La psicología social nos ofrece los rasgos fundamentales delverdadero líder. En primer lugar, va desde la independenciaemocional y de criterio, -para captar el sentimiento y emocionesdel grupo y adecuarlas a la realidad- pasando por laautoconfianza, que en este caso implica no depender de laaprobación o aplauso de los demás. En segundo lugar, el Iídernecesita reconocer sus propias limitaciones y saber cuandocontener o aplazar una acción determinada, es decir, priorizar lareflexión sobre el corazón. Una tercera característica es que elIíder debe también ser racionalmente apasionado, rasgo queimplica saber encauzar las emociones, en otras palabras, tenerla capacidad de apasionarse sin perder en reflexión. Por último,según la psicología social, el Iíder debe ser reflexivo desde lamodestia, es decir, ser flexible, tolerante y abierto a opiniones ycríticas contrarias.
Estos rasgos del perfil de los Iíderes nos permiten comprender mejor la condición de los dirigentes del pueblo de Israel. Este pueblo en su peregrinaje enfrentó todo tipo de dificultades. Sufrió profundas crisis, desconciertos, amenazas y derrotas. Pero también obtuvo y disfrutó de victorias sorprendentes y milagrosas que quedaron grabadas en su historia de pueblo. A lo largo de la historia del peregrinaje de Israel podemos ver como Dios suple la necesidad de hombres y mujeres que guíen, orienten y conduzcan al pueblo a la victoria y su destino final. Dios demuestra su capacidad de elección para otorgarle al pueblo Iíderes con sabiduría y arrojo, capaces de dejarse interpelar por los acontecimientos de la historia como también por Dios y su pueblo. Débora, Iíder del pueblo de Israel mostró los rasgos fundamentales del liderazgo. Motiva e integra las necesidades de su pueblo, se organiza y prepara una estrategia para conseguir los objetivos. Promueve en sus seguidores emociones más de identificación y amistad que de miedo y aversión. Rompe el ciclo del miedo que tenía el pueblo después de haber sufrido la opresión. Recuerda las promesas de Dios, infunde el valor y proyecta al pueblo a la victoria. "Iré contigo" son las dos palabras claves para la motivación del pueblo (Jue 4,9a). El líder en muchas ocasiones quiere estar seguro que los pasos que ha de dar sean los más apropiados para conseguir el triunfo de su pueblo. EI perfil de actuación de Gedeón (Jue. 6,19-21; 36-40) nos muestra unos rasgos que favorecen las tareas del liderazgo. AI ser lIamado a una tarea específica por Dios entiende sus limitaciones. Por otro lado, no actúa irreflexivamente, prioriza la reflexión para no actuar apresuradamente. Gedeón busca la confirmación porque entiende que la tarea es grande y requiere doble confirmación. Es un Iíder capaz de apasionarse sin perder su capacidad de reflexión ante la tarea encomendada por Dios. La idea que los líderes no se equivocan es una falacia. Las escenas que nos muestra la historia de Israel son un claro ejemplo de lo que estamos señalando. Así tenemos que algunos de los Iíderes más destacados de este pueblo, entre ellos, Sansón, Saúl, David, demostraron ser simplemente seres humanos sujetos a tentaciones, errores y derrotas. Pero el énfasis no está en el elemento puramente humano de los Iíderes del pueblo de Israel sino que el acento está en el Dios que hizo a estas personas Iíderes de su pueblo. De tal manera que entra en juego aquí el arrepentimiento verdadero, el perdón y restauración como acto soberano de Dios. Los Iíderes que experimentaron la derrota, se arrepintieron y clamaron a Dios por su restauración. EI peregrinaje de la existencia de estos seres humanos va desde la derrota al triunfo más importante de sus vidas. La dependencia en Dios por parte del líder es clave y fundamental según nos muestra la Escritura. Así tenemos que la caída de Saúl comenzó en el momento en que confió más en las habilidades de su ejército y el apoyo de su pueblo que en el poder de Dios. La clave del liderazgo está en la convocatoria de Dios y la respuesta del que ha sido elegido por él. Samuel supo responder al momento de la convocatoria de Dios para su pueblo. Respondió en el momento de crisis de su pueblo. Precisamente cuando el pueblo no caminaba en la voluntad del Dios. La triple misión que Dios Ie encomienda es clara: Ilamar al arrepentimiento, ser profeta, tener visión de futuro y ser ministro para su pueblo (I Sam. 7,3-12). Una de las escenas más significativas en relación a la convocatoria de Dios para dirigir a su pueblo está en la elección de David. Dios escoge de acuerdo a su forma de ver la vida, de acuerdo a su propósito. No mira aquello que es evidente y atractivo a los ojos del pueblo él mira lo que nosotros no vemos, aquello que vale más que la apariencia. Ve nuestro interior. Así, en este entorno, David es escogido por Dios para guiar a su pueblo. David demostró su sinceridad y aprecio por aquellos que amaba y respetaba como Iíderes del pueblo de Israel. La admiración y respeto que David sentía por el liderazgo de Saúl y su hijo Jonatán nos refieren a la sinceridad y valor de éste. EI estilo de liderazgo, con vocación de consenso y equilibrio en el poder, hizo que David se transformara en un Iíder respetado y querido por todos sus gobernados. EI hecho que el pueblo reconociera que su líder no era un extraño entre ellos nos muestra el grado de empatía del Iíder con su pueblo. EI sentido de pertenencia y adaptación como claves para un liderazgo efectivo y prometedor. Finalmente, el ejemplo más notorio del liderazgo con base en la piedad y la sabiduría lo tenemos en Salomón. Es el líder que ante tan grande oferta de pedir lo que quiera a Dios pide sabiduría para dirigir a su pueblo. Se destaca aquí su independencia emocional y de criterio. Sabe captar las emociones grupales con el fin de adecuarlas a la realidad sin aceptarlas tal y como son vividas por el resto de las personas. Preserva su versión de la realidad para poder juzgar. Salomón practica los ejercicios de espiritualidad, la piedad, oración, ayuno. Dios Ie concede su petición. Le pidió a Dios un corazón que entienda para juzgar con equidad. El liderazgo de Salomón nos enseña que podemos emprender, como Iíderes, grandes cosas para Dios y podemos esperar grandes cosas de Dios. Hoy necesitamos Iíderes del calibre psicológico, social, cultural y espiritual como los que hemos visto hasta aquí. Particularmente, que puedan demostrar la capacidad de apasionarse sin perder en la reflexión, que sean flexibles, tolerantes, abiertos, con capacidad de diálogo y sobre todo que aprendan a depender de Dios tanto en la derrota como en el triunfo. Necesitamos hombres y mujeres que ejerzan el liderazgo pastoral desde la perspectiva del Siglo XXI sin perder de vista la vocación a la cual han sido llamados. Que tengan presente las claves de la presencia del Espíritu de Dios que se traducen en inspirar a la iglesia a la unidad, removiendo barreras que nos convierten en extraños y haciendo real la oración del Señor Jesucristo que todos seamos uno. Si inspirar a otras personas es una clave ministerial otorgada por el Espíritu también lo es el fortalecer el servicio de los creyentes. Necesitamos líderes que ejerzan la función de estrategas de la misión del Señor entre nosotros como congregación y como pueblo de Dios en Puerto Rico. Luchar continuamente para que la timidez que existe muchas veces al interior de nuestras congregaciones se cambie en valentía y arrojo, riesgo y servicio. Animando a los desalentados y removiendo la indiferencia y apatía de algunos que se resisten a ser testigos de Dios hoy.
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