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Caminando con otros zapatos por: Dr. Sergio Ojeda Cárcamo

8/21/2010

1 Comentario

 
¿Cómo caminar en los zapatos de otros cuando no hay zapatos o “chancletas” para usar? Cambiar zapatos es una metáfora que apunta a nuestra voluntad de al menos imaginar cómo otras personas viven, pero sobre todo es una expresión del deseo de compartir la vida que estos otros y otras tienen, y de estar allí. Desde los espacios de los caminos en las misiones, hemos vistos muchos tipos de zapatos y sandalias y muchos pies descalzos. Hemos visto también muchos tipos de caminos moldeados por muchos pasos. Esta es una reflexión desde los caminos y senderos; porque al fin y al cabo, con o sin zapatos, hemos caminado mucho, y sabemos (como muchos de ustedes) que se hace camino al andar.

En Pueblo Nuevo Sitalá, provincia de Simojovel, Chiapas, conocí a una mujer indígena maya de unos 33 años, Antonia. Ella tiene 5 hijas. Antonia es una mujer tímida y tranquila, de hablar y caminar pausado, típica de los pueblos mayas y participante de un esfuerzo de economía solidaria. El grupo es un ministerio que hemos desarrollado para ayudar a mejorar la calidad de vida de estas compañeras con la producción y venta de sus bordados. Antonia no usa zapatos, ni sandalias. Descalza camina su propio camino y se hace camino.

Llegando al pueblo luego de 8 horas de viaje y un buen "paibil mut" (caldo de pollo) con tortillas, oí que Antonia estaba muy enferma. Así que fui a visitarla y me encontré con una mujer sin fuerzas, tumbada sobre un pedazo de madera contrachapada. Sus ojos estaban tristes y al igual que su cara, hinchados porque había llorado mucho. Antonia acababa de perder su sexto hijo - el varón que tanto quería.

En estos entornos sociales se espera que las mujeres tengan varones porque los varones se consideran más valiosos que las niñas. Ellos heredan la tierra, el trabajo en los campos, y el cuidado de sus padres ancianos. Los varones representan su familia ante la comunidad. Por lo tanto, los varones son atesorados. Antonia es diabética y sin embargo arriesgó su vida para darle a su marido el niño que tanto esperaba. Durante su embarazo, la partera del pueblo, la hermana Chepa la cuidó y todo estaba bien. Sin embargo en el momento del parto, el niño cambió de posición y Antonia sufrió tres días y tres noches con dolores de parto.

En las comunidades indígenas, la mortalidad infantil es un 60% superior al porcentaje nacional. Las madres igualmente sufren de una alta mortalidad materna que en Chiapas llega al 103%. La desnutrición, la pobreza y las estructuras que sistemáticamente marginan a estos pueblos construyen caminos de muerte y desesperanza. En Pueblo Nuevo no hay médico, ni clínica. No hubo un coche para llevar a Antonia al pueblo más cercano. El bebé nació muerto y a Antonia se le quebró su corazón. Según el decir de algunos, perdió su camino. Antonia entró en una fuerte depresión que la tuvo en cama por tres meses. Sin casi comer, sin atender su hogar, sus hijas, su marido, esta mujer perdió su camino.

En Éxodo 13.21, se nos dice que Yahvé marchaba delante de los que salieron de Egipto, como columna de nube, y como columna de fuego, para guiarlos por el camino del desierto. Se usa el participio holek del verbo halak (ir caminar, entrar, salir, manera de vivir), para añadir la idea de la continuidad de la acción. Yahvé camina “delante y continuamente.” En estas palabras “delante” y “continuamente" se esconde un acompañar protector, que salvaguarda el bienestar de los que caminan.[1][1] La historia se nutre del núcleo de una tradición antigua que recuerda la liberación de la esclavitud egipcia y el andar en el desierto. Pero esta historia se recrea en múltiples momentos de crisis de la historia de Israel: durante la monarquía, tiempo de pobreza e injusticias; y durante el exilio, tiempo de violencia, de pérdidas, de comunidad destruida. El pueblo hebreo recrea el momento del acompañar del Dios y su caminar incondicional. ¿Cómo caminar con este sentido comunitario de acompañamiento y de protección en los entornos de vida cuyos caminos pasan por desiertos, brechas, precipicios o aún peor se nos desdibujan?

Antonia forma parte de una comunidad de fe que atesora sus principios étnicos de solidaridad. Las mujeres del colectivo atendieron a Antonia, porque su sentido de colectividad es fuerte y porque habían aprendido que somos una familia, la familia de Dios que al igual que este Dios de los hebreos, comparte su caminar. Estas mujeres mayas saben y conocen el dolor de las espinas y piedras del camino que punzan, abren y cortan sus pies. Ellas saben del dolor de la pérdida humana. Ellas conocen también el sentido de paz, de cuidado y pertenencia cuando alguien tiende sus heridas.

Las mujeres del colectivo ayudaron a esta familia con las tareas domésticas, con el cuidado de las hijas, con limpiar y alimentar a Antonia, con enjugar y secar sus lágrimas. Juntas fuimos capaces de crear una comunidad más fuerte al entender la profundidad de este caminar de Dios con su pueblo y con nosotras. La esperanza de hacer camino en el desierto nos animó a todas a organizarnos y a entregar lo nuestro para que hubiese luz en el camino de Antonia. Estas mujeres me enseñaron a caminar en otras chancletas, las chancletas de Jesús.

Al caminar “delante y continuamente,” estas mujeres abrieron el camino de la esperanza para Antonia. La última vez que la ví, participó de un taller e incluso se rió de nuestros chistes. Cuando le pregunté: Bin awilel? (¿Cómo estas?) Me respondió "Yo estoy bien... Dios me levantó mi camino." ¡Mi corazón se alegró porque la comunidad que camina el camino del Dios del desierto – sabe levantar caminos en la soledad! En estos días donde los caminos se nos desdibujan o se muestran difíciles, caminemos juntos y juntas… el Espíritu que crea caminos en lo desértico y ríos en la soledad nos da la oportunidad de hacer caminos usando otros zapatos o chancletas o tal vez a pie desnudo. No perdamos de vista que esta oportunidad es única porque nos hace comunidad, compañeros, nos hace hermanas, nos hace pueblo de Dios y sobrevivientes del camino.

"Vamos a caminar en otros zapatos" Filipenses 2:5-8.

¿Cómo caminar en los zapatos de otros cuando no hay zapatos o “chancletas” para usar? Cambiar zapatos es una metáfora que apunta a nuestra voluntad de al menos imaginar cómo otras personas viven, pero sobre todo es una expresión del deseo de compartir la vida que estos otros y otras tienen, y de estar allí. Desde los espacios de los caminos en las misiones, hemos vistos muchos tipos de zapatos y sandalias y muchos pies descalzos. Hemos visto también muchos tipos de caminos moldeados por muchos pasos. Esta es una reflexión desde los caminos y senderos; porque al fin y al cabo, con o sin zapatos, hemos caminado mucho, y sabemos (como muchos de ustedes) que se hace camino al andar. 

En Pueblo Nuevo Sitalá, provincia de Simojovel, Chiapas, conocí a una mujer indígena maya de unos 33 años, Antonia. Ella tiene 5 hijas. Antonia es una mujer tímida y tranquila, de hablar y caminar pausado, típica de los pueblos mayas y participante de un esfuerzo de economía solidaria. El grupo es un ministerio que hemos desarrollado para ayudar a mejorar la calidad de vida de estas compañeras con la producción y venta de sus bordados. Antonia no usa zapatos, ni sandalias. Descalza camina su propio camino y se hace camino.

Llegando al pueblo luego de 8 horas de viaje y un buen "paibil mut" (caldo de pollo) con tortillas, oí que Antonia estaba muy enferma. Así que fui a visitarla y me encontré con una mujer sin fuerzas, tumbada sobre un pedazo de madera contrachapada. Sus ojos estaban tristes y al igual que su cara, hinchados porque había llorado mucho. Antonia acababa de perder su sexto hijo - el varón que tanto quería.

En estos entornos sociales se espera que las mujeres tengan varones porque los varones se consideran más valiosos que las niñas. Ellos heredan la tierra, el trabajo en los campos, y el cuidado de sus padres ancianos. Los varones representan su familia ante la comunidad. Por lo tanto, los varones son atesorados. Antonia es diabética y sin embargo arriesgó su vida para darle a su marido el niño que tanto esperaba. Durante su embarazo, la partera del pueblo, la hermana Chepa la cuidó y todo estaba bien. Sin embargo en el momento del parto, el niño cambió de posición y Antonia sufrió tres días y tres noches con dolores de parto.

En las comunidades indígenas, la mortalidad infantil es un 60% superior al porcentaje nacional. Las madres igualmente sufren de una alta mortalidad materna que en Chiapas llega al 103%. La desnutrición, la pobreza y las estructuras que sistemáticamente marginan a estos pueblos construyen caminos de muerte y desesperanza. En Pueblo Nuevo no hay médico, ni clínica. No hubo un coche para llevar a Antonia al pueblo más cercano. El bebé nació muerto y a Antonia se le quebró su corazón. Según el decir de algunos, perdió su camino. Antonia entró en una fuerte depresión que la tuvo en cama por tres meses. Sin casi comer, sin atender su hogar, sus hijas, su marido, esta mujer perdió su camino.

En Éxodo 13.21, se nos dice que Yahvé marchaba delante de los que salieron de Egipto, como columna de nube, y como columna de fuego, para guiarlos por el camino del desierto. Se usa el participio holek del verbo halak (ir caminar, entrar, salir, manera de vivir), para añadir la idea de la continuidad de la acción. Yahvé camina “delante y continuamente.” En estas palabras “delante” y “continuamente" se esconde un acompañar protector, que salvaguarda el bienestar de los que caminan.[1][1] La historia se nutre del núcleo de una tradición antigua que recuerda la liberación de la esclavitud egipcia y el andar en el desierto. Pero esta historia se recrea en múltiples momentos de crisis de la historia de Israel: durante la monarquía, tiempo de pobreza e injusticias; y durante el exilio, tiempo de violencia, de pérdidas, de comunidad destruida. El pueblo hebreo recrea el momento del acompañar del Dios y su caminar incondicional. ¿Cómo caminar con este sentido comunitario de acompañamiento y de protección en los entornos de vida cuyos caminos pasan por desiertos, brechas, precipicios o aún peor se nos desdibujan?



Antonia forma parte de una comunidad de fe que atesora sus principios étnicos de solidaridad. Las mujeres del colectivo atendieron a Antonia, porque su sentido de colectividad es fuerte y porque habían aprendido que somos una familia, la familia de Dios que al igual que este Dios de los hebreos, comparte su caminar. Estas mujeres mayas saben y conocen el dolor de las espinas y piedras del camino que punzan, abren y cortan sus pies. Ellas saben del dolor de la pérdida humana. Ellas conocen también el sentido de paz, de cuidado y pertenencia cuando alguien tiende sus heridas. Las mujeres del colectivo ayudaron a esta familia con las tareas domésticas, con el cuidado de las hijas, con limpiar y alimentar a Antonia, con enjugar y secar sus lágrimas. Juntas fuimos capaces de crear una comunidad más fuerte al entender la profundidad de este caminar de Dios con su pueblo y con nosotras. La esperanza de hacer camino en el desierto nos animó a todas a organizarnos y a entregar lo nuestro para que hubiese luz en el camino de Antonia. Estas mujeres me enseñaron a caminar en otras chancletas, las chancletas de Jesús.

Al caminar “delante y continuamente,” estas mujeres abrieron el camino de la esperanza para Antonia. La última vez que la ví, participó de un taller e incluso se rió de nuestros chistes. Cuando le pregunté: Bin awilel? (¿Cómo estas?) Me respondió "Yo estoy bien... Dios me levantó mi camino." ¡Mi corazón se alegró porque la comunidad que camina el camino del Dios del desierto – sabe levantar caminos en la soledad! En estos días donde los caminos se nos desdibujan o se muestran difíciles, caminemos juntos y juntas… el Espíritu que crea caminos en lo desértico y ríos en la soledad nos da la oportunidad de hacer caminos usando otros zapatos o chancletas o tal vez a pie desnudo. No perdamos de vista que esta oportunidad es única porque nos hace comunidad, compañeros, nos hace hermanas, nos hace pueblo de Dios y sobrevivientes del camino.

"Vamos a caminar en otros zapatos" Filipenses 2:5-8.

¿Cómo caminar en los zapatos de otros cuando no hay zapatos o “chancletas” para usar? Cambiar zapatos es una metáfora que apunta a nuestra voluntad de al menos imaginar cómo otras personas viven, pero sobre todo es una expresión del deseo de compartir la vida que estos otros y otras tienen, y de estar allí. Desde los espacios de los caminos en las misiones, hemos vistos muchos tipos de zapatos y sandalias y muchos pies descalzos. Hemos visto también muchos tipos de caminos moldeados por muchos pasos. Esta es una reflexión desde los caminos y senderos; porque al fin y al cabo, con o sin zapatos, hemos caminado mucho, y sabemos (como muchos de ustedes) que se hace camino al andar.En Pueblo Nuevo Sitalá, provincia de Simojovel, Chiapas, conocí a una mujer indígena maya de unos 33 años, Antonia. Ella tiene 5 hijas. Antonia es una mujer tímida y tranquila, de hablar y caminar pausado, típica de los pueblos mayas y participante de un esfuerzo de economía solidaria. El grupo es un ministerio que hemos desarrollado para ayudar a mejorar la calidad de vida de estas compañeras con la producción y venta de sus bordados. Antonia no usa zapatos, ni sandalias. Descalza camina su propio camino y se hace camino.Llegando al pueblo luego de 8 horas de viaje y un buen "paibil mut" (caldo de pollo) con tortillas, oí que Antonia estaba muy enferma. Así que fui a visitarla y me encontré con una mujer sin fuerzas, tumbada sobre un pedazo de madera contrachapada. Sus ojos estaban tristes y al igual que su cara, hinchados porque había llorado mucho. Antonia acababa de perder su sexto hijo - el varón que tanto quería.En estos entornos sociales se espera que las mujeres tengan varones porque los varones se consideran más valiosos que las niñas. Ellos heredan la tierra, el trabajo en los campos, y el cuidado de sus padres ancianos. Los varones representan su familia ante la comunidad. Por lo tanto, los varones son atesorados. Antonia es diabética y sin embargo arriesgó su vida para darle a su marido el niño que tanto esperaba. Durante su embarazo, la partera del pueblo, la hermana Chepa la cuidó y todo estaba bien. Sin embargo en el momento del parto, el niño cambió de posición y Antonia sufrió tres días y tres noches con dolores de parto.En las comunidades indígenas, la mortalidad infantil es un 60% superior al porcentaje nacional. Las madres igualmente sufren de una alta mortalidad materna que en Chiapas llega al 103%. La desnutrición, la pobreza y las estructuras que sistemáticamente marginan a estos pueblos construyen caminos de muerte y desesperanza. En Pueblo Nuevo no hay médico, ni clínica. No hubo un coche para llevar a Antonia al pueblo más cercano. El bebé nació muerto y a Antonia se le quebró su corazón. Según el decir de algunos, perdió su camino. Antonia entró en una fuerte depresión que la tuvo en cama por tres meses. Sin casi comer, sin atender su hogar, sus hijas, su marido, esta mujer perdió su camino.En Éxodo 13.21, se nos dice que Yahvé marchaba delante de los que salieron de Egipto, como columna de nube, y como columna de fuego, para guiarlos por el camino del desierto. Se usa el participio holek del verbo halak (ir caminar, entrar, salir, manera de vivir), para añadir la idea de la continuidad de la acción. Yahvé camina “delante y continuamente.” En estas palabras “delante” y “continuamente" se esconde un acompañar protector, que salvaguarda el bienestar de los que caminan.[1][1] La historia se nutre del núcleo de una tradición antigua que recuerda la liberación de la esclavitud egipcia y el andar en el desierto. Pero esta historia se recrea en múltiples momentos de crisis de la historia de Israel: durante la monarquía, tiempo de pobreza e injusticias; y durante el exilio, tiempo de violencia, de pérdidas, de comunidad destruida. El pueblo hebreo recrea el momento del acompañar del Dios y su caminar incondicional. ¿Cómo caminar con este sentido comunitario de acompañamiento y de protección en los entornos de vida cuyos caminos pasan por desiertos, brechas, precipicios o aún peor se nos desdibujan?Antonia forma parte de una comunidad de fe que atesora sus principios étnicos de solidaridad. Las mujeres del colectivo atendieron a Antonia, porque su sentido de colectividad es fuerte y porque habían aprendido que somos una familia, la familia de Dios que al igual que este Dios de los hebreos, comparte su caminar. Estas mujeres mayas saben y conocen el dolor de las espinas y piedras del camino que punzan, abren y cortan sus pies. Ellas saben del dolor de la pérdida humana. Ellas conocen también el sentido de paz, de cuidado y pertenencia cuando alguien tiende sus heridas.Las mujeres del colectivo ayudaron a esta familia con las tareas domésticas, con el cuidado de las hijas, con limpiar y alimentar a Antonia, con enjugar y secar sus lágrimas. Juntas fuimos capaces de crear una comunidad más fuerte al entender la profundidad de este caminar de Dios con su pueblo y con nosotras. La esperanza de hacer camino en el desierto nos animó a todas a organizarnos y a entregar lo nuestro para que hubiese luz en el camino de Antonia. Estas mujeres me enseñaron a caminar en otras chancletas, las chancletas de Jesús.Al caminar “delante y continuamente,” estas mujeres abrieron el camino de la esperanza para Antonia. La última vez que la ví, participó de un taller e incluso se rió de nuestros chistes. Cuando le pregunté: Bin awilel? (¿Cómo estas?) Me respondió "Yo estoy bien... Dios me levantó mi camino." ¡Mi corazón se alegró porque la comunidad que camina el camino del Dios del desierto – sabe levantar caminos en la soledad! En estos días donde los caminos se nos desdibujan o se muestran difíciles, caminemos juntos y juntas… el Espíritu que crea caminos en lo desértico y ríos en la soledad nos da la oportunidad de hacer caminos usando otros zapatos o chancletas o tal vez a pie desnudo. No perdamos de vista que esta oportunidad es única porque nos hace comunidad, compañeros, nos hace hermanas, nos hace pueblo de Dios y sobrevivientes del camino."Vamos a caminar en otros zapatos" Filipenses 2:5-8.
1 Comentario
Boris Fernández
3/10/2013 06:55:12 am

Símpático su artículo...y contradictorio con su proceder. Puedo ver más allá de su palabrería don Sepulcro Blanqueado!!!

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