Recuerdo a un doctor en teología sistemática que me dijo una vez que los seres humanos tratamos de hacer grandes reflexiones de lo que Dios dijo en palabras sencillas. Hoy quiero meditar en el mandamiento, no matarás. Si le preguntamos a alguien que tu crees a que se refiere este mandamiento, probablemente la mejor reflexión de todos sea el no matar a un ser humano. Quizás es lo que durante años se nos ha enseñado en diferentes momentos. Pero me pregunto: ¿es a lo único que se refiere?
Creo que en este mundo en que vivimos hay otras maneras de matar. Creo que una de las que ha tomado mucho auge es por medio del chisme. Criticamos cuando otros crean chismes gigantes o cuando hay programas de TV o radio que promueven el chisme, pero ¿cuantas veces nosotros somos autores o patrocinadores de ello? El chisme es el arma de destrucción masiva que acribilla a los seres humanos. Cualquier persona puede inventarse lo que sea y otras tantas, conociendo a la persona o no, lo recrean, lo expanden y lo transportan. Tiene la capacidad de destruir reputaciones, destruir familias, destruir a personas que estaban dispuestas genuinamente a ayudar. El problema del chisme no es solo que lo escuchemos, lo que nos convierte en cómplices. Sino que también el chisme agrupa otras vertientes y daños colaterales. Te crea dudas, te crea escepticismo, te debilita. Imagínense a la persona que decidimos acribillar con toda esa atención, vayan y vean a esa persona que decidimos matar con nuestras palabras, con las invenciones con la humillación. ¿Cómo se sentirá? Somos y seremos culpables de asesinatos múltiples en nuestra sociedad sino comenzamos a detener estas cadenas complicadas que lastiman a muchos. Somos y seremos cómplices sino hacemos algo. Ese algo no solo esta en no repetir el chisme, sino armarnos de valor y defender lo que es lo correcto, por que alegadamente nos llamamos cristianos. ¿Qué hubiese hecho Cristo?
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