Se acerca el fin de curso
Nos acercamos al final del año litúrgico, que terminará el 2 de diciembre. Como si nos aproximáramos al final de curso y tuviéramos que hacer un examen, la Iglesia quiere que nos preparemos a fondo y con tiempo. Para ello, en estos tres últimos domingos del año (32º-34º), se leen tres parábolas que se complementan: las diez muchachas, los talentos, el Juicio Final. Estas parábolas sólo se encuentran en el evangelio de Mateo, que las añade con un fin muy concreto. El evangelio de Marcos termina la enseñanza de Jesús con el discurso sobre el fin del mundo. Quizá a Mateo le pareció un final demasiado sensacionalista; y añadió estas tres parábolas, que animan a tomarse la vida muy en serio. Un viaje mortal a Nueva York Cuando salieron del aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, aquellos cinco amigos argentinos no sabían lo cerca que estaba su día y su hora. Si lo hubieran sabido, no habrían hecho ese viaje. Pero la muerte los habría sorprendido, más tarde, en cualquier otro sitio y hora. Como aquel matrimonio que salvó la vida al perder el vuelo de Air France que se hundió en el Atlántico, y murió meses después en un accidente de automóvil. “Estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora”. Vigilar no es vivir angustiado San Luis Gonzaga estaba un día jugando al frontón y le preguntó un compañero: “Hermano Luis, si supieras que ibas a morir dentro de poco, ¿qué harías?” Y él respondió: “Seguir jugando”. ¿Cómo se conjugan la vigilancia y el juego? La parábola de hoy puede ayudarnos a comprenderlo. Las diez muchachas En tiempos de Jesús, cuando se celebraba una boda, un grupo de muchachas acompañaba al novio a recoger a la novia para celebrar la ceremonia. A partir de este hecho tan trivial crea Jesús la parábola. Nos encontramos ante diez muchachas divididas en dos grupos de cinco: unas necias, que se olvidan del aceite para los candiles; otras sensatas, que llevan aceite de repuesto. Hasta aquí todo es posible. Pero la parábola adquiere de repente un tono irreal, porque quien da el plantón no es la novia, sino el novio, que se retrasa hasta la medianoche. Mientras, las diez se han quedado dormidas. Y los candiles siguen consumiendo aceite. Al llegar el novio, unas pueden reponerlo fácilmente, los otros están casi agotados. Las sensatas no quieren darles aceite, y el novio se niega a admitirlas después de cerrada la puerta. La conclusión de la parábola es desconcertante: “Por tanto, estad en vela, porque no sabéis el día ni la hora”. Es desconcertante, porque ninguna de la diez ha velado, todas se quedaron dormidas. Lo cual significa que la vigilancia, en este caso, equivale a la sensatez de llevarse la provisión de aceite. ¿Qué significa esto en la práctica? Dos interpretaciones posibles La parábola se ha interpretado en dos líneas principales. Una concede especial importancia al aceite, viéndolo como imagen de la fe, del fervor, de las buenas obras. Lo que hace falta es estar preparados espiritualmente. Otra línea no concede una importancia capital al simbolismo del aceite; lo que quiere decir la parábola es que hay que prepararse con antelación, porque entonces será demasiado tarde. Esta segunda línea parece la más exacta, como lo demuestra su traducción al lenguaje moderno. Diez universitarios se acercan al fin de curso. Cinco han estudiado durante todo el año, asistido a las prácticas, tomado apuntes; otros cinco han empalmado movida con movida. En el momento de entrar al examen piden a los primeros que les pasen las respuestas. Los otros se niegan, como es lógico. El examen se prepara con tiempo, no se improvisa ni se copia. La clave de la 1ª lectura La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría, ofrece una perspectiva muy interesante. Se ha elegido porque su tema empalma con el de la sensatez de las cinco muchachas. En esta lectura, la sabiduría no es algo intelectual, un conjunto de conocimientos, sino una persona a la que se ama, se busca y se encuentra, o que se encuentra sentada a nuestra puerta esperándonos. Los primeros cristianos aplicaron esta imagen personalizada de la sabiduría a Jesús, que es la Sabiduría de Dios. Con esto, la parábola adquiere un sentido nuevo. ¿Cómo podemos estar preparados? ¿En qué consiste la vigilancia? En tener ese contacto con Jesús, pensar en Él, hablar con Él, dejarnos encontrar por Él. Para que no nos ocurra lo que dice el novio a las cinco muchachas insensatas: “No os conozco”. La amistad con Jesús, la capacidad de diálogo con Él, no se improvisan. Hay que ejercitarlas todos los días para poder disfrutar luego del banquete de bodas. Sin olvidar que el segundo mandamiento es igual que el primero: el amor y la preocupación por el prójimo tampoco se improvisan a última hora.
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