En la Iglesia primitiva, el papel de las mujeres ha sido primordial. María Magdalena, por ejemplo, tenía un liderazgo cierto y recibió el título de “apóstol de los apóstoles”
Desde Caracas.- En la Iglesia estamos con espera y esperanza de renovación… En ese contexto, hablemos de un problema que ha sido violentamente troncado por el difunto Juan Pablo II (prohibición categórica de hablar de él) y que su sucesor, Benedicto XVI, tampoco quiso tratar. Algún día, habrá necesidad de volver a hablar de la posibilidad de la ordenación sacerdotal de mujeres en la Iglesia católica. En la Iglesia primitiva, el papel de las mujeres ha sido primordial. María Magdalena, por ejemplo, tenía un liderazgo cierto y recibió el título de “apóstol de los apóstoles”, por haber llevado a los Once la buena noticia de la resurrección de Cristo. Hoy en día, muchos pensamos – a partir de los textos del Nuevo Testamento – que las mujeres estaban en la Última Cena del Señor, y también en el momento de la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Pero los evangelios fueron escritos por machistas, ¡todo el mundo lo sabe!, y después, el rol femenino en la comunidad cristiana primitiva fue sistemáticamente silenciado por los responsables… varones. ¿Ha habido mujeres sacerdotes o sacerdotisas en la Iglesia católica? Es muy poco probable, pues, en el siglo I y el siglo II no hay sacerdotes; ni hombres ni mujeres. Es un error histórico importante pensar que Jesús fue el que “inventó” el sacerdocio para la Iglesia. Todo lo contrario: durante más de doscientos años después de Cristo, los cristianos reclaman constantemente la diferencia entre el joven cristianismo, por una parte, y el judaísmo y las religiones paganas, por otra parte. Judaísmo y religiones se definían por el sacrificio, el templo, el altar, el sacerdocio, y por eso, durante dos siglos los cristianos afirman que ellos no tienen nada que ver con esto. Por eso, la buena nueva del evangelio corrió de lado a lado del inmenso imperio romano, y más allá de sus fronteras, sin la sombra de un cura, para decirlo así. Esta constatación es importante. Relativiza lo que se suele llamar la crisis actual de vocaciones sacerdotales: la Iglesia debe releer sus orígenes y darse cuenta de que el sacerdocio fue una creación de la Iglesia del siglo III. Entonces, ¿la mujer nunca presidió lo que llamamos hoy la misa? Muchos indicios muy serios dan a pensar que sí la presidió: en los dos primeros siglos. Entonces, ¿eran sacerdotes? No, pues en aquel entonces no hay sacerdotes, por una parte, y por otra, la misa no es considerada como un acto sacerdotal, sino un acto del profeta. Quien preside es, pues, el profeta; y si no lo hay, será “el presidente”, sencillamente. ¿Es imposible que hoy haya sacerdotes femeninos en la Iglesia católica? No, no es imposible. En un caso de emergencia parecido – cap. 6 de los Hechos – los Doce apóstoles se sintieron la autoestima cristiana bastante segura como para proponer un servicio nuevo, motivado por la necesidad: los “auxiliares”, es decir, los diáconos. A emergencia nueva, decisiones nuevas: nada, absolutamente nada impide dogmáticamente una decisión de los obispos de hoy de ordenar a mujeres sacerdotes. Estas breves notas, de un historiador, están destinadas a preparar la opinión pública cristiana. Sacerdote de Petare
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