El evangelio de Lucas nos recuerda una historia conmovedora que narra el encuentro de Jesús con una mujer viuda que acaba de perder a su hijo único. El relato además de mostrar una acción poderosa de Jesús nos invita a preguntarnos por qué y para que Jesús actuó así, cual es el mensaje fundamental que el autor nos quiere ofrecer.
Jesús acababa de llegar a las puertas de la ciudad de Nain procedente de Cafarnaúm, un viaje que suponía haber recorrido unos 62 km posiblemente caminando. Junto a él iban su discípulos/as y mucha gente que había dejado sus casas atraída por la palabra y actuación de Jesús. Al entrar se cruzan con el entierro del hijo único de una viuda pobre. Jesús, cansado del viaje e inverso en el bullicio de la gente que venía con él, es capaz de centrar su atención en la mujer que sufre. El hecho de que sea viuda acrecienta su horizonte de desesperación, pues está enterrando a su único hijo varón, el único que podía asegurarle un futuro. Las viudas se encontraban entre los sectores de población más vulnerables y más necesitados de ayuda (Dt 22, 22-23; Sal 94, 6; Is 1, 23; Job 22,9; Mt 12, 40, Lc 18, 3-4… etc). Como mujeres no tenían voz en la sociedad, pero si además carecían de un varón adulto que pudiese sostenerlas, no solo económicamente, sino jurídica y religiosamente estaban abocadas a la pobreza y a la marginación. En el Antiguo Testamento se evidencia con frecuencia como Dios clama en su defensa y urge a su pueblo a un comportamiento ético frente a ellas (Ex 22,21; Dt 10,18; 24, 17-21…etc). Jesús al mirarla, es consciente de todo esto. Sabe de su vulnerabilidad pero también del lugar que tiene en el corazón de su Padre. Al encontrarse con ella se le conmueven las entrañas. Muchas veces en el Antiguo Testamento se expresa la actuación misericordiosa de Dios con el símbolo de las entrañas maternas porque tiene una gran capacidad para evocar el amor hondo y gratuito. Al visibilizar el sentimiento de Jesús el texto nos muestra que lo que ocurre en él es algo más que lastima. La mujer ha perdido el fruto de sus entrañas y a él se le conmueven las entrañas ante su dolor. El encuentro con la viuda lleva a Jesús a traducir su sentimiento en acción salvadora. Toca el féretro ignorando las normas de pureza y devolviendo a la vida al joven recupera también la de la madre y ofrece un futuro a ambos. Jesús actúa movido por la misericordia del Padre que le brota de las entrañas, de los más hondo de su ser. Ahí donde él también se siente hijo y enviado a hacer visible el amor liberador de Dios. Todos/as los que presencian la escena reconocen que Dios ha visitado a su pueblo y lo ha hecho a través del dolor de una mujer viuda. El amor y la misericordia de Dios, no es un principio religioso, es praxis liberadora concreta. Jesús así lo muestra dejándose afectar por el dolor de quien más sufre y actuar para liberar y salvar por encima de cualquier límite social o religioso. (Para un estudio más detallado del texto cfr. Elisa Estévez, “Prácticas compasivas y visibilidad femenina” Reseña Bíblica 14 (1997), 23-34).
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