Tanto en los "talleres de meditación" como en los distintos grupos en que abordamos el acceso a la interioridad (o espiritualidad), es creciente el interés, expresado por padres y educadores, de ayudar a los niños y jóvenes a entrar en contacto con esa dimensión.
¿Cómo favorecer en los niños el acceso a la interioridad, el descubrimiento de su dimensión espiritual o la práctica de la meditación? De formas distintas, lo que se está buscando es el modo y las "herramientas" para que los más jóvenes puedan experimentar la dimensión profunda de la realidad, empezar a vivirse desde ella y comprobar que es "desde dentro" como se operan los cambios eficaces y donde se encuentra la felicidad. En cierto sentido, esa demanda podría sintetizarse diciendo que, así como desde hace unos años se ha empezado a tener en cuenta la llamada "inteligencia emocional", quizás sea hora de abrirnos a la riqueza que aporta la "inteligencia espiritual". No hace mucho tiempo, un profesor de primaria me decía: "Cada vez tengo más claro que uno de los mejores servicios que podemos hacerles a los chicos es ayudarles a observar su mente". Lo que planteaba con esas palabras es claro: hay que trabajar el desarrollo de la mente, pero tienen que descubrir que son más que la mente. Hablar de "inteligencia espiritual" no significa hablar de religión, sino de "profundidad" y de "conciencia transpersonal, transmental o transegoica". Significa experimentar que somos más que nuestros pensamientos y emociones y que, cuando accedemos a esa dimensión, todo es percibido de un modo radicalmente nuevo. Incluso un filósofo que se reconoce ateo, como André Comte-Sponville, afirma abiertamente que "la espiritualidad es el aspecto más noble del ser humano". Y cualquiera que entra por ese camino puede comprobar cómo la llamada "inteligencia espiritual" potencia capacidades como la serenidad, la observación desapegada de lo que ocurre, la libertad interior, la compasión... De hecho, en aquellos centros educativos en los que se ha empezado a trabajar la "educación de la interioridad", hasta los profesores más escépticos han terminado reconociendo que, tanto la vivencia personal de los muchachos como las relaciones entre ellos se han enriquecido notablemente. Y que, para sorpresa de muchos, terminan siendo los propios alumnos quienes reclaman la práctica de la meditación, como modo de acallar la mente y aprender a vivir en el presente. En definitiva, se trata de ayudar a los niños a desarrollar lo que llamamos "atención plena" (mindfulness, en el mundo anglófono), la capacidad de vivir en el "aquí y ahora". Todo lo demás se irá dando... Como decía al inicio, el interés de los educadores por esta cuestión es cada vez más manifiesto. Y, paralelamente, cada vez son más los colegios que se hallan embarcados en esta tarea, como una inquietud que se contagia. Genéricamente, se suele hablar de "Educación de la interioridad", debido a que, para muchos de nuestros contemporáneos, la palabra "espiritualidad" viene cargada de connotaciones negativas. Porque se asocia a algo anacrónico, obsoleto, doctrinario, confesional... Sin embargo, al mismo tiempo, se está empezando a revalorizar aquello a lo que la espiritualidad genuina se refiere: la dimensión profunda, sin la que todo lo humano se empobrece, abriéndose camino el vacío existencial. Debido precisamente a esta nueva consciencia que está emergiendo, y superados los arcaicos y reductores prejuicios materialistas de donde veníamos, son cada vez más las personas que están "saliendo del armario espiritual". Quizás nos estamos haciendo cada vez más conscientes de que el olvido de esa dimensión profunda conduce a una "anemia espiritual" insoportable (Mónica Cavallé), que hace que "la epidemia más grave del mundo moderno sea la superficialidad" (Raimon Panikkar), cuya consecuencia es la egocentración y el vacío. Pues bien, en este marco, quiero referirme a un programa específico, en el que han trabajado, durante casi dos años, un equipo de asesores y profesoras del Centro de Profesores y Recursos (CPR) "Juan de Lanuza", de Zaragoza. El equipo se llama "SATI". Y el programa, "AULAS FELICES". Es un programa fundamentado en la Psicología Positiva. Al parecer, es uno de los primeros programas educativos en España basado en esta corriente y cuenta con el respaldo de la Universidad Complutense de Madrid y la Sociedad Internacional de Psicología Positiva. El Programa va dirigido a alumnos de entre 3 y 18 años, y está disponible gratuitamente en Internet:http://catedu.es/psicologiapositiva/ , donde puede descargarse tanto el libro como los anexos. Si junto con la "inteligencia operativa" (o capacidad de resolver problemas mediante el razonamiento lógico), ayudamos a desarrollar la "inteligencia emocional" (o capacidad de nombrar y gestionar las propias emociones, y de relacionarnos con los otros constructivamente) y la "inteligencia espiritual" (o capacidad de trascender el yo, separando la conciencia de los pensamientos), estaremos favoreciendo eficazmente un crecimiento integral, armonioso y solidario, sobre los fundamentos más firmes. El desarrollo de la "inteligencia espiritual" requiere ejercitar la atención al momento presente y, más en general, la práctica de la meditación. Meditar significa aprender a aquietar la mente, venir al momento presente y atender a lo que está aconteciendo. Son cada vez más los colegios que están iniciando a los niños en esta práctica; y son también cada vez más los padres y madres que lo están haciendo con sus hijos. Si bien es cierto que esta práctica sólo puede enseñarla quien la vive, no lo es menos que hay "materiales" o "herramientas" que pueden ayudar a quien quiere introducir en ella a los niños. Por eso, es de esperar que vayan apareciendo libros que ofrezcan "recursos" en este campo. Por mi parte, quiero destacar dos web que pueden ser de interés: http://www.proyectopv.org/2-verdad/105contensmeditar.htm Trata expresamente de cómo enseñar a meditar a los niños. www.covamanresa.cat Y en concreto, dentro de ella, este apartado: http://www.covamanresa.cat/index.php?option=com_eventlist&view=categoryevents&id=7&Itemid=76&lang=es Son talleres para la "educación de la interioridad". Las personas que los dirigen –Carmen Jalón y Elena Andrés- trabajan directamente con niños o bien con educadores interesados en esta formación. Y, para terminar, me gustaría recomendar a un autor que dice cosas interesantes sobre este tema. Se trata de Francesc Torralba, director de la cátedra Ethos, de Ética Aplicada, de la Universidad Ramon Llull, que acaba de publicar un libro titulado "Inteligencia espiritual" (editorial Plataforma). Podéis escuchar sus planteamientos en un video colgado en Youtube, en esta dirección:http://www.youtube.com/watch?v=LpyfYURViEo Tengo un sueño: que, traspasando el reduccionismo del "mundo chato" (Ken Wilber), que ha caracterizado a gran parte de nuestra cultura –anclada en una visión obsoleta de la realidad, que depende del modelo materialista de la física clásica, hoy ya superado-, seamos capaces de acompañar a los niños en el encuentro con su interioridad. Para que, a la vez que construyen y afirman su identidad psicológica (el "yo"), aprendan que son infinitamente más que él y, gracias a la práctica de la atención, sean capaces de vivir en el presente y de reconocer su Identidad más profunda, aquella identidad "compartida", en la que experimentamos, simultáneamente, la Plenitud de ser y la Unidad con todos y con todo. El sueño es que, en el siglo XXI, se reconozca la dimensión espiritual (transpersonal) de la vida humana, con todo lo que ello implica a todos los niveles. Porque negar o no tener en cuenta la dimensión espiritual es reducir al ser humano, olvidando precisamente aquello que lo constituye en su verdad última. El cultivo de la auténtica espiritualidad no es una huida del mundo real; no es tampoco la adhesión a una confesión religiosa, a unas creencias o dogmas. Es la práctica que conduce nada menos que a experimentar y vivir lo que realmente somos. Por eso, sólo esta experiencia nos garantiza encontrar "nuestra casa", hallarnos a nosotros mismos en aquel "lugar", donde hacemos la experiencia de Unidad con todos y con todo, donde "todo está bien". Únicamente ahí nos encontramos -más allá de nuestro "pequeño yo"- con nuestro verdadero Ser. Y eso lo cambia todo... ¿Cómo privar a los niños del descubrimiento y vivencia de esta dimensión (interior, profunda, espiritual, transpersonal...) en la que, frente al vacío nihilista, propio del yo, se juega la plenitud de la vida? Como decía Kierkegaard, en un ingenioso juego de palabras, "me habría ido al fondo si no hubiera ido al Fondo".
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