BLOG DE TEOLOGIA
  • Blog
  • Escritos de Teólogos
    • + Mons. Romero
    • Leonardo Boff
    • David Guadalupe EJ
    • Jose Maria Castillo
    • José Arregui
    • Felix Struik OP
    • José Antonio Pagola
    • Sor Lucia Caram OP
    • Hans Kung
    • Jesus Bastante
  • Poemas
  • Preguntas
  • Envía tu escrito
  • Información
    • Contactenos
    • Centro Humanístico
    • Términos y Condiciones de Uso
    • Política de Privacidad
    • Derechos de Autor
  • Languages
    • Francés
    • Italiano
    • English
  

Donde te escondiste, amado...? por: María Teresa Sánchez Carmona

5/12/2012

0 Comentarios

 
¡He pasado tantos años de mi vida buscando a Dios! Me he dedicado al estudio, a leer libros y textos con el afán de aprender su manera de hablar y actuar en el mundo.

He querido conocer su manera de revelarse a los hombres para saber qué esperar de él, para verle llegar en la lejanía y prepararme a acogerle como al hijo que regresa a casa.

He querido anticiparme para que me encontrase como yo consideraba que debía encontrarme; adivinar sus intenciones para asumir la actitud que convenía a lo que yo imaginaba que iba a esperar de mí. Lo que yo creía que él querría. Lo que a mí me hubiese gustado ser para él (acaso ante mí misma): revestida de esplendentes valores y virtudes, ocultando con pudor mi verdad desnuda, afanada en ser diferente de quien sencillamente era.

¡Pasé tantos años buscando a Dios! Leí y leí sin llegar a comprender quién era él (acaso porque tampoco hubiera sabido decir quién era yo misma); sin descubrir en qué momento exacto aparecería impetuoso como la tormenta, atronador como el rayo, a revelarme “su” voluntad definitiva sobre mi vida.

Y yo, temerosa de emplear mal los talentos que me había dado, de malgastarlos en algo que no fuese “la gran misión para la que me llamaba”, decidí esconderlos bajo la piel y la tierra.

Y sucedió que ese Dios que yo esperaba nunca vino. Jamás descendió sobre mí una lengua de fuego, ni escuché un sonido de trompetas rasgando el cielo; jamás un milagro que perturbase la rutina de amaneceres radiantes, el sosegado brillo del cielo estrellado, el cromatismo infinito de la tierra. Jamás el milagro de una zarza ardiendo, de un fuego invasivo… tan solo el soplo delicado de los años, pasando como una brisa en mitad del desierto.

Decidí entonces emprender la marcha para preguntar a los hombres dónde se hallaba ese Dios escondido.

Quise hallarle en el camino, pero solo encontré personas: personas que salieron a mi encuentro sin que yo lo hubiese previsto; personas a las que amé, y que en ocasiones además también me amaron; personas que me amaron sin yo corresponderles o enterarme siquiera; personas que me descubrieron la fuente de amor oculto en mi pecho; que acariciaron mi corazón con ternura infinita hasta hacerlo de carne; que lo desnudaron de máscaras y pudores para contemplarlo de frente.

Vulnerable y expuesta, quedé en ocasiones doliente y temblando en mitad del camino. Algunos pasaron a mi lado con presteza sin alterar el ritmo de su marcha; otros vinieron de improviso y se detuvieron a curarme las heridas con el bálsamo de su presencia; unos pocos cargaron con mi corazón y lo llevaron consigo hasta verlo repuesto; y me dieron un nombre nuevo al pronunciar mi nombre como nunca nadie antes había hecho.

Una y otra vez seguí buscando al Dios de mi vida, y me propuse querer a todas esas personas para demostrarle a Dios cuánto le amaba. Sucedió más bien que me fui enamorando de esas personas, y que fue su amor el que me hizo experimentar la presencia de un Amor más grande, siempre desbordado.

Cada uno me fue seduciendo con un lenguaje propio, y vi que aquello era bueno porque podría aprender la mejor manera de amar al Esposo cuando viniese. Y abandoné el miedo a acoger lo inesperado y ofrendarme sin saber muy bien para qué ni cómo: abrí mi corazón a cuanto viniese sin reprimir ni rechazar nada, ya que acaso todo podía derivar en sorpresa y enseñanza.

Y empecé a mirar a las personas tal y como eran: comencé por sus sonrisas y sus miradas, por sus pies y sus manos, por su pecho desnudo y su espalda cansada. Su piel tan fina me habló de su tristeza y sus miedos, de sus anhelos y del frío, de llanto y soledad, de lucha y aliento. Y como Dios no aparecía seguí compartiendo el día a día con ellos: mi pan y mi cuerpo, mi amor redescubierto, el suyo siempre sorpresivo, la senda y el tiempo.

Nunca vi al Dios que esperaba y me dije a mí misma que era por falta de fe. La vida mientras, con fe o sin ella, me fue colmando el vacío de amaneceres y de ocasos, de amistad y soledad sonora, de montañas colosales y finos granos de arena, de ascensos y desalientos, de solidaridad, dolor y sueños; de niños aprendiendo a dar sus primeros pasos, y ancianos saboreando la fruta madura del tiempo.

Nunca llegó ese Dios para agarrarme de la muñeca y sacarme de mis infiernos, pero aparecieron personas que apretaron mi mano y me infundieron de nuevo el aliento de vida.

Nunca pude mostrarme ante Dios como había querido hacerlo, pero ¡cuántas veces me sorprendió el Amor, encontrándome desprevenida! Me sedujo cada vez como la primera, sin llegar yo nunca a reconocerlo. Me fue enseñando tantas cosas, el Amor, con acentos y caricias siempre nuevos. Lo negué tantas veces, al Amor, por miedo a quemarme y derrochar las fuerzas que reservaba a un querer más sublime. Y permaneció conmigo, el Amor, tantas noches sin luna mientras yo solo atendía la llegada del alba. Y vino tantas veces a mi encuentro, el Amor, mientras yo proseguía en la espera…

Y al atardecer de la vida, nublada la vista por el velo de los años, sin poder contemplar el horizonte donde tanto había ansiado vislumbrar esa presencia divina, volví mis ojos a los recuerdos que guardaba como un tesoro. Y acariciando la huella que cada rostro había impreso en mi corazón como en un paño, pude al fin reconocerle: “¿acaso no ardía mi corazón en cada etapa del camino?”.

Entonces supe, y gusté y saboreé que todo cuanto había pasado era Dios mismo; que todo ese amor partido y compartido, tantas veces muerto y resucitado, era eso que otros llamaban Dios y yo entendía como vida, armonía y energía.

Entonces supe del Dios al que no había podido mirar de frente en una imagen unívoca, porque se expresaba en todos los ojos, todas las manos, todas las personas que habían llegado hasta mí como olas de un mismo mar cadencioso. Y en ese vaivén de olas me pareció escuchar al fin un susurro quedo, acompasado a la música que desde siempre había resonado en mi interior con cada latido: “¿me amas?”. Y yo, desnuda de fe, expectativas y proyectos; yo, que nada esperaba ya de la vida, esbocé al fin una sonrisa serena –la más espontánea, acaso la más sincera– y respondí en mi interior: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero”.

0 Comentarios



Deja una respuesta.

    Picture
    Ayuda al Blog que publica todos los días diferentes áreas, queremos seguir publicando

    EL BLOG

    El blog es uno dedicado al análisis en general de muchos puntos desde la ópica teológica. La meta es impulsar el estudio amplio y profundo de la fe y de la razón, siendo ambos elementos fundamentales de la vida.

    Picture
    Picture
    Picture
    Picture
    SABES QUE PUEDES HACER COMENTARIOS A LAS REFLEXIONES O ENSAYOS TEOLOGICOS QUE APARECEN EN EL BLOG, SI PUEDES INTENTALO...

    Archivos

    Septiembre 2022
    Enero 2022
    Diciembre 2021
    Noviembre 2021
    Octubre 2021
    Septiembre 2021
    Agosto 2021
    Julio 2021
    Junio 2021
    Mayo 2021
    Abril 2021
    Marzo 2021
    Febrero 2021
    Enero 2021
    Diciembre 2020
    Noviembre 2020
    Octubre 2020
    Septiembre 2020
    Agosto 2020
    Julio 2020
    Junio 2020
    Mayo 2020
    Abril 2020
    Marzo 2020
    Febrero 2020
    Enero 2020
    Diciembre 2019
    Noviembre 2019
    Octubre 2019
    Septiembre 2019
    Agosto 2019
    Julio 2019
    Junio 2019
    Mayo 2019
    Abril 2019
    Marzo 2019
    Febrero 2019
    Enero 2019
    Diciembre 2018
    Noviembre 2018
    Octubre 2018
    Septiembre 2018
    Agosto 2018
    Julio 2018
    Junio 2018
    Mayo 2018
    Abril 2018
    Marzo 2018
    Febrero 2018
    Enero 2018
    Diciembre 2017
    Noviembre 2017
    Octubre 2017
    Septiembre 2017
    Agosto 2017
    Julio 2017
    Junio 2017
    Mayo 2017
    Abril 2017
    Marzo 2017
    Febrero 2017
    Enero 2017
    Diciembre 2016
    Noviembre 2016
    Octubre 2016
    Septiembre 2016
    Agosto 2016
    Julio 2016
    Junio 2016
    Mayo 2016
    Abril 2016
    Marzo 2016
    Febrero 2016
    Enero 2016
    Diciembre 2015
    Noviembre 2015
    Octubre 2015
    Septiembre 2015
    Agosto 2015
    Julio 2015
    Junio 2015
    Mayo 2015
    Abril 2015
    Marzo 2015
    Febrero 2015
    Enero 2015
    Diciembre 2014
    Noviembre 2014
    Octubre 2014
    Septiembre 2014
    Agosto 2014
    Julio 2014
    Junio 2014
    Mayo 2014
    Abril 2014
    Marzo 2014
    Febrero 2014
    Enero 2014
    Diciembre 2013
    Noviembre 2013
    Octubre 2013
    Septiembre 2013
    Agosto 2013
    Julio 2013
    Junio 2013
    Mayo 2013
    Abril 2013
    Marzo 2013
    Febrero 2013
    Enero 2013
    Diciembre 2012
    Noviembre 2012
    Octubre 2012
    Septiembre 2012
    Agosto 2012
    Julio 2012
    Junio 2012
    Mayo 2012
    Abril 2012
    Marzo 2012
    Febrero 2012
    Enero 2012
    Diciembre 2011
    Noviembre 2011
    Octubre 2011
    Septiembre 2011
    Agosto 2011
    Julio 2011
    Junio 2011
    Mayo 2011
    Abril 2011
    Marzo 2011
    Febrero 2011
    Enero 2011
    Diciembre 2010
    Noviembre 2010
    Octubre 2010
    Septiembre 2010
    Agosto 2010
    Julio 2010
    Junio 2010
    Mayo 2010
    Abril 2010

    Categorias

    Todo

    Canal RSS

    Picture
Centro Humanístico © Derechos Reservados 2010-2023
  • Blog
  • Escritos de Teólogos
    • + Mons. Romero
    • Leonardo Boff
    • David Guadalupe EJ
    • Jose Maria Castillo
    • José Arregui
    • Felix Struik OP
    • José Antonio Pagola
    • Sor Lucia Caram OP
    • Hans Kung
    • Jesus Bastante
  • Poemas
  • Preguntas
  • Envía tu escrito
  • Información
    • Contactenos
    • Centro Humanístico
    • Términos y Condiciones de Uso
    • Política de Privacidad
    • Derechos de Autor
  • Languages
    • Francés
    • Italiano
    • English