Contexto de la crisis sanitaria:
En lo que se supone una lucha larvada por el poder, en la que Preval pretende quedarse con el mismo, existe un precario proyecto de elecciones que la epidemia pone en riesgo, con las consecuencias de las pequeñas guerras intestinas políticas que ello implica, juicioso sería entonces que el envío de fuerzas dominicanas a Haití, sea desestimado de modo definitivo. Un ensayo de cólera de occidente al oriente insular Me he preguntado en la ignorancia que tengo sobre el tema de pandemias y epidemias lo siguiente: A) Cuando una población emigra a otro lugar, no en plan de circular cada cierto tiempo, sino en plan de asentamiento, ¿qué se sede hacer para crear controles contra epidemias? B) ¿Lo correcto no es crear cinturones de control sanitario en esos lugares donde los asentamientos de esos inmigrantes son notorios?.. Caso Bávaro en especial, donde la población haitiana desempleada dobla a la población dominicana de origen. C) ¿Estoy equivocado cuando pienso que una población de más de 600.000 emigrantes, sin medios sanos de vida, hacinados, podrían repetir las mismas condiciones que han hecho posible el cólera en Puerto Príncipe? El estado dominicano, maniatado por intereses significantes, ha pretendido darle a la crisis de relación Dominico-Haitiana, un carácter de humanitarismo confuso y demagogo, perdiendo de vista que aquel hervidero volcánico de tragedias, en el caso de la situación sanitaria, podría afectarnos en un abrir y cerrar de ojos, creando en el país un sálvese quien pueda. El otro tema es el de la transparencia mediática: cuando en situaciones extremas se habla mentira, nunca se orienta, se crea un mayor Caos, ¿qué garantía tiene la población dominicana de que las informaciones oficiales sean correctas y bien intencionadas, cuando los antecedentes con temas internos de salud han sido de total catástrofe? Esta amenaza del cólera, actualmente debe servir como tubo de ensayo de una situación de emergencia que vivimos a diario sin saber que la vivimos, porque no habría que ser muy bruto para intuir que una vez pasada la moda humanitaria funeraria en Haití (paseítos para retratos de ocasiones, incluyendo niños escuálidos y negros, para mayor evidencia del paso por Haití), muchas enfermerías ambulatorias ya fueron desmontadas como si lo peor de la crisis en aquel país hubiese pasado, cuando es evidente que el drama no hace más que comenzar. Las ilusiones peligrosas de una gestión de crisis en plan solidario Manejar como bueno y válido todos los signos oficiales que hemos visto en relación con Haití, son el fruto de una mente ausente de la realidad nacional: para los haitianos en su situación, que quede claro esto de una vez por todas, los dominicanos nunca harán lo suficiente y el drama del rechazo histórico nunca amainara, según circunstancias internas del lado Occidental de la isla. Nuestro desborde humanitario, no es suficiente para calmar las diferencias históricas En este sentido, toda la política oficial con respecto al manejo de la situación es insostenible, porque carece de visión y de doctrina nacional avenida, compartida con un principio realista de solidaridad cuyo fin último sea mantener en pie la integridad de la nación dominicana. La no formulación de un doctrina clara a la luz de la actualidad y sus consecuencias inmediatas, coloca la solidaridad del gobierno en un limbo sin objetivos, porque sería de miopes negar que el valor de nuestro gesto de solidaridad, su valor intrínseco al margen de nuestra sensibilidad humanitaria como pueblo, que existe, es nuestra sobrevivencia como nación, quien no lo observe está en la luna. El cúmulo de odio y miserias humanas, la necesidad de encontrar un culpable propicio ante tanto dolor, el juego falso de la historia esgrimido por intelectuales y políticos de turnos, hacen de la realidad haitiana y dominicana un abismo amplio con piso falso: porque para los de allí adentro es más fácil y práctico mirar a la República Dominicana, pese a sus índices de miserias y marginalidades internas , como el causante esencial de todos sus males, en vez de volver a replantear su propia visión de la historia sin el lastre de la nostalgia gangrenada, para mirar otro futuro. No entender esta situación implicaría ahora no entender lo que sucede en este momento: porque en el caso actual de Haití, inspira, aunque de modo fácil banal, pensar que el enemigo principal viene de fuera y está ahí al lado. El gobierno dominicano daría la impresión de que no lo tiene claro dejando abierto el camino para todos los que quieran especular en materia de agenda escondida, cuando justamente este tema, mientras más transparente se trate para fines de adopción de medidas de prevención para la población dominicana, más saludable será. LA REPUBLICA DOMINICANA: SUS ETERNOS CONATOS DE EMERGENCIA DESDE EL 12 DE ENERO, 2010 Desde hace mucho tiempo la antropóloga Amanda Castillo ha hecho observaciones atendibles sobre la transformación del país en relación con los flujos migratorios haitianos y la indiscutible transformación de la vida cotidiana en el campo y la ciudad. Tengo la profunda convicción de que más allá de mirar la tragedia como una oportunidad para un juego humanitario que mostrara al mundo el entendimiento entre las dos naciones, una con estado y la otra sin él, nuestro sector oficial no se planteado una estrategia valida con respecto al tema que implique desde lo humanitario, lo bilateral bien entendido, las estrategias de inteligencia interna y una visión del tema fronterizo como acto preventivo a toda barbarie, que por circunstancias nos lleve al pasado Trujillista. Lo que hemos visto es un juego de contrapoder binacional, peligroso para una estabilidad decorosa de la República Dominicana y su estado. LA REPRESENTATIVIDAD DE RENE PREVAL: EXISTENCIA DE UN NO ESTADO SEGUN CIRCUNSTANCIAS… René Preval, que no ha sabido ser líder ni estar a tono con el momento, ha encontrado en la República Dominicana una legitimización de su resquebrajado poder, lo que desde el punto de vista mediático le ha otorgado el control simbólico de la situación, pero que en términos generales no ha sabido ser el líder carismático que una situación como la que vive su país requiere, primando en él las maniobras políticas para intentar quedarse en el poder, antes que buscar una fórmula que evite las reyertas intestinas que debiliten ante la tragedia de su país la unidad y la fuerza determinada para salir de aquella situación. Pero no deja de ser curioso un comportamiento interesante: en René Preval hay dos discursos: el de un presidente de un país con crisis humanitaria y que viaja a los foros como representante de un Estado y por otro lado ante la República Dominicana, el estilo de un manejo en el que el territorio es uniforme y el Estado Dominicano debe hacer concesiones al margen de su investidura, obviamente eso no es culpa de Preval en apuros… El estado dominicano no debe caer en la tentación de jugar al arbitrio solapado en la crisis coyuntural de Haití, su rol esencial debe ser seguir insistiendo en los foros internacionales sobre la necesidad real de una ayuda que materialmente la República Dominicana no puede otorgar, porque como país receptor de flujos migratorios con vocación de asentamiento, ni es España, ni es USA, y mucho menos Francia, naciones post industriales que aún con recursos quieren ordenar en base a sus leyes el tema migratorio. En ese sentido la relación con René Preval debe tener siempre el sesgo de lo transitorio, que es una forma de respeto e la evolución interna de la complicada situación política haitiana. Vivir en estado de emergencia para siempre ¿?… Si antes del 12 de enero las querellas de las relaciones Dominico-Haitianas se limitaban a la congelación de la famosa Comisión Mixta, las escaramuzas fronterizas, los reclamos de indocumentación (con los dramáticos casos de usurpación de identidades compradas en los organismos correspondientes, en el lógico proceso de la comunicación de los nombres haitianos etc.), ahora ya no se trata de eso de modo particular hay una situación nueva y estratégica que poco a poco muestra su rostro trágico y para la cual no tenemos respuesta sanitaria inmediata en la frontera, heredando el Estado Dominicano de paso, según las circunstancias, responsabilidades de alto riesgo. En este proceso de distracción humanitaria, daría la impresión hacia el exterior que la agenda social dominicana, postergada y mal cumplida por la clase política local, no existe, o lo que es más dramático: Haití nos envía parte de su propia agenda social como prioritaria en territorio nacional. En otras palabras, demasiadas “confusiones” en los roles del Estado Dominicano en esta crisis con Haití, dejan al desnudo la improvisación y la no existencia quizás de un plan estratégico a corto o largo plazo para enfrentar lo que la crisis del cólera del mes de octubre convierte en una emergencia permanente, porque para la República Dominicana, la crisis del cólera es apenas un ensayo de otras crisis en camino, mientras las soluciones sanitarias masivas no tengan lugar allí, mientras las condiciones de vida de los damnificados siga siendo la que es ante las narices y las manos lenta de los organismos internacionales, hay un largo cordón trágico que visiblemente nos une y nos condena. (CFE).
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