Analistas y politólogos siguen tratando de explicar el inesperado triunfo de Donald Trump a la presidencia de Estado Unidos. Basados en encuestas de salida, diversos académicos han focalizado al voto religioso conservador como uno de los factores determinantes en el triunfo de Trump. En concreto, el voto de evangélicos y católicos blancos como clave en la victoria del candidato republicano. Estos datos fueron proporcionados por el estudio del Centro de Investigación Pew, que comprendió una encuesta de salida, en la cual asienta que los evangélicos blancos son 26 por ciento del electorado estadunidense y 81 por ciento de ellos votaron por Trump, a pesar de tener fuertes dudas sobre la calidad del candidato; algunos le reprochaban ser racista, misógino y no apto para la presidencia.
En contraparte, sólo 16 por ciento votaron por Hillary Clinton. Igualmente, la mayor parte de los católicos se fueron con Trump; éstos representan 23 por ciento del electorado: 52 por ciento apoyaron a Trump, mientras 45 por ciento fueron para Clinton. Los católicos blancos sufragaron por él en proporciones mucho mayores a los católicos hispanos. Aquí no hubo efecto Francisco y el voto católico fue mucho menor al registrado por Barack Obama en las contiendas anteriores. Recordemos que Francisco, en su vuelo de regreso a Roma, en febrero de 2016, después de pasar unos días en México, recriminó a Trump la propuesta de construir muros, porque no era cristiano. Otra constatación significativa fue que, entre más practicantes en su religión, los votantes se inclinaron más por el candidato republicano. La mayoría de los practicantes semanales respaldaron a Trump sobre Clinton, de 56 a 40 por ciento. No hubo sorpresas cualitativas, sino cuantitativas. La participación de comunidades religiosas rompió récords. Quienes dijeron que asisten a los servicios religiosos de forma más esporádica, es decir, entre un par de veces al mes y un par de veces al año, estaban apretadamente divididos. Y los que dijeron que no asisten a los servicios religiosos respaldaron a Clinton sobre Trump por un margen de 62 a 31 por ciento. Pese a su creciente influencia demográfica, los católicos latinos no hicieron diferencia en estas elecciones: 67 por ciento fue para Clinton y 26 para Trump. El voto judío fue mayoritariamente para Clinton, quien obtuvo 71 por ciento en comparación con 24 por ciento de Trump. Sin embargo, no representa una gravitación cuantitativa relevante. Lo mismo pasa con el voto musulmán, que apenas llega a 1 por ciento (http://www.pewresearch.org/). Dada la histórica y fundante diversidad religiosa en Estados Unidos, el peso de las comunidades religiosas es importante en ciertas identidades de la vida cultural, racial y política de aquella nación. En las últimas décadas, los conservadores religiosos se han venido convirtiendo en factor de incidencia política respetable. Tuvieron auge en las elecciones de Ronald Reagan y en las contiendas de los Bush, padre e hijo. Después de 8 años de gobiernos demócratas y de una creciente secularización, muchos aventuraron su decadencia. Sin embargo, las elecciones pasadas han mostrado lo contrario. La derecha religiosa conservadora sigue teniendo una capacidad de peso de consideración en la política estadounidense. Millones de votantes cristianos evangélicos son dirigidos por influyentes líderes, especialmente pentecostales, dinámicos y carismáticos que inciden en la llamada derecha religiosa, que han gravitado en el ánimo electoral ayudando a impulsar a los candidatos republicanos a la Casa Blanca en varias ocasiones. A pesar de que su poder ha disminuido en los últimos años, politólogos sostienen que la era de los values voters aún no ha terminado. En esta contienda muchos conservadores religiosos se preguntaron: ¿puede un cristiano conservador comprometido con valores como la familia, la honestidad y la caridad apoyar a un candidato como Donald Trump, que su Dios es el dinero, que hace trampa, miente, cambia de opinión y presume agredir sexualmente a las mujeres? ¿Un cristiano conservador puede creer a un candidato pragmático en campaña, confiar en él cuando en el pasado ha estado en favor del aborto y de los matrimonios homosexuales? Los cristianos conservadores fueron capaces de perdonar al Trump impuro y canalla, ante el temor de que la administración de Hillary Clinton regule sus libertades religiosas, utilizar dinero público para financiar abortos y ampliar los derechos de los homosexuales y transexuales, así como exhibir pasividad ante los musulmanes dentro y fuera de Estados Unidos. Trump advirtió en las reuniones con cristianos conservadores que sólo él era su última esperanza para protegerlos de una cultura cambiante, con el estribillo esta es su última oportunidad. Otra razón por la que los conservadores se inclinaron son las ofertas que hizo Trump a la derecha cristiana. En una carta, el mes pasado, a los católicos, Trump denunció lo que llamó hostilidad a la libertad religiosa, y prometió: Voy a defender sus libertades religiosas y el derecho de ejercer plena y libremente su religión, como individuos, propietarios de negocios e instituciones académicas. Durante la campaña se definió un candidato Pro vida, en contraposición a la opción Pro-choice de Clinton. Trump se comprometió a derogar la enmienda Johnson, una regla de restricción y multas a pastores que se adhieran a los candidatos desde el púlpito. El 9 de septiembre de 2016, en una cumbre de líderes evangélicos en Washington, coordinada por el poderoso Family Research Council, Trump prometió: Lo primero que tenemos que hacer es dar voz de nuevo a nuestras iglesias. También ofreció nombrar jueces conservadores en la Corte Suprema para derrotar al Isis, frenar los matrimonios igualitarios y abortos. “También voy a luchar por los valores familiares americanos. La familia americana debe estar en el centro de cualquier programa de lucha contra la pobreza”. Trump supo trabajar electoralmente los tradicionales núcleos religiosos, mientras Clinton fue pasiva y lejana. El conservadurismo religioso está lleno de hipocresías. Es igualmente pragmático y tan utilitario como Trump. El triunfo del magnate es un duro golpe para las organizaciones de derechos de homosexuales, lesbianas, bisexuales y personas transgénero, que habían encontrado cobijo en Clinton. Ahora, con Trump vencedor, los líderes evangélicos dicen estar seguros de que cumplirá las promesas políticas que hizo. Sin duda se abrirán nuevas batallas de la llamada guerra cultural en nuestro país vecino. ¿Qué repercusiones tendrá en México el ascenso de la derecha religiosa? ¿Estaremos bajo fuego cruzado? ¿El efecto Trump ultraconservador vs el efecto Francisco reformista?
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