Buscando un libro entre mis muchos libros, uno se hizo encontrar (no era el que yo buscaba) y en la página noventa y cinco me echó el anzuelo: “En la sociedad tecnológica, en la que los medios de comunicación se han hecho tan fabulosamente versátiles…”. Ya no lo pude dejar.
Él lo vio y lo contó hace tiempo: profeta de nuestro tiempo, siglo XX, con visión de largo alcance para el XXI y más. “… y están a punto de un desarrollo aún más prolífico, gracias al ordenador con su inagotable memoria y su capacidad de inmediata absorción y organización de datos, el uso de las comunicaciones se hace inconscientemente simbólico”. En esto estamos. A nuestro alcance tenemos la mayor capacidad de comunicación de todos los tiempos, la posibilidad de llegar a los lugares más remotos e inaccesibles en otras épocas, con un suave toque de pantalla, por ejemplo. Vamos a ver que nos sigue diciendo la página noventa y cinco del libro que atrajo mi atención: “Aunque el hombre dispone de la capacidad de comunicarlo todo, en cualquier lugar, a cualquier hora y de modo instantáneo, se encuentra con que no tiene nada que decir. No es que no haya suficientes cosas que podría comunicar, o que debería intentar comunicar”. Aquí, ahora, yo pondría ese “emoticono” redondo y amarillo con ojos de sorpresa y desconcierto, es decir, un símbolo, con el fin de expresar la comprensión profética del autor de este pensamiento, dicho antes de 1968, y hecho realidad en nuestros días. Insiste: “Debería, por ejemplo, ser capaz de encontrarse con sus congéneres y discutir el modo de construir un mundo en paz. Pero es incapaz de este tipo de confrontación. Seguimos igual… esta vez el “emoticono” llevaría una lagrimita azul y mueca de tristeza. Continua el autor: “En vez de eso, dispone de misiles balísticos intercontinentales que pueden llevar la muerte nuclear a decenas de millones de seres humanos en pocos momentos. Éste es el mensaje más sofisticado que el hombre moderno tiene que exponer y discutir con su colega”. ¿Qué más se puede decir?... que la capacidad de matar es ahora infinitamente mayor y que se puede concretar con un whatsapp. Y sin pelos en la lengua sigue: “Es desde luego, un mensaje sobre sí mismo, sobre su alienación y su falta de habilidad para entenderse con la vida”. Aquí seguimos, hermano Thomas Merton, sin dar una respuesta contundente y profunda sobre nosotros mismos. Sólo podrá ser dicha dejando que crezca la vida interior en lo hondo de cada uno para poder transmitirla al exterior.
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