Queridos hermanos, queridos radioyentes:
La comunidad que está rodeando el altar de la Catedral, lo mismo que todos los que con un sentido cristiano se unen a nuestra reflexión allá a través de la radio, sintámonos herederos de aquel pueblo de Dios, el Israel que Dios escogió para depositar en él sus promesas, sus bendiciones cuando vino el Prometido. Cuando las promesas llegaron a la plenitud de su cumplimiento en Cristo, nació este nuevo Israel, el pueblo cristiano, somos nosotros. Y lo que hemos escuchado en la primera lectura se refiere no sólo a las relaciones entre aquel Israel del Antiguo Testamento y su Dios, sino entre este pueblo, moderno Israel, el cristianismo de 1977, que ya va a comenzar a ser el pueblo de Dios de 1978. Las relaciones con ese mismo Dios de Israel marcan nuestro más grande orgullo, nuestra más profunda satisfacción, la razón firme de nuestra esperanza, la alegría de nuestro corazón. Así podemos comprender lo grandioso de esta noche en que muchos, olvidándose de esta relación con el Creador, Señor del tiempo y de la eternidad, se entregan a las alegrías de este mundo. Casi como un sarcasmo, precisamente, cuando se están dando cuenta en esta noche de que el tiempo pasa, ellos como que quisieran aferrarse, instalarse en este mundo. La reflexión cristiana se vuelve al único eterno. Sólo Dios no pasa. El tiempo pasa con todas sus cosas, como un río que se va llevando todas las arenas movedizas. BENDICIÓN DE DIOS A SU PUEBLO Este año se está terminando pero cuando el tiempo pasa, nosotros nos volvemos a Dios, el cual mandó bendecir así al pueblo que creía en él: "El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti, te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz; así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré". ¡Qué promesa más bella para terminar el año! Invocar el nombre del Señor es una expresión clásica de la Biblia. Quiere decir no solamente invocarlo con los labios, quiere decir tomar conciencia de que somos el pueblo de Dios. Quiere decir que en la historia del hombre está comprometida la Iglesia de Dios. Quiere decir invocar el nombre del Señor sobre su pueblo, que este pueblo tiene un compromiso con ese Dios y que en su marcha por la historia ese pueblo tiene que dar gloria a Dios no sólo con la expresión de sus buenos sentimientos, sino realizando una sociedad que de verdad sea la sociedad de los hijos de Dios. Donde la paz no solamente sea el equilibrio del temor, donde la paz no sea el silencio de los cementerios, donde la paz sea la alegría dinámica de un Dios de paz que precisamente por ser un Dios de la paz construye, se desparrama -diríamos- en bondades, realiza la pluriforme maravilla de la creación. Y sus hijos tenemos que hacer lo mismo: una paz que se construye en la justicia, en el amor y en la bondad. Desde esta perspectiva, queridos hermanos, miremos el año que termina. Luego miremos hacia el año que va a comenzar dentro de pocas horas. El año que termina si lo vemos desde el corazón de este pueblo de Dios que es la Iglesia fundada por Cristo, el heredero de todo el Viejo Testamento para transmitirlo a su pueblo cristiano, es un año que nos invita a una profunda acción de gracias y también a una súplica de perdón. 1º. UNA ACCIÓN DE GRACIAS Porque la Iglesia, el pueblo de Dios en esta comunidad de la Arquidiócesis de 1977, marca lo que hemos llamado una hora de Pascua y de Cruz. Cruz en el dolor de la persecución, cruz en el asesinato de los sacerdotes que murieron este año. No debían haber muerto, estarían todavía trabajando con nosotros pero ya los enumeramos de entre los difuntos, no por voluntad de Dios, sino por el crimen de los hombres. Cruz de persecución que la sentimos en los muchos puestos vacíos de sacerdotes en que nos deja este año, en el temor de las comunidades en donde se reflexiona la Palabra de Dios y, como en los primeros tiempos del cristianismo, se sospecha de que el cristianismo atenta contra la paz de los hombres. "Llegará el tiempo", dice Cristo. Y bendiciendo ese tiempo lamentaba que los hombres pensaban hacer un servicio a Dios mientras mataban a los cristianos. Es una hora de cruz porque también para la Iglesia es sufrimiento de su corazón los múltiples atropellos a la vida, a la libertad, a la dignidad humana. La Iglesia, encargada de la gloria de la tierra, siente que en cada hombre hay una imagen de su Creador y que todo aquel que la atropella ofende a Dios. Y tiene que clamar "iglesia santa defensora de los derechos y de las imágenes de Dios". Ella siente que han sido también escupidas en su cara, latigadas en sus espaldas, cruz en su pasión, todo lo que han sufrido los hombres aunque no tengan fe, pero han sufrido como imágenes de Dios. No hay dicotomía entre la imagen de Dios y el hombre. El que tortura un hombre, el que ha ofendido a un hombre, atropellado a un hombre, ha ofendido la imagen de Dios, y la Iglesia siente que es suya esa cruz, ese martirio. Pero al mismo tiempo, hermanos, esta hora de cruz de la Iglesia ha sido como la cruz del calvario plantada en el dolor, junto a María nuestra madre, un Dios hombre que agoniza, pero es el granito de trigo que muere para dar cosecha. Démosle gracias a Dios que junto a esta cruz de 1977 ha florecido un trigal de esperanzas, de renovaciones, de conversiones, de vocaciones, de fe. ¡Cuántos se han acercado a la Iglesia para decir que habían perdido ya la fe y gracias a esta cruz de 1977 han vuelto! Es cierto que también muchos se han alejado. Se alejaron los que tenían que alejarse, hojas amarillas del árbol que no soporta el vendaval. Tenían que arrancarse, esperando, tal vez, tiempos mejores para volver a ser lo que ansiamos, convertidos de su cobardía, de sus debilidades, de sus traiciones. 2º. UNA SÚPLICA DE PERDÓN Porque también esto, hermanos, mientras lamentábamos y gritábamos contra la persecución, mientras rechazábamos, repudiábamos la violencia que arrancó tanta sangre en 1977, nuestro grito jamás fue el grito de la venganza. La calumnia encuentra aquí una evidencia de su mentira. Como Cristo puedo decir: "En público he hablado, a través de la radio se han oído mis mensajes, la Iglesia ha rechazado todos los atropellos que en este año se le han hecho a ella y a la dignidad de los hombres; pero jamás hemos invocado una violencia de venganza contra nadie". Yo reto a todos los que me oyeron a que me convenzan en este sentido de que la Iglesia sembró la violencia o el desorden. Tengo la conciencia tranquila de una Iglesia que, al mismo tiempo que rechazó la violencia, llamó a los pecadores al perdón, los llamó a la penitencia. Los sigue llamando, porque seguimos viendo las manos crispadas del odio, de la venganza, de la persecución. La Iglesia no odia. Como Esteban el mártir -que celebrábamos en estos días-, mientras moría bajo la lluvia de las pedradas, levantaba su voz, la voz de la Iglesia: "¡No les tengas en cuenta este pecado; perdónalos, Señor, no saben lo que hacen!". Esta es la acción de gracias, hermanos, en esta noche al terminar el año; recogiendo tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta injusticia, tanto atropello. De veras -como lo ha dicho nuestro periódico "ORIENTACIÓN"- "emos vivido quizá el año más trágico de nuestra historia, pero al mismo tiempo para la Iglesia el año más fecundo de nuestra historia eclesiástica. Démosle gracias al Señor porque hasta las ofensas, las injurias, volvían a Cristo ensangrentado y sucio en el Calvario, para volverse a su Padre: "Perdónalos, Padre, no saben lo que hacen". Y esta voz de la pasión de Cristo se ha hecho en este año la voz de la Iglesia pidiendo misericordia para los que la ofendieron. Ella también, hermanos, se vuelve a Dios para decirle: Padre, perdónanos, también como humanos dentro de nuestra Iglesia hemos cometido nuestras faltas. ¿Por qué no lo vamos a reconocer? Esto nos honra también, porque lo frágil, lo miserable, cuando es humilde alcanza el perdón. Y es que al volvernos hacia 1978 yo quisiera hacer un llamamiento a todas las fuerzas vivas de nuestra Iglesia: sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos, comunidades de todas las categorías, familias que se precian de cristianas, también a los que no tienen fe en nuestra Iglesia, los hermanos protestantes; también los que no tienen fe en Cristo pero aman la paz y desean el bien. Un llamamiento que hice ante el cadáver de un sacerdote asesinado en este año, quiero hacerlo también de nuevo en este fin de año y principio del nuevo año: el llamamiento a que todos hagamos un esfuerzo por la paz, que construyamos esa paz dinámica que arranca, desde luego, en una Iglesia que trata de ser auténtica, fiel a su evangelio. 3º. ACCIÓN DE GRACIAS POR TRATAR DE SER FIEL AL EVANGELIO Y este es un motivo para darle gracias también al Señor: la fidelidad que hemos tratado de realizar a nuestro evangelio, al esposo santo de la Iglesia, a Jesucristo. La Iglesia tiene allí bien claro su programa: ser fiel a su evangelio, tratar de analizar su propia vida, sus relaciones sociales, su instalación en el mundo a la luz del evangelio, y sólo lo que puede resistir esa luz del evangelio es auténtico. Ninguna felicidad de un hijo de la Iglesia puede ser felicidad auténtica si no se funda en el evangelio de Nuestro Señor Jesucristo que proclamaba: "Bienaventurados los que tienen libre el corazón de las prisiones de la riqueza, de los egoísmos, de las venganzas, de los rencores, de los odios". Una actitud así en la Iglesia es la que pido para todos mis queridos católicos al principiar el año. Que 1978 marque para todos los que se glorían de ser hijos de la Iglesia Católica, una conversión. Todos necesitamos convertirnos, yo el primero, mis queridos sacerdotes, mis hermanas religiosas, los laicos bautizados. Una conversión a las promesas de nuestro bautismo, renuncia a todo lo malo y conversión hacia todo lo que es evangélico. El que no quiera vivir así su profundo sentir con la Iglesia, sería más honrado que dijera: "yo no creo en la Iglesia, no me cuenten más entre los bautizados". Pero los que están fuera de la Iglesia: los cristianos, los protestantes, los que creen en Cristo a su manera, miren a Cristo no desde la Iglesia, mírenlo desde su propia conciencia, desde su propio seguimiento a Cristo. Yo me alegro, hermanos, de que en el campo protestante se está haciendo una revisión seria de vivir el evangelio. Ya hay conflicto. ¡Bendito sea Dios!. Porque cuando se pone la mano en la llaga hay conflicto, hay dolor. Y el protestantismo está poniendo la mano también en la llaga, está diciendo que no se puede ser verdadero protestante, verdadero seguidor del evangelio si no se sacan todas las conclusiones que el evangelio tiene para las realidades de esta tierra. Que no se puede vivir un evangelio demasiado angelical, un evangelio de conformismo, un evangelio que no sea paz dinámica, un evangelio que no sea de dimensiones exigentes para las cosas temporales también. Y aún más allá del evangelio, más allá del cristianismo también pedimos para 1978 a los hombres de buena voluntad, que por su simple hombría, por sus simples sentimientos humanos, sepamos dar a nuestra patria un rostro distinto de 1977. Una convivencia fraternal que se inspire en el sentido de una sociedad, democrática -digamos- pero en verdadero sentido; no en el abuso de esa palabra, sino en el sentido en que todo hombre sea respetado en sus derechos legítimos, en sus derechos primigenios que ha recibido de su misma creación. Todo esto, hermanos, nos sugiere el mensaje que Dios manda decir: Así invocarán mi nombre en una sociedad que se precia de llevar la protección de Dios. 4º. ACTITUD PROFUNDA DE ESPERANZA ANTE UN NUEVO AÑO Queridos hermanos, vamos a celebrar nuestra última misa de 1977. La misa es el sacrificio de Cristo y en Cristo ponemos toda nuestra confianza. Señor, no confiamos en nuestros méritos, nuestras manos están vacías, pero sí confiamos en los méritos infinitos de Cristo, el Señor de la historia, que al terminar el año sepa recompensar con el sacrificio de su cruz que vamos a renovar en el altar las muchas formas en que te hemos ofendido este año. Perdona tanta sangre derramada, perdona tanto odio, tanta injuria, tanta calumnia. Perdona, Señor, a este pueblo tan manchado, de rostro tan feo, es tu imagen, imagen de un pueblo que lleva tu nombre. Lávalo con tu sangre, purifícanos. Y entramos entonces a 1978, hermanos, entramos con un profundo sentido de esperanza, de alegría, de optimismo. Por más pecador que haya sido un hombre, cuando escucha de Dios la palabra del perdón, ya es criatura nueva. Eso es lo que le pedimos en este día, ya que celebramos hoy, junto al 1 de enero, la maternidad divina de María, la mujer Virgen y Madre que dio ese alumbramiento del hombre que salva al mundo, sea también el nombre de la Virgen invocado sobre nuestra patria en el l de enero, para que Ella sea también la autora de un alumbramiento, parto doloroso, de un año de sangre y de odio y de tantas maldades, a un año nuevo, humanidad nueva, renovación de los corazones, dolor de conversión, dolor de cruz pero de esperanzas, de una cruz que redime. Que todo el dolor de 1977 sea un dolor redentor, que hasta las manos criminales que sacaron sangre o que escribieron odio en las páginas de los periódicos -que es lo mismo matar que difamar, es matar la fama también. ¡Cuántos asesinos de la fama!-. Que todas esas manos criminales que han derramado tanta sangre roja y blanca se conviertan y conviertan su dolor en arrepentimiento, y sean también constructores de un mundo mejor en 1978. "Yo tengo fe -canta aquella canción-, yo tengo fe que todo cambiará, yo tengo fe en Cristo, el Señor, que es capaz de que contando con la buena voluntad de los hombres, podamos hacer un año nuevo, una página blanca mejor escrita. Lavemos con lágrimas, con amor, con plegarias, con conversión de esta noche, junto a las lágrimas de Cristo en su calvario, que es el altar. Lavemos todas las manchas que nos deja la historia al morir este año y abramos una página nueva; hermanos, escribámosla con más amor, con más fraternidad, con más sentido de acción de gracias al Señor. "Así invocarán mi nombre", dice el Señor. Ojalá, Señor, haya podido interpretar lo que tú quisiste decir por medio de Moisés cuando mandaste invocar tu nombre en medio de los hombres. Yo no he querido hacer otra cosa que invocar tu nombre en medio de nosotros; los de nuestra Arquidiócesis, para que sea bendito tu nombre; y nosotros, en nuestra historia, seamos gloria tuya como tú quisiste cuando nos creaste: hacernos a tu imagen y semejanza. Proclamemos así, queridos hermanos, nuestra fe en Dios. Creemos en un solo Dios...
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Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Cómo María, como nos cuenta el evangelio, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es algo más que un cohetillo, es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor.
Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy en esta homilía con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y en tercer lugar, la Iglesia manifestación de Cristo. PROLONGAR LA ENCARNACIÓN Por eso la Iglesia, que prolonga la encarnación, o sea el Dios hecho hombre, no puede prescindir de la historia. Desde aquel momento Dios ha asumido la humanidad y ha dejado ese encargo de seguir asumiendo hacia Dios a todos los hombres, a la Iglesia, la cual, por tanto, peregrina en la historia, va recogiendo, no puede dejar de vivir las circunstancias en las cuales ella va prolongando esa encarnación. Por eso hermanos, estas noticias en las cuales yo reflejo lo más sobresaliente de la semana, no es con el afán de hacer aquí un noticiero. Lo hace mucho mejor cualquier instrumento de comunicación social, sino que es simplemente decirles a todos mis queridos hermanos, que vivimos en esta semana, en esta hora, que esta Navidad de 1977, siendo la eterna Navidad de Cristo, se ha vivido aquí en El Salvador en estas circunstancias de las cuales no podemos prescindir. NAVIDADES TRISTES Así es como tienen un sentido profundo, en medio de tarjetas y telegramas de Navidad, me hayan llegado cartas que son lamentos profundos, por ejemplo de aquellas madres y esposas que "en esta celebración de Navidad que con júbilo espera todo el pueblo cristiano, nosotras expresemos no una Navidad sino el profundo dolor de un calvario al albergar en nuestro corazón esa separación insuperable de nuestros hijos y esposos". En otra carta parecida dice: "Estamos angustiadas y tristes por el llanto de nuestros hijitos que a cada momento que se despiertan en la noche están llamando a sus padres y de ellos no nos dan ninguna razón en los cuerpos de seguridad". Y cartas de expresión así dolorosa, pues, son muchas las que llegan. Por nuestra parte hemos tratado de hacer todo lo que está a nuestro alcance recurriendo a recursos jurídicos y estamos dispuestos siempre, pues, a ayudar el dolor de la humanidad. También cartas que llegan de los campos donde hoy se trabaja en cortas de café, etc. para denunciar anomalías, injusticias de mandadores, de caporales, etc. contra comida mala, a horas tardías, con la discriminación de los que van con ese nuevo título de ayuda, maltrato a quienes van a veces a buscar trabajo. TAMBIÉN LOS TRABAJADORES Tampoco queremos olvidar, hermanos, en estas injusticias la poca promoción de algunos trabajadores y queremos decir, pues, también a ellos, un reclamo de promoción. También ellos cometen injusticias entre ellos mismos, cuando se roban unos a otros, cuando malgastan su salario y descuidan sus deberes de familia; tanto unos como otros, en esta injusticia, tengan en cuenta esta voz de la iglesia pronunciada en el Concilio Vaticano II. "La Iglesia, a la vez que reconoce que el progreso puede servir a la verdadera felicidad humana, no puede dejar de hacer oír la voz del apóstol cuando dice: 'No queráis vivir conforme a este mundo', es decir, conforme a aquel espíritu de vanidad y de malicia que transforma en instrumento de pecado la actividad humana ordenada al servicio de Dios y de los hombres". Si tuviéramos siempre en cuenta, en todos los trabajos, tanto los patronos como los servidores, que todo hombre trabaja para gloria de Dios y para paz de los hombres, el canto de Belén, qué hermosa sería la humanidad, el trabajo; las diferencias mismas de pobres y ricos no serían barreras de odio ni de resentimiento sino que serían cadenas que aman en la fraternidad. NOTICIAS OPTIMISTAS Quiero también mencionar una serie de cartas de otro estilo, muy optimistas. Yo quiero agradecerles a quienes acogieron la invitación para celebrar una Navidad con un sentido de más caridad cristiana. Así tuvimos por ejemplo el gusto, ayer, de recibir de la comunidad cristiana de San Antonio Abad una colecta para los hogares donde han desaparecido los hombres que los sostenían. De la comunidad de San Marcos, un sobre con setenta colones diciendo que han hecho una cena más frugal para dejar a beneficio de más gente necesitada. Donativos para la viuda que quedó con nueve hijos en Dulce Nombre de María, grupos de empleados que entregaron parte de su sueldo y de su aguinaldo y reflexionan que el tiempo no está para lujos y gastos, sino para ayudar al necesitado. Me llenó mucho el corazón el haber estado en un grupo de jóvenes, muchos de ellos eran protestantes, muchos católicos, pero en una fraternidad en Cristo; dijeron que querían aprender a celebrar un nuevo estilo de Navidad, en que se reflexionara en el amor inmenso de Cristo y en el compromiso que pide a los jóvenes en esta hora de la historia. Esto, hermanos, es para que nos llenemos de júbilo de que hay sentimientos muy nobles y esto ha hecho ya posible la creación de un fondo de beneficencia en nuestra Arquidiócesis para necesidades de emergencia. OTRO REGALO NAVIDEÑO Finalmente, también en esta semana, hemos tenido el gusto de recibir el texto íntegro del discurso que el Papa dirigió en la persona de nuestro Embajador ante la Santa Sede el saludo y el mensaje a todos los salvadoreños. Ya nuestra radio extrañó que se hayan publicado esas noticias parciales, tendenciosas, que no reflejan el pensamiento exacto del Papa; el próximo número de "ORIENTACIÓN" va a publicar el discurso íntegro y verán como yo he calificado para mí ese discurso, un verdadero regalo de Navidad a nuestra Iglesia, ya que el Papa se sitúa, hablando al gobierno y al pueblo salvadoreño, en la línea en que hemos tratado de situar nuestra predicación: El Concilio Vaticano II, la encíclica "Populorum Progressio" y todos los documentos del magisterio actual de la Iglesia. MANIFESTACIÓN DE UNIDAD Así, en esta semana, la Iglesia ha tenido también consuelos, alegrías como son el esfuerzo edificante de unidad cristiana entre los católicos que estaban un poco divididos, allá en San Antonio Abad, y con gusto hemos sabido que celebraron ya juntos su Navidad en el templo parroquial. También es un testimonio de solidaridad con la unidad eclesiástica la celebración del patrón San José en Quezaltepeque. Era todo un pueblo y peregrinaciones venidas de diversas partes, que repudian aquello que por desgracia están apoyando las autoridades del pueblo, el cisma, pero la Iglesia que no necesita de templos materiales ni de personerías jurídicas, sino que vive la realidad del cuerpo místico de Cristo, en la unidad con sus verdaderos pastores, demostró en Quezaltepeque que está muy fuerte esa unidad con su verdadero párroco, el padre Roberto. En Cojutepeque tuvimos una reunión para laicos, donde tuvimos el gusto de ver como se va promoviendo este sector, el más populoso e importante de la Iglesia, que son los seglares, ustedes los laicos. Ese mismo día, el martes, tuvimos el gusto de felicitar en su propia oficina al grupo de locutores y trabajadores de esta emisora Y.S.A.X. Es el día del locutor y quisimos expresarles nuestro cariño, nuestro agradecimiento, así como ellos nos expresaron su solidaridad y colaboración. También en la parroquia de Santo Tomás, celebramos el 21 fiesta del patrono, sacando del evangelio el mensaje tan oportuno para nuestros tiempos que nos da Santo Tomás, como cuando dice a los otros apóstoles miedosos de ir con Cristo a Jerusalén: "vayamos con Él y si es necesario muramos con Él." El movimiento ecuménico celebró esta semana una reunión para estudiar un documento de solidaridad con la Iglesia Católica; yo les agradezco, lo mismo que para preparar los ocho días de oración, que por tradición se celebran del 18 al 25 de enero, por la unidad de todos los cristianos del mundo. La vida religiosa también ha tenido una expresión muy bella en esta semana en la Arquidiócesis. Una comunidad de religiosas Betlemitas se prepara para ir el 6 de enero a tomar posesión de un pueblo sin párroco, El Paraíso, en Chalatenango. Y quiero alegrarme también con las comunidades de Zacamil y Cantón San Roque de Ayutuxtepeque, donde unas dos noches de esta semana celebramos las alegrías navideñas y el mensaje de Cristo Dios y hombre. Finalmente, hermanos, quiero recordarles que el 4, 5 y 6 de enero, vamos a celebrar las jornadas por la paz que quiere el Papa; analizaremos su mensaje al mundo y celebraremos así en la Arquidiócésis y en el país el precioso lema: "No a la violencia, si a la paz". Y este no a la violencia queremos también decirlo en esta semana cuando hemos tenido las noticias de un nuevo secuestro en el señor Safie, y pedimos al Señor, pues, que cese toda violencia y que impere ese imperio de paz, de confianza, de justicia, por el cual aboga nuestra Iglesia. Y es que nuestra Iglesia, queridos hermanos, es precisamente la prolongación de Cristo encarnado en Belén. Vivamos esta reflexión de esta mañana en estos tres puntos: 1º. CRISTO QUE NACE EN BELÉN ES LA MANIFESTACIÓN DE DIOS ANTE LOS HOMBRES Nos ha dicho hoy San Juan en ese hermoso prólogo: "En el principio ya estaba la palabra en Dios, y por esa palabra fueron hechas todas las cosas". Toda la creación comenzó a existir, su existencia se la dio la palabra de Dios. De modo que esa palabra de Dios, que es Dios omnipotente hablando, ya existía, y él le dio el ser a las cosas, y en las cosas creadas, Dios se revela como cuando yo me revelo hablando, yo hoy estoy reflejando mi propio pensamiento y cuando ustedes hablan, dicen la palabra que refleja su propio ser. Y Cristo decía: "de la abundancia del corazón habla la boca". El hombre bueno habla cosas buenas, el hombre que tiene en su corazón abundancia de maldad habla solamente cosas malas. Dios, que es la bondad infinita, misterio escondido, nadie lo puede ver ni oír, habla, y dice: háganse las cosas. Se hace el sol, se hace la naturaleza y en la belleza de las cosas, en el orden, en la grandeza, en la hermosura de todo lo creado, sentimos una huella de Dios, una palabra, un eco de Dios. Por eso decía San Pablo: los Romanos que no quieren creer en Dios son imperdonables porque Dios se le descubre en la creación. DIOS NOS HA DICHO TODO La creación, pues, fue hecha por la Palabra, esa palabra eterna de Dios, cuando vino a hacerse hombre. Recuerdan cuando en el ángelus rezamos "El ángel del Señor anunció a María y el Verbo, la Palabra, se hizo carne y habitó entre nosotros". Entonces la palabra de Dios ya no es una palabra que se refleja en un mundo natural, es una palabra que viene a reflejarnos su vida más íntima, viene a decirnos que en Dios hay un hijo y que ese hijo, palabra eterna de Dios, toma forma humana. Y cuando lo vimos pasar por esa tierra, San Juan escribe: "Hemos visto la gloria de Dios en Él". Cristo es la Epifanía de Dios. Cuando en la última cena un apóstol le dice: "Señor, muéstranos al Padre", Cristo le dice, "Felipe, tanto tiempo he estado con ustedes y no me conocen. Quien me conoce a mí, conoce al Padre". Qué hermoso es pensar que en Cristo tenemos una revelación de la Verdad infinita, Dios nos ha dicho todo cuando nos ha dado toda su palabra. Por eso en la epístola de hoy de los hebreos, qué elocuente comienza diciéndonos: Dios que había hablado antes por los profetas, ahora nos ha hablado en su propio hijo, ya no tiene nada que decirnos, ya no son mensajeros separados como fueron los profetas, que venían a decir algún rasgo de la revelación de Dios: "esto dice el Señor". LA IGLESIA POSEE A CRISTO Ahora viene el mismo Señor, su misma palabra. Ya la verdad la poseemos en toda su integridad los cristianos que aceptamos a Cristo, aun sin comprenderlo, como cuando recibimos de un sabio una palabra que no la entendemos, pero decimos: la ha dicho él y basta. Así también, como cuando un niño recibe de su papá una palabra, es la suprema autoridad y dice: lo ha dicho mi papá, mi mamá lo ha dicho, y ésta es la máxima autoridad; el amor con que se lo dice, no le quiere engañar. Cuando Cristo aparece en Belén, la humanidad puede decir: nos la ha dicho nuestro Padre, en Cristo, que es su palabra eterna; nos lo ha dicho todo. Y cuando Cristo después de tres años de educar a sus discípulos se va a despedir, les dice: "Muchas cosas os he enseñado, pero tengo muchas otras cosas más que no las podéis captar, os enviaré el espíritu de la verdad para que os vaya diciendo todas estas cosas". Y así va la Iglesia por el mundo, ella posee a Cristo y ahí lo tiene todo, pero no lo usa todo porque no lo necesita todo de un solo golpe. A medida que van llegando las circunstancias, ese Verbo le dice a la Iglesia la palabra oportuna que hay que decir, ante los inventos modernos, ante los progresos de los hombres o ante los atropellos de la dignidad humana, ante las circunstancias difíciles de los tiempos, allí tenemos la palabra encerrada en la Iglesia y el espíritu de Dios nos lo revela: ¿qué hay que hacer? ¿qué hay que decir en esta circunstancia?. CRISTO VIVE EN SU PUEBLO Por eso, hermanos, yo les agradezco cuando en solidaridad con la Iglesia dicen: estamos pidiendo al Espíritu Santo que le ilumine, que diga lo que hay que decir, y cuando sentimos que en el pueblo hay un consenso, hay una alegría, hay un amor, hay una unidad, decimos nosotros: esto no puede ser otra cosa que la palabra de Dios que habla, Cristo que vive en su pueblo. Este es el gran misterio de ese Cristo que es palabra, que es vida de Dios y ha venido a hacernos su verdad, su vida, como dice el Concilio que "el misterio del Padre y del amor suyo se revela en Cristo". Sí, en Cristo se revela el misterio del amor, cómo nos ha amado. Cuando el apóstol escribe: "De tal manera amó Dios al mundo que le dio a su propio hijo". ¿Qué padre entrega a su hijo para que quede salvo un prisionero, un esclavo? Esto lo ha hecho el Padre Eterno, nos dio a su hijo, su Palabra, su vida, y en Cristo nosotros podemos recuperar esa vida de Dios. Se perdonan los pecados porque Cristo se hizo precio de nuestra deuda y todos podemos morir con la esperanza de un cielo, porque Cristo nos ha ofrecido abrirnos esa puerta del cielo aunque seamos pecadores, con tal que nos arrepintamos, que nos convirtamos y nos volvamos a Él: "yo soy el camino la verdad y la vida". APRENDER DE MARÍA LA FE Cristo, pues, es la Epifanía de Dios, la manifestación de Dios, la revelación de Dios. Cuando miramos al niño Jesús en los brazos de María, elevemos nuestra mente, necesitamos la gran virtud de la fe. María la necesitó para ver en aquel niño que alimentaba en sus propios pechos no un niño cualquiera, sino la encarnación de un Dios, y en su niño Jesús, María adoraba la verdad, la vida eterna, el Dios hecho hombre. Por eso María, la Virgen, tiene que ser el modelo de los cristianos que celebran la Navidad, si quieren de veras ahondar en el gran misterio del Dios, del Padre, del amor, de la vida, de la verdad, que se hicieron carne. Se hace carne, es como la antítesis más marcada, como lo más opuesto, Dios-la carne; Dios infinito, la carne limitada, y el Dios infinito se encierra en un hombre que pertenece a un pueblo y a una historia, y quiere continuar ese misterio como lo vamos a ver después en cada uno de nosotros. 2º. CRISTO, REVELACIÓN DEL HOMBRE Pero antes quiero decirles mi segundo pensamiento: Cristo así como es la revelación de Dios, es la revelación del hombre. Oía cuando entrábamos a la misa que un seminarista les estaba leyendo el n. 22 del documento "Gaudium et Spes" o sea del diálogo de la Iglesia con el mundo actual, redactado por el Concilio Vaticano II. Y allí dice en ese número que el misterio del hombre ya no se puede descifrar si no es en Cristo. Cristo revela el hombre, al mismo hombre. Sin Cristo, el hombre es un absurdo. ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿de dónde vengo? ¿para dónde voy? ¿qué significa mi inteligencia, mi capacidad de amar, de ser libre? ¿qué significan todos estos bienes que Dios ha puesto bajo mis pies?. Cuando se olvida uno de Cristo, convierte todas esas capacidades humanas: inteligencia, libertad, amor, capacidad de dominar, de organizar la tierra, en un sistema de opresión, de esclavitud, de odio, de venganzas. Cuando lo mancha el pecado, este retrato de Dios que es el hombre, no hay cosa más horrible. Pero cuando en Cristo volvemos a descubrir que es hombre, comprendemos lo que nos ha dicho hoy San Pablo en la carta a los Hebreos. EL HOMBRE SELLADO POR DIOS Impronta. Impronta es el sello, un sello que se pone en un papel. Deja la misma figura del sello, esa figura del sello es Cristo, el sello es Dios. Él ha marcado, pues, la imagen de Dios, y cuando Dios dijo "hagamos al hombre a nuestra imagen" quiso decir "el hombre sea como nuestro sello en la creación". Ya ese sello solamente se descubrirá cuando vuelva la impronta, el sello auténtico, el original de Dios, el Verbo en el que se refleja la esencia divina hecha hombre, es el hombre perfecto, es el hombre de las virtudes humanas, cristianas, celestiales, en el cual cada hombre tiene que reflejarse a sí mismo si quiere ser digno a su dignidad de hijo de Dios. Ya el hombre no encuentra el sentido de su vocación sino es en Cristo, Cristo dijo: "Yo he venido, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad de mi padre que me ha enviado". Y el hombre ya no encontrará otra razón de su felicidad y de su ser sino reflejando el canto de anoche de los ángeles: "Gloria a Dios". Mi vida tiene que ser para la gloria de Dios, yo no tengo que buscar mis ventajas políticas, sociales, económicas, esto es muy secundario; lo que tengo que buscar es que en este ambiente en que me toca desarrollar mi vida, con estas relaciones políticas o económicas o sociales, yo tengo que buscar la gloria de Dios. Y en medio de mi pobreza y de mi miseria, de mi opresión, de mi cautiverio, no debo de olvidarme nunca que soy impronta: imagen de Dios. Ahora comprenden, hermanos, por qué la Iglesia es tan celosa de los derechos humanos, de la dignidad humana, de la libertad humana. Por qué grita como una madre que siente que le atropellan al hijo cuando ve que le atropellan las imágenes de Dios que ella tiene que volver a su original belleza. Por esto, porque Dios le ha encomendado a la Iglesia la prolongación de esa impronta de Dios, de ese sello del Señor. Comprendemos entonces, hermanos, nuestra propia dignidad. Se leía hoy en el precioso documento del Concilio que Dios hecho Cristo trabajó con manos de hombre, pensó con pensamiento de hombre, amó con corazón de hombre y desde entonces puedo decir yo: mi corazón de hombre ya es corazón de Dios, mi mente de hombre ya puede elevarse a categoría de Dios porque ese Dios que vino a traerme la vida de Dios cuando se hizo hombre quiso enseñarme cómo debo manejar mis manos, mis pies. CANTAR DE ESPERANZA Hermoso el pasaje que se ha leído hoy en la primera lectura: qué bellos los pies del que va evangelizando la paz sobre las montañas que vienen anunciando la libertad de los pueblos oprimidos. Es Cristo ese mensajero misterioso que, poniendo sus pies en la tierra, anuncia a los pueblos y a los hombres que ya Jerusalén será reconstruida y sobre las ruinas del pueblo, que al oír al mensajero con los pies benditos de la paz, se llena de alegría, de esperanza, de optimismo. Este es el canto de Navidad, el mensajero que viene con pies de hombre para posarse en la tierra y enseñarnos a caminar, con manecitas de niño que van a ser manos de un Divino Maestro que un día quedarán clavados en la cruz. Con corazón de hombre que aprendió a amar, en el amor virginal de María, las experiencias humanas del hogar de la tierra; y de su padre legal, San José, la honradez en el trabajo. Hombre que aprendió entre los hombres y vivió entre hombres y quiso hacerse en todo semejante a los hombres, menos en el pecado, dice claramente la Biblia. Todo lo demás que nosotros sentimos lo sintió Cristo; cansancio, tristeza, desaliento, soledad, alegría, ilusión, amistad, todo eso que siente el corazón humano, lo ha sentido Dios en Cristo. Por eso Cristo es la revelación del hombre al mismo hombre, démosle gracias, hermanos, a nuestro Padre Celestial y a la Virgen María que quiso ser colaboradora en esta gran empresa de hacer carne, de hacer hombre, de poner instrumento humano al amor infinito de Dios. 3º. LA IGLESIA MANIFESTACIÓN DE CRISTO Finalmente quiero decirles este tercer pensamiento, porque estas cosas tan bellas no las hubiéramos aprendido nosotros ahora, a 20 siglos de distancia de Cristo, si no existiera una institución fundada por el mismo Cristo que se llama la Iglesia. La Iglesia es la manifestación de Cristo, así como Cristo es la manifestación de Dios. La Iglesia manifiesta a Cristo a los hombres de todos los pueblos; como mi Padre me envió, así yo os envío. Hay una conexión directa, en este envío secular, histórico, de la Iglesia hasta la consumación de los siglos. Gracias a la Iglesia se presentará a los hombres de todos los tiempos la impronta de Dios en Cristo, para que los hombres descubran y vivan su verdadera grandeza, su verdadera vocación. Si no fuera por la Iglesia, este destello de la gloria de Dios en la noche de Belén se hubiera quedado muerto en aquella noche. A lo más, en aquellos años, se contaría como un recuerdo que ya pasó. Pero lo hermoso es que esta liturgia de Navidad de 1977 está haciendo presente como si ahora hubiera sido la Navidad de Cristo en Belén. Hoy ya no es sólo Belén, es San Salvador, es todos los pueblos donde están sintonizando esta radio, es todas las comunidades, todos los cantoncitos, caseríos, casitas de enfermos donde están escuchando este mensaje de la Iglesia. NINGÚN RESENTIMIENTO Yo tengo el inmenso honor en esta mañana de ser la voz de la Iglesia, anunciando el nacimiento de Cristo a los hombres de 1977, y decirles que por encima de todas las alegrías, mejor dicho, dándoles razón a todas las alegrías de Navidad, está eso que muchos no comprenden, la alegría que hasta los incrédulos celebran en Navidad, hasta los enemigos de la Iglesia, los que han calumniado y difamado a la Iglesia en este año, se están valiendo de la Iglesia para esta alegría de Navidad. Por eso les dije en mi saludo de Navidad que en mi corazón de pastor no hay ningún resentimiento aún para las ofensas personales, sino que nadie me puede quitar la alegría de poderles decir a mis mismos enemigos, ¡feliz Navidad! porque no es mío este mensaje, sino que es de la Iglesia que desde Cristo está trayendo felicidad, alegría, aun sin comprenderla. Pero en esta mañana yo estoy haciendo lo posible por hacerla comprender, y es que esta Iglesia, prolongación de la encarnación de Cristo, tiene una parte humana y una parte divina. Como el Niño Jesús tiene unos miembros humanos que tomó de las entrañas de una mujer, pero tiene un elemento divino que no se lo dio la Virgen, el Padre eterno envió a su Verbo, a su palabra, para que se encarnara en esas expresiones humanas que la Virgen le dio al niño Jesús. HUMANA Y DIVINA Y así tenemos que la Iglesia, siendo como Cristo una parte humana que le damos los hombres y otra parte divina que no la damos los hombres sino Dios, tiene que ser la conjugación maravillosa de lo imperfecto y de lo divino, como Cristo que se cansa, que sufre, que tiene las deficiencias humanas; pero como Dios no se cansa, es infinito, es perfecto, la Iglesia también, como humana no tiene por qué avergonzarse de sus deficiencias humanas y cuando la crítica amarga de nuestros enemigos quiere sacar los trapos al sol, se queda corta, y eso es poco en comparación de lo mucho pecaminoso que tenemos en la Iglesia. Hay miserias, somos tan humanos como ustedes los enemigos de la Iglesia, capaces de odiar tanto. La Iglesia también es humana, y puede caer en el pecado también del desamor; en lo humano la Iglesia siente lo que siente todo hombre, siente el desprecio, siente el deseo, siente las cosas de tentación, es humana. No lo olvidemos, que prolonga la humanidad la carne de Cristo en la historia pero en cuanto divina, la Iglesia es impecable. El Niño Jesús como Dios puede enfrentarse a todos los hombres y decirles: ¿quién de ustedes me puede echar en cara un solo pecado?. Y la Iglesia también le puede decir a todos los hombres como encarnación de lo divino, si me pueden echar en cara muchos defectos y pecados humanos, reto a todo el mundo que me eche en cara un solo pecado como institución divina. Que un día haya enseñado la mentira, el odio, la violencia, jamás; porque el amor de Dios que ella encarna es impecable, es divina, es encarnación de Cristo. Por eso la Iglesia, hermanos, seguirá proclamando su palabra de manifestación de Cristo en la historia, y por eso el Papa acaba de decir a los salvadoreños, en la persona de nuestro embajador, el Dr. Prudencio Llach, que aboga a esa Iglesia para que se dé plena libertad al mensaje del evangelio en El Salvador y que pueda predicar su doctrina social y moral sin ninguna traba. La Iglesia no tiene por qué ser temida, es el mensaje de Cristo el que vino en la noche de Belén. LAS TINIEBLAS DE POR MEDIO Pero una cosa, hermanos: esta Iglesia, como Cristo, se desarrolla también en una noche de tinieblas, y así dice la lectura del Evangelio de San Juan: "Vino a este mundo y este mundo no lo conoció". Las tinieblas no lo pudieron comprender. Qué triste pensar que esta luz, que esta vida de Dios, que este amor infinito que el Padre tiene en Cristo y que la Iglesia sigue ofreciendo a los hombres, los hombres no lo quieren comprender. No es que Dios haya hecho a unos capaces y a otros incapaces de comprender el mensaje de Cristo; el secreto está en la libertad de cada uno, el secreto está en la buena voluntad con que unos acogen y reciben, como María y los pastorcitos, al Jesús que nace en Belén; mientras que otros como Herodes, como el orgullo de Jerusalén, no se dieron cuenta que tan cerquita estaba pasando la fuente de la vida eterna. Cuando vinieron los magos del Oriente y preguntaron al rey en Jerusalén, dónde ha de nacer el rey y sus sabios no le supieron decir, pero una estrella los supo conducir a donde los pastores y los humildes encontraban al que buscaban también los sabios y los ricos cuando se hacen humildes y sencillos como los magos que venían del oriente para ofrecerles oro, incienso y mirra. Las riquezas también caben junto a la cuna del niño Jesús pero cuando son depositadas por las manos humildes de los pastores y de los magos. REFLEXION CONCLUSIVA Queridos hermanos, hemos reflexionado pidiéndole a la Virgen María que nos haga comprender el misterio de su niño y ella nos ha resumido a través de mi humilde palabra: Mi niño no es otra cosa, ni nada menos, que la manifestación de los hombres al hombre mismo: su dignidad, su grandeza de Dios, que llevan como imágenes de Dios. Sepan ser dignos de esa impronta que cada hombre lleva; y en tercer lugar, este niño en mis brazos, nos dice María, es la imagen bella de la Iglesia que se prolongará por los siglos llevando la vida de Dios entre deficiencias humanas, entre pobrezas de cuna de Belén. ¡Dichosos los que no se escandalizan!, dijo Jesucristo, sino que saben captar la belleza de la luz por encima de todas las bellezas de la tierra. Así sea. Proclamemos ahora nuestro credo en ese Jesús que nace. En las lecturas que acaban de escuchar, yo encuentro estos tres pensamientos, que serán como el mensaje de la Navidad: Primero, es cuando el apóstol y evangelista San Lucas hablando de María dice: "se le llegó la hora". Segundo pensamiento, es recoger de las tres lecturas las maravillosas descripciones o calificativos que se hacen de ese niño que nace en Belén; tercera consideración es el llamamiento que la palabra de Dios hace a cada uno de nosotros como colaboradores en esta empresa que Dios ha mandado realizar a su propio hijo.
1º. POR QUÉ ESTA ALEGRÍA El primer pensamiento, pues, se refiere a explicarnos el porqué de esta alegría de Navidad. Parece como si esta noche, 24 de diciembre de 1977, por primera vez los ángeles cantaran sobre todos nuestros pueblos: "Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres". Y parece como que los hombres escuchan por primera vez con la sorpresa de una buena noticia, lo que los ángeles anuncian en Belén: "Os anunciamos una buena nueva, hoy os ha nacido un Salvador". Es una hora solemne, hermanos, la que el evangelista hablando de María dice: le llegó su hora, no solamente la hora que llega a cada mujer cuando va a dar a luz a su hijo, sino que ese hijo que va a brotar de las entrañas virginales de María marca una hora tan solemne en el momento de su nacimiento que desde ese punto el mundo se divide, y la historia, en un antes de Cristo y después de Cristo. Antes de Cristo todo era esperanza, promesa, profecía. ¿Tú eres el que ha de venir o esperamos a otro?, le decían a Cristo cuando ya le vieron presente; el esperado de las naciones. Era la esperanza de los viejos profetas y patriarcas la que hoy se hace realidad en el niño que nace y, a partir de Belén, toda aquella esperanza que ha llegado a la plenitud de los tiempos, a la realización de Dios, ya no puede vivir sin Cristo. Desde ese momento, se puede decir lo del Concilio "El Señor de la historia", y aún esa historia que era antes que Él, no ha habido un nacido de mujer del cual se haya hablado con tanta profundidad antes de nacer como de Cristo nuestro Señor. ¿Qué es lo que viene a marcar esa hora de Cristo? Viene a marcar el gran ideal de Dios sobre los hombres: "Gloria a Dios en el cielo y paz a los hombres que ama el Señor". No es que Dios espere de la benevolencia humana como el motivo para ser bueno con los hombres. En esto conocemos que nos ha amado tanto, en que siendo pecadores y viviendo de espaldas a Dios él nos ama y ha trazado un proyecto sobre nosotros los pecadores, el proyecto que el profeta Isaías nos ha descrito esta noche como un reino que va a ser construido por ese niño, un reino con una paz sin límites, un reino sostenido y consolidario con la justicia y el derecho, un reino que durará ahora y por siempre, o como San Pablo lo ha descrito en su carta a Tito que se ha leído, se trata de que este Cristo viene a formarse un pueblo purificado de sus pecados que será su gloria, no sólo en el tiempo sino en la eternidad. CRISTO EN LA HISTORIA Hermanos, con Cristo Dios se ha inyectado en la historia, con el nacimiento de Cristo el reino de Dios ya está inaugurado en el tiempo de los hombres. Desde hace veinte siglos todos los años esta noche recordamos que el reino de Dios ya está en este mundo y que este Cristo ha inaugurado la plenitud de los tiempos. Ya su nacimiento marca que Dios está marchando con los hombres en la historia, que no vamos solos y que la aspiración de los hombres por la paz, por la justicia, por un reino de derecho divino, por algo santo, está muy lejos de las realidades de la tierra; lo podemos esperar, no porque los hombres seamos capaces de construir esa bienaventuranza que anuncian las sagradas palabras de Dios, sino porque está ya en medio de los hombres el constructor de un reino de justicia, de amor y de paz. RETORNARÁ Estamos en la plenitud de los tiempos. Desde la primera venida de Cristo que marca el origen del cristianismo hasta la segunda venida, a la cual se refiere también San Pablo diciéndonos a los que estamos celebrando la Navidad que, si hoy hay alegría en el recuerdo de aquella espera de Cristo hace veinte siglos, los cristianos deben de vivir la gran alegría, la gran esperanza de que retornará para coronar la plenitud de los tiempos a recoger todo el trabajo de su Iglesia, a recoger toda la buena voluntad de los cristianos, todo lo que se ha sembrado en el sufrimiento, en el dolor, lo recogeremos convertido ya en el reino definitivo que no puede dejar de cumplirse. Vendrá ese reino de justicia, vendrá ese reino de paz, no nos desanimemos, aun cuando el horizonte de la historia como que se obscurece y se cierra, y como si las realidades humanas hicieran imposible la realización de los proyectos de Dios. Dios se vale hasta de los errores humanos, hasta de los pecados de los hombres, para hacer surgir sobre las tinieblas lo que ha dicho Isaías: "Un día se cantará también no solo el retorno de Babilonia sino la liberación plena de los hombres. El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz; habitaban tierras de sombras pero una luz ha brillado". En esta noche Santa, hermanos, la luz que fulgura en Belén es el signo de nuestra esperanza, no nos desanimemos ante las pruebas de nuestra esperanza, esperemos contra toda esperanza, aferrémonos a esa plenitud de los tiempos, vivamos ese ideal de Dios que tiene que realizarse. La Navidad es un mensaje de optimismo que yo quisiera clavar muy adentro en el corazón de cada cristiano para que esta noche marcara, como la palabra divina nos lo está haciendo, una noche que marque el principio de un reino de Dios que se espera con seguridad. 2º. CRISTO, EL CONSTRUCTOR DEL REINO ¿Por qué? Este es mi segundo pensamiento; no lo vamos a hacer nosotros los hombres, ese reino ya lo está construyendo Cristo. Hemos oído con qué belleza nos ha descrito el profeta Isaías la bella figura de Cristo Nuestro Señor. Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, lleva al hombro el principado y es su nombre maravilla de consejero, Dios guerrero, padre perpetuo, príncipe de paz, para dilatar el principado con una paz sin límites, sobre el trono de David, y sobre su reino. Cuenta la historia que cada vez que un descendiente de David era ungido como sucesor en el trono que Dios había prometido mantener, se pronunciaban como un ritual estas palabras de Isaías, en las cuales no era propiamente el hombre que se coronaba en el trono de David el que iba a realizar este proyecto de Dios, sino que se pensaba en la profecía. Todos los reyes de la dinastía davídica tenían un ideal y se realizaría no con un simple hombre de la historia, sino cuando ese hombre fuera, al mismo tiempo, un Dios, Emmanuel, Dios con nosotros; de tal manera que los reyes de Israel y de Judá sabían que ellos eran muy limitados, pecadores, imperfectos, y que ningún rey, ningún gobernante, puede realizar la plenitud del proyecto de Dios. Y la Iglesia y el reino de Dios será el que le toca criticar, concientizar, analizar, que a los reinos de la tierra todavía les falta justicia, les falta paz, les falta eficiencia, y sólo cuando el rey verdadero anunciado por Dios, Cristo, sea verdaderamente el rey de todos los corazones, entonces habrá ese reinado que Dios proyecta. El rey ideal nunca se realizó en el trono de David hasta esta noche en que pudieron cantar los ángeles las palabras del profeta: "ha nacido ya el niño y sobre su hombro está ya un reinado de paz, de justicia y de amor". JESUCRISTO, EL SEÑOR Sólo Cristo lo puede dar, por eso también leemos en la segunda lectura, donde San Pablo define a este Cristo, esta Navidad, como la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro: Jesucristo. En esta noche, hermanos, nos acercamos a una cuna que no es la de un niño, es la de un Niño Dios y, ante esa cuna, esta palabra de San Pablo debe ser la iluminación de nuestra fe, confesión de su divinidad: "Es el gran Dios y salvador nuestro que ha nacido: Jesucristo". Y por eso también en el evangelio, cuando los ángeles van a anunciar a los pastores al recién nacido en Belén lo describen así: "os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor". Miren que tres bellos nombres: "os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor". Mencionar "Señor" en aquellos tiempos en que se escribió el evangelio era dirigir un reto a los ídolos de la tierra. Para el cristiano no hay mas que un Señor, ha nacido hoy y hemos de adorarlo, al único Señor ante los hombres, ante el cual los hombres deben doblar las rodillas; ante ningún otro Señor de la historia ni del tiempo; Cristo es el Señor, Cristo es el Mesías, Cristo es el Salvador. 3º. LO QUE DIOS ESPERA DE LOS HOMBRES Y finalmente, hermanos, si éste es el proyecto de Dios y su propio hijo es el artífice de ese proyecto, no quiere hacerlo solo. El tercer pensamiento de este mensaje navideño es traducir de la palabra divina lo que Dios espera de los hombres. Lo que Dios encuentra muchas veces es la oposición, es el desprecio de Dios; y aquí en la lectura de Isaías encontramos cómo las sombras que se cernían sobre aquella región de tinieblas era precisamente el fruto del atropello que los hombres hacían. Pero ya anuncia Isaías: "la vara del opresor, el yugo de carga, el bastón de su hombro los quebrantará como en día de Madián. La bota que pisa con estrépito y la túnica empapada de sangre serán combustible, pasto de fuego". No es el triunfo de la grosería ni de los hombres lo que va a prevalecer; está profetizado que los hombres también que se oponen al reino de Dios servirán para manifestar más el esplendor de la gloria de Dios y se convertirá en combustible de incendio todo aquello que se opone al reino de Dios. TODOS, INSTRUMENTOS DE SU REINO En cambio, encontramos en la lectura del Nuevo Testamento, el evangelio y San Pablo, cómo hasta los hombres que ignoraban a Cristo Dios los hace instrumentos de su reino. Oyeron cómo comenzó el evangelio de hoy: "Salió un decreto del emperador Augusto y un censo que hizo Cirino gobernador de Siria". Los gobernantes, los grandes de la tierra, son instrumentos de Dios. ¿Quién le iba a decir al imperio romano que toda su grandeza iba a terminar aquí, de rodillas ante la cuna del Niño Jesús? ¿Quién le iba a decir al emperador Augusto que su orden de irse a empadronar cada uno a su pueblo de origen iba a ser obedecida por José desde Nazaret y María para que Cristo cumpliera una profecía, nacer en Belén?. Los hombres, aún sin saberlo, somos instrumentos de Dios, pero, cuando el hombre no se opone a Dios y no ignora a Dios sino que se hace conscientemente instrumento de Dios, es María, es José, es el grupo de pastores, es Pablo apóstol, es la Iglesia, somos los cristianos, que habiendo recibido en el bautismo la incorporación a este pueblo santo que Cristo se está formando para hacerlo presente en todas las horas de la historia, tenemos que escribir estas consignas que nos da San Pablo hoy. ¿DE QUÉ GRUPO SOMOS? Trae Dios la salvación y nos está enseñando a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos y a llevar desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dichosa esperanza. Hermanos, esta es la llamada de Dios en esta noche. Cómo quisiera yo ir acercándome a cada corazón para preguntarle: ¿a cuál de estos grupos humanos perteneces en esta noche santa? ¿a los que se oponen a Dios y siembran tinieblas en la tierra? ¿a los que desconociendo a Cristo le sirven sin saberlo de instrumento de su reino como el emperador y los grandes en tiempo de Cristo?. Ojalá sean mas bien como el tercer grupo, el de la Virgen, el de los pastores obedientes, el de los que acuden al llamamiento del Señor. CRISTO ESTÁ NACIENDO HOY Nosotros, los cristianos, tomemos conciencia en esta noche que Cristo no nació hace veinte siglos, Cristo está naciendo hoy en nuestro pueblo, en nuestro corazón, en la medida en que cada cristiano trate de vivir a integridad el evangelio, la vida cristiana, las consignas de la Iglesia verdadera de Dios, en esa medida cada uno de nosotros es como el apóstol, es como María, es como el pastor que da gloria a Dios, canta la alegría de haber conocido a Cristo y trata de llevar esa noticia a otros como los pastorcitos de Belén. Para esto es necesario convertirse sinceramente a Cristo, convertirse al amor que nos visita, hacer eco a la bondad infinita de Dios que nos trae la redención; no rechazarla, no ser tiniebla, ser corazón abierto como una cuna para que nazca Cristo en cada alma esta noche y desde entonces se inunde de luz cada corazón para cantar con los ángeles el anuncio que tenemos que llevar a todos los hombres, a toda la sociedad, a toda la patria: "Os ha nacido un salvador". Hermanos, desde este mensaje de la gloria de Dios, de la paz a los hombres, quiero decirles respaldado por la palabra divina: ¡FELIZ NAVIDAD! Vamos a pronunciar ahora de manera especial nuestro Credo. Ya en las proximidades de la Navidad, las lecturas de la palabra de Dios nos hablan de esa cercanía que debe llenarnos de gran esperanza. Dios viene a salvarnos, podía ser el título de esta homilía de hoy. Dios viene y hemos de sentir sobre nuestros pesimismos, sobre nuestros desconciertos, y a pesar de que el horizonte de la vida de la historia se siente como cerrado, Dios viene y abrirá caminos de luz, solamente nos pide corresponder con fe, con confianza en Él. A la luz de esta cercanía, y viviendo profundamente esta esperanza, hemos de reflejar con esta alegría del corazón, que no es una alegría superficial, como muchos la tienen en Navidad, sino la alegría profunda de una fe, hemos de reflejarla, digo, sobre las realidades que nos circunscriben porque somos gente que lleva sus pies en la tierra y vive una historia y no puede prescindir de sus convicciones, de sus esperanzas íntimas, cuando siente también las repercusiones de la realidad que lo circunda. Cada uno lleva sus propias realidades, sus problemas personales; cada familia también tiene su historia, y la familia de familias, que es la patria, también está construyendo su historia y el reino de Dios que lo formamos quienes queremos humildemente seguir a ese Cristo, a ese Redentor, tenemos que ser un pueblo luz, un pueblo fuerza, un pueblo que, como el mismo Cristo lo definió, sea levadura en la masa, luz del mundo, sal de la tierra, y este es el objeto de esta predicación dominical. Yo le agradezco al Señor la buena voluntad de ustedes, queridos radioyentes y queridos amigos que visitan la Catedral y la llenan, porque esa presencia y esa atención ya es un signo de profunda esperanza. Construyamos todos los que nos sentimos responsables, bautizados en Cristo, formando por tanto este pueblo redentor del mundo, construyamos un reino de Dios que sea sólido, íntimo, santo, en el seno de una comunidad, para que desde allí irradie la belleza, la esperanza, la luz que nuestra patria espera.
EL PAPA Y NUESTRA PATRIA Así me parece que sintoniza maravillosamente con este pensamiento de la Arquidiócesis el mensaje mismo del Papa, que apenas esta semana dirigió al nuevo embajador de El Salvador ante la Santa Sede, don Prudencio Llach. El Papa, según la noticia que leemos en la prensa, elogió el empeño del pueblo salvadoreño por mejorar sus condiciones generales de vida a partir de la visión global del hombre y de la humanidad enseñada por la Iglesia. La visión que la Iglesia tiene sobre el hombre y sobre su colectividad hay que tenerla en cuenta, dijo el Papa, para mejorar las condiciones generales de vida de nuestro pueblo. El Papa también manifestó al embajador de El Salvador: la Iglesia desea respetar en forma permanente la competencia del poder temporal, o sea del gobierno, y acepta un diálogo constructivo con las autoridades civiles. El Papa reivindicó para la Iglesia salvadoreña la imprescindible libertad para predicar la fe, enseñar su doctrina moral y social y ejercer su misión entre los hombres sin ninguna traba. Ese camino, dijo el Papa, puede prevenir males y superar un clima de violencia que desgraciadamente ha causado también lutos en el campo eclesial. El Papa no se olvidó de nuestras víctimas, sacerdotes y colaboradores de la evangelización de nuestra patria. También destacó el Papa la necesidad de construir una atmósfera social en la que se enmienden evidentes injusticias que impiden que los bienes creados lleguen de manera equitativa a todos. Este breve resumen del mensaje del Papa, el cual va a ser publicado cuando llegue íntegro, me da una inmensa alegría, porque yo encuentro aquí los pensamientos del Papa perfectamente poniéndole base a la actitud evangélica de nuestra Iglesia arquidiocesana. No hemos dicho otra cosa distinta que la que el Papa acaba de decir, hemos defendido la visión global del hombre que la Iglesia actual está predicando aquí en El Salvador y hemos dicho que no se confunda esa visión global con otras ideologías que no son la mentalidad de la Iglesia. También hemos proclamado el respeto al poder temporal. De parte de la Iglesia no ha habido una intromisión en el poder temporal y también hemos aceptado, como dice el Papa, un diálogo constructivo. Constructivo quiere decir que sea sobre bases de hechos, de sinceridad. Estamos dispuestos, como el Papa lo augura, a un diálogo, pero en un ambiente de confianza en que van a ser no sólo promesas sino hechos y sinceridad. EL PAPA Y LA LIBERTAD Esto es hermoso, es lo que hemos defendido siempre, el Papa defiende la libertad de predicar la fe de la Iglesia, sin ninguna traba, y que se la deje ejercer su ministerio entre los hombres. El ministerio de la Iglesia abarca también los derechos humanos, porque ella es defensora de la ley del Señor en la Tierra y todo cuanto atropella la dignidad, la libertad, es parte de la misión de la Iglesia, por eso el Papa apoya, pues, el ejercicio de esta misión de la Iglesia entre los hombres, sin ninguna traba. Y lamenta el Papa que haya habido lutos en el campo eclesial y llama a prevenir estos males, superando un clima de violencia. También hemos gritado con el Papa contra la violencia, sea la violencia que se institucionaliza, que reprime, sea también la violencia que subvierte, del oprimido, cuando se mancha esa violencia con el pecado, con el odio, con el resentimiento. La Iglesia no puede tolerar una violencia manchada de pecado. Y también destacó el Papa, y esta idea hay que tenerla muy clara, que se debe construir en El Salvador una atmósfera social en que se enmienden evidentes injusticias. El Papa señala, pues, una injusticia evidente en nuestro ambiente y pide una organización social en la patria, de manera que los bienes creados lleguen equitativamente a todos. Hermanos, como ven, en esta Navidad yo siento como un gran regalo del magisterio de la Iglesia esta comprobación de que la predicación de nuestra Arquidiócesis va en un sentido, verdaderamente según el evangelio, porque el Papa es para mí, siempre, la piedra de toque de la autenticidad de una doctrina revelada por Dios a los hombres. LEYES JUSTAS PARA LOS POBRES Por eso me alegra, hermanos, no todo es pesimismo. Así como hemos reprobado injusticias, leyes que no están de acuerdo con el pensamiento cristiano, me alegro de haber conocido un proyecto de ley titulado "Ley de impuesto a los inmuebles rústicos". Los considerandos hacen honor a un gobierno que se preocupa del bienestar de los sectores de menores recursos, particularmente en las áreas rurales, en las que es necesario cumplir servicios, prestaciones, para resolver los problemas de la salud, la educación, la vivienda y otros, y que naturalmente esos recursos tienen que salir de los mismos sectores agropecuarios, sin quitar por eso el entusiasmo para seguir progresando en la técnica de esos sistemas agropecuarios. Es decir, esta es la justicia cristiana y social. Ojalá cumpliendo el deseo del Papa tengamos también un día en El Salvador esas leyes que tengan en cuenta sobre todo esos sectores de menores recursos, y así veremos cómo una patria por el mismo hecho de descartar las injusticias sociales superará los peligros del terrorismo, desaparecerán odios, diferencias, cuando las mismas leyes nos den una institución nacional conforme al pensamiento de Dios que lo ha creado para que todos nos sintamos hermanos. Por eso también, hermanos, a la luz de este pensamiento yo quiero hacerme solidario de 280 niñas, 280 varones y 60 adultos que frecuentan la escuela Concha Viuda de Escalón, fundada hace 34 años, y que está en peligro de sufrir un desalojo injusto. Yo suplico, pues, a quienes tienen la competencia de resolver justamente este problema, así como espero también una justa solución con respeto a la dignidad humana del problema laboral surgido en la fábrica Quality y en el desalojo de campesinos de la hacienda de San Francisco de Zacatecoluca. ALEGRÍAS DE NAVIDAD CON SACERDOTES Quiero alegrarme también, hermanos, en esta Navidad, en esta semana, la Iglesia ha vivido momentos muy felices. Por ejemplo, el jueves: una reunión del clero muy valiosa, en que evaluamos las circunstancias en que hemos trabajado durante este año tan complicado. Creo que podría destacar tres notas de esa reunión de los sacerdotes: la sinceridad, la solidaridad con el obispo y el optimismo. Una sinceridad en la que no se callaron las mismas deficiencias y hasta los pecados que pudimos haber cometido en circunstancias tan raras en nuestra vida eclesial de este año. Una sinceridad que nos llevaba también a buscar medios auténticos de evangelio para construir como colaboradores de Cristo ese reino de Dios en El Salvador. La solidaridad con el obispo me ha conmovido profundamente, de tal manera que este domingo, cuando estoy hablando aquí yo con mi voz, siento que es todo un presbiterio, todo un conjunto de sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos en el trabajo pastoral de la arquidiócesis que me está respaldando, no es mi voz sola, una voz que clama en el desierto, sé que en cada parroquia, en cada comunidad, hay un sacerdote, una comunidad religiosa, un grupo de fieles que está plenamente solidario con el pensamiento de aquel que indignamente ha sido escogido para ser la cabeza de la diócesis y la expresión de la vida de la Iglesia de toda la región. Yo les agradecí profundamente, ellos se comprometieron a solidarizarse cada vez más, de tal manera dijeron que me devolvían aquella frase: "Quien toca a un sacerdote toca al obispo", los sacerdotes podemos decir: "Quien toca al obispo toca a todos los sacerdotes". Les agradezco profundamente, queridos hermanos sacerdotes, y sepan que jamás en mi conciencia traicionaré ese profundo voto de solidaridad y de confianza. También los felicito por el optimismo, la alegría, hasta para sufrir, si es necesario, por el nombre del Señor. Un propósito así, pues, está lleno de grandes esperanzas para todo nuestro pueblo, al cual le suplico que se muestre solidario, también amigo comprensivo, del trabajo de nuestros queridos sacerdotes. En Suchitoto, junto con todos los sacerdotes del Departamento de Cuscatlán, después de celebrar a la Patrona "Santa Lucía", tuvimos una reunión que también es todo un sentido de promesa y de solidaridad. Quiero expresar aquí ya, en público, el agradecimiento de aquella parroquia y de toda la arquidiócesis a nuestro querido Monseñor Chávez y González que se ha retirado con la satisfacción de decir: ¡misión cumplida!. Dios lo bendiga, Monseñor; ojalá que el Señor siga bendiciendo sus años, que el Señor le conceda como bello ejemplo de fidelidad sacerdotal al trabajo, a la jerarquía, al pueblo de Dios. CELEBRACIONES EN LA ARQUIDIÓCESIS Celebramos la fiesta en Tacachico en honor de San Pablo, patrono, y de la Inmaculada Concepción; una comunidad bella, entusiasta, alegre, acogedora. Quiero felicitar al Padre Párroco, el joven Jorge Salinas, por lo bien equilibrado que va llevando el ministerio en aquella parroquia. Ayer sábado, llevamos a San José Villanueva una comunidad de hermanas Pasionistas; me alegró mucho el espíritu de entrega con que ellas van y la acogida generosa que el pueblo les ha brindado. Ayer también, por la tarde, estrechamos calurosamente al Padre Agustín Grisseri, que celebraba en El Calvario 50 años de vida sacerdotal. ¡Dios lo bendiga! Y tres avisos para finalizar esta parte, hermanos. TRES ANUNCIOS El primero es que mañana a las 9 de la mañana se va a celebrar en Quezaltepeque, en el colegio San José de las hermanas Dominicas, la fiesta del Patrón San José. Varias comunidades harán acto de presencia en este acto parroquial, que se celebrará, pues, en el amplio local del Colegio de las hermanas, Colegio San José en Quezaltepeque. También el segundo aviso es que en la noche de Navidad, aquí en Catedral, vamos a celebrar la misa a las 7 de la noche, movido por las circunstancias, queremos anticipar esta hora, de modo que les invito para que a las 7 de la noche, el 24, nos reunamos aquí en Catedral. Esperamos que la misa será transmitida por esta emisora. Al terminar la misa, las madres, esposas y familiares de los desaparecidos, van a tener una reunión de familia, una cena pascual de familia, y hacen un llamamiento a todos los hogares que sufren estas ausencias, aquí en la cripta de Catedral, con fin meramente humano y religioso, pidiéndole a las familias que celebran su cena de Navidad sin la angustia de un desaparecido que pidan mucho al Señor, que regresen al hogar esos seres queridos y que otro año encuentre los hogares más felices en esta Navidad. Por esto mismo, hermanos, qué gusto le daría a la Iglesia si, como un gesto de esa benevolencia que el Embajador de El Salvador fue a expresar al Papa, nuestro gobierno decretara con motivo de la Navidad una amplia amnistía y trajera la alegría, el consuelo a tantos hogares. Y finalmente el aviso de que la jornada de la paz iniciada por Pablo VI tendrá un eco muy grande aquí en El Salvador, en la Catedral. Los días 4, 5 y 6 de enero, habrá conferencias por personajes de destacada actualidad, como Monseñor McGrath, Arzobispo de Panamá, que ya confirmó su presencia, y otros oradores. A todos les invito para que recemos esos días como una oración de solidaridad con el deseo del Papa de que haya verdadera paz en el mundo. Y en este ambiente llega, hermanos, la Navidad, Dios viene a salvarnos, nos grita la palabra de Dios en este domingo. Yo quiero exponer estas tres ideas para reflexionarlas profundamente durante esta semana. 1ª. Hay un plan de Dios para salvar al mundo. 2ª. La Iglesia es la encargada de prolongar ese plan de Dios en la historia. 3ª. La reacción de los hombres, lo que Dios espera para salvar al mundo. 1ª. HAY UN PLAN DE DIOS PARA SALVAR AL MUNDO Sí, la primera idea es que existe un plan de Dios para salvar al mundo, nos lo ha descrito hoy con palabra inigualable el apóstol San Pablo. Este evangelio que yo predico, dice Pablo, prometido ya por sus profetas en las escrituras santas, se refiere a su hijo, nacido según lo humano, de la estirpe de David y constituido según el Espíritu Santo hijo de Dios con pleno poder por su resurrección de la muerte, Nuestro Señor. Por él hemos recibido el don y esta misión de que todos los gentiles, todo el mundo, responda a esta fe. ¿Qué quiere decir eso? Que Dios no está improvisando, que Dios cuando previó la caída del hombre, la ruptura del diálogo que se había entablado en los orígenes de la historia, previó también una redención. Una redención en la cual él, su hijo, personalmente vendría a esta tierra. Y aquí la palabra de Dios nos describe en el evangelio de San Mateo que ese proyecto eterno de Dios no fue una utopía, sino que un día lo anuncia como un signo, por medio de un profeta, Isaías, que se encuentra frente a un rey, Acaz, afligido porque dos reyes vecinos, el de Israel o sea la parte Norte de Palestina, y el de Siria, Damasco, habían confabulado ir a quitarle el trono y él buscaba el apoyo en el rey de Asiria, poderoso, para que viniera a defenderlo. Isaías le dice al rey que no confíe en los hombres, que confíe en la Promesa de Dios, que ha prometido que un vástago de David -Acaz es descendiente de David y va ha tener un hijo ya próximo el rey que va ser su sucesor Ezequías-, pero la promesa no mira solamente a aquella mujer fecunda, esposa de Acaz, sino que, proyectándose en la promesa de Dios a David, le dice que será una mujer extraordinaria, es un signo de la potencia de Dios que siendo Virgen y quedando Virgen será madre de un hombre que tendrá por nombre Emmanuel, Dios con nosotros. MARÍA Y LA NAVIDAD Qué bella figura en la aurora de los tiempos de María, Nuestra Señora. María no puede estar ausente de nuestras esperanzas navideñas. Una Navidad sin la Virgen es una Navidad sin ternura, una promesa de salvación sin una mujer bella, Virgen, encantadora, Santa, no sería una redención humana como Dios quiere dar sus gracias a los hombres por medio de la ternura de una madre. En estos días de Navidad, que crezca hermanos en el corazón nuestro amor a la Virgen María, la madre de Emmanuel, Dios con nosotros. El rey Acaz no quiere una señal, confía más en el rey de Asiria. Isaías lo reprende: casa de Judá, no te aburres de cansar a los hombres sino que estás provocando al mismo Dios. Y cuando llegó la plenitud de los tiempos, el evangelio de San Mateo que se ha leído hoy, cuenta cómo se cumplió al pie de la letra la promesa de siete siglos atrás: Isaías. Una Virgen de Nazareth recibe el saludo del ángel y la promesa "vas a dar a luz un hijo que será el perdonador de los pecados del pueblo". CRISTO PERTENECE A NUESTRA HISTORIA Cuando José, según el relato de hoy, desconcertado ante el embarazo de su mujer, que por obra de un milagro del espíritu de Dios va a tener un producto virginal, oye la promesa también que le dice: ponle por nombre Jesús, que quiere decir salvador de los pecados del pueblo. Este es el Dios que nos salva: Emmanuel. San Pablo en su lectura de hoy inicia una teología que a lo largo de los siglos será el tema sabroso de todos los teólogos, aún hoy se está estudiando como un tema de moda: la cristología, el tratado de Cristo. San Pablo pone las bases, las bases de una teología auténtica, de una cristología, un tratado de Cristo porque dice: por una parte, descendiente de David según la carne, este Cristo es hombre, perteneciente a una dinastía de reyes. Dios lo ha prometido, y como hombre pertenece a nuestra historia, sufre como los hombres, lleva en su corazón de hombre la angustia de todo el mundo, es humano. Qué bello pensar, hermanos, que el Emmanuel, Dios con nosotros, es un hombre, es humano, me comprende, me acompaña, me consuela, me ilumina, pero por otra parte dice San Pablo: según el espíritu de Dios, ungido por el Espíritu Santo, en las entrañas en la mujer bendita que lo iba a tener es hijo de Dios. EL PROYECTO DE SALVACIÓN Un día nace Cristo en Belén, ungido por el Espíritu Santo. No ha sido el producto de un consorcio carnal de hombre y de mujer, ha sido el engendro milagroso virginal, y nace virginalmente, el que va a traer una carne inmaculada para inmolarla en la cruz para la salvación de todos los hombres. Y un día, tres días después de morir, resucita. Y aquella carne de la Virgen hecha carne de Jesús va también como hijo de Dios a sentarse a la diestra de Dios Padre. Y allá vive, vive eternamente, el hijo de David según la carne, hecho por el espíritu Hijo Dios. Y desde el cielo envió su espíritu divino, y aquí está el proyecto de salvación de todos los hombres. Ese espíritu divino conquistado por el hijo de David, que se hace por la resurrección hijo de Dios, es un espíritu que puede invadir a todo hombre que quiera dejarse arrollar por esa fuerza de redención. San Pablo, no lo olviden, está escribiendo a los Romanos. Los del imperio romano eran paganos, no eran judíos, y Pablo les dice: "Yo que he sido escogido para predicar esta redención a los gentiles, a los no judíos, me alegro de ir a vosotros romanos, voy a llevaros la redención que Cristo trajo también para vosotros. También vosotros sois pueblo de Dios". Y esto es lo que yo quiero decirles ahora a ustedes, queridos hermanos, queridos radioyentes, que a ustedes les puedo decir también lo que San Pablo decía a los romanos de su tiempo: "A todos ustedes, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de su pueblo santo, os deseo la gracia y la paz de Dios nuestro padre y del Señor Jesucristo". Quiere decir que esa redención proyectada por Dios está llegando a todos los hombres, no queda excepción alguna. TODOS LLAMADOS AL PERDÓN Todo aquel que se sienta pecador, que se sienta que sus pecados son imperdonables, quién sabe si me está escuchando aquel que tiene la mano sangrienta por haber matado al padre Grande, aquel que disparó contra el Padre Navarro, aquel que ha matado, que ha torturado y ha hecho tantas maldades, óigalo allá en sus antros de criminal, tal vez ya arrepentido, tú también estás llamado al perdón. Cuando he gritado contra la violencia siempre he añadido el arrepentimiento de tu pecado para que te hagas hijo de Dios. Pablo predica a los romanos, un pueblo pagano donde abundaban los crímenes, las injusticias, y les dice: también a ustedes los está llamando esta redención en Cristo, pero en Cristo. En Cristo traído por la Virgen. Hermanos, y esta redención que es del pecado, porque así le dice el Ángel a San José: "llámale Jesús porque él va a perdonar los pecados del mundo". De allí parte la liberación cristiana. MINISTERIO DE LA IGLESIA: LA LIBERACIÓN Cuando ahora luchamos por los derechos humanos, la libertad, la dignidad, cuando sentimos que es un ministerio de la Iglesia preocuparse por los que tienen hambre, por los que no tienen escuela, por los que sufren marginación, no nos estamos apartando de esta promesa de Dios. Viene a librarnos del pecado, y la Iglesia sabe que las conclusiones del pecado son todas esas injusticias y atropellos. Por eso la Iglesia sabe que está salvando al mundo cuando se mete a hablar también de estas cosas. Y el Papa, recogiendo el eco de los obispos en 1974, en el Sínodo, oímos, dice el Papa: el clamor de millones de hombres, traídos por los obispos a Roma, pidiendo a la Iglesia una ayuda en su liberación, la Iglesia no puede ser sorda, y la Iglesia se preocupa de promover la liberación del pecado y todas las consecuencias del pecado, y dijo esta hermosa frase entonces el Papa, que está escrita en la "Evangelii Nuntiandi": "La Iglesia acepta la lucha de los hombres por la liberación, pero la incorpora al proyecto de salvación universal". ¿Qué quiere decir? La Iglesia sigue construyendo el plan salvador de Dios, no se ha apartado y cuando ve en los hombres, en los pueblos de América, el ansia de liberación, incorpora esa ansia, esa lucha, a la liberación cristiana, en Cristo, y les dice a todos los que trabajan por la liberación: que una liberación sin fe, sin Cristo, sin esperanza, una liberación de violencia, de revoluciones, no es eficaz, no es auténtica. Que solamente tiene que partir de la redención en Cristo, de la redención del pecado. Que de nada servirían leyes y estructuras mientras los hombres no se renovaran por dentro arrepintiéndose de sus pecados y tratando de vivir más justamente. 2ª. LA IGLESIA ES LA ENCARGADA DE PROLONGAR ESE PLAN DE DIOS EN LA HISTORIA Este es el proyecto de Dios, por eso les digo mi segunda idea, que este proyecto de Dios lo transmite por su Iglesia. La Iglesia hoy, en 1977 y dentro de pocos días en 1978, no está haciendo otra cosa que lo que ha dicho San Pablo: predicar el evangelio de Dios, el proyecto de salvar el mundo en Cristo Jesús. Por eso le duele a la Iglesia cuando se sospecha de su misión, lastima su dignidad cuando se quieren constituir jueces de su modo de predicar. La Iglesia ha recibido de Dios el encargo y el Papa lo acaba de decir al embajador de El Salvador en Roma, que no se le pongan estorbos a esa evangelización, a esa predicación, a ese proyecto salvador de Dios que la Iglesia tiene que desarrollar también en El Salvador sin ninguna traba. Esta será la libertad que siempre clamará la Iglesia y que no se dejará encadenar aún cuando tenga que callar. Hermanos, la Iglesia no sólo somos los obispos y los sacerdotes, la Iglesia son ustedes los bautizados, la familia cristiana, los profesionales, los estudiantes, los obreros, los campesinos; al decir aquí, pues, que la Iglesia está prolongando este plan salvador de Cristo, quiero hacer un llamamiento, hermanos, a que todos ustedes bautizados, vibren, palpiten con el entusiasmo del plan de Dios, un plan que nadie puede detener, un plan que tiene que realizarse porque Dios lo quiere, de salvar a los hombres en Cristo, dar a conocer a Cristo por medio de María la Virgen que dio a Dios, al Emmanuel, Dios con nosotros. Es el gran deber, sacrificada obligación de todos los cristianos. 3ª. LA REACCIÓN DE LOS HOMBRES. LO QUE DIOS ESPERA PARA SALVAR AL MUNDO Y por último, hermanos, fijémonos en esta reacción de los hombres frente al plan de Dios que sigue siendo el proyecto de la Iglesia. Encontramos aquí personajes interesantes; en primer lugar encontramos un rey, que bajo el pretexto de una falsa religiosidad dice: yo no quiero tentar a Dios, no le quiero pedir ese signo que tú me ofreces. Y el profeta lo reprende: No es por no tentar a Dios, es porque quieres seguir tus proyectos humanos, porque quieres confiar más en la potencia de las armas, quieres más al rey de Asiria que los proyectos de Dios. Y fue triste este rechazo de la promesa de Dios porque a los pocos años, aquel que llamó Ajaz para venir a socorrerlo, vino a invadirlo y a llevar presos en el famoso destierro de Judá. Es una manera de rechazar a Dios, es una manera de reaccionar ante los proyectos de Dios, triste manera, el rechazo. Cuántos están rechazando en esta hora la predicación de la Iglesia en El Salvador, desprestigiándola, calumniándola. Como a los fariseos, les puede decir Jesucristo: "hipócritas que no entran ustedes en el reino de Dios ni dejan que otros entren". Hermanos, yo apelo a la madurez de juicio de todos ustedes para que no se dejen seducir, para que no se dejen envolver por la falsa religiosidad del Rey Ajaz, para que no rechacen la palabra sencilla del evangelio la palabra que pide sacrificios, que pide renuncias, que pide igualdad, que pide amor. EL PROYECTO DE DIOS Y LOS CÁLCULOS HUMANOS Naturalmente que duele esta palabra y es más fácil rechazarla, pero es el caso, hermanos, que las reacciones contra el proyecto de Dios también parten de los buenos. Aquí tenemos un caso también que es muy bueno meditarlo. San José está desconcertado, ¿cómo es posible que su esposa tan buena vaya a ser madre sin concurso de varón? Una tentación, mala fe de un esposo justo y santo, acerca de una esposa igualmente santa. Y la Virgen también se desconcierta cuando le dice al ángel: "¿cómo puedo ser madre si no tengo relaciones con un varón?". Y, hermanos, los proyectos de Dios están muy por encima de los cálculos humanos y el ángel le tiene que contestar a María: "también tu prima Isabel, anciana y estéril, va a ser madre porque para Dios no hay imposible". Esta es la fe, cuando la Virgen dice: "entonces, he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra", o como dice el evangelio de hoy de San José: cuando despertó de su sueño, acepta la palabra del ángel y toma, ya sin dudas ni desconfianza, a su propia esposa, María. LA HORA DE LA PRUEBA San Pablo también es otro ejemplo, un hombre perseguidor que creía que el cristianismo estorbaba a su religión judía y allí lo derriba Cristo resucitado de su cabalgadura de perseguidor, para hacerlo apóstol de los gentiles. Miren cómo, hermanos, aún en nuestra fe puede haber pruebas difíciles. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo Dios permite esto? Esto no puede ser de Dios. ¿No es verdad que en el corazón de todos nosotros ha surgido esta tentación más de una vez? Es la hora de la prueba, es la hora en que el proyecto de Dios quiere imponerse, no porque los hombres lo crean posible, sino porque nos ama y para el amor de Dios no hay imposibles. ¿Quién iba a creer que un Dios se iba a hacer hombre y quedar desprestigiado, muerto en una cruz?. Pues fue tan posible, que sin él no hay salvación. Creamos, hermanos, esta es la reacción de Navidad, cuando Isabel le dice a María felicitándola porque va a ser madre: "bienaventurada tú, que creíste". Nos está invitando a profesar esa virtud necesaria hoy más que nunca. Mucha fe, la fe consiste en aceptar a Dios sin pedirle cuentas a nuestra medida. La fe consiste en reaccionar frente a Dios como María: no lo entiendo, Señor, pero hágase en mi según tu palabra. Yo sé, Señor, que esta Navidad es un acercarse tuyo a nuestro pueblo salvadoreño, yo sé que nuestro gobierno, que nuestros colaboradores, que nuestra Iglesia, que están todos preocupados de un feliz porvenir, yo sé que nadie quiere sangre, violencia y desgracia. Señor, enséñanos los caminos aunque no los comprendamos, danos la señal de que tú estás con nosotros porque el Emmanuel, Dios con nosotros, no es una promesa de algo que pasó, es un Dios que se quedó, vive en medio de nuestro pueblo y esta es la gran confianza de esta Navidad de 1977, Dios está con nosotros; Dios viene personalmente a salvarnos, no sabemos cómo pero viene. Mucha esperanza, hermanos, por favor, mucha oración, una Navidad de plegarias, una Navidad de súplicas: Señor, sufrimos mucho; Señor, este pueblo está desconcertado; Señor, danos paz; Señor, tú que salvas, cuenta con nuestra buena voluntad. Queremos ser como Pablo, como José, como María, no queremos dudar de ti como Ajaz, queremos ser hombres y mujeres creyentes, entregados a ti, colaboradores de tu reino. Hermanos, que cada uno en su profesión, en su trabajo sea un colaborador de Dios. Siempre paz, siempre optimismo, siempre esperanza; vendrá el Señor a salvarnos. Así sea. Hermanos:
A la homilía de este domingo la podíamos llamar la Iglesia de la Salvación porque la misión de la Iglesia es salvar como Cristo y ésta es su función en la historia. Y como Dios sigue salvando en la historia de los pueblos, la Iglesia no puede prescindir de la historia concreta del ambiente en que tiene que desenvolverse. De allí que antes de hacer un comentario a la palabra divina para iluminar nuestra historia, nuestra realidad es bueno tener en cuenta esa realidad que vivimos. Yo quiero agradecer ante todo las felicitaciones y muestras de solidaridad con mi pensamiento que han llegado a propósito de mi comentario teológico acerca de la Ley de Defensa y Garantía del Orden Público. No he hecho más que destacar una página de nuestra teología clásica, de Santo Tomás de Aquino, e invitar desde allí, desde la teología, a los expertos en leyes para que se pronuncien acerca de un instrumento tan trascendental para la vida del país. PENSAMIENTO TEOLÓGICO Y DERECHOS HUMANOS El resumen de mi pensamiento como me lo pidieron varias personas, escrito, lo pueden leer en el periódico ORIENTACIÓN, que se está difundiendo esta mañana. Allí también, en ORIENTACIÓN, pueden encontrar el llamamiento de los hombres católicos a los hombres de leyes para este pronunciamiento. A mí también me llena de satisfacción la coincidencia de este pensamiento evangélico con el pensamiento diplomático. En esta semana ustedes habrán leído en "La Prensa Gráfica" las declaraciones de un distinguido diplomático acerca de nuestra situación. Ha sido con motivo del 29 aniversario de la adopción de la Proclamación Universal de los Derechos Humanos por parte de las Naciones Unidas. Ayer precisamente fue ese aniversario. Y a este propósito el diplomático en nuestro país expresa, entre otros pensamientos, que, habiendo sido aceptado por todos este pronunciamiento de los Derechos Humanos, ningún estado de los que lo adoptaron en la ONU puede alegar que el maltrato de sus ciudadanos en cuestión es cuestión estrictamente interna. Se ha comprometido internacionalmente y forma parte de un grupo de países que están todos, pues, contra las violaciones de los derechos humanos. Tampoco puede -dice el diplomático- un país comprometido con las Naciones Unidas en esta proclamación evadir la responsabilidad de cumplir, de examinar, de dar cuenta cuando ocurran torturas o injustas privaciones de la libertad en alguna parte del mundo. Lamenta que todavía a 30 años casi de su proclamación sea todavía un sueño, a pesar de que la mayoría de las constituciones de las naciones han aceptado esa defensa de los derechos humanos. Se denuncia terriblemente que en la ONU se han recibido el año pasado informes de más de 20.000 violaciones de los derechos humanos. Y luego analiza que la pretendida justificación de evitar el terrorismo es un sofisma. Usar métodos ilegales para hacer cumplir las leyes es condenar a los gobiernos al fracaso en la lucha contra sus violentos opositores. Y, citando al Secretario de Estado de los Estados Unidos, expresa que si es cierto que no se puede perdonar el terrorismo y la violencia en nombre del disentimiento, tampoco se puede justificar la violencia sancionada oficialmente. Tales sanciones pervierten el sistema legal que es el único medio de asegurar la supervivencia de nuestras tradiciones. Y hace esta declaración que coincide plenamente con el pensamiento de la Iglesia. El camino más seguro para derrotar al terrorismo consiste en promover la justicia en nuestras sociedades: justicia legal, económica y social. La justicia de tipo sumario socava el mismo futuro que intenta promover, produce únicamente más violencia y terrorismo. El respeto por el imperio de la ley promueve la justicia y elimina las semillas de la subversión. Al abandonar ese respeto, los gobiernos descienden a los bajos fondos del mundo terrorista e invalidan su arma más poderosa, su autoridad moral. La mejor manera de hacer cumplir las leyes y hacer respetar los derechos humanos, dice nuestro diplomático, es ganar la confianza y la lealtad de los ciudadanos al actuar con justicia a través de las leyes, cortando de raíz la oposición violenta. Perdonen, hermanos, la cita, pero me parece muy oportuna y aunque la Iglesia dice su palabra desde la perspectiva del Evangelio y no de la diplomacia, cómo alegra cuando se ve que la diplomacia habla con la razón, simplemente humana, la Iglesia, con el evangelio, y además de la razón humana, cuenta con la iluminación divina. Y que aun cuando las conveniencias diplomáticas cambiaran modos de pensar, la Iglesia se mantendría porque flota por encima de todas las conveniencias y estas verdades siempre serían las del Evangelio, no por decirlas un diplomático sino por coincidir con la revelación de Dios que la Iglesia defiende aun cuando le cueste la vida. LOS HECHOS DE ESTA SEMANA En este sentido de servicio al mundo, quiero informarles también con alegría que allá en Santa Ana, en el conflicto laboral de INCA, han intervenido Mons. Revelo, Mons. López Sandoval y el P. Walter Guerra, y con una voluntad muy buena de parte de la parte laboral, sobre todo, se está llegando ya a un arreglo final, que los trabajos han comenzado en la fábrica el 9 de diciembre. También en servicio de la Iglesia al mundo, anuncio con satisfacción la presencia de Monseñor Aparicio en la Hacienda El Porvenir, donde fueron capturados 30 hombres y mujeres, para reclamar un trato más digno, más humano, a los cuerpos de seguridad. Por su parte, nuestra oficina de Socorro Jurídico interviene en las causas de aquellos prisioneros. También al servicio del mundo, la Iglesia en la Arquidiócesis aceptó la invitación de la Asamblea de Federaciones Sindicales para constituir la Confederación Unitaria de Trabajadores, y quiero agradecer la efusiva acogida que los obreros dieron a la Iglesia. Sepan que la Iglesia estará siempre, desde su doctrina social, a la defensa de los derechos del trabajador, del campesino y de todo hombre que ame de veras la legalidad como servicio de bien común. Y estará siempre a la denuncia de toda pseudolegalidad que solamente quiera favorecer a un sector del pueblo. COMITÉ ECUMÉNICO Quiero informar también con alegría que el Comité Ecuménico ha seguido reuniéndose y progresando en sus reflexiones. Allí en ORIENTACIÓN pueden ver los miembros de iglesias Adventistas, Bautistas, Centroamericanas, Episcopal, Luterana y Católica y de varios movimientos juveniles. También he recibido cartas de protestantes particulares que se expresan más o menos así. Una de las cartas dice: "Los cristianos, cualquiera sea nuestra denominación, estamos obligados, si somos cristianos verdaderos, a compartir y vivir las enseñanzas de Jesucristo a pesar de todas las persecuciones. Desgraciadamente, muchos preferimos vivir una vida cómoda y fácil, sin complicaciones ni riesgos que vayan a poner en peligro nuestra seguridad." Hermanos, no importa no ser católico, lo que interesa es ser cristiano de verdad y llevar el evangelio de Jesucristo, no solamente a una proclamación muy fácil de un espiritualismo sin compromisos con la historia, sino que lo que vale en el Evangelio es seguir a ese Cristo que no tiene miedo a quedarse clavado en una cruz cuando se trata de la defensa de la santidad en la historia. Y aquí es donde fallamos, no solamente protestantes sino también muchos católicos que, como dice esta carta protestante, aman su vida cómoda y no quieren complicaciones. Sirva, pues, como un llamamiento para mis queridos católicos a no tenerle miedo al Evangelio y a darse por entero, aun cuando ese Evangelio nos pida sacrificios superiores a nuestras comodidades. ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS En servicio al mundo, también la Iglesia estuvo presente en mi persona en el 15 aniversario del grupo de Alcohólicos Anónimos, en la Parroquia de Santa Anita, donde tuve la dicha de desarrollar ante una muchedumbre de Alcohólicos Anónimos, el tema "Religión y Alcohólicos Anónimos". Aprovecho esta oportunidad para recomendar a todos los que tienen problemas alcohólicos aferrarse a esa tabla de salvación. Yo estimo mucho ese movimiento y pido al Señor que florezca y que los que tienen complicaciones y son tormento de sus familias, de sus esposas, busquen allí una solución, que la encontrarán ciertamente. A los Alcohólicos Anónimos vaya mi saludo más cariñoso y decirles que estoy plenamente a sus órdenes. SINTÁMONOS EN FAMILIA Pero esta Iglesia que sirve al mundo no se olvida de constituirse, de fortalecerse internamente, de allí que también en esta exposición de noticias y de vida de nuestra Iglesia, hermanos, esta hora para mí es como una hora de familia. Junto con ustedes que llenan la catedral y junto con aquellas comunidades católicas de base y junto a aquellos pueblos y parroquias o junto al lecho de aquellos enfermos, donde me están escuchando, les digo, hermanos, sintámonos en familia los hijos de esta Iglesia Católica y vivamos los acontecimientos de esta Iglesia con la alegría y la comprensión de una verdadera familia. CON DOS NUEVOS SACERDOTES Por ejemplo: llenémonos de gozo porque ayer, aquí en la Catedral, dimos la ordenación sacerdotal a dos jóvenes: Héctor Figueroa y Jorge Benavides, a quienes enviamos a través de la radio un saludo de la Arquidiócesis a sus pueblos de origen, donde están celebrando hoy sus primeras misas, en la alegría de sus familias. Jorge Benavides en San Miguel y Héctor Figueroa en Metapán. CON NUESTROS HERMANOS FRANCISCANOS Una nota triste, compartamos la aflicción y la plegaria de los queridos Padres Franciscanos Italianos, tan abnegados servidores de nuestra Iglesia aquí en El Salvador y en Guatemala, porque el 8, día de la Inmaculada, qué bella señal de predestinación, entregó su alma al Creador un gran amigo, el P. Engelberto Mallizon. Quién le iba a decir que un pueblito salvadoreño, Santiago Nonualco, iba a recoger su último suspiro y su cadáver. Él, que dejó comodidades y familia de su propia patria, Italia. El Señor sabrá dar recompensas maravillosas a estos servicios. Y a nuestros queridos hermanos Franciscanos Italianos, nuestra condolencia y nuestra plegaria. Y CON SACERDOTES Una nota de júbilo sacerdotal: el sábado próximo el P. Agustín Grisen, Somasco Italiano, va a cumplir 50 años de vida sacerdotal. Para el querido P. Agustín, junto con su comunidad Somasca, sepa que toda la Diócesis con su Obispo están muy íntimamente unidos en solidaridad de plegarias. Para esta semana tenemos reuniones sacerdotales muy importantes que yo encomiendo a sus oraciones. El jueves precisamente, una de Obispos y otra del Clero de la Arquidiócesis para evaluar el trabajo del año y proyectar nuestra Pastoral para el año próximo. Y CON TODA LA COMUNIDAD ARQUIDIOCESANA Con las diversas comunidades traigamos aquí a este hogar de la diócesis que es la Catedral la vida de las diversas comunidades esparcidas por toda la Arquidiócesis. Y en primer lugar les transmito la gratitud de las comunidades de Aguilares que han recibido la ayuda de tantas comunidades cristianas. De su carta de agradecimiento, leo estas frases: "El esfuerzo de ustedes ha contribuido a que nuestras familias tengan un vestido que ponerse y algo que comer para los momentos más duros. Además, hemos logrado pagar deudas contraídas por gastos en sacar a los familiares presos, en medicinas para curar las enfermedades adquiridas durante los días que vivimos a la intemperie. Esto nos viene a dar una muestra clara de cómo día a día el pueblo va comprendiendo y viviendo junto a los necesitados y mostrando en la práctica su amor, dando un apoyo en colaboración a un pueblo que sufre." Hermanos, esta frase vale más que todos los elogios y yo les felicito a todas las comunidades que sintieron con la pobre población mártir de Aguilares y les han ayudado a sobrellevar esta terrible prueba. Ojalá este gesto sea imitado siempre que haya pueblos que sufren. Y los hay siempre. En San Antonio Los Ranchos, el Club de Jardinería católico invita a una exposición de artesanía del maíz en Chalatenango, del 18 al 24 de diciembre. En la Parroquia de La Palma se celebran Horas Santas por la Arquidiócesis, por su Obispo. Yo les felicito y al P. Vito le quiero decir que siga su apostolado de plegaria y de difusión de literatura bíblica y catequística. En aquella humilde comunidad, parece mentira, se hacen cosas que no se hacen donde hay más comodidades. Se difunde mucho la literatura de comentarios a la Biblia y de instrucción catequística en los hogares. Tuvimos la dicha de visitar esta semana las comunidades de Citalá y las Hermanas Oblatas al Divino Amor; en Tonacatepeque, con la fiesta titular de San Nicolás; en Domus Marie, a la convivencia de Religiosas dedicadas a la Pastoral Directa; en el Colegio Belén, a la convivencia y estudio de Religiosas Carmelitanas. Y felicitamos también aquí a las religiosas y sacerdotes, seminaristas que han estado desarrollando un curso de Teología promovido por la Universidad Centroamericana. Hemos visitado también La Libertad con motivo de sus fiestas de la Inmaculada; San Antonio Abad para impulsar un esfuerzo de unificación de sectores, allá un poco divididos; en Ayutuxtepeque para animar la comunidad a la construcción de su casa parroquial. Anoche en Santa Lucía para confirmar a un grupo de jóvenes. Quiero felicitar al P. Astor por tratar de llevar esta pastoral de la confirmación, tal como la quiere la Iglesia. Unos jóvenes preparados debidamente y después de un retiro espiritual, saber lo que van a recibir en la imposición de las manos del Obispo: la plenitud, la gracia del Espíritu Santo que les confirma en su fe para llevar una juventud digna. Hoy en Santa Tecla continúan las reuniones en el Colegio de Fátima, para que los laicos vayan promoviendo, como ya lo están haciendo, las Comunidades Eclesiales de Base. También este día a las diez, en San Antonio, Colonia América, habrá una fervorosa Primera Comunión. En Suchitoto se celebra pasado mañana la fiesta de Santa Lucía. Tendremos la dicha de estar con nuestro querido antecesor Monseñor Chávez y González. Así como en Tacachico se celebra el 14 la Inmaculada y San Pablo. El sábado, en San José Villanueva una comunidad de religiosas Pasionistas va a ir a hacerse cargo del cuidado pastoral de aquel pueblo. Por la mañana, pues, tendremos allá la dicha de llevarlas. En La Vega, el próximo domingo, la fiesta de la Virgen de los Remedios. En San Rafael Cedros, promoción de una Academia de Corte y Confección. Y la iniciativa que lanzamos aquí acerca de la Navidad con más sentido de caridad cristiana queremos agradecer la acogida que ha encontrado en varias personas. Y a la vendedora de tarjetas que nos envió su aviso de que los pobres se ganan la vida vendiendo tarjetas, le digo que tiene razón, pero que si promovemos que en vez de tarjetas se regalen vestiditos, zapatitos, otras cosas a los pobres, tendrá siempre su negocio. La cuestión es cambiar de mercancía, dándole a nuestra caridad también un sentido más útil. Ya me dio mucho gusto oír una protestante que me dijo que había atendido el llamamiento y que este año, en vez de hacer regalos de Navidad, va a dar un par de zapatitos a un niño pobre descalzo. FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE Y finalmente, hermanos, y esta sea como la portada de la homilía más bella: la Virgen de Guadalupe. Mañana, en toda América Latina, esta Inmaculada morena que quiso hacerse nuestra, de nuestra raza, la Virgen Madre de Dios, recibe el cariño filial de tantos pueblos que oyen como dicha a ello la palabra que la Virgen en el Tepeyac dijo a Juan Diego. Y oigámoslo cada uno muy cerquita de nuestro corazón: "¿Que no estoy yo aquí que soy tu Madre?" Vamos a sentirla cerquita hoy, a las 7.30 de la noche, de la Iglesia de San José de la Montaña, de la Parroquia de San José de la Montaña, la peregrinación hacia la Basílica de Guadalupe y allá a las 9 de la noche, al llegar la procesión, celebraré la Santa Misa que será transmitida por esta emisora. Quiero felicitar a todos los que, aunque no se llamen Guadalupe, sin embargo son hijos muy queridos de esta Virgen morena latinoamericana. PENSAMIENTOS DE LA HOMILÍA Queridos hermanos, todo esto nos está diciendo, pues, que la Iglesia se robustece. Está trabajando en tantas partes, precisamente al servicio de la salvación. En las lecturas de hoy, yo encuentro estos tres pensamientos que son el resumen de mi mensaje: 1º.) Sólo Dios puede salvarnos. 2º.) Dios salva en la historia de cada pueblo. 3º.) La misión de la Iglesia es hacer que la historia de su pueblo sea historia de salvación. 1º.) SÓLO DIOS PUEDE SALVARNOS Esto es lo que se deduce de las lecturas, en primer lugar, que sólo Dios puede salvar. Y el objeto de estas predicaciones, queridos hermanos, es repetir lo del Concilio Vaticano II ante aquellos que esperan que la solución de los problemas de la tierra va a venir del esfuerzo humano y que habrá un día un paraíso en esta tierra creado por los hombres. Eso la Iglesia lo ha dicho siempre: es mentira, los hombres no podemos dar la salvación que la humanidad necesita. Con el Concilio Vaticano II decimos más bien: "Cree la Iglesia que Cristo muerto y resucitado por todos da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado al mundo otro nombre en el cual los hombres puedan salvarse fuera del nombre de Jesús. Igualmente cree la Iglesia que la clave, el centro y el fin de toda historia humana se halla en Jesucristo su Señor y Maestro. Bajo la luz de Cristo, la Iglesia sigue predicando al mundo que la salvación no puede venir de los hombres sino de Dios." Y si buscáramos un resumen para las lecturas de hoy las tres nos están diciendo lo mismo. En la primera lectura el profeta Isaías nos dice: "Dios vendrá y nos salvará". En la segunda lectura, el Apóstol Santiago dice: "Manteneos firmes porque está cerca la venida del Señor". Y en el Evangelio, Juan Bautista, prisionero en el Maqueronte, junto al Mar Muerto, le manda a preguntar a Cristo: "¿Eres tú el que ha de venir? ¿eres tú el Dios que está esperando la humanidad sin el cual no puede haber salvación?". Hermanos, es que la salvación que la Iglesia predica no es una salvación a ras de tierra. Por eso molesta cuando se dice que la Iglesia se hace política y comunista y subversiva. LA LIBERACIÓN QUE LA IGLESIA TRAE La Iglesia mira con lástima a estos libertadores que no tienen la audacia de levantar sus esperanzas hasta donde la Iglesia las puede levantar. La Iglesia desarma todas las liberaciones que puede ofrecer cualquier movimiento que no tenga en cuenta la fe y la esperanza cristiana. La liberación que la Iglesia espera y proclama es una liberación que parte de la verdadera libertad del corazón del hombre, del pecado. Por eso tiene que esperar de un Dios que puede perdonar el pecado, la raíz de la liberación. La liberación que la Iglesia espera es una liberación cósmica. La Iglesia siente que es toda una naturaleza la que está gimiendo bajo el peso del pecado. ¡Qué hermosos cafetales, qué bellos cañales, qué lindas algodoneras, qué fincas, qué tierras, las que Dios nos ha dado! ¡Qué naturaleza más bella! Pero cuando la vemos gemir bajo la opresión, bajo la iniquidad, bajo la injusticia, bajo el atropello, entonces, duele a la Iglesia y espera una liberación que no sea sólo el bienestar material, sino que sea el poder de un Dios que librará de las manos pecadoras de los hombres una naturaleza que junto con los hombres redimidos va a cantar la felicidad en el Dios liberador. ISAÍAS Y JUAN BAUTISTA Qué hermoso canto de libertad el que hemos escuchado hoy en la primera lectura. El profeta Isaías se torna poeta para cantar esta liberación. "El desierto y el yermo se regocijarán. Se alegrarán el páramo y la estepa. ¿Quién puede cambiar un desierto en jardín? Sólo Dios. Florecerá como flor de narciso. Se alegrará. Tendrá la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Jarón". Dos bellezas de aquellos paisajes palestinos que se alejaron del desierto pero que Dios es capaz de plantar otra vez y hacer florecer en belleza la naturaleza. Son imágenes, que trasladadas al ambiente humano, se convierten según el profeta. "Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes. Mirad, se despejarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán. Saltará como un ciervo el cojo. La lengua del mudo cantará. Volverán los rescatados del Señor". Es la liberación completa, es la que Cristo mismo le manda a decir a Juan Bautista: "Los ciegos ven. Decid a Juan Bautista lo que estáis viendo. Los muertos resucitan, se predica el evangelio a los pobres". ¿Qué,no son estas las señales de la venida del Mesías? ¿Por qué manda a preguntar el prisionero del Maqueronte? ¿Se ha vuelto pesimista? No, Juan Bautista quería confirmar en sus discípulos la fe en el Mesías. Y volvieron convencidos de que Cristo era el Dios que había venido ya a salvar al mundo pero con una liberación que ni Juan Bautista había concebido en toda su grandeza. A mí me parece, según algunos intérpretes, que Juan Bautista encontró aquí una corrección a su predicación. Juan Bautista acentuaba mucho un carácter escatológico. Como un día del Señor que ya viene con ira a corregir a los pecadores. Era el profeta que sentía arder en sus entrañas la injusticia que veía a su alrededor, el atropello de tanta gente y sentía que Dios no puede tolerar estas situaciones injustas y así hacen decir: raza de víboras, ¿qué, no os dais cuenta que ya está puesta el hacha al tronco para hacer caer el árbol? Y Cristo viene con más mansedumbre y Cristo a este profeta impaciente le manda a decir: Tened paciencia, como dice Santiago en su carta de hoy, la señal del Mesías es bondadosa. Él viene a salvar también lo que está perdido pero desde el ámbito de su conversión. Conviértanse. Como tú lo has predicado, yo también lo predico, pero predico una conversión que haga sentirse al pobre, no triunfalista, sino en verdadera pobreza que todo se apoya en Dios y que sienta frente al rico no un resentimiento ni un odio sino que sienta que tiene que convertir también al poderoso para que se haga pobre de espíritu y desde la pobreza que siempre tiene que existir en el mundo, porque desde allí lanza Dios su mensaje de conversión a todos los hombres. Poderosos y ricos tienen que deponer actitudes de orgullo, de autosuficiencia de poder y hacerse pobres de espíritu aun cuando tengan riquezas, no importa, pero que las sepan utilizar como mendigos de Dios y que sepan sentirse pobres frente a Nuestro Señor y hermanos de todos los pobres. RESUMEN DEL PRIMER PENSAMIENTO Ese es el mesianismo que Cristo anuncia y que la Iglesia sigue predicando. Por eso, hermanos, tiene que ser una salvación que sólo Dios puede dar. Los hombres pueden sembrar rencores, los hombres pueden poner armas en las manos de los débiles. Los hombres pueden dar leyes tremendamente represivas. Los hombres pueden atropellar con armas y con poder, pero, como nos dijo el diplomático que les he leído hoy, eso no trae la verdadera salvación y no sólo desde una perspectiva diplomática, sino desde el Evangelio, les estoy diciendo ahora, una salvación que la cristiandad, el mundo creyente en Cristo, espera tiene que venir sólo de Dios. Por eso, en estos días de Adviento, hermanos, mucha oración. Ven Señor Jesús, o como le está clamando la Iglesia en su rezo al Rey que ha de venir: ¡Venid adorémosle! Lloved, oh cielos, como la lluvia espera la tierra reseca y de la tierra germina el brote de las nuevas cosechas así esperamos la venida del Redentor. Esto es, queridos hermanos, el primer pensamiento de estas lecturas de hoy. Sólo Dios puede salvarnos y en el corazón del hombre tiene que despertar una gran esperanza de que Dios nos va a salvar. 2º. DIOS SALVA EN LA HISTORIA DE CADA PUEBLO Pero, segundo, la salvación de Dios se hace en la historia. Dice el Concilio: "En todo tiempo y en todo pueblo es grato a Dios quien teme y practica la justicia. Sin embargo, fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexión alguna unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente", y sigue describiendo: Ese pueblo fue Israel y por eso la historia de Israel no se parece a las historias de los otros pueblos, tiene una garantía muy suya, no hemos de confundir esto. La historia de Israel es una historia teocrática, Dios la va escribiendo con sus profetas, con sus hombres, con sus hechos. Los hechos, los acontecimientos históricos de Israel, tienen un sentido profético. Lo que hace Dios con Israel quiere hacerlo con los demás pueblos. De la Biblia, de la historia sagrada, tienen que aprender los otros pueblos, es el paradigma de todas las historias. Por eso, esta primera lectura de hoy los salvadoreños la leemos y anhelamos que así como Judá se restaura volviendo del destierro de Babilonia y convirtiendo las calzadas del desierto en jardines; y Judá vuelve a florecer en santidad y justicia, purificados los pecados sociales, así volverá a El Salvador una salvación que espera la purificación de los pecados de nuestra historia, que espera la moderación de tantos abusos, que espera la elevación, de promoción de tantos marginados. Dios quiere salvar en la historia, los salvadoreños nos salvaremos en nuestra historia nacional. No tenemos nosotros que copiar de otras historias, tenemos que ser autóctonos, conocer nuestras verdaderas causas del mal. Y como salvadoreños, todos, sin excepción, tienen el derecho y el deber de participar en el bien común de la patria. No es patrimonio de un solo partido, no es privilegio de unos cuantos ya que están en el poder o en las armas, es el derecho de todo salvadoreño que siente en su corazón el dolor de su patria y tiene que colaborar, encontrando cauces políticos para desarrollar su aportación personal cívica al bienestar de todo el país. Dios quiere salvar a El Salvador por sus salvadoreños, por sus políticos, por sus profesionales, por su gente del campo, por todo lo que se llama lo salvadoreño y todo aquello que ha venido a trabajar con lo salvadoreño. 3º. LA MISIÓN DE LA IGLESIA ES HACER QUE LA HISTORIA DE SU PUEBLO SEA HISTORIA DE SALVACIÓN Por eso, hermanos, y este es mi tercer pensamiento, la Iglesia sirve en cada país para hacer de su propia historia una historia de salvación. La Iglesia no es extranjera en ningún país. Si es cierto que vienen agentes de pastoral, sacerdotes como el P. Malizon, italiano que muere en El Salvador, religiosas que dejan la ternura de sus hogares y de su patria para venir a trabajar con nosotros, esto significa la universalidad de este mensaje que santifica todos los pueblos. El "extranjero" que trabaja aquí en El Salvador es más salvadoreño que el salvadoreño que no respeta la idiosincrasia de los salvadoreños. NUESTRA VOCACIÓN La patria se construye sobre estos designios de Dios y la verdadera vocación de mi patria es ser una patria de salvación. La verdadera vocación de los salvadoreños está en que lleguemos un día a constituir ese reino de Dios, no sólo bautizados de nombre sino efectivamente cristianos, comprometidos a hacer de nuestros hogares, de nuestras haciendas, de nuestras fincas, de nuestros caminos, de nuestras leyes, toda una estructura de salvación, toda una estructura donde el salvadoreño se sienta verdaderamente realizado como cristiano, capaz de adorar con libertad a su Dios y con toda libertad proclamar la religión integral que Dios le manda proclamar. Reunirse en reuniones de reflexión de la palabra, sin temor a vigilancias o a malos informes. Amar a Dios reuniéndose en sus capillas sin que se sospeche que anda haciendo otra cosa. Esta es la libertad que la Iglesia predica. Y por eso decía aquel obispo húngaro: cuando el himno de mi patria ya no se pudo cantar en las calles de la ciudad, se pudo cantar en las Iglesias de mi patria. En las Iglesias siempre se cantará "orgullosos de hijos suyos podernos llamar" a nuestra patria, porque sentimos que la patria es esto, una historia donde Dios está realizando su gran trabajo de salvar a los que han tenido la dicha de nacer en este suelo. Que nadie sienta vergüenza de llamarse salvadoreño, que sintamos todos la satisfacción, el orgullo de vivir en una patria donde servimos al bien común sin temores, sin que se sospeche y desde nuestro servicio de bien común estamos labrándonos la felicidad de la salvación eterna. LA PATRIA DEL ADVIENTO Esta es la patria del Adviento, de la Navidad, la que Cristo nos manda ofrecer por medio de su Iglesia, a los que tienen en sus manos las riendas, los destinos, los poderes: económicos, sociales, políticos, para que construyan junto con un pueblo tan de buena voluntad, donde si es cierto que hay terrorismo y hay maldades, no será la culpa el no haberlo comprendido bien. Hermanos, esta es la tarea de la Iglesia en la historia de cada país. Hacer de cada historia de cada país una historia de salvación. Esos son los tres pensamientos, pues, que como mensaje de este tercer domingo de Adviento, nos vamos a llevar para vivir la esperanza. Nadie sea pesimista, hermanos. Como Santiago apóstol les repito: tened paciencia. Pero no una paciencia que es conformismo, no una paciencia que adormece. Tened paciencia dice el Apóstol y trabajad vuestra propia perfección, promoveos, haced el bien, esperando que esta historia de nuestra Patria, en la medida en que la trabajemos, será verdaderamente, no la historia de Israel, que se copia aquí, sino la historia de Dios, que en Israel hizo maravillas, y que las quiere hacer aquí en El Salvador, con elementos propios de nuestros incomparables paisajes salvadoreños. Así sea. Queridos Hermanos:
Está terminando en la Basílica de Nuestro Señora de Guadalupe la tradicional procesión que recorre todos los pueblos de América Latina en pos de una Virgen que es muy nuestra. Apenas ingresado nuestro continente a la civilización, María acudió a la montaña del Tepeyac para presentarnos una presencia de la Iglesia, con fisonomía muy propia. No era una mujer europea, ni una india de nuestro continente recién descubierto, es la expresión del mestizaje, la raza nueva que en aquel momento surgía en la Historia. Y así la dulce morenita del Tepeyac va a ser desde entonces también la que da la fisonomía propia a la Iglesia de este continente. A mí me interesa mucho, queridos católicos, que tengamos de nuestra religión el concepto auténtico, ahora tan falseado, tan calumniado y que tengamos la idea de un Dios que al traernos la cruz de su Cristo a nuestro continente quiso personificar esta religión redentora en la figura bendita de María bajo esa fisonomía propia de América Latina. Y así surge una Iglesia, principalmente, me parece a mí, con estas tres características que marcan la fisonomía propia de nuestra idiosincrasia, de una Iglesia que redime al continente latinoamericano, con la potencia del Evangelio pero con característica propia. Son estas tres: 1º. El espíritu de pobreza 2º. Su inserción en la historia de nuestros pueblos 3º. El connubio inseparable entre la evangelización y la promoción. Tratemos de explicar brevemente, en honor de la Virgen de Guadalupe, para utilidad de nuestra fe, estas tres notas que le dan la fisonomía propia al catolicismo latinoamericano. 1º. EL ESPÍRITU DE POBREZA En primer lugar digo que se caracteriza María y la Iglesia en América por la pobreza. María, dice el Concilio Vaticano II, se destaca entre los pobres que esperan de Dios la redención. María aparece en la Biblia como la expresión de la pobreza, de la humildad, de la que necesita todo de Dios y, cuando viene a América, su diálogo de íntimo sentido maternal hacia un hijo lo tiene con un indito, con un marginado, con un pobrecito. Así comienza el diálogo de María en América, en un gesto de pobreza. Pobreza que es hambre de Dios, pobreza que es alegría de desprendimiento. Pobreza es libertad, pobreza es necesitar al otro, al hermano y apoyarse mutuamente para socorrerse mutuamente. Esto es María y esto es la Iglesia en el continente. Si traicionó alguna vez la Iglesia su espíritu de pobreza, no fue fiel al Evangelio que la quería destacada de los poderes de la tierra, no apoyada en el dinero que hace felices a los hombres. Apoyada en el poder de Cristo, apoyada en el poder de Dios: esta es su grandeza. Por eso María le enseña a la Iglesia, principalmente en América Latina, entre los pueblos pobres, entre la gente descalza, entre la gente marginada, la necesidad de esa Virtud para salvarse. No es que están condenados los que tienen, sino que tienen que hacerse humildes, tienen que hacerse pobres, necesitados de Dios, si quieren encontrar el perdón y la gracia de la salvación. No hay otro camino y en América Latina la Virgen y la Iglesia marcan este grito de redención. "Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos". Le damos gracias a María por haber marcado, desde el inicio de nuestra civilización cristiana en el continente, con esa marca bendita de la pobreza evangélica, a la cual nos está invitando esta noche para ser felices con la felicidad del Evangelio. 2º. SU INSERCIÓN EN LA HISTORIA DE NUESTROS PUEBLOS En segundo lugar, queridos hermanos, María es la imagen de una Iglesia que no quiere sentirse al margen de la historia, sino que quiere estar en plenitud en la vida de los pueblos. Apenas descubierta América, María se insiere, María vive con nuestra historia. Aquí está la muestra. Nuestro pueblo siente que María es algo del alma de nuestro pueblo, y así lo sienten todos los pueblos latinoamericanos. Nadie se ha metido tan hondo en el corazón de nuestro pueblo como María. María, pues, es la imagen también, un reclamo, de una Iglesia que está presente con la luz del evangelio como Dios la quiere, en la civilización de los pueblos, en las transformaciones sociales, económicas, políticas; no se puede prescindir de un evangelio que nos amamantó, no podemos traicionar una Iglesia, un Dios que nos ha dado los secretos de los verdaderos caminos por donde los hombres se hacen felices. Una Iglesia al margen de la historia no sería la Iglesia redentora de los hombres. Una Iglesia que quiere estar presente, como María, en el corazón de cada hombre y en el corazón de cada pueblo es la verdadera y auténtica Iglesia de Cristo. Por eso bendecimos a María de Guadalupe por habernos dejado este gesto sublime de vivir tan hondo en el corazón de nuestro pueblo. Y hagamos entonces, queridos católicos, porque ustedes y yo somos la Iglesia, que la Iglesia, que llevamos por nuestra fe, sea luz del mundo, sal de la tierra, ejemplo en el hogar, fidelidad al deber bien cumplido; ser salvadoreños que tratan de hacer honor a su trabajo, a su honradez, a su fe para que no suceda aquello que dice el Concilio: "El pecado más grave de nuestro tiempo es el divorcio entre la fe y la vida". Que esa fe de nuestra Iglesia, que llevamos desde nuestro bautismo, sea la sal y la luz en medio del mundo en que nos toca vivir. 3º. EL CONNUBIO INSEPARABLE ENTRE LA EVANGELIZACIÓN Y LA PROMOCIÓN Y finalmente, hermanos, María es el modelo de una Iglesia que sabe conjugar la evangelización y la promoción. Una evangelización sin el amor al hombre para promoverlo sería una evangelización falsa, mutilada; una religión que no se preocupa de promover a nuestro pueblo, de enseñar a leer a nuestros analfabetos, de incorporar a la civilización tantas marginaciones de nuestra sociedad, no sería la verdadera Iglesia redentora. Evangelizar y promover, he ahí la gran tarea, como María, que no solamente cree y es feliz por su fe sino que al pie de la cruz, junto al Redentor, es la colaboradora más íntima de la gran promoción de la renovación cristiana de los hombres. Esta es la verdadera promoción, la verdadera liberación que la Iglesia aprendió de María y de los grandes cristianos, a renovar al hombre porque no puede haber un continente nuevo sin hombres nuevos, sin corazones renovados por la redención cristiana, sin corazones y almas que sean como María, santos que, al pie de la cruz, saben desparramar la sangre redentora de Cristo para salvar a las sociedades de nuestro continente. Bendito sea Dios, hermanos, que la Virgen de Guadalupe es todo un signo de nuestra religión. Tratemos de imitarla, que nuestra presencia aquí no sea solamente una procesión folclórica sino que sea una reflexión profunda para vivir como Ella, insertos en la sociedad, pero llevando a ella la sal de nuestra fe, y promoviendo esos cambios profundos que nuestra sociedad exige para no vivir en un ambiente de pecado sino para convertirnos a la verdadera redención. Vamos a ofrecer, unidos con María, la gran devota, la gran cristiana, la gran latinoamericana, la Virgen de Guadalupe presente en el alma de cada uno de nosotros, para ofrecerle a Dios el sacrificio inmaculado del cuerpo y de la sangre de Cristo que redime a nuestros pueblos. Creemos en un sólo Dios... Yo quiero aprovechar esta oportunidad, pues, para agradecer a los padres norteamericanos este servicio tan insigne que nuestra diócesis aprecia inmensamente, así como también a las hermanas de San José que, junto con ellos los sacerdotes, están cultivando este mensaje de la palabra de Dios y alimentando con él a nuestro pueblo.
Quiero alegrarme también, porque junto a los sacerdotes y las religiosas un grupo de hombres y de mujeres, celebradores de la palabra, catequistas, asociaciones parroquiales y católicos que sienten la responsabilidad de la Iglesia en este momento tan trascendental de la historia de El Salvador no desfallecen en su difícil misión de predicar este mensaje del Señor. Celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, es tener la oportunidad de acercarnos a la fuente misma desde donde brota todo ese río que no terminará de correr hasta la consumación de los siglos. La Iglesia, con su mensaje, con su palabra, encontrará mil obstáculos, como el río encuentra peñascos, escollos, abismos; no importa; el río lleva una promesa: "estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos" y "las puertas del infierno no podrán prevalecer", contra esta Voluntad del Señor. EL PECADO DE ORIGEN ¿Cuál es la Voluntad del Señor?. El misterio de la Inmaculada Concepción de María nos está ofreciendo a la luz de esas lecturas que acaban de escuchar cuáles son los designios de Dios para con nosotros los hombres. En la lectura se nos ha recordado la gran tragedia. Nuestros primeros padres, creados en Gracia de Dios para transmitirnos no sólo la vida natural, sino transmitirnos también la filiación Divina, pero bajo la condición de que hubieran sido obedientes a Dios, no obedecieron. Seducidos por el demonio, Eva seduce a Adán, los dos padres del género humano pierden la amistad de Dios porque han desobedecido. Desde entonces la humanidad ha caído en lo que se llama el pecado original, el pecado de origen, el pecado que traemos de nuestros primeros padres. Ahora se preguntan muchos: ¿qué culpa tengo yo de que Adán y Eva hayan pecado para decir que yo soy pecador?. Distingamos, hermanos, hay dos clases de pecados, el pecado original y el pecado personal. El pecado personal es el que tú cometes con tu propia voluntad cuando desobedeces un mandamiento de la ley de Dios; tú has pecado, tú eres responsable de ese pecado. Como Adán y Eva que personalmente desobedecieron a Dios, cometieron un pecado personal. Pero ¿qué sucede cuando se comete un pecado personal?. Se pierde la amistad de Dios, el pecador es un desobediente a la ley de Dios; todo el que peca rompe la amistad con el Señor, prefiere su pasión a la Voluntad, a la ley del Señor. Así, Adán y Eva prefirieron alcanzar la felicidad no por los caminos de la ley de Dios sino por el engaño del demonio que se rió después del engaño; los hizo caer en pecado y ya están en la desgracia privados de la Gracia de Dios. De esa pareja, privada de la Gracia de Dios, ya no pueden nacer hijos que en el mismo momento de ser concebidos Dios le transmita también su vida divina, si la han perdido, y, habiendo perdido la vida de Dios, no la pueden transmitir; sólo transmiten la vida natural. Pero la vida natural que Adán y Eva comenzaron a transmitir a sus hijos y que esa vida ha llegado hasta nosotros a través de nuestro padre y de nuestra madre que nos engendraron es una vida privada de la Gracia de Dios. No supone una culpa personal, supone una herencia. Supongamos una comparación: un señor, dueño de hacienda, le dice al administrador: por premio y confianza que tengo vas a ser el dueño de mis fincas, pero mientras me obedezcas; todos los hijos que nazcan de tu familia considérense de esta hacienda, pero con tal que me obedezcan. Y un día, este administrador, creyéndose ya el dueño de todo, comienza a mal baratar la hacienda, a desobedecer a su jefe, a su patrón. El patrón le dice: te lo daba con la condición de obedecerme, no me has obedecido, lo siento mucho, vete de mi hacienda, quedas desheredado. Y naturalmente desde entonces, aquellos hijos que hubieran nacido también participantes de la felicidad de aquella hacienda, nacen ya fuera de la hacienda, desheredados, desechados de su patrón. Este es el caso del pecado original. Adán y Eva cometieron un pecado personal y Dios los arroja del Paraíso, les quita la amistad divina y tienen que nacer sus hijos, nosotros, privados de la Gracia. No es una culpa, el pecado original, es la falta de una herencia. Dios no está obligado a darnos su amistad divina cuando los que la perdieron, ya la perdieron para toda la familia, es una herencia que se ha perdido. EL CRISTIANO REGENERADO Esto nos decía la primera lectura, de tal manera que María, hija también de Adán tenía que nacer desheredada de la Gracia de Dios, en pecado. Sin embargo, hoy estamos celebrando que María fue concebida sin pecado, ¿cómo es esta excepción? San Pablo nos ha traído hoy la explicación. Si ahora cristianos -nosotros- tenemos la dicha de volver a encontrarnos en la Gracia de Dios porque un sacerdote administró el bautismo, y el hijo del pecado original que fue el niño que nació, que fui yo, ya le borró el bautismo, por la sangre de Cristo en la cruz, el pecado original; ese niño se ha vuelto a hacer hijo de Dios, el paraíso se ha recuperado gracias a Cristo. Y si por desgracia, yo bautizado, cometo un pecado personal, una desobediencia a la ley de Dios, Cristo ha dejado un sacramento de reconciliación. El sacerdote en el confesionario está devolviendo el paraíso a muchas almas que han perdido la amistad con Dios. Hermanos, si ustedes han experimentado la dicha de una buena confesión, comprenden lo que estoy diciendo: que es como retornar al paraíso. El joven, la joven, el esposo infiel, el niño que ha desobedecido, cualquiera que ha cometido un pecado, siente el reproche de Dios en su conciencia, no está feliz. Los que en esta reunión están en pecado no me engañan con su apariencia de alegría, allá en su corazón llevan un remordimiento, llevan una culpa, llevan la pérdida del paraíso, no son felices, hasta que arrepentidos obedeciendo al evangelio de Cristo se arrepienten y vuelven y le piden perdón a Dios y en nombre de Dios los acoge un sacerdote en el paraíso de su Iglesia; como que le han quitado una peña del corazón, como que ha salido de una tumba donde estaba sepultada en podredumbre, el alma en pecado, ha vuelto al paraíso. ¿Por qué el perdón de los pecados? Por Jesucristo, nos acaba de decir San Pablo, sólo Cristo es el redentor del pecado. MARÍA, PRESERVADA DEL PECADO Por eso, hermanos, cuando los teólogos estudiaban cómo puede ser Inmaculada la Virgen María si Cristo es el redentor de todos los hombres, ésta era la gran dificultad teológica. Si Cristo es el redentor de todos, si ningún pecado se perdona sin la redención de Cristo en la cruz, María tenía que ser también pecadora para ser redimida por Cristo y esta dificultad duró muchos siglos. Por eso la historia de esta creencia de la Inmaculada Concepción de María es una historia de siglos. Pasaron muchos teólogos, muchos estudiosos, muchos comentaristas de la Biblia, duró la Iglesia muchos siglos, hasta el siglo pasado, el 8 de Diciembre de 1854, grábense esta fecha porque un hijo católico de la libertad tiene que saber el origen de esta fiesta de la Inmaculada Concepción. Fue el Papa Pío IX, el 8 de Diciembre de 1854, el que coronó el estudio de tantos siglos. Hubo ya en la Edad Media un gran teólogo que se llamó Duns Escoto, un franciscano, que dio la clave de la solución, dijo, fíjense bien en el gran argumento: Cristo es el redentor de todos los hombres, también María es redimida, pero hay dos clases de redención; una redención, la que salva de la caída, uno que ha caído y le sacan del hoyo donde cayó, del abismo donde cayó, es un redimido, y así nos ha redimido a todos Cristo porque todos hemos caído en el abismo del pecado original, todos nacemos manchados con esa desobediencia de Adán. Pero hay otra segunda clase de redención que se llama una redención de preservación, una redención que consiste en no dejar caer, en decirle: antes de que caigas al abismo, te recojo en mis brazos y te mantengo elevada; como todos los que han caído, tú no has caído, pero debías haber caído, yo te he preservado por un amor especial. Este es el caso de María, María pues, es preservada del pecado, ella debía haber caído en el pecado original porque es heredera de Adán y Eva, ella también es de la raza pecadora nuestra y por eso Cristo la redime con una redención única, la redención de preservación, es la única redimida con una redención tan lujosa que no ha caído en el pecado, y hoy van a escuchar dentro de un rato, cuando cantemos el prefacio de esta misa de la Inmaculada, donde la Iglesia le dice: Inmaculada y pura tenía que ser la carne de la cual debía nacer el Redentor de los hombres. Porque Cristo quería una Madre que no tuviera la vergüenza de decir: fui concebida en pecado. Él le adelantó los méritos de su redención. "Te voy a preservar, Madre mía, porque de tus entrañas purísimas voy a tomar carne yo, el redentor". Hermanos, quién de nosotros, si hubiera tenido el poder de escoger una madre a su gusto no hubiera hecho de nuestra propia madre, la mujer más hermosa, la mujer más pura, la mujer más santa. Ninguno de nosotros ha escogido a su madre, nacimos de la mujer que el Señor nos señaló; pero Él, Dios eterno que pudo escoger una Madre a su gusto pudo hacer con ella todo el derroche de generosidad, de redención, de amor. Por eso podemos decir, hermanos, que la Inmaculada Concepción de María, la fiesta que esta celebrando la parroquia de La Libertad esta mañana, es una celebración al amor de Dios; una celebración al amor del hijo más grande que ha escogido la madre más bendita. Por eso, hijos y madres, alegrémonos en esta mañana por que hubo siquiera un caso en que un hijo como nosotros pudo hacerse una madre Inmaculada y pura como Cristo la pudo fabricar a su antojo, a su gusto. MARÍA, IMAGEN DE LA IGLESIA Ahora bien, les decía, hermanos, que acercarse a este misterio del pecado original y de la redención de María es acercarse a la fuente de la Iglesia. Van a oír también en el canto del prefacio de hoy que María es el principio y la imagen de la Iglesia. San Pablo dice que Cristo quedó clavado en la cruz para hacerse una esposa: la Iglesia. Inmaculada, sin mancha, sin arrugas, esposa bella por toda la eternidad: la Iglesia. María Inmaculada es la imagen de lo que somos todos nosotros: la Iglesia. Ustedes, hermanos bautizados, nosotros bautizados y sacerdotes, somos la Iglesia dirigida por esta palabra que predica el obispo y predican los sacerdotes y predican las religiosas y enseñan los catequistas y los celebradores de la palabra, no hacemos otra cosa que predicar esa redención de Cristo, no hacemos otra cosa que denunciar el pecado. LO QUE LE INTERESA A CRISTO Miren, hermanos, si el más grande hubiera escogido a Cristo su madre, él hubiera pensado que la grandeza humana es la grandeza económica, la hubiera hecho la mujer más rica. Si Cristo hubiera puesto su entusiasmo en el poder político, hubiera hecho de María una gran reina dominadora de gran imperio. Si Cristo hubiera hecho consistir la belleza en lo que la hacen consistir tantas mujeres y tantos hombres: en una cara bonita, en un cuerpo bonito, hubiera hecho de María una belleza como no hay ninguna mujer. Si Cristo hubiera hecho precisamente para salvar todas estas cosas que son bellas del pecado, hizo a María sin pecado, esto es lo que interesa a Cristo y lo que le dejó como encargo a la Iglesia; ¡cuidado con el pecado! Muero en la cruz, por haber denunciado el pecado, muero en la cruz porque me hice responsable de los pecados de los hombres, y para que sean perdonados, Dios me castiga con este tormento espantoso de la crucifixión, así lo dice el profeta Isaías: Él cargó sobre sus espaldas todas nuestras iniquidades, y por eso en sus carnes benditas castigó Dios los pecados de todos nosotros, y a la Iglesia le dejó el encargo de sacudir del mundo el pecado. IGLESIA, PURIFICADORA DEL PECADO Esta es la gran misión de la Iglesia, por eso a María la hizo sin pecado y quiere que su Iglesia sea la encargada de purificarse del pecado y purificar al mundo del pecado. Y estos son los grandes conflictos de la Iglesia porque denuncia el pecado; porque le dice a los ricos: no abusen, no pequen con su dinero; porque le dice a los poderosos: no abusen de la política, no abusen de las armas, no abusen de su poder, no ven que es pecado; porque les dice a los pecadores; a los que torturan: no torturen, están pecando, están ofendiendo, están implantando el reino del infierno en la tierra; porque la Iglesia condena todo lo que es pecado, por eso se levantan contra la Iglesia los grandes conflictos. Pero la Iglesia no puede callar, hermanos y la Iglesia será auténtica y perseguida cuanto más sea una María Inmaculada, sin pecado, y desde su pureza que ella trata de purificar, trata también de limpiar a los demás del pecado porque no quiere condenar, como Cristo dice: no he venido a perder quiero salvar, quiero que los hombres que manejan el dinero, que manejan la política, que manejan las armas, que manejan el poder, la belleza de la tierra, se salven; no abusando de esas cosas, sino usándolas como Dios quiere, sin pecado, porque se puede ser rico sin pecado, se puede ser político sin pecado, se puede ser hombre de armas también sin pecado y la Iglesia quiere purificar del pecado a esos hombres que precisamente están haciendo de su oficio, muchas veces, el arte del pecado, de la grosería, de la inhumanidad. TAMBIÉN LLENA DE GRACIA Y no basta el pecado, que la Iglesia luche contra él. La Iglesia en María mira no solo la ausencia de pecado, lo más hermoso de María es que está llena de gracia. Llena de gracia quiere decir que recuperó la amistad con Dios, es una mujer bendita entre todas las mujeres, es una mujer en la cual Dios como que derramó todo el perfume de su santidad divina. No hay mujer más llena de gracia que María Inmaculada. Pues esto es lo que quiere la Iglesia también con sus hombres, con sus mujeres, con sus jóvenes, con sus niños, que se promuevan. Que se promuevan no a ser esclavos, mucho menos del pecado, del pecado derivan todas las maldades, y del pecado derivan todos los vacíos. El pecador no es hermoso, la pecadora no es hermosa aunque aparentemente luzca un rostro y cuerpo hermoso, su alma es infierno, su alma no está promovida, su corazón es un vacío. Díganlo si no, quiere Dios que no exista nadie aquí en pecado, pero el que está en pecado dígame si está feliz con ese vacío que lleva en su conciencia. María nos reta en esta mañana a ver quien es más feliz, si ella en gracia de Dios o el pecador gozando del mundo y abusando de las cosas de la tierra, pero en pecado. María, la llena de gracia, es la sumamente feliz, no hay felicidad más grande que la de María al sentirse tan llena de Dios y por eso en el evangelio de hoy se ha cantado aquel himno cuando la felicitó su prima Santa Isabel. María como una poetisa, como una profetisa, como una alabadora de Dios, canta su hermoso cántico: Mi alma glorifica al Señor, se llena de gozo en Dios mi salvador, porque mi alma está llena del Todopoderoso, porque mi alma está llena como de un perfume que no se parece a ninguno de la tierra. El perfume del cielo, la santidad infinita casi de María, es la belleza a donde la Iglesia quiere promover a todos sus cristianos. Cuando la Iglesia denuncia el pecado, es para decirle a los hombres: no pongan su embeleso en las cosas de la tierra, elévense, promuévanse a las cosas del cielo, gánense con las riquezas de la tierra la amistad de Dios, manejando estas cosas conforme a la voluntad de Dios. Arrepiéntanse de sus pecados, y en vez de poner la alegría en los goces del sexo, de la carne, del vicio, del aguardiente, de las cosas que hacen de los hombres unos animales y unas bestias, elévense a ser hombres de verdad, hijos de Dios como María, que no puso nunca su embeleso en las alegrías terrenales pecaminosas sino en las alegrías del cielo. LA GRAN TAREA DE LA IGLESIA Esta es la promoción que la Iglesia está llevando a cabo. Por eso, hermanos, porque la Iglesia, un día como este, se asoma a la fuente purísima que es María Inmaculada, y desde esa alma bendita, sin pecado, llena de gracia, recuerda que su misión es arrancar el pecado del mundo y llenar a los hombres de la gracia, se llena de consuelo y de fortaleza. Yo les digo a los queridos sacerdotes, a las queridas religiosas, a los celebradores de la palabra, a los catequistas: mucho ánimo, adelante en nuestra gran tarea de limpiar del pecado al mundo y de llenarlo de la gracia de Dios. No hay tarea semejante a la nuestra. Y les digo también a los que mal entienden esta misión de la Iglesia, a los que nos espían pensando que andamos haciendo subversión y comunismo, a los que nos persiguen y calumnian, fíjense bien en lo que persiguen, fíjense bien que es Cristo que continúa predicando la redención de los hombres, no le estorben, déjenla, que es para el mismo bien de ustedes, gobernantes; que es para el mismo bien de ustedes, poderosos, que haya cristianos promovidos, desde la gente de la gracia para arrancar todo el pecado. Habrá mas honradez, no habrá terror, no habrá crímenes, no habrá vicios, cuando se oiga el verdadero mensaje de la Iglesia que trabaja por el verdadero bien y la verdadera grandeza de la patria. ¡Ah! Si la comprendieran, en vez de estorbarla, la ayudarían, porque los que se benefician de este mensaje de la Iglesia son los países mismos, los gobiernos, las gentes, todos seremos felices cuando, como María, podamos ser menos pecadores y más llenos de la gracia del Señor. Me he alegrado mucho, queridos hermanos, de transmitir desde el puerto de La Libertad un mensaje que ,si a través de la radio logra llegar a toda la arquidiócesis, lleve una palabra de aliento desde el seno inmaculado de María a todos los trabajadores de la Iglesia para que sean limpios y puros en su mensaje y tengan siempre los grandes ideales de María. El ideal de alejarse más y más del pecado y evitar que entre el pecado en el mundo; el ideal de llenarse más y más de la vida de Dios, de la gracia santificante. Esto fue lo que quedó decidido el 8 de diciembre de 1854 y que todos los años, como hoy, 8 de diciembre de 1977, la Iglesia en sus comunidades, como ésta, que llena esta pintoresca Iglesia del Puerto, celebramos para felicitar a María y en ella inspirarnos para nuestro gran trabajo de la Iglesia. En el nombre del padre... San Pablo hablando a los Romanos ha dicho las palabras que se han leído hoy en el 2º Domingo de Adviento, es decir, cuando la Iglesia está reflexionando en ese inmenso amor de Dios que nos manda a su propio Hijo para salvarnos de todos los problemas de la historia. Me han impresionado mucho para esta homilía las primeras palabras de San Pablo, porque creo que esto es lo que está dando la pauta a mi modesta contribución de difundir la palabra de Dios en este ambiente tan difícil del El Salvador.
PALABRA DE DIOS ENCARNADA Dice San Pablo: "Todas las antiguas escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que, entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las escrituras, mantengamos la esperanza". Miren cómo el predicador de este tiempo tiene que hundir, por una parte, su pensamiento en la Escritura, porque no hay otra fuente del mensaje de la Iglesia que la Sagrada Escritura, la Palabra de Dios, por una parte; pero no es una palabra de Dios escrita hace siglos y que se queda etérea, desencarnada, teórica, sino que por otra parte, el predicador tiene que encarnar en la realidad presente. De modo que dice San Pablo: entre nuestra paciencia -aquí es el presente-, la paciencia que necesitamos hoy para vivir esta hora de la historia, empalmando con las Viejas Escrituras escritas entre esta paciencia de hoy y esas escrituras escritas antiguamente, mantengamos la esperanza. Quiere decir, hermanos, que la historia actual, los acontecimientos de esta semana, de este día, no sólo en un carácter nacional sino en un carácter familiar. Cada familia ha tenido sus problemas en esta semana. Más aún, cada uno de ustedes, yo mismo, hemos tenido nuestros problemas, nuestras dificultades personales, familiares, del barrio, del pueblo, de la nación, del mundo, y estas circunstancias actuales no las puede perder de vista el predicador a no ser que quiera predicar un evangelio que no diga nada a los hombres de hoy. Y eso es muy fácil. Por eso dicen muchas veces ¿por qué en tal iglesia, en tal parte, no hay problemas?. No puede haber problemas si estamos hablando de las estrellas, hablando de las cosas que no tocan los problemas que ejercitan nuestra paciencia, nuestra fortaleza, nuestro compromiso de hoy en la historia. La Palabra de Dios, pues, según San Pablo en la lectura de hoy, tiene que ser una palabra que arranque de la eterna antigua palabra de Dios pero que toque la llaga presente, las injusticias de hoy, los atropellos de hoy y esto es lo que crea problemas. Esto es ya decir: "la Iglesia se está metiendo en política, la Iglesia se está metiendo a comunista". Ya aburren con esa acusación. Ténganlo en cuenta de una vez, no se mete en política, sino que es la palabra como el rayo de sol que viene desde las alturas e ilumina, ¿qué culpa tiene el sol de encontrar su luz purísima charcos, estiércol, basura en esta tierra?. Tiene que iluminarlo, si no, no sería sol, no sería luz, no descubriría lo feo, lo horrible que existe en la tierra; así como también ilumina la belleza de las flores y le da el encanto a la naturaleza. La palabra de Dios, también, hermanos, por una parte ilumina lo horrible, lo feo, lo injusto de la tierra y alienta el corazón bueno, los corazones que gracias a Dios abundan que se iluminan con esta luz eterna de su palabra divina. Esto es predicar hoy la palabra, predicación que, como en los tiempos de los profetas, tiene que crear problemas y tiene que despertar odios y tiene que sacudir resentimientos, hasta la forma más vulgar que hemos llegado a ser el objeto. Pero, hermanos, que la basura sienta odio de la luz es gloria de la luz. Ser calumniado por quienes se sienten tocados en su injusticia es un honor. Por eso les digo, hermanos, a mí no me aflige la calumnia. Yo les agradezco las innumerables manifestaciones de solidaridad que me llegan en estos días, pero les digo, tengan alegría y confianza, que no me afligen, al contrario, me honran. CASOS CONCRETOS ¿Cómo no vamos a sentir hermanos, a la luz de la palabra de Dios los atropellos que se siguen dando en nuestra Patria? Alfonso Muñoz, capturado en Tacachico, no se sabe en dónde está. Inés Merino, golpeado cerca de Zacatecoluca, tampoco se sabe dónde lo llevaron. Treinta presos engañados en el Cantón San Carlos Lempa, en la Hacienda El Porvenir, llevados también a rumbos desaparecidos. Pedro Medina, capturado mientras salía a buscar trabajo. No se puede, hermanos, con una situación así. Los que fueron presos acusados de participación en la ocupación del Ministerio de Trabajo, ni en los mismos testigos del Ministerio han encontrado apoyo las acusaciones, no los han visto. No hay, pues, una razón jurídica para que sigan presos. ¿QUIÉNES SIEMBRAN EL TERROR? Ante estas cosas, hermanos, comprendemos y queremos que no haya terror. Pero ¿quiénes están sembrando el terror? Yo quiero recordar una palabra Pontifical para que no digan que es cosa mía. Al anunciar la Santa Sede el próximo día de la Paz el lº de enero, cuyo lema será: "No a la violencia, Sí a la Paz", el comunicado de prensa autorizado, pues, por el Vaticano dice esto, fíjense bien: "La violencia puede proceder de personas o de grupos entregados a un frenesí de dominio -poder-, a un frenesí de consumo -tener-, que tiende indebidamente a limitar o suprimir la vida de otras personas o de sociedades humanas, racismos, genocidios, e incluso imposición o mantenimiento por la fuerza de una estructura política o económica, injusta y discriminatoria". Son palabras de la Santa Sede, yo aquí no invento sino simplemente repito que existe un frenesí de poder, un frenesí de tener, una defensa de poder y de tener que si es necesario acaba con los que se oponen a ese poder y a ese tener. Con injusticias manifiestas. Por otra parte, no lo olvidemos también, hay que ser justo. "La violencia -sigue diciendo el documento- puede caracterizar también la manera de reaccionar de aquellos que están o se creen oprimidos, y cuyo anhelo de vida o de justicia termina por explotar. Violencia de los débiles, de aquellos que están privados de ciertos derechos fundamentales." Ellos también, sobre todo aquellos que no quieren comprender la línea de la historia, del Evangelio, en sus compromisos con esta vida, cedan un poco a sus fanatismos y no nos desprecien tanto a los católicos por vivir esta vida que no tiene nada de comunismo sino simplemente llevar a las dimensiones históricas, temporales, sociales, los postulados, las exigencias del Divino Redentor. FE Y ALEGRÍA Quiero alegrarme y felicitar a los promotores del movimiento Fe y Alegría. Es un sistema de educación que promueve la Iglesia, sobre todo en las zonas marginales. En el Externado San José, en su capilla, 81 muchachos y muchachas recibieron sus diplomas como costureras ellas, y ellos como expertos en electrónica y otras artes masculinas. Me dio mucho gusto decirles: Esto es la Iglesia, no sólo habla sino que hace y desde las zonas donde Cristo veía como ovejas sin pastor a muchas gentes, han surgido, gracias al trabajo de los Padres Jesuitas, a la colaboración de Hermanas Religiosas y seglares también, con un sentido evangélico de promoción, esa juventud y muchas otras obras que Fe y Alegría está haciendo en esas zonas. LLAMAMIENTO PARA LA NAVIDAD Acerca de la Navidad, queridos hermanos, yo quiero tomar como guía, y proponerla a ustedes, una iniciativa de la diócesis de Santiago de María. Monseñor Rivera ha lanzado un llamamiento para que en vez de gastar en tarjetas de felicitación, en regalos de Navidad, se deposite ese dinero en una obra benéfica para los verdaderamente necesitados. Por mi parte, ya les anuncio que me voy a economizar el gasto de tarjetas de Navidad y lo voy a poner con mucho gusto en el fondo de beneficencia, con el cual estamos socorriendo a mucha gente pobre. Por ejemplo: aquella viuda con 9 niños, la mayorcita es de 12 años, que quedó y ellos huérfanos, por el crimen cometido allá en Dulce Nombre de María por parte de las autoridades que asesinaron a un pobre hombre. Para obras así, pues, yo quisiera muy bien que, si no tienen inconveniente, no digo que lo den a la Iglesia. No demos pie a los que nos calumnian que nos estamos robando estas limosnas, hagan la caridad ustedes con quien quieran. Junto a su casa hay alguien que no recibe una tarjetita de Navidad, llévenle un plato de tamales, llévenle algo que le socorra. Habrá muchos niños que no reciben un juguete; no les den juguetes, menos si son de armas, no les enseñemos la violencia desde la niñez, socorrámoslos en cosas más necesarias. He allí pues un llamamiento para celebrar una verdadera Navidad cristiana que no consista en comilonas, en embriagueces, en regalos que solamente pasan por las alturas, sino que llegue de veras a la pobreza de nuestro pobre pueblo. CONCURSO DE NACIMIENTOS También está abierto el concurso de Navidad, los párrocos de las colonias son invitados para que premien y traigan a las personas favorecidas, el 6 de enero día de la Epifanía, a recibir el premio. Haremos una buena promoción de Biblias para que en todos los hogares, y sobre todo aquellos que han hecho nacimientos artísticos, cuyo centro es el Niño Jesús, la Virgen y San José, sigan meditando a lo largo del año en la Palabra de Dios. FESTIVIDADES PRÓXIMAS No olviden hermanos, que el jueves de esta semana es día de la Inmaculada Concepción de María, el 8. Se celebra en muchas partes, yo lo celebraré en La Libertad. Había una costumbre que se nos va perdiendo, el 7 por la noche, en señal de alegría con la Virgen, se encendían fogatas, se iluminaban puertas y ventanas con faroles. Quien quiera alegrarse para felicitar a María en este privilegio de su Inmaculada Concepción, allí tiene una forma folclórica, pintoresca, de hacer más bello el rinconcito de su casa. El día de la Virgen de Guadalupe, se está promoviendo una procesión transmitida por radio para que lleve el mensaje de la Virgen. Se celebrará en el atrio de la basílica una Misa de campaña. Quiero avisarles también que en La Vega, ya se comenzó hoy la novena de la Virgen de los Remedios. Una devoción muy bonita de San Salvador, que los invita a visitar allá a la Virgen. Por último, y de acuerdo con el Párroco de esta Catedral, Monseñor Modesto López, vamos a suprimir la Misa de 9, ya que esta Misa, que es la principal de la diócesis, se prolonga hasta más allá de las 9 y estorbamos un poco a las personas que vienen a la Misa de 9. Pido perdón, tanto por quitarles la Misa como por prolongarme demasiado. AGRADECEMOS SOLIDARIDAD Hermanos, ya sé que esta palabra para muchos es aburrida y me lo han dicho en famosos anónimos. Pero ya les di la respuesta otra vez, al que no le gusta que apague su radio o que no venga a Catedral, pero cuando yo miro la atención de ustedes y cuando, comentando con amigos que sinceramente me dicen la verdad, me dicen que la ocasión lo exige, el momento de confusión, de calumnias para la Iglesia oscurece tanto el ambiente, que es necesario iluminar de una forma extraordinaria hasta donde den mis pobres alcances y mi voz, que lo hagamos. Yo les agradezco, hermanos, por muchas manifestaciones de solidaridad con esta homilía de la Catedral. Su misma presencia que llena la Catedral para mí es un motivo poderoso de estímulo y pensar que junto a esta muchedumbre de la Catedral que expresa atenta su aceptación, muchas comunidades en parroquias, en sus campanarios, ponen las bocinas para que el pueblo oiga, o en ermitas humildes, reunidos en comunidad, meditan después, la graban y se quedan meditando qué más pueden aprender de lo que oyeron. EXTREMOS QUE ESTORBAN LA NAVIDAD Yo no dudo, hermanos, que no soy más que el humilde instrumento del Señor, "dichosos aquellos, decía Cristo, que no se escandalizan de mí." Porque ahora, hermanos, el mensaje de este domingo de Adviento es precioso. Para iniciarlo, yo tengo aquí unas palabras del Concilio que ponen la importancia de esta palabra ahora. Fíjense si no está reflejado aquí lo que está pasando en la conciencia de cada uno de nosotros. El Concilio, al hablarle al mundo de hoy, dice así: "Los desequilibrios que fatigan al mundo moderno, están conectados con ese otro desequilibrio fundamental, que hunde sus raíces en el corazón humano. Son muchísimos los que atados por el materialismo práctico, no quieren saber nada de la clara perfección de este dramático estado. O bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo". Ven los dos grandes males de hoy: el vivir tan cómodos, tan instalados, tan rico, que prácticamente son materialistas, no tienen tiempo, no les importa analizar la situación dramática del país y de su propia conciencia, están muy a gusto en sus jaulas de oro. Y por otra parte, la demasiada miseria no deja tiempo para ponerse a considerar. ¿Qué tiempo va a tener el pobrecito que está pensando hoy a ver si mañana encuentra trabajo y mañana muy de madrugada con su alforja sale a buscar trabajo y en vez de trabajo tal vez encuentra la prisión, el desaparecimiento. Los dos extremos estorban a esta hora de Navidad. Ninguno de los dos deja ver el Cristo que viene. LIBERACIONES QUE NO PIENSAN EN DIOS "Otros" dice el Concilio. Y fíjense bien, también en esto, para que no confundan a la Iglesia con el comunismo. "Otros esperan del sólo esfuerzo humano, la verdadera y plena liberación de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos". Esta es la ilusión de unas liberaciones que no piensan en Dios, sino que todo lo hacen consistir en la revolución, en las fuerzas de la tierra, y es también el error de otro ateísmo práctico, porque el materialismo, el que encuentra su felicidad en las cosas de la tierra, tampoco tiene tiempo de ver a Dios y cree que aquí puede encontrar su paraíso en la tierra. Tampoco encontrarán paraíso ni lo podrán construir con leyes de represión. No se puede construir un mundo mejor sólo con los brazos humanos. La insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significación propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo a su vida. Esta es otra tentación de hoy. Hay muchos, entre los jóvenes, la filosofía del nihilismo: si no tiene razón de ser la existencia, ¿para qué vivimos? y se acaban por pegar un tiro, por meterse veneno. La vida no tiene sentido. ¿EN QUIÉN DEBE ESTAR NUESTRA CONFIANZA? A todas estas respuestas falsas de la situación dramática del momento ¿qué dice la Iglesia? El Concilio resume así mi homilía: "Cree la Iglesia que Cristo muerto y resucitado por todos da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que se puede salvar, fuera del nombre de Jesús. Igualmente cree la Iglesia que Cristo es la clave, el centro y el fin de toda la historia humana." Este es Adviento, esta es mi palabra de hoy. Es Isaías que vuelve a clamar, mientras veía que su reino de Judá, ante las amenazas de Asiria poderosa, trataba de aliarse con Siria y con Israel del Norte y después con Egipto. El profeta le dice: No ves que todo eso es traición, a la alianza del Señor. ¿Quieres tú poner tu confianza en los ejércitos? ¿Quieres tú decir que sin ejército no hay Judá, que sin ejército no hay república? ¿Quieres tú pensar que las fuerzas de los hombres son las que van a salvar la situación de Judá? ¿No te estás dando cuenta de que el mal está mucho más hondo? Los hombres comienzan a apostatar de su Dios, se está estableciendo la injusticia en tu pueblo, hay atropellos, todo eso es lo que estorba, conviértanse al Señor y verás entonces cómo brota un nuevo retoño de la casa de Jesé. ¿Saben quién era Jesé? Jesé era el papá de David, David, el rey escogido por Dios para formar de él una dinastía de la que nacerá el Rey eterno: Cristo. LA NAVIDAD QUE QUIERE LA IGLESIA Cuando Isaías vivía, esta dinastía de Jesé estaba acabando su esplendor. Parecía un tronco seco, como un árbol que se ha muerto. Y el profeta dice: "De ese árbol muerto Dios ha prometido que saldrá un príncipe que hará justicia". Oigan que descripción más bella la que escucharon hoy: "No juzgará en apariencias. No sentenciará de oídas. Defenderá con justicia al desamparado. Conocerá de la sentencia al pobre. Medirá al violento con el látigo de su boca, con el soplo de sus labios matará al impío". Y sigue una bella descripción. Viendo este trastorno de las fieras en la selva, como una imagen poética, dice que cuando el pueblo se convierta a Dios y pongan los hombres su confianza más en Dios que en los ejércitos de la tierra, en las leyes injustas de los hombres, sucederá esto: "habitará el lobo con el cordero". Y sigue describiendo eso que parece imposible, que una pantera se tumbe con un cabrito; que un novillo coma zacate junto con un león; que un muchacho meta el dedo en la cueva de la culebra y no le pase nada. Son imágenes para decir, hermanos, que ahora el mundo parece una selva donde los hombres somos fieras para otros hombres, nos golpeamos, nos mordemos, nos comemos, pero cuando nos convirtamos, cuando dejemos que entre el reino de Dios a nuestros corazones, no habrá lobo para el lobo, no habrá león para el corderito, seremos todos, ricos y pobres, hermanos que comeremos juntos, sentiremos la paternidad del Reino de Dios. Esto es la Navidad que quiere la Iglesia. LA HORA DE LA IGLESIA AUTÉNTICA En la segunda lectura, San Pablo también nos habla de una separación que mata hoy a los hombres, en tiempos en que él escribía, los judíos y los gentiles. Cristo ha venido por todos, dice Pablo. Primero por los judíos porque así estaba prometido; y para ser obediente a los proyectos de Dios, su misión se desarrolla en Palestina, en la tierra Santa, pero cuando sus apóstoles comprenden que los judíos, los israelitas, el pueblo predilecto, en vez de arrepentirse y convertirse a Dios, ha hecho de su religión una falsa confianza como si no le va a pasar nada, se convierten a los gentiles. Y Cristo salva también a otros pueblos gentiles, que creemos en Dios y, junto con los judíos fieles, hacen el solo pueblo de Dios. Por eso en el Evangelio, cuando San Juan Bautista se presenta hoy ante las turbas que se acercaban para su bautismo, encontró él también a los fariseos. Y a los fariseos y a ellos les dice una palabra dura: "Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira del día del Señor? Hipócritas, han apartado del Reino de Dios al pueblo que debía conocer ya al Cristo que viene. Y por ustedes, dirigentes del pueblo, dirigentes religiosos, -porque también los sacerdotes podemos cometer errores-, dirigentes políticos -que también pueden cometer errores-, el pueblo que debía ser dirigido por Uds. al encuentro de Dios se ha apartado de Dios y ha hecho una religión falsa, de exterioridades, de hipocresías." Esta es la hora, hermanos, de los profetas, de la Iglesia auténtica, de los que creen que se salvarán porque creen que son hijos de Abraham. No, les dice el Bautista. Si Dios es tan poderoso que hasta de las piedras puede hacer hijos de Abraham. Si ustedes que eran hijos de Abraham se han hecho piedras por la dureza de sus corazones, no entrarán en el Reino de los Cielos si no se convierten de corazón. Y la comparación del Bautista es hermosa: "Ya el hacha está puesta al tronco del árbol, ya comienza Dios a cortarlo, ya estamos en la última hora de la historia. Conviértanse porque el Reino de Dios está cerca. Y el Hijo del Hombre que viene detrás de mí, que es más grande que yo, yo no soy digno ni siquiera de llevarle sus sandalias, ya está como hacen los segadores, sacudiendo sus trigales, con el viento zarandeando, para que la brisa se lleve las brozas y quede el trigo de las buenas obras". Buenas obras, corazones cristianos, verdadera justicia, caridad, eso es lo que busca Dios en la religión. Una religión de misa dominical, pero de semanas injustas, no gusta al Señor. Una religión de mucho rezo, pero con hipocresías en el corazón, no es cristiana. Una Iglesia que se instalara sólo para estar bien, para tener mucho dinero, mucha comodidad, pero que olvidara el reclamo de las injusticias, no sería la verdadera Iglesia de Nuestro Divino Redentor y por eso tiene que padecer, tiene que sufrir, tiene que ser perseguida porque muchos no comprenderán, instalados en sus comodidades, aún sacerdotes, pueden ser el estorbo de este auténtico reino del Señor. HOMBRES NUEVOS Cristianos, esta es la palabra que la Iglesia vuelve a repetir en las cercanías de la Navidad: No habrá un continente nuevo en América Latina con sólo cambiar estructuras, con sólo dar leyes, con sólo reprimir por la fuerza. Eso es sembrar más la dificultad. Sólo puede haber un continente nuevo, un pueblo nuevo, con hombres nuevos. Como San Pablo nos dice hoy, renovándose desde dentro, vistiéndose a Cristo, convirtiéndose como dice Juan Bautista e Isaías el profeta. HAY ESPERANZAS Aquí tenemos, hermanos, y yo siento la alegría inmensa de que mi palabra, esta mañana, en la misma línea de siempre, ha encontrado el respaldo del profeta Isaías, de Juan el Bautista, de San Pablo, del mismo Cristo, de la Iglesia auténtica que no puede perecer mientras se apoye en el auténtico espíritu del Evangelio. Y despertar en todos ustedes, hermanos salvadoreños, también en los pesimistas, también en los terroristas, también en los devotos de la represión, también en los que instalan leyes groseras contra el pueblo, a todos ustedes hermanos, cristianos y no cristianos, católicos y no católicos, la palabra de una Iglesia que desde Cristo dice que hay esperanzas, que El Salvador puede salvarse, que El Salvador si abre su corazón como indica Isaías, el Bautista y la Iglesia, a la conversión, al amor, a la justicia, al verdadero bienestar, encontrará la paz. Yo les invito hermanos, a que hagamos de esta temporada de Adviento, como una preparación para el nacimiento del Niño Jesús, una revisión sincera a nuestro propio corazón, y depongamos de allí, todo aquello que estorba a la venida de Jesús al mundo, porque todos estamos estorbando. Comencemos por preparar los caminos en el desierto y florecerá el tronco seco y las piedras se convertirán en hijos de Dios y los salvadoreños, que nos hemos hecho fieras unos con otros, conviviremos la alegría de ser hermanos hijos de Dios. Así sea. Nos invita hoy el apóstol en la segunda lectura a que nos demos cuenta del momento que vivimos. Qué hermosa exhortación para decirles, hermanos, que el momento litúrgico, el paso de este domingo de la Iglesia, marca su año nuevo: primer domingo de Adviento. El sacerdote viste ornamentos morados, señales de un llamamiento a penitencia para prepararnos a la venida del Señor. Color morado que también en el Oriente significa opulencia, riqueza de la gracia de Dios que se ofrece en esta hora, a aquellos que esperan, como cuando uno tiene hambre, la venida del Señor.
EL AÑO LITÚRGICO Es un domingo de esperanza, es una temporada, pues, que comienza hoy con la preparación de Navidad. Se llama Año Litúrgico toda esta peregrinación espiritual que comenzamos hoy y que pasando por la Navidad y por la Epifanía presentándonos la gran verdad de un Dios que se hizo hombre para salvarnos, sigue recorriendo el año con las enseñanzas de su evangelio, de su mensaje. Y se detiene atónita y contemplativa la Iglesia, después de las preparaciones de Cuaresma, ante su Cristo muerto en la cruz el Viernes Santo y resucitado al tercer día, la gran temporada de Pascua, durante 50 días cantando aleluyas para grabar en la mente del Cristiano, que su Cristo vive. Y en Pentecostés, 50 días después de la resurrección, el Espíritu Santo que Cristo ha prometido, que Él compró con su sangre divina, se desparrama sobre esta Iglesia que desde entonces comienza su peregrinación. LITURGIA QUE ES PRESENCIA Veinte siglos de esta historia. Año con año la Iglesia retorna a esa fuente. Y al presentar cada año este despliegue de los misterios redentores de Cristo, durante el Año Litúrgico, no es simplemente un recuerdo. Yo quisiera, hermanos, que quedara bien clara esta idea. La celebración litúrgica no es una memoria que se hace, como cuando celebramos el 15 de septiembre; ese mismo día en 1821, que ya quedó atrás, sino que la liturgia es presencia, dice el Concilio Vaticano II, yo copié para ustedes esta frase: "En el ciclo del Año Litúrgico, la Iglesia desarrolla todo el misterio de Cristo conmemorando así los misterios de la redención, abre las riquezas del poder santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que se hacen presentes, en todo tiempo, para que puedan los fieles ponerse en contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación". Así como los israelitas cuando conmemoraban al celebrar la pascua, su salida de Egipto, aunque habían pasado los años y los siglos, los padres y abuelos en la reunión de familia decían: "Esta noche estamos saliendo de Egipto", es un presente, es la liturgia, ese es el sentido litúrgico de la Iglesia, hacer presente hoy, en este 27 de noviembre de 1977, la expectativa del Viejo Testamento, el Cristo que llega a cumplir esas promesas. ILUMINADORA DE LAS REALIDADES Nosotros estamos ahora presentes a ese misterio, para que toda persona cristiana de buena voluntad, entre este domingo en contacto personal con ese Cristo que vino hace 20 siglos pero que sigue viniendo por el misterio de la liturgia de la Iglesia. Esta es la Misa de cada domingo, y las festividades litúrgicas del Año, la fiesta del 6 de agosto en nuestra Catedral, son presencias del misterio de Cristo. Qué hermoso sería que viniéramos así a nuestra Iglesia y entonces sí, tiene sentido este noticiero que yo comienzo en mis homilías, no simplemente por satisfacer curiosidades sino para decirles que esta hora, de este domingo, la celebración litúrgica, Cristo presente en nuestra Catedral o en las ermitas donde están reflexionando con nosotros, ilumina estas realidades salvadoreñas y las realidades familiares y las realidades íntimas de cada uno de nosotros. No podemos segregar la Palabra de Dios de la realidad histórica en que se pronuncia, porque no sería ya Palabra de Dios, sería historia, sería libro piadoso, una Biblia que es libro de nuestra biblioteca; pero se hace Palabra de Dios porque anima, ilumina, contrasta, repudia, alaba, lo que se está haciendo hoy en esta sociedad. Por ejemplo: no son más que ejemplos, cada uno de ustedes tiene mil cosas más que podrían enumerarse aquí, y es bueno que las iluminen con la palabra de este domingo. SALUDO A LOS JÓVENES Queremos expresar un saludo de hospitalidad a todos los deportistas, los jóvenes de Centro América que se encuentran en esta Segunda Olimpíada Centroamericana. Ojalá captáramos en estas horas de desconcierto, esa voz juvenil que nos llama a la unidad y a la paz. El deporte es un mensaje. Yo alabo esta verdadera hora de anuncio de Dios a través de ese mensaje del deporte en nuestra ciudad y en nuestra república. Sean bienvenidos, pues, los jóvenes de Centro América y que El Salvador haga honor a su tradicional hospitalidad. CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DE LAS LEYES, SEGÚN SANTO TOMÁS DE AQUINO Ha llenado los comentarios de toda clase de gente, estos últimos días, la publicación de la Ley de Orden Público. No soy experto en leyes, no soy abogado pero yo invito a los abogados que hagan honor a sus conocimientos jurídicos y den su juicio también sobre la ley, porque las leyes, yo como Pastor, quiero iluminar una doctrina clásica, teológica de lo que debe ser una ley. Yo, pues, no me meto en la técnica jurídica, aunque he oído a algunos abogados encontrar pecados jurídicos en esa ley, toca a los abogados hacer honor a su profesión y ver si se nos ha dado una verdadera ley técnica o no. Pero desde el punto de vista teológico, sacerdotal, iluminador de la Palabra de Dios, sí tengo el derecho y el deber de iluminar este acontecimiento de nuestra Patria. Y voy a sacar una página de nuestro máximo teólogo, Santo Tomás de Aquino en su Prima Secunde, la Suma Teológica de Santo Tomás tiene una parte que se llama de Primera de la segunda parte "prima secunde", la cuestión 90 estudia la ley y la define así: "Ley es una prescripción de la razón, en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene cuidado de la comunidad". Es breve y aquí encontramos cuatro elementos de la verdadera ley. Prescripción de la razón, "ordinatio rationis", quiere decir que no debe ser fruto de la arbitrariedad o del capricho. Ya los paganos distinguían este elemento racional de la ley, del elemento caprichoso del dictador que dice el famoso dicho: "sic volo, sic juveo, sic pro ratione voluntas", quiere decir, "así lo ordeno, así lo quiero, por única razón sea que así lo quiero". Esto no es racional. El hombre se rige por la razón, no por la arbitrariedad y el capricho. Por eso la primera característica de una ley tiene que ser racional, ordenación de la razón. Segundo, encaminada a conseguir un auténtico bien común. No es el provecho de un gobernante o de un grupo privilegiado el que arranca una ley para seguir oprimiendo, reprimiendo, sino que tiene que ser el bien común el que se busca, que todos vean en esa ley que se ha procurado la felicidad, el bien, la libertad, la dignidad de todos los hombres: ricos y pobres. Tercer elemento, "dictada por aquel que tiene cuidado de la comunidad". O sea que el que dicta la ley, tiene que sentirse mandatario de la comunidad, ya que la comunidad entera no puede darse las leyes sino que nombra un representante, una asamblea legislativa, esos legisladores, esos gobernantes, tienen que sentirse eco de la comunidad porque sólo si es eco de la comunidad tiene fuerza de ley. Y por último, cuarto elemento, que "sea promulgada". La ley es una medida y la medida sólo tiene eficacia cuando se aplica al objeto que se mide. Por eso si la ley es para el bien de una sociedad, tiene que promulgarse, darse a esa comunidad que la conozca, que la analice, que la acepte y entonces es ley. Sólo entonces puede decirse que una ley dada por los hombres, es reflejo de la ley natural y sólo la ley natural es fuente de toda ley. Por eso San Agustín en otro artículo dice esto: "La ley que no es justa, no debe llamarse ley. La fuerza de la ley depende del nivel de su justicia y tratándose de cosas humanas, su justicia está en proporción con su conformidad a la norma de la razón. Pues bien, la primera norma de la razón es la ley natural, por consiguiente, toda ley humana tendrá carácter de ley en la medida en que se derive de la ley de la naturaleza. Y si se aparta de un punto de la ley natural, ya no será ley sino corrupción de la ley". La ley natural, la que llevamos escrita en el corazón, nos dicta muchos derechos, por ejemplo: derechos de agrupación, derecho a la libertad, derecho a defendernos en juicio, derecho a no ser torturado para que le saquen la "verdad". Si todas estas leyes naturales quedan pisoteadas por una pseudo-ley, Santo Tomás dice claramente: "No será ley sino corrupción de la ley". CUATRO FUNCIONES DE LA LEY Santo Tomás analiza también cuáles son los cuatro actos de la ley. En función a los actos humanos que son su objeto, regular los actos humanos de una sociedad, primero dice: "Mandar los actos virtuosos"; 2o.) Prohibir los actos pecaminosos; 3o.) Permitir los actos indiferentes; y 4o.) Castigar para inducir a la obediencia de una ley justa. Estamos de acuerdo entonces que una ley estimule la virtud, prohiba las injusticias de todos. Hemos dicho muchas veces que existe en Latinoamérica una injusticia que ya se hizo institución y si una ley no tiene en cuenta esa injusticia que hay que ordenar, es injusta. No debe de ser el eco de esa clase que está instituyendo una opresión, sino que tiene que ser también el eco de esa clase que está recibiendo la represión, la opresión. Sólo entonces, cuando premien lo bueno de los de arriba y de los de abajo y cuando castigue lo malo de los de abajo y de los de arriba, sólo entonces será ley justa. MICRÓFONOS DE DIOS Por su parte, la Iglesia, al terminar el Sínodo de los Obispos, el Papa mismo dijo: -allí en ORIENTACIÓN en la palabra del Arzobispo, pueden leer las frases del Papa y de los Obispos reunidos en el Sínodo- que denuncian el atropello de ciertos gobiernos que no dejan libertad a la Iglesia para proclamar su mensaje integral. La Iglesia, pues, podrá ser callada por la fuerza. Dios quiera que no nos vayan a quitar estos micrófonos que tanto bien nos están haciendo, pero si un día desapareciera por la fuerza la voz de la Iglesia, hermanos, hay algo que no se puede callar, la conciencia de un pueblo que lleva como micrófono de Dios, la obligación de proclamar aunque no haya emisoras, a todas partes, la libertad del mensaje de Cristo para promover los hombres para hacerlos verdaderamente Hijos de Dios. Si un día no tuviéramos la dicha de entendernos como ahora estamos, queridos hermanos, a través de la radio, allá en regiones lejanas, no importa, yo desde ahora digo a cada católico que trate de ser un eco fiel, de su vida, su palabra, como se los acabo de decir en Apopa, ante su patroncita, Santa Catarina de Alejandría; mártir, quiere decir testigo. Cada católico tiene que ser un mártir, un testigo del mensaje que Dios tiene que proclamar libre, ante los hombres. MADRES DE CAPTURADOS Y DESAPARECIDOS Otra noticia que ilumina hoy la palabra de Dios y es esperanza. Se ha creado una asociación de Madres de Capturados y Desaparecidos. Así como les dije un día de los diez leprosos que se unen en su dolor, las madres que sufren esta angustia indecible, indefinida, tienen derecho a agruparse para consolarse, para ayudarse, para ver ¿qué hacen por sus hijos? Yo las felicito y lamento que la prensa haya rechazado esta noticia. ¿Por qué será tan miedosa nuestra prensa? Esta Asociación de Madres de Desaparecidos va a celebrar aquí en Catedral, el próximo jueves lo. de diciembre, día de la Divina Providencia, al mediodía, a las 12, la misa votiva por sus hijos y por su consuelo. Con mucho gusto celebraré esta Misa, solidarizándome una vez más con esta justa Asociación del dolor. Tengo también otras denuncias. Nos ha extrañado mucho la captura del Lic. César Valle, mientras estaba trabajando en nombre de Vivienda Mínima para llevar 26 familias que allá en Colima, están ya llegando a la inundación del Cerrón Grande y que urge instalarlas en otras casas. Vivienda Mínima les ha dado lugar allá en la Colonia de Usulután y César Valle andaba en este trabajo. La Guardia lo captura y hasta anoche todavía no sabíamos más que estaba en la Guardia Nacional. Ojalá se comprenda que se está trabajando por el bien del pueblo, ¡que no se estorbe - siquiera!. También hay una denuncia de una profesora migueleña, Iris Idalia Portillo de Arévalo, que encontró torturado a su hijo en el Hospital Rosales y lamenta la desaparición de su esposo Efraín Arévalo. IGLESIA SIN TEMORES Esta es la hora, hermanos, por donde va pasando la Iglesia en esta hora en que el Adviento nos quiere llenar de esperanza. Por otra parte, la Iglesia... Hermanos, yo quiero que cada día nos sintamos más satisfechos de ser Iglesia y que a pesar de las dificultades del ambiente, la Iglesia vaya solidificándose, haciéndose más comprensiva de su propia grandeza y de su propia dignidad. En esta semana, la Iglesia de la Arquidiócesis ha recibido satisfacciones muy grandes, por ejemplo: fui invitado como participante y observador al Séptimo Congreso Latinoamericano de Trabajadores, que se celebró en Costa Rica del 21 al 26 de noviembre. No pudiendo ir, supliqué al Presbítero, Doctor Jesús Delgado, que llevara mi representación. Y me cuenta con honda emoción, la ovación de que fue objeto el nombre de la Iglesia de El Salvador, por aquellos obreros venidos de todos los países del continente Latinoamericano y uno de ellos dijo: "Ah, si la Iglesia hubiera sido así auténticamente Iglesia del Evangelio, sin temor a los poderes de la tierra, no tuviéramos que lamentar el alejamiento de la clase obrera ni tampoco existiera el ateísmo". Es triste, hermanos, pensar que hemos tenido la culpa porque hemos querido apoyar una Iglesia en las fuerzas de la tierra pero la Iglesia que no se apoya en su propia debilidad y en la fuerza omnipotente de Cristo, lo pierde todo. VISITANTES RECIBIDOS Recibí también aquí, la visita del Señor Obispo de Cleveland, Monseñor Heaky, que anda visitando a sus sacerdotes. Aquella diócesis tiene la bondad de atendernos la Parroquia de La Libertad y allá en San Miguel, la Parroquia de Chirilagua y La Unión. Le he agradecido en nombre de la Arquidiócesis, tan hermosa colaboración con sus sacerdotes norteamericanos. He tenido también la visita de dos prominentes jesuitas norteamericanos el P. Carter y el P. Simon Smith, los cuáles también han dado palabras de elogio y aliento a la posición de nuestra Iglesia. Ayer también tuve el honor de saludar al Padre Superior General de los Pasionistas, Padre Pablo Boyle. Fue a visitar el trabajo inmenso que están haciendo en Jiquilisco, los Pasionistas y por mi parte le agradecí la obra que los Pasionistas han hecho aquí en la Arquidiócesis. Me dio mucho gusto oírlo. Venía recorriendo todos los países de la América Latina, y decir que la Iglesia en América Latina, en todos los países, pero principalmente en algunos, entre ellos El Salvador, es una Iglesia viva, es una Iglesia que da aliento, una Iglesia que se siente verdaderamente Iglesia de un pueblo. Conservemos, hermanos, estos prestigios que son los verdaderos prestigios de la Iglesia. También el Padre Vicario General de los de Maryknoll, P. Breen, estuvo a visitarnos y agradecí también la colaboración que aquí hacen los PP. y nos van a seguir prestando. Sobre todo pedíamos para Chalatenango y apoyamos el deseo de Monseñor Rivera, de tenerlos también en Santiago de María. LA IGLESIA NO ES JUGUETE DE LOS PODERES DE LA TIERRA Noticias agradables como las que tenemos con los hermanos separados. Hermanos, esta semana tuvimos una reunión con hermanos de las confesiones Bautista Episcopal e Iglesias Centroamericanas. Ellos creen que un evangelio en el cual ellos ponen su fe y la Iglesia católica también, no tiene que ser un evangelio mutilado, acomodado, desencarnado. Ellos, lo mismo que la Iglesia católica, han lamentado la instrumentalización de que está siendo objeto en estos días la Iglesia Protestante. Se les da amplia acogida en el Gobierno, se les instala en el Estadio Cuscatlán y se hace ver que es la única iglesia que mantiene el mensaje de Cristo mientras que la Iglesia católica ya se metió a política y a comunista. O sea, una excomunión del protestantismo a la Iglesia católica. Qué hermoso es oír entonces que hay hermanos protestantes que no están de acuerdo con esa manipulación y que inspirados por el mismo espíritu de la Iglesia católica, saben que un evangelio que no tiene en cuenta los derechos de los hombres, que un cristianismo que no construye la historia de la tierra, no es la auténtica doctrina de Cristo sino simplemente, instrumentos del poder. Lamentamos que algún tiempo nuestra Iglesia también haya caído en ese pecado pero queremos revisar la actitud y de acuerdo con esta espiritualidad auténticamente evangélica, no queremos ser juguetes ni nosotros católicos, ni los verdaderos creyentes del Evangelio, aún fuera de los limites de la Iglesia, no queremos ser juguete de los poderes de la tierra sino que queremos ser la Iglesia que lleva el evangelio auténtico, valiente de nuestro Señor Jesucristo, aun cuando fuera necesario morir como Él, en una cruz. NOTICIAS SACERDOTALES Queremos también referirnos a noticias sacerdotales. Ya regresó de Roma nuestro querido hermano Mons. Revelo. No hay cisma entre Mons. Revelo y el Arzobispo de San Salvador, hay amistad, desde mucho tiempo, y ahora también, cuando ambos cumplimos misiones muy delicadas. Ya dije a todos ustedes queridos católicos, que me ha alegrado la sensatez con que el catolicismo actúa ante estos acontecimientos que los enemigos quisieron aprovechar para separarnos. Les invité desde el principio y lo hago ahora; vamos a escuchar a Mons. Revelo, no juzguemos por adelantado, pero sepamos que es un obispo en comunión con el Papa y en comunión con la Jerarquía también de la Arquidiócesis. Por tanto, nada podrá romper esta alianza y esta amistad del verdadero mensaje de Dios. Y aún cuando hubiera diferencias accidentales, que las ventilamos con toda libertad, en lo substancial somos servidores de esta Iglesia que no quiere traicionar ni al Evangelio ni al pueblo. Para el 15 de diciembre, los sacerdotes nos vamos a reunir para evaluar nuestras actuaciones del año y proyectarnos hacia el año nuevo. Mañana a las 5 de la tarde, en la Iglesia de San Juan, Cojutepeque, se va a conmemorar la muerte trágica, el asesinato de que fue víctima el P. Nicolás Rodríguez, allá en 1970. Ese crimen se quedó en el misterio y el Padre también sufrió una muerte anónima. Es justo que ahora, cuando recogemos el heroísmo de nuestros sacerdotes, recordemos -yo fui a recoger ese cadáver, ya estaba putrefacto- venía de una confesión, traía los instrumentos de despedir un alma para la eternidad, ministro que murió, pues, en el servicio de su sacerdocio. Honor a él, una oración especial por él mañana, a las 5 de la tarde. Nos unimos a la Iglesia de Cojutepeque. Otro triste saldo en Quezaltepeque es, el desconocimiento, como católica de la Hermandad del Santo Entierro. Sus actitudes rebeldes, malcriadas, con la autoridad de la Iglesia, usurpadoras, merecen que la Iglesia también la desconozca, no se considere católica, aun cuando tiene personería jurídica civil. Los efectos civiles, lo mismo que el templo material de Quezaltepeque, no interesa lo que interesa es la Iglesia viva, los que viven en comunión con los pastores verdaderos y el verdadero Pastor allá es el P. Roberto Vandenheneen que junto con las Hnas. Belgas han sido víctimas del atropello pero que gracias a Dios, han hecho honor a su fidelidad a la comunión con la Iglesia. OTROS ACONTECIMIENTOS ECLESIALES En Cojutepeque se celebró el aniversario de la entronización de la Virgen. Qué satisfacción, 7.000 devotos de la Virgen, motivados por la palabra del P. Amado Molina y de su Párroco Ricardo Ayala, oraron por la Iglesia y sienten la confianza de que esta Iglesia amparada por una Madre tan bondadosa y poderosa como es María, no puede perecer. Bello homenaje a la Virgen también, el de Tamanique, 21 de noviembre de la Virgen de La Paz. Allá con los PP norteamericanos y la Hna. Juanita; he sido testigo del trabajo intenso de pastoral que allá se hace. También de grata recordación, mi viaje a Panchimalco, el domingo por la tarde. Qué ambiente más bello ha hecho allá turismo, yo los felicito, pero más me alegro que en este ambiente tradicional, un grupo de católicos recibía la Biblia para estudiar la palabra de Dios bajo la dirección celosa del P. Pocasangre. En Santa Tecla se preparan hoy, ayer y anteayer, seglares en un curso de Comunidades de Base, bajo la dirección del Padre Palacios. En Ciudad Arce celebraremos hoy la bendición de la Iglesia y una anticipación de la fiesta de la Purísima. En Apopa, tuvimos la satisfacción de ver un pueblo fiel a su fiesta patronal el 25, día de Santa Catarina de Alejandría. Felicitaciones al P. Martelí. Y en Amatepec tendremos hoy una Confirmación de gente grande, como yo quisiera que fueran todos los grupos de confirmación. Cursillos de Cristiandad celebró un nuevo cursillo y el próximo domingo hará una concentración nacional en Santiago de María en el Colegio Santa Gema. Allá están invitados todos. Y termino con una nota personal. Nombre fingido de una carta, Magdalena Mártir, puede sentirse satisfecha de su humilde confesión, de su arrepentimiento y de su propósito, quede tranquila. Y le agradezco también su valiente denuncia de una clínica y de un médico, aquí en San Salvador, que podíamos llamar clínica y médicos aborteros. Allí se hacen abortos. No lo digo por propaganda sino por condenación, que esto es un crimen y no hay derecho que un médico y una clínica se dediquen a esto. Estos acontecimientos de la Patria, del pecado del Reino de Dios, de la Iglesia, son los que ahora, hermanos, brevemente iluminamos con las tres lecturas que han escuchado, que podíamos sintetizar en este título: La Iglesia de la Esperanza. Sí, animemos nuestra esperanza. En la primera lectura miro una meta luminosa, en la segunda lectura San Pablo nos presenta un camino hacia esa meta y en el Evangelio, Cristo nos presenta la gran sorpresa a donde lleva este camino. UNA META LUMINOSA Isaías en la primera lectura: unos tiempos políticos y sociales tan difíciles como los que hoy vivimos aquí; un país que duda de la alianza con su Dios y quiere hacer alianza con Egipto para defenderse del poder de Asiria. Isaías que invoca el poder de Dios y llama al pueblo a confiar en ese Dios, a no traicionar la alianza. Y entonces dice una palabra de esperanza: "Esta Jerusalén asediada, temerosa, es la ciudad que Dios ha escogido. Aquí brillará su luz, aquí estará firme la casa del Señor, hacia ella concluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos y dirán: venid subamos al monte del Señor, a la casa de Dios. Él iluminará nuestros caminos. De allí saldrá la ley que rija con justicia a los pueblos. Una doctrina que hará cambiar las armas en instrumentos de trabajo. Un desorden que se convertirá en paz, en justicia y en amor". Parecía un iluso hablando de estas cosas y me imagino, que frente a la voz del amor, del profeta Isaías, había muchos grupos violentos que querían arreglar las cosas por la espada y por la fuerza. Isaías no se cansaba de predicar su palabra de paz. LA VIOLENCIA DEL AMOR Esta es la meta hermanos, meta que señalaron los profetas, meta que sigue señalando la Iglesia. Los enemigos, los que tratan de que la Iglesia no hable, la desacreditan y dicen: predica violencia, predica política, comunismo, son las distorsiones del pecado. Pero quienes superando las fuerzas del mal oyen a la Iglesia auténtica, oirán siempre el eco de Isaías, el eco de Cristo, el eco de los profetas. Jamás hemos predicado violencia, solamente la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros. Esa violencia no es la de la espada, la del odio; es la violencia del amor, la de la fraternidad, la que quiere convertir las armas en hoces para el trabajo. Qué hermoso llamamiento podíamos hacer aquí, hermanos, cuando el trabajo abunda en nuestras campiñas no se vaya a convertir en odios, ni en luchas ni en sangre. Desde el domingo pasado estoy clamando para que las cortas de café, de algodón y de caña, sean un canto de alabanza al Señor. No esperando leyes, sino inspirando en el amor de fraternidad que une a los dueños y a los trabajadores. Que hagamos de nuestras campiñas un himno, que haga sólo con la generosidad con que Dios nos regala sus cosechas. Esta es la meta, hacia esa paz caminamos. UN CAMINO HACIA LA META LUMINOSA Y la segunda lectura nos ofrece el camino para esa meta. San Pablo exhorta a revestirse de Cristo, a dejar las obras de las tinieblas: "No más comilonas ni borracheras, ni lujurias ni desenfrenos, ni riñas ni pendencias." ¿Ven como la Biblia no puede condescender con el vicio, con el pecado?. Y compara al que va pasando la noche y ve que ya se acerca el día y si la noche la ha pasado en pecado, levántese, dice San Pablo, espabílese, surja de su lecho de pecado, que no lo vaya a coger la muerte levantándose del lecho del pecado. Que no lo vaya a sorprender el camino de la luz por los caminos de la tiniebla, revístase de Cristo. Cristo es el camino. Yo soy el camino, dijo el Señor. DENUNCIAMOS TODO PECADO Hermanos, cuando predicamos la palabra del Señor, no solamente denunciamos las injusticias del orden social. Denunciamos todo pecado que es noche, que es sombra: borracheras, comilonas, lujurias, adulterios, abortos, todo eso que es el reino de la iniquidad y del pecado, desaparezca de nuestra sociedad, porque sólo caminando por caminos de luz, de honestidad, de santidad, revistiéndose por dentro de Cristo, convirtiéndose, aunque haya sido uno pecador, pero convirtiéndose al Señor, sólo así podrás caminar hacia esa meta y construir la verdadera paz. LA GRAN SORPRESA ADONDE NOS LLEVA ESTE CAMINO Y finalmente, hermanos, el evangelio de San Mateo nos presenta al mismo Cristo que nos exhorta con una comparación terrible. Cuando iba a acontecer el diluvio, la gente se reía de Noé que estaba construyendo un arca, le consideraron como loco. Y seguían gozando la vida y casándose, dice el Evangelio; o sea, no esperaban que el fin estuviera tan próximo cuando comenzó a llover y el diluvio comenzó a inundar la tierra. Noé, fiel a su Dios, se salva con su familia, mientras que toda una raza pecadora queda lavada con las aguas purificadoras del Diluvio. Lo mismo sucederá, dice el evangelio, cuando venga el Hijo del hombre. LA HORA ESCATOLÓGICA Resulta que este tiempo de Adviento, que comienza con este domingo hasta la Navidad, nos quiere dar a entender lo que ya expliqué en domingos pasados, "la escatología", los últimos tiempos. Isaías, 7 siglos antes de Cristo, anuncia que con Cristo, Hijo de Dios que se hace hombre, va a comenzar la última etapa de la historia. ¿Cuánto durará? No lo sabemos, pero ya estamos en ella, nos dice San Pablo. Ahora ya estamos más cerca que cuando anunciaban los profetas. Ahora vivimos ya en la hora escatológica, porque Cristo con su encarnación y con su resurrección ha inyectado en la tierra la última oportunidad que Dios está dando a los hombres para ser salvos. Salvación que ya comienzan en esta tierra. Salvación que quiere decir libertad. Verdadera libertad del pecado, de los egoísmos, del analfabetismo, del hambre. Libertades de la tierra que nos preparan para la gran libertad del Reino de los Cielos. Ya Cristo resucitado debe ser luz de los hombres que construyen la historia. Cristo tiene que ser la inspiración de todas las leyes que se dan a los hombres, no el capricho de unos poderosos sino la voluntad de Cristo que pedirá, tal vez, conversión a los poderosos. La ley de Cristo es la escatología. Sólo aquellos que vivan conforme a Cristo, ya en esta vida, serán arrancados para la vida eterna. El Evangelio, bajo la figura de un secuestro, nos dice esta gran verdad. Que al final de los tiempos, dice, dos hombres trabajarán, dos mujeres también trabajarán, pero mientras uno es dejado, otro es asumido. Es decir, en esta tierra no se ve la diferencia, todos trabajamos, sin embargo, unos serán tomados por Dios para su Reino, otros serán dejados. Qué triste será quedarse, quedarse marginado por el Reino de los Cielos. Esa sí es marginación, los que se quedan esperando y ¿a nosotros Señor? Y la respuesta del Evangelio en una ocasión: "Apartaos, malditos, al fuego eterno, porque tuve hambre y no me diste de comer", es decir, no viviste la escatología con el sentido cristiano que yo quise al venir a la tierra a encarnarme, a hacerme hombre, morir por los hombres, resucitar para darles nueva vida y darles un mensaje de liberación. Dichosos los que lo acogieron. Estos son asumidos, mientras los otros, ¿cuántos serán? No lo sabemos, pero es el misterio de la escatología. Pero un misterio que lo podemos resolver a nuestro favor, comenzando ya este Adviento, preparación de la Navidad, llamamiento de penitencia, a convertirnos a Cristo, a revestirnos de Cristo, y poco importan, hermanos, las consideraciones humanas, cuando en las conciencias profundas se lleva la alegría de estar tratando de serle fiel a Cristo el Salvador. VIGILANCIA: DISPOSICIÓN ESPIRITUAL DEL ADVIENTO Ojalá que esta palabra, pues, de Adviento, enmarcada en una historia tan densa de esta semana, sea oída por encima de todos los murmullos de la tierra la voz clara del Señor: "Vengo a vosotros, estad preparados como el vigilante que no espera aviso del ladrón sino que atisba, vigila porque en la hora en que menos piensa, lo pueden sorprender". Vigilancia es la disposición espiritual que nos debe producir este hermoso tiempo de preparación a la Navidad. Cristo viene, no lo esperamos como los niños para traer los juguetes, lo esperamos como cristianos que supimos que ya vino, pero que anunció desde entonces una segunda venida, para sorprendernos en el camino de la vida y cogernos allí, donde caímos muertos para entrar con Él a reinar. Ya debemos reinar con Él por la virtud y por la santidad. Seamos cristianos de verdad, dignos de esta hora escatológica que va desde la venida primera de Cristo hasta la segunda, pedido último de la historia, sepamos vivirlo como quien vive algo que no es permanente sino que va de paso. No instalarse, no apegarse, no perder por los bienes del poder de la tierra los encantos del Reino de Dios que ya viene a asumirnos. Como se rapta, como se secuestra, a una persona sin que deje rastro, así seremos secuestrados, pero por el amor del Cristo que nos tomará para siempre en su cielo. Así sea. |
Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero,[1] fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral. Archivos
Agosto 2021
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