Voy creyendo en el amor que permanece, que se implica y comparte complicidades. Y es bella desde allí la hesitación de lo desconocido, que habla más del asombro que del vacío.
Quedarme sin aliento para que puedas soplar sobre mí tu novedad. Llenarme de viento, no dejarlo salir por un rato, apropiármelo para que me recorra íntegra, me atraviese todas las dimensiones y se cuele por mis rincones. En el cuerpo mismo la respiración entrecortada, el sofoco del 'aire de sobra', el espíritu apurando mis capacidades. ...Ahogarme un rato en la inmensidad, para que la conciencia de tu amor se ensanche y me conecte desde las tripas con la abundancia. Descubrir que todavía cabe un poco más y forzar la inspiración amplificadora. Exhalar en suspiro conmovido tu regalo; saber que sigue siendo mío aun al soltarlo, que sus efectos en mí no tienen retorno, que lo que trastornaste en mí se abrió y sigue su curso, indeclinable. Llenarme del todo para volver a vaciarme y dejar el espacio para la nueva fecundación. Gozar de la amplitud y también del despojo que prepara la nueva venida. Acariciar todo lo que renovaste de mí, disfrutar de tus huellas en mi carne cuando te hayas ido, porque quedan grabadas para siempre, porque estás vivo en esas marcas profundas en mis huesos... Dejarte ir, para tenerte más cerca, parte ya de mi humanidad, hueso de mis huesos y sangre de mi sangre. Frente a la cruz, momento de 'versos desorbitados', de un único trago que vacía y llena a la vez. Lo que vuelve pascual el instante es su capacidad para condensar la experiencia de toda una vida; atraviesa el tiempo y el espacio, y rompe toda frontera. Sólo lo que está absolutamente presente, lo que no mezquina ni una sola migaja y lo entrega todo, 'pasa' al otro lado, resucita. Sólo lo que estalla a pura plenitud recogiendo la totalidad, atraviesa la barrera de la muerte. Estar 'completos', íntegramente allí, nos permite jugarlo todo... morir del todo, hasta la gota final, para que la vida fluya, complete su rueda, vuelva al inicio. En tu desborde absoluto de pasión, te haces pascua. Tu Vaso entregado se hace borrachera; quiero beberme tu sangre embriagadora, sumergirme en tu río de sangre para hacer fiesta de pasión, de derrame amoroso. Quiero sumergirme en ti, hermano mío, señor mío, misterio inabarcable, mano en mi espalda. Quiero zambulirme en tu Presencia; que mis poros se dejen conquistar por tu fluidez y renueven mi fecundidad. Salto a tu océano y me dejo mecer por las olas subterráneas de tu amor loco, de tu desmesura. Me dejo empapar y respiro tu espíritu mojado rojo pasión, y tu sangre despierta la mía, la arrebata, sube a mis mejillas y baja por mi vientre. Tu sangre hecha fuego me incendia y allí voy, 'contagiando un calor' que espero no se apague. Tu sangre y mi sangre de fiesta, juntas, derramándose para quien quiera beberla, mezclándose; abrazadas tu sustancia con la mía. Y es el espíritu el que me recorre, el que brota en mis palabras y en mis gestos; no soy yo, y soy yo, la que pronuncia tu belleza. Así, al desnudo, expuesta, te agradezco tu caricia pascual.
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