Los mitrados del Sanedrín lo criticaron por ser poco devoto”
“Compartió la cena de gracias sin ponerse capelos cardenalicios ni sombreros pontificios”. Montado en un borriquillo y jaleado con hosannas infantiles, dio un latigazo sobre la mesa de los banqueros (en contubernio con los jerarcas del templo para costear jornadas mundiales lucrativas)… y los mitrados del Sanedrín le acusaron de ateo (Mc .11). No se quedó a una hora santa en el templo para salvar las apariencias. “Echando en torno una mirada sobre todo”, entristecido por aquella religiosidad hipócrita, “ya atardecia cuando salió para Betania” (Mc 11,11), donde estaban aquellas amigas y amigos con calor humano y alegría sin doblez… y los mitrados del Sanedrín lo criticaron por ser poco devoto. Estrujando en su manos las hojas de una higuera seca, habló el martes de reconciliación (Mc 11, 25-26)… y los mitrados del Sanedrín le echaron en cara ser pro-etarra. Cuando en la cena del miércoles dejó que ella le perfumara y tocara, se escandalizaron quienes no se escandalizaban de comprar traición con dinero (Mc 14, 1-11)… y los mitrados del Sanedrín se confirmaron en su opinión sobre el ateismo de Jesús. Partió pan y brindó con vino el jueves, “esta es mi vida que se parte y se reparte”, dijo, y compartió la cena de gracias sin ponerse capelos cardenalicios ni sombreros pontificios… y los mitrados del Sanedrín certificaron una vez más el ateismo de Jesús. Lo ejecutaron el viernes. Antes de morir convirtió en oración la queja: “Abba, ¿por qué me abandonaste? (Mc 15, 34)” Y como Abba se callaba siguió rezando el salmo y esperando contra toda esperanza: “Contaré lo tuyo a la fraternidad” (Ps 21)… y los mitrados del sanedrín dictaminaron: “Ya lo dijimos, este hombre es ateo y muere sin confesión”. Pero un extranjero que lo presenciaba comentó: “Verdaderamente este hombre creía en la Vida. Me parece que los ateos son los mitrados del Sanedrín” (Mc 15, 39). Horrorosos los últimos momentos de pena de muerte en cruz, lo que se dice “descender a los infiernos” . En plena agonía se mofaban ironizando: “Haz un milagro, si eres capaz, bájate de la cruz por arte de magia y te canonizamos como santo súbito más pronto que a Juan Pablo el Avasallador”. Pero él, callando y sufriendo, se resistió a ceder a la milagrería”… y entonces ya no les quedó duda alguna a los mitrados del Sanedrín: Este tal Jesús indudablemente era un ateo empedernido”. Pero la madrugada del Domingo el Rabbuní se presentó radiante llamando por su nombre a una creyente enamorada para darle un recado importante: “María, dile a mis amigos y amigas que yo no era ateo, que vivía y sigo viviendo en la Vida de la vida. Diles que os espero en la Vida”. Y un beso interminable de vida la embriagó extasiada de resurrección en brazos de El Que Vive. Y ahí empezó la cosa. Así fue como empezó aquella mañana esta comunidad de amigas y amigos de El Que Vive, que veinte siglos después siguen enredadas y enredados en las redes de la paz, del amor y de la vida… y también hoy los sanedritas de turno siguen llamándoles ateos…
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La celebración de hoy tiene dos partes: la procesión de los ramos y la eucaristía, que deben unirse en un único mensaje. Tenemos la tendencia a celebrar la entrada triunfal independizándola de la Pasión y Resurrección. Pero forman un conjunto: no solo los sucesos son un todo sino el mensaje es único.
Nuestra tendencia es celebrar una entrada triunfal, asemejándola demasiado a la entrada de un rey terreno que triunfa de sus enemigos. Más que una entrada triunfal es una entrada mesiánica, y no del mesías que el pueblo y sus jefes esperaban, sino del siervo sufriente que no viene a hacer triunfar al estado sobre sus enemigos sino a convertir los corazones a Dios. Aunque los rasgos de la entrada mesiánica han sido magnificados por los redactores de los textos, para mostrar su fe en Jesús Señor, todavía podemos descubrir en los textos la modestia de la entrada de Jesús en Jerusalén, y los símbolos de su negación a conformarse con la imagen mesiánica al uso (el borrico como cabalgadura). El cuarto evangelio subraya mucho la actuación de Jesús que se niega a entrar como Rey y viste su entrada con todos los signos de su porfiada negación del Mesianismo Davídico. Es por tanto importante que nuestra celebración de este "suceso" no degenere en superficiales aclamaciones triunfalistas. Los mismos textos, y especialmente la profunda elaboración del cuarto evangelio, nos muestran a los discípulos entusiasmados por un triunfo exterior, y a Jesús empeñado en dar sentido interior a su mesianismo. Como siempre, los evangelios se preocupan de subrayar que los discípulos no se han enterado de gran cosa, y siguen pensando en quién es el mayor y en sillones ministeriales a la derecha y la izquierda del Rey. No podemos caer en la misma tentación, sino atender al mensaje de Jesús. Y para eso están ahí las dos primeras lecturas de la Eucaristía, que nos darán un contexto estupendo en el que enmarcar toda la celebración. Ver textos y comentario de las lecturas En contraposición con estas lecturas, los dos salmos que se ofrecen para acompañar la procesión (23 y 46) parecen incitar más bien a una celebración triunfal, exterior. Deberemos cuidar de que nuestras aclamaciones a Cristo Señor no hagan olvidar que, al decidirse a entrar en Jerusalén, Jesús está subiendo a la cruz, precisamente por el rechazo de los jefes, el olvido del pueblo y la cobardía de los discípulos. Serían perfectamente aplicables a esta celebración las consideraciones que solemos hacer al celebrar la fiesta de Cristo Rey. Los relatos de la Pasión, que son sin duda desarrollo de las más antiguas tradiciones orales y escritas sobre Jesús, constituyen el núcleo del Kerygma primitivo, y una de las pruebas más importantes de dos aspectos básicos de nuestra fe en Jesús: · Son un argumento irrefutable de la historicidad básica de los evangelios. La dificultad que suponía para las primeras comunidades predicar la fe en el ajusticiado muestra bien que no inventan sus relatos a su conveniencia, sino que repiten el mensaje recibido por muy molesto que este sea. Ejemplos evidentes de esto son por ejemplo la unanimidad de los textos en no ocultar (al revés, en insistir en) las negaciones de Pedro y la desbandada de los Once, más el mismo hecho de los sufrimientos, Getsemaní etc., etc. · El anuncio de Jesús no tiene ningún matiz mítico. Jesús no es un mito sagrado que se viste luego con narraciones realistas para consumo popular. Esta es precisamente la vía errada de los Apócrifos, y la razón de su rechazo por las comunidades. Si en otros momentos de los evangelios los aspectos simbólicos o las citas de los profetas hacen casi irreconocible la historia, aquí el mensaje es la historia, lo que pasó, y los añadidos interpretativos o simbólicos son pocos y sirven para señalar el valor y sentido de la historia, de lo que vieron los ojos. La entrada de Jesús en Jerusalén, en vísperas de la Pascua, entrada pública, no a escondidas, fue una imprudencia y un desafío. Le buscan para matarle y han puesto a precio su cabeza. Hasta este momento, Jesús se ha ocultado, se ha alejado del peligro. La gente piensa que no se va a atrever a venir a la ciudad por Pascua. Pero Jesús toma la decisión de subir a Jerusalén y entra en la ciudad públicamente. Es posible que sus discípulos aprovecharan la ocasión para hacer de esa entrada una manifestación triunfal, incluso con signos mesiánicos. Es claro que las comunidades posteriores vieron en ese suceso la entrada del Mesías en su ciudad, y así la interpretaron. Los datos de los evangelios permiten adivinar los hechos: los galileos que han subido a la fiesta aclaman a Jesús. La gente de Jerusalén se extraña, preguntan qué pasa, y algunos se juntan a la fiesta. Jesús estropea la fiesta y entra en la ciudad llorando. Jesús convierte los signos de triunfo davídico en signos de mesianismo inverso: el pollino (no caballo regio), el llanto sobre Jerusalén… Jesús sabe que entra en la ciudad a morir, y que ese, no las aclamaciones de la multitud, será su triunfo. Los discípulos no se dieron cuenta entonces de lo que estaba pasando. Solamente comprendieron más tarde… como tantas veces. Como nosotros, cuando celebramos esta fiesta como un triunfo davídico, con palmas y cánticos de gloria, sin pensar en que Jesús llora por Jerusalén y se dirige, consciente y decidido, hacia la muerte. LO QUE VE LA GENTE Y LO QUE VE JESÚS La gente de Jerusalén ven un espectáculo un tanto sorprendente, a algunos les parece ridículo: un puñado de galileos aclamando a su líder, un carpintero sin cualificación del que dicen – insensatos – que es el Mesías. Como tantos otros, como tantas veces. Los escribas, los doctores, los sacerdotes, ven un posible peligro: fue un predicador dudoso, de doctrina y costumbres nada ortodoxas. Llamó la atención por presuntas curaciones, tiene algunos discípulos. Pero tiene la osadía de presentarse en el Templo, le aclaman como Mesías. Esto se puede ir de las manos, provocar la reacción de los romanos. Esto se tiene que acabar. Los discípulos ven el triunfo definitivo de Jesús Mesías. Ha llegado el momento, Jesús se instalará en el Templo, el Altísimo lo respaldará con algún prodigio cósmico, los doctores y los sacerdotes se postrarán ante él, los romanos serán expulsados. Comienza el Reinado de Israel sobre las Naciones, que vendrán a adorar a Dios en su (de Israel) santo Templo. Jesús ve la ciudad engalanada para la fiesta. Ve la Fiesta de la Pascua, un gran negocio para Jerusalén. Ve Escribas y Doctores ciegos, que impiden que el pueblo crea en Dios. Ve Sacerdotes dueños del Templo y de la conciencia de la gente. Ve gente aclamando a otro, porque él no es como el que aclaman. Ve discípulos galileos sin convertir. Jesús ve el camino de la muerte. Adivina el Gólgota al otro lado de las murallas del Templo. Ve el esplendor del Templo, sabe que de todo eso no quedará nada… Y SE ECHA A LLORAR. Llora porque Jerusalén no va a aceptar la Buena Noticia, no va a entrar en el Reino, no va a conocer al Padre. Como dice, tan sabiamente, nuestro villancico popular: “todo el mundo sonríe, solo Dios llora”. “Los pobres son la verdadera Iglesia, el verdadero pueblo de Dios, a pesar de que su presencia en el sistema religioso pueda ser muy pobre. Los encontramos en multitudes de grandes santuarios dedicados a creencias populares. No se encuentran en las iglesias parroquiales y muchas veces tampoco en las capillas. Pero Jesús sabe reconocerlos y los integra a su cuerpo como el verdadero pueblo de Dios. Jesús lucha por su liberación, no menos que ellos”. La afirmación es del P. José Comblin.
La historia de la humanidad es la historia de un conflicto permanente, una verdadera guerra entre algunos que consiguen acumular más poder dominando a los demás y las víctimas dominadas. Los vencedores obligan a los vencidos a trabajar a su servicio cuando los precisan, o los abandonan sin recursos cuando no los precisan más. Los vencedores se apropian de todos los recursos que están en la tierra y en los mares. Los otros viven de aquellos que los poderosos quieren dejarles. Esta fue la visión marxista de la historia. Pero no era original, porque ya había sido señalado en la Biblia. La Biblia habla de los pobres y de los ricos. Los pobres son los vencidos en la guerra, y los ricos son los vencedores. La historia de América es una figura ejemplar de esa condición de la humanidad. Vida y muerte Una síntesis de esta historia se encuentra en el capítulo 8 del Evangelio de Juan. Jesús denuncia que sus interlocutores que son la elite de Israel, quieren matarlo porque son hijos del diablo que buscan matar. Hacen la voluntad de su padre. De hecho, ellos lo matarán. En la cruz Jesús está como representante de toda esa parte de la humanidad que es oprimida porque ha sido vencida. Jesús quiere la vida. Él resucitará y después de resucitado, llevará a los vencidos a la vida. Puesto que Jesús también fue vencido y su derrota incluye todas las derrotas de los vencidos. Mas, con su resurrección incluye en la resurrección a todos los que han muerto como Él. Vivirán en la tierra, pero como si fuera una vida aparente, porque es una sobrevida, una tentativa permanente para lograr no morir. Miles fueron muertos cruelmente por las armas o por la arrogancia de los vencedores. Es la historia de América que todavía continúa. El mensaje de vida El mensaje de Jesús es el anuncio de la victoria de los vencidos, es la victoria de la vida que vence a la muerte. En los Evangelios Jesús usa la expresión Reino de Dios. El reino de Dios es, de acuerdo con el lenguaje de los profetas, un Reino de justicia y de paz. Es lo contrario a los reinos que hubo, hay y habrá en la historia humano. En los tiempos de Jesús el Reino era o el Imperio Romano, un Imperio tremendamente crueles, que concentraba todas las riquezas del Imperio en la fortuna de algunos miles de millonarios. Estos residían en Roma y en las provincias, y oprimían a 50 millones de vencidos con un sistema de impuestos que los dejaba sin fuerza. Jesús anuncia la ruina de ese Imperio y de todos los Imperios. Cada uno tienen su tiempo, pero acaban derrotados. Vendrá el Reino de Dios. Este no vendrá a conquistar por las armas, o por dinero. Vendrá para los pobres porque la fuerza de Dios estará con ellos. Jesús no explica cómo será. Pero la historia de sus discípulos demuestra poco a poco cómo entrará ese Reino de Dios en este mundo. En lugar del poder, reinarán las comunidades. Todos estarán juntos e introducirán el Reino de Dios en este mundo. Que esa historia será trágica, lenta, y que exigirá tantos sacrificios, veinte siglos lo enseñan. Pero este Reino de Dios ya tiene sus manifestaciones en esta tierra. Sucede cada vez que los pobres consiguen derechos, por la fuerza de su unidad que desafía a los dominadores. El Evangelio entró en el Imperio Romano. Allí las traducciones griega y latina de la palabra aramea que significa reino, son palabras tan odiadas que los apóstoles no se atreven a usarla o a aplicarla a Dios. Es imposible que Dios reine, porque reinar es dominar, destruir, esclavizar. Tanto Pablo como Juan, hablan de la vida que viene a vencer a la muerte. Jesús vino a traer vida. Dios es vida. Jesús trajo la vida. El Espíritu nos da la vida prometida por Jesús. La vida vendrá para los que no tienen poder, nada pueden imponer: no tienen armas, no tienen fuerza política. Así y todo van a conseguir vencer el poder de las armas, del dinero, de la política. Quien tiene poder sólo piensa en defender o aumentar ese poder. Quien tiene dinero, solamente piensa en conservar o aumentar su dinero. Quien tiene armas, solamente piensa en hacer más armas. No se preocupan por lo que pasa con los vencidos. No obstante, le temen a los pobres, nos catalogan como entes peligrosos. Inventan fuerzas de control, para impedir que los pobres se dejen someter. A pesar de todo esto, Jesús promete la vida a los pobres. La libertad prometida a los pobres Los pobres de quien Jesús hablaba eran los campesinos de su tierra que debían trabajar al servicio de grandes propietarios en sus tierras. Eran pescadores que muchas veces debían trabajar en barcos de otros que eran sus dueños. Debían pagar por ello una tasa insoportable. Todos ellos debían pagar los impuestos a Roma y al templo. Su vida era una vida dedicada a los que dominaban los medios de producción. No había otra alternativa. Para ellos el Reino de Dios era liberarse de los que les robaban el trabajo de su vida entera. Era poder construir su propia vida, ellos mismos. Era poder trabajar pero para sí mismos y para su hijos. Algunos entendieron que Jesús les iba a dar ese tipo de liberación, por medio de un gran acto de violencia que destruiría toda clase de dominadores. Esperaban que Jesús hiciera lo que muchos en Israel entendían que sería la obra del Mesías. No aconteció de este modo. Hubo discípulos desanimados por la muerte de Jesús, porque no había sido el Mesías que ellos esperaban. El camino de Jesús El mismo Jesús entendía que su misión terrestre era el inicio y la señal de la liberación de los pobres y de todos los oprimidos, de todas las víctimas del reino de la violencia. Era preciso entenderlo, entender el sentido de la vida de Jesús. Entenderlo tardó mucho. Muchos se dejaron ilusionar por el hecho de que la liberación se haría en una segunda venida de Jesús, esa venida que Él mismo había prometido. Muchos esperaban que esa segunda venida llegara pronto. El propio San Pablo pensaba que muchos de sus contemporáneos y tal vez él mismo, no conocerían la muerte, porque Jesús vendría antes. Pero él no llegó tal como se lo esperaba. Entonces se hizo necesario entender de otra manera lo que Él realmente había dicho, lo que realmente había enseñado y que no habían logrado entender. Jesús había prometido que volvería después de su resurrección y después de su ascensión. Volvería para vivir con sus discípulos, para acompañarlos. Pero era necesario descubrir de qué manera Él iba a estar presente y que era lo pretendía hacer. Aún hoy muchos cristianos no lo saben. Todavía no entendieron. Creen que debemos entender la historia en el sentido de que Jesús prometió esa libertad a los pobres para después del fin de este mundo y del juicio final. Los pobres deberían tener que salvar primero su alma para poder entrar en el reino de justicia y de paz. Con esas condiciones los pobres no tendrían ningún privilegio, porque salvar el alma es una operación factible para todos gracias a los medios que la religión colocaba a su disposición. La liberación no se realizaría en este mundo, sino en el otro. Muchos pensaron así y hasta hoy, muchos piensan del mismo modo, y se llaman cristianos. El modo de Jesús Jesús llama y reúne a sus discípulos y los prepara para rehacer el mundo entero, aquello que él mismo hace. Despierta para esperar el Reino de Dios y para una conversión, un cambio. ¿Cuál es esa conversión? Cambiar de vida, dedicarse a anunciar el reino de Dios a todos. Fundar una sociedad de hermanos, en la cual ninguno domina o explota a los otros. Los discípulos van a comenzar a vivir de ese modo entre ellos y van a convidar a otros a imitarlos. Es algo muy simple y muy difícil de aceptar. ¿Cómo asegurar que ese método pueda ser eficaz? Mientras tanto la historia muestra que es eficaz, aunque sea en forma parcial, precaria y provisoria, y que es siempre preciso recomenzar cuando alguna cosa acontece. Jesús no promete la realización completa de la liberación, pero enseña a buscarla en esta tierra, en esta vida, creyendo en ella. Eso significa tener fe. Tener fe es creer que somos llamados a construir el Reino de Dios en el mundo tal como es, sin violencia, sin dominación, y que el método de Jesús es válido. Sólo los pobres lo pueden creer, porque es imposible a los ricos creerlo. Los ricos creen en el poder y eligen el camino de querer siempre más poder. De es manera aumentan sin cesar la dominación y la opresión. Para ellos este evangelio de Jesús es pura locura, como ya diría Pablo. Pero para los que confían en Jesús, es una verdadera sabiduría. Cómo se recorre el camino de Jesús Jesús no libera sin la colaboración de los mismos pobres. La liberación no es un don que desciende del cielo y se recibe ya terminado. La experiencia nos ha enseñado que de hecho, ningún don desciende completo del cielo. Jesús realiza la liberación para la vida y para las actividades de los propios pobres. Jesús está en ellos animándolos a construir ese Reino de libertades. Los pobres animados por Jesús no usan ni consiguen las armas de los dominadores. Ni las armas, ni el poder político, ni el dinero. No usan los medios por los cuales los dueños de la tierra dominan a los pobres y los convierten en sus esclavos. Si buscaran los mismos medios, ellos mismos caerían en los mismos defectos. Construirían entonces otra forma de sociedad de dominación, pero no nos traerían la libertad, porque esos medios no procuran libertad. La formación de las comunidades Los pobres forman comunidades de vida. Son diversas las formas que pueden asumir. Dependen además de las condiciones históricas. En un comienzo son comunidades pequeñas, como aquéllas que aparecen en el Nuevo Testamento. Pero pueden crecer y van creciendo en la historia. No son esencialmente comunidades de culto o de religión, en cambio el culto y la religión, pueden ser formas de educación o de preparación para la vida comunitaria. No siempre el culto y la religión lo hacen. Muchas veces el culto y la religión son un fin en sí mismo, y además responden a necesidades psicológicas y sociales de los seres humanos. Las comunidades que Jesús crea, son comunidades de vida total, de trabajo, de educación, de habitación, de relaciones, siempre en la vida concreta de cada día y nunca fuera del mundo, en forma puramente simbólica. Pueden ser comunidades rurales en los que todos tienen su parte y trabajan en conjunto, producen en conjunto, comercializan en conjunto y crecen en conjunto. Pueden ser industrias dirigidas por los propios trabajadores en forma de cooperativa o de otra forma. Puede construirse cooperativas en muchas de las actividades humanas. ¿Por qué esa formación de comunidad es tan lenta? Seguramente porque el sistema establecido se defiende y usa todos los medios para destruir todo lo que sea comunitario. Pero también debemos reconocer que muchas veces los propios pobres no tienen la fe suficiente, no tienen coraje, audacia, confianza en los otros, que son necesarias para buscar formas de vida comunitaria. Nada se hace sin una fe radical. Las comunidades en la historia Históricamente existieron y existen comunidades semejantes, de dimensiones más o menos importantes. Hay comunidades de regimenes parciales, por ejemplo cuando todo un pueblo asume una postura solidaria en casos de dolencias, desempleo y la vejez. Existe una comunidad cuando el pueblo entero asume la educación de todos y la misma educación para todos. Es lo que en esta época recibe el nombre de Estado de bienestar social o de democracia social. Son expresiones comunitarias importantes. Sin embargo son expresiones incompletas, porque la mayor parte de los medios de producción pertenecen a minorías privilegiadas, y esto es lo que permite grandes desigualdades. En América Latina, y en Brasil en forma particular, la desigualdad social es inmensa y las clases sociales prácticamente no se comunican, viven en mundos físicamente separados. No se encuentran en la vida real, a menos que sea de modo puramente formal y funcional, en las fábricas o en las unidades producción, de manera totalmente desigual. Dentro de esta situación, los encuentros son manifestaciones de la desigualdad. ¿Por qué los pobres soportan tanta dominación? Porque se sienten tan poco frente a sus dominadores que pierden el coraje. Por miedo, por falta de audacia, por falta de confianza en sí mismos. Falta una evangelización fuerte, capaz de suscitar la verdadera fe. Existe toda una cultura dominante que les enseña que son incapaces, impotentes, condenados a su condición de dominados, porque no existe otra sociedad posible. El que recibe este mensaje durante toda su vida, pierden el coraje. No confían unos en otros y por esto mismo son lentos para unirse y buscar juntos este nuevo tipo de convivencia humana que pueda sustituir a las estructuras de dominación existentes. El anuncia de liberación Jesús anuncia la liberación. Inició un movimiento comunitario reuniendo a sus discípulos que se encontraron juntos el día de Pentecostés para recibir el Espíritu Santo, enviado a ellos. Echó a andar el movimiento. La misión de los apóstoles, de los misioneros, es anunciar de modo activo, como Jesús, demostrando cuál es el modo de proceder para construir el Reino de Dios. La Iglesia constituye ese pueblo de misioneros. La Iglesia existe para poder iniciar ese movimiento de comunidades humanas en todos los niveles. Para decirlo mejor, la Iglesia existe en ese movimiento. Fuera de él no existe como Iglesia de Jesucristo, sino solamente de nombre. Históricamente la Iglesia habló y continúa hablando. Los cristianos pertenecen a este mundo y llevan consigo todo un pasado pagano. Cuesta creer en el evangelio, y peor aún, muchos ni siquiera lo recibirán, aunque hayan sido bautizados y recibido los sacramentos. Por empezar, Jesús no creó una religión, ni organizó ningún culto, ni definió una doctrina, ni un régimen de gobierno, ya que quería que todos fuéramos iguales. Pero mucho de sus discípulos lo hicieron, puesto que traían tras de sí toda una vida anterior de religión y sentían la necesidad de construir una religión a partir del culto al Jesús resucitado. No habían conocido a Jesús en la vida real y aplicaron a Jesús lo que habían aprendido ya sea en el judaísmo o en las religiones llamadas paganas. La religión de los pobres Hemos creado una religión muy desarrollada y cada vez más formalizada. La religión vive en un mundo simbólico, que consiste en forma y no en realidades materiales Lo que sucede es que la religión se forma en su mundo simbólico para vivir en él, que para ella es salvación. El Dios de la religión pide paz y tranquilidad, pero se encuentra con que los misioneros son perseguidos. Si la Iglesia vive en paz, es una señal de que no tiene por objetivo el Reino de Dios, sino apenas la seguridad de sus fieles. En concreto, las parroquias y las comunidades religiosas, tienen como sus actividades dominantes sus actividades simbólicas, de culto, de profesión de fe, de construcción de un aparato material para realizar mejor sus actividades simbólicas. Esas actividades tienen por finalidad la salvación de las almas, no se preocupan por lo que sucede en este mundo. Una Iglesia dedicada al culto y al mundo simbólico no presta atención particular a los pobres a no ser para darles sus limosnas, pero no tienen ni idea siguiera de pensar en su liberación. No tiene interés en ser la Iglesia de los pobres, ya que los pobres no dan demasiado poder. En cambio procura tener buenas relaciones con el poder político, el poder económico y el poder cultural. Además tras de sí hoy trae las marcas de XV siglos de cristiandad, cuando la religión de los pobres era la religión de los reyes. Todos debían practicar la misma religión que su rey. Es la Iglesia dependiente del rey. Esa colaboración entre poder religioso y los poderes civiles, está además en la mentalidad y en los proyectos concientes o inconcientes de muchos cristianos, sobre todo del clero. El discurso evangélico es más una práctica y un servicio a ese edificio religioso que la construcción de la Iglesias como institución. Las minorías abrahámicas de Don Helder Las minorías salvan y honran a la Iglesia. Hubo varones y mujeres heroicos que consiguieron despertar a los cristianos y llevarlos a promover reformas sociales. No siempre pertenecieron a la Iglesia de modo explícito. La Institución Iglesia, no luchó por la liberación de los esclavos porque estaba atada por los lazos con el Imperio y no quería emanciparse. No sentía que la unión estrecha entre el Imperio o, antes de él, con el reino de Portugal, era el mayor obstáculo para la vida cristiana. Esa estructura de cristiandad favorecía una relación desviada de la misión de la Iglesia que era anunciar el Reino de Dios y luchar por la liberación de los oprimidos entre ellos, los indios y los esclavos africanos. Hay minorías que luchan por la reforma agraria y el propio episcopado toma posición con mucha fuerza en sus declaraciones. Pero las elites sociales y las clases medias que se dicen católicos y a veces practican y reciben los sacramentos regularmente, no quieren saber nada acera de una reforma agraria. Hay cristianos que luchan también por la liberación de las favelas y de todas las viviendas insalubres, pero la masa de los católicos no se mueve y continúa eligiendo gobernantes que no se dedican a esas tareas primordiales. Podríamos preguntarnos si en las parroquias hay realmente mucho interés en entrar en esas luchas. No se nota demasiado. Entonces, a nivel teórico, la Iglesia quiere la reforma agraria, la reforma urbana, un salario justo, pero en la práctica en las parroquias y en las instituciones de la Iglesia se confunde esto con las actividades religiosas y no se ponen al servicio de la humanidad, no buscan su liberación. ¿Cómo hacer para conseguir la liberación de una institución tan apegada a la estructura social establecida y a las clases sociales dominantes? Ese es el drama. ¿Quién es el pobre? Los ricos siempre han procurado desviar el sentido del evangelio. Inventaron el concepto de pobreza espiritual. Pobres son los que no están apegados a la riqueza, los que no se sienten ricos, los que tienen sentimientos de compasión por los pobres. Interpretan el versículo de Mateo sobre los pobres en espíritu como si el espíritu fuese lo inmaterial, lo mental, lo psicológico. Pero el espíritu es viento, fuerza, tempestad, como en el día de Pentecostés. Los pobres de espíritu son los que son animados por el Espíritu. No son los pobres de sentimiento. Los verdaderos pobres saben que son pobres. No se preguntan quién es pobre. Saben que son pobres. Los ricos buscan subterfugios para definir en forma complicada la pobreza de tal manera que no se sientan denunciados como los ricos del Evangelio. Si alguien duda sobre si es pobre o rico, con certeza, es rico, porque un pobre no duda, sino que sabe muy bien qué es la pobreza. Los pobres son la verdadera iglesia, el verdadero pueblo de Dios a pesar de que en su presencia el sistema religioso pueda ser un fracaso. Muchas veces no se encuentra en las iglesias parroquiales y muchas veces, ni siquiera en las capillas. Pero Jesús sabe cómo reconocerlos e integrarlos a su cuerpo como el verdadero pueblo de Dios. Jesús lucha por su liberación en medio de ellos. Bien. ¿Y ahora con qué vamos a entrar en el mundo actual? O sea, ¿cuáles son los instrumentos intelectuales que tenemos como cristianos? ¿Cuáles son los elementos? Es el momento en el que el sistema criticado por Karl Marx domina. Él nunca había imaginado una dominación tan fuerte, tan grande. Tan fuerte y tan grande. Todos los que en EE.UU. provocaron esa CRISIS MUNDIAL. Bueno. ¿Qué pasó con la crisis? Exigieron del gobierno 7 millones de millones de dólares. Y así. ¿Se encontró la plata inmediatamente para reconstruir la ciudad de Nueva Orleáns? Después de años todavía no está hecho. Porque ahí viven los negros. Y entonces los negros no interesan. Pero los grandes que dirigían toda esa crisis, ahí están triunfando. Tranquilamente. Y hay cientos de miles de americanos que tenían casa, que tenían apartamento y ahora están en la calle porque no pueden pagar las deudas, porque perdieron el empleo. Tanta cosa en un país en donde hay tanta riqueza. O sea, creo que Karl Marx nunca habría podido imaginar tanta riqueza y tanta desigualdad y que pudieran justamente exigir tanto dinero. ¿Quién va a pagar esos 7 millones de millones de dólares?
¿QUIÉN VA A PAGAR? Bueno, los pobres americanos, naturalmente. Los que pagan impuesto. Pero ¿quién paga impuesto en EE.UU.? Quien paga impuestos son los pobres. O sea, los pobres de clase media, de clase media baja. Ellos. Y los ricos son dispensados. Y ahora el próximo presidente republicano en unos años más, porque claro que van a ganar las elecciones, va a disminuir todavía una de las reivindicaciones, va a bajar los impuestos, bajar más de lo que son para los millonarios. Entonces, que los ricos no deben pagar impuestos. Porque ellos saben administrar el dinero. Ellos saben producir. Un dólar dado a un pobre es un dólar perdido. Porque no va a dar rendimiento. No va a producir riquezas. ¿Qué piensan ellos? Pero un dólar dado a un pobre le permite comer un poquito más. Trabajar un poquito más y ayudar a toda la sociedad porque trabaja más. No es un dólar perdido. Pero en la ideología… ¿Y LAS IGLESIAS? Esto se trata, desde el punto de vista cristiano, de cambiar toda la representación. La filosofía, la teología que orientó a los católicos. Porque a partir de la jerarquía, claro que no debemos esperar una conversión de la jerarquía. Eso sería un milagro tan grande y tan fuerte. Eso no. Y en el momento actual en que la jerarquía está en manos, la gran mayoría, de los grandes movimientos fanáticos. O sea, los movimientos dedicados a acumular más riqueza y más riqueza y más riqueza en nombre de Jesucristo. ¿Por qué? Porque tienen una teología espiritual y el materialismo eso es lo más condenable. O sea, que haya gente que pasa hambre, eso no tiene importancia. Bueno, son esos movimientos los que ahora mandan. Y que son, bueno, claro que primero el OPUS DEI que es el primero de la lista, fundado en 1928. Es el más antiguo. Y el modelo que sirvió para otros movimientos después. Ahí hay una voluntad de poder que es extraordinaria. Entonces un día le preguntaron, ellos, del Opus preguntaron al teólogo suizo Hans Urs Von Balthasar que pensaba del libro Camino… “Si, yo lo he leído”. ¿Y qué opina? Dijo… “Bueno, es un libro cristiano y original. Y en lo que tiene de cristiano no es original. Y en lo que tiene de original no es cristiano.” Y basta ver ese libro… Cuando lo leí me quedé así… ¡Cómo es posible! O sea, es el manual del perfecto capitalista. Es exactamente la representación de la mentalidad capitalista. “Tú tienes que tener más poder… ser el primero… ser el más fuerte… y así.” No dar a los pobres. Hay que tener coraje de no dar a los pobres. Porque eso les corrompe. Les enseña la pereza. No… hay que exigir. ¡Tiene que trabajar! Si trabajan serán ricos también. O sea, el manual del perfecto capitalista. Yo no sé cómo se ha podido aprobar un libro así. Pero quien tiene mucha plata ahí va conquistando las posiciones. Bueno, y después siguen otros. Ahora estos… El Opus Dei ha logrado elegir dos Papas. Y todo indica que el próximo Papa todavía será hecho por ellos. Entonces porque controlan los cardenales. Y entonces cuando se reúnen los cardenales ya está todo hecho. Ya está todo bien combinado. Así. Y hay una apariencia de elecciones, pero en realidad la elección ya se ha hecho antes… Participante: ¿No era el Espíritu Santo que mandaba? José Comblin: El Espíritu Santo… a él lo obligan a quedarse callado. No puede intervenir. Él no puede intervenir. Bueno, esto. Naturalmente no van a permitir que la jerarquía católica entre en una lucha de transformación de la sociedad. Es imposible. Imagínense. Ellos que son justamente una pieza importante dentro del sistema. Y después ahí, los LEGIONARIOS DE CRISTO, entonces que de verdad que han sufrido un poco con los acontecimientos. Pero el Papa nombra a un interventor, el Cardenal interventor, para mantener y rehacer el orden, o sea, solucionar los problemas ahí. Lo primero que hace es confirmar todos los que estaban en la dirección. Confirmar a todos en su puesto. O sea, ¿Cómo van a corregir los errores o los desvíos si son justamente ellos los que participaron? Y ellos que todavía afirman que no sabían nada de la vida privada del fundador. No sabían nada. Trabajaron con él 40 años y no sabían que tenía una familia, que tenía 3 hijos, que practicaba la pedofilia con los alumnos de los seminarios. Entonces todo eso que todo el mundo en México sabía. O sea, cuando visitaba México todo el mundo sabía eso, pero ellos no sabían. Ahora dicen “no sabían, no”. Practicaba la pedofilia con sus mismos hijos. Y tenía una serie de amantes que eran las benefactoras. Y se iba a pasar vacaciones con ellas y todo. Y ellos no sabían nada. Hay que ser realmente muy ciego. ¡Cómo que no sabían! Pero tiene cobertura, o sea, exteriormente hay una investigación. Pero en la práctica ya se ve que la investigación no va a arrojar nada. No va a solucionar nada. Claro que han acumulado un poder financiero tan grande. Se estima que Maciel acumuló una fortuna de 50 mil millones de dólares. O sea, más que Bill Gates. Con eso fundó 9 universidades, sólo en México, 400 colegios, sólo en México. Y todo lo que hay en todos los demás países de América Latina, con una fortuna semejante. Pensar que éstos van a luchar por una transformación de la sociedad… Van a ser justamente los obstáculos, los mayores obstáculos. Bueno, ¿y dónde está el enemigo? ¿Dónde está el enemigo? Bueno, no está lejos de nosotros. Está ahí. Con la protección de la jerarquía eclesiástica. Y saben. Saben. Claro que lo saben. Saben. Pero tienen miedo. Porque claro que el OPUS tiene miedo. Tiene miedo. Es una potencia grande. Un día yo había escrito un artículo sobre la doctrina social de Escrivá. O sea, la “no” doctrina social de Escrivá. Pero ninguna revista católica quiso publicarlo. Miedo. El poder del Opus es tan grande. Entonces, miedo. Pero ahí está el enemigo. Y entonces, bueno, hay que hablar, hay que saber, hay que denunciar. Hay periodistas que ya se dedicaron a desmontar un poco toda la fortuna que tiene y todo ese mecanismo de poder. Ese mecanismo de poder y una falsa espiritualidad, una ficticia. Bueno, ahí está el obstáculo principal. Y es un problema de libertación de los Obispos. Porque ahora viven con miedo. O sea, dominados. Y basta que en el Episcopado haya uno o dos del Opus, practican el chantaje radical y absoluto. Y los otros tienen que quedarse callados para no ser condenados como herejes, como desobedientes al Papa. Bueno, eso sitúa. Y claro que se trata actualmente en POLÍTICA de buscar una nueva forma de sociedad. Claro. Porque se pueden hacer cambios así pequeños. Pero la finalidad, los partidos políticos, ¿cuántos quieren un cambio de sociedad? Todos tienen la convicción de que es imposible ¿Por qué? Si es un hombre con 40 años, es claro que ése no va a ver la transformación. ¿Cómo va entrar en una lucha por una cosa que no le dará ninguna ventaja? Ninguna posibilidad de participar en el poder. Y sucederá lo que sucedió con un presidente brasileño que fue anterior a Lula: Fernando Henrique Cardoso. Que estuvo en Chile después del golpe militar. Ahí estuvo en Chile. Entonces, yo escuché en aquel tiempo que estaba en Chile autoexiliado. Porque no fue obligado a salir de Brasil. Él escogió. O sea, más prudencia, más prudencia. Y ahí se vino a Chile. Y decía claramente en portugués… “eu no agro mau do socialismo” O sea, yo quiero el socialismo. Y después se dio cuenta que con el socialismo no alcanzaría el poder. Y lo que quería era el poder. El socialismo sirve, pero en fin… Claro, claro. Pero es más un motivo de propaganda. Pero lo que quería era el poder. Y bueno ¿los políticos profesionales habitualmente qué quieren? Bueno, el poder. Entrar en la máquina del poder. Pero con eso se condenan a trabajar a corto plazo. Es decir, el tiempo en que yo pueda alcanzar el poder. Pero claro que las transformaciones son a más largo plazo. Entonces supone un cambio de mentalidad en el conjunto. Un cambio de mentalidad en el mundo universitario, en el mundo de los trabajadores. Eso no se hace en poco tiempo. Pero si alguien no empieza también no pasa nada. Entonces hay que empezar. Aún sabiendo que con eso yo no voy a lograr ser diputado. O sea, no es mi ambición. Porque a partir del momento de que es su ambición, ahí su ambición está limitada a corto plazo. Pero no, nosotros pensamos en una transformación de la sociedad ¿Perfecta? Seguro que no será perfecta. Pero es una sociedad en la que la conquista del dinero y la creación del dinero no es la finalidad radical. En que todo era subordinado al crecimiento del dinero. Eso no. Entonces, bien. O seguimos la línea del Evangelio. O seguimos la línea de todo el sistema eclesiástico, que es diferente. El sistema eclesiástico defiende la estructura actual. Con palabras bonitas. Sí… claro… en fin… al final aprenden a hablar y aprenden las palabras bonitas. Y si no lo sabe hay un secretario que sabe hacer discursos bonitos. Entonces, eso es a nivel de discurso. Pero en la realidad ¿ se elige la línea evangélica? y ¿con qué filosofía?. Ahí está. Condenaron el MARXISMO porque Marx negaba la existencia de Dios. Pero negaba la existencia de qué Dios… ¿qué Dios?… Ah… el Dios que se enseñaba en su iglesia luterana era igual al Dios que se enseñaba en las iglesias católicas ¿Y qué Dios era ése? Era el de los filósofos griegos. Y dice… “yo no creo en eso…” “Un Dios así que quiere mantener el sistema actual en nombre del orden. Eso yo no creo que exista. Un personaje semejante”. Bueno, pero todos diríamos “en ese Dios yo tampoco creo”. Tampoco creo. ¿Quién le habría enseñado otra manera?… Bueno, no había nadie. Tal vez algún monje perdido en la montaña y viviendo con la Biblia, al parecer haya sabido. Pero muy pocos, muy pocos estaban dispuestos a conocer realmente el mensaje del Evangelio en forma independiente de la filosofía que habían aprendido en el seminario. O sea, yo personalmente, hace tal vez 30 años o más, que siempre he repetido que hay que suprimir el curso de Filosofía en los seminarios de la Facultad de Teología. Sólo sirve para engañar. No constituye absolutamente ninguna ayuda para comprender mejor el Evangelio. De ninguna manera. Ahora decir, bueno, lean Karl Marx y así usted tendrá un instrumental más eficiente. Pero en aquel tiempo era muy peligroso. Creo que hoy día ya no sería tan peligroso. Pero hay filosofías que ahora están volviendo. Incluso en EE.UU. Entonces a descubrir que todo el sistema está equivocado. Y que no hay manera de corregirlo, de transformarlo completamente. Y creo que volverá. Claro se dice que hubo el fracaso de la Unión Soviética ¿Pero qué fracaso fue ese? Fue el fracaso de las elites. Hacía tiempo que se sabía que los dirigentes del Partido Comunista habían perdido la fe en el marxismo. Y hacía tiempo que se sabía eso. Porque ellos no se interesaban en nada por la clase obrera o por los otros. Querían el poder. Y un poder más grande. Y un poder que fuera superior al poder de EE.UU. Y se dieron cuenta que con su sistema económico y social no podrían sobrepasar a los EE.UU. Que había que buscar el secreto del éxito de la potencia allá en EE.UU. Bueno. Pero los ciudadanos soviéticos ¿ganaron? Y no ganaron nada. Hicieron recién una investigación en Rumania. Y más de la mitad dice que la vida estaba mucho mejor en tiempos de los comunistas. Para la gente sencilla. Para la gente pobre. Era más sencillo. Ahora hay tanto desempleo. Entonces ahí tantas dificultades de buscar trabajo y tanta corrupción. Entonces estábamos mejor en aquel tiempo. O sea, el fracaso del comunismo real no fue fracaso de los pobres. Fue el fracaso de las elites que no lograron, que no fueron capaces de superar la producción y la riqueza de EE.UU, que era lo que en realidad querían. Pero eso lo ocultaban. Hasta que un día llegó ahí un Gorbachov y tuvo la ilusión de que podía establecer una democracia. Y lo que pasó fue lo previsible. Los jefes del Partido Comunista en todas partes se robaron todo. Se robaron las empresas del Estado. Se robaron el gas. Se robaron el petróleo. Se robaron todo. Provocando una corrupción inmensa que todavía no ha sido vencida, hasta el momento. O sea, mostrando bien que no tenían absolutamente ningún interés por el socialismo. Entonces era interés de poder. Para ellos. Pero los pobres ¿qué ganaron con eso? Ah… no ganaron nada. Entonces mucha cesantía. Dificultad de encontrar trabajo. No ganaron. No ganaron con eso. Entonces ahora podemos examinar eso más tranquilamente. Y entonces buscar una filosofía que nos ayude a entender las categorías bíblicas. Entonces a entender y a expresar. No que haya que copiar. Claro que primero en 200 años el mundo ha cambiado bastante la situación, pero las líneas básicas, las líneas de interpretación de la historia. Líneas de interpretación del mundo. Eso es lo que nosotros necesitamos. Bueno, no creo que en la UNIVERSIDAD CATÓLICA cambien los programas de filosofía a corto plazo, se ve difícil. Y en las otras Universidades Católicas me parece que también será difícil. Pero fuera de las universidades es el lugar de la libertad. Entonces ahí se puede pensar libremente. Los teólogos de la liberación han tenido poca entrada en las Universidades Católicas. O sea, no era su mundo. Y sentían también que venían a contestar y a discutir los fundamentos de la enseñanza que ahí se estaba dando. Pero sí el pensamiento se hace en gran parte fuera de las instituciones. Fuera de las universidades. Y hay gente que entra a la universidad para ganarse un poco de plata, pero su pensamiento está fuera. Entonces su pensamiento está fuera de eso. Yo mismo un día, o sea, me pidieron que fuera a enseñar a la Universidad de Lovaina, en la facultad de Teología. Ahí pensé, consulté un poco y dije… “está bien… con la condición de condensar las clases en un mes…” Ahí voy a aprovechar las vacaciones que hay por aquí y dar un mes de clases. Con eso gano lo suficiente para vivir y no depender de nadie. Y no depender de una diócesis. No depender y así poder estar más libre, más libre. Ahí un día le pregunté a Gustavo Gutiérrez que pensaba… “Está bien, es una solución”. Entonces bueno, uno con eso no gasta mucho tiempo. Es un mes al año. Un tipo de vacaciones. Claro que las clases son un poco condensadas. Naturalmente. Había un mes y había que condensar un semestre. Pero en fin, cuando uno es joven ya puede hacer muchas cosas que después ya no puede. Entonces, eso era para conquistar la libertad. Y hay maneras de conquistar la libertad en eso. Dando una clase aquí, una cosa así, para preservar la libertad de pensamiento. O sea, no tener que entrar en el sistema. En las teorías oficiales. En las doctrinas oficiales. Bueno. Eso no agrada a una parte de la jerarquía que tiene tanto miedo. Pero siempre hay algunos que aceptan. Siempre hay algunos que sí aceptan. Y he encontrado obispos que sí aceptaban. Como era independiente económicamente ahí yo podía escoger yo mismo. Entonces hay otros que no tienen la posibilidad de elección porque tienen que ganarse la vida en una parroquia. Tienen que ganarse la vida en una universidad en tiempo completo y cosas así. Pero el que quiere dedicarse al pensamiento encuentra una salida para poder vivir, para poder sobrevivir. Y entonces bueno, sin nunca alcanzar una riqueza. Para vivir sencillamente y lo suficiente para poder reflexionar. Para poder escribir. Para poder enseñar. Y entonces dar algunos pasos. Algunos pasos en el desarrollo del pensamiento cristiano. Pero el problema político ahora no es el de saber si la derecha va a ganar las próximas elecciones o no. De cualquier manera eso no va a cambiar nada. Entonces, son cosas muy insignificantes. Pero, ¿cuál es la mentalidad que se prepara? O sea, ¿quién está pensando? ¿Quién está pensando en el mundo obrero? ¿Qué están pensando? ¿Qué están imaginando? ¿Qué proyecto tienen para el porvenir? Hay una generación que está proponiendo. ¿Y entre los estudiantes? Entonces dirán… “los estudiantes no se preocupan por política”, pero hay algunos que sí. Hay algunos. No se necesitan tantos. Hay algunos que sí. Y entonces ahí bueno, ¿qué orientación? ¿Cómo? ¿Dónde buscar? Buscar entonces a corto plazo no lleva muy lejos. Es la cuestión de cambiar las aspiraciones, la mentalidad, la apreciación, la forma de cómo se juzga. Entonces, la estructura del sistema actual que se presenta como el único posible. No hay alternativa como decía Margaret Thatcher. No hay alternativa. Eso es. Pero en la historia de la humanidad siempre hay alternativas. O sea, no hay una cosa así obligatoria determinada. Entonces hay leyes de la naturaleza como hay una ley de acontecimiento del planeta. O sea, esas cosas. No hay leyes así. Hay una intervención humana siempre posible. Y que siempre son seres humanos que mantienen, que defienden o que buscan otra cosa. Entonces es la tarea de preparar una generación a largo plazo. O sea, de imaginar, pensar, ver cómo funciona… cómo funciona. Por ejemplo, para terminar, en las últimas elecciones en Brasil. Ahí se notó que la oposición había cambiado el estilo de la CAMPAÑA ELECTORAL, DE PROPAGANDA con relación a los años anteriores. O sea, había una novedad, que era atacar a la candidata personalmente por defectos personales, por cualidades personales. DESTRUIR LA PERSONALIDAD. ¿Programa? No tenían programa ninguno. A partir de la oposición no tenían ningún programa. Y nunca habló de eso porque ya no interesa. Nadie se interesa por el programa. Pero hay que concentrar todo en la persona adversaria. Destruir. Y entonces mostrarla como terrorista, comunista. Porque ella que ha sido elegida perteneció a un movimiento revolucionario en tiempos del golpe militar. Y estuvo en la cárcel encarcelada y torturada durante 3 años. Y entonces, ¿cómo presentan eso? Es una terrorista, comunista. Una mujer que mata. Que quiere matar. Y en el partido tienen como programa la descriminalización del aborto. Ahí sí, es una mujer que quiere matar niños. Quiere matar. ¿Quién va a votar por una persona que quiere matar? Y matar a niños. Inocentes. Entonces, eso es lo peor. Y repetir eso indefinidamente. Constantemente. Durante un mes, durante dos meses. Repetir ese tipo de acusaciones que son justamente para destruir la personalidad. Bueno, después se descubrió que esa manera de actuar viene de los EE.UU. Hay organizaciones especializadas en sicología electoral, entonces, que han estudiado como es que se gana una elección. Como es que un candidato puede ganar. Eso a partir de una sicología así vulgar. En consecuencia la sicología de la gente más sensible y poco acostumbrada a pensar. Porque con el sistema de televisión ya no se piensa, pero sí imágenes. Ahí se muestra a una mujer matando hijos. Esa es la candidata. Entonces ahí, esa es la manera de impresionar, de dar miedo. Entonces, eso se enseña desde los EE.UU. En Chile creo que todavía no había…, no aplicaban ese método, pero van a aprender rápidamente de cómo hacerlo. O puede ser que algunos partidos no quieran. Quien tiene sentimiento de vergüenza no querrá adoptar esa modalidad. Pero cuando se quiere el poder al final se llega a aceptar cualquier cosa. Entonces, alguna cosa que les garantice el poder. Bien… Y ya he hablado demasiado… A lo mejor ya están cansados… Asistente: Abrimos un poquito el debate…? José Comblin: Sí. Asistente: Bueno… les damos la palabra para hacer comentarios, preguntas… Vamos a recoger varias preguntas, primero… comentarios… José Comblin: Ahora si alguien hace pregunta, se acuerda que soy medio sordo. Entonces que diga fuerte o que una persona interprete… lo que se dice. Asistente: Sí… adelante… La celebración de hoy tiene dos partes: la procesión de los ramos y la eucaristía, que deben unirse en un único mensaje. Tenemos la tendencia a celebrar la entrada triunfal independizándola de la Pasión y Resurrección. Pero forman un conjunto: no solo los sucesos son un todo sino el mensaje es único.
Nuestra tendencia es celebrar una entrada triunfal, asemejándola demasiado a la entrada de un rey terreno que triunfa de sus enemigos. Más que una entrada triunfal es una entrada mesiánica, y no del mesías que el pueblo y sus jefes esperaban, sino del siervo sufriente que no viene a hacer triunfar al estado sobre sus enemigos sino a convertir los corazones a Dios. Aunque los rasgos de la entrada mesiánica han sido magnificados por los redactores de los textos, para mostrar su fe en Jesús Señor, todavía podemos descubrir en los textos la modestia de la entrada de Jesús en Jerusalén, y los símbolos de su negación a conformarse con la imagen mesiánica al uso (el borrico como cabalgadura). El cuarto evangelio subraya mucho la actuación de Jesús que se niega a entrar como Rey y viste su entrada con todos los signos de su porfiada negación del Mesianismo Davídico. Es por tanto importante que nuestra celebración de este "suceso" no degenere en superficiales aclamaciones triunfalistas. Los mismos textos, y especialmente la profunda elaboración del cuarto evangelio, nos muestran a los discípulos entusiasmados por un triunfo exterior, y a Jesús empeñado en dar sentido interior a su mesianismo. Como siempre, los evangelios se preocupan de subrayar que los discípulos no se han enterado de gran cosa, y siguen pensando en quién es el mayor y en sillones ministeriales a la derecha y la izquierda del Rey. No podemos caer en la misma tentación, sino atender al mensaje de Jesús. Y para eso están ahí las dos primeras lecturas de la Eucaristía, que nos darán un contexto estupendo en el que enmarcar toda la celebración. Ver textos y comentario de las lecturas En contraposición con estas lecturas, los dos salmos que se ofrecen para acompañar la procesión (23 y 46) parecen incitar más bien a una celebración triunfal, exterior. Deberemos cuidar de que nuestras aclamaciones a Cristo Señor no hagan olvidar que, al decidirse a entrar en Jerusalén, Jesús está subiendo a la cruz, precisamente por el rechazo de los jefes, el olvido del pueblo y la cobardía de los discípulos. Serían perfectamente aplicables a esta celebración las consideraciones que solemos hacer al celebrar la fiesta de Cristo Rey. Los relatos de la Pasión, que son sin duda desarrollo de las más antiguas tradiciones orales y escritas sobre Jesús, constituyen el núcleo del Kerygma primitivo, y una de las pruebas más importantes de dos aspectos básicos de nuestra fe en Jesús: · Son un argumento irrefutable de la historicidad básica de los evangelios. La dificultad que suponía para las primeras comunidades predicar la fe en el ajusticiado muestra bien que no inventan sus relatos a su conveniencia, sino que repiten el mensaje recibido por muy molesto que este sea. Ejemplos evidentes de esto son por ejemplo la unanimidad de los textos en no ocultar (al revés, en insistir en) las negaciones de Pedro y la desbandada de los Once, más el mismo hecho de los sufrimientos, Getsemaní etc., etc. · El anuncio de Jesús no tiene ningún matiz mítico. Jesús no es un mito sagrado que se viste luego con narraciones realistas para consumo popular. Esta es precisamente la vía errada de los Apócrifos, y la razón de su rechazo por las comunidades. Si en otros momentos de los evangelios los aspectos simbólicos o las citas de los profetas hacen casi irreconocible la historia, aquí el mensaje es la historia, lo que pasó, y los añadidos interpretativos o simbólicos son pocos y sirven para señalar el valor y sentido de la historia, de lo que vieron los ojos. La entrada de Jesús en Jerusalén, en vísperas de la Pascua, entrada pública, no a escondidas, fue una imprudencia y un desafío. Le buscan para matarle y han puesto a precio su cabeza. Hasta este momento, Jesús se ha ocultado, se ha alejado del peligro. La gente piensa que no se va a atrever a venir a la ciudad por Pascua. Pero Jesús toma la decisión de subir a Jerusalén y entra en la ciudad públicamente. Es posible que sus discípulos aprovecharan la ocasión para hacer de esa entrada una manifestación triunfal, incluso con signos mesiánicos. Es claro que las comunidades posteriores vieron en ese suceso la entrada del Mesías en su ciudad, y así la interpretaron. Los datos de los evangelios permiten adivinar los hechos: los galileos que han subido a la fiesta aclaman a Jesús. La gente de Jerusalén se extraña, preguntan qué pasa, y algunos se juntan a la fiesta. Jesús estropea la fiesta y entra en la ciudad llorando. Jesús convierte los signos de triunfo davídico en signos de mesianismo inverso: el pollino (no caballo regio), el llanto sobre Jerusalén… Jesús sabe que entra en la ciudad a morir, y que ese, no las aclamaciones de la multitud, será su triunfo. Los discípulos no se dieron cuenta entonces de lo que estaba pasando. Solamente comprendieron más tarde… como tantas veces. Como nosotros, cuando celebramos esta fiesta como un triunfo davídico, con palmas y cánticos de gloria, sin pensar en que Jesús llora por Jerusalén y se dirige, consciente y decidido, hacia la muerte. LO QUE VE LA GENTE Y LO QUE VE JESÚS La gente de Jerusalén ven un espectáculo un tanto sorprendente, a algunos les parece ridículo: un puñado de galileos aclamando a su líder, un carpintero sin cualificación del que dicen – insensatos – que es el Mesías. Como tantos otros, como tantas veces. Los escribas, los doctores, los sacerdotes, ven un posible peligro: fue un predicador dudoso, de doctrina y costumbres nada ortodoxas. Llamó la atención por presuntas curaciones, tiene algunos discípulos. Pero tiene la osadía de presentarse en el Templo, le aclaman como Mesías. Esto se puede ir de las manos, provocar la reacción de los romanos. Esto se tiene que acabar. Los discípulos ven el triunfo definitivo de Jesús Mesías. Ha llegado el momento, Jesús se instalará en el Templo, el Altísimo lo respaldará con algún prodigio cósmico, los doctores y los sacerdotes se postrarán ante él, los romanos serán expulsados. Comienza el Reinado de Israel sobre las Naciones, que vendrán a adorar a Dios en su (de Israel) santo Templo. Jesús ve la ciudad engalanada para la fiesta. Ve la Fiesta de la Pascua, un gran negocio para Jerusalén. Ve Escribas y Doctores ciegos, que impiden que el pueblo crea en Dios. Ve Sacerdotes dueños del Templo y de la conciencia de la gente. Ve gente aclamando a otro, porque él no es como el que aclaman. Ve discípulos galileos sin convertir. Jesús ve el camino de la muerte. Adivina el Gólgota al otro lado de las murallas del Templo. Ve el esplendor del Templo, sabe que de todo eso no quedará nada… Y SE ECHA A LLORAR. Llora porque Jerusalén no va a aceptar la Buena Noticia, no va a entrar en el Reino, no va a conocer al Padre. Como dice, tan sabiamente, nuestro villancico popular: “todo el mundo sonríe, solo Dios llora”. (I PARTE: El mundo como orden y Dios como parte de ese orden del mundo. Dios dio todo el poder sobre el mundo al Papa. -La doctrina social de la Iglesia y sus silencios- Biblia y Jesús quieren el cambio al que se oponen el Imperio, los sacerdotes y doctores de la ley. Con fidelidad hasta la muerte. Para Marx la humanidad está en un constante proceso de cambio, en la búsqueda de cambio hasta una transformación total. El mensaje cristiano es materialista. El amor no es algo espiritual, es algo práctico: dar de comer, dar habitación, visitar a los presos. El evangelio es fundamentalmente materialista. Y tenemos una filosofía espiritualista para explicar un mensaje materialista.) (Págs. 1-9.)
José Comblin: En fe y política habría entonces que partir de una distinción muy clara. La fe y política “no es” Iglesia y política. Porque entre la fe y la Iglesia las relaciones son ambiguas, naturalmente. Entonces, para empezar creo que uno de los grandes obstáculos es la doctrina social de la Iglesia. Ya es hora de volver al Marxismo. Porque cada vez más, claramente, consta que EL PRIMER FILÓSOFO CRISTIANO FUE KARL MARX. Todos los demás fueron griegos. Santo Tomás de Aquino es griego, toda la tradición escolástica es de la filosofía griega y que no se combina muy bien con el cristianismo, pero ha tenido consecuencias muy fuertes, muy grandes. Es que la filosofía griega entiende el mundo como orden. Es un conjunto de diversas cosas que forman el orden permanente, constante. Y Dios es parte de ese orden del mundo. Entonces ahí él está en la cumbre, está manteniendo la unidad de todas esas cosas ordenadas. De tal modo que toda la actividad humana se inscribe dentro del orden. Hay que actuar para preservar el orden, para mantener el orden, entonces para impedir las fuerzas de disolución que hay, las fuerzas de destrucción. Mantener la armonía del universo. Ese universo no puede cambiar. El orden no puede cambiar. No cambia. Así como Dios no cambia, nada cambia. El ser humano no cambia. La sociedad no cambia. Todo lo que vemos en la naturaleza es parte del orden. Por ejemplo hay esclavos y dueños de esclavos. Es parte del orden del mundo. Hay gente que nació para ser esclavo y hay gente que nació para ser dueño de esclavos. Eso es parte del mundo. Para los filósofos griegos es una evidencia. Eso ni se discute, ni se discute. Entonces que hayan pobres o ricos es lo normal. Es lo bueno. Hay que mantener eso. Eso es parte del universo tal como Dios lo creó. Hay ricos y pobres porque Dios quiso que fuera así. Hay guerras porque Dios quiere que fuera así. O sea, todo lo que sucede, todo es parte del orden. Y no se puede querer cambiar. Eso es actuar contra la voluntad de Dios. Dios ha establecido las cosas así y no se pueden cambiar. Querer cambiar es una rebelión contra Dios. Es una impiedad. Hay que mantener. Por eso había emperadores, reyes establecidos por Dios. ¿Cuándo se sabía que Dios ya no aceptaba ese emperador? Cuando un general lograba destruir el poder del emperador y se establece él mismo como emperador. La estructura es igual pero Dios escogió ahora una persona en lugar de otra, pero el sistema es igual. Y las leyes sociales son el reflejo de la voluntad de Dios. Del orden del universo tal como está establecido desde siempre y para siempre. Santo Tomás reconoce que la teoría de Aristóteles dice: “que el mundo no tuvo comienzo y no tendrá fin, sencillamente existe.” Y Santo Tomás dice: “de hecho, si no fuera por la revelación no sabríamos que el mundo empezó”. Aceptaríamos lo racional, que es pensar que el mundo existe y no tiene comienzo, no tiene fin, existe sencillamente. siempre igual. Bueno, esa es la filosofía que inspiró la Iglesia católica desde el siglo XIII. O sea, desde el momento en que adoptó la filosofía griega, los grandes, Aristóteles sobre todo, como modo de orientación, modo de pensar del cristianismo. Entonces de ahí que Dios es parte de ese conjunto. Es como el conjunto, no puede cambiar. Siempre es igual. O sea, nunca manifiesta sentimientos, nunca manifiesta voluntades o proyectos o cosas así no… es siempre igual. Es lo que mantiene la unidad. Él mismo es uno. Él representa la garantía de todo lo que existe en este mundo. Esa idea de Dios se instaló en la teología. O sea, la teodicea de Aristóteles entró en la teología cristiana. Cuando se habla de Dios se empieza con eso, con la teodicea de los filósofos griegos. Yo había estudiado eso en el seminario, en la facultad de teología. Me imagino que hoy todavía en la facultad de teología se enseñan esas cosas. Ahora el problema es que cómo destacar o situar lo que la Biblia dice. Lo que Jesús dice. Y cómo situar esto que está en los evangelios, “que a Dios nadie lo conoce”. O sea, todos los raciocinios filosóficos, ¿qué pueden decir de Dios? No tienen valor ninguno. No dicen nada de verdad. Es la expresión de una cosmología, pero arbitraria, que no tiene fundamento. Que se transmite en una cultura. Y entonces la concepción cristiana, evangélica, de Dios ocupa poco espacio en los tratados teológicos sobre Dios. Es así. La enseñanza del cristianismo empieza por la revelación de un Dios pagano. Con un valor conceptual que impresionó a los medievales, naturalmente y que desde entonces conservó… desde entonces se conservó. Uno puede imaginar que esa conservación no es totalmente inocente. O sea, la visión del mundo que viene de uno y que representa el poder total. Ese poder se va distribuyendo así en varios niveles dentro del mundo. Hay animales más poderosos y hay animales menos poderosos. O sea, hay toda una escala de niveles de poder. Bueno, y desde la edad media, desde Gregorio VII en el siglo XI y los Papas del siglo XIII. En el siglo XIII ahí se funda la Inquisición y, después de algunas décadas, la tortura como medio legítimo de investigación de la Inquisición. O sea, es el poder. El Papa que se afirma siempre con más fuerza. Y que aparece como procedente de Dios. Dios ha enviado a su hijo a la Tierra, su hijo en la Tierra ha dado todos los poderes a San Pedro. Y ahí la doctrina que se enseñó a los indígenas aquí. Entonces hay un solo Dios que tuvo un solo hijo que vino a la Tierra y ese hijo de Dios que vino a la Tierra dio todo poder sobre el mundo al Papa. Todo. Sobre todas las naciones. Todo. Y el Papa, en su amor lleno de benignidades, ha dado esta parte del mundo a su hijo amado el rey de España. O sea, fue el Papa en nombre de Dios que ha delegado el poder para eso. Entonces ahí se explicó a los indígenas que el dueño de toda su tierra era el rey de España porque era él a quien el Papa había dado todo el poder. ¿Y qué podían decir los indios? Ah… no podían decir nada. Entonces ahí sí es la voluntad de Dios mismo. Claro que algunos se rebelaron un poco. O sea, no aceptaron tan fácilmente esa revelación. Pero eso es. Esa concepción de un mundo ordenado, unido. En el que hay un poder que unifica, que reúne. Eso es muy simpático para la curia romana. O sea, de ahí se saca un paralelo. Esa concepción del mundo conviene muy bien para explicar, para racionalizar el poder del Papa. ¿Por qué el Papa puede justificar su poder sobre el mundo entero? Sobre todos los países del mundo. Todas las regiones sean cristianas o no. Él tiene autoridad sobre todo. Ah… porque representa esa autoridad de Dios. Esa filosofía combina muy bien con las pretensiones de los Papas. Las pretensiones de la curia romana que fue construyendo ese poder y que continúa. Porque claro que las naciones modernas han rechazado el dominio del Papa. Pero se quedó con los católicos, los que aceptaron la religión cristiana y que no se rebelaron como lo hicieron los protestantes. Y todas las guerras de la religión no lograron eliminar a los protestantes. Incluso ahora están en plena expansión. América Latina que fue presentada como un continente católico, pero que en 20 años más será un continente evangélico. Y las previsiones ahí ya son muy… muy claras por parte de los sociólogos. Pero en fin… son las derrotas del poder del Papa. En la medida en que perdía poder afuera reforzaba su poder dentro de los fieles. Y a cada año el poder del Papa aumenta. Porque hacen nuevas leyes. Más decretos. Más decisiones. O sea, aumenta la presencia de su poder. Y entonces… ¿Y la política? Ahí se entiende muy bien que durante siglos el Papa haya luchado contra el Emperador Germánico, contra los reyes de Francia, de Inglaterra. Ahí para mostrar que el rey es él. Entonces peleas, discusiones. En toda la edad media, en la mitad del tiempo, los reyes han sido excomulgados porque no querían aceptar que el único rey verdadero es el Papa. Entonces ahí discusiones, conflictos. Toda la historia de las guerras. Toda la historia durante tantos siglos. Y entonces nosotros tenemos una doctrina social que parte de ese sistema. El orden. Y sobre todo del orden social, la Iglesia es la maestra que enseña. O sea, ella sabe qué es el orden. Cómo se estableció el orden. Los filósofos griegos habían explicado cuáles eran las condiciones. Hay que practicar la justicia. Hay que practicar la prudencia, la templanza. Y entonces eso. Todas esas virtudes que son las condiciones del orden del mundo. Por eso la Iglesia tiene el secreto del orden del mundo. Aunque encuentre mucha oposición… encuentra mucha oposición. Con esa concepción del orden social se pueden hacer cambios menores dentro del sistema. Pero no hay como justificar un cambio de sistema. Eso sería cambiar el mundo que Dios ha hecho. Eso no se puede… eso no se puede cambiar. Ahí, por ejemplo, ¿por qué la Iglesia nunca, o sea, el Papa… porque al final quien habla en la Iglesia es el Papa, los demás obedecen. Y entonces nunca ha condenado el capitalismo o entonces enseñado la necesidad de “otro orden social”?. Ah… bueno porque aprendió eso en la teología medieval de los filósofos griegos. Es impensable cambiar el orden. Entonces todas las virtudes se practican dentro del orden. Pero esa idea de cambiar, eso no tiene fundamento. O sea, no cabe dentro de la visión del mundo que tienen. El padre Calvez en su último libro sobre “los silencios de la doctrina social de la Iglesia” pregunta con soltura… “¿y por qué la Iglesia nunca se dispone a condenar el capitalismo?”… Ahí un silencio tan prolongado. Aún hoy. Después de una crisis así tan inmensa que ha hecho tantas víctimas. No. Hay que adaptar un poco, algunas normas para los bancos. Un poquito ahí de disciplinar el mercado y así. Pero no se imagina que se podría imaginar otra forma de orden social. Esto no cabe dentro del sistema teológico. Y ahí entonces, bueno eso es lo que han aprendido los obispos, lo que han aprendido los sacerdotes, y lo que se transmitió a los laicos que estaban interesados. Esa doctrina. Entonces esa doctrina está toda basada en una filosofía que no tiene ningún fundamento cristiano y ninguna raíz cristiana. Entonces y ahora… ¿y ahora qué? Bien, si examinamos la concepción del mundo que tiene Marx, que era judío, claro que no se olvidó de todas sus raíces judaicas, es decir, tiene una visión del mundo que tiene inspiraciones bíblicas. Ahora en la Biblia la historia de la humanidad es la búsqueda de un cambio. O sea, es la historia de una lucha entre una parte de la humanidad, que es esclavizada, dominada, explotada y otra parte que domina, que explota. Es la historia de un conflicto permanente. En la Biblia se llama pecado. O sea, no es algo que representa la voluntad de Dios. La situación actual es el pecado del mundo. Eso es lo que Dios no quiere. Entonces en la Biblia Dios es el que quiere cambiar. No es el que garantiza el orden. Es el que considera que lo que existe es desorden. Y eso es lo que hay que cambiar, transformar. Y toda la historia de la Biblia, toda la historia del pueblo de Israel. El pueblo de Israel en contra de sus vecinos. Dentro del pueblo de Israel los profetas contra los sacerdotes, contra los doctores. Contra los reyes, las autoridades. Así. Los que quieren mantener la situación de pecado que es la situación contemporánea, actual, y los que quieren cambiar. O sea, ser “otra” sociedad humana. Otra concepción de la vida humana. Toda la historia del antiguo testamento es de ese conflicto. Entonces si se dice “la Biblia contiene la palabra de Dios”. Bueno, contiene el conflicto permanente entre la palabra de Dios y la palabra contra Dios. Entonces que pelean constantemente. Y los profetas… pocos. Pocos al frente de un poder, el poder de la costumbre, el poder de las “infiltraciones”, de la dominación, el poder de los sacerdotes, todo eso. Bien. De tal modo que ahí cuando llega Jesús el conflicto alcanza su punto culminante. Jesús representa la voz de los pobrecitos galileos. Los que no son esclavos son tratados como casi esclavos. La tierra pertenece a grandes latifundiarios. Los barcos para pescar en el lago pertenecen a los grandes propietarios. Cuando Jesús dijo a Pedro y a Andrés y a Juan… “¡Vengan conmigo!”. Y se fueron con él. ¿Y el barco? Si el barco fuera de ellos no lo habrían dejado así, sencillamente. Pero como el barco era del propietario no les importó y se fueron. Sencillamente. O sea, no eran propietarios. Eran pescadores. Eran trabajadores al servicio de un patrón. Ahí Jesús no buscó al patrón. Jesús buscó a los empleados del patrón. Y los demás, igual. Otro era un guerrillero. El otro un cobrador de impuestos. O sea, un gran pecador y así. O sea, fue a buscar en el fondo a los que representaban el pueblo oprimido para anunciarles que la cosa va a cambiar. Y ahora viene el reino de Dios. O sea, el concepto fundamental es el concepto de cambio. Novedad. Otro sistema. Otra forma de sociedad. Ese es el tema básico fundamental. Pero después, entrando en el conjunto de la cultura griega, ahí ese tema fundamental se fue disipando, desapareciendo progresivamente y ya no se trata de buscar qué significado tiene. Cuál es el alcance de ese mensaje. Entonces lo que Jesús viene a anunciar es justamente un mundo diferente. Y se opone frontalmente a los que defienden, los que representan el desorden tradicional. O sea, el imperio romano. Al final Jesús fue condenado como terrorista y subversivo por el representante del imperio romano. Y ese sabía bien lo que hacía. Y ese tipo de hombre era peligroso para el sistema. Era peligroso para la tranquilidad de la dominación romana. Bueno, después los sacerdotes que son la principal fuerza económica. Porque el templo de Jerusalén es un gran negocio. Ahí toda la carne se va al templo. Porque hay que ofrecer tantos sacrificios. Y entonces los grandes vendedores de carne son los sacerdotes. Y es una gran fortuna. Verdad que no son iguales todos los sacerdotes. No. Hay algunos que son más importantes y otros menos importantes. Hay incluso un jefe, un jefe de los sacerdotes. Y ahí había previsto que se renovarían a cada año. O sea, que el sumo sacerdote podría robar durante un año. Así como era permitido a los procónsules romanos. Un procónsul era nombrado por un año. O sea, permiso para robar durante un año. Porque habían otros que estaban esperando también. Para poder entrar también en la misma función. Pero en el caso del templo de Jerusalén ejercía Caifás que ya estaba ahí hacía 21 años. O sea, la ley prohíbe que se quede 2 años. Y logró, bueno, habrá aprendido el arte de la corrupción, ciertamente, y logró permanecer 21 años. Podía robar durante 21 años. De todo el comercio de la carne y de todos los objetos ofrecidos, las limosnas ofrecidas al templo y así. Bueno. Entonces, Jesús se opone a los doctores de la ley. A todo el sistema legal. ¿Por qué? Porque si se toma globalmente el sistema de las leyes es un sistema que garantiza la dominación sobre los pobres. En eso no se ha cambiado mucho a pesar de la democracia. Las constituciones y las leyes son las que justifican la dominación de la clase dominante sobre las otras. Con palabras bonitas totalmente, discursos bonitos, de igualdad, de libertad, pero al final si se examina el contenido se ve que se trata de justificar la situación establecida. O sea, la desigualdad. Toda la concentración del poder en algunas pocas manos y después una gran masa que está ahí nada más que para servir a los demás. Ahí entonces comienza con Jesús la oposición antigua entre los profetas y los dominadores. Eso alcanza su punto culminante. Ahí viene la oposición total, la oposición radical. Y entonces, la oposición entre todos los poderes concentrados por un lado. Y un hombre que sólo tiene su palabra. Una palabra peligrosa. Porque justamente va anunciando a los pobres que todo eso va a cambiar. Que se va a hacer una transformación total de esa sociedad. Un hombre peligroso. Pero mantiene su mensaje. Mantiene ese anuncio contra todas las autoridades. Y lo matan por dar ese mensaje. Porque con su mensaje destruye los fundamentos de los poderes establecidos. Entonces lo matan. Lo matan y él mantiene su testimonio hasta el final. Mantiene su testimonio hasta el final. Y le preguntan… ¿Tú eres el Mesías? Porque pensando el Mesías sólo puede ser el jefe supremo que viene a justificar y bendecir todo el sistema. Los sacerdotes, las leyes. Y hace exactamente lo contrario. ¡Entonces claro que es una mentira! ¡Es blasfematorio! El que dice que es el Mesías y que en realidad viene a destruir los poderes establecidos. Pero permanece fiel a su testimonio hasta la muerte. Es decir que, en esa conducta él representa justamente al hombre transformado. El que es fiel a la verdad. Y sacrifica su vida para permanecer fiel. Para no desmentir. Y en la víspera de su muerte, sabiendo el peligro en que estaba, podía huir fácilmente. La policía de ese tiempo no era tan bien organizada como hoy. Entonces, era fácil. Estaba en el jardín de Getsemaní, en la noche podía huir. En 24 horas estaba fuera del país. Fácil. Y claro que esa fue la tentación del diablo. Entonces decir… “todavía hay tiempo”. Y puede ser fácil, fácil. Así como le decían a Oscar Romero, que también sabía que iban a matarlo. No sabía el día, pero sabía. Tenía seguridad. Las señales eran tan evidentes y tan fuertes. Él sabía eso. Y lo presionaban. O sea, iba al aeropuerto, tomaba el avión y en 15 minutos estaba en Costa Rica. Entonces, era tan fácil escaparse de la muerte. Era tan fácil. Pero era como desmentir todo el testimonio que había dado. A la hora del peligro ahí todo eso se apaga. O sea, no he dicho nada… no he dicho nada… está bien. Huyen. Pero Jesús es justamente lo que un ser humano renovado es tal como Dios lo cree. Es fiel a la palabra. Fiel al mensaje. Fiel a la verdad. Y por eso Dios lo hizo el jefe de la humanidad. Renovado. El primero. El primero de los seres humanos que son radicalmente, totalmente fieles hasta la muerte. Entonces ese es el primero que va a reunir en sí a todos sus seguidores, todos lo que van a querer seguir el camino semejante. Bueno. Esa es la visión de base del mensaje cristiano. Entonces, ¿cuál es la filosofía que sirve mejor para expresar esa doctrina en forma filosófica, racional? Es naturalmente una filosofía que enseña que la humanidad está cambiando en un proceso constante de cambio, en la búsqueda de cambio. No de una humanidad estable. Siempre la misma. Obedeciendo siempre al mismo orden en que acepta las estructuras establecidas. Y necesita una filosofía que justamente quiere una transformación total. Una transformación radical. Y entonces si se ve en la historia de la filosofía europea quien enunció una filosofía semejante. Ahí… bueno, fue Marx. Entonces fue el primero que de hecho tuvo una visión de la humanidad como un proceso de lucha. Como un proceso de emancipación. Como un proceso de transformación de todo el orden universal. De todo el orden de la sociedad. Él entonces proporciona conceptos mucho más interesantes que todos los filósofos griegos que han desviado sistemáticamente la actitud de los cristianos que se han mostrado tantas veces opuestos a las trasformaciones. O sea, no faltaron revolucionarios en la historia cristiana. Pero siempre aplastados por los poderosos. Por los poderes de la Iglesia que contaban con una filosofía que los condenaba. Entonces, muchos hubo. Muchos fueron sacrificados. Muchos fueron quemados. Muchos. A partir de una filosofía que justamente no combinaba con el cristianismo. Primera cosa. Segunda cosa. Es que el mensaje cristiano es materialista. Y rápidamente el cristianismo orientado por las filosofías griegas se hizo espiritualista. O sea, que la tarea básica del cristiano, del ser humano es salvar su espíritu. Su alma. Y la tarea básica del cristiano es salvar su alma. Hasta hace poco en todas las santas misiones el tema básico de la misión era “salva tu alma”. Eso es como el deber. Y todas las preocupaciones del cristiano es sobre su alma. ¿Cómo está su alma? ¿En el camino de la salvación o está en el camino de la perdición? Ahora, lo que sucedía en el mundo material, en el mundo de la comida, en el mundo de la habitación. Ah… eso no importa para los cristianos. Importa su alma. Tiene que salvar su alma. Eso es lo que importa. Eso viene naturalmente de la filosofía griega de nuevo. Que es una filosofía hecha para las elites. Para los propietarios. Para los que tienen su vida material garantizada. Y que explotan a los demás. Entonces, para ellos, bueno, lo interesante es la búsqueda de la reflexión, de la inteligencia, las artes, una vida de pensamiento. Una vida de cosas espirituales. Y lo material es algo indigno. O sea, el trabajo fue, en toda la civilización griega antigua grecorromana, fue una indignidad. Una humillación. Entonces, la misma palabra trabajo, trabajo ¿de donde viene? Viene de la palabra latina “tripalium”. Y “tripalium” es un instrumento de suplicio. O sea, es un sistema para destruir el cuerpo humano, en medio de palos. Bien, es decir, el trabajo es un suplicio. El trabajo es para la gente que no vale, abyecta. Ahora una persona libre, una persona que se estima, que merece estima, no trabaja. O sea, para eso hay empleados. Para eso hay esclavos. Pero él no trabaja. Esa idea naturalmente de que un hombre verdadero es un hombre que no trabaja, eso perseveró. Y hasta hoy los grandes ricos del mundo son los que pueden vivir muy bien sin trabajar. Es una señal de superioridad. Y se supone que viven de cosas espirituales. Cosas del espíritu que es mucho más digno que un trabajo material. Entonces esa despreocupación por el mundo material, ahí penetró profundamente. Penetró profundamente en toda la mentalidad. En toda la estructura medieval hay 3 órdenes: Primero, el Clero. Segundo, la nobleza. Y tercero, los trabajadores. Todos los privilegios pertenecen o a la nobleza, o al clero. ¿Y los otros? Ah… los otros que trabajen. Ahí están como esclavos para trabajar. No tienen valor ninguno. Y humanamente no tienen valor ninguno. Entonces, son los ignorantes, despreciados. Bueno, eso continúa. Eso continúa. Cuando el Papa Pío XII condenó a los sacerdotes obreros el motivo era que eso no era de la dignidad sacerdotal. Trabajar con las manos y celebrar la eucaristía con las manos de un obrero. Ah… eso no puede ser. No es digno. No es digno del sacerdote. O sea, una idea que viene de lejos. Que no viene del evangelio, pero que sí viene del modo de vivir de las elites grecorromanas, y así era. Y una vez que los sacerdotes entran en la clase superior, ahí trabajar es contra el honor. Es destruir su prestigio. Es destruir. Todavía subsisten cosas. Entonces cuando yo estaba en Talca y que un día Don Carlos González, el Obispo de Talca, en aquel tiempo me dijo un día… “que por qué no hacemos un seminario especial para los campesinos”. Entonces, que en fin… ya tiene más edad y hacer todo un curso secundario…, o sea, no tiene preparación intelectual. ¿Por qué no hacer una preparación especial? Y así lo hicimos. Entonces así nació justamente el seminario rural. ¿Pero qué pasó? Es que los sacerdotes se indignaron. Eso era una ofensa a la dignidad sacerdotal. Y pensar que ese campesino de ahí, es padre. Ah… ¿Cómo… con esas manos… con esa ropa… con ese modo de hablar? Ah… eso es una indignidad. O sea, cosa que viene de la adopción de la filosofía griega en aquel tiempo basada en el menosprecio al trabajo. Y entonces falta de consideración de la vida material. Si sus esclavos tienen hambre ni se dan cuenta. La forma de como viven, en la habitación que tienen. No importa. Todo lo que es material no importa. Sólo lo espiritual es digno de consideración. Bueno, entonces tenemos una filosofía espiritualista que sirvió como base para toda la teología moral, toda la teología de la vida humana. Siempre una moralidad establecida para gente que no trabaja. Que no obedece. Que no es sumiso. Que no es esclavo. Una moral hecha para los que tienen todo. Los que no tienen problema. Y sobre todo que no trabajan y viven del trabajo de los otros. Bueno, esa es la moral que se enseñó. Y es claro que no combinó muy bien con el modo de vivir, con las aspiraciones, con los sentimientos de la gente pobre. De los campesinos. De los artesanos. No combinaba muy bien. Pero en fin se decía… bueno, ellos son ignorantes, no saben y así. Como cuando llegué a Brasil hace 50 años. Todavía el régimen de vida en las haciendas era de casi esclavitud. Haciendas de café. Ahí entonces, ¿qué pasó? Un día un venerable canónigo, yo iba a celebrar misa al principio, a aprender portugués. Y ahí me decía… ah, ustedes que vienen de Europa, ustedes son felices, porque ahí tienen gente culta. Formada. Preparada. Aquí mire… aquí sabe… nuestro pueblo es gente buena, pero son tan ignorantes. Tan ignorantes. Y obviamente es algo que no vale absolutamente. La conciencia que tenía era justamente entre dos razas. Los dominadores, que son los blancos. Y después los mestizos, los negros, que son tan inferiores, tan inferiores. No creo que eso haya desaparecido completamente todavía. O sea, las funciones más duras, más bajas siempre son asumidas por negros. Y los negros siempre tratados como inferiores. Aún hoy, después de la ley que establece que es crimen cualquier discriminación racial. Es crimen. Claro, es crimen. Pero pocas veces alguien ha sido condenado. Y esa discriminación es permanente, es constante. Bueno, entonces para decir que estamos con una filosofía espiritualista. Ahora si vemos el Evangelio… El Evangelio es materialista. O sea, ¿qué es lo hay que hacer? “Hay que amar a los despreciados, a los abandonados”. O sea, el amor no es algo espiritual. El amor es algo práctico. Es dar de comer. Es dar habitación. Es visitar a los presos. Es en fin… ayudar en las necesidades materiales. O sea, el amor no es una cosa espiritual, es una cosa muy concreta. Muy material. Lo que importa es justamente realizar actividades materiales y cambiar el modo de ser de la propiedad, por ejemplo. El modo de tratar los objetos, los alimentos. Es decir, algo material. Y los que dicen… “señor… señor…” que hacen oraciones bonitas, ahí Jesús denuncia… “eso es la apariencia, eso no vale, lo que vale es algo material…”. Y entonces, sentimientos religiosos. Eso no vale, eso no vale. Lo que vale es materialmente lo que hacen. El Evangelio es fundamentalmente materialista. Y entonces tenemos una filosofía espiritualista para explicar un mensaje materialista. Eso funciona, pero en la práctica tiene mucha dificultad. ¿Por qué se demoró tanto para ver la miseria de los obreros? ¿Por qué se demoró tanto para condenar la esclavitud? El gran abogado que luchó contra la esclavitud en Brasil, que es el último país que abolió la esclavitud. Entonces decía… “nunca un obispo o un sacerdote he encontrado que quiera acompañarnos en la lucha contra la esclavitud…” Y claro, ¿por qué? Ah… porque todos tenían esclavos. Y entonces ahí estaban muy apegados a eso. Pero para ellos no había contradicción con el evangelio. Ah… se podría decir… “¿Y dónde estaba el amor a los menospreciados? ¿Dónde estaba la caridad? ¿Dónde está? Ah… tenía sentimientos bonitos. Yo quiero a Jesús. Le tengo tanto amor… tanto amor. Y yo tengo tanto amor a Dios. Tanto… tanto. Pero por eso no es ser cristiano. Cristiano es dar de comer a quien tiene hambre. ¿Y que haces tú? ¿Hay alguien que se muere por la explotación del trabajo? Un esclavo en la caña de azúcar. Vivió 6 años ahí, no aguantaba más. Trabajar desde sol a sol. Así no aguantaba más. Con mala comida. Y eso no. Pero el amor a Dios era tan grande. Las procesiones de la fiesta de la virgen eran tan bonitas, tan bonitas. Claro. Y… bueno, no se daban cuenta. ¿Y por qué no se daban cuenta? Ah… porque tenían una teología que justamente era espiritualista. O sea, no llamaba la atención. No destacaba lo que es básico. O sea, una filosofía que decían en la edad media que es servidora de la teología - ancilla theologie. No era servidora, era la que mantenía prisionero el evangelio. Pero que no servía, dominaba. Y hacía que quedaran escondidos los aspectos más básicos, más fundamentales. ¿Cuál era el problema de Lázaro? Nadie puede decirlo. Son cosas de las que no se habla. Solo se las sufre.
Lázaro era un joven buen mozo y gentil, muy sensible, de una buena familia. Sus padres habían muerto cuando él era muy pequeño y desde entonces se había criado solo junto a sus hermanas. Marta y María, dos mujeres fuera de serie, lo educaron junto a sus faldas. Lo mimaron y lo protegieron de todo mal. Querían hacer de él el mejor muchacho del mundo. Y así fue. Nadie podía igualarle en inteligencia, en simpatía, en popularidad, pero era tímido y las chicas no le importaban demasiado porque ninguna llegaba a los talones de sus hermanas. No se sentía desgraciado en su muelle nido, pero tampoco era feliz. Le faltaba algo. ¿Qué le faltaría? No habiendo tenido ni padre ni hermanos, jamás había podido medirse con algún hombre sólido que lo confirmara en su masculinidad. Permanecía ajeno a gran parte de sí mismo. Era como si algo muy esencial aún no hubiera nacido en él. Se sentía melancólico y algunas veces hasta realmente depresivo. Sus hermanas se afligían y eso, a la larga, lo irritaba. Ellas no comprendían lo que le pasaba, ni él tampoco. Pero un día todo cambió. Apareció un hombre en la casa. Un hombre fantástico que las dos hermanas habían conocido en una reunión de gente entusiasmada con la llegada eventual del Reino de Dios. Ellas se encapricharon con ese hombre que era la estrella de esas reuniones. Su nombre era Jesús, y muy pronto se convirtió en un íntimo amigo de la familia. Fue como si el mismo sol hubiese entrado en la casa. Para Lázaro, la venida de ese amigo fue la luz después de una larga noche y el final de la depresión. Por fin, el muchacho había encontrado en ese hombre al hermano mayor que nunca había tenido. Todo lo que le faltaba y todo lo que quería ser lo había encontrado en Jesús. Y luego, un buen día, no más noticias de Jesús. No más mensajes suyos. Las dos mujeres no se alarmaron demasiado. Conocían las actividades de su amigo y confiaban ciegamente en él. Si no daba señales de vida era porque era mejor así. Pero Lázaro lo veía de otro modo. No podía, ni quería explicarse la ausencia de Jesús. Especialmente su silencio. Jesús había entrado en su vida como el aire puro, como el sol; la vida comenzaba apenas a sonreírle y de repente, ninguna noticia de él, nada. Como si ya no existiera. Lázaro se sentía rechazado. Lloró, se enojó, se encerró en su cuarto. No comía, no dormía, no quería ver a nadie. Estaba quebrado, humillado, deshecho. Sus hermanas con lágrimas le suplicaban que razonara, pero de nada servía. Lázaro quería morir. De hecho ya estaba muerto. Jesús era la única persona que podía sacar a Lázaro de aquella postración. Había que ir a buscarlo antes de que fuese demasiado tarde. Como la mayor parte de la gente de la aldea estaba al tanto de las idas y venidas de Jesús, Marta y María pudieron ubicarlo rápidamente. Mandaron a alguien con el siguiente mensaje: “Por favor, Jesús, ven pronto a casa, tu amigo Lázaro está por morir”. Por toda respuesta Jesús dijo a los mensajeros: “Se va a recuperar, Dios proveerá.” Y aunque amaba mucho a Marta y a María no se apresuró. Pasaron dos días muy largos y luego dijo a sus discípulos: “Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, vamos a despertarlo.” Los discípulos respiraron. Luego Jesús agregó: “En realidad, está muerto pero ha sido bueno para él y para ustedes que yo no haya estado allí.” No había nada que comprender. Jesús era así. No siempre se comprendía lo que él pensaba. Pero se habían acostumbrado. Le tenían confianza. Cuando Jesús y sus compañeros llegaron cerca del pueblo, corría la voz de que Lázaro estaba bien muerto. Algunos decían que hacía cuatro días que estaba enterrado. En efecto hacía cuatro días que no se movía. Estaba descarnado y gris como un cadáver. Apenas tenía pulsaciones. Le hablaban y no contestaba. En su habitación flotaba ya el olor a muerto. Jesús al verlo se turbó de emoción. Gruesas lágrimas corrieron por sus mejillas. Se acercó, cerró los ojos y oró a Dios con fervor, luego gritó fuertemente: “¡Lázaro, sal afuera!” Al reconocer la voz de Jesús que lo llamaba por su nombre, Lázaro se irguió en su cama. Estaba envuelto en su sábana como en un sudario: Jesús dijo: “Quítenselo y déjenlo salir” A partir de ese día, Lázaro comenzó a respirar como un hombre nuevo. La dependencia de sus hermanas había concluido y también su dependencia de Jesús. Era finalmente un hombre libre de ser él mismo. Aquel día, Dios fue realmente glorificado. Y en todas partes la gente supo esta historia. Todo el mundo contaba que Jesús había resucitado verdaderamente a un hombre que estaba muerto desde hacía cuatro días y que ya olía mal. Y que una enorme piedra cerraba su tumba. En el fondo era cierto. Lázaro se hallaba físicamente muerto. Todo su ser se hallaba atado. Sobre su alma presionaba una pesadez que no le permitía respirar. Era como si se hallara aún en el seno de su madre. Como si él no hubiera aún realmente nacido. Jesús cortó el cordón que lo ataba a una vida que no era vida. E hizo de él un hombre cabal. Colofón: esta historia bien se puede relacionar a la experiencia de los discípulos que estaban muertos de miedo y como enterrados en su escondite de Jerusalén después de la muerte de Jesús, y que poco a poco fueron liberados de sus “tumbas” y de sus “vendas” al tener la experiencia del Resucitado. Esa experiencia los propulsó a los extremos de la tierra, lejos de los muros, lejos de las fortalezas, lejos de las rutas trazadas por aquellos que ya no tenían nada que descubrir por estar convencidos de haberlo ya todo descubierto. Esta es también la historia de los que, después de un largo desierto espiritual, experimentan una clase de muerte respecto a todo lo que han adorado en su vida y, despertándose de repente a su ser verdadero, comienzan una vida nueva en la libertad verdadera. Para recordar: Jesús no “empolla” a los que lo siguen. No empolló a Lázaro y tampoco a sus discípulos: “Es bueno para ustedes que yo me vaya”. Sin embargo, “estaré siempre con ustedes ¡Vayan!” (Jn 16, 7; Mt 28, 19-20). Ayer presenté una reflexión bastante prolija sobre desencanto e iglesia neocons. Con razón me han dicho que era demasiada materia para un post. Por eso la re-sumo, para ofrecerla de un modo más conciso, por si alguien sigue interesado en el tema (como el barquero admirado de la imagen, ahora a solas ante la gran luna).
La era de los desencantos 1. Desencanto político: los cambios políticos de los últimos años, que tanto prometían, parecen habernos dejado casi donde estábamos; las utopías (neoliberales y marxistas) han perdido incidencia. Por eso nos cuesta creer en la política. Parece que la sociedad de estabiliza en una especie de dominio de los poderes fácticos (dinero, ansia de dominio, grupos partidistas) sin que haya un deseo eficaz de transformación social en profundidad, al servicio del hombre. 2. Desencanto religioso: las esperanzas de transformación religiosa y eclesial ligadas al Vaticano II parece que no se han cumplido. Mucha gente ha dejado y sigue dejando la religión, o por lo menos la iglesia organizada, por simple cansancio o desinterés. La religión aparece sin fuerza (no hay profetas verdaderos); en otros casos aparece ligada al sistema como institución que quiere defender sin más sus propios privilegios; en otros casos se la mira como un “jardín mágico” donde quedan pequeños restos de humanidad que ya ha sido superada por los cambios de los tiempos. Hay una “reserva religiosa” muerta y sin sentido en medio de un mundo sin religión. 3. Desencanto ideológico: nos cuesta creer en las grandes “teorías”. No es que las refutemos, es que nos resbalan. Por eso casi nadie estudia “filosofía” en el sentido clásico del término, ni cree en ella. Ya no importa el saber como saber, porque el saber no va a solucionar ningún problema clave de la vida, sino un tipo de “saber hacer”, que se convierte pronto en “saber ganar”, de manera que los inteligentes (sabios) son ahora los que consiguen pronto (sin escrúpulos) mucho dinero. 4. Desencanto social y económico: parecía que la economía podría resolver casi todos los problemas; pero los problemas siguen, y además han crecido. La cultura de la “libertad económica”, en manos de algunos “sabios” de los arriban citados, ha desencadenado grandes crisis, que estamos sufriendo todos. Los gurús banqueros, manejando el dinero al servicio de sus intereses, han convertido nuestro mundo en crisis permanente que, según ellos, sólo se resolvería con nuevas crisis e imposiciones del poder fáctico, que se identifica con su “dinero”. Lógicamente, junto a los adelantos materiales ha crecido también el paro.Mucha gente se encuentra preocupada (casi angustiada) por la falta de trabajo. Otros viven bien con lo que tienen, pero se despreocupan de los demás. 5. ¿Hay una nueva vivencia religiosa? En una medida considerable el postmodernismo viene a presentarse como postcristianismo, al menos como muerte de las grandes iglesias. En algunos casos se podría hablar de vuelta al paganismo: quizá deba hablar de un retorno a la sacralización original del cosmos. En otros casos surge una religiosidad sin fe. . . De todas formas, es evidente que en esta perspectiva, el Dios cristiano tradicional aparece como muerto y, por su parte, la Iglesia parece convertirse en “coto de caza” para gente que no tiene forma de afirmarse que criticarla, presentándola como principio de casi todos nuestros males, un fácil chivo expiatoria, para gentes que no creen en lo que hay detrás de esos chivos (que tienen hondo sentido religioso, según Lev 16). 6. Se acentúa el poder de un tipo de información, que constituye la nueva clase dirigente (transformando el capitalismo clásico y la política humanista de antaño). El poder supremo lo ejerce ahora una tecnocracia de información, en el amplio sentido de la palabra, en la que puede incluirse el planeta WikiLeaks, que quizá empieza siendo independiente, pero que termina estando en manos de los mismos gestores del poder-dinero, a no ser que cambien las condiciones éticas del conjunto de la humanidad. Los dueños de esa información (plano de ciencia y de espionaje) se hacen de algún modo gestores y dueños del sistema (en colaboración con los burócratas de la política y con los que fabrican y venden la misma información). Se instaura así el poder de eso que se puede llamar la tecno-info-burocracia. Un reto para la Iglesia. De la información a la comunicación La postmodernidad se presenta en su misma raíz como “crisis de comunicación”: los hombres resultan incapaces de encontrar una verdad universal y de mantenerla, como principio de diálogo universal. Pues bien, en contra de eso, pienso que el cristianismo puede y debe apostar por una especie de razón dialogal, que ponga de relieve la apertura del hombre hacia su prójimo. En esta perspectiva debemos recordar que Jesús es “logos” y el Dios trinitario es “diálogo”. Por eso, creer en Dios significa creer en el diálogo interhumano; en esa línea, la iglesia debe presentarse como mediación humana (social) del diálogo fundante dentro de la historia. Pues bien, de forma paradójica, el portador de ese diálogo ha de ser Jesús crucificado, no el Señor glorioso de un tipo de historia pasada. 1. La debilidad fuerte de Jesús. Más que el Jesús glorificado, sabio y triunfador, de otros momentos, impresiona el Cristo débil, es decir, el Cristo kenótico de Flp 2, 6-11, aquel que se “despoja” de su divinidad fuerte, de su señorío impositivo (del Reino entendido como imposición externa), para hacerse desde dentro hermano de los hombres que sufren, de los crucificados. Jesús aparece así como alguien que tantea, como aquel que va buscando por encarnación real en la historia conflictiva, desde los derrotados de la tierra, los caminos del reino, en un gesto que le lleva a entrar en relación con los marginados de su tiempo. 2. También resulta valiosa su “ruptura del sistema”. Jesús ha quebrado las bases de la “racionalidad socio-religiosa” de de un tipo de judaísmo (Reino por la fuerza) y de un tipo de helenismo (sabiduría impuesta desde una cumbre de logos), según sabe y dice Pablo en 1 Cor 1. Jesús actúa precisamente allí donde el viejo mundo acaba, donde quiebran las seguridades precedentes, de judíos y griegos. Así muerte, desde el límite, ser de frontera, apelando al Reino de Dios (es decir, al Dios que ha abandonado todos los caminos anterior, cf. Mc 15, 33-34). 3. Jesús no ha resuelto teóricamente los problemas, no ha ofrecido a los hombres una seguridad racional o social, ni ha impuesto por fuerza política o social el Reino de Dios. Pero les ha puesto en pie, con voz de esperanza y ejemplo de vida, en el lugar de la crisis del mundo viejo (allí donde se anunciaba el fin de todo) y precisamente allí, donde acaba y termina el proyecto de judíos y greco-romanos, les abre a la posibilidad de una experiencia nueva de reino, es decir, de un Dios que no es poder externo, sino encarnación, de un Dios que no es huida sino compromiso fuerte con la vida. No le ha dicho a los hombres y mujeres simplemente “yo soy”, sino Vosotros Sois, tenéis mi aliento y podéis caminar, tenéis mi vida y podéis vivir, siendo creadores, no simplemente acaparadores. 4. Por todo esto, pienso que la postmodernidad puede ser un momento muy apropiado para volver hacia Jesús. No se trata de alegrarnos del fracaso de la razón, para caer en irracionalismos sino todo lo contrario: se trata de asumir desde Jesús nuestra limitación humana ( de un tipo de racionalidad), para descubrir y desplegar nuestra mayor grandeza, en clave creadora y esperanzada, en línea de comunicación personal de vida. Se trata de hacernos creadores o, mejor dicho, de saber que somos creadores, con el Dios que se ha puesto en nuestras manos, como el Padre se pone en las manos del Hijo, dejando así en nuestras manos y en nuestro corazón el proceso de la misma creación, quedando él mismo, entre nosotros, con nosotros, como expresión y fuerza de nuestra debilidad, desde el fondo de ella. 5. Lo que está en el fondo es la imagen de Dios, como han sabido algunos de los más lúcidos representantes de una modernidad que se hace post-moderna, desde Whitehead (que ha descubierto lo divino en el mismo proceso de la realidad), hasta los teólogos del amor crucificado, no de la “muerte” sin más, del Dios Cristiano, como J. Moltmann: Dios crucificado. En algún momento se movió en esa línea, entre nosotros, en la Hispania profunda, el gran Unamuno. Dios no está fuera, sino dentro del mismo sufrimiento humano. No vigila desde arriba lo que pasa, para corregir desde dentro el “reloj” a veces atrasado o parado de la naturaleza o de la historia (como decían algunos racionalistas). 6. Dios está inmerso en la trama de la realidad, como dice el credo (encarnación), de tal forma que no puede entenderse como un Motor o Causa impasible que está fuera, más allá de la cadena de causas de la historia (como suponen de un modo ingenuo las cinco vías del tomismo clásico, mal entendidas). No ha dejado nada para sí (no se ha reservado nada, fuera de la creación (Flp 2, 6-11; dogma de Nicea), no se ha resguardado a sí mismo, fuera del riesgo de la vida, de nuestra vida. De esa forma es Dios siendo en nosotros que llevamos en nuestra vida la Bandea de su vida. 7. La fe en Dios, siendo admiración y agradecimiento emocionado, es compromiso por la vida. No se trata de creer en Dios y saber que todo está resuelto, sino de comprometerse con él en la “solución”, como Jesús lo hizo, pues somos en él y con él encarnación de lo divino. Por eso, la postmodernidad nos sitúa ante la exigencia de un “compromiso por Dios” y desde Dios, acogiendo con Jesús la voz de los más pobres, e iniciando con ellos (desde ellos) y con todos (para todos) un camino de humanidad. Sabiendo que Dios está precisamente en ese camino, con nosotros. 8. Desde ese fondo se plantea el tema de la Iglesia, entendida como comunidad de aquellos que se comprometen en ese mundo, desde Jesús y con Jesús, a crear una comunidad de creyentes, esto es, de buscadores de Reino. Éste es un tiempo bueno (el mejor desde el siglo II dC) para descubrir la tarea de la Iglesia. Hasta ahora, como efecto de un pacto con el sistema de poder mundial (greco-romano) la Iglesia ha tendido a convertirse en signo del poder establecido, de un Dios más cómico y filosófico que cristiano. Conclusión En la línea anterior, la postmodernidad puede ser un momento peculiar de descubrimiento eclesial. Parece que la iglesia, en estos últimos siglos, había tendido a presentarse como espacio de seguridad es: una sociedad perfecta donde el hombre encuentra respuesta a todos los problemas de la vida. Pues bien, en un proceso que ha encontrado su centro en el Vaticano II, ella va descubriendo con más fuerza sus limitaciones y sus valores. Por un lado, la iglesia descubre mejor su encarnación: ella se sabe limitada, pecadora, con los hombres y mujeres de la tierra. En otro tiempo tuvo la tentación de presentarse como “reino”; pero ahora ella se viene a descubrir más bien como simple mensajera de ese reino desde las mismas limitaciones (pequeñeces) de la historia. Por eso, ella participa, como humana, de las contradicciones y fracasos de los hombres de la postmodernidad. Pero, al mismo tiempo, la iglesia puede impulsar un nuevo tipo de presencia misionera, no sólo en línea de anuncio (palabra) del Reino de Dios, sino también en perspectiva de compromiso social, al servicio del hombre y de apertura a los Reino de la gracia, de la comunicación gratificante, de la gran Esperanza. Estamos entrando en el tercer “momento fundante” de la iglesia: ella fue a veces una secta mesiánica intrajudía, esperando la salvación del Dios de fuera; se hizo luego comunidad grecorromana, imponiendo de algún modo la salvación del Dios/sistema; ahora, por fin, puede volverse universal, abriendo entre los hombres el camino del Dios creador, encarnado en la vida y la pascua de Jesús. La JMJ contribuye al descrédito de la Iglesia” El Foro de Curas de Bilbao arremete contra la apuesta de la jerarquía por “grupos católicos neoconservadores”(Jesús Bastante).- El Foro de Curas de la diócesis de Bilbao ha emitido una dura nota en la que denuncia “la desmedida utilización que la jerarquía católica está haciendo del signo de la cruz para promocionar la Jornada Mundial de la Juventud, que se va a celebrar este verano en Madrid, con el patrocino económico de algunas multinacionales financieras y el apoyo del gobierno central”, algo que supone “una afrenta a Jesús crucificado cometida en los empobrecidos por el sistema económico y por su última crisis”.
Los firmantes subrayan que “espectáculos de masas” como éste abundan en una “insoportable incoherencia para la fe de la Iglesia” y ” no contribuyen de ninguna manera a dar gloria al Dios de Jesús de Nazaret sino al fortalecimiento efímero de la gloria de la Iglesia y a su descrédito ante una buena parte de nuestro pueblo y muy especialmente de su juventud”. Del mismo modo, el Foro critica la celebración de unas jornadas sobre “Católicos y Vida Pública en el País Vasco” en las que, en su oinión, resula clara “la apuesta ético-política de los grupos católicos neoconservadores en las democracias avanzadas”. A su vez, el texto critica la “lamentable presencia activa” en dicho encuentro de los obispos Munilla e Iceta, así como la del cardenal Antonnelli, que “refuerza el considerable equívoco con el que se va a exhibir la presencia de los católicos neoconservadores”. Éste es el comunicado integro del Foro de Curas de Bilbao: La Asociación Católica de Propagandistas del País Vasco ha convocado las VI Jornadas “Católicos y Vida Pública en el País Vasco”, los próximos días 8/9 de abril. Con este motivo la Comisión Permanente del Foro de curas de la Diócesis de Bilbao quiere hacer públicas las siguientes reflexiones: 1ª Teniendo en cuenta las organizaciones eclesiales convocantes del evento y tras la lectura del programa, nos parece más ajustado a su identidad que las Jornadas se titulasen “Católicos Neoconservadores y Vida Pública en el País Vasco”. Los intervinientes en las mismas no reflejan el pluralismo de posiciones éticas y de opciones políticas de los católicos en el País Vasco. El tema central elegido, la cultura de la Vida y la Familia, es claramente la apuesta ético-política de los grupos católicos neoconservadores en las democracias avanzadas. Con estas puntualizaciones no pretendemos ni deslegitimar las Jornadas, ni negar el derecho democrático y eclesial que sus organizadores tienen para llevarlas a cabo. Solamente buscamos aclarar el alcance de las mismas ante la opinión pública. Nos ha parecido necesario hacerlo porque la lamentable presencia activa - y no meramente protocolaria - de los obispos José Ignacio Munilla y Mario Iceta y la intervención del Cardenal Ennio Antonnelli, refuerza el considerable equívoco con el que se va a exhibir la presencia de los católicos neoconservadores en la vida pública de la Comunidad Autónoma Vasca. 2ª Estas Jornadas se iniciarán con la peregrinación de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud y del icono de la Virgen, desde el puerto de Santurtzi hasta el Museo Marítimo de Bilbao, de donde pasarán al palacio Euskalduna para presidir las Jornadas. El espectáculo montado nos parece de dudoso gusto estético. Según reza el programa, van a participar la presidenta del Parlamento Vasco, algunos alcaldes, y miembros de asociaciones muy posicionadas en la derecha del mapa político actual. Pero además a él asistirán nuevamente, solo los jóvenes de los grupos neoconservadores católicos pues nos consta que los responsables de la pastoral juvenil de la diócesis de Bilbao se han negado a sumarse a los actos. Espectáculos de masas tan frecuentes últimamente en la Iglesia, como este de pasear la cruz y la imagen de la Virgen por la ría, desde Santurce a Bilbao, no contribuyen de ninguna manera a dar gloria al Dios de Jesús de Nazaret sino al fortalecimiento efímero de la gloria de la Iglesia y a su descrédito ante una buena parte de nuestro pueblo y muy especialmente de su juventud. 3ª Finalmente queremos denunciar la desmedida utilización que la jerarquía católica está haciendo del signo de la cruz para promocionar la Jornada Mundial de la Juventud que se va a celebrar este verano en Madrid, con el patrocino económico de algunas multinacionales financieras y el apoyo del gobierno central. Nos parece una afrenta a Jesús crucificado cometida en los empobrecidos por el sistema económico y por su última crisis. Ellos no podrán participar en esa jornada madrileña de encuentro con el Papa porque carecen de recursos económicos para asistir. Precisamente ellos, los pobres, a quienes la más antigua tradición eclesial llamó los vicarios de Cristo. ¡Qué insoportable incoherencia para la fe de la Iglesia! Se trata de la séptima y última señal de Jesús, en el cuarto evangelio. Tal como la narración ha llegado a nosotros, aparece profundamente elaborada, a la vez que cargada de simbolismo y de mensaje teológico.
John Meier, de acuerdo con los exegetas más rigurosos, afirma que estamos ante un relato que habría sufrido muchas modificaciones en la tradición, a lo largo de las décadas transcurridas antes de que llegara al evangelista. Es probable que Juan haya reelaborado, y con mucha amplitud, un texto muy breve en su origen, que hablaría de la curación de alguien que se hallaba al borde de la muerte. Aparte del análisis del propio texto, en el que se aprecia la intervención de diversas manos, hay más datos que confirmarían la profunda reelaboración catequética o teológica que realizó el autor último del evangelio. La intencionalidad de este autor –el mensaje que busca transmitir-, si tenemos en cuenta el desarrollo del evangelio en su conjunto, parece evidente: Jesús es la resurrección y la vida del pueblo, representado en la figura de Lázaro (o Eleazar, de ´El ´Azar: “Dios ayuda”). Todo el relato gira en torno a esta frase, absolutamente central: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”. Parece que la comunidad joánica se reconocía en esa confesión de fe. Por eso se subraya especialmente frente a lo que era la creencia judía, que el autor había puesto en boca de Marta: “Sé que resucitará en la resurrección del último día”. La larga historia del texto, a la que hacía alusión más arriba, junto con la profunda reelaboración última a manos del evangelista, nos aporta diferentes detalles:
Esa parece que era la convicción de algún grupo cristiano, como expresa este texto de un evangelio apócrifo: “Quien dice: «primero se muere y después se resucita, se engaña». Si no se resucita mientras se está aún en vida, tras morir, no se resucita ya” (Evangelio de Felipe, 90). Esa afirmación resulta admirablemente coherente con lo que podemos apreciar desde un nivel de conciencia transpersonal. En niveles anteriores, el ego entendía la resurrección como la perpetuación y pervivencia “eterna” de su propia forma. Cuando descubrimos que ese yo no es realmente nuestra identidad, todo se ve modificado. Hasta el punto de que, con cierta ironía, pero con toda verdad, podría decirse que la resurrección consiste, no en la perpetuación del yo, sino justamente en la liberación de él. La muerte provoca miedo únicamente al yo, y a quien se ha identificado con él. En la medida en que, deshecha tal identificación, vamos experimentando nuestra identidad más profunda, vemos la muerte –como Jesús- como un “paso” o un “despertar”. Desaparece la forma, pero no muere lo que realmente somos. Del mismo modo que, cada mañana, cuando salimos del sueño, muere el sujeto onírico y aparece la “nueva identidad” del yo vigílico, así ocurre en la muerte: muere el yo mental y “despierta” lo que realmente somos. Lo que ocurre es que solemos vivir tan identificados con el yo que estamos habitualmente “dormidos”. Tiene razón el conocido dicho sufí: “Ahora estamos dormidos; cuando morimos, despertamos”. El yo psicológico es sólo la “sombra” de lo que realmente somos. ¿Acaso sufres porque pisen tu sombra? Lo mismo pasa con el yo; vivimos tan identificados con él, que nos afligimos por su suerte: si lo “pisan”, si se deteriora y, sobre todo, si se muere… Quizás sea eso lo que quieren expresar estos poemas de Eugenia Domínguez: DOS FUEGOS Dos fuegos hay en mí: uno se apaga por cualquier golpe de viento; el otro, invisible, no dejará de arder cuando yo me haya ido. Hay dos fuegos en mí; uno es eterno y observa compasivo cómo el otro se consume tan lejos de la vida, creyendo que es la vida quien lo inflama. Dos fuegos hay en mí; uno artificio, el otro llama que arde inextinguible, con deseo de arder más y más alto, más hondo, más real. (Eugenia DOMÍNGUEZ, La música de las esferas, Torremozas, Madrid 2008, p.33) DESAMORDAZARME Y REGRESARME ¿Quién soy yo? Voy repitiendo la pregunta año tras año. Descarto lo que, sin duda, sé que no soy. Ni este cuerpo vulnerable ni los enloquecidos pensamientos ni los veleidosos sentimientos. Como tantas veces, nada en mi cuerpo, en mi mente, en mi corazón, que pueda llamar yo, considerar yo sin fisuras o incertezas. Ni la mano que escribe ni la boca que sonríe y besa ni los ojos que miran. Nada… nada… ¿nada? Quizá deba empezar de nuevo; ir más allá de los ojos, desamordazar los ojos, deshacerlos, quedarme con su esencia… Tal vez sea, en primer lugar, la mirada que contempla, que taladra y desvela, que une lo observado y el que observa… Acaso deba hacer así con todo; desamordazar la boca, que ríe, besa y alienta, capaz de pronunciar palabras que sanen o verdades… Desmordazar la mano que escribe, que nombra y silencia, que pregunta y contesta a la vez, mano que baila porque oye en el temblor de una garganta la voz del universo… Acaso deba hacer así con todo; ir siempre más allá de la apariencia, desmontar las tramoyas, los telones, y encontrar lo que soy, creciendo libre. (Eugenia DOMÍNGUEZ, Vocación de diamante, Torremozas, Madrid 2005, pp.38-39). No somos el yo que desaparecerá, sino la Vida que nunca muere. Tenía toda la razón Jesús cuando se definía a sí mismo diciendo: “Yo soy la resurrección y la vida”. Eso es lo que, en el nivel profundo, no-dual, somos todos. |
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