Uno de los más bellos y famosos textos del evangelio de Juan. Es estupenda la escenificación, el progreso del diálogo, los muchos detalles que ambientan perfectamente el relato... Pero nos importa mucho más el significado. Jesús es el Agua Viva. El cuarto evangelio lleva al límite el género "Evangelio", en el que los sucesos se narran por su significado.
Parecen historias, narran muy probablemente sucesos que ocurrieron, pero son sobre todo tratados de teología. El suceso es perfectamente verosímil, bien ambientado en todos sus detalles. El paso de Jesús por Samaria hacia Jerusalén no está atestiguado en ningún otro evangelio, pero no es imposible: el pozo puede ser el "de Jacob", aunque la localización de Sicar ha suscitado discusiones. El texto refleja también perfectamente la posición religiosa de los samaritanos respecto a los judíos. Sobre este relato, Juan construye "la Teología del Agua viva". Parecería una invitación a hablar del bautismo; el texto sin embargo tiene una connotación bautismal mucho más amplia. Se toma el agua en el sentido más bíblico, como aparece en el Libro del Éxodo, tal como lo vemos en la Primera Lectura de hoy. No se trata de sumergirse, lavarse, sino de "beber". En este sentido, el texto ilumina al bautismo, porque allí empezamos a beber del agua de Jesús. En estos tres domingos de Cuaresma (3º, 4º y 5º), vamos a leer tres narraciones del cuarto evangelio: - Hoy, el de la Samaritana, cuyo tema es "el agua viva". - El domingo 4º, el ciego de nacimiento, cuyo tema es "la luz". - El domingo 5º, la resurrección de Lázaro, cuyo tema es "la vida". Los tres son símbolos perfectos de Jesús y, a través de él, de Dios. Jesús y la samaritana: un mundo lleno de novedades. Jesús está cansado y sediento, y no puede sacar agua porque el pozo es profundo. Nuestra fe no se basa en un Jesús mágico, exento de cansancio o de debilidades. Nunca insistiremos demasiado en que creemos en ese hombre. Jesús habla con una mujer, y una mujer samaritana, herética y extranjera, y además de mala fama. Hasta sus discípulos se extrañan. Pero es que es el médico, viene a curar, a salvar, tiene que estar con los enfermos. Preciosa imagen de Dios. A Jesús le interesa poco el Templo, el culto exterior, incluso “los justos”; le interesa que la mujer arregle su vida. Jesús sueña con salvar el mundo entero: pero necesita ayuda. Esto define nuestra misión: ¿quieres ayudar a Dios a que sus hijos vivan como hijos? Sí, lo de Jesús es diferente. EL AGUA VIVA. Lo que es el agua para la vida normal, eso es Jesús para la vida humana. Jesús es el Agua, Jesús es La Palabra, Jesús es el que da el Espíritu. Jesús no es un pozo a donde se va a beber de vez en cuando, es una fuente de espíritu: el que bebe de Jesús es fuente. Él mismo siente brotar de dentro de sí el Agua que brota hasta la Vida eterna, y no tiene más sed de otras aguas, porque Jesús quita la sed de todas las otras cosas. Es importante que adquiramos la manera de hablar de la Biblia. Nosotros funcionamos siempre por conceptos, y queremos abarcar con ellos la realidad precisa y clara. Pero estamos hablando de Dios, y toda la Biblia, y los evangelios, nos hablan de Él con imágenes. Y ¡qué estupendas imágenes! La mayor parte de nuestro organismo es agua. Sin agua no podemos vivir. El mayor tormento es la sed. Encontrar agua en el desierto es un milagro increíble. Eso es Dios para nuestra vida, eso es el evangelio. Sería magnífico que pudiéramos decir sin extrañeza, "vamos a beber en el evangelio de Marcos". Todos estos símbolos expresan muy bien la condición de la vida humana, necesitada de alimento, luz, agua... para caminar. Es una vez más la confirmación de la imagen de Dios que Jesús nos da. Nosotros solemos preferir otros términos: Eterno, Creador, Señor, Juez... Pero Jesús usa mucho más estos términos inmediatos: agua, luz, vida, pan, pastor, puerta, médico, padre. Todos ellos subrayan una misma línea: Jesús presenta a Dios como aliado, en la línea más antigua de la Revelación. El hombre tiene que andar un camino. Dios es su ayuda mejor en el camino. La Palabra de Jesús es la mejor luz, el agua, el pan del camino, Dios es el pastor y el médico. Estamos acostumbrados a dirigirnos a Dios diciendo "Dios mío". Llegamos hasta a decirle "Padre mío". Sería magnífico que no nos disonara invocarle diciendo "Agua mía". Cuando la Samaritana entiende que Jesús le ofrece más que el agua del pozo, pasa inmediatamente a planteamientos religiosos habituales, que a Jesús no le interesan: el Mesías, el templo en Jerusalén o en el Garizim.... Pero todo eso no es el agua de Jesús. El agua de Jesús es que los verdaderos adoradores den culto en espíritu y en verdad. Y esto no se limita a decir que hay que hacer en el templo un culto verdadero, con entrega del espíritu a Dios, sino que hay que dar un verdadero culto, que rebasa el templo y convierte toda la vida en culto. Esta "novedad de Jesús" estaba ya sembrada en el Antiguo Testamento, y el mismo Jesús cita la frase del profeta Oseas "Misericordia quiero y no sacrificios". Pero es en Jesús donde aparece con toda su fuerza y en su sentido más radical. Dios no está en el Templo, como un Señor que reside en un palacio. Está en todas partes y sobre todo en todos sus hijos los seres humanos; allí hay que servir a Dios. Los templos y los lugares sagrados han sido para las religiones lugares para encerrar a los dioses, para que no estén fuera de ellos. Por eso, para los conceptos religiosos tradicionales hay diferencia entre lo sagrado y lo profano. Con Jesús, esto desaparece, porque no hay nada profano. Es más, si la vida no es sagrada, el templo es profano, porque es inútil. Una última consideración, uniendo los dos temas que hemos enunciado. El mundo necesita agua, está sediento. Está sediento de agua física, de pan físico, de vivienda física, y está sediento de Agua Viva, de conocer a Dios, de saber quién es y cuál es su Casa. Éste es el espacio sagrado de los que siguen a Jesús, éste es su culto, ésta es La Palabra de que son portadores. Demasiadas veces hemos pensado que llevar a los pueblos La Palabra es predicarles la religión. Esto es sólo una caricatura, y un empequeñecimiento de La Palabra. La Palabra no son nuestras palabras: La Palabra es Jesús, un modo diferente de vivir, una manera de situarse ante los demás, una nueva relación con Dios. Todo esto se explica con palabras, pero solo se transmite con obras. Por esta razón, el agua vuelve a aparecer en la última "parábola", la del Juicio final. En ella se diferencia lo válido de lo inválido, no por la predicación, ni por la pertenencia jurídica a la Iglesia, sino por la mejor de todas las frases que puede entender cualquiera: "Porque tuve sed y me disteis de beber"Y es que Jesús lo cambia todo: nuestra relación con Dios, el Agua Viva: nuestra relación con los demás, con los que hemos de compartir nuestra Agua, el concepto mismo de religión, que es el agua que hace fecunda la vida de los humanos. "¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?" Esta duda del pueblo de Israel es quizá también la nuestra. ¿Dónde está tu Dios?. En un mundo lleno de tanta miseria y tanta maldad ¿dónde está Dios? Hace falta un fe muy fuerte para seguir hablando del Dios Padre de todos, para seguir afirmando que existe, que se entera, que nos quiere ... ¿por qué sigue permitiendo tanto mal para sus hijos?. Jesús no nos ha explicado este por qué. Jesús nos ha dicho lo que quiere hacer el Padre, y que nos necesita para hacerlo. Jesús no ha hablado del Creador, ni nos ha explicado por qué el Padre da permiso para que caiga cada uno de nuestros cabellos, y lo da también para tanto mal. Jesús sí nos ha dicho que en este desierto, el Agua, la luz, la sal, el pan... es la Palabra de Dios. Esta es nuestra fe. Y no es fácil comunicarla. Pero es misión que se nos ha encomendado. Ofrecer agua en el desierto. Ser agua en el desierto. Esto nos llevaría otra vez a "vosotros sois la sal..." De todo esto, Jesús es la prueba. Nuestra fe en la divinidad de Jesús va a ser puesta a prueba al ver su humanidad. Verle sufrir y morir es un escándalo. ¿Puede pasarle esto a al “hijo predilecto”? "Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz". Y nos sucede lo mismo al ver la cruz de tantos crucificados de la tierra. Es el desafío más fuerte para nuestra fe. Si, después de la cruz, seguimos creyendo en Dios, es porque sabemos que, precisamente por eso no bajó de la cruz. Nuestra fe es en Jesús crucificado, es decir: creemos en el Amor de Dios, a pesar del mal del mundo, a pesar del desierto, porque hemos visto a Jesús dar la toda la vida, hasta la misma muerte, por nosotros, los hijos pecadores, simplemente porque nosotros necesitamos creer en el amor, a pesar de que vemos el mal, el odio. Quizá por eso no ponemos como señal del cristiano a Cristo Resucitado, sino a Jesús crucificado. Recordemos la frase perfecta de Juan 3,16 : “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único”, corroborada por Pablo en Romanos 8, 32 “el que no escatimó ni a su propio hijo sino que lo entregó por todos nosotros”. Sé de quién me he fiado Preguntaban los israelitas en el desierto: "¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?". Es la pregunta básica de la fe: ¿me puedo fiar?, ¿será verdad todo esto?. Leemos el relato de la samaritana, y brota de nuestro interior la fuente de la fe en Jesús. De éste sí me puedo fiar. No hay Maestro como éste, no hay Palabra como ésta, no hay Religión como ésta. Si Dios es esto, esto es el Agua para mi vida, de esto sí me puedo fiar ( de ÉSTE sí me puedo fiar). SALMO 42 – 43 Un sacerdote desterrado añora su servicio en el Templo, suspira por la Casa del Señor: Como suspira una cierva por las aguas vivas así suspira mi alma por Ti, mi Dios. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo ¿cuándo iré a contemplar el Rostro del Señor? No tengo otro pan que las lágrimas, de día y de noche yo que escucho decir cada día "¿dónde está tu Dios?" "¿Dónde está tu Dios?". Tirados en el desierto de la vida, acosados por tanta oscuridad, por tanta sed, nuestro espíritu se levanta hacia La Fuente, añoramos La Vida, en que contemplaremos el Rostro del Señor. ¿Qué tienes tú, alma mía, por qué sufres, por qué gimes en el fondo de mi ser? Espera en Dios: voy a cantar su nombre, "Salvador de mi vida, Tú, Dios mío" Porque Tú eres mi Dios, Refugio mío, no te olvides de mí, ¿por qué he de vivir en la tristeza acosado por mis enemigos? Envíame tu luz y tu verdad, y ellas sean mi guía, ellas me llevarán a tu montaña, a tu Morada Santa. Acosado por mis enemigos, por mi envidia y mi pereza, por mi lujuria y mi avaricia, por mi soberbia, por el pecado que está en las raíces de mi árbol. Pero sé que camino, hacia la Montaña Santa, de donde brota el arroyo del que bebo mientras atravieso el desierto. Envíame tu luz y tu verdad, y ellas sean mi guía, ellas me llevarán a tu montaña, a tu Morada Santa. Y subiré hasta el altar del Señor, del Dios de mi alegría, y cantaré, y haré sonar mi arpa, Señor, Dios mío. Cantando por el camino del desierto, camino de la Casa del Señor. Alma mía, que sufres añoranza de la Fuente, de la Casa; camina, alma mía por el desierto, y bebe de la Fuente de Jesús, y canta, porque no faltará el Agua en el desierto ¿Qué tienes tú, alma mía, por qué sufres, por qué gimes en el fondo de mi ser? Espera en Dios: voy a cantar su nombre, "Salvador de mi vida, Tú, Dios mío"
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El capítulo 4 del evangelio de Juan –que narra el conocido episodio de “la samaritana”- nos ofrece unas claves preciosas para comprender, tanto el modo de narrar de su autor, como la visión que la comunidad del cuarto evangelio tiene sobre Jesús.
Una de las características más perceptibles del relato –presente también a lo largo de todo este evangelio- es el “doble nivel” –literal y profundo- en el que se mueve constantemente: la mujer, el pozo, la sed, el agua, los maridos, el alimento… Todo remite a “otra realidad”, más allá de lo inmediato. La mujer (innominada) representa a la región entera de Samaría, considerada hereje y detestada por los judíos, pero que, en el tiempo en que se escribe este relato, habría sido ya “evangelizada” (según se narra en el capítulo 8 del libro de los Hechos de los Apóstoles). A esto precisamente parece referirse la alusión a la siembra y la cosecha: en el presente –este evangelio se escribe en torno al año 100-, están recogiendo los frutos de la conversión de Samaría, gracias a la “siembra” de misioneros anteriores. En Juan, Jesús se dirige con este apelativo (“mujer”, cuyo significado era propiamente “esposa”), a tres personajes femeninos: la madre (en las bodas de Caná y en la Cruz: 2,4; 19,26), la samaritana (4,21) y María Magdalena, en el relato de la resurrección (20,15). Son las tres “esposas” de Dios: la madre es la esposa fiel de la antigua alianza, de la que proviene el Mesías; la samaritana es la esposa adúltera –como la de Oseas 2-, a la que se conquista con amor; María Magdalena es la esposa de la nueva alianza. Sicar es el pozo de Jacob, de hondo arraigo en la tradición judía. Pero también a la Ley se la llamaba “Pozo de Jacob”. Sin embargo, en el texto aparece un significativo juego de palabras: siempre que habla la mujer, habla de “pozo”; por el contrario, Jesús y el propio narrador se refieren a él como “manantial”. La mujer –Samaría- busca apagar su sed en la tradición, en un “pozo”, del que habría que extraerla; Jesús le está haciendo ver que tiene que abrirse a un “manantial” nuevo, que le viene a través de él y que “salta en su interior” de un modo permanente. El relato juega también con el término sed: en un sentido literal, habla de la mujer que quiere un agua que la sacie de una vez por todas; en un sentido profundo, se refiere a la búsqueda presente en todo ser humano, búsqueda de aquello que trae definitivamente la paz: el “agua viva”, que coincide con el “don de Dios”. Por eso, el relato se sitúa intencionadamente en clave de oferta: “Si conocieras el don de Dios…”. Lo mismo ocurre con el agua: es el líquido preciado, pero es, sobre todo, la Vida que colma toda expectativa humana; o, en el lenguaje de este evangelio, el Espíritu, del que hablará más adelante en estos términos: “El último día, el más importante de la fiesta, Jesús, puesto en pie ante la muchedumbre, afirmó solemnemente: «Si alguien tiene sed, que venga a mí y beba. Como dice la Escritura, de lo más profundo de todo aquél que crea en mí brotarán ríos de agua viva». Decía esto refiriéndose al Espíritu que recibirían los que creyeran en él” (Juan 7,37-39). Los cinco maridos (el término hebreo baal puede significar tanto “marido” como “señor” o “dios”) son los cinco dioses que se veneraban en Samaría –tal como queda reflejado en el segundo Libro de los Reyes 17,24-41); el sexto es el propio Yhwh, del que se dice que “no es tu marido”, según la visión que los judíos tenían de los samaritanos. Finalmente, cuando los discípulos llegan con el alimento que han ido a buscar a la ciudad, tienen que escuchar de Jesús que él tiene “otro alimento”, en uno de los textos más importantes de todo este evangelio: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a término su obra”. La docilidad de Jesús es uno de los rasgos más sobresalientes de la teología joánica. Con todos estos datos, podemos captar la hondura del relato. No se trata de un encuentro anecdótico entre Jesús y una mujer de Samaría. Con ese “pretexto”, y en un clave simbólica tan rica como hermosa, se están abordando cuestiones de primera importancia. Para la comunidad de Juan, Jesús es el revelador de Dios, que aporta el “agua viva”, el don capaz de colmar el anhelo humano. Esa agua la encontramos en nuestro propio interior, como un manantial que brota incesantemente. Relacionado con ello, aparece el tema del culto. El texto es tajante: se ha acabado el tiempo de los templos; la adoración pasa por el corazón, es interior y verdadera, se corresponde con una vida en fidelidad: “Se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre… Se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero, adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así”. Y el tema del testimonio. El verdadero creyente no lo es por lo que otros le han podido contar o decir –aunque esta etapa sea necesaria-, sino porque él mismo ha experimentado: “Nosotros sabemos…”. La experiencia se produce cuando escuchamos en nuestro interior el “eco” que produce la palabra de Jesús y lo reconocemos como auténtico. Aunque, probablemente, el centro del diálogo –y de todo este capítulo- sea la expresión de Jesús: “Yo soy”. Con ella, el autor del evangelio hace referencia a la identidad “divina” del Maestro –“Yo soy” es el nombre de Yhwh-; o, en nuestro lenguaje, a su identidad transpersonal. Se trata de la “Identidad compartida” y no-dual, en la que, más allá de nuestros yoes individuales, todos nos reconocemos. Hoy y los dos próximos domingos vamos a leer evangelios de Juan: La Samaritana, el ciego de nacimiento y Lázaro. Si tenemos en cuenta que caminamos hacia la pascua, no encontraremos en los evangelios nada más adecuado: El “yo soy” característico de Juan se repite en los tres grandes símbolos:yo soy agua, yo soy luz, yo soy vida.
En la exposición seguiremos muy de cerca el comentario de J. Mateo y J. Barreto a “El evangelio de Juan”. No conozco nada mejor sobre el cuarto evangelio. Este evangelio es muy distinto de los sinópticos. En Juan todo son símbolos; a través de los cuales, quiere trasmitirnos la teología más avanzada de todo el NT. Esto no quiere decir que el hecho no haya sucedido. Seguramente sucedieron cosas parecidas más de una vez. El de hoy es un relato eminentemente teológico. Es una catequesis en toda regla que invita a un seguimiento de Jesús como dador de verdadera Vida. Los cambios que propone en la manera de relacionarse el hombre con Dios, nos deberían hacer pensar un poco. Ni en este templo, ni en Jerusalén, ni en ningún otro templo se puede dar el verdadero culto a Dios. Lo que entendemos por culto, en la inmensa mayoría de los casos, no es más que idolatría. Es decir, un intento de domesticar a Dios, materializando nuestra relación con Él. Jesús se encuentra de paso por Samaría que era la parte central de toda la tierra prometida. Judea, Samaría y Galilea eran una misma nación, antes de la división entre Judea y Palestina. Aunque tenía los mismos antecedentes religiosos, su trayectoria había sido muy distinta. Por eso en tiempos de Jesús, los samaritanos eran despreciados por los judíos, que los consideraban herejes. El peor insulto para un judío era llamarle samaritano. El manantial de Jacob era un pozo muy famoso por ser el único en toda la región. Estuvo en uso desde el año 1000 a. C. hasta el 500 después de C. No hace falta destacar la importancia del agua para la vida de una comunidad. Sin agua la vida es imposible, por eso se convirtió, con el de la luz, en el símbolo de la Vida en el espíritu. "Se quedó sentado" es más que un simple “se sentó”. Jesús va ocupar el lugar del pozo. Él es el manantial (agua, vida) que va a ocupar el puesto de la ley, el templo y la tradición. Esta sustitución del templo y la Ley por Jesús, es la clave de todo el relato. Llega "una mujer" No tiene nombre, es la representante de la región de Samaría que va a apagar su sed en la tradición (el pozo). Jesús está solo. Se trata del encuentro del Mesías con Samaría, la prostituta, la infiel. El profeta Oseas de Samaría había denunciado la prostitución de esta tierra, que en su tiempo era el reino de Israel, por oposición al de Judá. "Dame de beber". Jesús toma la iniciativa confesando la necesidad perentoria que tiene cualquier ser humano para conservar su vida biológica. Ni rastro de prepotencia. Se acerca a la mujer implorando ayuda. Ella tiene lo que a él le falta y necesita. Es lógica la extrañeza de la mujer. Jesús acaba de derribar una barrera infranqueable. Al acercarse con una petición, desbarata el complejo de superioridad de los judíos; se presenta como un ser humano más, sin pretensiones por el hecho de ser judío. Reconoce que ella, una mujer samaritana, puede ofrecerle algo indispensable. Los samaritanos eran descendientes de dos grupos: a) Resto de los israelitas que no fueron deportados cuando cayó el reino del norte en el 722 a, C. b) Colonos extranjeros traídos de Babilonia y Media por los conquistadores. Estos trajeron también sus dioses que con el tiempo, fueron aceptados por el resto de los habitantes. Entre los samaritanos y los judíos había una verdadera confronta ción, sobre todo por razones teológicas. Jesús le ha pedido un favor, pero está dispuesto a corresponder con otro mucho mayor. Jesús se muestra por encima de las circunstancias que envuelven a judíos y samaritanos; se niega a reconocer la división, causada por las ideologías religiosas. La mujer no conoce más agua que la del pozo, figura de la ley, que sólo se puede conseguir con el esfuerzo humano. No ha descubierto que existe un don de Dios gratuito. El agua-Espíritu que promete Jesús, se convierte en manantial que continuamente da vida. Así desarrolla a cada humano desde su dimensión personal. No se trata de añadidos externos (Ley). La Ley despersonali za, el Espíritu es siempre personalizante. El Hombre recibe Vida en su raíz misma, en lo profundo de su ser, no por acomodarse a normas externas. Su fuerza "salta", es garantía de plenitud. Siendo en todos y cada uno la misma agua, es creadora de unidad-amor. Como el agua necesaria para la vida hay que extraerla de lo hondo de la tierra, el agua del Espíritu hay que sacarla de lo hondo de uno mismo. La mujer sabe lo que cuesta sacar agua del pozo y la insatisfacción que produce, porque tiene que venir cada día a sacarla. Aunque no comprende bien cómo puede realizarse, se abre al don que le promete Jesús porque responde a su anhelo más íntimo. El sentido de los versículos, que se refieren a los maridos, hay que buscarlo en el trasfondo profético, que nos lleva a la infiel relación de Samaría con Dios. En Os 1,2 la prostituta y en Os 3,1 la adúltera, son la imagen del reino de Israel que tenía a Samaría como capital. Su prostitución consistía en haber abandonado al verdadero Dios. En este caso el número cinco tiene un profundo simbolismo: a) Los samaritanos admitían sólo los 5 libros del Pentateuco. b) Los colonos traídos por los asirios eran de 5 ciudades. c) En 2 Re 17,24 se mencionan 5 ermitas en el territorio de Samaría. En hebreo se usaba el termino "Ba´al" (dueño, señor) para designar al esposo, pero era también el nombre de una divinidad pagana. El simbolismo es claro. La mujer que representa a Samaría ha tenido cinco dioses, y el que tiene ahora (Yahvé) al compartirlo, es espurio y tampoco es su (Ba´al). Esta es otra de las claves del relato. Samaría la adúltera representada por la mujer, está insatisfecha con su pasado, descubre una posible solución en la propuesta de Jesús, pero antes, tiene que tomar conciencia de su infidelidad para poder superarla. Samaría se ha entregado a otros maridos-señores-dioses (ba´alim). Está pues alejada de Yahvé. La única solución es recuperar su verdadero esposo (Dios). Os 2,18: “Aquel día... me llamarás esposo mío, ya no me llamarás baal mío. Le apartaré de la boca los nombres de los baales”. Jesús está diciendo a la mujer que su culto está prostituido, eso explica que ella pase más tarde al tema del templo. “No tengo marido”. La mujer reconoce su situación. Pretendían dar culto al Dios de los judíos, pero al admitir otros dioses, en realidad habían roto con él. En Jesús se personifica la actitud de Dios que no ha roto con ella, sino que la busca. El agua tradicional (Ley) no había apagado la sed. La búsqueda les había llevado a la multiplicidad de maridos-señores-dioses. El agua que da Jesús es el encuentro definitivo con el Dios verdadero. La Samaritana descubre que Jesús es un profeta, no porque le ha adivinado su vida, sino por la profundidad del planteamiento religioso. La imagen de profeta que tiene la mujer es la de (Dt 18,15) profeta semejante a Moisés (Taheb) que restauraría el verdadero culto. La mujer sigue aferrada a la tradición "nuestros padres". Piensa que hay que encontrar la solución sin salir de lo antiguo, que es la única realidad que conoce. No ha descubierto aún la novedad de la oferta de Jesús. Jesús no parte de la perspectiva de la mujer, sino de otra muy distinta. También el templo de Jerusalén está prostituido. Las dos alternativas son equivocadas. Su oferta es algo nuevo. Se trata de un cambio radical. Jesús mismo será el lugar de encuentro con Dios. Dios adquiere un nombre nuevo "Padre". Esta paternidad excluye privilegios y exclusiones. Esta relación con Dios directa, sin intermediarios, hará posible la unidad de todos. "Dios es Espíritu". Espíritu, desde la mentalidad griega, significa un ser no material. Desde la mentalidad judía, significa que Dios es fuerza, dinamismo de amor, vida para los hombres. El agua viva es la experiencia constante de la presencia y el amor del Padre. Padre, porque comunica su propia Vida y trasforma al hombre en espíritu. Dios mismo desarrolla su proyecto creador en cada hombre. “En espíritu y en verdad”. El culto deja de ser vertical, pues Dios está en el Hombre. El culto antiguo exigía del hombre una renuncia de sí, era una humillación del hombre, una disminución ante un Dios soberano. El nuevo culto no humilla, sino que eleva al hombre, haciéndole cada vez más semejante al Padre. El culto antiguo subrayaba la distancia; el nuevo la suprime, consiguiendo que el hombre salga de su situación de opresión y de muerte. Dios no necesita ni espera dones. Los samaritanos no esperaban un Mesías rey ungido de la casa de David. Esperaban un "Taheb" (el que retorna), el profeta semejante a Moisés, el maestro de la Ley. Los samaritanos aceptan a Jesús y le piden que se quede un tiempo con ellos. Los herejes están más cerca de Dios que los ortodoxos judíos. Meditación-contemplaciónDios es espíritu. Recuperar esta idea de Dios cambiaría toda nuestra religiosidad. Dios no es un ser objetibable, como el hombre pero superior. Tampoco es un ser espiritual al lado o por encima de otros seres espirituales. .................. A Dios no podemos compararlo con nada, ni real ni imaginado. Lo que podemos experimentar, es su “ruah” = fuerza energía que nos pone en marcha. Esa energía no actúa desde fuera, Sino desde el centro de nuestro ser, porque es lo más íntimo que somos. .................... Adorarle en espíritu y en verdad, es tomar conciencia de lo que es en nosotros. Es experimentarlo como el motor de todo nuestro ser. Como verdadero centro del ser, irradia el resto de nuestro ser. Como Absoluto, nos empuja a identificarnos con él. La humanidad como un todo tiene fiebre y está enferma; debe decidir: o continuar con su ritmo alucinado de producción y consumo, garantizando siempre el crecimiento del PIB nacional y mundial, ritmo altamente hostil a la vida, o enfrentarse dentro de poco a las reacciones del sistema-Tierra que ya ha dado claras señales de estrés global.- (El difícil paso del tecnozoico al ecozoico de Leonardo Boff)
En memoria de todos los caídos en la terrible catástrofe por la que pasa Japón, en memoria de esos cincuenta hombres que se saben que morirán luchando para que otros vivan y en memoria de tantos profetas que si hubieran sido escuchados, al menos parte de la tragedia se hubiera evitado… Montevideo, 16 de marzo de 2010 – Mientras se evacua al personal de FUKUSHIMA, quedando en la desigual pelea por evitar la fusión, unos 50 técnicos que se ven sometidos a niveles de radiación muy peligrosos*, en tanto numerosas delegaciones de periodistas abandonaban Tokio, debido al inusitado aumento de radiación (El nivel de radiación de la ciudad de Tokio era 10 veces mayor de lo normal, pero no hay peligro para la salud, dijeron autoridades municipales.)…no hay peligro para la salud humana aún…agregaríamos, que los medios de prensa japoneses por orden del gobierno están evitando el dar determinados informaciones sobre la evolución de los problemas de los reactores nucleares a la ciudadanía, que ha sido en buena parte del tiempo desinformada sobre la verdadera situación… a pesar de la lucha de muchas organizaciones en Japón, en contra de la proliferación de estas centrales y de la energía nuclear en general, se ha hecho por años oído sordo a este clamor y se ha cedido a la presión del Lobby nuclear**, esto refuerza la sensación de que la situación de la central nuclear de Fukushima ante las explosiones producida ha puesto en jaque a 4 de su reactores y existe una intensa exposición del material radiactivo y emisión de nubes de vapor radioactivo que ganan la atmósfera, ya se ha realizado la declaración del grado 6 de desastre nucleares, muchos hoy conjetura que se esta mucho más cerca de la fusión nuclear de lo que se indica…y que se oculta que los núcleos están dañados Esta situación catastrófica y desoladora, porque no encontramos otra expresión ante la perspectiva de que la radiación en Japón alcance niveles incompatibles con la vida humana y se extienda a otras regiones, nos hace sentir un terrible dolor, solidarios con quienes habitan hoy Japón…y las indignación de que una política energética que ha impuesto el sistema, que prioriza el lucro a la vida humana, una matriz energética diferente hubiera evitado este sufrimiento que se suma al del terremoto y tsunami… Pero además nos preguntamos… ¿Hasta donde se extenderá la radiación? …Nos querrán hacer creer que la culpa la tiene unos empresarios corruptos que dieron informes falsos, pero es mentir, el poder sabe del riesgo y sabe que el juego del capitalismo neoliberal es falsificar sistemáticamente todos los informes de seguridad de los reactores, eso no pasa sólo en JAPON…¿ HASTA DONDE LLEGARA LA RADIACION CON SU MENSAJE DE ENFERMEDAD Y MUERTE?… Veamos una proyección de un científico gallego… Crisis Nuclear en Japón: “De haber una fuga radiactiva podría llegar a México y EEUU”, dice Físico “En Chernóbil no se supo hasta ocho días después” —Entrevista al físico gallego Máximo Plo…En la atmósfera permanecería muchísimo. Los isótopos radiactivos de yodo u otros elementos están años, pero se difunden; es decir, hay niveles más bajos en cada lugar. Por la rotación, se irían hacia el Este; tendría que llegar a México y EEUU , es como el tsunami. (entrevista completa en La Opinión de La Coruña)” *** Sin embargo otros cienficos advierten que la radiación dependiendo de las condiciones climáticas, podría llegar afectar a Asia e incluso parte de Europa…La situación sigue evolucionando y los peores temores parecen abrirse paso…a tal punto que autoridades con responsabilidad política hacen declaraciones en este tono “Además, han reconocido que el primero -el único que utiliza plutonio en su mezcla de combustibles y la “prioridad”, según el operador de la planta- ha sufrido daños en su recinto de contención y parece estar liberando vapor radiactivo.”En las próximas horas habrá nuevos eventos catastróficos, que podrían presentar una amenaza a las vidas de las personas en la isla”, advirtió este miércoles el comisario de energía de la Unión Europea, Guenther Oettinger, al Parlamento Europeo. Oettinger indicó que el sitio nuclear estaba “efectivamente fuera de control”. El comisario ya dijo este martes que la situación en la central es “apocalíptica”.”**** Mientras el pentágono, ordena a sus militares, mantenerse alejado de la zona “El Pentágono ordenó este miércoles a sus militares en Japón o en aguas niponas que permanezcan a más de 50 millas de la central de Fukushima, informaron este miércoles oficiales del Departamento de Defensa de EEUU.” */ La otra cara de moneda es la comunidad internacional a través de voluntarios, técnicos y algunas organizaciones desinteresadas, intenta cerrar el paso a la tragedia, que ya a afectado con su radioactividad la zona, esta desolador panorama nos pone ante dos reflexiones que desarrollaremos en el futuro, como el uso de la energía nuclear que representa un peligro potencial y letal cuya contención aún en las tecnologías más modernas es un peligro grave y como todos los protocolos se caen ante determinadas emergencias emergencia que siempre surgen y siempre son sorpresivas… y que siempre se hace que determinada cantidad de radiación escape a la contención y acarrea consecuencias sanitarias y ambientales para la vida… y la segunda, es como las gestión privada que en el marco de este sistema se hace a través de las empresas privadas, que antepone generalmente sus intereses al interés general……. Pero hoy queremos profundizar otro aspecto, estimamos que sólo el esfuerzo mancomunado de la comunidad internacional sin exclusiones, podrá detener la catástrofe cuyos resultados, seguramente no afectarán solamente al pueblo japonés, que será la primera y más sufrida victima de esta situación, pero que tendrá imprevisibles consecuencias globales, aunque aún son verdaderamente difíciles de proyectar…que afectarán intensamente la atmosfera, el mar y la tierra en las zonas cercanas, tal vez el esquema que pegamos en esta reflexión nos de una idea de cómo podría llegar a afectarnos a todos de una manera o de otra**/ …. Confiamos en el esfuerzo unitario y global, pero también reflexionamos sobre otra conducta del poder en este mundo global… que degenera en acciones, dinámicas y mecanismos capaces de desatar desastres globales…sin ningún cargo de conciencia Y que no sólo los gobernantes, o los técnicos, sino el pueblo debe estar informado, ser conciente de los peligros y tomar la decisión última de correr o no determinados riesgos, como por ejemplo en el caso de la energía nuclear…Se debe democratizar la información técnica y la conciencia de los peligros que implican determinadas actividades humanas…y dejar en manos del pueblo la decisión última… Habíamos terminado esta reflexión en la palabra última, pero me llego de la queridísima Marianita Núñez desde la entrañable Argentina, esta carta de la enorme y querible persona que es Juan Masiá y que no sacudió…nos conmovió y nos enterneció…por eso la queremos como corolario hacer parte de esta reflexión…preguntándonos con un inmenso dolor…¿Porque la humanidad no escucha a sus profetas?… Querido Juan Masiá: recién hoy leyendo un bellísimo y conmovedor texto acerca de la catástrofe en Sendai caí en la cuenta de tu residencia en Japón. Espero que te encuentres bien, dondequiera que estés. Aunque imposible debe resultarte ahogar la tristeza por tu amado Japón y su gente. ¡Cuándo aprenderemos a cuidarnos y cuidar nuestra Casa Común por encima de todo! Te abrazo muy fuerte Mariana Agradezco la preocupación y solidaridad, amigos, amigas y familiares, son tantos los correos de quienes estáis tratando de contactar conmigo estos días que tengo que recurrir a enviar una respuesta común, en vez de escribir personalmente a cada uno. Gracias por las condolencias y por estar unidos en orar por las víctimas y por el país japonés. A mí me sorprendió la noticia estando en México, dando un curso de tres semanas en la Universidad Iberoamericana. Desde aquí sigo con preocupación las noticias. Espero llegar de regreso a Tokyo el próximo día 25. La catástrofe ha sido de gran magnitud. Mis compañeros jesuitas de Tokyo se encuentran bien, pero muy afectados, en los días siguientes al terremoto han seguido las réplicas, siguen padeciendo restricción en en electricidad y servicios de comunicaciones y viven con la ansiedad de cuál será el desenlace del accidente en las plantas de reacción nuclear. Se teme que siga produciéndose actividad sísmica próximamente. En la comunicación que nos ha enviado por mail el Superior Provincial de los jesuitas de Japón nos dice que “esperando lo mejor, se preparan para lo peor”. Me escriben del comité de Justicia y Paz en el que colaboro habitualmente, muy afectados por el fallecimiento de uno de sus miembros, el P. Lachapelle, al que sorprendió el tsunami mientras viajaba camino de su iglesia. Unos días antes había estado en Tokyo en la Asamblea de Justicia y Paz, desde la que precisamente se viene apelando al gobierno japonés sobre los peligros de las centrales nucleares, hace ya más de diez años que los obispos japoneses lo vienen denunciando. Con motivo de la última cumbre de gobernantes del Grupo primer mundista en Japón, las religiones unidas presentaran también esta denuncia, a la que hasta ahora se hacía oídos sordos. Reiterando mi agradecimiento, un saludo cariñoso a todos y todas y que nos animemos mutuamente a seguir haciendo lo que esté a nuestro alcance por un mundo más justo y solidario. Juan Masiá Los obispos celebran hoy una Jornada por la Vida
Una determinada ética cristiana considera absoluto el valor de la vida por encima de cualquier otro La eutanasia es un tema incómodo para la ética, quizá por una concepción sacral e idealizada de la vida y por una imagen trágica de la muerte y del miedo a la nada. Y no debiera ser así porque, si bien la vida no es un valle de lágrimas, tampoco es un jardín de delicias, y porque la buena muerte -ese es el significado etimológico de la palabra- es la consecuencia lógica de la propuesta ética del bien vivir y de la calidad de vida, defendida por todas las filosofías morales. También resulta incómodo para una determinada ética cristiana, que considera absoluto el valor de la vida por encima de cualquier otro valor y la defiende incluso en situaciones en las que el sufrimiento mina al ser humano hasta sumirlo en un estado de humillación e indignidad y convertirse en tortura. ¡La vida por encima de la felicidad! Esa parece ser la opción recalcitrante de moralistas estrechos de miras contraria al mensaje de las Bienaventuranzas, que anuncia la felicidad para los pobres, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los constructores de paz, los perseguidos por la justicia, la gente infeliz. La eutanasia es, sin duda, uno de los temas más incómodos de la agenda ética de quienes se consideran sus legítimos y únicos intérpretes, que la condenan sin matices, sin esfuerzo intelectual alguno, sin análisis crítico de la realidad, con argumentos que no resisten la prueba de la hermenéutica, ni filosófica ni teológica. Desoyen las opiniones de los expertos y adoptan posiciones dogmáticas inmisericordes. Uno de sus argumentos para oponerse a la eutanasia es la apelación a la idea de Dios como señor feudal, como dueño y señor de la vida que la da y la quita cuando quiere, donde quiere y a quien quiere, sin brizna alguna de sensibilidad hacia el sufrimiento humano, pasando de largo ante el dolor humano, ante las personas dolientes. Piensan y se comportan como los amigos de Job, que responsabilizan a este de ser culpable de sus sufrimientos para salvar la honorabilidad y la justicia divina diciéndole «te lo tenías merecido». Los moralistas de vía estrecha todavía van más allá y llegan a falsear el significado de la palabra eutanasia, asociándola con el desprecio a la vida, la autodestrucción, la desesperación, la cobardía, la dejación de responsabilidades sociales, la frustración personal, identificándola con el suicidio. Así operan los obispos españoles, quienes están haciendo una campaña contra la eutanasia como preparación a la Jornada por la Vida convocada para hoy, fecha en la que la liturgia cristiana celebra la Encarnación de Jesús en el seno virginal de María. En la campaña vuelven a recordar los argumentos expuestos en la declaración del 19 de febrero de 1999, en la que califican la eutanasia de grave mal moral, y su defensa, de «equivocada en sí misma y peligrosa para la convivencia social». Lejos de constituir un progreso, es para ellos un retroceso que, citando a Juan Pablo II, responde a la «cultura de la muerte». La razón de su aceptación está, según la opinión episcopal, en el ateísmo hedonista y en una mala comprensión de la libertad. El «derecho a la muerte digna», dicen, es un eufemismo que, en realidad, significa «derecho a matar». Para oponerse a la eutanasia apelan al sentido redentor del sufrimiento y recurren a los padecimientos de Jesús de Nazaret, que los asumió voluntariamente, en toda su crudeza, fue a la muerte sin levantar la voz, y, al decir de un arzobispo emérito español, no necesitó cuidados paliativos. Esta interpretación es una construcción ideológica de la moral católica que no responde al hecho de la muerte de Jesús ni a las causas que la provocaron. Jesús no muere para cumplir la voluntad de Dios, ni entrega su vida voluntariamente. Todo lo contrario. Cuando es detenido y se acerca el momento fatal, siente angustia, y está a punto de la desesperación. Es ejecutado tras un juicio en el que fue acusado de blasfemo por las autoridades religiosas de Israel y de subversivo por las autoridades políticas. Me permito recomendar a los obispos la lectura del libro La eutanasia, una opción cristiana, de Antonio Monclús (GEU, Granada, 2010). Tres son las ideas principales que expone y que me parecen difícilmente refutables: 1. En la profundidad de la persona se encuentra el lugar de decisión sobre la conducta de uno mismo. 2. La eutanasia es una opción cristiana, y lo es desde la defensa de la vida en plenitud en el más genuino sentido evangélico. 3. El cristianismo no reconoce sentido redentor al sufrimiento, sino que lucha contra él y contra las causas que lo provocan. Es posible que, tras su lectura, los obispos no cambien de opinión, pero encontrarán argumentos sólidos que, al menos, les harán pensar que su postura no es la única válida dentro del cristianismo. Con eso es suficiente. Director de la cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid. Diálogo entre monseñor Oscar Arnulfo Romero y el Papa Juan Pablo II por: María López Vigil3/26/2011 El 24 de marzo no sólo renueva la historia del sangriento golpe militar argentino que se inició en el año 1976, es también el aniversario del asesinato del padre Oscar Arnulfo Romero en El Salvador a manos del mayor del Ejército Roberto D’Aubuisson, fundador del partido ARENA, que hoy gobierna en ese país.
A continuación se reproduce el diálogo entre el recién asumido Papa Juan Pablo II y Monseñor Romero, a propósito de una América Latina sitiada por totalitarismos militarizados a fines de los ‘70. 25 DE MARZO DE 2005 Desde Caracas (Venezuela) El 24 de marzo no sólo renueve la historia del sangriento golpe militar argentino que se inició en el año 1976, es también el aniversario del asesinato del padre Oscar Arnulfo Romero en El Salvador a manos del mayor del Ejército Roberto D’Aubuisson, fundador del partido ARENA, que hoy gobierna en ese país. A continuación se reproduce el diálogo entre el recién asumido Papa Juan Pablo IIy MonseñorRomero, a propósito de una América Latina sitiada por totalitarismos militarizados a fines de los ‘70. Curiosamente, a treinta años de iniciada la ola de persecuciones, torturas y muertes se escucha nuevamente ’la voz de los sin voz’ mientras en el Vaticano se apaga el icono religioso preconciliar que revivió la época de las cruzadas. El ángel del Señor anunció en la víspera… El corazón de El Salvador marcaba 24 de marzo y de agonía. Tú ofrecías el Pan, el Cuerpo Vivo, el triturado cuerpo de tu Pueblo, su derramada Sangre victoriosa, ¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada! Estamos otra vez en pie de testimonio, ¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro! Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra. Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente. Romero de la Pascua Latinoamericana. Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa. Como Jesús, por orden del Imperio. San Romero de América, pastor y mártir nuestro. ¡Nadie hará callar tu última homilía! (Pedro Casaldáliga, Poema San Romero de América) Diálogo - Compréndame, yo necesito tener una audiencia con el Santo Padre… - Comprenda usted que tendrá que esperar su turno, como todo el mundo. Otra puerta vaticana se le cierra en las narices. Desde San Salvador y con el tiempo necesario para salvar los obstáculos de las burocracias eclesiásticas, Monseñor Romero había solicitado una audiencia personal con el Papa Juan Pablo II. Y viajó a Roma con la tranquilidad de que al llegar todo estaría arreglado. Ahora, todas sus precauciones parecen desvanecidas como humo. Los curiales le dicen no saber nada de aquella solicitud. Y él va suplicando esa audiencia por despachos y oficinas. - No puede ser -le dice a otro-, yo escribí hace tiempo y aquí tiene que estar mi carta… - ¡El correo italiano es un desastre! - Pero mi carta la mandé en mano con… Otra puerta cerrada. Y al día siguiente otra más. Los curiales no quieren que se entreviste con el Papa. Y el tiempo en Roma, a donde ha ido invitado por unas monjas que celebran la beatificación de su fundador, se le acaba. No puede regresar a San Salvador sin haber visto al Papa, sin haberle contado de todo lo que está ocurriendo allá. - Seguiré mendigando esa audiencia -se alienta Monseñor Romero. Es domingo. Después de misa, el Papa baja al gran salón de capacidad superlativa donde le esperan multitudes en la tradicional audiencia general. Monseñor Romero ha madrugado para lograr ponerse en primera fila. Y cuando el Papa pasa saludando, le agarra la mano y no se la suelta. - Santo Padre -le reclama con la autoridad de los mendigos-, soy el Arzobispo de San Salvador y le suplico que me conceda una audiencia. El Papa asiente. Por fin lo ha conseguido: al día siguiente será. Es la primera vez que el Arzobispo de San Salvador se va a encontrar con el Papa Karol Wojtyla, que hace apenas medio año es Sumo Pontífice. Le trae, cuidadosamente seleccionados, informes de todo lo que está pasando en El Salvador para que el Papa se entere. Y como pasan tantas cosas, los informes abultan. Monseñor Romero los trae guardados en una caja y se los muestra ansioso al Papa no más iniciar la entrevista. - Santo Padre, ahí podrá usted leer cómo toda la campaña de calumnias contra la Iglesia y contra un servidor se organiza desde la misma casa presidencial. No toca un papel el Papa. Ni roza el cartapacio. Tampoco pregunta nada. Sólo se queja. - ¡Ya les he dicho que no vengan cargados con tantos papeles! Aquí no tenemos tiempo para estar leyendo tanta cosa. Monseñor Romero se estremece, pero trata de encajar el golpe. Y lo encaja: debe haber un malentendido. En un sobre aparte, le ha llevado también al Papa una foto de Octavio Ortiz, el sacerdote al que la guardia mató hace unos meses junto a cuatro jóvenes. La foto es un encuadre en primer plano de la cara de Octavio muerto. En el rostro aplastado por la tanqueta se desdibujan los rasgos indios y la sangre los emborrona aún más. Se aprecia bien un corte hecho con machete en el cuello. - Yo lo conocía muy bien a Octavio, Santo Padre, y era un sacerdote cabal. Yo lo ordené y sabía de todos los trabajos en que andaba. El día aquel estaba dando un curso de evangelio a los muchachos del barrio… Le cuenta todo al detalle. Su versión de arzobispo y la versión que esparció el gobierno. - Mire cómo le apacharon su cara, Santo Padre. El Papa mira fijamente la foto y no pregunta más. Mira después los empañados ojos del arzobispo Romero y mueve la mano hacia atrás, como queriéndole quitar dramatismo a la sangre relatada. - Tan cruelmente que nos lo mataron y diciendo que era un guerrillero… -hace memoria el arzobispo. - ¿Y acaso no lo era? -contesta frío el Pontífice. Monseñor Romero guarda la foto de la que tanta compasión esperaba. Algo le tiembla la mano: debe haber un malentendido. Sigue la audiencia. Sentados uno frente al otro, el Papa le da vueltas a una sola idea. - Usted, señor arzobispo, debe de esforzarse por lograr una mejor relación con el gobierno de su país. Monseñor Romero lo escucha y su mente vuela hacia El Salvador recordando lo que el gobierno de su país le hace al pueblo de su país. La voz del Papa lo regresa a la realidad. - Una armonía entre usted y el gobierno salvadoreño es lo más cristiano en estos momentos de crisis. Sigue escuchando Monseñor. Son argumentos con los que ya ha sido asaeteado en otras ocasiones por otras autoridades de la Iglesia. - Si usted supera sus diferencias con el gobierno trabajará cristianamente por la paz. Tanto insiste el Papa que el arzobispo decide dejar de escuchar y pide que lo escuchen. Habla tímido, pero convencido: - Pero, Santo Padre, Cristo en el evangelio nos dijo que él no había venido a traer la paz sino la espada. El Papa clava aceradamente sus ojos en los de Romero: - ¡No exagere, señor arzobispo! Y se acaban los argumentos y también la audiencia. Todo esto me lo contó Monseñor Romero casi llorando el día 11 de mayo de 1979, en Madrid, cuando regresaba apresuradamente a su país, consternado por las noticias sobre una matanza en la Catedral de San Salvador. Testimonio de María López Vigil, autora del libro PIEZAS PARA UN RETRATO, UCA Editores, San Salvador 1993 La finalidad de Monseñor Romero fue servir al pobre, decir la verdad y aceptar sus consecuencias. Dijo la verdad públicamente, vigorosamente y el pueblo era el destinatario primario de su palabra, afirmó el teólogo Jon Sobrino, durante su conferencia “Monseñor Romero y la verdad”]. (*)
“Es inconcebible que se diga a alguien ‘cristiano’ y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres”, dijo Romero en su homilía del 9 de septiembre de 1979. Cinco meses después, el 24 de marzo de 1980 caía abatido por una bala en su corazón. Romero murió, lo mataron, pero vive en la esperanza del pueblo que aún escucha y sigue su legado cristiano revolucionario. Sus asesinos siguen allí, donde siempre han estado, detentando el poder. Monseñor Romero se topó con la realidad del pueblo, una realidad de injusticia y opresión, se topó también con la esperanza de liberación, afirmó Jon Sobrino. Por eso, lo llamamos pastor, profeta y mártir, San Romero de América, “son palabras que lo distinguen con gran precisión”, añadió Sobrino. En la conferencia realizada en el Auditórium Ignacio Ellacuría, el viernes 18 de marzo, el reconocido teólogo de la liberación enfatizó que el Obispo siempre tiene que aprender de su pueblo, así como Oscar Romero. Sobrino explicó que el obispo mártir no sólo decía la verdad, sino que también la argumentaba y no le daba miedo de que el pueblo pensara, usara la razón. “Monseñor Romero en sus homilías mencionó cuantitativamente todas las víctimas de la semana y cuando tenía noticias, mencionaba quienes fueron los criminales, las circunstancias precisas en las que ocurrieron los hechos y mencionaba a los familiares de las víctimas”. Parafraseando a un campesino, Monseñor Romero dijo la verdad y nos entendió a nosotros de pobres. Romero, según Sobrino, luchó contra la mentira, aquella que se representaba a través de personas, de militares, de paramilitares y políticos. “Un cristiano que se solidariza con la parte opresora no es verdadero cristiano”, predicó Romero en la homilía del 16 de septiembre de 1979. “Surge siempre la necesidad de unas estructuras de justicia, de distribución, mejores que las que nos dominan”. Jon Sobrino reiteró que su modo de decir la verdad, lo llevó a ser pionero en la defensa de los derechos humanos y a ser reconocido y aceptado con gran cariño por la población. “Yo quisiera hacer aquí un llamamiento a los queridos cristianos: no les está prohibido organizarse, es un derecho, y en ciertos momentos, como hoy, es también un deber, porque las reivindicaciones sociales, políticas, tienen que ser, no de hombres aislados, sino que de la fuerza de un pueblo que clama unido por sus justos derechos. El pecado no es organizarse; el pecado es, para un cristiano, perder la perspectiva de Dios”, predicaba Romero desde Catedral Metropolitana. Sobre la visita de Obama Monseñor Ricardo Urioste, presidente de la Fundación Monseñor Romero, manifestó a Diario Co Latino que Romero se inspiró en Jesús para decir la verdad, para tener la honestidad que tuvo en vida en aquel momento tan difícil. Asimismo, sobre la llegada de Barack Obama, mandatario estadounidense, a la cripta de Catedral para visitar la tumba de Monseñor Romero, el presidente de la fundación, Monseñor Urioste, dijo que es un “reconocimiento del Gobierno de Estados Unidos sobre la figura de Monseñor Romero y de lo que significó para El Salvador”. Urioste es de la idea que el Presidente Obama “es alguien que piensa de manera diferente a los anteriores” y explicó que es una decisión muy buena el visitar la Cripta de Monseñor Romero, así como lo han hecho otros Presidentes de la región entre ellos, Lugo de Paraguay, Rafael Correa de Ecuador y el ex presidente Lula de Brasil. “Yo creo que los que verdaderamente quieren gobernar al pueblo para un verdadero bien, tienen que contar con la sincera participación del pueblo noble de El Salvador y no usar ese nombre sólo como escalera para subir, y después, no se le tiene en cuenta al verdadero pueblo, que es al que tienen que servir desde el gobierno”, alertó Monseñor Romero, sobre el papel de los Gobernantes en la homilía 6 de enero de 1980. “No idolatren sus riquezas”: Monseñor Romero Este sábado por la tarde inicia la acostumbrada procesión de los farolitos desde la Plaza de las Américas, conocida como Salvador del Mundo, hacia Catedral Metropolitana para conmemorar los 31 años del asesinato del pastor mártir. Décadas después de su martirio, a manos de los Escuadrones de la Muerte, su mensaje sigue vigente y su vida es un ejemplo para las nuevas generaciones. El Gobierno de Mauricio Funes, el primer Gobierno de izquierda electo en el país, lo catalogó como el guía espiritual de la nación. “No me consideren ni juez ni enemigo. Soy simplemente el pastor, el hermano, el amigo de este pueblo que sabe de sus sufrimientos, de sus hambres, de sus angustias; y en nombre de esas voces yo levanto mi voz para decir: no idolatren sus riquezas, no las salven de manera que dejen morir de hambre a los demás”, dijo Romero a la oligarquía de El Salvador, en la Homilía del 6 de enero de 1980, dos meses antes de morir. En 2010 la Asamblea Legislativa de El Salvador declaró el día 24 de marzo de cada año como “Día Nacional de Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez”. Además ese mismo año la Asamblea General de Naciones Unidas proclamó el 24 de marzo como “Día Internacional por el Derecho a la Verdad acerca de las graves Violaciones de los Derechos Humanos y la Dignidad de las Víctimas”, como homenaje al trabajo pastoral de Monseñor Romero. “El mensaje revolucionario del pueblo, El grito de liberación de nuestro pueblo es un clamor que sube hasta Dios y que ya nada ni nadie lo puede detener”, aseguró San Romero de América el 27 de enero de 1980. (*) Nota de la Edición: (Conferencia impartida por Jon Sobrino S.J. y por Monseñor Ricardo Urioste, en el marco del XXXI aniversario del Martirio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero). El sacerdote alzó la hostia y la mostró al pueblo.
Eran casi las siete de la noche del 24 de marzo de 1980. En la capilla de la Divina Providencia -situada en un barrio pobre de El Salvador- tan sólo estaban presentes algunos ancianos, muchas mujeres y un grupo de monjitas. Aquella era la ocasión buscada por los asesinos puesto que, a pesar de contar con el apoyo del ejército y el gobierno, eran muy prudentes. -”Éste es mi cuerpo” Mirando la hostia, Monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de El Salvador, pronunció las palabras rituales que transforman el pan en el cuerpo de la víctima que va a ser sacrificada. Sus frases resultan hoy premonitorias: “Que este cuerpo inmolado y esta sangre sacrificada por los hombres nos alimenten también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo”. El ejecutor se hallaba junto a la puerta disimulado tras de la pila de agua bendita. No sabemos si metió la mano y se persignó para que le trajera buena suerte. Levantó el rifle y apuntó. En ese momento, la hostia levantada sobre el rostro de Monseñor evitaba que éste lo viera. De todas formas, el asesino acarició su mejor soporte: El Starlight es una mira telescópica para rifles de precisión necesarios para una operación de este tipo. Afuera lo esperaba el Escuadrón de la Muerte dentro de una camioneta Dodge Lancer blanca perteneciente al ejército y una Volkswagen Passat en la que iban los cabecillas de la operación. Antes de que el Cuerpo de Cristo fuera consagrado, sonó el disparo. Lo escucharon a 50 metros los criminales y volvieron a la iglesia para recoger al ejecutor. Monseñor Oscar Romero cayó sosteniendo la hostia contra su corazón. Si es cierto que en los últimos segundos precedentes a la muerte uno recuerda muchos años de su existencia, es posible que entonces viera los momentos en que se había convertido en la esperanza de los pobres martirizados en una nación paupérrima del planeta. Acaso se vio en bicicleta como joven párroco de una aldea. Se recordó después como director del seminario de El Salvador. Se vio vestido de obispo y después de arzobispo, la primera autoridad eclesiástica del país. Hizo memoria de todas las veces en que el presidente y los miembros más importantes del gobierno lo llamaron, lo adularon y lo invitaron a consagrar la tradicional unidad entre la Iglesia y los ricos, entre los obispos y los criminales. Acaso en esos pocos segundos, se vio también declinando primero y después rechazando ese tipo de ofertas y de dádivas. Por el contrario, se recordó caminando con los pobres por las carreteras que el ejército había cerrado. De esa manera, con su presencia, evitaba que fueran ametrallados los ciudadanos que deseaban ejercer su derecho al sufragio. ¿Y qué pasó después? En vista de que su calzado tenía unos hoyos enormes en la suela, las monjitas le obsequiaron unos zapatos nuevos. Se vio pobre, representante de pobres, viajando a Washington para pedirle al Presidente de Estados Unidos que no siguiera armando al ejército de El Salvador y evitara así una matanza que ya pasaba de 50 mil personas. Se vio regresando a su país colmado de promesas. Recordó que un año atrás el parlamento inglés por unanimidad lo había presentado como su candidato al Premio Nobel de la Paz. Les ordeno en nombre de Dios: cese la represión Recordó, por fin, las palabras de su homilía del domingo dirigidas a los hombres del ejército: “Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que viene de un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: “No matar”. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios”. Tal vez, todavía estaba en el aire su voz valiente proclamando que: “La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: cese la represión”. Esa fue su condena de muerte. El hombre que la ejecutó fue entrevistado el año pasado en California. Cuando dirigió la operación, era un rubio y sonrosado capitán de la Fuerza Aérea. Ahora es solamente un miserable. Vive escondido en una cabaña rodeado por criminales y drogadictos. Cuando el gobierno derechista lo consideró un estorbo, se fue a los Estados Unidos. “Allí ha sido repartidor de pizzas, vendedor de carros usados y lavador de narcodinero. Ahora arde en el infierno que ayudó a prender aquellos días cuando matar “comunistas” era un deporte”. Al periodista que le hizo el reportaje le rogó que le llevara dos supersanduches de Burger King. Uno era para comerlo en ese momento. El otro era para el día siguiente. “¿Y si se le pudre hasta mañana?”… “No importa. Todo lo que como está podrido”. ¿Quién mató a Monseñor?… El asesinato de Monseñor Romero es considerado como un crimen de lesa humanidad, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tiene abierto un expediente contra el estado salvadoreño. Desde hace una década esa organización “dependencia de la Organización de Estados Americanos- ha recomendado la derogación de la Ley de Amnistía, pero los últimos tres gobiernos” dos de Arena y el último del FMLN- han desoído la propuesta. ¿Quién mató a Monseñor?… No fue, de ninguna manera, el miserable de uñas sucias que se esconde en algún lugar de este país. Lo fueron sí quienes le dieron la orden, las empresas norteamericanas que financiaron a aquellos, el gobierno que amnistió a los criminales, y lo son quienes persisten, por cobardía, en dejar vigente esa ley. ¿Quién mató a Monseñor?… La pregunta puede responderse con otra: ¿quién armó al ejército de El Salvador? ¿Qué país entrenó a sus oficiales en torturas y masacres? ¿Qué país está pronto a echar de sus tronos a los dictadores árabes, pero toleró a los Pinochet, a los Fujimoris, a los Videlas, a la bestialidad sin fin del Cono Sur?… ¿Quién mató a Monseñor?… O más bien, ¿quiénes lo matan todos los días? ¿No lo serán los supuestos arzobispos que cerraron el templo a las víctimas en Ayacucho y proclamaron luego que los derechos humanos son una cojudez? ¿No lo serán los carnavalescos candidatos a la presidencia que están dispuestos a abrirle las puertas de su jaula al criminal Fujimori? ¿Quién mató a Monseñor?” ¿No serán acaso los que justifican las matanzas, los secuestros, la venta de niños y las torturas para supuestamente pacificar un país? La bala alcanzó su objetivo ese día lunes 24. Acaso mientras caía a tierra, Monseñor recordaba sus propias palabras basadas en el Evangelio: “…Si denuncio y condeno la injusticia es porque es mi obligación como pastor de un pueblo oprimido y humillado… El Evangelio me impulsa a hacerlo y en su nombre estoy dispuesto a ir a los tribunales, a la cárcel y a la muerte…”. Mientras escribo esta nota, recuerdo lo escrito en el Evangelio de Mateo. Según él, son bienaventurados quienes sufren persecución y prisión por su amor a la justicia. Como la de Monseñor, su palabra vivirá para siempre. Este es el lema que la Fundación Monseñor Romero ha escogido para conmemorar el XXXI aniversario del martirio de quien es considerado un hombre de Dios, un seguidor ejemplar de Jesús de Nazaret, un verdadero profeta, un buen pastor y un hombre de Iglesia; hablamos de Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
El lema puede interpretarse al menos de dos formas: primero, una referencia a la juventud de los pueblos, es decir, a la dimensión de esperanza, vitalidad e idealismo que pueden y deben tener los hombres y mujeres de las distintas naciones; esa fuerza positiva, claro está, para cultivarla requiere de referentes éticos que la inspiren y dinamicen. Está probado de que Monseñor Romero es para muchos un referente en ese sentido. Pero también cabe otra interpretación, la referida al significado que puede tener Monseñor para un sector importante de la sociedad: los jóvenes. No está demás decir que el porcentaje de población adolescente y joven en El Salvador es uno de los más elevados de Latinoamérica: uno de cada cinco personas en el país es adolescente (entre 10 y 17 años), el número se incrementa a una de cada tres personas si incluimos a jóvenes entre los 19 y 24 años de edad. ¿En qué sentido este sector puede renacer desde el legado de monseñor Romero? Esta pregunta es la que trataremos de responder en las siguientes líneas. No sabemos qué hubiera dicho monseñor a los jóvenes de hoy considerando las nuevas circunstancias con sus propios desafíos; probablemente, más que sus palabras seguiría atrayendo de él, entre los jóvenes, su vida, su compromiso, su ser distinto al sistema establecido, que existía ayer como hoy. Sin duda alguna, se ocuparía de esa juventud sin oportunidades, víctima de la violencia, sin estima, emigrante y sin futuro. Seguiría creyendo en la juventud como signo de renovación, sin ignorar las situaciones negativas que les afectan seriamente: la pobreza, la crisis familiar, y su permeabilidad a las nuevas formas de expresiones culturales, entre otras. Hoy día uno de los factores que impiden que la juventud se constituya en una fuerza renovadora, valiente y positiva, lo representa un modo de vida típico de las llamadas sociedades modernas, que suele proponerse como modelo a seguir: hablamos de la vida light. La palabra light, en principio, tiene una connotación positiva con respecto a la alimentación y su vínculo con la salud: gaseosa sin azúcar, cerveza sin alcohol, tabaco sin nicotina, café sin cafeína, queso sin grasa, etc. Pero también tiene una connotación negativa con respecto al modelo de vida predominante; la vida light se caracteriza porque todo carece de interés y la esencia de las cosas ya no importa, sólo lo superficial tiene valor; lo importante es seducir, provocar y ser divertido, ya no interesan los contenidos. La consecuencia de esto es una mediocridad pública, una socialización de la trivialidad y de lo mediocre. Se da un ascenso del egoísmo humano, de la insolidaridad, de una sociedad indiferente o apática hacia los otros. Surgela vida sin ideales, sin utopías, sin sueños, sin proyectos, sin incidencia en la realidad. Hay un dejarse llevar por la vida light: sexo sin amor, paternidad sin responsabilidad, diversión sin freno, política sin ética, economía sin equidad, religión sin espiritualidad, consumismo sin límites. Ahora bien, ¿en los mensajes que Monseñor dirigió en su tiempo a los jóvenes podemos encontrar elementos contraculturales para esta forma de vida? Creemos que sí, y citamos al menos tres: la cultura de un desarrollo incluyente; el cultivo del espíritu crítico y creativo; y el fomento de la espiritualidad. Tres aspectos que pueden revitalizar la juventud de los pueblos en los dos sentidos que hemos mencionado. Veámoslos brevemente. La cultura de un desarrollo incluyente. Decía Monseñor: “Hay que darle a la juventud, a la niñez de hoy, una sociedad, un ambiente, unas condiciones donde pueda desarrollar plenamente la vocación que Dios le ha dado… Hay que proporcionar al ambiente unas situaciones en que el hombre, imagen de Dios, pueda de veras resplandecer en el mundo como una imagen de Dios, participar en el bien común de la república, participar en aquellos bienes que Dios ha creado para todos” (homilía 7/05/78). Tenemos aquí un primer desafío que sigue siendo actual: los jóvenes deben tener acceso a la igualdad de oportunidades para desplegar sus potencialidades, especialmente, se deben crear oportunidades de educación y empleo; educación de calidad y empleo decente. Con el aumento de los jóvenes que ni trabajan ni estudian, el país desaprovecha un potencial y éstos se vuelven vulnerables al crimen organizado, o se ven forzados a la peligrosa aventura de la emigración. El cultivo del espíritu crítico y creativo. Exhortaba Monseñor Romero: “Tiene que proponer la Iglesia…una educación que haga de los hombres sujetos de su propio desarrollo, protagonistas de la historia. No masa pasiva, conformista, sino hombres que sepan lucir su inteligencia, su creatividad, su voluntad para el servicio común de la patria” (homilía 15/01/1978). Un segundo desafío que puede considerarse como estratégico: replantearse la necesidad de nuevos objetivos educativos. La educación no debe ni puede reducirse a mero adoctrinamiento, preparación profesional o a un proceso de adaptación social, sino que ha de entenderse como participación en el quehacer del propio crecimiento y del progreso social, o como procesos que permiten a la persona hacer realidad sus capacidades y talentos. Opción típicamente cristiana: convertir al educando en sujeto de su propio desarrollo. El fomento de la espiritualidad. En la fiesta de Pentecostés de 1978, Monseñor Romero proclamó: “Jóvenes, en ustedes la Iglesia se renueva, en ustedes el Espíritu de Dios es como agua fecunda para la humanidad de esta arquidiócesis que vive en esta noche un Pentecostés no sólo en su Catedral, sino en todo el ámbito de sus fronteras, gracias a que ha habido mártires que han sido nobles…Que ustedes sean ese reverdecer” (vigilia de Pentecostés, 13/04/78). Un tercer desafío que tiene las características de necesario y urgente: desarrollar la espiritualidad entendida como apertura a lo que nos hace mejores seres humanos: el Dios de Jesús, para los cristianos. Esa apertura nos capacita para vivir y convivir en profundidad el amor, la solidaridad compasiva y la indignación profética como verdadero sentido de la vida, opuesto al sinsentido de la vida light, y auténtica fuerza para que renazca la juventud de los pueblos. La Transfiguración es un relato común a Marcos, Mateo y Lucas. Falta en Juan. Los tres relatos son muy semejantes. Lucas añade el tema de la conversación de Jesús con Moisés y Elías acerca de la pasión y la muerte de Jesús. Éste es un aspecto fundamental. La Transfiguración de Jesús se sitúa siempre en el anuncio de la Pasión, como para mostrar quién es el que va a morir, y se hace siempre referencia a la Resurrección. La Transfiguración por tanto da el sentido de la muerte y es anuncio de la Resurrección.
Nuestra cultura y nuestra curiosidad occidentales nos llevan a preguntar ante todo qué sucedió, si se trata de un hecho comprobable por los ojos y los oídos, como lo será la crucifixión por ejemplo. Y sin embargo, tenemos que leer la Biblia entera, y los evangelios, tal como son, no como a nosotros nos gustaría que fueran. Lo "histórico" y lo "real" para nosotros son lo mismo. Para la Biblia, no. Lo "histórico" apenas tiene importancia, salvo porque ahí se puede manifestar lo real, lo que sucede sin que los ojos lo vean. El texto nos está mostrando "la realidad de Jesús", tal como la captan Pedro, Santiago y Juan, que son los tres jefes más importantes de la comunidad de Jerusalén después de la Resurrección. Jesús es "el Hijo amado, el predilecto". Y debemos recordar que ellos no “entendieron” a Jesús hasta después de la experiencia Pascual, que es cuando se escribe el relato. Por tanto, lo que sucedió está interpretado por la fe. Esto es lo que muestran todos los símbolos acumulados en el texto: elmonte, lugar de la manifestación de Dios, como el Sinaí: la manifestación de su condición por el resplandor de su rostro y sus vestidos: Moisés y Elías, los dos personajes que experimentaron a Dios en la cumbre del Sinaí, el fundador del Pueblo y el primer Profeta: la vozdel Señor, manifestada desde la nube, como en el monte Sinaí. Es un texto formidablemente simbólico: todo el Antiguo Testamento confluye en él. Nos recuerda bastante al relato del bautismo de Jesús, en el que también se interpreta el suceso desde la fe, usando símbolos muy parecidos. El sentido del texto es doble: por una parte, muestra "lo que hay en Jesús". En Jesús hay mucho más de lo que se ve. En él está el Espíritu, el mismo de los Profetas, el mismo de Moisés, que le hace Hijo Predilecto. Por eso, hay que escucharle. Por otra parte, está mostrando lo que hay dentro de lo que nosotros llamamos la realidad: el mundo de lo divino, que no es visible, pero es lo más importante de lo real. Con este texto entendemos que la muerte de Jesús es su paso a la Realidad definitiva, su salida de esta realidad provisional, de esta tierra. Y la resurrección muestra la realidad definitiva de Jesús, después de triunfar de la muerte y de la condición humana que nosotros conocemos. C A N T O D E Z A C A R I A S Sustituimos el Salmo Responsorial (Salmo 33) por el Cántico de Zacarías, dando gracias a Dios porque llega la Luz, como estaba prometido, para liberarnos de la muerte. Se presenta a Jesús como regalo de Dios; Dios regala una fuerza de salvación, un libertador, cumbre de todo lo prometido antes. Juan Bautista, el pequeño que acaba de nacer, es el anuncio del Sol Naciente, Jesús. Bendito sea el señor, Dios de Israel porque ha visitado y liberado a su pueblo y nos ha regalado un poder de salvación en la casa de David, su servidor como lo había anunciado, desde tiempos antiguos por la boca de sus santos profetas para salvarnos de nuestros enemigos y del poder de todos los que nos odian. Así muestra su amor a nuestros padres así se acuerda de su Alianza Santa del juramento que ha jurado a Abraham nuestro padre de concedernos que, sin temor, liberados del poder de nuestros enemigos le sirvamos en santidad y justicia ante sus ojos, a lo largo de todos nuestros días. Y tú, pequeño, serás llamado Profeta del Altísimo porque precederás al Señor para prepararle el camino para dar a su pueblo conocimiento de la salvación por el perdón de los pecados, obra de la misericordiosa ternura de nuestro Dios que nos traerá de lo alto la visita del sol naciente para iluminar a los que andan en tinieblas a la sombra de la muerte, para guiar nuestros pasos por el camino del paz. |
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