Este relato evangélico describe uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia de la humanidad: la concepción y nacimiento de Jesús de Nazaret. Pero su significado y trascendencia no ha llegado ni con mucho a gran parte de la humanidad ni siquiera a los países y personas que celebramos la Navidad. Veamos tan solo un aspecto:
En todas los pueblos, villas y ciudades marcadas por la civilización occidental de influencia cristiana se celebra la Navidad. Lo primero que aparece son grandes catálogos ofertando mil cosas para consumir y regalar en Navidad. Lo segundo, la iluminación de calles y plazas con la instalación de miles y miles de puntos de luz, que afortunadamente consumen mucha menos energía que hace años. Pero, seguramente, salvo una minoría muy insignificante de personas, nadie se para a pensar que la cuarta parte de la población mundial, 1600 millones de personas, carecen de electricidad simplemente para alumbrarse un poco, y que 2400 millones siguen cocinando y calentando sus hogares con fuentes de energía básicas como carbón, biomasa, estiércol y sobre todo leña, en la mayoría de los casos acarreada por niños, lo que les impide acudir a la escuela, con todas las consecuencias que de ahí se derivan. En Asia meridional el 60% de las familias carecen de electricidad, y en el África subsahariana llegan casi al 80% las que no la tienen. En el departamento del Alta Verapaz en Guatemala más del 60% de las familias carecen de electricidad, o sea, 2.270.000 personas. Allí hemos visto cómo los cables de alta tensión cruzan por encima de las Comunidades indígenas para llevar energía a los centros urbanos y a ellas no se la facilitan: una multinacional española es la responsable. Si se mantienen las previsiones actuales, en el mundo, dentro de 25 años aún carecerán de energía eléctrica 1400 millones de personas, de las cuales 584 millones serán africanas. Entre tanto, millones de personas seguiremos celebrando una Navidad mercantilizada, consumista y derrochadora, lo que es diametralmente opuesto a lo que fue la primera Navidad histórica. Para esta Navidad Dios se fijó en un pueblo muy pequeño, de mala fama, que no tenía nada de ciudad, aunque lo diga el relato (era la forma de hablar de entonces), que a su vez pertenece a una región de ignorantes y pobres, Galilea. Además Dios se fija en una adolescente, tímida, que ni estaba casada, solo prometida en matrimonio a un hombre completamente desconocido, llamado José. Dios siempre se fija en quien más lo necesita. Pero allí vive una persona de gran calidad humana. Esto es lo que importa a Dios. Su nombre es María. 2.- En este texto la palabra 'virgen' no tiene el significado que nosotros le damos ahora, destacando de forma exagerada el concepto y el valor absoluto de la virginidad física o biológica. Precisamente en el contexto de Israel la virginidad tenía una connotación peyorativa afín a la esterilidad, considerada popularmente incluso como castigo divino. En la religión católica se la considera como una entrega absoluta a Dios, pero en el contexto del mensaje de Jesús de Nazaret la entrega absoluta a Dios solo tiene un camino, que es la entrega absoluta a los demás. 3.- Lo que aquí el evangelista quiere destacar de forma singular es que Jesús no nace de la relación reproductiva de un hombre y una mujer, sino de la intervención de Dios, que "cubre a María", y por tanto María "concebirá en tu vientre y dará a luz un hijo que se llamará Hijo de Dios". Aquí está por un lado el misterio, pero sobre todo está el que Jesús tiene una gestación intrauterina como cualquier otro ser humano para ser verdaderamente hombre y compartir en todo nuestra condición humana, hasta el punto de "tomar la forma (condición) de esclavo", que eran los más pobres de los pobres de su tiempo (Carta de San Pablo a los Filipenses 2,7), y de hecho como esclavo fue tratado por las "autoridades religiosas y políticas" de Jerusalén, condenándolo a muerte de cruz, por haber asumido como suya la defensa y la causa de los empobrecidos-esclavos de su tiempo, oprimidos por los religiosos del templo y los políticos romanos. Este es el sentido auténtico y comprometido de la encarnación. Hoy a Jesús lo tenemos encarnado y crucificado en los oprimidos y maltratados del mundo, por eso NO SON NAVIDAD: o los niños esclavos y llevados a la guerrilla, asesinados para trasplantes o cosméticos, metidos en minas de coltán en el Congo; o de oro, plata, hierro o níquel en Colombia y Guatemala; o en las mujeres y niñas dalits violadas y ahorcadas en la India. o los sindicalistas, campesinos y estudiantes perseguidos y asesinados en diferentes países del Tercer Mundo como recientemente en Colombia, o los encarcelados sin causa ni saber por qué en Ruanda; o los llenos de dolor entre nosotros en los inmigrantes no aceptados, en los desahuciados, en los parados sin esperanza, en los jóvenes sin trabajo ni proyecto de vida. o los encarcelados víctimas de la droga que no se quiere legalizar porque hay mucho negocio detrás. o los niños y niñas de la pederastia y mujeres esclavas sexuales o víctimas de la violencia machista. o los inmigrantes deportados y rechazados en Europa, y los desposeídos de sus tierras por las multinacionales en muchos países de África donde siempre vivieron. Pero con florituras y luces por las calles o en las fachadas de las iglesias y orgías gastronómicas o regalos de cosas innecesarias, no hacemos nada por bajar a Jesucristo de esa horrible y permanente crucifixión. ESTO NO ES NAVIDAD. 4.- El ángel le dice a María: "Alégrate llena de gracia". ¿Podemos estar alegres de verdad viendo en el mundo tanta injusticia, desigualdad, abuso, consumismo absurdo, violencia, contaminación y abuso de la Tierra, tanta gente muriendo de hambre cada día, sobrando alimentos para el doble de los que somos? ESTO NO ES NAVIDAD. 5.-A pesar de todo, tenemos que vivir en la alegría de la esperanza de que cada vez hay más personas que quieren y luchan por un mundo mejor, que entienden que esto no puede seguir así, que sienten la llamada a unirse para luchar contra la opresión y los opresores del hombre y la tierra, que encarnan en sí mismas como Jesús se encarnó en nosotros, las ansias y los anhelos de justicia, igualdad, fraternidad, solidaridad, libertad, amor y vida digna para todos-as y para toda la creación, y muchas como creyentes en Jesús de Nazaret, ven en Él, el hombre que hizo suyos, con los hechos y las palabras de su vida, todos esos valores hasta el punto de dar la vida por ellos, y lo quieren seguir por ese mismo camino. Desde que comenzó la crisis vemos cómo progresivamente aumentan las personas que quieren compartir diferentes ayudas con los que carecen de lo más necesario. Ojalá vayan dando un paso más y no se queden solo en la ayuda asistencial, sino que luchen y se comprometan en la construcción de la justicia, como condición imprescindible para una vida digna para todos/as. ESO SI ES NAVIDAD.
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