Tengo uno de los regalos mas hermosos concedido por Dios, mi vocación. Amo en quien Dios me ha convertido. Por su ministerio El me ha hecho un hombre Nuevo, renovado en el espíritu, convertido en la gracia. Esa gracia no nace de la nada, ni cae al vacío, es una fuente inagotable de bondad y paz. El día a día de mi vocación me hace ver y experimentar elementos que destruyen y rompen nuestra paz. Veo el sufrimiento al rostro, personas enfermas y necesitadas; pero no solo físicamente, sino sedientas del amor de Dios.
Hoy quiero escribirte a ti… Tu no debes abandonar lo que eres; eres y serás siempre hijo e hija de Dios, un don y a la vez un misterio. Se convierte para cada uno de nosotros en un don, o sea, un regalo, la esperanza de que estamos en plenitud con Dios. Nuestra fe es a su vez un hermoso misterio que nos mueve a profundizar en la única verdad de Cristo, su ser y su existencia. Incluso va mas allá, me muestra que en la vida Dios no se oculta, se muestra se hace parte de nosotros, construye y sana. Es ahí donde Cristo esta y nos hace nuevos. Es hora de mirar a Cristo cara a cara. Es tiempo de creer que ese don ya fue depositado en nuestros corazones y se abre a nosotros así como un misterio nuevo en nuestras vidas. Es tiempo de construir, de dar un paso al frente y convertirnos en el lápiz de Cristo. Tenemos que permitir que nos use y con nosotros dibuje y así haga su voluntad. Por que las grandes oportunidades, nacen en grandes momentos.
0 Comentarios
|