Cuenta Lucas que Jesús, invitado a comer por un jefe de los fariseos, ve que la gente corre a ocupar los primeros puestos en la mesa, y aprovecha la ocasión para dar una enseñanza a los asistentes y un consejo al que lo ha invitado.
Primera parte: una enseñanza A propósito de los que corren a ocupar los primeros puestos, Jesús aconseja ponerse en los últimos; así, en vez de degradarte, te subirán de categoría. Estas palabras resultan desconcertantes en boca de Jesús: aconseja un comportamiento puramente humano, una forma casi hipócrita de tener éxito social. Por otra parte, la historieta no encaja en nuestra cultura, ya que cuando nos invitan a una boda nos dicen desde el primer momento en qué mesa debemos sentarnos. Pero hace veinte siglos, conseguir uno de los primeros puestos era importante, no sólo por el prestigio social, sino también porque se comía mejor. Marcial, el poeta satírico nacido en Calatayud el año 40, que vivió parte de su vida en Roma, ironizó sobre esas tremendas diferencias. Por consiguiente, lo que a nosotros puede parecer una historieta anticuada y poco digna en boca de Jesús, reflejaba para los lectores antiguos una realidad cotidiana divertida, que los llevaba, casi sin darse cuenta, a la gran enseñanza final: Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. El uso de la voz pasiva (“será humillado, será enaltecido”) es un modo de evitar nombrar a Dios, pero los oyentes sabían muy bien el sentido de la frase: “Al que se enaltece, Dios los humillará, al que se humille, Dios lo enaltecerá”. Naturalmente, ya no se trata de la actitud que debemos adoptar cuando nos inviten a una boda, sino una actitud continua en la vida y ante Dios. Pocos capítulos más adelante, Lucas propondrá en la parábola del fariseo y del publicano un ejemplo concreto, que termina con la misma enseñanza (Lucas 18,10-14). Segunda parte: un consejo A continuación, dirigiéndose al que lo ha invitado, le aconseja que cuando dé una cena o un banquete invite a los pobres, porque no pueden pagarte, y te pagará Dios en la otra vida. Esta segunda intervención resulta también atrevida y desconcertante. Después de escucharla, no sería raro que el dueño de la casa le dijese: “Haz el favor de irte, que voy a invitar a pobres, lisiados, cojos y ciegos”. Por otra parte, el fariseo no tiene intención de cobrarle la comida. Estas palabras, que parecen desentonar en el contexto, recuerdan mucho a otras pronunciadas por Jesús a propósito de la limosna, la oración y el ayuno (Mateo 6,1-18). El principio general es el mismo que en el evangelio de Lucas: el que busca su recompensa en la tierra, no tendrá la recompensa de Dios. Primera lectura (Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29) Contiene cuatro consejos; los dos primeros empalman directamente con el tema del evangelio.
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