Queridos hermanos:
Siento que, de veras, la comunidad cristiana es una verdadera familia. Sentí mucho estar ausente el domingo pasado, como cuando alguien de la familia no puede llegar a la reunión de fin de semana con sus demás hermanos, pero a veces el Señor nos pide este sacrificio. En cambio, les agradezco la presencia y la atención con que asistieron a la celebración y a la predicación del P. Jesús Delgado, que tuvo la bondad de sustituirme. De sus reflexiones, pues, ha habido comentarios muy buenos y por mi parte ahora, precisamente tomando de las lecturas bíblicas, sacaría, como de costumbre, un título para nuestra homilía de hoy que venga a fortificar ese sentido de familia, de comunión. Yo llamaría a mis palabras de hoy: La Iglesia comunión de vida, de caridad y de verdad para salvación del mundo. Y es que en las lecturas de hoy parecen encontrar un resumen bellísimo en uno de los textos más densos del Concilio Vaticano II, cuando habla de la Iglesia como pueblo mesiánico, dice estas palabras: "Este pueblo mesiánico, aunque no incluya a todos los hombres actualmente, y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin embargo, para todo el género humano un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Cristo que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra". Esto somos, queridos hermanos, esto tenemos que ser si de veras queremos construir la Iglesia. Yo quiero ratificar que la razón de mi predicación, que la razón de nuestras reuniones y de nuestras reflexiones cristianas en torno de la palabra de Dios tienen esta finalidad de que cada día nos vayamos constituyendo más como pueblo de Dios, como seguidores de Cristo, sintiéndonos de verdad germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Que el mundo, que nuestra patria, sepa sentir en los grupos cristianos no gente sospechosa, sino gente que de verdad sea luz del mundo y sal de la tierra. Por eso, me gusta concretar cuál es esta comunidad que está haciendo la reflexión esta mañana. No es una comunidad cristiana reunida en una Iglesia de Europa o de Africa o de otro país de nuestro continente, es una Iglesia de aquí, de la Arquidiócesis de San Salvador, en esta Catedral. Y son aquellas comunidades tal vez allá en las ermitas donde sé que sintonizan esta misa para reflexionar. Son la comunidad del cantón tal, del pueblecito tal. En este caso, pues, tenemos que sentir esta comunidad con sus realidades alegres y tristes. Es aquí donde a mi me gusta hacer un recuento de alegría, de esperanza con todos ustedes, sintiéndonos de veras esa comunión de vida, comunión de amor y comunión de verdad. Que compactemos más nuestros sentimientos de salvadoreños cristianos o de quienes sin ser salvadoreños se han identificado con nuestra comunidad y viven de verdad esta pequeña grey. Fíjense bien cómo el Concilio no se hace ilusiones de que la Iglesia sea la totalidad del pueblo, muchas veces puede ser el grupo pequeñito y Cristo así les decía a sus apóstoles: "no temáis pequeño rebañito" (pusillus grex), una expresión cariñosa de Cristo para decir no crean que todos van a aceptar esta palabra, pero habrá siempre un grupo aunque sea pequeño y en ese grupo alegraos, decía Cristo, porque a vosotros ha querido el Padre daros el reino y vosotros sois el germen de la unidad y de la salvación del mundo; vosotros sois la esperanza. Sí, queridos hermanos cristianos, seamos de verdad como comunidades cristianas: santos, seguidores de Cristo, llenos de esperanza, unidos en el amor. No pretendamos el brillo de grandes muchedumbres, pero sí la solidez de un sólido amor y de una vida que nos viene de Dios. Esta comunidad, que es la que ha celebrado -como noticias sacerdotales en esta semana- 25 años de promoción de algunos de sus sacerdotes, hace 25 años se ordenaron trece sacerdotes. ¡Qué hermosa cosecha de San José de la Montaña! Recordamos ya uno en la eternidad, nuestro querido amigo -y ven cómo la comunidad vive gente que conoce, con quien ha compartido y que ya goza en el cielo- Monseñor Jorge Castro Peña fue también de esa promoción. No ha podido celebrar con nosotros, pero desde su cielo nos envía sin duda su sonrisa de complacencia y se siente miembro de esta comunidad. Un italiano, franciscano, P. Cosme Spezzotto, en Zacatecoluca, también celebra sus 25 años. Ayer en Acajutla se ordenan dos jóvenes franciscanos, Oscar Arturo Gutiérrez y Mario Antonio Benítez. El sábado que viene -ya sirva de invitación esto- aquí en Catedral, a las 11 de la mañana vamos a ordenar sacerdote a un joven de nuestra Arquidiócesis, Rafael Urrutia, que termina ya sus estudios en Guatemala y va a trabajar con nosotros. También fruto de nuestras comunidades de El Salvador,, dos sacerdotes se ordenan en España para trabajar en el Opus Dei. Profesionales que se santifican y de los cuales ya nos hemos ocupado en otras ocasiones. Esa santidad que se expanda, que sea -sintiendo lo que estoy diciendo en este momento- la vida de la comunidad, porque nadie vive el cristianismo sólo para sí, sino para esto que estamos diciendo, ser el buen olor, ser el germen de unidad, de salvación. Esta comunidad que está ahora reflexionando aquí es la que vive y se hace concreta en parroquias, en cantones. Yo tuve la dicha de visitar la parroquia de El Carmen de la Colonia Roma, donde celebramos el día de Santa Teresa, su patrona. También en la parroquia de la Divina Providencia de la Colonia Atlacatl, donde palpita una comunidad viva y se organizaba precisamente esa noche la Comisión Parroquial de Cáritas. También participé de la vida que goza la comunidad cristiana de Soyapango. Agentes de pastoral, grupos juveniles que se anhelan por seguir a Cristo. He tenido noticias también de la comunidad que se reúne en la Basílica del Sagrado Corazón bajo el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, donde se han dedicado a estudiar la Carta Pastoral sobre la Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares. En cambio, hermanos, no pude asistir por razones de enfermedad a varias comunidades que tenla programadas en esta semana, pero vaya desde aquí un saludo muy cariñoso a la Parroquia de San Juan Opico donde sus agentes de pastoral están estudiando nuestra Carta Pastoral. A San Rafael de Chalatenango, donde teníamos que celebrar la fiesta del Arcángel San Rafael, pero el día de San Rafael lo celebré como día de los hospitales, también dando el testimonio de una salud que se quebranta, pero que desde el hospital puede servir también para orar por la comunidad. También tuve que ir al Paraíso, donde las Hermanas Betlemitas preparaban una evaluación de sus agentes de pastoral. No pude participar tampoco en la alegría de los 25 años sacerdotales del P. Moreno, celebrados en la parroquia de San José Guayabal donde soñaba también gozar esa alegría sacerdotal. Ni ayer en el festival famoso del maíz que ha organizado desde hace varios años San Antonio Los Ranchos; pero les envié un saludo muy cariñoso deseando que ese producto que es base de nuestra alimentación (el maíz) no falte en ninguno de nuestros hogares. Y que esa iniciativa de aprovechar hasta los desperdicios del maíz en obras, en industrias nacionales muy artísticas (el olote, la tuza, etc.); pues es un gesto de lo que puede ser una comunidad cuando, además del evangelio, trata también de promoverse en lo material. Tuve que estar anoche también y no pude en San Antonio Abad, donde se recogía el fruto de la reflexión y del trabajo por las misiones. Como ven, pues, hay tantos motivos para que nuestra comunidad se sienta viva en tantas partes, concretamente. Es la comunidad que en estos días se alegra con los colegios católicos, porque han ya cerrado sus trabajos difíciles de la enseñanza durante el año y desea con verdadero cariño de familia a todos los maestros, religiosos, religiosas y alumnos, sobre todo, que disfruten unas vacaciones felices y muy sanas. En el ambiente de colegios católicos, también, celebramos el día de San Pablo de la Cruz, fundador de las Hermanas Pasionistas, en el Colegio de La Divina Providencia. En la Sagrada Familia también tuve la satisfacción de recoger unos bellos trabajos de religión, entre ellos el estudio, la respuesta al cuestionario de la Carta Pastoral ya mencionada. Una satisfacción inmensa también, compartámosla hermanos, una reunión con quince muchachos bachilleres, fruto del Seminario Menor. Lo más bello es que todos ellos expresan la ilusión de continuar el otro año en el Seminario Mayor. Quince bachilleres para iniciar la Filosofía, además de otros que sin haberse educado en el Seminario Menor han salido de los diversos colegios laicos o religiosos para el Seminario, hasta el punto del problema de no tener ya casi local donde alojar tantas vocaciones ya seguras, porque ya son de Filosofía; o sea superado el bachillerato cuando se abre el horizonte para una academia, para un horizonte de una carrera profana, ellos dicen que quieren servir al pueblo desde lo que es ser sacerdote. Esta comunidad también abre sus ojos al ambiente universal, porque sabe que una comunidad, a pesar de ser así tan concreta como hechos que acabo de mencionar, todos estos hechos los incorpora como riqueza, como experiencia, como bendición de Dios en la corriente de la Iglesia Universal. Y así, en perspectiva de Iglesia Universal, el jueves de esta semana, nuestra Arquidiócesis, aquí en Catedral con una buena representación de sacerdotes, de religiosas y de fieles, se unió a la alegría del mundo entero por el nuevo Pontífice Juan Pablo II, a quien espero que ustedes hayan visto a través de la televisión y conocido como un hombre verdaderamente pastor, sencillo, pero fuerte en sus pensamientos; popular, poliglota, un hombre maravilloso que supo darle a la tiara -aquella triple corona que antes le ponían al Papa el día de la coronación y que desde Juan Pablo I ya no se usa- le supo dar Juan Pablo II el verdadero sentido, es que no es sólo el Papa el que tiene que tiene que llevar esta triple significación de las tres potestades de Cristo: sacerdote, profeta y rey. Es que todo el trabajo de los pontífices y de los sacerdotes y de todos los agentes de pastoral es lograr que todo el pueblo de Dios esté coronado desde su bautismo, desarrollando sus cualidades cristianas con esas tres coronas; porque todos ustedes bautizados, todos ustedes comunidad de la Arquidiócesis y de más allá, son pueblo sacerdotal, pueblo profético, pueblo de reyes, ésta es la gran dignidad. Bendito sea Dios, que un Pontífice sabe cómo quitarse la tiara y ponérsela al pueblo y decirle: todos ustedes son pontífices, profetas y reyes, no es responsabilidad sólo del Papa, sino que es todo el pueblo bautizado el que tiene que vivir esa hermosa responsabilidad de Iglesia Universal. Así es, hermanos, cómo estos hechos y otros que podíamos recordar nos llevan a la reflexión. También quiero dar unos avisos antes de entrar en esta reflexión y es que desde el 3 de diciembre, que será el primer domingo de Adviento, o sea cuando comienza ya el año litúrgico nuevo, vamos a poner en práctica lo que hemos venido anunciando, las confirmaciones solamente administradas a niños que tengan ya conocimientos y que hayan sido preparados por sus párrocos. Se exigirá, pues, un comprobante de haber recibido las instrucciones respectivas. Así como no se admite un niño a la Primera Comunión sin haber aprendido su catecismo, también hay un catecismo de confirmación que no se dispensará. Porque no es por capricho, sino para que precisamente esta dignidad del pueblo de Dios, qué pocos la viven, porque no ha habido una catequesis en los sacramentos cuando se iniciaron como cristianos. De allí que se necesite también para el bautismo las charlas pre-bautismales, nadie se dispense de esto por favor. Aun cuando haya sacerdotes que no quieren cumplir este deber, el cristiano no recibe un favor si no se le dan las pláticas, al contrario, está renunciando a un servicio que la Iglesia quiere dar. Y yo suplico a todos los sacerdotes, que tomemos en serio no dar el bautismo ignorantemente, sino que exijamos la preparación de aquellos que van a ser responsables de educar en la fe al niño inconsciente que se bautiza. Entonces esta comunidad, pues, que quiere vivir con más intensidad su vida de fe, sus sacramentos, se nos presenta a través de las lecturas de hoy, como una comunión de vida, de caridad y de verdad. Allí tienen mis tres pensamientos. COMUNIÓN DE VIDA Comunión de vida. El ejemplo es la segunda lectura, San Pablo le escribe a la comunidad de Tesalónica. Tesalónica, donde Pablo tuvo las dificultades que tenía en todas partes. Los judíos eran sus peores adversarios, pero encontraba eco en los gentiles; y esta comunidad que acogió la predicación de Pablo con sus colaboradores, Silvano y Timoteo, nos cuenta el Libro de Los Hechos, las vicisitudes, lo que costó para ser de veras una comunión de vida. Yo voy a leerles este pensamiento del Libro de Los Hechos, para que miren que lo que está pasando entre nuestras comunidades cristianas aquí en la Arquidiócesis es la historia de siempre. La comunidad de Tesalónica, fíjense bien, nace quizá unos veinte años después de la ascensión del Señor. Las epístolas a los tesalonicenses son de las primeras letras del Nuevo Testamento. Es una comunidad fresca, podíamos decir. Recuerden ustedes aquí veinte años atrás, sería 1958, mucha gente nos acordamos de lo que pasó en 1958; pues así había en Tesalónica, mucha gente que conoció, que vivió de los apóstoles y que oían como algo reciente el paso del Hijo de Dios hecho hombre, muerto en una cruz, resucitado y que creer en El era la salvación. Esto que lo vivieron tan de cerca en Jerusalén los judíos no lo comprendieron, fuera de un pequeño grupo que se adhirió a él. Pero por eso dicen los apóstoles nos vamos afuera a predicar, porque allá están esperando esta nueva buena noticia. Y así fue, nos dice el libro de Los Hechos: Los judíos, llenos de envidia reunieron a la gente maleante de la calle, armaron tumultos y alborotaron la ciudad, se presentaron en casa de Jasón. Este Jasón era un cristiano recién convertido que les dio hospedaje, porque la sinagoga, o sea el templo oficial donde Pablo comenzó a predicar a los judíos, no los quisieron recibir más y le dijeron: tú en esta ermita, en esta sinagoga no puedes ya, aquí estamos los oficiales, aquí estamos los judíos y tu doctrina es contra nuestro orden. Tal se parece a esas ermitas que nos han quitado usurpadores y que echan afuera a los cristianos. No se amilanen queridos cristianos. Entonces Pablo, con su grupo de cristianos se fueron a la casa de un amigo, Jasón, y allí llegó todavía la autoridad buscándolos para llevarlos ante el pueblo. Ante los magistrados gritaban: esos que han revolucionado todo el mundo, se han presentado también aquí y Jasón les ha dado hospedaje, ellos van contra los decretos del César y afirman que hay otro rey: Jesús. Qué les parece, hermanos, tal como se dice ahora: son subversivos, están contra la autoridad, hay que llevarlos a la cárcel. No es extraño, queridos cristianos, la historia de nuestras comunidades es la historia de la persecución. Siempre que se ha querido proclamar que de veras Jesús es rey y Señor; y siempre que se ha querido proclamar su evangelio como palabra única de salvación, y siempre que se ha denunciado, desde la palabra de Dios, todos los abusos de los poderes del mundo, surgen las persecuciones. Los llevaron presos, pero a Jasón le dieron libertad mediante una fianza, dice el Libro de Los Hechos. Pero luego cuenta San Pablo en su Carta a los Tesalonicenses, lo han escuchado ahora, qué hermoso elogio: "ustedes no se han dejado vencer de las dificultades, desde vuestra comunidad la palabra del Señor ha resonado en todas partes. Habéis creído en el Dios vivo". Ven, comunidad de vida. Esta es la Iglesia, comunión de vida. Y es porque los motivos que nos reúnen ahora en la Catedral, en nuestras ermitas, en nuestras reuniones cristianas, no es para recordar un muerto. Pobrecitos los cristianos que creen que su religión es un museo de recuerdos y solamente quieren conservar y no ponerse en peligro. No, hermanos, la comunión Iglesia es vida, es comunión de vida y tienen que enfrentarse a la vida del tiempo actual. Es vida, sus leyes, sus dogmas, sus creencias, deben convertirse en vida. El que no quiera comprender así la religión de un vivo eterno, Cristo que no morirá jamás; de un Dios vivo que va a comparando al pueblo y que desde la primera lectura de hoy nos dice que "no hagamos injusticias, porque ese pobre, víctima de la usura o de un préstamo injusto, si clama al cielo lo escucharé". Soy Dios vivo. Nuestra religión es vida y esto es lo más hermoso que yo quisiera recordarles, y quiero recordárselo con agradecimiento a Dios, porque el haber predicado esta religión como vida, es lo que ha dado a muchos que habían muerto en la fe la resurrección y la vida. Vale la pena creer, vale la pena llegar a misa un domingo y alimentarse allí de palabras de vida, no porque las diga fulano o zutano, sino porque son de Cristo, el vivo por excelencia. Y, entonces, ánimo, queridos hermanos, yo sé que para muchos ha llegado la hora de la prueba y están cobardes huyendo: catequistas, celebradores de la palabra, gente que compartía con nosotros las alegrías de nuestras reuniones, los han asustado; gente que no creíamos, que la creíamos muy fuerte, está con miedo; pero es porque se han olvidado que es una religión de vida y que como vida tenía que chocar también con la vida, que no es la vida de Dios, pero que vive como reino de las tinieblas y del pecado en el mundo. Ojalá que esta invitación que nos hace hoy la palabra de Dios desde el ejemplo de Tesalónica viva entre nosotros, queridos hermanos. Ya que se está volviendo a reflexionar mucho la Sagrada Biblia, yo invito a las comunidades eclesiales de base a tomar como tema de reflexión esta historia de la comunidad de Tesalónica; y aprendan allí cómo la historia no es más que una repetición. COMUNIÓN DE VERDAD Otro segundo aspecto de la comunión Iglesia es que es comunión de verdad. Es bello saber que nuestra fe cristiana es la verdad. Ningún hombre puede decirse dueño de la verdad, ningún hombre es infalible, sólo Dios. Pero cuando un hombre cree en aquél que es la fuente de la verdad y se entrega es un hombre de fe, ese hombre tiene la verdad, aún sin comprenderla pero la ha aceptado. Yo quisiera para todos mis queridos oyentes ahora que fueran hombres de fe y que San Pablo les pudiera decir como les decía a los cristianos de Tesalónica: conozco la actividad de vuestra fe, la fe es activa porque la fe es vida, y quisiera, hermanos, que nuestras comunidades fueran lo que dice San Pablo de Tesalónica: vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos, cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios para servir al Dios vivo y verdadero y vivir aguardando la vuelta de su Hijo... y que os libra del castigo futuro. Una comunidad cristiana se evangeliza para evangelizar. Una luz se enciende para alumbrar, no se enciende una candela y se mete debajo de un canasto, decía Cristo, se enciende y se pone en alto para que ilumine. Esto es una comunidad verdadera. Una comunidad es un grupo de hombres y mujeres que han encontrado en Cristo y en su evangelio la verdad, y la siguen y se unen para seguirla más fuertemente. No es simplemente una conversión individual, es conversión comunitaria, es familia que cree, es grupo que acepta a Dios. Y como grupo, cada uno siente allí que el hermano lo fortifica y que en los momentos de debilidad se ayudan mutuamente y, amándose y creyendo, dan luz, son ejemplo; de tal manera que el predicador ya no necesita predicar, cuando hay cristianos que han hecho de su propia vida una predicación. Les decía un día y hoy se los vuelvo a repetir, si por desgracia un día callaran nuestra emisora, no nos dejaran escribir ya, nuestro periódico, hermanos, cada uno de ustedes que creen, tienen que convertirse en un micrófono, en una emisora, en un altoparlante, no hablando, sino pidiendo la fe. Y por eso no me da miedo a mí que nuestra fe esté pendiente únicamente de la predicación del Arzobispo. No me creo tan importante, lo que creo es que esta palabra, que no es más que un humilde eco de la palabra de Dios, si entra en el corazón de ustedes, no por ser mía sino por venir de Dios; y que todos aquellos de buena voluntad, hombres, familias, comunidades, la están haciendo vida y por si sola se va predicando. Y yo puedo decir con la alegría de San Pablo a las comunidades de la Arquidiócesis y si comenzara a mencionarlas no acabaría todo el día, ustedes cambiando el nombre de Tesalónica por los nombres conocidos de nuestros pueblos y cantones, son las comunidades que van llevando a sus ambientes esta predicación. Hay un contenido, fíjense bien que no es simplemente una fe ciega en Dios, sino que hay un esfuerzo de instruirse, el contenido San Pablo lo resume aquí: "...porque os volvisteis al Dios vivo y verdadero para vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús, desde el cielo". Tres cosas: un monoteísmo, es decir renunciar a todos los ídolos para creer en el único Dios. Segundo, una cristología, un Hijo de Dios que se hizo hombre, que se llama Cristo y en el cual creemos, porque murió y resucitó. Y tercero, una escatología, un más allá, un esperar que ese Hijo de Dios vivo en la eternidad, vendrá a juzgar a vivos y muertos, que está ya condenando el pecado en este mundo y lo condenará definitivamente cuando diga: "Id, malditos, al fuego eterno" a todos aquellos que no se quisieron convertir de verdad. Este es el contenido en resumen de nuestra fe: Comunión de verdad, estas son las grandes verdades: creer en el único Dios verdadero y por ese Dios verdadero renunciar a todas las falsas potestades. No recuerdan el domingo pasado cuando Juan Pablo II hablando precisamente del poder de la tiara, que es el poder de Cristo que todo el pueblo de Dios tiene que llevar, decía: "Abridle las puertas a esa potencia de Cristo, no tengáis miedo, abridle los campos de la economía, de la política, de lo social". No digan que el Papa no habla de política, y ha dicho que le abran el campo de la política, porque Cristo va a predicarles a la política su reino sin el cual la política se convierte en el trágico drama del lobo contra el hombre. Sólo Cristo le puede dar un sentido humano a la relación del capital y del trabajo. Sólo Cristo le puede dar una relación de humanidad, de comprensión. Ahora que van llegando ya los momentos en que las cosechas de nuestra tierra debían de ser para la felicidad de todos los que nacemos en esta tierra -que el sentido cristiano que nos ha dicho hoy la primera lectura de los privilegiados y de los pobres- supieran repartiese con equidad y justicia lo que Dios ha creado para todos. Hace dos años, el que ahora es Papa fue llamado por el Papa Pablo VI para que predicara en el Vaticano los ejercicios espirituales. El Cardenal Voytila escribió de allí un libro que su compañero de episcopado, el Cardenal Primado de Polonia, lo ha presentado últimamente, y en una de las meditaciones que el Cardenal Voytila dictó ante el Papa Pablo VI y todos los de la Curia Romana, dijo esto que ahora lo trae L'Observatore Romano: "Hay ciertamente en este mundo una gran carga de fe -y me viene bien porque estoy hablando de que la Iglesia es comunidad de fe- hay un considerable margen de libertad para, la misión de la Iglesia -decía el Cardenal- pero muchas veces se trata solamente de un margen. Basta observar las principales tendencias que prevalecen en los medios de comunicación social; basta prestar atención a lo que se silencia o lo que se dice en voz alta; basta afinar el oído para percibir qué es lo que encuentra mayor oposición para ver que también allí, donde se acepta a Cristo, al mismo tiempo hay oposición a Cristo por lo que respecta a la verdad plena de su persona, de su misión, de su evangelio. Parece como si se quisiera modelarlo, adaptarlo a las medidas propias de la dimensión humana, de la era del progreso y al programa de la civilización moderna, que es un programa de consumismo y no de fines trascendentes. Hay oposición a Cristo desde esas actitudes y no se soporta la verdad proclamada y recordada en su nombre. Esta oposición a Cristo, al mismo tiempo que se alude a El, por parte incluso de quienes se llaman discípulos suyos, es un síntoma significativo de los tiempos en que vivimos". Este es el pensamiento del actual Pontífice. Cuando se quiera creer en un antimarxismo como si fuera inspirado del cristianismo -no se olviden de esto- hay muchos anti-marxistas que no es el marxismo lo que les da miedo, sino el perder sus privilegios. Se proclaman cristianos y dicen: sí, miren, aquí hay margen de libertad. Sí, dice el Cardenal, margen. Verdadero margen, porque lo principal, ¿qué es? La prensa, la televisión, las leyes, eso que no es el margen sino el centro, ahí no cabe Cristo. Allí consumismo, allí egoísmo. Qué mal llamados cristianos son ciertos cristianos. Y qué mal llamado cristiano un ambiente donde para Cristo y su Iglesia sólo hay un margen de fe y de libertad, como una página que solamente le deja la orillita, el margen. Pero el Cardenal Voytila, que ha vivido también la otra situación, continuaba diciéndole al Papa en su meditación: "Pero esta no es la única oposición a Cristo, junto a ella se encuentra otra, surgida -fíjense bien en esta frase- otra oposición surgida probablemente de la misma base histórica e incluso casi de la anterior". ¿Quiénes tienen la culpa de que haya triunfado el comunismo? Los antimarxistas son los que le hacen el mejor juego al comunismo. Y el Papa está diciendo aquí: si ha surgido esa oposición a Cristo que se llama el comunismo, gran parte de su origen lo tiene ese egoísmo cristiano. En el Vaticano II se dijo también: "el ateísmo no es un fenómeno que nazca espontáneamente, y gran parte de culpa la tienen aquellos que, creyendo en Dios, en vez de representar a Dios lo ocultan con su conducta y su manera de vivir como si Dios no existiera. Si el comunismo es ateísmo -no se asusten hermanos- el capitalismo también es ateo práctico, y si le da un margen a la fe, es un margen nada más" pero lo principal es lo que el Papa está diciendo. Y hablando luego de esta forma histórica de oposición a Cristo, en la que tiene gran culpa ese cristianismo falso de quienes defendían más su egoísmo que al propio Cristo, continúa diciendo el Cardenal: "Es una forma de oposición directa a Cristo". Para que vean que la Iglesia no es comunista, aquí el Cardenal que vivió el ambiente comunista, y lo estoy diciendo yo también desde las exigencias de la justicia social de la Iglesia, que el comunismo es una forma de oposición directa a Cristo, un rechazo abierto al evangelio, una negación de la verdad de Dios sobre el hombre y sobre el mundo que el Evangelio proclama. Esta negación asume a veces carácter de brutalidad. Pero se pregunta a veces uno: ¿dónde será más brutal la oposición? He sabido que existen todavía países en los que están cerradas las Iglesias de cualquier confesión, en los que el sacerdote es condenado a muerte por administrar el bautismo. También entre nosotros se ha matado sacerdotes, porque han predicado la justicia social. ¿Qué diferencia hay entre aquel mundo y este? Quizá en esas tierras de persecución hay todavía huellas de las antiguas catacumbas cristianas y de los circos en que los testigos de Cristo eran lanzados a las fieras para que los destrozaran. Sin embargo, la persecución contemporánea, típica de los últimos años del siglo XX, ofrece un panorama completamente diverso del antiguo y por tanto tiene un significado del todo diferente. COMUNIÓN DE FE Es hermosa la meditación del Cardenal Voytila, pero me bastan esos dos pensamientos para que vean, queridos hermanos, que si nuestra Iglesia -y esta es la conclusión- si nuestra Iglesia es comunión de fe, no se deje engañar por los pequeños márgenes de fe y de libertad que les quieren dejar ciertos sistemas como protectores de la Iglesia. Si de veras somos una comunión de fe, no debemos estar contentos mientras no sintamos que esta fe es vida y que la llevamos en nuestra vida, sin miedo a las situaciones, cualquiera que sea. El Cardenal Voytila recuerda los tiempos de las catacumbas y de los circos de los mártires; y recuerda también -él que lo ha vivido en carne propia- las cárceles del marxismo y a nosotros también nos toca vivir aquí las cárceles y las torturas de un sistema capitalista. Lo que importa es que en uno o en cualquier sistema, la fe en Cristo sea la antorcha que le dé serenidad, valor, esperanza, a esta vida. COMUNIÓN DE CARIDAD Y por eso, finalmente, comunión de caridad. Dejada para último, porque ya las mismas lecturas lo dicen por sí solo. La primera lectura del Exodo es de aquel libro de la Alianza, donde Dios está tratando con los hombres una alianza, "seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo", pero como en toda alianza, aquí están las condiciones. Y sigue una serie de leyes que ustedes leerán en esos capítulos del Exodo. Ahora solamente trae las leyes sociales: "no oprimirás ni dejarás al forastero porque forastero fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque si los explotas ellos gritan a mí y yo los escucharé". Qué argumentos más tremendos. Todo lo que se haga a un pobre, Cristo lo está viendo. Cómo me ha conmovido a mi la aflicción de aquella pobre viuda del guardián de la bomba de ANDA en la Universidad, cómo trató de salvar a su esposo y cómo lo vieron hasta sus propios hijos cuando lo macheteaban y cómo esperaba todavía que estuviera con vida en alguna parte, cuando de repente le dicen: es cadáver sepultado allá por Suchitoto. Este es el clamor de las viudas y de los huérfanos que claman a Dios, y Dios no se quedará sordo, "se encenderá mi ira y os haré morir a espada dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos". La Biblia es tremenda. Si prestas dinero, no lo agotes a usura. Yo sé de un caso reciente de cinco mil pesos que se han convertido en treinta y cinco mil y le han quitado ya la casa al pobre hombre con sus nueve hijos. Queridos hermanos, esto no es comunidad de caridad lo que estamos viviendo. Por eso, cuando enredados en todo este conjunto de leyes que los fariseos habían inventado, dicen los comentaristas que en tiempo de Jesús la legalidad judía era tan complicada que había -no se olviden- 613 mandatos: 248 eran positivos y 365 eran prohibiciones, no harás esto, no harás esto, no harás esto. Así vivían enredados en esa casuística. Se explica entonces que uno de esos doctores de la Ley se acerque a Cristo, en las horas en que Cristo está librando ya su última batalla para implantar su reino que tendrá por base su crucifixión y su resurrección, es la última semana, es en los atrios del Templo de Jerusalén. Allí lo han llegado a probar con preguntas muy peligrosas como la del domingo pasado que no hubo tiempo de comentar, porque era el día de las misiones: ¿Es lícito pagar el tributo al César o no? Y ahora le presentan otra pregunta: En este enredijo de leyes, de 613 leyes, ¿cuál es el principal mandamiento? Difícil, ¿verdad? seleccionar entre 613 preceptos cuál es el principal. Por eso lo más que lograban era dividirlos entre preceptos pesados y preceptos ligeros. Y Cristo tajante les dice: Este es el primero y en el cual se funda toda la revelación de Dios. Ustedes han enredado la revelación del Señor de modo que ya ni se entiende por qué han hecho leyes de hombres en vez de la ley de Dios. Echemos abajo todos estos abrojos, fíjense en lo principal, este es el principal mandamiento: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser; y el segundo es semejante a este: amarás a tu prójimo como a ti mismo". Hermanos, lo original de Cristo no es haber mencionado unas palabras que todo judío casi la rezaba como una profesión de fe en el famoso "semá". Así se llamaba, palabra hebrea que significa, oye, porque comienza diciendo: "Oye, Israel, no hay más que un solo Dios". Pues en ese famoso texto de la "semá", Cristo recuerda que Dios es lo principal. En esto, pues, Cristo es como cualquier otro judío, ha recordado lo que dice la Biblia. Pero lo original de Cristo es esto -no lo olvidemos- que junto a este precepto pesado, principal, "amarás a Dios", puso en el mismo nivel "y a tu prójimo como a ti mismo". Esto sí es original del cristianismo, que el mismo motivo con que amas a Dios tiene que ser aquél con que amas al prójimo. Y esta es la característica del Evangelio, por eso el mandamiento nuevo, cuando Cristo se despedía, decía: "amaos como yo os he amado". Porque yo no solamente he amado a mi Padre con todo mi corazón, sino que por amor a El os he amado también a vosotros hasta dar la vida. Esto es lo original de nuestra fe, hermanos, es muy fácil, casi es una evasión decir: yo me voy a la Iglesia a amar a Dios y mi prójimo me importa poco. Es la parábola del buen samaritano, sacerdote y levita, hombres de Iglesia no cumplieron, porque por ir a orar al templo, dejaron abandonado al pobre herido y esos no fueron prójimos, dice Cristo. En este ambiente, hermanos, de la comunidad de amor, yo quiero referirme pues, al ambiente que nos toca vivir. Qué ambiente tan falto de amor. Yo he oído que en esta semana la tortura ha abundado para arrancar confesiones extra-judiciales, yo sé que varios reos han sido confinados a los tribunales por violar la ley del Orden Público y han sido presentados con horrorosas señales de tortura: shocks eléctricos, picana, golpizas contundentes, más vergonzoso, situaciones inmorales en que se exponen a mujeres desnudas. Es triste ver el estado con que llegan ciertas personas al tribunal, casi arrastrándose; los médicos de los tribunales han confirmado estos estados fisiológicos. En el Hospital Rosales, desde el 19 de agosto, está convaleciendo Isabel Rodríguez Barrera, cuidado por la Policía Nacional. No ha sido puesto a la disposición de ningún tribunal de la República. ¿Qué será de él? Ha habido muchos casos de secuestros y capturas que han quedado en el misterio. Ultimamente una comunidad me suplica que denuncie la captura de Neftalí Gutiérrez, Evangelina Galdámez, José Salvador Menjivar. Lo que pedimos hermanos, y lo hemos repetido ya, por eso se llama aquí repetitivo, no es por repetir, es porque lo que queremos es que se lleven a los tribunales y si son culpables que se les castigue legalmente, pero nadie tiene derecho a castigar con torturas a otro hombre. Es imposible recordarse de todos los casos de capturas y desaparecimientos que van siendo ya -y esto es lo más triste- como algo que se va haciendo normal, que nos estamos acostumbrando; y víctimas del mismo atropello como que quedan amedrentados y no son capaces de decir nada. ¿Tan horrorosa será la amenaza que reciben? También queremos recordar que ya llega el tiempo en que se revisan los salarios de los campesinos. No se ha dado mucha importancia a la publicación del Ministerio de Trabajo donde se hizo un aumento de c 0.50 centavos a los trabajadores de café y algodón. En nuestro semanario Orientación hay un análisis donde se demuestra que este mezquino aumento no equivale al aumento que por inflación se está sufriendo ahora, de tal manera que hoy el trabajador campesino tendrá menos capacidad adquisitiva, aún con este aumento que no equivale a lo que debía de ser lo justo. Comprendo también, he platicado con gentes que cultivan caña y otros, que tienen sus razones, pero hay una autoridad, digo yo, que es la que tiene que poner orden; una fuerza moral que haga que el producto de nuestra tierra, que debe de ser por voluntad de Dios para bienestar de todos de verdad, sea pues, repartido con más equidad. No es comunismo estar pidiendo que se oiga la voz de los campesinos, sino simplemente que así como se pueden organizar y oír los que producen los productos de nuestra tierra, también se oigan a los colaboradores para recoger esos productos. También lamentamos conflictos laborales. Donde va surgiendo el deseo de organización de obreros, surge inmediatamente la represión, el despido y no se deja el trabajo organizado que ya los mismos Pontífices han pedido varias veces. También, hermanos, desde nuestra oración de hoy como comunidad, vamos a pedir por la situación de Nicaragua. Parece que va cundiendo un ambiente de pesimismo al ver que las intervenciones internacionales no responden a las necesidades del pueblo. Por nuestra parte quiero agradecerles el generoso donativo que entregamos ya en manos del Sr. Arzobispo de Managua, Monseñor Obando Bravo, fueron más de c 6,000.oo -si todavía podemos seguirles ayudando, pues siempre es necesario, un pueblo que está sufriendo mucho. También con nuestra hermana república de Guatemala, somos solidarios en una hora de aflicción cuando el terrorismo, bajo una organización llamada Ejército Secreto Anti-comunista, ha difundido amenazas muy peligrosas que ya han comenzado a hacerse realidad. Y con la preocupación del Papa, también oremos hermanos en esta mañana, por el Medio Oriente. Para que la paz, de veras un anhelo de la Iglesia, vuelva al mundo. Comunidad de vida, comunidad de fe, comunidad de amor y caridad. No nos apartemos de allí, esta es nuestra Iglesia. Pero desde su vida, desde su caridad, desde su fe, la Iglesia no puede adormecerse ante tantas injusticias. Y precisamente porque es comunidad de vida, de fe y de amor de Dios que exige como prueba de ese amor, el amor y la justicia entre los hombres, tiene que ser una Iglesia que reclama, a pesar de caer repugnante. Tiene que ser una Iglesia que no pone su confianza en las fuerzas de la tierra, y por eso inmediatamente nos acercamos al altar de Jesucristo, allí está El, vida eterna en el cual creemos, del cual vivimos, en El esperamos, por eso estamos en Misa. Acerquémonos ya, pues, al altar del Señor... Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso...
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Ilustrísimo Monseñor Encargado de Negocios de la Santa Sede, queridos hermanos sacerdotes y fieles:
En su breve pontificado, Juan Pablo I, nos da la impresión que solamente tuvo el tiempo para dar al mundo la respuesta breve, pero densa que Dios da al mundo actual. La historia se encargará de recoger esas facetas tan ricas, que ya van en los comentarios de toda la comunidad universal de la Iglesia, porque en el breve espacio de un mes, Juan Pablo se ganó el corazón del mundo. Sería imposible pues -ahora, al venir a celebrar la oración solemne de la Arquidiócesis por su eterno descanso y animar su esperanza de una Iglesia que se levanta de la tumba de cada Papa para seguir adelante- sería imposible, digo, recoger toda la historia de estos 33 días breves, porque era precisamente eso: la respuesta de Dios al mundo actual. Inspirándome en ese pensamiento, yo sólo quiero destacar estos tres aspectos: lo jerárquico, lo cristiano y lo mariano. LO JERÁRQUICO ¿Por qué Dios nos está llamando la atención, en tan breve tiempo, hacia la cumbre de la jerarquía? En menos de dos meses, dos muertes y dos elecciones del Pastor Supremo de la Iglesia. Es la máxima expresión de la autoridad que Cristo quiso poner para gobernar al pueblo que El congregaba, como sucesor de la alianza entre Dios y el pueblo. La jerarquía, llevada por hombres frágiles, indica una voluntad de Dios, sea el canal por donde se orienta y se gobierna la Iglesia. Pero como signo sacramental de esa verdad eterna y de esa gracia eterna que se da a los hombres, la jerarquía no es toda la gracia de Dios ni es toda la verdad de Dios, es un signo de que Dios quiere comunicarse con los hombres, y por eso el mundo exige a esa jerarquía la transparencia del espíritu que debe de comunicar y al mismo tiempo comprende que no puede la jerarquía agotar toda la riqueza que Dios quiere comunicar al mundo, y que la jerarquía no es más que el instrumento sacramental por donde Dios transmite su verdad y su gracia a la Iglesia. Así también podemos decir que la Iglesia no es todo el Reino de Dios. Si la jerarquía es como el esqueleto de la Iglesia, la Iglesia misma que reclama de esa jerárquica transparencia, plenitud de Dios, comprende que ella sola no está más que como un pueblo congregado por Dios en torno de esa jerarquía; pero al servicio del Reino de Dios y del mundo entero, y que, por tanto, todo su esfuerzo como Iglesia jerárquica no puede concentrarse en una autocontemplación. La Iglesia no es un fin en sí; y mucho menos lo jerárquico, no es un fin en sí. La jerarquía para la Iglesia y la Iglesia para el mundo. Por eso, cuando muere un Papa el mundo entero, y desde luego la Iglesia entera, clava sus miradas en Roma, sabiendo que allí está el signo de este pueblo de Dios; pero que este pueblo de Dios peregrino y misionero tiene que fijarse más bien en un segundo aspecto que yo quiero traer ahora a propósito del Papa que muere. LO CRISTIANO El Papa es grande, porque Dios lo ha escogido para ser su Vicario en la tierra. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Tú eres la piedra de consistencia en la cual toma unidad y estilo la Iglesia que Yo, Cristo, construyo. No la construye el Papa ni los Obispos, no somos más que los humildes peones del gran artífice de la Iglesia. Construiré mi Iglesia y si las puertas del infierno y de la muerte no prevalecen, no es porque descanse en los hombros frágiles que apenas pueden soportar un mes la tremenda carga, sino porque ese símbolo del Papa está sostenido por lo que es vida eterna, lo inmortal., lo santo, lo divino: Cristo, Nuestro Señor. Y esto es lo que hace grande a Juan Pablo, como a los últimos Pontífices tan santos y tan cristianos: Ser cristiano y tratar de traducirse en instrumento del. cristianismo para el mundo, hablar de Cristo. Porque Juan Pablo, podía decirse de él lo que el Evangelio de San Juan dice del primer Juan cristiano: "No era él la luz, pero vino a señalar la luz". Y si Juan Pablo encendió una lámpara que iluminó toda la noche en que murió y que amaneció iluminando el día de la historia y esa luz es la luz de Cristo -la luz de Cristo, la luz de la Iglesia- es porque señaló los caminos de la verdad Iglesia. Dicen que murió con el libro de La Imitación de Cristo y que, mientras leía, la luz quedó encendida y en sus manos el librito del Kempis, La Imitación de Cristo. Sea o no sea, lo cierto es que es un gran seguidor de Cristo y que Juan Pablo es la expresión auténtica de lo cristiano. Su humildad proverbial, que hasta la hizo la palabra lema de su escudo: 'humilitat', que lo hizo congeniar tan profundamente con los niños -porque es la humildad la que hace acariciar al niño como Juan Pablo en las audiencias solemnes- para decirle al mundo de hoy lo mismo que Cristo, que es necesario hacerse como niños para entrar en el Reino de los Cielos. Humildad que se expresa en la simplicidad de un pontificado que renuncia a la tiara y a la silla gestatoria, y que quiere aparecer como un hombre sencillo que recuerda la pobreza de sus orígenes. Y esta es otra nota auténtica del cristianismo, el Papa pobre, el Papa que recuerda con cariño los días en que tuvo que pasar temporadas sin zapatos, y que tuvo que saborear la pobreza verdadera en el hogar de su padre obrero y de su madre empleada de hospital. La iglesia de los pobres no es una demagogia. Es que Cristo también quiso gozar la alegría de ser pobre; y así el Papa nos señalaba ya los caminos de una Iglesia que encuentra en la pobreza, la inspiración auténtica de Cristo que comenzó su predicación: "Bienaventurados los pobres". Defensor de una doctrina auténtica, sin pretensiones de un inquisidor, sino de una doctrina que se capta en la vivencia misma de la Iglesia y que es garantizada por esa fidelidad con que El se profesa cristiano. También defensor y propugnador de una disciplina que no consistirá en legalismos, sino en condiciones y en amor, porque el amor es el que mueve la Iglesia. En una palabra, hermanos, el espíritu cristiano. Y porque ese espíritu cristiano es lo que la jerarquía de la iglesia tiene que llevar al mundo, Juan Pablo es amado por toda la Iglesia porque supo ser no sólo el jerarca que manda y que dispone, sino el cristiano que se pone como ejemplar y que, como Pablo, puede decirle al mundo: ¡Sed imitadores míos así como yo lo soy de Cristo! Y, por eso, la figura cristiana de Juan Pablo en la cumbre del Pontificado se hace característica también por esta tercera nota que yo quiero destacar: lo mariano. LO MARIANO Qué encantador resulta en su primera homilía -cuando está recibiendo el homenaje de reyes y de representantes de gobiernos cuando se siente el pobrecito en la cumbre de los honores de este mundo- decir que invoca a María y que, si María fue su orientación, su guía, su consuelo en los días de su niñez, en los días de su seminario, en los días de su sacerdocio y de su episcopado, la invoca con corazón de niño para que siga siendo su Madre durante su pontificado y poder proclamar con la fe de María que Cristo es Dios y que la Iglesia tiene que vivir de esa fe y cuanto más mariana lo sea, lo será más cristiana, porque nadie fue tan cristiana como María y María le enseñó al corazón del Papa ese sentido cristiano de ternura, de simpatía. María le enseñó, sin duda, esa sonrisa amplia que lo caracterizó en el mundo; porque sólo teniendo el corazón de una madre y sintiendo tan íntimamente como María la misión y la santidad de Cristo se puede ser su representante simpático en la tierra. Por eso hermanos -y he querido traer esta nota mariana para concluir estos rasgos póstumos de Juan Pablo, porque providencialmente su presencia de cadáver y la congregación nuestra ahora ante su tumba es en el mes del Santísimo Rosario- puedo decirles con inmensa satisfacción que su único mensaje radiofónico que pudo dirigir a nuestra América Latina se refería precisamente a María. Y yo quiero recoger sus palabras, breves como su pontificado, fue un mensaje que no duró más que un poco más de un minuto y que se dirigía al Ecuador, donde se celebraba el 24 de Septiembre la clausura del Tercer Congreso Mariano Nacional. Y sólo Ecuador pudo tener la dicha, entre los países latinoamericanos, de recibir lo que ya soñábamos recibir en Puebla, el mensaje de amor del Papa para América Latina. "Con sumo gusto -decía el Papa- queremos unir nuestra voz a la vuestra desde esta Roma dentro de la catolicidad, para tributar un homenaje de filial devoción y amor a nuestra Madre del cielo, la Santísima Virgen María. Sabemos que estáis celebrando el Tercer Congreso Mariano Nacional bajo el lema: Ecuador por María, a Cristo. Haced de este lema todo un programa de vida y de acción apostólica. María, la madre de Cristo, madre de la Iglesia y madre dulcísima de cada uno de nosotros, sea siempre vuestro modelo, vuestra guía, vuestro camino hacia el hermano mayor y salvador de todos: Jesús. Y sea también ella, en este momento difícil y lleno de esperanza, la estrella de la evangelización en Ecuador y en toda la América Latina." Este fue todo el mensaje del Papa, que terminó bendiciendo a América Latina. Y podemos decir desde esta diócesis de América Latina que es la diócesis de San Salvador que con este gesto, ya en vísperas de su muerte, el corazón del Papa se unió con el corazón de América para siempre en un solo amor que caracteriza a América y caracterizó al Papa: el amor a la Santísima Virgen María. Queridos hermanos, vivamos la lección breve pero densa, como respuesta de Dios al mundo de hoy, que nos deja Juan Pablo. Una Iglesia jerárquica, garantía de su unidad y de su consistencia, pero en servicio a un mundo; y por esto tiene que ser una Iglesia ante todo cristiana y una Iglesia que se sienta filialmente cariñosa con María la Virgen. Quiero terminar pidiéndoles una oración muy especial por el Señor Encargado de Negocios de la Santa Sede, que ha tenido la bondad de acompañarnos a pesar de estar en este momento de tribulación -cuando le acaban de avisar que su padre está en una enfermedad muy grave, casi agónica- y ojalá que esta oración por el Papa, por la Santa Sede la que él viene a representar ahora, signifique también, pues, una súplica de nuestra Iglesia que siente como suyo el dolor de todos los cristianos, la angustia de todos sus fieles. Queridos hermanos, adentrémonos en esta Eucaristía porque tenemos tanto que rezarle a Dios; mientras el Papa Juan Pablo ya es nuestro intercesor en el cielo. Nuestra Arquidiócesis de rodillas, enlutada junto a su cadáver, recoge con fe, con amor, con agradecimiento su breve pero densa lección. Así sea Al iniciar la homilía quisiera transmitirles, a través de mi modesto servicio de la palabra, toda la alegría, todo el optimismo que la liturgia de la palabra quiere darnos este domingo, que podríamos caracterizarlo como el Festín de Dios con los Hombres. Y así será el título de la homilía: "El Festín de Dios con los Hombres"; pero para comprenderlo y situarnos nosotros mismos en el ambiente propicio para recibir este mensaje, quiero recordarles que la línea fundamental de la palabra de Dios que se va recorriendo durante todo este año de 1978 es el evangelio de San Mateo, del cual hemos difundido el esquema, porque, como en 7 etapas, el evangelio de Mateo nos va presentando la gran noticia que la Iglesia anuncia al mundo: el Reino de Dios ha venido y se remonta a sus orígenes, meditando como lo hacían las primeras comunidades en cuyo ambiente se escribió el evangelio. Esto que leemos como evangelio de San Mateo es el resultado de profundas y piadosas reflexiones, no fueron escritas inmediatamente después de que Cristo desapareció, sino que los apóstoles predicaban los hechos que habían vivido y los reflexionaban, de modo que en las parábolas no sólo está directamente el pensamiento de Cristo el Señor, sino que va recogiendo ya las preocupaciones de la Iglesia. Y en la sección que se comentó el domingo pasado, los capítulos 19 al 25, se trata de cómo la sexta estrofa del evangelio de San Mateo, la crisis que prepara el advenimiento definitivo del Reino de Dios, una crisis suscitada por la oposición creciente de los jefes judíos, y anunciada por el mismo Divino Maestro, en lo que va a coronar toda esta hermosa sección, el discurso escatológico, es decir, ya Cristo ha entrado a Jerusalén y estos episodios tienen lugar en vísperas ya de su muerte; en una lucha ya definitiva de pensamiento, con aquellos a quienes El quiere mostrarles con palabra clara que no se opongan al Reino. Si a causa de su oposición orgullosa se les va a quitar el Reino para darlo a los gentiles, como diciéndoles, todavía es tiempo, ábranse a la conversión, se dirige a los dirigentes judíos. Qué tremenda responsabilidad la de los dirigentes de los pueblos, porque ellos conducen al pueblo. Por eso hermanos, yo quisiera que mi palabra como dirigente espiritual la comprendieran en el mismo sentido en que el Evangelio se sitúa. Tiene que chocar, no puede agradar a todos, habrá ver quienes lo rechacen, y Cristo nos dio el ejemplo. Quienes lo rechazaron fueron precisamente los dirigentes que le echaban la culpa a Cristo de estar torciendo la historia de Israel; y Cristo no la torcía, Cristo la orientaba a su verdadero destino. Ellos eran los que la torcían.
Es necesario ponerse en este ambiente para comprender el lenguaje actual de la Iglesia. Un lenguaje que no es político, ni subversivo, que no busca la rebelión. Es un lenguaje que predica el amor, pero diciéndole al pueblo: por aquí hay que ir. Y les dice también a quienes están orientando por otro lado: eso es torcer el camino. Estamos, por otra parte, al final del Año Litúrgico. Ya en los primeros días de diciembre, a fines de noviembre, va a comenzar el Año Litúrgico con el primer domingo de Adviento. Debemos de situarnos como el alumno ya en este tiempo recogiendo el fruto del año en sus exámenes, en sus graduaciones, en sus fiestas de promoción. Ojalá que para nosotros estos últimos domingos marquen también una preocupación, la del bachiller que se prepara a sus exámenes privados, cuánto se desvela, cuánto se preocupa para sacar su bachillerato. Mucho más grande que un bachillerato es un curso de Año Litúrgico. Alguien me halagó mucho una comparación cuando me dijo que: "su homilía en los domingos es como una cátedra de universidad". Nunca he pretendido tanta cosa, sino ser un humilde catequista, un evangelizador del pueblo, nada más. Pero ciertamente que vale mucho más que todas las cátedras de las ciencias de los hombres la humilde cátedra de la evangelización que señala a los hombres el verdadero sentido de la vida, sus verdaderas relaciones con Dios, sus responsabilidades en la sociedad y esto es lo que hemos tratado de hacer. Por eso les advierto, pues, que nos encontramos ya finalizando el Año Litúrgico con el evangelio de San Mateo y ya comenzará otro año. Como quien dice, otro curso, con otro evangelio, pero siempre es Cristo el maestro. Ahora comprendemos cómo el Evangelio no es el mismo de esta semana y del domingo pasado y de los anteriores y de los futuros. Sí, el Evangelio es el mismo, pero el marco histórico en que se reflexiona, qué distinto era la comunidad donde Mateo reflexionaba para escribir su Evangelio, y ahora que leemos a Mateo en el marco concreto de la comunidad de la Catedral y de aquellos lugares donde se está en sintonía para reflexionar el mismo mensaje de Nuestro Señor Jesucristo. Por eso acostumbro, hermanos, y a mí es a quien más me molesta, ser como un cronista de la semana, porque en esta crónica semanal no solamente tenemos que evocar esa vida sencilla, floreciente, fervorosa de nuestra Iglesia; sino también el marco de oposición, de persecución, de mala comprensión que rodea a esta comunidad que quiere vivir y orientar según Cristo. La Iglesia en esta semana podíamos definirla con rasgos muy simpáticos, como este: En esta próxima semana, el jueves, va a cumplir 20 años de vida sacerdotal un grupo de sacerdotes que están trabajando activamente en nuestra diócesis. El P. Carlos Mejía, párroco de Flor Blanca; el P. Roberto Crespín, de Ciudad Delgado; el P. Benjamín Rodríguez, de Jayaque; el P. Modesto Víllarán, de Soyapango y dentro de pocos días más, el 25 de octubre, cumplirán sus bodas de plata sacerdotales el P. Roberto Amilcar Torruella y el P. Sergio Moreno. Y en este ambiente de nuestros sacerdotes colaboradores directos tenemos que ratificar la defensa que hizo nuestro boletín del Arzobispado del P. Benito Alfaro, con testimonios oficiales del mismo Alcalde y Juez y feligreses de su parroquia. También la aclaración que se ha hecho de los sacerdotes David Rodríguez, Trinidad Nieto y del Dr. Guillermo Cuéllar, capturados injustamente también. En este marco de nuestra vida de Iglesia, esta comunidad que está reflexionando hoy, celebramos hoy el día de Santa Teresa de Jesús, la religiosa española que supo traducir a la edad moderna todo el espíritu del Carmelo, y del cual tenemos aquí, en El Salvador, magníficos exponentes en los PP. Carmelitas que rigen la parroquia de la Colonia Roma; las religiosas Carmelitas de San José que tienen el Colegio Belén, un centro de promoción en la Colonia Utila de Santa Tecla y varios centros pastorales directos, como Ciudad Barrios, Apulo, etc. Lo mismo las Carmelitas de Santa Teresa, que tienen el Colegio Santa Teresa, donde tuve la oportunidad de celebrarles la Santa Misa y compartir con su vida espiritual carmelitana unos momentos, el Hospital de la Divina Providencia y el trabajo directo de pastoral en San Ramón, y proyectan para servicio de nuestra sociedad también otros centros asistenciales. Lo mismo las Carmelitas misioneras que hace 25 años vinieron de España y que trabajan entre nosotros en la Policlínica Salvadoreña y directamente con nuestro pueblo en el Plan del Pino y en la Laguna de Chalatenango. En esta vida religiosa, también, quiero traerles con alegría la noticia de una reunión de las religiosas de la Asunción, de todas sus comunidades que trabajan en El Salvador, para profundizar y poner más al servicio de nuestro pueblo el carisma de su fundación, porque eso es la vida religiosa, unas mujeres o unos hombres llamados por Dios a recibir una experiencia espiritual que se llama Carisma; no para ellos solamente, sino como la Iglesia para el servicio del pueblo de Dios. También es la comunidad, Iglesia, la que se ofrecía a mi experiencia en esta semana en el Calvario de Santa Tecla, la noche del domingo pasado. ¡Qué fervor, ¡qué alegría! en aquel ambiente de fiesta. En la comunidad de Soyapango, donde en honor de la Virgen del Rosario las comunidades de base se reunieron a una hermosa y fervorosa convivencia. En el cantón La Loma, de San Pedro Perulapán, donde también la comunidad se notaba muy tímida; sin embargo muy valiente asistió a la misa que se celebra allá por los dos pobres campesinos asesinados, cuya muerte sigue en el misterio y que aparecieron allí por la carretera de Apulo. ¿Por qué esa timidez?, ¿Por qué ese miedo?, lo pude constatar de cerca. Un grupo de ORDEN se acerca a la celebración de la misa con sus machetes en una pose de autoridad, como si no tuviera confianza en el Obispo y en los sacerdotes y en las religiosas que estaban allí con sus fieles; amenazantes. Yo quisiera decirles a mis queridos hermanos que la autoridad es para el servicio, no para atemorizar. También en el mismo Soyapango, una reunión de laicos para reflexionar sobre la Carta Pastoral, les agradezco y los felicito; porque la mente de la Arquidiócesis acerca de las organizaciones populares está definida en esa carta, que, por tanto, obliga a nuestra Arquidiócesis. Para cada Diócesis, es el Obispo el responsable del magisterio y de la disciplina eclesiástica; por tanto yo les digo a todos los sacerdotes, religiosas y fieles, que, en materia de organizaciones populares, la doctrina de la Iglesia auténtica para nuestra Arquidiócesis es la que les ha presentado su Arzobispo y a ella tienen que atenerse; mientras no venga una disposición de la Santa Sede, es éste, el Obispo, el responsable. Cada Obispo en su propia Diócesis es el Maestro y el conductor espiritual. De Apopa nos llega también la queja de no dar ayuda al servicio de Cáritas en algún Cantón. Recuérdense que Cáritas es la mano extendida de la Caridad de la Iglesia y quisiéramos hacerla una organización de verdadero servicio de caridad. Ayúdennos, no nos estorben. Por otra parte, la comunidad arquidiócesis se alegra en que en estos días, en bonitos, significativos festivales de clausura de los colegios y escuelas católicas, se está recogiendo la cosecha del trabajo pastoral de los colegios. Ojalá todos los colegios católicos puedan sentir al final del año la alegría de no haber sido simplemente un colegio de enseñanza oficial; sino que tiene que ser el vocero de la evangelización, que valiéndose de los programas oficiales, a los que tiene que respetar como verdadero ciudadano, el espíritu que anima a la enseñanza del colegio católico tiene que estar en sintonía con el Pastor responsable de la vida de la Iglesia, ya que los colegios y las escuelas católicos pertenecen a la vida de la Iglesia, o no son católicos. Alegrarme también con ustedes, queridos hermanos que asisten a la Catedral, porque nuestra Misa ha sido objeto de crónicas de carácter internacional. Ustedes tal vez no se dieron cuenta el 24 de septiembre, día de la Virgen de Mercedes, estuvo entre nosotros un periodista de la Prensa Asociada que describió nuestra Misa en un reportaje que se publicó en el extranjero y que aquí en el país no se publicó, porque se refería a aquel ambiente tan triste frente a la Catedral un parque con gente armada. También en la Misa del domingo recién pasado tuvimos aquí el honor de que la televisión holandesa filmara nuestra Misa, como lo hizo en la noche en el Calvario de Santa Tecla, llevándose una impresión muy grata de sentir en la Catedral el palpitar de un pueblo que de veras asiste a Misa no en forma pasiva, sino que en su silencio y en su oración, en su atención a la palabra de Dios, está siendo verdaderamente una participación viva. Yo les quiero agradecer, queridos hermanos que llenan la Catedral; porque la presencia de ustedes es ánimo para el Pastor y también ejemplo, por lo que les acabo de decir, no sólo para nuestra diócesis, sino más allá de nuestras fronteras. Quiero traer un recuerdo personal también, perdónenme, y es que hoy celebramos el 7º aniversario de la muerte de un gran amigo migueleño, don César Augusto Osegueda, quien luchó desde su periódico, el Diario de Oriente, por estos aspectos de derechos humanos por los cuáles estamos empeñados ahora. Lo mismo agradecer a una viejecita enferma de San Ramón, que en una bonita carta recuerda con nostalgia sus trabajos por la iglesia y que ahora ofrece nada más su enfermedad y su buena voluntad. Y le diré que es mejor, sí, eso, queridos hermanos, ustedes los enfermos, los ancianos, los que no han podido venir, son precisamente la riqueza, como acaba de decir el Papa Juan Pablo I, son la riqueza de la Iglesia. Yo les agradezco a todos estos queridos enfermos que le den a su enfermedad, a su incapacidad, a sus achaques, a su vejez, un sentido apostólico, ofreciéndolo todo por la gloria de Dios. La persona a que me refiero es la niña Adela Morataya viuda de Hernández. Ojalá tuviera muchos imitadores en ofrecer al Señor el tesoro de sus méritos personales. Este es el ambiente como Iglesia nuestra, esta es la Iglesia que está meditando la palabra del Señor esta mañana, y con esa palabra del Señor iluminará las realidades que se oponen y le hacen crisis al expandimiento de este Reino de Dios, como lo voy a decir un poco después. Ahora sólo quiero que saquemos de la lectura de la palabra de Dios estos tres pensamientos bajo el título que ya les insinué para esta homilía: El Festín de Dios con los Hombres. El primer pensamiento es: Dios prepara un festín con los hombres; el segundo pensamiento es: Dios hace a la Iglesia mensajera de su festín para todos los hombres; y tercer pensamiento: los invitados son todos los hombres, pero no todos fueron dignos de la invitación. Dios prepara un festín y el motivo es porque celebraba las bodas de su Hijo. Qué bella manera de reflexionar, San Mateo y sus primeros cristianos, en la redención de los hombres, en el misterio de la encarnación. La redención es una iniciativa de Dios, que quiere para salvar esta humanidad caída en el pecado hacer de esa humanidad pecadora una esposa para su Hijo. Y el momento en que el Verbo se hizo carne en las entrañas de María es el momento del desposorio entre Dios y los hombres. Aquel fruto de las entrañas virginales de María es la representación de la humanidad -dice el catecismo -en ese momento, Dios creó un cuerpo humano al cual le infundió un alma humana, pero por persona humana le dio nada menos que la persona de Dios. Todos nosotros, cuando hemos sido concebidos en el vientre de nuestras madres, hemos sido esos tres elementos: cuerpo, alma, persona. Pero nuestra persona no es divina y esta es la gran diferencia con aquel producto de las entrañas de María. En cuanto al cuerpo y al alma, igual que todos nosotros, Cristo no tiene una carne distinta de los hombres, un hombre como todos. Pero es asumido por la persona divina y por eso ese hombre es también Dios, porque la persona de Dios sustenta todos los actos espirituales y corporales de Jesucristo. Esto es lo que los teólogos llaman la unión hipostática. Palabra griega que quiere decir personal. Hipóstasis quiere decir persona, unión en la persona del Verbo. Este es el desposorio maravilloso de la naturaleza humana. Alma y cuerpo de un hombre con la naturaleza divina en la persona del Verbo. Hemos recordado brevemente, en la reflexión del evangelio, el misterio de la encarnación. Por eso todos ustedes, los casados, se casan para dar al mundo una representación de este desposorio. San Pablo, cuando les habla a los que contraen .matrimonio, les dice: Gran misterio, pero yo lo digo refiriéndome a Cristo y su Iglesia, la humanidad redimida, la humanidad que prolonga ese cuerpo y esa alma formada en las entrañas de María, pero luego encarnándose por el bautismo en todos los hombres, es la Iglesia. Todos los bautizados somos ya naturaleza unida a Cristo. Y entonces el que se casa representa esa unión misteriosa. ¡Ah! si lo comprendieran todos los que reciben el sacramento matrimonial, qué grande es el amor del esposo y de la esposa, como el que Cristo tiene a su Iglesia y como el que la humanidad redimida tiene a su Redentor. Si lo comprendieran todos aquellos para quienes lo mismo es vivir amancebado, es decir, sin el sacramento, sin darle una significación divina a su amor de hombre y de mujer. Esta es la gran diferencia, entre el amancebamiento pueden amarse mucho dos personas que se han unido para vivir toda la vida unidos en familia; pero no han bendecido su unión con el sacramento, no lo han elevado al significado de la unión misteriosa de Cristo y de la humanidad redimida. Cuando se ve pasar por el mundo un matrimonio cristiano, santo, uno no puede menos que descubrir a través de ese amor, en su fe, en el esposo, el amor infinito de Cristo a su Iglesia; y en la esposa, el amor fiel de todos ustedes queridos hermanos, todos los que formamos la Iglesia, imagínense qué riqueza de santidad. Decía antes de la viejecita que ofrece su sacrificio a Dios, de la religiosa que se consagra en un espíritu al Señor, del sacerdote que cumple 25 años de vida entregado al Señor, todo eso es Iglesia, amor de Iglesia. El mártir que da su vida por el Señor, el catequista que no le importa la persecución, sino que morir por Cristo si es necesario, todo eso es amor de esposa, amor de Iglesia. Este es el festín que el Señor está celebrando con los hombres. Y para representarlo mejor, los profetas lo anunciaron con figuras tan poéticas como la de Isaías en esta mañana: "En este monte voy a celebrar con todos los pueblos -miren la encarnación ya extendida al universo- un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera, manjares injundiosos, vinos generosos". Son imágenes materiales para expresar lo que nosotros, cristianos redimidos, tenemos en nuestra Iglesia: la gracia de Dios, los carismas, la riqueza de su perdón, la alegría de la conciencia tranquila, la vocación seguida con fidelidad.. Todo eso es superior a una mesa servida con vinos y manjares generosos. La Misa de cada domingo, no les parece a ustedes, hermanos, que aun sin servir aquí vinos ni viandas, cuando salimos de la Catedral, salimos como quien sale del banquete de un rey. ¡Más que Rey! hemos estado con Dios y quienes han estado preparados se han acercado a recibir el pan celestial, el banquete del Rey que celebra las bodas de su Hijo. Qué hermosa es la Comunión, qué bella es la Eucaristía. Pero el mismo profeta, remontándose ya de la imagen material al significado espiritual de este festín de Dios, fíjense qué bellas expresiones: "Aquí, en este monte, arrancaré el velo que cubre todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aquí el Señor aniquilará la muerte para siempre. Aquí Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y el oprobio de su pueblo se alejará de todo el país. ¿No es para cantar un canto de esperanza y llenarse de optimismo saber que este cristianismo que nos vino con Cristo a través de la Virgen María y encarnándose en todos los hombres que tienen fe es una presencia de un Dios que nos está prometiendo? No, hermanos, El Salvador no tiene que vivir siempre así. Arrancaré aquí ese velo de ignominia que lo está cubriendo en todos sus pueblos. Enjugaré las lágrimas de tantas madres que ya no tienen ni lágrimas de tanto llorar, porque sus hijos no aparecen. Aquí también se arrancará el dolor de tantos hogares que sufren en este domingo el misterio del secuestro de seres queridos o el asesinato o la tortura o el tormento. Eso no es de Dios. El festín de Dios vendrá, esperen la hora del Señor, tengamos fe, todo esto pasará como una pesadilla de la Patria y despertaremos al gran festín del Señor. Llenémonos de esta esperanza. Entonces la Iglesia es ese monte que significativamente Isaías señala. El Monte Sión, donde se construyó el Templo de Jerusalén, era como el centro simbólico del encuentro de Dios con su pueblo, con quien celebra unas bodas, una alianza, un pacto. Porque ese es el matrimonio. Y a quien no pueda comprender cómo puede compararse el amor de Dios a los hombres con un matrimonio les diré: es un pacto, es una alianza. Como el novio que le dice a la novia: ¿te sientes capaz de casarte conmigo para toda la vida? y el venirse a arrodillar ante el altar ellos dos es precisamente un pacto que Dios ratifica. Lo que Dios ha unido, nadie lo puede separar. Así estaba Dios unido con este monte santo, símbolo de su amor a su pueblo predilecto, a Israel. Pero resulta que este monte -y estoy llegando ya a mi segundo pensamiento- es la Iglesia mensajera del festín de Dios. La Iglesia heredó toda esa belleza del Monte de Sión, toda esa riqueza de las promesas de Dios hechas a Abraham y a todo su pueblo israelita. En Cristo Jesús pasó toda esa rica herencia al pueblo cristiano y este pueblo cristiano tiene el signo de una Iglesia y también su monte santo. Hoy precisamente, la atención del mundo está dirigida a ese Monte Santo. Ustedes saben -tal vez lo oyeron por la Voz de América- en las primeras horas de esta mañana anunciaba que en Roma había salido ya la primera fumata de la Capilla Sixtina, humo negro, al mediodía del domingo, recuerden que van ellos siete horas adelante. No tenemos todavía al elegido, pero el mundo entero tiene su mirada clavada en esa chimenea. Apenas salga humo blanco, habrá alegría en todo el mundo. Un cardenal saldrá al balcón del Monte Santo a decir al mundo: ¡os anuncio un gran gozo, ya tenemos Papa! Y anunciará el nombre del Cardenal y el nombre que ha asumido como Papa. Queridos hermanos, esto es bello, pero la Iglesia no es sólo el Vaticano. Allá está la expresión más acabada, el Pastor Supremo, pero alrededor del mundo este banquete hecho para celebrarlo con todos los hombres del mundo, la Iglesia expandida como mensajera del festín de Dios. Los Obispos, como les dije antes, somos los responsables de cada diócesis, si existen organizaciones de obispos son de carácter eclesiástico; pero el responsable ante Dios de su diócesis es el Obispo. Sobre el Obispo no hay más responsabilidad que la del Papa. El es el mensajero, el que traza el camino hacia ese festín. Y yo les agradezco, hermanos, sus múltiples pruebas de solidaridad con su Pastor, porque no es a mí a quien siguen, sino al festín de Nuestro Señor. ¿Cómo traducimos este festín de Dios en la Iglesia? Yo he marcado, para que lo reflexionemos esta mañana, este texto del Concilio Vaticano II, cuando dice: "A la sociedad de la Iglesia están incorporados plenamente quienes poseyendo el espíritu de Cristo" -aquí está la primera riqueza que la Iglesia tiene, el espíritu de Cristo "aceptan la totalidad de su organización". La Iglesia es una sociedad organizada jerárquicamente y el Obispo es el jerarca directo, responsable de la diócesis. Naturalmente que el obispo está en comunión con el Papa, único al que tiene que rendirle cuenta; y los fieles que prescindieran del Obispo pasando por encima de él para creer en la Conferencia Episcopal o en el Papa no están aceptando la organización completa de la Iglesia, y aceptan también todos los medios de salvación establecidos en Ella. He aquí otra riqueza del festín. Lo que estamos celebrando ahora: la Eucaristía, la comunión, el perdón en el confesionario, el bautismo de los niños, la bendición de los matrimonios, la ordenación sacerdotal, los institutos donde las religiosas y los religiosos viven su vida consagrada al Señor, todo esto son medios de salvación establecidos en Ella y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, El cual rige esta Iglesia mediante el Sumo Pontífice y los Obispos por los vínculos de la profesión de fe de los sacramentos, del gobierno y comunión eclesiástica. Entonces, en este breve pasaje del Concilio está traducido al lenguaje de Iglesia, al lenguaje de Concilio Vaticano II, toda la bella profecía de Isaías. Todo el banquete de Dios en este Monte Santo para llamar a todos los pueblos es eso que instituyó Cristo y lo confió a esta organización, a esta institución que se llama la Iglesia. Entonces me podrán preguntar ustedes -y yo les voy a responder- ¿cómo puede haber salvación fuera de la Iglesia? El mismo Concilio que dice: "Que todo aquel que llegado a conocer la organización de la Iglesia católica como instrumento donde están todos los medios de la salvación, no la acepta, con todos sus medios, no se puede salvar ". El que la conoce y en este caso hermanos, me da mucha tristeza pensar que en nuestra diócesis hay muchos, y quién sabe si sacerdotes también, y quién sabe si religiosas e instituciones católicas que no aceptan la totalidad de la Institución, no van camino de salvación. Pero el caso de aquellos que no conocen esta Institución, en el sacerdote no se puede alegar ignorancia, él ha estudiado la Institución Iglesia, ni en un cristiano medianamente instruido; pero puede haber en un ambiente donde no hay instrucción religiosa, quienes no conozcan y a estos dice el Concilio: "Quienes ignorando, sin culpa, el evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan no obstante a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna". "Qué consolador es pensar que también aquellos que no por mala voluntad, sino por ignorancia, no conocen estos medios que la Iglesia les ofrece; pero tratan de vivir honestamente, santamente, la gracia de Dios se les dará por caminos que no son los sacramentos, les llegará la gracia, el Espíritu Santo, Cristo; porque sin Cristo no hay salvación, pero lo tendrán a su manera". Estos son los mensajeros de la Iglesia, y estoy hablando también... Voy a mencionar aquí, queridos hermanos, la segunda lectura de San Pablo, porque es el modelo de los mensajeros de la Iglesia. Ya les puse el marco ambiental en que fue escrita la carta que se viene leyendo ya hace tres domingos, la carta de San Pablo a los Filipenses fue escrita en la prisión. Pablo está temeroso como todos los prisioneros ¿qué van a hacer conmigo?; sin embargo, lleno de una gran confianza, agradece a los filipenses que le han mandado por medio de un cristiano ayuda económica; y agradeciendo esa ayuda económica es donde pronuncia las palabras que hoy se han leído: les agradezco que hayan compartido conmigo por medio de su limosna, la tribulación, pero con una sana independencia de los bienes materiales - este es el apóstol- Pablo les dice: pero sepan que yo, estoy entrenado para todo y en todo. La hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. 0 sea, muchas gracias porque me dan de comer, pero si aquí en la cárcel me estuviera muriendo y nadie se acordara de mí, sepan que como en el Señor y que la dádiva que ustedes han puesto en mis manos y que yo les agradezco, la recibo, porque en pago, mi; Dios proveerá a vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús. Qué bella actitud la del hombre independiente, la del hombre que no hace consistir su predicación y su Iglesia en el apoyo del dinero. Esto nos está costando mucho en nuestra Iglesia, hermanos. Esta autonomía del ídolo dinero, del ídolo poder y presentamos al mundo como Pablo, audazmente libre. Agradecer al que nos da, pero sepan que no son necesarios, que por eso no me van a condicionar mi predicación. ¡Muchas gracias!, pero sepan que yo me debo a Dios y no a ustedes. ¡Muchas gracias!, pero sepan que aunque ustedes se hubieran olvidado de mí, yo los amaría lo mismo y les predicaría lo mismo. Este es el mensaje del festín de Dios, de veras hermanos. Y yo quiero invocar este valor y esta independencia, esta audacia del predicador auténtico, de Pablo, para decirle a todos los catequistas, a todos los sacerdotes, a todas las instituciones católicas, a todos los que quieren vivir una Iglesia evangélica y auténtica: independicémonos en el sentido no soberbio y orgulloso, sino en el sentido de adorar al único Dios y de poner en Dios toda nuestra confianza. Todo lo puedo en aquel que es mi fortaleza. El es mi fortaleza, es el Señor. Mi riqueza es Cristo. Mi esperanza es el Señor, en El se salvará mi Patria. A El oro, en El confío, a El predico. Esto y cuánto más auténticamente lo crean, sentirán más riqueza del festín de Dios en sus propios corazones. Mientras quieran estar compaginando la confianza en Cristo y la confianza en el dinero no gozan el festín de Dios. Por eso, finalmente hermanos, ¿quiénes son los invitados? Y, según las lecturas de hoy, hemos escuchado a Isaías: Dios prepara para todos los pueblos y arrancará el velo de ignominia que cubre a todos los pueblos. Todos son llamados. Y cuando el Señor, en el banquete preparado para la boda de su hijo manda a llamar, fíjense que hay dos llamamientos: un llamamiento al pueblo predilecto, privilegiado Israel; pero ellos no fueron dignos. Acuérdense el marco en que esta hablando Jesús. Ultima semana de su vida. Ese clímax de lucha, de antagonismo entre el verdadero evangelio que El predica y la falsa religión que han entablado los fariseos y los dirigentes del pueblo de Judea, esa lucha está llegando al desenlace trágico de la crucifixión, pero Cristo no cesa y a ellos directamente les hecha en cara: No han sido dignos de la invitación de Dios. No es que se predique el evangelio sólo a los pobres, también está llamando a los ricos; pero para comprenderlo es necesario sentir alma de pobre y eso es lo difícil. Autonomía de los bienes materiales para sentir la única necesidad de Dios, sólo así se puede aceptar el Reino de Dios y desearlo. Aquí nos está dando Cristo, pues, la respuesta a una calumnia que se oye muy frecuente ¿por qué la Iglesia sólo le está predicando a los pobres? ¿Por qué Iglesia de los pobres? ¿Qué acaso los ricos no tenemos alma? Claro que sí, y los amamos entrañablemente y deseamos que se salven, que no vayan a perecer aprisionados en su propia idolatría, les pedimos espiritualizarse, hacerse almas de pobres; sentir la necesidad, la angustia del necesitado. Entonces dice el rey: salgan a los caminos, allá adonde va el pobre pueblo, llámenlos, tráiganlos; y entonces se llenó la sala que había sido preparada para los predilectos, pero no fueron dignos. Entonces se llenó de toda clase de gente. Y entonces viene una segunda parábola: Entonces entró el rey a presentarse a los invitados, pero encontró uno que no llevaba el vestido de fiesta, es una falta de cortesía, por más pobre que sea un hombre llamado a un festín de esta clase, aunque sea con su ropita remendada, pero limpia, trata de presentarse lo más decente. Se ve que este individuo pues, era uno de esos tipos que no le dan importancia a las atenciones y esto, también, no es cortesía. La Iglesia tampoco puede estar por esa falta de educación. Y el Señor se enfrenta al hombre que, a pesar de toda la bondad del Señor de llamar a los pobres, se hace indigno y le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de fiesta?" El otro no abrió la boca, no tenía razones que oponer, había faltado y aquí está una gran lección. El Concilio Vaticano II, cuando nos ha dicho ese pensamiento que les leí primero, que en la Iglesia de Dios están todos los medios para salvarse, añade también una palabra terrible: "No se salva sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia en cuerpo, pero no en corazón". No basta venir a Misa el domingo; no basta llamarse católico; no basta llevar al niño a bautizarlo, aunque sea en una gran fiesta de sociedad. No basta apariencias, Dios no se paga de apariencias. Dios quiere el vestido de la justicia; Dios quiere a sus cristianos revestidos de amor; Dios quiere a los que participan en su festín que hagan un esfuerzo personal, porque Cristo es el principal en salvarnos, pero no te salvarás sin ti, decía San Agustín. No te salvará sin ti el que te pudo crear sin ti. Para crearte, sí, no necesitó tu consentimiento; pero para salvarte necesita el uso de tu libertad, que sepas usar tus bienes, tu persona, tus cosas. Libremente, con sentido de justicia y de caridad. Queridos hermanos, esta es la lección preciosa del festín de Dios con los hombres. ¿Quiénes son los llamados?, nos termina diciendo el Evangelio. ¡muchos son los llamados! Todos, todos los pueblos. Para Dios no hay categorías ni para la Iglesia hay distinciones. Por eso choca la Iglesia, porque es el mundo el que quiere mantener distinciones. Y la iglesia sabe que no hay más que una categoría: los justos. Los que cumplen el Evangelio. Los que entran al festín de Dios con vestido de fiesta, con conversión de corazón, por eso son llamados al festín de Dios muchos que no pueden entrar todavía. ¿Qué dicen ustedes de este conjunto de vida en El Salvador? El caso más escandaloso de esta semana, escándalo por ser un gran atropello a la dignidad humana, es el de Reynaldo Cruz Menjívar, que se contaba entre los desaparecidos, desde el 21 de diciembre de 1977 y de repente aparece el 29 de septiembre, diciendo que se ha fugado de la cárcel de la Policía de Hacienda. Busca asilo en la Embajada de Venezuela. ¿Quieren saber la condición en que llegaba? yo tengo el certificado del médico, el examen somático reveló marcada palidez de mucosa y tegumentos; hemaciación extrema; facies cadavérico; ojos hundidos; nariz afilada; lengua saburral; gingivitis hemorrágica; laceraciones y escoriaciones tanto antiguas como recientes; corazón y pulmones sin particularidades; abdomen excavador marcada sensibilidad en distintas partes del cuerpo; el siquismo del paciente se encontraba también notoriamente alterado. ¡Estos son los hombres que estamos haciendo! Por estos gritamos: ¿dónde están los desaparecidos?, porque en la misma declaración ante abogado, Cruz Menjívar, ha dicho otros dos nombres que él vio: José Adalid Morales, estudiante de último año de Economía, y Cecilio Ramírez. El uno ya agonizando y el otro quedándose ciego y sordo. Ante esta tragedia, es que la Iglesia grita amnistía o pasarlos a los tribunales. Y para ser lógica con su reclamo de respeto a lo humano, también queremos reclamar a un partido político y a una organización popular que en el pobre Menjivar no ven al hombre con estos detalles del médico y de la pastoral de la Iglesia, si no desde el ángulo de su política, como querer hacer de él una bandera de su partido. Esto es injusto también. Si nosotros nos pronunciamos contra estos atropellos y en favor de los derechos humanos no es desde un ángulo político; sino desde el humanismo de la Iglesia, desde el amor de Dios, desde el cristianismo que nos exige entrar con traje de boda, de festín, a esta Iglesia que es caridad y que es amor. También los políticos que quieran manipular la desgracia y el dolor están pecando contra los derechos humanos. Otro escándalo también de nuestra hora, el operativo militar en Cinquera y alrededores, donde Guardias Nacionales, Policía de Hacienda, Ejército y ORDEN, ocuparon cantones como El Coco, Cacao, Llanitos y parece que quiere repetirse el terror de Aguílares y de San Pedro Perulapán: Saqueos, capturas, torturas, fuga a los montes. Y entre los perseguidos, los que tienen la Biblia y los hablan también de doctrina de la Iglesia. Y se desfigura en esas campañas la palabra del Arzobispo y de los sacerdotes, como si no predicáramos el amor de Cristo, sino la subversión del pueblo. Son testigos todos ustedes, como dijo monseñor Helder Cámara, al preguntarle, catorce años de ser vigilado su teléfono y su correspondencia: "no he nacido para la sublevación, y me alegro que el mismo Gobierno se de cuenta de que no he predicado lo que dicen que digo". También el sector urbano, hemos de lamentar en estos días, asesinatos, desaparecimientos y queremos compartir con esas familias -que se nos haría muy largo enumerar- su dolor, sus oraciones y también sus reclamos. ¡No puede ser, salir a la calle un hombre o una mujer libre a comprar unas pupusas y encontrarse el secuestro! También quisiera que en este ambiente del festín de Dios, y de los que son invitados y no son dignos, piensen hermanos en la muerte de un agricultor santaneco, Ricardo Colocho Bosque, y las declaraciones respectivas del Ministerio de Defensa. Son dignas de reflexionarse. El poder militar demarca zonas de muerte en nuestras ciudades y los soldados pueden matar impunemente en esas zonas, resultando culpable la víctima. Recordamos a este propósito dos casos en esta capital: a principios de año, un joven en la carretera de Los Planes de Renderos y allá por marzo una señorita en las cercanías del Cine Apolo, cuando retenes de Policía les hicieron alto. Se ha pedido también reformas a la Ley de Orden Público; pero muy distinta de lo que está pidiendo el pueblo, se pide que se amplíe más su campo de acción. Se pide dar competencia jurídica a todas las Cámaras Penales de la República y ampliar hasta 120 días el término de la inscripción del proceso a criterio de los Magistrados. Lo que justificaría más cárcel para los pobres reos. Nos alegró mucho la noticia de que la Sociedad Interamericana de Prensa analiza el grado de libertad de prensa del hemisferio occidental, y naturalmente nos alegró ver el nombre de El Salvador entre los países que gozan de esta libertad. Y por eso nos dolió mucho que el periodista Enrique Salvador Castro, sindico de la Asociación de Periodistas de El Salvador, protestara enérgicamente porque un policía lo esposo y lo atropelló. Y apoyándonos en esa libertad no dudamos que no se harán más inquisiciones sobre Y.S.A.X. y ORIENTACION, sino que se dejará a estos medios de difusión en un ambiente de libertad, para que la Iglesia, siquiera en estos mínimos medios de expresión, pueda desarrollar su derecho a la libertad de proclamar su fe en Jesucristo y en el Señor. Desde nuestra Iglesia, que está reunida en esta reflexión y que se va a alimentar ya de Cristo, que sufrió primero esta crisis frente a un mundo que no quiere creer en El, hermanos, elevemos nuestro grito de fe y de esperanza al Señor. Nos ponemos de pie... Hermanos, quisiera más bien guardar silencio de reflexión ante las bellas lecturas que describen con un lenguaje de amor la triste historia del amor que Dios nos tiene y el desprecio con que nosotros le correspondemos. Voy a cantar, dice el profeta Isaías, voy a cantar un canto de amor a su viña. Hoy sintámonos arrullados por ese canto de amor, no como quien lo escucha extraño a ese poema, sintámonos protagonistas todos de este canto de amor entre Dios y toda la humanidad y, por tanto, cada uno de nosotros.
Voy a titular esta homilía de hoy: "La Iglesia, viña del Señor", y la voy a presentar como de costumbre en estos tres pensamientos: lº.) El Señor plantó la Iglesia en el mundo como una viña; 2º.) En esta viña, que es la Iglesia, se reflejan las crisis del Reino de Dios; y 3º.) Pero la victoria será de Cristo a través de su Iglesia. Y a la luz de estos pensamientos vamos a ver si nuestra Iglesia, en la Arquidiócesis, está siendo la auténtica viña que plantó el Señor. Y desde esa viña, que es crisis contínua en el mundo, iluminaremos también la realidad histórica que nos rodea; porque en esto también se conoce la autenticidad del mensaje de Dios por medio de esta Iglesia viña. En primer lugar, pues, el Señor plantó la Iglesia como una viña. Cierto que en los tiempos de Isaías todavía no existía la Iglesia de Cristo, pero acabamos de decir en el salmo responsorial que la viña es el pueblo de Israel, pueblo predilecto en el cual Dios va presagiando, anunciando, perfeccionando la pedagogía hasta llegar el día en que Cristo funda una Iglesia; la Iglesia nuestra, esta muchedumbre de Catedral, todos aquellos bautizados que se reúnen hoy en torno de sus altares, es el Israel de Dios, es el nuevo pueblo que el Señor plantó. En esta Israel que se traduce al Nuevo Testamento la Iglesia de Cristo, hay dos elementos que es de mucha utilidad tenerlos muy en cuenta. El elemento humano, diríamos la tierra en que se planta la viña y segundo, como en toda viña, una cepa cristiana. La tierra en que se planta esta viña es el hombre, somos nosotros, fueron nuestros antepasados, fue Israel el descendiente de Abraham, son todos los pueblos. Dios ha creado el mundo y en el mundo ha creado al género humano, con una capacidad maravillosa para que en él se siembre esa cepa cristiana. Pero antes de ser cristiana, la sociedad tiene que ser humana. Y aquí es hermoso tomar la segunda lectura de San Pablo donde nos habla precisamente de los valores humanos. Hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo eso tenedlo en cuenta. Ya no es tiempo, queridos hermanos, de vivir esa dicotomía entre lo creado y lo redimido. El mismo Verbo de Dios que vino hecho carne a redimir al mundo y a hacer al mundo cristiano es el Verbo que antes de encarnarse, es palabra de Dios por las cuales son hechas todas las cosas. Es decir, antes de plantar esa cepa de Cristo, Dios ha creado una humanidad con capacidad para recibir toda la sabia divina que supone esa cepa plantada en la humanidad. Cierto que teológicamente se distingue la naturaleza y la gracia, que no toda verdad, no toda bondad es sobrenatural; pero cierto es que todo lo sobrenatural, todo lo que ha de ser premiado por la eternidad, todo lo noble, todo lo santo de los humanos tiene que ser primero una base natural -decimos en teología- la gracia no destruye la naturaleza, al contrario, la gracia supone la naturaleza. Por eso a un criminal, a un mentiroso, a un traidor que no es ni hombre, no puede entrar en el Reino de los Cielos, tiene que convertirse primero y ser ante todo hombre. El cristianismo no cabe en la hipocresía. Es hermoso cuando el Concilio Vaticano II, hablando del pueblo de Dios y refiriéndose a los no cristianos, a los no bautizados, a ese inmenso mundo que llamamos tierras de misiones, tierras paganas, el Concilio dice una frase muy respetuosa, Lumen Gentium 16: "Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación para el Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres, para que al fin tengan vida". Miren qué bella aurora de cristianismo está alumbrando ya esos pueblos donde el misionero va con la cepa cristiana, pero ya encuentra preparación del evangelio. Recuerden aquel precioso hecho, cuando San Pablo recibe de un pueblo pagano: ven y ayúdanos. Y Pablo siente que es la voz del espíritu que clama desde el paganismo, desde los gentiles. Hermanos, cuánta bondad, cuánta verdad, cuánto bien hay más allá de las fronteras cristianas. Respetemos esto, porque muchas veces nos creemos nosotros, por estar en la Iglesia, que somos lo mejor del mundo. Quién sabe. Quién sabe si aquí adentro de la Iglesia somos menos buenos, menos nobles, menos humanos que allá fuera donde están esperando con la preparación del Evangelio una nobleza verdaderamente digna de que les llegue el cristianismo. Y entonces llega a esa tierra ya esponjada, a esa tierra de que San Pablo nos ha dicho, todo lo bueno, todo lo noble, puro, amable, justo. Hermanos, todo eso no se desperdicia, todo eso es preparación del Evangelio y por eso no seamos fanáticos. El fanatismo entre los cristianos ha hecho mucho mal, es la soberbia del hijo mayor que señala al hijo pródigo: ese es malo, yo soy bueno. Y era más bueno el hijo pródigo que venía arrepentido a darle más amor de arrepentimiento a su padre, que no el engreído por su fidelidad falsa e hipócrita. La cepa cristiana la han definido los últimos documentos de la Iglesia con rasgos verdaderamente conmovedores. Todavía me acuerdo cuando Pablo VI -ese hombre maravilloso del que con verdad se ha dicho que lo va a amar más la historia que sus contemporáneos. Todavía no sabemos el gran tesoro de eclesiología, sobre todo de eclesiología que nos ha dejado Pablo VI- en su primera encíclica decía: ¿Qué hace el bautismo? El bautismo es el momento en que la cepa cristiana se siembra como viña de Dios sobrenatural en el alma naturalmente cristiana (que decía Tertuliano). Todo hombre es naturalmente cristiano. Hay un germen de nobleza, pero el cristianismo no brotará de él, por eso se llama sobrenatural, porque viene sobre la naturaleza, está más allá de mis exigencias. Entonces el bautismo, respetemos ese momento precioso en que un hijo de la carne, nacido tal vez de un matrimonio noble, leal, bueno, pero que no es más que hijo de la carne, ahora sí, el bautismo lo va a hacer viña de Dios. Ahora va a plantar la mano de Dios en el corazoncito del niño que se va a bautizar, el cristianismo, la cepa, Cristo. Definiendo ese momento del bautismo, Pablo VI decía: se trata de una vida nueva que nada ha perdido de lo humano, salvo la herencia desgraciada del pecado original y que está capacitada para dar de cuanto es humano, las mejores expresiones y experimentar los más ricos y puros frutos. ¡Qué cosa más bella!, el cristianismo no viene a quitarnos nada de lo humano. Aquéllos que creen que la Iglesia viene con ideas subversivas, con rivalidades políticas o rivalidades de sociedad; aquéllos que creen apoyar la Iglesia únicamente en los valores humanos, se olvidan de aquel canto, cuando los magos vienen a preguntarle a Herodes dónde ha nacido Cristo. Dónde ha plantado Dios la cepa que ya viene a germinar en vida eterna a la humanidad. Herodes tuvo envidia de ese nuevo Rey y la Iglesia le canta: Herodes, no tengas miedo, no viene a quitar poderes temporales el que viene a dar reinos eternos. Este es el cristianismo, no entra en rivalidad con los poderes de la tierra, viene a darle gérmenes eternos a los poderes y a todo aquel que quiera sembrar esa cepa en su corazón. El cristianismo es un germen de nueva vida, los hombres nuevos, las sociedades nuevas no cambiarán sus sistemas, seguirá siendo un sistema democrático; pero si de verdad son cristianos los que ese sistema democrático no harán de la democracia una farsa, sino que harán el canal para vitalizar con vida de Dios la sociedad, abriendo cauces, expresiones de libertad, de dignidad; significando lo noble y bueno que hay en la raza humana, en la sociedad salvadoreña. Reprimir a la Iglesia para que no siembre su cepa cristiana es ser muy ingenuo o muy perverso. Y cuando ya en el ocaso de su existencia, Pablo VI escribía con más madurez la misión de la Iglesia en el mundo, habla de la evangelización. Evangelii Nunciandi nº. 19, dice: El fin de la evangelización es transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación. Y por eso dice, no hemos de evangelizar de una forma decorativa, como quien le da una mano de barniz a una podredumbre que está escondida. Por desgracia así es la evangelización de muchos que quieren estar bien con Cristo y con el diablo del mundo. No se puede evangelizar lo que todavía está perverso; no se puede llamar al bautismo al que vive todavía de egoísmo. Evangelizar es comprometerse, es poner al servicio de Dios todas esas cualidades humanas que por generación natural traemos de nuestros padres. Toda esa cultura que por herencia es figura, alma, sentimiento de la patria. El cristianismo es lo más patriótico que puede haber. Por eso decía Monseñor Thiamerto, aquel obispo de Hungría, la pobre Hungría muchas veces disociada por las tiranías extranjeras, cuando afuera no se pueda cantar el Himno Nacional, dentro de las Iglesias estaremos cantando con toda la libertad del patriotismo el himno libre de nuestra Patria. Es aquí hermanos, en el ambiente cristiano de nuestros templos; es en las reflexiones de la palabra, en los grupos de las comunidades de base, es allí donde se está predicando el auténtico patriotismo. Perseguirlo es destruir la patria. Perseguir el cristianismo es suicidarse. ¿Cuál es el fruto entonces, a la luz de las palabras de hoy, de esta viña que plantó la mano del Señor en nuestra tierra? Hagamos honor, hermanos, qué feliz coincidencia, vamos a celebrar pronto el 12 de octubre que llamamos el día de la raza. Celebrémoslo con un sentido de agradecimiento, porque los misioneros trajeron la cepa cristiana a nuestra América. Había nobleza ya en nuestros indígenas. Era bueno lo humano que había aquí, pero era hijo de la carne, herencia nada más de lo natural; pero sin duda que, como Pablo, podían haber dicho los misioneros de hace cinco siglos a los indígenas de América: todo lo noble, justo, puro, amable, laudable, téngalo en cuenta. Y lástima que la evangelización no tenía las ideas tan claras como hoy las tiene la evangelización de la Iglesia. Y lástima también, qué mal nos hace ese consorcio con la espada y con el arma, que quiso imponerse la cruz y la señal del cristiano a fuerza militar. No es así cómo se convence a un pueblo. No es imponiendo una civilización que viene de afuera, es sacando todo lo noble que había allí. Y gracias a Dios, la pastoral moderna va descubriendo todo eso noble, santo, bueno que había también en nuestros indígenas y que todavía corre por nuestras venas y que todavía es exigente de la cepa de Cristo para plantarse en tierra auténtica, en tierra verdadera. La Iglesia por eso quiere autonomía para poder predicar lo que Cristo le manda predicar y no condicionarse por lo que otros quisieran que predicara. Es la cepa de Dios que viene a plantarse con gérmenes de vida eterna a esta tierra natural que los hombres le preparamos, en la medida en que, aun humanamente, tratamos de ennoblecernos. No olvidemos, hermanos, estos dos elementos para ser buen cristiano. El elemento natural, cultivémoslo. Esas virtudes de honradez, de justicia, de lealtad, todo eso que hace la amistad sincera, aun sin ser cristianos la sentimos hasta con los paganos; porque hay mucho de bueno en lo humano. Pero luego como cristianos el segundo elemento cultivémoslo mucho. Lo que nos dio el bautismo, lo que sembró Cristo, los sacramentos, la vida de la gracia, huir el pecado, vivir conforme a la ley del Señor; y entonces -nos dice Isaías- los frutos serán éstos. Cuando Dios llora el fracaso de su viña, con qué tristeza anuncia (la viña del Señor de los Ejércitos es la casa de Israel, son los hombres de Judá): Esperó de ellos derecho y allí tenéis asesinatos; esperó justicia y allí tenéis lamentos. Y San Pablo, en su segunda lectura, también nos dice cuáles son los frutos que debemos esperar: paz de Dios, virtud, méritos. El Dios de la paz estará con vosotros. O sea, queridos hermanos, lo que hemos dicho en mil formas de predicarlo: queremos la paz, pero una paz no de violencia, no de cementerios, no de imposición y de extorsión; una paz que sea fruto de la justicia, una paz que sea fruto de la obediencia a Dios que esperó de los hombres derecho y los hombres le han dado asesinatos. Esperó justicia, eso debía producir su viña, lo humano y lo cristiano en El Salvador, debía haber producido mucha paz, mucho derecho, mucha justicia. Qué distinta sería la Patria si estuviera produciendo lo que Dios plantó, pero Dios se siente fracasado con ciertas sociedades (y yo creo que la página de Isaías y de San Pablo en el domingo de hoy se hace triste realidad salvadoreña): Esperé derecho, y allí tenéis, asesinatos; esperé justicia, y allí tenéis, lamentos. No es sembrar aquí la discordia, simplemente es gritar al Dios que llora, el Dios que siente el lamento de su pueblo, porque hay mucho atropello; el Dios que siente el lamento de sus campesinos que no pueden dormir en sus casas, porque andan huyendo de noche; el lamento de los niños que claman por sus papás que han desaparecido: ¿dónde están? No es eso lo que esperaba Dios, no es una patria salvadoreña como la que estamos viviendo lo que debía ser el fruto de una siembra de humanismo y de cristianismo. La Cepa de Cristo parece frustrada, si no fuera que, gracias a Dios, hay mucho de bueno también en El Salvador, como lo vamos a ver. Pero quiero fijarme antes en este segundo pensamiento. Dios plantó una viña y es su Iglesia. Y en esa Iglesia, como en una zona de encuentro entre Dios y los hombres -entre la tierra que los hombres preparan y la cepa que Dios siembra- allí se reflejan las enormes crisis del Reino de Dios. Yo quiero recordarles que durante todo este año la lectura básica de los domingos ha sido el evangelio de San Mateo, del cual ya les expliqué un esquema (según los comentaristas, es el evangelio más organizado para presentar la gran noticia que Cristo trajo al mundo: el Reino de Dios ha llegado a los hombres). Y nos encontramos ya en esta sección última; ya narró la entrada de Jesús a Jerusalén, y este sector del evangelio nos describe ahora ese momento de crisis en que Cristo se enfrenta con sacerdotes, con fariseos, con gente dirigente de Jerusalén, que va a torcer la historia. El Reino de Dios está en crisis en este momento del evangelio de San Mateo. Las Parábolas de Cristo reflejan esa crisis. La parábola de hoy es tremenda. Los mismos dirigentes de Israel -mencionados hoy en el evangelio: los sumos sacerdotes, los senadores, que traducidos al lenguaje de hoy podíamos decir los obispos, los diputados, los ministros, los gobernantes, los sacerdotes, los dirigentes del pueblo, la clase del capital, los que tienen la potencia del dinero- a éstos se está enfrentando Cristo en su tiempo y con éstos es el conflicto que se desata en la parábola de la viña. Un señor mandó plantar una viña y la arrendó. Y a la hora de la cosecha mandó a recoger, como era costumbre en tiempo de Jesús, y hubo, como también entonces consta por la historia, litigio entre el dueño y los viñadores. Un conflicto laboral, diríamos, pero tan horrible que mataron a los enviados del señor y hasta mataron al propio hijo que fue, representaba a Cristo. Y entonces, Cristo pregunta, casi como un eco del profeta Isaías: Por favor, sed jueces entre mí y mi vida, ¿qué más podía hacer? Esperé que diera uvas y dio agrazones -son esas uvas vanas, agrias, que no se comen, no sirven-, tanto trabajar para esto. Y si produjo frutos, se creó el conflicto, no le quisieron dar al señor el fruto de su viña y mataron a los enviados, se trata de los profetas, de los enviados por Dios, de aquellos que estorban ante las injusticias de los hombres. Esta es la crisis. Esta es la crisis que el evangelio ha de vivir a lo largo de toda la historia. Un Dios que siembra una viña y que espera frutos; y por una parte no recoge frutos, más que crímenes, asesinatos, no lo he sembrado yo eso; y por otra parte, unos injustos que matan y atropellan a sus profetas, a sus enviados. San Pablo, judío, pero ante todo cristiano, analiza en la epístola a los Romanos -y ya aquí en nuestras homilías tuvimos ocasión de estudiar este punto, hace algunos domingos- San Pablo recogiendo está crisis, dice: Yo soy enviado a los gentiles, porque ustedes los judíos, el Israel donde Dios plantó la viña, se hicieron indignos, no quisieron obedecer a Dios, han preferido las leyes de Moisés a la fe en Cristo, y por eso nosotros los cristianos (que sabemos que Moisés y sus leyes, el Viejo Testamento ya pasó, sólo queda aquello que se ha vuelto en Cristo) nos volvemos a los pueblos gentiles y yo predico a los gentiles, decía Pablo, porque este aceptar de los pueblos gentiles provoca la envidia de los judíos y cuando los gentiles se conviertan a Cristo, los judíos atraídos por este ir a los pueblos extraños, Dios los perdonará también. Y dice una frase preciosa la epístola a los Romanos, para que nadie se ensoberbezca de que la cepa cristiana es producto de sus propios méritos, San Pablo dice: así resulta que la desobediencia de los judíos y la rebeldía de los gentiles que no habían querido aceptar a Cristo y ahora lo aceptan, nos encierra a todos los hombres, judíos y gentiles en el pecado para que Dios sea el redentor de todos los hombres. Este es el plan de Dios, los hombres debemos de sentimos pecadores, los judíos que fueron los predilectos, la tierra donde Dios plantó la viña, despreció esa viña y por eso la viña se extiende al pueblo gentil. Los gentiles que somos nosotros hemos aceptado esa viña. ¡Bendito sea Dios! ¿Qué dice esta Catedral llena de fieles? Una viña con racimos colgados de esperanza. Y entonces el pueblo judío, cuando reflexiona en la grandeza que despreció, se convertirá a Cristo. Y así como a nosotros gentiles se nos han perdonado los pecados y nos ha sembrado la cepa cristiana, también a los judíos los perdonará el Señor y se sembrará también allá la cepa cristiana. Entonces sucede, queridos hermanos, que el proyecto de Dios juega con estas crisis de la historia de la Iglesia. Ahora, en El Salvador, la Iglesia tiene crisis. Hay divisiones, no las vamos a negar, hay quienes desprecian la línea pastoral del Arzobispado. Abundan quienes critican como perversa la doctrina que se está sembrando. Y en esta división, qué peligroso es, hermanos, quedarse con la rebeldía de los judíos y con la desobediencia de los gentiles, antes que aceptar la humildad que necesita el pueblo judío ensoberbecido por la predilección que Dios le tuvo y la desobediencia del pueblo gentil que adoró falsos dioses antes que adorar en la cepa cristiana al verdadero Dios que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo. Hay crisis en el corazón de cada cristiano; y yo les digo, queridos hermanos, si en este momento un cristiano en El Salvador no siente esta crisis, no ha reflexionado lo que significa el mensaje de Dios y la siembra de Dios en el mundo. Muchos ya han superado la crisis y se han comprometido con el Reino de Dios. Muchos la han superado en sentido contrario, se han instalado en sus comodidades y más fácil es decir: la iglesia es comunista, ¿quién la va a seguir? Pero algunos, si están en crisis, no saben qué hacer. La culpa no es de Dios ni de la Iglesia. La culpa es de la libertad de cada uno, que tiene que resolver en su propia conciencia, con quién está. Y Dios Nuestro Señor le está ofreciendo los frutos maravillosos si se deja sembrar esta cepa que producirá maravillas de racimos, los frutos de la Vida Eterna. Este es el plan de Dios, por eso la Iglesia es la viña donde el Reino de Dios siempre estará en crisis. Dichosos los que sienten y viven la crisis y la resuelven por un compromiso con Nuestro Señor. Me alegra mucho que precisamente en esta hora de crisis, muchos que estaban dormidos han despertado y por lo menos se preguntan dónde está la verdad. Búsquenla, San Pablo nos da el camino con la oración, con la reflexión, apreciando lo bueno. Son criterios maravillosos. Donde está lo noble, lo bueno, lo justo, por allí va Dios. Si además de esos bienes naturales está la gracia, la santidad, los sacramentos, la alegría de la conciencia divinizada por Dios. Por allí va Dios. No por otras instalaciones que dan una paz muy ficticia, unas victorias muy falsas. Y por eso, queridos hermanos, a la luz de esta viña que es crisis -antes de terminar con el tercer punto que es brevemente, ya para invitarles a la Eucaristía donde Cristo se ofrece, yo soy la vid y vosotros los sarmientos- yo quiero invitarles a que vivamos con esta Iglesia la intensidad de su comunidad, de su fe, de su esperanza. ¿Quién no ha sentido en esta semana la oración por el eterno descanso de Juan Pablo I? En Roma y aquí en nuestra Catedral, el pueblo de Dios ha orado por el Santo Padre. El sábado próximo los Cardenales se reunirán para elegir al nuevo Papa. Esta debe ser una semana de intensa oración para nosotros. Quiero agradecer en este ambiente pontificio la noble carta que me envió el Pastor de la Iglesia Bautista Enmanuel, entre cuyos conceptos muy ricos, muy cristianos, destaco éste: El significado de la vida y el testimonio de estos dos últimos Pontífices, cuyo paso por la historia deja un rasgo imborrable como ministros y sacerdotes, que en la temporalidad mantuvieron la visión de lo eterno como fundamento de la justicia de Dios. Y aquí habla también el Pastor -le agradezco su coincidencia con mi pensamiento de esta crisis- pareciera ser la hora de la gran tentación en que pugnan, por un lado un cristianismo torcido por la prepotencia de los reinos del mundo que exigen adoración y por otro la fidelidad al evangelio generoso y hermoso de la humillación que culmina en una cruz; y sin embargo presenta su fuerza y poder en la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Muchas gracias querido hermano Carlos, por este gesto ecuménico tan profundamente cristiano. La Iglesia vive, la viña que Dios ha plantado en nuestra Arquidiócesis la he visto de cerca. El domingo pasado, celebrando el décimo aniversario sacerdotal del P. Samuel Orellana, en su Parroquia de Ayutuxtepeque. Qué alegría, qué juventud la de aquella comunidad. En Plan del Pino, también el domingo pasado, donde las religiosas Carmelitas Misioneras celebraban el 25 aniversario de haber venido a El Salvador, y preparaban una preciosa ceremonia de confirmación de jóvenes y un diálogo con los grupos que expresan allá la comunidad viviente de esta viña del Señor., El lunes 2, el Opus Dei, que celebra como patronal la fiesta de los Angeles, cumplía 50 años de haber sido fundado. La Iglesia se alegra con todo esfuerzo de santificación en el mundo y desea en esta hora de crisis de la Iglesia, que no solamente se viva una santidad personal, individualista; sino también una comunidad, una santidad comunitaria que sea testimonio a la luz del mundo, como decía el Cardenal Pironio, respondiéndome a una pregunta sobre la autenticidad de la vida religiosa y cristiana, estos tres criterios: mucho amor a Cristo, mucha fidelidad al carisma de la fundación y también una gran adaptabilidad a la pastoral de la Iglesia local. Esto tercero yo quiero recalcarlo en muchas comunidades que han demostrado su capacidad de adaptación: Parroquia de Concepción, Villa de San Francisco, los Franciscanos presentan un verdadero servicio al mundo, allí en su iglesia situada en un campo muy difícil de la capital. Con ellos celebramos el día de San Francisco, así como en San Francisco Lempa, con una religiosa Oblata al Divino Amor, que está ayudando allá, ha movido una comunidad muy fervorosa y yo quiero felicitar tanto a esta religiosa como al P. Benito Alfaro, cuyo nombre salió calumniado en los periódicos esta semana como si fuera cómplice de guerrillas. Benito Alfaro es un sacerdote humilde, firme también en defender a las religiosas del Sagrado Corazón, cuando la política quiso manipularlas, allá en el Dulce Nombre de María. Por allí andará tal vez el origen de esta calumnia. Pero yo decir que el P. Benito Alfaro no tiene nada que ver con esa publicación calumniosa. El sábado 7 se celebraba la fiesta del Rosario. Nos unimos a la alegría de los PP. Dominicos del Rosario y a las Parroquias que tienen ese nombre en nuestra Diócesis; y recomendamos a todos el rezo del Santo Rosario, como una expresión de la vida de las comunidades cristianas, de las familias. Esta noche, a las 7, ha sido convocada toda la comunidad católica de Santa Tecla a una misa en la Iglesia del Calvario, donde vamos a expresar nuestra solidaridad en el trabajo pastoral con el nuevo párroco, el P. Francisco Javier Aguilar. Allá los esperamos pues, a las 7 de la noche, hoy en el Calvario de Santa Tecla. También Soyapango está celebrando la fiesta de la Virgen del Rosario, y es muy consolador ver cómo la Virgen es expresión de vida en nuestras comunidades cristianas. Esta iglesia, viña del Señor plantada en nuestra Patria, tiene que lamentar también en esta semana la captura de dos sacerdotes y de algunos colaboradores laicos. Los sacerdotes son el P. David Rodríguez que fue llevado, juntamente con el Dr. Guillermo Joaquín Cuéllar, a la Policía Nacional y el P. Trinidad de Jesús Nieto, conducido a la Guardia Nacional. Nos preguntamos ¿qué se busca con estas actitudes? A juzgar por el trato, muy respetuoso para el P. David, y el interrogatorio amañado contra nuestra emisora, ¿se estará buscando manipular a la misma Jerarquía? Porque llamaron también a Monseñor Aparicio para entregarle el informe. ¿Se tratará de manipular para que no sea el Gobierno, sino la Jerarquía de la Iglesia la que nos obligue a cerrar nuestra emisora? Seria muy triste, pero diremos que al menos se tenga el valor de ordenarnos quién quiere que no se oiga más esta voz, que Dios quiera, hermanos, que nunca deje de hablar. Es una pequeña expresión de la Iglesia que tiene libertad de hablar. Si cuentan con todos los medios de comunicación, ¿qué estorbo puede hacer una emisora y un pequeño periódico? La justicia es nuestra fuerza, la verdad es lo que hace grande la pequeñez de nuestros medios. Por eso se le teme. La Comisión Nacional de Justicia y Paz de El Salvador ha publicado un interesante folleto de datos sobre los acontecimientos de Nicaragua, es horroroso, hermanos, lo que testigos presenciales han declarado y que esperamos que la Comisión de Derechos Humanos y los mediadores en este conflicto no disimulen, sino que hagan sentir este clamor del pueblo de Nicaragua. Por nuestra parte enviamos una modesta ayuda, c 4.000.00 se han recogido ya en nuestra Arquidiócesis y seguimos recogiendo para ayudar a nuestros hermanos. Poca cosa para grandes necesidades, pero algo es, sobre todo cuando lo inspira el amor. Un gesto bonito, diríamos un pequeño retoñito de la viña, es el obsequio de los alumnos del 5º Grado del Externado San José, mandándome el mejor trabajo de la quincena, cuyo tema es muy bonito: La Iglesia en mi Patria. Yo los felicito a estos jovencitos y al Colegio por este sentido de Iglesia que se está sembrando. También hermanos, la Iglesia, Reino de Dios que no puede prescindir en sus raíces humanas de las realidades de la tierra en que está, tiene que decir algo y ya lo ha dicho sobre el problema de la Universidad. Se está tratando de reiniciar las clases, pero hay temores. La Facultad de Economía ya se pronunció informando que no impartiría clases. Por su parte, el Gobierno ha declarado que los vigilantes no dependen de ningún Cuerpo de Seguridad. Urge aclarar, pues, la situación de un cuerpo armado en un centro de cultura, cuando ha demostrado tristemente la violencia de que es capaz, sobre todo cuando se siente con autonomía. He recibido una nota de agradecimiento de la esposa del Dr. Carlos Alberto Rodríguez, Decano de la Facultad de Economía, que fue asesinado, en la cual ella agradece a la Iglesia las oraciones y la voz que desde aquí denuncia esta injusticia y atropello. También una carta de otra esposa afligida. Doña Carmen de Castro, esposa del Mayor y Doctor Alfonso Castro Sam -desaparecido misteriosamente- también pide, en una carta muy sentida que yo transmito a ustedes, sobre todo si me están oyendo quienes pueden dar una luz en esta oscuridad. Yo tengo fe, dice la señora, y con mis hijos esperamos el retorno de mi esposo sano y salvo. Si alguna persona tiene datos sobre él que me pueda proporcionar, le estaremos muy agradecidos. Y a usted también le agradecemos todo lo que pueda decir y hacer por esta familia acongojada. La Iglesia sirve al dolor humano donde quiera que esté y así pedimos a todos, pues, la comprensión y la ayuda que sea posible. En el día del niño llegaron unas cartas tan conmovedoras que yo quisiera, hermanos, simplemente mencionar una frase de unos niños campesinos que me dicen: "quisiéramos rogarle interceda por los presos políticos. ¿Cuántos niños lloramos por la ausencia de un padre o madre, preso o desaparecido?" Y otra carta de una escuelita rural donde dice: "Le vamos a agradecer mucho que por favor nos haga esta denuncia: Que la Guardia Nacional se llevó a nuestro maestro. Nuestro maestro es bien bueno, él no se mete en ninguna política, no sabemos por qué se lo llevaron. Y no sabemos dónde lo tienen, ni tiempo le dieron de cerrar la escuela. Queremos terminar el año, somos alumnos de primero y segundo grado". Este es el clamor que dice Isaías, que esperé justicia y no viene más que el clamor. Llena de esperanza también la noticia que atentamente me comunicaron por carta de varios abogados que se han organizado en el Colegio de Profesionales de las Ciencias Jurídicas, y expresan su condolencia por la muerte del Papa y su solidaridad con nuestra Iglesia. Digo que esto es muy hermoso, saber que no todo es insensibilidad; porque hermanos, esto me preocupa, la insensibilidad que se está sembrando. Se catean cantones, casas, se atropella gente, desaparece gente y parece que esto va siendo ya lo más natural. Ojalá que la sensibilidad de unos hombres de derecho organizados, y por tanto con fuerza para poder enfrentar y pedir justicia, haga también despertar la conciencia ciudadana de libertad de nuestro pueblo. Por eso varios abogados opinaron, salió en el periódico, que la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General toleran deshonestidad de jueces. En respuesta, la Secretaría General pide al periódico que diga los nombres de esos abogados para pedirles su colaboración. Ojalá que estos reclamos no se queden solamente con esas excusas tan baratas, "díganme nombres". ¡Si ellos lo saben bien! En el ambiente también de esta Iglesia queremos expresar una nueva condolencia a la señora de Matsumoto y a sus hijos. Se ha encontrado el cadáver misteriosamente desaparecido. Alguien me mencionó como un show, no sé, será un tremendo sarcasmo si se monta un show con un cadáver. Lo cierto es que ha aparecido y que las cenizas, según el rito de los japoneses, ya están en un cofrecito donde lo van a llevar a su tierra. Nos da tristeza el recuerdo que esta familia se lleva de nuestra patria; pero ellos también han elogiado, y yo transmito aquí esta satisfacción, la hospitalidad, el sentido de amistad de los salvadoreños. La señora de Matsumoto y su familia no se han quedado solos, siempre han estado apoyados moralmente por buenos amigos de nuestro país. También quiero elogiar la unidad de la colonia japonesa que se ha mostrado muy solidaria en este momento de dolor de una familia atormentada. Queremos solidarizarnos también con la petición de los colonos de la Hacienda El Rosario, allá por Metapán, vendida al gobierno, para que no se les desaloje sin procurarles un lugar donde reubicarse. Y también hacer nuestra la preocupación de los maestros, expresada en los periódicos de esta semana, sobre el problema del alcoholismo entre los maestros. Y ojalá que la Asociación de Alcohólicos Anónimos, que se mencionó en este diálogo con tanta esperanza, extienda sus brazos de salvación. Queridos amigos Alcohólicos Anónimos, al felicitarlos con esta oportunidad, yo les hago de nuevo un llamamiento para que sean salvadores de nuestra sociedad, tendiendo esas arcas de salvación a los mares donde se hunden tantos hermanos nuestros. No me prolongo más hermanos, perdónenme, pero esto basta para concluir nuestra homilía con el punto final, invitándolos ya a la Eucaristía. Decíamos en el primer punto: Dios plantó una viña, su Iglesia en el mundo; 2º. Esta Iglesia viña refleja las crisis del Reino de Dios y de los hombres; y 3º punto era este para terminar: La victoria será de Cristo. Yo soy la verdadera vid, dice el Señor, y todo aquél que permanece unido conmigo llevará muchos frutos. Es un llamamiento, pues, a que secundando los deseos de Dios de que su viña produzca muchos frutos, hagamos que en nuestro corazón esa cepa que se plantó el día de nuestro bautismo produzca no solamente esas virtudes naturales, tan propias del pueblo salvadoreño. Esta es una gloria hermanos, las virtudes naturales del pueblo salvadoreño, las he mencionado en varios aspectos, pero no basta. Sembremos en esa tierra bien abonada la cepa de Cristo, la vid, la vida eterna, la fe, la oración, nuestra misa dominical, los sacramentos, todo esto que nos eleva a perspectivas trascendentes y que nos hace esperar aun en medio de las crisis y dificultades de las injusticias y atropellos de la tierra la gran esperanza de que no todo está perdido, porque la cepa de Dios está bien plantada en nuestra tierra. Así sea. (Aplausos). |
Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero,[1] fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral. Archivos
Agosto 2021
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