MATEO
(Lo leemos hoy como evangelio del día) La "despedida de Jesús" se produce en Galilea, en un monte. No se señala cuándo. El final es: "Se me ha concedido pleno poder en el cielo y en la tierra. Por tanto, id a hacer discípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo." Y no se hace ninguna mención de la Ascensión. MARCOS La despedida se hace en el Cenáculo, en Jerusalén, el mismo domingo de resurrección. Jesús les da un mensaje de misión semejante el de Mateo. El texto termina así: "El Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba y confirmaba el mensaje con las señales que les acompañaban." LUCAS (Evangelio) La despedida se hace en el camino de Betania, el domingo de Resurrección. El último párrafo es: "Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos. Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios" HECHOS (La primera lectura de hoy) La despedida se hace desde el Monte de los olivos, cuarenta días después de la resurrección. Hay un sermón de misión y una descripción de la subida de Jesús al cielo, por los aires, con la promesa de que volverá. JUAN (Primera conclusión de su evangelio) La despedida se hace en el cenáculo, ocho días después del Domingo de Resurrección. El "discurso de despedida" se ha puesto ocho días antes, en la aparición sin Tomás. Dice: "Paz a vosotros, como el Padre me envió, así os envío yo a vosotros." Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a los que se los retengáis, les quedan retenidos." En la aparición con Tomás no hay discurso de misión. No se hace mención alguna a la "partida" de Jesús. En el añadido del cap. 21, no hay ninguna mención de la Ascensión. Resumiendo las semejanzas y las diferencias:
"Y, mientras los bendecía, se separó de ellos."
Ampliando esta idea, es sorprendente que los otros testigos lo cuenten de forma tan distinta, y que Juan no lo cuente. Evidentemente, por todo ello, no nos encontramos ante la simple narración de un suceso, sino de algo más, del significado del suceso, de la fe en lo que sucede en el fondo de lo que se ve. En este sentido, no debemos olvidar algunas conclusiones claras: · No es posible la reconstrucción de una "cronología de la resurrección y ascensión del Señor". No lo dan los textos. · No es posible ignorar el carácter de "relatos de los sucesos de aquel fin de semana" que tienen los primeros textos de la Resurrección (las mujeres en el sepulcro), y el carácter de "profesión de fe" que van adquiriendo los relatos siguientes. · Los textos de la Ascensión son de género literario "Teofanía" y “profesión de fe”, están escritos desde la intención de manifestar la Fe en Jesús Señor. · En ellos encontramos elementos simbólicos frecuentes en el Antiguo Testamento, y usados por los evangelistas: ARRIBA SENTADO A LA DERECHA LA NUBE LAS VESTIDURAS BLANCAS LA VOZ DEL CIELO. (Relatos de este género, con símbolos semejantes son, entre otros, el Bautismo en el Jordán, la Transfiguración y algunos de los relatos de la infancia y nacimiento) · El hecho de que Juan los omita - en paralelismo a la omisión del mismo Juan del pasaje de la institución de la Eucaristía - nos muestra a las claras que hay en los evangelistas varias maneras de proclamar la Fe en Jesús Resucitado Señor. En conclusión. Nos encontramos en la transición del relato de historia - la muerte de Jesús en la cruz - a la proclamación de la Fe en Jesús Señor exaltado por Dios. Y todo ello, en la perspectiva de la Misión, y con la promesa del Espíritu. Mientras que en los relatos de la Pasión lo central era el suceso, lo que vieron los ojos, en estos relatos lo central es lo que no ven los ojos, el triunfo definitivo de Jesús. Así pues, las tres lecturas de hoy se mueven entre el simbolismo y el mensaje, y, juntos, nos ayudan a comprender la Ascensión del Señor. Demasiadas veces trivializamos la Ascensión como si fuera un episodio de la vida de Jesús, un "viaje final". El nacimiento y la muerte en cruz son sucesos: hubo testigos, creyentes o no, que podrían atestiguarlos. La Encarnación, la Resurrección y la Ascensión no son sucesos que los ojos vieron. Son "sucesos de la fe". Y sus relatos no cuentan lo que vieron los ojos, sino lo que la fe creyó. Nuestra mentalidad tiende inmediatamente a preguntarse ¿qué sucedió?Queremos ante todo saber dónde tuvo lugar este suceso, cuándo sucedió, y qué sucedió exactamente. Y esto es una mala postura previa para la lectura de cualquier texto. La pregunta correcta es, con este relato "¿qué nos quiere decir el autor?". El mensaje único de todos los textos es simple: Jesús exaltado como Señor encomienda a los discípulos su misión. Mirándolos desde este punto de vista, los textos son fuertemente coincidentes, mientras que desde nuestra curiosidad por el mero suceso parecen fuertemente divergentes. TEMA PRIMERO: LA EXALTACIÓN. Es el tema en que culmina el mensaje de la Resurrección. La Resurrección es presentada siempre como el triunfo sobre la muerte, la liberación del poder del mal. La Ascensión representa la exaltación definitiva, la consagración como Señor. Corresponde, por oposición, a la humillación que representa "despojarse de su condición divina", "hacerse pecado", "humillarse hasta la muerte y muerte de cruz". Es el triunfo último, la proclamación de Jesús Primogénito en quien se revela todo el designio de Dios: su entrega total a su misión, que pasa por la humillación para llegar a la plenitud. La humillación es presentada con la simbología básica del "descenso": "bajó del cielo", "descendió a los infiernos".... Paralelamente, la exaltación es presentada con la simbología básica del ascenso: "subió a los cielos". Pero esta exaltación no es simplemente la de un hombre. Es la manifestación definitiva del Hijo, y por tanto, es acompañada con los signos acostumbrados de las teofanías: la nube, la voz, los hombres de vestidos resplandecientes, la "situación definitiva", "sentado a la diestra de Dios". Encontramos por lo tanto en estos relatos el último acto de fe de los testigos en Jesús, el hombre lleno del Espíritu, que ha aceptado su misión hasta la muerte y muerte de cruz, que ahora ocupa "su lugar", el que le corresponde por naturaleza. La Ascensión es "colocar a Jesús donde debe estar", y es un acontecimiento profético, el anuncio de nuestra colocación en nuestro sitio, exaltados a la diestra de Dios, porque "aún no se ha manifestado lo que seremos; pero, cuando se manifieste, veremos a Dios cara a cara". Es importante que nos acostumbremos a la lectura de los Evangelios superando nuestra propensión a quedarnos en los hechos físicos sensibles. Lo que importa siempre es el significado de los hechos, y eso es lo que constituye el interés fundamental del Evangelista. En los relatos de la Ascensión nos preocupa mucho desde dónde despegó Jesús hacia los cielos, pero lo que importa es que mi destino es Dios y Jesús revela la grandeza del ser humano capaz de alcanzar la divinidad. TEMA SEGUNDO: LA MISIÓN. Todos los evangelistas terminan su obra con la misión. Terminada su misión, Jesús "se va", y su misma misión queda en manos de los discípulos, de la Iglesia. La aceptación de Jesús es la aceptación de la misión. Para eso se nos manifiesta Jesús. El sentido de la vida de los cristianos es muy preciso: han sido elegidos para la misión, para dar a conocer a todos lo que han recibido. Se puede no aceptar la misión. Se puede no ser cristiano. El que acepta, es para convertirse en mensajero de Jesús. CONCLUSIONES La Ascensión no es un hecho físico. "Arriba" está la estratosfera, no la residencia de los dioses. Los astronautas no están más cerca de Dios. "Abajo", pero ¿en qué dirección? ¿A partir del polo Norte o del Polo Sur? "Descendió a los infiernos" significa lo mismo que "subió a los cielos", es decir, que es Señor de la vida y de la muerte, del pasado y del presente. Es buena la simbología, porque nos ayuda a imaginar, cosa que nuestro conocimiento necesita. Pero no es bueno permanecer en la situación mental de los niños que confunden los símbolos con la realidad. Y es bueno recordar que el Cielo no es un lugar sino el encuentro con una Persona. A nosotros no nos gusta este modo de expresarse. Pero no se trata de que nos guste. Se trata de que la Palabra está siempre encarnada, y de que ésta es la manera de expresarse de aquellos hombres que fueron los que nos expresaron la Palabra. Los relatos de la Ascensión son profesiones de fe. Se responde a la pregunta fundamental acerca de Jesús: ¿quién este hombre? Y se responde: es el hombre lleno del Espíritu, que le hace Hijo, que fue crucificado pero está Vivo por la fuerza de ese Espíritu, y ha sido “exaltado por Dios a su derecha”. Se nos invita hoy a hacer nuestra esta fe. Es el día en que debemos reafirmar, de todo corazón, nuestra fe en Jesús. La Ascensión es una invitación no sólo a reconocerle sino a seguirle; se nos invita a la misma misión de Jesús. Es también el día en que la tenemos que aceptar. Nuestra celebración de la Ascensión no puede terminar sin más en el gozo por el triunfo de Cristo. Es el día en que decimos a Jesús: "Te puedes marchar tranquilo; tu misión queda en nuestras manos; cuenta con nosotros." En resumen: Creo en Jesús, el Señor, revelación de Dios y del sentido de la vida: acepto la vida como misión recibida de El, para que todos los hombres le conozcan y salven su vida. Espero mi plenitud, y la de todas las cosas, en El. O R A C I O N Bendito sea Dios, el Padre de Jesús, nuestro Padre, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones, que nos ha mostrado en Jesús, su rostro, su corazón y nos ha elegido para la misión más bella, que toda la humanidad conozca la Buena Noticia de Jesús. Bendito sea Jesús, el hombre lleno del Viento de Dios, que ha hecho de nuestra vida algo nuevo, distinto, nos ha devuelto la dignidad y la esperanza, nos ha dado motivos para vivir y para creer. Bendito sea el Viento de Dios, el que animaba y arrastraba a Jesús, al que sentimos presente en nuestra vida. Bendito seas, Jesús, que pasaste haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el mal, porque el Viento de Dios estaba contigo., Bendito seas, Jesús, nuestro Señor.
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