Muy queridos hermanos:
Lo que estoy sintiendo en este momento en la Catedral repleta de fieles, con representaciones del clero, del seminario, de la vida religiosa y de las diversas comunidades de la Arquidiócesis, así me he estado sintiendo durante estos días desde que salí rumbo a Roma; y allá, sobre todo, cerquita del Pastor común de la Iglesia Universal. Y ahora, al regresar y encontrar que el eco de una invitación para encontrar al Papa ha hecho posible esta aglomeración que nos da una idea, dentro de la pequeñez de nuestro templo, de aquella inmensa Basílica de San Pedro, el día en que el Papa celebraba sus 15 años de ser Pontífice, y pensar en aquella muchedumbre en toda la Iglesia que se esparce por el mundo. Sentía yo el orgullo, la satisfacción, la alegría de no estar solo, de que conmigo estaban todos mis queridos sacerdotes, las, comunidades religiosas, parroquiales, de base y todos aquellos que sienten la unidad bellísima de esta Iglesia. Por eso al regresar, hermanos, yo les agradezco que aquel espectáculo internacional de Roma, convertido aquí en un ambiente íntimo de familia, es siempre el mismo palpitar, la misma Iglesia. Cuando yo veía circular junto a la tumba de San Pedro o junto a la cátedra del Papa peregrinaciones excursiones llegadas de todas partes del mundo, me parecía algo así como el torrente sanguíneo de la humanidad que pasa por el corazón para oxigenar después a toda la Iglesia. Porque eso es el Papa: ¡El corazón de la Iglesia! Y todo aquel que oxigena su sangre, su vida, su piedad en esa unidad con el Papa, es un miembro sano, vivo de esta Iglesia que estamos viviendo esta mañana en esta Catedral de San Salvador; y a través de la radio, en muchas comunidades allá lejanas, o junto a muchos enfermos, o junto a tantos seres queridos que no han podido venir, pero que siente este momento de plegaria, que juntos con su Pastor, estamos todos elevando al Señor "pro Pontífice nostro Paulo", por nuestro Pontífice Paulo, en el quince aniversario de su elección y de su coronación como Romano Pontífice. Por eso quiero agradecer a todas las personas que han hecho posible esta solidaridad: Con sus oraciones, con su apoyo moral, con su presencia espiritual, de manera especial también, a los forjadores de la opinión pública, a los periódicos, a la televisión, a la radio, que hicieron eco al viaje de este peregrino de Roma, Centro de la Catolicidad. Sé que las informaciones, los diálogos y todo cuanto he tratado de mantener en unión con ustedes, ha estado llegando. Y me complace de que nuestros medios de comunicación sean tan eficientes y tan amados por nuestro querido Pueblo de Dios. Allá en Roma, la información, los diálogos detenidos y serenos con los representantes de la autoridad central de la Iglesia. Las aclaraciones en algunos malos entendidos o surgidos de informaciones falsas o interesadas; la presencia mía me pareció tan providencial que le doy gracias al Señor, para que allá donde ya saben cómo amo y soy solidario de la Sede del sucesor de Pedro, no podían dudar de mi fidelidad al Papa. Y he ratificado una vez más que moriré, primero Dios, fiel al sucesor de Pedro, al Vicario de Cristo. Les decía: "Es fácil predicar teóricamente sus enseñanzas, seguir fielmente el magisterio del Papa en teoría. ¡Es muy fácil! Pero cuando se trata de vivir, cuando se trata de encarnar, cuando se trata de hacer realidad en la historia de un pueblo sufrido como el nuestro esas enseñanzas salvadores, es cuando surgen los conflictos. Y no es que me haya hecho infiel... Jamás! Al contrario, siento que hoy soy más fiel porque vivo la prueba, el sufrimiento y la alegría íntima de proclamar, no solamente con palabras y con profesiones de labios una doctrina que siempre he creído y amado, sino que estoy tratando de hacerla vida en esta comunidad que el Señor me ha encargado. Y yo les suplico a todos ustedes, queridos hermanos, que si de verdad somos católicos, seguidores de un Evangelio auténtico y por auténtico muy difícil; si de verdad queremos hacer honor a esta palabra de seguidores de Cristo, no tengamos miedo de hacer sangre y vida, verdad e historia esa doctrina que de las páginas del Evangelio se hacen actualidad en la doctrina de los Concilios y de los Papas, que tratan de vivir como verdaderos Pastores, las vicisitudes de su tiempo. No olvidaré, por eso, aquel momento precioso en que el Papa, después de recoger las informaciones de todos sus Dicasterios. formando como una síntesis de lo que el tiene que decir en la breve audiencia al Obispo que llega a visita Ad Limina, recoge unas palabras de aliento, unas palabras de consuelo, de fortaleza que llegan a sentirse en el corazón del Pastor como el carisma que Dios le ha encargado a Pedro y a sus sucesores: ¡Confirma a tus hermanos! Eso traigo ahora, queridos hermanos. Una confirmación, una ratificación una palabra de aliento, de bondad, de comprensión de aquel dulce Cristo de la Tierra: El Papa. Estrechándome las manos con un cariño y una fortaleza de quien se siente sostén de todos los Pastores y de toda la Iglesia Universal, me aconsejaba y me ayudaba a seguir siendo fiel a ese ministerio en servicio de este pueblo, para el cual él expresó frases muy cariñosas que yo quisiera transmitirles, pero que la emoción de aquel momento hacen olvidar al pie de la letra; pero que decían sustancialmente que nuestro pueblo salvadoreño él lo conocía desde hace unos cincuenta años cuando él trabajaba en la Secretaría de Estado, antes de ser Pontífice y llegaban noticias de la vitalidad, de la laboriosidad, de los problemas de este pueblo. "Es un pueblo -me decía- que lucha por sus reivindicaciones, busca un ambiente más justo. Y ese pueblo hay que amarlo, hay que ayudarle. Tenga paciencia, tenga fortaleza, y ayúdeles. Y dígales que el Papa lo ama, lo quiere y sigue sus vicisitudes; pero que jamás busque soluciones en la violencia irracional, que jamás se deje llevar de las corrientes del odio. Que trabajé en construir la unidad, la paz, la justicia sobre la bases de Dios, sobre las bases del amor". Y que gusto me dio decirle entonces: "Santo Padre, esa es mi predicación. jamás el odio, aunque la calumnia lo asegure, jamás la violencia". Su palabra de orden del primero de Enero de 1978 ha sido para mí una clave de mis predicaciones: No a la violencia, sí a la Paz". Y el Papa sonríe y bendecía a un pueblo que él sueña feliz por los caminos del Evangelio. Por eso, queridos hermanos, al buscar en esta mañana en que nos hemos reunido para honrar la persona, la misión sagrada del Romano Pontífice, para celebrar -el día del Papa, yo no quiero salirme de las lecturas bíblicas que se han escuchado hoy. Y podríamos decir que las tres lecturas hacen como el triple homenaje a la triple misión del Romano Pontífice: Primera: Es un Santo, es un .hombre de Dios, un digno de Cristo; Segunda: Es un profeta enviado por Cristo; y en Tercer lugar: es un sacramento, es una presencia visible de una vida de Dios que se quiere dar en felicidad, en vida divina a los hombres. Trato de desarrollar estas ideas. 1º. EL PAPA ES UN SANTO, ES UN HOMBRE DE DIOS, UN DIGNO DE CRISTO En primer lugar, veo al Papa, y como la sunamita de la primera lectura, quisiera decirles a todos ustedes: ¡Lo acabo de ver! ¡Y ese hombre de Dios es un santo! Es un santo, en su fragilidad, en sus 81 años atormentados por la artritis, casi arrastrando sus pasos, pero con una mente lúcida! ¡Y sobre todo un corazón que es todo un volcán de amor para la humanidad. Es un santo! ¡Es un discípulo verdadero de Cristo! Cuando hoy se leía en el Evangelio: "El que no deja a su padre y a su madre, y a sus hijos y a su esposa, y todo lo que tiene por mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí". Y cuando dice el evangelio de hoy "Que hay que dejarlo todo, porque el que quiere encontrar aquí sus comodidades, su instalación, su vida, la perderá. Y que, en cambio aquel que por amor al Cristo y a su Evangelio la renuncie, la encontrará'. Todas estas frases con que Cristo aconseja a los que han de ser apóstoles en la historia, las he visto das al pie de la letra en Pablo VI, el hombre desprendido de todo. Era la audiencia del 21 de junio cuando él decía: "La fuerza de las circunstancias nos obligan a hablar de mi misma persona aunque no es mi gusto hablar de mí. Pero hoy se cumplen 15 años de haber sido elegido a este cargo apostólico. Esto sólo quiere decir que desde entonces soy más vuestro, os pertenezco, no soy mío". Esta es la entrega del Papa; un hombre que no vive para sí, un hombre que todas las palpitaciones de su amor son para sentirse padre, conductor, guía, pastor de la humanidad. Un hombre con un corazón tan sensible que lo hacen llorar las ingratitudes de sus malos hijos, pero lo hacen sonreír el cariño de quienes lo aman y tratan de corresponderle. ¡Un hombre bueno, un santo! Cuando lo veía me acordaba de aquella escena en la playa del Tiberíades: "Simón, hijo de Jonás, me amas?" Y Pablo VI le responde la respuesta de Pedro: "Sí Señor, tú sabes que te quiero". "Apacienta mis ovejas". Y sólo un Papa puede saber el precio de ese amor; apacentar al mundo entero. Se necesita tener un corazón gigante para no acobardarse ante las embestidas de tanta maldad, de tanta indiferencia de un mundo que se desacraliza, que le da la espalda a lo divino. Y un Papa que quiere seguir ese mundo para traerlo a su verdadera felicidad. Decía él cuando lo saludaban los Cardenales el 24 de junio, día de su onomástica -él se llama Juan Bautista-. El día de San Juan los Cardenales lo visitan y dice un discurso, en el cual él hace como una inspección a la vida de la Iglesia. Y dice: "Permitidos que convirtamos este homenaje a mi persona en un homenaje a la Iglesia. Ya no vivo para mí, vivo para la Iglesia -y comenzó a describir las metas de esa Iglesia, precisamente en una santidad- no hay verdadera Iglesia cuando no hay verdadera santidad. Parecía un eco al Evangelio de hoy. El que no lo deja todo y toma su cruz y sigue al Señor, no es digno de El". La palabra de la Iglesia, queridos hermanos, en los labios del Papa es un llamamiento a santidad. Pero así como él me decía -hablando ya privadamente conmigo-: "Prediquemos no sólo con la palabra, que nuestra predicación sea también con el testimonio de nuestra vida". Recordaba una frase que él decía una vez: "El mundo de hoy necesita tanto maestros como testigos, testigos del amor, testigos de la santidad". Y él se ha propuesto a ser un testigo de la santidad. ¡Es verdaderamente un santo! Al mirar a Pablo VI, cada católico siente como aquel águila de los salmos, que un águila más grande lo provoca a volar. Las alturas de la santidad. Las ha escalado: Su fidelidad a Cristo, su amor al pueblo, la perfección de una persona que ya no vive para si, sino que vive para ser ejemplo y meta de todos aquellos que quieren seguir a Nuestro Señor Jesucristo. El es el verdadero seguidor. Y decía: "Cada uno tiene que seguirlo en su propia vocación: los sacerdotes con una santidad sacerdotal; los religiosos y las religiosas, con una santidad de vida consagrada; los casados con la fidelidad santa de su matrimonio; los solteros con la castidad propia de quienes deben de hacer a Dios el homenaje, el holocausto de su propia carne; la juventud, la niñez". A todos nos quiere santos; y cada uno en la propia meta de su propia vocación. Por eso, cuándo piensa uno cuál es la vocación, el papel apropiado del Papa en este Cuerpo Místico donde cada hombre y cada mujer tiene un puesto para el bien del conjunto del Cuerpo Místico? Recordaba eso que ya he dicho, el carisma del Papa: Confirmar a sus hermanos en la fe. Ser fuerza y cohesión del Cuerpo Místico, ser lo que Cristo le indicó un día en la persona de Pedro: 'Te llamarás piedra, porque sobre esta roca voy a edificar mi Iglesia". El Papa es roca, es piedra, es solidez, es fundamento. Por eso, cuando uno, predicador de esta Iglesia, siente la dicha de estar en contacto directo con esa roca que es el Papa, que le estrecha las manos y le fortalece el ánimo, se siente que está a plomo sobre una construcción inmortal que, aun, cuando soplen los vientos del infierno, no prevalecerán. Porque es Cristo el que está construyendo sobre esa roca firme la santidad de su propia Iglesia. Esto quisiera queridos hermanos, al transmitirles ese amor del Papa al pueblo salvadoreño, y al invitarme a comprenderlo y a lo de cerca consolándolo, animándolo, apartándolo de los malos caminos del odio, de la violencia, y de la venganza, del resentimiento, de las luchas fratricidas. Cómo quisiera, hermanos, que ese amor que el Papa vive tan íntimamente, tan sinceramente, se hiciera el amor de cada corazón de los que estamos tratando de honrarlo en esta mañana. Y si no sacamos de aquí otro propósito, que el de dar a nuestro corazón toda su capacidad de amar, y tratar de construir un mundo nuevo a base de este amor que Cristo y su Espíritu inspira en nosotros; sólo eso bastaría, hermanos, para que el Papa se sintiera muy feliz y nuestro homenaje al Papa fuera, verdaderamente, un homenaje digno de este pueblo. Respuesta cariñosa al amor, que por mi medio les manda a expresar el Pastor de todos los pueblos, y por tanto, el Pastor de los salvadoreños. "Animo a su Pastor. Comprendo -me dice- el momento difícil que le toca vivir. No es posible que todos piensen igual que Ud. Tenga paciencia, sea fuerte, ame, siga fielmente el Evangelio". ¡Bendito sea Dios, hermanos! Que la confirmación en mi camino es precisamente. por donde voy caminando. Tratando de serle fiel al Evangelio, a la doctrina de la Iglesia. Y yo quiero darle gracias al Señor, junto con ustedes, de que cuando pregunté en Roma, si habían encontrado errores en mi fe -y allá tenían muchas de mis homilías- me han dicho con claridad: "No, errores en la fe puede estar seguro que no los hay". ¡Bendito sea Dios! Les predica, pues, quien está en comunión de fe con aquél que es el Maestro de la fe. 2º. PABLO VI ES UN PROFETA ENVIADO POR CRISTO Y este es mi segundo pensamiento: el enviado, Pablo VI es aquél de quien ha dicho Cristo en el Evangelio de hoy: " El que recibe a mis enviados a mí me recibe. Y quien me recibe a mí, recibe a aquel que me envió". Yo encuentro en estas bellas palabras del Evangelio de hoy: La comunión del hombre con Dios, sobre todo de aquellos hombres que quieren entrar en la comunión de fe para predicar una revelación que no es nuestra. El Papa preguntaba, el día en que respondía a los Cardenales, si la fe que la Iglesia profesa es la auténtica fe que Pedro recibió de Cristo. Y al constatar que junto a la tumba que está allí muy cerca de su cátedra, la cátedra de Pedro de 1978, puede decir que es la misma que enseñó la cátedra de Pedro en los años primeros del cristianismo: Hay una coherencia, hay una fidelidad. Y aquí encontramos el segundo carisma del Papa: La infalibilidad, la seguridad de, estar enseñado una doctrina tal como la recibió de Cristo. De tal manera que, todo hombre que predica en la tierra tiene que confrontar su predicación con la predicación del sucesor de Pedro. Y al poderle decir a su pueblo, lo que yo predico a ustedes es lo mismo que el Papa predica, es el depósito que él cuida y conserva; hay una felicidad profunda en el corazón del Pastor, de poderle decir a su pueblo: Sigamos en esta doctrina, conozcámosla cada vez más. Y hay un ánimo nuevo de seguir predicando en estas homilías la doctrina del Señor. Se me preguntó en Roma si no me parecían muy largas mis predicaciones. "Soy el primero en sentirlo -les decía yo-, pero cuando yo veo un pueblo atento a mi palabra, yo aprovecho los minutos. Y yo agradezco a mi pueblo que me escucha. Y cuando sé que más allá de la multitud de Catedral, la radio casi monopoliza el auditorio a esta hora, estoy seguro de que el Espíritu de Dios en mis pobres palabras está llevando la revelación, el mensaje del Evangelio. Trato de ser tan fiel al Evangelio, que aún cuando esta palabra molesta a un sector o a otro sector, trato de definirla plenamente como la doctrina auténtica de la Iglesia. Y no quiero que sea una doctrina manipulada por ningún grupo particular, por ninguna tendencia política de partido, por ninguna oposición ni por ningún oficialismo. No quiero que nadie use mi palabra, mi palabra de Dios, para intereses solamente de la tierra. Estoy con aquel que busca la justicia, por la justicia que busca, pero sin compartir los caminos por donde él, autónomo, puede buscarlo. Ya sé que la Iglesia no me permite ir por caminos de violencia, por caminos que no son los caminos de Jesucristo. Pero gracias a Dios, esa infabilidad por la cual se puede asegurar, que la doctrina de Pablo VI es la doctrina de Pedro y la doctrina de Cristo, es de verdad, bendito sea Dios, la doctrina que el humilde Arzobispo de San Salvador predica a su pueblo, y crece en la fe junto con su pueblo. Porque yo también, hermanos, recibo la predicación de ustedes. Yo sé con la doctrina teol6gica de la Iglesia que ese don de la infabilidad, que sólo Dios posee, lo ha dado al pueblo de Dios. Y que ese pueblo de Dios tiene un órgano que es el Papa. El Papa expresa el carisma de la infalibilidad al mismo tiempo que el pueblo lo siente y lo vive. Por eso, el pueblo sabe sentir cuando la predicación no es auténtica. Ustedes tienen un sentido muy fino que se Rama el "sensus fidei" sentido de fe- por el cual un miembro del pueblo de Dios, puede detectar cuando un predicador no está a tono con la doctrina verdaderamente revelada por Dios. Pero cuando un pueblo escucha, asiente y sigue; no digo yo hermanos, que muchos de los que me escuchan no me escuchan por motivos religiosos. También esta objeción tuve que responderla en Roma. Sé que muchos escuchan con intenciones políticas, con intenciones de cogerme en alguna frase, con intenciones de retarme en algo incorrecto que yo diga. Pero sé que la mayoría de quienes me escuchan, escuchan como quien busca la revelación de Dios. Y si alguien no lo hace así, sepa que no está en sintonía conmigo. Porque yo estoy predicando como Pastor, como maestro de la fe. Y solamente quiero una cosa: Que esta fe que yo predico, encuentre eco de fe, de religión, eco de amor en el corazón de todos ustedes. Y es así cuando el pueblo de Dios es garantía también, para asegurarle al predicador que su doctrina, su enseñanza va por los caminos de la verdadera revelación. Y en esta forma, el servicio al pueblo es desde la Iglesia. No es un servicio demagógico, no es un servicio político. La Iglesia no está politizada. Si la Iglesia toca aspectos políticos es desde -su competencia de revelación de Dios para decirle a la política lo que no está bueno, lo que es pecado. Y ella tiene el deber de señalar en la de los hombres, y la moral abarca todos los aspectos de la vida humana. El Papa recordaba que hace 10 años, su encíclica Humane Vitae, dio las normas seguras que todos tienen que seguir. Y aunque muchos digan: "¿Por qué la doctrina de la Iglesia se va a meter en la intimidad del matrimonio?" Sí, tiene derecho, porque es guardiana de la Ley de Dios y de la naturaleza. Y en nombre de esa ley habla- también de la intimidad del matrimonio. Así también en nombre de esa doctrina de Dios, de unos mandamientos de Dios, de una justicia de Dios, reclama, en el campo político, lo que no es licito. Y esto no lo puede callar. Y meterse a hablar así, no es meterse en política sino predicar, desde su competencia evangélica, el reclamo de Dios a la humanidad. El domingo pasado, al medio día... en la Plaza de San Pedro, rezó el Angelus como lo hace todos los domingos. Y antes de rezar a la Virgen, el Papa siempre tiene una pequeña alocución. Les digo que me hizo llorar el domingo pasado, cuando contó, antes del Angelus, la tierna historia de un niño italiano llamado Mauro, de 11 años, que cuando vio que secuestraban a su hermanito de 15 años, dijo: "No lo lleven a él. El está enfermo, llévenme a mí mejor". Y los secuestradores se llevaron al niño de 11 años. Y cuando sus padres lograron recoger algo del rescate para ir a salvarlo, el que llevaba ese precio, recibió con la cacha del revólver un golpe cruel en la cabeza porque no llevaban lo que pedían. Y su propia madre de ese niño se ofrece para que lo dejen libre. Está desde abril en manos de sus captores. Y el Papa condenaba severamente la maldad de este mundo en que vivimos, pero al mismo tiempo elogiaba la ternura de aquel que él llamó "el pequeño corderito". "¡Mauro estamos contigo, no estás solo. Tú eres un héroe de la humanidad, tú eres un modelo de ternura y de bondad de esa que el mundo de hoy tanto necesita'!. Cuando el Papa denuncia casos concretos, pensaba yo con alegría: ¡Es el papel de la Iglesia! Yo no hago otra cosa aquí, en la cátedra de mi Diócesis, que señalar aquellas cosas injustas para reclamar en nombre del Evangelio y de la justicia. Así como también con justicia elogiamos los pasos buenos que se dan: ¡Quién no va a sentir, por ejemplo en esta mañana, como sangre propia el dolor del sacerdote Hermógenes López, asesinado brutalmente el 30 de junio cerca de su parroquia en San José Pinula, a 24 kilómetros de Guatemala? En esta Misa nos queremos solidarizar con ese asesinato que nos ha hecho pensar mucho en la manera en que murió nuestro inolvidable P. Grande. También ahora queremos solidarizarnos con el reclamo del Señor Vicario General de la Diócesis de Santiago de María, cuando denuncia la captura injusta de José Adán Romero y Carlos Chicas en Ciudad Barrios, mientras van cumpliendo misiones de su ministerio pastoral. Yo los conozco a los dos, y son verdaderamente hombres que trabajan por el Reino de Dios. Y puedo dar testimonio de que -lo que pide el Vicario General de Santiago de María es justo, como justa es también su protesta por este atropello injusto. Me solidarizo también con el sufrimiento que vino a contarme la familia del Dr. Eduardo Antonio Espinoza Fiallos, profesor de Medicina en la Universidad. Capturado y llevado a la Policía Nacional donde hay testigos, según la familia, de que lo han visto allí. Este pobre médico necesita ciertos tratamientos y no se sabe cuál es su situación actual. También con los miembros del Comité de Madres y Familiares de Presos y Desaparecidos. Tengo que ser solidario con la denuncia del desaparecimiento de Miguel Amaya Villalobos y Roger Blandino Nerio a las 11 y 1/2 de la noche el 29 de junio, del Centro Penal de Cojutepeque; por solidarizarse con la huelga de hambre de las madres. Estaban a la orden del 4º Juez de lo Penal, y ni siquiera en la Dirección de Centros Penales se quiere dar una noticia a la pobre a. El Ministro de Justicia está en la obligación de responder a este reclamo de la familia y de estos desaparecidos, ya a las órdenes de un juez. Igualmente, se denuncian maniobras por implicar injustamente a los presos políticos de la Cárcel de Santa Ana en un intento de fuga. Tenemos que sentir también, como propio, el sufrimiento de aquellos que están sufriendo el hambre como un medio para reclamar una noticia de sus seres queridos. Una de las madres está muy grave y no se atiende el llamamiento que está haciendo su dolor. En El Paisnal, dos campesinos asesinados: Roberto Saracay y Santos García Molina. Después de haberlos sacado a media noche y golpearlos, aparecen muertos. Luego, hay injustas maniobras en la empresa minera de San Sebastián, donde se dice que hay complicidad del Ministerio de Trabajo. Tampoco se normaliza la situación laboral de la Textil INCA y de la empresa IRA. Cuando se miran todas estas manifestaciones de dolor, de violencia, de sufrimiento, qué oportuno me pareció, hermanos, leer allá en Roma, en el periódico que sale bajo la vista del Papa "L'Observatore Romano", un artículo del Director del periódico que se titula "Lostato democrático e la violencia". Y dice entre otras cosas: "El objetivo que se debe tratar de alcanzar en un estado democrático es hacer cada vez más hipotético e irreal el caso en que el recurso a la fuerza de parte de individuos y grupos, pueda justificarse por la existencia de un régimen tiránico de nuevo tipo; en el cual, las leyes, las instituciones, los gobiernos, más que conocer y promover, conculcan sistemáticamente las libertades fundamentales y los otros, derechos naturales- del hombre, reduciendo los súbditos a la condición de oprimidos. Si el estado democrático tutela y promueve en base a la constitución a las leyes la libertad y los otros derechos del hombre; y predispone y emplea los instrumentos apropiados para asegurar justicia y paz a los ciudadanos; y además les da la posibilidad de pronunciarse mediante elecciones libres y representativas en el ejercicio del poder y la sustitución eventual de sus sectores; entonces, no sería más admisible el recurso a la violencia de parte de individuos y de grupos". Esto es lo que se enseña en el Vaticano: Un amor a la libertad, una proclamación de estos derechos. Cuando el Arzobispo de San Salvador predica así como lo acabo de hacer, no hago otra cosa que hacer eco a la misma predicación que allá en Roma, junto al Papa, se realiza. Porque un Evangelio que no trate de señalar las lacras concretas de la humanidad pecadora para salvarla y arrancarla del pecado y hacerla feliz, no es el verdadero Evangelio salvador de Nuestro Señor Jesucristo. 3º. EL PAPA ES UN SACRAMENTO, ES UNA PRESENCIA VISIBLE DE UNA VIDA DE DIOS QUE SE QUIERE DAR EN FELICIDAD, EN VIDA DIVINA A LOS HOMBRES Y por eso termino, queridos hermanos, con este tercer pensamiento de la segunda lectura de hoy. Diríamos que el Papa en el primer pensamiento, lo presentaba como un santo que encarna el anhelo de santidad de la Iglesia. En el segundo pensamiento, lo he presentado como un profeta enviado por Dios a conservar y a anunciar su doctrina revelada y con la cual tenemos que confrontar todos los que predicamos en la Iglesia. En tercer lugar, donde San Pablo nos habla del bautismo como cuna de hombres nuevos, voy a decir que el Papa es el gran sacramento de la renovación del mundo. El es un hombre como todos los hombres, pero Dios le ha depositado el carisma de ser el centro de la unidad sacerdotal. (Es el gran sacerdote! Si es cierto que nuestro episcopado y nuestro sacerdocio deriva directamente de Cristo Sacerdote, el ejercicio de este episcopado y de este sacerdocio depende de la jurisdicción que el Papa da a los que se han ordenado. Por eso, tenemos que dar cuenta al Papa de nuestra predicación, y él tiene derecho a orientar nuestra actitud pastoral y hoy regreso de Roma, hermanos, con estas orientaciones y estos carismas tan nuevos que podemos continuar mientras el Papa quiera que yo sea el Pastor de esta Diócesis y tenga confianza en mi humilde palabra y en mi conducta, para dar este anuncio del Evangelio. Y sobre todo, hermanos, esta santidad sacramental. San Pablo nos ha dicho hoy que un cristiano no es otra cosa, ni nada menos, fue un hombre incorporado a la muerte y a la resurrección de Cristo. En esto está la verdadera redención. Por eso, la Iglesia no puede confundir su predicación, su misión con otros modos de liberación meramente terrenal. La liberación que la Iglesia predica es ésta: La del Papa, la del bautismo, la de los sacramentos, la de la confesión. Aquella que le dice al pecador: Yo te absuelvo de tus pecados. Yo rompo las cadenas que son la causa de todas las esclavitudes del mundo. Porque el mundo no sería tan malo si los hombres estuvieran perdonados de sus pecados. Pero hay maldad porque los hombres son esclavos del egoísmo, del orgullo, de la ambición, de la envidia, del. poder abusivo. Por eso hay pecado; y porque hay pecado, por eso hay también desgracia, hay distinción en la humanidad que debía de ser la familia de los hijos de Dios. Es hermoso pensar, para terminar, que San Pablo nos habla de que esta incorporación del cristiano en Cristo es definitiva. Todo el que no se bautiza, si de veras quiere permanecer fiel a su Cristo, ya no morirá más; solamente traicionando su fe y su convicción religiosa da la espalda a Cristo y se convierte en pecador. Y así tenemos la desgracia de muchos pecadores bautizados, de muchos paganos bautizados, de muchos idólatras bautizados. No están cumpliendo su papel del bautismo. El Papa es el gran sacramento porque en él se refleja la Iglesia. De él deriva la jurisdicción, la capacidad de un sacerdocio que bautiza hombres en todo el mundo y que incorpora seres humanos para hacerlos miembros nuevos de una humanidad nueva. Queridos hermanos, que este homenaje al Santo Padre culmine en un propósito de fidelidad a nuestro bautismo, en un propósito de santidad. Que no vamos a luchar por liberaciones meramente temporales, sino que vamos a trabajar por la verdadera libertad de los hijos de Dios, por romper las cadenas que amarran el corazón y el alma; y para hacer de cada uno de nosotros un instrumento hábil para crear un mundo nuevo. Que de nada servirá hacer estructuras nuevas, hacer leyes buenas si no hay hombres nuevos que, con un corazón renovado en Cristo, sepan hacer de la Patria una verdadera sociedad nueva. Les agradezco el homenaje que conmigo están rindiendo al Santo Padre. Vamos a entrar ya en la intimidad de nuestra Eucaristía, y al elevar esa hostia y comulgaría, sentir que ese Cristo que nos alimenta de vida eterna es el que está sosteniendo, hasta la consumación de los siglos, a ese ser importante de nuestra Iglesia en el cual esta mañana nosotros ponemos todo nuestro amor, nuestra confianza, nuestra solidaridad: El Papa. Creemos en un sólo Dios...
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Queridos hermanos:
Hoy es el cumpleaños de la Iglesia. Ese es el día fulgurante más hermoso de todo ese ciclo litúrgico que paso a paso hemos ido sirviendo. Hoy es Pentecostés. Hoy se corona la Pascua, hoy el Cristo glorificado se perpetúa en un pueblo que lo quiera seguir. Cristo vive hoy más que nunca en Pentecostés. Este podía ser el título de esta homilía: Pentecostés, cumpleaños de la Iglesia. Y como buenos hijos de la Iglesia en el cumpleaños de nuestra Madre, alegrémonos con la alegría de un hogar donde se celebra festivo el cumpleaños de la reina del hogar. Hoy es el cumpleaños de la Iglesia. Y voy a tratar de desarrollar mi pensamiento en estas tres ideas: lº. La Iglesia es siempre acontecimiento. 2º. El espíritu de Dios es el que hace de la Iglesia una nueva creación. 3º. El Espíritu Santo, renovación del mundo actual. lº. LA IGLESIA ES SIEMPRE ACONTECIMIENTO LA IGLESIA ES NOTICIA En primer lugar, digo que la Iglesia es acontecimiento, es noticia. Han pasado veinte siglos desde el hecho que se ha leído en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Y así como aquel primer día en que el ruido de un huracán y una lluvia de lenguas de fuego cayó sobre Jerusalén y atrajo a todos los peregrinos que en Jerusalén estaban para la fiesta de Pentecostés venidos de todos los rincones del mundo conocido, ahora también la Iglesia sigue siendo noticia, acontecimiento. Siempre es acontecimiento que atrae a los hombres a escuchar las maravillas del Señor; y a denunciar, desde su posición evangélica, seguidora fiel de Cristo, el pecado del mundo donde quiera que se encuentre. Por eso siempre es noticia, porque siempre los hombres necesitamos oír las maravillas de Dios. Y siempre los hombres -sobre todo los más pobres, los más sufridos, los que parece que viven sin esperanza- tienen necesidad de oír esa voz del espíritu que alienta las esperanzas y que denuncia las injusticias que los oprimen. LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA COMO SIGNO ¿Quién me iba a decir que hoy en este Pentecostés de 1978 iba a funcionar como el huracán de Jerusalén atrayendo la atención de todo mi querido auditorio, precisamente la Corte Suprema de Justicia? Con su despliegue en la publicidad a toda la República ha hecho interesante este día de Pentecostés en la Catedral de San Salvador. Yo sé que es grande la expectativa, ¿qué va a decir el Arzobispo ante el emplazamiento de la Corte Suprema de Justicia? Por de pronto quiero decirles que la Suprema Corte ha sido hoy el signo de Dios para atraer la atención del pueblo, y que le está sirviendo como el huracán y las llamas de Pentecostés para ser interesante la noticia eterna que es la Iglesia. Siempre será Pentecostés en la Iglesia, pero mientras la Iglesia haga su rostro transparente a la belleza del Espíritu Santo. Cuando la Iglesia deja de apoyar su fuerza en esa virtud de lo alto que Cristo le prometió y que le dio en este día, y la Iglesia quisiera apoyarse más bien en las fuerzas frágiles del poder o de la riqueza de esta tierra, entonces la Iglesia deja de ser noticia. La Iglesia será bella, perennemente joven, atrayente en todos los siglos, mientras sea fiel al espíritu que la inunda y lo refleje a través de las comunidades, a través de sus pastores, a través de su misma vida. FIDELIDAD DE LA ARQUIDIOCESIS AL ESPÍRITU DE DIOS La Iglesia, gracias a Dios en nuestra Arquidiócesis, trata de ser fiel a ese espíritu. Y por eso creo que tenemos que agradecerle al Señor esta hora de Pentecostés que no sólo es el domingo 14 de mayo de 1978 sino que es un Pentecostés que ya se prolonga entre dolores, de vía-crucis, pero entre Pascuas de resurrección. Es una alegría profunda que se vive en el corazón del pastor, de las comunidades; a donde quiera que voy Pentecostés transpira en nuestra Arquidiócesis. Yo sólo quiero pedir a los queridos sacerdotes, a las queridas comunidades religiosas, a todas las instituciones que se glorían del nombre de católicas como son los colegios, las asociaciones, las comunidades, etc., y más aún, a todos aquellos cristianos que más allá de los límites del catolicismo se han mostrado solidarios con la actitud que trata de ser evangélica de esta Iglesia de Cristo que peregrina en los cuatro departamentos de la Arquidiócesis. Quiero decirles, hermanos católicos y cristianos, tratemos de ser fieles al Espíritu; tratemos de ser el reflejo inmaculado del Espíritu de Dios, fidelidad a la santidad del Espíritu que inunda este reino de Dios en la tierra. Yo felicito a todos aquellos pastores, catequistas, celebradores de la palabra, comunidades, etc., que están colaborando con el Espíritu de Dios para renovar cada día más la belleza de la Arquidiócesis con el rostro genuinamente reflejando la hermosura, la luz, el fuego, el viento, el huracán: el Espíritu Santo. 2º. EL ESPÍRITU DE DIOS ES EL QUE HACE DE LA IGLESIA UNA NUEVA CREACIÓN. Pero en segundo lugar yo digo: el Espíritu es el que hace que esta Iglesia sea una nueva creación. Fijémonos ahora en el pasaje evangélico: Cristo resucitado el mismo día de la Pascua, en la noche se abre la puerta en el cenáculo y ya está en medio de sus discípulos que tímidos, por miedo a los judíos, por miedo a la persecución, están escondidos. Y Cristo les dice con la serenidad de una vida que ya no tiene ocaso: "Paz a vosotros". UNA NUEVA CREACIÓN Y en un gesto solemne que nos evoca la primera página de la Biblia cuando Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, que sopló sobre el barro de la tierra para darle espíritu de vida, Cristo, que es hombre y que es Dios, sopla, alienta, sobre el rostro de sus apóstoles. Se diría que es el creador creando en el barro de la carne humana una nueva creación. "Así como mi Padre me envía, así os envío yo. Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonaréis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes lo retuviereis; les quedan retenidos." Como Adán, cuando despertó del primer sueño que ha tenido un hombre y ve reflejarse en todo su ser el soplo de Dios que lo hace comprender con inteligencia la maravilla de la creación, y debió de caer de rodillas para adorar -el primer gesto del hombre de rodillas ante Dios-, así me imagino que en la conciencia de los apóstoles, simples hombres, cobardes, escondidos por el miedo a la persecución, cuando reciben este espíritu de Cristo -ya que el evangelio de San Juan quiere unir en un solo acto de Cristo su resurrección y su Pentecostés porque las dos fiestas separadas por 50 días en nuestro Año Litúrgico no son más que una sola realidad-, es la glorificación de Cristo, es el hombre-Dios que está convertido en un Creador para crear de aquellos apóstoles el origen de una nueva creación. Así se entiende que aquellos apóstoles con un nuevo Adán, no con la simple vida de la naturaleza que le dio el Creador, sino con la vida del Espíritu Santo que es vida de Dios traída a su Iglesia, abren atónitos sus ojos y se sienten omnipotentes, casi como Dios: en sus manos la misión de Cristo de ir por todo el mundo, en sus manos el poder de Dios para perdonar, en las manos de la Iglesia, la Pascua Florida para hacer de ese sector del mundo que se llama la Iglesia, la irradiación de la vida de Dios a toda la humanidad, el germen, el fermento, la luz, la levadura que Cristo comparaba a su Iglesia en medio del mundo, allí queda creado. ¡Esa es la creación de la Pascua! Por eso Pentecostés es el cumpleaños de la Iglesia, porque este día nació la Iglesia. La Iglesia es el grupo de hombres creyentes en Cristo que reciben el Espíritu de Cristo, que reciben ese soplo omnipotente del Mesías, del Redentor, para convertir a todo su pueblo en redentor y Mesías. Todos nosotros, queridos cristianos, somos la creación nueva; el mundo ya no se renueva sin nosotros y nosotros somos los responsables de la renovación del mundo. Desde aquel día Cristo ha puesto en medio de la humanidad su reino, y el reino de Dios ha de comenzar a construirse ya en esta tierra. Haber predicado una Iglesia con sólo esperanzas más allá de la muerte ha sido falsear el reino de Dios. El reino que Cristo predicó y constituyó es precisamente aquel del de su soplo, el de estos hombres concretos que van peregrinando por la historia con la responsabilidad de hacer de la historia la transformación del reino de Dios. No es que ambicionemos poderes personales. A la Iglesia le salen sobrando cuando ella tiene la gran responsabilidad de santificar todas las instituciones humanas. Ella no necesita quitar el poder, quitar el dinero, quitar a nadie sus ídolos. La Iglesia sólo necesita corazones que se conviertan a Cristo, que se purifiquen como vasos limpios para que sobre ellos descienda la nueva vida que quedó inaugurada en la misma resurrección y en Pentecostés. Desde hace veinte siglos, pues, la Iglesia sigue siendo noticia y sigue celebrando su cumpleaños año con año. Un año más agregamos hoy a la vida de la Iglesia en este Pentecostés. Y podemos decir que en 1978, cuando la Iglesia Universal a la que se une esta bella Iglesia de mi Arquidiócesis, está celebrando su onomástica, su día natalicio, está tan joven, tan bella, más hermosa, más extendida, más fuerte, más fiel a su espíritu. ¡Bendito sea Dios!. Vale la pena, hermanos, pertenecer a esta nueva creación y dejarse inundar por esa fuerza del Espíritu que nos identifica con la misión de Cristo que trajo como misión traer la paz, destruir el pecado, hacer justa la humanidad. EL ESPÍRITU DE DIOS Sería aquí la oportunidad -si hubiera tiempo- de hacer una bella catequesis sobre lo que a través de las páginas de la Biblia se va descubriendo: el Espíritu de Yahvé, el espíritu de Dios. En hebreo la palabra original bíblica es: "ruá", que en griego es "neuma" y en castellano espíritu. ¿Qué quiere expresar la Biblia con ese ruá, que por primera vez lo encontramos en la boca de Dios frente al barro que va a convertirse en hombre? Desde luego es vida, vida de Dios que se puede comunicar a un hombre. La Biblia, como ustedes saben, tiene muchas expresiones antropomórficas, es decir, que quiere comparar a Dios con un hombre, eso quiere decir antropomórfica. Y comparando a Dios con los gestos materiales del hombre, la Biblia menciona muchas veces ese ruá de Dios, ese soplo de Dios, ese espíritu, esa exhalación de Dios como un poder que da la vida, como un poder que transforma el pecado en una moral. A veces ese soplo de Dios se convierte en huracán y la Biblia interpreta que Dios está resollando fuerte. A veces es suave como una brisa y entonces la Biblia interpreta que es el aliento suave de Dios como la brisa, pero siempre es un poder creador y lo llama santo, así como Rama también santo el brazo de Dios. Otra figura antropomórfica porque Dios no tiene brazo, pero la Biblia habla del brazo santo de Dios para significar su poder; así dice también el Espíritu, el ruá, el neuma, el aliento santo de Dios como una emanación de Dios. En el orden natural y cuando Cristo vino, lo eleva al orden sobrenatural y toda la literatura del Nuevo Testamento trayendo toda esa herencia del Espíritu de Dios, lo eleva hasta ladran revelación de Cristo que nos dijo: que el Espíritu de Dios no es simplemente un resuello de Dios sino que es una persona, la tercera persona de aquella Trinidad beatísima donde un Padre engendra eternamente un Hijo y donde un Padre y un Hijo se aman tan profundamente y se exhalan su ser tan profundamente que constituye un amor personal. El espíritu de Dios es en amor, la tercera persona de la Santísima Trinidad. Es lo que se llama en teología una "hipóstasis" es decir, una persona. Persona como el Padre, persona como el Hijo, así el Espíritu Santo lo envía Cristo cuando Él es glorificado como un testimonio de que Dios ha aceptado la redención y de que viene al mundo a tomar posesión de todos los que creen en Cristo. "Si yo no me voy -les dijo Cristo en la última cena- no podré enviaros al otro consolador, al otro abogado". ¿Ven como Cristo habla de otro ser tan divino como Él, tan amoroso como Él, tan potente, tan verídico como Él? Ya Cristo como persona de Dios encarnada en un hombre, ya no lo veremos en los caminos de la tierra, pero por los caminos de la tierra veremos los pies de muchos hombres y de muchas mujeres que siguiendo a Cristo en el Espíritu Santo, son guiados por la fuerza divina de la redención, ya que el espíritu que Cristo mandó de su seno y del Padre a esta Iglesia que peregrina en la tierra es el otro abogado, el que predicará a través de sus ministros, el que seguirá siendo vida de la Iglesia. EL ESPÍRITU SANTO CONDUCE, RENUEVA Y ENRIQUECE A LA IGLESIA Si yo tuviera tiempo, hermanos, analizara el número cuarto de la Constitución de la Iglesia del Concilio Vaticano II. Pero a quienes son católicos, que se han preocupado de conocer el Concilio, yo les invito a que en este día abran el texto del Concilio en esa constitución dogmática Lumen Gentium que habla sobre la Iglesia, y que en el número cuarto habla de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. ¡Vean que síntesis más bella hace allí el Concilio de la función del Espíritu Santo en su Iglesia! Dice que el Espíritu Santo la conduce a la plenitud de la verdad. Dice que el Espíritu Santo la renueva en la santidad de sus miembros. Dice que el Espíritu Santo la enriquece en sus dones y en sus carismas, en todas sus comunidades; como nos ha dicho San Pablo en la segunda lectura de hoy, que es otra síntesis bellísima de la función del Espíritu Santo en medio de los hombres. Él es el que suscita las vocaciones, los dones jerárquicos y carismáticos, el que da perseverancia, fortaleza, a esta misión de la Iglesia a pesar de todas las tribulaciones. Por eso, en este día del cumpleaños de la Iglesia, hemos de implorar mucho la fuerza del Espíritu para que esta Iglesia, concretamente en la Arquidiócesis de San Salvador, tenga muchos sacerdotes, religiosos, religiosas, catequistas, seglares comprometidos, comunidades que de veras se dejan conducir por la fuerza del Espíritu Santo. Pero baste cuanto se ha dicho para que quede bien claro en nuestra fe y en nuestra esperanza, en nuestra alegría pascual, que nosotros tenemos la dicha de pertenecer a ésta Iglesia que es en medio del mundo el signo eficaz de una nueva creación. Y entonces tratemos católicos, si de verdad tenemos fe en el Espíritu Santo, de dejamos renovar, ser hombres nuevos, de esos que necesitan las estructuras nuevas; y hacer de nuestra patria una patria nueva, y hacer de todos los pecados de El Salvador y de todas sus instituciones también el objeto de nuestra misión: destruir el pecado y en cambio construir el reino de Dios. Si de veras somos el pueblo que ha invadido el Espíritu Santo, y en El Salvador tiene que ser el católico salvadoreño un germen de renovación, si la Iglesia es la depositaria de aquel soplo creador del Redentor para hacer de todos sus seguidores, liberadores auténticos de la verdadera libertad del pecado y para la verdadera promoción de la vida en gracia de Dios, hacer hijos de Dios, ciudadanos del cielo, no permitamos que este país, tan gloriosamente llamado el del Divino Salvador, que así se podía llamar todo el mundo porque todo el mundo que cree en Cristo es una prolongación de su divina salvación, pero nosotros salvadoreños con mayor empeño, hagamos de nuestro bautismo, de nuestro compromiso, de nuestro evangelio, verdaderamente una promesa fiel a pesar de todo, de que hemos de trabajar impulsados por el Espíritu. Lo sentimos todos, pero no todos somos fieles a Él. Sentimos que nos reprocha nuestras cobardías, pero somos capaces de superar esas cobardías. Sentimos que sopla fuertemente para hacernos más valientes y somos cobardes y hasta traidores y mentimos cuando él es el Espíritu de la verdad. No debían llamarse cristianos aquellos que han recibido el Espíritu Santo y lo están tratando a bofetadas porque sólo viven de la mentira, de la injusticia, de la calumnia, de la violencia y de todo aquello que es reprimir la vida del Espíritu. Ojalá nuestra Iglesia fuera, de veras, la nueva creación en medio de todas las circunstancias de nuestra historia. 3º. EL ESPÍRITU SANTO, RENOVACIÓN DEL MUNDO ACTUAL Finalmente, hermanos, mi tercer pensamiento es que el Espíritu Santo renueva a nuestro mundo actual. Y yo aquí me voy a concretar a tres acontecimientos de este Pentecostés glorioso de 1978. LA CONFIRMACIÓN DE LOS JÓVENES El primer acontecimiento fue el de anoche, la confirmación de los jóvenes. Doscientos jóvenes llenaban esta Catedral en la Vigilia de Pentecostés, con sus padrinos, con sus padres y madres hicieron una promesa al Espíritu Santo de recibirlo en el sacramento augusto de la Confirmación y de ser fieles a su inspiración. Cuando terminaba la ceremonia, un joven estuvo en este mismo ambón donde ahora predico y dirigió a la juventud un mensaje muy conmovedor. Yo quiero subrayar sus dos grandes iniciativas; le dijo a todos los jóvenes, principalmente a los doscientos que se confirmaban anoche, que siguieran reuniéndose para meditar en la Palabra de Dios, que organizaran pequeños grupos de reflexión. Ya sabemos, hermanos, lo peligroso que ésto constituye ahora en nuestro ambiente cuando la reflexión de la Palabra, el estudio de nuestra religión que trata de concientizar al hombre desde la Palabra de Dios, que increpa al cobarde y que no quiere conformismos y que quiere justicia y que quiere verdadero orden y no quiere atropellos, la Palabra de Dios es conflictiva; y por eso, reunirse en torno de la Palabra de Dios para meditarla, es un reto, no subversivo, sino constructivo. Y la juventud se ha comprometido anoche a reflexionar en esa Palabra de Dios. Y la otra iniciativa fue que desde anoche, la juventud que se confirmaba en Catedral de San Salvador, ha lanzado una invitación, que casi diría un reto, a toda la juventud de la Arquidiócesis para que se preparen ya desde ahora a celebrar en la Semana Santa de 1979, en la noche del Sábado Santo, una Pascua de juventud, una Pascua que en la juventud salvadoreña proclame que Cristo vive, que Cristo ha resucitado y que el mejor argumento de su vida perenne no es el sepulcro vacío sino la vida de los jóvenes que encaman el entusiasmo, la alegría, la sinceridad, el espíritu de renovación de Cristo. Este hecho para mí, ha constituido el gesto más hermoso que el Espíritu Santo nos ha regalado en este Pentecostés de 1978. Yo quiero felicitar y agradecer a los colegios católicos, a las parroquias, a las comunidades que colaboraron con esta hermosa iniciativa de la confirmación de la juventud. Y queda así también confirmada nuestra voluntad de que la Confirmación no tiene que ser sacramento de niños inconscientes, tiene que ser de jóvenes. Y que desde el primer domingo de Adviento o sea desde noviembre de este año, ya no se permitirá confirmarse a los niños chiquitos. Traten de comprendernos, hermanos, se trata del bien de esos mismos niños. Es muy distinto ser confirmado sin darse cuenta, que ser confirmado como anoche en plena juventud, cuando se siente en el corazón el batir de nuevas pasiones, de nuevas circunstancias en el mundo, cuando el bautizado de niño comprende al llegar a la juventud que necesita una nueva fuerza del Espíritu Santo. Por eso fue grande nuestro Pentecostés, porque doscientos jóvenes conscientemente han abierto sus manos y su corazón para decir: Ven Espíritu Santo a llenar la alegría de mi juventud. DÍA DEL SEMINARIO El segundo acontecimiento es que hoy es el día del Seminario. Este acontecimiento que El Salvador une con Pentecostés, debe hacernos reflexionar muy bien no sólo para enviar un saludo de admiración y de cariño a los jóvenes que han intuído el llamamiento de Dios para el sacerdocio en una hora en que ser sacerdote o es estar loco o es ser un héroe. Sacerdotes mediocres, sacerdotes a medias, sacerdotes en componendas con Dios y con el diablo, no son auténticas vocaciones. Saludamos y admiramos a los jóvenes que llenan hoy el seminario y que saben que comprometerse con el sacerdocio si no están locos, es porque anhelan un gran heroísmo; y vale la pena ser protagonistas con Cristo mediante su espíritu de fortaleza, para predicar un reino en medio de tantas idolatrías del mundo. A todos nos interesa, queridos hermanos, tener un aprecio muy grande del Seminario San José de la Montaña. No sólo es un monumento de cemento armado, a los pies de San José, San José de la Montaña, sino que es una escuela del sacerdocio de la Iglesia al que debe de converger, como un símbolo de esperanza, toda la vida de la diócesis para apoyarlo con oraciones, con apoyos morales, a no desanimar a nuestros jóvenes, sino, al contrario, decirles desde el mundo cómo son los sacerdotes que estamos esperando de ese Seminario. Y, sobre todo, hermanos, comprender que en una hora de transformaciones tan profundas -como lo estaba diciendo el seminarista aquí antes de la misa- la figura, del seminarista de hoy no puede ser la figura de las viejas tradiciones. Sin llegar a ser un guerrillero, porque el Seminario no es una escuela de guerrilleros aunque así lo hayan querido calumniar, el Seminario es una escuela de promociones jóvenes, de un sacerdocio joven, de un sacerdocio como lo necesitan los pueblos de hoy, de un hombre que siendo verdaderamente un hombre de oración muy comprometido con Dios, sepa también ser un hombre del pueblo, en medio del pueblo, voz del pueblo, sintiendo con su pueblo sus angustias y sus esperanzas. Y gracias a Dios estos son los seminaristas que abriga hoy San José de la Montaña. Y también, hermanos no olvidemos que la condición humilde de las familias de donde procede la mayoría de las vocaciones, necesita la comprensión, no la limosna sino la responsabilidad de que es todo el pueblo de Dios el que necesita esos sacerdotes. Y que si hay familias que aunque muy pobres, han dado a su propio hijo para el sacerdocio, justo es que otras familias a las que Dios no les ha querido dar una vocación, sepan hacer suyo ese honor ayudando generosamente al Seminario. Hoy, hermanos, cuando el pretender ser sacerdote encuentra tantos obstáculos y no encuentra la facilidad económica, no importa, nuestra fuerza está en el Espíritu Santo que sabrá suscitar en el pueblo generoso la ayuda que está haciendo posible mantener un seminario repleto de vocaciones. Yo quiero hacer honor aquí y felicitar al equipo de jóvenes sacerdotes, que representando a la Iglesia de todo El Salvador, están formando con mucha seriedad a estos jóvenes. Yo quisiera que el pueblo los conociera para que tuviera una idea exacta de que esos sacerdotes que forman a nuestro futuro clero, no tienen nada de esas falsas acusaciones que muchas veces quieren desprestigiar la obra del Seminario. Quiero también tributar en este marco del Seminario un voto de admiración y de gratitud profunda a aquella figura inolvidable que se nos fue, el P. Ladislao Segura. Pero que el Seminario, en un gesto de agradecimiento entrañable, recogió su cadáver para guardarlo junto al Santísimo Sacramento y a la Virgen donde los seminaristas oran. Allí estará siempre en oración el cadáver de un hombre que consumió, diríamos, toda su existencia sacerdotal, oculta como la violeta, al servicio de este apostolado al que me estoy refiriendo. UNA PROCLAMACIÓN EVANGÉLICA DE LA JUSTICIA EN MEDIO DE LAS REALIDADES DE NUESTRO PAIS Y finalmente hermanos, un tercer acontecimiento de este Pentecostés es una proclamación evangélica de la justicia, en medio de las realidades de nuestro país. Hace quince días en este mismo lugar, yo expresaba textualmente estas palabras: "Hermanos, no podemos olvidar que un grupo de abogados lucha por una amnistía y publica sus razones que le han movido a pedir esta gracia en favor de tantos que perecen en las cárceles. Estos abogados denuncian también anomalías en el procedimiento de la Cámara Primera de lo Penal, donde el juez no permite a los abogados entrar con sus defendidos, mientras que se permite a la Guardia Nacional una presencia que atemoriza al reo que muchas veces lleva las marcas evidentes de la tortura. Un juez que no denuncia las señales de la tortura sino que sigue dejándose influenciar por ella, en el ánimo de su reo, no es juez justo. Yo pienso, hermanos, ante estas injusticias que se ven por aquí y por allá hasta en la Primera Cámara y en muchos juzgados de pueblos, ya no digamos jueces que se venden. ¿Qué hace la Corte Suprema de Justicia? Yo quiero felicitar a los abogados cristianos o no cristianos, pero con gran sentido de justicia, que están poniendo el dedo en la llaga. Ojalá todos nuestros abogados sean de verdad una esperanza de la justicia tan maltratada en nuestro ambiente". Esto fue lo que dije hace quince días. 1. El Secretario de la Corte Suprema de justicia me ruega "de la manera más respetuosa, expresar los nombres de los jueces venales" a que me referí en la citada homilía. A propósito de esta honrosa comunicación debo aclarar, principalmente en atención a la posible confusión de la opinión pública provocada por la publicación de la Suprema Corte de justicia y por los comentarios de la prensa nacional. a) Agradezco, ante todo, y me alegra la oportunidad que la Corte Suprema de justicia me ofrece para ampliar lo que dije en mi homilía pronunciada el 30 de abril del corriente año en la misa de la Catedral. Y lo agradezco y me alegro porque, al fin, después de tanto tiempo de estarse denunciando estas cosas, la Corte Suprema de justicia declara públicamente su intención de empezar a sanear lo que está malo en ese supremo poder tan trascendental para la paz de nuestra vida nacional. b) Que el atento llamado de la Suprema Corte de justicia no significa un emplazamiento jurídico ya que obviamente no responde a figura alguna regulada por las leyes y que, por tanto, mi respuesta es una espontánea reafirmación de mi compromiso pastoral en defensa de la justicia, de la verdad y del pueblo. c) Que la respetuosa nota de la Secretaría de la Corte Suprema de justicia ha mutilado la palabra y deformado el espíritu de mi citado mensaje, pues intenta constreñirme a que "exprese los nombres de los jueces venales" a que entonces me referí, siendo así que yo no he usado textualmente ese término "venal" citado entre comillas. Y, si ciertamente mencioné en mi homilía "jueces que se venden", se trataba de un término meramente incidental en todo el contexto de mi mensaje que denunciaba irregularidades más generales que atañen a todo el sistema de la administración judicial. Poner un énfasis exclusivo en ese término accidental sin mencionar el contexto general que lo enmarca es un procedimiento ilógico e injusto, por no sospecharlo malicioso, pues con ello la Corte Suprema de Justicia da la impresión de que quiere ocultar, o distraer la opinión pública del punto central de mi mensaje que -repito- fue y sigue siendo denunciar un mal social enraizado en las instituciones y procedimientos que están bajo la responsabilidad de ese Honorable Tribunal. 2. Por lo demás, es un hecho bien conocido que la prueba de los actos de venalidad, que la Suprema Corte me invita a presentar, es una de las más difíciles de aportar, por la sencilla razón de que el delito alcanza al funcionario que se vende, como a la persona que lo compra y a todos aquéllos que han colaborado en la negociación; por ello, resulta muy difícil que quien ha estado involucrado en tales hechos, quiera testificar respecto a ellos. 3. Debo también aclarar que mi perspectiva de pastor cuando predico mis homilías, es de carácter teológico y no jurídico. Muchas veces lo he repetido que el lenguaje y la actitud de la Iglesia no invade los campos de la técnica humana o de la política sino desde una competencia evangélica que la obliga a denunciar el pecado donde quiera que se encuentre. Es, por tanto, como pastor que yo expreso con ánimo de corregir el clamor del pueblo oprimido por el pecado y la injusticia del mundo. A la Corte Suprema de justicia toca -como institución que, en una auténtica democracia debe vigilar el cumplimiento de las leyes y denunciar el abuso de los demás poderes del Estado- "Proceder al enjuiciamiento de la ley y deducir responsabilidades correspondientes", como lo expresa con elocuencia la nota que de Ella tuve el honor de recibir. No soy yo pues, el indicado para expresar unos nombres que la Suprema Corte puede investigar teniendo en cuenta, por ejemplo, las conocidas agrupaciones de madres o familias de reos políticos o desaparecidos o desterrados y tantas denuncias de venalidad publicadas bajo la responsabilidad de los medios de comunicación social no sólo en el país sino en el extranjero. Por lo demás, el concepto de venalidad creo que, por lo menos desde mi perspectiva teológica, lo llena cualquier funcionario que recibe del pueblo un salario para que administre justicia y, en cambio, se hace cómplice de la injusticia estimulado por complacencias pecaminosas; y este fenómeno puede investigarlo con más facilidad quien tiene, junto con los instrumentos adecuados, la misión y el grave deber de hacerlo. 4. Pero, sin duda alguna de mucha mayor gravedad que los casos de venalidad, son aquellos otros que, sí demuestran un desprecio absoluto de la Honorable Corte Suprema de Justicia, por las obligaciones que la Constitución Política le impone, la cual todos sus miembros se han obligado a cumplir. Esa Honorable Corte no ha remediado estas situaciones, tan contrarias a las libertades públicas y a los derechos humanos, cuya defensa constituye su más alta misión. Tenemos pues, que los derechos fundamentales del hombre salvadoreño son pisoteados día a día, sin que ninguna institución denuncie los atropellos, y proceda sincera y efectivamente a un saneamiento en los procedimientos. a) Se consagra que "toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley" (Art. 8 Decl. Derechos Humanos). Concretamente en nuestro país, "toda persona tiene derecho al habeas corpus ante la Corte Suprema de Justicia o Cámaras de 2a. Instancia, cuando cualquier autoridad o individuo restrinja ilegalmente su libertad" (Art. 164 Constitución Política). Varios jueces ejecutores en actitud honesta y valiente han informado a la Corte Suprema de Justicia sobre las imposibilidades que se encuentran en los cuerpos de seguridad para llevar a cabo su sagrada misión constitucional. b)Reza la Constitución Política: "Ninguna persona puede ser privada de su vida, libertad, ni de su propiedad o posesión, sin ser previamente oída y vencida en juicio con arreglo a las leyes; ni puede ser enjuiciada dos veces por la misma causa" (Art. 164). Cabe señalar, y esta situación ha sido para mí especialmente dolorosa, que hemos recibido a tantas madres y esposas de personas que se encuentran desaparecidas. Algunos acontecimientos que son del dominio de todos los salvadoreños, otros en situaciones bien especiales que hacen presumir la intención con que se dan estos "desaparecimientos". Varias madres, esposas e hijos, que de extremo a extremo, en todo el territorio han recorrido el triste calvario de la búsqueda de aquel ser querido, sin encontrar absolutamente ninguna respuesta. Nos consta que existen cerca de ochenta familias con algún miembro que ha sido capturado, sin que hasta hoy hayan sido consignados a ningún tribunal. Manifiesto ante esta gravísima situación, que día a día rasga dolorosamente el corazón de estas madres, esposas e hijos, una sola máxima: "Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado" (Art. 9 Declr. Derechos Humanos). c) Reza la Declaración Universal de Derechos Humanos, varias veces citada: "Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio y a regresar a su país" (Art. 13). Recuerdo también este derecho, contemplado en la Constitución, que protege a todos aquellos salvadoreños que se encuentran en un angustioso exilio. "No se podrá expatriar a ningún salvadoreño, ni prohibírsele la entrada en el territorio de la República, ni negársele pasaporte para su regreso u otros documentos de identificación" (Art. 154 Constitución). Se declara esto oficialmente, y por otro lado no se escucha la denuncia de aquellos salvadoreños que no pueden ingresar al país. d) "Toda persona tiene derecho a dirigir sus peticiones por escrito, de manera decorosa, a las autoridades legalmente establecidas; a que se le resuelvan, y a que se les haga saber lo resuelto" (Art. 162 Const. Política). No podemos olvidar entonces, que varios Abogados, así como algunos ciudadanos en el ejercicio de sus derechos han presentado respectivamente, una ejecución de amnistía para todas aquellas personas involucradas en los acontecimientos de San Pedro Perulapán; y un recurso de inconstitucionalidad de la "ley de defensa y garantía del orden público". Hasta este momento, después de varias semanas desde su presentación, no hemos escuchado ninguna resolución por parte de quienes compete dictarlas. e) La Prensa ha divulgado varias situaciones anómalas que dejan un tremendo malestar en el pueblo. Se denuncia a funcionarios administrativos y judiciales, y a pesar de que estas posibles irregularidades son del dominio público, no hemos notado un interés delicado y justo por parte de las autoridades competentes. No es mi intención especificar detalles acerca de estos hechos. Estoy convencido que si verdaderamente existiera un interés social en el manejo de la cosa pública los hechos serían investigados exhaustivamente, con el fin de lograr un verdadero y auténtico bienestar social, así como para sentar precedentes. f) Tanto la Declaración Universal de Derechos Humanos, como nuestra ley fundamental -tal como lo he dicho-, consagran el sagrado derecho a la Libertad, el que ha sido violentado de diversas formas. "Ningún poder, autoridad o funcionario podrá dictar órdenes de detención o prisión si no es de conformidad con la ley, y estas órdenes deberán ser siempre escritas" (Art. 166 Constitución Política). Contradictoriamente hay personas que son capturadas por los cuerpos de seguridad, y puestos a la orden del Tribunal después de transcurridos más de ocho días, sin observar las prescripciones constitucionales. Personas que han sido detenidas ilegalmente, y retenidas en los cuerpos de seguridad hasta por mas de treinta días. Estas situaciones son del dominio público, vertidas en noticias periodísticas y en ocasiones, dolorosas, como las sucedidas en Aguilares, El Paisnal, San Pedro Perulapán, San Marcos Lempa. Ante esto, de conformidad con Artículos de la Constitución y de la ley penal, sé perfectamente que hay términos legales que tienen obligación de cumplir los cuerpos de seguridad para consignar a los reos que custodian, y que existen disposiciones penales para que esa custodia no sea violenta, atemorizadora para la persona detenida. ¿Cuántos reos no han sido presentados ante los Tribunales con evidentes marcas, señales de malos tratamientos ... ? g) Los obreros, de conformidad al Art. 191 de nuestra Constitución "tienen el derecho de asociarse libremente para la defensa de sus respectivos intereses, formando sindicatos". Este principio a "fundar sindicatos y a sindicalizarse para la defensa de sus intereses" (Art. 23, inc. 4. Decl. Universal Derechos Humanos) es vulnerado en diversas formas. Desde el hecho de restringir la libertad de dirigentes obreros, hasta otorgar sutilmente prebendas y concesiones a aquellos laborantes que rechacen la organización sindical. Ya no digamos -el derecho que "tienen los trabajadores a la huelga" (Art. 192 Constitución Política). Esta medida utilizada en caso extremo por el obrero salvadoreño ha sido reprimida y tergiversada a mansalva. Se dice que la mayoría de las huelgas son "subversivas", "que obedecen a consignas internacionales", a pesar de que como medida legal son puestas en práctica por el trabajador para defender contratos colectivos de trabajo, salarios, días de vacaciones reconocidos en la ley laboral, y para proteger sus intereses profesionales. Conforme a la Declaración Universal de Derechos Humanos y a nuestra Carta Magna la sindicalización está consagrada como un derecho social. Es imposible entonces entender todas las inconveniencias, trabas y obstáculos pormenorizados que se le presentan al jornalero agrícola para lograr la práctica de esa facultad elemental. 5. Ante todas estas situaciones del dominio público, nos parece que el Poder judicial, generalmente se ha replegado en su intervención, la que como manifesté en la homilía aludida es básica e importante. ¿Dónde está -expresé entonces-, el papel trascendental, en una democracia, de este poder que debería velar y reclamar justicia a todo aquél que la atropella? Esta denuncia que se inspira en un positivo "animus corrigendi" y no en un mal espíritu de maledicencia, creo un deber hacerla, en mi condición de Pastor del pueblo que sufre la injusticia. Me lo impone el Evangelio por el que estoy dispuesto a enfrentar el proceso y la cárcel aunque con ellos no se haga más que agregar otra injusticia. Quiero terminar agradeciendo sinceramente a las innumerables personas, especialmente a los amables Profesionales y Estudiantes del Derecho que se han dirigido a mi haciéndose solidarios de esta franca preocupación de la Iglesia por la justicia en nuestro país. Lo agradezco sobre todo porque esta colaboración es una positiva construcción de la paz, pues esta Iglesia del Espíritu Santo viene proclamando desde los lejanos tiempos de Isaías, y hoy lo repito con la renovada juventud de este Pentecostés, en medio de la dramática realidad de nuestro país "La Paz sólo puede ser el producto de la justicia" (Is. 3 2, 1 7) "Opus justitiae pax ". Proclamemos ahora nuestra fe. (Una gran ovación de aplausos)... Muchas gracias por esa rúbrica que han puesto en mi pobre palabra. Y ahora, llenos de fe y esperanza en el Espíritu que anima esta Iglesia, digamos: Creemos en un sólo Dios... Queridos hermanos:
INTRODUCCION: LLEGA A CORONARSE LA OBRA DE CRISTO El año litúrgico, que vamos siguiendo domingo a domingo, está hoy en la semana culminante. La Ascensión de Cristo celebramos este domingo, y el próximo domingo, la venida del Espíritu Santo. La obra de Cristo que anunció antes de Navidad el gran misterio del Dios que se hizo hombre que nos conmovió durante esos días felices de la Navidad y de la Epifanía, el misterio de un Hombre-Dios que muere en una cruz y resucita por nosotros; fue preparado durante toda una Cuaresma y desde la Pascua, Sábado Santo en la noche, hasta hoy, Ascensión y Pentecostés, cincuenta días de plenitud, de júbilo, de esperanza, llega a coronarse la obra de Cristo. Y éste es el sentido de la fiesta de hoy. Asistamos pues, a nuestra liturgia dominical con espíritu nuevo a alentar en esta fuente de santidad, de regocijo, de alegrías profundas, nuestro caminar en la historia. Por eso, este cuidado que debe tener el predicador de la homilía de ir iluminando con ese misterio de Cristo, que siendo el mismo porque es eterno, las realidades concretas de la historia. Es un deber, difícil muchas veces, porque esa luz de la redención que ilumina nuestro paso en la tierra muchas veces tiene que iluminar cosas muy desagradables. Pero tiene que hacerlo, sino, no fuera del Evangelio la luz del mundo, la lámpara de nuestro paso. HECHOS DE LA SEMANA Por eso me alegro citar y hacer como el ambiente de nuestra reflexión de la Palabra y del misterio que celebramos, los hechos concretos en que se ha movido nuestra semana. La realidad a veces es agradable, -no siempre, pero generalmente una realidad que muchas veces choca horriblemente con los grandes designios del amor de Dios-, que quisiera de nuestra Patria y del mundo, una ciudad iluminada por una civilización de amor, una antesala, un camino hacia ese destino que hoy, precisamente, nos marca la Ascensión del Señor. ¿Por dónde ha peregrinado el pueblo de nuestra Arquidiócesis durante esta semana? MUERTE DEL P. LADISLAO SEGURA Quiero, ante todo, traer al recuerdo de esta misa y para encomendarlo a la oración de todos, la memoria muy querida del Padre Ladislao Segura. Cuando el domingo pasado predicaba aquí, todavía ignoraba el triste acontecimiento de su muerte repentina en un cuarto de la casa de la Iglesia del Carmen en Santa Tecla, donde iba a pasar siempre el sábado por la tarde y por la noche, para cumplir religiosamente ese deber de todo religioso: la vida comunitaria. Los jesuitas, que por su trabajo muchas veces viven un poco individualmente, tienen el deber de ir a convivir cada semana o cada quince días a sus casas de comunidad. Y el Padre Segura era muy fiel a esa ley. El sábado por la tarde allá estaba con sus compañeros, los jesuitas de la Iglesia del Carmen en Santa Tecla. Y la noche del sábado la ocupaba para preparar su homilía del domingo, para estudiar, hombre que siempre se preocupó de estar al día en las ciencias eclesiásticas. En su escritorio de muerte se encontraron documentos preparatorios de la reunión de obispos en Puebla en octubre de este año y unos apuntes de su homilía para el domingo hace ocho días, y para el día del trabajo el lº de mayo. Murió, pues, mientras trabajaba, murió trabajando. Por eso se dijo en su funeral, el lunes, que era un bello símbolo del trabajo. Yo quiero destacar en su vida, estos tres grandes aspectos: El pescador de vocaciones, como lo llamaron los seminaristas en su programa del viernes por radio, pescador de vocaciones. ¡Cuántos sacerdotes hoy y cuántos alumnos del Seminario Mayor y Menor deben a la intervención del P. Segura con sus familias, con sus párrocos, el haber encontrado y cultivado su propia vocación sacerdotal! Otro aspecto es su solicitud por la vida religiosa. Las comunidades, sobre todo de religiosas, encontraron un sólido apoyo y orientador en el P. Segura. Y un tercer aspecto es el hombre de la doctrina sólida. Consejero de todo aquel que con preocupaciones teológicas o canónicas se acercaba, y con la prudencia del verdadero sabio no daba la respuesta inmediatamente, sino que pedía tiempo para estudiar y consultar y así salían esos consejos, esas orientaciones tan seguras para quien buscaba allí un apoyo doctrinal, disciplinario, canónico. Que el Señor le conceda, pues, el eterno descanso. Y yo pido a Uds., que oremos mucho por él, sobre todo, a la comunidad de la Colonia Dolores donde el P. Segura, además de estas características meritorias, fue un verdadero pastor de aquel sector de nuestra ciudad. JORNADA MUNDIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOCIAL Otro aviso para este domingo es que hoy en toda la Iglesia Universal se está celebrando la Jornada Mundial de los Medios de Comunicación Social. Lamentablemente no hemos tenido propaganda pero baste al menos esta palabra para llamar la atención de todos los católicos acerca de un uso crítico, consciente, de los medios de comunicación social. Quiero decir, que esos medios maravillosos como son el periódico, la radio, la televisión, el cine, donde grandes masas humanas están comunicando un pensamiento, muchas veces son instrumentos de confusión. Esos instrumentos, artífices de la opinión común, muchas veces se utilizan manipulados por intereses materialistas y así se convierten en mantenedores de un status injusto, de la mentira, de la confusión; se irrespeta uno de los derechos más sagrados de la persona humana que es el derecho a estar bien informado, el derecho a la verdad. Ese derecho es el que cada uno tiene que defender por sí mismo haciéndose crítico al manejar los medios de comunicación social. No todo lo que está en el periódico, no todo lo que se ve en el cine o en la televisión, no todo lo que nos dice la radio, es verdad. Muchas veces es precisamente lo contrario, la mentira. De allí que el hombre crítico sabe depurar para no envenenarse con todo lo que cae en sus manos. Esta es la conciencia que se quiere despertar hoy en el día de la comunicación social, que tengamos lectores del periódico, críticos; que sepan decir esto es mentira, esto no conviene con aquello que dijeron ayer; esto es tergiversación porque yo he visto lo contrario. Ser críticos es una de las características necesarias de hoy y por esa conciencia crítica que la Iglesia trata de sembrar, es por lo cual la Iglesia está teniendo conflictos muy serios porque los intereses, naturalmente dominadores, quisieran mantener adormecida una masa y no tener hombres críticos que sepan discernir entre la verdad y la mentira. Y yo creo que nunca como ahora había existido en el mundo, sobre todo en nuestro ambiente, una lucha -diríamos- lucha a muerte entre la verdad y la mentira. A eso se reduce el conflicto de la hora actual: La verdad y la mentira. No olvidemos que Cristo dijo esta gran palabra: "La verdad os hará libres". "Busquemos siempre la verdad". Hay un dicho de San Agustín que me parece que es muy oportuno en nuestro tiempo: "liventer credimus pos credere volumus", que quiere decir: "que con mucho gusto creemos lo que queremos creer". Por eso se hace tan difícil creer la verdad porque muchas veces no quisiéramos creer la verdad, molesta la conciencia; pero la verdad aunque moleste hay que aceptarla y hay que querer creer en ella para que el Señor nos bendiga siempre con esa libertad de quien ama la verdad y no vende la verdad, la pluma, la voz, el medio de comunicación, al mejor postor, al que da más dinero, al interés, al materialismo. ¡Lástima tantas plumas vendidas, tantas lenguas que a través de la radio tienen que comer y se alimentan de la calumnia porque es la que produce! La verdad muchas veces no produce dinero sino amarguras, pero vale más ser libre en la verdad que tener mucho dinero en la mentira. EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACION Se acerca el día del Seminario, el próximo domingo día de Pentecostés, será un día de la juventud. Ya hemos estado anunciando que el sábado de esta semana, a las 8 de la noche, aquí en la Catedral, tendremos la ceremonia de confirmación de jóvenes. Hay unos 200 jóvenes preparándose con verdadero espíritu a recibir ese sacramento del Espíritu Santo. Invito a todo el pueblo de Dios para que renovemos entonces ese sacramento que recibimos muy chiquitos y que no nos dimos cuenta, pero que tiene tanta responsabilidad, la fuerza, el don del Espíritu Santo. Por eso, los que ya lo recibimos, vamos a renovar nuestra conciencia de ser confirmado nuestro compromiso de defender nuestra religión: Para eso se da la confirmación. Y 200 jóvenes nos darán el ejemplo de prepararse como se debe de preparar un hombre para recibir un sacramento tan importante. Por eso hemos dispuesto que desde Adviento, o sea, diciembre en adelante, no se dará el sacramento de Confirmación a menores de 15 años para que con toda conciencia lo sepan recibir y sepan responder a una gracia tan singular. EL ÁNGELUS Quiero avisarles con gusto que desde este domingo, primer domingo de mayo, al medio día, vamos a rezar juntos el Ángelus, a través de la radio. Les invito a que a las doce en punto, sintonicen sus aparatos de radio en la YSAX, La Voz Panamericana, para que junto con su Pastor y unidos con el Papa que también lo hace al mediodía en Roma todos los domingos, recemos este saludo a la Virgen orando por tantas necesidades de la Iglesia. Será una manera de cultivar nuestra devoción a la Santísima Virgen, hoy tan necesaria. Y en mayo, de manera especial debe caracterizar las verdaderas personas católicas devotas de la Madre de la Iglesia. PREPARACION DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL PADRE ALFONSO NAVARRO El once de mayo, o sea el jueves de esta semana, vamos a cumplir un año de la muerte del Padre Alfonso Navarro y de Luisito Torres, allá en el convento de Miramonte donde fueron cruelmente baleados. Para eso se está preparando una concelebración el jueves de esta semana, a medio día, aquí en la Catedral. Y desde el 3 de mayo se está celebrando con mucho entusiasmo un novenario de misas patrocinados por las diversas comunidades de la capital a las 7 de la noche, todas estas noches, en la Iglesia de la Colonia Miramonte. A este propósito también tengo mucho gusto en anunciarles que se ha publicado un folleto de 92 páginas con el título de Testimonio, en el cual se dan unos rasgos biográficos muy interesantes, del espíritu que animó el sacerdocio de este joven que murió en plena floración de sacerdocio: Alfonso Navarro. Les invito a conocer su verdadera vida en esas páginas, ya que tanto en este caso como en el caso del Padre Grande, hay mucho interés en desfigurar el ministerio sacerdotal de estos dos verdaderos mártires: porque eso significa mártir: el que ha sido matado en odio de la fe. Y no hay duda que porque tuvieron el valor de predicar la verdad y señalar los pecados del mundo, tenemos estos dos sacerdotes acribillados por la bala criminal. Del Padre Grande también ya se publicó un folleto muy interesante que está siendo reproducido en las páginas de la Crónica del Pueblo, un periódico valiente que está haciendo este honor al Padre Grande, publicado allí, por entregas, la vida de este verdadero apóstol de nuestra Arquidiócesis. EN LA PARROQUIA DE LA PALMA Quiero avisarles, con agradecimiento a la comunidad de la parroquia de la Palma en el departamento de Chalaneando, que he tenido una alegría muy grande cuando los visité ayer todo el día. Conviví de veras con una comunidad renovada, inquieta de conocer el pensamiento de Dios en la Biblia y de asimilarlo cada vez más. Una Iglesia llena y unos alrededores de la Iglesia rebosantes, también, de gente. Alguien me decía: "Mire, esta gente ha venido de muy lejos y no la han traído en camiones, han venido por su propia cuenta y con qué gusto están aquí pasando el día, y hasta muy noche tendrán aquí su vigilia. Y si puede quedarse a la vigilia -lástima, ya no tenía tiempo- usted sentirá esta noche, comunidades que vienen más todavía; cantar canciones piadosas muy propias inspiradas en la realidad en que la Iglesia peregrina aquí, en estas pintorescas alturas cubiertas de pinos de la Palma, en el norte de Chalatenango". RECONOCIMIENTO A MONS. LUIS CHAVEZ Y GONZALEZ También no podía faltar mi palabra para congratularme con Mons. Luis Chávez y González, que ha sido declarado por nuestra Asamblea Legislativa, se le ha concedido -dice textualmente- la calidad de "ciudadano meritísimo de la República de El Salvador" por sus servicios relevantes prestados a la Patria." ¡Cómo no nos va a alegrar el triunfo de un hermano, sobre todo, de un predecesor por el que guardo tanto respeto y tanta admiración! Y precisamente, porque lo quiero mucho y lo admiro mucho, hubiera querido para él un homenaje más limpio de intenciones. ¿Qué se esconde en este título? Hubiera querido un homenaje más lógico en sus antecedentes porque soy testigo de sus lágrimas y de su dolor en los últimos días de su Arzobispado. Hasta me dijo: "¡Véngase pronto a tomar ésto porque esto está terrible!". Se le estaban expulsando sacerdotes, no se le atendía por teléfono. Fueron los últimos días del Arzobispado de Monseñor muy dolorosos. Por eso, creo que el honor que ahora se le hace, sino es una verdadera reparación, es una falta de sinceridad si no se lleva a sus consecuencias el homenaje de un hombre que proclamó con mucha valentía la situación social de nuestro ambiente. Y, por eso, nuestra radio católica ha comenzado ya a poner en actualidad -ya que la Asamblea nos ha autorizado- toda la doctrina y la línea pastoral de Mons. Chávez que tanto se le criticó y que, sin embargo, es la que está dando la pauta para seguir un camino que yo recibí -como se lo dije- como rica herencia que trataré de cuidar y cultivar. Por eso, al declararlo "ciudadano meritísimo", creo que se canoniza también por la Legislativa, su proceder, su doctrina, su línea pastoral, y, por tanto, se ratifica el camino por donde vamos siguiendo lo que él nos dejó. También creo que sería lógico, con su defensa del pobre y del que sufre, que la Asamblea acelerara la amnistía que un grupo de abogados ha pedido y que derogara la Ley de Orden Público que está autorizando tantos atropellos. Eso no está de acuerdo con Mons. Chávez. Y sería bueno que si ahora vuelve a la actualidad este gran Pastor de nuestra Arquidiócesis, se tuviera en cuenta que la causa de sus sufrimientos está en pie y que su título de "ciudadano meritísimo" vale la pena que se le considere para quitar la causa de tantos ciudadanos, hermanos de él, que sufren la marginación y otros atropellos. LA HORA DE LA GLORIFICACIÓN Este es el marco histórico de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad para ver ahora a Cristo en este triunfo glorioso que se llama la Ascensión. Yo titularía mi homilía de hoy, con este nombre: La hora de la glorificación. Sí, hoy es la hora de la glorificación para Cristo. Poco antes de morir, el Jueves Santo, Cristo dijo esta plegaria: "Padre, te he glorificado en la tierra cumpliendo la obra que me habías encargado. Ahora Tú, Padre, dame junto a tí la misma gloria que tenía a tu lado antes que comenzara el mundo". Cristo sintió el jueves Santo en la noche que su hora de glorificación había llegado. Para Cristo, la pasión humillante que lo llevó hasta la cruz y su resurrección gloriosa que lo lleva hasta estar sentado a la derecha del Padre, es la glorificación completa. Una Pascua que sale de una tumba dolorosa, una cruz humillante que florece en esplendor de gloria. Un cristiano no puede olvidar que la gloria de Cristo tiene una base dolorosa: la cruz. Y por eso, el sufrimiento de la Iglesia y el dolor de los cristianos siempre tiene una perspectiva de gloria y de esperanza. No lo olvidemos. Y yo quiero ver en las palabras de hoy, tres aspectos de esta glorificación: 1º.- Cristo es glorificación de Dios. 2º.- Cristo es glorificación del hombre. 3º.- Cristo es glorificación del universo. Así se presenta en una perspectiva universal, profunda, bellísima, la Ascensión del Señor. 1º CRISTO ES GLORIFICACIÓN DE DIOS "SE ME HA DADO PLENO PODER EN EL CIELO Y EN LA TIERRA..." Mirémoslo, no nos cansemos de contemplar esta figura que nos presenta el evangelio. Acercándose a ellos les dice: "Se me ha dado pleno poder en el cielo v en la tierra". Y la primera lectura nos describe también este momento glorioso de la vida de Cristo: "Lo vieron levantarse hasta que una nube se los quitó de la vista". Este es el panorama que no debe de desaparecer de nuestra mirada todo este día. Contemplémoslo así, hermanos. Si no hiciéramos otra cosa que como los apóstoles, mirarlo de hito en hito camino del cielo, repitiendo: "todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra" y encumbrarse hasta estar sentado a la derecha del Padre, este domingo marcaría nuestra vida en una hora de contemplación. No hay belleza más grande que un Cristo glorificado. ¡No hay pensamiento más noble para el cerebro del hombre, no hay amor que ennoblezca tanto el corazón del hombre y de la mujer, como el pensamiento y el amor que se lleva en pos de sí este Hijo del Hombre, en el cual Dios habitó en toda su plenitud! "PEDIMOS A DIOS QUE OS ILUMINE, OS DÉ ESPÍRITU DE SABIDURÍA Y REVELACIÓN..." Ese Cristo que sube al cielo -digo en primer lugar- es gloria del Padre, gloria de Dios, gloria en el Espíritu Santo. Por eso, la segunda lectura en que San Pablo analiza esa glorificación de Cristo, nos invita a rezar mucho: "pedimos a Dios -dice- que os ilumine, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo". Hermanos, yo les digo con toda confianza en esta mañana, que lo que más le pido a Dios en mi pobre oración y lo que yo suplico a mi pueblo cuando dicen que rezan por mí, es que me haga instrumento de esta revelación. Yo no quiero predicar otra cosa más que el conocimiento de Cristo nuestro Señor. Si de ese conocimiento de Cristo tengo que iluminar las realidades de mi Patria, no es lo principal el peregrinar de la tierra sino la visión de Cristo que ilumine nuestro peregrinar; eso sí, pero que no lo perdamos de vista. Y yo llamo otra vez la atención a mi querido auditorio, el auditorio sobre todo que me escucha para pesquisarme, para ver en qué caigo, que se fijen que lo principal de mi predicación quiere ser presentar la revelación de Cristo, que éste es mi deber, predicar a Cristo. Y le pido -como San Pablo- "el espíritu de sabiduría y revelación para que ustedes y yo lo conozcamos cada vez más y en Él conozcamos -dice San Pablo- la fuerza poderosa que Dios desplegó en Cristo resucitándolo y sentándolo a su derecha y en el cielo, por encima de todo". EN CRISTO, DIOS ES GLORIFICADO En Cristo, Dios es glorificado. No tenemos una idea exacta de Cristo mientras no comprendamos que Él es el hombre que encarnó la relación con el Padre celestial y hacer lo que Él hacía: orar mucho, darle gracias al Padre, hacer depender de Él todo cuanto el hombre tiene. Esto es la gran revelación que Cristo trajo: enseñamos las relaciones del hombre con Dios. Por eso, cuando en el momento culminante, cuando en que se desenlaza toda su vida de pobreza y de sacrificio, Dios lo glorifica, lo resucita y lo sienta a su derecha -una expresión bíblica para decir que lo hace participante íntimo de su poder-, entonces vemos que Dios es glorificado en Cristo como Él pidió en la última cena: "Padre, te he glorificado, ahora dame Tú mismo la gloria que tenía antes de la creación". Antes que el mundo fuera creado Cristo ya existía como Dios- como hombre comenzó a vivir en las entrañas de una mujer, en la Virgen; pero como Dios, dice San Juan en el prólogo de su evangelio: "En el principio ya existía". Un pretérito que nos está diciendo su permanencia eterna: "ya vivía en el Seno de Dios, glorificado en Dios". Si por amor a los hombres vino a vestirse de hombre, ahora la ascensión lo que hace es glorificar esa humanidad, esa alma y ese cuerpo creados el día de la encarnación en las entrañas de María. Ese hombre es envuelto en la gloria de aquel hijo que vivía en la eternidad. "Glorifícame con la gloria que tenía antes de la creación". Y todo aquel esplendor de la eternidad envuelve la gloria del cuerpo y del alma de Cristo. Allá en el cielo, a la derecha del Padre, participando del poder de Dios, hay un hombre con manos como nosotros, cabeza como nosotros, que piensa como nosotros, un hombre glorificado, ésta es la Ascensión. EN ESE HOMBRE, DIOS HA OSTENTADO SU PODER En ese hombre, Dios ha ostentado su poder. Poder de Dios es ver a Cristo crucificado, es el poder del amor. Y saliendo de la tumba venciendo a sus enemigos, el poder de Dios que vence; y subiendo a los cielos y glorificándolo y haciéndolo depositario de toda su potencia de Dios, Cristo es la gloria del Padre, Cristo es la gloria de la divinidad, es el hombre que atesora la riqueza de Dios. Hermanos, si con sólo esto tengo yo para predicar ¿qué voy a buscar yo cosas mezquinas, pequeñas de la tierra? ¿qué va a andar buscando la Iglesia rivalidades con el poder de la tierra, con las riquezas de la tierra si poseemos a aquel que existía antes que existieran los hombres v existieran las cosas, si poseemos al que es todo y en el que se ostenta la potencia de Dios? El que no comprenda a Cristo, no podrá tener una voz liberadora ni podrá tampoco sentir la grandeza que todo hombre debe sentir por encima de todas las pequeñeces de la tierra. Esto es Cristo: gloria del Padre, gloria de Dios que se refleja en Él. Por eso San Pablo pide al Señor que les dé a sus cristianos la gracia de conocerlo y de conocer el poder con que Dios ostentó sus maravillas en nuestro Señor Jesucristo. DIOS QUIERE QUE LAS HISTORIAS DE LOS PUEBLOS COINCIDAN CON SU HISTORIA DE SALVACIÓN Por eso, ese Dios que tiene designios de amor y de salvación para los hombres, quiere que las historias de los pueblos coincidan con su historia de salvación. No es lo mismo, pero sí se vale de la historia de los pueblos para inyectar su historia de salvación. Él quiere salvar con su potencia de salvador ostentada en Cristo, a los hombres de todas las naciones, viviendo ellos una historia limpia de pecado. Y esto lo vemos en la primera lectura de hoy cuando los apóstoles se acercan a Cristo para hacerle esta pregunta un poco insolente: "¿Es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?". Y Cristo contesta: "No toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerzas para ser mis testigos". Osea, van dos historias, la historia de Dios que no coincide con las fechas y los cálculos de los hombres y la historia de los hombres que debía de estar preocupada de insertarse en la historia de la salvación, creer en Dios. A pesar de las negruras de nuestra historia, Dios tiene su historia y hará resplandecer su gloria sobre la oscuridad de nuestra historia patria. No coincide con nuestra preocupación su designio salvador, Él salvará a aquellos que esperan en Él, a aquellos que se entregan a sus designios, a aquellos que aman a su Cristo sin preocuparse de las fechas, de las horas, de los proyectos, de la política que los hombres construyen. El político cristiano, el sociólogo cristiano, el técnico cristiano, eso sí, debe tener la preocupación de hacer coincidir con la política de su patria, con la historia de su patria, con la técnica de su suelo, el gran proyecto de Dios para elevar lo salvadoreño hasta lo divino, para darle a nuestra historia fuerza de salvación. No habrá salvación para los salvadoreños si no ponen su esperanza y su fe en aquel que es el Señor de la historia, en aquel que es la clave de la salvación de todos los problemas. Por eso, el Concilio Vaticano II dice que no hay que confundir progreso temporal y crecimiento del reino de Dios. Es cierto. Una cosa es el progreso temporal, que haya bellos edificios en San Salvador, que haya buenas carreteras en la patria, aeropuertos, etc., pero sí -dice-, se preocupa de que todo este progreso temporal coincida con el reino de Dios; porque cuanto mejor progresa un pueblo humanamente, también se dispone para ser materia que Dios salva. Por eso, mientras vayan en una descoyuntura tremenda el progreso material del pueblo y los designios de Dios para salvar al mundo, no estamos haciendo lo que Dios quiere. Mucho progreso, sí,pero poca moral. ¡Se olvida que el hombre y Dios es lo principal del progreso! Podíamos decir muchas cosas más, bajo este capítulo: Cristo, gloria de Dios, pero quiero pasar al segundo aspecto de esta glorificación de Cristo. 2º CRISTO ES GLORIFICACION DEL HOMBRE CRISTO HA SIDO GLORIFICADO Y TODOS LOS HOMBRES EN ÉL Cristo, glorificación del hombre. En la oración de la misa de hoy expresaba esto, en latín se dice mucho más lacónico y más expresivo "Co procesit gloria capitis, eo spes vocatur et corporis". Quiere decir que adónde ha llegado ya la gloria de la cabeza, hacia allá tienden en esperanza los miembros del cuerpo. Es como una cabeza que ha entrado ya en la gloria y que en pos de sí va arrastrando a todos sus miembros, todos sus cristianos. Cristo ha subido a los cielos no sólo para ser glorificado Él, sino para que todos los hombres se glorifiquen en Él. Los que van muriendo, si mueren amigos de Cristo unidos a su gracia y su verdad, incorporados a Él, su cielo ya está seguro. La ascensión no ha terminado, cada vez que muere un cristiano hay ascensión. Esta mañana ha muerto una gran colaboradora que yo tenía en San Miguel, la niña Choncita Asturias, yo pido para ella una plegaria; pero sé que ella, en este domingo de Ascensión, es un miembro, humilde mujer del pueblo, pero que ahora es gloria en Cristo. Y el Padre Segura, yo decía en la misa del lunes pasado: la hora de la glorificación de Cristo no ha terminado, cada vez que muere una persona como el Padre Segura, hay glorificación de Cristo, es un ser humano que se glorifica de esa gloria del subido a los cielos. Pero al mismo tiempo que nos llama en esperanza al cielo, Cristo se ha quedado con nosotros. Así como la cabeza es vida del cuerpo y del pie, aunque el pie tenga su planta en el suelo, es la misma vida de la cabeza. Y esto debe llenarnos de alegría cuando la cabeza nuestra ha subido a los cielos, nosotros, sus pies que todavía peregrinamos en la tierra, sentimos que Cristo está presente. Esto lo encuentro también hoy en las lecturas y podía decir: hay una transformación de la presencia de Cristo. Ya no lo verán los apóstoles con aquella presencia física que los llevaba a tocarlo, a comer con Él, que conocían su mirada, su modo de caminar. No nos dejaron ni siquiera un retrato de Cristo. ¿Cómo era Él? No lo sabemos, pero quizás es providencial que no lo conociéramos físicamente, porque este día de la Ascensión, Cristo transforma su presencia en el mundo. De una presencia física se hace una presencia que llamaríamos mística. Cuerpo místico de Cristo se llama esta Iglesia porque Él vive aquí, en nosotros. PRESENCIA MÍSTICA DE CRISTO EN LA TIERRA El evangelio de hoy dice, repitiendo las palabras de Cristo: "Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". ¡Qué consuelo este más grande! Yo estoy con vosotros. Pero un joven me preguntaba. ¿Dónde está? yo lo quisiera ver. Sí lo ves -le digo- es la Iglesia, es el predicador, es el confesor que absuelve pecados, es la mano del sacerdote que bautiza, es la palabra y el consejo, la presencia de un cristiano, de un pueblo en misa, es Cristo el que está aquí en la Catedral y en todas las comunidades donde hoy la fe de los cristianos los une en tomo del altar, Cristo que está en la hostia que voy a levantar para que la adoremos. "Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo". Y hay otra cosa más bella todavía, ¿cómo es esa presencia mística de Cristo aquí en la tierra? Yo les invito a que esta semana lean con cariño la segunda lectura de San Pablo y vean allí en los versículos 17 al 19, donde Pablo pide el conocimiento de la fe para los cristianos "para que conozcáis -fíjense estas palabras- cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros y comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama". A Cristo ya no lo vemos caminar por esta tierra con sus pies físicos, pero Cristo sigue caminando y su presencia entre nosotros es todo ésto: esperanza, riqueza de gloria, grandeza de poder. La Iglesia por eso va tan confiada, no se apoya la Iglesia en los poderes de la tierra, en las riquezas de los hombres: se apoya en Cristo que es su esperanza, la riqueza de su gloria. la fuerza de su poder. Cristo vive aquí, no con una presencia física limitada a un pueblecito de Palestina, Cristo vive ahora en cada cantón, en cada pueblo, en cada familia donde haya un corazón que ha puesto en Él su esperanza, donde hay un afligido que espera que pasará la hora del dolor, donde hay un torturado, hasta en la cárcel está presente en el corazón del que espera y ora. Cristo está presente ahora con una presencia mucho más viva que cuando peregrinó 33 años entre nosotros. Cristo vive, hermanos, y vive en su Iglesia glorificado a la diestra del Padre, presente, hecho esperanza y fuerza entre sus peregrinos de la tierra. Esta es la glorificación del hombre en Cristo. CRISTO JESÚS, VOLVERÁ ¿Qué aflicción puede haber entonces para nosotros que somos el Cristo de la Historia? Y yo veo también esta presencia, hermanos, y me llena mucho el corazón recordarla entre ustedes en la primera lectura. Cuando los ángeles bajan a avisarle a los apóstoles que se han quedado estáticos contemplando aquél Cristo que se los arrebató una nube, como diría el gran poeta español Fray Luis de Granada: " la nube envidiosa que le arrebató a la mirada de los hombres la belleza de ese Cristo". No lo veremos más, mejor dicho los ángeles dijeron una gran palabra que inauguró una historia: "Varones de Galilea, ¿qué estáis contemplando al cielo? Ese Jesús que así ha subido hoy a los cielos, volverá". Volverá, qué bella palabra que inspira toda la mística de la esperanza: la Iglesia peregrina al encuentro del Señor. Volverá, ella sabe que volverá, no a padecer ni a ser humillado, volverá como juez de la historia, volverá a llenar de realidad la esperanza del que confió en Él, volverá lleno de amor para abrazar en un amor eterno al que vivió amándolo a Él. Vale la pena ser cristiano porque Cristo volverá. Desde la Ascensión del Señor se ha inaugurado la fase última de la historia. Ya estamos en ella, desde hace veinte siglos. Tanto era así que los primeros cristianos pensaron que era inminente. Y San Pablo tiene que corregirlos: "No, si no sabemos cuándo será". Pasarán siglos, pero es cierto que ya se inauguró el fin del mundo. Desde que Cristo subió a los cielos y ha dejado a los hombres en la esperanza de su retorno, la historia vive su última hora, la fase definitiva, la hora de la Iglesia. Es la Iglesia la encargada de mantener en los hombres esa espera. Por eso dentro de poco, allí ante la hostia consagrada vamos a decir esa palabra del que espera: "¡Ven, Señor Jesús!". Esta es la esposa amada que espera al esposo que retorne del viaje para abrazarse y vivir juntos en la alegría que no tendrá fin. Hacia allá camina nuestra Iglesia peregrina, hermanos. 3º CRISTO GLORIFICACION DEL UNIVERSO CRISTO ES LA CLAVE DEL UNIVERSO ENTERO Cristo glorificación del universo, porque en los últimos versículos de la lectura de San Pablo, dice que Dios desplegó en Cristo su poder, sentándolo a su derecha en el cielo por encima de todo principado, potestad, fuerza. y dominación y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo sino en el futuro. Quiere decir, hermanos, que Cristo es la clave no sólo de la historia universal, es la clave del universo entero. Todo cuanto existe fue creado por Él y para Él. No olvidemos que Cristo es la explicación última de todo cuanto existe. Y por eso la redención que Cristo vino a operar no sólo es para salvar del pecado a los hombres sino para salvar de la esclavitud del pecado a la creación entera, que como dice San Pablo, está gimiendo bajo el pecado de los hombres. El dinero es bueno pero los hombres egoístas lo han hecho malo y pecador. El poder es bueno pero el abuso de los hombres ha hecho del poder algo temible. Todo ha sido creado por Dios, pero los hombres lo han sometido al pecado. Y, por eso, la Ascensión de Cristo anuncia que la creación entera será también redimida en Él, porque Él dará la explicación de todo cuanto Dios ha creado y pondrá a los pies de Dios, al final de los tiempos, en el juicio final -que en eso consistirá el juicio final- el gran discernimiento entre el bien y el mal. El mal para ser eliminado definitivamente y el bien para ser asumido en la glorificación eterna de Cristo; o sea, que la Ascensión del Señor marca también la glorificación del universo. El universo se alegra, el dinero se alegra, el poder se alegra, todas las cosas materiales: las fincas, las haciendas, todo se alegra porque vendrá el día en que el Juez Supremo sabrá redimir del pecado, de la esclavitud, de la ignominia, todo cuanto Dios ha creado. Y el hombre lo está utilizando para el pecado, para la ofensa de su propio hermano. La redención está ya decretada y Dios ha llevado en el poder suyo a Cristo Nuestro Señor. Es un testimonio de la justicia final esta presencia de Cristo subido a los cielos. LA GLORIFICACIÓN OPERADA EN CRISTO, LA HA ENCOMENDADO EN LA HISTORIA A SU IGLESIA Decía, finalmente, hermanos, que esta glorificación de Dios, del hombre y del universo operada en Cristo, la ha encomendado Cristo en la historia, a su Iglesia. Y por eso nos dice San Pablo al terminar la lectura de hoy: "Lo dio a la Iglesia como cabeza sobre todo. Ella -la Iglesia- es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todo." La Iglesia es como la plenitud de Cristo. Nosotros estamos haciendo presente a Cristo porque somos su Iglesia. Y su Iglesia -diríamos- que es la zona, la zona donde la gloria de Cristo que es gloria de Dios, gloria del hombre y gloria del mundo se realiza ya. En esa zona, aunque no sea la más destacada del universo, aunque sea un pequeño puntito en la historia, el pueblo de Dios que Cristo ha constituido por el bautismo, forma el depositario de esta gloria de Cristo. Por eso la Iglesia predica el reino de Dios ya en esta tierra; porque ustedes, queridos hermanos y yo, hombres de la historia con pies en el polvo de tierra, con aflicciones de nuestras situaciones sociales, políticas y económicas, somos los hombres concretos, somos la creación concreta que Cristo está salvando en su Iglesia. Y la Iglesia tiene que predicar ese reino de Dios, esa glorificación de Cristo ya en la historia, ya en el mundo. PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR Por eso les invito a que terminemos estas consideraciones fomentando en el corazón un pensamiento magnánimo: colaboremos con Cristo a hacer un mundo mejor. Hagamos del progreso de nuestra patria un progreso que sea pedestal de la gloria de la creación, haciéndolo cristiano. Trabajemos con espíritu cristiano. Amémonos mutuamente, construyamos una sociedad basada en una paz que se cimente en la justicia tal como Dios lo quiere y nuestra fe lo va a proclamar ya. |
Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero,[1] fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral. Archivos
Agosto 2021
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