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¿De qué evangelización hablaron los obispos en el Sínodo en Roma, octubre 2012? por: Dra. María Van Doren, Teóloga

12/12/2012

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Desde tiempo, el mes de octubre está dedicado a “la misión”, muy poco recordada en México, por lo menos en mi experiencia, y probablemente, cada vez menos en el mundo, pero que ha sido muy importante siempre en mi país (Bélgica) y en especial en Flandes por tener muchos/as misioneros/as aunque mucho menos hoy. Naturalmente, tengo un gran interés en este tema como ‘misionera’ y por tener mi especialización en misiología. Estas palabras, ‘misión’, ‘misiología’, ‘evangelización’, como muchas otras palabras y su contenido relacionado con religión, catolicismo y la Iglesia, están en descrédito, por varias razones.

Los misioneros están demasiado conectados con invasión, imposición, dominación; mientras que entendido correctamente, y más vivido como debemos hacerlo, ‘la misión’, la ‘evangelización’ (tema del Sínodo en el mes de octubre en Roma), siguen teniendo una importancia grande en el cristianismo, porque es esencia del cristianismo y de ser cristianos/as. También el creciente y reciente encuentro entre culturas y religiones, con su enriquecimiento mutuo, convoca a repensar el contenido de la evangelización, y todavía más, el sentido profundo del concepto “inculturación” que ha entrado en toda la visión y el acercamiento de la misión cristiana, aunque muchas veces abusado y mal interpretado. Inculturación en su sentido teológico (y es fundamentalmente una palabra y un concepto teológico, y no antropológico –la palabra antropológica correcta es ‘enculturación’) quiere decir: dar la posibilidad que ‘Dios’, y para los/as cristianos/as ‘Jesús y su mensaje’, de verdad, pueda revelarse y manifestarse, brotar y florecer, en cualquiera cultura, con cualquier pueblo, a su ritmo, con sus pensamientos y sus costumbres, como el Dios de los hebreos/judíos lo logró en su historia, en el camino con su pueblo, tomando su tiempo, para llegar desde un Dios de la guerra, a un Dios personal… a Jesús, al Dios de Jesús.

En octubre, el mes de la ‘misión’, se celebró en Roma el 25º Sínodo desde que empezó después del Concilio Vaticano II en 1967, impulsado por una nueva visión para una nueva estructura eclesial, como vamos a ver en el siguiente párrafo. Un Sínodo es una asamblea de obispos, representantes de las Conferencias Episcopales, por una u otra razón, teniendo el derecho de estar presentes, junto con unos 20 obispos de las Iglesias Orientales y unos 10 religiosos elegidos por la Unión de los Superiores Generales, en total unos 260, todos con derecho a votar. En adición, están presentes unos 40 expertos y unos 40 oyentes, y entre estos últimos podríamos contar algunas mujeres mayormente religiosas, todos/as estos/as sin derecho a votar, igualmente unos 20 representantes de otras denominaciones cristianas, y esta vez encontramos la presencia de una mujer obispa, representando ‘El Consejo Mundial Metodista’.

Las pocas mujeres presentes, recibieron el mismo trato de los expertos, de los oyentes y de los que no pertenecen a la Iglesia Católica, este grupo no es parte del ‘cuerpo institucional de la Iglesia’. Nosotras mujeres, todavía no pertenecemos a la estructura eclesial, no tenemos todavía un lugar en la Institución Eclesial, signo de una desigualdad y discriminación fundamental, signo también de que este conjunto de hombres hablan sobre democracia, denunciando discriminación y desigualdad en otras instituciones, reclamando apertura para la libertad de expresión de su religión, pero no teniendo conciencia sobre estas prácticas propias de discriminación, no teniendo conciencia que más de la mitad de los fieles (las mujeres), ni están presentes en estas asambleas, ni pueden estar presentes. Ni está permitido ‘reflexionar’ y ‘hablar’ sobre ‘el sacerdocio de la mujer’, por orden del papa beatificado (erróneamente, digo yo), diciendo poco tiempo antes de morir que ‘este asunto estaba cerrado’.

Ni está permitido apoyar el deseo de las mujeres que piden el sacerdocio, sin ser amenazado de excomunión eclesial (¡ni lo hacen con los sacerdotes pedófilos!), como pasó el año pasado con un Maryknoll misionero, y con otros y otras. Yo me pregunto continuamente, como pueden ellos, los hombres en la jerarquía eclesial (y otros), seguir tranquilamente sin sentirse mal con estas actitudes de doble moral, discutiendo y reflexionando durante 3 semanas sobre ‘evangelización’, sobre la esencia de la vida de Jesús y de su presencia continua entre nosotras/os, sin pensar en ningún momento que están faltando más de la mitad de los creyentes ¡Si la Institución Eclesial debe estar y quedarse exclusivamente en manos de los hombres (lee varones), tendríamos tal vez que preguntarnos, nosotras mujeres, por qué quedarse dentro de esta estructura si no tenemos una presencia de igualdad, y más todavía si ésta no es lo que encontramos en la vida de Jesús, ni refleja a Jesús!

Debo también dar un dato importante sobre el origen de estos Sínodos, como lo recuerdo de los tiempos del Vaticano II, un dato que no he visto dado en ningún documento reciente, pero que en este tiempo del Concilio, nosotras y nosotros que seguimos de cerca el proceso de este Concilio y reflexionamos mucho durante años, hemos vivido y sufrido. Probablemente, no quieren recordar el deseo inicial que muchos tenían, cuando se creó esta instancia, ‘el Sínodo episcopal’. Me acuerdo muy bien, porque lo seguimos de cerca y lo discutimos intensamente, este inicio de los sínodos.

La propuesta de empezar sínodos era para dar una oportunidad para probar de gobernar la Iglesia de manera diferente, al modelo de la Iglesia Primitiva, donde los obispos juntos con el representante, ahora el papa, se unieron para decidir asuntos doctrinales y disciplinarios, sin el poder absoluto e infalible de una persona (recordamos el Primer Concilio de Jerusalén, Hch. 15,28). Pero, después del primer Sínodo, en 1967, se cambió todo porque el magisterio y con ellos el papa, no querían perder su poder y control, y decidieron que los sínodos no tendrían ninguna función para co-gobernar, sino sería otro órgano, para reflexionar, sugerir y después, sí votar sobre asuntos eclesiales (que en la práctica muchas veces no tiene ningún poder, ni seguimiento). ¡Recuerdo muy bien la decepción y el enojo que sentimos!

En octubre de este año, tenían el 25º Sínodo desde Vaticano II, en Roma con el tema “La Nueva Evangelización”, planeado junto con ‘el año de la fe’, que este papa ha lanzado… Recordando los 500 años de evangelización en América Latina, el papa Juan Pablo II promovió la idea de una ‘nueva evangelización’ en los años 90 del otro siglo. ¿Cuántas nuevas evangelizaciones vamos a celebrar? En las dos ocasiones, en mi opinión, el anterior papa y éste, la lanzaron mucho más porque están perdiendo el control, el manejo (la manipulación) de sus fieles…., y el interés es mucho más por ‘la Iglesia’, que por la realización del proyecto de Jesús en el mundo, en nuestro mundo. Esta actitud, reflejada fuertemente en la actitud global de los obispos unidos, se muestra en todo el proceso de este Sínodo, y se refleja todavía más en las 58 propuestas, como la conclusión final de esta asamblea.

Hablaron sobre la situación de la Iglesia, evitando casi completamente el escándalo de los últimos años (solamente un obispo de Canadá lo mencionó, por lo más que podría saber), analizando el por qué de la indiferencia grande de tanta gente, del abandono de los sacramentos y de la misa dominical, del gran número de los/as que han salido de la Iglesia Oficial… (con todo el acento sobre “La Iglesia” como tal) echando la culpa, algunos, a la apertura del Vaticano II que supuestamente llevó a una libertad desordenada; muchos echan la culpa a la secularización (que llaman únicamente ‘secularismo’, ignorando –probablemente por no saber- la diferencia entre secularización y secularismo) que afortunadamente ha dado apertura a la responsabilidad de los seglares en muchos terrenos (a explicar más) quitando tal vez la exclusividad de los clérigos y su poder; a la falta de fe y espiritualidad, de formación adecuada (es un argumento fuerte) y la profundización de la fe, que también deben ser adaptados a los tiempos actuales…, pero no hablaron de que la Institución Eclesial misma tal vez está fallando, tal vez no está adaptada a los tiempos actuales, que la gente no es más tan ignorante y analfabeta como antes…, que debemos urgentemente hablar y explicar a un Dios de hoy, usando la ciencia y el conocimiento que se ha adquirido en los últimos tiempos.

Para dar un ejemplo concreto. Propusieron promover otra vez ‘la confesión’, que acepto puede tener un valor importante, pero olvidan o no saben que este sacramento se creó en el siglo XII (Lombardo), que la confesión que practicamos está modelada a las prácticas de los monjes (del siglo V…), y no era así en la Iglesia Primitiva, que hemos tenido diferentes modelos de confesar en la historia de la Iglesia (tal vez no debe ser como lo hicieron en los primeros siglos, pero tal vez tampoco como lo imponemos ahora). (Hay un peligro, que la sociedad, y los cristianos están perdiendo el sentido de culpa, pero esta no va a resolverse con promover la confesión tradicional.)

Toda la doctrina, todos los sacramentos tendríamos que, desde su esencia misma, tratar de explicar y adaptar al tiempo actual, en especial el sacramento del matrimonio, donde olvidan que es un modelo sociológico (hay mas modelos sociológicos para vivir la unión matrimonial y formar familia), un modelo que no viene de Dios sino de los seres humanos, pero en el cual trataremos de poner la dimensión trascendental, sagrada, dar lugar a Dios… Las discusiones que hicieron, me parece, se quedaron en torno de lo mismo, regresando a lo tradicional, explicando lo tradicional, recuperando lo tradicional, afirmando “la Iglesia” como tal.

Atacaron secularización y relatividad, el ultimo un concepto importante e interesante en el mundo actual pero, me parece, que no lo entienden ni conocen el sentido verdadero, sin ver la diferencia entre relatividad y relativismo. Por lo más que pude investigar, nunca atacaron el fundamentalismo en nuestra propia Iglesia, un fundamentalismo que ha hecho y que está haciendo daño mucho más grave a la Iglesia, que la secularización o la relatividad… Pensemos en Maciel, el fundador de los Legionarios, que era fundamentalista en su creencia y práctica religiosa (no estoy pensando en su actitud inmoral); el Opus Dei, la mayoría de los grupos carismáticos…, promovidos por el magisterio y los últimos papas pero que enseñan a un Dios ajeno al tiempo de hoy.

El General de los Jesuitas, Adolfo Nicolás, con una experiencia larga de misionero en Asia, reclamó que no tocaron la riqueza del pasado de la actividad misionera, ni el trabajo arduo y también bueno de los/as misioneros/as, y que no tomaron suficiente en serio las otras religiones, y aquí hablaba en especial sobre ‘el islam’. Hubo críticas duras de algunos obispos contra congregaciones misioneras por no tomar suficientemente en cuenta las órdenes de los obispos, y por estar más preocupadas con la miseria del pueblo que con la proclamación del Evangelio. (Pero, ¿Qué es evangelización? ¿Qué quiere decir el proyecto de Jesús?, espero que este obispo lo reflexione seriamente y lea bien los evangelios para ver lo que hizo Jesús en su vida.) Hay un problema serio del Islam últimamente, dijo Dun, obispo de Canadá, y lo pienso también. Es verdad, que nos falta entender bien el Islam como tal (como lo pidió el padre Nicolás), aunque no quiere decir que no debemos reaccionar contra la persecución en muchos lugares de ciertos grupos del islam contra los/as cristianos/as, y que el islam está en un período de conquista, da un problema. Hay preguntas que hacer y preocupaciones que tener, pienso yo también.

Pero para mí es más preocupante, que no retomaron a fondo el decreto “Nostra Aetate”, documento del Concilio Vaticano II, donde no hablan más de que “fuera de la Iglesia (católica naturalmente) no hay salvación”, afirmado muy estrictamente en el Concilio de Trento (1545-1563), sino que todavía siguen con la misma exclusividad, hablando el mismo lenguaje, cuando confirman y exigen creer y afirmar que “Jesucristo”, si creen en él o no, “es el único Salvador”, indirecta o directamente, consciente o no, olvidando que Dios es más grande que nuestro esquema ’humano’ de Salvación, negando la actuación salvífica de Dios en las otras religiones y culturas. Con esta actitud cristiana, mostramos una prepotencia grande cuando exigimos a las otras religiones, no conociendo o no aceptando a ‘Jesús el Salvador’, que ni modo este Jesús les va a salvar.

No tocaron este tema, por lo más que sé, porque es un tabú para Benedicto XVI (y lo era también para Juan Pablo II), que ha condenado a más de 120 teólogos (con el consenso del papa) en su función ‘de proteger supuestamente la verdadera fe’, en los años anteriores a su papado. La mayor parte de las condenaciones eran por no aceptar las actuales explicaciones teológicas de ‘Jesucristo’, ‘hombre/dios’, asunto por el cual han condenado a un buen número de teólogos en los primeros siglos de la era cristiana, como ‘herejes’ (la mayoría en mi opinión no negaron ni contradijeron la verdad en torno a Jesús, sino usaron otra filosofía desde otras regiones, explicando en el fondo lo mismo). No tocaron este punto en el último sínodo, porque la mayoría prefieren quedarse en el absolutismo de que los cristianos, y en especial los católicos, son los mejores y son los únicos que tienen la verdad y la revelación de Dios, “una vez para siempre”. Sí, confirmaron que no debemos hacer proselitismo, pero lo desarrollaron poco. No tomaron en serio, por lo que sé, ‘la inculturación de Jesús y su mensaje’, en las diferentes culturas y pueblos, y menos promovieron esta inculturación en la práctica pastoral, que se queda en general muy europea, muy romana.

Se tomaron la realidad del mundo actual, reflexionando sobre los problemas, las trampas, los retos con los cuales la institución eclesial, y la iglesia “pueblo de Dios”, se debe confrontar. Discutieron sobre las razones de la supuesta pérdida de la fe, de la práctica religiosa, de la mentalidad secularizada que supuestamente no acepta a Dios y a la autoridad eclesial. Por lo más que he podido saber por lo que me llegó desde el sínodo, no he encontrado datos de que los presentes en el sínodo, se preguntaron si están presentando un Dios de hoy, con un lenguaje actual, con conceptos adaptados en este tiempo… sino juzgando a la gente de hoy con una mentalidad del pasado. Si la gente no acepta más como antes la autoridad eclesial, no es porque no creen más sino porque esta autoridad sigue poniéndose absoluta y santa, lo que no coincide con la realidad: esta autoridad no es absoluta en ningún sentido, ni es santa, y las experiencias de los últimos años lo han mostrado.

Un obispo de México, tocó la Religiosidad Popular como un instrumento de fomentar la fe, con la exigencia de purificar esta religiosidad, tristemente mostrando que ni sabe bien lo que es. La Religiosidad Popular es un modelo de Iglesia en México, paralela a la Iglesia oficial (como lo defendí en mi tesis doctoral, viendo la diferencia entre folclore y Religiosidad Popular, diferente de ‘religión del pueblo’…), andando muchas veces de la mano con la religión oficial, necesitando purificación pero igual que la Iglesia Oficial. El peligro es que la autoridad eclesial, por lo menos en México, manipula demasiado este instrumento de la Religiosidad Popular para promover la fe, promoviendo prácticas religiosas que son casi supersticiones, magia,… lo que conviene muy bien al pueblo ignorante como doctrina de la fe, porque su vida popular está llena de estas prácticas y creencias: el diablo, el infierno, el castigo de Dios, penitencias y sacrificios… son tan frecuentes en las pláticas y homilías de los curas y obispos (¡lo he oído!). Un Dios que manipula y condena, y no el Dios de Jesús, de igualdad, de misericordia…

La Evangelización debe ofrecer la posibilidad de construir, juntas/os, otro tipo de comunidad, de sociedad, de pueblo, de nación, desde su propia realidad… ¿Porqué hablaron los obispos de México tan fuerte sobre este instrumento para la evangelización, pero no hablaron de la situación de fraude continuo, de mentira, de engaño, de la mentalidad a-moral tan típica en México, de violencia extrema, que está castigando su país? ¿Sería posible que esta realidad tan dolorosa, no sea la realidad de ellos porque viven en una burbuja de seguridad, de pretensiones, de ‘santidad’, lejos de la realidad?

Evangelizar podemos, debemos hacer, sin tener necesariamente la fe en el Dios de los cristianos, porque evangelizar es tratar de hacer de este mundo de Dios, un mundo como él/ella lo planeó, lo quiso: un hogar, una casa, donde es bueno vivir para todas y todos, donde hay justicia y paz, amor y solidaridad, donde no más reina el miedo continuo, la inseguridad aguda, la falta de libertad para pensar y decir lo que tu conciencia te dicta, donde no debes temer ser silenciada/o por la autoridad civil y eclesial… Evangelizar es tratar de fomentar este ambiente, aunque tal vez no practiquen más los sacramentos de la Iglesia que no se explican en un lenguaje actual…y que siguen siendo más esclavitud que liberación porque no han tomado en cuenta la realidad de la vivencia de la gente hoy, como se muestra por excelencia en el matrimonio y el divorcio, en la diversidad sexual, en la vida de los pobres, en la mujer como persona, en el ser indígena, negra, homo o lesbiana…

Estamos en un mundo de interculturaciones, de interreligiones…, cada una con su riqueza e importancia para la realización global del ser humano, para realizar el supuesto Reino de Dios (mejor dicho, ‘el proyecto de Jesús’), no solo aceptando y tolerando y apreciando estas diferentes culturas y religiones, pero también viéndolas con su propio valor y necesidad, para lograr la totalidad del ser humano, lo holístico de este mundo en Dios mismo, plan de este Dios.

¿De qué evangelización hablaron? Para mí, los presentes en el Sínodo, globalmente, perdieron su tiempo, o dicho más suave, como dijo el General de los Jesuitas, Nicolás: “perdieron su oportunidad”. Me parece muy claro, que “el Instituto Eclesial” es mucho más importante para la mayoría de la jerarquía, que el sentido profundo de la vida de Jesús y de su mensaje, reflejado en los Evangelios, el “instituto eclesial” es mucho más importante que el pueblo mismo, que sus gritos a una liberación verdadera. Necesitamos: no sacrificios pero misericordia, no farisaísmo pero vida, no leyes absolutas pero apertura, no instituciones pero seres humanos, no diferencias de raza, clases sociales, género, sexualidad… sino aceptación igual de cada persona… ¡Que lejos está nuestra institución eclesial de todo eso!

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