El año litúrgico interrumpe ya con este domingo, lo que llama el Tiempo Ordinario. Si se han fijado, hemos celebrado cinco domingos del tiempo Ordinario; así se llama el de hoy: 5º domingo del Tiempo Ordinario, y se va a interrumpir esta serie de 34 domingos, para continuarla después de Pentecostés, cuando continuaremos con el 6º domingo del Tiempo Ordinario.
¿Por qué se hace esta interrupción? Porque vamos a entrar ya, en el tiempo fuerte de la Cuaresma. El miércoles de esta semana es el Miércoles de Ceniza, día en que se inaugura ese gran retiro espiritual de la Iglesia, que se llama la CUARESMA. Cuarenta días, que quieren imitar los cuarenta días en que Jesús estuvo ayunando en el desierto, preparándose para su vida pública. La Iglesia nos invita a vivir esa temporada, sintiéndonos parte viva de ese Cristo, llamándonos a una penitencia, a una renovación interior del alma, del corazón, de la vida. Ya desde ahora les invito a que el próximo miércoles, como es día de trabajo, cada uno vea a qué templo puede asistir, pero no falte a esa hermosa ceremonia de la ceniza. Aquí en Catedral, voy a tener la oportunidad de celebrar a las 7 de la mañana, para que la ceniza bendita en las primeras misas sirva para toda la gente que vendrá a lo largo del día como se hace en todos los templos, para que en las diversas misas de todos los templos, los católicos asistan a doblar su frente humilde, ante Dios, y recordar el gran principio de la vida: "Acuérdate que eres polvo, ceniza"; de allí el nombre del Miércoles de Ceniza. "y que en ceniza, en polvo, has de acabar". Pero mientras el cuerpo tiende a la sepultura, una vida interior del hombre tiene que robustecerse y la Cuaresma no sólo es invitación al recuerdo de la muerte, sino sobre todo al recuerdo del deber de renovarnos para ser luz, sal, brillo en el mundo. El Miércoles de Ceniza es, pues, de mucha importancia para el año litúrgico, tratemos de asistir a nuestra misa con el sentido de una inauguración solemne de la Cuaresma; y nos prepara así para la celebración de Pascua: Muerte y Resurrección de Cristo en Semana Santa. Pascua de alegrías que se prolongan 50 días, hasta que celebramos la venida del Espíritu Santo como conquistado por la muerte dolorosa y la Resurrección del Señor. Y cuando celebremos 50 días después de la Pascua la venida del Espíritu Santo, volvemos a tomar el año en su Tiempo Ordinario, para completar las 34 semanas que nos van a unir ya con el principio del otro año: Adviento, preparación de Navidad. Vean, pues, qué pintoresco y al mismo tiempo qué eficaz: la Iglesia, maestra de la vida espiritual. De allí que el año litúrgico viene siendo como un curso, una gran universidad montada en lo ancho del mundo para que todos los hombres, dice el Vaticano II, al celebrar los misterios de la salvación, se inunden en su gracia redentora. No es recuerdo de un pasado, es el presente de un misterio que salvó al mundo hasta la consumación de los siglos. Cada año litúrgico nos hace presentes ese misterio de Cristo que se despliega en nuestra misa dominical sobre todo. LA VIRGEN DE LA CANDELARIA O PRESENTACIÓNEste domingo, hermanos, cae también después de la fiesta de Candelaria, el 2 de febrero, en que celebramos esa presentación del Niño Jesús en el templo, 40 días después de haber nacido, para cumplir aquellas leyes de Moisés: la circuncisión del varoncito primogénito y la purificación de la madre que, aunque era inmaculada, pero nos quiso dar ese gesto de obediencia a la ley de Dios y de humildad, de acatamiento a lo que Dios dispone. Aquí en Catedral veneramos esta preciosa imagen de la Virgen de la Presentación. Yo quisiera que todos los de la capital y todos los de la Diócesis tuviéramos presente que fue la primera imagen de la Virgen que veneramos en nuestro pueblo. Fue traída por los españoles bajo ese título de la Presentación y se veneró y se le tuvo mucha confianza a la Virgen bajo ese título. Ahora en que nuestra patria necesita, pues, las grandes protecciones del cielo, no olvidemos esta Virgen que va con nuestra historia: La Virgen de la Candelaria, bajo ese título de la Presentación que es lo mismo. Y en este domingo, en que Cristo nos habla de la luz que debe ser todo Cristiano, es bueno que recojamos en esta homilía de hoy ese símbolo de la luz y esa fiesta de la Candelaria que es tan popular entre nosotros pero que muchos que van a los santuarios de la Virgen de Candelaria no saben todo el grandioso significado de esa candela encendida en la mano de un cristiano; y es la plastificación de la frase de Cristo: el cristiano es luz, brilla ante los ojos del mundo para que tus ejemplos, tu luz, hagan manifiesta la gloria de Dios en el mundo. LA VIRGEN DE LOURDESTambién hermanos, junto al año litúrgico hay una serie de festividades más bien populares o tradicionales, que las debemos de celebrar según el espíritu del Concilio, incorporándolas al año litúrgico. Por ejemplo: el sábado próximo entrante, 11 de febrero se celebra una fiesta de la Virgen, muy simpática: la Virgen de Lourdes, que aquí entre nosotros tiene sitios de cultos muy bonitos: La parroquia de Lourdes, Lourdes de Colón y sobre todo quiero invitarles a la celebración del Colegio de Lourdes, de la gruta de Lourdes, donde la Superiora, las Madres Carmelitas, van a celebrar con este acto la participación de sus Comunidades salvadoreñas en el 75 aniversario de su fundación. El acto principal allá en el Colegio de la Gruta, carretera a San Marcos, será a las 4 de la tarde, con una concentración de enfermos. Se hace un llamamiento, pues, de parte de las organizadoras de esta fiesta a los hospitales y a las familias que tengan enfermos, para los cuales no haya inconveniente transportarlos, para que asistan a una Misa como un Lourdes de Francia, bendiciendo así a los enfermos; y a los que deseen, les vamos a dar también la Unción de Enfermos, que no es un sacramento como para desahuciar a un enfermo; Unción de Enfermos, que ya no se le llama Extrema Unción, como antes, Unción de Enfermos que significa consagración de esos miembros dolientes para que unidos a Cristo Crucificado sean más eficazmente lo que Cristo quiere de cada enfermo, de cada hombre que sufre: un miembro doliente de su pasión para salvar al mundo. Es una invitación pues para que los enfermos consagren su dolor, su enfermedad, por medio de la Virgen purísima de Lourdes a la redención del mundo. Y sepan, queridos enfermos, tal vez muchos me están escuchando en sus radios, que ustedes no son seres inútiles, que ustedes son la parte más valiosa de la humanidad; los que saben que con su dolor, con su lecho de enfermos, con su incapacidad física, están dándole los miembros al Cristo Crucificado que salvó al mundo precisamente cuando moría doliente en una cruz. RELIGIOSAS GUADALUPANAS - VIAJE A MÉXICOEsta semana, hermanos, el 2 de febrero no pude estar con ustedes. Invitado por las Hermanas Guadalupanas estuve en México a celebrar el centenario de su fundación. Pero el Obispo, nunca va solo, siempre lleva a toda su diócesis y junto con ustedes, al mismo tiempo que expresaba la gratitud de la Diocesis a esta Congregación que desde los tiempos de Monseñor Belloso y Sánchez viene trabajando aquí y que últimamente se sitúa también en la línea moderna de la Iglesia con sus obras de promoción, allá en la escuela parroquial de San Luis, Cuscatancingo, su Academia para Campesinos; y el día de Lourdes, el sábado próximo irá también una Comunidad Guadalupana a una labor Pastoral en el pueblo de Arcatao. Agradecer, pues, a esta Congregación, era un deber de esta Diócesis. Y así celebramos presididos por el Cardenal de México 14 Obispos que también agradecen la labor de esta Congregación en sus diversas Diócesis, y cerca de un centenar de sacerdotes, este centenario. Al mismo tiempo que daba esta acción de gracias a la Virgen de Guadalupe, he pedido mucho por toda la Diócesis, por sus sacerdotes, sus religiosas, sus laicos; y he traído hermanos, para ustedes muchas manifestaciones de adhesión y simpatía de sacerdotes, de teólogos, de gente muy reflexiva que está mirando en nuestra Arquidiócesis una manifestación espléndida del Espíritu de Dios. Cuando uno sale de los límites de su Diócesis, comprende perspectivas que no se imagina, y vengo más agradecido con el Señor y a invitarles a ustedes a intensificar más nuestro compromiso cristiano; porque sin darnos cuenta, hermanos de la Arquidiócesis de San Salvador, estamos siendo espectáculo, nos están observando; o como me dijo un teólogo: ustedes en San Salvador son inspiración de Cristianismo para muchas Diócesis de Latinoamérica y aún de Europa, que van siguiendo con interés lo que allí va pasando. Me llevé la grata sorpresa de que estas modestas homilías también son escuchadas, enviadas por grabaciones allá en México y en otros lugares de nuestro continente. Bendito sea Dios, pues, no para vanidad se lo digo sino para que seamos fieles a esta voz del Espíritu que va inspirando la vida de nuestra Iglesia. Y la verdad del Evangelio: nadie es profeta en su tierra, se cumple también aquí, donde en vez de esa admiración encontramos calumnia, la incomprensión, la crítica, admitiendo sin duda lo imperfecto, lo humano que lleva toda obra humana; creo, hermanos, que valen más los valores positivos de esta Iglesia que se afianza en su fe, en su Evangelio, en su seguimiento sincero a Nuestro Señor Jesucristo. DOCTORADO HONORIS CAUSANo quisiera decirlo, lo van a leer en el periódico, pero un deber de solidaridad con ustedes me obliga también a agradecer al Señor el homenaje de la Universidad de Georgetown para el 14 de febrero a las 7 de la noche, aquí en Catedral. Se me va a conferir el título de Doctor en Letras Humanas Honoris Causa. Como les explico en "Orientación", si fuera un homenaje a mi persona, no tuviera el valor de aceptarlo, pero por su procedencia tan noble, y, sobre todo, por la solidaridad que siento con todos mis queridos sacerdotes y con todo el pueblo de Dios, creo que es una honra para toda la Arquidiócesis. Y así les suplico que me ayuden a que le demos gracias al Señor. PREOCUPACIÓN POR NICARAGUATambién, hermanos, no podemos quitar del marco de reflexiones de esta mañana, nuestro cariño fraternal, nuestra preocupación por la hermana República de Nicaragua. Yo no quiero decirlo con palabras mías, sino que enfoquemos esta situación, y una plegaria muy especial por Nicaragua, con el documento de los Obispos de Nicaragua que sale allí en "Orientación", en que con un mensaje de Año Nuevo denuncian las muchas formas de injusticias y atropellos de que es objeto el pueblo de Nicaragua. ILUMINADOS POR LA "POPULORUM PROGRESSIO" DE PABLO VIY más que todo, quiero iluminar con estas palabras del Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum Progressio, para que saquemos la lección. Los acontecimientos de la historia tienen que ser lección para todos los hombres y desde hace mucho tiempo está escrita esta página, que si se hubiera tenido en cuenta, no estuviera bañándose en sangre la hermana República. Tampoco habrá baño de sangre para El Salvador. No lo queremos, no queremos la violencia, no queremos sobre todo la guerra civil, por eso clamamos, y el Papa lo decía hace muchos años y ojalá a tiempo escuchemos también nosotros esta página. Dice en la Populorum Progressio, en los números 30 en adelante: "Hay situaciones cuya injusticia clama al cielo; cuando poblaciones enteras faltas de lo necesario viven en una dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo mismo que toda posibilidad de promoción cultural, y de participación en la vida social y política, es grande la tentación de rechazar con la violencia tan graves injurias contra la dignidad humana". Siempre lo hemos dicho: la causa del malestar, los orígenes del terrorismo, las fuentes de la sangre están allí, en la injusticia social. El Papa lo está diciendo en esta Encíclica. Y es más grave todavía esto, que en el número 31, yo les invito a que los reflexionemos. Estos documentos de la Iglesia debían de ser bien conocido por el católico de hoy. Y no vayan a decir después que yo estoy llamando a terrorismo y otras locuras de calumnia que se dicen, es el Papa que ha escrito esta página. "Sin embargo, como es sabido, la insurrección revolucionaria tiene un paréntesis muy importante: Salvo en el caso de tiranía evidente y prolongada, que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y dáñase peligrosamente el bien común del país". Esta es la salvedad, salvo ese caso extraño, en que una tiranía está atropellando los bienes del país, el bien común. "La violencia engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor". Creo que es claro el pensamiento pontificio. La doctrina de la Iglesia admite una rebelión en el extremo último, como la guerra es el último recurso en la defensa de un bien. Como matar a otra persona en defensa propia, es el último recurso. También en el bien común pero teniendo en cuenta no vaya a ser más grave el mal de esa rebelión, que el bien que se pretende. Es un equilibrio muy difícil pero pertenece a la doctrina de la Iglesia la cual en cambio, en el número siguiente más bien enseña: "Entiéndasenos bien'", dice el Papa; "Entiéndasenos bien, la situación presente tiene que afrontarse valerosamente y combatirse y vencerse las injusticias que trae consigo. El desarrollo exige transformaciones audaces, profundamente innovadoras, hay que emprender, sin esperar más, reformas urgentes; cada uno debe aceptar generosamente su papel, sobre todo, los que por su educación, su situación y su poder, tienen grandes posibilidades de acción". Etc. Aquí, pues, antes de llegar a una rebelión sangrienta, a una lucha fraticida, a un baño de sangre, mejor hermanos, poner los medios pacíficos. Es tiempo todavía en que cada uno, sobre todo aquellos que por su educación y por situación están con más influencia en las leyes, en la civilización nuestra, en el cambio necesario, es urgente el cambio audaz y profundo para no llegar después a lamentar tarde, lo que no se pudo hacer a tiempo, tal vez por egoísmos. NUEVOS PÁRROCOSEsta mañana vamos a dar posesión al nuevo párroco de San José de la Montaña, Padre Víctor Guevara. Y en la Colonia Dolores a su nuevo párroco también el Padre Juan Antonio Gutiérrez. Encomiendo a ustedes en sus oraciones estas comunidades, que son de la familia de la Arquidiócesis y que hemos de amarnos fraternalmente. A LA COMUNIDAD DE TEJUTLALo mismo envío un saludo de agradecimiento a la comunidad tan simpática del Cantón Jardín, allá en Tejutla, donde viví el domingo pasado una escena digna del Evangelio que se anunciaba: el Sermón de la Montaña. ¡Qué preciosas montañas de aquellas colinas del norte! y qué preciosa la acogida de aquella gente con corazón tan noble a la palabra de Dios. Quiero felicitar a los seglares, algunos profesionales que fueron a colaborar en este momento de Evangelización de Jardín. DOS INTENCIONESFinalmente hermanos, quiero encomendar a sus oraciones en esta misa dos promesas que he hecho: la 1ª por la Sra. de Chiurato, de cuyo paradero no se ha sabido nada después de tanto misterio. Encomendémosla a Dios. Y también por el eterno descanso de José Luis Martínez, que falleció precisamente el 5 de febrero en 1975. Y en este marco, hermanos, en que toca de lleno nuestro corazón, nuestra historia, nuestros peligros, nuestras esperanzas y tantas otras cosas que ustedes tienen en su familia, en sus problemas personales, es donde debemos enfocar la palabra de Dios que ilumina realidades. La palabra de Dios si solamente es una reflexión teórica, que no toca las realidades, aun cuando duelan, no es palabra iluminadora. Y precisamente yo quiero presentar en esta homilía a la Iglesia cuya debilidad se apoya en Cristo. Este podía ser el título de esta reflexión de hoy: La Iglesia cuya debilidad se apoya en Cristo. 1º. COMO UNA CIUDAD EN LA MONTAÑAYo quisiera que de esta reflexión de hoy, hermanos, cuando vamos a interrumpir el año litúrgico en su tiempo ordinario, rutinario, monótono, vamos a introducirnos con un sincero deseo de renovación cristiana, individual, familiar y colectiva, tuviéramos muy en cuenta este fragmento del Sermón de la Montaña; seguirá siendo el tema de los domingos del tiempo ordinario. El Sermón de la Montaña, donde Cristo inmediatamente después de decirnos la Bienaventuranzas, como el domingo pasado, nos apostrofa directamente y nos dice a nosotros Cristianos: Ustedes tienen que ser luz del mundo, una luz no se enciende y se pone debajo de la mesa sino en alto para que ilumine a toda la casa. Ustedes son como una ciudad iluminada, y una ciudad en la montaña, no se oculta. Ustedes son sal de la tierra; la sal sirve para dar sabor, pero cuando la sal se hace insípida, ¿para qué sirve? ¿para qué sirve una Iglesia, un cristiano, cuando su predicación, su ejemplo se ha trastornado en un servilismo, en adulación, en quedar bien con el mundo?. Sal insípida, luz apagada Qué fácil es estar bien con todo el mundo, pero qué ineficaz ser lámpara apagada, ¿para qué sirve? La Iglesia necesita de cada uno de nosotros y de todos en conjunto. Cada cristiano tiene que ser como una antorcha, y el conjunto de cristianos, tiene que ser como una ciudad en la Montaña. CADA UNO LUZCA SU PROPIA PROFESIÓNPor eso me llena de emoción haber oído allá en México que nuestra Iglesia es como esa ciudad; inspiración para muchas Iglesias del Continente y aún de Europa. No nos pongamos vanidosos; simplemente sintamos la responsabilidad de hacer honor a esa expectativa del mundo hacia nuestra Iglesia. Y cada cristiano, por favor, tomemos en serio este testimonio personal. Yo le doy gracias al Señor, porque, en estas horas difíciles de nuestra Arquidiócesis, han surgido muchos testimonios personales. Allá en México, en un noviciado de sacerdotes: "Nunca habíamos tenido tantas vocaciones como éste año pasado en El Salvador"; y lo mismo he oído de Congregaciones femeninas. Y en el Seminario, donde están ahora en ejercicios espirituales los jóvenes que van a iniciar el año, ¡cuántas bellas vocaciones! Un estudiante de medicina, allá en Aguilares, me decía: "Siento que no me llena esta carrera que había abrazado con tanta ambición; ya he pedido entrar a un noviciado, ¡voy a ser sacerdote mejor!". Hermanos, no es que otras profesiones sean inferiores al sacerdocio, cada vocación vale, allí donde Dios la quiere; y esto es lo que yo quisiera dejar ahora, hermanos, como llamamiento en nombre de Cristo: Que cada uno sea luz en su propia profesión. Mi cargo de Obispo, es mi vocación; la de mis hermanos sacerdotes en los pueblos y parroquias, es su vocación, es su puesto. La de las comunidades religiosas en sus colegios, en sus hospitales, en sus misiones, allí está su vocación. Y vocación también la de ustedes, queridos laicos: el médico, el abogado, el ingeniero, el empleado, la vendedora de mercado, el que se gana la vida cargando maletas en el mercado, el jornalero, el carpintero, cada uno vive su propia vocación. NO PARA TENER MÁS, SINO PARA SER LUZ¡Qué hermosa sería la vida, en que cada uno, sintiéndose orgulloso de su profesión, no ambicionando profesarla para tener más -eso es egoísmo-, sino para ser más luz en el mundo! ¡Qué hermosa sería la sociedad!, cuando los hombres pusieran el ideal no en los bienes de la tierra, enriquecerse más, tener más; eso lo hemos dicho ya aquí, es la expresión más elocuente del subdesarrollo moral: la codicia, el afán de tener, el frenesí de poder, idolatría. El hombre brilla cuando es más luz del Señor; cuando hace de su profesión un servicio a la humanidad; cuando como lámpara se va consumiendo, mientras ilumina como comunidad y como Iglesia. BUSQUEMOS LA UNIDADHermanos, apretemos, cada día más, nuestra unidad de la Arquidiócesis. A los queridos sacerdotes, cómo les agradezco ese testimonio de unidad con su Obispo. ¡Lástima que no todos la quieran vivir!. A las religiosas, cómo les agradezco esas manifestaciones, de solidaridad, con el signo de la unidad que es el Obispo. A las comunidades, parroquias, comunidades de base y todo lo que es vida católica, auténtica, está comprobando en esta unidad de ciudad iluminada en la montaña. Seamos cada día más dignos de estos dones preciosísimos con que el Señor nos ha regalado y que se cumple al pie de la letra lo que dice el Concilio de la Iglesia: "Va peregrinando, entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios". Y esos consuelos los dan ustedes, a la medida en que se hacen y nos hacemos todos más cristianos. EL OBISPO, SIGNO DE LA UNIDADYo no pretendo otra cosa, hermanos, sino ser cristiano, Obispo, el cristiano que está desempeñando su papel de signo de unidad; no soy más que nadie, simplemente soy el signo de esa unidad. El que me acepta como signo, se construye en esta unidad de la Iglesia; el que me rechaza como signo, rechaza la unidad de la Iglesia y se destruye, se apaga. Sal que se vuelve insípida. 2º. LAS BUENAS OBRAS SON EL ESPLENDOR DE LA IGLESIAPor eso, hermanos, mi segundo pensamiento es éste: Que las buenas obras son el esplendor de la Iglesia, pero fíjense que insistencia en las lecturas de hoy. Las buenas obras a partir de los pobres. Qué hermosa y elocuente la palabra de Isaías: Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo, no te cierres a tu propia carne. Como que el mendigo soy yo, es mi carne que tiene hambre, dale de comer; como el que te viene a pedir posada, es tu carne que tiene frío, dale abrigo; siente esta fraternidad, siente la identidad. No digo contigo solamente, sino sobre todo siéntela con Cristo. Todo lo que le hagas a él, a mí me lo haces. ¡Cómo no le va a doler a la Iglesia una civilización de egoísmos, una civilización de desigualdades tan crueles, en que el pobre, el desamparado, el hambriento, el desnudo, el sin techo, como si no fuera hombre, como si no fuera hermano!. Ya hemos dicho, hermanos, que esto no es una defensa de la pereza, de la holgazanería, "el que no trabaja, dice la Biblia, que no coma". Pero se trata de estas situaciones que ya se hicieron como una costumbre entre nosotros, como si fueran diversas clases de hombres, los ricos y los pobres. Si somos la misma carne, si somos del mismo origen y tenemos el mismo destino; si a todos nos ha amado Cristo, y con todos se ha identificado. Vivir, entonces, haciendo buenas obras ¿qué dice el profeta?. "Entonces, cuando hagas todo esto, romperá tu luz como una aurora, enseguida te brotará la carne sana que abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor". Esta es la gloria que sigue a la Iglesia, al hombre que vive la justicia y vive la caridad. ESTAR CERCA DEL QUE SUFREPor eso hermanos, en nuestra Arquidiócesis, y cada uno de nosotros, tiene que ser un devoto enardecido de la justicia, de los derechos humanos, de la libertad, de la igualdad; pero mirándolos a la luz de la fe. No lo olvidemos que es precisamente buscando que rompa en nuestro ser la luz del Señor, es decir: No hacer el bien por filantropía. Hay muchas agrupaciones que hacen el bien, pero para salir en el periódico, para que se ponga una placa de un gran bienhechor. Hay muchos que hacen el bien buscando aplausos en la tierra. Lo que busca la Iglesia al llamar a todos a la justicia y al amor fraterno, es el bien de la persona que hace el bien, porque se hace más bien el benefactor que el beneficiado. Entonces clamarás al Señor y te responderá; gritarás y te dirá: "AQUÍ ESTOY" ¿qué más queremos hermanos?. GOZAR DE LA PRESENCIA DE DIOS.Hay un criterio para saber si Dios está cerca de nosotros o está lejos: el que nos está dando la palabra de Dios hoy: Todo aquel que se preocupa del hambriento, del desnudo, del pobre, del desaparecido, del torturado, del prisionero, de toda esa carne que sufre, tiene cerca a Dios. Clamarás al Señor y te escuchará. EN QUE CONSISTE LA RELIGIÓNLa religión no consiste en mucho rezar, la religión consiste en esa garantía de tener a mi Dios cerca de mí; porque le hago el bien a mis hermanos. La garantía de mi oración, no es el mucho decir palabras, la garantía de mi plegaria está muy fácil de conocer: ¿Cómo me porto con el pobre?, porque allí está Dios; y en la medida en que te acerques a él y, con el amor con que te acerques o el despreció con que te acerques, así te acercas a tu Dios. Lo que a él haces, a Dios se lo haces; y la manera como mires a él, así estás mirando a Dios. Dios ha querido identificarse de tal manera, que los méritos de cada uno y de una civilización se medirán por el trato que tengamos para el necesitado y para el pobre. POBREZA, SACRAMENTO DE DIOS EN EL MUNDOQueridos pobres, queridos marginados, queridas gentes sin casa y sin comer, la misma dignidad de ustedes les está reclamando una promoción. Es lástima que ustedes pobres, no se estimen como se debían estimar y que traten de ahogar en aguardiente, en vicios, en desórdenes, una dignidad que podría ser luz, presencia del Señor en la tierra. No elogiamos la pobreza sólo por ser pobreza, la elogiamos por ser signo, sacramento de Dios en el mundo y porque un sacramento tiene que respetarse por ser señal de Dios. Los pobres tienen que respetarse, tienen que promoverse, tienen que trabajar en la medida que les dé el alcance de sus esfuerzos económicos y sociales. ANUNCIAR LA PROMOCIÓN DE LOS HOMBRESNo se duerman, la Iglesia, la religión, no quiere ser opio del pueblo. La Iglesia por eso sufre los conflictos, porque trata de promover al hombre y decirle: "Tú eres igual que todos, tú tienes los mismos derechos que tienen todos tus hermanos", porque va promoviendo para que dejen de ser masa adormecida y se conviertan en artífices del destino de la Patria. Por eso la promoción de la Iglesia maliciosamente se le quiere confundir con ideas subversivas u otra clase de calumnias. Pero lo que la Iglesia busca es esto del Profeta, anunciar la promoción de los hombres, sabiendo que en cada hombre está escondido Dios y que el respeto a cada hombre, así sea el más pobre e indigente, es respeto, devoción aptitud casi de adoración a nuestro Dios. 3º. LA DEBILIDAD DE LA IGLESIA, LA POBREZA DE LA IGLESIA, TIENE SU APOYO SUBLIME EN CRISTO NUESTRO SEÑORY finalmente, hermanos, un tercer pensamiento es éste: La debilidad de la Iglesia, la pobreza de la Iglesia, las limitaciones humanas de la Iglesia, tienen su apoyo sublime en Cristo nuestro Señor. Y aquí me fijo en la lectura de San Pablo. Ya les dije en qué contexto están estas líneas: Pablo está en Éfeso; de Corinto, donde ha trabajado más de un año, le llegan noticias de que la comunidad está olvidando su trascendencia y está poniendo sus ojos en la sabiduría de la tierra; que hay muchos cristianos que se glorían de seguir a Apolo, el gran retórico de Alejandría; griegos que se escandalizan de la Cruz de Cristo; judíos convertidos que también tienen la cruz como una locura y se van apartando del Crucificado y van buscando apoyo en las cosas de la tierra: en el dinero, en la política, en ser tenidos con ciertos privilegios en lo humano. ¡Qué fácil tentación es ésta, hermanos! Cuando la Iglesia salía de sus persecuciones y un clima de bonanza iba cundiendo su ambiente, tenemos páginas bellísimas de los historiadores. Yo leía el día de San Sebastián, preparando una homilía, cómo el historiador, creo que Eusebio, dice que después de la persecución, el emperador nos dio cierto bienestar y no lo supimos aprovechar, y lo ocupamos para pelearnos unos con otros y buscar nuestro bienestar. Yo pienso si no serán esas las consecuencias del bienestar. NO CON ELOCUENCIA O SABIDURÍA HUMANASUn sacerdote de mucha reflexión me decía en México: Yo tengo miedo por México, porque la Iglesia hoy está demasiado bien; hoy tenemos más que lo que nos quitaron cuando empezó la revolución; y me da miedo porque la Iglesia demasiado en bienestar ya se olvida de su trascendencia. Por eso Pablo vuelve en la epístola a los Corintios. Qué hermosa carta Magna para un predicador. Cómo quisiera yo, decirles a ustedes queridos católicos de la Arquidiócesis de San Salvador. CUANDO VINE A USTEDES A ANUNCIARLES EL TESTIMONIO DE DIOS, NO LO HICE CON SUBLIME ELOCUENCIA O SABIDURÍA, PUES NUNCA ENTRE USTEDES ME PRECIÉ DE SABER COSA ALGUNA, SINO A JESUCRISTO Y ESTE CRUCIFICADO. Yo no quisiera hermanos, que se interfiriera en mi pobre palabra, la sabiduría y la elocuencia humana, porque entonces les estaría dando yo vanidad del Mundo y no sabiduría de crucificado. ME PRESENTÉ A VOSOTROS DÉBIL Y TEMEROSO. ¡Sabe Dios cuánto me costó venir a la capital a mi también!. Qué tímido me he sentido ante ustedes. Si no hubiera sido por el apoyo que como Iglesia me han dado y han hecho de su Obispo ustedes, este signo del cristianismo. NO EN EL RUIDO DE LAS PALABRASHermanos, son ustedes los artífices de ésta iglesia. "Mi palabra, dice San Pablo, y mi predicación, no fue con persuasiva sabiduría humana sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe -fíjense en esta razón-, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios". Esta será mi mayor gloria. Y cuando oigo a gente que me dice: "Me he vuelto a la Iglesia, porque ya había perdido la fe; pero ahora siento que la fe renace en mi corazón", siento que no es mi palabra ni mi actitud ni nada mío, sino que es la fuerza del Espíritu, el poder de Dios, el único que puede llegar hasta el corazón de cada uno de ustedes. ¿Qué es mi palabra? ¿Qué es la sabiduría humana sino un ruido que llega hasta el oído eterno, pero de ese oído hasta el corazón hay un camino que sólo Dios puede recorrer?, y dichoso el predicador que no pone su confianza en el ruido de sus palabras, aunque vayan envueltas de gran sabiduría humana. NO EN EL PODER DE LA TIERRAQueridos compañeros y hermanos sacerdotes, hagamos nuestra esta página de la lectura de hoy; no pongamos nuestra confianza en el poder de la tierra. Jamás he tolerado ni he consentido que la predicación del Evangelio se revuelva con el lenguaje de una revolución. Y cuando me han acusado a algún sacerdote que predica la revolución, he pedido pruebas, casos concretos. Sólo así podemos proceder. Pero muchas veces es la calumnia o una información de terceros; informaciones a veces interesadas, pero cuando he platicado con el sacerdote buscando su pensamiento, encuentro que su lenguaje no es otro que la sabiduría de Cristo, que supo reclamar también contra las injusticias y no sabía tolerar los atropellos de los pobres y necesitados. Por eso, hermanos, nuestra Iglesia tiene que tener mucho cuidado, las queridas comunidades de base, los grupos de reflexión, para que al reflexionar en la Biblia, en la palabra del Señor, no busquen otra cosa más que la sabiduría de Cristo Crucificado, no el poder de la política o del dinero. ¡A cuántos ha seducido y los ha hecho sal insípida ese apoyo frágil de las fuerzas de la tierra!. Ni tampoco en el otro extremo: La puesta de las armas y de la violencia. No es el lenguaje Cristiano. Por eso hemos leído hoy, en la Populorum Progressio, que a tiempo hay que evitar los baños de sangre; que hay que hacer transformaciones audaces que suponen la conversión del corazón, conversión de los ídolos de la tierra al único Dios a quien todos tenemos que servir y amar, y viendo desde Dios los bienes de la tierra, los organicemos para hacer una civilización de amor, la civilización de los hijos de Dios. Hermanos, la Iglesia, pobreza que se apoya en Cristo, vivámosla intensamente. Y para que no sólo sean palabras, la Eucaristía está ya preparada en el altar. Celebremos esta misa en unión íntima con nuestro Señor Jesucristo y ojalá cada uno de los que estamos en esta reflexión, sintieran despertar la profundidad de su cristianismo donde oye que Cristo le dice: Sé luz del mundo, sal de la tierra. Y como Pablo sepa responderle: Señor, que no me gloríe en otra cosa, más que en tu cruz, y que la sabiduría que yo lleve a mis hermanos no sea mas que a Jesucristo; y este, crucificado. Así sea...
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NOS ACERCAMOS A JESÚSLa escena del Evangelio que acaban de escuchar, queridos hermanos, tiene todavía actualidad. Ese gentío que se va acercando a Jesús, no ha terminado de acercarse; somos esta mañana nosotros, los que hemos venido a la Catedral o los que se reúnen en torno de la palabra de Dios en cualquier templo o ermita o reunión, para reflexionar esa palabra. Nos acercamos a Jesús y Él se puso a hablar enseñándoles. Este magisterio de Jesús se pro1onga y va tomando una actualidad, de tal manera que Jesús siempre se siente presente en el pueblo, en la sociedad, en la familia, en el grupo, en la comunidad, que quiere alimentarse de esas divinas orientaciones.
ENSEÑANZA ETERNA Y REALIDADESPor eso, hermanos, para mí, este momento de la misa de 8 en Catedral y a través de la radio, en comunión de tantas comunidades de la Arquidiócesis, es un momento solemne, es un momento de Sermón de la Montaña, es un momento en que yo siento que junto a Jesús estamos todos. Él es el maestro, yo no soy más que su humilde repetidor, pero es Él el que a ustedes y a mí nos quiere enseñar cómo guiar nuestros pasos, hacia las Bienaventuranzas, hacia la felicidad. Por eso, hermanos, a mí me preocupa siempre, en la predicación de cada domingo, hacer que esa enseñanza eterna y actual de Jesús se enmarque en las realidades que vivimos. Y cada uno tiene que hacer ese esfuerzo de actualizar por él, para su familia, para su pueblo, esa eterna palabra que vale para todos, pero no de igual manera, sino que a cada uno según sus necesidades, sus circunstancias. Por eso tengo cuidado de narrarles aquí por lo menos aquellos aspectos más salientes de la semana. VISITA DEL SECRETARIO ADJUNTO DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO DE LOS EE.UU.De parte de la Curia Arzobispal, por ejemplo, esta semana ha tenido un signo de los tiempos, y ha sido su visita que le hizo el Sr. Secretario Adjunto del Departamento de Estado de los EE.UU. Sr. Todman. Estando en El Salvador tuvo la atención de visitar al Arzobispo, donde hubo una conversación muy cordial, de la cual entresaco estos pensamientos: Él dice que el celo por los derechos humanos es parte de su vida. Hay que tener en cuenta que él pertenece a la raza negra, la cual significa en EE.UU. una de las marginaciones más anticristianas. Él lleva en su vida, en su raza, como muy grabado en su existencia, este derecho de la igualdad de los hombres. También me gustó oír la coincidencia de su pensamiento con el pensamiento de la Iglesia, cuando dijo que la raíz de toda violencia, de todo terrorismo, es la injusticia social de los pueblos, y que es un deber hacer funcionar las estructuras de un país para lograr el bien de todos. Y si esas estructuras no están adecuadas para ese bien común, la obligación de cambiarlas, porque no es el hombre para las estructuras -añado yo de parte del Evangelio- sino las estructuras para el hombre. Aplicando este pensamiento tan sabio, digo yo que esta es la voz de la Iglesia. La adaptación de unas estructuras políticas, económicas, sociales, en que el hombre salvadoreño se pueda desenvolver con toda esa libertad y dignidad que Dios le ha dado. Que hay unas estructuras que no funcionan en este bien común, es necesario, pues, cambiarlas. También el Sr. Todman comprendió cuando personalmente le decía yo que las buenas relaciones Iglesia-Gobierno no deben ser para beneficio o prestigio personal, sino para positivo servicio del pueblo. "Me gusta mucho -me dijo- oír esas frases". VISITA DE SOLIDARIDAD DE HOLANDAEntonces, hermanos, también quiero recordar otra visita muy significativa de parte de la Solidaridad Católica de Holanda. Unos cristianos que quisieron hacer un viaje hasta nuestra patria, oír nuestras circunstancias y prometernos su ayuda, su solidaridad. Quiero agradecérselos públicamente y comunicar a ustedes, radiooyentes y queridos católicos, la alegría de esta comunión. Esa es la Iglesia: Comunión, de tal manera que los méritos, las alegrías, las penas de un cristiano, redundan en bien de todo el organismo cristiano. Estos gestos de solidaridad que han abundado para nosotros, Iglesia de la Arquidiócesis de San Salvador, tengámoslos siempre muy en cuenta, para que también nosotros sepamos palpitar con las preocupaciones, las angustias de otras diócesis de otros países. Esto es vivir como familia, la familia de Dios extendida por el mundo. ANIVERSARIO DEL PRIMER SACERDOTE EXPULSADOAyer en la Parroquia de Apopa conmemoraron que hace un año fue expulsado su párroco, Padre Mario Bernal. Yo quiero aprovechar esta circunstancia para aclarar qué es lo que la Iglesia quiere respecto de estos sacerdotes echados del país o prohibidos de entrar. No es cierto que yo esté exigiendo que entren; lo que estoy pidiendo es que se revisen las causas, ¿por qué fueron echados? Esto lo exige la justicia, lo exige el prestigio de la Iglesia y el prestigio personal de cada sacerdote; para que no queden cargando con eso que fue como la falsa motivación para echarlos: son comunistas, son subversivos, no respetan las leyes del país... Yo sólo pido que se aclaren esas acusaciones y si son culpables, que se les castigue. Pero si se les ha echado simplemente y se presenta como un hecho consumado, creo que no es justa esa actitud. De modo que quede bien claro, que no estoy pidiendo yo que regresen, sino que se examinen sus causas. VIDA DE LA IGLESIAEn la vida de la Iglesia, queridos hermanos, tenemos cosas muy interesantes y consoladoras. Saludamos al nuevo párroco de María Auxiliadora, el Padre Giraudo, que ha sustituido al Padre Alas, quien ha pasado a ayudarle a Monseñor Rivera en Santiago de María. NUEVO SEMINARIOUna alegría muy grande para mí fue la de ayer por la tarde en Chalatenango: Se inauguró allá, con pequeño grupo de jóvenes estudiantes de Bachillerato, el Seminario Menor que lleva el nombre del patrono de Chalatenango: San Juan Bautista. Es toda una esperanza aquel Departamento tan fecundo en vocaciones, teniendo ya cerca un centro de educación eclesiástica, estamos seguros que nos dará muchos consuelos sacerdotales. Queremos felicitar al P. Fabián Amaya, a todos los colaboradores que hicieron posible este sueño de un Seminario en Chalatenango. También les anuncio que dentro de pocos días se abrirá el curso nuevo de San José de la Montaña, que como ya les he ido informando, estará repleto de jóvenes, tanto en el Menor como en el Mayor. Menor son aquellos jóvenes que están sacando su Bachillerato y Mayor son los Bachilleres que ya estudian su Filosofía y estudian su Teología. En uno y en otro, nuestra Arquidiócesis ha recibido de parte del Señor una abundante bendición de vocaciones. Les invito a que agradezcamos eso al Señor. EL SEMINARIO ES DE TODOSY como les decía ayer en Chalatenango, hoy lo digo para toda la Diócesis: Yo quisiera, hermanos, que todo el pueblo de Dios sintiera como suya la obra del Seminario, porque así es. La renovación del sacerdocio por los jóvenes llamados al servicio de Dios es alegría, esperanza de todo el pueblo, no sólo del Obispo. Y por eso necesitamos que todos oren y todos apoyen moralmente, impulsen que el joven del Seminario no se sienta solo ni raro, sino que sienta que es alguien que se prepara y lo espera el pueblo con ansia, con cariño. Manifestemos para nuestro Seminario, pues, un ambiente de apoyo moral y también no me avergüenzo de pedirles el apoyo económico. Nos hemos lanzado a una tremenda aventura cuando recogemos en un verdadero internado -ya saben los maestros, lo que cuesta hoy un internado, pero todo sacrificio es poco, si logramos sacerdotes según el corazón de Dios-, y para ese apoyo económico, hemos pensado volver a aquella costumbre de consagrarle los terceros domingos. El tercer domingo de cada mes, la colecta que se haga en las parroquias y también donativos en víveres y en otras maneras de ayudar por medio del párroco, háganlas llegar a los Seminarios. Aquí los terceros domingos, pues, seremos mendigos del Seminario para que todos puedan ayudarnos y que cada párroco en su parroquia recuerde esta colaboración que generosamente nos va a dar sin duda el Pueblo de Dios. A LAS CARMELITAS DE SAN JOSÉ GUADALUPANAS Y CARMELITAS MISIONERASEn la vida religiosa, quiero felicitar a las Carmelitas de San José por su profesión y, sobre todo, por la abundancia de vocaciones que están teniendo. Cuando se pregunta a las jóvenes qué es lo que les atrae a esa Congregación, es un bello testimonio decir: Es la sencillez de su vida, es la unidad y el amor que se muestra entre ellas y, sobre todo, ese generoso servicio de Iglesia que prestan en parroquias, en centros de promoción. Gracias a Dios que no son sólo las Carmelitas sino que hay varias congregaciones que están en este apostolado directo con nuestro pueblo y que sin duda Dios las va a recompensar con muchas vocaciones. Las Madres Guadalupanas esta semana van a cumplir su centenario de vida. Las encomendamos al Señor y las felicitamos. También las Carmelitas Misioneras, que tienen el Hospital de la Divina Providencia, invitan para mañana a las 6 de la tarde a una misa de acción de gracias, al cumplirse 12 años de existencia y de beneficencia en ese Hospital, que de verdad es obra de la Divina Providencia. Es una obra milagrosa y el que quiera palpar lo que es Dios con su providencia, visite y ayude esa obra. Mañana sobre todo, en su aniversario. OTRAS VISITASHe visitado las comunidades de San Antonio en Santa Tecla, donde un fiel servidor de la Iglesia nos da ejemplo de perseverancia: Monseñor Alvarenga, llegando casi al centenario de su vida, fiel al servicio de su parroquia que él mismo originó y ha administrado. Visité también la obra del Buen Pastor, donde hay cambio de Superioras y donde se nota un generoso espíritu de amor a esta juventud que se alberga bajo sus aulas. Visité también Aldeíta, un cantón de Tejutía, donde junto con el pueblo de El Paraíso, van a constituir una nueva parroquia. Las Hermanas Betlemitas y el Padre Gabriel Rodríguez están haciendo una obra muy hermosa de apostolado en aquella región. También tuve el gusto de ser peregrino de Esquipulas, en el Santuario de Santa Cruz Michapa, donde el Padre Ayala y su comité muy entusiasta trabajan por la obra de aquel pueblo. En el Calvario se está celebrando este domingo la fiesta patronal del Señor del Calvario. Es un lindo Crucifijo que marcha con esa comunidad, que nos remonta hasta los orígenes de esta ciudad de San Salvador. SEMANA POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOSMis queridos hermanos, sobre todo quiero alegrarme y darle gracias al Señor por la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se clausuró en forma muy fervorosa, en esta Catedral, el miércoles de esta semana. Los que no pudieron venir y estuvieron ofreciendo al Señor sus enfermedades, su dolor, su ausencia, son generosos bienhechores de esta obra de unidad. El precioso telegrama del Padre Cortés dice: "Desde mi lecho de enfermo, participé Semana de Unidad, escuchando y ofreciendo mi sufrimiento. Felicítole por celebración nunca vista aquí". De veras, hermanos, el Señor nos ha bendecido con esta idea, que ha sido acogida por católicos y protestantes de buena voluntad y que saben que mientras no logremos esa unidad querida por Cristo seremos un estorbo para la evangelización del mundo, y que, en cambio, el día en que la unidad de todos los que creemos en el Evangelio de Cristo se manifieste al mundo entero ya esa unidad será la más elocuente llamada al Cristianismo. Todo el mundo será cristiano el día en que los cristianos de hoy compactemos nuestra unidad. De modo que, aunque haya terminado la semana de unidad, yo les suplico que sigan encomendando en sus oraciones, ofreciendo sacrificios, haciendo esfuerzos de acercamiento, católicos y protestantes y también ortodoxos, aunque entre nosotros esta rama de la separación, los ortodoxos, no es muy numerosa. Pero todos busquemos la unidad, sobre todo dentro de nuestra Iglesia. Y por esos hermanos, el sentido de la homilía de hoy podría ser éste: La Iglesia de las Bienaventuranzas. Domina en las lecturas de hoy, en la liturgia de la palabra, esa preciosa página de San Mateo: las Bienaventuranzas. Pero para comprender un poco el sublime misterio de esas ocho normas dadas por el mismo Cristo para conocer si un hombre es verdaderamente cristiano o sólo es de apariencia, es necesario tener en cuenta todo el marco litúrgico de la palabra de hoy. Remontarse hasta la primera lectura de un profeta del Antiguo Testamento, llamado Sofonías, y luego mirar la realización de esa palabra de Cristo en las primitivas comunidades cristianas, tal como nos narra hoy la segunda lectura de San Pablo a la comunidad de Corinto. Así comprendemos lo profundo de esta invitación del Divino Maestro. Pero todavía les adelanto esto: No comprendemos toda la grandeza de las Bienaventuranzas porque desde que las pronunció Cristo, se ha desatado sobre el mundo una revolución moral que todavía no ha llegado a su cúspide, estamos en camino hacia ella y no la comprenderemos hasta que llegue a ser una realidad esa meta: El Reino de los Cielos, que se promete como premio de cada una de las Bienaventuranzas. Son ocho caminos, pues, abiertos hoy a la humanidad por los cuales hay que caminar llenos de fe. Para comprender esta Iglesia de las Bienaventuranzas, yo quiero proponerles como de costumbre, estas tres ideas. Las tres son tomadas del Viejo Testamento, encarnándose en el Nuevo. 1ª.) EL RESTO DE ISRAEL SE PROLONGA EN LA IGLESIA. 2ª.) EL DÍA DEL SEÑOR NOS ABRE A PERSPECTIVAS ESCATOLÓGICAS, A LA ESPERANZA CRISTIANA. 3ª) CRISTO ES LA FUERZA DE ESTA IGLESIA QUE PEREGRINA EN FE Y ESPERANZA. Son tres frases de las lecturas de hoy. 1ª) EL RESTO DE ISRAEL SE PROLONGA EN LA IGLESIAEl resto de Israel es la manera de describir los profetas a ese pequeño grupo de fieles que permanecen fieles a la promesa, al seguimiento de Dios. Dios ha llamado a hacer una alianza con su pueblo, el pueblo del Viejo Testamento; pero este pueblo, propenso a la idolatría, al materialismo, a la búsqueda de las cosas fáciles de la tierra, se olvida de Dios. Pero siempre queda un resto, un grupo fiel y a éstos se dirigen los profetas. Y desde ese resto de Israel se denuncian todos los abusos, todas las injusticias, todos los materialismos del Israel infiel. Por eso les digo, hermanos, que es necesario leer la Biblia, teniendo en cuenta las circunstancias en que vivimos nosotros. Y San Pablo empalma este grupo cristiano que sigue a Cristo con ese grupo fiel: EL RESTO DE ISRAEL. Por tanto, este grupo de fidelidad a Cristo tendrá que vivir en la historia de sus pueblos las mismas vicisitudes que el resto de Israel. EL RESTO DE ISRAELEs conveniente leer el Viejo Testamento, leer sobre todo los profetas y escuchar en el acento de los profetas las reprensiones severas, los llamamientos al orden que los profetas hacían, incluso a los reyes, a los gobernantes, a los ricos, a los que abusaban, a los que atropellaban a su pueblo. Ustedes son la causa de que Dios rompa su alianza con este pueblo, les decían los profetas; y llamaban a penitencia: Conviértanse, renuévense. Es el Cristo que continúa en la Iglesia, el reclamo del deseo de ser fiel a Cristo para reclamar a quienes frágiles, así como todos nosotros, pero no hacen el esfuerzo de secundar el llamamiento de la santidad, sino que se hacen idólatras del dinero, del poder, de las cosas de la fierra. Conviértanse, sean fieles a la alianza de su Bautismo, sean fieles a su Señor. Este es el Resto de Israel, al que alude Sofonías después de describir las terribles injusticias de aquel tiempo: los orgullos, los lujos de los poderosos, para llamarlos y prometer: "en medio de ti dejaré un pueblo pobre y humilde", dice la palabra de hoy de Sofonías. Esto es lo que quiere la Iglesia: un pueblo humilde, un pueblo seguidor de Cristo, UN RESTO. Hermanos, no son las grandes muchedumbres las que nos deben entusiasmar sino la autenticidad, la calidad de los cristianos, la sinceridad de buscar a Cristo. ¿QUIÉN PERTENECE A ESE RESTO?Por eso me alegra que en estas horas que es difícil ser fiel a Cristo haya muchos cristianos en la Arquidiócesis, en la ciudad, en el campo, en todas las categorías. Pero aquí se conoce, pues, quién es fiel, quién pertenece a ese RESTO de fidelidad. Que mi llamamiento, pues, en nombre de Jesucristo, llegue a los corazones y todos queramos, no ser impecables, no ser ángeles de la tierra -todos somos pecadores, todos tenemos malas tendencias-, pero que al menos, se note un esfuerzo de autenticidad, de confesar los pecados y de luchar por no estar contentos nunca, entronizando el pecado en el mundo. Que luchemos por derribarlo. Llámese egoísmos, orgullos, vanidades, etc. El esfuerzo de un RESTO de Israel es no estar contento con la mediocridad del pueblo, sino ser verdaderamente un pueblo pobre y humilde. Ya vamos a explicar el sentido de esas palabras. EL ESPÍRITU DE AVARICIAPero antes, hermanos, quiero leerles una palabra de la Encíclica Populorum Progressio, para que vean lo que el Papa describe como ruina del espíritu de avaricia, que va contra el espíritu de pobreza: "Es legítimo el deseo de lo necesario y el trabajar para conseguirlo, es un deber; pero la adquisición de los bienes temporales puede conducir a la codicia, al deseo de tener cada vez más y a la tentación de acrecentar el propio poder. La avaricia de las personas, de las familias y de las naciones puede apoderarse lo mismo de los más desprovistos que de los más ricos". Tengamos en cuenta esto, hermanos: el espíritu de avaricia puede ser también el espíritu de los que llamamos pobres pero que no son pobres porque tienen el corazón apegado a la avaricia. De modo que puede hacer víctimas tanto en la clase desposeída como en la clase rica; y lo que hace es suscitar en unos y otros un materialismo sofocante. LA AVARICIA, SUBDESARROLLO MORAL"Así, pues -continúa el Papa-, el tener más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el fin último. Todo crecimiento es ambivalente, necesario, para permitir que el hombre sea más hombre, lo encierra como en una prisión desde el momento en que se convierte en el bien supremo que impide mirar más allá". He aquí las consecuencias: "Entonces los corazones se endurecen, los espíritus se cierran, los hombres ya no se unen por amistad sino por interés, que pronto les hace oponerse unos a otros y desunirse. La búsqueda exclusiva del poseer, se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser y se opone a su verdadera grandeza". Y fíjense en esta frase lapidaria con que termina el Papa: "Para las naciones como para las personas, la avaricia es la forma más evidente de un subdesarrollo moral". Quiere decir que subdesarrollados no sólo son los que carecen de bienes materiales: también son subdesarrollados morales los que, teniendo todas las comodidades, tienen espíritu de avaricia. 2ª) EL DÍA DEL SEÑOR NOS ABRE A PERSPECTIVAS ESCATOLÓGICAS, A LA ESPERANZA CRISTIANAPor eso, hermanos, mi segundo pensamiento es abrirnos a las Bienaventuranzas. La bella página que hoy domina en la liturgia de la palabra, debía de ser objeto de reflexión durante toda la semana. ¡DICHOSOS LOS POBRES DE ESPÍRITU, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS! San Mateo añade: DE ESPÍRITU, en el espíritu, pero en su origen esta frase simplemente dice: DICHOSOS LOS POBRES. San Lucas no agrega en el ESPÍRITU. Y cuando el profeta Isaías anuncia que Cristo predicará el Evangelio, dice simplemente A LOS POBRES. Y cuando se escribía el Evangelio de Mateo en aquel mundo, judío o grecorromano, abundaba como hoy, la clase pobre. ¿QUIÉN ES EL POBRE?No tengamos miedo, pues, de decir que esta Bienaventuranza se refiere a los pobres, pero no a cualquier pobre como nos dice el Papa, que hay pobres con espíritu de avaricia, sino al pobre que hace de su pobreza toda una ética. El pobre es aquel que no tiene suficiencia en sí mismo y hasta corre el peligro de hacerse servil, porque hay un sentimiento psicológico de incapacidad, de inseguridad. Esta inseguridad psicológica del pobre es la que Cristo quiere aprovechar para abrirlo a la esperanza del que todo lo tiene, para el que nada es imposible: DIOS. Dichosos, pues, los que aprovechan su pobreza para abrirse a la esperanza. Es una página que nos abre a la esperanza, en medio de las tribulaciones. No para predicar el conformismo, ¡JAMÁS LA IGLESIA ES CONFORMISTA!, sino para decirle al hombre que lucha en esta tierra, que no lo haga como nos acaba de decir Pablo VI, poniendo como finalidad de su trabajo el tener, la avaricia. Eso es despersonificar al hombre, eso es llevar al hombre al subdesarrollo moral; sino que trabaje, que luche por tener comodidad para él y su familia, pero que su corazón esté abierto a la esperanza y su amor al servicio de los demás. ¡DICHOSOS LOS SUFRIDOS!, dice Cristo, porque ellos heredarán la tierra. Casi se oye aquí en las palabras de Cristo el eco de Dios prometiéndole a Abraham una tierra, la tierra de la esperanza, el cielo nuevo, la tierra nueva; el de la justicia, el del amor que los cristianos esperamos, no en este mundo, aunque si se debe de reflejar en este mundo, pero cuya realidad está más allá de la historia y será nuestro destino. ¡DICHOSOS LQS QUE LLORAN! Lloran porque no tienen las alegrías mundanas que otros tienen; lloran también porque ven los pecados del pueblo y piden perdón a Dios. Dichosos los que lloran con estos sentimientos nobles porque ellos recibirán el más grande de los consuelos: El ver que Dios perdona a su pueblo, el ver que hay alegrías que no pertenecen a esta tierra. ¡DICHOSOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE LA JUSTICIA! Justicia en sentido bíblico es la buena relación entre el hombre y Dios. Es también la victoria de Dios sobre la maldad del hombre. Esto es lo que ansía un verdadero justo, mantener sus relaciones con Dios sin que las perturbe el pecado de la tierra; afligirse, porque hay tanta gente que no tiene buenas relaciones con Dios, porque han hecho su Dios en otra cosa que no es el Dios verdadero. Y la justicia por la cual Dios triunfará sobre la maldad de los hombres. ¡Dichosos los que la anhelan!, porque ellos quedarán saciados, verán cómo se cumple esta alegría, se llena esta hambre. ¡DICHOSOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE ELLOS ALCANZARÁN MISERICORDIA! Es uno de los anhelos bíblicos más profundos. El hombre no está hecho para la venganza, para el odio, para la violencia, sino para la reconciliación, para el amor, para el perdón. Y en la medida en que nosotros perdonamos, así le decimos a Dios: Perdónanos, como nosotros perdonamos. ¡Dichosos los corazones misericordiosos!, los generosos, los que son instrumentos de paz, los que van sembrando concordia donde hay discordia. ¡DICHOSOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN! Se refiere aquí el Evangelio a aquella sinceridad que hizo conflicto entre Cristo y los fariseos. Los fariseos solamente tenían una limpieza exterior, ritual, legalista. La hacían consistir la limpieza en lavarse las manos, en hacer ciertas purificaciones exteriores. Y Cristo les decía: ¡HIPÓCRITAS! ¿De qué sirve lavar el plato por fuera si por dentro está sucio? ¿De qué sirve tener la tumba bien pintada por fuera, si por dentro está llena de podredumbre? Limpio de corazón es aquel que con sinceridad se limpia en su corazón, porque no es lo que entra al estómago lo que mancha al hombre comiendo con las manos sucias, sino lo que sale del corazón: los pensamientos, los malos deseos, las avaricias. Esto es lo que mancha el corazón del hombre. Es un llamado, pues, a la sinceridad. ¡DICHOSOS LOS QUE TRABAJAN POR LA PAZ, PORQUE SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS! Hermanos, esta es una hora en que Dios quiere muchos hijos suyos trabajando, no por la violencia, sino por la paz; haciendo que la paz no sea simplemente apariencia, sino que sea obra de la justicia y del amor. Y finalmente ¡DICHOSOS LOS PERSEGUIDOS POR CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS! Sin duda que San Mateo ya sentía la murmuración, la crítica, la persecución del mismo pueblo judío a los cristianos. Persecuciones que han de ser la herencia de la Iglesia a través de los siglos. Pero, entonces, es la hora de poder decir que son bienaventurados los que sufren esta persecución. 3ª) CRISTO ES LA FUERZA DE ESTA IGLESIA QUE PEREGRINA EN FE Y ESPERANZAY finalmente, queridos hermanos, este tercer pensamiento que ojalá sea como la síntesis de todo: Cristo es la fuerza de la Iglesia. Y por eso San Pablo escribiendo a los Corintios, quiere responder a lo que ha motivado las divisiones de Corinto. Las divisiones han venido, porque los cristianos ya pusieron sus ojos en la sabiduría de la tierra; yo soy de Apolo, el gran predicador; yo soy de Cefas; yo soy de Pablo, ya sólo se fijan en la elocuencia de los hombres. Y San Pablo llama la atención: Miren quiénes están reunidos en esta asamblea, aquí no hay gente de mucho prestigio, según el mundo, somos pobres. Ya tenía Pablo la experiencia de haber predicado en el Areópago a los sabios de Grecia, de haber predicado a los judíos y tanto unos como otros lo despreciaron, lo apedrearon, lo persiguieron. En cambio aquí, a las orillas del mar, en un puerto en Corinto, ente sencilla, gente humilde, aquella que decía Sofonías: "un pueblo pobre y humilde". Esto es lo que Dios escoge, dice San Pablo, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por Él, vosotros sois en Cristo Jesús que se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. LOS GRANDES BIENES DE UN CRISTIANOO sea, hermanos, los grandes bienes que un cristiano espera no deben de ser lo que espera la gente que llamamos de prestigio, si es que esa gente espera subir políticamente, socialmente, económicamente, ¡tener más! No es eso lo que interesa a un cristiano. Por eso un cristiano no pone su esperanza en estar bien con los poderes de la tierra; la Iglesia auténtica es la que apoya su propia debilidad, su propia pobreza, en la riqueza que ella espera. Cristo es para mí sabiduría, justicia, santificación, redención. ¿Qué más quiero? Quiero que todos sigan a este Cristo, que todos sintamos que esta es la verdadera grandeza y el verdadero apoyo de nuestra Iglesia. Hay algunos cristianos en nuestro tiempo y en nuestro ambiente, hermanos, que casi miran a la Arquidiócesis como un fracaso, como un impasse: "¿Qué va a pasar ahora?" Pues que el que tiene fe en Cristo y se apoya en Él es buen cristiano, y si esta Iglesia de la Arquidiócesis se apoya en Cristo y espera en su sabiduría, en su redención, ya se está construyendo, no hay un impasse, estamos trabajando en sólido. NADA QUE ESPERARYo quisiera, hermanos, que esta lectura de San Pablo hoy, nos convenciera de que no tenemos nada que esperar si tenemos a Cristo como fundamento de nuestra construcción de Iglesia. Que no estamos esperando otras circunstancias. Si viene, como nos dijo el Sr. Todman, será para bien de este pueblo, pero mientras tanto, la Iglesia ya está haciendo el bien de presentar a Cristo y decirle a todos los cristianos: Apóyense en esta roca, crean en esta verdad, anhelen esta sabiduría, esta es la riqueza del corazón del que es pobre y humilde y hace consistir su felicidad no en las cosas transitorias, que se quedan con la muerte y se las lleva el tiempo, sino en lo consistente, que es la sabiduría de Cristo, su justicia, su santificación, su redención. ¡Dichosos los pobres! porque saben que aquí está su riqueza, en Aquel que siendo rico, se hizo pobre para enriquecemos con su pobreza, para enseñarnos la verdadera sabiduría del cristiano. LA OPCIÓN DE LA IGLESIAPor eso les dije al principio, queridos hermanos, que esta página de las Bienaventuranzas no la podemos comprender plenamente, y así se explica que haya sobre todo jóvenes que crean que no es con el amor de las Bienaventuranzas que se va a ser un mundo mejor, sino que optan por la violencia, por la guerrilla, por la revolución. La Iglesia jamás hará suyo ese camino, que quede bien claro una vez más, que la Iglesia no opta por esos caminos de violencia, que todo lo que se diga en este sentido es calumnia. Que la opción de la Iglesia es esta página de Cristo: LAS BIENAVENTURANZAS. No me extraña, digo, que no se comprenda, porque sobre todo el joven es impaciente y quiere ya un mundo mejor, pero Cristo, que hace veinte siglos predicó esta página, sabía que sembraba una revolución moral de largo alcance, de largo plazo, en la medida en que los hombres nos vayamos convirtiendo de los pensamientos mundanos. BIENAVENTURANZAS Y SUBVERSIÓNRevolución quiere decir eso: sub-vertir un orden, sub-vertir el orden moral que domina generalmente en el mundo. El mundo no dice: ¡Dichosos los pobres! El mundo dice: ¡Dichosos los ricos!, porque tanto vales, cuanto tienes. Y Cristo dice: Mentira, ¡Dichosos los pobres!, porque de ellos es el Reino de los Cielos, porque no ponen su confianza en eso tan transitorio. Y así, todas las Bienaventuranzas son una sub-versión de lo que el mundo cree pero está puesta pues, la semilla de una transformación que no la contemplaremos terminada hasta que sea ya realidad esa meta que Cristo señala abriéndonos a horizontes infinitos, el Reino de los Cielos. ¡Bienaventurados los que caminan aunque les parezca que caminan a obscuras y que este camino no lleva a ninguna parte!, sigamos por allí, es el de Cristo, y llegaremos a esa meta que nos señala como esperanza y perspectiva la lectura de hoy. Vamos a proclamar, pues, nuestro Credo en estas verdades de Cristo. |
Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero,[1] fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral. Archivos
Agosto 2021
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