Una mezcla de extrañeza, dolor, absurdo, vergüenza... fue lo que sentí cuando, como directora de la colección “Senderos Bíblicos” (editorial San Pablo), tuve que explicarle a Pablo Ferrer, pastor metodista y autor de uno de los libros, que los giros a la derecha de la iglesia católica le afectaban también a él.
Una denuncia, a las que últimamente nos venimos acostumbrando, provocó una cadena de cartas que exigen el silencio. Como ven, no pacto con eso. He aquí el motivo de este pequeño escrito. Una reconstrucción de los hechos El Cardenal William Levada, prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, envió una carta con fecha 5 de noviembre de 2011 al superior general de la Sociedad de San Pablo, Don Silvio Sassi, señalando dos libros que, curiosamente, contienen en su título la palabra “sexualidad”. El Cardenal sostiene que “contienen opiniones contrarias a la doctrina de la Iglesia acerca de la sexualidad” y pide “remediar cuanto antes tal situación, que es causa de confusión entre los fieles, e informar a este Dicasterio en relación a las medidas tomadas”. La carta se basa en una información recibida. El informante obviamente permanece en secreto, pero señala como fuente escrita “el semanario litúrgico El Domingo”. Otro absurdo... Efectivamente, en la importante publicación semanal de El Domingo del día 17 de abril de 2011 aparecía esta publicidad de nuestro libro: “Parejas y sexualidad en la comunidad de Corinto. Pablo Manuel Ferrer. Las comunidades cristianas que se expresan en el Nuevo Testamento fueron espacios de búsqueda y debate. La Primera Carta a los Corintios refleja la memoria y las ideas de un grupo de cristianos y cristianas, sus problemas y los modos en que los afrontaron pastoralmente. Un tema fue la forma de vivir en pareja, porque Jesús abrió nuevas posibilidades.” A menos de veinte días de recibir la petición del Cardenal Levada, con fecha 22 de noviembre, el superior general de la Sociedad de San Pablo, Don Silvio Sassi, envía otra carta, esta vez al superior provincial de la misma congregación, P. Agustín Pedro Cortés García, recordando un encuentro previo entre ellos (entre el 5 y el 22 de noviembre) en los que acordaron las siguientes acciones respecto del libro: - retirarlo de los comercios - omitirlo en los catálogos - prohibir la publicidad en las publicaciones de la Sociedad de San Pablo Así fue cómo el libro desapareció de las librerías San Pablo en la Argentina horas después... Esta sucesión de acontecimientos merece una lectura. Ante mi mirada se presentan cuatro aristas interpretativas. Cada lector -y espero que así sea- podrá sugerir otras. Silencio y desapariciónEsta cadena de cartas que llaman al silencio y obligan a la desaparición no hacen más que recordarme los años de terror y oscuridad que vivimos en Argentina durante la última dictadura cívico-militar-religiosa. El aparato del Estado, ocupando toda su maquinaria represiva, real y simbólica, en el silencio y la desaparición de cuanto consideraba extraño a su doctrina y amenazante de su “orden”. En este caso, un aparato de control ideológico capaz de cruzar continentes, persuadir epistolarmente y hacer sentir la autoridad sobre las conciencias. Es lo que vi -o lo que no vi- cuando en los estantes de la librería San Pablo encontré la colección con todos sus títulos ordenados y, entre ellos, en el medio, un espacio vacío, donde antiguamente se encontraba el libro de Pablo Ferrer. El libro es sometido a un exilio forzado o a vivir clandestinamente en las bibliotecas de los que se animen a seguir pensando en libertad. Seguramente quienes detentan el control ideológico de la iglesia católica entenderán que sus recursos provienen de parámetros de otro orden, que no coinciden con las democracias civiles, y pretenderán perpetuar los escenarios de doble estándar. Pero en la Argentina, donde se publican estos libros que los incomodan, vivimos en democracia. Ecumenismo para pocosEl proyecto de la colección “Senderos bíblicos” fue pensado como un espacio ecuménico de exégesis y reflexión en torno a temas bíblicos. Ser un espacio ecuménico implica atreverse a la alteridad. A que cada participante del diálogo pueda, mediante la expresión libre, sincera y en igualdad de condiciones, constituirse en un “otro” capaz de interpelar las distintas identidades, para aproximarse juntos a una verdad que siempre trasciende. La colección quiere sumarse a los distintos esfuerzos ecuménicos, ofreciendo un canal de expresión, mutuo conocimiento y enriquecimiento en la diversidad. No parece necesario explicar que, cuando el autor de uno de sus títulos no pertenece a la iglesia católica, es esperable que no coincida en muchas de sus doctrinas y opiniones. Y es signo de buen ecumenismo correr el riesgo de la alteridad. El Cardenal Levada parece no coincidir. Y como el autor del libro es inmune a las censuras de su dicasterio, el recurso fue censurar a la editorial. Así se cierra un camino más de diálogo ecuménico. El ecumenismo, al que llegó tarde la iglesia católica, en estos tiempos se retrotrae aun más. Es pregonado desde medios oficiales, pero parece posible solo bajo algunas condiciones: relaciones entre dirigentes que, en muchos casos, no pasan de ser actos puramente diplomáticos; o alianzas entre los sectores más conservadores de diferentes iglesias y comunidades religiosas. Estas dos se presentan como formas loables de ecumenismo. Una colección de pequeños libros no corre la misma suerte. La fe de los fielesLa colección “Senderos bíblicos” fue pensada como un aporte a la formación bíblica, que conjugara un alto nivel académico con un formato accesible, tanto en su costo como en su lenguaje y estilo. Ya en otros casos de censura la propia oficialidad eclesiástica ha expresado que el “problema” radica en que este tipo de análisis exegético se difunda a un amplio público. La categoría utilizada por el Cardenal Levada en su carta, “la fe de los fieles”, que es susceptible de tan fácil confusión implica, por un lado, un distanciamiento por parte del sujeto de la enunciación de esa misma fe y, por el otro, una subvaloración escalofriante. Debates como en la EscrituraLa Sagrada Escritura es un testimonio vivo de debates teológicos y relecturas, en la que podemos tener acceso a diversas opciones y tomas de posición, frecuentemente opuestas y en franca contradicción. Si un libro es fuente de conflicto para algunos, ¿por qué no seguir el ejemplo de la Escritura? ¿Por qué no sentarse dignamente a la mesa del diálogo? ¿Por qué no publicar otra obra para discutir en los mismos términos y condiciones, en lugar de tomar el arma del poder para hacer callar?
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