Vamos a titular esta homilía. "La Iglesia de Juan Pablo" y les invito a que hagamos de nuestra reflexión evangélica esta mañana un homenaje de fe, de agradecimiento, de cariño, de recuerdo a esa figura que en poco más de un mes se ganó el corazón del mundo. Allá en el Vaticano, su cadáver inerte es objeto de veneración de los fieles que peregrinan ante ese catafalco venerado; en espíritu nosotros asistimos, acompañamos ese desfile de dolor de una Iglesia viuda, huérfana, pero que, como la Virgen María en las horas de la muerte y de la sepultura de su Hijo, abriga una esperanza cierta de resurrección.
Sabemos que aun junto al cadáver de un Papa, la palabra de Cristo es certera: "Tú eres piedra". Y aunque como hombre mortal mueren ya 262 pontífices -parece mentira- las puertas de la muerte no prevalecerán. El miércoles, los cardenales que hayan llegado a Roma van a celebrar el funeral del Papa y diez días después, se reunirán en el cónclave para elegir un nuevo sucesor de San Pedro. La oración nuestra, pues, junto al Papa muerto es por su eterno descanso, porque como hombre él también ha sido juzgado por Dios y la justicia de Dios es imparcial trátese de papas, de reyes o de humildes cristianos. Y al pueblo de Dios le toca implorar la misericordia del Señor, porque nadie se salva por sus méritos -lo hemos aprendido aquí en San Pablo- sino porque apoya su humildad en la misericordia infinita y en los infinitos méritos de Nuestro Señor Jesucristo . Quiero agradecer las numerosas manifestaciones de solidaridad que se han recibido en el Arzobispado o se han publicado en los periódicos. Ojalá que todo este gesto de condolencia sea un llamamiento para que vivamos la sinceridad de una Iglesia que se asomó en la figura de Juan Pablo con todo lo que ella es: fe, sinceridad, sencillez, amor, etc. Quién iba a decir hace 5 domingos, cuando presentábamos aquí en la Catedral, por una de esas circunstancias que sólo Dios prevé en su eternidad, el evangelio de San Mateo en el diálogo con el primer Papa: " Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Y al comentar el evangelio, como de costumbre, le decíamos que la Arquidiócesis de San Salvador ofrecía al nuevo Papa Juan Pablo I una comunidad viva; y describíamos en ese marco de la alegría del nuevo Papa como a una sonrisa amplia, abierta al mundo: nuestras esperanzas, nuestras angustias, nuestras tribulaciones, la historia concreta de nuestra semana. Quien iba a decir -repito- que hoy le podemos decir también al Papa muerto, que recogió aquel ofertorio de nuestra Arquidiócesis, que nuestra Arquidiócesis sigue fiel su camino y que aunque él ya llegó a la meta de esta peregrinación que todos vamos caminando, nosotros seguiremos, trataremos de ser fieles a esa Iglesia que él nos iluminó. Se me ocurrió decirles en la noticia, en el amanecer del 29 de septiembre, que así como encontraron la lámpara de su dormitorio encendida, así ha dejado Juan Pablo en la Iglesia una luz encendida. Aunque no hubiera dicho otra cosa que en su programa de enseñanza se iba a referir siempre al Concilio Vaticano II tratando de imitar a sus antecesores, eso sólo bastará para que este Juan Pablo que se asomó a la historia de la Iglesia sólo a decirnos: sigan por allí, las luces encendidas del Vaticano II, del magisterio actual de la Iglesia, son el auténtico caminar de los cristianos. Y aunque muchos han querido manipular sus expresiones tratando de llevarlas a sus propias comodidades, podemos decir que con imparcialidad hemos visto la actitud, el ministerio, el magisterio de Juan Pablo y no tenemos nada de qué arrepentirnos, sino de seguir caminando por esa luminosidad por la que tratamos de ir. La luz del magisterio de la Iglesia encendida como la lámpara que dejó Juan Pablo: el Vaticano II, las encíclicas, las enseñanzas, las actitudes de la Iglesia actual. ¿Cuál es nuestra historia, Santo Padre, que la Iglesia de la Arquidiócesis enlutecida te puede ofrecer esta semana? Unas comunidades alegres, trabajadoras, pastorales como la que tuve la dicha de visitar el domingo pasado en Aguilares, cuando celebraban el primer aniversario de su clínica con tres médicos y un equipo de colaboración, el P. Octavio Cruz y las religiosas del Sagrado Corazón, han sabido hermanar la mano que socorre y la mano necesitada de tantos campesinos enfermos y pobres. Es la comunidad fervorosa de Comasagua, donde un equipo de catequistas se reunión conmigo el martes pasado para estudiar junto con el párroco, el P. Chalo, las problemáticas pastorales que con sinceridad tratan de servir los agentes de pastoral; y con hipocresía tratan de amedrentar los que no buscan fines pastorales y nos están espantando nuestras comunidades. Le ofrecemos también, Santo Padre, junto a sus almas, la comunidad de Guazapa, allí precisamente, el día de San Miguel, celebrando con las hermanas Carmelitas de San José y con los sacerdotes de la Vicaria, la fiesta de San Miguel Arcángel, les dije: No voy a tomar de los libros las palabras que les quiero decir, sino del hecho doloroso que acaba de anunciar la radio: "Ha muerto el Papa". Y trasladábamos la figura de San Miguel, patrono de la Iglesia, al ministerio de la Iglesia y del Papa. Como sacerdote, el arcángel y el Papa y la Iglesia entera ofrecen a Dios los homenajes del pueblo, en forma de un incensario -dice la Biblia- donde cada fiel pone sus granitos de incienso, sus propias obras para ofrecerlas a Dios. El sentido profético por el cual San Miguel Arcángel y el Papa son el ángel que cuida la doctrina verdadera en la iglesia, frente a tantas caparías de mentira, él nos defiende en las luchas contra el mal, contra la mentira y el engaño. Y un sentido también de pastor, que así como los arcángeles de Dios condujeron tantas veces los caminos de los hombres y los pueblos, el Papa ha conducido también la historia de la Iglesia. Es la comunidad de Nejapa que celebró al día siguiente la fiesta de su patrón San Jerónimo. Es la comunidad de la Vicaria del Departamento de la Libertad, donde ayer, reunidos en Santa Tecla, estudiábamos la Carta Pastoral que enfoca problemas nuevos, con un interés y una profundidad de preguntas que de veras hace sentir cómo el Espíritu Santo nos va conduciendo en nuestras comunidades de la Arquidiócesis. Es también -con cariño quiero decirlo, Santo Padre- la comunidad de mi pueblo natal, Ciudad Barrios, donde como hijo del pueblo, unido a mi pueblo, quisimos tributar homenaje al Señor Obispo de la diócesis, Monseñor Rivera, en el 25 aniversario de su ordenación sacerdotal. Es la comunidad de Plan del Pino, donde esta mañana las Carmelitas Misioneras que nos ayudan pastoralmente en la Policlínica, en la Laguna de Chalatenango y en Plan del Pino, han preparado una comunidad juvenil para que esta mañana reciba su pentecostés: la venida del Espíritu Santo, al celebrar ellas, el viernes de esta semana, 25 años de haber venido a El Salvador. Es también la vida religiosa de nuestra Arquidiócesis: Los Redentoristas que cumplieron 50 años de trabajos misioneros; las Hermanas de la Caridad que desde su Escuela Walter Deinninger prepararon también una juventud para la confirmación. Las Hermanas Religiosas Belgas de San Nicolás, que en Cojutepeque ofrecían el martes de esta semana un precioso ofertorio: dos campesinas jóvenes que profesaron la vida religiosa de San Nicolás. Las Hermanas Belgas trabajan también, pues, en la promoción vocacional. Son las Oblatas al Divino Amor, que celebraron esta semana el décimo aniversario de la Escuela Catalina Dimaggio que está haciendo tanto bien allí por la Colonia La Luz. Es la esperanza de las comunidades franciscanos de la Inmaculada, que nos han ofrecido, y muy pronto fundarán, una comunidad de carácter parroquial en nuestra Arquidiócesis. Son las religiosas del Sagrado Corazón, atacadas por el egoísmo de quienes no quieren que se mueva nada en sus intereses mezquinos, quienes reciben una defensa valiente del cuerpo docente de su Colegio para decir a los calumniadores que ya saben la treta: por este tiempo, cuando comienzan las calificaciones, comienzan también las difamaciones de los colegios de prestigio, con fines aviesos y que ellos son testigos de lo que se enseña en el Sagrado Corazón. No es marxismo ni es una crítica malsana al Himno Nacional, es el fomento del sentido crítico del que se educa, para saber juzgar la historia y saber ser autónomo en su vida, para no ser un número más de la masa que a los intereses mezquinos interesa tener así para que no se promueva ni critique. Es nuestra comunidad en sus actividades diocesanas. Con que gusto asistí a una mesa redonda de la Universidad José Simeón Cañas para dialogar -según mi invitación- sobre la Carta Pastoral. Era interesante aquel ambiente de cultura, de ciencia, también de campesinos, dialogando sobre un tema de mucha actualidad y que puede ser muy mal interpretado si no se ilumina (a pesar de los riesgos de ser mal interpretado) desde la luz del evangelio. Es también la actividad que me llena de mucho consuelo del Centro Ana Guerra de Jesús, donde señoras y señores de los mercados han participado en un curso de nivel centroamericano y siguen trabajando una obra maravillosa de promoción, principalmente de la mujer. Es el trabajo de los colegios y escuelas católicas que ya se está recogiendo, en bonitas ceremonias de clausura, para ofrecer a Dios el trabajo educativo de la Iglesia. Es, Santo Padre, y te ponemos por intercesor ya que estás en el cielo, el triduo de oraciones por Nicaragua que se realizó aquí en la Catedral con un sentido ecuménico, ya que participaron varios miembros de comunidades cristianas no católicas. Y esta Iglesia solidaria con los Obispos y con el pueblo de Nicaragua reitera su apoyo a la jerarquía nicaragüense; y así como el Papa decía: "respetaremos la autonomía de las Iglesias Particulares, no podemos dar criterios a los pastores que viven de cerca sus problemas", solamente apoyamos lo que Monseñor Obando y los Obispos y demás responsables de la Iglesia en Nicaragua decidan buscando soluciones pacíficas; y como ellos, deseamos que se respete la voluntad de la mayoría del pueblo, que se invite a un diálogo con todas las partes, que se creen condiciones favorables de diálogo y que así se logre poner en el Gobierno de Nicaragua la voluntad del pueblo, que este es el sentido de una auténtica democracia. Es la Iglesia de nuestra arquidiócesis que, continuando esa oración por Nicaragua, estará también esta tarde a las 5 en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia en una hora de oración, al cual invitamos a orar por las necesidades de nuestra Iglesia y especialmente de Nicaragua. Y es también la diócesis que, con su mano tendida en todas las parroquias, está pidiendo una ayuda económica para nuestros hermanos necesitados de Nicaragua. Y es finalmente, entre otras cosas, la Iglesia de nuestra Arquidiócesis, en vísperas ya -mejor dicho comenzando ya desde este día- el mes del Santo Rosario y recogemos uno de los testimonios más lindos de Juan Pablo: su amor de niño para con la virgen. Y decimos amor de niño, porque también quiere la diócesis unirse al día universal del niño, este día, no con una falsedad de homenaje sino con la frase evangélica que es el mejor elogio a los niños: "Si no os hiciereis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos". En su breve pontificado, Juan Pablo nos deja en el álbum de sus fotografías varias en contacto cariñoso con los niños; y más que fotografías, su espíritu de niño que comprendía en la niñez la confianza que el niño tiene en su madre, para trasladarlo de allí a la confianza que el pueblo debe tener en su Dios que nos ama más que madre y que el pueblo tiene más necesidad que este niño frente a su mamá. En el discurso de toma de posesión de la Iglesia, el Papa decía que la Virgen, así como lo había acompañado en su niñez, en su seminario, en su sacerdocio, en su episcopado, lo seguiría acompañando como madre y él seguiría siendo su niño en el pontificado, que lamentablemente, pues, fue tan breve, pero que nos deja también esta voz para decirles, al comenzar el mes de la Virgen del Rosario: confiemos en Ella, recemos mucho hermanos y donde el Rosario se ha caído ya de las manos víctimas de una corriente secularista, recuerden que por más poderosa que sea la corriente de secularización del mundo, el mundo siempre tendrá necesidad de oración y de María; y que cuanto más autónomo se torna el mundo frente a Dios, los que creen en Dios sienten más obligación de amarrar ese mundo con Dios. Y ninguna cadena más hermosa para amarrarlo con Dios que la cadena del Santo Rosario. Por eso les digo, hermanos, esta es la Iglesia, la que ha realizado esos pequeños acontecimientos al cual pueden sumarse tantos otros acontecimientos parroquiales o de las familias de nuestra diócesis; y al iluminar esta Iglesia peregrina de la Arquidiócesis, esta Iglesia enlutada en todo el mundo por la muerte del Papa, preguntamos: ¿Qué Iglesia es? Y yo les respondo ahora con el título de mi homilía: es la Iglesia de Juan Pablo, porque es la Iglesia de Juan el Bautista y la Iglesia de Pablo, el apóstol. Si en nuestro tiempo, que parece que los hombres ya no piensan en apóstoles ni en precursores, surgen figuras que quieren llamarse Juan como el inolvidable Juan XXIII y el inolvidable Juan Pablo; y surgen figuras inteligentes, mucho más inteligentes que ciertos criticones de la Iglesia, como el cerebro de Pablo VI, Juan Bautista Montini quiere llamarse Pablo para presagiar hace quince años la intrepidez con que ese hombre, a pesar de su debilidad, de sus enfermedades y sus achaques, remontó la Iglesia a las alturas de una asamblea de las Naciones Unidas, de unos caminos por el mundo entero como San Pablo. Juan y Pablo, ¿por qué se quisieron llamar así? ¿Y por qué el querido Papa muerto quiso juntar los dos nombres en su persona: Juan Pablo? Yo encuentro en las lecturas de hoy - perdónenme la ocurrencia - que por algo nos pone el Señor esas lecturas que acaban de escuchar, para que recojamos el espíritu con que Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo han ido predicando, no una doctrina suya ni una doctrina que se deje manipular por los intereses del mundo, sino una doctrina, la auténtica doctrina que Dios reveló al precursor Juan Bautista y hoy Cristo nos lo ha dicho: " Vino Juan a vosotros enseñando el camino de la justicia ". ¡Qué palabra más oportuna! como que es Cristo mismo el que nos dice, señalando el cadáver de Juan Pablo, recordando la palabra del Bautista: "Vino Juan a vosotros, enseñándoos el camino de la justicia". Y la segunda lectura es Pablo que nos ofrece en sus lecturas de hoy dos características inconfundibles de la Iglesia que predicaron los Papas que se llamaron Juan y Pablo en nuestros tiempos; y como Pablo, Juan Pablo, Pablo VI, Juan XXIII y todos los Pontífices han predicado esta Iglesia primero de la comunión. Manteneos unánimes, dice la epístola. Parece la voz de Juan Pablo, que nos repitió tantas veces el llamamiento al amor en su breve pontificado: Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir, es la Iglesia de la comunión. Y, finalmente, es la Iglesia vivificada por el misterio de Cristo, que Pablo en la última parte de su lectura de hoy nos describe con los rasgos más sublimes que se encuentran en la Biblia: la pre-existencia de Cristo, el Cristo que se humilla hasta la cruz y el Cristo que se exalta hasta la eternidad. Ese es el Cristo que va con la Iglesia. Analicemos, hermanos, brevemente en cuanto sea posible, la riqueza de esta doctrina que nos está ofreciendo la Iglesia de Juan Pablo, la herencia preciada que recogemos de sus manos todavía calientes por la vida, y la muerte. ¿Cuál es la Iglesia de Juan? En la primera lectura de hoy y en la parábola de los dos hijos aparece una cosa: la responsabilidad personal de los hombres, la voluntad de Dios frente a los hombres. Le dice a sus dos hijos, es decir, a la humanidad: Hoy quiero que vayas a trabajar a mi viña, hoy quiero darte la vida con una vocación. Todos los que estamos haciendo esta reflexión tenemos una vocación -desde luego la vocación de vivir-, la vocación de la inteligencia, las cualidades, las profesiones, y aquí nos manda el Señor: su voluntad es inspirada en su justicia. Vino Juan a enseñarnos la justicia de Dios y los mandatos del Señor. El Papa Juan Pablo, que era un gran catequista, salpicaba con enseñanzas catequistas sus audiencias más solemnes y les habló, como habla todo catequista, de la ley de Dios para ser bueno Esta es la voluntad de Dios, esta es la misión de los hombres. Y frente a ese Dios que nos manda, el hombre puede responder de dos maneras, como la parábola nos indica: No quiero ir, es el grito de Luzbel, "non serviam", no te quiero servir; es el grito de los pecadores, es el grito de la rebeldía, es la mayoría desgraciadamente de los hombres, que creen que la libertad se ha dado para rechazar a Dios y no para buscar a Dios libremente. Cuántos hijos malcriados tiene Dios: no quiero, como el niño que zapatea ante su mamá. Así estamos ante Dios muchas veces: ¡No quiero! El otro, amanerado y educado le dice: sí, con mucho gusto voy a ir, pero no fue. El primero se arrepiente y le dice al padre, voy a ir, o sin decirle nada se va al trabajo y hace la voluntad de su padre. Cristo pregunta: ¿Quién de los dos hizo la voluntad de su Padre? Y todos ustedes y yo le podíamos responder como le respondieron sus oyentes: el primero, el que primero dijo que no, pero fue, y no el otro, muy educado, pero desobediente. Cristo hace la aplicación, ¡qué dura aplicación! Acuérdense que nos encontramos en la sección del Evangelio de San Mateo, donde Mateo, en reflexión con la primeras comunidades cristianas, nos está presentando el conflicto, la crisis que siempre tiene que haber en la Iglesia entre la voluntad de Dios y el querer de los hombres. Y allí tenía delante Cristo a los dirigentes de Israel: sacerdotes, gobernantes políticos, profesionales (según su tiempo) y Cristo sin tenerles miedo les dice una cosa bien dura: Por eso -les dice- en el camino del reino van delante de ustedes, dirigentes del pueblo, van delante de ustedes los dirigentes los publicanos y las prostitutas. Créanme, hermanos, que me da mucho gusto recordar esta palabra de Cristo para decirle a todos los pecadores, yo el primero, que confiemos en el Señor, que si hemos tenido la audacia de decirle: no te quiero servir, y hemos buscado por los caminos del placer prohibido o de la ganancia ilícita (como era la de los publicanos y la de las rameras) Cristo nos dice que podemos ir delante de los que se creen que van camino del reino de los cielos. Quién sabe. ¿Quién obedeció? Así dice Cristo: Vino Juan predicando penitencia, diciéndole a los pecadores: conviértanse; y muchas prostitutas y muchos publicanos creyeron en Juan. Ustedes los dirigentes no lo han creído, más bien lo calumnian, vino Juan a predicar la justicia y ustedes lo llamaron endemoniado. Si hubiere existido el término comunista, le hubieran dicho: es un comunista. Todo aquél que predica la justicia, cuando encuentra la roca dura del que no quiere convertirse y orientar por los caminos de la justicia sus relaciones con los demás, tiene que tildar a Juan Bautista y a todos los que tratan de imitarlo con esos calificativos, no le creyeron, Cristo lo dice: Vino Juan y no le creyeron. Pero en cambio los pecadores escucharon como una palabra de esperanza: Dios nos puede perdonar. A propósito, ya que estamos dedicando el pensamiento a Juan Pablo, uno de los episodios que a mi me han conmovido mucho, entre los muchos de su breve pontificado, dicen que se acercó una mujer a su trono pontificio en la audiencia general para decirle: Santo Padre, me siento tan vacía, pecadora, ¿me salvará, me perdonará el Señor? Y que el Papa le dijo: ¿Cuántos años tienes? Le dijo ella, tengo 30 años. Le dijo ¿por qué te aflijes?, eres joven, tienes por delante unos 40 años más o menos, ¿por qué no aprovechas tu vida para arrepentirte y caminar por el buen camino? Y sobre el camino de aquella prostituta se hizo la luz que Juan Bautista encendió, es la luz que la Iglesia va encendiendo, y ojalá hermanos, yo no me avergüenzo de que mi palabra humilde tuviera el inmenso honor de ser un rayito de luz y de esperanza, llegando tal vez a los burdeles, llegando tal vez a las cuevas de los criminales, llegando tal vez a las tabernas de los viciosos; sé que me escuchan en muchas partes, ojalá la palabra de Cristo llegue hoy a quien más la necesita. Los publicanos y las prostitutas van delante en el reino de Dios cuando escuchan a Juan que vino a predicar el arrepentimiento y la justicia, y no ustedes, embusteros y orgullosos que solamente tienen para criticar y distorsionar la palabra del evangelio. Quiera el Señor que no sea demasiado tarde cuando se arrepientan de sus equivocaciones. El otro día, alguien dijo que yo había pedido aplausos en la Catedral por la muerte del Decano de la Universidad. ¿Cuándo lo he hecho? He andado por muchas comunidades, como les he dicho, y me cuentan por todas partes la campaña triste de ORDEN de andarle diciendo a los campesinos que no oigan YSAX, que no oigan al Obispo porque es comunista, que no lean ORIENTACION, que no lean la Biblia, que se inscriban en ORDEN que así sí van a ser salvos. Y hay cristianos valientes que le han respondido: preferimos morir y de todos modos no vamos a morir, pero sabemos que el Obispo es nuestro Pastor y nos va conduciendo por el camino del Evangelio. A cuántos que han dicho barbaridades, locuras que dicen que yo he dicho, les preguntan: ¿y tú lo has oído? No, pero dicen. Esa es la estupidez más grande, criticar sin poner en el banquillo de la justicia al que se va a juzgar. Vino Juan Bautista predicando el camino de la justicia de Dios y no le creyeron. Y la primera lectura de hoy ratifica este pensamientos de la parábola, son los tiempos en que Israel, donde le tocó vivir al profeta Ezequiel, veía el castigo del destierro como un castigo de Dios y creían que sus padres eran los pecadores y que ellos estaban pagando el pecado de sus padres. Y el profeta Ezequiel es de los profetas que se han destacado para señalar la responsabilidad personal del que peca. Recuérdense cuando a Cristo los apóstoles le preguntaron por un cieguito: ¿quién ha pecado, él o sus padres? Y Cristo dice: No ha pecado ni él ni sus padres, sino que esto sucede para gloria de Dios. Pero aún cuando hay pecado, dice el profeta Ezequiel, cada uno es responsable ante Dios de su propia conciencia. No olvidemos esto hermanos. Es cierto que los Obispos en Medellín dijeron que existe un pecado estructural, un pecado comunitario, social, es lo que llamamos el ambiente, pero a pesar del ambiente, a pesar de las estructuras de pecado, Dios no pedirá cuenta a las estructuras, pedirá cuenta a cada hombre y mujer que vive en las estructuras. El juicio de Dios, dice el profeta Ezequiel, será según su proceder. Si un malo se ha convertido y ya realiza el derecho y la justicia, vivirá, Dios lo salva porque se ha convertido; y si un bueno por más santo que sea se pervierte y hace las obras de los malos, por sus obras se perderá, morirá. No andan diciendo, dice el profeta, esto no es justo, y Dios dice: ¿No son ustedes los injustos? Dios es justo cuando da a cada uno según sus obras. Hermanos, cada uno es responsable de su propio destino. Hay mucha gente que cree en un destino ciego, como que lo va empujando una fuerza y no puede dejar de ser malo. Esto es malo creerlo, sería decirle a Dios: no me has hecho libre. La última palabra siempre la tiene el hombre, para ser bueno o para ser malo, y el infierno o el cielo no lo da Dios, se lo da cada uno como quiere. Quieres ser malo y perseverar en el mal y morir en tus injusticias: morirás. Palabra con que se dice te condenarás. Te encuentras en los caminos de la maldad, publicanos y prostitutas son mencionados hoy y podíamos añadir muchas clases de pecados, hasta aquellos que son responsables de las estructuras de pecado, los que abusan del poder en el gobierno están en caminos de pecado; los que abusan del poder económico están en camino de pecado. Y si no se convierten y buscan el camino de la justicia, no vivirán, por su propia responsabilidad. A la luz de este principio de la moral auténtica de Dios, qué divertido resulta estar esperando qué va a hacer el Papa para saber si está de acuerdo conmigo o está en desacuerdo conmigo. Frente a Juan Pablo no tuvieron tiempo de catalogarlo a qué lado está, porque no les convenía. Y unos esperaban que apoyara sus líneas y otros esperan que apoye otra línea, como si la moral de cada uno no dependiera de cada uno y no del Papa. Ciertamente que el Papa es el maestro que ilumina, pero el seguir esa iluminación es problema de cada uno, no era necesario esperar que Juan Pablo dijera que el capitalismo egoísta y materialista es malo, para decir: el Papa está con los comunistas. Bien se dijo cuando el Papa anunció: no se puede colaborar con el comunismo. ¡Ah! ya ven, pues el Papa está con los capitalistas. ¡Qué fácil es interpretar cuando se tiene una intención, un prejuicio! Existe una conciencia en el hombre y el Papa es el maestro que en nombre de Dios ilumina, pero qué ciegos son los hombres cuando están apasionados. Cuántas veces hemos visto llorar a la esposa buena, porque su esposo está enamorado de una adúltera, está apasionado y es difícil que crea la voz de Dios que lo llama: eso es ilícito. Fue el caso de Juan Bautista frente a Herodes estaba apasionado de la mujer de su propio hermano- y cuando Juan Bautista le dice: "No es lícito eso", lo mandan a matar, le quitaron la cabeza. Es el destino de los profetas. Porque tienen que señalar las llagas más dolorosas y ardientes, tienen que correr los riesgos de quienes no quieren oír. ¿Quién será el Papa? ¿Qué línea traerá el Papa? Cualquiera que sea, no puede ser otra que la voz de Juan. Vino Juan a predicar la justicia y los hombres, cualquiera que sea el Papa, tenemos que buscar los caminos de la justicia, del amor, de la bondad, de la santidad. Por más santo que sea un Papa, el injusto que no se quiso convertir se condenará; el Papa se salvara. Esta es la moral, esta es la Iglesia de Juan Pablo, esta es la Iglesia de Juan Bautista, es la Iglesia de Pablo. LA IGLESIA DE JUAN PABLO ES LA IGLESIA DE SAN PABLO, LA IGLESIA DE LA COMUNIONY Pablo, mi segundo pensamiento lo tomo de San Pablo, la Iglesia de Juan Pablo es la Iglesia de San Pablo, la Iglesia de la comunión. Y en segunda lectura de hoy San Pablo nos encarga mantenernos unánimes, nos enseña cuáles son las causas de la desunión en la epístola de hoy. Bonito examen de conciencia, queridos hermanos, para mirar frente al Papa que trabajó en su breve pontificado por la unidad de la Iglesia, y aún más allá de la Iglesia, por la unidad ecuménica que ya la vislumbraba él muy sonriente. Escuchar a San Pablo que nos dice que las causas de la desunión: son obrar por envidia, obrar por ostentación, encerrarse en los propios intereses. Allá aparecen en la epístola de hoy y allí tenemos señaladas las causas de los grandes malestares de nuestra sociedad. Si se obra por envidia, no hay nobleza. La envidia es ponerle zancadilla al que puede hacer un bien, alegrarse del mal ajeno. Y hay muchas zancadillas ahora, mucha envidia. Por ostentación. Queridos hermanos -yo traía ahora, precisamente para recordar aquí la figura de Juan Pablo ante este llamamiento de San Pablo a no querer hacer consistir nuestra fe en la ostentación- el Papa, hablando hace apenas ocho días, al tomar posesión de la Basílica de San Juan de Letrán, dice: "Estos son el verdadero tesoro de la Iglesia: los pobres. Por consiguiente, deben ser asistidos por los que pueden sin ser humillados ni ofendidos con ostentación de riqueza, con dinero mal gastado en cosas fútiles, en lugar de ser invertido cuando sea posible, en empresas mutuamente ventajosas". Ven cómo el Papa ratifica que la Iglesia auténtica no puede ser otra que la Iglesia que se preocupa y siente con los pobres. Los pobres que verdaderamente representan la presencia del Señor: "Todo lo que hagas a uno de ellos, a mí me lo haces". Y San Pablo, también, en esta Iglesia de la comunión nos presenta el fundamento de la unidad. ¿Qué es lo que nos daría la humildad a nuestros grandes problemas de división? San Pablo señala la humildad y el buscar los intereses de los demás. ¡Qué certeras estas indicaciones! El hombre orgulloso, el que no quiere ser menos que nadie, el que quiere estar por encima de todos no cabe en ninguna parte y por eso con él no caben los demás; en cambio el humilde, el que, como nos dice San Pablo hoy, busca en el servicio de los otros su verdadera felicidad -este es Juan Pablo- el que escala el puesto más alto de la humanidad: ser Papa. Y desde allá recuerda siempre el origen: hijo de un humilde obrero y llama a todos a la preferencia por la pobreza, por la sencillez. El que no quiere coronarse con la tiara pontificia, el que no quiere usar más que por necesidad la silla gestatoria, el hombre sencillo y humilde, es el instrumento, es el modelo de los hombres para hoy, para ser artífices de la paz. El coro de Tejutla, entre las lecciones de hoy, cantaba el cántico precioso de Francisco de Asís: Laudato Sí, Señore, Seas alabado Señor. Aquel hombre que llamó a todas las criaturas a la alabanza, San Francisco de Asís, porque era pobre. CRISTO NUESTRO SEÑORY el fundamento más grandioso está ya en mi último pensamiento que éste: Cristo Nuestro Señor. San Pablo termina hoy la lectura preciosa invitándonos a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, y nos describe a Cristo. Y éste es el broche de nuestras reflexiones: Cristo. Porque si los Papas modernos han conmovido al mundo por su ejemplo y su sabiduría es porque han puesto todo su talento a expresar esta gran verdad: Cristo vive en la Iglesia. La Iglesia no es otra cosa más que la prolongación de la misión de Cristo. Pablo VI, sobre todo, tenía una gracia muy especial para hablar de ese empalme entre Cristo y la Iglesia. Y Pablo, en su epístola de hoy, nos dice cuál es el Cristo que va animando esta Iglesia. Es un Cristo, primero, que pre-existía en la eternidad. Tiene naturaleza de Dios. Antes de concebirlo en sus entrañas la Virgen, ya existía. En el principio del mundo ya existía el Verbo -dice San Juan- y ese Dios eterno que no tuvo principio ni tendrá fin. Se hizo hombre. Y esto es lo que San Pablo llama ya -una palabra griega que me gustaría que se la aprendieran, porque expresa la belleza de nuestra fe en Cristo- la "Kénosis" ... Kénosis quiere decir vaciarse de sí, se despojó de su rango de Dios, como si un soberano dejara trono y manto y todo, y se vistiera de harapos campesinos para ir a estar entre campesinos sin molestar con su presencia de rey. Cristo se viste de humanidad y aparece como un hombre cualquiera. Si aquí en la Catedral, entre los hombres que tienen la bondad de estarme escuchando estuviera Cristo, yo no lo descubriera... y saber que era el Hijo de Dios vestido de hombre. Y, más todavía, no le bastó parecerse a los hombres, sino que se humilló hasta la figura de un esclavo para morir como los esclavos crucificados en una cruz, como un bandido, como el deshecho de Israel que había que crucificarlo fuera de la ciudad,, como basura. Esto es Cristo, el Dios que se humilla hasta esta kénosis, a este vacío profundo de él. Pero por eso, dice San Pablo, terminando la estrofa de este bello himno, por eso Dios lo glorificó y lo elevó hasta las alturas más elevadas, para que en su honor se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: ¡Cristo es el Señor! Queridos hermanos, esta es la gloria de la Iglesia: llevar en sus entrañas toda la kénosis de Cristo y por eso tiene que ser humilde y pobre. Y una Iglesia altanera, una iglesia apoyada en los poderes de la tierra, una iglesia sin kénosis, una iglesia llena de orgullo, una iglesia autosuficiente no es la iglesia de la kénosis de San Pablo, no es la iglesia de los Juan Pablo, no es la Iglesia de Papas auténticos. La Iglesia verdadera es la que, con Juan Pablo, puede decir en su discurso de inauguración que se siente como Pedro cuando comenzó a caminar sobre las aguas, se tambalea de miedo hasta que Cristo le dice: Hombre de poca fe ¿por qué temes? Esta es la fuerza de la Iglesia, no la fuerza del hombre. Como un mendigo, hace apenas un mes, el Papa en la ceremonia de su instalación como Pontífice en la Plaza de San Pedro -ustedes lo vieron por televisión- parecía un mendigo pidiéndole a cada Cardenal la bondad de su amistad, de su colaboración, de su ayuda, "...porque jamás nos imaginamos subir a estas alturas, ¡ayúdenme!" ... Esta es la humildad, esta es la kénosis de la Iglesia, el sentir que ese Cristo humilde y pobre, vacío de la grandeza de Dios, va con esta Iglesia que tiene que ir marcada de esa kénosis divina. Pero, al mismo tiempo, su gran esperanza en la glorificación, Iglesia de la pascua, Iglesia de la resurrección, Iglesia que no tendrá fin, porque Dios la ha hecho esposa de aquel nombre que está sobre todo nombre. Y a El vamos a honrar en nuestra Eucaristía de hoy. Pero queremos llevar también a nuestra Eucaristía la voz angustiada de nuestra patria, esta Iglesia de la kénosis y de la glorificación; esta Iglesia de la comunión y de la conversión; esta Iglesia de San Juan Bautista y de San Pablo de Tarso; esta Iglesia que se hace moderna en Pablo VI, en Juan XIII y en Juan Pablo; esta Iglesia es la que quiere vivir aquí, en la Arquidiócesis, y desde su propia identidad ella quiere vivir también los conflictos de nuestra propia historia. Y así tenemos, hermanos, que hemos vivido la confianza de estudiantes, de familias afligidas que se han acercado para denunciar y aclarar las verdaderas causas y hechos que han llevado al cierre a nuestra Universidad. Los estudiantes han declarado sus intenciones, su descontento por la reprobación en Matemáticas 3ª, masivamente. Se quejan también de la brutal -dicen- represión desatada por la policía universitaria que se encuentra bajo el control del Estado Mayor de la Fuerza Armada; y quieren también lamentar el desaparecimiento de Guillermo Iraheta, y la muerte del estudiante José Armando Vega García provocada por un balazo en la espalda que lo mantuvo durante una semana en el Seguro Social. La muerte también del Decano de Economía, Dr. Carlos Rodríguez son el saldo triste, lo mismo que un grupo de prisioneros en la cárcel de la Policía de la Universidad. Que términos más contradictorios. ¿Qué dicen los abogados? ¿Qué dicen los colegios de profesionales ante esta humillación del Alma Máter? Sobre todo cuando este sarcasmo de policía y cárcel, y prisioneros y desaparecidos y matados en el centro más alto de cultura de El Salvador lamenta la mentira evidente de la tropa de seguridad ante el hecho de Guillermo Atilio Iraheta Valle, empleado desde hace 11 años en ANDA, su esposa con sus seis hijos han visto la forma bárbara en que lo golpearon; la Cruz Roja es testigo de que no la dejaron entrar a administrar a aquel golpeado. ¿Qué hace ANDA con sus empleados, aun cuando su Presidente es un Coronel? También lamentamos, en esta ambiente, el secuestro del Mayor y Doctor Alfonso Castro Sam. ¿Qué motivos hubo? Pero sí quisiéramos pedir que en nombre de la familia del empleado de ANDA, Guillermo Atilio Iraheta Valle, por la aflicción de su esposa, por la orfandad de sus niños, que se atienda al llamado de esta pobre mujer que ha ido como mendigo de la justicia a la Corte Suprema de justicia, al Estado Mayor, al Director de ANDA y en todas partes no encuentra más que la voz conformista de la paciencia, como si no estuviera en sus manos resolver estos casos injustos. También tenemos que lamentar desde nuestra Iglesia auténtica, y no lo sería si tolerara tantas injusticias, el secuestro el lunes de la joven que resultó baleada cerca del zoológico, a pesar de que estaba apenas recuperándose en el Hospital Rosales. Consta en informativo judicial que la joven estaba custodiada por agentes de la Policía Nacional que se negaron a identificarse y la familia teme por la suerte de esta pobre joven. Pedimos a la justicia que se evite otro atropello cruel. Ha habido también capturas, como en Comalapa, de la campesina María Evangelina Galdámez de 19 años y no se sabe dónde la han llevado. Ha habido represión entre los campesinos de Cinquera y de San Pedro Perulapán. Esa zona ya fue demasiado golpeada, tengamos misericordia. Por lo menos 23 campesinos han desaparecido en esa zona; 25 asesinados por ORDEN, el ejército y demás cuerpos de seguridad, el último fue el anciano de 73 años, Jesús Villeda, que los miembros de ORDEN lo mataron de 9 machetazos el 27 de septiembre; 22 están presos por motivos políticos. Sistemáticamente se está hostigando, se llega a quemar las casas de los campesinos organizados, se les amenaza con matarlos. En esa misma línea tenemos que colocar los cadáveres encontrados en la carretera de Apulo: Mauricio Mendoza Flores, Manuel de Jesús Campos. Eran catequistas que se reunían con otros cristianos y a esos otros cristianos los tienen ya en la lista y les han dicho que sólo que se inscriban en ORDEN pueden ser protegidos. Es la presión injusta. También la Iglesia no puede callar ese atropello al derecho de organización de nuestros obreros. El Sindicato de Trabajadores de la CEL denuncia que aún continúan controladas por la Guardia Nacional las plantas de Soyapango, Acajutla, Ahuachapán. También la FUS denunció la captura del obrero José Julián Ramírez Barrera; y también en Industrias Metálicas Prado se despidieron seis directivos sindicales, lo cual equivale a decapitar un esfuerzo de organización sindical. No olvidemos, aunque ya días no lo decimos, que más de doscientas familias campesinas allá por las Minas de San Sebastián se están muriendo de hambre y no se les da trabajo, no se les resuelve su problema laboral. La Iglesia tiene que sufrir también con los damnificados del Bambural. También queremos recoger un testimonio muy valioso del Presidente del ISTA. Refiriéndose a la desproporcionado distribución de la tierra reconoció -sus palabras- "...que en El Salvador, hay un barril de pólvora con una mecha encendida próxima a estallar". Yo quiero recordar aquí la comparación de alguien que me dijo: ISTA también se ha convertido, también, en un león de circo. No tiene colmillos. Hermanos, celebremos nuestra Eucaristía después de haber reflexionado desde la palabra divina de los profetas, hecha palabra actual en los Papas actuales, hecha mensaje en la misma muerte de Juan Pablo, la Iglesia de la conversión, palabra de esperanza para los pecadores, palabra terrible para los que no se quieren convertir. La Iglesia de la comunión, palabra de amor, palabra de brazos abiertos, para fundamentar en el sentir de Cristo nuestros sentires egoístas. Y la Iglesia de la kénosis, la Iglesia del vacío de si mismo, la Iglesia de la humildad y la Iglesia de las esperanzas de la gloria en Cristo resucitado. Eso es lo que vamos a celebrar ahora: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, Ven Señor Jesús...
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Estimados radioyentes:
Este día 24 de septiembre nuestra Iglesia honra a la Virgen bajo un título muy histórico y muy actual: la Virgen de las Mercedes. Bajo ese título, la Virgen inspiró allá en la Edad Media una orden de hombres generosos que, ante el problema de la esclavitud en las cárceles de los musulmanes, se organizaron para ir a redimir cautivos, y además de llevar grandes cantidades de dinero, que recogían en Europa para este fin, habían hecho un voto de quedarse ellos mismos prisioneros en lugar de los cautivos, para que ellos adquirieran la libertad. Es una página muy gloriosa del esfuerzo de la Iglesia por la libertad de los hombres. La defensa de los Derechos Humanos no es cosa de hoy, sino que siempre ha sido cosa del evangelio. Saludamos pues, desde aquí, a los prisioneros, porque éste día es considerado el día de la Patrona de los centros carcelarios. Se honra hoy a la Virgen con oraciones en esos centros donde se sufre mucho. La Virgen de Mercedes, presente hoy en el sufrimiento de las cárceles, iluminando quién sabe qué crueldades, dando consuelo a los que lejos de su familia sufren aislamientos inhumanos, es todo un símbolo para nuestra hora. Ayer tuve la oportunidad de celebrar la Santa Misa y conferir la confirmación a un grupo de mujeres en el Centro de Reformación de Mujeres, llamado vulgarmente la Cárcel de Mujeres. Y la presencia de las religiosas del Buen Pastor convierte aquel centro en un verdadero hogar de reformación. La presencia de la capilla de la comunidad le da la presencia de un sol que ilumina unas tinieblas; y la cárcel casi no se siente. Qué hermosa es la presencia de la esperanza cristiana, de la plegaria de la fe, aun cuando ilumina situaciones duras, con tal que sean justas. El prisionero tiene que pagar sus faltas; pero tiene que encontrar allí una escuela para que lo vuelva a reintegrar a la sociedad. Yo quiero felicitar a las hermanas del Buen Pastor por esa labor, que está siendo como un índice de lo que tenía que ser las cárceles en nuestro país; y ojalá ese testimonio de la Virgen, inspirando esa santidad de esas mujeres -las religiosas en medio de las prisioneras- sea una inspiración. También con motivo de la fiesta de la Virgen de Mercedes tuvimos en la Iglesia de María Auxiliadora una numerosa comunión de niños, preparada por las hermanas Mercedarias Eucarísticas, que aquí en El Salvador nos dan su colaboración en el Colegio Eucarístico; en el Centro Educativo de San Martín y en el Colegio Eucarístico de San Vicente. Cuántas generaciones, también, se han educado bajo el título de la Merced. Vaya también un saludo para ellas, en este día de su patrona, la Virgen de Mercedes. El domingo pasado estuvimos en Apulo, en el Cantón que tiene como patrona la Virgen de Dolores. Las Hermanas Carmelitas y el P. Fabián, que administra aquella parroquia, me demostraron, en una reunión muy simpática, lo que es una Iglesia que se basa en las comunidades eclesiales de base. Cómo se hace conciencia del cristianismo. Cómo se forma una conciencia crítica desde el evangelio, a las realidades del país. Estos grupos son los que muchas veces se persiguen, se disuelven, se atemorizan; pero puedo asegurarles que se trata de reuniones netamente evangélicas, y el evangelio naturalmente, cuando se absorbe y se digiere, forma condiciones críticas y estorba a los órdenes establecidos, cuando ese orden establecido no es justo, no es evangélico. El evangelio choca contra las realidades anti-evangélicas; pero la Iglesia no se puede detener de seguir formando la conciencia evangélica de sus cristianos. También mucha conciencia cristiana encontré, el día de San Mateo, jueves 21, en Santiago Texacuangos; donde el P. Teodoro Alvarenga, con las religiosas belgas de San Nicolás, están formando allá una comunidad de mucha esperanza. Las hermanas belgas de San Nicolás tienen también otra comunidad en Cojutepeque y ese día jueves, pude saludarlas a todas y saludar también a la Superiora General que se encuentra de visita en El Salvador, la madre María Javier, a quien le agradezco la colaboración que las hermanas han venido a prestarnos a tierras muy lejanas de su hogar. ¡Que Dios se lo pague! En Aguilares, también, se está celebrando hoy una concentración cristiana, donde las religiosas del Sagrado Corazón y el P. Octavio Cruz están fomentando también esas comunidades eclesiales de base que son una fórmula -no digo de hoy-. Siempre, cuando el evangelio es meditado a profundas, necesita el ambiente de esos pequeños grupos, que no tienen nada de subversivos, a no ser la subversión que es la que denuncia todo lo injusto, así como también apoya todo lo justo, donde quiera que se encuentre. Desde el miércoles de esta semana, Guazapa comenzó a celebrar su novena en honor de San Miguel , que celebrará el 29 de septiembre. No ha faltado allá el culto. La labor de las religiosas Carmelitas, aun cuando fue expulsado injustamente el párroco en los días aciagos de aquel ocupamiento militar de la región, han mantenido el sentido pastoral y tratan de mantenerse en el ambiente netamente religioso y evangélico. A los laicos que se quejan de no tener sacerdote les recuerdo que estamos haciendo siempre el esfuerzo de que haya sacerdote celebrando lo exclusivamente sacerdotal: la misa, la confesión y todo aquello que no lo pueden hacer las religiosas y los laicos. Y a quienes no están contentos de esta situación, les diré, queridos católicos de Guazapa, ¿qué hacen ustedes? Son Iglesia. ¿Cómo colaboran? ¿O es necesario que el sacerdote también se dedique a construir materialmente templos?. Eso no es labor del sacerdote, es de los laicos que deben sentir como suya la Iglesia y colaborar en aquel campo en que ellos, ustedes, los laicos, tienen más competencia que nosotros los sacerdotes. Les suplico pues, ser comprensivos y seguir colaborando mucho con la comunidad que las religiosas fomenta allá. Quiero reiterar mi felicitación a Monseñor Rivera, por sus 25 años de sacerdocio. Fue propiamente el 19, martes de esta semana, y allá en su pueblito natal, San Esteban Catarina, se dio un testimonio precioso del respeto y del cariño al sacerdocio; y de la unidad de los fieles. Allí tuve también la oportunidad de saludar a los diez sacerdotes vicentinos que, gracias a Dios, están en el pleno ejercicio de su ministerio. Quiero felicitarlos porque durante este (interrumpen aplausos) -muchas gracias por este aplauso, que no lo ando buscando, sino que ustedes espontáneamente lo dan- para decirles a los sacerdotes que en la Catedral de San Salvador se les comprende. El testimonio de unidad, el cariño de sus pueblos, y puedo asegurarles hermanos, que no son comunistas, son sacerdotes sensibles en lo social -como hemos dicho- y desde las perspectivas evangélicas, hacen los reclamos que es muy fácil confundirlos con el comunismo. Pero el evangelio no es comunista, sino que es justo con la justicia social. También, quiero agradecer al Señor y pedirle a ustedes una oración para que agradezcamos cincuenta años de vida sacerdotal y cincuenta años de presencia redentorista en El Salvador. Tuve también la dicha de concelebrar el 22, con los PP. Eladio Cuznego, Jesús García, Joaquín Mendoza y Félix Palacios, a quienes reitero mi felicitación, por sus 50 años de vida sacerdotal. Que el Señor les pague tanto bien que han hecho en nuestras parroquias y donde la obediencia los ha llevado. Quiero también expresar aquí la solidaridad de la Jerarquía de la Arquidiócesis con el Colegio Sagrado Corazón que está siendo otra vez objeto de críticas fáciles. Se le acusa de indoctrinación marxista. Se le acusa de criticar tendenciosamente el Himno Nacional. Qué superficiales son las críticas de nuestros críticos, que se han olvidado cuando dicen que van a acudir al Ministerio de Cultura para que investiguen ese crimen que está cometiendo con sus niñas; se han olvidado que el mismo Ministerio de Cultura, en el seminario recientemente celebrado, aboga por una educación que forme el criterio de los alumnos, que no sea pasivo, ¡que sepa cuestionar también la historia! El Himno Nacional no es un dogma y si tiene mucho de hermoso y de verdadero, hay que deducir esa verdad y esa hermosura a la realidad del país, para no estar cantando lo que en realidad no es, y para que la hermosura del Himno se traduzca en las realidades del país. Y la crítica fácil de comunista y de indoctrinación comunista yo les digo hermanos eso ya raya. Y quiero recordar aquí, unas palabras muy elocuentes de los sacerdotes y religiosos de Nicaragua, escribiéndole al Presidente Carter acerca de la situación de Nicaragua, y a llegar a este punto dicen: " ... para justificar la incambiabilidad de la situación actual, se esgrime, hoy como ayer, el argumento anticomunista. Ya los obispos latinoamericanos nos habían advertido en Medellín que a este tipo de gobiernos les sería muy fácil encontrar aparentes justificaciones ideológicas; por ejemplo, anticomunismo o prácticas, conservación del orden, para cohonestar su proceder. Trágica realidad la del somocismo, que ha despojado a muchos campesinos de sus tierras para que los comunistas no se las quiten; que mantiene bajos niveles de empleo, para que los comunistas no los condenen a trabajos forzados; que practica una competencia desleal con la licencia privada, para que los comunistas no reciban financiamiento; que envía a la cárcel a militares disidentes para que no le hagan el juego al comunismo. En Nicaragua es muy difícil, encontrar un sector social al cual el grupo gobernante no lo haya atacado de una u otra forma de comunista o instrumento de los comunistas... " Y la carta que va dirigida al Presidente Carter, le dice: "...incluso de su gobierno, Señor Presidente, se ha dicho aquí en Nicaragua, que está en manos de izquierdistas..." Y yo quiero agregar también que al Papa Pablo VI, cuando escribió la encíclica Populorum Progressio, se le llamó marxismo recalentado. Siempre que se quiere tocar la llaga, donde está la raíz de las injusticias y la falta de paz, es fácil decir: son comunistas. Por tanto, la Iglesia apoya plenamente la labor concientizadora, desde el evangelio, del Colegio Sagrado Corazón. También esta Iglesia católica, de nuestra Arquidiócesis, se alegra en este día de la Virgen de Mercedes, cuando está terminando una convivencia juvenil en el Seminario San José de la Montaña. Muchos jóvenes, ya próximos al bachillerato, están allá reflexionando este gran problema que todo joven tiene que confrontar: ¿Para qué me ha dado Dios la vida? Y ojalá la respuesta sea la más hermosa. Ser sacerdote es entregar a Dios una vida como nos va a decir hoy San Pablo, que es el ideal más bello de la misma vida humana. Ahora, si no tienen vocación, recuerden que también es vocación servir a la humanidad desde el matrimonio, desde una profesión laical. No hay que mirar las profesiones únicamente como medios para ganar dinero e instalarse política o socialmente. Hay que buscar, como están haciendo ahora los jóvenes, el servicio a la humanidad, el mejor rendimiento de mí vida, no para ganar, sino para servir. ¡Qué hermosa juventud! Desde aquí un saludo de entusiasmo a esas probables vocaciones que nos irán a dar un problema el otro año, porque no tenemos ya lugar en el Seminario donde alojar las muchas vocaciones que el Señor nos está dando. Pero el lugar es lo de menos, la generosidad es lo que cuenta. Quiero informarles también, desde este momento eclesial de nuestra vida, que la edición de nuestra Carta Pastoral quedó agotada ya también; y que se prepara una tercera edición, en la cual agregaremos los anexos y el cuestionario para facilitar las reflexiones de los grupos. Si desde nuestra Iglesia local extendemos la mirada a la Iglesia Universal, encontramos ahora con alegría la figura del Papa, ganando cada día más en simpatía. Ayer fue a tomar posesión de su Catedral, como Obispo de Roma. Ustedes saben que el Papa, además de ser el Pastor Universal, es el Obispo de Roma; y como Obispo de Roma, su Catedral no es la Basílica de San Pedro, sino la Basílica de San Juan de Letrán, que desde los primeros siglos se consideró como la residencia del Pastor de Roma. En su discurso al presentarse en Roma, donde estuvieron presentes las autoridades civiles, el Papa dijo esto: que como Pastor de la Ciudad Eterna, colaborará por la justicia y la paz de la ciudad, para que vean que no es una justicia inventada para ganar aplausos; sino que es el derecho de la Iglesia y el deber de la Iglesia de señalar que las fuentes de la paz del mundo no pueden ser envenenadas por la injusticia, y que el primer papel de la Iglesia es trabajar donde la Providencia pone a un ministro, llámese Papa o humilde sacerdote rural, trabajar por la justicia como fuente de la paz. También el Papa recordó a los obispos norteamericanos que la familia es una piedra fundamental de la Iglesia Católica, que no se debe permitir que el divorcio la destruya. Yo quisiera aprovechar esta noticia, para hacer un llamamiento a la organización familiar de nuestro ambiente. Qué hermoso es cuando cada hombre de la sociedad puede decir: tengo una familia bien organizada. Queridos hermanos, en esto está la base también de una sociedad más equilibrada, tranquila, justa, ordenada, donde hay familias, fieles y bajo bendición del que da el sentido de familia. No tengo tiempo, pero el discurso del Papa que salió en los periódicos está señalando muchos caminos preciosos para la construcción o reconstrucción de nuestra vida familiar. Y aquí tenemos que trabajar mucho todos, un esfuerzo para hacer de las familias salvadoreñas verdaderas familias cristianas. También el Papa, en otro discurso, insistió en la necesidad de que la Iglesia intervenga presentando y recomendando soluciones a los grandes problemas de la libertad, de la justicia, de la paz; y que los laicos católicos luchen por resolver esos problemas. Hizo una aclaración muy útil: que la liberación política, social o económica, que muchos hombres buscan, no coincide con la salvación en Jesucristo. Entendamos bien, en mi Carta Pastoral les explico que uno de los servicios de la Iglesia es apoyar esos esfuerzos de reivindicaciones del pueblo; y el servicio mejor que la Iglesia presta es decirles su propio criterio de la liberación y es aquí donde el Papa dice: no coincide, quiere decir, no se mide la liberación cristiana por la liberación terrenal. Pero no quiere que se desentiende, sino que como digo en la Carta Pastoral, engloba, integra, esos esfuerzos liberadores de la tierra en la gran liberación cristiana. Les dicen a los que trabajan por un mundo mejor, por una sociedad más justa, todo eso está bueno, pero recuérdense que no todo termina allí. El hombre también tiene una vocación eterna y divina, y si queremos para él en su caminar por esta tierra un mundo más justo, no olvidemos que lo definitivo es su liberación trascendente, la que trajo Cristo para salvar del pecado y a promover en la gracia a los hijos de Dios que han de vivir eternamente libres. En este sentido, pues, sí, decimos con el Papa, no coincide una y otra liberación, pero tampoco están divorciadas. De modo que no podemos decir que estamos con el Papa cuando prescindimos de las cosas de la tierra por estar pensando sólo en las cosas del cielo. El Papa está apoyando también todos estos esfuerzos de justicia y de libertad en el mundo. También otro aspecto precioso de nuestra vida católica actual: la Iglesia polaca mandó leer en todos los púlpitos de Polonia una Carta Pastoral firmada por todos los Obispos. La vida social de una nación, dicen ellos, requiere apertura y opinión pública. La gente que gobierna los medios de comunicación en ambos países tiene en mente sólo sus propios intereses, tanto en Polonia, como aquí en El Salvador -podemos decir-, tenemos el derecho y el deber de manifestar nuestra crítica y nuestra opinión; si no se aprecia este esfuerzo de libertad, ello significa -dicen los obispos polacos- que nos tratan meramente como objetos, para que los que han tomado el poder manipulen a los ciudadanos desprovistos de la posibilidad de pronunciar públicamente sus opiniones. Miren hermanos, la Iglesia, en cualquier situación -aquí, porque la situación no es comunista, sino capitalista pero en Polonia donde la situación no es capitalista sino comunista-, en uno y en otro lugar, la Iglesia no se enfeuda ni con el comunismo ni con el capitalismo, sino que proclama la libertad evangélica. Sepan leer los periódicos les he dicho muchas veces, porque lo que aquí dicen los obispos polacos es triste, que aquellos medios que tienen el deber de informar y de satisfacer ese derecho de información que tiene todo hombre, son a veces instrumentos que se dejan manipular por el poder político o económico para distorsionar, para falsear las noticias que ya no son información, sino que se convierten, eso sí, en política verdadera. Esta Iglesia, que está construyéndose con esta mística, con esta presencia, aunque sea humilde como la he definido en las realizaciones de nuestra Arquidiócesis, está circundada también por un mundo mucho más gigantesco, parece. Cuántas veces me viene la idea del pobre David, frente a Goliat; la Iglesia es David, pero David le pudo decir a Goliat, cuando se reía de él por su pequeñez: tú vienes a mi apoyado en tus ejércitos y en tus fuerzas, yo voy a ti apoyado en el nombre del Señor, y en el nombre del Señor el humilde campesinito, David, con una pedrada en la frente, derriba la altanería del gigante Goliat. La Iglesia tiene que enfrentarse al gran gigante de todos los tiempos: los ídolos que adoran los hombres. Cómo se realiza... lo voy a decir al final, porque, antes, yo quiero que nos fijemos que toda esta Iglesia, de la cual les acabo de hablar como realización concreta, aquí en la Arquidiócesis, en Polonia, en Roma, en donde quiera que esté, es la misma Iglesia, que precisamente este domingo, 24 de septiembre, está leyendo en todos sus templos lo que aquí han leído los jóvenes lectores: Isaías en el Capítulo 55; Filipenses, en el Capítulo 1, y Mateo en el Capítulo 20. Qué disciplina más hermosa. El evangelio de Mateo ha sido el alimento de todo el pueblo universal de Dios en este año. Y, como les dije, es un evangelio preciosamente organizado. He estado mandando a muchas personas que lo han pedido el esquema del evangelio que se encuentra en el prólogo de los evangelios sinópticos, en la edición de la Biblia de Jerusalén. Todos los pasajes que habíamos leído los domingos pasados se refieren a la Iglesia, Reino de Dios, como comunidad que ya se inicia aquí en ustedes, nosotros, los hombres que creemos en ese Cristo, y lo seguimos; y nos ha dado en esos capítulos las normas como debe de ser esta comunidad, el jefe que es fundamento: el Papa. Las perspectivas: ahora pasa a una sección ya casi final, el año eclesiástico está terminando también. Los capítulos 19 al 25 de San Mateo nos presentan la crisis que tiene que pasar la Iglesia, Reino de Dios, antes de su establecimiento definitivo. Allí hay parábolas preciosas, como la que se ha leído hoy, donde se habla de conflictos de pensamientos, de criterios distintos entre Dios y los hombres. Y terminará todo este pasaje, con el discurso majestuoso de Cristo, que se llama discurso escatológico, donde Cristo nos habla del fin de la historia y del principio de la eternidad. Donde Cristo nos habla el juicio final. Venid benditos de mi Padre, porque todo lo bueno que hicisteis a mis pobres, a mí me lo hicisteis. Id malditos al fuego eterno, porque vuestras marginaciones, todo eso que fue desprecio del pobre, a mí me despreció. Ese discurso precioso termina esta sección que se nos comienza a ofrecer este domingo y por eso yo titularía, - ya que acostumbramos así, para dar una síntesis de pensamientos a mi homilía de hoy : "Las crisis del Reino de Dios". Y al presentar estas crisis en las lecturas de hoy, mi primer pensamiento es investigar en las lecturas de hoy, cuál es el pensamiento de Dios. Lo segundo es ese pensamiento de Dios provoca las crisis en los pensamientos de los hombres. Y la tercera idea es esta: San Pablo, en la segunda lectura de hoy, se presenta como el judío que sintió esa crisis, pero que la resolvió en favor del Reino de Dios; y como Pablo, todo hombre ahora es llamado también a resolver su crisis. Si en esta hora, 1978, no hay hombre con crisis religiosas, no es hombre de su hora. No me extraña que hayan crisis. Muchos ya la resolvieron, como San Pablo. Otros la resolvieron como Pablo las hubiera podido resolver, odiando a la Iglesia. Pero miremos primero cuál es el pensamiento de Dios en las lecturas de hoy. Qué bonito terminaba hoy Isaías: "...mis pensamientos, no son como vuestros pensamientos. Como está elevado el cielo sobre la tierra, mis caminos también están elevados sobre los caminos de los hombres.. "Y cuando se desenlaza la parábola de Cristo hoy, que nos está abocando a la crisis que va a sufrir él, en su propia vida... porque ya en esta sección se comienza a narrar la pasión de Cristo. Cristo dice, ante la crítica de los trabajadores de la viña, que su recompensa es generosa, que no es como ellos piensan como él recompensa a los hombres. Porque ustedes son miserables en sus cálculos quieren que yo, Dios, no sea bueno. ¿Cuál es el pensamiento de Dios? Está por encima de nuestros pensamientos; y ¡bendito sea Dios!, que Dios no se identifica con el pensamiento de los hombres. Muchos sí quisieran, como dice aquella canción, un Dios de bolsillo; un Dios que se acomode a mis ídolos; un Dios que se contente como yo pago a mis jornaleros; un Dios que apruebe mis atropellos. Cómo podrán rezar ciertas gentes a ese Dios el Padre Nuestro, si más bien lo tratan como uno de sus mozos y de sus trabajadores. Dios, dice Isaías hoy, se deja encontrar. Buscad a Dios mientras se puede encontrar. Es un Dios que se acerca para que lo invoquemos. Es un Dios que ofrece su piedad; rico en perdón. Queridos hermanos pecadores, yo, el más pecador de todos ustedes, quisiera comunicarles esta esperanza y alegría que yo siento en mi miseria, cuando pienso que el Dios que yo adoro es un Dios que me llama a su piedad, que es rico en perdón; y por eso trato de acercarme a El; no con altanería ni queriendo que El se baje a mis miserias, sino tratando de arrepentirme de mis pecados y llamando a todos que lo busquen. Como dice Isaías hoy: búsquenlo, mientras se puede encontrar. Llegará una hora en que ya será demasiado tarde, y yo no quisiera esa hora del juicio de Dios, que será terrible para quienes no lo buscaron cuando se podía encontrar. Y en el evangelio de hoy aparece Dios tomando la iniciativa. Salió a buscar trabajadores. Hermanos, ustedes creen que los que estamos aquí en Catedral es por iniciativa nuestra, claro que sí, porque somos libres y nadie ha venido a la fuerza, pero esta es la delicadeza de Dios, que me hizo libre y que detrás de mi libertad, me da su gracia, su atractivo, para que use esta libertad buscándolo a El. Pero la iniciativa de venir a misa, parte de Dios, que me dio la libertad y me da también el atractivo para buscar el bien. Que a la Iglesia no se viene a celebrar un mitin, se viene a adorar a Dios. Que a la Iglesia no se viene con curiosidad política, se viene con piedad para buscar a Dios. Dios sale a buscamos; y a todos los anda buscando. Y qué hermoso saber que a todas las horas de la vida el Señor anda buscando. Salió a la hora de prima, cuando comienza a amanecer, según el cómputo romano; a la hora de tercia, como a las 9 de la mañana; a la hora de sexta, al medio día; y todavía a la hora de nona, ya en undécima, terminando el día, todavía llama: ven a trabajar, qué están haciendo ociosos allá en la plaza porque nadie nos ha buscado. Vengan, yo también les voy pagar lo justo. Y según el sistema laboral de aquel tiempo injusto, naturalmente estaba al capricho del patrón, pagar lo que quería; y no es esto lo que elogia la parábola. Lo que la parábola quiere elogiar es la iniciativa de Dios y la generosidad de Dios en pagar lo mismo a los de la última hora que a los que llegaron primero. La recompensa de Dios es generosa y quizá aquellos que han venido a la hora de prima se enojan contra Dios porque se sienten dueños de la Iglesia. Nosotros, los buenos, ustedes los malos que acaban de llegar, y quisiéramos que a ellos les pagara menos que a nosotros, que nos sentimos los que hemos hecho a Dios como un deudor de nosotros. Hermanos, ante Dios -y aquí estamos conociendo a Dios-, el Dios que se nos revela es un Dios, que aunque llame al pecador más grande, a la última hora de su vida, el amor con que ese hombre retorna y conoce a Dios -recuerdan a Dimas, el buen ladrón: Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino, y Cristo a ese ladrón ajusticiado le dice: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso- qué rico en perdón y en misericordia es Dios. Ante Dios no tenemos privilegios, ni derechos. Si lo hemos servido desde nuestra más pequeña juventud, ¡bendito sea Dios! hemos usado bien la vida, pero eso no nos da derecho a sentirnos dueños de la Iglesia aunque seamos los obispos; aunque seamos los sacerdotes. Podemos estar más necesitados de la misericordia de Dios que el pecador que acaba de convertirse y por su amor tal vez está más cerca de Dios que quien se siente dueño de la Iglesia. Dios es bondadoso. Nadie puede juzgar sus iniciativas; apelar a su misericordia; pedir como el buen ladrón, siquiera un recuerdo de Dios, y Dios me dará más que un recuerdo. Estoy tratando de presentarles el Dios de la Biblia. El Dios de las lecturas de hoy, así es nuestro Dios, bendito sea El, que nos ha dado a conocer cómo llama a todas horas, y a todas las horas está dispuesto a recibirnos. No importa los crímenes que hayamos cometido. Por eso, hermanos, vuelvo a repetir lo que aquí he dicho tantas veces, dirigiéndome a través de la radio a aquéllos que tal vez son los causantes de tantas injusticias y violencias; a aquéllos que han hecho llorar a tantos hogares; a aquéllos que se mancharon de sangre con tantos asesinatos; a aquéllos que tienen sus manos manchadas de torturas; a aquéllos que han encallecido su conciencia, que nos les duele ver bajo sus botas a un hombre humillado, sufriendo, tal vez ya para morir; a todos ellos les digo, no importan tus crímenes, son feos, horribles, has atropellado lo más digno del hombre, pero Dios te llama y te perdona. Y aquí tal vez viene la repugnancia de aquellos que se sienten trabajadores de la primera hora. ¿Cómo voy a estar en el cielo con esos criminales? Hermanos, en el Cielo no hay criminales. El más grande criminal que se arrepintió de sus pecados es hijo de Dios ya. La Prostituta María Magdalena, cuando lloraba con sus lágrimas sus pecados, la sociedad la seguía señalando: miren si fuera profeta, se diera cuenta quién es el que la está tocando; pero Cristo se vuelve para defenderla, ya no es pecadora, ha amado mucho, se ha arrepentido de sus culpas, ya es Santa María Magdalena. Los pecados del pasado no cuentan, se deshacen. Por eso la justificación cristiana se llama renacer. Y así le dijo Cristo a Nicodemo: si no renaciereis de nuevo... Todo hombre que se arrepiente de su culpa deja como un cascarón viejo, su mala vida pasada y como una crisálida nueva, la mariposa que nace de nuevo dejando el cascarón, es ya criatura nueva. No tiene nada que ver con lo que dejó el pasado. ¡Bendito sea Dios! esta es la generosidad de Dios, nosotros no lo podemos comprender, porque sí sabemos decir esto tan cruel: lo perdono pero no olvido. Eso no es cristiano. Dios perdona y olvida. ¿Cuál es la reacción que produce el pensamiento de Dios? El Dios que se revela tan bueno encuentra en los hombres el conflicto. La parábola dice: se pusieron a protestar contra el amo. Uno de los conflictos más serios de la historia de la Iglesia es el que aflora aquí en el evangelio de San Mateo, en esta sección, y que San Pablo tuvo que sufrir en carne propia. Se trata de que Cristo había traído una religión nueva. Y los judíos, que vivían de la religión antigua, predicada por Moisés, creían que era necesario seguir observando las leyes judaicas; mientras que Pablo y los que predicaron a los gentiles, que no eran judíos, les decían que no era necesario hacerse judío, circuncidarse, guardar las leyes de Moisés, sino creer en Cristo nada más. Aquí surgió este conflicto que se refleja hoy en la parábola. El objetivo de esta parábola de los trabajadores de la viña, refleja la crisis del primer cristianismo: eran los fariseos, los judíos que se convertían al cristianismo, que se sentían dueños del cristianismo, porque era la Biblia, era Cristo. Y decían que ellos habían venido a adorar al Dios desde las primeras horas del día, se sentían con derechos, en cambio a estos gentiles que San Pablo iba encontrando y dándoles a conocer el mismo Cristo los consideraban como cristianos de segundo orden. Y San Pablo y la primitiva comunidad decían que sólo en Cristo hay salvación. Y el judío no se salva por guardar la ley de Moisés, sino por creer en Cristo. Y el gentil, el pagano, se salva por Cristo. Uno y otro no tienen derechos, más que agradecimiento al Cristo. Y esto lo resolvió la primera comunidad, así como se resuelve la parábola de hoy: pagando igual a todos, es decir, dándoles a conocer el Dios que les acabo de presentar; un Dios que no reconoce privilegios, más que la santidad de cada hombre, venga de donde viniere. Para Dios, pues, no hay clases sociales; para Dios no hay categorías humanas. La única categoría es creer en Cristo v vivir conforme a esa fe. La explicación la encontramos en las lecturas de hoy: Mis pensamientos no son como vuestros pensamientos. ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? El conflicto actual de la Iglesia se parece a aquéllos de antes. Se llamen progresistas o tradicionalistas. Hay quienes tienen una espiritualidad que solamente piensa en el cielo y todo esfuerzo de la Iglesia en la tierra lo consideran comunista. Hay otros que se preocupan de las cosas de la tierra, pero con tanto anhelo que se olvidan de la trascendencia del cielo. Los conflictos existen hoy; pero recordemos, hermanos, que la vocación del hombre, como dice el Concilio, es terrena y celestial. Y precisamente la primera lectura de hoy nos da un marco para interpretar esta situación actual. Cuando Isaías habla de buscar al Dios mientras se pierde buscar, no se está olvidando de las cosas de la tierra; al contrario, el marco en que predica Isaías es el destierro, es la exclusión de la patria donde se encontraban los judíos. Ya llega la hora del retorno, ya se va a levantar el exilio. Y les decía: pero no basta retornar a la patria, es necesario retornar renovados, porque por los pecados castiga Dios con las esclavitudes a los hombres. Las esclavitudes de la tierra son fruto del pecado. Para retornar a la patria, la libertad de Dios, se necesita convertirse de corazón. Ven entonces, y esto lo pueden ustedes estudiar en la Carta Pastoral, donde digo que uno de los servicios más importantes que la Iglesia está prestando a las reivindicaciones de la tierra es incorporarlas y señalarles los fines trascendentes de la liberación. Una liberación que se olvidara de ese Dios, al que hay que buscar; una liberación que no tuviera en cuenta liberarse del pecado, no sería la liberación de Dios. Y de nada serviría, dicen los obispos de Medellín para que vean que no son comunistas, de nada serviría cambiar estructuras, gobiernos, situaciones mientras no se cambie el corazón del hombre. ¿De qué sirve manejar estructuras nuevas con corazón egoísta? No tendremos más que nuevos hombres en viejas situaciones. Lo que la Iglesia aboga es renovación interior, trascendencia de miras para buscar la verdadera libertad. Sin esa perspectiva eterna, divina de Dios, de nada sirven, o de muy poco sirven las liberaciones de la tierra. Téngalo muy en cuenta para que no digan, pues, que aquí predicamos el comunismo, la lucha de clases; si no que estamos predicando la renovación del hombre, la trascendencia de Dios, el amor que nos viene de allá arriba, aunque nos cueste. Y finalmente, pues, cómo se resuelve esta crisis, estos conflictos. Hermanos, yo quisiera -pero no tengo tiempo, ustedes lo podrían hacer- abrir sus Biblias y completar la lectura segunda de hoy. Sólo se han leído hoy del versículo 15, mejor dicho unos tres versículos de la Carta de San Pablo a los Filipenses. San Pablo está preso, entre cadenas. Allí le informan que otros envidiosos andan predicando a Cristo, como para decirle que él no es necesario, que ya se puede morir en la cárcel. Y San Pablo contesta: con tal que se predique a Cristo, aunque lo hagan hipócritamente, ¡qué importa! Lo que importa es que Cristo sea conocido, y esto me da más satisfacción en mis cadenas, porque así ustedes se unen a ese Cristo y oran por mí y yo estoy dando el testimonio aquí de la prisión. No teme la muerte, pero dice que le ha inspirado Dios, que retornará a la libertad para seguir trabajando. Hay unos versículos preciosos en el capítulo primero, mejor dicho en el capítulo tres, donde San Pablo resume las glorias de un judío y dice: se glorían los judaizantes, pues yo lo tengo y más que ellos, yo soy hebreo, yo soy de la tribu de Benjamín, yo llevo la circuncisión en mi carne; y sin embargo, todo eso lo considero como pérdida, con tal de ganar a Cristo. Y siento en mi conciencia, dijo la lectura hoy, un conflicto, entre irme ya a gozar de la felicidad con Cristo o quedarme trabajando por él en la tierra. Claro que para mí lo mejor es irme. Miren como desean la muerte los verdaderos cristianos; como resuelven sus crisis de fe en una gran esperanza, en una gran alegría; y sin embargo, no es evasión, no es alienación el estar pensando en el cielo. Pero como me parece que es más útil que me quede predicándoles a Cristo, no por mi felicidad, sino por el bien de ustedes, escojo entre las dos alternativas quedarme: mihi vivere Christus est (para mí el vivir es Cristo). Qué frase más bella. La vida mía no tiene otro sentido ya. Predicar a Cristo, lo voy a honrar en mi vida y en muerte. Mi eternidad también me espera para vivir eternamente con él. Hermanos, esta es la verdadera reacción ante las crisis de la fe, ante las situaciones difíciles. Y les decía yo que leyeran toda esa carta a los Filipenses -sólo son cinco capítulos- porque San Pablo allí, nos da unas normas de valor; una valentía para enfrentarse a las situaciones que se parecen hoy a las que él vivió. ¡Nada de cobardías! Las cadenas mismas de la cárcel le alegran, porque aquí, dice, estoy dando a conocer a Cristo a todos los pretorianos. Como quien dice, aquí en el cuartel de la Guardia, encadenado, estoy dando a conocer a este Cristo en quien creo. Y aquél que quiere escucharlo -muchos pretorianos se convirtieron porque a todos llama Dios. También al que tortura lo está llamando Dios. Y Cristo será la respuesta ante las crisis de los hombres. No han encontrado a Cristo, no pueden ser felices si no es encontrando al Señor. Por eso, hermanos, vivamos pues la crisis de nuestra Iglesia, no para la cobardía, sino para ser más fieles a nuestra fe, a nuestro Cristo. Ahora bien, esta Iglesia alimentada de estos principios evangélicos -yo insisto mucho en esto- vivamos esta Iglesia, cualquiera sean las circunstancias que nos rodean, pero no hagamos consistir la Iglesia en las relaciones con los poderosos de la tierra. Si están bien las relaciones, ¡bendito sea Dios! Si no están bien las relaciones, pues no nos estorba. Si San Pablo está libre, predicará a Cristo; si lo tienen encadenado, también está predicando a Cristo. La palabra de Dios no está amarrada decía San Pablo. Por eso la palabra de Dios es nuestra fuerza. Creer en Cristo es nuestra solución. Amarlo, no tener miedo por los hombres a la verdad que Cristo nos ofrece. Esta Iglesia tampoco vive sólo para ella, vive para el mundo. Siento que el tiempo se me ha terminado ya, pero no quiero dejar de decirles, hermanos, las realidades que circundan a esta Iglesia, para que también vivamos nuestra realidad en el mundo. La noticia sobresaliente hoy, sería Nicaragua. Todos ustedes están informados de esta situación, solamente les quiero decir que estamos solidarios con el pensamiento del Episcopado nicaragüense. Monseñor Salazar, declaró que se siente profundamente herido, al igual que la población de León, por los métodos empleados por las fuerzas gubernamentales. En León no existe libertad y hay que devolverle al pueblo lo que le corresponde, dice el Obispo de León. Así como el Arzobispo de Managua, se entrevista con el Presidente Somoza para pedirle no bombardear a la ciudad; y a pesar de esto, subrayó Monseñor Obando, tres Iglesias fueron destruidas y barrios enteros bombardeados -palabras de Monseñor- "cuando no era necesario hacerlo". Nos solidarizamos pues, con todo esto y con una carta muy bonita que los sacerdotes y religiosos han dirigido al Presidente Carter a propósito de la situación de Managua, una carta muy valiente, que coincidía con lo que hoy decía la Voz de América. Un editorial de Alemania de Occidente: Toda esta situación de Nicaragua es fruto de una política que apoyo intereses de su comercio y que poco se cuidó del pueblo. Ojalá la lección lea estudiada. Sólo quiero pedirles, hermanos, que para solidarizarnos más íntimamente con nuestra hermana República vamos a hacer aquí tres días de oración: lunes, mañana, martes y miércoles a las siete de la noche; tres horas santas, para pedir al Señor pues las gracias necesarias, el eterno descanso para tantos muertos de la violencia y la inspiración para los que pueden arreglar esta situación. Y también pedirles la ayuda económica. Ya las iglesias de Alemania, el Servicio Mundial Eclesiástico, Cáritas de España, la Iglesia Centroamericana, varios movimientos ecuménicos lo están haciendo. Aquí, pues, voy a suplicar a los queridos sacerdotes que recojan de sus fieles donativos en efectivo, dinero, porque no podemos mandar víveres o ropa, sino que más bien mandaremos al Señor Arzobispo de Managua la cantidad que recoja nuestra Iglesia. Ojalá que para la próxima reunión del clero, que será el primer martes de octubre, los sacerdotes puedan traer lo que han recogido en sus diversas comunidades para Nicaragua. En nuestra semana que estamos terminando -podemos llamar semana de violencia- han sucedido tantas cosas, ayer salía en la prensa un resumen de crímenes (que todavía no es una lista completa, porque el domingo 17, en Zacatecoluca, mientras un campesino compraba, lo mataron). El lunes 18, murieron dos vigilantes en la Universidad Nacional. Los incidentes de la semana pasada en la Universidad, según muchísimos estudiantes, fueron provocados por los vigilantes de la Universidad, que mantienen a ese centro de estudios convulsionado. El día 8, varias personas vieron a los vigilantes de la Universidad perseguir a estudiantes, aún fuera de los recintos del campus. Ese mismo día, moría acribillado a balazos el Decano de la Facultad de Economía, el Dr. Carlos Rodríguez. Mucho se ha especulado sobre este hecho, pero todavía queda en el misterio. Una agrupación clandestina, llamada UR-19, aparecía en cierta radio de la ciudad, atribuyéndose ese crimen, pero la misma agrupación UR-19 mandó desmentir. Lo cual hace sospechar que se está manipulando algo, para encubrir algo. Cuando unos políticos y profesionales llevaron a la Asamblea esta semana una petición de abrogación de la Ley de Orden Público, denunciaron también que se decía que los males que se lamentaban en la Universidad, gran parte eran culpables los vigilantes; y el Presidente de la Asamblea contestó que así se lo habían informado otros sectores. Yo he tenido noticias bastantes verosímiles de que el Dr. Carlos Rodríguez tuvo antecedentes muy desagradables con la vigilancia y que no es imposible, pues, que haya sido la culpable de este crimen, que se trata de ocultar. Queremos decir que la vigilancia, originalmente, sólo consideraba 75 miembros: 70 vigilantes, 1 director y 4 supervisores; y dicen que ahora se suman como 300 individuos, que están siendo el horror de la Universidad. Yo aquí también hago un llamamiento a la Corte Suprema de Justicia, que es otro crimen que hay que investigar y que no se sume a los muchos misterios que la injusticia está apañando aquí en El Salvador. Así como también mi pésame a la familia de este estimado personaje. Ese mismo día 18 fue atacado el vehículo del Fiscal de la Universidad a inmediaciones de la Colonia Nicaragua, y dio como resultado la muerte de un civil y la herida de una joven quien fue ingresada al hospital. Del hospital tenemos noticias, que esta joven (Cristina Salguero Arriaza, de 15 años presenta heridas de bala G3 en el muslo izquierdo) fue atraída por la Policía Nacional, manifestando los agentes que está involucrada en los hechos ocurridos ese día, en la entrada de la colonia Nicaragua. Hasta el momento está custodiada por agentes de seguridad y dos detectives. La preocupación de la paciente es, que al ser dada de alta, será trasladada a la Policía, lo que la hace pensar en su suerte. Manifiesta no tener familiares que puedan hacer algo en su favor, ya que sólo vive con su madre en unas champas de la Colonia San Antonio. Su ingreso proviene de lavar y planchar ropa ajena. Suponemos nosotros que al estar custodiada ya estará a la orden de un tribunal, como tiene derecho todo ciudadano, para que se deduzca su culpabilidad y no vaya a ser otro misterio de injusticia. El martes 19 murieron acribillados a balazos dos policías de Hacienda y fueron atacados varios puestos de la Policía Nacional. Han sido varios los casos presentados a los Tribunales con el delito de la Ley de Orden Público. Y aparecen cadáveres también en la carretera de Apulo, etc. Yo quiero decirles hermanos, que al analizar esta semana tan trágica, a alguno sólo se le ocurre decir que es producto de la desintegración moral de los grupos criminales. Sólo intentan solucionar esta violencia, repudiándola y aumentando la represión, intensificando la vigilancia y amenazando con suspender las garantías. No es así como se mantiene la paz, lo hemos dicho tantas veces. Cuando los abogados y un partido político llevó a la Asamblea la petición de amnistía y de derogación de esta ley, presentaron allí las conclusiones que el Dr. Donald Fox, representante de la Comisión de Derechos Humanos, hacía y que aquí mencioné en otra ocasión y que hoy por falta de tiempo no lo hago; pero el Dr. dice, pues, que esta situación no se reprime con la violencia y con leyes represivas; y hace un análisis jurista de cómo esta ley pues, no puede ser el cauce para una democratización y para dar soluciones a los problemas del país. Se está haciendo un llamamiento a las familias de los desaparecidos para que acudan a la Cruz Roja. Pueden ver en los periódicos, y si necesitan algún servicio informativo del Arzobispado, con mucho gusto se dará. También recibimos un llamamiento de socorro de los tugurios, donde las correntadas de estos temporales recientes han dejado sin techo a muchas familias. Yo les suplico, pues, que tanto esa ayuda que pedíamos para Nicaragua como la caridad que pueden usar para estas situaciones es muy bendecida por Dios. Continúa la campaña de represión contra el derecho de las obras de los obreros a organizarse en sindicatos. En Y.S.A.X., ayer, se leyó una carta del Papa, cuando era Obispo. Una valiente defensa del derecho de sindicalización de los obreros. Esta mañana recibía yo también, de la Secretaría General de la Educación Nacional de Francia, una carta de solidaridad con los maestros de El Salvador. Una carta que se le presentó al Dr. Astacio en su paso por París y donde le piden el respeto a los maestros en nuestra Patria. Queridos hermanos, ven como es tan densa nuestra vida, y esta Iglesia pues, que trata de iluminar con el evangelio las realidades, no puede prescindir de todo esto. Yo creo que no me he salido del marco evangélico. Desde mi propio sitio de iluminador de la fe, ilumino esas realidades, para que cada uno de ustedes mire cuánto de bueno que se puede apoyar, y cuánto de malo que se debe reprochar. No cumpliría la Iglesia su misión en la sociedad, si fuera como decía el Profeta: perro mudo que no cuida la heredad del Señor. Por eso hermanos, ahora nuestra Eucaristía tendrá como objeto, junto a la Virgen de las Mercedes, figura bella de la Iglesia, voz de libertad - en medio de los cautiverios una súplica al Señor. Señor danos una Patria que sea verdaderamente digna, iluminada por la luz de tu evangelio. Así sea. (Aplausos...) Queridos hermanos, estimados radioyentes:
Han escuchado tres pasajes de la Sagrada Escritura: Uno, escrito por un gran experto del conocimiento de la sabiduría de los israelitas, es él libro del Eclesiástico. Otro, brotado de los mismos labios de Cristo, la hermosa parábola del perdón y el comentario de San Pablo para la comunidad cristiana. Estamos en el pasaje evangélico en que Cristo nos está ofreciendo los perfiles de la comunidad cristiana -estamos todavía en el capítulo 18 de San Mateo- y es allí donde uno de los perfiles que caracterizará a los que se congregan como seguidores de Cristo en la Iglesia, es precisamente el perdón. Pero el perdón no es una debilidad, es fuerte. San Pablo nos presenta otro conflicto en la comunidad, el que él llama entre los fuertes y los débiles, y que en los tiempos modernos se traduce entre progresistas y conservadores. Sobre estos dos conflictos: el perdón y la violencia del odio; el progreso y la tradición, debe reinar una cosa dice la Biblia hoy: el amor. Titulemos pues, nuestro pensamiento esta mañana como el domingo pasado: "La Iglesia comunidad de amor'. Y los tres pensamientos serán: 1) El problema de la violencia y del perdón; 2) El conflicto entre los tradicionalistas y los progresistas y 3) La clave de solución: la trascendencia del amor. Para comprender mejor, o mejor dicho, para enmarcar este pensamiento tan actual, para que nosotros que somos la comunidad cristiana de 1978, la misma comunidad que Cristo creó hace 20 siglos y que va pasando por la historia entre conflictos y realidades de este mundo, yo quisiera hermanos, como de costumbre, y no por una manía de salirme del evangelio, sino para encuadrarlo en la realidad, que tuviéramos en cuenta dos notas de nuestra semana actual: la Iglesia misma, hechos vivenciales de nuestra Iglesia, de nuestras comunidades en la Arquidiócesis o en la Iglesia universal; y esta Iglesia que se construye en la modestia, en el amor, en la sinceridad de estos hechos concretos, miradla en el marco profano -digamos- los hechos que nos circundan, así ha sido siempre la Iglesia. Ella es fermento en la masa, su preocupación tiene que ser mantenerse como fermento y fermentar la masa. Ella ha sido puesta por Cristo como luz para iluminar las tinieblas del mundo. Por eso sus dos grandes cuidados deben ser esos: mantenerse como luz brillante y luego irradiar hacia las tinieblas. Una Iglesia no puede consistir únicamente en cuidarse a sí misma, como aquellos que viven preocupados únicamente de su salud y nunca tienen tiempo para hacer nada, porque están cuidando su salud. La Iglesia cuida su salud, pero no con egoísmo, sino para estar fuerte, sana y servir. La Iglesia tiene por objeto servir, "como mi Padre me envió al mundo, así yo os envío al mundo. Id por todos los pueblos a servirlo en sus problemas; a iluminarlo en sus dificultades; a fortalecerle en sus debilidades; ayudarle a resolver con la luz del evangelio sus problemas". Y así tenemos hermanos, que nuestra Iglesia en esta semana, construyéndose a sí misma " no digo que éstos son los únicos rasgos, yo no hago más que sacar de la rica espiritualidad de nuestra Iglesia, unas cuantas demostraciones sencillas que nos dan una idea de que esta Iglesia no es un cadáver, no es un museo; sino que es vida, que está caminando por el mundo. Así puedo informarles que esta semana se reunieron en Costa Rica los obispos presidentes de Conferencias Episcopales de todo Centro América, todavía no tengo noticias del resultado de esa reunión, pero sin duda que se preocuparon con el Arzobispo de Managua, del grave problema de Nicaragua, para enfocarlo desde la competencia jerárquica. Ellos no van a tratar asuntos políticos ni diplomáticos, van a tratar la iluminación pastoral de la fe, sobre ese acontecimiento, porque ahí tiene que ser la Iglesia fermento y luz de Nicaragua. En esta semana también, hemos celebrado en Santiago de María, y la próxima lo celebrarán en San Esteban Catarina, el 25 aniversario sacerdotal de Monseñor Arturo Rivera Damas, Obispo de Santiago de María. Ayer tuve la dicha de compartir con aquella comunidad diocesana el cariño, la oración, la gratitud para con su Pastor. Al proclamar la palabra, di el mensaje sacerdotal diciendo que si la Iglesia vive y predica hoy en el mundo la misma doctrina de Cristo, y se puede decir fiel seguidora de Cristo, es gracias al sacerdocio. Que el sacerdocio inventado por Cristo es como el enlace entre la persona de Cristo resucitado y viviente en la Iglesia, y la Iglesia concreta que predica sobre las necesidades de los pueblos. Y que gracias al sacerdocio esa doctrina eterna, se hace luz concreta en cada circunstancia, y el sacerdote es como la credencial de que Cristo está presente en la comunidad Iglesia. He tenido también, la oportunidad y felicidad de visitar varias comunidades religiosas en esta semana. Con motivo del 14 de septiembre que es la fiesta litúrgico de la exaltación de la Santa Cruz, visité las hermanas Pasionistas que dirigen el Colegio de la Divina Providencia, y desde allí agradecí el trabajo eclesial que esa congregación de la Pasión está llevando en el Colegio Santa Gema de Santiago de María y la casa de Pastoral de San José Villanueva, exhortándoles a seguir fieles a ese carisma de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo; porque la Cruz es dolor, pero es secreto de éxito, de pascua, de resurrección. Ese mismo día, celebraban también nuevas consagraciones vocacionales, las religiosas de la Santa Cruz -es una rama de la Congregación del Buen Pastor- y que es una fuerza de oración y de sacrificio y de penitencia que está dándole vida a nuestra Iglesia local. Les agradecí en nombre de todos ustedes y les exhorté a que siguieran siendo fuerza de nuestra vida eclesial, y una cosa... sentí que se destacaba en esa visita y quiero transmitírselas como un testimonio de lo que es la verdadera penitencia y el verdadero amor a Dios: no es triste. En pocos lugares he encontrado tanta alegría, pero así efusiva, como entre las hermanitas de la Santa Cruz. Sé que me están escuchando y les digo de nuevo: las felicito, porque esa alegría es señal del verdadero Dios, ustedes también me dijeron una palabra de mucho aliento, y es que notan en mi serenidad la marca de Dios. Gracias a Dios que esa alegría, esa serenidad, esa paz, va con la conciencia cuando uno sabe que está cumpliendo su deber. Yo les deseo a todos, la alegría de las Religiosas de la Santa Cruz. También visité, en esta semana, comunidades parroquiales como Panchimalco, que ese mismo día 14 de septiembre celebraba la fiesta de la Santa Cruz, que allá llaman la Santa Cruz de Roma. Y les dije que me sentía muy feliz de celebrar la vigilia de nuestra fiesta patria, en aquella iglesita colonial donde parece que convergen las tres grandes líneas de nuestra idiosincrasia nacional: el indígena y, en la iglesia colonial, España con su fe que nos trajo el cristianismo y el 15 de septiembre que nos recuerda nuestra vida nacional, no llamaríamos independencia, pero si que marca en la historia un punto de partida hacia una verdadera independencia. Cantamos al terminar el Himno Nacional y les diré también, que pocas veces se siente tan profundo el espíritu de la verdadera Patria, como cuando aquella gente que llenaba la Iglesia, en un ambiente tan histórico, canta: "Saludemos la Patria , orgullosos de hijos suyos podernos llamar..." y le pedí al Señor de veras, el santo orgullo de ser salvadoreños, el día en que tengamos de verdad una Patria que sea alegría y felicidad de todos los que en ella hemos tenido la dicha de nacer. También en la Colonia Dolores, que celebra como patrona la Virgen de Dolores, su fiesta es el 15 de septiembre, celebramos allí junto a la Virgen y a la Cruz, la oración por nuestra nación y por aquella parroquia fervorosa de Dolores. Dolores también es el nombre de otra parroquia que va a tener hoy su celebración en Apulo. También para allá nuestro saludo y dentro de poco también nuestra participación en el fervor de aquella piedad popular. En Cuscatancingo, donde el P. Julio Orellana prepara una comunidad fervorosa, también el domingo pasado participamos la alegría de aquella vida comunitaria. En el Calvario de Santa Tecla, ha habido cambio de párroco/ desde el jueves el Párroco es el P. Francisco Javier Aguilar, jesuita, que va a sustituir al P. Eduardo Orellana. En este marco de comunidades parroquiales, yo quiero denunciar el abuso que se ha cometido en el Cantón San José Primavera Primera, de la Parroquia de San Martín, donde miembros de ORDEN que se han metido en la mayordomía de la ermita, se han posesionado de ella y han celebrado una fiesta a espaldas de la autoridad de la Iglesia, con un sacerdote disidente. Quiero recordar a todas las comunidades cristianas que la Iglesia es jerárquica y que solamente las celebraciones autorizadas y presididas por sacerdotes legítimos son verdadero culto de Dios. Otro culto, así, clandestino, como el que celebraron allí, puede valer para la piedad de los que no se dan cuenta del manipuleo, pero ciertamente quienes manipulan una circunstancia, haciendo de la religión una política, pecan gravemente ante Dios y orientan mal a la comunidad. No fue pues, verdadera celebración. Esta semana también los laicos han celebrado dos acontecimientos muy importantes: Allá en Ayagualo, el Club Serra, una convención Centroamericana. Caballeros y Señoras de diversos países de Centro América, para estudiar el problema que ellos toman como tema de su trabajo: las vocaciones, el sacerdocio. Yo les agradezco y les felicito. También una comunidad de jóvenes: Unión Latinoamericana de Juventud Ecuménica, se ha reunido en Planes de Renderos, para hacer reflexiones también, muy propias de la juventud. En ambas reuniones tuve la dicha de participar y de llevarles el mensaje de la Iglesia y las esperanzas que tenemos en ustedes los seglares. Quiero avisar también a los jóvenes, que el próximo viernes 22, en el Seminario San José de la Montaña, va a tener lugar un encuentro que durará tres días para jóvenes que sientan inquietudes por la vocación sacerdotal. Entérense pues, en el Seminario San José de la Montaña, los jóvenes que quieran tener conocimientos de esta materia tan importante como es la vocación sacerdotal y allí se les atenderá con todo gusto. Esto es parte, hermanos, de la Iglesia que peregrina aquí en la Arquidiócesis de San Salvador. El marco en que nos movemos, puede señalar muchos hechos dolorosos, esperanzadores, tristes o alegres; cada uno de ustedes, tiene mucho que contar en esta semana. Por mi parte yo quisiera destacar en esta semana en que hemos celebrado el 15 de septiembre, que la alegría superficial con que lo sabemos celebrar, no nos ha dado idea de la tragedia horripilante de nuestros pueblos que se llaman independientes. Fijémonos principalmente en Nicaragua, nuestra hermana nación, Nicaragua. Escuchamos el llamamiento del Señor Arzobispo, Monseñor Obando. Se trata ya de una verdadera guerra civil, se combate en Diriamba, Masaya, Jinotepe, Peñas Blancas, Chinandega, Estelí, Granada, Rivas, etc. El Presidente decreta Ley Marcial para toda la República, la Guardia ametralla y bombardea indiscriminadamente aun a pobladores pacíficos que huyen; se ataca con aviones y tanques; se ataca también hasta a miembros de la Cruz Roja, respetados internacionalmente; se habla de que unos 15 años, por lo menos, serían necesarios para recuperar lo que se está perdiendo. La voluntad del pueblo es clara: no quieren al actual Presidente. Pero este ratifica su capricho de permanecer y es necesario, entonces, escuchar ese clamor del pueblo. Hemos dicho antes que como Obispos, no somos los técnicos de la política; pero como pastores, sentimos el dolor y la sangre de tantos hermanos de un lado y de otro. Y pedimos al Señor, y a ustedes les pido de manera especial en esta Misa y en sus oraciones de estos días, pedir para que se resuelva este conflicto y que en vez de más sangre, vaya volviendo la paz. Tengamos en cuenta una cosa, hay quienes quieren agrupar, de un lado, la legitimidad de un gobierno, y de otro lado, una insurrección que la titulan comunista. Yo quiero decir que ese es precisamente uno de los argumentos mentirosos de la Seguridad Nacional. No todo es comunismo. Sabemos que en aquel pueblo hay muchas personas decentes, imparciales en sus juicios, que están apoyando a ese pueblo y que forman parte también de esta hora de insurrección. De manera especial yo quiero mencionar, por ser familia de una persona que colabora mucho con nuestra Iglesia, la muerte de don Gustavo Adolfo Argüello, por quien les pido hoy también una oración. Nadie puede decir que se trata de un comunista y que derrocando al actual Gobierno no va a haber quien gobierne más que comunistas. Nicaragua tiene capacidades y lo que la Iglesia ha reclamado siempre: abrir los cauces democráticos para que todos los que tienen capacidades de buscar el bien común de un pueblo, encuentren por donde caminar. Hermanos, no seamos indiferentes, porque mañana puede ser de otro modo el paisaje. Y la Iglesia tiene que mantener siempre su justicia, el orden con que reclama en nombre de la justicia de Dios. Oremos para que todos los gobiernos de Centro América, comprendan la lección y sepan a tiempo que estas situaciones son el producto de las represiones, de las violencias institucionalizadas y de todo aquello que la Iglesia viene denunciando hace tiempo, aun cuando la llamen a ella también comunista. Está señalando la llaga, y está diciendo a quienes todavía tienen tiempo: no vayamos a sufrir y los que ya están sufriendo, todavía también pueden salir de esas situaciones, aun dejando tantas huellas horribles de sangre. También ha marcado esta semana de la Independencia, el domingo pasado en Santa Ana, la represión de una manifestación que deja muertos, heridos y capturados; lo mismo en Zacatecoluca. También la Asamblea y la concentración estudiantil en la Universidad Nacional, por la protesta de exámenes parciales. Hay También horas de violencia. Hemos lamentado también, hoy, muchos hechos que no vienen a la memoria, pero ciertamente ayer nos estremecían las noticias con el asesinato del Dr. Rubén Alfonso Rodríguez; el ametrallamiento de la Embajada Norteamericana; el asesinato en Soyapango de los jóvenes Miguel Angel Flamenco Solís, Rubén Orlando Platero; las noticias bastante ambiguas, nuestra oficina de Información emitirá un boletín esta semana. para decir la versión desde nuestras investigaciones, en honor a la justicia y a la verdad. Se recibe una carta de una mujer afligida, de Portillo del Norte, donde Adrián Serrano desaparece desde agosto y la nota triste del campesino que dice: "Desde el 2 de agosto fue capturado por la Guardia Nacional, a las 11 de mañana en el Caserío Las Cañas, dándole con rumbo a Chalatenango y que días no se sabe de su paradero. Ya lo hemos buscado en muchas partes. Los cuerpos de seguridad de Chalatenango, de San Salvador, nos dicen que no saben nada de él". Qué angustias la de los desaparecidos. Por eso, un Comité Pro-Libertad de Presos Políticos que quiere interpretar este dolor se presenta a la Asamblea esta semana para pedir la amnistía de 65 reos juzgados por la Ley del Orden Público, y también para pedir noticias del paradero de 101 personas desaparecidas a las que se van agregado otras y otras. De Nicaragua también, refiriéndose al caso del P. Salesiano, nos llega de su autoridad, del P. Pacheco, una aclaración de los acontecimientos., que son muy distintos de como los presenta la noticia pública. Declaramos, dice al final, que después de tantos cateos y de la clara conducta del P. Pacheco y demás salesianos en la actuación exclusiva de su misión salesiana, debía haber resultado evidente para la Guardia Nacional y demás autoridades gubernamentales la no injerencia en política de los mismos, en ninguna forma y en ningún momento. Que la presencia del P. Pacheco en la Magdalena fue de asistencia supletorio para proveer a las necesidades religiosas de los fieles. Que no consta del encuentro de tales armas y literatura subversiva en la mencionada parroquia. Termina el manifiesto protestando por estas tergiversaciones de la verdad. Tengo muchas otras cosas, queridos hermanos, pero no quiero cansarlos. Ustedes pueden leer en la página de Solidaridad de ORIENTACION, muchos hechos. Y ustedes saben también muchas cosas. Pero por eso precisamente, invocando el conocimiento de ustedes, sugiriendo nada más cuántas injusticias; así como también cuántos dolores, como las enfermedades que se anuncian y el sufrimiento de muchas personas, nos deben de dar la inspiración, el impulso para tratar de hacer de nuestra comunidad-Iglesia una reunión de cristianos que sienten y que tratan de compartir todas estas cosas. Por eso, el pensamiento bíblico de esta mañana lo he querido catalogar así: como un conflicto entre la violencia y el odio, por una parte; y el perdón, el amor por otra parte. La primera lectura, nos recoge toda la sabiduría de la Biblia, para decir que la ira, el rencor, no son buenos; que del vengativo, se vengará el Señor. Y yo quiero aprovechar este mensaje de la Sagrada Escritura, para decirles nuevamente que estudien y reflexionen nuestra Carta Pastoral sobre la Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares. La tercera parte trata precisamente, el juicio de la Iglesia sobre la violencia; y las páginas sagradas de la Biblia Hoy, nos están diciendo que cuando la Biblia aconseja el perdón, la benevolencia, -la paz, está señalando el ideal de los cristianos; pero que no es una cobardía, no es una evasión de los valientes, que quisieran huir, para refugiarse en una cobardía. En mi Carta Pastoral, yo digo: "todo hombre tiene un potencial de sana agresividad con que la naturaleza lo ha dotado para superar los obstáculos de la vida. El valor, la audacia, el no tener miedo a los riesgos, son virtudes y valores notables de nuestro pueblo que han de ser incorporados a la vida de la sociedad, no para segar vidas, si no para construir derecho y justicia para todos, pero especialmente, para quienes hoy parecen marginados de esos bienes". Yo recuerdo también, como los documentos de la Iglesia dicen, que el cristiano ama la paz, pero no porque no pueda combatir, sino porque la paz es mejor. El cristiano es pacífico, dice el documento de paz de Medellín, es pacífico y no se ruboriza de ello; no es simplemente pacifista, porque es capaz de combatir, pero prefiere la paz a la guerra. Sabe que los cambios bruscos y violentos de las estructuras, serían falaces, ineficaces en sí mismos y no conforme ciertamente a la dignidad del pueblo. Pero también, así como defendemos ese valor humano de la agresividad, del valor, le decimos que como toda pasión, tiene que ser educado. La agresividad que todo hombre lleva, puede hacer de él un criminal o un santo, y los santos, no era que no tenían agresividad. El verdadero cristiano no es un cobarde, y cuando es necesario sabe combatir; pero sabe orientar por los principios de la paz, del amor, del perdón gran fuerza de esa agresividad, y por eso hay una violencia que se llama, la violencia de la no violencia. Es la que enseñó Cristo cuando dice: "cuando te golpean una mejilla, vuelve la otra". No es cobardía. Creo que por experiencia, cualquiera puede hacerlo, de que al golpear a otro, al agredir a otro, lo que espera es una respuesta de agresión violenta. Y sí en cambio recibe una sonrisa, un perdón, una comprensión; es más fuerte quien ha sido golpeado, que quien ha golpeado. Por eso decían que los mártires, no era que les faltara también el valor cuando se dejaban matar; sino que desde su situación de víctimas eran más fuertes y ganaban la victoria de los perseguidores. ¿Dónde están las manos manchadas de tantos crímenes? Son miedosas. No se conoce gente más miedosa que aquellos que son criminales. Es que no está allí el desarrollo de la personalidad humana. Por eso el Señor en la Biblia nos enseña esa fuerza de la no agresividad, del perdón. Pero, hermanos, yo quiero decirles también en honor a la verdad y a esa potencia que el hombre lleva, que también la agresividad, hay momentos en que es justicia y virtud saberla usar. En nuestra Carta Pastoral, ponemos dos casos: El caso de la defensa ante una injusta agresión. Uno que es agredido injustamente, tiene derecho a defenderse: es la violencia de la justa defensa. Pero tiene sus condiciones: Que la defensa no exceda el grado de agresión injusta; por ejemplo: si basta defendernos con las manos, no es lícito, disparar un balazo al agresor. Otra condición, que se acuda a la violencia proporcionada, sólo después de haber agotado los medios pacíficos posibles. Cuando un agresor, no atiende a las razones que el agredido trata de darle, y sigue la violencia injusta, entonces el agredido, cuando ha agotado todos los medios pacíficos, tiene derecho a la violencia en legítima defensa. Dicen que la guerra es la última razón. Y otra condición, tercera, que la defensa violenta no traiga como consecuencia un mal mayor que el que se defiende. Por ejemplo, si por defenderme de un injusto agresor, voy a hacer una violencia mayor, o voy a originar una injusticia mayor, entonces, prevalece el bien mayor. Y el otro caso que es parecido también, pertenece a, la doctrina tradicional de la Iglesia, aquí no hay nada nuevo en lo que van a escuchar ahora, y no tienen por qué escandalizarse. Unicamente los documentos modernos de la Iglesia, lo han puesto al recuerdo de las situaciones actuales de los hombres de hoy. En la Carta Pastoral, lo recuerdo, este principio así: El documento de Medellín sobre la Paz, citando un texto de la encíclica Populorum Progressio de Pablo VI –hay dos grandes respaldos pues, el Papa y los Obispos de América Latina- mencionan la legitimidad de una insurrección en el caso muy excepcional de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien común del país, ya provenga de una persona, ya de estructuras evidentemente injustas, este es el principio. Pero inmediatamente, tengamos en cuenta las condiciones. Advierte también la Iglesia el peligro de engendrar con ello, nuevas violencias, nuevas injusticias, nuevas ruinas, lo cual haría también condenable el derecho de insurrección. Me van a decir ustedes pues, dice y no dice. Dice claramente, pero pone las condiciones de la verdadera moral. Y eso es lo difícil. El caso de Nicaragua por ejemplo, el mal será grande, ¿cuál será más grande? Allí es el criterio, la conciencia del hombre y del pueblo la que tiene que juzgar a la luz de estos principios de la moral cristiana. Hermanos, así como hay estas violencias permitidas, la violencia por lo general, no puede ser un instrumento para la conquista de la justicia. Por eso en la Carta Pastoral también se reprueban con la Iglesia, las violencias institucionalizadas que en una manera ya organizada, están violentando la situación del pueblo. Y al lado de esa violencia, también la represiva del Estado, que está provocando también en el pueblo la violencia qué después se quiere detener. La violencia por la violencia, no puede ser el instrumento y tiene que ser medida en su gravedad. Por eso, también quiero recordar que el ideal de la Iglesia y del cristiano, es lo que hoy nos ha recordado la palabra de Dios, pero no como un recurso a la debilidad, porque también en las lecturas de hoy hemos encontrado que Dios también usará la violencia de su ira y de su justicia, ante aquellos que no merecieron el perdón. El perdón supone en el otro, arrepentimiento. El perdón, supone en el otro, una conversión, un cambio de conducta, y cuando el hombre ha cambiado y busca arrepentido al Señor; el Señor usa entonces, la violencia de la no violencia: la misericordia, el perdón, el abrazo de paz. Es hermoso, también, encontrar dos enemigos que se han reconciliado, pero esa reconciliación supone en el corazón un dominio más fuerte, como es dominar la ira, la agresividad, el rencor. Por eso, el ideal del perdón que hoy nos predica la Sagrada Escritura, tiene que ser como la estrella que guíe en este ambiente de violencia; pero no para justificar lo que no se puede justificar, sino para reclamar la conversión de quienes tienen que convertirse para que haya paz y perdón. Al terminar la Carta Pastoral, hacemos un llamamiento a todas las fuerzas vivas del país: a los que tienen la potencia del dinero; a los que tienen la potencia del poder, para que no lo usen en la violencia institucionalizada o represiva; a los que tienen la potencia de la intelectualidad y de la capacidad de organizar, para que dialoguen y sepan usar esa fuerza que han conquistado, al servicio de esa concordia y de ese perdón y de esa paz. Llamamos también a los que no tienen o a los que tienen poco, para que no hagan consistir sus reivindicaciones, en las violencias sangrientas, sino en la presión justa que debe de hacer también la justicia, ante la injusticia. Este es el ideal hermanos, para que vean pues, que la predicación de paz que la Iglesia hace en un inundo de violencias, no es cobardía, ni evasión; sino que sabe enfrentarse con la realidad y la situación para decirle a los hombres tentados a la violencia en nuestro ambiente. ¿Quién no es tentado a la violencia en este ambiente de violencia? ¿Qué familia que le secuestran a un padre de familia, a un hermano, a una esposa, no siente el odio, el rencor, la violencia, contra los que han cometido esa injusticia? Así también el pobre, oprimido durante tanto tiempo, un pueblo incomprendido con los cauces de su derecho de participación en el bien común, cerrados y oprimidos, siente la tentación de la violencia. No es malo el sentir la pasión y la tentación, lo malo es no educar esos sentimiento. Y en la. Pastoral, también condenamos a aquellos que han hecho ya de la violencia, una mística, una religión y piensan que las cosas no se pueden arreglar más que por la violencia, les decimos que no es el camino de la racionalidad y que todas esas manifestaciones de violencias irracionales, no pueden ser aprobadas- Por Dios. Queridos hermanos, creo que se entiende- bien pues, el pensamiento de la Iglesia y que nos invita en la luz de la palabra de Dios, a meditar los grandes valores Positivos de la agresividad humana que, todos llevamos, pero que nunca es tan bella que cuando la usamos para perdonar o para pedir perdón; para reconciliarnos; para arreglar las cosas por las buenas; para que ya no se derrame sangre; para que desaparezca esa figura fea de nuestra patria, que no la hacemos, sino que es. Por eso, el segundo pensamiento es otro conflicto que surgió también, en las comunidades primera del cristianismo. Se trata entre los que San Pablo llama débiles y fuertes. Posiblemente, se refiere la Carta a los Romanos, de aquellos que se convirtieron al cristianismo viniendo de tradiciones judías o gentiles religiosas. Y decían que cierta carne no se podía comer y por eso se alimentaban con verduras. En cambio otros, que ya habían superado y habían comprendido con San Pablo que la salvación viene por la fe en Cristo y no depende de esas obras de religiosidad, despreciaban a los tradicionalistas; y los tradicionalistas se escandalizaban de esos progresistas, tal como hoy. Lo malo es radicalizarse, ponerse a los extremos y pensar: sólo lo mío es bueno, y el otro dice, sólo lo mío es bueno; y así existen hoy, movimientos en la vida religiosa que quieren como asumirse, endueñarse del monopolio de Cristo, del Espíritu Santo. Y San Pablo es cuando habla en nombre del Espíritu Santo para darles la solución que viene ya en mi tercer pensamiento, tomando de las tres lecturas y enfrentando estos dos conflictos: conflicto violencia perdón; conflicto progresistas y conservadores. Para darles un nombre nada más, la solución, la clave de solución nos dice la palabra de hoy, está hoy, en el perdón y en las razones de ese perdón. ¿Cuáles son esas razones? Recojámoslas como fruto de esta reflexión. La primera lectura nos presenta la dependencia que tenemos de Dios. Tú que dependes de Dios en tu salud, ¿cómo le pides salud a Dios si no perdonas a tu hermano? Es una lógica, porque Dios dice que amemos al prójimo y si no lo, amamos, ¿cómo le pedimos a Dios a quien tenemos enojado por el rencor? Otra razón: todos necesitamos de la comprensión misericordioso de Dios. ¿Cómo la vas a tener, dice el apóstol, si tú no la tienes para con los demás cuando no perdonas, cuando vas por venganza a matar a otro a golpear a otro? Otra razón que bien nos serviría esto, la fragilidad de nuestra vida- eres carne, quiere decir, eres cosa transitoria y así viendo tu fragilidad y la del otro, ¿piensas hacer un absoluto de la ofensa que el otro te hace y un absoluto de tu venganza? Si eres frágil, lo lógico es, trata tu breve vida con el amor con que Dios quiere que vivas, sabes perdonar. Otra razón muy valedera de la primera lectura: piensa en tu fin, en la muerte, en la corrupción. Cuando un hombre por más agresivo y violento que sea muere, ¿qué es un cadáver encerrado en cuatro tablas? Toda la potencia de un hombre que conquistó reinos, o que mató gentes, ahí está: es nada, es polvo, es ceniza. Piensa eso, dice la Biblia, y dominarás tu rencor. También la primera lectura nos dice: recuerda los mandamientos. Recordemos que hay con Dios también, una obligación y entre los principales preceptos que lo resumen todo, están los dos del amor: "Amarás a tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo". Y el odio es la destrucción de ese mandamiento. Y hay otra razón que pasa casi desapercibida pero que es de un gran valor. Recuerda la alianza, ¿qué es? Es el pacto que Dios hizo con el pueblo. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Esto lleva a que todos los que forman el pueblo, se amen. No se destruyan en el odio, en la violencia. Recordemos este pacto que yo les voy a recordar dentro de poco con el cáliz consagrado en mis manos. Esta es la sangre de la alianza, del pacto, entre Dios con los hombres. Ustedes pueblo de Dios que le vienen a ofrecer a Dios ratificando su alianza de fe, prometan también que se van a amar, que se van a perdonar. Y la gran medida que nos da el evangelio, en la parábola del Señor que perdonó a un gran deudor y ese deudor que no supo perdonar a su pequeño deudor. Frente a Dios, somos deudores imposibles de salir en la deuda. Quien ha ofendido a Dios, no merece más que el castigo eterno. Y si Dios me perdona esa deuda eterna, infinita, ¿por qué yo no voy a perdonar a quien no me ha cometido una ofensa eterna, por más grave que sea? El Padre Nuestro es un reclamo continuo de este gran pensamiento: "Perdónanos como nosotros perdonamos". ¿Cuántas veces tal vez no podemos rezar el Padre Nuestro, si somos sinceros, porque no sabemos perdonar? Y por último, la razón que da San Pablo y que es como la síntesis de todo mi pensamiento, donde San Pablo nos dice hoy: "si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, moramos para el Señor; en la vida y en la muerte, somos del Señor; para esto murió y resucitó Cristo, para ser Señor de vivos y muertos. San Pablo está recordando aquí, que aquellos que dejan de comer carne en ciertos días por respeto a su religión -que todavía les quedan unos resabios- lo hacen por Dios, que lo respetemos y que el fuerte que ya superó y que cree de verdad que se salva en Cristo, lo hace por Cristo y por Cristo también él, come carne. Entonces dice: no se desprecien unos a otros, los dos lo hacen por el Señor. Así también, dos que pelean por un conflicto, unos defienden una cosa y otros otra, lo malo está en olvidarse de ese tercero, cuando solamente se pelea por el egoísmo, por lo mío, por mi capricho, entonces sí, no puede valer la razón siempre. Pero si los dos en conflicto lo hacen por Dios -y aquí hay una gran lección hermanos- las diferencias que existen en nuestra Iglesia, que bien se resolverán con este principio: tú, en tu movimiento carismático; tú, en tu movimiento de cursillos de cristiandad; tú, en tu comunidad catecumenal; tú, con tus pensamientos tradicionalistas; tú, con tus pensamientos progresistas, ¿por qué lo haces? ¿Defiendes eso por tu comodidad? Entonces vas mal, esa no es la razón. ¿Lo haces por servir a tu Dios con sinceridad? Pues, hazlo y trata de comprender a los otros que lo hacen por Dios. Este es el pluralismo de veras, de la Iglesia. En la Iglesia no todos podemos pensar igual. Pero lo que sí debemos de hacerlo igual, por Dios, por Cristo, para El vivimos y para El moramos. El que vivió y murió y sigue siendo por nosotros, por todos. En Cristo Jesús, se realiza la paz de los hombres. Ojalá tanta sangre, tanto odio, tanta violencia, tantas diferencias, tantas divisiones entre los hombres las resolviéramos mirando todos hacia aquél que en la Cruz crucificó las diferencias y los odios y las violencias de todos los hombres. Y permitió que en su cuerpo descargaran como relámpagos, todas las iras y todas las violencias de los hombres, para que mirándolo a El, los hombres supieran usar su agresividad traduciéndola en bondad, en perdón, en alabanza a Dios Nuestro Señor. Celebremos la Eucaristía hoy queridos hermanos, con esta gran petición: Señor, mira nuestros pueblos, mira nuestra hermana Nicaragua desangrándose, mira las divisiones dentro de nuestra misma Iglesia, mira Señor cuánto crimen, cuánta violencia a nuestro alrededor. Queremos ser la Iglesia comunidad de amor. Que nada apague este fuego, Señor, que tú quisiste encender y que se encenderá cada día que te miremos a Ti clavado en la cruz y en tu comprensión de brazos abiertos, sepamos perdonar, sepamos amar, sepamos abrazar a todos los hombres. Así sea. (Aplausos). Queridos hermanos:
Las lecturas bíblicas que hemos escuchado -no sólo con atención humana, sino con verdadera fe, porque es palabra de Dios- me da susto decirles, que coinciden con el fundamento teológico y pastoral de la Carta Pastoral que en estos días está llegando al conocimiento de todos ustedes. Yo quisiera que, esa Carta Pastoral, fuera objeto del estudio de las comunidades, que se reflexionara profundamente. Lamentablemente no pudimos dar alcance a la semana, con la edición que habíamos anunciado, pero ya en los primeros días de esta semana próxima, tendremos la nueva edición. Por otra parte, en el periódico -ORIENTACION que hoy se está distribuyendo, está íntegro el texto de la carta Pastoral. Cuando sea pues, oportuno, en sus reuniones o en la familia o en pequeños grupos, estudien y verán como la idea central que es presentar la identidad de la Iglesia, es decir, cuál es la naturaleza y la misión auténtica de la Iglesia fundada por Cristo, está basada precisamente en esta palabra de Dios que hoy vamos a reflexionar a la luz de los textos bíblicos. Es una naturaleza y una misión que la Iglesia tiene que tener bien clara en la mente de sus católicos, de los que la formamos; y desde allí, teniendo una idea cierta, clara, nítida, de lo que es la Iglesia, podemos prestar una ayuda sin miedo al mundo con todos sus problemas, para eso está la Iglesia, para eso la puso Cristo, no para preservarse ella y conservarse; sino que conservándose sirva al mundo. Las relaciones de la Iglesia con las organizaciones populares es el tema de la Carta Pastoral. Es un servicio que la Iglesia tiene que prestar a las organizaciones de campesinos, de obreros, de políticos, a todos los hombres que quieran organizarse con el ideal de un mundo, una patria mejor. La Iglesia haría mal en reservarse ella, con su tesoro de doctrina, con su fuerza moral y no prestara a la angustiosa pregunta del mundo actual, de nuestra patria actual, la respuesta que desde la palabra de Dios ella puede decir. Lo hemos repetido muchas veces, que la Iglesia no es la organización popular. Pero sí, en esta Carta Pastoral decimos que la Iglesia, sin identificarse con las organizaciones populares, presta un servicio insustituible; y señalamos en la Carta Pastoral, desde luego esto: En primer lugar, muchos cristianos, fue en una comunidad de Iglesia, donde tomaron conciencia de las exigencias del evangelio y de la justicia cristiana para componer un mundo injusto. De modo que la Iglesia no se avergüenza de que de sus comunidades, hayan salido hombres inquietos socialmente, políticamente. El mismo Concilio recuerda que uno de los deberes más graves de la hora actual- es la educación cívica y política; y que aquellos hombres que tengan capacidad para ese arte noble de la política, se cultiven, se preparen. La Iglesia pues, no se avergüenza de que el origen de muchos políticos y de muchos agrupados, organizados, se haya efectuado ese origen, en la reflexión de la palabra de Dios. Pero la Iglesia se conserva ella idéntica, como el hogar, como la madre cuando educa a sus hijos y se van. Ella sabe con alegría que les ha dado esa conciencia, esa responsabilidad y van al mundo a buscar opciones concretas de las cuales, ellos son los responsables. También desde esta identidad de Iglesia, sin confundirse con las organizaciones, la Iglesia defiende el derecho de organización. Es un derecho humano. Nadie puede prohibir a un hombre que se organice con quien quiera, con tal que los fines que busca, sean honestos y - buenos; sean para sobrevivir; sean para tener pan para sus hogares; sean para mejorar de condiciones; la Iglesia defiende y lo ha hecho- gracias a Dios, ese derecho de organización. Otro servicio insustituible de la Iglesia -defendemos en la carta Pastoral- es el apoyar las justas reivindicaciones que cualquier organización promueva. No es necesario que se llamen cristianos. Basta que una organización busca un fin justo..., la Iglesia apoya, porque su deber es defender la justicia del Reino de Dios y si hay un reflejo del Reino de Dios en un grupo humano, la Iglesia sabe que allí es Dios el que le está pidiendo su compromiso para defender esa justicia que hay allí. Así como también otro servicio de la Iglesia: la Iglesia por ser única puerta suya, el evangelio, y no otra fuerza; desde el evangelio la Iglesia tiene el deber y el derecho de denunciar la injusticia, lo malo, el pecado que se encuentra en cualquier organización, aunque se llame cristiana, la Iglesia no está comprometida con ninguna, para decirle, eso está mal hecho, eso es pecado, eso lo denuncio, eso lo repudio y gracias a Dios la Iglesia lo ha hecho. Aquí en la Arquidiócesis ha sido su deber, defender lo justo y reprochar lo injusto. Pero para poder prestar este servicio y sobre todo este otro, el servicio de incorporar las inquietudes de los hombres que buscan la justicia, que buscan reivindicaciones en la tierra, incorporarlos a la gran liberación de Cristo, a la gran redención. La Iglesia le dice a todo hombre y a toda organización que busca un fin noble o justo, está bueno, pero no basta, incorpóralo a la redención cristiana. Si no te liberas del pecado, que es lo que Cristo vino a romper -las cadenas del pecado-; si no te promueves hasta hacerte hijo de Dios por la gracia y por la santidad; si tu liberación prescinde de Cristo y solamente confía en ideologías de la tierra..., tu liberación no es completa. Yo te quiero servir, llevándote de la mano hacia la verdadera redención; hacia el verdadero destino; hacia la vocación integral del hombre. Este es el gran servicio de la Iglesia. Y por eso, para poder prestar este servicio, para poder tener estas relaciones con las organizaciones de la tierra, con los grupos de los hombres, la Iglesia tiene que ser muy dueña de sí misma. La identidad de su Iglesia. Así como un médico comparaba Pablo VI en su primera encíclica, Eclesiam Suam, cuando va a curar una zona apestada, para no apestarse él, se inmuniza porque si no él también acabará enfermo, ¿y de qué sirve un médico apestado con los apestados? Por eso él, así como la Iglesia tiene que ir inmunizada con su propia identidad. Por eso la Iglesia no puede confundirse con ninguna ideología u organización de la tierra para poderles dar a las organizaciones de la tierra su verdadero servicio de Iglesia, como el médico da su verdadero servicio de sanar enfermos inmunizándose él también para no ser un enfermo. No digo que las organizaciones todas sean enfermas, pero es una comparación para decirles cómo la Iglesia, prestando estos servicios, lo primero que tiene que hacer, y eso es lo que hacemos en nuestra carta Pastoral, definir bien cuál es su misión. Por no alargarme más, no les leo las páginas 21 y 22 del folleto de la carta Pastoral, ustedes mismos lo van a estudiar, donde tomando palabras del Magisterio de la Iglesia dice cómo un grupo de hombres que cree en Cristo, acepta su doctrina y manifiesta esa aceptación incorporándose a su Iglesia por el bautismo; alimenta su vida cristiana con la palabra de Dios y manifiesta con los signos sacramentales: la confesión,; la comunión, su incorporación, su encuentro con Cristo. ¡Eso es Iglesia! Un grupo de hombres que se alimenta de esa palabra de Dios. Que se alimenta de esa Eucaristía, como ustedes han venido hoy a la Misa, ¡eso es Iglesia! Aquí en la iglesia el domingo, hermanos, el que me ha! escuchado con sinceridad, sin prejuicios, sin odios, sin malas voluntades, sin intenciones de defender intereses que no se pueden defender; el que me ha escuchado aquí, no puede decir que yo estoy haciendo sermones políticos o sermones subversivos, todo eso es la calumnia nada más. Me están escuchando en este momento y estoy diciendo lo que siempre he dicho. Lo que yo quiero decir aquí en el púlpito de la Catedral, es qué es la Iglesia. Y desde esa Iglesia apoyar lo bueno, felicitarlo, animarlo; consolar a las víctimas de los atropellos, de las injusticias; y también con valentía denunciar el atropello, las torturas, el desaparecimiento, la injusticia social, eso no es hacer política. Eso es construir Iglesia y cumplir el deber de la Iglesia desde su propia identidad. Yo siento la conciencia bien tranquila y es mi llamamiento a todos ustedes para que construyamos la verdadera Iglesia, y a esto nos ayuda precisamente la palabra que se ha leído hoy. El evangelio de San Mateo, está siendo la lectura que nos da la pauta para todo este año. No lo descuidemos este pensamiento. Domingo a domingo, venimos a leer un pedacito del evangelio de San Mateo, y para comprenderlo mejor tomamos una idea que lo ilumine en el Viejo Testamento. Hoy ha sido Ezequiel el que ilumina maravillosamente el problema que Jesucristo trata en el evangelio de Mateo y las epístolas de los apóstoles, que van siendo como deducciones directas de ese magisterio de Cristo para comparar, entonces, que el evangelio, iluminado por el Viejo Testamento, comentado por las Cartas de los Apóstoles, es el que llega hasta nosotros para darnos la idea de que esta Iglesia, de la Arquidiócesis de San Salvador, de 1978, es la misma Iglesia que Cristo anuncia en su evangelio, la Iglesia que los profetas anunciaron y que los apóstoles enseñaron a los primeros cristianos. Este es el inmenso honor que yo siento, hermanos. Y por eso, me da gusto que prevalezca el ambiente positivo a mi predicación y que sea escuchada esta palabra con el deseo sincero de conocer y de construir entre nosotros la verdadera Iglesia de Cristo, en 1978, aquí en El Salvador. Les decía -y me da también mucho gusto saber que muchos que oyeron esto, están pidiendo el esquema del evangelio de San Mateo que es la lectura de este año- no esperen que se trata de un libro, se trata de un esquema, una hojita. Y quienes tienen la Biblia de Jerusalén, les aviso que allí está, en el principio de los evangelios dice: introducción a los evangelios sinópticos, busquen allí el evangelio de Mateo y allí encuentran el precioso comentario que dice que el evangelio de San Mateo se parece, es un drama en 7 actos sobre la venida del Reino de Dios. Va describiendo y poniendo los capítulos que corresponden a cada estrofa, a cada acto de este precioso drama. Cuando habla del 5º acto, dice que allí en esos capítulos, del 16 al 18 del evangelio de San Mateo, se habla de los comienzos del Reino de Dios en esta tierra, en un grupo de discípulos con Pedro como jefe. Primicias de la Iglesia, cuyas reglas de vida se esbozan en el discurso comunitario. Hoy precisamente, el pasaje tomado del Capítulo 18 es parte del discurso de Cristo sobre la comunidad. Recuerden que el evangelio, más que una biografía de Cristo, es la reflexión de las primeras comunidades sobre las enseñanzas de Cristo; y que los apóstoles escribieron como fruto de estas reflexiones los discursos que recordaban de Cristo, pero reflexionados ya en comunidad. Es precioso, entonces, saber que este capítulo 18, es el fruto de la primera comunidad cristiana y que nos está marcando cómo era la Iglesia que brotaba como de su fuente, de Cristo recién creada esa Iglesia. Allí habla de la humildad que deben tener sus pastores. Peleaban los apóstoles quien era el más grande -el pleito jerárquico de siempre- y Cristo les dice no, aquí el que quiera ser grande, hágase como niño. Servidor de todos. La autoridad en la Iglesia no es mandato, es servicio. Y el que no se haga como un niño en el cristianismo, sencillo, no puede entrar en el Reino de los Cielos. Qué vergüenza para mí, Pastor, y les pido perdón a mi comunidad, cuando no haya podido desempeñar como servidor de ustedes mi papel de obispo. No soy un jefe, no soy una manda más, no soy una autoridad que se impone. Quiero ser el servidor de Dios y de ustedes. Y es en ese ambiente, en que Cristo está llamando a la autenticidad, cuando este discurso de cómo debe ser la comunidad. Yo puedo sacar de las tres lecturas el título de la homilía de hoy , como el resumen del discurso de Cristo: La Iglesia, comunidad profético; la Iglesia, comunidad sacramental; y la Iglesia, comunidad de amor. Esto es la Iglesia. Si no la entendemos así, no sabemos lo que es Iglesia de Cristo. Estas tres características son como el resumen de las tres lecturas de hoy. Les digo en primer lugar que la Iglesia que Cristo quiso es una comunidad profético. Dice el Concilio, comentando este pensamiento (Lumen gentium 12), el pueblo santo de Dios, participa de la función profético de Cristo difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y de caridad. Ven todos ustedes, hermanos, son el pueblo profético, un pueblo que Dios ha organizado para difundir el testimonio vivo de su doctrina. El mismo Concilio, cuando habla del matrimonio de ustedes los seglares, dice que el matrimonio -la vida de familia- es una situación propicia para desarrollar este sentido profético del pueblo de Dios, porque viviendo santamente los esposos en relación con sus hijos son como una pequeña Iglesia y desde ella, con sus virtudes animan a la santidad a la sociedad; así como también reprochan lo malo, lo injusto, lo pecaminoso del mundo. No hay reproche más grande para una sociedad pecadora que una familia santa. Un llamamiento, pues, de parte del pueblo de Dios, de parte de la palabra divina para que todos los que estamos haciendo esta reflexión, miembros de una familia, nos propongamos hacer de nuestro hogar, de las relaciones de ustedes los casados con su esposa y con sus hijos, un modelo de testimonio de amor, de santidad, de justicia, de caridad en medio de un mundo egoísta, pecaminoso, violento. No hay cosa más necesaria en esta hora de violencias y de terrorismos que los hogares santos, que transpiran amor. La misión profético pues, es una obligación del pueblo de Dios. Por eso cuando con cierto tono de burla me dicen que yo me creo profeta, les digo: ¡bendito sea Dios! ¡Si tú también tienes que serio, porque todo cristiano, todo pueblo de Dios, toda familia, tiene que desarrollar un sentido profético: dar un sentido de la misión de Dios en el mundo. Traer una presencia divina que reclama, que rechaza! Supongamos, dice el Papa Pablo VI -en la exhortación sobre la evangelización del mundo actual- supongamos que un grupo de cristianos se proponen vivir con autenticidad del evangelio en que creen, ese grupo por sí solo, ya es un gran interrogante en el mundo. ¿Qué clase de gente es ésta, qué esperan, qué aman, quiénes son? Y así comenzó el cristianismo. Allá en Jerusalén, nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, se iban agregando, porque los veían como se amaban, cómo alababan a Dios. La comunidad donde no había desigualdades sociales, donde el que tenía compartía con el que no tenía; y donde no se avergonzaba nadie de ser pobre, ni nadie se enconchaba por ser rico. Este testimonio de la caridad y del amor: la comunidad profético anunciaba con su sola presencia lo que Dios quiere de los hombres cuando nos ha hecho sociables. Pues todo esto, queridos hermanos, es lo que yo encuentro en las lecturas de hoy. La primera lectura es maravillosa -el profeta Ezequiel- se dice que pocos hombres se han adentrado tanto en el misterio de Dios como este profeta, qué hasta parecía anormal. Ven cómo no es una ignominia que lo tengan a uno por loco. Al profeta Ezequiel lo tenían por loco, y era porque se había adentrado tanto en el mundo de Dios, que los hombres lo sentían anormal. ¿Quiénes son los anormales, los que se han apartado tanto de Dios que a los que tratan de buscar a Dios les parecen anormales, o los que se normalizan en el centro de la vida que es Dios? Pues este profeta Ezequiel, loco para el mundo, predica el gran misterio que han escuchado hoy: una parábola. El capítulo 33 de Ezequiel, es quizás de las descripciones más bellas de la misión profético que Dios quiere confiar a los hombres. La parábola es ésta: si Dios permite la guerra contra un pueblo, ese pueblo nombra centinelas que estén vigilando cuándo viene el enemigo, y cuando se acerca, suena el cuerno. Costumbre de aquel tiempo, la trompeta. Y en la ciudad, oyen la trompeta. El que la oye y se prepara a defenderse no morirá; como tampoco morirá el centinela, porque cumplió su deber. Pero el que oyendo al centinela no le hizo caso, morara; pero el centinela salva su responsabilidad. Y al revés dice la parábola: si el centinela descuida su deber, no toca la trompeta, entra el enemigo y a los que están preparados no los vence; pero el centinela sí es responsable de su negligencia, y si por la negligencia del centinela, también mueren otros descuidados en el pueblo, todos son condenados: centinela y pueblo. Ahora aplica el profeta a su propia misión: Así yo soy el centinela. El profeta es un centinela, un vigía, y cuando Dios dice: malvados, convertíos, el profeta tiene que ser trompeta de Dios para decir: malvados, convertíos. Y si el malvado no se convierte, se perderá, pero el profeta salvará su responsabilidad. Y si el profeta no grita, el malvado se perderá por su culpa. Pero yo, dice Dios, pediré cuenta también al profeta, porque no clamó, no fue trompeta, no fue vigía. Esta misma parábola encontramos en el evangelio, donde Cristo dice: si tu hermano comete un error, no te quedes negligente, vete a hablar tú solo con él; si lo corriges, lo has ganado para Dios. Si no te escucha, llama testigos; testigos de tu diligencia y testigos de la obstinación del que se equivoca. Y si ni tampoco te oye ante testigos, entonces, dilo a la comunidad; dilo a la Iglesia y la Iglesia lo tendrá como gentil y publicano. En el lenguaje de Cristo estas dos palabras eran decir: sea tenido como excomulgado, no pertenece ya a esa comunidad, por su obstinación. Aquí encuentro, queridos hermanos, la explicación de que la Iglesia tiene una misión profética. ¿Por qué tiene que intervenir un profeta entre Dios y el malvado? ¿Por qué una comunidad es llamada como testimonio, para que si no oye a la comunidad sea echado fuera? Aquí encuentro dos grandes explicaciones, que yo quiero que las tengan muy en cuenta, la primera es cómo puede existir un pecado social. Muchos se escandalizan, dicen que el pecado es personal y no social. Ciertamente la Biblia de hoy lo ha dicho: el malvado se perderá. por su culpa, pero ha mencionado también una corresponsabilidad en el profeta que no anuncia. Todo hombre que deja pasar las injusticias, sobre todo si las puede evitar; toda familia donde se alcahuetea con el egoísmo y no se pone el sentido cristiano de la vida; todo hogar que no se santifica como Dios quiere que se deba santificar y están viviendo en pecado se han contaminado, se han hecho cómplices, se ha hecho el pecado social y cuando ya el ambiente -como en El Salvador- se hace tal, que hasta se decreta una ley para conservar el orden. ¿Qué orden? el orden de la injusticia, que no se toque, que se mantenga así la situación, que no se denuncie, porque eso es meterse en política. Está El Salvador, en un pecado institucionalizado que llamó Medellín (interrumpen aplausos) ¡muchas gracias! Lo cual indica, la actitud de ustedes, de que estamos de acuerdo en que la Iglesia no puede callar. Sus pastores tenemos que hablar. Todos tenemos que ser pueblo profético, llamar, pero fíjense, en la intención de este profetismo. Ezequiel, si ustedes siguen leyendo adelante en ese capítulo 33, les dice a los hijos de Israel, sus paisanos: No sean pesimistas, ustedes han dicho Dios nos ha abandonado por nuestros pecados, ¿quién nos puede salvar? El profeta levanta el espíritu y dice: Dios también dice: no quiero la muerte del pecador, si no que se convierta y viva. Soy un Dios de perdón, soy un Dios que quiere lo justo, soy un Dios que reclama, sí, y castiga; pero también un Dios que está dispuesto al perdón. Y hermanos, aquí quiero ¡,.evocar también el recuerdo de ustedes que han tenido la bondad de seguir mi pensamiento ya por más de un año, siempre que ha habido un atropello, siempre que hemos denunciado algo, terminamos llamando a conversión ¡conviértanse los pecadores! Cuando celebrábamos el funeral del P. Grande -asesinado- aquí en Catedral, decíamos, ojalá nos estén escuchando quienes lo mataron y en su cueva de asesinos les llamamos, ¡conviértanse que el Señor los ama, los está esperando! Jamás el odio, jamás el resentimiento en la denuncia del profeta. El pueblo profético de Dios, no puede odiar, tiene que amar. El pueblo profético, como dice el evangelio de hoy, busca al que se equivoca para ganarlo para Dios; y el profeta que está hablando de los castigos del centinela negligente, está elogiando también la misericordia del Dios que llama. Por eso queridos hermanos, sobre todo ustedes mis queridos hermanos que me odian, ustedes mis queridos hermanos que creen que yo estoy predicando la violencia, y me calumnian y saben que no es así; ustedes que tienen las manos manchadas de crimen, de tortura, de atropello, de injusticia, ¡conviértanse, los quiero mucho, me dan lástima, porque van por caminos de perdición Ahora bien, el segundo pensamiento es éste: la Iglesia comunidad sacramental. Toda esta misión de la Iglesia, entre los intereses de la tierra -lo decimos en nuestra Carta Pastoral- no es para perderse entre las cosas de la tierra; porque entonces, dice el Papa, la Iglesia perdería toda su fuerza. La Iglesia no anunciaría la verdadera liberación de Dios, comprendiendo las reivindicaciones de los pobres que piden pan, de los analfabetos que piden letras, de los pobres en la miseria; la Iglesia también se haría una miserable, pero sin dar esperanzas de perdón y de levantarse. Precisamente la Iglesia lleva una misión trascendente, la visión de Dios no se puede olvidar nunca, y aquí está el signo de la comunidad. Queridas comunidades, las que he tenido la dicha de visitar y las que no he podido visitar, pero sé que viven -en esta semana, he recibido cartas tan bonitas de comunidades cristianas, no sólo de la Arquidiócesis, sino de otras diócesis que han puesto su confianza en esta palabra de Dios- les agradezco profundamente y les digo: mantengan esta esperanza, mantengan esta señal sacramental de la Iglesia; sean comunidades que luchan por las reivindicaciones justas, pero que no se olvidan nunca de lo único que nos puede dar la fuerza y la inspiración, que es Dios. Y por eso, el evangelio de hoy nos da la pauta. ¿Qué dice Cristo mismo? Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. ¡Gracias Señor! porque donde hay una comunidad que se pone a reflexionar en tu palabras, con sinceridad religiosa, allí estás Tú, Cristo bendito, liberador de los hombres. Cómo no me va a llenar el corazón de esperanza una Iglesia, donde florecen las comunidades eclesiales de base. Y por qué no voy a pedir a mis queridos hermanos sacerdotes que hagan florecer comunidades por todas partes: en los barrios, en los cantones, en las familias. Porque donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí está el signo sacramental. Aquí la Catedral es ahora presencia de Cristo. El protagonista de esta mañana es Cristo Nuestro Señor. El está dándonos testimonio, de que no sólo la hostia consagrada, sino todos ustedes y yo formando una comunidad; y allá donde un grupo de cristianos, en tomo del aparato receptor de su radio, están meditando esta palabra, como palabra de Dios, allí está Cristo, aquí está Cristo. ¡Bendito sea Dios que no vamos solos! Por eso la comunidad Iglesia, es sacramental, ¿Qué es un sacramento? Señal visible, de una realidad invisible. Lo visible son los rostros de ustedes muchos ya conocidos; el saludo cariñoso que nos damos a la salida, todo eso es la comunidad visible; pero lo invisible, el rostro que no vemos, pero en el cual creemos y que descubrimos a través del rostro de cada uno de nosotros: es Cristo Nuestro Señor. Hay otra realidad en esta comunidad sacramental, cuando Cristo dice: cuando dos de ustedes, se pongan de acuerdo en pedir a mi Padre una cosa, mi Padre del cielo se los concederá. ¿Qué cosa más bella! La comunidad, signo de la voluntad de Dios, porque Dios sólo concede lo que se pide, según su voluntad. Y voluntad de Dios, cuando se reflexiona en la comunidad. Qué distinto es de lo que muchos quisieran que se considerara voluntad de Dios. Muchos quisieran que el pobre siempre dijera es voluntad de Dios que así viva; y no es voluntad de Dios, que unos tengan todo y otros no tengan nada. No puede ser de Dios. De Dios es la voluntad de que todos sus hijos sean felices. Cuando dos o tres se pongan de acuerdo en pedir a Dios, Dios lo concede. Es la comunidad de amor. La voluntad que unifica en Dios. Qué hermoso saber que esta mañana, también nuestra oración, nuestra misa, será escuchada por Dios, porque estamos más de dos. La Catedral está llena, para pedirle al Padre unidos a Cristo, lo que nuestra sociedad necesita. Hagamos, por eso les dije al principio de la Misa, una hora de esperanza, nuestra Misa dominical. Y en tercer lugar, la presencia de un Dios que acepta o rechaza. Si después de llamar al que peca, tú solo o con testigos, no te hace caso, díselo a la comunidad; y si a la comunidad no le hace caso, sea tenido como excomulgado. Separado. Y aquí es donde usa las palabras que dijo a Pedro: "todo lo que atareis en la tierra, quedará atado en el cielo. Y todo lo que desatarais en la tierra, desatado quedará en el cielo". Fíjense en esto mucho, queridos hermanos, como una prerrogativa del Papa, no es exclusiva del Papa. Dios la da para todo el pueblo de Dios, pero el Papa es la máxima expresión de ese privilegio. A Pedro le dijo en un sentido exclusivo: lo que tú ates en la tierra, será atado en el cielo. Y ahora le dice a la comunidad: lo que ustedes unidos con sus Pastores, consideren error, ese error, la infalibilidad, el juicio lo pronunciaré el Papa,- pero es para todo el pueblo de Dios que goza también de estas prerrogativas cuando está en comunión -comunidad- con sus pastores. Esto hay que tenerlo muy en cuenta para saber que en cada diócesis, el Obispo en comunión con el Papa, es el signo de la unidad, de la verdad. Y finalmente, queridos hermanos, digamos una palabrita sobre esta segunda lectura de hoy, para decir que la comunidad Iglesia, es una comunidad de amor. Cuando el Concilio dice, bellamente hablando del pueblo de Dios, las características del pueblo de Dios, dice, tiene por cabeza a Cristo Redentor. Como condición la dignidad y la libertad de los hijos de Dios; y tiene por ley el nuevo mandato de amar como el mismo Cristo nos amó a nosotros. Y como fin la dilatación cada día más del Reino de Dios en la tierra. No se podría decir en palabras más hermosas, la identidad de nuestra Iglesia la debe caracterizar el amor. Diríamos como la constitución, que debe ser respetada en El Salvador, porque es el alma de la nacionalidad. La Constitución de los cristianos es una sola palabra: el amor. Y por eso dice San Pablo, el que cumple con el amor, cumple toda la ley, porque, no robarás, no matarás, no harás mal a otro, todo eso está comprendido en una sola palabra: "Amarás a tu prójimo". Si hubiera amor al prójimo, no existieran terrorismos, ni represiones, ni egoísmos, ni desigualdades tan crueles en la sociedad, ni secuestros, ni crímenes. El amor es la síntesis de la ley. No sólo la síntesis, es lo que le da un sentido cristiano a todas las relaciones humanas. Por eso, aun a aquellos que se llaman ateos, pero cuando son humanos están cumpliendo con la esencia de la relación que Dios quiere entre los hombres: el amor. El amor planifica todos los deberes humanos; y sin amor la justicia no es más que espada. Pero con amor, la justicia misma se torna en abrazo de hermanos. Sin amor, las leyes son difíciles, represivas, crueles, policiales; pero cuando hay amor, saldrían sobrando los cuerpos de seguridad, no existirían las torturas ni las cárceles, no habría ánimo para golpear. Queridos hermanos, esto es la Iglesia. Por eso esta comunidad profética, esta comunidad sacramental, esta comunidad de amor, es la que tenemos que construir. Esto es lo esencial de mi predicación. Pero sería una predicación teórica, si no tratáramos de enfocar, desde esta realidad Iglesia y precisamente viendo nuestra interioridad Iglesia, también nuestro exterior: el marco en que nuestra misión de Iglesia, tiene que desarrollarse para ver si de verdad realizamos nuestra Iglesia profético, nuestra Iglesia sacramental, nuestra Iglesia de amor. En este sentido, mirando hacia el interior de nuestra Iglesia, quiero alegrarme con la concelebración de nuestra Arquidiócesis, el martes de esta semana, y quiero agradecerle a los queridos sacerdotes que participaron y a las comunidades, porque expresamos nuestra solidaridad con el nuevo Papa. Con el nuevo Papa también tenemos que estar solidarios en las intenciones que él va marcando. Por ejemplo: en esta semana el Papa pidió mucha oración para que la reunión de los dirigentes del Medio Oriente con el Presidente de Estados Unidos, llevara a una paz de aquella tierra de Nuestro Señor Jesucristo, no se sabe cuáles son los logros, pero la oración de los cristianos de este pueblo de Dios sacramental puede alcanzar gracias, para que esos grandes de Estados Unidos y del Medio Oriente encuentren caminos de paz. Vamos a alegramos también en la interioridad de nuestra Iglesia, con los 25 años de vida sacerdotal de nuestro querido hermano, Monseñor Rivera Damas, el 16 de septiembre a las 10 de la mañana en Santiago de María, su diócesis, se va a celebrar una misa de acción de gracias. Tendré el gusto de participar en ella. Quiero alegrarme también, porque va en este camino de la nueva Iglesia, del amor, de la profecía y del sacramento, la convivencia del domingo pasado de la fundación de Promoción y Vivienda Mínima, en el décimo aniversario. No creía que estuviera tan avanzado el sentido comunitario de esa gente. No sólo se trata, les dijo el P. Ibáñez, de resolver el problema de la casa, lo mismo hacemos casas podíamos hacer sombreros o zapatos, lo que interesa es crear el amor, la comunidad; y se sentía de verdad una familia, felices por tener sus casitas, pero más que todo, felices por amarse como una nueva comunidad. Son testimonios de nuestra Iglesia. ¡Bendito sea Dios! Quiero alegrarme también, con el testimonio que católicos de la parroquia de El Rosario de la Paz, han dirigido para decir que el P. Rafael Barahona, está dedicado exclusivamente a su trabajo pastoral. Nunca ha sido mencionado por quienes lo conocen como un subversivo, como se le quiso calumniar. También quiero agradecer, me están escuchando allá, en el Municipio de Santa Fe, Dpto. de. Ocotepeque, Honduras, el grupo de cristianos que vino el domingo pasado y la bonita carta de don Rafael Humberto Pinto, celebrador de la palabra-, que nos ha dado mucho ánimo en nuestra misión de la Iglesia del Arzobispado. Como Iglesia también, no podemos sentirnos alejados de los problemas persecutorios en la hermana Iglesia de Nicaragua. El Gobierno expulsó al P. Pedro María Belsunigui y al P. José María Pacheco. Un soldado golpeó brutalmente al capellán del ejército, P. Dortaldo Carcía. La Guardia Nacional entró violentamente en la Iglesia de Santa María de los Angeles en Managua, y disparó contra la fachada de un Colegio de P. Salesianos y se llevó presos a dos religiosos. La Iglesia ya amenazó con la excomunión y no se rían de la excomunión, los que no creen en la Iglesia, porque acabamos de decir que entre los signos sacramentales de la Iglesia, tiene ese poder. La comunidad que expulsa a un cristiano, Dios también lo tiene por expulsado, y el pueblo también siente que sanciona, expulsado del pueblo a quien atropella así como lo hemos dicho aquí también, cuando hemos tenido casos similares. La revista de la Comisión Internacional de Juristas, publicó las conclusiones de su investigación sobre la violación de los derechos humanos en El Salvador. Es sincero su testimonio, entre otras cosas dice: "Durante 1977 y 78, la Comisión Internacional de Juristas ha recibido numerosas denuncias de fuentes creíbles, relatando cientos de casos de violaciones a los derechos y libertades fundamentales, virtualmente en todos los casos, las víctimas han sido líderes obreros o políticos, campesinos y trabajadores, hombres y mujeres por igual. Las acusaciones van desde el asesinato, violación, tortura hasta el arresto y desaparecimiento de los detenidos, afirmando las autoridades no haberlas llevado a cabo". Es largo el informe y por falta de tiempo no leo otros detalles que son bien comprometedores para la figura de nuestra Patria. El Señor Ministro de Justicia, ha declarado la inquebrantable decisión del Gobierno de garantizar la libertad de expresión, dejando al criterio de los directores de los medios de comunicación la autocensura. Tal vez podríamos decir con la poesía: "¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!" Informes (interrumpen aplausos), informes del Ministerio de Educación, señalan en el país más de millón y medio de analfabetos, lo que equivale a un 37% de nuestra población. ¿Cómo va a quedar indiferente también nuestra Iglesia, con las lluvias que han provocado esta semana inundaciones en las colonias de Monserrat, América, San Esteban, Costa Rica, San Juan, Centro América y Barrio San Miguelito, Concepción, Santa Lucía, Urbanización Universitaria, Reparto Santa Fe, Colonia San José? Si hemos dicho que la Iglesia es una comunidad de amor y de caridad, yo invito a mis queridos hermanos cristianos, a las comunidades, hacerse presentes en estos lugares de sufrimientos y ayudar a los hermanos en necesidad y en emergencia. También les invito a leer en Orientación, la página de Solidaridad y vean allí la intención con que queremos estar unidos a todos estos sufrimientos. Y cuando se habla del peligro comunista, que francamente no lo podemos descuidar ante la situación de Nicaragua, yo quisiera recordarles también, queridos hermanos que ciertamente no somos marxistas, somos antimarxistas por principio de evangelio; pero queremos recordar también, que la verdadera lucha contra el marxismo consiste en eliminar las causas que engendran el marxismo. En cambiar el medio de cultivo en que éste se desarrolla, en ofrecer una alternativa que lo sustituya. Es fácil clamar contra el marxismo y señalar marxismo en todas partes; y ciertamente el peligro de Nicaragua es grande, pero yo digo también hermanos, estos Iodos son de aquellos polvos y a tiempo estamos tal vez de poner la medicina en la raíz: Una sociedad más justa que no sea ambiente propicio para el marxismo es el mejor anti-marxismo (interrumpen aplausos)... Sufrimos y nos hemos alegrado también, con el secuestro y el aparecimiento de Gloria Magdalena Querlet Batarsé, en Santa Ana. La Policía la rescató, pero sus padres tuvieron que pagar ¢ 15.000.000. Queremos solidarizarnos también, con la angustia de la Sra. de Matsumoto, que está ofreciendo ¢ 50.000.00 para quien le dé razón, siquiera del cadáver de su esposo, por razones de orden religioso. Según su religión tiene que interceder la cremación -quemar el cadáver- para considerarlo como muerto. Y también dice, porque no quiero regresar a mi patria sin llevar las cenizas de mi querido esposo. Comprendamos esta situación y ojalá, pues, no se sea tan cruel. ¡Porque alguien sabe! Tal vez me está escuchando el que sabe el misterio. ¡Manifiéstelo! Nos acercamos a la fiesta de la independencia en este ambiente. Orientación publica en su página de Solidaridad, 99 casos de desaparecidos, a los cuales hay que sumar ya otros cinco. El Comité de Reos Políticos, Madres de Reos Políticos y de Desaparecidos, quiere celebrar la fiesta de la Independencia, pidiendo una amnistía, la Iglesia lo ha hecho y se solidariza con una fiesta de independencia que de veras sea signo de libertad para muchos hogares donde no hay ningún bienestar. Quiero aclarar también, porque una noticia de la Prensa Gráfica ha traído alarma, cuando se trata de la repartición de los ¢ 1.000.000.000 que la familia Monedero tiene que dar a los familiares de desaparecidos y presos políticos, la comisión encargada está terminando ya el estudio, para dar justamente a cada uno de los conocidos y señalados por la misma, los que secuestraron al Sr. Monedero, su proporción. Sí salió una declaración del Comité de Madres, que ellas van a recibir su proporción para crear un fondo común, no quiere decir que a ellas se les va a entregar todo. Creo que queda claro pues, esto. Y a propósito de esta amnistía, queremos alegrarnos con la República Dominicana, donde ya esta semana se concedió una amnistía que beneficia a 200 prisioneros y se derogan también tres disposiciones anticomunistas, y abre las puertas de la patria a los exiliados. También el presidente de México proyecta dar una ley que beneficiará a un millar de presos políticos, desaparecidos y exiliados que se han denunciado en México. Se ha pedido al Papa, desde que se celebró en Argentina el Campeonato de Fútbol, una intercesión, firmada por 26.000 personas, para que se logre también una amnistía en aquel país del sur, en Argentina. Los conflictos laborales también siguen atropellando el derecho de agrupación. Queridos hermanos, no es por escándalo, por espectacularidad, que la Iglesia profética tiene que decir el ambiente en que se desarrolla; sino porque es su deber, porque si el profeta no clama: malvado, conviértete, el malvado puede perecer, pero el profeta también parecerá por no haber clamado su palabra profética. Y para que el Señor Jesucristo, el profeta eterno, nos dé la fuerza para seguir viviendo una Iglesia cada vez más inserta en la realidad, para ser de verdad comunidad sacramental de este pueblo; comunidad profético de estas realidades y sobre todo comunidad de amor que nos conglutine en el. Señor, vamos a celebrar la Eucaristía. Allí está el alimento de esta comunidad que no se confunde con otras organizaciones, pero que servirá a todas las organizaciones conservando su identidad profético, sacramental y de amor. Así sea... |
Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero,[1] fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral. Archivos
Agosto 2021
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