Si algo esta creciendo con una velocidad que no hemos podido divisar es el secularismo en la vida consagrada. Desde que Concilio Vaticano II comenzó en esta dinámica de rejuvenecer el rostro de la Iglesia Católica Romana, las ordenes religiosas a nivel global entraron en una dinámica bien riesgosa. Con el pretexto de que estaban renovando y rejuveneciendo comenzaron a realizar cambios que a mi juicio han precipitado una serie de elementos que no son propios de la vida consagrada. No todo lo que el mundo vive o pretende vivir, la vida consagrada no lo tienen que vivir necesariamente. Con esto no pretendo decir que tenemos que ajustarnos y utilizar muchas cosas del modernismo para poder transmitir el mensaje de amor y paz; ni mucho menos pretendo plantear que vivamos en el antaño. Lo que quiero recordarles a mis hermanos y hermas consagrados (as) es que hemos sido llamados a una vida de desprendimiento, reflexión, oración, obediencia y el carisma impregnado por Dios al fundador(a). El pretender ignorar esos detalles nos hace infieles a nuestra consagración y nos hace tan culpables como aquellos que no siguen otros elementos que son considerados graves en las ordenes religiosas o para las Iglesias. Por ejemplo cuando en tu orden no permiten teléfonos celulares a los congregados y tu le aceptas a tus familiares un celular pensando que tienen razón que es para comunicarse con ellos inicias el proceso triste y doloroso de romper elementos sencillos que nos hacen religiosos. No es el hecho del aparato celular es el hecho de la desobediencia, de atarle a lo establecido por la orden, elementos peligrosos que contamina la orden que la hace vulnerables a los ataques del demonio. El no reconocer esos pequeños detalles hace que se muestre en vivo el fenómeno que describo, el riesgo a la secularización. El tratar de vivir una vida que no es la que libre y voluntariamente elegimos vivir es un riesgo increíble que el que no debemos permitir. Es responsabilidad de cada congregado y congregada el vivir a plenitud su vocación en todas sus facetas y desde ahí alcanzar la salvación.
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