Como latinoamericana viviendo en USA trato de mantener una actitud totalmente pacifica (aun yendo en contra de cada fibra de mí ser), cuando me enfrento a teorías tan ligeras y absurdas acerca de lo que somos, de lo que hacemos y de lo que deberían hacer con nosotros.
Aquí una de estas teorías: ser latino es ser ilegal. Ser ilegal es grave, significa algo que es contrario a la ley o alguien que ha roto una ley.Romper la leyes un delito y a los delincuentes hay que castigarles. Siguiendo esta lógica fue que los hermanos Scott y Steve Leader,de Boston, golpearon y se orinaron encima de un indigente mexicano que dormía cerca de una estación de trenes. Uno de ellos gritaba que habría que deportar “a todos estos ilegales”. Muchas asociaciones pro inmigrantes tenían la esperanza de que la visita del Papa Francisco en septiembre pasado a este país, suavizara un poco el ambiente cargado de odio contra la comunidad latinoamericana promovido en las campañasde algunos aspirantes a ocupar la Casa Blanca. Todos esperábamos un “antes y un después”. Más cuando vimos al congresista católico, John Boehner (conocido por oponerse a reformas de leyes en el sistema migratorio) estremecido hasta las lágrimas con la presentación del Papa “como hijo de inmigrantes” y con el mensaje que Francisco hilaba en el Congreso a partir de figuras estadounidenses reconocidas por luchar a favor de las minorías. Mirar el rostro lloroso del conmovido congresista tras la blanca figura del pontífice, era como presenciar en vivo y en directo la conversión de Saulo de Tarso que la Biblia nos relata en los Hechos de los Apóstoles: “Lo cegó una luz que lo hizo caer” y escuchó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿porque me persigues?”… Pero no, hasta ahora no ha habido tal conversión, falta la parte donde deja de perseguir a la minoría para hacerse uno con ellos. Aquí el hecho es que no hubo un “antes y un después” y los latinos, por ser latinos, seguimos navegando entre el pecado de la ilegalidad. Quienes comulgamos con el mensaje de Jesús de Nazaret entendemos que no todo lo ilegal es pecado y no todo lo legal es lícito. Jesús fue asesinado por haber cometido un delito: declararse “rey” de una provincia romana cuyo gobernante supremo era el emperador romano. Su acto fue ilegal de acuerdo a la ley romana; su asesinato, legal. Como Jesús, la comunidad latinoamericana en USA es juzgada por la sociedad, sus gobernantes y sus aspirantes a gobernantes. Situándola así, entre el pecado y la ilegalidad: Es ilegal darle empleo a un inmigrante indocumentado. Es legal repatriar a esa persona, aun cuando su vida corra peligro en el proceso. Es ilegal suscribir a un seguro médico a un indocumentado. Es legal que esa persona sea donador de órganos. Es ilegal otorgar beneficios de retiro a un inmigrante indocumentado que ha trabajado durante 25 años. Es legal que la policía despoje de su automóvil a esa persona. ¿Cuál de estos actos constituye un pecado? ¿Es pecado lo ilegal?
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