La religión de Israel imponía muchos ritos y obligaciones a sus fieles, nada menos que 613, que José y María quisieron cumplir con absoluta fidelidad y sinceridad, pero que no pocas eran absurdas y sin sentido, como que el parto y la menstruación de la mujer eran algo impuro y por eso tenían que purificarse. Hoy sabemos que son algo totalmente normal y natural, propio de la naturaleza que Dios ha creado. Era la forma de entender entonces la fidelidad a Dios.
José y María eran buena gente y querían cumplir fielmente todo lo mandado, pero muchas veces las religiones mandan a sus fieles hacer y cumplir cosas que no tiene sentido e incluso son irracionales. Esto produce resistencia y rechazo de la religión en ambientes que piensan un poco, lo que los aleja de Dios, de la fe y de la Iglesia. Y lo peor es que venga detrás el alejamiento de Jesucristo y el compromiso con su mensaje, y esto sí es grave, porque es de suma importancia para el bien de la humanidad. El mensaje de Jesús no es ninguna religión. El mensaje de Jesús es amor, fraternidad, justicia, igualdad, solidaridad, vida, dignidad, paz, esperanza, sentido profundo de la existencia; compromiso con lo débil, lo pobre, lo marginado, lo mal tratado, lo despreciado... En esa religión tan leguleya de Israel fue educado Jesús, pero enseguida se dio cuenta de que la fidelidad a Dios iba por otro camino, que era la fidelidad al hombre. Por eso Jesús se desvió de tanta letra y precepto legal de la religión judía, para presentar una forma totalmente nueva de relación con Dios a través de la relación con el ser humano, presentando la justicia, la misericordia y la lealtad como lo más importante (Mateo 23,23). Esta opción nueva de entender la relación con Dios y con el hombre le llevó a enfrentarse con los fariseos, leguleyos y ritualistas, que llegaron a ver en él a un enemigo declarado porque rompía con los ritos, las costumbres y rutinas judías, que imponían grandes cargas a la gente en vez de facilitarle vivir con dignidad. Desde la lectura del Evangelio resulta admirable comprobar cómo Jesús rompió con todo aquello que se consideraba sagrado o intocable, pero que lejos de liberar oprimía, y por eso presenta una forma completamente nueva de entender la relación con Dios, que es rescatar, liberar, sanar, salvar, facilitar la vida de la gente y de cada persona, hasta el punto que para Jesús solo es verdadera relación con Dios la que pasa a través de la relación con el hombre: el bien que se hace a este es camino de vida, y el mal que se le hace es camino de muerte.
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