El único texto del Evangelio en el que Jesús actúa violentamente, lo recogen los cuatro evangelistas (Mateo, 21; Marcos, 11; Lucas, 19; Juan, 2). En los tres sinópticos se narra tras la entrada mesiánica en Jerusalén antes de la Pasión. Juan lo coloca al principio (Testimonio del Bautista > Elección de discípulos > Bodas de Caná > Templo). Está claro que Juan utiliza este suceso como introducción de toda una línea teológica importante.
En la interpretación del texto nos encontramos varios niveles. En primer lugar, es un suceso, que debemos admitir como tal. Que nos parezca bien o mal es problema nuestro. Ése es Jesús, que monta en cólera por la profanación del templo, que se ha convertido en un negocio, y los echa a todos a latigazos. Si esto no concuerda con nuestra imagen de Jesús, tendremos que cambiarla. La primera lectura es, por tanto sencilla: "el celo de tu Casa me devora" (Salmo 69). El Templo se ha convertido en un negocio, y en una baza política. Jesús no lo soporta. Hay, sin embargo, otra lectura más profunda, que es la que introduce Juan. El Templo está acabado. El Templo - aun cuando funcione bien, dignamente y según la Ley – ya está superado. Ahora el Templo es Jesús, el templo es el ser humano. Ya pasó el Templo lugar de residencia del dios, lugar de encuentro, fuente de favores divinos... Ni siquiera le interesan a Jesús los que creen en Él por "sus señales". El milagro no vale para la fe. ("Si no creen a Moisés y a los profetas, aunque un muerto resucite no creerán", Lucas 16,31) La destrucción del Templo había sido para los judíos la señal de que Dios estaba enfadado y les rechazaba. Es un concepto pagano que existe en todas las religiones: los dioses se enfadan y nos abandonan. Ahora Jesús proclama el abandono definitivo. Pero no es que Dios se vaya porque se enfada. Dios nunca se va. Lo que pasa es que lo provisional ha pasado, y los sacerdotes se empeñan en poseer a Dios, en usar a Dios para su seguridad y su preminencia sobre los demás. Con Jesús se ha acabado todo privilegio del pueblo elegido. Ya no hay más que servicio, y no a Dios en el Templo, sino al hombre hijo de Dios. En este tercer Domingo de Cuaresma se matiza por tanto profundamente el sentido de nuestra conversión. La "Religión" de Jesús es "otra cosa", mucho más seria, más crítica, sin concesión alguna a mitologías ni proyecciones de lo sentimental... Se nos invita a dar un paso adelante: seguir a Jesús sin concesiones. Esta es la oportunidad de analizar a fondo nuestra religiosidad. Jesús, locura para los sabios. Jesús, escándalo para la gente religiosa. La "sabiduría" de la vida enseña a ganar dinero, buscar la salud y la seguridad, dar para que te den o porque te han dado, buscar influencias, privilegios, poder, basarse en la justicia... La Sabiduría de Jesús es: "dichosos los pobres, los que sufren, los que sirven, los que piensan bien, los que son perseguidos porque trabajan por la paz..." "Deja lo que tienes, entra por la puerta estrecha..." Las "señales" de la gente religiosa son: no mezclarse con los pecadores, guardar los preceptos, practicar el culto, ser limpios de pecado ante Dios... Y los motivos para creer en Dios son las señales espectaculares, los milagros… Jesús cuenta con que somos pecadores y nos pregunta si queremos trabajar por el Reino. Come con los pecadores, elige publicanos para apóstoles, confirma al renegado Pedro como jefe de los Doce... Ni siquiera sus milagros son “señales” en el sentido que les hemos otorgado más arriba. Jesús cura y libera ante todo porque es compasivo y para que se vea presente su talante de liberador, para que se vea en qué consiste la acción de Dios. El modo de vivir de Jesús es una estupidez para la gente sensata y es un escándalo para la gente religiosa. La filosofía antigua se rió a carcajadas de la predicación de Pablo. Pilatos se rió al oír hablar de "la verdad". Herodes lo despreció por loco. Los jefes religiosos y el pueblo de Jerusalén lo crucificaron por hereje peligroso. Locura y escándalo. Los Mandamientos y el Templo representan sin duda lo que habitualmente llamamos “religión”. A Jesús no le basta con eso. No son suficientemente salvadores. Incluso pueden ser anti-religiosos, como sucedía con los fariseos, perfectos cumplidores de todo precepto, y con los sacerdotes, escrupulosos practicadores de todo rito. Jesús pasa del respeto y la obediencia a Dios ‘porque es el Señor’, al amor a Dios ‘porque es mi Madre’. Jesús pasa del no matarás, no robarás… a “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y esto estaba ya dicho en la Ley, pero Jesús sabe y proclama que eso, no lo otro, es el corazón de la Ley. Jesús, sobre todo, no se limita a que cada uno cumpla preceptos para ser justo ante Dios sino que invita a trabajar para construir El Reino, es decir, una humanidad en que todos sean, se comporten y se sientan hijos. Y va más allá. Los sagrados ritos del Templo no le atraen: en ninguna parte de los evangelios le vemos usar el Templo más que para predicar en él. Jesús, se saltaba el descanso sabático por curar, prefería rescatar a una adúltera que cumplir lo preceptuado en la Ley. Jesús produjo un enorme escándalo. Antes la persona que la ley, antes la curación que el sábado, antes el marginal que el importante. Sin duda lo más escandaloso de Jesús fue su propia marginalidad y su preferencia por los marginados. Su marginalidad fue escándalo para los sabios, los santos y los sacerdotes. El desconocido y teóricamente iletrado carpintero de Nazaret dando lecciones a los sabios; el que se mezclaba, el que formaba parte del pueblo impuro dando lecciones de santidad a los selectos fariseos. Y se atrevía a preferir a los marginados, a los samaritanos, a los publicanos, hasta a las prostitutas; no sólo les aceptaba a su mesa sino que se iba a comer con ellas, y se atrevía, de manera provocativa, a darles el rol de buenos en las parábolas, mientras fariseos, sacerdotes y levitas representaban a los malos, a los que no agradaban a Dios. Jesús fue necedad para los sabios y escándalo para los justos. ¿Dónde ha quedado el escándalo de Jesús? Nosotros hoy practicamos y predicamos un cristianismo sabio, razonable. Templos, culto, sacerdotes, preceptos, perdón de los pecados.... Pero Jesús va más lejos. No creo que las "comunidades oficialmente católicas y ortodoxas" de nuestra sociedad tengan el menor poder de convertir a nadie. No hay más que una manera de convertir: servir por amor hasta la muerte. Eso hizo él. Y eso hacen algunas comunidades cristianas hoy. Y producen escándalo, y son perseguidas. SALMO 63 Oh Dios, Dios mío, a Ti te busco mi alma tiene sed de Ti, por ti suspira mi cuerpo, tierra seca, sedienta, sin agua. Mejor es tu amor que la vida. Mis labios cantarán tu alabanza. Yo quiero bendecirte en mi vida y levantar mis manos en tu nombre. Tendido en mi lecho pienso en Ti, en Ti medito al caer de la tarde, en Ti que fuiste mi socorro y me alegro a la sombra de tus alas. Mi alma se refugia junto a Ti y tu diestra es mi fortaleza. Mi alma tiene sed de Ti, A Ti te busco, ¡oh Dios, Dios mío!
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