BLOG DE TEOLOGIA
  • Blog
  • Escritos de Teólogos
    • + Mons. Romero
    • Leonardo Boff
    • David Guadalupe EJ
    • Jose Maria Castillo
    • José Arregui
    • Felix Struik OP
    • José Antonio Pagola
    • Sor Lucia Caram OP
    • Hans Kung
    • Jesus Bastante
  • Poemas
  • Preguntas
  • Envía tu escrito
  • Información
    • Contactenos
    • Centro Humanístico
    • Términos y Condiciones de Uso
    • Política de Privacidad
    • Derechos de Autor
  

¿En el plano de igualdad o de obediencia y mando? por: Benjamín Forcano

8/1/2018

0 Comentarios

 
Una interpretación de la involución posconciliar.
Un hecho innegable: la involución posconciliar
Somos muchos los que podemos subrayar la esperanza y entusiasmo suscitados por el concilio Vaticano II y su progresivo declive hasta nuestros días. Han pasado más de 50 años. La celebración del Vaticano II fue tan importante que no se puede encontrar nada en los últimos siglos que haya revolucionado tanto a la Iglesia católica. Esta revolución incidió principalmente en el tema de la Iglesia y en el de sus nuevas relaciones con el mundo. La Iglesia era comunidad (Pueblo de Dios) y la jerarquía ministerio, puro servicio. Todos, dentro de ella, pasban a gozar de una misma igualdad y de los derechos a la participación y responsabilidad. 


Con el mundo se establecía una nueva relación de colaboración y diálogo sin absolutismos ni exclusión de nadie.
Por todo esto, el concilio supuso un gran signo de credibilidad para la Iglesia y se acogió con regocijo y esperanza.
Pero, pronto comenzó la restauración. Han sido unos años en pugna, donde se ventilaba la vuelta a Trento o la fidelidad al Vaticano II. Es de justicia constatar que el período posconciliar se ha caracterizado por un repertorio amplio de involución, diseñado y protagonizado por la jerarquía y los movimientos neoconservadores. 
Entre otros hechos, se pueden señalar : la desvirtuación de la colegialidad episcopal, de las conferencias episcopales y de los sínodos; la intromisión ejercida en la Compañía de Jesús y en otras Congregaciones religiosas; el control romano del nombramiento de los obispos; la censura sobre la Conferencia de Santo Domingo y del Sínodo Africano; la prevención y acoso a la Teología de la Liberación y otras teologías modernas; la represión de muchos teólogos; la marginación de los obispos más avanzados; el control de revistas y otros medios de información; el enfoque preconciliar del nuevo catecismo, de la encíclica “Veritatis Splendor”; el fomento de un catolicismo de masas a través de los controvertidos viajes del Juan Pablo II, etc.
Las causas de la involución
Sin duda alguna, pueden señalarse diversas causas que expliquen este estado de involución. Me limito a señalar la sería la causa principal: falta de democracia en la Iglesia o, si se quiere, la vuelta a un modelo jerárquico de Iglesia.
Ligeramente muchos creerán que, quienes reivindicamos fidelidad al Vaticano II, lo hacemos encubriendo intenciones de relajo y desobediencia. Nosotros más bien partimos del hecho histórico de que la configuración de la autoridad en la Iglesia se ha apartado, demasiadas veces, del espíritu del Evangelio. Una cosa es luchar contra la autoridad y otra contra el autoritarismo. Y es deber hacerlo cuando éste traspasa los límites debidos. Y los traspasa cuando actúa con procedimientos antidemocráticos, claramente opuestos a la dignidad humana y sus derechos.
Se trata, pues, de un conflicto entre renovación e involución, democracia y autoritarismo y, más al fondo, de un actitud que rechaza la modernidad. Porque, se quiera o no, la modernidad trajo la democracia y con ella otros valores. Y la Iglesia, como institución, funciona con estructuras altamente autoritarias y no podía aceptar la democracia.
Lo escribe magníficamente el teólogo E. Schillebeeckx: “La razón humana debe usarse al cien por cien en el campo de la fe. Sacar a colación la obediencia y cerrar los ojos, no es cristiano, no es católico. Es cada vez más necesaria la racionalidad, sobre todo, para reaccionar contra el fundamentalismo que mina cada vez más a la Iglesia… El retorno al catolicismo del primer milenio es , para Juan Pablo II, el gran reto. En el segundo milenio, Europa ha decaído y con ella ha decaído toda la cultura occidental. Para reevangelizar Europa es necesario superar la modernidad y todos los valores modernos y regresar al primer milenio… Yo critico este retorno porque los valores modernos de libertad de conciencia, de religión, de tolerancia no son, desde luego, los valores del primer milenio” (Soy un teólogo feliz, Atenas, 1994, pp. 73-74).
Seguramente, buena parte de la jerarquía eclesiástica sigue oponiéndoseal cambio bajo el pretexto de querer mantener la fidelidad al patrimonio auténtico del cristianismo. Pero no es ese el problema. La cuestión está en no abrirse a un modelo cultural distinto, que obliga a relativizar modelos del pasado y a distinguir lo que en ellos hay de contenido fundamental de la revelación y de formulación variable del mismo.
La merma o ausencia de democracia dentro de la Iglesia se muestra en tres cosas:
A) Vuelta al modelo de Iglesia preconciliar, en el que la Iglesia era entendida en paralelismo radical al mundo, como si no necesitara par nada de él. Ella sería el único lugar de lo sagrado, de la salvación, de los valores éticos y, por tanto, de la solución para los problemas. El mundo sería el lugar del mal y de lo negativo. No se puede confiar en él.
B) Reimplantación hegemónica de la jerarquía. La jerarquía volvería a ser el elemento central y dominante, en desigualdad con la comunidad. Tal posición imposibilita que la Iglesia funcione desde la responsabilidad y creatividad de la comunidad y acepte la renovación.
C) Una teología institucional uniforme y eclesiocéntrica, que supervalora el papel de la autoridad y del magisterio, que marca jurídicamente el ámbito de pertenencia a la Iglesia, que acentúa lo propio frente a lo común y que frena y deslegitima a los movimientos más críticos y transformadores. Se busca una Iglesia fuerte, socialmente cohesionada, que permita actuar con homogeneidad poderosa.
El por qué o interpretación de una “Iglesia sin democracia”
Yo creo ver la edificación del autoritarismo eclesiástico sobre el concepto de una obediencia ciega como “ideal de vida”, que lleva a extinguir el yo, trasladando la voluntad propia a la voluntad de otro. Esta dejación se reviste de humildad, pero en el fondo se trata de ir reduciendo el yo -indigno, pecador, inseguro, recalcitrante- para que interiorice las consignas de la autoridad. Se sustenta así la convicción de que lo personal es falso, sospechoso, inauténtico, contrario a la voluntad de Dios, es decir, se engendra una radical desconfianza en sí mismo y una tendencia a depositar la responsabilidad, el crédito y la salvación en las orientaciones de los que mandan.
Una expresión máxima de esta mentalidad la vemos en el texto de Inocencio II cuando escribe: “Todo clérigo debe obedecer al Papa, aun cuando le ordene hacer el mal, ya que nadie puede juzgar al Papa” (Citado por Drewermann, en Clérigos, p. 413).
Y comenta al respecto el mismo Drewermann: “En nuestro tiempo sólo tenemos una palabra para describir esa mentalidad: fascista. Un ´caudillo´ que es dueño de la verdad y del derecho, que exige la obediencia como medio para imponer las verdades establecidas. ¡Qué perversión de la ´verdad´ del cristianismo! ¡Qué lejos está la realidad imperante hoy en la Iglesia de aquellas palabras sarcásticas de Jesús en Mc 10, 42 sobre la ´tiranía´ que los gobernantes ejercen sobre sus súbditos, y del enérgico mandato: ´Entre vosotros no sea así´“ ( Idem, Clérigos, p. 414).
De esta manera, el colectivo jerarquía se disuelve en una magnitud absoluta, incuestionable, que pretende ser la verdad misma. La verdad en este caso ya no se hace depender de razones, sino de la función. Por el simple hecho de ser autoridad se tiene la verdad. Las personas concretas no cuentan para nada. El grupo jerárquico, por otra parte, se identifica con Cristo y, así, obedecerle a él es obedecer a Cristo. La anulación de sí mismo y de la propia inteligencia y voluntad se elevan a categoría de ideal cristiano: “Aparece como aberrante y escandaloso que, entre todos los movimientos espirituales y culturales de Occidente, la Iglesia católica haya sido la única que se ha atrevido a mantener hasta hoy su interpretación de la ´obediencia evangélica`, entendida como una sumisión incondicional del individuo a la voluntad de los superiores eclesiásticos, y que no ha querido adaptar su estilo de vida comunitario al espíritu fundamental de la era moderna, es decir, a la libertad del hombre y, en particular, a la `libertad del cristiano´” (Drewerman, Idem, p. 411).
¿Qué es, pues, lo que lo que fundamenta el autoritarismo eclesiástico?
Descubrir en virtud de qué mecanismo una persona renuncia a sí misma dejándose creer que su realización se alcanza por el camino inverso de la obediencia es dar seguramente con la base que sustenta el autoritarismo eclesiástico. Drewermann desarrolla una tesis original, que se puede sintetizar en estos aspectos: 
1. Los clérigos son el eje de la Iglesia. A pesar de la nueva eclesiología del Vaticano II, los clérigos son y siguen siendo la clase preferente de la Iglesia.
2. Por consiguiente, la continuidad y el éxito están asegurados mientras pueda mantenerse fuerte esta clase preferente. Pero, entiéndase, los clérigos son tales no por cuenta propia sino porque se ajustan a una características estructurales que se les exigen para poder ejercer su función.
3. Esta característica consiste en desarrollar en su vida la función central de clérigo, que le confiere oficialmente (es ordenado por el obispo a quien se siente vinculado y sometido incondicionalmente) el rango de “jefe”, de ser “extraordinario”, de “mediador de la divinidad”, etc. Su proyecto y camino personal quedan asumidos y reemplazados por el proyecto y camino clerical.
4. Su realización como persona va unida a esta función, que le exige obediencia a sus superiores y le le demanda exigirla a sus subordinados. Obedecer y, a su vez, mandar, es lo suyo. La función le viene dada, lo suyo es ser funcionario de Dios tal como se le prescribe, es decir, lo clerical se instaura en su vida como elemento autónomo. Sus aspiraciones de crear, expresarse con libertad, realizar sus sentimientos con sinceridad podrá hacerlo mientras no se lo prohíba el “superego” clerical. El clérigo debe realizarse según las exigencias de esta su función y no según las exigencias de su propia persona. Nunca en público podrá tener él la razón y la verdad sino su condición de clérigo.
El clérigo, si se quiere acabar con la raíz de todo despotismo eclesiástico, debe atreverse a pensar, a pensar por cuenta propia y expresar sus convicciones para no ser, cuando haga falta, un funcionario, mero ejecutor de los mandatos de una estructura jerárquica. Esto supone, y requiere, estudio y convicciones profundas, sinceridad y, si el caso lo requiere, valentía para oponerse a lo establecido: “La mentalidad funcional empuja inexorablemente de todo clérigo a poner su lealtad al deber ministerial por encima de la sinceridad personal y del auténtico amor a la libertad” (Idem, p. 122).
0 Comentarios



Deja una respuesta.

    Picture
    Ayuda al Blog que publica todos los días diferentes áreas, queremos seguir publicando

    EL BLOG

    El blog es uno dedicado al análisis en general de muchos puntos desde la ópica teológica. La meta es impulsar el estudio amplio y profundo de la fe y de la razón, siendo ambos elementos fundamentales de la vida.

    Picture
    Picture
    Picture
    Picture
    SABES QUE PUEDES HACER COMENTARIOS A LAS REFLEXIONES O ENSAYOS TEOLOGICOS QUE APARECEN EN EL BLOG, SI PUEDES INTENTALO...

    Archivos

    Febrero 2023
    Enero 2023
    Septiembre 2022
    Enero 2022
    Diciembre 2021
    Noviembre 2021
    Octubre 2021
    Septiembre 2021
    Agosto 2021
    Julio 2021
    Junio 2021
    Mayo 2021
    Abril 2021
    Marzo 2021
    Febrero 2021
    Enero 2021
    Diciembre 2020
    Noviembre 2020
    Octubre 2020
    Septiembre 2020
    Agosto 2020
    Julio 2020
    Junio 2020
    Mayo 2020
    Abril 2020
    Marzo 2020
    Febrero 2020
    Enero 2020
    Diciembre 2019
    Noviembre 2019
    Octubre 2019
    Septiembre 2019
    Agosto 2019
    Julio 2019
    Junio 2019
    Mayo 2019
    Abril 2019
    Marzo 2019
    Febrero 2019
    Enero 2019
    Diciembre 2018
    Noviembre 2018
    Octubre 2018
    Septiembre 2018
    Agosto 2018
    Julio 2018
    Junio 2018
    Mayo 2018
    Abril 2018
    Marzo 2018
    Febrero 2018
    Enero 2018
    Diciembre 2017
    Noviembre 2017
    Octubre 2017
    Septiembre 2017
    Agosto 2017
    Julio 2017
    Junio 2017
    Mayo 2017
    Abril 2017
    Marzo 2017
    Febrero 2017
    Enero 2017
    Diciembre 2016
    Noviembre 2016
    Octubre 2016
    Septiembre 2016
    Agosto 2016
    Julio 2016
    Junio 2016
    Mayo 2016
    Abril 2016
    Marzo 2016
    Febrero 2016
    Enero 2016
    Diciembre 2015
    Noviembre 2015
    Octubre 2015
    Septiembre 2015
    Agosto 2015
    Julio 2015
    Junio 2015
    Mayo 2015
    Abril 2015
    Marzo 2015
    Febrero 2015
    Enero 2015
    Diciembre 2014
    Noviembre 2014
    Octubre 2014
    Septiembre 2014
    Agosto 2014
    Julio 2014
    Junio 2014
    Mayo 2014
    Abril 2014
    Marzo 2014
    Febrero 2014
    Enero 2014
    Diciembre 2013
    Noviembre 2013
    Octubre 2013
    Septiembre 2013
    Agosto 2013
    Julio 2013
    Junio 2013
    Mayo 2013
    Abril 2013
    Marzo 2013
    Febrero 2013
    Enero 2013
    Diciembre 2012
    Noviembre 2012
    Octubre 2012
    Septiembre 2012
    Agosto 2012
    Julio 2012
    Junio 2012
    Mayo 2012
    Abril 2012
    Marzo 2012
    Febrero 2012
    Enero 2012
    Diciembre 2011
    Noviembre 2011
    Octubre 2011
    Septiembre 2011
    Agosto 2011
    Julio 2011
    Junio 2011
    Mayo 2011
    Abril 2011
    Marzo 2011
    Febrero 2011
    Enero 2011
    Diciembre 2010
    Noviembre 2010
    Octubre 2010
    Septiembre 2010
    Agosto 2010
    Julio 2010
    Junio 2010
    Mayo 2010
    Abril 2010

    Categorias

    Todo

    Canal RSS

    Picture
Centro Humanístico © Derechos Reservados 2010-2023
  • Blog
  • Escritos de Teólogos
    • + Mons. Romero
    • Leonardo Boff
    • David Guadalupe EJ
    • Jose Maria Castillo
    • José Arregui
    • Felix Struik OP
    • José Antonio Pagola
    • Sor Lucia Caram OP
    • Hans Kung
    • Jesus Bastante
  • Poemas
  • Preguntas
  • Envía tu escrito
  • Información
    • Contactenos
    • Centro Humanístico
    • Términos y Condiciones de Uso
    • Política de Privacidad
    • Derechos de Autor