Queridos hermanos:
LA FIESTA DE CORPUSEl jueves de esta semana era la fecha propia para celebrar el Corpus en el calendario oficial y mundial de la Iglesia; pero los Obispos de El Salvador, como los episcopados de otros países, han pedido el permiso a la Santa Sede de trasladar estas fiestas muy importantes del Señor, al domingo siguiente, a fin de que todos los que asisten a misa el domingo y no pueden asistir entre semana, disfruten el precioso mensaje de esas fiestas litúrgicas. Esta fiesta litúrgica, pues, que se ha trasladado a este domingo, se llama la Fiesta del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Lo que ordinariamente decíamos: la fiesta de Corpus, palabra latina que significa el cuerpo. Siendo, pues, hoy la fiesta del Cuerpo y de la Sangre del Señor, vamos a llamar a esta homilía con este titulo: Cristo, el pan vivo que da vida al mundo. Porque eso es la Eucaristía. LA EUCARISTIA¿Qué es la Eucaristía? Es el sacramento o misterio de la presencia de Cristo bajo las apariencias del pan y el vino. Sacramento es un signo sensible que puede caer bajo el dominio de nuestros sentidos, como es el pan y el vino que lo palpamos, lo saboreamos. Nuestros sentidos captan la realidad de un signo, pero luego viene la fe y descubre un elemento interior, lo significado por ese signo. Así como cuando vemos que sale humo detrás de una pared, sólo vemos el humo; es el signo pero luego el conocimiento dice: allá hay fuego, allá se está quemando algo. La realidad es el fuego, el signo es el humo; así también el signo es el pan y el vino. El gusto, el oído, los sentidos -dice Santo Tomas- perciben sabor de pan y sabor de vino, pero tu fe cree firmemente que en ese sabor de pan y de vino ya no está presente lo que los filósofos llaman la substancia, es decir, lo que le da subsistencia a ese pan, a esos sabores, sino que sólo han quedado las cosas accidentales pero que lo substancial se ha transformado en la presencia verdadera del Señor; el cuerpo y la sangre del Señor, son la realidad que se oculta, que se encierra en ese signo visible. Por eso, cuando el sacerdote consagra el cuerpo y la sangre del Señor, se realiza lo que en teología se llama la transubstanciación, quiere decir, que en vez de la substancia de la subsistencia del pan y del vino, se ha colocado en su lugar la presencia real de Cristo, y Cristo queda en verdadera, real, sustancialmente presente en esa hostia que sigue teniendo sabor de pan, en ese cáliz que sigue teniendo sabor de vino, pero que ya no se trata como pan y como vino sino que ya está presente el Señor. Este es el misterio que celebramos hoy. Y ojalá, queridos hermanos, que al hacer estas reflexiones a la luz de la Palabra de Dios, nuestra fe en la Eucaristía crezca esta mañana y que nuestra asistencia a misa no sea simplemente un acto rutinario. No venir por costumbre, no venir por curiosidad, sino venir verdaderamente movidos porque venimos cada domingo a encontrarnos con el gran misterio de la presencia del Señor. Y cuando salgamos de misa, ojalá como Moisés cuando bajaba del Sinaí, que hasta su rostro sensiblemente se había transformado en luminoso porque había estado en la presencia del Señor. Yo les suplico, que pongan todo empeño, a pesar de que allá afuera se empeñan en turbarnos nuestra tranquilidad, que reflexionemos en que de verdad cada domingo tenemos esa dicha. Y a eso nos convencen las tres lecturas de hoy. CRISTO, EL PAN VIVO QUE DA VIDA AL MUNDOLa primera lectura del Viejo Testamento prefigura en las intervenciones de Dios, a través de la peregrinación del desierto, la realidad que en el cristianismo vivimos: la Eucaristía. Ya está presagiada en aquella histórica peregrinación del desierto. La segunda idea será esta: esa prefiguración, esa profecía del Viejo Testamento se realiza plenamente en Cristo, presente en la hostia. Y de eso nos habla la segunda lectura y sobre todo el evangelio de San Juan. Y en tercer lugar, el tercer pensamiento que sacamos de estas lecturas, es que esta Eucaristía que nos ha congregado y nos congrega siempre a los cristianos, es el alimento y la fuerza de cohesión de esta comunidad que se llama la Iglesia. Y al hablar de esta comunidad que es nuestra Iglesia en San Salvador, mencionaré los hechos históricos por donde va pasando la peregrinación en esta semana, así como el peregrino de Israel atravesaba esas circunstancias históricas durante cuarenta años. LAS INTERVENCIONES DE DIOS A TRAVÉS DE LA PEREGRINACIÓN DEL DESIERTO, PREFIGURAN LA EUCARISTÍAEn primer lugar, el capítulo 8 del Deuteronomio, de donde está tomada la primera lectura, es un momento solemne en la historia del Exodo. Moisés, después de hacer la alianza entre Dios y el pueblo, allá en el Monte Oreb, peregrinó cuarenta años por el desierto. Y ya nos encontramos en otra montaña: El Moab. Y desde El Moab, Moisés le recuerda a su pueblo las tentaciones, las dificultades que ha atravesado durante cuarenta años y mirando al futuro ya para entrar a la tierra prometida, le exhorta a ser fiel a ese Dios que les ha acompañado. Este es el momento solemne en que Moisés viendo hacia atrás el largo recorrido del Exodo, mira hacia el futuro de la historia de Israel y allí es donde se manifiesta en esta nueva alianza del Viejo Testamento, el recuerdo de las tentaciones y las razones por qué Dios tentaba al pueblo; y, finalmente, las intervenciones de Dios en favor de ese pueblo. a) LAS TENTACIONESMoisés le recuerda al pueblo cómo ha salido de una esclavitud. Era esclavo del Faraón, era un pueblo sometido a las humillaciones y ese pueblo sometido a la esclavitud es sacado por Moisés gracias a intervenciones divinas: las ocho plagas de Egipto para convencer al Faraón -que así son los tiranos, cuesta convencerlos- hasta que llega el máximo castigo de la muerte de los primogénitos de Egipto entonces si sale el pueblo y comienza una peregrinación bien difícil. Allí le recuerda ahora en las lecturas, Moisés, al pueblo; "Recuerdan cuando sintieron hambre y ustedes hasta blasfemaban y suspiraban por volver a comer las cebollas de Egipto". Como que les parecía mejor la esclavitud. Qué le costó a Moisés convencer a un pueblo que va, precisamente, hacia su liberación, pero que le duele sufrir las condiciones de esa liberación. Recuerden también, les dice Moisés, la sed que sintieron y como también ustedes pusieron a prueba al mismo Dios cuando casi blasfemaban contra Él: "¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para que muriéramos de sed en el desierto?" Y recuerdan sobre todo, el duro desierto por donde han pasado ¡qué sequedad, sin una gota de agua! ¡qué alimañas del desierto: alacranes, serpientes! ¡qué difícil ha sido todo ésto, son las tentaciones, las dificultades de la peregrinación! ¿POR QUE LO PERMITE DIOS?Y Moisés les da una razón a estos peregrinos que ya han pasado esa tribulación. "¿Por qué permitió Dios todo esto? -les dice-. Para afligirte, para ponerte a prueba, para conocer tus intenciones a ver si eres fiel a sus preceptos. Hermanos, no olvidemos esta palabra de hoy, es la respuesta a muchas inconformidades, a las situaciones difíciles de la historia. Como Moisés preguntémonos cuando hay tribulaciones en la sociedad, cuando nos encontramos como en estos días como en un callejón sin salida, ¿por qué lo permite Dios? Y Moisés les recuerda al pueblo; para afligirte, para ponerte a prueba, para conocer tus intenciones. Son las dificultades, las piedras de toque en que se conoce el oro fino de los verdaderos hombres, de los verdaderos cristianos. Así como también es en esas circunstancias cuando los hombres blasfeman, cuando los hombres critican contra Dios y su reino, contra Moisés que los guía y prefieren vivir en sus comodidades aunque sea como esclavos. ¡Qué cuesta comprender que las pruebas de Dios, las dificultades del camino, son las monedas con que se compra la libertad, la dignidad, la alegría de ser libres! "Y recuerden -les dice Moisés finalmente- que esas pruebas con esas intenciones divinas, fueron aminoradas, fueron al fin un recuerdo del que Dios vino a protegernos también". Y entonces les recuerda Moisés cómo los sacó de Egipto. Es una realidad, ya salimos de aquella esclavitud y cómo cuando en el desierto sufríamos la angustia de la soledad, de la intemperie, el hambre, la sed, allí estaba Dios con nosotros. b) PRESENCIA DE DIOS BAJO SIGNOS SACRAMENTALESY aquí vienen los preciosos signos sacramentales. Miren cómo se bosqueja ya la presencia de Dios bajo signos sacramentales. Moisés les menciona cuatro: El primero, la nube que los defendía del sol. Cuenta el Exodo que una nube en la que Dios iba, refrescaba los ardores de aquel sol del desierto. Les recuerda Moisés: cuando teníamos hambre, amaneció junto a nuestros campamentos una cosa misteriosa que hizo preguntar en hebreo a los israelitas "¿Manu?", que quiere decir "¿qué es esto?" El maná es un interrogante, un alimento misterioso que Dios mandaba a nuestra hambre. El maná un signo sacramental. Y cuando nos moríamos de sed Dios me mandó golpear con la vara misteriosa la roca, y de la piedra salió agua en la que apacentaron su sed todos ustedes y hasta los animales que traíamos. Y según una leyenda de los rabinos, aquella piedra iba siempre acompañando al pueblo peregrino, y cada vez que había sed, Moisés golpeaba la roca y brotaba el agua. Era signo también sacramental de una presencia de Dios en medio del pueblo. Y el otro signo es el mar. El mar se abre de par en par para dejar pasar al pueblo que va de su cautiverio, mientras que al pasar Israel, se cierra otra vez sobre los ejércitos de Egipto que perecen mientras Moisés canta al otro lado: "¡Cantemos al Señor que ha hecho maravillas, ha liberado a su pueblo!" Aquí ven las señales sacramentales. Lo que importa para la Biblia no es la nube ni el maná ni el mar ni la roca, lo que importa es algo más grande: la presencia de Dios. Y por eso, el Deuteronomio comenta la palabra que Cristo usó también en sus tentaciones del desierto. "Para que aprendieras que no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." Este texto es clásico en la Biblia, tan clásico que aquí se expresa toda la teología de la Palabra de Dios. Cuando el lector en este ambón lee la Biblia, termina diciendo: Palabra de Dios. Y Moisés en este lugar, al narrar la protección de Dios en el hambre de los israelitas haciendo llover mana, pan misterioso, es cuando dijo esa palabra: ."Ya ven que no sólo de pan vive el hombre." No sólo las comidas de Egipto, no sólo las comidas que amasamos con nuestras manos, Dios tiene una palabra creadora, una palabra que hace brotar pan y que podría convertir en pan las piedras del desierto. Una palabra omnipotente, una palabra que cuando se hace persona divina, es el Hijo de Dios, el Verbo, la Palabra que se encarna y es Jesucristo. Esto es lo que interesa, que en esos sacramentos está la palabra omnipotente encerrada de Dios. LA PREFIGURACION EUCARISTICA DEL VIEJO TESTAMENTO SE REALIZA PLENAMENTE EN CRISTO, PRESENTE EN LA HOSTIA.Por eso, el segundo pensamiento lo saco de la segunda lectura. San Pablo, escribiéndole a los corintios trata de explicarles precisamente lo que Moisés predicaba a Israel. Pero Moisés no conoció a Cristo más que en promesas, Pablo tampoco conoció personalmente a Cristo porque lo perseguía; pero ya convertido ha descubierto quién es Cristo. Y en su preciosa epístola a los Corintios dice: Yo les voy a contar lo que he recibido de aquellos que tuvieron la dicha de comer y beber y platicar y andar con Él: que Él inventó este sacramento, que el pan se convierte en su cuerpo y el vino en su sangre. Y todo esto que pasó Moisés con su pueblo, cuando atravesó el desierto, sucedía en figura; figura, preanuncio, profecía, promesa. Ahora en cambio, los cristianos ya tenemos el cumplimiento de esa promesa y de esa profecía. Y aquí San Pablo nos enseña que, sobre todo, en los dos signos del desierto: la piedra, que hace brotar agua Dios, y el hambre que queda saciada con el maná, están los dos signos prefigurativos de este gran sacramento que es la Eucaristía, en el pan y el vino de nuestras misas que ya la celebraba San Pablo. ENSEÑANZA PAULINA SOBRE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICAPablo vivió unos treinta años después de Cristo; escribia esta página. Tengan en cuenta ésto: Treinta años después que Cristo celebró la Eucaristía, Pablo escribe con el recuerdo tan fresco que nos enseña, que ya desde los primeros tiempos los cristianos, como este domingo 28 de mayo de 1978, se reunían. Naturalmente no había templos pero ya había seguidores de Cristo. Y Pablo les enseña a aquellas comunidades qué es lo que sucede cuando nos reunimos a celebrar la Eucaristía. NOS ALIMENTAMOS CON LA PALABRA DE DIOSEn primer lugar, nos alimentamos con la palabra de Dios. La Eucaristía siempre se celebró después de una lectura de la Biblia y de una homilía en la cual el apóstol, el obispo, el sacerdote preparaba el espíritu para luego celebrar esa palabra que se hace presencia de Dios: la Eucaristía. Y han escuchado en la carta de San Pablo hoy, cómo está evidente la presencia de Cristo en la hostia. "El cáliz de nuestra acción de gracias", dice la lectura de hoy. "Ese cáliz ¿no nos une acaso a todos en la sangre de Cristo?" ¡En la sangre de Cristo! "Y el pan que partimos, la hostia de trigo ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo?" Qué palabras más evidentes de que ya San Pablo enseña la sangre, el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Tan presente, que San Pablo en ese capitulo que hemos leído, nada más un pasaje -yo los invito como siempre a leer entero el capítulo 10 y el capítulo 11 de la primera carta de San Pablo a los Corintios- donde describe maravillosamente lo que es la misa. Dice que aquellos Corintios que se habían convertido del paganismo, de adorar falsos dioses, que antes ofrecían sacrificios a los ídolos y que después de ser cristianos y asistir a misa querían volver a participar de aquellos sacrificios, cometían una horrenda idolatría. ¿Por qué? Porque el que ha comido de la carne de Cristo que se ofreció en la Eucaristía, es participación de la vida de Cristo, porque Cristo está presente allí. Y que después de eso, ir a participar del altar idolátrico, es también hacerse participante de los ídolos; y como los ídolos son dioses falsos inspirados por el demonio, comer carne sacrificada a los ídolos es sentarse a la mesa del diablo, dice San Pablo. Qué preciosa aplicación podíamos hacer, hermanos. Hoy no existen aquellos ídolos de los corintios: de oro, figuras de animales, de mujer, de estrellas, de soles, pero hoy existen otros ídolos que tantas veces los hemos denunciado. Y un cristiano que se alimenta en la comunión eucarística donde su fe le dice que se une a la vida de Cristo, ¿cómo puede vivir idólatra del dinero? ¿idólatra del poder? ¿idólatra de sí mismo, el egoísmo? ¿Cómo puede ser idólatra un cristiano que comulga? Pues, queridos hermanos, hay muchos que comulgan y son idólatras. Y en nuestro siglo XX, en este mismo año, San Pablo podía repetir a muchos cristianos de San Salvador y de las comunidades que están meditando esta palabra, si de verdad creen que Cristo está presente y se unen con Él en el momento de la comunión. ¿cómo es posible que después vivan tan inmorales, tan egoístas, tan injustos, tan idólatras? ¿Cómo es posible que pongan más su confianza en las cosas de la tierra que en el poder de Cristo que se hace presente en el gran sacrificio? PRESENCIA DE LA VIDA DE CRISTO QUE TRAE DEL PADREEsta presencia de Cristo sigámosla analizando en las lecturas de hoy. Para Cristo mismo en el Evangelio, es una presencia de su vida que trae del Padre. Así como yo vivo por el Padre -hay una corriente de vida entre Dios Padre y Dios Hijo que soy yo- así, todo aquel que come esta Eucaristía, vive por mí. ¡Que maravilla la de la Eucaristía! FUERZA LIBERADORACuando vayamos a comulgar hoy, oigamos esta palabra de Cristo: En este momento, tú que recibes la hostia consagrada, te estás alimentando de mi misma vida y esta vida mía la recibo del Padre. De modo que el Padre, Yo y tú somos una sola vida. Y así como para venir a comulgar y hacerse digno de esta vida divina tuviste que purificarte de tus pecados, liberarse de tus pecados, mi presencia eucarística es la gran fuerza liberadora. No lo olvidemos, queridos hermanos, hoy cuando hay tantas fuerzas que luchan por la liberación temporal de los hombres, nuestra liberación cristiana parte de aquí: de la Eucaristía de la fuerza redentora de Cristo. Una liberación que ante todo quiere vernos libres del pecado. Si no hay libertad del pecado, si un hombre no se ha identificado con la fuerza divina de Cristo que lo une al Padre, al Creador, no puede ser un liberador eficaz. Por eso la Iglesia identifica su liberación, sus denuncias, sus anuncios, desde esta perspectiva de fe de la vida de Dios. Y si un cristiano mutila esta liberación y prescinde de estar en gracia de Dios y de vivir la comunión con Cristo, no es un liberador cristiano. ASPECTO SACERDOTALEn esta presencia de Cristo hay otro aspecto, un aspecto sacerdotal. Cristo se hace presente en la hostia como sacerdote de la humanidad. Lean por ejemplo el Apocalipsis o la Carta a los Hebreos, qué preciosas descripciones del culto que Cristo, en nombre de toda la humanidad, tributa al Padre. ¿Desde dónde está Cristo ejerciendo su sacerdocio aquí en la tierra? Desde allí, de la Eucaristía. Es precisamente esa hostia consagrada de nuestra Misa la que une al pueblo peregrinante que todavía va entre la sequedad del desierto, entre las serpientes y los alacranes del desierto del Exodo, pero va peregrino de la tierra prometida y al altar de nuestra misa como que se asoma el Cristo glorioso con nuestros hermanos que ya están en la tierra prometida. ¡Qué hermosa es la misa, sobre todo cuando se celebra con una Catedral llena como la de nuestros domingos, o cuando se celebra también humilde en las ermitas de los cantones, con una gente llena de fe que sabe que Cristo, el Rey de la gloria, el Sacerdote eterno, está recogiendo todo lo que le traemos de la semana: penas, fracasos, esperanzas, proyectos, alegrías, tristezas, dolores! Cuántas cosas le trae cada uno de ustedes, hermanos, en su misa dominical. Y el Eterno Sacerdote las recogen en sus manos y por medio del sacerdote, hombre que celebra, las eleva al Padre. ¡Es el fruto del trabajo de toda esta gente! Unido a mi sacrificio presente en este altar, esta gente se diviniza y ahora sale de la Catedral a seguir trabajando, a seguir luchando, a seguir sufriendo, pero siempre unida con el Eterno Sacerdote que queda presente en la Eucaristía para que lo sepamos encontrar el otro domingo también. Hermosa la misa como sacrificio, no inventado por los hombres sino presencia inventada por Cristo, tal como nos lo enseñan las lecturas de hoy. ALIMENTOEstá allá también como alimento y como comunión. Cristo es alimento. Más les dice Cristo a los que lo escuchaban en Cafarnaún, el precioso capítulo 6º de San Juan, aquel sermón que Cristo pronunció después de la multiplicación de los panes, cuando la muchedumbre lo buscaba para hacerlo rey. Cristo les dice: "No me busquen por el pan que perece. Yo soy el pan que da la vida eterna." Yo les ofrezco la verdadera vida; la que tendrán para ser eficaz en su trabajo, el político, el sociólogo, el empresario, el profesional, el estudiante, el jornalero, Yo les doy la verdadera vida. Yo soy el pan que ha bajado del cielo, el que come de este pan vivirá eternamente. Cristo tuvo mucho cuidado de no ser mal entendido porque había mucho sentido de antropofagia cuando le preguntaron: ¿Cómo podemos comer su carne? No somos antropófagos, no comemos gente. Cristo les dice: No me entiendan así. Yo soy el pan vivo, Yo voy a resucitar, Yo voy a transformar este cuerpo mortal en un cuerpo espiritual, Yo voy a estar presente en las comunidades cristianas no repartiendo así, físicamente carne de hombre, sino dándoles mi cuerpo, pero no un cuerpo entendido así materialmente, con ojos meramente de carne, es un cuerpo espiritual, es el misterio del cuerpo místico. Pero es cierto que cuando recibimos la hostia, recibimos a Cristo. Todo entero, dice el catecismo, glorioso como está en el cielo. Cristo resucitado, Cristo vida, Cristo pan vivo que desciende del cielo. Éste es el que nos alimenta en este sentido haciéndonos verdadera comunidad. LA EUCARISTÍA, ALIMENTO Y FUERZA DE COHESION DE LA COMUNIDADY ya estoy tocando el último punto de esta reflexión. Cristo es el alimento y la fuerza que da cohesión a nuestra comunidad. EL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO, FUERZA DE UNIDADDice San Pablo en la lectura segunda hoy: "El pan es uno y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo porque comemos todos del mismo pan." ¡Qué preciosa evocación de la unidad de los cristianos! Nuestra unidad, queridos hermanos, no se basa en ideales de la tierra. Si ya en esta tierra los hombres cuando logran exponer bien un ideal y preguntan ¿quién me quiere seguir para realizarlo?, siguen muchos ese ideal, pero viven de un ideal a veces de un hombre, y cuando ese hombre o ese ideal desaparecen, o es traicionado, todo se desbarata. Pero Cristo puso una fuerza mucho más vigorosa, una fuerza divina que nadie la puede destruir: su cuerpo y su sangre, su presencia de resucitado, su vida de Dios. Dichoso el pueblo que llega a tener fe y a descubrir que Cristo es su razón de ser. En Cristo pone toda su esperanza y comulga. Y todos los que vamos a comulgar esta mañana sentiremos esta realidad. Aunque somos muchos y tal vez ni nos conocemos, venimos de distintos rumbos, vivimos en rincones y en lugares muy apartados, sin embargo, somos un sólo cuerpo porque nos alimentarnos de un mismo pan. Los antiguos gozaban mucho en esta comparación. Decían que así como los granitos de trigo recogidos de las diversas montañas, amasados hacían un solo pan que luego se convertía en un sólo Cristo; así, también los hombres, recogidos de diversos países, de diversas razas, de diversas categorías, no somos mas que granitos de trigo; y recogidos en nuestra fe, amasados en el amor y en la esperanza, unidos a Cristo-Eucaristía, ya no somos dispersos, ya somos un solo pueblo de Dios alimentado con la presencia del Señor. LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO HAN DE SER LO QUE ES EL AGUA EN EL CUERPOY esta presencia la llega a traducir para los hombres de hoy y precisamente para ustedes los laicos, los que no son sacerdotes ni religiosos, ustedes señores y señoras, casados; ustedes profesionales; ustedes que viven en el mundo, oigan este texto del Concilio Vaticano II a los laicos. Lumen Gentium 38. "Cada laico debe ser ante el mundo un testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús y una señal del Dios vivo. Todos juntos, y cada uno de por sí, deben alimentar al mundo con frutos espirituales y difundir en él, el espíritu de que están animados a aquellos pobres mansos y pacíficos que el evangelio llama bienaventurados. En una palabra -concluye el Concilio citando un texto de los primeros siglos del cristianismo- lo que es el alma en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo." Hermanos, hoy van a salir ustedes de la Catedral con la fe iluminada por la presencia de Cristo en nuestro altar, y los que han comulgado van a salir también repletos del Espíritu de Cristo. ¿Cuándo será el día en que todos los que vienen a misa están tan unidos a Dios, tan lejos del pecado, de las pasiones, de las locuras de la tierra, que se identifican tanto con Dios, que al salir de la Catedral o de la Iglesia parroquias o donde quiera que se celebra la Eucaristía, van a ser en el mundo almas del mundo, a poner fermento de Eucaristía en la familia, en la profesión, en el trabajo, en la vida social? Nos faltan muchos cristianos de esos, que vivan de verdad la Eucaristía. El Corpus viene a recordar precisamente nuestro deber de este punto de fe. Si creemos de verdad que Cristo, en la Eucaristía de nuestra Iglesia, es el pan vivo que alimenta al mundo, y que yo soy el instrumento como cristiano que creo y recibo esa hostia y la debo llevar al mundo, tengo la responsabilidad de ser fermento de la sociedad, de transformar este mundo tan feo. Eso sí sería cambiar el rostro de la patria, cuando de veras inyectáramos la vida de Cristo en nuestra sociedad, en nuestras leyes, en nuestra política, en todas las relaciones. ¿Quién lo va a hacer? ¡Ustedes! Si no lo hacen ustedes los cristianos salvadoreños, no esperen que El Salvador se componga. Sólo El Salvador será fermentado en la vida divina, en el reino de Dios, si de verdad los cristianos de El Salvador se proponen a no vivir una fe tan lánguida, una fe tan miedosa, una fe tan tímida; sino que de verdad como decía aquel santo -creo que San Juan Crisóstomo-: "Cuando comulgas, recibes fuego; debías de salir respirando la alegría, la fortaleza de transformar el mundo." Hermanos, ojalá que la comunión de este Corpus de verdad sea para transformarnos en fuerza de Dios. HECHOS DE LA SEMANAY ahora sí, siendo que esta es la vida de nuestra comunidad, yo quiero pasar brevemente una revista por esta comunidad que vive de esta Eucaristía. HECHOS ECLESIALESY me da mucho gusto haber recibido de comunidades lejanas telegramas como este de Las Flores de Chalatenango: "celebramos Corpus solemnísimo, concurridísimo. Varias peregrinaciones pidiendo Dios lluvia. Gran demostración de fe, amor hacia Santísimo Sacramento". Hemos tenido noticia del, fervor de la Eucaristía en los pueblos y yo mismo he sido testigo. Esta semana, el Seminario celebró también su Corpus el jueves. Y celebraron deteniendo la procesión del Santísimo en varios altares donde los jóvenes desarrollaron estos pensamientos: "La Eucaristía, vida de Dios en nosotros", "Pan de fraternidad", "Alianza nueva", "Sacrificio- Sacramento", "Pan de los pobres", "Compromiso social". He citado esto, hermanos, para que se vea qué es lo que se enseña en el Seminario. Esta, la fe que esos futuros sacerdotes han de ir a predicar. Y hay que decirlo muy claro cuando hay tendencias tan criminales para decir que el Seminario es una escuela de guerrilleros. El Seminario es escuela de apóstoles donde hay que llevar a predicar esta gran verdad de que nuestra fuerza está en Cristo. Y ésta semana han tenido una vivencia muy hermosa en esa educación cristiana. Yo también he visitado otras comunidades, donde en torno del altar de la misa hemos vivido el fervor de aquellas comunidades. No es cierto, hermanos, que se está muriendo la fe. Hoy, más que nunca, se vive una Eucaristía, un compromiso con Cristo que no es beatería ni tradiciones superficiales. Por ejemplo, el 16 de mayo, yo celebré la Virgen de los Desamparados, en el Cantón El Zonte de Chiltiupán. ¡Qué fervor el de aquella comunidad! Yo celebré el 23 de mayo la Eucaristía en El Carmen de Cuscatlán, bendiciendo un templo renovado y saludando allí un testimonio de lo que es un sacerdocio fiel hasta la vejez. El querido Padre Miguel Rodríguez, rodeado de jóvenes sacerdotes y de otros, ofrecía al Señor con qué alegría un templo y con qué respeto y cariño acogía con su pueblo al Obispo, que junto con el pueblo ofrece al Señor una Eucaristía sabiendo que éste es el centro y la fuerza de una unidad. Yo quiero agradecer sobre todo a los maestros y alumnos, a la juventud y a las asociaciones cristianas, a los del comité de la parroquia, por ese esfuerzo de mantener siempre entusiasta la fe eucarística. También celebré en la parroquia de María Auxiliadora el 24 de mayo. Y he disfrutado aquel espíritu de Don Bosco que compaginó en su corazón de santo estos tres grandes amores que él llamaba las tres blancuras. La blancura eucarística, cuánta comunión, qué fervor eucarístico el de aquella Iglesia. La blancura de la Virgen, bajo el título de María Auxiliadora, qué imán más poderoso para atraer la Santísima Virgen María, sobre todo, cuando en la mañana celebraban miles de jóvenes, asistiendo y alimentándose con la Eucaristía en honor a la Virgen María Auxiliadora. Y la blancura del Papa, la fidelidad al Papa es también un signo de nuestro catolicismo, estamos también tratando de vivirlo lo más intensamente posible. Y siempre en esta línea eucarística, yo quiero recordarles que el primero de cada mes, y por tanto en esta misma semana, a las 5 de la tarde, siempre es Corpus en la linda capilla del Hospital de la Divina Providencia donde se celebra una hora santa de expiación por las necesidades de nuestra Arquidiócesis y del mundo. Yo les invito, el primero de junio a las 5 de la tarde, en la capilla del Hospital de la Divina Providencia. Y en la blancura del Papa, queridos hermanos, también quiero invitar a la Diócesis entera a que nos preparemos a celebrar como verdadera fiesta de Iglesia, el día del Papa. El día del Papa es el día en que coronan al Pontífice que reina en ese tiempo. Nuestro Papa, Pablo VI, fue coronado el 30 de junio. Ya desde ahora les aviso que todas las parroquias y todas las comunidades han de ser invitadas y son ya. Vayan preparando una participación entusiasta en la celebración del día del Papa que será el 30 de junio. Ya iremos dando más detalles. En el amor a Cristo se destaca esta semana, y lo aviso a la comunidad que cree en Cristo, la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Ya saben que en San Salvador tenemos un monumento de nuestra devoción al Corazón de Jesús, es la Basílica del Sagrado Corazón allí en la Calle Arce, donde el viernes 2 de junio a las 6 de la tarde, vamos a celebrar la Eucaristía. Ojalá veamos llena aquella gran Iglesia de la Basílica para celebrar en honor del Sacratísimo Corazón de Jesús. Y también en honor de la Virgen, la blancura inmaculada de María, nos invita esta mañana a las 10'30, a todos los legionarios de María en la Basílica para celebrar la reunión anual que se llama ACIES de la Legión. Y por mi parte, hermanos, yo invito a toda la comunidad de la Arquidiócesis a rendir un homenaje de clausura del mes de mayo, el miércoles de esta semana, 31 de mayo en la misa de 12, aquí en Catedral, para honrar a la Virgen con una corona de fervor en este mayo que yo sé que se ha distinguido en muchas comunidades cristianas. El amor a la Virgen, la devoción a Nuestra Señora, está muy lejos de pasar de moda, es una devoción cada vez más fresca, más tierna y lo vamos a demostrar entonces el próximo miércoles. Esta Iglesia que está viviendo estas vivencias tan bellas, tan animadoras, es el Israel de Dios -así lo llama San Pablo- el Israel espiritual, el pueblo de Dios, que al mismo tiempo va pasando por el sequedal del desierto, por las tentaciones del hambre y de la sed, por las pruebas de la vida. HECHOS DE LA VIDA CIVILY así tenemos también que señalar nuestro camino a través del mundo. Los tres secuestros, en misterioso silencio. Unido a los reclamos, también manifestaciones de reclamo de otras agrupaciones. Ha sido una semana también de difamaciones muy mal tendenciosas. Quiero repudiar los ataques contra mi hermano en el episcopado, Mons. Aparicio. También quiero hacerme solidario repudiando las sospechas tendenciosas vertidas contra ciertos sacerdotes que trabajan en comunión conmigo. Y también, lamentar la tortura de que fue objeto el P. Francisco Mejía Alvarado y otros atropellos causados en el convento de Cinquera por parte de la Guardia Nacional. Allá se evocaba que el Padre ya no era cura porque estaba suspendido. Quiero decirles que un sacerdote, aun cuando esté suspendido, mantiene su carácter sacerdotal y que la suspensión es una pena disciplinaria que depende de la responsabilidad de su propio Obispo. Pidamos a Dios para que pronto se resuelva este problema de nuestra hermana diócesis de San Vicente; pero los sacerdotes son sacerdotes y los guardias que tocaron al P. Francisco quedan excomulgados porque todo aquel que pone manos violentas en un sacerdote, cae por el mismo hecho en excomunión. También otra noticia tendenciosa, del joven Estefan Turcios, a quien se señala como seminarista ya próximo a la ordenación y que ha sido sorprendido en actos terroristas o subversivos. Ya hemos declarado que fue seminarista hasta 1972 y que lo que con él se está cometiendo es una injusticia sea o no sea seminarista, porque se le capturó el 14 de abril mientras recogía ayuda para damnificados de San Pedro Perulapán. Eso era lo que andaba haciendo. Y se le dejó en prisión hasta casi un mes cuando se le pasó a los tribunales, torturado bárbaramente. Los mismos periódicos publicaron que necesitaba 10 días de curación. Esta es la verdad. La publicación de ORDEN contra el terrorismo, es difamatoria contra la Iglesia. Y queremos repetir que la Iglesia, por señalar las raíces de nuestros males y por defender los derechos de los hombres, no es terrorista ni está en connivencia con terroristas sino que simplemente está cumpliendo su deber evangélico. Y aquellos grupos que quieran manipular a la Iglesia, sean para difamarla o sea para ampararse en ella, están abusando de la misión de la Iglesia. La misión de la Iglesia puede coincidir con los reclamos de justicia que hacen otras agrupaciones pero que son independientes de la vida de la Iglesia. La perspectiva de justicia de la Iglesia es desde la luz del Evangelio. Y yo quiero recordar a todas las agrupaciones, a todos los grupos políticos, subversivos o también gubernamentales, que no manejen la Iglesia para sus fines, que mantengan el respeto a la autonomía de la perspectiva evangélica de la Iglesia. El señalamiento de la Iglesia acerca de la causa de nuestros males, me da mucho gusto verla coincidir con unas palabras del mismo Señor Embajador de Estados Unidos, en su discurso a los rotarios en esta semana, cuando dice esto: "Si el cambio ha de venir, es prudente que tratemos de canalizarlo de una manera positiva y constructiva. Simplemente con resistirlo no se logra nada positivo. Una resistencia inmutable al cambio inevitable, trae consigo el riesgo de portarlo a resultados violentos y destructivos. Cuando esto sucede, todos salimos perdiendo". Estamos de acuerdo con el Señor Embajador y ésta es la posición de la Iglesia: que si señala la necesidad de cambios es porque hay muchos sordos que no quieren oír la necesidad del cambio. Pero que el cambio, que es necesario, no se va a hacer "aguantándola" o diciendo "esperen", y mucho menos con fuerzas represivas, que la violencia llama violencia. Sino, como dice el Señor Embajador, constructivamente. Por eso queremos también hacernos solidarios, al mismo tiempo que agradecemos el apoyo de la Universidad Centroamericana, hacer nuestro este llamamiento. Un llamamiento a todos los profesionales, instituciones culturales, asociaciones civiles y comunales para que realicen una seria reflexión sobre el compromiso social y moral que tenemos, de no aceptar por irracional y anti-humana la institucionalización del uso de la fuerza; y aunemos esfuerzos para contribuir a la solución de los problemas del país. PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTARTerminamos, hermanos, donde quería terminar precisamente después de mencionar, como Moisés, por donde hemos pasado esta semana, ¡por qué sequedales del desierto, entre escorpiones y culebras! Pero Dios va con nosotros, la presencia de la Eucaristía. Vamos a celebrar nuestra Misa con aquel amor y confianza conque el pueblo de Israel vio al mismo tiempo que sentía hambre, que sentía sed, que sentía el sol del desierto, la desesperación, a veces, la tentación de blasfemar, la duda contra Dios. Puede ser natural en nosotros también todo eso, pero siempre oigamos a la Iglesia en el signo de la protección de Dios, de la roca que echa agua, del pan que Dios da por milagro, del mar que se abre, de la nube que cubre y, sobre todo, de nuestra Eucaristía, pan y vino que nos da la presencia de Cristo. Celebremos, digo, nuestro Corpus renovando en nosotros la confianza de esta Iglesia que no se va a apoyar en las fuerzas de la tierra, en las idolatrías, sino en la fuerza del Señor que no nos defraudará en nuestra confianza. Con estos sentimientos de Corpus, invito a toda la comunidad: hagan lo posible de venir a las 4 de la tarde para tributar honores muy especiales a Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento. De pie por favor. Creemos en un solo Dios...
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Queridos hermanos y estimados radio-oyentes:
Con el domingo recién pasado culminaba el Tiempo Pascual y aquellas semanas que llamamos del Tiempo Ordinario, que se interrumpieron cuando comenzó la Cuaresma, vuelven ahora a retomarse. Quedamos allá en el domingo sexto y comenzó el primer domingo de Cuaresma y siguieron los domingos de Pascua hasta Pentecostés; ¡el tiempo más luminoso del año: la Pascua! Ahora continuamos en el domingo 7º., tocaría hoy, pero como la Iglesia quiere presentarnos como una síntesis de todo ese año litúrgico, en este domingo, se coloca aquí, junto con el domingo 7º., la fiesta de la Santísima Trinidad. Como quien ha recorrido un río hacia arriba, y ahora se encuentra con la fuente de donde nace ese torrente que es nuestra redención: el misterio de Cristo. EL DIOS DE NUESTRA FEToda esta vida de fe que nos congrega todos los domingos, toda esa religión del corazón del hombre, toda esa ansia en la búsqueda de Dios, encuentra este domingo su respuesta. Repito, como quien tiene la dicha de encontrarse allá donde nace el río que se convierte en torrente que hace brotar energías, vida, fecundidad por todas partes. Por eso, podemos llamar esta homilía de hoy: el Dios de nuestra fe. Este Dios de nuestra fe es un fenómeno que en muchos hombres y sociedades se ha degenerado. De allí que hoy tenemos necesidad de tomar una conciencia clara de este Dios tal como nos lo presenta la fe iluminada por la palabra del mismo Dios que bondadosamente se ha querido revelar y que en las tres lecturas de hoy nos ofrece una imagen muy exacta. ABSTRACCIONES Y CARICATURAS SOBRE DIOSPero antes de presentar esa imagen, fijémonos en las caricaturas de Dios que se han fingido los hombres. Algunas no son caricaturas, son abstracciones, elucubraciones, pero que dejan frío el corazón y no conmueven con la ternura de un Padre que nos da la vida y que esta con nosotros. EL DIOS DE LOS FILOSOFOSAsí tenemos el Dios de los filósofos, el dios metafísico, el dios que se descubre a través de las criaturas. Esto es legítimo y Dios se revela en las criaturas. Y cuando uno mira el esplendor del sol, la fecundidad de las cosechas, la belleza de un atardecer en el mar, la majestad de un volcán, la tranquilidad de una laguna, Dios se revela. Pero estas elucubraciones, estas deducciones filosóficas que nos llevan a eso que llamaban y llaman los filósofos "el primer motor", el "gran pensamiento que rige la creación", no llena las angustias, las vivencias, las esperanzas íntimas del corazón. Y así tenemos que teniendo a la mano esos argumentos de la creación, el Dios que allí se revela, no nos parece un dios íntimo; y para muchos, precisamente esa metafísica, esa filosofía, les seca el corazón y el cerebro y hasta los lleva a veces al ateísmo, al materialismo. Y ahí tenemos uno de los fenómenos más dolorosos de nuestro tiempo: el ateísmo, o por lo menos la indiferencia frente a Dios. Este Dios desconocido o despreciado o negado, del cual hasta se ha llegado a decir "la muerte de Dios", "Dios ya murió", ciertamente es un Dios que no llena, es un Dios fingido, un Dios que es el producto, a veces, del vacío moral de las personas. Queridos hermanos, el ateísmo, la negación de Dios, casi siempre va junto con un vacío moral del hombre o del pueblo. Un pueblo, un hombre, donde la ternura de Dios se ha disipado, donde interesa que no exista Dios para hacer injusticias, para cometer el pecado que Dios castiga, es inspiración de un ateísmo práctico. Y por eso, ateo no sólo es el marxismo, ateo práctico es también el capitalismo, ese endiosar el dinero, ese idolatrar el poder, es poner ídolos falsos para sustituir al Dios verdadero. Vivimos tristemente en una sociedad atea. O porque unos favorecen una revolución sin Dios queriendo resolver los problemas simplemente a fuerza humana o porque se está demasiado bien y se idolatra, como si fuera un Dios, el bienestar, las riquezas, las cosas de la tierra. ¡También eso es materialismo ateo! EL DIOS DE LOS FARISEOSHay otra forma falsa de Dios y es aquella que fustigó nuestro Señor Jesucristo cuando se encontró en el mismo templo donde el hombre debe ir a encontrarse con Dios. Se encontró una religión superficial, legalista, utilitaria: los fariseos. ¡Qué latigazos morales los del Divino Maestro que dice: "A Dios no se le adora en un templo o en otro, a Dios se le adora en todas partes en espíritu y en verdad.!" Porque ese Espíritu y esa verdad se habían disipado en un entresijo de leyes, una casuística, un conjunto de prácticas exteriores; un Dios, fruto de una legalidad como que si estuviera contento con sólo ver que se lavaba las manos, como si estuviera contento con aquellos fariseos de vestimentas raras en las plazas proclamando a Dios. Y Cristo les dice: "¡hipócritas, parecen sepulcros blanqueados por fuera pero por dentro llenos de podredumbre!" ¡Cuántas fachadas de piedad, por dentro no son más que ateísmo! ¡Cuántas formas de rezos, cuántas prácticas religiosas meramente exteriores, rituales, legalistas! ¡No son el culto que Dios quiere! Y aquí no importa que arrasemos en esta acusación a nosotros mismos, los ministros sagrados, que muchas veces hemos hecho de nuestro culto un negocio; y puede entrar el Señor con el látigo en el templo: "Mi casa es casa de oración y ustedes la han hecho cueva de ladrones". Este Dios ritualista, este Dios de exterioridades, este Dios de beaterías, este Dios que en el fondo del corazón de quien le está diciendo que lo ama, está recibiendo el ultraje más grande de quien desobedece a su ley y ha hecho consistir su religión, su voluntad santísima, en cosas meramente legalistas y humanas. ¡Qué cuidado tenemos que tener nosotros, queridos hermanos sacerdotes, religiosos, religiosas, seglares piadosos, asociaciones piadosas! Cuantas veces nos creemos los buenos y los otros son los malos. Cuántas veces frente a Dios nos parecemos al hombre de la plegaria que se acercaba atrevido hasta el altar para decirle: yo no soy como los otros hombres: adúlteros, pecadores, injustos, ni como ese publicano que está allí golpeándose el pecho. Y Cristo dice después de esa oración hipócrita: "Salidos del templo los dos, y el publicano humilde el que no se reconocía digno ni de levantar la mirada a Dios, salió justificado. No el otro, el fariseo, el hipócrita, el soberbio, el beato que despreciaba a los otros, porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado." EL DIOS ESPIRITUALISTAOtra forma falsa de un Dios, queridos hermanos, parecida a la anterior, es el Dios espiritualista, es el Dios desencarnado, es el Dios del sacerdote y del levita que pasaron cuando vieron herido al pobre judío y no le hicieron caso. Es el Dios de aquellos que dicen: "¡Ah, la Iglesia ya se metió a política, sólo habla de socialismo, sólo habla de cosas terrenales!" Y es porque ellos quisieran que no se hablara de esas cosas, que no se le hiciera caso al hombre herido. ¡Eso no es religión para ellos! Religión es ir como el sacerdote y el levita al templo a orar y no tener tiempo para atender las necesidades materiales de la tierra. Y se olvidan que Cristo no justificó esa piedad falsa que se desentiende del hombre. Y en cambio alabó como verdadero prójimo al samaritano, que sin ser sacerdote ni levita ni gloriarse de piadoso, se bajó de su cabalgadura y le hizo el bien al herido sin fijarse a quién. Este es prójimo, dice Cristo, haz como él. Este es el verdadero Dios. Por eso, cuando a Cristo le preguntaron: ¿Cuál es el principal mandamiento de la ley? Él juntó los dos preceptos: "El Primero es este: Amarás al Señor tú Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser. Y el segundo es semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo." Cuando la Iglesia predica un Dios desencarnado, cuando los predicadores del evangelio decimos que no tenemos que ocupamos de las cosas de la tierra para alabar solamente a Dios, cuando unas sectas protestantes predican un evangelio y critican a la Iglesia Católica porque reclama los derechos humanos, es el falso modo de adorar a Dios, aunque sea en templos católicos. El verdadero culto a Dios tiene que ser éste: el que encarna ese temor, ese amor, esa adoración, esa fe a lo absoluto, a lo trascendente, en la historia del tiempo, en el momento que se vive. Y desde la fuerza de Dios que trasciende nuestra debilidad, se hace omnipotente la voz de la Iglesia para fustigar, para no dejar pasar el pecado de los hombres que ofende a Dios. Sería falso dios aquel que predicara a Dios y lo elogiara y no le importara que los hombres injustos pecaran contra Él. Estos son falsos conceptos de Dios de nuestra fe. ¿Cuál es el verdadero Dios de nuestra fe?. En las tres lecturas de hoy, hay tres conceptos bellísimos que yo les suplico, hermanos, no se fijen tanto en esta parte negativa, repugnante, odiosa. Solamente la he dibujado así, a grandes rasgos, para que no caigamos en un falso culto a Dios, para que estemos alerta en esta hora de confusiones y no nos dejemos seducir por falsos conceptos religiosos que son muy utilizados para mantener situaciones muy pecaminosas. Sí, fijémonos mas bien en el Dios de Moisés, en el Dios de Cristo, en el Dios de Pablo. Son las tres grandes palabras de hoy. 1º. EL DIOS DE MOISESMoisés, en uno de los capítulos más bellos del Exodo, en el capítulo 34. Yo les invito a que lo lean en sus propias Biblias, este día, no sólo el pequeño pasaje que se ha extraído hoy, sino todo el capítulo. Es un bellísimo momento del pueblo de Israel que siente la presencia de su Dios que a veces se aleja por la mala conducta de los hombres. En este pasaje de Moisés del Exodo, por lo menos estos dos conceptos se descubren y se destacan: 1º, es un Dios monoteísta y 2º, es un Dios vivencial. a) UN DIOS MONOTEISTA¿Qué quiero decir? Monoteísta, un sólo Dios. El Antiguo Testamento no conoció la Santísima Trinidad. El Antiguo Testamento conoció al Dios único. La Santísima Trinidad nos la vino a revelar después Cristo, pero el Antiguo Testamento que trataba de educar la religión de un pueblo que vivía en medio de un politeísmo espantoso; politeísmo se llama ese fenómeno de muchos dioses: poli, muchos, teísmo, dios; un sistema de muchos dioses. A cualquier fenómeno se le erigía un dios: el dios de la tormenta, el dios de la fecundidad, el dios de la ira, etc. Tantos eran que en el Panteón de Roma donde los romanos recogían los dioses de todos los pueblos conquistados, ya no cabían tantos dioses. Y este era el peligro que Moisés, capitaneando el pueblo de Israel que salía precisamente de Egipto politeísta, de un Egipto donde había muchas formas de dioses, Él, que ha recibido del Dios verdadero el encargo de educar en el monoteísmo, en un solo Dios; Dios le reveló esta forma cuando le pregunta Moisés: "Si mi pueblo me pregunta cuál es el dios que me ha enviado, ¿qué le voy a responder?" Y por primera vez en la historia sonó el sagrado nombre: Yahvé. "Dirás al pueblo de Israel soy el que soy." ¿Qué quiere decir esta frase? Hay dos corrientes que explican. Una corriente filosófica quisiera presentar la esencia misma de Dios, el ser. Pero hay otra corriente más simpática y hoy tiene mucha simpatía en el mundo, la explicación histórico-salvífica, es decir: Yo soy el que estoy en medio del pueblo, yo soy la esperanza, la actividad, la protección. No soy un extraño a ustedes, estoy en medio de ustedes. Este es el Dios de Moisés. Por eso digo un dios monoteísta, un solo Dios a quien los judíos en su famosa oración del semá clamaban día y noche: "Oye Israel, uno solo es el Dios, lo amarás con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser". Hasta el israelita más niño sabía repetir esa fórmula del monoteísmo: Uno sólo es el Señor. b) UN DIOS VIVENCIALPero ese Dios uno y único, es un Dios vivencial. Un Dios que vive la historia, un Dios que no es absoluto lejano, un Dios que el pueblo lo siente en las vicisitudes de la historia y él sabe, ese pueblo que tiene su propia historia, que Dios lo ha escogido como un padre a su primogénito. Así se llama Israel en la Biblia, el pueblo primogénito, el más querido, el que siente a Dios como un Padre, el que va con él en todas las situaciones difíciles o gloriosas de la historia. Miren, hermanos, cómo ha pasado todo ese concepto a nuestra hora actual. He aquí unas palabras del Concilio Vaticano II en que, ni más ni menos, el Dios de los cristianos de 1978 es este Dios monoteísta y vivencial. Y por eso quisiera que esta homilía despertara en el corazón de los hombres, principalmente de los más alejados, de los más pesimistas, de los más injustos, de los más pecadores, la conciencia que debió despertar Moisés cuando reclamaba la adoración y el cariño, la gratitud, el amor, la obediencia, a este Dios que no es un extraño sino que va con nosotros. El Concilio Vaticano II dice esto: "El pueblo de Dios movido por la fe que le impulsa a creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia y de los planes de Dios. La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas." ¡Qué preciosa teología de los signos de los tiempos! Los mismos signos de los tiempos, lo estamos viviendo los que tenemos fe en Dios y los que no tienen fe en Dios. El Salvador, este pequeño país, está compuesto de crédulos y de incrédulos, de hombres de fe y de hombres sin fe. Unos y otros viven los mismos signos, unos y otros viven las realidades de las cuales voy a hablar al final, unos y otros han sentido en esta semana los secuestros, las violencias, las injusticias. Pero mientras para el que no tiene fe esto supone un callejón sin salida, un fracaso de la historia: para quienes tienen fe -dice el Concilio- sabiendo que al pueblo creyente lo va conduciendo el Espíritu de Dios, lo hace interpretar en una forma más humana los acontecimientos de la historia. Este es el Dios verdadero, el Dios vivencial, el Dios de Moisés, el Dios de la historia que no solamente salva en la historia de Israel sino que salva en la historia de El Salvador, y ha puesto una Iglesia para que proclame esa fe en el Dios verdadero y purifique del pecado la historia y santifique la historia para convertirla en vehículo de salvación. Esto quiere la Iglesia en El Salvador: hacer de nuestra historia patria no una historia de perdición, no una historia de ateísmo, no una historia de abusos y de injusticias; sino hacer una historia que corresponda a los ideales de Dios que ama a los salvadoreños. Si Moisés hubiera sido salvadoreño en 1978, hubiera oído junto a la zarza ardiendo, la misma voz del Yahvé que escuchó cuando lo mandó a sacar al pueblo de la tiranía del Faraón: "Soy el Dios que está con vosotros." Hermanos, llenémonos de esta gran confianza en este día en que nuestra Iglesia nos invita a ir a las fuentes de nuestra esperanza, de nuestra religión; encontrarnos con el Dios verdadero, el Dios que nos ama como padre a su familia. 2º. EL DIOS DE CRISTONo es difícil entonces pasar al segundo pensamiento. Como dice San Pablo, una frase pintoresca, bellísima: ¡El Dios de nuestro Señor Jesucristo! Repitámoslo mil veces en nuestra meditación y sepamos que ese Dios de mi pueblo es el Dios de nuestro Señor Jesucristo. Para eso vino Cristo al mundo. Aquí tenemos la tercera lectura de hoy, el evangelio, en que el mismo Cristo nos está diciendo la gran revelación: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo, para que no perezca ninguno de los que creen en Él sino que tenga vida eterna". Para esto viene el mensajero de la vida eterna, el Hijo único de Dios, aquel que en su esencia divina ha recibido en calidad de Verbo, de Hijo, toda la naturaleza eterna de Dios, toda la vida que no tiene fin, la luz de todas las tinieblas, la solución de todos los problemas, el amor de todas las desesperanzas, la alegría de todas las tristezas. Quien tiene a este Hijo de Dios no le falta nada. EL QUE CREE EN MI, NO SERA CONDENADO"El reino de dios ya está dentro de vosotros -decía Cristo- si lo aceptáis". Por eso la tremenda palabra con que termina hoy el evangelio: El que cree en Él, no será condenado, pero el que no cree -óiganlo bien hermanos- el que no cree en este Hijo de Dios. . . El que no cree en este Cristo, el que no cree en esta Iglesia que es su esposa y su prolongación, ¿qué sucede con él? No habla en futuro que será condenado, sino que aquí traslada el futuro del que será condenado ya con una condenación presente, dice: "El que no cree ya está condenado porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios." Ya es un infierno el corazón del hombre incrédulo. No sé cómo pueden vivir los hombres sin fe. No sé cómo pueden vivir los materialistas. No sé cómo pueden vivir los idólatras de las idolatrías de la tierra, los que por defender estas cosas mezquinas, pasajeras del mundo que han de dejar con su muerte, dejan de amar y de creer a aquel que trajo la vida eterna y nos pide como condición para dárnosla, que creamos en Él y que nos demos así como el Padre en señal de amor nos entrega a su Hijo. Fíjense qué palabra, es palabra sacrificial, "entregar". Como cuando Dios le pide a Abraham que le sacrifique a su hijo Isaac, Abraham se lo entrega; como cuando una persona enamorada le pide a otra persona objeto de su amor: si me quieres entrégame tal cosa, y a veces, entrégate a ti mismo. Esa entrega, ese darse, Dios lo ha realizado: "De tal manera amo Dios al mundo que nos entregó a su Hijo para que salvara al mundo". Pues así también dice Cristo en respuesta: "el que cree en Él. . ." Creer es entregarse, creer no es sólo asunto de cabeza. Las verdades eternas sí hay que creerlas, pero no basta. Dice Santiago: "También el diablo cree que Dios existe y, sin embargo, no se salva nunca". Creer no es sólo cosa teórica, creer es un acto de voluntad, creer es María cuando le dice al ángel: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Eso es fe: entregarse. Fe es la del niño cuando el papá poniéndole las manos le dice: "¡tírate!" Y el niño se lanza al vacío con la seguridad de que las manos de su padre no lo dejarán caer. Esto es fe. Esto es lo que dice Cristo: "El que cree en Mí, no será condenado". El que se entrega, el que no desconfía, el que aún en las horas más difíciles cree y espera, no será condenado; pero el que no cree, el que no quiere dar el brinco a los brazos de Cristo porque está más aferrado a sus cosas terrenales, el que no cree, el que no tiene confianza en Dios, el que no cree que Dios va con nuestra historia y nos va a salvar, ya está condenado, ya su vida es un infierno. Por eso quizás hay tanto infierno en nuestro ambiente, porque son acciones diabólicas las que estamos sufriendo... y la fe en el corazón de los salvadoreños. DIOS ES AMOR QUE PARTICIPA CON TRES PERSONAS: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO¿Qué otra cosa es el Dios de nuestro Señor Jesucristo? El Dios de nuestro Señor Jesucristo no es un Dios único y solitario. Aquí viene la gran revelación que le da nombre a la festividad de este domingo, domingo de la Santísima Trinidad. Fue Cristo el que nos vino a hablar de que Él es Hijo de un Padre; y que con el Padre nos enviará después de su muerte y su resurrección, un Espíritu Santo que vendrá a enseñarnos la verdad y a fortalecer esta Iglesia. He aquí la revelación grande. Dios no es un ser solitario, Dios es tres, Dios es familia, Dios es comunión, Dios es amor que participa con tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Allá en el Jordán, cuando Juan Bautista bautiza a Cristo, el evangelio nos hace esta gran revelación: La voz del Padre que se oye: "Ese es mi Hijo muy amado", y la presencia del Espíritu que exhala el amor del Padre y del Hijo en forma de una paloma blanca que posa sobre la cabeza del bautizado divino, el Espíritu Santo. Lo mismo fue en el Tabor, el Padre y la nube luminosa que es como el Espíritu y el Hijo envuelto en esa nube de amor y de gloria: Padre Hijo y Espíritu Santo. A Cristo le debemos la gran revelación de que Dios puede ser amor porque no es un gran egoísta solitario. Es amor porque se transmite y se entrega toda su naturaleza divina. Sin perderla, el Padre da al Hijo y al Espíritu Santo; sin perderla, el Hijo la da al Padre y al Espíritu; y sin perderla, el Espíritu la da al Hijo y al Padre. El gran misterio que solamente cuando Dios nos conceda en la gloria lo que los teólogos llaman el 'Lumen gloriae" -la luz de la gloria- para comprender las cosas sobrenaturales, veremos qué inmensa fuente de luz, de alegría, de amor, tiene que ser la Santísima Trinidad. Tal vez el nombre, un poco femenino, no nos dice toda la majestad y la belleza de ese Dios trino y uno, de ese Dios majestad y poder, de ese Dios amor y sabiduría; de ese Dios creación de todo cuanto existe. Ahí sí vendría bien, a la luz de este amor trinitario, comprender la belleza de la creación. Sólo cuando vemos al Dios de nuestro Señor Jesucristo iluminando nuestras auroras y nuestros mares y nuestros volcanes, entonces sí comprendemos que Dios haya creado un mundo por amor para darlo a sus hijos, con quienes quería entablar una comunión de familia. Y así la tierra se comprende que gima bajo el peso del pecado, porque los hombres no han sabido comprender que todo cuanto se ha creado es para la felicidad de todos los hombres y no para instalarse cómodamente en esta tierra. 3º. EL DIOS DE SAN PABLO.Y finalmente, queridos hermanos, el Dios de San Pablo. Y aquí sintámoslo ya nosotros una sola cosa con Pablo, el gran cristiano, el Dios de nuestra comunidad. Es la segunda lectura donde se contiene uno de los pasajes más nítidos de las funciones de esa Santísima Trinidad en relación con los hombres. Y si nuestro Dios es un Dios vivencial, un Dios de nuestra historia, un Dios de nuestra Iglesia, aquí tenemos hermanos, para profundizar ¿qué está haciendo este Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo? No solamente conversando y siendo felices allá en su cielo y olvidándose de la tierra, como tres grandes señores que sumamente felices no les importa la caravana de peregrinos que ha creado. No, al revés. Ese Dios como que vuelca toda su capacidad de Dios sobre esta comunidad que quiere ser la Iglesia; y la Iglesia, fermento de la comunidad de toda la humanidad. Miren lo que dice San Pablo: "La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros". A mí me parece esta palabra como la de la primera lectura cuando nos dice: "El Señor bajó en la nube y se quedó con Moisés allí y Moisés pronunció el nombre del Señor". Esto es la Iglesia, un Sinaí donde Dios ha bajado y se queda con nosotros. ¡Ah! si lo sintiéramos hermanos. ¡Ah! si sintiéramos esa presencia divina como la sentía Moisés en la cumbre del Sinaí. La Iglesia es el Sinaí donde ha bajado la Trinidad Santísima en esas tres grandes donaciones que San Pablo menciona hoy: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo", el Hijo en primer lugar porque Él fue el mensajero y por Él conocimos lo primero. Él nos dio la gracia. Gracia quiere decir el perdón de sus pecados; gracia quiere decir el habernos hecho hijos de Dios; gracia quiere decir el bautismo que hizo de tu niño, de un hijo de la carne un hijo de Dios; gracia quiere decir la mano del confesor que tú, agobiado de pecados, sientes que te quita toda la carga; yo te absuelvo de tus pecados; la gracia de nuestro Señor Jesucristo es mi mano cuando dentro de un momento les voy a dar la comunión, el cuerpo de Cristo, la vida de Dios. Mi palabra no es mía sino palabra de Dios y si llega al corazón de muchos que necesitan luz, consuelo, alegría, esperanza, no es virtud mía, es Dios que por mi medio está comunicando la gracia de nuestro Señor Jesucristo. El amor de Dios, el amor del Padre, de allá arrancó todo. Tanto amó Dios al mundo, hermanos, no nos hemos redimido porque haya existido un sólo hombre que haya sido digno de atraer de Dios su perdón, su reconciliación. Todo arrancó de una iniciativa divina, no lo olvidemos. Cuando nos sintamos mejores que otros no nos enorgullezcamos porque todo procede de Dios. El que tú no hayas caído en crímenes que criticas, se lo debes a Dios que no te haya dejado caer. Y el pecador que ha caído en los abismos más profundos, sepa que su redención no depende de él sino de Dios. Pídale misericordia. Por eso decimos al principio de la Misa: "Dios tenga misericordia de nosotros". La iniciativa de Dios, de donde arrancó el deseo de enviar a su Hijo, todo fue una iniciativa de Dios, el amor del Padre. Y cuando el Padre envió al Hijo y el Hijo redimió al mundo muriendo en la cruz y retornando al cielo, de aquel cielo viene -dice San Pablo- la comunión del Espíritu Santo. Comunión, una vida común, un lazo que une la vida de Dios y la vida del hombre. Una corriente que circula de Dios a la humanidad y de la humanidad a Dios. Esta es la religión, esta es la Iglesia. Por eso en la Iglesia están estas energías: la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo. Miren cómo la Trinidad Santísima logra entonces hacer de los hombres la comunión, la comunidad. Y esto es la Iglesia. "La Iglesia -dice el Concilio desde su primera línea- es el sacramento que une a los hombres con Dios y une a los hombres entre sí. Ahora si quiero fijarme, queridos hermanos, cuando yo pienso en esta comunidad de hombres y concretamente de nuestra querida Arquidiócesis, la siento tan divina que siento aquí la iniciativa de Dios que nos congrega, la gracia de Jesucristo que nos da fe y la comunión en el Espíritu Santo que nos aglutina, que nos eleva, que nos alegra, que nos consuela. Pienso en este instante, en esta comunidad Arquidiócesis, peregrina en estos cuatro departamentos, tan bonita, tan encantadora en sus Comunidades de Base, donde los hombres, los jóvenes, las mujeres, se conocen cada vez más íntimamente y sienten que en su corazón que los une, está el amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión del Espíritu Santo. Por eso insisto tanto, queridos hermanos, en que haya más y más Comunidades de Base. No es un invento de nuestros últimos tiempos, es la gran necesidad de que los hombres cristianos se conozcan, se amen, vivan juntos concientizándose en esta energía divina. HECHOS DE LA SEMANA HECHOS ECLESIALESEs aquí donde yo quisiera ahora alegrarme con esta comunidad que ha vivido en esta semana momentos muy felices, como fue el día del Seminario. El resultado ha sido mucha oración por los seminaristas y también mucha ayuda, aunque no toda la necesaria, pero de manera especial quiero agradecer a la Jornada del Sacrificio Voluntario que por medio de la Srita. Refugio Alvarez, entregó como fruto de su sacrificio 1.000,00 colones para el Seminario. En este mismo ambiente y como un signo sensible de esta comunidad que es la diócesis, se levanta este templo, la Catedral, que precisamente por ser el signo de la Iglesia tiene que ser el blanco de las contradicciones, objeto de muchas murmuraciones pero también objeto de mucha generosa colaboración. Yo les invito a mirar hacia arriba cuando salgan de la Misa y se den cuenta de lo avanzado que van los trabajos de nuestra cúpula y que nos animemos a ayudarla, que la construcción de una Iglesia tiene que ser el producto de todo: No tiene que ser solamente la ayuda, el subsidio, la cosa oficial, sino que tiene que ser el esfuerzo -aunque pequeñito- de todos los que nos sentimos miembros de esa Iglesia significada en su Catedral. Me quiero alegrar también al hablar de esta comunidad que el espíritu de Dios ha creado en nuestra tierra, mi visita inolvidable a la Laguna, a Comalapa, a la Junta. Tres pintorescas comunidades en aquellas pintorescas lejanías del departamento de Chalatenango. ¡Qué amor del Padre hay en aquellos corazones, qué gracia de Jesucristo hay en la santidad de aquella gente y qué comunión en el Espíritu hay en aquel amor que hacía sentir un sólo corazón y una sola alma en las misas que allá celebré, y sobre todo en las reuniones que luego tuvimos con los agentes de pastoral! Igualmente sentí esta comunión en el Espíritu, anoche, cuando estuve en la colonia Morazán junto con las religiosas de la Asunción y los que allá patrocinan la co-familia de Dios. Zona muy pobre pero que el amor la hace feliz. Hablando también de estas misioneras, alma del trabajo en aquella zona chalateca, las Carmelitas Misioneras, a quienes felicito de todo corazón. Y una felicitación también a las Franciscanas de la Inmaculada que ayer celebraron 50 años de vida en El Salvador; desde que Monseñor Belloso y Sánchez las instaló en Zacatecoluca y que ahora florecen con muchas vocaciones en todo Centro América. Esta comunidad Arquidiócesis, quiere también avisar para que celebremos con mucho entusiasmo nuestro Corpus que va a ser el próximo domingo. Propiamente sería el jueves de esta semana; pero como ya lo hemos dicho, estas fiestas importantes se trasladan al domingo. Y el domingo a las 4 de la tarde, aquí en Catedral, les espero a todos para que celebremos nuestra solemnidad de Corpus como un homenaje a aquel Cristo que es alma de nuestra Iglesia. HECHOS DE LA VIDA CIVILAhora bien, hermanos, desde esta comunidad animada por el Espíritu de Dios, como Israel en Egipto o en su peregrinar por el mundo, sentimos también que va pasando nuestra peregrinación por horas muy difíciles. Y aquí quiero mencionar atentados terroristas de esta semana. Se ametralla la Corte Suprema de Justicia. Se secuestra a don Ernesto Sol Meza, a don Luis Méndez Novoa y al Sr. Fujío Matsumoto. Y una vez más tenemos que decir no a la violencia y recordar ante estos tres nombres y estas tres familias que están sufriendo esta situación, la palabra y el recuerdo del Papa Pablo VI que, precisamente en estos días, ha pronunciado otro No a la violencia a propósito del secuestro y asesinato del político y cristiano, Aldo Moro. Por falta de tiempo no les leo el precioso mensaje escrito con su propio puño y letra del Papa Pablo VI a los secuestradores para decirles: "No los conozco, pero sí que deben tener un poquito de sentimiento humano con alguien que no merece esa suerte, que es digno de todo nuestro aprecio". Podemos decir, hermanos, la violencia no se puede justificar, siempre es inútil, siempre hace mucho mal. Y sí es cierto que en la moral católica hay situaciones de guerra justas, pero es cuando se han agotado todos los medios razonables, pacíficos. Y por eso también, en esta señalación de represiones y de violencias, mencionemos la toma de la Cruz Roja por el Comité de Madres de Presos Políticos. Mencionemos el ejército reprimiendo una manifestación de campesinos en Zacatecoluca y como consecuencia: dos muertos perseguidos hasta el Cantón El Espino. Recordemos también que hace un año fue ocupada y ultrajada la población de Aguilares, profanada la parroquia, expulsados tres sacerdotes que nos ayudaban tanto en aquella región. He de mencionar también en este ambiente de violencia, el ultraje de que fue víctima el querido sacerdote Francisco Mejía, recordándoles que todo aquel que pone manos violentas en un sacerdote, queda por el mismo hecho excomulgado; y aunque no se crea en la excomunión es un hecho que Dios margina de la comunión de su amor en el espíritu a aquel que comete pecados tan graves. También en esta semana se terminó la última etapa del Seminario sobre la Reforma Educativa y quiero felicitar a los representantes de la Iglesia que hicieron oír la voz de sus criterios. Y espero que una representación tan conspicua, como fue la de la Iglesia aquí en San Salvador, sea tenida en cuenta por las autoridades de educación, ya que la Iglesia habla con un sincero amor al pueblo, por el cual se ha tenido ese seminario. También se entregó, como se había prometido, el nombramiento de Ciudadano Meritísimo a nuestro querido Mons. Chávez y González. Como yo tenía que andar en aquella misión por los pueblos de Chalatenango que ya mencioné, no pude estar con él. Mi criterio al respecto, ya lo dije en una homilía hace quince días. También quiero decirles que Monseñor Revelo bendijo el principio de un edificio para ayudar a los damnificados de los incendios. Ha sido una presencia de la Iglesia con una clase de gente que merece el apoyo de nuestra Iglesia. Por eso les suplico que en este gesto, miren eso, la presencia de una Iglesia que no puede desentenderse de aquellos que sufren. PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAREsto es, hermanos, la realidad de nuestro peregrinar actual por la vida, pero ante todo que no se nos olvide que este peregrinar de nuestra historia en medio de tantas vicisitudes, va acompañada de aquel Dios de Moisés, de aquel Dios de nuestro Señor Jesucristo y de este Dios que está presente en nuestra comunidad porque es el amor del Padre, la gracia de nuestro Señor Jesucristo y la comunión en el Espíritu Santo. Nuestra fe proclamémosla ahora, limpia de toda falsa idea de Dios, para creer y con amor agradecer al Dios presente en nuestro pueblo. El credo será cantado. Creemos en un solo Dios, Padre. . . |
Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero,[1] fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral. Archivos
Agosto 2021
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