El sentido fundamental de la tradición Bíblica pasa por los crisoles de las generaciones y se ve afectada por la interpretación o lo que llamamos “exégesis” del tiempo. La manera en que leo, veo y ejecuto la interpretación Bíblica, aunque la vea bajo el crisol desde donde fue escrita, la esencia de esa tradición nunca puede estar a disposición de nadie para interpretación.
Jesús en el Evangelio nos pone en relieve en más de una ocasión cuál es la esencia de esa acción de la Palabra enraizada por generaciones. El amor… Si bien es cierto que la definición y la ejecución del amor ha sido y será rescrita por cada generación para adaptarlo a sus elementos morales, culturales y de conveniencia; la realidad intrínseca del asunto es que el amor no ha cambiado desde su origen, solo la interpretación a esa tradición del amor. Nietzsche en su obra “Así hablo Zaratustra” acuñó el concepto dios-tapahuecos. Ese mismo concepto se ha utilizado a lo largo de la historia de muchas maneras para definir las veces que usamos a conveniencia nuestra a Dios. Cuando yo me siento con la autoridad de usar a Dios como tapahuecos es ahí donde sabemos que nuestra tradición se ha roto. El amor es uno y así ha sido definido por el propio Dios desde antiguo. La definición de Dios sobre el amor parte de la premisa de que Él es el amor y desde Él emana todo. Si es así; ¿A quién debo amar primero, a mí o Dios? Cuando repasamos la realidad de nuestra predicación moderna vemos que no solo está influida en las tendencias culturales, históricas, políticas y personales, sino que está influenciada también por la realidad de tendencias psicológicas, sociológicas y experimentales que tomamos como verdades evangélicas. Tomar una ciencia y sin hacer el propio escrutinio con teólogos que ayuden y contribuyan a esa reflexión, no es otra cosa que traer alegadas verdades experimentales, psicológicas o políticas como la nueva predicación del Evangelio. El Evangelio tiene un solo punto de partida, el amor. Si yo no logro ver, entender y expresar ese punto de partida del Evangelio, entonces tengo una carencia real de la verdad en mí. Desde la mirada de Platón podemos resumir que: “Algo se mueve. Luego algo ha hecho que haya movimiento.” Si Dios es amor y él es el principio y el fin de todo, la presunta lógica nos lleva a que le debo amar a El primero. Si la reacción en cadena de un movimiento inicial, no hecho por mí sino por Dios, desencadena una serie de movimientos, amor, es entonces como la lógica razonada cientos de años atrás tiene un sentido monumental para ver como Dios nos amó primero y la consecuencia de ese movimiento primero de Dios tiene como resultado que el ser humano ame primero a Dios y luego a el mismo. Aunque pueda sonar lógico, la realidad es que no necesariamente es lógico en las realidades de nuestro mundo. Durante varias décadas se ha dispersado una agresiva campaña de autoestima y de la nueva era que ha tenido como efecto rebote el que las personas se sientan tan empoderadas que entiendan que deban amarse ellos antes que a Dios. El resultado de esto es el vacío de las personas en su relación con Dios. Tenemos relaciones vacías, a medias o huecas que no tienen sentido porque yo entendí que podía relegar a Dios. El texto de Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica nos dice: “Parece que todo lo que existe en el mundo, y supuesto que Dios no existe, encuentra su razón de ser en otros principios; pues lo que es natural encuentra su principio en la naturaleza; lo que es intencionado lo encuentra en la razón de ser en otros principios; pues lo que es natural encuentra su principio en la naturaleza; lo que es intencionado lo encuentra en la razón y voluntad humana.”[1] Tomás contesta a la objeción, no alegando la necesidad de Dios para probar algo en el mundo, sino apelando a la necesidad de Dios para que este mundo sea posible, para que la causalidad natural y aquella de la libertad humana sean posibles. Dios nos enfrenta con nuestras palabras y pensamientos para que nos escuchemos. Las cosas en el mundo no están bien. Es más fácil propagar el odio y el rencor que el amor. Eso en sí mismo, es un signo claro y transparente de que algo no está bien. Cuando buscamos desde los pulpitos de cualquier Iglesia la razón de porque las palabras parecen no llegar a todo el pueblo, debemos iniciar esa reflexión con un análisis profundo y concreto de la enfermedad. Algo está roto, hablamos de amor, pero somos tímidos en abrazar ese amor que nos libera. El teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer viviendo uno de los tormentos más grandes de su vida, es inspirado para crear un debate sobre el precio de la gracia. Él hace una alocución a definir los términos la gracia “barata y la gracia “cara”. Esta mirada profética para la Iglesia de hoy, es la sencilla conclusión de porque nos hacemos la pregunta o el planteamiento de a quién debemos amar primero. Él dice: “La gracia de alto costo es el Evangelio que debe ser buscado, el don que debe pedirse; la puerta que un hombre debe golpear”. La consecuencia directa de esa afirmación es la búsqueda perpetua y constante del amor…de Dios. Aristóteles en su obra titulada Metafísica nos dice: “Si por consiguiente, Dios se halla siempre tan bien como nosotros algunas veces, es cosa admirable; y si se halla mejor, todavía más admirable. Y así es como se halla. Y tiene vida, pues el acto del entendimiento es vida, y Él es el acto. Y el acto por sí de Él es vida nobilísima y eterna. Afirmamos, por tanto, que Dios es un viviente eterno nobilísimo, de suerte que Dios tiene vida y duración continua y eterna; pues Dios es esto."[2] No bien de principios de las mejores obras filosóficas de la humanidad, hay reconocimiento intrínseco sobre lo que Dios es y su lugar perfecto y perpetuo. Pero, aunque haya citado algunos filósofos y teólogos, la realidad es que podemos ver con claridad la respuesta a nuestra pregunta en dos porciones del Evangelio. Primero vemos en Mateo 22: 36-40: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” El segundo tomado de Marcos 8: 34-37: “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” La primera porción del Evangelio de Mateo es el propio Jesús estableciendo un orden específico y particular de vivir el mandamiento. Él no hace una invitación, sino que hace una fuerte y contúndete declaración sobre el amor a Dios primero y punto. Luego vemos nuevamente a Jesús en el Evangelio según Marcos, haciendo nuevamente una afirmación categórica, quieres seguir a Cristo, quieres vivir en Cristo, niégate a ti mismo. El abandono a la voluntad propia y a uno mismo, es la confirmación básica de que está buscando Dios. Dios quiere que le ames a el primero porque la consecuencia de amarle es activar un movimiento en el universo que como consecuencia activa tendrás amor por ti y por los demás. Creo y sostengo como una verdad absoluta y evangélica que Dios es, debe y será el principio y el fin de nuestras vidas, nuestro primer amor. [1] Suma Teológica I q 2 a 2 obj 2. [2] Metafísica XII, 7 (1072 b)
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Es una pregunta interesante y a la vez compleja: ¿qué debe esperar la persona de este siglo de sacerdotes, pastores(as)? O al simplificarla, ¿qué debe esperar la persona de este siglo de mí?
Es una pregunta compleja y a la vez sencilla. No es sencilla por pretender que sea simple, sino que la repuesta radica en su esencia. Lo que deben esperar es a Cristo… No pretendo implicar que deben esperar la divinidad rodeada sobre Cristo, sino su opción preferente de mantener los ojos en los del Padre. Durante años muchas sociedades han creado estereotipos de los religiosos, algunas veces rayando en la divinidad, creando una especia de clase aparte a los demás. Eso ha logrado levantar murallas entre los pastores(as) y sus ovejas. Pero más aún cuando algunas personas utilizan esas barreras para aumentarlas y ver abismos imaginarios y de esa manera tratar o juzgar a aquellos que cometimos el error ante el mundo de decir un sí al vacío y al todo, a la fe, a Dios. Si cualquiera de los hombres y mujeres que ya están con Dios regresarán para vernos y ven que hemos pretendido endiosarlos ellos con el fin de ponerlos entre Cristo y nosotros, se enojarían. Probablemente, lo más simple es vernos como ángeles levitando en la tierra, pero quizás la voz de la mayoría de nosotros grita con desesperación al recordarles que no somos nada y con eso y todo, Cristo se fijó en nosotros. Existe una desesperación del demonio de diezmar el ejército de Cristo, que el ataque viene por todas partes y es difícil sostenerse dentro de estas circunstancias, pero son en los momentos que parece que la brisa de la montaña se ha ido cuando Cristo nos recuerda que somos y para qué fuimos elegidos. Somos insignificantes en un mundo que busca todas sus repuestas en el teléfono. Somos inservibles en un mundo que busca pisotear a los demás, de subir por consecuencia del odio y el rencor y no desde la libertad del amor. Somos falsos profetas porque el mensaje debe adaptarse a como los demás se sienten y no a lo que Cristo quiere decir. Atendemos almas que se asfixian por la necesidad de ser amadas, consoladas, ungidas. Pero también esas almas buscan dentro de este mundo moderno, en el que nuestra relevancia ha sido empujada a un basurero, asfixiarnos con desprecios y burlas. El ejercicio de superioridad se ha elevado tan alto que aquellos que guiaron a la sociedad a entrar en los siglos pasados y presentes nos convertimos en meras exhibiciones de museos. Sabes que debes esperar de nosotros… Amor. Cuando estés asfixiado(a) y cansado(a) allí estaré, en la misma trinchera que me dejaste, pero que Cristo convirtió en un santuario. En la misma cueva en donde pretendiste asfixiarme, pero Cristo la convirtió en un cuarto de brisas. Estoy y estaré allí donde Cristo me dejó para transformar las heridas en cicatrices y así convertirme en signo de amor. Estuve viendo una serie de TV de empresas y tecnología donde el personaje principal pasaba muchas penurias para tener éxito. Llegó un momento que logró tener una victoria y comenzó a reaccionar de una manera extraña, y él dijo que no sabía como debe reaccionar o comportarse ante la victoria porque llevaba tantas derrotas que es difícil ver o sentir el sabor de ganar.
El mal nos rodea… Nos rodea de tal manera que muchas veces nos podemos sentir como esta historia anterior nos impacta, porque abrumados sin saber que es una victoria, dejamos pasar esos pequeños momentos de alegría. A muchos no les gusta hablar de esto porque suena más atractivo hablar de esto cuando los poderosos oprimen a los pequeños. ¿Pero qué sucede cuando es el pequeño quien está oprimiendo al pequeño a consecuencia del mal? La consecuencia del mal está impregnada en muchos escenarios incluidos en los chismes, las habladurías y las faltas de respeto a Dios. Hemos tratado de vender a un pueblo una amplitud de Dios que ha desembocado en que el pueblo sopese la realidad de la gracia “barata”. Creemos que debemos buscar el mal en pecados grandes o en personas que identificamos como malas, pero no vemos como el mal se propaga en nosotros por pequeños momentos alimentados de rencores, odios y malas intenciones. Los cristianos modernos les cuesta decir si está alimentado el mal porque estaría aceptando ser un soldado de demonio. Cuando atacas, lastimas o hablas mal de un siervo de Dios porque te sientes con la autoridad para hacerlo, aunque Cristo nos dijo que: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Mt 7:3) La arrogancia de nuestro orgullo se convierte en un instrumento de destrucción y de pecado. Y no logramos ver cuando en el afán de seguir adelantando el mal nos cautiva de tal manera que no podemos ver cuando empujas inclusive a siervos de Dios. Es en Mateo 9:42 cuando Jesús dice: “Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.” Pero el mal no es nuevo, ni una tendencia moderna. El mal ha existido por muchos años y logra aprender de cada generación y se esconde entre la nueva generación. Pero si algo hemos aprendido es que el mal no es infinito porque termina devorándose así mismo. En Mateo 6: 24 hay un recordatorio vital para nuestra vida de amor: “Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.” Elegir a quien serviremos permitirá que el mal se disipe; si elegimos a Cristo nuestra Pascua, nuestra paz. Anímate, elige… Cada ser humano marca mi vida de alguna manera. Quizás estarán de acuerdo conmigo que algunos seres marcan tu vida de manera no tan positiva, pero otros son extraordinarios. A esos creo que dedicarle unas líneas en las que uno comparta esa marca son un tributo silencioso a la obra de Dios. Hace unos días ya, perdí a un ser que provocó una marca linda en mi vida. Conocí a Frances hace ya más de 1 año y tuve el privilegio de acompañarla en el peregrinar de la fe. Aunque al principio buscaba la manera de alejarse, porque no le gustaba lo que yo representaba. Ella veía en mí, en aquel momento, la “Iglesia” que la rechazaba, la juzgaba, la maltrataba. Esa “Iglesia que profesa amar a todos, pero, por otro lado, medimos con una vara muy distinta a lo que decimos”. Eso vivió Frances, así que el primer tramo de nuestra relación fue lejana. Ella ayudaba en algunas cosas en la Iglesia, pero no iba los domingos. Ella y su pareja comenzaron a inquietar en mí el pensamiento de como una Iglesia debe predicar nuevamente el Evangelio, pero hacia adentro y no hacia afuera. Y digo hacia adentro porque los que ya escuchamos el Evangelio debemos leerlo nuevamente.
A lo largo de los meses, Frances y yo comenzamos a hablar, a tener espacios en donde me compartía sus inquietudes y yo le escuchaba. Con el tiempo ella fue diagnosticada nuevamente con cáncer. Fue una noticia complicada, pero con la ayuda de su pareja y familia extendida, levantó los ojos a los montes y dijo: “¿De dónde me vendrá el auxilio? El auxilio solo viene del Señor que hizo el cielo y la tierra.” Comenzó, pues, el combate de la enfermedad y de lo relacionado con ello. Fueron meses complejos, muy difíciles para ella y los que le rodeaban. Hasta que un día llego al hospital porque la situación estaba más complicada. Buscó la manera de tener ánimo, estuvo en varias habitaciones y en cada una de ellas compartió diferentes conversaciones conmigo. Hablamos de todo, pero de lo que más hablamos fue del amor. Ella estaba enamorada del amor de su vida, como ella lo describía. Ella no podía entender si amaba como otros, podían rechazar su amor. Ella y Katy, dieron un testimonio vivo del amor. Ellas sabían que tenían que trabajar en su relación, pero buscaban cada día la manera de profesar nuevamente el amor y vivir a plenitud la frase de Don Cholito: “Encabuya y vuelve y tira”. Mientras pasaban los días había momentos que se veía mejoría, pero otros no. Hasta que un día llego a intensivo y no salió más. Tuve el honor de asistirle, orar y acompañarle en el tránsito de la muerte hacia la vida… Yo fui testigo de las lágrimas de Katy y su familia. Vi como vivía el amor y tenía pánico de cada vez que sonaba el teléfono, no quería escuchar la llamada que la iba a separar por completo de su amor. Yo fui testigo de ver las marcas de lágrimas en el rostro de Frances, en algunas ocasiones pensaba que era porque estaba luchando, pero en otras vi que lloraba también por su amor. Vi su fe, vi como mi fe se arraigaba a la de un Dios que es pleno, hermoso y maravilloso; aun en las situaciones más complejas de la vida se hacía presente para hacer comunión con El. Ella comprometió a Katy y me pidió que les casara, yo inicie conversaciones con ellas, pero el tiempo no alcanzó. Pero hoy creo que no fue necesario que yo proclamara las palabras, porque ellas vivieron hasta el último minuto las palabras que hubiese proclamado: “Lo que Dios unió el hombre, no lo separe”, ellas lo lograron hasta que la muerte las separo. Dios, los que acompañamos y el personal del hospital, perpetuamos ese amor en nuestros recuerdos. Amiga… Descansa en paz porque viviste el amor y nuestro Señor te recibió, en libertad… Recuerdo a un doctor en teología sistemática que me dijo una vez que los seres humanos tratamos de hacer grandes reflexiones de lo que Dios dijo en palabras sencillas. Hoy quiero meditar en el mandamiento, no matarás. Si le preguntamos a alguien que tu crees a que se refiere este mandamiento, probablemente la mejor reflexión de todos sea el no matar a un ser humano. Quizás es lo que durante años se nos ha enseñado en diferentes momentos. Pero me pregunto: ¿es a lo único que se refiere?
Creo que en este mundo en que vivimos hay otras maneras de matar. Creo que una de las que ha tomado mucho auge es por medio del chisme. Criticamos cuando otros crean chismes gigantes o cuando hay programas de TV o radio que promueven el chisme, pero ¿cuantas veces nosotros somos autores o patrocinadores de ello? El chisme es el arma de destrucción masiva que acribilla a los seres humanos. Cualquier persona puede inventarse lo que sea y otras tantas, conociendo a la persona o no, lo recrean, lo expanden y lo transportan. Tiene la capacidad de destruir reputaciones, destruir familias, destruir a personas que estaban dispuestas genuinamente a ayudar. El problema del chisme no es solo que lo escuchemos, lo que nos convierte en cómplices. Sino que también el chisme agrupa otras vertientes y daños colaterales. Te crea dudas, te crea escepticismo, te debilita. Imagínense a la persona que decidimos acribillar con toda esa atención, vayan y vean a esa persona que decidimos matar con nuestras palabras, con las invenciones con la humillación. ¿Cómo se sentirá? Somos y seremos culpables de asesinatos múltiples en nuestra sociedad sino comenzamos a detener estas cadenas complicadas que lastiman a muchos. Somos y seremos cómplices sino hacemos algo. Ese algo no solo esta en no repetir el chisme, sino armarnos de valor y defender lo que es lo correcto, por que alegadamente nos llamamos cristianos. ¿Qué hubiese hecho Cristo? En varios momentos del año podemos detenernos y mirar a esa sencilla mujer que se convirtió en tabernáculo para el Salvador del mundo. María no era una mujer de grandes pretensiones, pero si de un corazón dispuesto a Dios. Eso se puso a prueba en muchos momentos de su vida, ya que la realidad que enfrentaba no era sencilla. Quiero subrayar que dentro de todos hay unos momentos en particular en donde su corazón se puso en pausa. Durante su embarazo mientras salió a Egipto a proteger al niño, en el nacimiento, en la revelación frente a los Magos, en la muerte y en la resurrección.
Yo me imagino a esa mujer delante de su hijo a quien ama con locura tener que enfrentarse a esas circunstancias desde muy pequeño y en cada una ella no poder hacer nada y solo confiar absolutamente en Dios. Eso definitivamente puso el corazón de María en pausa. Para el poner el corazón el pausa es ese momento en el que todo lo que tienes que detener y que sabes que no esta en tus manos nada. Ese momento en el que sientes y ves como Dios te dio signos de que solo El moverá las montanas. Ese momento en que Dios te invita a poner tu corazón en pausa es único, especial y complicado. No es lo mismo leer y decir que confío en Dios, que sentarse poner el corazón en pausa y confiar ciega y absolutamente, cuando por naturaleza el ser humano es inquieto y quiere resolver todo. Es un don que todos tenemos que vivir y experimentar para hacerlo nuestro, pero que pocos estamos dispuestos a dejarnos obrar. Si de verdad uno cree en Dios, en su misericordia y en su amor, tenemos que ejercitarnos en la caridad de su voluntad. Confiar que aun en el medio de la tormenta la mano de Dios esta tan presente que te invita a dejar que El sea quien dirija, piense y gobierne todo. Mi corazón esta en pausa, esperando pacientemente al buen Dios, que esta obrando para su voluntad. Muchas veces quizás hemos escuchado o leído el pasaje bíblico en el que Jesús hace alusión y reflexión a los niños. Y otras tantas veces hemos tenido la oportunidad de escuchar a personas, pastores o sacerdotes que nos reflexionan de la importancia de la inocencia de un niño como característica ideal para con la que Jesús nos quiere envolver en su predica. Dentro de mi meditación he retomado este versículo y he querido mirarlo desde otra óptica. He encontrado dos argumentos fundamentales con los que Jesús reflexionaría hoy si estuviese al lado nuestro. Quizás son los mismo que quiso meditar con sus discípulos pero no lograron ver la majestuosidad de su análisis. Hay dos cosas que todo niño o niña tiene con su padre o madre; confianza y obediencia. Los niños (as) depositan una extrema confianza sobre sus padres por que entienden que ellos son su centro. Los niños tratan de no alejarse mucho de ellos para no perderse. Cuando tienen miedo por la oscuridad o por los monstruos, ellos buscan refugiarse en los brazos de sus padres por que sienten que nada malo les pasará si están con ellos. Entonces la pregunta sería, si Dios desde el momento de la creación ha tratado de mantener un vínculo particular con el ser humano y por muchas razones no se lo hemos permitido la invitación a ser como niños(as) no será acaso ¿qué Dios quiere que realmente lo tratemos como Padre? Cuantas veces ponemos confianza en creernos de verdad que lo que Dios esta haciendo es lo correcto y eso nos llevará a algo que se llama su voluntad. Esa espera necesaria para poder se como niños no se aleja en anda en la inclusión real en nuestra vida de la confianza plena y absoluta en Dios. La segunda en definitiva es la obediencia. La obediencia tiene un problema muy grande en encontrar su lugar en la sociedad moderna. A todo padre le gusta que su hijo o hija sea obediente. La base de la obediencia esta unida al proceso de formación y educación en el que el niño aprende sobre los peligros de la vida y sobre la oportunidades que tiene para brillar. Partiendo que todo padre o madre quiere lo mejor para su hijo(a) es posible reflexionar que esa obediencia natural que los niños emanan como parte del proceso se da y se manifiesta con el fin de someterse a sus padres para así crecer, madurar y florecer. Si Dios quiere que me parezca a un niño no querrá también que sea obediente. Esa obediencia plena en la que se manifiesta el amor solemne de un hijo con su padre o madre es la virtud de la que Dios nos quiere recordar y rescatar. Si decimos que amamos a Dios y Dios es lo mas grande del universo, ¿cómo es posible que confiemos y seamos obedientes a personas que aunque nos aman, siguen siendo personas, y como no amamos al Dios único y verdadero? La historia del cristiano no termina en derrota. La historia del cristiano debe por naturaleza terminar en victoria. La victoria es producto del amor sencillo y a la vez sublime del Redentor…de Cristo.
Pero de verdad ¿no existe nada mejor que ser tu mismo? Que sucede si en el ejercicio de aparentar y de tratar de enseñar al mundo que hay algún grado de originalidad y perfección en la vida y pretendo traducirlo al mundo como bendición de Dios y es un engaño tal para creerme la historia de la bendición de Dios. Creo firmemente que el ser humano que piensa que no hay otra versión de el mejor se engaña y lo hace con el convencimiento de levantar su autoestima. Si la autoestima que nos enseñan a tener como amor propio. Pero resulta ser que el Dios del cual reclamamos la bendición estableció que el primer amor es para El, no como usted o yo queramos definirlo, sino completo y único. No puede existir nada tan grande ni que te cause tantas emociones que Dios. De ahí dió paso al segundo precepto, amar al prójimo. No mencionó después que me a mi, o sea Dios, ámese usted…no. El señaló un amor al prójimo único y perfecto que suele doler y lastimar el orgullo y los pensamientos que tenemos, pero con el fin de mantenernos unidos del amor divino. Nuestra manera de simplificar la vida sin tener en cuenta al Dios verdadero, nos lleva a errores magistrales que son alimento para el demonio. Si muchas veces no queremos hablar del demonio pero si, ese mismo que esta alimentando falsas actitudes o pensamiento engañosos con el fin de hacer crecer el abismo entre Dios y el hombre. Si yo puedo reconocer que no hay tal efecto de pretender que no hay mejor versión de mi, y dejar que Dios haga lo que entiende, cuando lo entienda, y desde la visión que quiera nuestra vida entonces seria sencilla. No seamos hipócritas ante nosotros mismos, y menos ante Dios. Así dice la carta a los Efesios: “Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo, si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús. De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la mal, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad. Por eso, renuncien a la mentira y digan siempre la verdad a su prójimo, ya que todos somos miembros, los unos de los otros. Si se enojan, no se dejen arrastrar al pecado ni permitan que la noche los sorprenda enojados, dando así espacio al demonio.” (Efesios 4, 20-27) Hoy estaba guiando en la tarde y me percato que esta caminando en el otro extremo una señora que conozco desde hace muchos años. Ella se llama Toña. Ella desde que sus nietos eran bien pequeños los llevaba a la Iglesia a pie. Ahí logró que se convirtieran en monaguillos y que se dedicaran a servir a Dios y se apartaran de las posibilidades de quedarse en la calle haciendo solo Dios sabe que. Toña es una persona muy humilde y sencilla, cariñosa y piadosa. Ella camina todos los días para llevar a sus nietos a cumplir con sus deberes y vive a plenitud su experiencia personal en la Eucaristía. ¿Qué mas hace falta para ser santo(a)? Estas letras esperan ser un tributo a esa mujer sencilla que no es grande de estatura pero si de amor y de su gran temor al Señor. Le enseñó a sus nietos el valor profundo de entregarse al Señor, de temerle y de amarle. Su piedad y desprendimiento le abrazan la caridad del amor de Dios. Estoy seguro que Dios se siente mas orgulloso de Toña que de muchos que nos llamamos cristianos. Que mas valioso de encargarse de que sus hijos y los hijos de sus hijos, vivan a plenitud el amor de Dios. Que mas valioso de no estar envuelta en problemas ni en chismes sino acercarle a Dios aquellas almas que El puede usar para su gloria y honra. Aunque no leas mis palabras quiero que sepas que personas como tu son las que el papa Francisco debe resaltar en los altares. Personas que viven a Cristo y no le enseñan a sus hijos y nietos, odios, destrucción y maldad. Solo le ensañan a vivir a Dios. Cuando Dios te lleve a su lado, que se que lo hará, yo me encargaré de recordarle a los Obispos de tu diócesis que es justo y necesario presentar tu causa de santidad, por que hiciste lo que el beato Carlos Manuel dijo: “hacer lo que nos toca y hacerlo bien.” El miedo es la única arma tan mortal que ha destruido al ser humano durante generaciones. En esta ocasión quiero hablar del miedo. En 21 ocasiones a lo largo de la Biblia, tanto en el viejo como en el nuevo Testamento, se habla de cómo no tener miedo. Podemos ver que el miedo formó parte destructiva de la naturaleza humana desde siempre. El miedo tiene y se convierte en miles de formas y actores que comprenden todo el escenario de nuestra vida para que así veamos al miedo en todo. La creación del miedo se ha usado en múltiples ocasiones a lo largo de la historia para dominar pueblos, lograr objetivos complicados de explicar y para cambiar la historia. Pero cuando reducimos el miedo a su esencia, al contacto directo con el ser humano, nos percatamos que el miedo no es otra cosa que la destrucción total de lo que somos para convertirnos en lo que el miedo ha querido que seamos. El debate que tenemos en nuestras mentes sobre a lo que le tenemos miedo y a lo que creemos que le tenemos miedo logra acaparar una gran porción de nuestro tiempo. El propio miedo en su esencia es tan destructivo que su mayor arma es la paralización. Mientras dura el proceso del miedo y de la evaluación del por que tenemos miedo y a que tenemos miedo, el ser se paraliza sin dejar posibilidades a moverse, a pensar, a crear, a sonar. Nuestra capacidad natural a vivir en el miedo es a su vez una manera sencilla de decir no me tengo que mover y por ende me puedo quedar en mi zona de “confort”. Si los pensamos bien somos el rehén de nuestro miedo que nos obliga a quedarnos quieto y no movernos hasta que el diga. Es entonces que descubrimos que tenemos miedo, y buscamos la manera de quitarnos ese algo que nos paraliza y nos mantiene de rehén, y cuando conseguimos quitar eso es ahí cuando somos libres, verdaderamente libres. Esta mis amigos es el arma favorita del demonio, el miedo. Pero entonces Dios levanto su mano y dijo: Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: “No temas, yo te ayudaré.” Isaías 41,13 Es tiempo de hacer un inventario de lo que nos paraliza en nuestra vida con Dios y soltar las cadenas y abrazar a Dios. |