El Señor está cerca... Dios siempre está aquí; junto, dentro, cerca...
Dios nos abraza y nos habita. Está cerca de quienes aman y anhelan, de quienes luchan y se entregan, de quienes lloran y más lo necesitan. Está cerca de quienes padecen las consecuencias de cualquier forma de violencia. Dios está cerca de los empobrecidos y los abatidos, de las personas a las que nadie se acerca, aquellas que no tienen ni tendrán posibilidades de un empleo digno y justamente remunerado, de vivienda higiénica y segura, de acceso a la enseñanza, de vestido, de alimentación adecuada y de ocio sano. Dios está cerca de los que lloran amargamente por la guerra, las adicciones, el abandono y el rechazo... Ahora mismo, sea que te des cuenta o no, Dios está muy cerca de ti... Seamos entonces, a su imagen y semejanza, Iglesia cercana. Salgamos al encuentro de la historia, del mundo, de quienes piensan diferente. Abramos las puertas, no solamente para acoger y dar una cordial bienvenida, también para salir y acercarnos... Tengamos gestos, sencillos pero concretos, de cercanía, cariño y buen humor y dejemos todo signo de autosuficiencia y poderío. Cristiana no es la persona que se aleja con el pretexto de orar, sino aquella cuya oración le acerca más a Dios y a los demás. Así que, cuando me acerco conscientemente a Dios por medio de la oración, ¿me siento más cerca de Dios y de mi pueblo...? ¿A quién acerco a Dios en mi oración? ¿De quién me siento más cerca? ¿Quién necesita más de nuestra cercanía? ¿Me siento Iglesia, enviada por Jesús para hacerlo presente y acercarse a la gente en su vida cotidiana y en sus dolores y esfuerzos diarios? ¿Me acerco a escuchar y comprender a los demás para amarles, o me acerco para hacerme oír e intentar imponer mi perspectiva? Dime cómo oras... y te diré quién eres... Dios bueno, que estás siempre cerca; Que tu Iglesia, seamos pueblo cerca de quienes sufren. Que sepamos acercar tu cariño a quienes se sientan lejos. Que sepamos ser puentes que acerquen a los distanciados. Hoy concédenos tu Espíritu Santo de comunión, que nos libere de quedarnos en nuestro falso y limitado yo. Que nos sintamos pueblo sacerdotal y oremos siempre en plural: invocando tu amor poderoso en toda circunstancia, para los demás. Dios bueno, creemos que estás siempre cerca... Nos duele y conmueve el dolor de las víctimas en el planeta... estás cerca... Nos indigna y enojan las consecuencias del egoísmo y la voracidad insaciable... estás cerca... Nos lastima el llanto de los inocentes... estás cerca... Cuando miramos la realidad, tan enferma de violencia y soñamos con un mundo más humano y más equitativo y en paz... estás cerca... Cuando sentimos desde las entrañas el impulso de ponernos de pie, salir de nuestras seguridades, al encuentro de la vida y esforzarnos para que reine la vida... estás cerca... Cuando la risa y la sonrisa nos inunda, cuando la ilusión y el cariño nos alienta, cuando la esperanza nos hace respirar hondo, cuando la amistad nos acerca... ¡Tú estás cerca! Espíritu Santo, movidos por ti, nos ofrecemos en comunión con Jesús para que en el mundo reine tu pasión por la vida y reine la cercanía y la fraternidad.
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