Es esta una fecha cargada de connotaciones profundamente humanas:
La circuncisión e imposición del nombre a Jesús. La maternidad de María. El comienzo del año. El día de la paz. No me gusta tratar más de un tema en cada homilía, pero hoy tenemos que hacer una excepción. La fiesta quedaría incompleta si omitiéramos alguno de los cuatro aspectos. De todas formas, desde el punto de vista litúrgico, la más importante es la de María madre. 1º.- “María madre de Dios”. Es la fiesta más antigua de María en occidente. Pablo VI la recuperó y la colocó en este día de la octava de Navidad y primero del año. La maternidad de María es un dogma. Esto no nos tiene que asustar, porque lo que de verdad importa es la manera de entender y vivir hoy esa verdad. Fue definido en Éfeso en el 431. Pero debemos dejar claro que no se trata de un dogma mariológico, sino cristológico. ¡Ya me hubiese gustado que en aquella época se hubieran interesado por la figura de una mujer como madre! El caso es que, ni en los evangelios ni en los primeros escritos cristianos se preocuparon para nada de María. La mejor prueba de que en la definición de Éfeso no querían decir lo que después se entendió, es que tuvo que ser aclarada veinte años después por el concilio de Calcedonia (451). En este concilio se afirmó, que María era madre de Dios, pero "en cuento a su humanidad". ¿Qué queremos decir cuando hablamos de la humanidad de Dios? Efectivamente, llamar a María “madre de Dios” porque fue la madre de Jesús, es violentar los conceptos. Jesús fue un ser humano que comenzó a existir en un momento determinado de la historia. Dios está fuera del tiempo y no puede tener ni principio ni fin. De Jesús podemos decir que es Dios como puedes decir que la imagen en el espejo eres tú. Para entender el dogma de la "Theotokos" (la que pare a Dios), debemos tener muy en cuenta el contexto en que fue formulado. Se definió como un intento de confirmar, que el fruto del parto de María fue una única persona: Jesús. Contra Nestóreo, que afirmaba dos personas en Jesús. Decía él que en Jesús había una persona humana que era Jesús, y una divina que era la segunda persona de la trinidad. No debemos olvidar que el concilio de Éfeso lo promovió el mismoNestóreo para condenar como hereje a Cirilo, que proclamaba una sola persona en Cristo. Faltó el canto de un duro, para que se saliera con la suya y condenaran como herejía lo que se definió como dogma. Es sorprendente que se haya decidido por un puñado de votos un dogma que ha tenido tanta repercusión en la historia del cristianismo y que versa sobre una realidad que nunca podremos conocer. Aunque no es lo que se definió, lo que se ha entendiendo del dogma, no deja de tener su importancia a la hora de pensar la realidad insondable de Dios. Que nos hayamos atrevido a dar una madre a Dios tiene unas connotaciones sicológicas incalculables. No sólo es un desahogo, sino que manifiesta una necesidad de comprender a Dios desde nuestra realidad de seres humanos. Somos hijos de Dios y Él es a la vez Hijo de una mujer... Dios entrando en la dinámica humana y el hombre entrando en la dinámica divina. ¡Admirable! El día de Navidad decíamos que todos tenemos la obligación de concebir y dar a luz a Dios. No se trata del sentido biológico, sino de algo que es más importante. Se trata de dar vida a Dios en nosotros de una manera existencial humana. Llamar a María Madre es manifestar que es origen de algo tan importante como es la presencia de Dios en Jesús. 2º.- La circuncisión. Se hacía a los ocho días y era el rito religioso fundamental para el pueblo judío. Mucho más que el bautismo para nosotros. Implicaba ponerle un nombre, que en aquella época era muy importante y que en este caso no lo eligen ellos, sino que viene impuesto. Lo que significa el nombre “Jesús” (Dios salva) resume todo lo que fue su vida. La circuncisión suponía, además, la adhesión legal de la criatura al pueblo de Israel. Si era primogénito, como en el caso de Jesús, había que rescatarlo de la obligación de ofrecer al Señor todo primogénito, hombre o animal. No deja de tener su gracia que Jesús fuese rescatado de la obligación de dedicar su vida al servicio de Dios. 3º.- El comienzo del año. Supone traspasar una frontera que nadie puede pasar impunemente. Sin meternos en las especulaciones de la relatividad de Einstein, vamos a pensar un poco en esa realidad misteriosa que es el tiempo. En el NT griego, encontramos dos palabras que traducimos por “tiempo”, pero que tienen cada una un significado muy diferenciado. “Chronos” es el tiempo astronómico. Se refiere al paso de las horas, días y años... En principio es lo que estamos celebrando hoy. Pero existe otro concepto más interesante aún para nuestra celebración. Este concepto está expresado por la palabra “Kairos”. Sería el tiempo humano. Es el tiempo oportuno para hacer algo importante que atañe a la condición humana de cada uno. Sería el tiempo propicio que debo aprovechar, porque una vez pasado, habré perdido la ocasión. Este es mucho más importante desde el punto de vista religioso. Se trata del tiempo que se me da a mí como oportunidad de crecer en el ser. Nadie es capaz de traspasar la frontera de un nuevo año sin hacer una reflexión sobre sí mismo y valorar cómo está haciendo uso de algo tan importante y tan efímero como el tiempo cronológico. Estamos equivocados cuando decimos alegremente: ¡Cómo pasa el tiempo! No pasa el tiempo, pasamos nosotros. Pero lo tremendo es que lo que somos hoy, depende del uso que hemos hecho de ese tiempo que decimos que pasa. Sabemos que Dios es amor y que el don de sí mismo es total, absoluto y eterno. Nunca se podrá “arrepentir” de ser lo que es para nosotros. Pero ese don no es una imposición desde fuera. Si el hombre no lo descubre y lo acepta, no significará absolutamente nada para él. La aceptación de ese don que es Dios, tenemos que hacerla desde la más profunda humanidad. No es suficiente una vida animal y racional plena. Es necesaria una perspectiva humana que sólo se da más allá de lo biológico y lo racional. Para que Dios llegue a nosotros, tenemos que concebirlo y tenemos que darle a luz. Tenemos un tiempo limitado para llevar a cabo ese programa. Tampoco debemos asustarnos si a nuestra edad no hemos hecho el trabajo. Dice un refrán oriental: el buscar puede llevar toda una vida; el encontrar es cuestión de un instante. 4º.- El día mundial de la paz. Tal vez sea una de las carencias que más afecta al ser humano de hoy, porque la ausencia de paz es la prueba palpable de una falta de humanidad. Ahora bien, la reflexión que hacemos no puede quedarse en aspavientos y quejas sobre lo mal que está el mundo. No podemos descubrir lo que significa la paz, hablando de guerras y conflictos. No son las contiendas internacionales, por muy dañinas que sean, las que impiden a los seres humanos alcanzar su plenitud. Los grandes conflictos internacionales los originamos nosotros con nuestras riñas y pendencias individuales. Si no hay paz a escala mundial, la culpa la tengo yo, que lucho a brazo partido por imponerme a los que están a mi alrededor. El egoísmo que impide la armonía en nuestras relaciones personales es el causante de las más feroces guerras a todos los niveles. La paz no es una realidad que podamos buscar con un candil. La paz será siempre la consecuencia de unas relaciones verdaderamente humanas entre los hombres. Es deprimente que nos sigamos rigiendo por el proverbio latino: “si vis pacem para bellum”. Si te preparas para la guerra, es que estás pensando en quedar por encima del otro para esclavizarlo. Si no existe una auténtica calidad humana no puede haber una verdadera paz, ni entre las personas ni entre las naciones. El primer paso en la búsqueda de la paz, tengo que darlo yo caminando hacia mi interior. Si no he conseguido una armonía interior; si no descubro mi verdadero ser y lo asumo como la realidad fundamental en mí, ni tendré paz ni la puedo llevar a los demás. Este proceso de maduración personal es el fundamento de toda verdadera paz. Pero es también lo más difícil. Una auténtica paz interior se reflejaría en todas nuestras relaciones humanas, comenzando por las familiares y terminando por las internacionales. ¡Ojalá recuperásemos el sentido del shalom judío! En esa palabra se encuentra resumido todo lo que intento deciros en estas líneas. Nuestra palabra “paz” tiene connotaciones exclusivamente negativas. Pero el shalom se refiere a realidades positivas. Decir shalom significaría un deseo de que Dios te conceda todo lo que necesitas para ser auténticamente tú, incluida la misma presencia de Dios en ti. El ser humano auténtico es el que ha superado el egoísmo, es decir, ha dejado de pretender que todo, personas y cosas, giren en torno a él. Aprender a amar, preocuparse de los demás más que de sí mismo, entrar en armonía no sólo con los demás seres humanos sino con toda la creación es la auténtica preparación para la paz. El que ama no pelea por nada ni pretende nada de los demás, sino que está encantado de que todos saquen provecho de él. Meditación-contemplación¡Convierte el Chronos en Kairsos! Esta es mi principal tarea como ser humano. Tengo que aprovechar el “tiempo” que se me da. Mi tiempo no puede ser sólo geológico o biológico. Mi tiempo tiene que ser siempre “humano” ............... El tiempo que dedico a mí mismo, puede ser el más humano y el más inhumano. Conocerme mejor y crecer interiormente es el mejor camino para poder volcarme luego sobre los demás. .................. Sin interiorización no puede haber verdadera entrega a los demás. Si descubro que todo lo que soy se debe a Otro, será fácil que entre en la dinámica de unidad con los demás. El Otro nos une a todos hasta identificarnos en el Uno.
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