptura irreversible en su realización "hasta que la muerte los separe" (la muerte física o la muerte de la construcción del vínculo, la muerte del proceso de consumación de la unión). También parece insuficiente la propuesta del cardenal Kasper de un camino penitencial con condiciones para admitir a los sacramentos a esas personas, pero sin cambiar la concepción de la indisolubilidad, ni admitir la evolución fiel y creadora de las doctrinas. Casarse y divorciarse ante la Iglesia En el reciente sínodo de obispos contrastaban dos posturas: unos, en nombre de la indisolubilidad matrimonial, negaban el "acceso a los sacramentos a personas divorciadas y casadas de nuevo civilmente"; otros, apostaban por "acogerlas pastoralmente, pero sin cuestionar la indisolubilidad". El consenso entre ambos parece pagarse no tocando la indisolubilidad. Otra alternativa minoritaria repiensa el sentido de la unión matrimonial, admitiendo evolución en la doctrina: la indisolubilidad no sería principio abstracto y punto de partida, sino meta de llegada del proyecto concreto de unión de los esposos. Esta propuesta integra lo existencial, lo jurídico y lo religioso, apoyando la promesa desde la conciencia, la legalidad y la fe. Casarse es verbo intransitivo. Nadie "los casa". Se casan los cónyuges, protagonistas del compromiso de amor para hacer de dos personas una. Formalizan su promesa ante la sociedad, ante la Iglesia, o ante ambas. El consentimiento mutuo tiene un aspecto personal, como promesa; una expresión legal, como contrato; y, en el ámbito religioso, un rostro sacramental, como símbolo de trascendencia en el amor. La ética protege la promesa. El Derecho ampara el contrato. La Iglesia testifica la gracia del sacramento. La ética personal protege la promesa, interpelando desde la conciencia e impulsando con el amor para animar a su cumplimiento. El Derecho interviene para garantizar el contrato y proteger la seguridad jurídica de cónyuges y familia. La Iglesia da fe de la gracia divina para que el símbolo sacramental arraigue y fructifique. En caso de fallo irreversible, tanto la ética como el Derecho y la Iglesia desempeñarían las respectivas funciones para confirmar el cese de la unión y la posibilidad de un comienzo nuevo tras un divorcio responsable. Si se exige responsabilidad en las uniones de hecho y en los matrimonios civiles o religiosos, también será necesaria en separaciones de hecho, y en los divorcios civiles o religiosos. Expresiones prudentemente cercanas a este último caso —aunque tímida y cuidadosamente diplomáticas en su expresión para evitar la persecución de los inquisidores— serían el camino de rehabilitación sugerido por el cardenal Kasper (El evangelio de la familia, 2014) antes de una posible bendición de segundas nupcias tras un divorcio. Reconocer así un divorcio, a la vez civil y religioso, pondrá en guardia a teólogos y canonistas defensores de la indisolubilidad como doctrina tradicional de fe vinculante para la Iglesia. Pero doctrinas o tradiciones pueden y deben evolucionar en favor de la dignidad de las personas. Si san Pablo admitía una disolución "en favor de la fe", ¿por qué no admitirla "en favor de la dignidad de los cónyuges"? La boda es momento, pero el matrimonio es proceso. La unión indisoluble es la verificación vivida y convivida, que no siempre se logra, de una promesa personal, reconocible civilmente como contrato y religiosamente como símbolo sacramental. Una reflexión antropológica, como la filosofía de Ricoeur, iluminaría la cuádruple característica de la promesa esponsal: responsable, vulnerable, reconciliable y —en caso de fallo irreversible— rehabilitable. La sociedad, que testimonia y protege civilmente la unión, formaliza el divorcio con seguridad jurídica para los cónyuges y familia. También la Iglesia, que acompaña desde la fe el camino de la pareja, debería acoger los procesos de reconciliación y sanación, así como los de rehabilitación y nuevo comienzo. En los telefilmes, las cámaras cuidan el dramatismo del "sí, quiero", sobre todo si el guion exige un "no" de la novia, con récords de audiencia por su espantada. Pero ni el "sí" de la pareja es un abracadabra productor del vínculo, ni el coito de una noche basta para dar el matrimonio por consumado. La consumación "de manera humana", dice el Código Canónico (n. 1061), requiere toda una vida. En vez de usar la metáfora del yugo, más propia para bueyes que para personas, o la imagen del vínculo catenario que aprisiona, el Concilio Vaticano II (Gaudium et spes, n. 48) calificó al matrimonio como "comunidad de vida y amor". "Serán una sola carne" (Génesis 2, 24) si se unen a lo largo de la vida. Tal comunión no se logra por mera declaración legal o fusión corporal, ni siquiera por bendición religiosa. Requiere tiempo y, a veces, no se logra, se vulnera o se deshace. Unas veces por causa de uno de los cónyuges, con o sin culpa; otras, por causa de ambos; o de ninguno, sino por circunstancias externas. Si la ruptura es reparable, se buscará la recomposición posible del proceso de unión vulnerado. Si es irreversible, habrá que buscar recursos de sanación para ambas partes y apoyos rehabilitadores para rehacer el camino de la vida. No debería extrañar que, así como hay matrimonio civil y religioso, pueda haber también divorcio civil y religioso. Casarse y divorciarse responsablemente son comportamientos humanos, civil y religiosamente confirmables; son atestación de compromisos personales, afianzables y protegibles, tanto por la sociedad civil como por la comunidad creyente. Cuestionario del Sínodo.
Pregunta 27: "acompañamiento en la evolución hacia el sacramento del matrimonio". Pregunta 41: "elementos positivos en las convivencias de hecho". Pregunta 42: Crece el número de quienes después de haber vivido juntos durante largo tiempo piden la celebración del matrimonio en la Iglesia". Pregunta 43: "afrontar estas situaciones de forma constructiva". En la práctica pastoral comprobamos el resultado de acompañar a las parejas desde los primeros pasos de su convivencia de hechohasta la formalización del matrimonio canónico, pasando por el rito prematrimonial de esponsales. Estas parejas, por ser creyentes, desean ver bendecida su unión, aunque las circunstancias (adquisición del piso, consolidación del empleo, situaciones familiares) aconsejen retrasar la formalización de su unión. Vale para estos casos la misa de esponsales como promesa mutua de contraer matrimonio. En ella reciben la bendición sobre el comienzo del proceso de su unión, que culminará más tarde en la celebración de la boda canónica. No se requieren trámites burocráticos, ni parroquiales, ni civiles. Es una bendición, como tantas otras en el ritual de bendiciones; o lo que se llama un "sacramental", por ejemplo, agua bendita para santiguarse o una aspersión para bendecir una morada. Sobre la cohabitación no debe entrometerse quien acompaña pastoralmente, respetando las decisiones en conciencia de los "cónyuges en camino hacia el matrimonio". Esta práctica pastoral presupone: 1) Una teología del matrimonio como proceso; distinguir entre una boda, que dura un momento, y la comunión de vida y amor, que dura años. 2) Una revisión de la moral sexual; más bien una moral de las relaciones (recíprocas, amorosas, justas, respetuosas), centrada en el reconocimiento y promesa mutua para unirse y crecer de modo auténticamente humano (unio consummatur modo humano: la unión se consuma de manera apropiada al ser humano). Como ejemplo, el caso siguiente, vivido en el centro de atención pastoral a inmigrantes: "Satoru y María (nombres ficticios de dos jóvenes creyentes: japonés y extranjera) se conocieron al asistir a celebraciones en el centro de acogida a inmigrantes. María es empleada del hogar y ahorra dinero para enviar a la familia en su país. Satoru es alumno de postgrado; para costearse sus estudios, hace horas como repartidor eventual; frecuenta además el voluntariado. Tomando café con ambos después de la misa, me comentan que se han instalado en un estrecho apartamento de aquel barrio. "Asómese a verlo, padre, y de paso nos bendice la casa", dice María. "Con gusto, le digo, pero bendecir solo la casa, sabe a poco. Mejor bendeciros a vosotros". Se miran los dos sonrientes, y María me dice: "Para dentro de un año ya podrá ser la boda, pero ahora no estamos en condiciones". "No me refiero a la boda, le contesto, sino al comienzo del camino hacia el matrimonio. Puesto que ya convivís, es natural como creyentes que sois, que queráis ver bendecida vuestra unión, con mucho mayor motivo que ver bendecida vuestra casa". "¿Y eso se puede hacer?", pregunta Satoru. "Pues claro, si bendecimos el agua para el bautismo, y bendecimos el óleo para rezar con los enfermos, y bendecimos la cosecha en septiembre, y bendecimos a los animales de compañía, y bendecimos a los peregrinos al empezar su viaje... ¿qué nos impide bendecir el comienzo de la convivencia de una pareja que se quiere y que empieza a recorrer el camino hacia su matrimonio? Ya sabéis que la boda es un momento, pero el matrimonio es un camino. Ese camino de la unión matrimonial empieza antes de la boda, continúa después y dura mucho, confiamos en que dure toda la vida. Por eso me habréis oído decir en la homilía de la boda de vuestros amigos (y lo repetiré también en la vuestra cuando llegue el día) que Dios os bendice para que sigáis juntos "hasta que esa vida juntos os termine de unir" (que, dicho así, es mucho mejor que decir: "hasta que la muerte os separe"). "Muy bien, padre, usted no pierde oportunidad para dar el sermón", dice Satoru riendo. "Pues punto final al sermón y fijemos la fecha. ¿Cuando os viene bien?". "El fin de semana próximo viene del pueblo la madre de Satoru. Podemos venir con ella a la iglesia". "Mejor que vaya la iglesia a vuestra casa, ¿no decíais que querías la bendición de la casa?". "De acuerdo, así la madre cocinará alguna cosilla". Aquel domingo por la tarde nos reunimos los cuatro en el pequeño apartamento y, sentados en el suelo de esterilla japonesa de tatami, celebramos la eucaristía. En el ofertorio, María y Satoru se dieron el sí para empezar su camino prematrimonial. Después de la misa merendamos con el dulce casero de la madre y un vino de la tierra de María. No podía faltar la foto para enviarla a la familia lejana. Unas semanas después María me comentó la sorpresa de su familia: "¡Qué boda más extraña!, dijeron". Tuvo que explicarles por carta que la boda sería más adelante. "No iba a darles todas esas explicaciones del padre Juan sobre el camino prematrimonial. Pero mi abuela parece que lo entendió, dice que en su tiempo a eso le llamaban la toma de dichos y el pedir la mano". En cambio, Satoru tuvo problema cuando se lo contó al cura de la otra parroquia del barrio, que dijo: "Eso no se puede hacer y tampoco se puede hacer lo que hacéis vosotros, que estáis ya viviendo juntos. Hay que esperar hasta después de la boda para acostarse". Le tranquilicé a Satoru: "No te preocupes, lo que ocurre es que ese padre dio clase en el Seminario y todavía ahora que está jubilado sigue leyendo más el Derecho Canónico que el Evangelio de Jesús. Lo que Jesús quiere es que María y tú os queráis más y mejor. Para eso os bendijo al empezar vuestro camino..." Seguimos con el evangelio de Marcos que vamos a leer durante todo este año. Es el primero que se escribió y tiene aún la frescura de los comienzos. Es el más conciso. No tiene grandes discursos de Jesús ni cuenta muchas parábolas. Le interesa sobre todo la vida cotidiana de Jesús. Su actitud vital para con los pobres y oprimidos es la verdadera salvación. Las curaciones y la expulsión de demonios, entendidos como liberación, son la clave para comprender el verdadero mensaje de salvación de este evangelio.
Cuando arrestaron a Juan. Quiere resaltar el evangelista que Jesús va a continuar la tarea del Bautista, pero a la vez, deja clara la diferencia. ¡Recordad! Los datos cronológicos no tienen importancia en la elaboración de un "evangelio". En el evangelio de Jn, después de haber narrado las relaciones de Jesús con Juan y el seguimiento de los primeros discípulos. Después de contarnos la boda en Caná, la purificación del templo y el encuentro con Nicodemo, nos dice que Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea y bautizaba allí, a la vez que Juan estaba también bautizando en otro lugar. Dice expresamente: esto ocurrió antes de que Juan fuese encarcelado. Llegó Jesús a Galilea. Está claro que el evangelista quiere desligar la predicación de Jesús de toda connotación oficial. Lejos de las autoridades religiosas, lejos del templo y de todo lo que significaba ambas cosas. Galilea era tierra fronteriza y en gran parte habitada por gentiles. Esto para un judío era, de entrada, una descalificación. Se puso a proclamar la "buena noticia" de parte de Dios. Había empezado él su evangelio diciendo que se trataba de exponer los orígenes de la "buena noticia de Jesús". Estos textos son los que dieron origen a la palabra "evangelio", cuyo género literario se inaugura con el escrito de Mc. Jesús no espera, como Juan, a que la gente venga a él. Se ha cumplido (colmado) el kairos. En la fiesta de Año Nuevo, hablamos del significado de "Cronos" y "kairos". Aquí el texto dice kairos, es decir, se trata del tiempo oportuno para hacer algo definitivo. No es que algún cronos sea especial. Cualquier cronos lo podemos convertir en kairos si nuestra actitud vital es adecuada. El texto nos está recordando que todo los Kairos se han concentrado en el que ahora está presente. Está apareciendo el Reino de Dios. Esta expresión es la clave de toda la predicación de Jesús. Hemos hablado cientos de veces del Reino. No se trata de que Dios reine. Se trata de que Dios se haga presente entre nosotros, gracias a las actitudes de los seres humanos. Jesús hace presente ese Reino, que es Dios, porque sus relaciones con los demás, basadas en el amor y la entrega, hacen surgir en cada instante a Dios. Dios es amor, de modo que está allí donde exista una verdadera empatía y compasión. Ese Reino está ya presente en Jesús que fue capaz de hacer presente a Dios, amando. ¡Cambiad de mentalidad! La traducción oficinal, "convertíos", no expresa bien el sentido del texto, porque nosotros hemos inventado un concepto de conversión que no está en el original griego. Para nosotros convertirse es salir de una situación de pecado. En cambio lo que pide Jesús es una manera nueva de ver la realidad que no tiene por qué partir de una situación depravada. Es más, el cambio se exige como actitud que no de debe abandonarse nunca. "Metanoeite" significa cambia de rumbo, cambia de mentalidad, no significa hacer penitencia. La llamada de los discípulos a continuación les obliga a hacer su personal cambio de rumbo (metanoya): "Dejan la barca y a su padre y le siguieron". Aquí debemos hacer todos, un serio examen de conciencia. Cuantas veces hemos descubierto nuestros fallos y nos hemos conformado con ir a confesarlos, pero no hemos cambiado el rumbo. ¿De qué puede servir toda esa parafernalia, si continuamos con la misma actitud? Tened confianza en la buena noticia. La traducción oficial del griego "pisteuete" nos puede llevar a engaño. No se trata de creer la noticia, sino de confiar en que es buena noticia para nosotros. Tanto en el AT como en el nuevo, la fe no es el asentimiento a unas verdades, sino la confianza en una persona. Si la buena noticia que Jesús predica, viene de parte de Dios, podemos tener confianza plena en que es buena. También debemos recordar que, por extraño que parezca, "euangelio" no significa "evangelio". Nosotros hemos colocado detrás de la palabra evangelio, un concepto muy concreto y preciso. Evangelio = uno de los escritos de las primeras comunidades donde intentan expresar lo que Jesús vivió y predicó. Hemos caído en un monumental fraude. Hemos confundido el estuche con la joya que debía contener. Aquí "euangelio" significa esa estupenda noticia que Jesús descubrió y nos comunicó de parte de Dios. A la llamada de Jesús que acabamos de comentar, corresponden las primeras respuestas personales, de parte de unos simples pescadores sin preparación alguna, que se fiaron de Jesús. Es muy significativo que el primer instante de su andadura pública, Jesús cuenta con personas que le siguen de cerca y están dispuestas a compartir con él su manera de entender la vida. La comunidad, por muy reducida que sea es clave para poder emprender una vida cristiana. El ser humano va aprendiendo a base de continuos errores y rectificaciones. Darse cuenta de que hemos emprendido un camino equivocado es la única manera de evitarlo. Cada vez que rechazamos un camino falso, nos estamos acercando al verdadero. Todos tenemos que convertirnos porque todos estamos haciéndonos. Convertirse es rectificar la dirección para que apunte mejor a la meta. Pecado en el AT era errar el blanco. Da por supuesto que intentas dar en el blanco, pero te has desviado. Somos flechas disparadas que tienden a desviase del blanco y que constantemente tienen que estar contrarrestando esas fuerzas que nos distorsionan. Convertirse no es abandonar el mal por el bien, porque el mal y el bien en el ser humano, no se pueden separar nunca del todo. Para el maniqueísmo está todo demasiado claro: Son realidades distintas que deben estar separadas. Nunca hemos superado esa tentación. La realidad es muy distinta: ni el bien ni el mal se pueden dar químicamente puros. Siempre que trazamos una línea divisoria entre el bien y el mal, nos estamos equivocando. Lo que llamamos mal no tiene entidad propia, es solo ausencia de bien. El mal (ausencia de perfección) no es un accidente, sino que pertenece a la misma estructura del hombre. Sin esa limitación, que hace posible el error, pero que también hace posible el crecimiento, no habría persona humana. La hondura del misterio del mal está precisamente ahí. Del mismo mal surge el bien, y el mal acompaña siempre al bien. Con frecuencia necesitamos la advertencia de alguien que nos saque del error en que estamos. Aún con la mejor voluntad, podemos estar equivocados. Las mayores barbaridades de la historia se hicieron en nombre de Dios. En nombre del bien, ¡Cuanto mal! Estamos acostumbrados a pensar que la conversión es salir de una situación de pecado a otra en que no lo haya. Imposible. Aún caminando con la mejor voluntad meta, siempre estaremos necesitados de rectificar la dirección. Constantemente estamos emprendiendo sendas equivocadas que tenemos que abandonar. Tenemos que aprender de los errores. Como seres humanos, no tenemos otra manera de progresar. Meditación-contemplación "Cambiad de mentalidad y confiad en la increíble noticia" Jesús nos ha revelado quién es Dios. Lo que nos ha dicho es increíble, pero cierto. Dios es amor, don total, absoluto y eterno. .................... Jesús me invita a experimentar esta realidad. Seguirle es entrar en la misma relación con Dios que el mantuvo. Vivir la presencia en mi propio ser de un Dios que se me da y es todo para mí. .................. Ese descubrimiento me hará cambiar mi mentalidad. Desde el momento, y en la medida que lo experimente, mi relación con Dios, con los demás y con el mundo, habrá trasformado mi existencia. El domingo pasado, el evangelio de Juan nos contó cómo Jesús entró en contacto con algunos de los que más tarde serían sus discípulos. Este domingo volvemos al evangelio de Marcos, que será el usado básicamente durante el Ciclo B. En tres escenas, las dos últimas estrechamente relacionadas, nos cuenta la forma sorprendente en que comienza a actuar Jesús.
1ª escena: Actividad inicial de Jesús. Marcos ofrece tres datos: 1) momento en que comienza a actuar; 2) lugar de su actividad; 3) contenido de su predicación. Momento. Cuando encarcelan a Juan Bautista. Como si ese acontecimiento despertase en él la conciencia de que debe continuar la obra de Juan. Nosotros estamos acostumbrados a ver a Jesús de manera demasiado divina, como si supiese perfectamente lo que debe hacer en cada instante. Pero es muy probable que Dios Padre le hablase igual que a nosotros, a través de los acontecimientos. En este caso, el acontecimiento es la desaparición de Juan Bautista y la necesidad de llenar su vacío. Lugar de actividad. A diferencia de Juan, Jesús no se instala en un sitio concreto, esperando que la gente venga a su encuentro. Como el pastor que busca la oveja perdida, se dedica a recorrer los pueblecillos y aldeas de Galilea, 204 según Flavio Josefo. Galilea era una región de 70 km de largo por 40 de ancho, con desniveles que van de los 300 a los 1200 ms. En tiempos de Jesús era una zona rica, importante y famosa, como afirma el libro tercero de la Guerra Judía de Flavio Josefo (BJ III, 41-43), aunque su riqueza estaba muy mal repartida, igual que en todo el Imperio romano. Los judíos de Judá y Jerusalén no estimaban mucho a los galileos: "Si alguien quiere enriquecerse, que vaya al norte; si desea adquirir sabiduría, que venga al sur", comentaba un rabino orgulloso. Y el evangelio de Juan recoge una idea parecida, cuando los sumos sacerdotes y los fariseos dicen a Nicodemo: "Indaga y verás que de Galilea no sale ningún profeta" (Jn 7,52). El mensaje inicial. ¿Qué dice Jesús a esa pobre gente, campesinos de las montañas y pescadores del lago? Su mensaje lo resume Marcos en un anuncio ("Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca") y una invitación ("convertíos y creed en la buena noticia"). El anuncio encaja en la mentalidad apocalíptica, bastante difundida por entonces en algunos grupos religiosos judíos. Ante las desgracias que ocurren en el mundo, y a las que no encuentran solución, esperan un mundo nuevo, maravilloso: el reino de Dios. Para estos autores era fundamental calcular el momento en el que irrumpiría ese reinado de Dios y qué señales lo anunciarían. Jesús no cae en esa trampa: no habla del momento concreto ni de las señales. Se limita a decir que "está cerca". Pero lo más importante es que vincula ese anuncio con una invitación a convertirse y a creer en la buena noticia. Convertirse implica dos cosas: volver a Dios y mejorar la conducta. La imagen que mejor lo explica es la del hijo pródigo: abandonó la casa paterna y terminó dilapidando su fortuna; debe volver a su padre y cambiar de vida. Esta llamada a la conversión es típica de los profetas y no extrañaría a ninguno de los oyentes de Jesús (la 1ª lectura, del libro de Jonás, se centra en ese tema). Pero Jesús invita también a "creer en la buena noticia" del reinado de Dios, aunque los romanos les cobren toda clase de tributos, aunque la situación económica y política sea muy dura, aunque se sientan marginados y despreciados. Esa buena noticia se concretará pronto en la curación de enfermos, que devuelve la salud física, y el perdón de los pecados, que devuelve la paz y la alegría interior. 2ª y 3ª escenas: llamamientos de Simón y Andrés, Santiago y Juan Jesús ha pasado unas semanas, quizá meses, recorriendo él solo Galilea. Hasta que decide buscar unos discípulos que lo acompañen y continúen su obra. No los busca en Jerusalén, entre los alumnos de los grandes rabinos. Los busca entre los pescadores. Económicamente no son unos miserables, tienen barca e incluso les ayudan unos jornaleros. Pero en una sociedad agraria, como la del Imperio romano, el obrero manual estaba por debajo del campesino, y sólo por encima de las clases de la gente impura y de los despreciables (en la clasificación de Gerhard Lenski). El relato de Marcos resulta desconcertante. ¿Es posible que cuatro muchachos sigan a Jesús sin conocerlo, abandonando su familia y su trabajo? El lector moderno, buscando una respuesta, acude al cuarto evangelio, donde se dice que Jesús ya los conoció cuando el bautismo. Pero el lector antiguo, que sólo tenía a su disposición el evangelio de Marcos, se queda admirado del poder de atracción que ejerce Jesús y de la disponibilidad absoluta de los discípulos. Estos cuatro discípulos representan el primer fruto de la predicación de Jesús: muchachos que creen en la buena noticia del Reinado de Dios, siguen a Jesús y cambian radicalmente de vida. Marcos une dos cuestiones: el anuncio de la Buena Noticia y la llamada a los primeros discípulos. Se trata, sin duda, de un relato estereotipado, provocado por el interés del propio evangelista en unir, desde el principio mismo, la misión de Jesús con la formación del grupo. No parece comprensible que unos pescadores siguieran sin más a un desconocido.
El anuncio con el que Jesús inicia su actividad pública sintetiza toda su misión: no en vano son las primeras palabras que Marcos pone en su boca. Y ese anuncio es una "buena noticia": la buena noticia de que todo aquello que "buscamos", en realidad "está cerca". Decía, en un comentario anterior, que la búsqueda constituye una adicción peligrosa en cuanto la usamos como estratagema para escapar del momento presente. Si por "Reino de Dios" entendemos –más allá de cualquier referencia histórica- la plenitud anhelada, el mensaje de Jesús aparece radiante: la plenitud no se halla lejos ni fuera; es lo que ya somos. Y la descubrimos cuando nos "convertimos". El término "conversión" traduce el griego "meta-noia" (más allá de la mente), que invita a "otro modo de ver". Se trata de salir de la perspectiva mental –separadora y proyectiva-, para adoptar aquel modo de conocer (no-dual) que nos permite alinearnos con lo Real, sin fracturas, distancias ni separaciones. Si el modelo mental se caracteriza por la resistencia a lo que es, expresada en términos de "debería" ser de otro modo, o "no debería" ser así, el modelo no-dual se asienta en la aceptación plena. La aceptación pone fin a la huida –de hecho, no existe otro antídoto frente a esa trampa- y nos alinea con el momento presente, es decir, con la Vida, tal como en este momento se manifiesta. "¿Cómo deberíamos vivir? –se preguntaba la beguina Matilde de Magdeburgo-. Vive dándole la bienvenida a todo". Y, como si respondiera a la misma pregunta, otra beguina –ahora reconocida como santa y doctora de la Iglesia, Hildegard von Bingen- explicaba: "Doy la bienvenida a todas las criaturas del mundo con gracia". La aceptación profunda consiste en la rendición a lo que es, más allá de las etiquetas con que nuestra mente lo nombre. Y esa es la condición para alinearnos con la Vida y fluir con ella. ¿El motivo último? Porque, en nuestra identidad profunda, no somos un remolino separado, sino la propia agua que se despliega en tal variedad de formas. Por eso, al aceptar profundamente, descubrimos la plenitud que somos, constatamos que el "Reino de Dios está cerca" y nos hacemos disponibles para que, a través nuestro, pueda brotar y fluir la acción adecuada, una acción, por otra parte, que estará marcada por la desapropiación y la compasión. Hace algunos días almorcé con un amigo muy querido con quien no conversaba hacía tiempo y me llamó la atención que, luego de comentarme el montón de cosas lindas que estaban ocurriendo en su vida, me compartiera que en el fondo sentía una angustia que no terminaba de comprender. Más aún, había sido otra amiga quien, compartiéndole sus sentires, le había hecho tomar contacto con esto, que estaba callado al fondo de su ser.
Estos amigos tienen algo en común y es que si uno los viera de afuera nunca pensaría que sienten algún tipo de angustia: son jóvenes, están felizmente casados, tienen hijos pequeños, amigos, trabajo y no pasan necesidades económicas. ¿Qué es esa angustia? Si es la misma que yo siento a veces, creo que no es infelicidad sino la alarma que suena de vez en cuando recordándonos nuestro profundo sentido de trascendencia. Es una alarma particular, porque respeta nuestra libertad y generalmente se activa sin estridencias, pero persiste con paciente constancia hasta que entendemos su mensaje, uno distinto para cada uno. El mensaje puede ser que nos animemos a desplegar un talento que tenemos guardado, o cambiar de trabajo, que perdonemos a alguien que nos hizo daño y que comencemos ese proyecto que tenemos en la cabeza hace tiempo. A veces tiene que ver con la decisión de soltar algo o alguien, otras con animarnos a abrirnos nuevamente al amor y la mayoría no tiene que ver con cambiar el escenario sino con empezar a interpretar mejor la obra: sonreír más, escuchar mejor, ser más generosos con nuestro tiempo... Para cada uno es diferente, pero responder a ese llamado siempre nos acerca a la plenitud. Pensaba en cómo nuestra vida, mi vida concretamente, muchas veces está diseñada para estar desconectada de esto, tanto así que la alarma de la angustia pueda sonar incansablemente en silencio sin que me entere o, lo que es peor, enterándome a medias pero sin tener idea cómo apagarla! Y estando en esto me vino a la mente el ciego de Jericó: "estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; (...) .Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! (...) le preguntó: ¿Qué quieres que te haga? Él dijo: ¡Señor, que vea! Jesús le dijo: Ve. Tu fe te ha salvado." No puedo dejar de preguntarme ¿Hace cuánto tiempo estamos ciegos, viviendo de limosnas, con la alarma sonando y sin notar a Jesús que viene por el camino? Escuchamos sus pasos, sentimos su voz, pero dudamos... ¿será El realmente? Por las dudas evitamos el escándalo de llamarlo a los gritos y optamos por continuar nuestra vida en silencio. En el ciego en cambio, es fascinante ver su urgencia por vivir plenamente! Él no puede verlo, pero percibe que es Él y con fuerza se hace escuchar. Seguro hubiese sido más fácil quedarse al lado del camino maldiciendo la ceguera que le impide acercarse a su objetivo, como lo es tantas veces para nosotros pensar que sería un escándalo hacer caso a nuestros llamados interiores. Pero el ciego sabe que quiere ver y tiene el aparente descaro de creer que merece la oportunidad. Admiro su lucidez de pronunciarse y elevar la voz cuando percibe su oportunidad al frente aunque otros traten de silenciarlo para evitar el escándalo. Me pregunto cuantas cosas me he estado perdiendo por no hacer el ridículo de entusiasmarme de más, por pedir por lo bajo cumpliendo con la consciencia pero sin lograr que nadie escuche de verdad. Si lo que estamos esperando es que Jesús literalmente pase por nuestra vida y no lo estamos viendo, será mejor que nos cambiemos los anteojos. Porque la forma que eligió El de aparecerse es encarnado en un amigo con el que tomamos una copa, un pensamiento que tenemos de camino al trabajo, un proyecto al que tiende nuestra alma o lo que nos genera la realidad de nuestro país... Mientras como ciegos esperamos que se haga la luz, Jesús pasa a nuestro lado disfrazado de un sinfín de posibilidades. El escándalo entonces no es pronunciarnos con vehemencia, el escándalo es quedarnos parados tranquilos, con la alarma sonando y viviendo de limosnas frente a tanta posibilidad disfrazada. |
Ayuda al Blog que publica todos los días diferentes áreas, queremos seguir publicando
EL BLOGEl blog es uno dedicado al análisis en general de muchos puntos desde la ópica teológica. La meta es impulsar el estudio amplio y profundo de la fe y de la razón, siendo ambos elementos fundamentales de la vida. SABES QUE PUEDES HACER COMENTARIOS A LAS REFLEXIONES O ENSAYOS TEOLOGICOS QUE APARECEN EN EL BLOG, SI PUEDES INTENTALO...
Archivos
Febrero 2023
Categorias |