“No podemos ir a peor”. ¿Cuántas veces hemos oído esta frase? Pensamos que más pobreza, más precariedad, más paro, más desahucios, más hambre son imposibles. La realidad, pero, contradice dicha percepción. En los últimos años, las cifras, y los rostros, de la miseria no ha hecho sino aumentar en el Estado español. Hoy, la cifra de personas que viven en situación de pobreza extrema se sitúa ya en tres millones. La renta familiar ha caído a niveles del año 2001. La explicación es tan sencilla como dura: los ingresos han disminuido en un 4%, mientras que los precios han aumentado un 10%. Así lo indican los datos del estudio ‘Desigualdad y Derechos Sociales. Análisis y Perspectivas 2013′, elaborado por la Fundación Foessa.
Los más afectados son los pobres entre los pobres, los que menos tienen. Ayer una persona sin recursos, que vivía en la calle, moría de hambre en Sevilla. Primero es el desempleo, después las dificultades para llegar a final de mes, a continuación el no poder pagar la luz, el agua, la electricidad, el alquiler o la hipoteca y, finalmente, la comida. La tendencia indica que vamos a peor. En el año 2025, se calcula que la cifra de pobres en el Estado español podría aumentar en ocho millones, según el informe de Intermón Oxfam ‘La trampa de la austeridad’. No sólo se trata de la crisis, sino de las medidas que se aplican de salida a la misma. La austeridad, los recortes, la disminución de ayudas y prestaciones, la privatización de los servicios públicos, el aumento del IVA… recaen, principalmente, en los sectores más vulnerables. En consecuencia, las desigualdades sociales van en aumento. La diferencia entre los más ricos y los más pobres en el Estado español se sitúa ya en un 30%, en la cima de la desigualdad en Europa, por delante, incluso, de países duramente golpeados por la crisis como Grecia, y sólo superados por otros como Letonia, Bulgaria y Portugal. La conclusión es clara: unos pocos aumentan sus ganancias a costa del empobrecimiento de la mayoría. La salida a la crisis no es imparcial ni ideológicamente neutra, responde a los intereses de unas élites políticas y económicas que esperan ganar, y mucho, con esta situación. Nuestra miseria es, ni más ni menos, que su beneficio. ¿Podemos ir a peor? Tristemente, sí. Las políticas de salida a la crisis que actualmente se aplican en la periferia de la Unión Europea son calco y copia de las que durante décadas se han llevado a cabo en los países del Sur. Si entonces se llamaban Programas de Ajuste Estructural, hoy reciben el nombre de “rescate”. La lógica, pero, es la misma y el resultado de sobra conocido. Avanzamos hacia una tercermundización de la sociedad. La dinámica centro-periferia que se ha dado en los últimos años a escala global, se repite ahora en el seno de la Unión. Pero, ¿cuánta pobreza podemos soportar? ¿Cuánta miseria estamos dispuestos a aceptar? ¿Hasta donde permitiremos que nos sigan recortando? La sed de beneficios del capital no tiene límites. Y el lucro no hace sino aumentar su avaricia. Sólo nosotros, la mayoría, somos los únicos capaces de hacerle frente. Cuando nos demos cuenta de ello, y actuemos en consecuencia, habremos ganado la partida.
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La FE, como la vida, se inicia, tan pequeña, que no se percibe y va creciendo a base de confianza.
La FE, plantada en el seno de nuestra arcillosa tierra, duerme escondida pero latente; y a base del alimento y el agua del Espíritu, un día aparece tímidamente, exhibiendo un verde esperanza, que es fruto de la innegable confianza con la que se dejó hacer, se puso en movimiento y llegó a ser. La FE es don que hay que poner a funcionar, no es para guardar, es para entregar y compartir. Y como de FE se trataba la PRIMERA JORNADA FEADULTA, celebrada en Madrid, el pasado 5 de octubre, reconocimos en el transcurso del día, como FEADULTA www.feadulta.com, siguió la misma trayectoria de vida del don de la FE. Alguien (Rafael Calvo) se puso en marcha, imagino que con esa sensación interna y urgente de que hay que compartir en gratuidad lo que se recibe y a otros puede venirle bien y a muchos nos pone en contacto. Luego otros se fueron uniendo y colaborando con sus escritos. La cosa se fue haciendo más grande y amigos suyos e, incluso su familia. se fueron implicando. La semilla empezó a crecer y a crecer, incorporando cada vez a más personas, más ideas, más creatividad, todo para entregar, todo para compartir, todo gratis. En este mundo que vivimos casi nada es gratis, pero al mismo tiempo están surgiendo cada vez más iniciativas que se dan sin que circule el dinero por medio, a las que pueden acceder quienes no podrían hacerlo si fuera tema de compraventa. La creatividad de muchos en lo mismo es infinita y en FEADULTA eso se está dando. Las más de 150 personas que participamos en la Jornada pudimos darnos perfecta cuenta de la evolución y de la ilusión con que se ha hecho el recorrido de FEADULTA ¡Hay tantas formas de colaborar para que una cosa así salga adelante! Y se demuestra una vez más que “los pequeños” hemos de unirnos y ponernos en marcha, sin esperar, atendiendo al impulso de compartir y animados a aportar una pequeña semilla para que otra forma de vivir en el mundo sea posible. En la mañana se presentaron a muchos de los colaboradores y otros que no pudieron asistir se hicieron presentes a través de cartas y vídeos. Después hubo una mesa redonda con el tema: Cómo entender y vivir una fe adulta, con Dolores Aleixandre, José Arregui, Julián Mellado, Susana Merino y Alberto Giráldez, seguida de un espacio de preguntas y buen compartir de todos los asistentes. En la tarde hubo un tiempo sosegado para la oración preparada (música y letra) por Salomé Arricibita y comentada por Teresa Nécega. Y como final una celebración comunitaria presidida por José Arregui, acompañada con música y voces de miembros de los Coros de la Parroquia de Guadalupe. Entre acto y acto, en un agradable y sencillo ambiente, hubo muchos encuentros y reencuentros e intercambio de direcciones de correo para seguir en contacto, compartiendo lo que tenemos: vida, en forma de escritos, oraciones, saludos, abrazos, etc. Curiosamente, el sábado 5, fecha de la Jornada de FEADULTA, la Iglesia celebraba la fiesta de Témporas de Acción de Gracias. Habitualmente no creo que muchos nos percatemos de qué va esto de las Témporas pues vivimos alejados de la actividad del campo y esta fiesta, que tiene unos orígenes de lo más profano, la Iglesia la integró como “días de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas la recolección de las cosechas y la vacación, al reemprender la actividad habitual”. La FE, como las plantas, empieza en formato pequeño; empieza en minúscula semilla y va creciendo… hasta convertirse en frondosa planta o en árbol majestuoso. FEADULTA es ya pequeño árbol como el que figura en la portada del folleto de la Jornada: un árbol de colores, notas musicales, mano que ayuda, voz que se expande y un sólido tronco en color rojo-vida. Quien tiene FE, planta la semilla, confía y espera, sin preocuparse de qué forma y que color tendrá el fruto… eso sólo Dios lo sabe. El estilo de vida de Jesús
Oración del discípulo La causa de los indígenas Proclama indígena En EE.UU. el capitalismo llega al paroxismo El estilo de vida de Jesús ¿QUIÉN ES ESTE HOMBRE? Benjamín Forcano Parece que estamos en el buen camino: ser cristiano es seguir a Jesús y vivir como él. ¿Pero cuál fue su estilo de vida? Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios. Enmendáos y creed en la BUENA NOTICIA La vida de Jesús comienza con el bautismo en el Jordán, en el sentido de que está dispuesto a una entrega total para el bien de la humanidad, sacando a los hombres de la situación de injusticia y opresión, aunque para lograrlo tenga que perder la propia vida. El compromiso que ahí toma es el de crear una sociedad nueva, basada en unas relaciones de justicia y amor; una sociedad alternativa, consciente de que tendrá tentaciones y poderes que intentarán impedírselo. El cuenta con esa oposición, pero sabrá superarla a base de una opción personal libre y responsable, que le llevará a no separar nunca su fidelidad a Dios de su entrega a los hombres y a vencer todo afán de dominar a los demás. La nueva realidad, la causa, que Jesús predica y para la que vive, es el reino de Dios, que hace posible una sociedad nueva, basada en la justicia y en el amor, digna del hombre. Es su Buena Noticia. En él, la comunicación definitiva entre lo humano y lo divino En el momento del Bautismo, se oye una voz del cielo que dice: “En ti me complazco”. Sincronía perfecta entre Dios y Jesús, en El se establece la comunicación definitiva entre lo humano y lo divino, en él encuentra su lugar natural el Espíritu de Dios, el amor de Dios por la humanidad. Con razón es su hijo, no sólo por nacer de El sino por su modo de comportarse igual a Dios. Para conocer de verdad a Dios no hay sino decir y hacer lo que Jesús. Nadie más que El puede contarnos quién es y cómo es Dios. El resto debiéramos saberlo todos y no olvidarlo nunca: Jesús anuncia su Buena Nueva en su sociedad, en medio de la situación política existente y dentro de la instituciones judías: Sanedrín, templo, sacerdocio, sinagoga, ley, letrados, sábado, ideologías… Y en un tiempo en que era enorme la expectativa de la llegada del reino de Dios, que sería inaugurado por el Mesías. Todos esperaban ese reinado desde diversas visiones y actitudes. Todos lo esperaban y coincidían en lo mismo: el reinado de Dios sería el régimen teocrático de Israel, con eliminación del poder romano y con su posterior dominio a través de las instituciones tradicionales: Monarquía, ley, Templo. Amar a Dios y al prójimo como a uno mismo es estar dentro del Reino de Dios Y ahí en esa sociedad, y en ese tiempo, aparece Jesús: . Marcos 1,14 “Cuando detuvieron a Juan, Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia: Se ha cumplido el plazo, ya llega el reinado de Dios. Enmendáos y creed en la buena noticia. .Otras palabras de Jesús que revelan su causa El primer mandamiento nos enseña amar a Dios con todo el corazón y el segundo amar al prójimo como a uno mismo. Quien esto hace, está dentro del reino de Dios (Mt 12, 29-34). - Vosotros estáis ya en el secreto de lo que es el reinado de Dios, pues sabéis que la simiente del mensaje no da cosecha si no encuentra una tierra buena que lo escuche y lo acepte. El que cumple la voluntad de Dios, ese es hermano mío y hermana y madre (Lc 4, 1-34). - El que pierda su vida por mi y por la buena noticia, la salvará. Porque, ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si malogra su vida? (Mr 8, 34-38). - El que entre vosotros quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos (Mr 9, 33-37). Jesús de Nazaret traicionado y condenado ¿A quién puede extrañar que Jesús acabara siendo crucificado? Justo en la capital de Jerusalén, a la vista de los más altos dirigentes religiosos, sabiéndose vigilado por el poder romano, enseña y actúa como un hombre libre y enseña a ser libre y liberarse de todas las opresiones creadas por los hombres. Esa libertad le lleva a revolucionar la imagen que de Dios proyectan los guías religiosos de Israel. Lógicamente el conflicto de Jesús con el poder y sus dirigentes (sacerdotes, letrados, etc.) era inevitable. Cuestionaba de arriba abajo su sistema, el sistema montado por ellos, ellos que controlaban todo, la doctrina , las prácticas y los ritos . No podían ver con indiferencia a este hombre con el mensaje que predicaba y con la libertad que lo hacía. Anunciaba una nueva relación con Dios, una nueva imagen de Dios, de la que brotaba una nueva sociedad: más igualitaria , más justa, más fraterna y más pacífica. En realidad, Jesús hacía remover los cimientos de la sociedad judía. No podían tolerarlo y, como consecuencia, le iban a calumniar, perseguir, juzgar y condenar. Ante ese conflicto, Jesús tiene que enfrentarse sin escapatorias, si es que se empeñaba en seguir adelante con su mensaje. Dios no lo iba a liberar milagrosamente, porque el Dios de Jesús no es el Dios omnipresente de la filosofía helénica, el Dios omnipotente ligado a la fuerza y el poder, sino el Dios anonado, limitado, vulnerable, pobre, compasivo , que no podía ser suplantado por el Dios pagano. Y fue condenado a muerte, violentamente crucificado , no como precio, sangre, sacrificio o rescate impuesto por Dios por los pecados de la humanidad , exigido para reconciliarse con ella. Sería una crueldad tremenda la de ese Dios sádico que exige la muerte de su hijo, una muerte infamante, como reparación a su honor. El vivir de Jesús: un retrato de su vida. Nada para concluir esta breve síntesis del Nazareno, como presentar bien relevante lo que podría ser un retrato suyo. Porque ese retrato nos indicará sin más cómo debemos ser si queremos seguirle y qué cosas no pueden concordar con su enseñanza y modo de vida. Y es la mejor manera de corregir y sanar las falsas imágenes que nosotros hemos podido crearnos acerca de su vida o la del Dios que El anuncia. Ese retrato vivo actuará como espejo y aguijón para que no transijamos con lo que no debemos transigir, de modo que al contemplarlo no tendremos más remedio que despojarnos de cuanto es contrario a su estilo de vida. Me atrevo a dibujarlo de la siguiente manera: En tiempos de Jesús, lo normal era vivir conforme al grupo. Sin embargo, a él comenzó por no impresionarle la erudición de los escribas, discrepaba de ellos, cuestionaba la tradición, la autoridad, todo supuesto inamovible. Jesús aparece como un hombre que tiene el valor que le dan sus convicciones, independiente, sin ningún rastro de miedo, sin temor a originar escándalo, o a perder su reputación e incluso la propia vida. Jesús se mezcla con los pecadores y parece disfrutar de su compañía, se mostraba tolerante respecto a las leyes, no parecía sublevarse ante lo que los dirigentes de su pueblo consideraban la gravedad del pecado y era natural en su trato con Dios. No poseía buena reputación, se le clasificaba como a un pecador más , era amigable su trato con las mujeres y, también, con las prostitutas, le importaba un comino el prestigio a los ojos de los demás, no buscaba la aprobación de nadie. Sus adversarios le reconocían ser honrado y audaz, (“Sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios” ( Lc 12, 14). Nunca pudieron acusarle de insinceridad, hipocresía o miedo, pero al mismo tiempo le acusaban de estar poseído por el demonio, de ser un borracho, un glotón, un pecador y un blasfemo. Todo esto hacía que la gente se preguntase: “¿Quién es este hombre?”. Jesús no recabó para sí otra cosa que designarse y ser designado como el “hijo del hombre” sinónimo de humano, y lo hacía así en lugar de decir “yo”. Simplemente pretendía afirmar su identificación con el hombre en cuanto hombre. Jesús sorprende a los dirigentes cuando dice que el “hijo del hombre” es dueño del sábado , tiene poder de perdonar los pecados , no tiene lugar en la sociedad y padecerá violencia a manos de los hombres. Las señas de la identidad de Jesús son su humanidad, sin que necesite ningún título, función o dignidad. Encomienda a sus discípulos que nadie debe dejarse llamar Rabbí, Padre, Preceptor, pues lo definidor de todos es la hermandad: “todos vosotros sois hermanos”. Lo que hace a Jesús incomparablemente grande es que habló y actuó con una autoridad singular, ajena por completo a la ejercida por los grandes de este mundo: “Sabéis que los jefes de las naciones las dominan y que los grandes les imponen su autoridad. No será así entre vosotros; al contrario, el que quiera hacerse grande sea servidor vuestro y el quiera ser primero sea siervo vuestro” (Mt 20,25-27). Jesús habla a sus adversarios en parábolas, les pregunta, trata de convencerlos, les invita a pensar por cuenta propia. Era inusitada la firmeza de sus convicciones, proclamaba la verdad sin vacilaciones, sin apelar a la autoridad de la tradición ni siquiera de los mismos textos sagrados. Pretendía que la gente entendiera la verdad de sus palabras sin apoyarse en tipo alguno de autoridad. Jesús no tuvo más autoridad que la autoridad de la verdad misma. Hizo de la verdad su autoridad. Jesús sabía que la autoridad de la verdad es la autoridad de Dios y esa era la que El poseía. Bastaba, pues, obedecer a la verdad para vivir de un modo veraz. El estaba seguro de decir la verdad, de que sus convicciones eran verdaderas, por sí mismas. En ese mismo plano, Jesús no tiene dificultad en reconocer y alabar a todo aquel que realiza la liberación, no le importa quién sea, con tal que la gente sea liberada. ( Cfr. ¿Quién es este hombre? ST, 1981, pp. 192-204). A Jesús se le reconocía no sólo por su libertad y coherencia sino por su programa, en el cual declaraba cosas como estas: . Hay que amar, incluso al enemigo. . Hay que perdonar y ser misericordioso. . Hay que practicar la justicia y estar limpios de corazón. . Hay que ser sinceros, ecuánimes y veraces. . No se debe tolerar la exclusión, discriminación o humillación de nadie. . Hay que aborrecer la hipocresía, el orgullo y la dureza de corazón. . Hay que tener preferencia por los más pobres y olvidados. . No hay que apetecer el poder de mandar sino el servicio. . Hay que trocar la avaricia por la generosidad y el compartir. . Hay que detestar el dineroo conseguido a base de oprimir y explotar a los demás. . No se pueden establecer divisorias entre el amor a los hombres y el amor a Dios pues ambos son una misma cosa. . No se puede oponer el bien de Dios al bien de los hombres, pues para Dios la gran pasión es la felicidad de los hombres. . No se puede contraponer el acá al allá, la muerte a la resurrección, pues si Dios es el principio de todo lo creado es también su fín. En conclusión: el estilo de vida define a los discípulos de Jesús . El estilo de vida del Nazareno -no unos ritos o unas prácticas puntuales y ocasionales- es lo que define a los verdaderos discípulos de Jesús, el de Nazaret. Entendámoslo bien: una cosa es el sistema de vida de los escribas y fariseos (de entonces y de ahora), del sistema religioso oficial del Templo (de entonces y de ahora) y otra el estilo de vida de Jesús. Y el estilo no es cosa de horas o de días, de espacios privados o públicos, para cuando se está sólo o acompañado, para cuando las cosas van bien o van mal, para cuando nos conviene o nos deja de convenir, sino para todo momento y lugar en una unidad de vida coherente. . En ese estilo , para quienes quieran seguir al Nazareno, no va a faltar la cruz. Pero no la cruz material elegida por uno mismo para macerarse y agradar a Dios, sino la cruz que los otros le van a poner encima por seguir a Jesús y querer vivir como El. El que quiera vivir como el hijo del hombre, repite el Nazareno, que se prepare: lo impugnarán, no lo comprenderán, lo calumniaran, lo perseguirán y hasta puede que lo maten y “crean que hacen un obsequio a Dios”. Por ahí, le llegará la cruz que, en un momento u otro, otros le pondrán encima. . Si Jesús no hubiera vivido como vivió, si no hubiera defendido los valores que defendió, si no hubiera sido coherente, si se hubiera dejado comprar por la fama, el dinero o el poder no hubiera tenido que afrontar la pasión ni la crucifixión, seguramente hubiera llegado a viejo, hubiera muerto pacíficamente en la cama y no violentamente colgado de una cruz. La causa de Jesús fue, pues, simple : crear con todos una familia nueva, sin exclusión ni discriminación de nadie, en igualdad, viviendo y tratándonos como hermanos y, en todo caso, sabiendo que la grandeza de sus seguidores está en el servir y en ser los últimos en el beneficio. El nos enseñó una nueva imagen de Dios, una nueva manera de relacionarnos con EL, de entender que el culto sin justicia y amor es falso, que la religión nuca puede servir para manipular, engañar, oprimir, discriminar. Dios mira el corazón, no las apariencias. El lo resume todo en el amor: amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Su máxima utopía es ser buenos como Dios, amar como Dios, dar la vida por las personas que amamos. 2 ORACION DEL DISCÍPULO Aquí estoy, Señor, tal como Tú me has hecho, tratando de descubrir en el día a día, el sentido que tu voluntad ha impreso a mi vida. En ese caminar propio me sobreañades la vida de Jesús, que me ayuda , marcando mojones en el camino. Soy uno entre tantos, hermano universal de todos, igual que todos, servidor de todos, superservidor en todo caso de los más pobres. Mi ser es amor, verificable en el amor al prójimo, vicario tuyo. Sé que estás en todos, creyentes o no, y a nadie exiges más de lo que es. No me queda sino trabajar, pacífica y amorosamente, en todo lugar, pues tu Reino allí está y crece, donde está cualquier persona. Tu Palabra llega a todos los hombres, cómo sólo Tú sabes. Mi misión evangelizadora es ser yo, interconectado en todos y con todo, abarcando la totalidad de tu Reino. Estaré a la escucha, en respeto y comprensión, sin estorbar, sin discriminar, sin imponer, sin lamentarme, sin enfatuarme, acechando el reverbero de tu amor, que de todos sale y a todos llega. Seré feliz, cuando en todos me vea feliz, en esa familia tuya universal, sustentadora de todo amor. Voy a seguirte como María, hermana de humanidad y madre universal Seré feliz, si acierto a hacer creíble tu presencia , en la entrañable casa de la Tierra imperecedera luego en la Casa del cielo. Benjamín Forcano 3 LA CAUSA DE LOS INDIGENAS Benjamín Forcano “Causas mías, escribe Pedro, y no sólo mías, son: la tierra, el agua, la ecología, las naciones indígenas, el pueblo negro, la solidaridad, la verdadera integración continental, la erradicación de toda marginación, de todo imperialismo, de todo colonialismo, el diálogo interreligioso e intercultural, la superación de ese estado de esquizofrenia humano, que es la existencia de un primer mundo y un tercer mundo ( y un cuarto mundo también), cuando somos un solo mundo, la gran familia humana, hijos del Dios de la vida”. Para entender un poco la gravedad de esta causa hay que imaginar a Pedro, a los 10 años de estar en Brasil, visitando las ruinas de San Miguel, “Monumento-herida en desafío” evocando la barbarie llevada a cabo “en nombre de Cristo y del Imperio”. Me lo imagino reviviendo a 222 años de distancia aquella tragedia histórica. Me lo imagino llegando de España con todo lo acumulado en su vida y lo ya vivido en Brasil desde 1968. Las ruinas de aquel pasado crucificado, cual ondas perforando los tiempos, estremecieron su alma. En medio de ideas y símbolos religiosos que, en lo exterior, sonaban idénticos a lo suyos, escribió: …Mártires indefensos por el Reino de Dios hecho imperio, por el Evangelio hecho decreto de conquista, víctimas de las masacres que quedaron con nombre glorioso en la mal contada Historia, en la mal vivida Iglesia… (Proclama Indígena de Don Pedro Casaldáliga) Tiempos habían corrido y generaciones enteras se habían sucedido, pero en ningún momento parecen haberse alzado voces de profetas que -cristianos como Pedro- denunciaran el impacto de aquel “encuentro” etnocida. Quien quiera percibir un poco la magnitud de su grito lea su “Proclama indígena”. Se le saltarán las lágrimas. Pero , ¡cuidado!, porque la cosa no va de evocaciones históricas, como si hubieran ocurrido una vez y se hubieran borrado para siempre. La epopeya siguió y avanzó hasta tornarse en nuestros tiempos ilimitadamente voraz y destructiva. Los imperios y las multinacionales acreditan siempre profesar la misma lógica agresora. Datos históricos nos hablan de que cuando Brasil “fue descubierto” había unos 5 millones de indígenas. Posteriormente, en solo siglo y medio (1900 a 1957) desaparecieron 87 grupos tribales. Los karajás, que viven en la prelatura del obispo Pedro, eran 10.000 hace un siglo y ahora son 1500. Los manquibara, que Pedro defendió hasta jugarse la vida, han pasado de 20.000 a 680. El mundo pudo leer con espanto la noticia de que, entre los indígenas guaraní-kaiowá del Mato Grosso do Sul, 211 de ellos especialmente jóvenes, se suicidaron en los últimos diez años. No encontraban razón para seguir viviendo. La expectativa de vida del indígena de Brasil alcanza una media de vida de 42,6 años, frente a los 67 años del brasileño no indio. Sí, la Misa de la Tierra sin Males se refiere al pasado, pero a un pasado que sigue presente: “Yo cultivo la convicción , ESCRIBE Pedero,de que la América Latina – América Amerindia, más de acuerdo con sus raíces- o se salva continentalmente o continentalmente se hunde”. Pedro, después de viajar, conocer y analizar el proceso de estos pueblos, señala como causa principal de tanto despojo y dominio al imperio norteamericano. La caída del muro de Berlín en 1985 y el derrumbe del “socialismo real” tuvo enormes repercusiones en toda América Latina y especialmente en América Central. Fueron tiempos de negociar la paz y establecer las democracias formales. Pero, en el fondo, aparecía hegemónica y globalizada la faz siniestra del capital financiero concentrado en la única y gran potencia de Estados Unidos. Este pregonaba la propuesta neoliberal como la única salida para el futuro. No someterse a ella era volver a tiempos oscuros y atrasados del pasado y estancarse en la ignorancia y en la esclavitud. Pedro Casaldáliga denuncia la perversa globalización neoliberal que busca siempre más lucro, más tierra, más propiedades, más poder en manos de unos pocos y le contrapone la globalización de la solidaridad, que abre e impulsa nuevos senderos para asegurar los derechos de los pueblos excluidos y de las comunidad y pueblos indígenas: “A la globalización actual, con todos sus pecados, graves, se le contrapone la virtud de lograr que hoy, más que nunca, la Humanidad se sienta una . Estamos descubriendo, por necesidad, que navegamos en un mismo barco. El choque de civilizaciones o la alianza de civilizaciones es la alternativa inevitable. Como ahora nos encontrarnos todos con todos, debemos optar por chocar unos con otros , en la intolerancia y en la agresión, o por abrazarnos en la comprensión y en la complementariedad”. Pedro es nítido como el cielo azul: “Si alguna razón hubiera de mencionar como base de esta mi lucha, esa es mi pasión por la utopía. Una pasión escandalosamente inactual en esta hora de pragmatismos, de productividad, de mercantilismo total, de postmodernidad desesperanzada. Pero, en otros términos, es la pasión de la Esperanza; es, en términos cristianos, la pasión por el Reino, que es pasión de Dios y de su Cristo. Una pasión que, en primera y última instancia, coincide con la mejor pasión de la Humanidad misma, cuando quiere ser plenamente humana, auténticamente viva y definitivamente feliz… No pido la globalización neoliberal homicida, suicida; sino la mundialización de la solidaridad para la construcción (progresiva ciertamente y hasta dialéctica) de esa igualdad en la dignidad , en los derechos y en las responsabilidades de las personas y de sus pueblos , que harán de la Humanidad una, aunque plural en sus alteridades”. Ese es Pedro, el indignado, comprometido y esperanzado. La Misa de la Tierra sin Males es el grito de una utopía guaraní, traspasado poéticamente al texto subversivo de una Misa, de que nunca, ni en el pasado ni en el presente, debieron acaecer hechos como éstos, debiendo fermentar revolucionariamente toda una cultura, con marca de occidental y cristiana y que, con rostros distintos, sigue siendo bandera de mercantilización y exterminio, en nombre de un crecimiento económico y progreso humanos, que en lugar de enorgullecernos debiera avergonzarnos y hacernos deplorar nuestra soberbia. Con razón, Pedro Casaldáliga, cuando el Gobierno del estado de Mato Grosso en 1987 le confirió a Pedro, junto con otros dos misioneros “la Orden de Mérito del Mato Grosso”, la recibió, como “un presente de luto”, “como brasas de holocausto”, “como herencia de sangre”. Pedro actuaba así porque era así, lo llevaba dentro. Nadie da lo que no tiene. Y nadie actúa con libertad si no es libre. Voy a concluir, enumerando unos hechos que muestran la libertad, la pobreza y la profecía con que procede Pedro Casaldáliga. . Primero, atender al hombre Cuenta Pedro que, navegando una vez por el río de las Mortes, tuvo que atender un hombre moribundo. La comunidad le pidió que celebrara una misa. No había pan ni vino. No traía nada para decir misa: “Yo venía más preocupado por atender al hombre. Allí había una pequeña taberna. Cogí unas galletas y un poco de pinga y celebré la misa. Me pareció que era una buena misa. El pueblo me pedía misa y yo era sacerdote, la Pascua de Cristo bien se puede celebrar con vino de las viñas de Italia o de las de España , pero si no había vino, ¿por qué no se podía celebrar con alcohol de caña de azucar”. . La excomunión de Haciendas Otra vez, cuenta que llegó a un acto extremo: “He maldecido una estructura de acumulación, de capitalización, de exclusión y de dominación. He llegado incluso al extremo de excomulgar dos haciendas. La Piraguacu y la Frenova, porque tenían pistoleros que mataban a los peones, les cortaban las orejas y las llevaban a la hacienda para demostrar su muerte. Una vez enterré a uno de esos peones asesinados, cogí un puñado de tierra de su sepulcro, lo puse sobre el altar y excomulgué estas haciendas. Pero fue un acto contra las haciendas, no contra las personas”. Se puede uno preguntar: ¿Cuántas excomuniones de este género se han hecho en la larga historia del latifundio y de la colonización? . El Evangelio a favor de los pobres, en contra de los ricos Donde Pedro no da lugar a componendas es en el tema de ricos y pobres: “Nosotros hemos dicho muchas veces que aquí o estás en un bando o en el otro. Yo digo siempre que el Evangelio es para los ricos y para los pobres. Es para todos pero está a favor de los pobres y también está a favor de los ricos, pero contra su riqueza, contra sus privilegios, contra la posibilidad que tiene de explotar, dominar y excluir. Yo puedo relacionarme con los ricos, siempre que les diga las verdades y no me deje llevar… No es que no pueda ir un día a merendar a casa de un rico, pero si voy cada semana y no pasa nada, no digo nada, no sacudo aquella casa, no sacudo aquella conciencia, ye me he vendido y he negado mi opción por los pobres”. . A favor de la propiedad privada, no privadora “Una vez tuve la ocasión de intervenir en un proceso público que se hace en la Asamblea Nacional, donde se trataba de una problemática de la tierra. Y, entonces, algunos de los senadores y diputados más conservadores, incluso varios de ellos muy católicos y practicantes, me dijeron: monseñor, usted está en contra de la propiedad privada. Les dije: no, si usted tiene una camisa y todo el mundo puede tener una camisa, estoy a favor de la propiedad privada de cada camisa . Ahora, si usted tiene 50 camisas y las demás personas no tiene ninguna camisa, entonces la propiedad privada es privadora”. .Consumismo En estos tiempos de tanto consumismo , creo que la Iglesia de Jesús y sobre todo los que somos o deberíamos ser más responsables dentro de la Iglesia, tenemos que ofrecer un testimonio de anticonsumismo. El proyecto del mercado , al fin y al cabo, es el consumismo… Lo que me hace no es lo que tengo, sino lo que soy, lo que amo, las razones de mi vida… Es lo que doy lo que me hace, no lo que tengo. Pero sin tengo mucho y doy poco, tengo menos porque soy menos”. . La teología de la liberación Pedro, se muestra libre. Una vez le hice esta pregunta: “¿Qué queda de la teología de la liberación? Sagradamente indignado me contestó: Estoy harto de oír la pregunta. Me la han preguntado por activa y pasiva, compañeros, obispos, periodistas…. Que no me sigan nombrando, por vergüenza al menos, las barbaridades -verdaderas calumnias- que colgaron de la teología de la liberación y sus teólogos. Nosotros: teólogos de la liberación, obispos que los acompañamos e Iglesias que se benefician de sus doctrinas, no hemos optado por Marx sino por el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo , por su Reino y sus pobres. Nuestro Dios quiere la liberación de toda esclavitud, de todo pecado y de la muerte. Analizar la trágica situación de los dos tercios de la humanidad, señalarla como contraria a la voluntad de Dios y asumir compromisos prácticos para transformar esa situación son pasos obligados de la teología de la liberación. A los enemigos del pueblo es a los que no gusta la teología de la liberación. ¡Celebrarían tanto que los cristianos pensasen sólo en el Cielo…despreciando la Tierra. Cuando nosotros queremos ganar el Cielo, conquistando la Tierra. Hijos libres de Dios Padre y hermanos verdaderos “. Su radicalidad por la pobreza y libertad, la tiene escrita Pedro en estos versos: No tener nada. No llevar nada. No poder nada. No pedir nada. Y, de pasada, no matar nada; no callar anda. Solamente el Evangelio, como una faca afilada, y el llanto y la risa en la mirada, y la mano extendida ay apretada, y la vida, a caballo, dada. Y este sol, y estos ríos, y esta tierra comprada, para testigos de la revolución ya estallada. ¡Y mais nada! Su radicalidad le ha llevado a decir: “El teólogo Karl Rhaner escribía: En el siglo XXI un cristiano, o será místico o no será cristiano. Que conste que yo considero a Rhaner como el mayor teólogo del siglo XX. Sin embargo, creo, con la más estremecida convicción evangélica, que hoy, ya en el siglo XXI, un cristiano o cristiana, o es pobre y/o aliado o aliada visceralmente de los pobres, o no es cristiano, no es cristiana. Ninguna de las famosas notas de la Iglesia se mantiene en pie si se olvida esta nota fundamental, la más evangélica de todas: la opción por los pobres”. “Yo, pecador y obispo, me confieso de soñar con la Iglesia, vestida solamente de evangelio y sandalias”. 4 Proclama indígena Pedro Casaldáliga En la Capilla donde fue bautizado San Sepé Tiarajú Pueblo de los Siete Pueblos, Pueblos del Continente, muertos aún vivos. ¡Escuchad la proclama! ¡Indios, Pueblo de los Pueblos de las mal llamadas Indias occidentales, benditos Pueblos-Pueblo con nombre y con futuro! Indios, hermanos primeros, padres de esta hija pródiga olvidada ¡América amerindia nuevamente! ¡Maestros inevitables de nuestra harta ciencia fracasada, profetas esperados de nuestra suficiencia sin salida, profetas del retorno a la Tierra, al Sol, a la Luna, al Viento restaurado, heraldos primigenios del Evangelio de los Pobres…! No aceptéis ni proyectos, ni promesas, ni limosnas, ni lágrimas inútiles. ¡Exigid con recibo de raíces y sangre el supremo derecho que os cabe! ¡No queráis ser postal televisiva de Presidente o Nuncio, agenda del Ministro en reportaje o granja de Autarquí…! Rehusad ser vitrina arqueológica de fósiles para-humanos, nombre de calle exótico, deshonra en calle, río sin memoria, festiva nostalgia de falso carnaval de un Pueblo víctima! ¡Ni menos queráis ser historia pervertida de Misión, martirio de un Martirio utilizado, excusa prostituta de Evangelio…! Hermanos: ¡No sois menores, ni muertos, ni ausentes! Vosotros sois nuestra Causa (Causa de nuestro llanto avergonzado, causa de nuestra incólume esperanza). Los Pobres de Yavé de un Continente, la flor siempre agostada, simiente rediviva del siempre Pueblo-Resto, Pueblos de todo un Pueblo, cada vez más fraterno en la agonía y la espera desde las tierras profanadas por el western hasta los troncos de los pinares depredados; desde el eterno Machu-Picchu vigilante, hasta esta Tierra-Piedra. -Ruina despertándose monumento-herida-en-desafío. Cazados, tutelados, vendidos, integrados en el pasto, en el mineral ahora nuevamente emancipados. Mártires indefensos por el Reino de Dios convertido en Imperio, por el Evangelio convertido en decreto de Conquista. Víctimas en las masacres que nos llegan con nombre glorioso en la mal contada Historia, en la mal vivida Iglesia. ¡Santa María de la infeliz victoria! ¡Oh triste catedral de Porto Alegre, asentada sobre las patrias cabezas degolladas! Mártires-siempre-mártires. Y sin embargo siempre sobrevivientes siempre prototipo fecundo de la estatua humana. Descalzos del Consumo que nos consume a todos vorazmente; desnudos de esa propiedad privada que nos priva de ser fraternidad; gloriosos marginados de este Progreso monstruo que suplanta al Hombre, a la Naturaleza, a Dios… Hermanos de los Siete Pueblos, Pueblos del Continente, muertos, aún vivos! Hermanos de todo tiempo, del ya perdido nombre, de la sangre nuevamente reclamada; raíz de nuestra historia presentida, santos de nuestro Canon recobrado en la noche: Rogad por nosotros, valednos ante Dios ahora que despunta el Nuevo Día. (¡Uníos a su coro, penitentes por nosotros, sangre por sangre, Roque, João, Alfonso, Rodolfo, João Bosco…!) Venid en nuestro auxilio, los de ayer y los de hoy, Sepé Tiarajú, Simão Bororo. ¡Venid a pacificarnos! ¡Integradnos en vuestra libertad! Celad las hogueras crepitantes aún en las aldeas! ¡Rogad por nuestro CIMI, perseguido en el Templo y en el Pretorio! ¡Rogad por nuestras vidas sin arco y sin estrellas! ¡Dadnos aún un plazo de Danza y de Evangelio…! ¡Escuchad la proclama, atended nuestras preces! Sed nuestra Causa salvadora! ¡Sed la urgente necesaria Utopía! ¡La nueva inevitable Esperanza de todo un Continente! El prólogo nativo indispensable de la Buena-Nueva del prístino Evangelio del Señor Jesucristo! 5 En EE.UU. el capitalismo llega al paroxismo (Síntesis del artículo de Juan López Torres) Hablamos de la primera potencia mundial, que muchos presentan como tipo ideal de democracia. ¿Quiénes y por qué, vistas las desigualdades que abajo se consignan, lo proponen como modelo? . En EE.UU. hay más de 46 millones de pobres. . 46 millones de personas no tienen asegurada la atención médica. . 1 de cada 6 personas pasa hambre. . 700.000 personas no tienen ningún tipo de vivienda. . No puede pagar el día a día de las actividades elementales de su gobierno, debido a un chantaje de los políticos republicanos que son quienes más deuda han generado en los últimos 25 años. . El 55,8 % de la deuda actual la generaron los recortes fiscales, el coste de las guerras de Irak y Afganistán y los gastos de estímulo de G. Bush y el gastos militar y los recortes fiscales de Reagan, mientras que las políticas de Clinton y Obama solo han contribuido a generarla en un 28%. Recortar los servicios públicos para poder limitar los déficits y la deuda es una falacia: son los gastos militares (que representan algo más del déficit total previsto para 2013) y, sobre todo, los recortes fiscales que se vienen realizando en los últimos treinta años para favorecer a los ricos y grandes empresas lo que realmente disparan su deuda pública. Los recortes de financiación al sistema educativo de Estados Unidos fueron de 12.700 millones de dólares en 2012, cantidad equivalente a los impuestos estatales evadidos de 2008 a 2010 por las 265 mayores empresas del país. Son 26 las grandes empresas que no pagaron impuestos entre 2008 y 2011 a pesar de haber registrado 205.000 millones de dólares de beneficios. Los recortes fiscales del gobierno tienen un coste de 900.000 millones de dólares este año y por su causa se dejarán de ingresar 12 billones de dólares en los próximos diez años. Y si a esos recortes se añaden las ayudas fiscales a los ricos y lo que se pierde por la evasión de beneficios a los paraísos fiscales, la merma anual de ingresos es de unos 2 billones de dólares. Está calculado que la riqueza neta de las familias que disponen de más de 1 millón de dólares fue de 38,6 billones de dólares en 2011. Con aplicarles un mínimo impuesto del 2% sería más que suficiente para financiar el déficit previsto para 2013 y se recaudaría algo más de la mitad de lo que pagan cada año todos los norteamericanos en impuestos individuales. Los impuestos sobre los beneficios empresariales representaban el 6% del PIB de Estados Unidos en los años cincuenta. Ahora ni siquieran llegan al 2%. Entonces, por cada dólar que pagaba en impuestos un trabajador estadounidense, las empresas pagaban tres, pero ahora solo 22 centavos . En los últimos 20 años los beneficios empresariales se han multiplicado por cuatro y sus impuestos se han reducido a la mitad. No es que los ricos no quieran gobierno sino que lo quieren solo para ellos. Mantienen el ejército y mantienen las ayudas fiscales que van a ellos y los apoyos multimillonarias a los bancos y a las grandes empresas. No renuncian a financiarlo, pero hacen todo lo que está en su mano para que los financien los demás: en los últimos 20 años la proporción de impuestos pagados por los trabajadores se ha doblado. Lo ricos (entre el 1 y el 10% de la población total), lo quieren todo, como demuestra que los beneficios de las empresas hayan crecido desde 2008 veinte veces más que los salarios o que de 2009 a 2011 el 88% del crecimiento del ingreso en Estados Unidos fuese a beneficios empresariales y solo el 1% a salario de los trabajadores. Todo lo que no sea aumentar el beneficio de los de arriba da completamente igual. No importa que se destroce a la sociedad, que se destruya el medio ambiente o que se debiliten fatalmente las instituciones. Solo interesa y preocupa concentrar hasta el extremo la riqueza y el poder político, mediático y militar en manos de unos pocos, como ha sido siempre pero ahora de manera mucho más exagerada, porque lo cierto es que el capitalismo de nuestros días ha sido capaz de vencer cualquier resistencia al convertirse a su vez en una maquinaria gigantesca de generación de consenso y sumisión, y también de destrucción y aniquilamiento. No es casual que los mismos que defienden el cierre de colegios, hospitales, museos públicos o parques nacionales sean los que financian sin límite las guerras genocidas, los ataques brutales a los derechos humanos, la tortura, el espionaje generalizado y el desmantelamiento de las democracias. (Publicado en Público y otros medios). "Yo, pecador y obispo, me confieso de soñar con la Iglesia vestida solamente de Evangelio y sandalias, de creer en la Iglesia, a pesar de la Iglesia; de creer en el Reino, en todo caso, caminando en la Iglesia".
Estos son versos testimoniales de don Pedro Casaldáliga, seguidor ejemplar de Jesús. En ellos se destacan tres actitudes fundamentales del primer movimiento de seguidores del Nazareno: humildad, sencillez y hermandad evangélicas. Ese sueño de don Pedro, de una Iglesia sencilla y fraterna, parece hacerse cada vez más central en el papa Francisco. Sus declaraciones para la revista La Civiltà Cattolica resultan esperanzadoras en ese sentido. Enunciamos algunos textos emblemáticos que pueden inspirar e interpelar en el modo de ser Iglesia hoy. Iglesia madre y pastora. "Los ministros de la Iglesia tienen que ser misericordiosos, hacerse cargo de las personas, acompañándolas como el buen samaritano que lava, limpia y consuela a su prójimo. Esto es Evangelio puro. Dios es más grande que el pecado. Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes (...) El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios 'clérigos de despacho'. Los obispos, especialmente, han de ser hombres capaces de apoyar con paciencia los pasos de Dios en su pueblo". Iglesia que anuncia una Buena Noticia. "Tenemos que anunciar el Evangelio en todas partes, predicando la buena noticia del Reino y curando, también con nuestra predicación, todo tipo de herida y cualquier enfermedad (...) Una homilía, una verdadera homilía, debe comenzar con el primer anuncio, con el anuncio de la salvación. No hay nada más sólido, profundo y seguro que ese anuncio. Después vendrá una catequesis (...) Pero el anuncio del amor salvífico de Dios es previo a la obligación moral y religiosa. (...) La homilía es la piedra de toque si se quiere medir la capacidad de encuentro de un pastor con su pueblo, porque el que predica tiene que reconocer el corazón de su comunidad para buscar dónde permanece vivo y ardiente el deseo de Dios". Iglesia abierta al misterio de Dios. "Un cristiano restauracionista, legalista, que lo quiere todo claro y seguro, no va a encontrar nada. La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la seguridad doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras". Una Iglesia inserta en la realidad. "La nuestra no es una fe-laboratorio, sino una fe-camino, una fe histórica. Dios se ha revelado como historia, no como compendio de verdades abstractas (...) Cuando se habla de problemas sociales, una cosa es reunirse a estudiar el problema de la droga de una villa de miseria y otra es ir allí, vivir allí y captar el problema desde dentro y estudiarlo. Hay una carta genial del padre Arrupe a los Centros de Investigación y Acción Social (CIAS) sobre la pobreza, en la que dice claramente que no se puede hablar de pobreza si no se la experimenta, con una inserción directa en los lugares en los que se vive esa pobreza". Una Iglesia que valora la santidad del pueblo de Dios. "Una mujer que cría a sus hijos, un hombre que trabaja para llevar a casa el pan, los enfermos, los sacerdotes ancianos tantas veces heridos pero siempre con su sonrisa porque han servido al Señor, las religiosas que tanto trabajan y que viven una santidad escondida. Esta es la santidad común (...) No solo hacerse cargo de los sucesos y las circunstancias de la vida, sino también como constancia para seguir hacia delante día a día". Una Iglesia consultiva y ecuménica. "Los dicasterios romanos están al servicio del papa y de los obispos: tienen que ayudar a las Iglesias particulares y a las conferencias episcopales. Son instancias de ayuda (...) Los dicasterios romanos son mediadores, no intermediarios ni gestores (...) Debemos caminar juntos: la gente, los obispos y el papa. Hay que vivir la sinodalidad a varios niveles. Quizá es tiempo de cambiar la metodología del sínodo, porque la actual parece estática (...) Para las relaciones ecuménicas es importante una cosa: no solo conocerse mejor, sino también reconocer lo que el Espíritu ha ido sembrando en los otros como don también para nosotros". Estos son algunos fragmentos de la entrevista con el papa Francisco, donde se visualiza la Iglesia con la que él sueña. Una Iglesia de la misericordia, una buena samaritana. Monseñor Óscar Romero es uno de los obispos que dejaron huella profunda en esa rica y martirial tradición eclesial. Recordemos que su legado fue el de... o una Iglesia encarnada en el mundo (porque Dios actúa en la historia humana); o comprometida con la causa de los pobres (porque son víctimas de la injusticia); o una Iglesia pueblo de Dios (en la que se valora el aporte de hombres y mujeres de la comunidad eclesial); o arraigada en la mejor tradición universal y latinoamericana (Concilio Vaticano II, Medellín, Puebla y doctrina social de la Iglesia); o coherente con el testimonio martirial (una vida para la justicia y la fraternidad). En fin, hablamos de una Iglesia que proclama la centralidad del Reino de Dios; que es movida a la misericordia por el sufrimiento del otro; una Iglesia del buen pastor que acompaña, comprende, anima; una Iglesia que valora los carismas y ministerios; que propicia la participación activa de laicos y laicas en su vida y misión. En palabras del teólogo Jon Sobrino, cuando la Iglesia sale de sí misma para ir al camino en el que se están los heridos, entonces se descentra realmente y se asemeja en algo sumamente fundamental a Jesús, quien no se predicó a sí mismo, sino que ofreció a los pobres la esperanza del Reino de Dios. Una Iglesia de la misericordia sí tiene futuro, genera esperanza y credibilidad. Puede ser una luz que nos ayude a vernos como miembros de una misma familia. Los gestos y las palabras del papa Francisco animan a ponernos en el camino de esa Iglesia que soñamos. Cuando Jesús, después de realizar los distintos signos de curación que llevaba a cabo, para hacer patente que el Reino de Dios ya estaba en medio y dentro de nosotros, estimulaba a quien había recibido la sanación, diciéndole: "Ánimo, tu fe te ha salvado" (Mt 9,22); "No tengas miedo, ten fe y basta" (Mc 5,36); "Levántate, tu fe te ha salvado" (Lc 17,19)...
Jesús no pretendía en ningún momento la fama por haber sido, en dichas curaciones, el artífice de las mismas (ni siquiera el poder de su querido Abbá); al contrario, afirmaba que había sido la fe de quien se había sanado la que le había producido el restablecimiento físico, moral o psicológico. Estos relatos evangélicos me provocan algunas reflexiones, que dejo a vuestra consideración: • Si creemos que el Dios de Jesús es pura bondad para todo el género humano y la entera creación, pues "hace salir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos e injustos" (Mt 5,45), no podemos seguir pensando que este Dios-todo-amor pueda conceder la fe a unos y negársela a otros. Humanamente hablando es impensable que un padre o una madre pueda conceder lo mejor a alguno de sus hijos y a otro privarle de ello. • Esto me lleva a pensar si la fe no será, más bien, un patrimonio común de la humanidad, que anida en el interior de cada persona y que nuestra misión es descubrirla, hacerla crecer, para que pueda dar respuesta a nuestras inquietudes, ofreciéndonos plenitud y conduciéndonos a un encuentro con nosotros mismos y con los otros. Luego podemos agregarle los adjetivos que deseemos, calificándolos como religiosos, ideológicos, utópicos, humanistas (y aquí añadamos cada uno/a todos los ismos que se nos ocurran), según el país, las tradiciones y la cultura que hayamos recibido y en la que hemos nacido. • Lo contrario a la fe no es la increencia sino el miedo, porque la fe es confianza en uno mismo, en los demás, en el Otro. Y donde hay confianza no hay temor alguno. Pero la fe debe ser también humilde, pues necesita del contacto humano, de la crítica y del consejo de los amigos, de la realidad que nos rodea y envuelve. • La fe nos levanta de nuestra comodidad, nos impulsa, anima y apuesta por otra realidad, otro mundo más fraterno, libre, justo y en paz. Y nos invita a comprometernos diariamente por cambiarlo, por hacerlo más humano, sin que existan personas de primera y segunda categoría. • La fe no es creer lo que no vemos porque, al contrario de lo que se piensa y se cree habitualmente, la fe es experiencia, visión, contacto, realidad. También la fe en el buen Dios, porque según nos dice Pablo "en Él vivimos, nos movemos, existimos" (He 17,28). Si vives y respiras esta atmósfera vital, estarás experimentando su presencia, a través de distintas mediaciones: los compañeros de trabajo o solidaridad, los amigos, la familia, la comunidad y, de una forma muy concreta, en los hombres y mujeres empobrecidos y marginados... • "El que es justo vivirá por la fe" (Rom 1,17). El trabajo por la justicia, a todos los niveles, unidas todas las manos, juntos creyentes de distintos credos y no creyentes, nos ayuda a seguir profundizando y creciendo en esa fe que está latente en nosotros/as. • No obstante, la fe decrece y se repliega cuando nos dejamos atrapar y dominar por los bienes que poseemos, por el consumo desenfrenado, por la falta de solidaridad, por el egoísmo, el individualismo... Solo saliendo de nosotros mismos, entregándonos por el bien de los demás, "la fe seguirá en continuo crecimiento" (Rom 1,17). • La fe, aunque sea un patrimonio común de toda la humanidad, se expresa mediante una gran diversidad de experiencias, creencias y espiritualidades. En mi caso, la espiritualidad de Jesús, según su programa más humano y, por lo tanto, más divino: las Bienaventuranzas, vividas junto a otros seguidores suyos, en comunidad de vida y compromiso. Porque confiamos en Él sabemos que, con su ayuda, experimentamos cada día la vida en plenitud que nos regala. Jesús nos dice al oído, cada mañana: "Quien cree en mí, no morirá jamás" (Jn 6,68). Bienaventuranzas de la fe Felices quienes han aprendido que la fe no es solo creer lo que no se ve, sino lo que queremos que sea, lo que necesitamos que permanezca. Felices quienes se fían de los demás, quienes perdonan, quienes creen en la potencialidad, el cambio, el resurgir de las personas. Felices quienes se asoman a la ventana de la confianza absoluta, porque nunca se verán defraudados. Felices quienes buscan las certezas básicas para caminar, pero que a la vez se dejan sorprender por lo inaudito, lo insospechado, lo desconcertante. Felices quienes acompañan la fe absoluta en el hombre y la mujer, con la fe profunda en el Misterio: habrán alcanzado la unidad del pensamiento creador de Dios. Felices quienes no pueden separar la fe del amor más intenso y vital por los desvalidos: solo entonces la fe será verdadera, madura y liberadora. Felices quienes alumbran siempre su fe con la llama pequeña, luminosa y permanente de la esperanza; la una sin la otra se apaga y se extingue. Felices quienes creen en sí mismos, y se esfuerzan por mejorar, crecer interiormente y caminar felices junto a los demás. Su fe habrá alcanzado por fin la unidad con su corazón. Sigue el evangelio con propuestas, aparentemente inconexas, pero Lucas sigue un hilo conductor muy sutil. Hasta hoy nos había dicho de diversas maneras que no pongamos la confianza en las riquezas, en el poder, en el lujo; pero hoy da un paso más y nos dice: no la pongas en tus "buenas obras" ni en la religión. Confía solamente en "Dios".
Los que se pasan la vida acumulando méritos no confían en Dios sino en sí mismos. La salvación por puntos es lo más contrario al evangelio. Ésta era la actitud de los fariseos que Jesús criticó. Los dos temas que nos propone hoy el evangelio están íntimamente conectados. Debemos confiar solamente en Dios y no en la obras. Es muy poco probable que los apóstoles hicieran esa petición a Jesús, porque presupone la conciencia de divinidad en Jesús, que solo después de la experiencia pascual alcanzaron. Lo importúnate es la respuesta de Jesús con el ejemplo de la higuera trasplantada. Esta imagen si puede remontarse al mismo Jesús, porque otros evangelistas, en otros contextos también la relatan con el mismo mensaje, aunque sustituyendo la higuera por la montaña. La parábola del simple siervo cuya única obligación es hacer lo mandado sin mérito alguno, está en la línea de la crítica a los fariseos por confiar en el cumplimiento de la Ley como único camino de salvación. Se trata del eterno problema de la fe o las obras. Y es curioso que se haya planteado tan pronto en el cristianismo. ¡Cuántos problemas nos hubiéramos evitado si no hubiéramos olvidado el evangelio! Ni Dios tiene que aumentarnos la fe, ni somos unos siervos inútiles. Descubrir lo que realmente somos sería la clave para una verdadera confianza en Dios, en la vida, en la persona humana... Jesús no responde directamente a los apóstoles. Quiere dar a entender que la petición –auméntanos la fe- no está bien planteada. No se trata de cantidad, sino de autenticidad. Jesús no les podía aumentar la fe, porque aún no la tenían ni en la más mínima expresión. La fe es una vivencia de Dios, por eso no tiene nada que ver con la cantidad. El grano de mostaza, aunque diminuto, contiene vida exactamente igual que la mayor de las semillas. Esa vida, es lo que de verdad importa. La fe no se puede aumentar desde fuera, tiene que crecer desde dentro como el grano de mostaza. A pesar de ello, en la mayoría de las homilías que he leído antes de elaborar ésta, se termina pidiendo a Dios que nos aumente la fe. Efectivamente, podemos decir que la fe es un don de Dios, pero un don que ya ha dado a todo el mundo; viendo cada una de sus criaturas, podemos descubrir lo que Dios está haciendo en ellas en cada momento. Recuerda que al hablar de la fe en "Dios" lo puse entre comillas. Lo contrario de la fe, es la idolatría. El ídolo es un resultado automático del miedo. Necesitamos el ser superior que me saque las castañas del fuego y en el que poder confiar cuando no puedo confiar en mí mismo. Pero del mismo modo que Dios no anda por ahí haciendo el ridículo con milagritos, tampoco nosotros debemos utilizar a Dios para cambiar la realidad que no nos gusta. Durante mucho tiempo se interpretó la respuesta de Jesús como una promesa de poderes mágicos para hacer obras portentosas. La imagen de la morera trasplantada en el mar es absurda. Con esta hipérbole, lo que nos está diciendo el evangelio, es que toda la fuerza de Dios está ya en cada uno de nosotros. El que tiene confianza, podrá desplegar toda esa energía. La fe no es un acto ni una serie de actos, sino una actitud personal fundamental y total que imprime una dirección definitiva a la existencia. Confiar en lo que realmente soy me da una libertad de movimiento para desplegar todas mis posibilidades humanas. Nuestra fe sigue siendo infantil e inmadura, por eso no tiene nada que ver con lo que nos propone el evangelio. La mayoría de los cristianos no quieren madurar en la fe por miedo a las exigencias que esto conllevaría. Tanto a nivel religioso como civil, cada vez se tiene menos confianza en la persona humana. Todo está reglamentado, mandado o prohibido que es más fácil que ayudar a madurar a la persona para que actúe por convicción desde dentro. Estamos convirtiendo el globo terráqueo en un inmenso campo de concentración. No se educa a los niños para que sean ellos mismos, sino para que respondan automáticamente a los estímulos que les llegan desde fuera. Todos los poderes están encantados, porque esa indefensión les garantiza un total control sobre la población. Lo difícil es educar para que cada individuo sea él mismo y sepa responder personalmente ante todas las propuestas de salvación que le llegan. Para la mayoría de los cristianos, creer es asentimiento a una serie de verdades teóricas, que no podemos comprender. Esa idea de fe, como conjunto de doctrinas, es completamen¬te extraña tanto al Antiguo Testamento como al Nuevo. En la Biblia, fe es equivalente aconfianza en una persona. Pero incluso esta confianza se entendería mal si no añadimos que tiene que ir acompañada de la fidelidad. La fe-confianza bíblica supone la fe, supone la esperanza y supone el amor. Esa fe nos salvaría de verdad. Esa fe no se consigue con propagandas ni imposiciones porque nace de lo más hondo de cada ser humano. No se trata de esperar que Dios nos salve de las limitaciones, sino de encontrar a Dios y su salvación a pesar de ellas. Esa confianza no la debemos proyectar sobre una Persona que está fuera de nosotros y del mundo. Debemos confiar en un Dios que está y forma parte de la creación y por lo tanto de nosotros mismos. Creer en Dios es apostar por la creación, es confiar en el hombre. Es estar construyendo la realidad material, y no destruyéndola, es estar por la vida y no por la muerte. Es estar por el amor y no por el odio, por la unidad y no por la división. Tratemos de descubrir por qué tantos que no "creen" nos dan sopas con honda en la lucha por defender la naturaleza, la vida y al hombre. Superada la idea de la fe como creencia, y aceptado que es confianza en..., nos queda mucho camino por andar para una recta comprensión del término. La fe que nos pide el evangelio no es la confianza en un señor poderoso por encima y fuera del mundo, que nos puede sacar las castañas del fuego. Se trata más bien, de la confianza en el Dios inseparable de cada criatura, que las atraviesa y las sostiene en el ser. El ser humano puede experimentar esa presencia como personal. En el resto de la creación se manifiesta como una energía que potencia y especifica cada ser en sus posibilidades. Creer en Dios es confiar en las posibilidades de cada criatura para alcanzar su plenitud propia. Creer en Dios es confiar en el hombre y en sus posibilidades de alcanzar su plenitud humana. La mini parábola del simple siervo nos tiene que llevar a una profunda reflexión. No quiere decir que tenemos que sentirnos siervos y menos aún, inútiles sino todo lo contrario. Nos advierte que la relación con Dios como si fuésemos esclavos suyos, nos deteriora y deshumaniza. Es una crítica a la relación del pueblo judío con Dios que estaba basada en el estricto cumplimiento de la Ley, y en la creencia de que ese cumplimiento les salvaba. La parábola es un alegato contra la actitud farisaica que planteaba la relación con Dios como del esclavo frente a su señor. Si ellos cumplían, Dios estaba obligado a cumplir. Para Jesús, la tarea del discípulo es romper con la institución judía que produce esclavitud, pero no sirve de nada ante un Dios que no podemos entender como señor. Si seguimos siendo "esclavos" seguiremos siendo "inútiles". Los discípulos todavía no se habían despegado de la institución judía, por eso Jesús les hace ver que aún no tienen fe ni como un grano de mostaza. Jesús no nos pide que "sirvamos" a Dios, sino que sirvamos al hermano. Dios no quiere esclavos, sino personas libres que se mueven, desde dentro, por amor-compasión. Las "obras buenas" no son un pagaré que podemos presentar a Dios. Son más bien la manifestación de que hemos acogido el amor de Dios. Meditación-contemplación "Si tuvieras fe como un granito de mostaza..." Si la confianza no es absoluta y total no es confianza. El mayor enemigo de la fe-confianza son las creencias, Porque exigen la confianza en ellas mismas, y así asesinan la posibilidad de anclar tu ser en Dios. ..................... Tener fe no es esperar que las cosas cambien. Tener fe es encontrar a Dios en las peores circunstancias. Tener fe es ser capaz de bajar lo suficiente al fondo de mí mismo, para anular el efecto negativo de cualquier limitación. ........................... Descubrir lo que es Dios es confiar absolutamente. Es descubrir mi propio ser y también el ser de los demás. Es valorar la Vida más allá de sus límites. Es desplegar lo más genuino de mí, conectado con Dios. Parece que, en el inicio de este capítulo, Lucas agrupó sentencias, procedentes o no de Jesús, que insistían en algunas cuestiones importantes para aquella primera comunidad: el escándalo, el poder de la fe y la cuestión de la gratuidad. En el texto que leemos hoy, se recogen las dos últimas.
La primera de ellas enfatiza, como decía, un tema importante para la comunidad: el poder de la fe. Los exegetas dudan que estas palabras se remonten al Jesús histórico. Podría tratarse, más bien, de una enseñanza que hubiera surgido en el ambiente comunitario. En cualquier caso, parece que se utiliza un estilo típicamente oriental, presentando una exageración que atrae el interés –aunque cambia la imagen: Mateo no habla de una morera, sino de un monte (Mt 21,21)-, para insistir en la fuerza de la fe. De esta frase arranca nuestro dicho de que "la fe mueve montañas". Ahora bien, la fe de la que se aquí se habla no se refiere a una creencia ni a una actitud voluntarista. Apunta, más bien, a una certeza de quien "ha visto" el misterio de lo Real. (De un modo similar, los físicos cuánticos vienen a decirnos que la mente crea la realidad, como pone de relieve la conferencia del cardiólogo Manel Ballester: http://www.gamisassociacio.org/video/Dr-Manel-Ballester/). El poder de esa fe escapa todavía a nuestra comprensión habitual, pero empieza a ser corroborado incluso por experimentos científicos, sobre la base del influjo innegable de la consciencia sobre la materia. Será necesario avanzar en el estudio de tales influencias, pero cada vez parece más cierto que la consciencia crea la realidad. De ahí que no esté exenta de razón aquella frase: "Cambia tu forma de ver las cosas y cambiarán las cosas que ves". La segunda parte del texto que estamos comentando resulta, de entrada, un tanto extraña para nuestra mentalidad que se subleva, con razón, frente a cualquier tipo de dominación. Por eso, necesitamos situar esas palabras en su contexto y adentrarnos en su significado más profundo. El contexto pudiera ser la polémica con los fariseos y su religiosidad basada en el mérito y la recompensa, tal como se pone de relieve en tantas parábolas evangélicas, particularmente en aquella de "los trabajadores de la viña" (Mt 20,1-16). Frente a ese tipo de religiosidad de quien se cree con derechos ante Dios como consecuencia de los méritos obtenidos por el "cumplimiento" de la norma, Jesús presenta a Dios como Gracia sin medida que se desborda, empezando por los últimos, aquellos que no son tenidos en cuenta e incluso considerados como "pecadores". Las llamadas "parábolas de la misericordia" (Lc 15) son testimonios magníficos del radical cambio de perspectiva que presenta el maestro de Nazaret. Pero, aun así, sigue sonando extraña a nuestros oídos modernos la afirmación de quien, habiendo cumplido todo lo mandado, se considera como un "siervo inútil". La "extrañeza", tal como lo veo, se debe al hecho de que leemos esa frase desde la perspectiva del yo, que no se resigna a sentirse "devaluado" en su imagen ni en su acción. Desde ese ángulo, la actitud que se pide al servidor es vista como alienación. La lectura adecuada requiere situarse en otro lugar, desde el que se modifica radicalmente la percepción incluso de la propia identidad. En síntesis, podría expresarse de este modo: no existe ningún "yo" que sería sujeto de nada; tal yo es únicamente una ficción mental. No existe sino la Consciencia que actúa a través de todas las formas, que no son sino cauces o canales por los que fluye En esta visión, todo se clarifica: carece de sentido que un canal se atribuya o se apropie la acción que, simplemente, pasa a través de él. Si tuviera que expresarlo de algún modo, el canal únicamente podría decir: "soy un siervo inútil". Leída así, la pequeña parábola de Jesús contiene una profunda sabiduría, por cuanto nos revela la trampa de identificarnos con el yo –siempre apropiador- y nos conduce hacia nuestro verdadero rostro. No somos ese yo separado que nuestra mente piensa, sino la Consciencia última que en todo se manifiesta. Desde esta lectura se comprende también que la gratuidad sea uno de los ejes centrales del evangelio. Todo es Gracia. "Nadie" hace nada, todo fluye, porque todo se regala. Como diría Pablo, "¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué presumes como si no lo hubieras recibido?" (1 Cor 4,7). El evangelio es un fragmento de Lucas en que se recogen varios temas sin conexión entre sí. El evangelio de hoy recoge dos: el poder de la fe y la pequeña parábola del siervo.
La fe moviendo montañas se repite cuatro veces en los evangelios. Dos en Mateo, una en Marcos y la que hoy leemos. ‒ Mt 17,20. "Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte "desplázate de aquí allá' y se desplazará, y nada os será imposible" (En el contexto de la curación del niño epiléptico, al que no habían podido curar los discípulos "por su falta de fe") ‒ Mt 21,21. "Yo os aseguro, si tenéis fe y no dudáis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que si decís a este monte 'quítate y arrójate al mar', así se hará. Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis" (En el contexto de la higuera estéril) ‒ Marcos 11,22. "Tened fe en Dios: yo os aseguro que quien diga a este monte: 'quítate y arrójate al mar' y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo, todo lo que pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis" (En el mismo contexto de la higuera) Evidentemente, Lucas lo ha sacado de contexto. En los dos textos realmente paralelos de Marcos y Mateo, el dicho de Jesús viene a propósito de la higuera que se seca por la maldición de Jesús, y se refieren a la eficacia de la oración y el símil es la montaña. En Lucas el símil es la morera y se trata de la fe en sí. Parece muy probable que Lucas haya recogido el dicho de Jesús, atestiguado por una tradición múltiple, y lo ha encajado donde ha podido. También la repetición del dicho en Mateo, en circunstancias y con aplicación diferente, muestra que el dicho de Jesús se ha conservado como antiguo, auténtico, aunque su localización no es evidente para los evangelistas. El tema tiene además una presencia importante en otros contextos. La fe del centurión, "tu fe te ha salvado", "hombres de poca fe... ", la atribución de la curación a la fe que Jesús hace frecuentemente (ej. el paralítico del tejado). Se ha querido ver en esto algo así como "el poder de curación de la fe, de la autosugestión"... es una reducción poco convincente. Jesús está subiendo de ese poder, que ciertamente existe, a la dimensión religiosa de la actitud ante Dios. También se han aplicado estas frases a la omnipotencia de la oración, y se han combinado con las pequeñas parábolas de la viuda que pide justicia al juez inicuo o la del amigo importuno. En ellas, la perseverancia en pedir consigue lo que desea. Pero el mensaje de las parábolas no está en la necesidad de la insistencia (negada por otra parte en Mateo 6,7-9) sino en la bondad de Dios, (si una persona corrupta o un amigo comodón cederá al fin, ¡cuánto más Dios, que no es ni corrupto ni comodón). Es un mensaje parecido al de Mateo 7,9, Marcos 11.11, las pequeñas parábolas de la culebra y el escorpión, y su mensaje: "si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre..." La segunda parte es sólo de Lucas, sin paralelo en Marcos o Mateo. Una parábola un tanto extraña. Se refiere sin duda a nuestra actitud ante Dios; insiste en el tema, tan importante, de no arrogarnos méritos: a esto y a más estamos obligados. No está justificando la servidumbre, sino tomando pie de las cosas comunes para elevarse a nuestra situación ante Dios. No tiene Dios que estarnos agradecidos por lo que hacemos, sino al revés, nosotros tenemos que estar agradecidos por poder ser útiles y responder a lo que Él nos da. Dado que los dos temas son tan diferentes, me parece más normal dedicarnos sólo a uno de ellos, y elijo el primero. Mover montañas. Mantener la fe. Debemos huir de aquella concepción que atribuye a la oración insistente un efecto todopoderoso. Si fuera verdad que la oración insistente consigue siempre lo que pide, seríamos nosotros, nuestras conveniencias y deseos, lo que regiría el mundo. Afortunadamente, no es así; no manejamos a la Providencia. Nuestra oración de petición termina siempre, como la de Jesús: "Pero no se haga mi voluntad sino la tuya". Jesús no está hablando de forzar la voluntad de Dios, ni mucho menos de encontrar conjuros eficaces para lograr nuestros deseos. Está hablando de dirigirse a Dios con plena confianza, de nuestra necesidad, derecho, deber, de exponer a Dios, como hijos al padre, todos nuestros deseos. Nuestra fe no consiste en que a los creyentes les sale todo bien porque Dios está con ellos para evitarles los males de la vida. Nuestra fe consiste en que Dios está con nosotros para saber vivir, aun en medio del mal. No manejamos la providencia, ni entendemos el gobierno del mundo. Pero tenemos Palabra más que suficiente para vivir en este mundo (que a nuestros ojos parece tan "mal gobernado"). Y éste es nuestro primer acto de fe. Creer en Dios a pesar del mal del mundo. Y sin embargo, aunque parezca paradójico, la fuerza de la fe se manifiesta incluso a niveles pre-religiosos, como poder inexplicable que mueve montañas, incluso las montañas de la enfermedad y, más aún, las montañas del desengaño de la vida, de la oscuridad y sin razón de la historia personal y de la gran Historia. Pero sin duda la mayor y más pesada de todas las montañas es el pecado, la condición pecadora del ser humano, que le arrastra constantemente a la destrucción de su propia vida y de las vidas de los otros, convirtiendo la historia personal y la Historia global en un sin-sentido de maldad, de opresión, de acumular, poseer, imponerse, ...a todo lo cual se suele llamar "triunfar", cuando en realidad es degenerar y producir la desgracia propia y ajena. Es una terrible montaña. Ante la realidad implacable de la in-humanidad del mundo, la gente de buena voluntad se siente empequeñecida e impotente como ante una inamovible cordillera. Éste es el desafío último: ¿qué es más fuerte, el bien o el mal? ¿Qué es más eficaz, el evangelio o la ley del más fuerte? ¿Quién tiene razón como guía de la vida humana, el sentido mercantil, la venganza, el yo por encima de todo... o las bienaventuranzas? Es aquí donde necesitamos toda la fe. Nuestra adhesión a Jesús, irrisión para los sabios y locura incluso para mucha gente que se dice religiosa, parece una contradicción insensata de todos los criterios que generalmente dominan el mundo, una inversión de todos los valores habituales que rigen las actuaciones. Poner la otra mejilla, amar a los enemigos, preferir dar a recibir, temer la riqueza, preferir servir a ser servido... ¿cómo vamos a andar así por el mundo? ¿qué fuerza tiene todo eso frente a la omnipotencia de la ganancia sin freno, del dominio del más poderoso, de la eliminación del adversario, de la acumulación de armamentos y su consiguiente enorme negocio... ? ¿De verdad se puede creer en la fuerza de "el Espíritu" ante el poder demostrado y avasallador de "la carne"? Y ésta es, precisamente ésta, la oferta de Jesús, el Salvador. Ante todo, la fe en que son esos valores que parecen indefensos los que han de salvar lo humano, los que tienen futuro. Lo que, por otra parte, casi no es motivo de fe, porque está a la vista: está a la vista que los valores de la fuerza, del dinero, de la mentira, de la violencia, de la venganza, llevan a la destrucción, están llevado a la destrucción, han producido destrucción, muerte, dolor y deshumanización. Y está a la vista que los valores de la honradez, la sencillez, la solidaridad, el respeto... producen armonía, crecimiento, humanidad. Casi no hace falta fe. Es evidente también que esos valores de Jesús son absurdos para el poderoso, sea individuo, colectividad, empresa o nación. Son patrimonio de gente sencilla, que ha conservado el corazón libre de todos esos demonios, que son sensibles a la compasión, que practican casi naturalmente el "no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti", que han conservado el placer de compartir aunque no tengan casi nada. Esos que provocaron la exclamación de Jesús cuando "lleno del Espíritu" exclamó: "Te doy gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado todo eso a los ricos y poderosos y se lo has revelado a la gente sencilla". Y éste es uno de los sentidos menos entendidos y más profundos de las "parábolas vegetales" de Jesús. El sembrador, el grano que crece de noche, la semilla de mostaza, la levadura... El Reino de Dios es tan imparable como la vida misma. La vida vegetal, que parece frágil ante lo mineral, duro y estéril, es, en realidad, poderosa. Un poco de agua y el desierto se convierte en jardín. FE EN NUESTRA FE No pocas veces los creyentes somos pusilánimes, no nos creemos verdaderamente que nuestra fe, nuestro modo de vivir, sean capaces de cambiar el mundo. Y es hoy el día de hacer un acto de fe. El reino de Dios viene, está aquí, es capaz de cambiar los corazones y la sociedad, lo estamos construyendo, es nuestra misión por la que vivimos. LA MONTAÑA DE MI CONVERSIÓN Pero la montaña más cercana que hay que mover es nuestro propio corazón. Abrirlo enteramente a La Palabra, dejarse cambiar por Dios, es nuestra primera tarea. También eso es motivo de nuestra fe: creer que es posible, no resignarse nunca a la mediocridad, aspirar continuamente a ser más hijos. Las dos cosas piden nuestra fe, nuestra confianza en que no es simplemente nuestra obra, sino la obra de Dios. La pregunta última es: ¿Creemos en el Espíritu? ORACIÓN Creo, Señor, ayuda mi poca fe. Creo en Tí, el Padre con quien puedo contar siempre, Creo en Jesús, Camino estrecho, Verdad segura, Vida verdadera, Creo en el Espíritu, que me libera de la tierra. Creo en la Iglesia, que dice sí a Jesús y camina desde sus pecados construyendo el Reino. Creo en la bondad y en la limpieza de corazón, creo en la exigencia y en la pobreza, creo que el perdón es mejor que la justicia, creo que es mejor dar que recibir, creo que servirte es servir a los hombres, creo que mi vida tiene valor y sentido creo que me quieres y me ayudas, creo en Tí Señor, ayuda mi poca fe. El Pontífice contempla en su agenda reformista recuperar el elemento femenino de los primeros tiempos del cristianismo
¿Una mujer cardenal? El Pontífice pretende recuperar el elemento femenino de los primeros tiempos del cristianismo Francisco: “Es necesario el genio femenino. Hoy afrontamos ese desafío” No se trata de una broma. Es algo que le ha pasado por la cabeza al papa Francisco: nombrar cardenal a una mujer. Quienes le conocen, dentro y fuera de la Compañía, desde antes de llegar a la cátedra de Pedro, aseguran que el primer papa jesuita de la Iglesia está llamado a sorprender cada día no sólo con sus palabras sino también, y sobre todo, con sus gestos. Eso está haciendo en los primeros seis meses de pontificado. Quienes piensan que Francisco, con su sencillez de párroco de provincia, su lenguaje llano y su sonrisa siempre en los labios es un simple o un ingenuo, se equivocan. Este Papa, que no parece Papa, ha llegado a Roma desde la periferia de la Iglesia con un programa bien concreto: cambiar no sólo el aparato herrumbroso de la maquinaria eclesial sino también resucitar el cristianismo de los orígenes. El simbolismo de sus gestos empezó desde que apareció en el balcón central de la Basílica de San Pedro, vestido de blanco, diciéndose “obispo” y pidiendo que la gente de la plaza lo bendijera. No perdió desde entonces un minuto para sembrar de gestos inesperados su primeros meses de pontificado con espanto de muchos, dentro y fuera de la Iglesia. Y lo seguirá haciendo. Por ejemplo, con este plan de hacer cardenal a una mujer. Sabe que el tema femenino dentro de la Iglesia está sin resolver y que no puede esperar. Lo ha dejado claro con dos frases lapidarias en su última entrevista a Civiltá Católica: “La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer”. No es sólo una afirmación. Es una acusación. La frase se puede leer también así: “La Iglesia no está aún completa porque en ella falta la mujer”. Francisco considera que resolver el tema de la mujer dentro de la Iglesia ya es algo impostergable ¿Cómo introducir en la Iglesia esa pieza esencial, sin la cual, la Iglesia “no puede ser ella misma”? Lo ha dicho en la misma entrevista: “Necesitamos de una teología profunda de la mujer”. Y esa teología, da a entender el papa, no puede ser construida en el laboratorio del Vaticano, apadrinada por el poder. La están ya construyendo las mujeres dentro de la Iglesia: “La mujer está formulando construcciones profundas que debemos afrontar”, dice. Francisco quiere resolver ese problema durante su pontificado porque está convencido que la Iglesia de hoy está manca y coja sin la mujer en el lugar que le correspondería, que sería ni más ni menos que el que ya tuvo en los inicios del cristianismo, donde ejerció un enorme protagonismo. Por lo menos hasta que Pablo acuñó su teología de la cruz y jerarquizó y masculinizó a la Iglesia. El papa sabe que para llevar a cabo la revolución que tiene en mente necesita “escuchar” a la Iglesia, no sólo a la de arriba, sino también a la de abajo, donde se están llevando a cabo, por parte de la mujer, “construcciones profundas”. Puede haber cardenales que no sean sacerdotes, basta que sean diáconos Podría sin embargo, abrir camino él mismo con algunos gestos que obligarían a colocar con urgencia el tema de la mujer sobre el tapete, o si se prefiere sobre “el altar”. Y uno de esos gestos sería nombrar cardenal a una mujer. ¿Que es imposible? No. Hoy, según el derecho canónico, puede haber cardenales que no sean sacerdotes, basta que sean diáconos. Pero es que la mujer, podría decir alguien, hoy no puede aún ser diaconisa, como lo era hace 800 años y sobre todo en las primeras comunidades cristianas. Pues esa es también una de las reformas que Francisco tiene en la cabeza. No se trata de ningún dogma. La mujer podría ser admitida al diaconado mañana mismo. Como ha escrito Phyllis Zagano, de la Universidad de Loyola de Chicago, la mayor experta de la Iglesia en este tema, “el diaconado femenino no es una idea para el futuro. Es un tema de presente, para hoy”. Y cuenta que había abordado el tema con el cardenal Ratzinger, antes de ser papa, y que le respondió: “Es algo en estudio”. A Benedicto XVI se le quedó en el tintero, pero el papa Francisco podría acelerar el proceso. Ya hoy, la Iglesia Apostólica Armenia y la Ortodoxa Griega, ambas unidas a Roma, cuentan con diaconisas. Llegada la mujer al diaconado, puede ya, sin cambiar el actual Derecho Canónico, hacer a una mujer cardenal con el título de diaconisa. Más aún, bastaría cambiar la actual normativa para permitir que un laico, y por tanto una mujer, pueda ser elegida cardenal, ya que ha habido por lo menos dos casos en la Iglesia en que fueron nombrados cardenales dos laicos: el Duque de Lerma en 1618 y Teodolfo Mertel en 1858. El cardenalato no implica consagración presbiterial ni episcopal, es un puesto de consejero del papa El cardenalato no supone la consagración presbiterial ni episcopal. Los cardenales son consejeros del papa y su función principal es elegir al nuevo sucesor de Pedro. ¿Hay algún inconveniente en que una mujer pueda dar su voto en el silencio del cónclave? ¿Su voto valdría menos que el de un varón? Un jesuita me decía: “Conociendo a este papa, no le temblaría la mano haciendo cardenal a una mujer y hasta le encantaría ser él el primer papa que permitiese que la mujer pudiera participar a la elección de un nuevo papa”. Cuando Francisco, en su larga entrevista, insiste en que no quiere hacer los cambios precipitadamente y que antes prefiere “escuchar” a la Iglesia, es porque esos cambios, algunos sorprendentes, los tiene ya en mente, quizás bien enumerados. Quiere sólo presentarlos con el aval no sólo de la jerarquía sino del pueblo de Dios. Con este Papa, como diría Federico Fellini: “La nave va”. Con Francisco, los pilares de la Iglesia se empiezan a mover. Y muchos empiezan a temblar. De miedo. Dentro, no fuera de la Iglesia. Fuera empiezan a resonar más bien las notas del estupor y hasta de la incredulidad. “Con este papa casi me están dando ganas de hacerme católica”, escribió ayer una lectora en este diario. Algo se mueve, y quizás irreversiblemente en la Iglesia justo en el momento en el que en el mundo laico y político, en el campo de la modernidad, los relojes parecen haberse parado todos a la vez. La entrevista del Papa ha dejado fría a la parte de la Iglesia española más beligerante en redes y medios de comunicación.
Algunas de las caras visibles del catolicismo en España, como Juan Manuel de Prada, han mostrado ya su decepción por las palabras del Pontífice. Los católicos de base no disimulan su entusiasmo El Papa Francisco llama la atención. Y su entrevista, realizada por un periodista jesuita y publicada la semana pasada al unísono por cientos de medios en el mundo, ha sido la más polémica y comentada que se le ha hecho a un Pontífice. Sin embargo, hay una parte muy relevante del público objetivo al que se dirigía esa entrevista que no se ha dado por enterado. Y cuando lo ha hecho, ha sido para mostrar su decepción por el mensaje que trata de enviar el nuevo cabeza de la Iglesia, o para recelar de los nuevos aires que parecen llegar desde Roma. La cara más pública de la Iglesia en España, que no tiene por qué ser la más representativa, se ha mostrado algo decepcionada y ha optado, en mayor medida, por obviar la entrevista de Francisco. La reacción más singular, por representativa, la ha tenido uno de los opinadores de referencia de la Iglesia conservadora: Juan Manuel de Prada. El novelista y columnista de ABC arrancó de esta guisa su opinión del sábado 21 de septiembre: “Ignoro si en otro tiempo estuve loco; pero hoy, leyendo cierta entrevista, he sentido que he hecho el canelo durante todos estos años”. De Prada, normalmente acérrimo defensor con su viva pluma de las ideas más conservadoras y reaccionarias de la Iglesia, lamenta profundamente la declaración del Papa de que “no es de derechas”. Y lo lamenta porque, en su opinión, “ningún demócrata es capaz de calificarse de derechas”, y cree que el Papa básicamente se avergüenza de reconocerse de derechas. De Prada se escuece también de que el Pontífice considere como “obsesionados” a aquellos que defienden “la vida de los gestantes” y cree que en cierta forma se les pide callar y ser “complacientes”. El escritor, cierra su amarga columna asegurando que “siguiendo el ejemplo del ilustre entrevistado, me dedicaré desde hoy a complacer y halagar al mundo, para evitar su condena”. El sollozo de De Prada -que ve su pasado defendiendo a la Iglesia como un “martirio”- pone paradójicamente al descubierto el endeble ataque en el que ha incurrido la parte de la Iglesia más oficial -sobre todo la de los medios ligados a la Conferencia Episcopal- que se ha manifestado alrededor de la entrevista. El ganador del premio Planeta es, además de católico, un columnista influyente en la derecha, y los mensajes que más le han molestado del Pontífice son exactamente los mismos que han destacado los grandes medios al público. La preocupación por la “obsesión” por parte de la Iglesia con la moral, especialmente la referida al aborto, la homosexualidad o el divorcio, o su forma de renegar de una ideología política próxima a la derecha. Precisamente, HazteOír.org, una plataforma que se considera católica y cuyo principal leitmotiv es la lucha contra el aborto, y algunos de sus miembros y cuentas más activas en Twitter, como @Elentir, o el líder de la plataforma @IgnacioArsuaga (todas con miles de seguidores y también con miles de tuits emitidos), solo se refirieron a la entrevista de Francisco para hablar de cómo la habían manipulado los medios. ” El País vuelve a manipular, atribuye al Papa una cita que no ha dicho”, asegura en su blog Elentir en referencia a la supuesta “obsesión” de algunos sector con el aborto y los gays. El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, en unas declaraciones a la Cope recogidas por la agencia católica AciPrensa, también entró a hacer un comentario de texto de los medios, no de la entrevista. “Con todos mis respetos para El País y la Vanguardia, que lo han sacado en portada y han sacado esa frase en portada de una entrevista de 27 folios, yo creo que se han equivocado plenamente o han intentado deformar la realidad. Creo que no han entendido el contexto en el que estaba pronunciada”. “El Papa no hablaba de política”, dice el obispo. En otro artículo de AciPrensa se explica a sus lectores lo que “sí dijo el Papa sobre el aborto y los gays”, una información muy similar a la publicada por HazteOír.org. Paradójicamente, el obispo y los integrantes de HazteOír.org no han visto en las palabras del Papa el mismo significado que sí ha encontrado De Prada y que le ha llevado a pensar que ha hecho “el canelo” en el pasado. Y esta fue el único comentario que les suscitó un hecho que muchos ven como histórico. La repercusión pública, por tanto, que la entrevista ha tenido en los sectores oficiales de la Iglesia española es entre nula o mediocre. Otros dos obispos se han referido públicamente a las palabras de Francisco. Por una parte, Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo (hermano de Sor Verónica, la fundadora de la orden de las conocidas como monjas de Lerma), en una entrevista también en la Cope que hizo un análisis bastante ponderado de la entrevista y sin tocar los temas “espinosos”, reconoció que a cada uno el mensaje de Bergoglio le podía llegar de distinta manera. Palabras a favor El que se desmarcó totalmente de esta chocante discreción ha sido el arzobispo de Valencia Carlos Osoro, que se ha sentido muy reflejado por las palabras del Papa. Osoro es, precisamente, uno de los que suena con más fuerza para alcanzar la jefatura de la Iglesia española, en un momento en el que su representante, Antonio Rouco Varela, ya ha presentado su posible relevo por su avanzada edad. Por lo demás, silencio administrativo, tan solo roto por las publicaciones religiosas de tinte independiente, como Religión Digital o Vida Nueva (muy recomendable echar un ojo a su editorial) o 21 la Revista Cristiana de Hoy en la que numerosos teólogos y cristianos de base se manifestaban entusiasmados con la línea marcada por el Papa. Estas tres publicaciones se acercan mucho más a la visión que tienen las comunidades católicas que no se rodean, ni se dejan absorber, por los movimientos neoconservadores. Pero para la parte hasta ahora más oficialista, prácticamente la entrevista nunca sucedió, hasta el punto de que la cuenta de twitter oficial de la Conferencia Episcopal Española (@info_CEE) no ha reflejado ni su existencia. Silencio en misa Una de las principales señales que dejó en esencia las pocas ganas de que trascendiera el mensaje del Papa fue la escasa presencia de la entrevista en las homilías del domingo. Al presidente de la Conferencia Episcopal le tocó celebrar la misa que retransmitió La2 de TVE el pasado domingo. Pocas oportunidades tiene un sacerdote de que su palabra llegue a una audiencia como la de la televisión pública. Rouco obvió discretamente cualquier referencia a la entrevista hasta prácticamente las últimas veinte palabras de la homilía, en la que sacó a colación unas palabras referidas a la pobreza del Pontífice. Lo cierto es que las palabras del Papa, en el que se advertía de que la defensa a ultranza de la moral podía oscurecer el resto de la aplicación del Evangelio, afectan singularmente a España, donde muchas comunidades y movimientos religiosos han nacido, o se han fortalecido al albur de la defensa de cuestiones de moral (y no de fe). En muchas parroquias se pasó de largo la posibilidad de interpretar la entrevista, y contrarrestar así el denostado enfoque de los medios de comunicación, y el domingo resbaló por las palabras de Bergoglio sin pena ni gloria. No fue así en todas las misas, sería imposible. Un sacerdote reconoce: “Celebré misa dos veces y en las dos tuve que hablar de la entrevista. ¡Cómo no iba a hacerlo, si es muy emocionante!”. Y es que, una gran parte de la Iglesia, la que es más silente, la que no arma revuelo, está más que satisfecha con la entrevista del otrora jesuita. Las comunidades de base están, literalmente, como locas, con el nuevo Papa. |
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