El Reino de Dios, es Dios actuando con misericordia y perdón. Esta certeza es la que movió a Jesús a salir a los caminos, a encontrarse con los hombres y mujeres necesitados. El Reino de Dios no es un lugar de poder, es una experiencia que nos provoca a salir de nosotros/as mismos/as y buscar en los pliegues de la vida la salvación que el Abba nos ofrece y con la que nos invita a luchar a su lado contra el mal que acecha al ser humano y al mundo en el que vive.
Y les hablaba en parábolas La lectura de este domingo forma parte de uno de los 5 discursos en los que Mateo recoge las enseñanzas de Jesús. En esta ocasión nos encontramos con tres parábolas cargadas de sugerencias y contrastes y que Jesús dirige especialmente a sus discípulas y discípulos. Cuando estamos acostumbrados/as a elaborar grandes reflexiones sobre Dios y su relación con el ser humano nos puede sorprender que Jesús escoja pequeñas narraciones para expresar lo mismo. Ante ellas podeos quedarnos en lo anecdótico de la historia o hacer rebuscados análisis para sacar a la luz el mensaje que encierran. Pero el objetivo de Jesús era diferente, él quería sorprender, provocar las intuiciones y sentimientos que están en nuestro corazón. Por eso sus historias se resisten a la racionalización y se abren a la propuesta y a la utopía. El Reino de los cielos El Reino de los Cielos es una expresión que, aunque no es muy frecuente en la Biblia, si era familiar a quienes escuchaban a Jesús que la entendían como una forma de nombrar a Dios. Israel siempre ha preservado con mucho cuidado el nombre de Dios y mantiene la prohibición de utilizar el nombre de Yahvé. Por eso se solían utilizar diversas expresiones para dirigirse a él. En este caso Jesús utiliza Reino de los cielos. La realeza es un atributo divino que encontramos en los salmos con cierta frecuencia y que evoca el deseo de dejar a Dios ser Dios en medio de su pueblo. Cuando Jesús habla del “Reino de los cielos o del reino de Dios” está diciendo eso, pero con unos matices muy concretos que va a provocar en muchos de los que lo escuchaban escándalo y preocupación porque rompe con esas imágenes reduccionistas de Dios que ponen límites a la salvación pero que dan seguridad. Para Jesús Dios mismo; está actuando en el hoy concreto de la historia y lo está haciendo con misericordia y perdón para todo ser humano. Por eso sus palabras, curaciones y sus controvertidas comidas buscaban visibilizar esa presencia gratuita y amorosa de Dios en medio de su pueblo. Siempre fieles y gratuitas/os En las parábolas del evangelio de este domingo Jesús al dirigirse a su grupo de seguidores y seguidoras quiere incidir en dos cosas: 1.- Encontrarse con Dios es una experiencia inigualable, capaz de cambiar nuestra vida y sobre todo de hacernos hombres y mujeres felices. Una felicidad que abre nuestro corazón a la gratuidad, a la sencillez y al compromiso porque la hemos encontrado, no por nuestro esfuerzo, sino porque como el tesoro o la perla estaba allí esperándonos como un regalo personal de un Dios apasionado por cada uno/a de nosotros/as. 2.- Sentirse sostenidas/os en las buenas manos de Dios, es confiar y arriesgarse a echar las redes más allá de lo conocido, aprender a discernir lo bueno de lo malo y a mantener viva la memoria de nuestra fe, actualizándola, recreándola para que no deje de ser significativa para cada nueva generación.
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