Desde distintas posiciones religiosas o ideológicas se hacen variados balances de la consagración del templo de la Sagrada Familia por Benedicto XVI. Vaya también la mía, una de tantas. Lo primero es la maravilla del edificio, muy bien mostrado al mundo, desde todos los ángulos posibles, por la transmisión televisiva. Un buen fotógrafo, o un buen cámara, nos enseña a mirar y nos descubre aspectos a primera vista desapercibidos, y esto es lo que hizo TV3.
Nos permitió admirar a Antoni Gaudí en tres dimensiones: el arquitecto revolucionario, el artista genial y el místico cristiano (no apareció, porque no era el caso, el nacionalista catalán, que cuando Alfonso XIII visitó las obras le habló en catalán, y que en cierta ocasión fue detenido por catalanista). Rompió con el criterio entonces generalizado de que la arquitectura sagrada tenía que ser neogótica, con nostalgia de la cristiandad medieval y mentalidad contrarrevolucionaria, neocon avant la lettre. Imbuido ya entonces de la espiritualidad litúrgica, en vez de las capillas con sus retablos e imágenes, reservó todo el interior para el crucifijo y el altar, ypuso los santos y las frases religiosas para el exterior, de cara al mundo. Carod Rovira (¡Carod Rovira!) ha dicho que este Papa alemán ha hecho por el catalán más que todos los presidentes españoles. No era de esperar que Benedicto XVI nos proclamara la independencia, pero ha dado urbi et orbi carta de naturaleza a la lengua catalana, que es el alma de Cataluña. El programa lingüístico trilingüe (latín, lengua oficial del Papa; catalán, lengua del lugar; castellano, lengua de muchos barceloneses y de la gran mayoría de los que seguirían el acto por la televisión) ha sido razonable. En cuanto a la reacción pública, es evidente que la ciudadanía no se volcó masivamente en la acogida como ocurrió, por ejemplo, con el Congreso Eucarístico de 1952. Barcelona no es hoy una ciudad plebiscitariamente católica, y esto hay que tenerlo presente para una normal convivencia. Los catalanes, no creyentes pueden sentirse orgullosos de la Sagrada Familia, y muchos debieron seguir con vivo interés la visita televisiva al edificio, pero no “comulgaron”. Hubo, en un extremo, ciertas manifestaciones de protesta muy minoritarias pero llamativas, y en el extremo opuesto unos grupos más papistas que el Papa, chillones y claramente forasteros, la legión extranjera de la ultra derecha político-religiosa. En el centro una multitud considerable, en el interior del templo y en sus aledaños, que recibió al Papa y siguió el acto religioso devotamente, de modo cálido pero no histérico.Fue una con-celebración del pueblo de Dios, que participó siempre activamente pero sobre todo con tres cantos: el Gloria, el credo (según el texto tradicional catalán, de la “Iglesia santa, católica, apostólica y romana” y la vibrante música de Romeu, bien sabida de todos los fieles catalanes, que retumba en todas las grandes concentraciones religiosas), y al final el Virolai, el himno de la Virgen de Montserrat, archisabido de todos los catalanes. He aludido antes al Congreso Eucarístico de 1952. Entonces el obispo Modrego, que no era político ni sociólogo pero tenía gran sensibilidad humana y social, quiso que aquel evento religioso dejara un recuerdo positivo y lanzó las “Viviendas del Congreso”, que no fueron una simple visita a unos pobres, sino una obra urbanística de gran envergadura. También Gaudí tenía sensibilidad social: remuneraba generosamente a sus obreros y se preocupaba por sus hijos y los de los vecinos, para los que montó una escuela. Vivimos ahora momentos de crisis económica, que recae sobre los más débiles. Cáritas diocesana y de las parroquias y otras obras sociales se encuentran con que las aportaciones recibidas han disminuido, y en cambio las peticiones angustiosas de incontables familias necesitadas se han multiplicado. Me hubiera gustado que, con ocasión de la dedicación del templo de la Sagrada Familia, y como colofón práctico de la doctrina que expuso el Papa sobre la familia (que personalmente aplaudo), se hiciera una colecta, no simbólica sino sustanciosa, que permitiera a Cáritas y demás entidades benéficas socorrer a tantas familias, católicas o no católicas, naturales o no tan naturales, que para nosotros han de ser también sagradas. Una colecta que debería encabezar generosamente el organismo gestor del Templo de la Sagrada Familia, que no esconde que obtiene ingentes ingresos de los visitantes, y que sin duda los verá incrementados a raíz de la publicidad que le ha prestado la consagración.Gaudí quiso un templo expiatorio, pero ahora parece más bien un templo recaudatorio. Lo sugiere la decisión de que sólo se celebre allí la misa en ocasiones excepcionales.
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El texto se sitúa en la última semana de Jesús, en Jerusalén y en el Templo, donde se produce la última predicación de Jesús, continuamente hostigado por los Fariseos, Doctores y Sacerdotes.
Es llamativa y significativa la semejanza de los Sinópticos en estos relatos. Los exponemos esquemáticamente a continuación. Los tres evangelistas presentan el mismo relato, y los tres en el mismo contexto: MARCOS 11 y ss.MATEO 21 y ss.LUCAS 19,28 y ss. Entrada mesiánica en JerusalénEntrada mesiánica en JerusalénEntrada mesiánica en Jerusalén Enseña en el TemploLa higuera estérilLa Higuera estéril Ataque de Sacerdotes y ancianosAtaque de sacerdotes y ancianosAtaque del SanedrínParábola de los dos hijos Parábola de viñadores homicidas Parábola de viñadores homicidasParábola de viñadores homicidasParábola del festín nupcial El tributo al CésarEl tributo al CésarEl tributo al CésarLa resurrección (saduceos)La resurrección (saduceos )La resurrección (saduceos)El Mayor MandamientoEl mayor Mandamiento Contraataque de JesúsContraataque de JesúsContraataque de JesúsInvectivas contra los escribasInvectivas contra los escribas Invectivas contra los escribasEl óbolo de la viuda El óbolo de la viudaLamentación por Jerusalén Anuncio destrucción del TemploAnuncio destrucción del Templo.Anuncio destrucción del Templo Nuestro texto de hoy se inscribe por tanto en un contexto polémico: "La última y definitiva" polémica de Jesús con las autoridades político-religiosas. Después de esto, viene el complot para prender a Jesús y los relatos de la Pasión. Ya ha se han dado los enfrentamientos de Jesús con los fariseos (el tributo al César). Ahora viene el ataque de los saduceos. Los saduceos son ante todo miembros de la aristocracia sacerdotal, y forman una corriente tanto religiosa como política. Dominan el Sanedrín y entre ellos se elige al Sumo Sacerdote. Defienden una conducta más libre y mundana que los fariseos, y están abiertos a colaborar con los poderes extranjeros. En su teología no entra la inmortalidad. Por eso, el caso que presentan es un tanto cínico. Jesús lo advierte y (como tantas veces) no contesta directamente a lo que le preguntan sino a lo esencial, a lo que deberían haber preguntado. Cuando los saduceos se retiren, atacarán los escribas (el primer mandamiento). Los escribas son los "sabios", los doctores, encargados de la custodia, interpretación y enseñanza de "La Ley". Suelen ejercer su función en la Sinagoga o en el Templo. Haciendo un paralelo con nuestro tiempo, se les podría llamar "los teólogos" de la época. En ambos casos, se propone a Jesús una prueba. En varios lugares del evangelio aparece la expresión "para tentarle". Los "Sabios" de Israel o bien intentan desprestigiarle ante el pueblo, o bien comprobar simplemente su sabiduría. Jesús se muestra invencible, incluso bajando al terreno de la increíble casuística rabínica a que dan lugar los innumerable preceptos de la Ley. La prueba es, en este caso, sobre quisicosas legales. Otras veces en cambio las preguntas afectan a la esencia de la Ley. En el caso presente, Jesús no entra en el tema. Dice, casi expresamente, que "el cielo es otra cosa". Es importante tener en cuenta que, en este y otros casos, Jesús emplea la terminología, los conceptos y creencias habituales en el mundo que le rodea, sin que esto signifique que los avale. (Así, en las nociones de "premio-castigo", "el fin de los tiempos"... y otros muchos). Para un lector poco informado puede resultar complicado distinguir entre el mensaje de Jesús y su utilización de los conceptos y modos acostumbrados en su entorno. Pero es, naturalmente, el conjunto del mensaje de Jesús el que define el valor y la importancia de cada afirmación concreta. (Aplicable igualmente al diverso valor de cada parte del A.T.) Jesús se muestra invencible en lo dialéctico, en el terreno preferido de sus adversarios: la casuística acerca de la Ley. Es sorprendente que los doctores y los sacerdotes le llamen "Maestro", a él, el "inculto" carpintero de Nazaret (¿pura ironía malintencionada?). El tema concreto es la vida eterna, llamada "resurrección", pero, por encima de él, hay en estos capítulos un mensaje global claro y más importante: Jesús es la Nueva Ley, el Nuevo Templo. Se ha cumplido la Promesa, termina la Antigua Alianza. El que vea que su cumplimiento es Jesús entrará en lo Nuevo. A propósito de tres temas concretos, se está planteando el rechazo de Jesús por parte de los jefes del pueblo. Las tinieblas rechazarán la luz. (Y éste será tema fundamental en Marcos y en Juan). Jesús aprovecha la oportunidad que le brindan los Saduceos para entrar en el tema de fondo, la "resurrección", la vida después de la muerte, que importa mucho más que la casuística presentada. Es un ejemplo típico, y una denuncia. Aquellos hombres han invertido el sentido de la Palabra de Dios. En vez de estudiarla como un mensaje de salvación, la utilizan para su propio prestigio y para satisfacción de curiosidades intelectuales que poco o nada tienen que ver con su verdadero sentido. Utilizar la Palabra. Es una tentación ancestral de Israel: usar la Palabra para mis propios fines, para mi Ciencia, para mi Prestigio, para mi Consuelo, para sentirme Privilegiado. Utilizar la Palabra es utilizar a Dios para mis intereses. La Palabra se nos ha dado para exigirnos más que a nadie y para transformarnos en Palabra viviente, para que los hombres puedan creer. No se puede transmitir la Palabra más que siendo fieles a sus exigencias. Israel se apoderó de Dios. Y el mensaje último de estos relatos es:"El Templo será destruido", es decir, no hay "Dios-para-vosotros", no es "vuestro Dios", no "reside entre vosotros" en sentido exclusivo. Dios no está con Israel para Israel, sino para el mundo, y si Israel lo "utiliza" para sí mismo, Dios no está con Israel. "El Templo será destruido" es la mayor blasfemia que se puede decir a un Israelita que ha entendido que Dios está ahí como seguridad del pueblo. La aplicación a la Iglesia y a nuestra espiritualidad es evidente. Nosotros y la Palabra. Solemos tener dos tentaciones: 1. Inventar la Palabra. No podemos ir alegremente a la Escritura para ver qué se me ocurre. Ni jugar con la Palabra. La Escritura tiene un sentido, y en eso, en lo que dice el autor, está (o puede estar) la Palabra. No pocas veces acudimos a la lectura de la Escritura como a un libro mágico, a través de cuyas frases Dios me dirige un mensaje oportuno para el momento en que vivo. El cristiano es un "oyente de la Palabra" habitual, no ocasional, vive de la Palabra siempre, no simplemente acudiendo a ella como a un recetario para casos de emergencia. 2. Dios de vivos. No caigamos en los mismos errores que acabamos de denunciar. La Palabra de Dios no nos ha dicho "cómo" es la inmortalidad, la Resurrección, el Cielo. La misma palabra "resurrección" es engañosa: dada la evidencia de la muerte corporal, y la nebulosa de aquella cultura sobre el compuesto humano (cuerpo-mente-alma-espíritu), la palabra "resurrección” evoca una imagen física del cuerpo, nuevamente animado por el "espíritu" (el soplo de Dios), que se levanta, por la fuerza de Dios, después de morir. Son imágenes, maneras de visibilizar las creencias. Tampoco hoy tenemos ideas claras sobre el ser completo del hombre; recurrimos a Pitágoras y Platón y hablamos de cuerpo-alma, pero esto no es Palabra de Dios sino una teoría filosófica con muchos problemas, y con la ventaja de que no tenemos otra mejor. Pero lo que se nos ha comunicado es un mensaje religioso, no antropológico: "no morirás" significa que la vida humana es más que la vida visible, material, temporal. "Cómo puede ser eso", no se nos ha comunicado. Y recurrimos a los símbolos. Pablo lo define como una gestación: aún no hemos sido dados a luz. La muerte como parto, como liberación, como llegada a la Vida. Otra imagen es el Pueblo Peregrino en el desierto, que camina hacia la Patria, hacia la Casa del Padre. Y lo que importa es llegar. Todas las imágenes son buenas, aunque todas insuficientes. ("Ni ojo vio, ni oído oyó, ni naturaleza alguna puede imaginar lo que Dios reserva para sus elegidos" Romanos 8,18.) No puede concebirse siquiera la enseñanza de Jesús sin una referencia expresa a "la vida eterna". Creo que a veces se hace una lectura muy reductiva de la "escatología" de Jesús, limitándola a "la llegada inminente del fin de los tiempos". Lo que está más claramente presente en Jesús es la llegada cierta del fin del tiempo de cada persona y, como consecuencia, el valor de esta vida para La Vida. Para explicar esto hemos construido muchas imágenes, pero la mejor imagen de la relación entre esta vida y La Vida está sin duda en las "parábolas vegetales" de Jesús: la relación entre la semilla y la cosecha. Se siembra en la tierra, parece que la semilla muere, pero germina y da fruto centuplicado. Por esto, la relación entre esta vida y la otra de ninguna manera destruye el valor de esta vida. Al revés, esta vida queda revalorizada, puesto que el resultado de lo que hacemos en esta vida es definitivo, es para siempre. Pablo lo dijo muy bien: "cuando esto corruptible se revista de incorruptibilidad, y esto mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: "¿Dónde está, muerte, tu victoria...?" (1 Cor. 15,53) Todo esto tiene aplicación a la persona y a la humanidad. Sembrar vida eterna no es simplemente un tema individual; construir la humanidad aquí es sembrar la humanidad eterna. Dar de comer al hambriento, atender al que fue asaltado por ladrones... es decir, crear aquí una humanidad liberada de males no es el final, porque todo esto acaba en la muerte, pero es la siembra, que florecerá en cosecha definitiva. ¿Cómo puede ser eso? Volvamos a la fidelidad a la Palabra y al reconocimiento de que solamente sabemos lo que la Palabra nos ha dicho. "No se puede ver a Dios sin morir" significa que solamente en La Vida contemplaremos la verdad entera. En palabras de Juan: "Aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste seremos semejantes a Él, porque le veremos cara a cara" (I Jn. 3,2) Pero la esencia del mensaje es más profunda. ¿Por qué creemos en la vida más allá de la muerte? Porque creemos en Abbá. Como siempre, como todo, esta es la fuente de toda la fe. Si creemos en Jesús aceptamos, ante todo, su mensaje sobre Dios. Dios no es el ingeniero todopoderoso que crea una máquina y cuando se estropea la tira, sin más. Dios es la Madre que engendra hijos por amor y por amor trabaja por sacarlos adelante. A nuestras madres, se les mueren los hijos. A nosotros se nos mueren los padres, los amigos… porque no somos todopoderosos. Si lo fuéramos, no se nos morirían. Pero nosotros creemos en Abbá, todopoderoso. Creemos en el Amor Todopoderoso. Y al amor todopoderoso no se le mueren los hijos. Cuando recitamos el Credo decimos: “creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra”. Y no lo decimos bien, porque esto, con la mentalidad de Jesús, significa: “Creo que el Todopoderoso Creador del cielo y de la tierra es mi papá”. Nuestra fe en la vida después de la muerte es sencillamente confianza en Abbá. S A L M O 42 - 43 Un sacerdote exiliado añora el templo. Como nosotros añoramos nuestra Patria y la visión de Dios. Como suspira una cierva por las aguas vivas así suspira mi alma por Ti, mi Dios. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo ¿cuándo iré a contemplar el Rostro del Señor? No tengo otro pan que las lágrimas, de día y de noche yo que escucho decir cada día "¿dónde está tu Dios?" Yo recuerdo, y mi alma se estremece: camino hacia tu Tienda admirable, a la Casa del Señor, entre gritos de alegría y de alabanza del pueblo jubiloso. ¿Qué tienes tú, alma mía, por qué sufres, por qué gimes en el fondo de mi ser? Espera en Dios: voy a cantar su nombre, "Salvador de mi vida, Tú, Dios mío" Envíame tu gracia, Señor, durante el día; que mi alma, en la noche, cante al Dios de la Vida. Porque Tú eres mi Dios, Refugio mío, no te olvides de mí, ¿por qué he de vivir en la tristeza acosado por mis enemigos? Envíame tu luz y tu verdad, y ellas sean mi guía, ellas me llevarán a tu montaña, a tu Morada Santa. Y subiré hasta el altar del Señor, del Dios de mi alegría, y cantaré, y haré sonar mi arpa, Señor, Dios mío. ¿Qué tienes tú, alma mía, por qué sufres, por qué gimes en el fondo de mi ser? Espera en Dios: voy a cantar su nombre, "Salvador de mi vida, Tú, Dios mío" Solo desde una ignorancia irresponsable puede afirmarse que en España se practica hoy un “laicismo agresivo”, o que existe una clerofobia tan radical como la que se desató en la Segunda República, entre 1931 y 1936, y en los primeros meses de la guerra incivil provocada por un golpe militar apoyado por la jerarquía católica. ¿Quién informa al Papa? Lo dicho ayer por Benedicto XVI antes de poner pie en tierra española es una impertinencia impropia de un hombre sabio. También es diplomacia hostil frente a un Estado que sigue tratando a cuerpo de rey a la Iglesia romana en España, pese a proclamarse aconfesional y laico en la Constitución de 1978.
El Papa revive el fantasma del anticlericalismo No es posible achacar la declaración de Benedicto XVI a un desliz. El Papa lanzó esa execración en un encuentro que ya es protocolario en los viajes del Pontífice romano, cuando se reúne con los periodistas que vienen en el mismo avión para responder a preguntas pactadas. Se supone, por tanto, que Benedicto XVI cree que, efectivamente, los actuales gobernantes son unos comecuras, como suele decir la extrema derecha, y que España vive sumida en el clericalismo desordenado que en el pasado asesinó a clérigos y quemó Iglesias (enfrente, otros españoles, igualmente criminales, ejercían la misma violencia en nombre de una belicosa Iglesia que se decía perseguida). La realidad es hoy tan clamorosamente distinta que hasta el Papa debe saberlo. Pocos Gobiernos han tratado mejor que éste a la Iglesia romana, desde la muerte de Franco y la cancelación del repugnante nacionalcatolicismo que sirvió de sostén durante décadas al brutal dictador. La España del siglo XXI no ha cancelado ni uno solo de los privilegios eclesiásticos, entre otros una situación de paraíso fiscal absoluto, con la excepción del IVA. Peor: solo el Gobierno Zapatero ha cedido a una demanda episcopal desoída por los presidentes que le precedieron, fuesen de derechas, de centro o de la izquierda. Después de años de fracaso del mal llamado impuesto religioso (la idea de que cada religión se financie con donaciones de los fieles), el Ejecutivo socialista elevó en 2007 a definitivo el generoso sistema de financiación pública a la Iglesia católica, e incluso incrementó un 34% la cuota del IRPF que Hacienda entrega a los obispos por las declaraciones de los fieles que lo deseen. El resumen es confesional: el Estado financia actividades católicas con no menos de 6.000 millones de euros cada año (colegios, clases de religión, capellanías, reconstrucción de templos, salarios de obispos…). ¿Es eso laicismo agresivo, o anticlericalismo amenazador? Haría bien el Papa si pregunta a sus pastores por qué el pueblo no les hace caso, salvo una minoría, y sobre las causas de la creciente descristianización. Millones de dólares en Ayuda material y monetaria, no llegaron nunca a la población que vio como
ni el gobierno, ni la ONU, ni la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH) han hecho nada por el pueblo Haitiano, excepto entorpecer la labor de médicos cubanos y de médicos sin frontera y reprimir e incluso se asesino a jovencito por parte de tropas de la MINUSTAH*, el papel de las tropas extranjera ha sido lamentable, en realidad han sido el brazo largo de Estados Unidos que parecen querer custodiar, el petróleo que hay Haití y si es posible, exterminar a la población, porque ha hecho todo para hacerlo… Han entorpecido y redireccionado las ayudas, nadie ha movido un dedo, para ayudar evitar la situaciones como esta del cólera, reubicación de la población, acceso al agua potable, creación de un sistema sanitario, la construcción de casas es tan importante como la del un sistema de saneamiento, o la necesidad de abundantes usinas potabilizadoras… , la creación de un programa sostenible de recolección y eliminación de residuos y las medidas profilácticas, la necesidad de proveer de agua potable, comida, casa y saneamiento se vuelve desesperante en un Haití, en el que la comunidad internacional lo único que ha ofrecido son tropas de ocupación… Pero lo del Estado Haitiano es incalificable, podríamos ante este brote de cólera, de hablar de genocidio, no sólo el abandono al que somete al pueblo Haitiano, sino la corrupción generalizada de la policía de Préval, esta desalojando a personas que no tiene el titulo de propiedad, debido entre otros problemas a que el terremoto del 12 afecto a la oficina que anota los títulos y según confirmo la directora del Centro Legal y de Políticas para Responder a Desastres, Kathleen Bergin, ya se ha desalojado a 30.000 mil personas, sin ordenes judiciales y otras 140.000 “sic” enfrentan amenazas inminentes (obviamente de desalojo), para dar posesión a otros dueños, que ni tienen títulos, ni han justificado legalmente ser dueños (seguramente la policía acicateada por algún incentivo económico- de quienes previsiblemente tienen mayor poder económico que los desalojados), por su número, se puede calificar a esta felonía de desplazamiento, de los sectores más pobres, hacia la calle, mientras otros con mejor situación económica ocupa sus casas…** Mientras en los 400 campamento, 1.300.000 seres humanos son abandonados a su suerte, ante la situación terrible que según se califico por parte de una organización de derechos humanos en audiencia publica de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) es de “se encuentran en situación casi de bestialidad”… **Ante esta situación el abogado Mario,Joseph miembros de la oficina de abogados internacionales, adelanto que solicitará a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) medidas cautelares que protejan la vida y la integridad física y la vida de un millón trescientos mil haitianos… Hace falta que la comunidad internacional, coordine con las organizaciones y los movimientos populares de los Haitianos y de derechos humanos Internacionales, una ayuda ordenada y que no pase por las manos del gobierno Haitiano, ni del FMI y los organismos multilaterales de crédito, ni por Washington, y haga una coordinada y sostenida operación de ayuda, con objetivos de corto y mediano plazo, que sea un amplio y generoso esfuerzo, por ayudar al pueblo de Haití, a obtener una calidad de vida más humana… Sin prescindir de las organizaciones realmente representativas del pueblo Haitiano… Se vuelve imprescindible que la comunidad internacional no caiga en la que la decidía…o la indiferencia, ya se ha anunciado la movilización de recursos desde la UNASUR, estamos seguros que Cuba, sostendrá su actual esfuerzo y procurara hacer más, las USINAS POTABILIZADORAS (UPA) de Uruguay, pueden ser un inestimable aporte… Esta situación que estruja el corazón de todas las personas humanas del orbe, debe tener la solidaridad de todos, pero canalizada a través de canales que realmente lleguen al pueblo, porque este no es un Grito, ES UN AULLIDO DE DIOS… Porque este brote de cólera era previsible, tiene complicidades de los poderosos, del gobierno de Préval, de Washington, que sometieron al abono total al pueblo de esa castigada isla…las de quienes han permitido que esto pase al redireccionaron las ayudas, o quienes directamente las hicieron desaparecer. Es necesario que la ONU y Washington piensen en los miles y miles de HAITIANOS, que necesitan hoy la solidaridad de todos…Y que un primer gran paso es que Naciones Unidas y Washington, le saquen la pata de arriba y permitan que las organizaciones y los países que realmente quieren ayudar a Haití, actúen, de lo contrario tendrán la manos manchadas con la sangre del pueblo Haitiano… Hace unos días, el 1 de Noviembre, celebramos la fiesta de Todos los santos en el calendario cristiano. Podía ser cualquier día de cualquier mes del año, podía ser todos los días, pero es bueno que cada cosa tenga su día propio, su lugar especial, su rito particular, para que todo se vuelva único y sagrado. Todo es en realidad único y sagrado, pero somos inconscientes y los ritos nos despiertan; vivimos tristes y los ritos nos alegran. Necesitamos los ritos para saber qué somos o, simplemente, saber que somos y cobrar aliento. ¡Benditos sean los días marcados en nuestros calendarios de rojo, verde o azul y también de gris!
El 1 de Noviembre no lo inventamos los cristianos. Nunca inventamos nada, aunque la vida no cesa de inventar. Ponemos nombres a lo que es desde siempre y siempre se está recreando, y nos sumergimos en el curso misterioso de la vida recordando mitos y ejecutando ritos. Los celtas, antes que los cristianos, celebraban el 1 de Noviembre: el fin del verano y el comienzo del Año, la gratitud por las cosechas y la esperanza de la semilla hundida en el seno de la madre tierra. También los romanos, a comienzos de Noviembre, honraban a Pomona, la fecunda diosa de las frutas, los jardines y los huertos. Y mucho antes, hace 3000 años por lo menos, los habitantes de México y Centroamérica veneraban en las mismas fechas la memoria de sus muertos, mientras el sol decaía para luego ascender otra vez. Los cristianos celebramos a todos los santos, honramos la santidad universal sin fronteras que sostiene al mundo en pie. No interesan las canonizaciones, que responden más a los cánones de los que canonizan que a la vida de los canonizados. Tampoco interesan los “milagros” en cuanto “intervenciones sobrenaturales de Dios”, pues esa idea responde a una física mecanicista del siglo XIX hoy obsoleta y a la imagen de un Dios exterior, intervencionista y arbitrario que ya no es creíble. Celebramos a todos los santos y recordamos con cariño, a veces aún doliente, a todos los difuntos. Todos son santos y están en el corazón del mundo y “en el cielo”, pues son plenamente en Dios. Están sin excepción en la Memoria, la Entraña, el Consuelo de Dios. En la eterna Compasión que regenera. En la Gran Comunión de los santos que es Dios, ¡bendito sea! Todos los difuntos son santos, porque viven en la Vida Eterna que alienta en el corazón del tiempo. El infierno eterno –horrible invención humana– no puede existir para nadie, porque el Eterno sólo es bendición. Si hubiera infierno para alguien, Dios sería eternamente desdichado, al igual que una madre sería infinitamente desdichada viendo cómo sufre tortura cualquiera de sus hijas o hijos, aunque fuera un criminal. Y si de ella dependiera, ella siempre excusaría: “Mi hijo no tiene la culpa. No supo lo que hacía. ¡Liberad a mi hijo en nombre de Dios!”. Y si con su sola mirada pudiera, ella siempre acabaría liberándole a su hijo y haciéndole bueno, haciéndole libre y bueno, porque ambas cosas son inseparables y no se han de separar. Si Dios es –sí, Dios ES en la belleza y la compasión–, no puede existir ningún infierno fuera del infierno al que nos condenamos unos a otros en este mundo. Si Dios ES, eso que hemos llamado “purgatorio” –¿cuándo lo purgaremos e inventaremos otro nombre?– no puede tener nada que ver con sufragios, indulgencias y misas por los difuntos. Si Dios ES, el “purgatorio” no puede ser sino la eterna posibilidad presente de liberación, de ser por fin libres como Dios para querer y hacer sólo el bien, también más allá de la muerte. Nadie haría el mal si fuera realmente libre como Dios, y deseara solo el bien y nada le impidiera hacer lo que desea. Hacemos daño porque aún no somos libres. Eso lo sabe toda madre mirando a su hijo que hace daño, y lo supo también Pablo mirándose a sí mismo, cuando escribió: “No acabo de comprender mi conducta, pues no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero” (Rm 7,19). Seremos plenamente libres cuando sólo queramos el bien y podamos hacerlo. Dios solo puede querer y hacer el bien, y por eso es bueno y libre y bienaventurado, tres veces santo. Creo que todos los difuntos, más allá de nuestro tiempo, “han llegado ya” a ser libres como Dios, santos como Dios. La santidad de Dios es la vocación universal de todos los seres, cada uno a su manera, aunque los seres humanos sólo podemos hablar a la manera humana. A la manera humana está escrito: “Sed santos, porque yo soy santo” (Lv 11,45). Y también: “Sed perfectos como vuestro Padre/Madre celestial es perfecto/a” (Mt 5,48). Y también: “Sed misericordiosos, como vuestro Padre/Madre celestial es misericordioso/a” (Lc 6,36). Ser santo significa ser perfecto, como traduce Mateo, y ser perfecto significa ser misericordioso, como traduce Lucas. Cuando solo deseemos ser misericordiosos y solo nos haga dichosos el serlo, entonces seremos santos como Dios. Dios es la posibilidad universal de la santidad, de la libertad para el bien y la misericordia. Dios, se le llame como se llame, ES la gracia que desborda, la bondad que se derrama, el perfume que se expande, la fuente que mana y corre en todos los seres aun de noche, transformándolo todo sin hacerse notar. Dios, más allá de todo nombre, es la Vida digna de este nombre. Es la Santidad o la Salud o la Salvación, la indemnidad sagrada de la vida en su libre expresión, la comunión plena y dichosa de todos los seres. Nuestra vocación es la santidad de la Vida más allá de todo sistema moral, más allá de toda creencia, más allá de toda religión, porque fuera de la Iglesia hay salvación o santidad. Más aun. La santidad o la indemnidad de la Vida es nuestra verdad más íntima y universal. Somos santos. No somos santos porque seamos intachables, sino simplemente porque somos, y vivimos y nos movemos y somos siempre en Dios y Dios en nosotros, también cuando nos sentimos mediocres e incluso fracasados. Somos un tesoro en vasijas de barro en formación, y Dios es el paciente alfarero en la sombra más profunda de nuestro barro. “Dios hace todo lo que hace el santo” (A. Silesius), pero también a la inversa: es el santo el que hace a Dios en este mundo, el que hace que este mundo sea indemne, santo, salvo. Dios nos hace desde nosotros mismos y se hace a sí mismo en nosotros y en todos los seres. ¿Y tanto daño como hay? La santidad consiste en aliviarlo. Aún no hemos hallado nuestra forma última, no hemos realizado nuestro ser verdadero, pero hacia ese horizonte caminamos en la santa comunión de todo cuanto es. ¿Y qué es la muerte, esa turbadora hermana de la vida? Creo que, al celebrar el 1 de Noviembre, todas las culturas y religiones, cada una a su manera, han intuido lo que no se puede decir, lo que solo con infinito recato podemos decir: que la muerte es paso, eclosión, nacimiento; que en ella entramos en ese proceso definitivo de liberación, de transformación, de acceso a la Plenitud de la Vida, la Comunión de los santos, la Santidad de Dios, tan universal como el Espíritu Santo que habita en todos los seres. José Arregi Para orar Más allá de la noche que me cubre negra como el abismo insondable, doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma invicta. En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado ni he pestañeado. Sometido a los golpes del destino mi cabeza está ensangrentada, pero erguida. Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el Horror de la Sombra, la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo. No importa cuán estrecho sea el portal, cuán cargada de castigos la sentencia, soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma”. (Poema que le ayudó a Nelson Mandela a mantenerse, en la película Invictus) Contexto de la crisis sanitaria:
En lo que se supone una lucha larvada por el poder, en la que Preval pretende quedarse con el mismo, existe un precario proyecto de elecciones que la epidemia pone en riesgo, con las consecuencias de las pequeñas guerras intestinas políticas que ello implica, juicioso sería entonces que el envío de fuerzas dominicanas a Haití, sea desestimado de modo definitivo. Un ensayo de cólera de occidente al oriente insular Me he preguntado en la ignorancia que tengo sobre el tema de pandemias y epidemias lo siguiente: A) Cuando una población emigra a otro lugar, no en plan de circular cada cierto tiempo, sino en plan de asentamiento, ¿qué se sede hacer para crear controles contra epidemias? B) ¿Lo correcto no es crear cinturones de control sanitario en esos lugares donde los asentamientos de esos inmigrantes son notorios?.. Caso Bávaro en especial, donde la población haitiana desempleada dobla a la población dominicana de origen. C) ¿Estoy equivocado cuando pienso que una población de más de 600.000 emigrantes, sin medios sanos de vida, hacinados, podrían repetir las mismas condiciones que han hecho posible el cólera en Puerto Príncipe? El estado dominicano, maniatado por intereses significantes, ha pretendido darle a la crisis de relación Dominico-Haitiana, un carácter de humanitarismo confuso y demagogo, perdiendo de vista que aquel hervidero volcánico de tragedias, en el caso de la situación sanitaria, podría afectarnos en un abrir y cerrar de ojos, creando en el país un sálvese quien pueda. El otro tema es el de la transparencia mediática: cuando en situaciones extremas se habla mentira, nunca se orienta, se crea un mayor Caos, ¿qué garantía tiene la población dominicana de que las informaciones oficiales sean correctas y bien intencionadas, cuando los antecedentes con temas internos de salud han sido de total catástrofe? Esta amenaza del cólera, actualmente debe servir como tubo de ensayo de una situación de emergencia que vivimos a diario sin saber que la vivimos, porque no habría que ser muy bruto para intuir que una vez pasada la moda humanitaria funeraria en Haití (paseítos para retratos de ocasiones, incluyendo niños escuálidos y negros, para mayor evidencia del paso por Haití), muchas enfermerías ambulatorias ya fueron desmontadas como si lo peor de la crisis en aquel país hubiese pasado, cuando es evidente que el drama no hace más que comenzar. Las ilusiones peligrosas de una gestión de crisis en plan solidario Manejar como bueno y válido todos los signos oficiales que hemos visto en relación con Haití, son el fruto de una mente ausente de la realidad nacional: para los haitianos en su situación, que quede claro esto de una vez por todas, los dominicanos nunca harán lo suficiente y el drama del rechazo histórico nunca amainara, según circunstancias internas del lado Occidental de la isla. Nuestro desborde humanitario, no es suficiente para calmar las diferencias históricas En este sentido, toda la política oficial con respecto al manejo de la situación es insostenible, porque carece de visión y de doctrina nacional avenida, compartida con un principio realista de solidaridad cuyo fin último sea mantener en pie la integridad de la nación dominicana. La no formulación de un doctrina clara a la luz de la actualidad y sus consecuencias inmediatas, coloca la solidaridad del gobierno en un limbo sin objetivos, porque sería de miopes negar que el valor de nuestro gesto de solidaridad, su valor intrínseco al margen de nuestra sensibilidad humanitaria como pueblo, que existe, es nuestra sobrevivencia como nación, quien no lo observe está en la luna. El cúmulo de odio y miserias humanas, la necesidad de encontrar un culpable propicio ante tanto dolor, el juego falso de la historia esgrimido por intelectuales y políticos de turnos, hacen de la realidad haitiana y dominicana un abismo amplio con piso falso: porque para los de allí adentro es más fácil y práctico mirar a la República Dominicana, pese a sus índices de miserias y marginalidades internas , como el causante esencial de todos sus males, en vez de volver a replantear su propia visión de la historia sin el lastre de la nostalgia gangrenada, para mirar otro futuro. No entender esta situación implicaría ahora no entender lo que sucede en este momento: porque en el caso actual de Haití, inspira, aunque de modo fácil banal, pensar que el enemigo principal viene de fuera y está ahí al lado. El gobierno dominicano daría la impresión de que no lo tiene claro dejando abierto el camino para todos los que quieran especular en materia de agenda escondida, cuando justamente este tema, mientras más transparente se trate para fines de adopción de medidas de prevención para la población dominicana, más saludable será. LA REPUBLICA DOMINICANA: SUS ETERNOS CONATOS DE EMERGENCIA DESDE EL 12 DE ENERO, 2010 Desde hace mucho tiempo la antropóloga Amanda Castillo ha hecho observaciones atendibles sobre la transformación del país en relación con los flujos migratorios haitianos y la indiscutible transformación de la vida cotidiana en el campo y la ciudad. Tengo la profunda convicción de que más allá de mirar la tragedia como una oportunidad para un juego humanitario que mostrara al mundo el entendimiento entre las dos naciones, una con estado y la otra sin él, nuestro sector oficial no se planteado una estrategia valida con respecto al tema que implique desde lo humanitario, lo bilateral bien entendido, las estrategias de inteligencia interna y una visión del tema fronterizo como acto preventivo a toda barbarie, que por circunstancias nos lleve al pasado Trujillista. Lo que hemos visto es un juego de contrapoder binacional, peligroso para una estabilidad decorosa de la República Dominicana y su estado. LA REPRESENTATIVIDAD DE RENE PREVAL: EXISTENCIA DE UN NO ESTADO SEGUN CIRCUNSTANCIAS… René Preval, que no ha sabido ser líder ni estar a tono con el momento, ha encontrado en la República Dominicana una legitimización de su resquebrajado poder, lo que desde el punto de vista mediático le ha otorgado el control simbólico de la situación, pero que en términos generales no ha sabido ser el líder carismático que una situación como la que vive su país requiere, primando en él las maniobras políticas para intentar quedarse en el poder, antes que buscar una fórmula que evite las reyertas intestinas que debiliten ante la tragedia de su país la unidad y la fuerza determinada para salir de aquella situación. Pero no deja de ser curioso un comportamiento interesante: en René Preval hay dos discursos: el de un presidente de un país con crisis humanitaria y que viaja a los foros como representante de un Estado y por otro lado ante la República Dominicana, el estilo de un manejo en el que el territorio es uniforme y el Estado Dominicano debe hacer concesiones al margen de su investidura, obviamente eso no es culpa de Preval en apuros… El estado dominicano no debe caer en la tentación de jugar al arbitrio solapado en la crisis coyuntural de Haití, su rol esencial debe ser seguir insistiendo en los foros internacionales sobre la necesidad real de una ayuda que materialmente la República Dominicana no puede otorgar, porque como país receptor de flujos migratorios con vocación de asentamiento, ni es España, ni es USA, y mucho menos Francia, naciones post industriales que aún con recursos quieren ordenar en base a sus leyes el tema migratorio. En ese sentido la relación con René Preval debe tener siempre el sesgo de lo transitorio, que es una forma de respeto e la evolución interna de la complicada situación política haitiana. Vivir en estado de emergencia para siempre ¿?… Si antes del 12 de enero las querellas de las relaciones Dominico-Haitianas se limitaban a la congelación de la famosa Comisión Mixta, las escaramuzas fronterizas, los reclamos de indocumentación (con los dramáticos casos de usurpación de identidades compradas en los organismos correspondientes, en el lógico proceso de la comunicación de los nombres haitianos etc.), ahora ya no se trata de eso de modo particular hay una situación nueva y estratégica que poco a poco muestra su rostro trágico y para la cual no tenemos respuesta sanitaria inmediata en la frontera, heredando el Estado Dominicano de paso, según las circunstancias, responsabilidades de alto riesgo. En este proceso de distracción humanitaria, daría la impresión hacia el exterior que la agenda social dominicana, postergada y mal cumplida por la clase política local, no existe, o lo que es más dramático: Haití nos envía parte de su propia agenda social como prioritaria en territorio nacional. En otras palabras, demasiadas “confusiones” en los roles del Estado Dominicano en esta crisis con Haití, dejan al desnudo la improvisación y la no existencia quizás de un plan estratégico a corto o largo plazo para enfrentar lo que la crisis del cólera del mes de octubre convierte en una emergencia permanente, porque para la República Dominicana, la crisis del cólera es apenas un ensayo de otras crisis en camino, mientras las soluciones sanitarias masivas no tengan lugar allí, mientras las condiciones de vida de los damnificados siga siendo la que es ante las narices y las manos lenta de los organismos internacionales, hay un largo cordón trágico que visiblemente nos une y nos condena. (CFE). Este artículo critica el silencio histórico y mediático que existe en España sobre el genocidio de las poblaciones indígenas del centro y sur de las Américas realizada por los conquistadores, cuyas hazañas han sido celebradas en las festividades del día de la Hispanidad, el 12 de octubre. El artículo señala que tal como ha hecho el Congreso de EEUU, las Cortes Españolas deberían pedir perdón a los pueblos indígenas por la masacre que realizaron en su supuesta acción civilizadora.
En el mes de octubre se han celebrado muchos actos en España en conmemoración del descubrimiento de América por Cristóbal Colón. El 12 de octubre de 1492, Colón llegó al continente al que más tarde se llamó América. Había dejado las Islas Canarias 33 días antes y al llegar al nuevo continente creyó haber alcanzado Asia, el continente deseado, que era inaccesible en aquel entonces desde el oeste de España. Se podía acceder a Asia a través del Medio Oriente, tal como había hecho Marco Polo 200 años antes. Pero Turquía había conquistado Constantinopla y el Mediterráneo del este, por lo que resultaba imposible llegar a Asia por tierra. Los portugueses habían abierto la vía para llegar a Asia por mar, bordeando África por el cabo de Buena Esperanza. Colón sabía que la Tierra era redonda y veía que la única manera de acceder a Asia era a través del entonces desconocido océano que se encontraba al oeste de la península. La razón de su viaje era llegar a Asia para conseguir oro y esclavos. Y la existencia de oro en las islas que encontró parecía confirmar lo acertado de su viaje. Pero pronto descubrió que el oro no era tan abundante como esperaba, lo que hizo que se centrara en la búsqueda de esclavos, que fueron los indios arawak, quienes recibieron a Colón con los brazos abiertos hasta que descubrieron sus intenciones. Más tarde, los arawak se rebelaron y mataron a los españoles que Colón había dejado en un fuerte militar cuando este volvía a España para mostrar el oro y los esclavos con los que pensaba que los Reyes Católicos (siguiendo la promesa que le habían hecho) le darían el 10% de las riquezas traídas junto con el título de gobernador de las nuevas tierras y almirante de los Océanos. Colón convenció a los Reyes Católicos de que había llegado a Asia, con lo cual consiguió 17 barcos y 1.200 hombres que constituyeron la primera oleada de invasores de aquel continente en una campaña de saqueo, robo y asesinatos, que supuso uno de los genocidios conocidos más horrorosos de la historia de la humanidad. No fue intención de los conquistadores matar a las poblaciones indias nativas, sino que su intención era convertirlos en esclavos. Pero la manera de conseguirlo supuso la muerte de millones de indígenas. Lo que hizo Colón con los indios arawaks, lo hizo Cortés con los aztecas más tarde en México y Pizarro con los incas en Perú. Tanto en México como en Perú los indios recibieron a los españoles con toda cordialidad (tal como habían hecho los arawak con Colón) hasta que se dieron cuenta de las intenciones de los conquistadores, que eran las de quitarles su tierra y sus riquezas y esclavizarlos. Y, como consecuencia de la superioridad de las armas de los españoles, lo consiguieron. Tal como lo definió y documentó Bartolomé de las Casas, aquella conquista fue una auténtica masacre y genocidio de las poblaciones indígenas que existían en aquel continente. Sus datos han sido confirmados, uno por uno, por el profesor de Historia de la Universidad de Harvard, Samuel Eliot Morison, quien, en su libro Christopher Columbus, Mariner, escrito en 1954, utilizó por primera vez el término genocidio para definir aquella conquista. Una última observación. El Congreso de EEUU ha pedido perdón, en nombre del Gobierno federal de EEUU, por el genocidio cometido en contra de los nativos indígenas del continente norteamericano. ¿Cuándo el Parlamento español pedirá perdón a los indígenas del centro y sur de América por el genocidio realizado contra sus pueblos? Dada la mala prensa que el Gobierno boliviano, presidido por el indígena Evo Morales, tiene en España, parece que las probabilidades de que ello ocurra son mínimas. Los herederos de los conquistadores continúan aferrados a su concepción civilizadora en aquel continente –ver mi artículo “El racismo del Nacional Catolicismo”, Público, 14-01-10–. Tal genocidio, por cierto, fue continuado por los sucesores de los conquistadores que, una vez independizados de sus progenitores, continuaron la eliminación de la población indígena. La situación, sin embargo, está cambiando, y una nota de extraordinario valor es el surgimiento de movimientos basados en esta población indígena que desea recuperar su identidad y sus recursos, siendo el caso de Bolivia el más llamativo, aunque no el único. En España, las fuerzas progresistas y, muy en especial, las izquierdas, han mostrado siempre mayor sensibilidad hacia la responsabilidad que el Estado español tuvo en el genocidio realizado por el imperio español que las derechas, cuya concepción racista de la etnia española y su necesidad de purificarla ha sido una constante que ha justificado toda una serie de atrocidades frente a los grupos de la población sobre los que se imponían. De ahí que el día en que se celebraba el inicio de aquel genocidio (el 12 de octubre) se llamara el Día de la Raza, celebración que llegó al extremo durante el periodo fascista (1939-1978) que las derechas españolas ahora quieren ocultar, negando que tales hechos ocurrieron y denunciando una supuesta campaña de desprestigio llevada a cabo desde fuera de España por rojos, judíos y masones (y ahora le añaden anglosajones). Sería un indicador de madurez democrática y dignidad ética que el Estado español y la Corona pidieran perdón a las poblaciones indígenas de aquel continente. En lugar de ello, el jefe del Estado, el monarca, sucesor de los conquistadores, tuvo la osadía de pedirle en público al presidente Chávez, presidente de un Estado latinoamericano, el venezolano, que se callara. Y los medios de mayor difusión de España incluso le aplaudieron. No es de extrañar que grandes sectores indígenas de América Latina quieran distanciarse de lo que aquí, en España, se llama “la madre patria”. A la luz de tanta ignorancia y arrogancia, desean quedarse “huérfanos”. Artículo de Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 28 de octubre de 2010 Cuenta el teólogo José María Díez-Alegría en su libro Teología en broma y en serio, ilustrado con las inconfundibles viñetas de Peridis (Desclée de Brouwer, Bilbao, 1975), que Pío XII ordenó hacer excavaciones arqueológicas debajo del altar mayor de la basílica de San Pedro en el Vaticano para comprobar si se encontraba allí el sepulcro del apóstol Pedro.
Lo que descubrieron los arqueólogos fueron cinco altares colocados uno debajo de otro y más abajo el sepulcro de Pedro en un huequecito excavado en el suelo y cubierto con unas tejas. Era, dice, “un sepulcro de esclavo, sin monumento alguno, situado en la parte de la necrópolis destinada a los extranjeros. Casi la fosa común”. Pero estaba vacío y no había rastro alguno de Pedro. ¿Qué había sucedido? Con su agudo sentido del humor, Díez-Alegría avanzaba la hipótesis siguiente: cuando le pusieron cinco altares uno encima de otro y una inmensa cúpula, Pedro se sintió incómodo y se marchó. El viaje de Benedicto XVI confirma la rendición en España del poder político a la autoridad religiosa ¿Hipótesis descabellada la de Díez-Alegría? Quizá no tanto. Algo parecido había intuido ya Rafael Alberti en el poema Basílica de San Pedro, recogido en su libro Roma, peligro de caminantes, referido a una estatua de bronce, situada a la derecha de la nave central del Vaticano, que representa a Pedro con un pie ligeramente adelantado, cuyo metal está muy desgastado de tanto besarle los pies los visitantes de la basílica. He aquí el poema: “Di, Jesucristo, ¿por qué / me besan tanto los pies? / Soy San Pedro aquí sentado, / en bronce inmovilizado, / no puedo mirar de lado / ni pegar un puntapié, / pues tengo los pies gastados, / como ves. / Haz un milagro, Señor. / Déjame bajar al río, / volver a ser pescador, que es lo mío”. La anécdota de Díez-Alegría y el poema de Alberti muestran la degradación que ha sufrido el papado a lo largo de su historia. Benedicto XVI, el Papa que visita ahora Santiago de Compostela y Barcelona, nada tiene en común con Simón Pedro, el pescador del lago de Tiberíades. Tampoco sigue las rigurosas recomendaciones de Jesús de Nazaret a los apóstoles: “No cojáis nada para el camino: ni bastón , ni alforja, ni pan ni dinero, ni llevéis cada uno dos túnicas [propio de gente acomodada]. Quedaos en la casa en que os alojéis [no ser exigentes en cuanto al alojamiento] hasta que os vayáis de aquel lugar. Y en caso de que no os reciban, sacudíos el polvo de los pies. Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la buena noticia y curando en todas partes” (Lucas 9, 3-6). Pues bien, el viaje del Papa costará a los contribuyentes españoles 200.000 euros por hora, ¡qué contrasentido! Benedicto XVI llega a España en su doble función de máxima autoridad religiosa del mundo católico y de jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. Su elección fue obra de 114 “príncipes de la Iglesia”, sin consulta ni participación de la comunidad cristiana, lo que limita sobremanera su capacidad para representar a todos los católicos. Benedicto XVI ejerce su autoridad religiosa antidemocráticamente y la jefatura de Estado de la Ciudad del Vaticano con un poder absoluto superior al de los faraones egipcios, los emperadores romanos y los califas del Imperio Otomano. Así lo reconoce la Ley Fundamental (Constitución) del Vaticano, que sustituye a la de 1929 y entró en vigor en febrero de 2001, siendo el cardenal Ratzinger presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En ella se establece que “el Sumo Pontífice, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, posee la plenitud de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial”, y que tiene “en exclusiva la facultad de conceder amnistías, indultos y perdones”. Yo creo que el Vaticano como Estado y el autoritarismo papal son dos de los factores que más han contribuido al fracaso del cristianismo en su historia y que más escándalo generan entre los no creyentes, pero también entre no pocos cristianos evangélicos. Además, están en abierta oposición al Evangelio, que acusa a los jefes de las naciones de dominar al pueblo e imponer su autoridad (Marcos 10, 42-45), al tiempo que alejan, más que acercan, de la fe en Jesús de Nazaret. La desaparición del Vaticano es condición necesaria para la recuperación de la credibilidad de la Iglesia en el mundo actual. Conforme a su doble condición, Benedicto XVI se reunirá con las máximas autoridades religiosas de la Iglesia española -cardenales, arzobispos y obispos- y las máximas autoridades políticas -reyes, presidente del Gobierno, etcétera- que lo recibirán con honores de jefe de Estado y participarán en los actos religiosos en lugares destacados, creando así una confusión de planos que nos retrotrae a épocas pasadas de nuestra historia. Esas reuniones le servirán al Papa para ratificar los privilegios de los que goza la Iglesia católica: económicos, sociales, fiscales, jurídicos, educativos, sanitarios, militares, y para seguir dirigiendo la agenda religiosa del Gobierno de Rodríguez Zapatero, que se comprometió con Benedicto XVI a demorar -¿ad kalendas graecas?- la presentación a las Cortes de la nueva Ley de Libertad Religiosa y de Conciencia, que no es del agrado del Papa ni de los obispos españoles. De nuevo, el poder político rendido a la autoridad religiosa. Juan José Tamayo Acosta es secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y autor de En la frontera. Cristianismo y laicidad (Editorial Popular, 2010). La naturaleza, los bosques y los pueblos indígenas no estamos en venta.
Hermanos indígenas del mundo: Estoy profundamente preocupado porque se pretende utilizar a algunos dirigentes y grupos indígenas para promover la mercantilización de la naturaleza y en particular de los bosques a través de la creación del mecanismo REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación) y sus versiones REDD+ y REED++. Cada día desaparece en el mundo una extensión de bosques y selva equivalente a 36.000 canchas de fútbol. Cada año se pierden 13 millones de hectáreas de bosques y selva. A este ritmo, los bosques desaparecerán antes de fines de siglo. Los bosques y la selva son la mayor fuente de biodiversidad. Si continúa la deforestación, miles de especies animales y vegetales se perderán para siempre. Más de tres cuartas partes del agua dulce accesible vienen de zonas de captación en bosques, de ahí que la calidad del agua empeora cuando la condición del bosque se deteriora, Los bosques constituyen una protección ante inundaciones, erosiones y desastres naturales. Proveen bienes no maderables y maderables. Los bosques son una fuente de medicinas naturales y elementos de curación aun no descubiertos. Los bosques y la selva son los pulmones de la atmósfera. El 18% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero que se producen en el mundo son provocados por la deforestación. Es fundamental detener esta destrucción de nuestra Madre Tierra. Actualmente, en las negociaciones de cambio climático todos reconocen que es esencial evitar la deforestación y degradación de los bosques. Sin embargo, para lograrlo, algunos proponen mercantilizar los bosques con el falso argumento de que sólo se cuida y conserva aquello que tiene precio y propietario. Su propuesta es tomar en cuenta sólo una de las funciones de los bosques, que es su capacidad de absorción de dióxido de carbono, y emitir “certificados”, “bonos” o “derechos de carbono” que se comercialicen en un mercado de carbono. De esta forma, las empresas del Norte podrán optar entre hacer reducciones de emisiones en sus países o comprar “certificados REDD” en países del Sur según su conveniencia económica. Por ejemplo, si una empresa tiene que invertir 40 ó 50 dólares para reducir la emisión de una tonelada de C02 en un “país desarrollado”, preferirá comprar un “certificado REDD” por 10 ó 20 dólares en un “país en vías de desarrollo” para decir que ha cumplido con la reducción de emisiones de dicha tonelada de C02. A través de este mecanismo los países desarrollados traspasarán su obligación de reducir sus emisiones a los países en vías de desarrollo, y el Sur una vez más volverá a financiar al Norte ya que esa empresa del Norte se ahorrará mucho dinero comprando “certificados” de carbono de bosques del Sur. Pero no sólo harán trampa con sus compromisos de reducción de emisiones, sino que además darán inicio a la mercantilización de la naturaleza empezando por los bosques. Los bosques pasarán a tener precio por la cantidad de toneladas de C02 que son capaces de absorber. Los “bonos” o “derechos de carbono” que certifican esa capacidad de absorción serán vendidos y comprados como cualquier mercancía a nivel mundial. Para asegurar que nadie afecte la propiedad de los compradores de “certificados REDD” se instaurarán una serie de restricciones que acabarán afectando el derecho soberano de los países y los pueblos indígenas sobre sus bosques y las selvas. Así comenzará una nueva etapa de privatización de la naturaleza nunca antes vista que se irá extendiendo al agua, la biodiversidad y lo que ellos denominan “servicios ambientales”. Mientras nosotros afirmamos que el capitalismo es la causa del calentamiento global y de la destrucción de los bosques, la selva y la Madre Tierra, ellos buscan ahora expandir el capitalismo a la mercantilización de la naturaleza con el denominativo de “economía verde”. Para conseguir el apoyo a esta propuesta de mercantilización de la naturaleza algunas entidades financieras, gobiernos, ONGs, fundaciones, “expertos” y empresas intermediarias están ofreciendo un porcentaje de los “beneficios” de esta mercantilización de la naturaleza a los pueblos indígenas y a las comunidades que viven en los bosques nativos y la selva. La naturaleza, los bosques y los pueblos indígenas no estamos en venta. Por siglos los pueblos Indígenas hemos vivido conservando y preservando los bosques nativos y la selva. Para nosotros los bosques y la selva no son objetos, no son cosas que uno puede poner precio y privatizar. No aceptamos que se reduzca a los bosques nativos y selvas a una simple cantidad mensurable de carbono. Tampoco aceptamos que se confunda los bosques nativos con simples plantaciones de una o dos especies de árboles. Los bosques son nuestro hogar, son la casa grande donde coexisten plantas, animales, agua, suelo, aire puro y seres humanos. Es fundamental que todos los países del mundo trabajemos juntos para evitar la deforestación y degradación de los bosques y la selva. Es una obligación de los países desarrollados, y es parte de su deuda climática y ambiental, contribuir económicamente a la preservación de los bosques, pero NO a través de su mercantilización. Hay muchas formas de apoyar y financiar a los países en vías de desarrollo, a los pueblos indígenas y a las comunidades locales que contribuyen a la preservación de los bosques. Los países desarrollados gastan decenas de veces más recursos públicos en la defensa, la seguridad y las guerras que en el cambio climático. Incluso durante la crisis financiera muchos han mantenido e incrementado sus gastos militares. No es admisible que aprovechando de las necesidades de las comunidades y las ambiciones de algunos dirigentes y “expertos” indígenas se pretenda involucrar a los pueblos indígenas en la mercantilización de la naturaleza. Todo mecanismo de protección de los bosques y la selva debe garantizar los derechos y la participación indígena, pero no porque llegue a haber participación indígena en REDD podemos aceptar que se ponga precio y se negocie en un mercado mundial el carbono de los bosques y las selvas. Hermanos indígenas, no nos dejemos confundir. Hay quienes nos dicen que el mecanismo de mercado de carbono en REDD será voluntario. Es decir que el que quiere podrá vender y comprar, y el que no lo desee se podrá marginar. Nosotros no podemos aceptar que con nuestro consentimiento se cree un mecanismo en el que voluntariamente unos vendan a la Madre Tierra mientras otros miran cruzados de manos. Frente a estas visiones reduccionistas y mercantilistas de los bosques y la selva, los pueblos indígenas junto a los campesinos y movimientos sociales del mundo debemos luchar por las propuestas de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra: 1) Manejo integral de los bosques nativos y la selva tomando en cuenta no sólo su función mitigadora de emisiones de CO2 sino todas sus funciones y potencialidades evitando confundirlos con simples plantaciones. 2) Respeto a la soberanía de los países en vías de desarrollo en la gestión integral de sus bosques. 3) Pleno cumplimiento de los derechos de los pueblos indígenas establecidos en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio 169 de la OIT y otros instrumentos internacionales; reconocimiento y respeto a sus territorios; revalorización y aplicación de los conocimientos indígenas para la preservación de los bosques; participación y gestión de los bosques y la selva por los pueblos indígenas. 4) Financiamiento de los países desarrollados a los países en vías de desarrollo y a los pueblos indígenas para el manejo integral de los bosques como parte de su deuda climática y ambiental. No establecimiento de ningún mecanismo de mercado de carbono o de “incentivos” que conlleve a la mercantilización de los bosques y selva. 5) Reconocimiento de los derechos de la Madre Tierra que comprende los bosques, la selva y todos sus componentes. Para restablecer la armonía con la Madre Tierra, el camino no es ponerle precio a la naturaleza sino reconocer que no sólo los seres humanos tenemos derecho a la vida y a reproducirnos, sino que también la naturaleza tiene derecho a la vida y a regenerarse, y que sin la Madre Tierra los seres humanos no podemos vivir. Hermanos indígenas, junto a los hermanos campesinos y a los movimientos sociales del mundo, debemos movilizarnos para que las conclusiones de Cochabamba sean asumidas en Cancún y para impulsar un mecanismo de ACCIONES RELATIVAS A LOS BOSQUES basado en estos cinco principios, manteniendo siempre en alto la unidad de los pueblos indígenas y los principios de respeto a la Madre Tierra que por siglos hemos preservado y heredado de nuestros antepasados [PORTAL ALBA. Boletín Informativo NOTICIAS DEL ALBA Año VI, Número 50, 26 de octubre de 2010. Depósito Legal: ppI200603DC625 Director Responsable: Fernando Ramón Bossi www.alternativabolivariana.org / www.alianzabolivariana.org frb@emancipacion.org]. * Presidente de la República de Bolivia Benedicto XVI ha ordenado ‘tolerancia cero’ ante la pederastia. Hasta 2004, él también achacaba los escándalos a campañas de enemigos de la Iglesia. Se acabó el silencio.
El viejo y sabio cura rural de Georges Bernanos resumía los problemas de la Iglesia romana en una cuarta: la distancia que hay entre la bragueta y el bolsillo. Se refería a los escándalos sexuales y al poder del dinero. Una cuarta es la medida entre la punta del pulgar y la del meñique. En ese palmo ha tenido que bregar el papa Benedicto XVI desde que el 24 de marzo de 2005, con Juan Pablo II ya moribundo, el todavía cardenal Joseph Ratzinger clamó contra “la suciedad” que habita en el catolicismo jerárquico. Su recorrido vital hasta llegar este año a pedir perdón a las víctimas de abusos, y a ordenar públicamente “tolerancia cero” frente a la pederastia y otros pecados que sean además delitos civiles, ha estado lleno de espinas y resistencias, también entre miembros de la Curia, que es como se llama el Gobierno del Estado de la Santa Sede. Su grito de alarma contra “la suciedad” clerical durante el Via Crucis de la Semana Santa de 2005 le valió el pontificado El sacerdote Santiago Oriol deja la Legión de Cristo por la lentitud de Roma en depurar a los encubridores de Maciel Ratzinger habló por primera vez contra “la suciedad” clerical durante el vía crucis de la Semana Santa de 2005 ante el Coliseo romano. Aquel grito de alarma le valió el pontificado. Tres semanas más tarde, los 114 cardenales llegados desde toda la cristiandad católica para buscar en cónclave al sustituto del polaco Wojtyla lo eligieron Papa, pese a que en aquel momento el sabio cardenal alemán ya tenía 78 años -tres años más de la edad de jubilación de los obispos- y una salud quebradiza. Alarmados y abrumados por los escándalos que acorralaban a su iglesia en numerosos países, la decisión de los conocidos como Príncipes de la Iglesia parecía lógica. “¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar entregados al Redentor! ¡Cuánta soberbia! La traición de los discípulos es el mayor dolor de Jesús. No nos queda más que gritarle: Kyrie, eleison. Señor, sálvanos”, habían escuchado en boca del entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe durante la oración de la novena estación del vía crucis. Fue en la prensa norteamericana desde donde se lanzaron los primeros y los más gruesos pedriscos contra el Vaticano, en forma de noticias sobre sacerdotes e incluso obispos que llevaban años abusando sexualmente de niños y niñas confiados a su ministerio moral. Los datos eran aplastantes, con miles de nombres de culpables y víctimas, y también con testimonios sobre cómo los prelados habían maquinado meticulosas operaciones de silencio, con traslados de clérigos pederastas de una diócesis a otra para protegerlos, y con indemnizaciones a las víctimas a cambio de librar a los delincuentes de la justicia civil. “Somos pastores, no policías”, se disculpaban los jerarcas. “Si no podemos ser castos, al menos seamos cautos”, aconsejaban a veces, con otra de las ironías del simpático cura rural de Bernanos. Ese fue el espíritu con que durante siglos se había enfrentado la Iglesia romana a los comportamientos de los clérigos entregados a vicios y placeres demasiado mundanos. Otros muchos prelados achacaban los escándalos a campañas de los enemigos de la Iglesia. Esta fue la tesis de Ratzinger durante una visita, en noviembre de 2002, a la Universidad Católica de Murcia para hablar sobre Jesucristo, camino, verdad y vida. Un periodista le preguntó si creía que “los escándalos desatados en Estados Unidos eran fruto de una campaña mediática”. Esto fue lo que dijo entonces el futuro papa: “Personalmente estoy convencido de que la presencia mediática constante de los pecados de los sacerdotes católicos es una campaña planeada, puesto que el porcentaje de esos escándalos no es más alto que en otras categorías profesionales, e incluso es menor. La constante presencia de esas noticias no se corresponde con la objetividad de la información estadística de los hechos. Uno llega a la conclusión de que se trata de una campaña intencionada y manipulada con un deseo expreso de desacreditar a la Iglesia”. No faltaron, incluso, las voces en el Vaticano que achacaron la campaña a una venganza del entorno del ex presidente George W. Bush contra Juan Pablo II por haber condenado la invasión y la guerra de Irak. Al margen de conjuras o juicios de intenciones, los datos ofrecidos por la prensa más seria -uno de los informes publicados en EE UU fue galardonado con el Premio Pulitzer- resultaban incontestables. Se estaban produciendo, además, año tras año, severas condenas judiciales en numerosas diócesis, con millonarias indemnizaciones a las víctimas, que amenazaban con la bancarrota de archidiócesis como la de Boston. Es en esa avalancha de malas noticias verdaderas cuando Juan Pablo II se ve forzado a pedir a Ratzinger que se ocupe del asunto. Es probable que fuese el propio cardenal alemán quien reclamase al Papa ese encargo, con gran disgusto de los cardenales Angelo Sodano y Tarcisio Bertone, partidarios de lavar la ropa sucia en casa. Para el sacerdote Juan Rubio Fernández, director de la revista católica Vida Nueva, la fecha del 27 de noviembre de 2004 fue el día de la “conversión del Papa”, que es como calificó entonces el cambio de actitud el famoso vaticanista estadounidense John Allen. Rubio ha hecho un meticuloso seguimiento de ese proceso en un libro publicado esta semana por la editorial bilbaína Desclée De Brouwer con el título Tolerancia cero. La cruzada de Benedicto XVI contra la pederastia en la Iglesia. Sin descartar la tesis de una campaña mediática contra la Iglesia -”las palabras de Ratzinger en Murcia no estaban exentas totalmente de razón porque no han faltado bulos, tergiversaciones, sensacionalismos y una buena dosis de agresividad”-, Rubio reconoce que fue la prensa la que ha obligado a la Iglesia católica a cambiar “la forma tradicional de abordar el problema”. Añade: “La Iglesia no puede tener miedo a la verdad, aunque esa verdad y transparencia la lleve al sufrimiento. Se trata de saber sacar del limón limonada”. Según Juan Rubio, hay un antes y un después de la pederastia en la Iglesia tras estas decisiones del Papa, tanto que “el próximo cónclave estará marcado por este tema y será algo decisivo en el perfil del nuevo papa”. Tampoco descarta el director de Vida Nueva que los escándalos pasados tengan consecuencias en el proceso de beatificación de Juan Pablo II. Lo cierto es que cuando Ratzinger tomó la decisión de cambiar de rumbo -y de normas legales- para combatir la pederastia era ya demasiado tarde. La suciedad había saltado por la ventana, con grave daño para la fama y el prestigio de las jerarquías del catolicismo. Desde entonces hasta ahora, todos los años han sido annus horríbilis en el Vaticano, porque después llegaron en cascada las peores noticias de abusos y complicidades también en Irlanda, Alemania, Bélgica, Italia y España, entre otros países. ¿Cuándo se cayó Benedicto XVI del caballo aparentemente encubridor, para encabezar, ya sin tapujos, el combate contra la impunidad de los culpables y el silencio de las jerarquías? Fue el 27 de noviembre de 2004, curiosamente el mismo día en que Juan Pablo II se prestaba a presidir en Roma una multitudinaria celebración de los Legionarios de Cristo (LC) con su fundador, Marcial Maciel, en primer plano. “Es un ejemplo para la juventud”, piropeó ese día el Pontífice al ya notorio pederasta Maciel. Fue otra humillación a las incontables víctimas del poderoso legionario. Horas más tarde, el cardenal Ratzinger firmaba el decreto por el que se iniciaba oficialmente una investigación sobre el fundador del movimiento. Maciel había acompañado en primera fila a Juan Pablo II en los viajes a México en 1979, 1990 y 1993, cuando ya eran un clamor las denuncias contra él. También entraba en los más altos despachos del Vaticano como Perico por su casa, muchas veces con sobres con miles de dólares para agasajar a cardenales por sus silencios y complicidades. Durante décadas, el sacerdote Maciel y algunos de sus lugartenientes sometieron a abominables abusos a cientos de muchachos, especialmente en el seminario de Ontaneda (Cantabria). Solo tras la muerte del Papa polaco, en 2005, el sedicente pederasta y padre de varios hijos con diversas mujeres fue apeado de su enorme poder, con la orden tajante de alejarse de Roma. Se recluyó en México. Fue su único castigo en vida. Falleció en enero de 2008, a los 88 años. Este jueves pasado, uno de los principales legionarios en España, el sacerdote Santiago Oriol, ha anunciado que abandona la Legión. Se ha hartado de esperar soluciones dignas frente a las tropelías del fundador y el encubrimiento de sus colaboradores. La gota que colmó el vaso de su paciencia ha sido la extensa carta pública del delegado pontificio para la LC y el Regnum Christi -el grupo de laicos de la Legión-, el arzobispo Velasio de Paolis, confirmando en sus puestos a los directores y superiores del movimiento. En la misiva, De Paolis, nombrado cardenal la semana pasada, subraya que Benedicto XVI “ha renovado su confianza” en la congregación. Santiago Oriol anunció su marcha de la Legión ante los padres de alumnos del colegio Everest que la Legión tiene en Pozuelo (Madrid). Era su director e impulsor principal. Los Oriol -ahora cuatro varones sacerdotes legionarios y una hermana que está al frente de las mujeres consagradas del movimiento, descendientes de una poderosa saga política durante el franquismo- estuvieron en el origen de la exitosa extensión de la Legión de Cristo en la España de la posguerra, junto con el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo. Para ello han donado dineros y haciendas, incluidos gran parte de los terrenos donde se levanta la legionaria Universidad Francisco de Vitoria en Pozuelo de Alarcón (Madrid). Ante tantos sucesos escandalosos, la disculpa del contubernio anticlerical y ateo caía por su propio peso. Al margen de excesos en algunos medios de comunicación amarillos, los documentos oficiales del Vaticano, una y otra vez reproducidos, dejaban claro que había habido en la Curia, durante décadas, una intención firme de ocultar los abusos sexuales de clérigos y hacer oídos sordos a las denuncias de las víctimas. Ratzinger lo sabía, porque él mismo había firmado alguno de esos documentos. Ante cualquier denuncia hay que asegurar la reserva total, se decía en una instrucción papal de 1962. También era consciente de la “suciedad” y la “soberbia” con que se seguía actuando en algunas Iglesias nacionales y en despachos de la propia Curia. Es en ese ambiente de inquietud en el que se produjo su ascensión al Pontificado romano. Si la situación era tan grave como clamaba el cardenal alemán, sus colegas en el cónclave iban a considerarle el único capaz -por conocimiento y por autoridad- de arreglarla. ¿Quién podía conocer mejor los pecados y delitos del cristianismo romano que el presidente de la Pontificia Congregación que antaño llevó el nombre terrible de Santo Oficio de la Inquisición? El teólogo Ratzinger había dirigido ese organismo desde 1981, con mano de hierro. Tampoco ignoraba el nuevo Papa que iba a estar solo en la tarea, salvo que realizase cambios radicales. No los hizo. En la llamada eufemísticamente Ciudad Santa, el poder ha seguido estos años en manos de los de siempre, con algunos cambios por razones de edad. Es el caso del cardenal Angelo Sodano, número dos de Juan Pablo II y protector del fundador de los Legionarios. Ha sido sustituido por otro italiano, Tarcisio Bertone, igual de inmovilista, también amigo de guardar en casa la ropa sucia. Fue el cardenal Bertone quien vino a Madrid en 2009, en viaje privado, a apaciguar a una hija de Maciel que amenazaba con hacer pública su situación si el Vaticano la abandonaba a su suerte tras la muerte del padre. Hubo acuerdo. Pero después se ha sabido que no era la única heredera del fundador legionario. Maciel tenía otros hijos con otras mujeres en otros países, algunos con sus reclamaciones en manos de abogados. Demasiado enojo para un Papa que había contemplado durante años, impasible pero escandalizado, cómo el sacerdote mexicano gozaba de las complacencias de su antecesor y de una parte de los cardenales. Su conversión hacia la tolerancia cero, cayese quien cayese, iba a ser radical a partir del escándalo Maciel. No siempre ve cumplidos (o hace cumplir) sus deseos. |
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