Los dos matrimonios regresaron muy satisfechos de sus respectivas experiencias, hasta el punto que Mónica y Estéfano ya se marchan de nuevo a Ruanda el próximo 23 de mayo no solo durante el mes de vacaciones sino además solicitando a sus respectivas empresas en las que trabajan más tiempo a fin de desarrollar con más eficacia allí su trabajo, afanándose en aprender francés para entenderse directamente con la gente, sobre todo con los niños y profesores; y Montse y Javier ya están preocupados en busca de colaboradores que les ayuden a apoyar las organizaciones y proyectos que allí conocieron, y volver de nuevo a Chiapas con algo en las manos.
Les hemos pedido que nos explicasen brevemente sus sentimientos y vivencias. Y estas son sus respuestas... Javier y Montse, en Chiapas en enero pasado "Desde hace tiempo sabíamos que en Chiapas existen opciones diferentes al estilo de vida que conocemos por aquí. Quisimos comprobar in situ si esto era real o fruto de la exageración; si frases como "todo para todos, nada para nosotros" están llenas de contenido. Nuestra intención era aprender de la gente sencilla y humilde que pugna por defender lo que creen con resistencia y desobediencia. ¡Es tan difícil ser de abajo y no querer ser de arriba! Nos encontramos mucho más de lo que esperábamos. Qué distinto es que nos cuenten lo que ocurre en cualquier lugar a ir allí, ver y escuchar. Qué diferente es que la piel y el corazón sientan la miseria, la ternura, la dignidad, el convencimiento, la determinación... ¡Cuánto agradecemos a las buenas gentes de la comunidad de Chicomuselo que nos mostraran su realidad de lucha contra las compañías mineras, sufriendo asesinatos, hostigamientos y persecuciones mientras buscan juntos soluciones colectivas a los abusos de los poderosos! ¡Cómo nos sigue asombrando la defensa que los indígenas hacen de la Madre Tierra, a pesar de que eso no les supone "crecimiento económico", de qué manera mantienen sus valores, sus costumbres, sus tradiciones...! Nos ha llenado de esperanza constatar que en Chiapas las cosas todavía son diferentes, que los valores humanos siguen vigentes en mucha gente de abajo y que de ellos, de los que llevan tantos años resistiendo las embestidas del poder son de donde pueden venir las buenas noticias. Estos son nuestros sentimientos y sensaciones de este primer contacto con aquella realidad y sus gentes, que resulta difícil resumir en pocas palabras". Estéfano y Mónica, en Ruanda en octubre del 2013 "Nos decidimos ir a Ruanda por dos motivos principalmente: Ya habíamos estado en Africa, porque es el continente que más lo necesita y por eso más reclamaba nuestra preocupación. Y a eso se sumó el que el año anterior yo, Mónica, di una clase de voluntariado los viernes a las 7 de la tarde (en 2013 se ha incorporado también Estéfano), y aun cuando llegaba me sentía rota de cansancio, la felicidad que sentía cuando terminaba no se podía comparar con nada. Así que cada día, cuando salía, y pensaba en mi felicidad por dar solo una hora de clase a la semana, me preguntaba cómo sería vivirlo in situ y durante un tiempo. Y eso me hizo querer dar un paso más y decidimos ir durante 5 semanas a Ruanda, a un colegio recién construido por las Dominicas de la Anunciata, en un barrio muy pobre de la Capital, Kigali. Era el tiempo que teníamos de vacaciones. En poco más de un mes hemos vuelto con una buena lección de vida aprendida. A pesar de que éramos nosotros los que íbamos a enseñar inglés e informática, fuimos nosotros los que sin duda más aprendimos y más recibimos de las gentes de Ruanda, de su solidaridad, de su fortaleza, de la alegría de los niños, a pesar de sus vidas tan duras y tan difíciles, pues muchos solo hacen una comida al día, la que les dan en el colegio. Definitivamente no nos habíamos equivocado queriendo dar un paso más, y no solo eso, sino que el tiempo que estuvimos se nos hizo muy corto. Una parte de nosotros mismos se quedó allí; por eso volveremos este año, y estamos estudiando francés intensivamente para poder desarrollar mejor nuestra colaboración. El próximo 23 de mayo nos vamos para allá". Más testimonios Por otra parte una chica que acaba de terminar medicina quiere hacer un voluntariado de 4 ó 5 meses también en el Tercer Mundo; y la próxima semana nos veremos con otro chico que está en la misma disposición. Es sumamente gratificante constatar que cada vez hay más personas comprometidas con hacer algo por y con los más empobrecidos del mundo sin esperar nada a cambio, en un mundo en que todo se valora en términos puramente económicos y materiales. Aunque lo cierto es que estas personas que asumen este compromiso sin querer ni buscar nada para sí mismas, sin embargo van a recibir mucho a cambio y sus vidas van a quedar marcadas para siempre con un sentido profundo de la existencia que les dará una gran riqueza y contenido interior, con el que enfocarán su vida y la de los demás de forma que la hará mucho más rica y gratificante.
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