Me han interrogado en una reunión. ¿Dónde está el evangelio de Jesús? Se refieren a la intervención de los seglares en la comunidad parroquial. Es cierto que la mayoría de los cristianos pasan de lo que es la comunidad y lo dejan todo a lo “que el cura diga, porque él es el que sabe “
Pero hay minorías que ya tienen otra visión. La comunidad no es una tarta de bodas con varios pisos sino una sobada donde estemos todos a nivel de corro. Qué bien lo expresa en su portada ese viejo, pero fenomenal catecismo ”Alandar”. En corro cada uno con su misión, con su dignidad, con su aportación y su papel en la iglesia. Pero nadie es más que nadie. Ciertamente sueño el día en que no nos distingamos en las celebraciones por la vestimenta ni por la altura física en la que estemos participando. Da gusto celebrar con todos los miembros a una altura y que todo lo que puedan hacer, lo hagan los seglares. A ver si cambiamos los bancos del templo y por supuesto que los nuevos templos se hagan en plan circular. Claro que esto es solo una parte, porque el ser comunidad se ha de vivir en la palabra, en la economía, en las líneas pastorales, en las decisiones, en los programas, en los proyectos. Y no es ya porque falten presbíteros para presidir, sino porque Jesús crea una comunidad. Y hoy por hoy, hay muchos elementos en esa comunidad que rompen la fraternidad. Me choca hasta la saciedad cada vez que veo una celebración de obispos, con mitras... cada vez que veo al cura con sus casullas... y cada vez que los presbíteros tomamos las decisiones de la comunidad. Estamos remachando y reeducando a los seglares en ser pasivos y miembros obedientes y nos perdemos la creatividad, la voz del Espíritu que nos habla por los laicos. Los seglares son necesarios en la Iglesia y no porque escaseen los curas, sino porque Jesús creó una comunidad. Y si en ella dio poderes especiales a los curas, que está por ver, desde luego no les hizo trajes especiales, a no ser la pobreza, caminar con sandalias, vestir con una túnica e ir anunciando la paz. Recuerdo ahora aquellas filminas de Martin Valmaseda donde aparecen dos apóstoles desde el cielo y ven una procesión del Corpus con una custodia elegantísima. Un apóstol le dice al otro ”mira y esto empezó con un borriquillo”. Sí, hemos pasado a caballo, a coche, a títulos, a poder, a influencia... Necesitamos volver al borriquillo, a la sencillez... Necesitamos un cambio, una metanoia que se manifieste luego en los hechos y en las formas de vivir la fe en la comunidad eclesial. Los solideos que llevan los obispos en las celebraciones al aire libre, se los lleva el viento y supone un estar cuidando constantemente de ellos. ¿Expresa algún sentido especial? Cuando en una eucaristía participan los pobres, los discapacitados, eso sí que infunde sentido y profundidad al Amor. Vaya, que me alegro el que algunos seglares vayan replanteando su puesto y su participación en la Iglesia. Todos hemos vivido alguna eucaristía en un campamento, en un grupo, en una convivencia –sin tantos signos externos– y hemos salido animados y llenos del Espíritu. Tarta, sí, pero de un solo piso.
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