Señor Presidente:
Según información aparecida en el Diario Prensa Libre con fecha 2 de Junio del 2010 usted ha declarado que “el Estado no ordenará la suspensión de las actividades de la Mina Marlin”, afirmando que “hasta el momento no hay fundamento para ello”. Estas afirmaciones ponen en tela de juicio su responsabilidad de buscar el Bien Común ya que una simple sospecha de violación de los derechos Humanos obliga al Estado a actuar a favor de los habitantes del territorio tal como lo dispone la Constitución Política de la República. La resolución que exige la suspensión de las actividades de la mina Marlín en Sipacapa y San Miguel Ixtahuacán, San Marcos, emana de un organismo Internacional creado en el marco de la Convención Americana de Derechos Humanos de la cual Guatemala es Estado Parte. Si la decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos no es acatada puede dar lugar a que dicha Corte, en base de su jurisprudencia, condene al Estado de Guatemala y le imponga la obligación de indemnizar los daños y perjuicios provocados indemnización que deberá ser pagada con los propios fondos del pueblo de Guatemala. Diversas organizaciones y quienes firmamos esta carta hemos lamentado la falta de decisiones de parte de su Gobierno que protejan los recursos naturales de nuestro País y que se privilegie mas un lucro y una ganancia inmediata de compañías Nacionales y Transnacionales en desmedro del respeto al medio ambiente que garantiza una calidad de vida de los hombres y mujeres Guatemaltecos. Asimismo nos entristece que a pesar de sus declaraciones de hacer un Gobierno con rostro maya las voces y demandas de las poblaciones indígenas no hayan sido escuchadas. Este es el caso concreto de Sipacapa y San Miguel Ixtahuacán y la gran mayoría de Municipios de Huehuetenango. Señor Presidente usted sabe que una medida cautelar es simple y llanamente un mecanismo para evitar daños mayores o asegurar que no se lesione mas la vida y la dignidad humana. En un verdadero Estado democrático el principio de prevenir daños mayores que pongan en peligro la vida de las personas fortalece la democracia. Con el respeto que usted merece pero al mismo tiempo con la firmeza que nace de buscar el bien de los más empobrecidos y excluidos le pedimos Señor presidente que cumpla las disposiciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. No esperaríamos del gobierno estrategias de dilación para resolver de un modo justo y favorable a una mejor calidad de vida de los guatemaltecos toda la problemática nacida de la actual política que continúa otorgando licencias de exploración y explotación minera. Monseñor Alvaro Ramazzini Rigoberta Menchú Tum Obispo de San Marcos Premio Nobel de la Paz Pastoral Social/COPAE Fundación Rigoberta Menchu Tum
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En mi artículo del sábado pasado decía que vivimos en un mundo de desigualdades. Hoy afirmo que un mundo justo y humano es posible. No caben soluciones fáciles. Es necesario coordinar muchas piezas para que empiece a funcionar un nuevo sistema, con una racionalidad diferente..
Abrir cauces de participación, fomentar el sentido de responsabilidad, favorecerá la capacidad de relacionar unos casos y fenómenos con otros; saber en todo momento descubrir lo bueno y que es plausible y posible. Con valentía hay que poner bases fuertes en las que edificar ese nuevo edificio en el que brille la justicia como madre de la paz. Para ello, se deben realizar contratos con los que se puedan ir comprometiendo ciudadanos, instituciones y organismos nacionales e internacionales, con la mirada puesta en la construcción de la Casa Común. Si nos trasladamos a un tiempo imaginario, donde aún no hubiéramos nacido, estaríamos en condiciones, sin condicionantes, de pensar cómo debería ser ese mundo justo y humano para todos. Podríamos después nacer en cualquier lugar y encarnados en raza y sexo concreto. Situándonos en ese túnel del tiempo podríamos comprender mejor por qué comprometerse con unos contratos para que ese mundo sea posible. Erradicar la pobreza; conservar el medio ambiente; conseguir una educación para todos; un contrato ético que vuelva a dar sentido y perspectiva a la ventura humana. Reinventar la palabra “servicio” para gobernar con justicia. Apostar por un sistema internacional consensuado, con redes de tratamiento de las grandes cuestiones mundiales; y cuyo pilar fundamental sea el ámbito de los valores para proporcionar referentes válidos para repensar los modelos políticos, económicos y sociales que ahora predominan. La justicia ha de manifestar una actitud global del ser humano en relación consigo mismo, con los otros, con la naturaleza y, si es creyente, con Dios. Una justicia que fecunde una libertad que tenga realización plena en su dimensión social. La economía ha de ponerse al servicio del hombre y de sus necesidades reales. No es cuestión de repartir el excedente de lo que sobra, sino de organizarlo todo desde los derechos y necesidades de los más débiles y compartir con equidad. Hay que pasar a vivir con moderación como decía Gandhi: “Tenemos que aprender a vivir más sencillamente, para que los otros sencillamente puedan vivir”. He aquí el gran reto para el siglo XXI: promover una ética de lo suficiente que ayude a sentirse satisfecho con menos. La justicia ecológica implica una relación adecuada con el medio ambiente. Cada vez es más necesario impulsar un diálogo de civilizaciones con carácter de igualdad, en el seno del cual debería tener un protagonismo importante de dialogo interreligioso hacia la cultura de la paz como base de una convivencia justa y humana. Un nuevo orden mundial debería tener las siguientes características: • Un orden mundial que fomente la resolución pacífica de los conflictos. • Un orden mundial ecológico, y por ello necesita de seres humanos sensibles ante las necesidades de los otros, de la naturaleza y de todo ser vivo. • Un orden mundial plural que reconozca el pluralismo de culturas, tradiciones y valores la riqueza que eso comporta. • Un orden mundial donde las sociedades y pueblos valoren en términos de igualdad la aportación de las mujeres Todo esto comporta una gran responsabilidad que exige llevar a cabo un nuevo paradigma de cooperación y de integración política, económica y cultural. Ahora bien, esta nueva gobernación debe ser un verdadero poder de alcance mundial que, si es democrático, debe ser al mismo tiempo descentralizado y permeable a lo que es particular. He leído el post sobre “Jesucristo fue el primer feminista de la historia“ en Atrio que me hace llegar a una encrucijada de preguntas, las mismas que muchas hermanas mías llevan haciéndose durante siglos. Pese a que se han dado muchas respuestas y se han puesto los pilares para descifrar las preguntas, vemos que los arcaicos presupuestos donde se ha asentado el Catolicismo han cerrado con llave el acceso a lo que nos ofrecieron muchas pensadoras.
Quiero empezar citando a dos mujeres que han luchado o luchan todavía por el derecho a tomar nuestras decisiones de ser o no ser madres, esposas o incluso sacerdotisas… Después me haré unas preguntas que muchas veces caen en el vacío o en simple latido de mis deseos. Dos mujeres que luchan por nuestros derechos: - Betty Friedan (1921-2006) publicó en 1963 La mística de la Feminidad, de tanta importancia para el surgir del feminismo como el Segundo Sexo de Simone de Beauvoir. Betty Friedan nos aclara que debemos ir… “contra la concepción paternalista de la vida femenina”, que ella define como “confortable campo de concentración” y contra la mística de su estatus de sometimiento y dominio. Insiste especialmente en que esa mística de la feminidad es “el producto de un sistema económico muy concreto, y no solamente del resultado del instintivo afán de dominio de un sexo sobre otro…” - Daphne Hampson (1944- ) publicó en 1996 su libro After christianity “Después del cristianismo” con 7 Capítulos tan sugerentes como estos: 1º La particularidad Cristiana: “esta fe puede ser pensado en consonancia con perspectivas epistemológicas generalizadas en la humanidad”. “Hoy en día este tipo fe se eleva hacia la fe de lo que conocemos de una manera diferente”. 2ª Continuidad y discontinuidad: “Así, el brazo largo del pasado llega a los humanos afectando a las relaciones actuales. Por otra parte, hoy las mujeres han llegado a tener una subjetividad muy diferentes y han encontrado el sentido de sí mismas; de manera que se convierte en algo ofensivo (e irrelevante) hacer referencia a un pasado lejano”. 3º La ética feminista: “En efecto, desde esta perspectiva es desde donde las mujeres que son feministas (y también otros, en la medida en que estos ideales se han infiltrado a toda la sociedad) juzgarán el pasado de la religión. En la medida en la igualdad humana y una posición no-jerárquica se han convertido en normas morales de nuestra sociedad, el cristianismo esta siendo impugnado”. 4º La idolatría cristiana: “La idea de la alianza no es la idea ilustrada de un pacto entre iguales, sino que se deriva de un orden jerárquico de la sociedad en la que una de las partes tiene soberanía sobre otra. La Encarnación en efecto, representa una desinversión de poder, pero, tal como suele plantearse, es un tema auto-correctivo dentro del patriarcado que tienen poco que ver con las necesidades de las mujeres. Las mujeres, por el contrario, están interesadas en su propio auto-empoderamiento”. 5º La mujer y el Otro: “la concepción de la mujer en la construcción masculina”. 6º Un teísmo futuro: “las feministas tienen un sentido del yo y sin embargo lo más centrado en su propia esencia relacional. Por otra parte tal comprensión de la relación a lo que es Dios vence la heteronimia implícita de una relación con Dios entendido como un ser trascendente a otros”. 7º La espiritualidad y la praxis: “¿Tenemos que “ser” de cierta manera con el fin de estar abiertas a lo que es Dios, para aprovechar y ser conscientes del poder y amor del que nos habla”. Este resumen lo he tomado de la Sinopsis del libro que aparece en la web personal de la autora. Mis preguntas que lanzo a la comunidad de ATRIO: De ahí que me haga unas preguntas que muchas veces caen en el vacío o en simple latido de mis deseos. Yo me hago unas series de preguntas, pero con distintos presupuestos 1º ¿Cómo se pueden llamar hombres y tener a la mujer donde nos tienen? 2º ¿Cómo se puede ser persona y abominar a más de la mitad de la Humanidad? 3º ¿Cómo se pueden autoproclamar ciert*s personas que son católic*s? Fue Ignacio de Antioquia en el siglo 110, el que acuñó esta frase de kata-holon, Universal, “según el todo” para dar un carácter de totalidad y universalidad a esta Iglesia que nació de Jesús, una Iglesia común y única para dar conocimiento y vida a la Humanidad y que está abocada a ser en sí misma y para afuera “alianza del pueblo y luz de las gentes” (Is 42,6). 4º¿Por qué no posibilita la restauración digna de la mujer, como ya la tuvo en tiempos de Jesús? ¿Por qué se ha olvidado que Jesús –sin discriminar a las personas por ningún tipo de mal, enfermedad, género o estatus social– posibilita y da respuestas a la persona? Jesús, lo dice claramente: ¡Tu fe Mujer, es la que te ha salvado! porque es definitiva, es la misma persona, lo subversivo que nace del fondo de ella, lo que la hace mirar al cielo, y dar ese paso insurrecto para posibilitarle el cambió y la transformación. La mujer encorvada, no puede mirar otro horizonte que no sea aquel que le permiten… sin embargo esto sucede y se genera con tan solo rozar la parte más externa del Cristianismo, cosa que no se da dentro del catolicismo, porque se hace y se ha convertido en un integrismo endogámico y egocéntrico,-machista, de maltrato sistemático hacía la mujer. 5º ¿Por queéno podemos ser Mujeres que buscamos nuestro Resucitar y empoderamiento dentro de nuestra fe y comunidad? Reflexión y preguntas finales Jesús nunca habló de unas Comunidades de ricos, y pobres, de culturas como la judía o la romana etcétera… Ni de hombres y de mujeres, sino que fraternizó comunitariamente en comidas al “aire libre” sin mesas sacrifícales, sin ritos purificadores… Jesús no desterró de ninguna tierra a una sola persona ni Iglesia, sino que engloba a toda las tradiciones e historias desde antes de Jesús hasta el fin del mundo, pero, sin sectarismo de ningún tipo, porque no fue una Iglesia fundada por “alguien” y según una idea, y en un momento crucial de su vida, e historia. Enseñar todo el Mensaje del Evangelio significa que no se puede excluir ningún tipo de mal que deje encorvada a una parte de la humanidad. ¿No nació de un tronco totalmente opuesto a este integrismo fariseo, machista y fanático, cómo y por qué intereses han ido construyendo cual torre de babel en torno a esta Iglesia Cristiana, que era propia de hombres y mujeres, de enfermos y sanos de ricos y pobres, de personas cultas y de gente analfabetas? ¿Cómo se ha podido y hoy se puede dar arbitrariamente una inmunidad a ciertos textos, olvidando otros reveladores…? Y, ¿para qué exagerar otros para minimizar aquellos que no entra dentro del nuevo sistema religioso, a pesar de que estos enrevesados y recargados de nuevas filosofías estén desde el principio fuera del SMS del Jesús histórico, o del Jesús hecho un Cristo interesadamente, por unas codicia religiosa y política? ¿Dónde hemos dejado al Jesús Resucitador y Escatológico como signo nuevo de Salvación para todos los males de la Humanidad…? ¿La muerte no solo es física y matadora de a la persona integralmente, sino esas otras “muertes” y aquellos sacrificios e inmolaciones a las que nos someten a ese dios baal, hombre sesudo, barbudo y con ojo en triángulo bermudal… él que todo lo ve, censura y juzga desde su Castril sexualidad, un hombre irracional y prehistórico castigador, el mismo que nos destierra y designa como el mal, una perversidad endémica por naturaleza: - En nuestros pensamientos lascivos. - En nuestras carnes súper animal tentadora y reptadora, con sonido persuasión y viperino. - En una sexualidad amputada y que solo se nos enaltece y compensa en la procreación sin disfrute sexual, sin ese “pecado” que nos fue añadido y que llevamos inscrito desde hace miles de años en nuestras entrañas, como señal de hijas adoptiva de un dios hombre. ¿Por qué se sigue estando en contra de los sentimientos y los deseos de las personas que hemos adquirido una madurez transformadora en la fe? Siguen en lo mismo que decían los escoláticos, y Bartolomé de Medina “Me parece que, si una opinión es probable, es lícito seguirla, aunque la opinión opuesta sea más probable” Justificar, justificarse y seguir haciendo aquello más que nada por no dar el brazo a torcer y decir que se estuvo equivocado desde aquellos “pilares babilónicos” como fiel adoctrinamiento del teocrático religioso, de su parcialidades y exclusividades sectarias y poco apostólicas. ¿Dónde se deja la Plenitud, que ellos nos deniegan? ¿En qué se basan para decir que no somos las mujeres lo suficientemente maduras para poder decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra moral religiosa, proclamar la dignidad de nuestro cuerpo y acoger la Maternidad libre sin prejuicios o imposiciones de ningún tipo? Hoy seguimos viendo como las ingerencia políticas y sociales se hacen sólo para subyugar y para maldecir desde los púlpitos a la mujer, en todo aquello que le da libertad, son tan mezquinos que no son capaces de hacer un MEA culpa y reconocer que están tan alejados y tan separados de la vida y proyecto de Jesús que ya no pueden dar vuelta atrás. De ahí que sigan con ese Catolicismo ultra, ese volver a los miedos de perder esa hegemonía que los perpetúen a pesar de dejar miles de años después a Jesús pendido en el madero. No han creído en ese SMS que la mujeres dijeron, ¡El Maestro Vive, la Tumba está vacía…! Pero otra cosa es que volvamos a dejar que ellos no vuelvan a cerrar la puerta que desde aquella tumba se abría hacía el huerto, porque hacía dentro sigue estando la muerte, la codicia y el subyugación de nuestro género La palabra que más se usa en este tiempo es la palabra “crisis”. Sobre todo, por causa de la crisis económica. La crisis que tanto nos preocupa a todos, en la que más pensamos y de la que más se habla por todas partes y a todas horas. Pero seguramente nunca nos paramos a pensar que la crisis de la economía está causada por algo previo.
Sin duda alguna, muchas han sido las causas que nos han precipitado en la situación que estamos viviendo. No se trata aquí de hacer un análisis de tales causas, que son muchas y muy complejas. Yo no me voy a referir a las causas políticas y a las específicamente económicas. Entre otras razones, porque de esas cosas no entiendo mucho. Lo que yo pretendo aquí es hacer caer en la cuenta de que, en la crisis económica, han incidido factores humanos que han sido muy determinantes. Se ha hablado de la codicia, de la la ambición, de la falta de principios éticos, da la crisis de valores…. Todo eso es cierto, no cabe duda. Pero hay una cosa, que es la que, a mí al menos, es lo que más me hace pensar. Me refiero al tema de la MISERICORDIA. El Diccionario de la RAE define la misericordia diciendo que es la “virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y mserias ajenos”. Y en esto, sí que es verdad que el fallo ha sido clamoroso. Y lo sigue siendo. Hasta el extremo de que creo que tengo argumentos para afirmar, sin ningún género de duda, que la crisis no salimos de la crisis mientras no nos reeduquemos todos en la virtud de la misericordia. Sólo cuando el “principio misericordia” sea el principio rector de la convivencia, entonces (y sólo entonces) podremos decir que empezamos a salir de la crisis. Esto no es “moralismo”. Ni creo que sea una ingenuidad decir semejante cosa. Me explico. Últimamente vengo repitiendo que ÉTICA SIN MISERICORDIA = VIOLENCIA. Es así. Y así lo demuestra la historia. Una de las cosas más peligrosas, que hay en esta vida, es invocar principios éticos, cargados de razón, pero llevados a la práctica sin sentimientos de misericordia. Es exactamente lo que han hecho todos los dictadores, los tiranos, los dirigentes religiosos fanáticos, los fundamentalismas de todos los colores. En nombre de la justicia, el derecho, la fe en Dios, el amor a la patria…, lo que Vds quieran, en nombre de todos eso, se han cometido los mayores crímenes de todos los tiempos. Además, cuendo un criminal mata, invocando principios éticos, además de ser un asesino, se ve a sí mismo como un héroe y incluso como un santo. Por ejemplo, en los ambientes religiosos, se somete y hasta se humilla a las personas, invocando los más elevados principios éticos. Las religiones son maestras en violencia, cuando les sobran argumentos éticos, y les falta misericordia. Y otro tanto hay que decir de tantas y tantas divisiones y enferntamientos entre hermanos, familias, grupos humanos, etc. El Evangelio, que es modelo y motivo en tantas cosas, nos ecplica muy bien que Jesús fue tan p`rofundamente humano, tan libre y tan coherente porque el principio rector de su vida fue la misericordia. El verbo grigo splagjnidomai, que literlamente significa “conmoverse las entrañas”, es el verbo que los evangelios utilizan cuando Jesús se encontraba ante situaciones de enorme sufrimiento: ante enfermos, gentes muertas de hambre, leprosos, personas excluidas….. Nos han educado para la comptitividad, la ganancia, la ciencia, y tantas otras cosas. Pero no nos han educado debidamente en la “conmoción visceral” ante el sufrimiento humano. Estamos viviendo un tiempo de cambio. Una cultura fenece. Y está naciando otra. Si acertamos a orientar la nueva cultura de forma que se una cultura regida, no por la codicia de la ganancia, sino por la sensibilidad de la misericordia, sin duda alguna que pondremos las bases un mundo más habitable y en la que habrá mucha más gente inmensamente feliz Queridos hermanos y hermanas,
hoy quisiera continuar la presentación de santo Tomás de Aquino, un teólogo de tal valor que el estudio de su pensamiento fue explícitamente recomendado por el Concilio Vaticano II en dos documentos, el decreto Optatam totius, sobre la formación al sacerdocio, y la declaración Gravissimum educationis, que trata sobre la educación cristiana. Por lo demás, ya en 1880 el Papa León XIII, gran estimador suyo y promotor de estudios tomistas, quiso declarar a santo Tomás Patrón de las escuelas y de las universidades católicas. El motivo principal de este aprecio reside no solo en el contenido de su enseñanza, sino también en el método adoptado por él, sobre todo la nueva síntesis y distinción entre filosofía y teología. Los Padres de la Iglesia se encontraban enfrentados con diversas filosofías de tipo platónico, en las que se presentaba una visión completa del mundo y de la vida, incluyendo la cuestión de Dios y de la religión. En la confrontación con estas ideologías, ellos mismos habían elaborado una visión completa de la realidad, partiendo de la fe y usando elementos del platonismo, para responder a las cuestiones esenciales de los hombres. Esta visión, basada en la revelación bíblica y elaborada con un platonismo corregido a la luz de la fe, ellos la llamaban “nuestra filosofía”. La palabra "filosofía" no era por tanto expresión de un sistema puramente racional y, como tal, distinto de la fe, sino que indicaba una visión completa de la realidad, construida a la luz de la fe, pero hecha y pensada por la razón; una visión que, ciertamente, iba más allá de las capacidades propias de la razón, pero que, como tal, era también satisfactoria para ella. Para santo Tomás el encuentro con la filosofía pre-cristiana de Aristóteles (muerto hacia el 322 a.C.) abría una perspectiva nueva. La filosofía aristotélica era, obviamente, una filosofía elaborada sin conocimiento del Antiguo y del Nuevo Testamento, una explicación del mundo sin revelación, por la sola razón. Y esta racionalidad consiguiente era convincente. Así la vieja forma de "nuestra filosofía" de los Padres ya no funcionaba. La relación entre filosofía y teología, entre fe y razón, había que volver a pensarla. Existía una "filosofía" completa y convincente en sí misma, una racionalidad que precedía a la fe, y luego la "teología", un pensar con la fe y en la fe. La cuestión urgente era esta: el mundo de la racionalidad, la filosofía pensada sin Cristo, y el mundo de la fe, ¿son compatibles? ¿O se excluyen? No faltaban elementos que afirmaban la incompatibilidad entre los dos mundos, pero santo Tomás estaba firmemente convencido de su compatibilidad – es más, que la filosofía elaborada sin conocimiento de Cristo casi esperaba la luz de Jesús para ser completa. Esta fue la gran “sorpresa” de santo Tomás, que determinó su camino de pensador. Mostrar esta independencia entre filosofía y teología y, al mismo tiempo, su recíproca racionalidad, fue la misión histórica del gran maestro. Y así se entiende que, en el siglo XIX siglo, cuando se declaraba fuertemente la incompatibilidad entre razón moderna y fe, el papa León XIII indicara a santo Tomás como guía en el diálogo entre una y otra. En su trabajo teológico, santo Tomás supone y concreta esta racionalidad. La fe consolida, integra e ilumina el patrimonio de verdad que la razón humana adquiere. La confianza que santo Tomás otorga a estos dos instrumentos del conocimiento – la fe y la razón – puede ser reconducida a la convicción de que ambas proceden de una única fuente de verdad, el Logos divino, que opera tanto en el ámbito de la creación como en el de la redención. Junto con el acuerdo entre razón y fe, se debe reconocer, por otra parte, que éstas se valen de procedimientos cognoscitivos diferentes. La razón acoge una verdad en virtud de su evidencia intrínseca, mediata o inmediata; la fe, en cambio, acepta una verdad en base a la autoridad de la Palabra de Dios que se revela. Escribe santo Tomás al principio de su Summa Theologiae: "El orden de las ciencias es doble: algunas proceden de principios conocidos mediante la luz natural de la razón, como las matemáticas, la geometría y similares; otras proceden de principios conocidos mediante una ciencia superior: como la perspectiva procede de principios conocidos mediante la geometría, y la música desde principios conocidos mediante las matemáticas. Y de esta forma la sagrada doctrina (es decir, la teología) es ciencia que procede de los principios conocidos a través de la lumbre de una ciencia superior, es decir, la ciencia de Dios y de los santos”(I, q. 1, a. 2). Esta distinción asegura la autonomía tanto de las ciencias humanas, como de las ciencias teológicas. Ésta sin embargo no equivale a separación, sino que implica más bien una colaboración recíproca y ventajosa. La fe, de hecho, protege a la razón de toda tentación de desconfianza en sus propias capacidades, la estimula a abrirse a horizontes cada vez más amplios, tiene viva en ella la búsqueda de los fundamentos y, cuando la propia razón se aplica a la esfera sobrenatural de la relación entre Dios y el hombre, enriquece su trabajo. Según santo Tomás, por ejemplo, la razón humana puede por supuesto llegar a la afirmación de la existencia de un solo Dios, pero solo la fe, que acoge la Revelación divina, es capaz de llegar al misterio del Amor de Dios Uno y Trino. Por otra parte, no es solo la fe la que ayuda a la razón. También la razón, con sus medios, puede hacer algo importante por la fe, haciéndole un triple servicio que santo Tomás resume en el prólogo de su comentario al De Trinitate de Boecio: "Demostrar los fundamentos de la fe: explicar mediante similitudes las verdades de la fe; rechazar las objeciones que se levantan contra la fe” (q. 2, a. 2). Toda la historia de la teología es, en el fondo, el ejercicio de este empeño de la inteligencia, que muestra la inteligibilidad de la fe, su articulación y armonía internas, su racionabilidad y su capacidad de promover el bien del hombre. La corrección de los razonamientos teológicos y su significado cognoscitivo real se basan en el valor del lenguaje teológico, que es, según santo Tomás, principalmente un lenguaje analógico. La distancia entre Dios, el Creador, el ser de sus criaturas es infinita; la disimilitud es siempre más grande que la similitud (cfr DS 806). A pesar de ello, en toda la diferencia entre Creador y criatura, existe una analogía entre el ser de lo creado y el ser del Creador, que nos permite hablar con palabras humanas sobre Dios. Santo Tomás fundó la doctrina de la analogía, además de sus argumentaciones exquisitamente filosóficas, también en el hecho de que con la Revelación Dios mismo nos ha hablado y nos ha, por tanto, autorizado a hablar de Él. Considero importante recordar esta doctrina. Esta, de hecho, ns ayuda a superar algunas objeciones del ateísmo contemporáneo, que niega que el lenguaje religioso esté provisto de un significado objetivo, y sostiene en cambio que tenga sólo un valor subjetivo o simplemente emotivo. Esta objeción resulta del hecho de que el pensamiento positivista está convencido de que el hombre no conoce el ser, sino sólo las funciones experimentales de la realidad. Con santo Tomás y con la gran tradición filosófica nosotros estamos convencidos de que, en realidad, el hombre no conoce solo las funciones, objeto de las ciencias naturales, sino que conoce algo del ser mismo – por ejemplo, conoce a la persona, al Tu del otro, y no sólo el aspecto físico y biológico de su ser. A la luz de esta enseñanza de santo Tomás, la teología afirma que, aun siendo limitado, el lenguaje religioso está dotado de sentido – porque tocamos el ser –, como una flecha que se dirige hacia la realidad que significa. Este acuerdo fundamental entre razón humana y fe cristiana es visto en otro principio fundamental del pensamiento del Aquinate: la Gracia divina no anula, sino que supone y perfecciona la naturaleza humana. Esta última, de hecho, incluso después del pecado, no está completamente corrompida, sino herida y debilitada. La Gracia, dada por Dios y comunicada a través del Misterio del Verbo encarnado, es un don absolutamente gratuito con el que la naturaleza es curada, potenciada y ayudada a perseguir el deseo innato en el corazón de cada hombre y de cada mujer: la felicidad. Todas las facultades del ser humano son purificadas, transformadas y elevadas por la Gracia divina. Una importante aplicación de esta relación entre la naturaleza y la Gracia se descubre en la teología moral de santo Tomás de Aquino, que resulta de gran actualidad. En el centro de su enseñanza en este campo, él pone la ley nueva, que es la ley del Espíritu Santo. Con una mirada profundamente evangélica, insiste en el hecho de que esta ley es la Gracia del Espíritu Santo dada a aquellos que creen en Cristo. A esta Gracia se une la enseñanza escrita y oral de las verdades doctrinales y morales, transmitidas por la Iglesia. Santo tomás, subrayando el papel fundamental, en la vida moral, de la acción del Espíritu Santo, de la Gracia, de la que brotan las virtudes teologales y morales, hace comprender que todo cristiano puede alcanzar las altas perspectivas del “Sermón de la Montaña” si vive una relación auténtica de fe en Cristo, si se abre a la acción de su Santo Espíritu. Pero – añade el Aquinate – "aunque la gracia es más eficaz que la naturaleza, con todo la naturaleza es más esencial para el hombre” (Summa Theologiae, Ia, q. 29, a. 3), por lo que, en la perspectiva moral cristiana, hay un lugar para la razón, la cual es capaz de discernir la ley moral natural. La razón puede reconocerla considerando lo que es bueno hacer y lo que es bueno evitar para conseguir esa felicidad que está en el corazón de cada uno, y que impone también una responsabilidad hacia los demás, y por tanto, la búsqueda del bien común. En otras palabras, las virtudes del hombre, teologales y morales, están arraigadas en la naturaleza humana. La Gracia divina acompaña, sostiene y empuja el compromiso ético, pero, de por sí, según santo Tomás, todos los hombres, creyentes y no creyentes, están llamados a reconocer las exigencias de la naturaleza humana expresadas en la ley natural y a inspirase en ella en la formulación de las leyes positivas, es decir, las que emanan las autoridades civiles y políticas para regular la convivencia humana. Cuando la ley natural y la responsabilidad que esta implica se niegan, se abre dramáticamente el camino al relativismo ético en el plano individual y al totalitarismo del Estado en el plano político. La defensa de los derechos universales del hombre y la afirmación del valor absoluto de la dignidad de la persona postulan un fundamento. ¿No es precisamente la ley natural este fundamento, con los valores no negociables que ésta indica? El Venerable Juan Pablo II escribía en su Encíclica Evangelium vitae palabras que siguen siendo de gran actualidad: "Para el futuro de la sociedad y el desarrollo de una sana democracia, urge pues descubrir de nuevo la existencia de valores humanos y morales esenciales y originarios, que derivan de la verdad misma del ser humano y expresan y tutelan la dignidad de la persona. Son valores, por tanto, que ningún individuo, ninguna mayoría y ningún Estado nunca pueden crear, modificar o destruir, sino que deben sólo reconocer, respetar y promover. " (n. 71). En conclusión, Tomás nos propone un concepto de la razón humana amplio y confiado: amplio porque no está limitado a los espacios de la llamada razón empírico-científica, sino abierto a todo el ser y por tanto también a las cuestiones fundamentales e irrenunciables del vivir humano; y confiado porque la razón humana, sobre todo si acoge las inspiraciones de la fe cristiana, promueve una civilización que reconoce la dignidad de la persona, la intangibilidad de sus derechos y a fuerza de sus deberes. No sorprende que la doctrina sobre la dignidad de la persona, fundamental para el reconocimiento de la inviolabilidad de los derechos del hombre, haya madurado en ambientes de pensamiento que recogieron la herencia de santo Tomás de Aquino, el cual tenía un concepto altísimo de la criatura humana. La definió, con su lenguaje rigurosamente filosófico, como "lo más perfecto que hay en toda la naturaleza, es decir, un sujeto subsistente en una naturaleza racional” (Summa Theologiae, Ia, q. 29, a. 3). La profundidad del pensamiento de santo Tomás de Aquino brota – no lo olvidemos nunca – de su fe viva y de su piedad fervorosa, que expresaba en oraciones inspiradas, como esta en la que pide a Dios: “Concédeme, te ruego, una voluntad que te busque, una sabiduría que te encuentre, una vita que te agrade, una perseverancia que te espere con confianza y una confianza que al final llegue a poseerte". [Traducción del original italiano por Inma Álvarez Los escándalos de abusos sexuales, que numerosos clérigos han cometido con niños y el interés de la jerarquía por ocultar esos escándalos, han puesto en evidencia que la Iglesia, por mucho miedo que le tenga al sexo, le teme bastante más al deterioro de su imagen pública. Lo que, en definitiva, viene a indicar que el miedo mayor de la Iglesia es el miedo a perder su poder, ya que el poder de una institución está siempre asociado a la imagen social y a la credibilidad que merece ante sus adeptos.
Quiero decir con esto que la Iglesia le teme tanto al sexo porque, en última instancia, a lo que realmente le tiene más miedo es a perder su poder. No está demostrada históricamente la incompatibilidad de la religión con la vida sexual. La religión más antigua que se conoce, la de Mesopotamia, admitía el amor libre y la prostitución que practicaban muchas de sus sacerdotisas, al igual que entre los funcionarios de aquella religión no estaba excluida la homosexualidad (Jean Bottéro, La religión más antigua: Mesopotamia). Los orígenes del puritanismo religioso, en la cultura de occidente, datan de final de la época arcaica, a partir de Píndaro y Jenofonte, y sobre todo de Pitágoras. Para estos hombres, la actividad “psíquica” y la “corporal” varían en razón inversa: la psikhé despliega la máxima actividad cuando el cuerpo está dormido. Parece que Grecia tomó estas ideas de los chamanes del Norte de Europa y Asia. El hecho es que, para Pitágoras y sobre todo Empédocles, la pureza, más bien que la justicia, es el medio cardinal de la salvación (Eric Robertson Dodds, Los griegos y lo irracional). Sabemos que, durante siglos, se tuvo el convencimiento de que el sexo impurificaba para el acceso a lo sagrado, cosa que queda patente en las leyes relativas a la pureza cultural que se exigía en Israel. Sin embargo, es notable que en los evangelios no se tiene en cuenta una ética del sexo. Ni el Nuevo Testamento ofrece una enseñanza completa y sistemática sobre la moral sexual (A. Humbert, Les péchés de sexualité dans le N. T.: Studia Moralia). En realidad, en los autores cristianos de los primeros siglos, tuvo más influencia el puritanismo helenista que la tradición evangélica. Es la corriente de pensamiento que, a través de la tradición eclesiástica medieval, ha marcado de forma decisiva la moral cristiana. El hecho es que la moral sexual eclesial cuenta con un estatuto especial, que la distingue de otras áreas del comportamiento humano. Por ejemplo, es sabido que, en asuntos de sexo, para la moral católica tradicional, no existe “parvedad de materia”: tan pecado mortal puede ser una caricia como un atropello sexual (Jacques Pohier, Dieu fractures). Pero, sin duda, el factor determinante en este orden de cosas es la relación entre sexualidad y poder (Wilhelm Reich). De forma que la represión sexual tiene por objetivo crear sujetos dóciles y sumisos al poder constituido. Todos los dictadores, de derechas o de izquierdas, han sido represores rigurosos del sexo. Y es que, como bien se ha dicho, dominar el espacio más íntimo del sujeto supone dominar la persona en su práctica totalidad (Carlos Domínguez, Creer después de Freud). El rigor sexual de los grupos más integristas, la intolerancia de la Iglesia con la homosexualidad, los anticonceptivos, las relaciones prematrimoniales, todo eso no es sino indicativo del mismo fenómeno. Cosa que se pone de manifiesto especialmente en el mantenimiento a ultranza de la ley del celibato, por más que la misma Iglesia sepa que son muchos los clérigos que por eso se ven obligados a llevar una doble vida. O, lo que es peor, decisiones tan aberrantes como mantener ocultos los delitos de pederastia, porque como sabemos, las denuncias que llegaban a Roma sobre este asunto eran frecuentes. Hasta que la bomba le ha estallado a la Iglesia en sus propias manos. Los abusos sexuales de menores, y el ocultamiento que de ellos ha hecho la jerarquía, son no sólo un delito muy grave, sino además la prueba más patente de que lo que de verdad le importa al poder eclesiástico no es defender la dignidad de las personas, sino su propio poder para someter conciencias y mantener una imagen pública que se ha derrumbado quizá para siempre. El Consejo Nacional de Defensa de la Soberanía y la Paz se suma al sentimiento de la ciudadanía panameña en general en repudio y condena contra la salvaje, inhumana y premeditada agresión israelí contra una flotilla humanitaria que transportaba víveres, medicamentos y otras ayudas humanitarias a la asediada bloqueada población de Gaza. En el barco viajaban personalidades de todas las nacionalidades, científicos, intelectuales, intelectuales judíos y hasta un Premio Nobel de paz .
El acto realizado consuma un autentico delito de piratería, ya que se abordan barcos en alta mar infringiendo el derecho de navegación y confiscando los bienes y mercaderías transportadas. El asalto corsario se realiza produciendo cerca de 19 muerte y más de 60 heridos. Si Israel declaró antaño que se retiraba de los territorios ocupados en cumplimiento de los acuerdos de Oslo, por lógica se deduce que el mar territorial de Gaza no es israelí, entonces no tiene ningún derecho el estado sionista para actuar en violación del derecho internacional. Gaza viene siendo asediada mediante un verdadero asedio medieval que persigue la extinción de su población mediante el hambre. Con esto el Estado de Israel demuestra una coherencia sistemática en ratificarse como producto de una ilegalidad en su génesis y su existencia sucesiva mediante una política neonazi de exterminio de poblaciones y negación del derecho internacional La situación actual requiere del pronunciamiento de toda la sociedad panameña a través de sus organizaciones sociales, sindicales y gremiales, organismos universitarios académicos y estudiantiles, pero también de los estamentos oficiales que deben expresar formal y documentalmente que la sociedad y el Estado panameño no aceptan la negación sistemática del derecho internacional y la legitimación del terrorismo cuando es usado por un Estado como el de Israel. Igualmente los medios de comunicación de masas deben evitar el silencio cómplice y pronunciarse sobre el hecho. Si el pronunciamiento es de repudio tanto mejor, pero si el mismo es de apoyo a la violencia israelí esto servirá para documentar la existencia en nuestro país de una red de fascismo mediático de soporte plutocrático. Llamamos al Ministerio de Relaciones Internacionales y la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional de Diputados a pronunciarse sobre este tema y demostrar que conciben una opinión y postura moral sobre el asunto La situaciones es tanto más grave por cuanto que ninguna de estas instituciones ha ratificado la continuidad de la política de neutralidad pacifista de nuestro país, puesta en peligro por la insinuada injerencia israelí, en forma de relaciones oficiosas, que van tomando posiciones en asuntos sensibles de nuestra seguridad nacional, tales como la protección del ejecutivo y del tránsito canalero. En bien de la confianza ciudadana el país requiere de un pronunciamiento de repudio sobre la masacre israelí contra la flotilla de paz. También reclamamos una aclaración de la Autoridad del Canal sobre la presunta adscripción de nuestra seguridad canalera a las agencias de seguridad israelíes. Es un deber de la comisión de relaciones internacionales de la asamblea solicitar comparecencias formales del alto funcionariado con responsabilidad en estos asuntos. Panamá 31 de mayo de2010 Consejo Nacional de Defensa de la Soberanía y la Paz Organización nacional adscrita al CONSEJO MUNDIAL DE LA PAZ (W P C) -Personería jurídica por Resolución 408 de septiembre de 1982- Queridos hermanos y hermanas,
tras algunas catequesis sobre el sacerdocio y mis últimos viajes, volvemos hoy a nuestro tema principal, es decir, a la meditación sobre algunos grandes pensadores de la Edad Media. Habíamos visto últimamente la gran figura de san Buenaventura, franciscano, y hoy quisiera hablar de aquel que la Iglesia llama el Doctor communis: es decir santo Tomás de Aquino. Mi venerado Predecesor, el Papa Juan Pablo II, en su encíclica Fides et ratio recordó que santo Tomás “ha sido siempre propuesto por la Iglesia como maestro de pensamiento y modelo del modo recto de hacer teología” (n. 43). No sorprende que, después de san Agustín, entre los escritores eclesiásticos mencionados en el Catecismo de la Iglesia Católica, santo Tomás sea citado más que ningún otro, ¡hasta sesenta y una veces! Fue llamado también Doctor Angelicus, quizás por sus virtudes, en particular la sublimidad de su pensamiento y la pureza de su vida. Tomás nació entre 1224 y 1225 en el castillo que su familia, noble y rica, poseía en Roccasecca, en las cercanías de Aquino, cerca de la célebre abadía de Montecassino, adonde fue enviado por sus padres para recibir los primeros elementos de su instrucción. Algún año después se trasladó a la capital del Reino de Sicilia, Nápoles, donde Federico II había fundado una prestigiosa Universidad. En ella se enseñaba, sin las limitaciones vigentes en otros lugares, el pensamiento del filósofo griego Aristóteles, al cual el joven Tomás fue introducido, y cuyo gran valor intuyó en seguida. Pero sobre todo, en aquellos años transcurridos en Nápoles, nació su vocación dominica. Tomás fue de hecho atraído por el ideal de la orden fundada no muchos años antes por santo Domingo. Con todo, cuando se revistió el hábito dominico, su familia se opuso a esta elección, y fue obligado a dejar en convento y a transcurrir algún tiempo en familia. En 1245, ya mayor de edad, pudo retomar su camino de respuesta a la llamada de Dios. Fue enviado a París para estudiar teología bajo la guía de otro santo, Alberto Magno, sobre el que hablé recientemente. Alberto y Tomás estrecharon una verdadera y profunda amistad y aprendieron a estimarse y a apreciarse, hasta el punto que Alberto quiso que su discípulo le siguiera también a Colonia, donde él había sido enviado por los superiores de la orden a fundar un estudio teológico. Tomás mantuvo entonces contacto con todas las obras de Aristóteles y de sus comentaristas árabes, que Alberto ilustraba y explicaba. En aquel periodo, la cultura del mundo latino estaba profundamente estimulada por el encuentro con las obras de Aristóteles, que habían estado ignoradas por mucho tiempo. Se trataba de escritos sobre la naturaleza del conocimiento, sobre ciencias naturales, sobre metafísica, sobre el alma y sobre la ética, ricas de informaciones y de intuiciones que parecían válidas y convincentes. Era toda una visión completa del mundo llevada a cabo sin y antes de Cristo, con la pura razón, y parecía imponerse a la razón como "la" visión misma; era, por tanto, una fascinación increíble para los jóvenes ver y conocer esta filosofía. Muchos acogieron con entusiasmo, incluso con entusiasmo acrítico, este enorme bagaje del saber antiguo, que parecía poder renovar ventajosamente la cultura, abrir totalmente nuevos horizontes. Otros, sin embargo, temían que el pensamiento pagano de Aristóteles estuviese en oposición a la fe cristiana, y rechazaban estudiarlo. Se encontraron dos culturas: la cultura pre-cristiana de Aristóteles, con su racionalidad radical, y la cultura clásica cristiana. Ciertos ambientes eran llevados al rechazo de Aristóteles también por la presentación que de este filósofo hacían los comentaristas árabes Avicena y Averroes. De hecho, fueron éstos los que transmitieron al mundo latino la filosofía aristotélica. Por ejemplo, estos comentaristas habían enseñado que los hombres no disponen de una inteligencia personal, sino que hay un único intelecto universal, una sustancia espiritual común a todos, que opera en todos como "única": por tanto, una despersonalización del hombre. Otro punto discutible transmitido por los comentaristas árabes era aquel según el cual el mundo es eterno como Dios. Se desencadenaron comprensiblemente disputas sin fin en el mundo universitario y en el eclesiástico. La filosofía aristotélica se iba difundiendo incluso entre la gente sencilla. Tomás de Aquino, en la escuela de Alberto Magno, llevó a cabo una operación de fundamental importancia para la historia de la filosofía y de la teología, diría que para la historia de la cultura: estudió a fondo a Aristóteles y a sus intérpretes, procurándose nuevas traducciones latinas de los textos originales en griego. Así no se apoyaba ya solo en los comentaristas árabes, sino que podía leer personalmente los textos originales, y comentó gran parte de las obras aristotélicas, distinguiendo en ellas lo que era válido de lo que era dudoso o rechazable del todo, mostrando la concordancia con los datos de la Revelación cristiana y utilizando amplia y agudamente el pensamiento aristotélico en la exposición de los escritos teológicos que compuso. En definitiva, Tomás de Aquino mostró que entre la fe cristiana y la razón subsiste una armonía natural. Y esta es la gran obra de Tomás, que en aquel momento de enfrentamiento entre dos culturas – ese momento en que parecía que la fe tuviese que rendirse ante la razón – mostró que ambas van juntas, que cuando aparecía la razón incompatible con la fe, no era razón, y cuanto parecía fe no era fe, si se oponía a la verdadera racionalidad; así él creó una nueva síntesis, que formó la cultura de los siglos sucesivos. Por sus excelentes dotes intelectuales, Tomás fue llamado a París como profesor de teología en la cátedra dominica. Aquí comenzó también su producción literaria, que prosiguió hasta su muerte, y que tiene algo de prodigioso: comentarios a la Sagrada Escritura, porque el profesor de teología era sobre todo intérprete de la Escritura, comentarios a los escritos de Aristóteles, obras sistemáticas poderosas, entre las que sobresale la Summa Theologiae, tratados y discursos sobre diversos argumentos. Para la composición de sus escritos, era ayudado por algunos secretarios, entre ellos su hermano Reginaldo de Piperno, que le siguió fielmente y al que estuvo ligado por una amistad sincera y fraterna, caracterizada por una gran confianza. Esta es una característica de los santos: cultivaban la amistad, porque ésta es una de las manifestaciones más nobles del corazón humano y tiene en sí algo de divino, como Tomás mismo explicó en algunas quaestiones de la Summa Theologiae, en la que escribe: “La caridad es la amistad del hombre con Dios principalmente, y con los seres que Le pertenecen" (II, q. 23, a.1). No permaneció durante mucho tiempo y de forma estable en París. En 1259 participó en el Capítulo General de los Dominicos a Valenciennes, donde fue miembro de una comisión que estableció el programa de estudios en la orden. De 1261 a 1265, después, Tomás estuvo en Orvieto. El Pontífice Urbano IV, que sentía por él una gran estima, le encargó la composición de los textos litúrgicos para la fiesta del Corpus Domini, que celebramos mañana, instituida después del milagro eucarístico de Bolsena. Tomás tuvo un alma exquisitamente eucarística. Los bellísimos himnos que la liturgia de la Iglesia canta para celebrar el misterio de la presencia real del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la Eucaristía se atribuyen a su fe y a su sabiduría teológica. Entre 1265 y 1268 Tomás residió en Roma, donde, probablemente, dirigía un Studium, es decir, una Casa de Estudios de la Orden, y donde comenzó a escribir su Summa Theologiae (cfr Jean-Pierre Torrell, Tommaso d’Aquino. L’uomo e il teologo, Casale Monf., 1994, pp. 118-184). En 1269 fue llamado de nuevo a París para un segundo ciclo de enseñanzas. Los estudiantes – se comprende – estaban entusiasmados con sus lecciones. Un ex-alumno suyo declaró que una grandísima multitud de estudiantes seguía los cursos de Tomás, tanto que las aulas no conseguían contenerles, y añadía, con una anotación personal, que "escucharle era para él una felicidad profunda". La interpretación de Aristóteles dada por Tomás no era aceptada por todos, pero incluso sus adversarios en el campo académico, como Godofredo de Fontaines, por ejemplo, admitían que la doctrina de fray Tomás era superior a otras por su utilidad y valor y servía de corrección a las de todos los demás doctores. Quizás también para sustraerle de las vivaces discusiones en curso, los superiores lo enviaron una vez más a Nápoles, para ponerse a disposición del rey Carlos I, que quería organizar los estudios universitarios. Además del estudio y la enseñanza, Tomás se dedicó también a la predicación al pueblo. Y también el pueblo iba de buen grado a escucharle. Diría que es verdaderamente una gracia grande cuando los teólogos saben hablar con sencillez y fervor a los fieles. El ministerio de la predicación, por otra parte, ayuda a los mismos expertos en teología a un sano realismo pastoral, y enriquece de estímulos vivaces su investigación. Los últimos meses de la vida terrena de Tomás permanecen rodeados de una atmósfera particular, diría misteriosa. En diciembre de 1273 llamó a su amigo y secretario Reginaldo para comunicarle su decisión de interrumpir todo trabajo, porque durante la celebración de la Misa había comprendido, a raíz de una revelación sobrenatural, que cuanto había escrito hasta entonces era solo “un montón de paja". Es un episodio misterioso, que nos ayuda a comprender no sólo la humildad personal de Tomás, sino también el hecho de que todo aquello que llegamos a pensar y a decir sobre la fe, por elevado y puro que sea, es infinitamente superado por la grandeza y por la belleza de Dios, que nos será revelada en plenitud en el Paraíso. Algún mes después, cada vez más absorto en una meditación pensativa, Tomás murió mientras estaba de viaje hacia Lyon, donde se dirigía para tomar parte en el Concilio Ecuménico proclamado por el Papa Gregorio X. Se apagó en la Abadía cisterciense de Fossanova, tras haber recibido el Viático con sentimientos de gran piedad. La vida y la enseñanza de santo Tomás de Aquino se podría resumir en un episodio recogido por los antiguos biógrafos. Mientras el santo, como era su costumbre, estaba en oración ante el crucifijo, por la mañana temprano en la Capilla de san Nicolás en Nápoles, Domingo de Caserta, el sacristán de la iglesia, sintió desarrollarse un diálogo. Tomás preguntaba, preocupado, si cuanto había escrito sobre los misterios de la fe cristiana era correcto. Y el Crucifijo respondió: “Tu has hablado bien de mí, Tomás. ¿Cuál será tu recompensa?". Y la respuesta que Tomás dio es la que también nosotros, amigos y discípulos de Jesús, quisieramos decir siempre: “¡Nada más que a Ti, Señor!" (Ibid., p. 320). [En español dijo] Saludo a los grupos de lengua española, en particular a las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires y a los peregrinos venidos para la Beatificación de María Pierina de Micheli, así como a los demás fieles provenientes de España, México y otros países latinoamericanos. A todos os invito a participar con profunda piedad y veneración en la próxima Solemnidad del Corpus Christi, para experimentar así constantemente en nosotros los frutos de la Redención. Muchas gracias. [Llamamiento final] Con profunda inquietud sigo los trágicos acontecimientos sucedidos en la proximidad de la Franja de Gaza. Siento la necesidad de expresar mi sentidas condolencias por las víctimas de estos dolorosísimos acontecimientos, que preocupan a cuantos importa la paz en esa región. Una vez más repito con ánimo oprimido que la violencia no resuelve las controversias, sino que acrecienta sus dramáticas consecuencias y genera otra violencia. Hago un llamamiento a cuantos tienen responsabilidades políticas a nivel local e internacional para que busquen incesantemente soluciones justas a través del diálogo, de forma que se garantice a las poblaciones de la zona mejores condiciones de vida, en concordia y serenidad. Os invito a uniros a mí en la oración por las víctimas, por sus familiares y por cuantos sufren. Que el Señor sostenga los esfuerzos de aquellos que no se cansan de trabajar por la reconciliación y la paz. [Traducción del original italiano por Inma Álvarez |
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