Rebelión. Desinformémonos
“En los medios de comunicación se difunde la idea de que no hay alternativas y sólo existe la lógica del mercado. Pero en los pueblos indígenas” explica Alejandro Castillo Morgan, teólogo y defensor de los derechos humanos, “existe una teología india y popular con una fuerte carga de un discurso ético, de un pensamiento propio que sirve para dialogar y echar abajo el planteamiento de que no existen alternativas”. Castillo Morgan es un teólogo oaxaqueño que por muchos años se desempeñó como sacerdote en la colonia Santo Domingo de Coyoacán, en la Ciudad de México, animando la participación ciudadana en los Comités Eclesiales de Base. Recientemente realizó su tesis de doctorado cuyo título es “Sabiduría indígena y Ética Social Cristiana. Los Acuerdos de San Andrés como una forma de contribución ética de los pueblos indígenas a la construcción de la Justicia y la Paz”. En la entrevista, el teólogo plantea que el modelo económico actual utiliza a los medios de comunicación para estandarizar la corrupción y la impunidad, y permite a los grupos que tienen poder o que quieren retenerlo a que no duden en corromper y establecer una “normalidad” que “violenta la ley y se sirve de las instituciones para que no actúen frente a la violencia estructural y efectiva que se está generando”. “Para entrar al sistema de mercado se necesita soportar las condiciones inhumanas de trabajo; para los jóvenes y estudiantes, esto implica adquirir un conocimiento que no se va a desarrollar en un trabajo profesional. La escuela no está formando jóvenes para una profesión y la inteligencia es un talento que no se utiliza, ya que sólo se busca de mano de obra barata, “se crea una desesperanza en ese ámbito y se violentan la creatividad, el trabajo y la vida”. Ante esta falta de utopías y de alternativas, “los pueblos indígenas generan un imaginario creativo y lleno de esperanza, no solo para ellos mismos sino para la sociedad entera, que está sumida en la indefinición y hundida en la desesperanza”. Nuestra mirada, enfatiza Castillo, “tiene que cambiar, se necesita analizar la realidad como la miran los pueblos indígenas, que han sido excluidos y marginados, pero que han acumulado una gran carga ética, imaginaria, mítica, religiosa y han desarrollado una práctica de movimientos comunitarios junto con “un discurso teológico que tiene la capacidad de releer la esperanza y de re-interpretarse”. Al hablar del imaginario creativo indígena o popular se hace referencia también al aspecto religioso. Esta creatividad de los pueblos indígenas enlazó los mitos de origen de las culturas propias con la ritualidad del cristianismo. Alejandro Castillo Morgan explica que existen varias formas de entender la teología india y una tiene que ver con los saberes de los “abuelos o sabios, curanderos o chamanes”; esto es un pensamiento propio que conserva los aspectos religiosos y culturales de los pueblos. La teología india es una corriente teológica que se da a conocer en los años noventa, como respuesta a las celebraciones de los 500 años de la invasión europea en América Latina. Esta corriente recupera creencias de los pueblos originarios de América. Según Castillo “los pueblos indígenas siguen reinterpretando la realidad, haciendo su oración al fuego, a la barranca, a la montaña, al río, al agua y a la madre tierra”. Castillo Morgan explica que para sobrevivir, los pueblos hicieron creer que era un mito cristiano y realizaban sus oraciones de cierta forma clandestina. En los años sesenta se reunió el Concilio Vaticano II: en América Latina los obispos tomaron el acuerdo de no condenar las prácticas milenarias de los pueblos, sino de recuperarlas. Según esta posición, los indígenas son cristianos que siguen practicando fuertemente sus ritos, “de ahí vino una cierta teología india eclesial. Dentro de la Iglesia se empezó hablar de los ritos y mitos de los pueblos, de la desesperanza en varias partes del mundo occidental a la oportunidad de soñar con los pueblos indígenas”. En el siglo XVI, relata Castillo, “los indígenas se dieron cuenta que Jesús Cristo era liberador mucho antes incluso que la Teología de Liberación lo mencionara”. La Teología India se da cuenta de todas estas problemáticas y las reivindica, las hace propias, las mezcla con los mitos de origen de los pueblos y se da cuenta que también “los chamanes, curanderos, los sabios, los abuelos y abuelas son los portadores de saberes milenarios y no sólo los sacerdotes, los pastores o los catequistas”. “El pensamiento indígena y sus formas de organización son en la actualidad “un pretexto para poder dialogar de otro modo, renovar el discurso que genera la política actual y no solamente acceder a la política, sino construir la política de otro modo”. “Para los pueblos el dialogo no sólo es el intercambio de ideas, es el acuerdo y las normas para hacerlo cumplir”, señala Castillo. “En este momento la peor hipocresía es que la gente habla de muchas cosas pero no se compromete a nada, es ahí donde llega la impunidad y donde viene el desprestigio de la política, donde nadie se compromete a nada”. La gran aportación que hace la Teología India “es el discurso ético de los movimientos que tienen un origen, una historia. Y es por eso que tenemos que estar atentos a cómo los pueblos resuelven los problemas, porque no han dejado de relacionarse y reinventarse”, concluye el teólogo oaxaqueño.
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