En la encíclica LAUDATO SÌ el Papa Francisco hace una dramática invitación a la sociedad consumista a cambiar de estilo de vida. Nos pide que abramos los ojos y veamos el futuro catastrófico al que estamos abocados, si no ponemos coto a nuestros irracionales comportamientos que están produciendo heridas profundas a la Madre Tierra. Nuestro estilo de vida es insostenible: producimos demasiados desperdicios (algunos excesivamente peligrosos), estamos contaminando la atmósfera alterando el medio ambiente más allá de lo sostenible, lo que tiene como consecuencia el aumento de los desiertos, la subida del nivel del mar, catástrofes naturales más frecuentes producidas por lluvias y vientos, etc. Nos advierte la encíclica de que los males que se avecinan no serán sólo naturales sino también sociales debido a que el estilo de vida consumista, para que sea sostenible, sólo será posible para unos pocos, habiendo de quedar la mayoría descartada.
LAUDATO SÌ señala cuál es la causa que está en la raíz de nuestro aberrante estilo de vida consumista: “Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir… (nº 204). Así pues, tenemos que llenar la vaciedad de nuestro corazónpara que no busquemos en el tener y en el consumir el sentido de nuestra vida. Llenarlo de otros valores: de responsabilidad, de solidaridad, de respeto, etc., en definitiva, de amor hacia todo lo que existe y vive ahora y en el futuro. Hay muchos que admiran y aplauden al Papa Francisco, están entusiasmados con él, pero le oyen y no le escuchan, ven cómo es, pero no le siguen. También él ha hecho sonar la alarma ecologista: El estilo de vida actual es insostenible, nos conducirá al desastre. Es necesario decidirnos por un nuevo modo de vivir. Nos pide dejar de ser ciudadanos consumistas para convertirnos en ciudadanos ecológicos. Uno de los grandes aciertos de esta encíclica, y creo que novedoso no sólo en la doctrina de la Iglesia, ha sido considerar a los seres humanos como parte del Ecosistema Terrestre. Es verdad queno podemos considerar al hombre como “rey de la creación”, pero sí formamos parte de ella. Los problemas de los vivientes humanos son también ecológicos. Cuando vemos gente que vive en una chabola, sin agua, sin luz, sin suficiente espacio…, estamos ante un problema ecológico, pues estamos ante unos seres vivos que están malviviendo en un medio evidentemente inadecuado. Si la causa de ello es que son trabajadores explotados, sometidos a salarios de miseria…, hay que concluir que esa explotación es un problema ecológico. Que todos los humanos tengan vivienda y que sea digna es también una exigencia ecológica. La ecología tiene que preocuparse por la vida de todos los vivientes del planeta. Si nos duele ver peces muertos en un río contaminado, mucho más nos han de hacer sufrir los muertos por las guerras, por el hambre, por las malas condiciones de trabajo… El Mediterráneo, convertido en Mar de Muertos, es un escándalo ecológico. El ser humano es Naturaleza: de ella y en ella ha nacido y en ella tiene que vivir. Cuando oímos hablar de cómo se está deteriorando el medio ambiente y de las consecuencias tan perjudiciales para todo lo que es y vive en la Madre Tierra, posiblemente estemos pensando en los que dirigen las empresas que contaminan, que talan, que incitan al consumo… O en los dirigentes políticos en cuyas manos están las leyes que podrían protegernos de la barbarie productiva. Nosotros nos sentimos tan pequeños que pensamos que no podemos incidir ni positiva ni negativamente sobre el bienestar de la Madre Tierra. Y por eso nos exculpamos y no nos sentimos responsables de los males que la aquejan. Pero quizás estemos equivocados. Somos piezas que formamos parte del importante conjunto humano, que como tal sí puede influir, y mucho, tanto para bien como para mal en el Ecosistema Terrestre. Será para bien, si somos ciudadanos ecológicos. El primer paso que ha de dar el ciudadano ecológico ha de ser reflexionar sobre su propia conducta y ver hasta qué punto está más o menos implicado en el maltrato de la Madre Tierra. Tenemos que pensar si estamos o no dentro de la vorágine consumista que en conjunto es francamente perniciosa, no sólo por la ingente cantidad de desperdicios que generamos, desechando lo que aún podría servirnos (ropa, comida, utensilios…), sino también, porque una demanda desorbitada de bienes provoca una enorme producción, lo que hace que día a día se esté esquilmando la Tierra. El ciudadano ecológico está obligado a un consumo responsable, que implica unos determinados comportamientos, entre los cuales está la costumbre de reciclar tanto como nos sea posible, rehuir los utensilios de usar y tirar. El consumo responsable nos obliga también a devolver selectivamente a la sociedad lo que ya no utilizamos para que ella lo pueda reciclar. Estamos obligados a conocer los puntos limpios para nuestros residuos especiales y a seleccionar rigurosamente nuestra basura para depositarla separadamente donde corresponda. El consumo responsable también nos obliga a comprar productos ecológicos. No sólo porque sean más saludables, sino porque con ello favorecemos la producción ecológica, que está bajo unas leyes que la obligan a respetar la tierra, librándola de abonos o pesticidas perjudiciales, tratamientos genéticos para hacerlos más atractivos, agradables, inmunes a las plangas… Es verdad que los productos ecológicos tienen el inconveniente de ser más caros, pero esta dificultad se puede contrarrestar siendo más austeros en el consumo, que muchas veces va más allá de lo que realmente necesitamos. También el ciudadano ecologista tiene que considerar el modo humano de producción de los bienes que consume. Debe evitar que sean bienes producidos por trabajadores sometidos a esclavitud o a condiciones simplemente abusivas o a salarios injustos. Para ello debe procurar comprar todo lo que pueda en el comercio justo, garantía de que en el proceso productivo se han respetado los derechos de los trabajadores y la sostenibilidad del ecosistema. El ciudadano ecológico también ha de participar en la defensa de las agresiones a la Madre Tierra. Lo puede hacer a través de Internet donde frecuentemente se encuentran peticiones de firmas que tienen por objeto la denuncia de estos comportamientos dañinos. Hay asociaciones de ecologistas de todo tipo en las que uno puede participar. A veces se hacen manifestaciones para denunciar la violencia a la naturaleza o a los seres humanos. Nunca ha de olvidar que las agresiones a las personas son agresiones ecológicas. Cuando sufre una persona está sufriendo la Madre Tierra. Aunque no seamos el centro del Universo, ni los dueños de la Tierra, como en otro tiempo se pensaba, sí somos una parte muy importante del Ecosistema Terrestre.
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