Quien conozca la novela de Haruki Murakami (1Q84), recordará que poco a poco van apareciendo dos tiempos, dos lunas en el horizonte y dos realidades en la vida de la protagonista: la del año 1984 en que transcurre la acción; y otra paralela que coexiste con ella, donde el 9 del tiempo real se ha convertido en una especie de Q que, en escritura japonesa, sugiere desgracia. Voy a contar un relato que transcurre también en otro tiempo de ésos virtuales (¿o quizá más reales?), donde el cero de nuestro 2011 se ve sustituido por otro signo que, en este caso, no significa desgracia sino admiración, belleza y maravilla. Tras esta aclaración, podemos comenzar.
Corría el año 2¡!11 cuando, al acercarse la fiesta cristiana del Corpus, el presidente de la conferencia episcopal y de la Confederación de religiosos, se dirigieron a todas las autoridades de la iglesia española, más o menos con estas palabras: “La fiesta de la eucaristía (la presencia material y escondida de Cristo entre nosotros) coincide con la cifra de casi cinco millones de parados: más de un millón de familias donde ningún miembro tiene ingreso alguno. Como bien dicen los periodistas, más allá de las cifras abstractas hay rostros humanos concretos, personas, tragedias y desesperaciones que, para un cristiano, se convierten en presencias sacramentales del Señor que dijo: “cuanto hagáis (o dejéis de hacer) a uno de mis hermanos sufrientes, me lo hacéis a Mí”. Con estos datos, nuestra fe sería un embuste si no dirigimos nuestra veneración y nuestro culto a esos rostros anónimos y sacramentales de Cristo. No dispone de muchos bienes la Iglesia: nuestros sueldos son modestos, nuestras Cáritas andan totalmente desbordadas, diócesis y órdenes religiosas tienen una pirámide de edades invertida y han de atender a un número llamativo de ancianos y enfermos. Pero, incluso en estas condiciones, la Iglesia puede disponer de algunos tesoros dedicados habitualmente al culto. No cabe duda de que el mayor culto que podemos dar a Dios es el amor a nuestros hermanos: “no necesito vuestras ofrendas -dice el Señor-; el culto que yo quiero es éste: parte tu pan con el hambriento, abre tu casa al cansado” (Is 58)… Juan Pablo II nos mandó que, “ante casos de necesidad no se debe dar preferencia a los adornos superfluos de los templos y a los objetos preciosos del culto divino; al contrario: podría ser obligatorio enajenar estos bienes para dar pan, vestido y casa a quien carece de ello” (SRS 31). No tendría sentido beatificar a gentes a las que nosotros no estamos dispuestos a hacer ningún caso. Por eso decidimos que se haga una valoración de todos esos adornos y objetos preciosos de culto que posee nuestra iglesia (la custodia de Toledo, las entradas de La Sagrada Familia, los vasos y candelabros de oro y plata que llenan nuestra iglesias…). Y que se consulte a un grupo de expertos sobre el modo más eficaz de enajenar esos objetos para servicio de los pobres (ventas, subastas, avales para hipotecas, capitalización para microcréditos, inversiones en puestos de trabajo …). No nos toca a nosotros dilucidar cuál es el camino mejor para que llegue a los pobres lo que la iglesia posee; pero sí debemos recordar el mandato del Maestro: “una cosa te falta; vende lo que tienes y dalo a los pobres”. No queremos retirarnos entristecidos ante estas palabras, no sea que incurramos en los duros reproches del Señor al joven que reaccionó de ese modo. Proponemos también, para hacer más comprensible el significado de esa decisión, que este año, en todos los lugares donde se celebren procesiones de Corpus, no sea llevado el Santísimo en custodias de oro, sino en modestos recipientes como los que debieron usarse en la Cena del Señor. Y que bajo palio, junto con el presbítero o párroco de cada lugar, lleve el sacramento alguna persona o familia que sean miembros de ese colectivo de parados, crucificados por un sistema económico montado sobre la codicia. Así percibirán los fieles la inseparabilidad entre la presencia del Señor en el sacramento y en las víctimas de nuestra historia. En la trágica situación que vivimos, queremos terminar recordando a esos cinco millones de indigentes, un principio fundamental de la moral cristiana. Irritará a muchos; pero la Iglesia no debe silenciar la ley de Dios sólo porque sea molesta. La moral católica ha enseñado siempre que, “en casos de extrema necesidad, todas las cosas son comunes” y, por tanto, quienes estén verdaderamente en esas situaciones extremas, no pecan si se apropian de algo que necesitan y que, jurídicamente hablando, no será suyo, pero lo es moralmente hablando. Correrán sin duda el riesgo de un castigo legal (de ésos que suelen ser mucho más duros con los pequeños que con los grandes delincuentes). Pero la Iglesia tiene el deber de decirles que no incurren en ninguna falta moral”…
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La elección del profesor José Carrillo como rector de la Universidad Complutense de Madrid por abrumadora mayoría en todos los sectores de la comunidad universitaria complutense constituye un motivo de esperanza para quienes defendemos la laicidad de la Universidad española y, sobre todo, para resolver, de una vez por todas, el problema de la injustificable presencia de capillas en las universidades públicas.
Tras su toma de posesión, el nuevo rector ha hecho tres afirmaciones a tener en cuenta y también a matizar: “El problema de fondo de las capillas es la libertad religiosa”; “es necesario un debate, pero no en caliente, sino con sosiego”; “no quiero que se convierta en una guerra contra la religión, porque no es así”. Yo creo que el problema de fondo, más que la libertad religiosa, es la igualdad de todas las religiones, que, tras 33 años de vigencia de la actual Constitución, no se ha logrado ni en la legislación ni en la práctica. En España no hay igualdad de religiones. La Iglesia católica es una privilegiadaEsa justamente es la razón por la que existen capillas. Por supuesto que el problema de las capillas no debe convertirse en una guerra contra la religión, pero tampoco contra el laicismo. Y si se mantienen, sería en perjuicio del Estado laico. De acuerdo con el debate sosegado al que invita el rector. Precisamente con el deseo de contribuir al mismo, expongo a continuación algunas reflexiones sobre la situación de las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado, los cambios a introducirse y la solución al problema de las capillas en el ámbito universitario. 1. En España todavía no se ha llevado a cabo la transición religiosa. Estamos muy lejos de pasar del Estado confesional al Estado laico. Quedan no pocos restos de nacionalcatolicismo en la propia Constitución Española (art. 16.3), en las instituciones del Estado, en la actividad política y en las instituciones educativas, incluida la Universidad. Continúan vivos, activos y beligerantes los Acuerdos firmados en 1979 entre la Santa Sede y el Estado Español, que llena de privilegios de todo tipo a la jerarquía católica, al clero, a los empresarios de la enseñanza católica, etcétera: económicos, educativos, culturales, e incluso militares (capellanes militares y vicario general castrense con graduación y sueldos de los oficiales del Ejército). 2. En España existe ciertamente libertad religiosa, libertad de creencias e increencias, pero no hay igualdad de todas las religiones ante la ley, ni igualdad de trato a las diferentes opciones ideológicas no religiosas. La propia Constitución, en el artículo 16 antes citado, consagra el principio de inequidad cuando cita expresamente a la Iglesia católica y se refiere genéricamente a “las demás religiones”. El principio de neutralidad en materia religiosa, como corresponde a un Estado no confesional, se incumple sistemáticamente en España a favor de la Iglesia católica. 3. Todos los Gobiernos de la democracia, fueran de derechas, de centro o de izquierdas, han sido rehenes de la Iglesia católica, a la que han considerado de facto el cuarto poder del Estado y la han reconocido de una u otra forma como cogobernante y colegisladora. El Gobierno actual se ha quedado sin agenda propia en casi todos los campos (económico, político, social, etcétera), y de manera especial en el religioso, al renunciar a revisar los Acuerdos de 1979 y negarse a presentar en el Parlamento la Ley de Libertad Religiosa y de Conciencia para no incomodar al Vaticano y al episcopado español. 4. La presencia de capillas en las universidades públicas constituye, a mi juicio, una sacralización del espacio docente laico, un atentado contra la autonomía universitaria, una muestra del control que sigue ejerciendo la Iglesia católica en el terreno de la ciencia y de la docencia, y una censura religiosa del pensamiento crítico y libre. Una Universidad al amparo del sagrario no fomenta precisamente la libertad religiosa del alumnado, profesorado y personal administrativo y de servicios. Por ello considero prioritario suprimir las capillas para que las libertades de conciencia, de expresión, de investigación y de cátedra puedan desarrollarse. Eso me parece más conforme con la respuesta del científico Laplace a Napoleón cuando este le preguntó qué lugar ocupaba Dios en su sistema del universo: “Sir, no necesito a Dios como hipótesis en mi sistema del universo”. 5. Creo que al rector saliente le corresponde una responsabilidad no pequeña en el mantenimiento de las capillas, al haber desoído sistemáticamente las voces de profesores, alumnos y autoridades académicas que le pedían razonadamente la supresión de dichos espacios sagrados en la universidad que ha regido durante ocho años. Tal actitud me parece una contradicción ideológica y una incoherencia política en una persona laica y de izquierdas. En este terreno, la Universidad Carlos III de Madrid me parece un ejemplo a seguir, ya que, durante su casi cuarto de siglo de existencia, nunca ha tenido capillas, y las autoridades académicas no han cedido a las numerosas presiones procedentes de las instituciones eclesiásticas ni de grupos católicos dentro o fuera de la Universidad. Juan José Tamayo es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Adiós a la cristiandad. La Iglesia católica española en la democracia española. El autor del cuarto evangelio presenta a Jesús como alimento del pueblo, usando dos imágenes tomadas del libro del Éxodo: el pan(maná) y la carne (cordero pascual).
Esto explica que, en el capítulo 6, encontremos en realidad dos discursos: el del “pan de vida” (6,33-50) y el de la “eucaristía” (6,51-58). El autor utiliza el término sarx (carne) y no soma (cuerpo), como si quisiera establecer un vínculo claro entre la eucaristía y la encarnación. “Comer su carne” significa aceptar su persona plenamente. Si bien, como en las religiones de misterios, se puede aludir a la necesidad de “comer” la divinidad, en el marco de la liturgia, para así lograr la salvación. De modo que la eucaristía tiene un doble trasfondo: por un lado, la experiencia del Éxodo, donde el pueblo fue alimentado “milagrosamente” con el maná. A su luz, el autor subraya que, a diferencia de aquel alimento que no impidió la muerte de quienes lo comieron, el que coma de éste vivirá para siempre. Por otro lado, la “comida sagrada” de los cultos mistéricos, por la que el fiel se unía personalmente con el dios. En la unión de las imágenes del maná y de la carne del cordero pascual, el autor del evangelio presenta la eucaristía como “alimento” de los creyentes y como “comunión” (a nivel físico) con la misma persona de Jesús. Durante siglos, la doctrina de la Iglesia ha enseñado que, en la consagración, se hacía presente la propia carne y sangre de Cristo (transubstanciación), que los fieles comulgaban. En cierto sentido puede decirse que esa doctrina insistió en la presenciacorporal o física de Cristo en el pan y en vino consagrados, desde su interés manifiesto por asegurar la presencia real. En aquella mentalidad mítica, eso no creaba más problemas y, ciertamente, era el modo más eficaz de sostener la certeza. Desde nuestra perspectiva, se ha producido un doble cambio. En primer lugar, no necesitamos afirmar la forma física para sostener la presenciareal de Jesús en la eucaristía. Y, en segundo lugar, desde un modelo no-dual, aun reconociendo el valor propio de la eucaristía, en su propio nivel, vemos con claridad que, dado que nada se halla separado de nada, no hay nada que no sea “cuerpo de Cristo”. Eso significa que, cuando en la eucaristía, se pronuncian las palabras de Jesús: “Esto es mi cuerpo” (probablemente, él habría dicho: Esto soy yo), lo que hacemos es reconocer que todo es su cuerpo, en la no-dualidad que somos. Desde este punto de vista, es cierto que cae la doctrina “tradicional”, en cuanto era un modo concreto y relativo de afirmar el misterio eucarístico, pero se enriquece infinitamente el contenido. La eucaristía deja de ser un rito particular, perteneciente a una religión, para verse como la celebración de una presencia en la que todos nos reconocemos. Una vez más, Jesús es el espejo en el que vemos lo que somos. En el texto que venimos comentando, la eucaristía aparece prioritariamente vinculada a dos realidades: a la vida y a la unidad con Jesús. De una forma u otra, como sustantivo o como verbo, el término vida o vivir aparece ocho veces en esas pocas líneas. De eso se trata: de vivir en plenitud. No es nada nuevo. El lector del cuarto evangelio sabe que ésa es la misión de Jesús: “que tengan vida y vida en abundancia” (evangelio de Juan 10,10). Pero “vivir” no significa perpetuar el yo, sino experimentar que la Vida es nuestra identidad más profunda. Por eso, tampoco consiste en algo mágico: como si quien comiera el pan consagrado se “asegurara” la vida. Cuando accedemos a la experiencia que vivió Jesús, caemos en la cuenta –como él- de que somos Vida, una vida que no muere jamás. Desaparecen, se modifican, mueren las formas que palpamos y tenemos; permanece la Vida que somos. Eso se produce simultáneamente a la experiencia de sabernos y sentirnos uno con Jesús y con el Padre, habitando (morando) en ellos, en la Unidad sin costuras que somos. La expresión “vivir (morar) en Cristo” es típica de Juan: se trata de una fórmula para indicar la unidad entre el Padre y el Hijo (10,38; 14,10-11), entre Cristo y el creyente (6,56; 15,4-10), entre el Padre, el Hijo y el creyente (17,21-23). Como decía, esa doble experiencia ocurre a la vez: nos experimentamos, al mismo tiempo, como Vida y como Unidad. Hemos visto nuestra Identidad profunda, que es una Identidad compartida. En esta jornada del “Corpus Christi”, la Iglesia celebra también el “Día Mundial de la Caridad”. A pesar de lo raquítico que parece dedicar “un día” a una cuestión que debería ocuparnos los 365 días del año, la fecha está bien elegida. Caridad es otro nombre de Unidad. El amor y la compasión brotan de la comprensión de quienes somos. Al experimentar nuestra Identidad, duelen más las terribles diferencias que hemos llegado a establecer entre nosotros en el reparto de los bienes de la tierra. Nos hallamos, tanto a nivel individual como colectivo, en el apogeo del yo, que lo quiere todo para sí y nunca tiene bastante. La apropiación y la insatisfacción son sus notas características. El es el que bloquea el amor y nos mantiene atrapados en esta estructura socioeconómica tan injusta. No sorprende que quienes “han visto”, sean más lúcidos de las trampas en las que, como en una cadena, el ego nos atrapa. En el precioso librito “Sabiduría de un pobre”, en el que el franciscano Eloi Leclerc narra, con tanta finura como sabiduría y hasta encanto, la crisis que sufrió Francisco de Asís, se afirma que “allí donde cada uno se esfuerza en hacerse un haber ya se ha acabado la verdadera comunidad de hermanos y amigos. Y que no se podrá nunca hacer que el hombre que tiene algunos bienes a la vista no tome espontáneamente una actitud defensiva respecto a los otros hombres. Es eso lo que [Francisco] había explicado en otro tiempo al obispo de Asís, que se asombraba de la excesiva pobreza de los hermanos. — «Señor obispo –le había dicho entonces-, si tenemos posesiones, nos harán falta armas para defenderlas». El obispo lo había comprendido. Lo sabía por experiencia. Demasiado a menudo entonces los hombres de Iglesia tenían que hacerse hombres de armas para defender sus bienes”. (Eloi LECLERC, Sabiduría de un pobre, Marova, Barcelona 121992, p.59). Necesitamos mucha lucidez, para que no nos ocurra como al asceta indio del siguiente cuento, que recoge Eugene DREWERMANN: Había una vez un asceta indio que acudió a una buena escuela y aprendió lo poco que necesita el que lleva la humilde vida de los monjes. Tras terminar su formación, regresó al mundo. Pasado un tiempo, advirtió que por la noche, mientras dormía, los ratones se comían su taparrabos. Para conservar su taparrabos, mendigó un gato que ahuyentara a los ratones. Pero el gato necesitaba leche, así que mendigó leche para el gato que expulsaba a los ratones que se comían su taparrabos. Con todo, resultaba demasiado fatigoso mendigar a diario leche para el gato. El asceta cayó en la cuenta de que sería mucho más ventajoso mendigar una vaca que le diera la leche que necesitaba pata alimentar al gato que asustaba a los ratones que roían su taparrabos. Pero como las vacas necesitan mucho alimento, también tendría que mendigarlo. Era más práctico mendigar una pradera para que pastara la vaca que daría la leche que necesitaba el gato que espantaba a los ratones que se comían su taparrabos. Después necesitó gente que cuidara de su pradera, y comida y alojamiento para las personas que trabajaban en ella. También necesitó hombres que mantuvieran el orden en la casa en la que trabajaban las personas que cuidaban la pradera… Así pasó el tiempo. Un día su maestro decidió hacerle una visita, y lo que vio lo dejó boquiabierto. «Pero, ¿qué has hecho con tu vida?», le preguntó. «Maestro, le explicó el discípulo, no te lo vas a creer: éste es el único modo que había de conservar mi taparrabos». Eugene Drewemann, Sendas de salvación, Desclée de Brouwer, Bilbao 2010, p.106 Así es. El mecanismo de la justificación puede introducirnos en una interminable espiral egocéntrica…, haciéndonos creer que no buscamos sino conservar el “taparrabos”. Hemos dicho muchas veces que una de las características más destacadas del ego es la insatisfacción. Cuando el ego tiene mucho poder, la codicia y la ambición pueden llegar a extremos inimaginables. «“Todo para nosotros y nada para los demás” parece haber sido la ruin máxima de los amos de la humanidad en las diversas épocas de la historia». Esta frase no es de Karl Marx ni de un izquierdista radical, sino del padre de la economía líberal, Adam Smith, y aparece en su obra más famosa La riqueza de las naciones, escrita en 1776. Ese ego insaciable, dejado a su arbitrio, sin una “regulación” adecuada de los medios a su alcance, es quien nos ha conducido y nos mantiene en esta aguda crisis que, como siempre, pagan más quienes menos tienen, y la soportan quienes no la han provocado. Es parte del discurso del Pan de Vida. Jesús se presenta como el Pan Vivo bajado del Cielo, es decir, el Alimento del Espíritu.
Se está hablando pues de la más profunda comunión que puede existir entre dos seres, la participación de la misma vida. De la misma manera que el alimento se hace carne y sangre del que lo toma, así nuestra comunión con El. La entrega de Dios a los hombres toma forma en el cuerpo y la sangre de Jesús. Veneramos su Cuerpo y su Sangre por encima de todo porque en ellos comprobamos la Encarnación, la prueba suprema del amor de Dios: "Tanto amó Dios al mundo que le entregó su Hijo Único". ¡TENEMOS FOTOS DE DIOS! Por encima de todas las especulaciones, más allá de toda filosofía, más allá de toda teología por muy docta y santa que sea, lo más bello, lo más importante, lo más profundamente positivo de las fiestas que estamos celebrando, la Trinidad, el Corpus, es que conocemos a Dios y esto cambia de arriba abajo nuestra vida. Moisés en la tienda del encuentro, la Morada, quería ver su rostro. Y Felipe le pedía a Jesús “muéstranos al Padre y esto nos basta”. Jesús le corrige “lo que te basta es que me has visto…” y no necesitas ver nada más. Pero no conocen simplemente su rostro, conocen su corazón, y eso sí que nos basta: conocemos el corazón de Jesús, capaz de con-padecer, capaz de decir la verdad a cualquier precio, capaz de comprometerse, capaz de ir hasta el final por cualquiera, por todos. Y ahí conocemos el corazón de Dios. Aquellos, los testigos, tuvieron el don de ver con los ojos, palpar de cerca ese corazón, quedar fascinados, ser capaces de reconocer en él a Dios. Nosotros lo podemos ver a través de los evangelios, a través de los mejores de la Iglesia… Pero hay más, mucho más. Cuando Jesús se estaba despidiendo, como hacemos cuando nos despedimos, nos dejó su foto, una foto dedicada: el pan y el vino, que no son la foto de su cara, de sus barbas, de sus ojos, sino la foto de su corazón y la dedicatoria: “haced esto en mi recuerdo”. Esa foto no es de papel: es algo para tocar, para comer, para beber. Y la dedicatoria no es sólo una frase ingeniosa: es una invitación, invitación a la fiesta. Jesús se podía ver, se podía tocar, porque era de carne y hueso – Jesús dijo carne y sangre – y su foto se puede ver, tocar y comer, para metérnosla dentro, para que sirva no sólo para mirar sino para alimentar y enardecer. El pan para trabajar y el vino para bailar, eso es Jesús, eso es mi Dios. Hay mucho que hacer y mucho que aguantar, mucho por terminar, muchos por ayudar, necesitamos pan. Hay mucho por atreverse, mucho que perdonar, mucho que superar, necesitamos vino. Un buen pan, el mejor pan que se puede pensar, un pan más que de la tierra, un pan amasado por las manos de Dios. Un buen vino, el mejor de la mejor bodega, el que nos hace cantar incluso en medio del peor desierto. En la cena de despedida de su Hijo, el Padre estaba sacando su mejor vino para mojar su mejor pan, y lo repartió a nosotros, los invitados: “tomad y comed”. Ya no somos débiles, ni tristes, ni sosos, ni apocados, ni temerosos, ni desconcertados. Jesús, su cuerpo que es su humanidad, su sangre que es su corazón abierto, nos dispara hacia el trabajo por el reino, por todos los demás hijos, entusiasmados, seguros, satisfechos por el buen pan, enardecidos por el mejor vino. “Felipe, ya me has visto, no necesitas más”. “Tomad y comed”. Con mi pan y mi vino, conmigo, ya no necesitáis más. Hoy es día de adorar, pero mucho más aún, de comer, de alimentarse, de disfrutar, de paladear el pan, Jesús, de dejarse invadir por la locura del vino, Jesús, y de agradecer, porque el pan y el vino son “bajados del cielo”, o sea, regalo de Padre. Gracias, Padre, por tu mejor regalo, Jesús, pan y vino, foto de tu corazón. Te damos gracias, Padre santo por Jesús, tu pan, tu vino por quien te hemos conocido, por quien sabemos vivir, por quien mantenemos la esperanza, por quien podemos sentirnos como hermanos. Te damos gracias porque hace muchos años que le conocemos, le queremos, le seguimos. Te damos gracias porque sin Él nuestra vida no sería lo que es. Te damos gracias porque es para nosotros luz para el camino, alimento para el trabajo, ilusión para el futuro. Te damos gracias porque la fuerza de tu Espíritu le hizo Pastor, Semilla, Agua, Fuego, Vino, Pan, Te damos gracias porque la fuerza de tu Espíritu le hizo pobre, humilde, valeroso, compasivo. Te damos gracias porque gracias a Él nuestra vida de tierra se transforma y nos hacemos Hijos, trabajamos en tu Reino, y sabemos esperar y perdonar. Te damos gracias, Padre, por Jesús, tu Hijo, nuestro Señor. Amén. La eucaristía es una realidad muy profunda y compleja, que forma parte de la más antigua tradición. Tal vez sea la realidad cristiana más difícil de comprender y de explicar. Podemos quedarnos en la superficialidad del rito y perder así su verdadera riqueza.
Para que veáis que no exagero, voy a contar dos anécdotas que me han sucedido en mi relación con dos representantes de la jerarquía. El primero me dice: “te exigimos que no metas ninguna morcilla en la celebración de la eucaristía”. Todos sabéis lo que es un “morcilla”, además de un embutido, claro. El diccionario dice: “añadido que hace por su cuenta el actor de teatro cuando representa un papel”. Da por supuesto que estoy haciendo teatro y lo que se me pide es que represente bien mi papel. No le contesté. El otro me dice: “tienes que ser como el farmacéutico, que reparte pastillas al cliente sin contarle el proceso del laboratorio”. Aquí si hubo comentario, porque le dije: “la aspirina produce su efecto automáticamente, aunque el paciente no sepa nada del ácido acetilsalicílico; pero la comunión está a años luz de ese pretendido automatismo. Si el comulgante no se entera de lo que está haciendo, no le servirá de nada”. Lo grave no es que dos vicarios piensen eso de la eucaristía. Lo gravísimo es que todos hemos pensado –y algunos siguen pensando- así de los sacramentos. Debemos superar muchas visiones raquíticas o erróneas sobre este sacramento. 1º.- La eucaristía no es magia. Claro que ningún cristiano aceptaría que al celebrar una eucaristía estamos haciendo magia. Pero si leemos la definición de magia de cualquier diccionario, descubriremos que le viene como anillo al dedo a lo que la inmensa mayoría de los cristianos pensamos de la eucaristía: Una persona revestida con ropajes especiales e investida de poderes divinos, realizando unos gestos y pronunciando unas palabras “mágicas”, obliga a Dios a producir un cambio sustancial en una realidad material como es el pan y el vino. Cuando se piensa y se dice, que en la consagración se produce un milagro, estamos hablando de magia. Trento afirma: “La Iglesia designa con el término muy adecuado detransubstanciación esta conversión eucarística”. Pero debemos advertir que “substancia” y “accidente” son conceptos metafísicos; no hacen referencia a ninguna realidad física. Además, esos conceptos no se emplean ya nunca con sentido metafísico. 2º.- No debemos confundir la eucaristía con la comunión. La comunión es sólo la última parte del rito y tiene que estar siempre referida a la celebración de una eucaristía. Tanto la eucaristía sin comunión, como la comunión sin referencia a la eucaristía dejan al sacramento incompleto. Ir a misa y dejar de comulgar, es sencillamente un absurdo. Ir a misa con el único fin de comulgar, sin ninguna referencia a lo que significa el sacramento, sino buscando una religiosidad intimista, es un autoengaño. Esta distinción entre eucaristía y comunión explica la diferencia de lenguaje entre los sinópticos en la cena y Juan en el discurso del pan de vida que hemos leído. Juan dice hace referencia al alimento, pero fíjate bien, alimentarse lo identifica con, el que cree en mí, el que viene a mí. 3º.- En las palabras de la consagración, “cuerpo” no significa cuerpo; “sangre” no significa sangre. No se trata del sacramento de la carne y de la sangre físicas de Cristo. Me explico. En la antropología judía, el ser humano no está compuesto por alma y cuerpo (concepción griega). El hombre es una unidad indivisible, pero podemos descubrir en él cuatro aspectos: Hombre-carne, hombre-cuerpo, hombre-alma, hombre-espíritu. Hombre-cuerpo, para los judíos del tiempo de Jesús, es el ser humano en cuanto sujeto de relaciones con los demás. El concepto más cercano hoy, sería lo que nosotros llamamos persona. Cuando Jesús dice: “esto es mi cuerpo”, está diciendo: esto soy yo, esto es mi persona, estoy aquí para dejarme comer. En el caso de la sangre: Para los judíos la sangre era la vida. ¡Ojo! No se trata de que fuese símbolo de la vida. No, era la vida misma. Cuando Jesús dice: “esto es mi sangre, que se derrama”, está diciendo que su vida, no su muerte, está entregada a los demás. Todo lo que él es, está al servicio de todos. 4º.- La eucaristía no la celebra el sacerdote, sino la comunidad. El cura puede decir misa. Sólo la comunidad puede hacer presente el don de sí mismo que Jesús significó en la última cena y que es lo que significa el sacramento. Es el sacramento del amor. No puede haber signo de amor en ausencia del otro. Por eso dice Mateo: “donde dos o más estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. 5º.- La comunión nos es un premio para los buenos “que están en gracia”, sino un remedio para los desgraciados que necesitamos descubrir el amorgratuito de Dios. Solo si me siento pecador estoy necesitado de celebrar el sacramento. Cuando más necesitamos el signo del amor de Dios es cuando nos sentimos separados de Él. Hemos llegado al absurdo de dejar de comulgar cuando más lo necesitábamos. 6º.- Lo significado en el pan y el vino no es Jesús en sí mismo, sino Jesús como don. El don de sí mismo que ha manifestado durante toda su vida y que le ha llevado a su plenitud, identificándole con el Padre. Ese es el verdadero significado que yo tengo que hacer mío. Queda claro que la eucaristía no es un producto más de consumo que me proporciona seguridades a cambio de nada. Podemos oír misa sin que eso nos obligue a nada, pero no se puede celebrar la eucaristía impunemente. No se puede salir de misa lo mismo que se entró, es decir, como si no hubiera pasado nada. Si la celebración no cambia mi vida en nada, es que la he reducido a simple rito folclórico. 7º.-Haced esto, no se refiere a que perpetuemos un acto de culto. Jesús no dio importancia al culto. Jesús quiso decir que repitamos el significado de lo que acaba de hacer. Esto soy yo que me parto y me reparto, que me dejo comer... Haced también vosotros esto. Entregad la propia persona y la propiavida a los demás como he hecho yo. 8ª.- los signos de la eucaristía no son el pan y el vino sino el pan partido y el vino derramado. Durante siglos, se llamó a la eucaristía “la fracción del pan”. No se trata del pan como cosa, sino del gesto de partir y comer. Al partirse y dejarse comer, Jesús está haciendo presente a Dios, porque Dios es don infinito, entrega total a todos y siempre. Esto tenéis que ser vosotros. Si queréis ser cristianos tenéis que partiros, repartiros, dejaros comer, triturar, asimilar, desapare cer en beneficio de los demás. Una comunión sin este compromi so es una farsa, un garabato, como todo signo que no signifique nada. Todavía es más tajante el signo del vino. Cuando Jesús dice: esto es mi sangre, está diciendo esto es mi vida que se está derramando,consumiendo, en beneficio de todos. Eso que los judíos tenían por la cosa más horrorosa, apropiarse de la vida (la sangre) de otro, eso es lo que pretende Jesús. Tenéis que hacer vuestra, mi propia vida. Tenéis que vivir la misma vida que yo vivo. Nuestra vida sólo será cristiana si se derrama, si se consume, en beneficio de los demás. En la Eucaristía estamos confesando que ser cristiano es ser para los demás. Todas las estructu ras que están basadas en el interés personal o de grupo, no son cristianas. Una celebración de la Eucaristía compatible con nuestros egoísmos, con nuestro desprecio por los demás, con nuestros odios y rivalidades, con nuestros complejos de superioridad, sean personales o grupales, no tiene nada que ver con lo que Jesús quiso expresar en la última cena. Celebrar la eucaristía es comprometerse a ser fermento de unidad, de armonía, de amor, de paz. La eucaristía es un sacramento. Y los sacramentos ni son milagros ni son magia. El concilio de Trento dice: “Es común a la santísima Eucaristía con los demás Sacramentos, ser símbolo o significación de una cosa sagrada”. Se produce un sacramento cuando el signo (una realidad que entra por los sentidos) está conectado con una realidad trascendente que no podemos ver ni oír ni tocar. Esa realidad significada, es lo que nos debe interesar de verdad. La hacemos presente por medio del signo. No se puede hacer presente de otra manera. Pero las realidades trascendentes, ni se crean ni se destruyen; ni se traen ni se llevan; ni se ponen ni se quitan. Están siempre ahí. Son inmutables y eternas. La eucaristía concentra todo el mensaje de Jesús. El ser humano no tiene que salvar su "ego", a partir de ejercicios de piedad sino liberarse del "ego" que es precisamente lo contrarío. Sólo cuando hayamos descubierto nuestro verdadero ser, descubriremos la falsedad de nuestro yo individual y egoísta que se cree independiente del resto de la creación. Imaginad una habitación llena de globos; si los pinchamos todos descubriremos que lo único que marcaba la diferencia, la fina película de caucho coloreado, no era prácticamen te nada. Todos eran sustancialmente lo mismo, aire, el mismo aire. Meditación-contemplaciónEl que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. No se trata sólo de comer, sino de asimilar lo comido. Si como sin asimilar, se producirá indigestión. Si comulgo y no me identifico con lo que ES Cristo, me engaño. ................... Si no llego a lo significado, no hay sacramento que valga. Si me quedo en el signo, no hay contenido espiritual. Realizado el signo, que entra por los sentidos, queda por hacer lo importante: descubrir y vivir lo significado. ...................... Jesús dijo con toda claridad: “El que viene a mí, no pasará hambre, el que me presta su adhesión nunca pasará sed”. La verdadera comunión no está en el signo sino en vivir la unidad con Dios y con los demás, como hizo él. Querida Ima:
Me dirijo a ti, María, en estos términos –“ima”, mamá en arameo - porque así mis palabras te repicarán a gloria como cuando las escuchabas de labios de tu hijo Jesús cuando era niño. Y también porque me la repican igualmente a mí desde que él pronunció las suyas nombrándome coheredero de su postrero legado: “mujer, aquí tienes a tu hijo”, y a Juan: “aquí tienes a tu madre”. Quisiera referirme hoy en ésta, a algunos asuntos que la doctrina de la Iglesia oficial llama dogmas. Dogmas que como católico me obliga a mantener, y que considerados desde el sentido común –¿también aquí “el menos común de los sentidos”?- me tienen espiritualmente flipado: y nada que ver todo esto con aquello de “la religión, opio del pueblo”. ¿O quizás sí? Con la declaración de tu Inmaculada Concepción para preservarte de un pecado original mal entendido siento que me han alejado de ti, creatura humana como yo, para elevarte a una gracia que todos –la calcita, la rosa, el salmón, la lagartija, el ruiseñor, el oso panda- nos ha sido dada por amorosa creación divina. Pienso que nada añade a ello el saludo de Gabriel en tu Anunciación, las calurosas palabras de tu prima Isabel, o la supuesta revelación de tu identidad a Bernardette Soubirous. Lo de tu Virginidad perpetua antes, durante y después del parto -aunque en mi calidad de hombre varón me afecta menos- sí que me repele un tanto más. En el dogma anterior la ofensa era al espíritu, en éste es a la carne. Inteligible sería que los Santos Padres, tan devotos tuyos, y el concilio de Letrán de 649, tan eco de sus doctrinas, llegara a declararlas de fe. Pero incomprensible, que en nuestros días se siga defendiendo, como si el conocimiento de la Historia de las Religiones estuviera vetado en el foro de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en otros tiempos llamada Inquisición: Attis, Buda, Dinisio, Heracles, Krishna, Mitras, Osiris, Zoroastro, y tantos otros, te han precedido en la virginidad de sus respectivas madres según dicha Historia. Estoy convencido que la primera en desaprobarlo fuiste tú, judía convencida, en cuya cultura la virginidad no era en absoluto un timbre de gloria. (Casi como hoy, aunque por razones muy diferentes). Y estoy seguro también que te hizo mucha gracia aquello de "como el rayo de sol por el cristal, sin romperlo ni mancharlo", que escribió en su catecismo el Padre Ripalda. Un tercer dogma –y en éste sí que siento que te arrancan de mi naturaleza más humana- es el de haber sido “asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”. Y esto, “divinamente revelado” en pleno siglo XX, en el que las comunicaciones no tienen ya fronteras, salvo en el Vaticano. Es cierto que la tradición así lo afirma, pero la tradición no puede estar ajena a la inexorable ley de la evolución natural de las creencias –como de todas las cosas-, sujetas siempre al rigor de una exégesis iluminada no sólo por la fe sino también por la razón que, al menos en mi opinión, también me la dio Dios. Sobre el primer dogma -el de tu Maternidad Divina- proclamado en Éfeso, y según el cual “si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema", poco más hay que añadir a lo anteriormente dicho. Cirilo salvó los muebles de Roma sobornando a las autoridades imperiales y derrotando la propuesta de Nestorio en la que se defendía que tu habías dado luz a un hombre en el que la divinidad había ido a habitar. (¿Como en ti y en mí, en principio, y en la intensidad y fuerza con que cada uno somos capaces de descubrirla y desarrollarla?) Pero lo más grave para mí, y ofensivo para ti -“Madre de todos los hombres”-, es que todas estas entelequias dogmáticas separan a los católicos de todos los que no lo son. ¿No crees que algo gordo está fallando aquí, querida Ima? Yo sé que tu vida estuvo siempre al margen de todas estas disquisiciones teológicas, incluso de las mías. Lo que te importó fue vivir. Y como luego hizo Jesús, del que tu fuiste crisol, descubrir en lo más profundo de tu ser el fulgor divino que también tu hijo supo, gracias a tu ejemplo, revelar en él. En cualquier caso te admiro y te quiero, más por lo cielo que has sido en la tierra y sigues siendo, que por el cielo en que dicen que te encuentras. Tuyo de siempre y para siempre "Yo les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras.”
(Lc 19, 40) Si el cuerpo no sintiera el dolor y si no pudiera gemir, llorar o gritar, sería una catástrofe. No nos enteraríamos de la enfermedad, nos despreocu-paríamos y moriríamos como moscas. Pues bien, en el gran cuerpo de la sociedad, no hay enfermedad más grave que la pobreza. Si los pobres soportan el peso y el dolor de la pobreza sin quejarse, sin protestar, sin decir una palabra, la sociedad está en peligro de morir. Por eso, hoy como ayer, del grito de los pobres depende el futuro del mundo. La paz y, por ende, la vida del mundo penden de ese grito y de la respuesta que el mundo le dé. El grito de los pobres es el mayor servicio que se pueda prestar a la humanidad. Acallarlo con caramelos, promesas que nunca se cumplen, o con alicientes que fomentan dependencia, parasitismo y mendicidad es un crimen. ¿Cuánto tiempo podrá seguir avanzando todavía la humanidad con toda la injusticia que le machaca el cuerpo? ¿Quiénes pueden promover mejor la justicia, la libertad y la paz que los que están más cruelmente desprovistos de ellas? Desgraciadamente, ellos son los que menos hablan, cansados tal vez de no ser escuchados. Con todo, es necesario que su grito nos taladre los oídos y nos atraviese el corazón para que despertemos. Para la humanidad entera es cuestión de vida o muerte. Pero es necesario también que los pobres sepan soñar, ya que el sueño es la otra gran fuerza capaz de curar al mundo enfermo y transformarlo en un maravilloso jardín donde todos los hombres y las mujeres puedan finalmente compartir con paz y alegría los mismos derechos en igualdad y libertad. Los pobres de la tierra son los grandes profetas de la tierra: llevan en su cuerpo el mundo que debe morir y en su corazón el que debe nacer. Y para los que no lo saben, la vieja Biblia –de una actualidad más acuciante que nunca– es, desde una tapa a la otra, la voz del pobre, su grito, su sueño, su esperanza y sus triunfos. La Biblia es el libro de los pobres que, desde la sangre de Abel hasta el grito desesperado del Crucificado del Calvario, golpea la conciencia humana para que despierte y comprenda que la salud, la salvación, o sea el bienestar, la paz y el futuro de la humanidad son absolutamente inseparables del trato que la misma humanidad le está reservando al pobre. Las afectadas envían cartas de protesta a los organizadores de la JMJ y al cardenal Rouco
Para la organización es un “modo de identificarse en una sociedad con tantos signos de secularismo”. La reforma conciliar les permitió quitarse el hábito con todas las bendiciones eclesiales hace ya más de 40 años. Pero, ahora, la organización de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) prohíbe a las monjas que van vestidas de calle el acceso al encuentro que las jóvenes hermanas van a mantener con Benedicto XVI el día 19 de agosto en El Escorial. La circular publicada en la web de la JMJ reza así: “Las postulantes, las novicias y las profesas, para poder participar, tendrán que llevar su respectivo hábito”. Pero las excluidas no se resignan y escriben cartas de protesta a los organizadores y al cardenal de Madrid, Rouco Varela, máximo responsable de la diócesis y del evento. En España hay, en estos momentos, 54.000 monjas. La mayoría de ellas, especialmente las de vida activa (dedicadas a la enseñanza, sanidad, atención a los pobres y demás carismas) van “de calle”, como suele decirse en el argot eclesiástico, o dejan libertad a las hermanas para vestir como quieran. Entre ellas, las congregaciones más importantes en número, historia, prestigio y presencia social y espiritual, como las salesianas, las carmelitas, las josefinas, las corazonistas o las jesuitinas. Molestas con la decisión de los organizadores, muchas de ellas están enviando cartas de protesta. Con argumentos muy parecidos. Por ejemplo, una salesiana asegura estar sorprendida por la medida, dado que “nosotras, en España como en otras partes del mundo, no llevamos hábito, simplemente la cruz, tal y como indicen nuestras constituciones”. Y, en base a eso, pide a la organización que le confirmen la obligatoriedad del hábito para ver al Papa en el Patio de los Reyes del monasterio de El Escorial. “Modo de identificarse en una sociedad con tantos signos de secularismo” Las contestaciones de la organización de la JMJ a ésta y a otras monjas son también casi calcadas. A la monja salesiana le contestan: “En el ordenamiento vigente en la Iglesia los miembros de institutos religiosos deben llevar hábito”. Y citan varios artículos de sus Constituciones y de sus reglamentos, en los que, según ellos, especifica: “El hábito religioso sea uniforme para todo el Instituto. Está admitido el pluralismo en la tela y en el color (negro-gris-blanco), según las exigencias de los lugares”. Y, tras invocar “el amor que profesas al Santo Padre por los deseos que se adivinan en querer participar en algún encuentro con él”, la JMJ se reafirma en la obligatoriedad del hábito talar. Y concluye: “Esperamos que bien lo puedas comprender y verás la experiencia gozosa de esta manifestación pública de lo que significa en el mundo la vida consagrada religiosa, también en el modo de identificarse en una sociedad con tantos signos de secularismo”. No parece ser el caso de la hermana salesiana, que replica a los organizadores que los artículos de sus constituciones que citan en apoyo del hábito “llevan modificados desde el año 1996″ y, desde entonces, dicen así: “Consideramos el hábito religioso y el crucifijo como signos de consagración y pertenencia al Instituto. En el pluralismo en el que vivimos el uso de hábitos o solamente del crucifijo depende del contexto socio-cultural”. Y el reglamento, deja libertad a las hermanas para llevar “hábito religioso propio del Instituto, vestido seglar u otro vestido según las exigencias del lugar”. “No sólo debemos distinguirnos por el hábito” Apoyada en estos y en otros documentos, la hermana salesiana reprocha a los organizadores de la JMJ que “nos hayan juzgado tan a la ligera a las salesianas españolas y de otros países que no llevamos el hábito, ya que, como Don Bosco decía, no sólo debemos distinguirnos por el hábito, sino por nuestra forma de vida”. Y concluye la hermana salesiana subrayando que respeta a las religiosas que van de hábito, porque “son un signo visible en medio de una sociedad secularizada, pero nosotras no somos menos por no llevarlo”. Y, por si no queda claro, lo explica: “A través de nuestras obras y palabras igual que Jesús, somos también un signo de la presencia cercana de Dios en medio de los jóvenes más pobres. Y eso es lo que realmente cuenta”. A pesar de las protestas, la organización de la JMJ no ha dado su brazo a torcer, al menos por ahora, y sigue exigiendo el hábito a todas las postulantes, novicias o monjas jóvenes que quieran asistir al encuentro con Benedicto XVI en El Escorial. Sin hábito no hay Papa, aunque diga el refrán que “el hábito no hace al monje”. Ni a la monja. Nuestra misión se desarrolla en el marco de los principios de la no-violencia y la legislación internacional sobre ayuda humanitaria y Derechos Humanos. A pesar de eso, el Gobierno de Israel amenaza con atacarnos de nuevo. Carta dirigida al Secretario General de la ONU, por la Coalición Internacional de la Segunda Flotilla de la libertad
Montevideo, 10 de junio de 2011 – Muchas iniciativas colectivas y sociales, hacen emerger lo mejor del hombre, su solidaridad, su sensibilidad ante el sufrimiento de otros, su compromiso con la vida y su resistencia a perpetuar la injusticia, mientras que otras iniciativas, normalmente provenientes del poder, aunque no exclusivamente, hacen emerger lo peor del hombre, su desprecio por la vida, su egoísmo inveterado, su falta de sensibilidad y su tendencia a oprimir a ser injusto… Normalmente estas iniciativas se entrecruzan y generan situaciones como estas, que queremos relatar… La situación en la que el gobierno o los gobiernos y no el pueblo (esta distintición no es ociosa) de Israel ha sometido al pueblo palestino, con bloqueo por aire mar y tierra, que casi no permite entrar los insumos necesarios para el desarrollo de la vida, esto agravado por la traidora complicidad de Egipto, que parece estar cambiando la política de colaboración total con este bloqueo genocida e infame… Han intentado llegar diversas instituciones humanitarias con las llamadas flotillas o barcos de la Libertad, tratando de acercar alimentos, medicinas, todo lo que Israel bloquea y que es tan necesario para el sostenimiento de la vida de los seres humanos…En todos los casos el gobierno israelí ha recibido a estas flotillas a balazos, incluso en aguas internacionales violando no sólo el derecho internacional en forma grosera, sino los derechos humanos de los ocupantes de esas embarcaciones…Sumándolo así a la sostenida violación de los derechos humanos del pueblo Palestino…, al que han bombardeado, ametrallado, asesinado a población civil desarmada, con expresa saña, en forma reiterada…Y ahora la someten a un bloqueo genocida, que hace escasear pronunciada y criminalmente los alimentos, medicamentos y otros insumos básicos… La pregunta, es como la hipocresía de la OTAN, se raja las vestiduras con la violaciones de derechos humanos en Libia, o en Siria y cada vez que el Consejo de Seguridad ha intentado censurar la actitud del gobierno Israelí, que viola todas la normas éticas, legales y humanas, pisoteando el derecho internacional y de los derechos humanos del Pueblo Palestino, Estados Unidos, ha bloqueado con su infame veto contumaz y coherente con sus intereses, cualquier intento de censurar a Israel, con tal acto, ha manchado sus manos con la sangre inocente caída…No se si será posible en este tiempo, pero cuando la historia se escriba, en lo siglos venideros, se hablara de uno de los intentos de genocidios más crueles de la historia humana, y en ellos se asociará a los gobiernos israelíes y estadounidenses como los genocidas… Ha sido tan terrible e inmoral, la falta de toda humanidad, legalidad y ética de las acciones que realiza el gobierno israelí que en algunos de los barcos, iban judíos de la diáspora, incluso alguna es una sobreviviente de los campos de concentración nazi…, mostrándonos la reserva moral y humana de ese pueblo, acrisolado en la persecución y la tortura, hasta tal punto que se oponen hoy a esta crueldad inhumana que esta realizando su gobierno… Pues bien el tratamiento recibido por todos los barcos y flotillas que intentaron cumplir con un deber de solidaridad humana, han sido como decíamos recibido a balazos, en el último por milagro no hubo victimas fatales, y en el primero asesinaron a sangre fría a tripulantes desarmados… Pues bien, parecería que esto hace imposible que estas iniciativas sigan llevándose a cabo, el dispositivo para convencer de tal cosa, han sido las balas vivas de alto calibre, escupidas desde las metralladotas de la lanchas de guerra de Israel…Intentar navegar en una de estas flotillas representa un riesgo cierto… Pero a pesar de esto me llego este correo electrónico… Asunto: 2 semanas para zarpar Rumbo a Gaza y seguimos necesitando vuestra ayuda!! ** Estimad@s amig@s, Nos quedan menos de 5 días para que termine el llamamiento a Trinidad Jimenez a protejer la nueva Flotilla que zarpará en 15 días. Es importante que difundáis entre vuestras amistades este llamamiento y que las incitéis a firmarlo en los próximos días y así cumplir el objetivo marcado. Para vuestra información deciros que ya TENEMOS BARCO y que el día 15 de junio haremos público el nombre con el que le hemos bautizado que sin duda no dejará indiferente a nadie y será un homenaje a la población civil, que como siempre es la que pierde en todo conflicto armado. Hace dos días lanzamos una campaña por internet de recaudación de fondos con el objetivo de cubrir los gastos del gasoil. Como deciamos, tenemos barco pero aún nos falta esa pequeña ayuda para el gasoil así que confiamos en que nos ayudéis en función a vuestras posibilidades haciendo vuestras donaciones bien en la cuenta que aparece en la web www.rumboagaza.org o bien via paypal, no olvidéis que todo suma!! Estamos rompiendo el bloqueo y en los barcos, vamos tod@s!! Lo que me devolvió las esperanzas, cuanto más tenaz puede ser la vida que la muerte, la luz que la oscuridad, así de tenaz es el ansia de libertad, de solidaridad y de justicia del hombre…esta iniciativa que me hace sentirme orgulloso de ser humano…es de un grupo de personas que desafiando las carencias, la crisis, las zancadillas del poder y la amenaza de la balas israelíes, son capaces de tomar la iniciativa y dejar sentado en esta historia nuestra que la deshumanización todavía no ha ganado la partida… Es interesante ver algunos otros aspectos que nos muestra la carta dirigida al secretario general de la ONU, Ban Ki-monn, que en estos temas se mostrado peligrosamente parcial y cercano a los intereses de Estados Unidos… La segunda Flotilla de la Libertad debe poder cumplir su misión con seguridad Rumbo a Gaza Excelentísimo Sr. Ban Ki-Moon Secretario general de Naciones Unidas Sede de las Naciones Unidas Nueva York, NJ, EEUU 3 de junio de 2011 Asunto: Seguridad del pasaje de la Segunda Flotilla de la Libertad-Seguimos siendo humanos a Gaza Excelentísimo Sr: En la última semana de junio, la Segunda Flotilla de la Libertad-Seguimos siendo humanos navegará hacia Gaza con el objetivo de llevar ayuda humanitaria, poner fin al bloqueo ilegal israelí a la Franja y mostrar el apoyo a la lucha del Pueblo Palestino por su libertad, su dignidad y sus derechos humanos. Delegaciones de más de 20 campañas nacionales embarcarán en 12 navíos; entre estas naciones figuran Argelia, Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Inglaterra, Francia, Grecia, Indonesia, Irlanda, Italia, Jordania, Kuwait, Holanda, Noruega, Malasia, Escocia, España, Suecia, Suiza, Turquía y Estados Unidos, así como organizaciones de la Diáspora Palestina y representantes de muchos otros países. Las condiciones políticas en Oriente Medio están cambiando. En muchos países, la población está luchando y logrando su libertad, independencia y el respeto por sus derechos humanos. Al mismo tiempo, la Franja de Gaza continúa siendo la prisión al aire libre más grande del mundo, situación que se mantiene por un ilegal y violento bloqueo que ha tenido consecuencias catastróficas para la vida de sus habitantes, para las infraestructuras y para el medio ambiente. Nuestra misión se desarrolla en el marco de los principios de la no-violencia y la legislación internacional sobre ayuda humanitaria y Derechos Humanos. A pesar de eso, el Gobierno de Israel amenaza con atacarnos de nuevo. Según han revelado informaciones de prensa, incluso están pensando en utilizar francotiradores y perros adiestrados contra civiles desarmados. Líderes israelíes están creando una atmósfera de hostilidad e intimidación mediante presiones a nuestros gobiernos para que impidan que zarpemos, mientras que las amenazas a nuestros miembros se multiplican cada día. El Gobierno de Israel continúa desafiando los llamamientos de la comunidad internacional, incluidos aquellos contemplados en la Misión de Esclarecimiento de los Hechos sobre la Primera Flotilla de la Libertad (A/HRC/15/21), encomendada por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Entre estos llamamientos se incluye la compensación por las acciones ilegales de Israel contra esa expedición. El pasado año, el Ejército de Israel asesinó a nueve de nuestras personas voluntarias (ocho ciudadanos turcos y un ciudadano estadounidense), hirió a otras 56 personas y detuvo y encarceló al resto del contingente de la Flotilla, apropiándose de nuestros barcos y confiscando todas nuestras pertenencias. La clase política y militar israelí justifican sus acciones en base a la seguridad nacional y ya han anunciado de forma oficial que demandan a las Naciones Unidas –dirigiéndose a usted, en particular- y a nuestros gobiernos que pongan en marcha medidas para evitar nuestra misión. En caso contrario, amenazan con usar todos los medios posibles para detenernos. Realmente, la intimidación previa a la Flotilla es mucho mayor que la llevada a cabo el pasado año y que fue decidida y promulgada por oficiales israelíes al más alto nivel. Excelentísimo Sr., Las acciones injustificables y violentas que las autoridades israelíes cometen contra nuestra misión, sin ninguna base legal, nos preocupa enormemente. Creemos que la comunidad internacional tiene la obligación de tomar medidas para proteger nuestra misión, impidiendo que Israel repita el ataque a nuestra flotilla y, además, protegiendo vidas inocentes y reforzando el imperio de la ley. Por las razones citadas, y teniendo en cuenta que el pueblo palestino de Gaza todavía sufre el cruel e inhumano bloqueo israelí que las Naciones Unidas, el Comité Internacional de Cruz Roja y otras organizaciones de Derechos Humanos han declarado ilegal; teniendo en cuenta que nuestra acción es no-violenta, llevada a cabo por civiles de sociedad civil a sociedad civil para defender los Derechos Humanos; y teniendo en cuenta que esperamos que Israel use la excusa de la ‘seguridad’ para atacar a nuestra Flotilla: Pedimos a las organizaciones internacionales competentes, especialmente a Naciones Unidas, que lleven a cabo una inspección total de nuestro cargamento y pasaje antes y/o durante nuestro viaje a Gaza. Además, le invitamos a hacer lo mismo a nuestra llegada a Gaza. Estas inspecciones se añaden a las que realizarán las autoridades de los países desde los que partamos. Además, le solicitamos una entrevista tan pronto como sea posible para establecer los mecanismos necesarios para una inspección de Naciones de Unidas de nuestros barcos, con el objetivo de disipar cualquier duda sobre la naturaleza de nuestra misión. Esperando su pronta respuesta acerca de este asunto urgente, aguardamos firmemente comprometidos con la paz y la justicia. Con nuestros más profundos respetos y en nombre de la Segunda Flotilla de la Libertad-Seguimos siendo humanos. Coalición Internacional de la Segunda Flotilla de la Libertad http://www.rumboagaza.org/carta-abierta-al-secretario-general-de-naciones-unidas/ http://www.rebelion.org/noticia.php?id=129906 Seguramente, el secretario general, tendrá un “archivo especial” para este tipo de cartas, seguramente nadie convocará al CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU, ni se alarmará por el riesgo cierto de la matanza de civiles, ni intentará fijar una zona de exclusión, desplegando en su fuerza área… Obviamente los derechos humanos que interesan a occidente son los que pueden dar réditos, la pregunta, es si el resto de las naciones quedará impávida ante esta falta de respeto a toda ética y a los derechos humanos de Palestinos y ciudadanos de por lo menos 20 países que van a ser seguramente violentados… ¿No les interesa al resto del mundo? Si bien una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas no es vinculante, si esta decide un boqueo comercial a Israel, si no permite llegar a esta flotilla con insumos necesarios para el pueblo palestino y las naciones allí presente lo acatan, la presión sobre el gobierno Israelí podría ser enorme y se estaría inaugurando un nuevo estilo de funcionamiento de las Naciones Unidas, en donde la Asamblea comenzará a tomar más protagonismo, que seguramente generaría más respeto por el derecho internacional, por la humanidad de las relaciones internacionales y por su justicia… Si se hubiera intentado encontrar el medio más eficaz de desviar la atención de lo más esencial del Evangelio, creo que no se hubiera encontrado nada mejor que la “gran teología” de nuestras Iglesias.
Hubiera sido tan simple quedarse con el Jesús del Evangelio, con sus parábolas, con sus audacias, con sus testimonios. No, fue preciso medirse con los más prestigiosos filósofos de la antigüedad, competir con ellos, mostrarles que se sabía más que ellos. Se les robó sus trabajos y se les tomó en préstamo la mayor parte de sus prioridades y su visión de las cosas, contentándose con bautizarlo todo con fragmentos extraídos de la Biblia. Nos perdimos en especulaciones sobre las facultades del alma, sobre la Trinidad, sobre la transubstanciación, sobre la virginidad de María, las “notas” de la Iglesia y mil y una cosas de este tipo, pasando realmente de lado de lo que es el corazón del Evangelio: el Reino que Jesús anunciaba como Buena Noticia para los pobres. (Mt 4, 23, Lc 4, 14-21) Encerramos la vida cristiana en una serie de silogismos, de dogmas y de reglas morales y creamos una interminable lista de condiciones para poder salvarnos, cuando hubiera sido suficiente atenerse al Buen Samaritano de Lucas (Lc 10, 29-37), al Juicio Final de Mateo (Mt 25, 31-46) y al Mandamiento nuevo de Juan (Jn 15, 12). Entre lo que Dios revela a los pequeños y esconde a los sabios, se optó por las disquisiciones de los sabios. Helenizándola se ha matado la Biblia. La locura de los griegos se convirtió en nuestra propia locura (Lc 10, 21; 1.Co1,22). Esa teología prácticamente exclusiva de círculos de expertos es un instrumento de dominación: es parte interesada de ese poder oscuro que ha hecho de la iglesia una institución tan ajena y hasta cierto punto tan opuesta al Evangelio. Es la causa primera de las innumerables querellas que desgarran a la Iglesia y carcomen sus mejores energías; es eso lo que, mediante sus capciosos razonamientos y sus sutiles tejemanejes, vuelve a la Iglesia, por así decirlo, impermeable al Espíritu. Si debiera existir una teología en el mundo cristiano, ésta tendría que partir únicamente de los pobres. Porque los pobres son los únicos y verdaderos doctores de la Iglesia, no tanto desde luego por sus discursos cuanto por sus pesados silencios, sus gritos de angustia o sus cantos de esperanza. Junto a ellos y al Jesús del Evangelio busquemos con sinceridad una respuesta audaz a sus expectativas, entonces haremos una teología que ya no avergonzará a aquellos que, en los comienzos de la Iglesia, se dejaron devorar por los tigres antes que traicionar la inmensa esperanza que el Evangelio representaba para los desheredados de la tierra. Que toda otra teología vaya a parar al Index y todos los pobres de la tierra se sentirán mucho mejor. Y el Evangelio también. |
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