Queridos hermanos:
LA FIESTA DE CORPUSEl jueves de esta semana era la fecha propia para celebrar el Corpus en el calendario oficial y mundial de la Iglesia; pero los Obispos de El Salvador, como los episcopados de otros países, han pedido el permiso a la Santa Sede de trasladar estas fiestas muy importantes del Señor, al domingo siguiente, a fin de que todos los que asisten a misa el domingo y no pueden asistir entre semana, disfruten el precioso mensaje de esas fiestas litúrgicas. Esta fiesta litúrgica, pues, que se ha trasladado a este domingo, se llama la Fiesta del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Lo que ordinariamente decíamos: la fiesta de Corpus, palabra latina que significa el cuerpo. Siendo, pues, hoy la fiesta del Cuerpo y de la Sangre del Señor, vamos a llamar a esta homilía con este titulo: Cristo, el pan vivo que da vida al mundo. Porque eso es la Eucaristía. LA EUCARISTIA¿Qué es la Eucaristía? Es el sacramento o misterio de la presencia de Cristo bajo las apariencias del pan y el vino. Sacramento es un signo sensible que puede caer bajo el dominio de nuestros sentidos, como es el pan y el vino que lo palpamos, lo saboreamos. Nuestros sentidos captan la realidad de un signo, pero luego viene la fe y descubre un elemento interior, lo significado por ese signo. Así como cuando vemos que sale humo detrás de una pared, sólo vemos el humo; es el signo pero luego el conocimiento dice: allá hay fuego, allá se está quemando algo. La realidad es el fuego, el signo es el humo; así también el signo es el pan y el vino. El gusto, el oído, los sentidos -dice Santo Tomas- perciben sabor de pan y sabor de vino, pero tu fe cree firmemente que en ese sabor de pan y de vino ya no está presente lo que los filósofos llaman la substancia, es decir, lo que le da subsistencia a ese pan, a esos sabores, sino que sólo han quedado las cosas accidentales pero que lo substancial se ha transformado en la presencia verdadera del Señor; el cuerpo y la sangre del Señor, son la realidad que se oculta, que se encierra en ese signo visible. Por eso, cuando el sacerdote consagra el cuerpo y la sangre del Señor, se realiza lo que en teología se llama la transubstanciación, quiere decir, que en vez de la substancia de la subsistencia del pan y del vino, se ha colocado en su lugar la presencia real de Cristo, y Cristo queda en verdadera, real, sustancialmente presente en esa hostia que sigue teniendo sabor de pan, en ese cáliz que sigue teniendo sabor de vino, pero que ya no se trata como pan y como vino sino que ya está presente el Señor. Este es el misterio que celebramos hoy. Y ojalá, queridos hermanos, que al hacer estas reflexiones a la luz de la Palabra de Dios, nuestra fe en la Eucaristía crezca esta mañana y que nuestra asistencia a misa no sea simplemente un acto rutinario. No venir por costumbre, no venir por curiosidad, sino venir verdaderamente movidos porque venimos cada domingo a encontrarnos con el gran misterio de la presencia del Señor. Y cuando salgamos de misa, ojalá como Moisés cuando bajaba del Sinaí, que hasta su rostro sensiblemente se había transformado en luminoso porque había estado en la presencia del Señor. Yo les suplico, que pongan todo empeño, a pesar de que allá afuera se empeñan en turbarnos nuestra tranquilidad, que reflexionemos en que de verdad cada domingo tenemos esa dicha. Y a eso nos convencen las tres lecturas de hoy. CRISTO, EL PAN VIVO QUE DA VIDA AL MUNDOLa primera lectura del Viejo Testamento prefigura en las intervenciones de Dios, a través de la peregrinación del desierto, la realidad que en el cristianismo vivimos: la Eucaristía. Ya está presagiada en aquella histórica peregrinación del desierto. La segunda idea será esta: esa prefiguración, esa profecía del Viejo Testamento se realiza plenamente en Cristo, presente en la hostia. Y de eso nos habla la segunda lectura y sobre todo el evangelio de San Juan. Y en tercer lugar, el tercer pensamiento que sacamos de estas lecturas, es que esta Eucaristía que nos ha congregado y nos congrega siempre a los cristianos, es el alimento y la fuerza de cohesión de esta comunidad que se llama la Iglesia. Y al hablar de esta comunidad que es nuestra Iglesia en San Salvador, mencionaré los hechos históricos por donde va pasando la peregrinación en esta semana, así como el peregrino de Israel atravesaba esas circunstancias históricas durante cuarenta años. LAS INTERVENCIONES DE DIOS A TRAVÉS DE LA PEREGRINACIÓN DEL DESIERTO, PREFIGURAN LA EUCARISTÍAEn primer lugar, el capítulo 8 del Deuteronomio, de donde está tomada la primera lectura, es un momento solemne en la historia del Exodo. Moisés, después de hacer la alianza entre Dios y el pueblo, allá en el Monte Oreb, peregrinó cuarenta años por el desierto. Y ya nos encontramos en otra montaña: El Moab. Y desde El Moab, Moisés le recuerda a su pueblo las tentaciones, las dificultades que ha atravesado durante cuarenta años y mirando al futuro ya para entrar a la tierra prometida, le exhorta a ser fiel a ese Dios que les ha acompañado. Este es el momento solemne en que Moisés viendo hacia atrás el largo recorrido del Exodo, mira hacia el futuro de la historia de Israel y allí es donde se manifiesta en esta nueva alianza del Viejo Testamento, el recuerdo de las tentaciones y las razones por qué Dios tentaba al pueblo; y, finalmente, las intervenciones de Dios en favor de ese pueblo. a) LAS TENTACIONESMoisés le recuerda al pueblo cómo ha salido de una esclavitud. Era esclavo del Faraón, era un pueblo sometido a las humillaciones y ese pueblo sometido a la esclavitud es sacado por Moisés gracias a intervenciones divinas: las ocho plagas de Egipto para convencer al Faraón -que así son los tiranos, cuesta convencerlos- hasta que llega el máximo castigo de la muerte de los primogénitos de Egipto entonces si sale el pueblo y comienza una peregrinación bien difícil. Allí le recuerda ahora en las lecturas, Moisés, al pueblo; "Recuerdan cuando sintieron hambre y ustedes hasta blasfemaban y suspiraban por volver a comer las cebollas de Egipto". Como que les parecía mejor la esclavitud. Qué le costó a Moisés convencer a un pueblo que va, precisamente, hacia su liberación, pero que le duele sufrir las condiciones de esa liberación. Recuerden también, les dice Moisés, la sed que sintieron y como también ustedes pusieron a prueba al mismo Dios cuando casi blasfemaban contra Él: "¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para que muriéramos de sed en el desierto?" Y recuerdan sobre todo, el duro desierto por donde han pasado ¡qué sequedad, sin una gota de agua! ¡qué alimañas del desierto: alacranes, serpientes! ¡qué difícil ha sido todo ésto, son las tentaciones, las dificultades de la peregrinación! ¿POR QUE LO PERMITE DIOS?Y Moisés les da una razón a estos peregrinos que ya han pasado esa tribulación. "¿Por qué permitió Dios todo esto? -les dice-. Para afligirte, para ponerte a prueba, para conocer tus intenciones a ver si eres fiel a sus preceptos. Hermanos, no olvidemos esta palabra de hoy, es la respuesta a muchas inconformidades, a las situaciones difíciles de la historia. Como Moisés preguntémonos cuando hay tribulaciones en la sociedad, cuando nos encontramos como en estos días como en un callejón sin salida, ¿por qué lo permite Dios? Y Moisés les recuerda al pueblo; para afligirte, para ponerte a prueba, para conocer tus intenciones. Son las dificultades, las piedras de toque en que se conoce el oro fino de los verdaderos hombres, de los verdaderos cristianos. Así como también es en esas circunstancias cuando los hombres blasfeman, cuando los hombres critican contra Dios y su reino, contra Moisés que los guía y prefieren vivir en sus comodidades aunque sea como esclavos. ¡Qué cuesta comprender que las pruebas de Dios, las dificultades del camino, son las monedas con que se compra la libertad, la dignidad, la alegría de ser libres! "Y recuerden -les dice Moisés finalmente- que esas pruebas con esas intenciones divinas, fueron aminoradas, fueron al fin un recuerdo del que Dios vino a protegernos también". Y entonces les recuerda Moisés cómo los sacó de Egipto. Es una realidad, ya salimos de aquella esclavitud y cómo cuando en el desierto sufríamos la angustia de la soledad, de la intemperie, el hambre, la sed, allí estaba Dios con nosotros. b) PRESENCIA DE DIOS BAJO SIGNOS SACRAMENTALESY aquí vienen los preciosos signos sacramentales. Miren cómo se bosqueja ya la presencia de Dios bajo signos sacramentales. Moisés les menciona cuatro: El primero, la nube que los defendía del sol. Cuenta el Exodo que una nube en la que Dios iba, refrescaba los ardores de aquel sol del desierto. Les recuerda Moisés: cuando teníamos hambre, amaneció junto a nuestros campamentos una cosa misteriosa que hizo preguntar en hebreo a los israelitas "¿Manu?", que quiere decir "¿qué es esto?" El maná es un interrogante, un alimento misterioso que Dios mandaba a nuestra hambre. El maná un signo sacramental. Y cuando nos moríamos de sed Dios me mandó golpear con la vara misteriosa la roca, y de la piedra salió agua en la que apacentaron su sed todos ustedes y hasta los animales que traíamos. Y según una leyenda de los rabinos, aquella piedra iba siempre acompañando al pueblo peregrino, y cada vez que había sed, Moisés golpeaba la roca y brotaba el agua. Era signo también sacramental de una presencia de Dios en medio del pueblo. Y el otro signo es el mar. El mar se abre de par en par para dejar pasar al pueblo que va de su cautiverio, mientras que al pasar Israel, se cierra otra vez sobre los ejércitos de Egipto que perecen mientras Moisés canta al otro lado: "¡Cantemos al Señor que ha hecho maravillas, ha liberado a su pueblo!" Aquí ven las señales sacramentales. Lo que importa para la Biblia no es la nube ni el maná ni el mar ni la roca, lo que importa es algo más grande: la presencia de Dios. Y por eso, el Deuteronomio comenta la palabra que Cristo usó también en sus tentaciones del desierto. "Para que aprendieras que no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios." Este texto es clásico en la Biblia, tan clásico que aquí se expresa toda la teología de la Palabra de Dios. Cuando el lector en este ambón lee la Biblia, termina diciendo: Palabra de Dios. Y Moisés en este lugar, al narrar la protección de Dios en el hambre de los israelitas haciendo llover mana, pan misterioso, es cuando dijo esa palabra: ."Ya ven que no sólo de pan vive el hombre." No sólo las comidas de Egipto, no sólo las comidas que amasamos con nuestras manos, Dios tiene una palabra creadora, una palabra que hace brotar pan y que podría convertir en pan las piedras del desierto. Una palabra omnipotente, una palabra que cuando se hace persona divina, es el Hijo de Dios, el Verbo, la Palabra que se encarna y es Jesucristo. Esto es lo que interesa, que en esos sacramentos está la palabra omnipotente encerrada de Dios. LA PREFIGURACION EUCARISTICA DEL VIEJO TESTAMENTO SE REALIZA PLENAMENTE EN CRISTO, PRESENTE EN LA HOSTIA.Por eso, el segundo pensamiento lo saco de la segunda lectura. San Pablo, escribiéndole a los corintios trata de explicarles precisamente lo que Moisés predicaba a Israel. Pero Moisés no conoció a Cristo más que en promesas, Pablo tampoco conoció personalmente a Cristo porque lo perseguía; pero ya convertido ha descubierto quién es Cristo. Y en su preciosa epístola a los Corintios dice: Yo les voy a contar lo que he recibido de aquellos que tuvieron la dicha de comer y beber y platicar y andar con Él: que Él inventó este sacramento, que el pan se convierte en su cuerpo y el vino en su sangre. Y todo esto que pasó Moisés con su pueblo, cuando atravesó el desierto, sucedía en figura; figura, preanuncio, profecía, promesa. Ahora en cambio, los cristianos ya tenemos el cumplimiento de esa promesa y de esa profecía. Y aquí San Pablo nos enseña que, sobre todo, en los dos signos del desierto: la piedra, que hace brotar agua Dios, y el hambre que queda saciada con el maná, están los dos signos prefigurativos de este gran sacramento que es la Eucaristía, en el pan y el vino de nuestras misas que ya la celebraba San Pablo. ENSEÑANZA PAULINA SOBRE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICAPablo vivió unos treinta años después de Cristo; escribia esta página. Tengan en cuenta ésto: Treinta años después que Cristo celebró la Eucaristía, Pablo escribe con el recuerdo tan fresco que nos enseña, que ya desde los primeros tiempos los cristianos, como este domingo 28 de mayo de 1978, se reunían. Naturalmente no había templos pero ya había seguidores de Cristo. Y Pablo les enseña a aquellas comunidades qué es lo que sucede cuando nos reunimos a celebrar la Eucaristía. NOS ALIMENTAMOS CON LA PALABRA DE DIOSEn primer lugar, nos alimentamos con la palabra de Dios. La Eucaristía siempre se celebró después de una lectura de la Biblia y de una homilía en la cual el apóstol, el obispo, el sacerdote preparaba el espíritu para luego celebrar esa palabra que se hace presencia de Dios: la Eucaristía. Y han escuchado en la carta de San Pablo hoy, cómo está evidente la presencia de Cristo en la hostia. "El cáliz de nuestra acción de gracias", dice la lectura de hoy. "Ese cáliz ¿no nos une acaso a todos en la sangre de Cristo?" ¡En la sangre de Cristo! "Y el pan que partimos, la hostia de trigo ¿no nos une a todos en el cuerpo de Cristo?" Qué palabras más evidentes de que ya San Pablo enseña la sangre, el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo. Tan presente, que San Pablo en ese capitulo que hemos leído, nada más un pasaje -yo los invito como siempre a leer entero el capítulo 10 y el capítulo 11 de la primera carta de San Pablo a los Corintios- donde describe maravillosamente lo que es la misa. Dice que aquellos Corintios que se habían convertido del paganismo, de adorar falsos dioses, que antes ofrecían sacrificios a los ídolos y que después de ser cristianos y asistir a misa querían volver a participar de aquellos sacrificios, cometían una horrenda idolatría. ¿Por qué? Porque el que ha comido de la carne de Cristo que se ofreció en la Eucaristía, es participación de la vida de Cristo, porque Cristo está presente allí. Y que después de eso, ir a participar del altar idolátrico, es también hacerse participante de los ídolos; y como los ídolos son dioses falsos inspirados por el demonio, comer carne sacrificada a los ídolos es sentarse a la mesa del diablo, dice San Pablo. Qué preciosa aplicación podíamos hacer, hermanos. Hoy no existen aquellos ídolos de los corintios: de oro, figuras de animales, de mujer, de estrellas, de soles, pero hoy existen otros ídolos que tantas veces los hemos denunciado. Y un cristiano que se alimenta en la comunión eucarística donde su fe le dice que se une a la vida de Cristo, ¿cómo puede vivir idólatra del dinero? ¿idólatra del poder? ¿idólatra de sí mismo, el egoísmo? ¿Cómo puede ser idólatra un cristiano que comulga? Pues, queridos hermanos, hay muchos que comulgan y son idólatras. Y en nuestro siglo XX, en este mismo año, San Pablo podía repetir a muchos cristianos de San Salvador y de las comunidades que están meditando esta palabra, si de verdad creen que Cristo está presente y se unen con Él en el momento de la comunión. ¿cómo es posible que después vivan tan inmorales, tan egoístas, tan injustos, tan idólatras? ¿Cómo es posible que pongan más su confianza en las cosas de la tierra que en el poder de Cristo que se hace presente en el gran sacrificio? PRESENCIA DE LA VIDA DE CRISTO QUE TRAE DEL PADREEsta presencia de Cristo sigámosla analizando en las lecturas de hoy. Para Cristo mismo en el Evangelio, es una presencia de su vida que trae del Padre. Así como yo vivo por el Padre -hay una corriente de vida entre Dios Padre y Dios Hijo que soy yo- así, todo aquel que come esta Eucaristía, vive por mí. ¡Que maravilla la de la Eucaristía! FUERZA LIBERADORACuando vayamos a comulgar hoy, oigamos esta palabra de Cristo: En este momento, tú que recibes la hostia consagrada, te estás alimentando de mi misma vida y esta vida mía la recibo del Padre. De modo que el Padre, Yo y tú somos una sola vida. Y así como para venir a comulgar y hacerse digno de esta vida divina tuviste que purificarte de tus pecados, liberarse de tus pecados, mi presencia eucarística es la gran fuerza liberadora. No lo olvidemos, queridos hermanos, hoy cuando hay tantas fuerzas que luchan por la liberación temporal de los hombres, nuestra liberación cristiana parte de aquí: de la Eucaristía de la fuerza redentora de Cristo. Una liberación que ante todo quiere vernos libres del pecado. Si no hay libertad del pecado, si un hombre no se ha identificado con la fuerza divina de Cristo que lo une al Padre, al Creador, no puede ser un liberador eficaz. Por eso la Iglesia identifica su liberación, sus denuncias, sus anuncios, desde esta perspectiva de fe de la vida de Dios. Y si un cristiano mutila esta liberación y prescinde de estar en gracia de Dios y de vivir la comunión con Cristo, no es un liberador cristiano. ASPECTO SACERDOTALEn esta presencia de Cristo hay otro aspecto, un aspecto sacerdotal. Cristo se hace presente en la hostia como sacerdote de la humanidad. Lean por ejemplo el Apocalipsis o la Carta a los Hebreos, qué preciosas descripciones del culto que Cristo, en nombre de toda la humanidad, tributa al Padre. ¿Desde dónde está Cristo ejerciendo su sacerdocio aquí en la tierra? Desde allí, de la Eucaristía. Es precisamente esa hostia consagrada de nuestra Misa la que une al pueblo peregrinante que todavía va entre la sequedad del desierto, entre las serpientes y los alacranes del desierto del Exodo, pero va peregrino de la tierra prometida y al altar de nuestra misa como que se asoma el Cristo glorioso con nuestros hermanos que ya están en la tierra prometida. ¡Qué hermosa es la misa, sobre todo cuando se celebra con una Catedral llena como la de nuestros domingos, o cuando se celebra también humilde en las ermitas de los cantones, con una gente llena de fe que sabe que Cristo, el Rey de la gloria, el Sacerdote eterno, está recogiendo todo lo que le traemos de la semana: penas, fracasos, esperanzas, proyectos, alegrías, tristezas, dolores! Cuántas cosas le trae cada uno de ustedes, hermanos, en su misa dominical. Y el Eterno Sacerdote las recogen en sus manos y por medio del sacerdote, hombre que celebra, las eleva al Padre. ¡Es el fruto del trabajo de toda esta gente! Unido a mi sacrificio presente en este altar, esta gente se diviniza y ahora sale de la Catedral a seguir trabajando, a seguir luchando, a seguir sufriendo, pero siempre unida con el Eterno Sacerdote que queda presente en la Eucaristía para que lo sepamos encontrar el otro domingo también. Hermosa la misa como sacrificio, no inventado por los hombres sino presencia inventada por Cristo, tal como nos lo enseñan las lecturas de hoy. ALIMENTOEstá allá también como alimento y como comunión. Cristo es alimento. Más les dice Cristo a los que lo escuchaban en Cafarnaún, el precioso capítulo 6º de San Juan, aquel sermón que Cristo pronunció después de la multiplicación de los panes, cuando la muchedumbre lo buscaba para hacerlo rey. Cristo les dice: "No me busquen por el pan que perece. Yo soy el pan que da la vida eterna." Yo les ofrezco la verdadera vida; la que tendrán para ser eficaz en su trabajo, el político, el sociólogo, el empresario, el profesional, el estudiante, el jornalero, Yo les doy la verdadera vida. Yo soy el pan que ha bajado del cielo, el que come de este pan vivirá eternamente. Cristo tuvo mucho cuidado de no ser mal entendido porque había mucho sentido de antropofagia cuando le preguntaron: ¿Cómo podemos comer su carne? No somos antropófagos, no comemos gente. Cristo les dice: No me entiendan así. Yo soy el pan vivo, Yo voy a resucitar, Yo voy a transformar este cuerpo mortal en un cuerpo espiritual, Yo voy a estar presente en las comunidades cristianas no repartiendo así, físicamente carne de hombre, sino dándoles mi cuerpo, pero no un cuerpo entendido así materialmente, con ojos meramente de carne, es un cuerpo espiritual, es el misterio del cuerpo místico. Pero es cierto que cuando recibimos la hostia, recibimos a Cristo. Todo entero, dice el catecismo, glorioso como está en el cielo. Cristo resucitado, Cristo vida, Cristo pan vivo que desciende del cielo. Éste es el que nos alimenta en este sentido haciéndonos verdadera comunidad. LA EUCARISTÍA, ALIMENTO Y FUERZA DE COHESION DE LA COMUNIDADY ya estoy tocando el último punto de esta reflexión. Cristo es el alimento y la fuerza que da cohesión a nuestra comunidad. EL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO, FUERZA DE UNIDADDice San Pablo en la lectura segunda hoy: "El pan es uno y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo porque comemos todos del mismo pan." ¡Qué preciosa evocación de la unidad de los cristianos! Nuestra unidad, queridos hermanos, no se basa en ideales de la tierra. Si ya en esta tierra los hombres cuando logran exponer bien un ideal y preguntan ¿quién me quiere seguir para realizarlo?, siguen muchos ese ideal, pero viven de un ideal a veces de un hombre, y cuando ese hombre o ese ideal desaparecen, o es traicionado, todo se desbarata. Pero Cristo puso una fuerza mucho más vigorosa, una fuerza divina que nadie la puede destruir: su cuerpo y su sangre, su presencia de resucitado, su vida de Dios. Dichoso el pueblo que llega a tener fe y a descubrir que Cristo es su razón de ser. En Cristo pone toda su esperanza y comulga. Y todos los que vamos a comulgar esta mañana sentiremos esta realidad. Aunque somos muchos y tal vez ni nos conocemos, venimos de distintos rumbos, vivimos en rincones y en lugares muy apartados, sin embargo, somos un sólo cuerpo porque nos alimentarnos de un mismo pan. Los antiguos gozaban mucho en esta comparación. Decían que así como los granitos de trigo recogidos de las diversas montañas, amasados hacían un solo pan que luego se convertía en un sólo Cristo; así, también los hombres, recogidos de diversos países, de diversas razas, de diversas categorías, no somos mas que granitos de trigo; y recogidos en nuestra fe, amasados en el amor y en la esperanza, unidos a Cristo-Eucaristía, ya no somos dispersos, ya somos un solo pueblo de Dios alimentado con la presencia del Señor. LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO HAN DE SER LO QUE ES EL AGUA EN EL CUERPOY esta presencia la llega a traducir para los hombres de hoy y precisamente para ustedes los laicos, los que no son sacerdotes ni religiosos, ustedes señores y señoras, casados; ustedes profesionales; ustedes que viven en el mundo, oigan este texto del Concilio Vaticano II a los laicos. Lumen Gentium 38. "Cada laico debe ser ante el mundo un testigo de la resurrección y de la vida del Señor Jesús y una señal del Dios vivo. Todos juntos, y cada uno de por sí, deben alimentar al mundo con frutos espirituales y difundir en él, el espíritu de que están animados a aquellos pobres mansos y pacíficos que el evangelio llama bienaventurados. En una palabra -concluye el Concilio citando un texto de los primeros siglos del cristianismo- lo que es el alma en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo." Hermanos, hoy van a salir ustedes de la Catedral con la fe iluminada por la presencia de Cristo en nuestro altar, y los que han comulgado van a salir también repletos del Espíritu de Cristo. ¿Cuándo será el día en que todos los que vienen a misa están tan unidos a Dios, tan lejos del pecado, de las pasiones, de las locuras de la tierra, que se identifican tanto con Dios, que al salir de la Catedral o de la Iglesia parroquias o donde quiera que se celebra la Eucaristía, van a ser en el mundo almas del mundo, a poner fermento de Eucaristía en la familia, en la profesión, en el trabajo, en la vida social? Nos faltan muchos cristianos de esos, que vivan de verdad la Eucaristía. El Corpus viene a recordar precisamente nuestro deber de este punto de fe. Si creemos de verdad que Cristo, en la Eucaristía de nuestra Iglesia, es el pan vivo que alimenta al mundo, y que yo soy el instrumento como cristiano que creo y recibo esa hostia y la debo llevar al mundo, tengo la responsabilidad de ser fermento de la sociedad, de transformar este mundo tan feo. Eso sí sería cambiar el rostro de la patria, cuando de veras inyectáramos la vida de Cristo en nuestra sociedad, en nuestras leyes, en nuestra política, en todas las relaciones. ¿Quién lo va a hacer? ¡Ustedes! Si no lo hacen ustedes los cristianos salvadoreños, no esperen que El Salvador se componga. Sólo El Salvador será fermentado en la vida divina, en el reino de Dios, si de verdad los cristianos de El Salvador se proponen a no vivir una fe tan lánguida, una fe tan miedosa, una fe tan tímida; sino que de verdad como decía aquel santo -creo que San Juan Crisóstomo-: "Cuando comulgas, recibes fuego; debías de salir respirando la alegría, la fortaleza de transformar el mundo." Hermanos, ojalá que la comunión de este Corpus de verdad sea para transformarnos en fuerza de Dios. HECHOS DE LA SEMANAY ahora sí, siendo que esta es la vida de nuestra comunidad, yo quiero pasar brevemente una revista por esta comunidad que vive de esta Eucaristía. HECHOS ECLESIALESY me da mucho gusto haber recibido de comunidades lejanas telegramas como este de Las Flores de Chalatenango: "celebramos Corpus solemnísimo, concurridísimo. Varias peregrinaciones pidiendo Dios lluvia. Gran demostración de fe, amor hacia Santísimo Sacramento". Hemos tenido noticia del, fervor de la Eucaristía en los pueblos y yo mismo he sido testigo. Esta semana, el Seminario celebró también su Corpus el jueves. Y celebraron deteniendo la procesión del Santísimo en varios altares donde los jóvenes desarrollaron estos pensamientos: "La Eucaristía, vida de Dios en nosotros", "Pan de fraternidad", "Alianza nueva", "Sacrificio- Sacramento", "Pan de los pobres", "Compromiso social". He citado esto, hermanos, para que se vea qué es lo que se enseña en el Seminario. Esta, la fe que esos futuros sacerdotes han de ir a predicar. Y hay que decirlo muy claro cuando hay tendencias tan criminales para decir que el Seminario es una escuela de guerrilleros. El Seminario es escuela de apóstoles donde hay que llevar a predicar esta gran verdad de que nuestra fuerza está en Cristo. Y ésta semana han tenido una vivencia muy hermosa en esa educación cristiana. Yo también he visitado otras comunidades, donde en torno del altar de la misa hemos vivido el fervor de aquellas comunidades. No es cierto, hermanos, que se está muriendo la fe. Hoy, más que nunca, se vive una Eucaristía, un compromiso con Cristo que no es beatería ni tradiciones superficiales. Por ejemplo, el 16 de mayo, yo celebré la Virgen de los Desamparados, en el Cantón El Zonte de Chiltiupán. ¡Qué fervor el de aquella comunidad! Yo celebré el 23 de mayo la Eucaristía en El Carmen de Cuscatlán, bendiciendo un templo renovado y saludando allí un testimonio de lo que es un sacerdocio fiel hasta la vejez. El querido Padre Miguel Rodríguez, rodeado de jóvenes sacerdotes y de otros, ofrecía al Señor con qué alegría un templo y con qué respeto y cariño acogía con su pueblo al Obispo, que junto con el pueblo ofrece al Señor una Eucaristía sabiendo que éste es el centro y la fuerza de una unidad. Yo quiero agradecer sobre todo a los maestros y alumnos, a la juventud y a las asociaciones cristianas, a los del comité de la parroquia, por ese esfuerzo de mantener siempre entusiasta la fe eucarística. También celebré en la parroquia de María Auxiliadora el 24 de mayo. Y he disfrutado aquel espíritu de Don Bosco que compaginó en su corazón de santo estos tres grandes amores que él llamaba las tres blancuras. La blancura eucarística, cuánta comunión, qué fervor eucarístico el de aquella Iglesia. La blancura de la Virgen, bajo el título de María Auxiliadora, qué imán más poderoso para atraer la Santísima Virgen María, sobre todo, cuando en la mañana celebraban miles de jóvenes, asistiendo y alimentándose con la Eucaristía en honor a la Virgen María Auxiliadora. Y la blancura del Papa, la fidelidad al Papa es también un signo de nuestro catolicismo, estamos también tratando de vivirlo lo más intensamente posible. Y siempre en esta línea eucarística, yo quiero recordarles que el primero de cada mes, y por tanto en esta misma semana, a las 5 de la tarde, siempre es Corpus en la linda capilla del Hospital de la Divina Providencia donde se celebra una hora santa de expiación por las necesidades de nuestra Arquidiócesis y del mundo. Yo les invito, el primero de junio a las 5 de la tarde, en la capilla del Hospital de la Divina Providencia. Y en la blancura del Papa, queridos hermanos, también quiero invitar a la Diócesis entera a que nos preparemos a celebrar como verdadera fiesta de Iglesia, el día del Papa. El día del Papa es el día en que coronan al Pontífice que reina en ese tiempo. Nuestro Papa, Pablo VI, fue coronado el 30 de junio. Ya desde ahora les aviso que todas las parroquias y todas las comunidades han de ser invitadas y son ya. Vayan preparando una participación entusiasta en la celebración del día del Papa que será el 30 de junio. Ya iremos dando más detalles. En el amor a Cristo se destaca esta semana, y lo aviso a la comunidad que cree en Cristo, la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Ya saben que en San Salvador tenemos un monumento de nuestra devoción al Corazón de Jesús, es la Basílica del Sagrado Corazón allí en la Calle Arce, donde el viernes 2 de junio a las 6 de la tarde, vamos a celebrar la Eucaristía. Ojalá veamos llena aquella gran Iglesia de la Basílica para celebrar en honor del Sacratísimo Corazón de Jesús. Y también en honor de la Virgen, la blancura inmaculada de María, nos invita esta mañana a las 10'30, a todos los legionarios de María en la Basílica para celebrar la reunión anual que se llama ACIES de la Legión. Y por mi parte, hermanos, yo invito a toda la comunidad de la Arquidiócesis a rendir un homenaje de clausura del mes de mayo, el miércoles de esta semana, 31 de mayo en la misa de 12, aquí en Catedral, para honrar a la Virgen con una corona de fervor en este mayo que yo sé que se ha distinguido en muchas comunidades cristianas. El amor a la Virgen, la devoción a Nuestra Señora, está muy lejos de pasar de moda, es una devoción cada vez más fresca, más tierna y lo vamos a demostrar entonces el próximo miércoles. Esta Iglesia que está viviendo estas vivencias tan bellas, tan animadoras, es el Israel de Dios -así lo llama San Pablo- el Israel espiritual, el pueblo de Dios, que al mismo tiempo va pasando por el sequedal del desierto, por las tentaciones del hambre y de la sed, por las pruebas de la vida. HECHOS DE LA VIDA CIVILY así tenemos también que señalar nuestro camino a través del mundo. Los tres secuestros, en misterioso silencio. Unido a los reclamos, también manifestaciones de reclamo de otras agrupaciones. Ha sido una semana también de difamaciones muy mal tendenciosas. Quiero repudiar los ataques contra mi hermano en el episcopado, Mons. Aparicio. También quiero hacerme solidario repudiando las sospechas tendenciosas vertidas contra ciertos sacerdotes que trabajan en comunión conmigo. Y también, lamentar la tortura de que fue objeto el P. Francisco Mejía Alvarado y otros atropellos causados en el convento de Cinquera por parte de la Guardia Nacional. Allá se evocaba que el Padre ya no era cura porque estaba suspendido. Quiero decirles que un sacerdote, aun cuando esté suspendido, mantiene su carácter sacerdotal y que la suspensión es una pena disciplinaria que depende de la responsabilidad de su propio Obispo. Pidamos a Dios para que pronto se resuelva este problema de nuestra hermana diócesis de San Vicente; pero los sacerdotes son sacerdotes y los guardias que tocaron al P. Francisco quedan excomulgados porque todo aquel que pone manos violentas en un sacerdote, cae por el mismo hecho en excomunión. También otra noticia tendenciosa, del joven Estefan Turcios, a quien se señala como seminarista ya próximo a la ordenación y que ha sido sorprendido en actos terroristas o subversivos. Ya hemos declarado que fue seminarista hasta 1972 y que lo que con él se está cometiendo es una injusticia sea o no sea seminarista, porque se le capturó el 14 de abril mientras recogía ayuda para damnificados de San Pedro Perulapán. Eso era lo que andaba haciendo. Y se le dejó en prisión hasta casi un mes cuando se le pasó a los tribunales, torturado bárbaramente. Los mismos periódicos publicaron que necesitaba 10 días de curación. Esta es la verdad. La publicación de ORDEN contra el terrorismo, es difamatoria contra la Iglesia. Y queremos repetir que la Iglesia, por señalar las raíces de nuestros males y por defender los derechos de los hombres, no es terrorista ni está en connivencia con terroristas sino que simplemente está cumpliendo su deber evangélico. Y aquellos grupos que quieran manipular a la Iglesia, sean para difamarla o sea para ampararse en ella, están abusando de la misión de la Iglesia. La misión de la Iglesia puede coincidir con los reclamos de justicia que hacen otras agrupaciones pero que son independientes de la vida de la Iglesia. La perspectiva de justicia de la Iglesia es desde la luz del Evangelio. Y yo quiero recordar a todas las agrupaciones, a todos los grupos políticos, subversivos o también gubernamentales, que no manejen la Iglesia para sus fines, que mantengan el respeto a la autonomía de la perspectiva evangélica de la Iglesia. El señalamiento de la Iglesia acerca de la causa de nuestros males, me da mucho gusto verla coincidir con unas palabras del mismo Señor Embajador de Estados Unidos, en su discurso a los rotarios en esta semana, cuando dice esto: "Si el cambio ha de venir, es prudente que tratemos de canalizarlo de una manera positiva y constructiva. Simplemente con resistirlo no se logra nada positivo. Una resistencia inmutable al cambio inevitable, trae consigo el riesgo de portarlo a resultados violentos y destructivos. Cuando esto sucede, todos salimos perdiendo". Estamos de acuerdo con el Señor Embajador y ésta es la posición de la Iglesia: que si señala la necesidad de cambios es porque hay muchos sordos que no quieren oír la necesidad del cambio. Pero que el cambio, que es necesario, no se va a hacer "aguantándola" o diciendo "esperen", y mucho menos con fuerzas represivas, que la violencia llama violencia. Sino, como dice el Señor Embajador, constructivamente. Por eso queremos también hacernos solidarios, al mismo tiempo que agradecemos el apoyo de la Universidad Centroamericana, hacer nuestro este llamamiento. Un llamamiento a todos los profesionales, instituciones culturales, asociaciones civiles y comunales para que realicen una seria reflexión sobre el compromiso social y moral que tenemos, de no aceptar por irracional y anti-humana la institucionalización del uso de la fuerza; y aunemos esfuerzos para contribuir a la solución de los problemas del país. PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTARTerminamos, hermanos, donde quería terminar precisamente después de mencionar, como Moisés, por donde hemos pasado esta semana, ¡por qué sequedales del desierto, entre escorpiones y culebras! Pero Dios va con nosotros, la presencia de la Eucaristía. Vamos a celebrar nuestra Misa con aquel amor y confianza conque el pueblo de Israel vio al mismo tiempo que sentía hambre, que sentía sed, que sentía el sol del desierto, la desesperación, a veces, la tentación de blasfemar, la duda contra Dios. Puede ser natural en nosotros también todo eso, pero siempre oigamos a la Iglesia en el signo de la protección de Dios, de la roca que echa agua, del pan que Dios da por milagro, del mar que se abre, de la nube que cubre y, sobre todo, de nuestra Eucaristía, pan y vino que nos da la presencia de Cristo. Celebremos, digo, nuestro Corpus renovando en nosotros la confianza de esta Iglesia que no se va a apoyar en las fuerzas de la tierra, en las idolatrías, sino en la fuerza del Señor que no nos defraudará en nuestra confianza. Con estos sentimientos de Corpus, invito a toda la comunidad: hagan lo posible de venir a las 4 de la tarde para tributar honores muy especiales a Nuestro Señor, presente en el Santísimo Sacramento. De pie por favor. Creemos en un solo Dios...
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Queridos hermanos y estimados radio-oyentes:
Con el domingo recién pasado culminaba el Tiempo Pascual y aquellas semanas que llamamos del Tiempo Ordinario, que se interrumpieron cuando comenzó la Cuaresma, vuelven ahora a retomarse. Quedamos allá en el domingo sexto y comenzó el primer domingo de Cuaresma y siguieron los domingos de Pascua hasta Pentecostés; ¡el tiempo más luminoso del año: la Pascua! Ahora continuamos en el domingo 7º., tocaría hoy, pero como la Iglesia quiere presentarnos como una síntesis de todo ese año litúrgico, en este domingo, se coloca aquí, junto con el domingo 7º., la fiesta de la Santísima Trinidad. Como quien ha recorrido un río hacia arriba, y ahora se encuentra con la fuente de donde nace ese torrente que es nuestra redención: el misterio de Cristo. EL DIOS DE NUESTRA FEToda esta vida de fe que nos congrega todos los domingos, toda esa religión del corazón del hombre, toda esa ansia en la búsqueda de Dios, encuentra este domingo su respuesta. Repito, como quien tiene la dicha de encontrarse allá donde nace el río que se convierte en torrente que hace brotar energías, vida, fecundidad por todas partes. Por eso, podemos llamar esta homilía de hoy: el Dios de nuestra fe. Este Dios de nuestra fe es un fenómeno que en muchos hombres y sociedades se ha degenerado. De allí que hoy tenemos necesidad de tomar una conciencia clara de este Dios tal como nos lo presenta la fe iluminada por la palabra del mismo Dios que bondadosamente se ha querido revelar y que en las tres lecturas de hoy nos ofrece una imagen muy exacta. ABSTRACCIONES Y CARICATURAS SOBRE DIOSPero antes de presentar esa imagen, fijémonos en las caricaturas de Dios que se han fingido los hombres. Algunas no son caricaturas, son abstracciones, elucubraciones, pero que dejan frío el corazón y no conmueven con la ternura de un Padre que nos da la vida y que esta con nosotros. EL DIOS DE LOS FILOSOFOSAsí tenemos el Dios de los filósofos, el dios metafísico, el dios que se descubre a través de las criaturas. Esto es legítimo y Dios se revela en las criaturas. Y cuando uno mira el esplendor del sol, la fecundidad de las cosechas, la belleza de un atardecer en el mar, la majestad de un volcán, la tranquilidad de una laguna, Dios se revela. Pero estas elucubraciones, estas deducciones filosóficas que nos llevan a eso que llamaban y llaman los filósofos "el primer motor", el "gran pensamiento que rige la creación", no llena las angustias, las vivencias, las esperanzas íntimas del corazón. Y así tenemos que teniendo a la mano esos argumentos de la creación, el Dios que allí se revela, no nos parece un dios íntimo; y para muchos, precisamente esa metafísica, esa filosofía, les seca el corazón y el cerebro y hasta los lleva a veces al ateísmo, al materialismo. Y ahí tenemos uno de los fenómenos más dolorosos de nuestro tiempo: el ateísmo, o por lo menos la indiferencia frente a Dios. Este Dios desconocido o despreciado o negado, del cual hasta se ha llegado a decir "la muerte de Dios", "Dios ya murió", ciertamente es un Dios que no llena, es un Dios fingido, un Dios que es el producto, a veces, del vacío moral de las personas. Queridos hermanos, el ateísmo, la negación de Dios, casi siempre va junto con un vacío moral del hombre o del pueblo. Un pueblo, un hombre, donde la ternura de Dios se ha disipado, donde interesa que no exista Dios para hacer injusticias, para cometer el pecado que Dios castiga, es inspiración de un ateísmo práctico. Y por eso, ateo no sólo es el marxismo, ateo práctico es también el capitalismo, ese endiosar el dinero, ese idolatrar el poder, es poner ídolos falsos para sustituir al Dios verdadero. Vivimos tristemente en una sociedad atea. O porque unos favorecen una revolución sin Dios queriendo resolver los problemas simplemente a fuerza humana o porque se está demasiado bien y se idolatra, como si fuera un Dios, el bienestar, las riquezas, las cosas de la tierra. ¡También eso es materialismo ateo! EL DIOS DE LOS FARISEOSHay otra forma falsa de Dios y es aquella que fustigó nuestro Señor Jesucristo cuando se encontró en el mismo templo donde el hombre debe ir a encontrarse con Dios. Se encontró una religión superficial, legalista, utilitaria: los fariseos. ¡Qué latigazos morales los del Divino Maestro que dice: "A Dios no se le adora en un templo o en otro, a Dios se le adora en todas partes en espíritu y en verdad.!" Porque ese Espíritu y esa verdad se habían disipado en un entresijo de leyes, una casuística, un conjunto de prácticas exteriores; un Dios, fruto de una legalidad como que si estuviera contento con sólo ver que se lavaba las manos, como si estuviera contento con aquellos fariseos de vestimentas raras en las plazas proclamando a Dios. Y Cristo les dice: "¡hipócritas, parecen sepulcros blanqueados por fuera pero por dentro llenos de podredumbre!" ¡Cuántas fachadas de piedad, por dentro no son más que ateísmo! ¡Cuántas formas de rezos, cuántas prácticas religiosas meramente exteriores, rituales, legalistas! ¡No son el culto que Dios quiere! Y aquí no importa que arrasemos en esta acusación a nosotros mismos, los ministros sagrados, que muchas veces hemos hecho de nuestro culto un negocio; y puede entrar el Señor con el látigo en el templo: "Mi casa es casa de oración y ustedes la han hecho cueva de ladrones". Este Dios ritualista, este Dios de exterioridades, este Dios de beaterías, este Dios que en el fondo del corazón de quien le está diciendo que lo ama, está recibiendo el ultraje más grande de quien desobedece a su ley y ha hecho consistir su religión, su voluntad santísima, en cosas meramente legalistas y humanas. ¡Qué cuidado tenemos que tener nosotros, queridos hermanos sacerdotes, religiosos, religiosas, seglares piadosos, asociaciones piadosas! Cuantas veces nos creemos los buenos y los otros son los malos. Cuántas veces frente a Dios nos parecemos al hombre de la plegaria que se acercaba atrevido hasta el altar para decirle: yo no soy como los otros hombres: adúlteros, pecadores, injustos, ni como ese publicano que está allí golpeándose el pecho. Y Cristo dice después de esa oración hipócrita: "Salidos del templo los dos, y el publicano humilde el que no se reconocía digno ni de levantar la mirada a Dios, salió justificado. No el otro, el fariseo, el hipócrita, el soberbio, el beato que despreciaba a los otros, porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado." EL DIOS ESPIRITUALISTAOtra forma falsa de un Dios, queridos hermanos, parecida a la anterior, es el Dios espiritualista, es el Dios desencarnado, es el Dios del sacerdote y del levita que pasaron cuando vieron herido al pobre judío y no le hicieron caso. Es el Dios de aquellos que dicen: "¡Ah, la Iglesia ya se metió a política, sólo habla de socialismo, sólo habla de cosas terrenales!" Y es porque ellos quisieran que no se hablara de esas cosas, que no se le hiciera caso al hombre herido. ¡Eso no es religión para ellos! Religión es ir como el sacerdote y el levita al templo a orar y no tener tiempo para atender las necesidades materiales de la tierra. Y se olvidan que Cristo no justificó esa piedad falsa que se desentiende del hombre. Y en cambio alabó como verdadero prójimo al samaritano, que sin ser sacerdote ni levita ni gloriarse de piadoso, se bajó de su cabalgadura y le hizo el bien al herido sin fijarse a quién. Este es prójimo, dice Cristo, haz como él. Este es el verdadero Dios. Por eso, cuando a Cristo le preguntaron: ¿Cuál es el principal mandamiento de la ley? Él juntó los dos preceptos: "El Primero es este: Amarás al Señor tú Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser. Y el segundo es semejante a éste: amarás a tu prójimo como a ti mismo." Cuando la Iglesia predica un Dios desencarnado, cuando los predicadores del evangelio decimos que no tenemos que ocupamos de las cosas de la tierra para alabar solamente a Dios, cuando unas sectas protestantes predican un evangelio y critican a la Iglesia Católica porque reclama los derechos humanos, es el falso modo de adorar a Dios, aunque sea en templos católicos. El verdadero culto a Dios tiene que ser éste: el que encarna ese temor, ese amor, esa adoración, esa fe a lo absoluto, a lo trascendente, en la historia del tiempo, en el momento que se vive. Y desde la fuerza de Dios que trasciende nuestra debilidad, se hace omnipotente la voz de la Iglesia para fustigar, para no dejar pasar el pecado de los hombres que ofende a Dios. Sería falso dios aquel que predicara a Dios y lo elogiara y no le importara que los hombres injustos pecaran contra Él. Estos son falsos conceptos de Dios de nuestra fe. ¿Cuál es el verdadero Dios de nuestra fe?. En las tres lecturas de hoy, hay tres conceptos bellísimos que yo les suplico, hermanos, no se fijen tanto en esta parte negativa, repugnante, odiosa. Solamente la he dibujado así, a grandes rasgos, para que no caigamos en un falso culto a Dios, para que estemos alerta en esta hora de confusiones y no nos dejemos seducir por falsos conceptos religiosos que son muy utilizados para mantener situaciones muy pecaminosas. Sí, fijémonos mas bien en el Dios de Moisés, en el Dios de Cristo, en el Dios de Pablo. Son las tres grandes palabras de hoy. 1º. EL DIOS DE MOISESMoisés, en uno de los capítulos más bellos del Exodo, en el capítulo 34. Yo les invito a que lo lean en sus propias Biblias, este día, no sólo el pequeño pasaje que se ha extraído hoy, sino todo el capítulo. Es un bellísimo momento del pueblo de Israel que siente la presencia de su Dios que a veces se aleja por la mala conducta de los hombres. En este pasaje de Moisés del Exodo, por lo menos estos dos conceptos se descubren y se destacan: 1º, es un Dios monoteísta y 2º, es un Dios vivencial. a) UN DIOS MONOTEISTA¿Qué quiero decir? Monoteísta, un sólo Dios. El Antiguo Testamento no conoció la Santísima Trinidad. El Antiguo Testamento conoció al Dios único. La Santísima Trinidad nos la vino a revelar después Cristo, pero el Antiguo Testamento que trataba de educar la religión de un pueblo que vivía en medio de un politeísmo espantoso; politeísmo se llama ese fenómeno de muchos dioses: poli, muchos, teísmo, dios; un sistema de muchos dioses. A cualquier fenómeno se le erigía un dios: el dios de la tormenta, el dios de la fecundidad, el dios de la ira, etc. Tantos eran que en el Panteón de Roma donde los romanos recogían los dioses de todos los pueblos conquistados, ya no cabían tantos dioses. Y este era el peligro que Moisés, capitaneando el pueblo de Israel que salía precisamente de Egipto politeísta, de un Egipto donde había muchas formas de dioses, Él, que ha recibido del Dios verdadero el encargo de educar en el monoteísmo, en un solo Dios; Dios le reveló esta forma cuando le pregunta Moisés: "Si mi pueblo me pregunta cuál es el dios que me ha enviado, ¿qué le voy a responder?" Y por primera vez en la historia sonó el sagrado nombre: Yahvé. "Dirás al pueblo de Israel soy el que soy." ¿Qué quiere decir esta frase? Hay dos corrientes que explican. Una corriente filosófica quisiera presentar la esencia misma de Dios, el ser. Pero hay otra corriente más simpática y hoy tiene mucha simpatía en el mundo, la explicación histórico-salvífica, es decir: Yo soy el que estoy en medio del pueblo, yo soy la esperanza, la actividad, la protección. No soy un extraño a ustedes, estoy en medio de ustedes. Este es el Dios de Moisés. Por eso digo un dios monoteísta, un solo Dios a quien los judíos en su famosa oración del semá clamaban día y noche: "Oye Israel, uno solo es el Dios, lo amarás con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo tu ser". Hasta el israelita más niño sabía repetir esa fórmula del monoteísmo: Uno sólo es el Señor. b) UN DIOS VIVENCIALPero ese Dios uno y único, es un Dios vivencial. Un Dios que vive la historia, un Dios que no es absoluto lejano, un Dios que el pueblo lo siente en las vicisitudes de la historia y él sabe, ese pueblo que tiene su propia historia, que Dios lo ha escogido como un padre a su primogénito. Así se llama Israel en la Biblia, el pueblo primogénito, el más querido, el que siente a Dios como un Padre, el que va con él en todas las situaciones difíciles o gloriosas de la historia. Miren, hermanos, cómo ha pasado todo ese concepto a nuestra hora actual. He aquí unas palabras del Concilio Vaticano II en que, ni más ni menos, el Dios de los cristianos de 1978 es este Dios monoteísta y vivencial. Y por eso quisiera que esta homilía despertara en el corazón de los hombres, principalmente de los más alejados, de los más pesimistas, de los más injustos, de los más pecadores, la conciencia que debió despertar Moisés cuando reclamaba la adoración y el cariño, la gratitud, el amor, la obediencia, a este Dios que no es un extraño sino que va con nosotros. El Concilio Vaticano II dice esto: "El pueblo de Dios movido por la fe que le impulsa a creer que quien lo conduce es el Espíritu del Señor que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos de los cuales participa juntamente con sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia y de los planes de Dios. La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas." ¡Qué preciosa teología de los signos de los tiempos! Los mismos signos de los tiempos, lo estamos viviendo los que tenemos fe en Dios y los que no tienen fe en Dios. El Salvador, este pequeño país, está compuesto de crédulos y de incrédulos, de hombres de fe y de hombres sin fe. Unos y otros viven los mismos signos, unos y otros viven las realidades de las cuales voy a hablar al final, unos y otros han sentido en esta semana los secuestros, las violencias, las injusticias. Pero mientras para el que no tiene fe esto supone un callejón sin salida, un fracaso de la historia: para quienes tienen fe -dice el Concilio- sabiendo que al pueblo creyente lo va conduciendo el Espíritu de Dios, lo hace interpretar en una forma más humana los acontecimientos de la historia. Este es el Dios verdadero, el Dios vivencial, el Dios de Moisés, el Dios de la historia que no solamente salva en la historia de Israel sino que salva en la historia de El Salvador, y ha puesto una Iglesia para que proclame esa fe en el Dios verdadero y purifique del pecado la historia y santifique la historia para convertirla en vehículo de salvación. Esto quiere la Iglesia en El Salvador: hacer de nuestra historia patria no una historia de perdición, no una historia de ateísmo, no una historia de abusos y de injusticias; sino hacer una historia que corresponda a los ideales de Dios que ama a los salvadoreños. Si Moisés hubiera sido salvadoreño en 1978, hubiera oído junto a la zarza ardiendo, la misma voz del Yahvé que escuchó cuando lo mandó a sacar al pueblo de la tiranía del Faraón: "Soy el Dios que está con vosotros." Hermanos, llenémonos de esta gran confianza en este día en que nuestra Iglesia nos invita a ir a las fuentes de nuestra esperanza, de nuestra religión; encontrarnos con el Dios verdadero, el Dios que nos ama como padre a su familia. 2º. EL DIOS DE CRISTONo es difícil entonces pasar al segundo pensamiento. Como dice San Pablo, una frase pintoresca, bellísima: ¡El Dios de nuestro Señor Jesucristo! Repitámoslo mil veces en nuestra meditación y sepamos que ese Dios de mi pueblo es el Dios de nuestro Señor Jesucristo. Para eso vino Cristo al mundo. Aquí tenemos la tercera lectura de hoy, el evangelio, en que el mismo Cristo nos está diciendo la gran revelación: "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo, para que no perezca ninguno de los que creen en Él sino que tenga vida eterna". Para esto viene el mensajero de la vida eterna, el Hijo único de Dios, aquel que en su esencia divina ha recibido en calidad de Verbo, de Hijo, toda la naturaleza eterna de Dios, toda la vida que no tiene fin, la luz de todas las tinieblas, la solución de todos los problemas, el amor de todas las desesperanzas, la alegría de todas las tristezas. Quien tiene a este Hijo de Dios no le falta nada. EL QUE CREE EN MI, NO SERA CONDENADO"El reino de dios ya está dentro de vosotros -decía Cristo- si lo aceptáis". Por eso la tremenda palabra con que termina hoy el evangelio: El que cree en Él, no será condenado, pero el que no cree -óiganlo bien hermanos- el que no cree en este Hijo de Dios. . . El que no cree en este Cristo, el que no cree en esta Iglesia que es su esposa y su prolongación, ¿qué sucede con él? No habla en futuro que será condenado, sino que aquí traslada el futuro del que será condenado ya con una condenación presente, dice: "El que no cree ya está condenado porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios." Ya es un infierno el corazón del hombre incrédulo. No sé cómo pueden vivir los hombres sin fe. No sé cómo pueden vivir los materialistas. No sé cómo pueden vivir los idólatras de las idolatrías de la tierra, los que por defender estas cosas mezquinas, pasajeras del mundo que han de dejar con su muerte, dejan de amar y de creer a aquel que trajo la vida eterna y nos pide como condición para dárnosla, que creamos en Él y que nos demos así como el Padre en señal de amor nos entrega a su Hijo. Fíjense qué palabra, es palabra sacrificial, "entregar". Como cuando Dios le pide a Abraham que le sacrifique a su hijo Isaac, Abraham se lo entrega; como cuando una persona enamorada le pide a otra persona objeto de su amor: si me quieres entrégame tal cosa, y a veces, entrégate a ti mismo. Esa entrega, ese darse, Dios lo ha realizado: "De tal manera amo Dios al mundo que nos entregó a su Hijo para que salvara al mundo". Pues así también dice Cristo en respuesta: "el que cree en Él. . ." Creer es entregarse, creer no es sólo asunto de cabeza. Las verdades eternas sí hay que creerlas, pero no basta. Dice Santiago: "También el diablo cree que Dios existe y, sin embargo, no se salva nunca". Creer no es sólo cosa teórica, creer es un acto de voluntad, creer es María cuando le dice al ángel: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Eso es fe: entregarse. Fe es la del niño cuando el papá poniéndole las manos le dice: "¡tírate!" Y el niño se lanza al vacío con la seguridad de que las manos de su padre no lo dejarán caer. Esto es fe. Esto es lo que dice Cristo: "El que cree en Mí, no será condenado". El que se entrega, el que no desconfía, el que aún en las horas más difíciles cree y espera, no será condenado; pero el que no cree, el que no quiere dar el brinco a los brazos de Cristo porque está más aferrado a sus cosas terrenales, el que no cree, el que no tiene confianza en Dios, el que no cree que Dios va con nuestra historia y nos va a salvar, ya está condenado, ya su vida es un infierno. Por eso quizás hay tanto infierno en nuestro ambiente, porque son acciones diabólicas las que estamos sufriendo... y la fe en el corazón de los salvadoreños. DIOS ES AMOR QUE PARTICIPA CON TRES PERSONAS: PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO¿Qué otra cosa es el Dios de nuestro Señor Jesucristo? El Dios de nuestro Señor Jesucristo no es un Dios único y solitario. Aquí viene la gran revelación que le da nombre a la festividad de este domingo, domingo de la Santísima Trinidad. Fue Cristo el que nos vino a hablar de que Él es Hijo de un Padre; y que con el Padre nos enviará después de su muerte y su resurrección, un Espíritu Santo que vendrá a enseñarnos la verdad y a fortalecer esta Iglesia. He aquí la revelación grande. Dios no es un ser solitario, Dios es tres, Dios es familia, Dios es comunión, Dios es amor que participa con tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Allá en el Jordán, cuando Juan Bautista bautiza a Cristo, el evangelio nos hace esta gran revelación: La voz del Padre que se oye: "Ese es mi Hijo muy amado", y la presencia del Espíritu que exhala el amor del Padre y del Hijo en forma de una paloma blanca que posa sobre la cabeza del bautizado divino, el Espíritu Santo. Lo mismo fue en el Tabor, el Padre y la nube luminosa que es como el Espíritu y el Hijo envuelto en esa nube de amor y de gloria: Padre Hijo y Espíritu Santo. A Cristo le debemos la gran revelación de que Dios puede ser amor porque no es un gran egoísta solitario. Es amor porque se transmite y se entrega toda su naturaleza divina. Sin perderla, el Padre da al Hijo y al Espíritu Santo; sin perderla, el Hijo la da al Padre y al Espíritu; y sin perderla, el Espíritu la da al Hijo y al Padre. El gran misterio que solamente cuando Dios nos conceda en la gloria lo que los teólogos llaman el 'Lumen gloriae" -la luz de la gloria- para comprender las cosas sobrenaturales, veremos qué inmensa fuente de luz, de alegría, de amor, tiene que ser la Santísima Trinidad. Tal vez el nombre, un poco femenino, no nos dice toda la majestad y la belleza de ese Dios trino y uno, de ese Dios majestad y poder, de ese Dios amor y sabiduría; de ese Dios creación de todo cuanto existe. Ahí sí vendría bien, a la luz de este amor trinitario, comprender la belleza de la creación. Sólo cuando vemos al Dios de nuestro Señor Jesucristo iluminando nuestras auroras y nuestros mares y nuestros volcanes, entonces sí comprendemos que Dios haya creado un mundo por amor para darlo a sus hijos, con quienes quería entablar una comunión de familia. Y así la tierra se comprende que gima bajo el peso del pecado, porque los hombres no han sabido comprender que todo cuanto se ha creado es para la felicidad de todos los hombres y no para instalarse cómodamente en esta tierra. 3º. EL DIOS DE SAN PABLO.Y finalmente, queridos hermanos, el Dios de San Pablo. Y aquí sintámoslo ya nosotros una sola cosa con Pablo, el gran cristiano, el Dios de nuestra comunidad. Es la segunda lectura donde se contiene uno de los pasajes más nítidos de las funciones de esa Santísima Trinidad en relación con los hombres. Y si nuestro Dios es un Dios vivencial, un Dios de nuestra historia, un Dios de nuestra Iglesia, aquí tenemos hermanos, para profundizar ¿qué está haciendo este Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo? No solamente conversando y siendo felices allá en su cielo y olvidándose de la tierra, como tres grandes señores que sumamente felices no les importa la caravana de peregrinos que ha creado. No, al revés. Ese Dios como que vuelca toda su capacidad de Dios sobre esta comunidad que quiere ser la Iglesia; y la Iglesia, fermento de la comunidad de toda la humanidad. Miren lo que dice San Pablo: "La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros". A mí me parece esta palabra como la de la primera lectura cuando nos dice: "El Señor bajó en la nube y se quedó con Moisés allí y Moisés pronunció el nombre del Señor". Esto es la Iglesia, un Sinaí donde Dios ha bajado y se queda con nosotros. ¡Ah! si lo sintiéramos hermanos. ¡Ah! si sintiéramos esa presencia divina como la sentía Moisés en la cumbre del Sinaí. La Iglesia es el Sinaí donde ha bajado la Trinidad Santísima en esas tres grandes donaciones que San Pablo menciona hoy: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo", el Hijo en primer lugar porque Él fue el mensajero y por Él conocimos lo primero. Él nos dio la gracia. Gracia quiere decir el perdón de sus pecados; gracia quiere decir el habernos hecho hijos de Dios; gracia quiere decir el bautismo que hizo de tu niño, de un hijo de la carne un hijo de Dios; gracia quiere decir la mano del confesor que tú, agobiado de pecados, sientes que te quita toda la carga; yo te absuelvo de tus pecados; la gracia de nuestro Señor Jesucristo es mi mano cuando dentro de un momento les voy a dar la comunión, el cuerpo de Cristo, la vida de Dios. Mi palabra no es mía sino palabra de Dios y si llega al corazón de muchos que necesitan luz, consuelo, alegría, esperanza, no es virtud mía, es Dios que por mi medio está comunicando la gracia de nuestro Señor Jesucristo. El amor de Dios, el amor del Padre, de allá arrancó todo. Tanto amó Dios al mundo, hermanos, no nos hemos redimido porque haya existido un sólo hombre que haya sido digno de atraer de Dios su perdón, su reconciliación. Todo arrancó de una iniciativa divina, no lo olvidemos. Cuando nos sintamos mejores que otros no nos enorgullezcamos porque todo procede de Dios. El que tú no hayas caído en crímenes que criticas, se lo debes a Dios que no te haya dejado caer. Y el pecador que ha caído en los abismos más profundos, sepa que su redención no depende de él sino de Dios. Pídale misericordia. Por eso decimos al principio de la Misa: "Dios tenga misericordia de nosotros". La iniciativa de Dios, de donde arrancó el deseo de enviar a su Hijo, todo fue una iniciativa de Dios, el amor del Padre. Y cuando el Padre envió al Hijo y el Hijo redimió al mundo muriendo en la cruz y retornando al cielo, de aquel cielo viene -dice San Pablo- la comunión del Espíritu Santo. Comunión, una vida común, un lazo que une la vida de Dios y la vida del hombre. Una corriente que circula de Dios a la humanidad y de la humanidad a Dios. Esta es la religión, esta es la Iglesia. Por eso en la Iglesia están estas energías: la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo. Miren cómo la Trinidad Santísima logra entonces hacer de los hombres la comunión, la comunidad. Y esto es la Iglesia. "La Iglesia -dice el Concilio desde su primera línea- es el sacramento que une a los hombres con Dios y une a los hombres entre sí. Ahora si quiero fijarme, queridos hermanos, cuando yo pienso en esta comunidad de hombres y concretamente de nuestra querida Arquidiócesis, la siento tan divina que siento aquí la iniciativa de Dios que nos congrega, la gracia de Jesucristo que nos da fe y la comunión en el Espíritu Santo que nos aglutina, que nos eleva, que nos alegra, que nos consuela. Pienso en este instante, en esta comunidad Arquidiócesis, peregrina en estos cuatro departamentos, tan bonita, tan encantadora en sus Comunidades de Base, donde los hombres, los jóvenes, las mujeres, se conocen cada vez más íntimamente y sienten que en su corazón que los une, está el amor del Padre, la gracia del Hijo y la comunión del Espíritu Santo. Por eso insisto tanto, queridos hermanos, en que haya más y más Comunidades de Base. No es un invento de nuestros últimos tiempos, es la gran necesidad de que los hombres cristianos se conozcan, se amen, vivan juntos concientizándose en esta energía divina. HECHOS DE LA SEMANA HECHOS ECLESIALESEs aquí donde yo quisiera ahora alegrarme con esta comunidad que ha vivido en esta semana momentos muy felices, como fue el día del Seminario. El resultado ha sido mucha oración por los seminaristas y también mucha ayuda, aunque no toda la necesaria, pero de manera especial quiero agradecer a la Jornada del Sacrificio Voluntario que por medio de la Srita. Refugio Alvarez, entregó como fruto de su sacrificio 1.000,00 colones para el Seminario. En este mismo ambiente y como un signo sensible de esta comunidad que es la diócesis, se levanta este templo, la Catedral, que precisamente por ser el signo de la Iglesia tiene que ser el blanco de las contradicciones, objeto de muchas murmuraciones pero también objeto de mucha generosa colaboración. Yo les invito a mirar hacia arriba cuando salgan de la Misa y se den cuenta de lo avanzado que van los trabajos de nuestra cúpula y que nos animemos a ayudarla, que la construcción de una Iglesia tiene que ser el producto de todo: No tiene que ser solamente la ayuda, el subsidio, la cosa oficial, sino que tiene que ser el esfuerzo -aunque pequeñito- de todos los que nos sentimos miembros de esa Iglesia significada en su Catedral. Me quiero alegrar también al hablar de esta comunidad que el espíritu de Dios ha creado en nuestra tierra, mi visita inolvidable a la Laguna, a Comalapa, a la Junta. Tres pintorescas comunidades en aquellas pintorescas lejanías del departamento de Chalatenango. ¡Qué amor del Padre hay en aquellos corazones, qué gracia de Jesucristo hay en la santidad de aquella gente y qué comunión en el Espíritu hay en aquel amor que hacía sentir un sólo corazón y una sola alma en las misas que allá celebré, y sobre todo en las reuniones que luego tuvimos con los agentes de pastoral! Igualmente sentí esta comunión en el Espíritu, anoche, cuando estuve en la colonia Morazán junto con las religiosas de la Asunción y los que allá patrocinan la co-familia de Dios. Zona muy pobre pero que el amor la hace feliz. Hablando también de estas misioneras, alma del trabajo en aquella zona chalateca, las Carmelitas Misioneras, a quienes felicito de todo corazón. Y una felicitación también a las Franciscanas de la Inmaculada que ayer celebraron 50 años de vida en El Salvador; desde que Monseñor Belloso y Sánchez las instaló en Zacatecoluca y que ahora florecen con muchas vocaciones en todo Centro América. Esta comunidad Arquidiócesis, quiere también avisar para que celebremos con mucho entusiasmo nuestro Corpus que va a ser el próximo domingo. Propiamente sería el jueves de esta semana; pero como ya lo hemos dicho, estas fiestas importantes se trasladan al domingo. Y el domingo a las 4 de la tarde, aquí en Catedral, les espero a todos para que celebremos nuestra solemnidad de Corpus como un homenaje a aquel Cristo que es alma de nuestra Iglesia. HECHOS DE LA VIDA CIVILAhora bien, hermanos, desde esta comunidad animada por el Espíritu de Dios, como Israel en Egipto o en su peregrinar por el mundo, sentimos también que va pasando nuestra peregrinación por horas muy difíciles. Y aquí quiero mencionar atentados terroristas de esta semana. Se ametralla la Corte Suprema de Justicia. Se secuestra a don Ernesto Sol Meza, a don Luis Méndez Novoa y al Sr. Fujío Matsumoto. Y una vez más tenemos que decir no a la violencia y recordar ante estos tres nombres y estas tres familias que están sufriendo esta situación, la palabra y el recuerdo del Papa Pablo VI que, precisamente en estos días, ha pronunciado otro No a la violencia a propósito del secuestro y asesinato del político y cristiano, Aldo Moro. Por falta de tiempo no les leo el precioso mensaje escrito con su propio puño y letra del Papa Pablo VI a los secuestradores para decirles: "No los conozco, pero sí que deben tener un poquito de sentimiento humano con alguien que no merece esa suerte, que es digno de todo nuestro aprecio". Podemos decir, hermanos, la violencia no se puede justificar, siempre es inútil, siempre hace mucho mal. Y sí es cierto que en la moral católica hay situaciones de guerra justas, pero es cuando se han agotado todos los medios razonables, pacíficos. Y por eso también, en esta señalación de represiones y de violencias, mencionemos la toma de la Cruz Roja por el Comité de Madres de Presos Políticos. Mencionemos el ejército reprimiendo una manifestación de campesinos en Zacatecoluca y como consecuencia: dos muertos perseguidos hasta el Cantón El Espino. Recordemos también que hace un año fue ocupada y ultrajada la población de Aguilares, profanada la parroquia, expulsados tres sacerdotes que nos ayudaban tanto en aquella región. He de mencionar también en este ambiente de violencia, el ultraje de que fue víctima el querido sacerdote Francisco Mejía, recordándoles que todo aquel que pone manos violentas en un sacerdote, queda por el mismo hecho excomulgado; y aunque no se crea en la excomunión es un hecho que Dios margina de la comunión de su amor en el espíritu a aquel que comete pecados tan graves. También en esta semana se terminó la última etapa del Seminario sobre la Reforma Educativa y quiero felicitar a los representantes de la Iglesia que hicieron oír la voz de sus criterios. Y espero que una representación tan conspicua, como fue la de la Iglesia aquí en San Salvador, sea tenida en cuenta por las autoridades de educación, ya que la Iglesia habla con un sincero amor al pueblo, por el cual se ha tenido ese seminario. También se entregó, como se había prometido, el nombramiento de Ciudadano Meritísimo a nuestro querido Mons. Chávez y González. Como yo tenía que andar en aquella misión por los pueblos de Chalatenango que ya mencioné, no pude estar con él. Mi criterio al respecto, ya lo dije en una homilía hace quince días. También quiero decirles que Monseñor Revelo bendijo el principio de un edificio para ayudar a los damnificados de los incendios. Ha sido una presencia de la Iglesia con una clase de gente que merece el apoyo de nuestra Iglesia. Por eso les suplico que en este gesto, miren eso, la presencia de una Iglesia que no puede desentenderse de aquellos que sufren. PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAREsto es, hermanos, la realidad de nuestro peregrinar actual por la vida, pero ante todo que no se nos olvide que este peregrinar de nuestra historia en medio de tantas vicisitudes, va acompañada de aquel Dios de Moisés, de aquel Dios de nuestro Señor Jesucristo y de este Dios que está presente en nuestra comunidad porque es el amor del Padre, la gracia de nuestro Señor Jesucristo y la comunión en el Espíritu Santo. Nuestra fe proclamémosla ahora, limpia de toda falsa idea de Dios, para creer y con amor agradecer al Dios presente en nuestro pueblo. El credo será cantado. Creemos en un solo Dios, Padre. Queridos hermanos:
Hoy es el cumpleaños de la Iglesia. Ese es el día fulgurante más hermoso de todo ese ciclo litúrgico que paso a paso hemos ido sirviendo. Hoy es Pentecostés. Hoy se corona la Pascua, hoy el Cristo glorificado se perpetúa en un pueblo que lo quiera seguir. Cristo vive hoy más que nunca en Pentecostés. Este podía ser el título de esta homilía: Pentecostés, cumpleaños de la Iglesia. Y como buenos hijos de la Iglesia en el cumpleaños de nuestra Madre, alegrémonos con la alegría de un hogar donde se celebra festivo el cumpleaños de la reina del hogar. Hoy es el cumpleaños de la Iglesia. Y voy a tratar de desarrollar mi pensamiento en estas tres ideas: lº. La Iglesia es siempre acontecimiento. 2º. El espíritu de Dios es el que hace de la Iglesia una nueva creación. 3º. El Espíritu Santo, renovación del mundo actual. lº. LA IGLESIA ES SIEMPRE ACONTECIMIENTO LA IGLESIA ES NOTICIAEn primer lugar, digo que la Iglesia es acontecimiento, es noticia. Han pasado veinte siglos desde el hecho que se ha leído en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Y así como aquel primer día en que el ruido de un huracán y una lluvia de lenguas de fuego cayó sobre Jerusalén y atrajo a todos los peregrinos que en Jerusalén estaban para la fiesta de Pentecostés venidos de todos los rincones del mundo conocido, ahora también la Iglesia sigue siendo noticia, acontecimiento. Siempre es acontecimiento que atrae a los hombres a escuchar las maravillas del Señor; y a denunciar, desde su posición evangélica, seguidora fiel de Cristo, el pecado del mundo donde quiera que se encuentre. Por eso siempre es noticia, porque siempre los hombres necesitamos oír las maravillas de Dios. Y siempre los hombres -sobre todo los más pobres, los más sufridos, los que parece que viven sin esperanza- tienen necesidad de oír esa voz del espíritu que alienta las esperanzas y que denuncia las injusticias que los oprimen. LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA COMO SIGNO¿Quién me iba a decir que hoy en este Pentecostés de 1978 iba a funcionar como el huracán de Jerusalén atrayendo la atención de todo mi querido auditorio, precisamente la Corte Suprema de Justicia? Con su despliegue en la publicidad a toda la República ha hecho interesante este día de Pentecostés en la Catedral de San Salvador. Yo sé que es grande la expectativa, ¿qué va a decir el Arzobispo ante el emplazamiento de la Corte Suprema de Justicia? Por de pronto quiero decirles que la Suprema Corte ha sido hoy el signo de Dios para atraer la atención del pueblo, y que le está sirviendo como el huracán y las llamas de Pentecostés para ser interesante la noticia eterna que es la Iglesia. Siempre será Pentecostés en la Iglesia, pero mientras la Iglesia haga su rostro transparente a la belleza del Espíritu Santo. Cuando la Iglesia deja de apoyar su fuerza en esa virtud de lo alto que Cristo le prometió y que le dio en este día, y la Iglesia quisiera apoyarse más bien en las fuerzas frágiles del poder o de la riqueza de esta tierra, entonces la Iglesia deja de ser noticia. La Iglesia será bella, perennemente joven, atrayente en todos los siglos, mientras sea fiel al espíritu que la inunda y lo refleje a través de las comunidades, a través de sus pastores, a través de su misma vida. FIDELIDAD DE LA ARQUIDIOCESIS AL ESPÍRITU DE DIOSLa Iglesia, gracias a Dios en nuestra Arquidiócesis, trata de ser fiel a ese espíritu. Y por eso creo que tenemos que agradecerle al Señor esta hora de Pentecostés que no sólo es el domingo 14 de mayo de 1978 sino que es un Pentecostés que ya se prolonga entre dolores, de vía-crucis, pero entre Pascuas de resurrección. Es una alegría profunda que se vive en el corazón del pastor, de las comunidades; a donde quiera que voy Pentecostés transpira en nuestra Arquidiócesis. Yo sólo quiero pedir a los queridos sacerdotes, a las queridas comunidades religiosas, a todas las instituciones que se glorían del nombre de católicas como son los colegios, las asociaciones, las comunidades, etc., y más aún, a todos aquellos cristianos que más allá de los límites del catolicismo se han mostrado solidarios con la actitud que trata de ser evangélica de esta Iglesia de Cristo que peregrina en los cuatro departamentos de la Arquidiócesis. Quiero decirles, hermanos católicos y cristianos, tratemos de ser fieles al Espíritu; tratemos de ser el reflejo inmaculado del Espíritu de Dios, fidelidad a la santidad del Espíritu que inunda este reino de Dios en la tierra. Yo felicito a todos aquellos pastores, catequistas, celebradores de la palabra, comunidades, etc., que están colaborando con el Espíritu de Dios para renovar cada día más la belleza de la Arquidiócesis con el rostro genuinamente reflejando la hermosura, la luz, el fuego, el viento, el huracán: el Espíritu Santo. 2º. EL ESPÍRITU DE DIOS ES EL QUE HACE DE LA IGLESIA UNA NUEVA CREACIÓN.Pero en segundo lugar yo digo: el Espíritu es el que hace que esta Iglesia sea una nueva creación. Fijémonos ahora en el pasaje evangélico: Cristo resucitado el mismo día de la Pascua, en la noche se abre la puerta en el cenáculo y ya está en medio de sus discípulos que tímidos, por miedo a los judíos, por miedo a la persecución, están escondidos. Y Cristo les dice con la serenidad de una vida que ya no tiene ocaso: "Paz a vosotros". UNA NUEVA CREACIÓNY en un gesto solemne que nos evoca la primera página de la Biblia cuando Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, que sopló sobre el barro de la tierra para darle espíritu de vida, Cristo, que es hombre y que es Dios, sopla, alienta, sobre el rostro de sus apóstoles. Se diría que es el creador creando en el barro de la carne humana una nueva creación. "Así como mi Padre me envía, así os envío yo. Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonaréis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes lo retuviereis; les quedan retenidos." Como Adán, cuando despertó del primer sueño que ha tenido un hombre y ve reflejarse en todo su ser el soplo de Dios que lo hace comprender con inteligencia la maravilla de la creación, y debió de caer de rodillas para adorar -el primer gesto del hombre de rodillas ante Dios-, así me imagino que en la conciencia de los apóstoles, simples hombres, cobardes, escondidos por el miedo a la persecución, cuando reciben este espíritu de Cristo -ya que el evangelio de San Juan quiere unir en un solo acto de Cristo su resurrección y su Pentecostés porque las dos fiestas separadas por 50 días en nuestro Año Litúrgico no son más que una sola realidad-, es la glorificación de Cristo, es el hombre-Dios que está convertido en un Creador para crear de aquellos apóstoles el origen de una nueva creación. Así se entiende que aquellos apóstoles con un nuevo Adán, no con la simple vida de la naturaleza que le dio el Creador, sino con la vida del Espíritu Santo que es vida de Dios traída a su Iglesia, abren atónitos sus ojos y se sienten omnipotentes, casi como Dios: en sus manos la misión de Cristo de ir por todo el mundo, en sus manos el poder de Dios para perdonar, en las manos de la Iglesia, la Pascua Florida para hacer de ese sector del mundo que se llama la Iglesia, la irradiación de la vida de Dios a toda la humanidad, el germen, el fermento, la luz, la levadura que Cristo comparaba a su Iglesia en medio del mundo, allí queda creado. ¡Esa es la creación de la Pascua! Por eso Pentecostés es el cumpleaños de la Iglesia, porque este día nació la Iglesia. La Iglesia es el grupo de hombres creyentes en Cristo que reciben el Espíritu de Cristo, que reciben ese soplo omnipotente del Mesías, del Redentor, para convertir a todo su pueblo en redentor y Mesías. Todos nosotros, queridos cristianos, somos la creación nueva; el mundo ya no se renueva sin nosotros y nosotros somos los responsables de la renovación del mundo. Desde aquel día Cristo ha puesto en medio de la humanidad su reino, y el reino de Dios ha de comenzar a construirse ya en esta tierra. Haber predicado una Iglesia con sólo esperanzas más allá de la muerte ha sido falsear el reino de Dios. El reino que Cristo predicó y constituyó es precisamente aquel del de su soplo, el de estos hombres concretos que van peregrinando por la historia con la responsabilidad de hacer de la historia la transformación del reino de Dios. No es que ambicionemos poderes personales. A la Iglesia le salen sobrando cuando ella tiene la gran responsabilidad de santificar todas las instituciones humanas. Ella no necesita quitar el poder, quitar el dinero, quitar a nadie sus ídolos. La Iglesia sólo necesita corazones que se conviertan a Cristo, que se purifiquen como vasos limpios para que sobre ellos descienda la nueva vida que quedó inaugurada en la misma resurrección y en Pentecostés. Desde hace veinte siglos, pues, la Iglesia sigue siendo noticia y sigue celebrando su cumpleaños año con año. Un año más agregamos hoy a la vida de la Iglesia en este Pentecostés. Y podemos decir que en 1978, cuando la Iglesia Universal a la que se une esta bella Iglesia de mi Arquidiócesis, está celebrando su onomástica, su día natalicio, está tan joven, tan bella, más hermosa, más extendida, más fuerte, más fiel a su espíritu. ¡Bendito sea Dios!. Vale la pena, hermanos, pertenecer a esta nueva creación y dejarse inundar por esa fuerza del Espíritu que nos identifica con la misión de Cristo que trajo como misión traer la paz, destruir el pecado, hacer justa la humanidad. EL ESPÍRITU DE DIOSSería aquí la oportunidad -si hubiera tiempo- de hacer una bella catequesis sobre lo que a través de las páginas de la Biblia se va descubriendo: el Espíritu de Yahvé, el espíritu de Dios. En hebreo la palabra original bíblica es: "ruá", que en griego es "neuma" y en castellano espíritu. ¿Qué quiere expresar la Biblia con ese ruá, que por primera vez lo encontramos en la boca de Dios frente al barro que va a convertirse en hombre? Desde luego es vida, vida de Dios que se puede comunicar a un hombre. La Biblia, como ustedes saben, tiene muchas expresiones antropomórficas, es decir, que quiere comparar a Dios con un hombre, eso quiere decir antropomórfica. Y comparando a Dios con los gestos materiales del hombre, la Biblia menciona muchas veces ese ruá de Dios, ese soplo de Dios, ese espíritu, esa exhalación de Dios como un poder que da la vida, como un poder que transforma el pecado en una moral. A veces ese soplo de Dios se convierte en huracán y la Biblia interpreta que Dios está resollando fuerte. A veces es suave como una brisa y entonces la Biblia interpreta que es el aliento suave de Dios como la brisa, pero siempre es un poder creador y lo llama santo, así como Rama también santo el brazo de Dios. Otra figura antropomórfica porque Dios no tiene brazo, pero la Biblia habla del brazo santo de Dios para significar su poder; así dice también el Espíritu, el ruá, el neuma, el aliento santo de Dios como una emanación de Dios. En el orden natural y cuando Cristo vino, lo eleva al orden sobrenatural y toda la literatura del Nuevo Testamento trayendo toda esa herencia del Espíritu de Dios, lo eleva hasta ladran revelación de Cristo que nos dijo: que el Espíritu de Dios no es simplemente un resuello de Dios sino que es una persona, la tercera persona de aquella Trinidad beatísima donde un Padre engendra eternamente un Hijo y donde un Padre y un Hijo se aman tan profundamente y se exhalan su ser tan profundamente que constituye un amor personal. El espíritu de Dios es en amor, la tercera persona de la Santísima Trinidad. Es lo que se llama en teología una "hipóstasis" es decir, una persona. Persona como el Padre, persona como el Hijo, así el Espíritu Santo lo envía Cristo cuando Él es glorificado como un testimonio de que Dios ha aceptado la redención y de que viene al mundo a tomar posesión de todos los que creen en Cristo. "Si yo no me voy -les dijo Cristo en la última cena- no podré enviaros al otro consolador, al otro abogado". ¿Ven como Cristo habla de otro ser tan divino como Él, tan amoroso como Él, tan potente, tan verídico como Él? Ya Cristo como persona de Dios encarnada en un hombre, ya no lo veremos en los caminos de la tierra, pero por los caminos de la tierra veremos los pies de muchos hombres y de muchas mujeres que siguiendo a Cristo en el Espíritu Santo, son guiados por la fuerza divina de la redención, ya que el espíritu que Cristo mandó de su seno y del Padre a esta Iglesia que peregrina en la tierra es el otro abogado, el que predicará a través de sus ministros, el que seguirá siendo vida de la Iglesia. EL ESPÍRITU SANTO CONDUCE, RENUEVA Y ENRIQUECE A LA IGLESIASi yo tuviera tiempo, hermanos, analizara el número cuarto de la Constitución de la Iglesia del Concilio Vaticano II. Pero a quienes son católicos, que se han preocupado de conocer el Concilio, yo les invito a que en este día abran el texto del Concilio en esa constitución dogmática Lumen Gentium que habla sobre la Iglesia, y que en el número cuarto habla de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. ¡Vean que síntesis más bella hace allí el Concilio de la función del Espíritu Santo en su Iglesia! Dice que el Espíritu Santo la conduce a la plenitud de la verdad. Dice que el Espíritu Santo la renueva en la santidad de sus miembros. Dice que el Espíritu Santo la enriquece en sus dones y en sus carismas, en todas sus comunidades; como nos ha dicho San Pablo en la segunda lectura de hoy, que es otra síntesis bellísima de la función del Espíritu Santo en medio de los hombres. Él es el que suscita las vocaciones, los dones jerárquicos y carismáticos, el que da perseverancia, fortaleza, a esta misión de la Iglesia a pesar de todas las tribulaciones. Por eso, en este día del cumpleaños de la Iglesia, hemos de implorar mucho la fuerza del Espíritu para que esta Iglesia, concretamente en la Arquidiócesis de San Salvador, tenga muchos sacerdotes, religiosos, religiosas, catequistas, seglares comprometidos, comunidades que de veras se dejan conducir por la fuerza del Espíritu Santo. Pero baste cuanto se ha dicho para que quede bien claro en nuestra fe y en nuestra esperanza, en nuestra alegría pascual, que nosotros tenemos la dicha de pertenecer a ésta Iglesia que es en medio del mundo el signo eficaz de una nueva creación. Y entonces tratemos católicos, si de verdad tenemos fe en el Espíritu Santo, de dejamos renovar, ser hombres nuevos, de esos que necesitan las estructuras nuevas; y hacer de nuestra patria una patria nueva, y hacer de todos los pecados de El Salvador y de todas sus instituciones también el objeto de nuestra misión: destruir el pecado y en cambio construir el reino de Dios. Si de veras somos el pueblo que ha invadido el Espíritu Santo, y en El Salvador tiene que ser el católico salvadoreño un germen de renovación, si la Iglesia es la depositaria de aquel soplo creador del Redentor para hacer de todos sus seguidores, liberadores auténticos de la verdadera libertad del pecado y para la verdadera promoción de la vida en gracia de Dios, hacer hijos de Dios, ciudadanos del cielo, no permitamos que este país, tan gloriosamente llamado el del Divino Salvador, que así se podía llamar todo el mundo porque todo el mundo que cree en Cristo es una prolongación de su divina salvación, pero nosotros salvadoreños con mayor empeño, hagamos de nuestro bautismo, de nuestro compromiso, de nuestro evangelio, verdaderamente una promesa fiel a pesar de todo, de que hemos de trabajar impulsados por el Espíritu. Lo sentimos todos, pero no todos somos fieles a Él. Sentimos que nos reprocha nuestras cobardías, pero somos capaces de superar esas cobardías. Sentimos que sopla fuertemente para hacernos más valientes y somos cobardes y hasta traidores y mentimos cuando él es el Espíritu de la verdad. No debían llamarse cristianos aquellos que han recibido el Espíritu Santo y lo están tratando a bofetadas porque sólo viven de la mentira, de la injusticia, de la calumnia, de la violencia y de todo aquello que es reprimir la vida del Espíritu. Ojalá nuestra Iglesia fuera, de veras, la nueva creación en medio de todas las circunstancias de nuestra historia. 3º. EL ESPÍRITU SANTO, RENOVACIÓN DEL MUNDO ACTUALFinalmente, hermanos, mi tercer pensamiento es que el Espíritu Santo renueva a nuestro mundo actual. Y yo aquí me voy a concretar a tres acontecimientos de este Pentecostés glorioso de 1978. LA CONFIRMACIÓN DE LOS JÓVENESEl primer acontecimiento fue el de anoche, la confirmación de los jóvenes. Doscientos jóvenes llenaban esta Catedral en la Vigilia de Pentecostés, con sus padrinos, con sus padres y madres hicieron una promesa al Espíritu Santo de recibirlo en el sacramento augusto de la Confirmación y de ser fieles a su inspiración. Cuando terminaba la ceremonia, un joven estuvo en este mismo ambón donde ahora predico y dirigió a la juventud un mensaje muy conmovedor. Yo quiero subrayar sus dos grandes iniciativas; le dijo a todos los jóvenes, principalmente a los doscientos que se confirmaban anoche, que siguieran reuniéndose para meditar en la Palabra de Dios, que organizaran pequeños grupos de reflexión. Ya sabemos, hermanos, lo peligroso que ésto constituye ahora en nuestro ambiente cuando la reflexión de la Palabra, el estudio de nuestra religión que trata de concientizar al hombre desde la Palabra de Dios, que increpa al cobarde y que no quiere conformismos y que quiere justicia y que quiere verdadero orden y no quiere atropellos, la Palabra de Dios es conflictiva; y por eso, reunirse en torno de la Palabra de Dios para meditarla, es un reto, no subversivo, sino constructivo. Y la juventud se ha comprometido anoche a reflexionar en esa Palabra de Dios. Y la otra iniciativa fue que desde anoche, la juventud que se confirmaba en Catedral de San Salvador, ha lanzado una invitación, que casi diría un reto, a toda la juventud de la Arquidiócesis para que se preparen ya desde ahora a celebrar en la Semana Santa de 1979, en la noche del Sábado Santo, una Pascua de juventud, una Pascua que en la juventud salvadoreña proclame que Cristo vive, que Cristo ha resucitado y que el mejor argumento de su vida perenne no es el sepulcro vacío sino la vida de los jóvenes que encaman el entusiasmo, la alegría, la sinceridad, el espíritu de renovación de Cristo. Este hecho para mí, ha constituido el gesto más hermoso que el Espíritu Santo nos ha regalado en este Pentecostés de 1978. Yo quiero felicitar y agradecer a los colegios católicos, a las parroquias, a las comunidades que colaboraron con esta hermosa iniciativa de la confirmación de la juventud. Y queda así también confirmada nuestra voluntad de que la Confirmación no tiene que ser sacramento de niños inconscientes, tiene que ser de jóvenes. Y que desde el primer domingo de Adviento o sea desde noviembre de este año, ya no se permitirá confirmarse a los niños chiquitos. Traten de comprendernos, hermanos, se trata del bien de esos mismos niños. Es muy distinto ser confirmado sin darse cuenta, que ser confirmado como anoche en plena juventud, cuando se siente en el corazón el batir de nuevas pasiones, de nuevas circunstancias en el mundo, cuando el bautizado de niño comprende al llegar a la juventud que necesita una nueva fuerza del Espíritu Santo. Por eso fue grande nuestro Pentecostés, porque doscientos jóvenes conscientemente han abierto sus manos y su corazón para decir: Ven Espíritu Santo a llenar la alegría de mi juventud. DÍA DEL SEMINARIOEl segundo acontecimiento es que hoy es el día del Seminario. Este acontecimiento que El Salvador une con Pentecostés, debe hacernos reflexionar muy bien no sólo para enviar un saludo de admiración y de cariño a los jóvenes que han intuído el llamamiento de Dios para el sacerdocio en una hora en que ser sacerdote o es estar loco o es ser un héroe. Sacerdotes mediocres, sacerdotes a medias, sacerdotes en componendas con Dios y con el diablo, no son auténticas vocaciones. Saludamos y admiramos a los jóvenes que llenan hoy el seminario y que saben que comprometerse con el sacerdocio si no están locos, es porque anhelan un gran heroísmo; y vale la pena ser protagonistas con Cristo mediante su espíritu de fortaleza, para predicar un reino en medio de tantas idolatrías del mundo. A todos nos interesa, queridos hermanos, tener un aprecio muy grande del Seminario San José de la Montaña. No sólo es un monumento de cemento armado, a los pies de San José, San José de la Montaña, sino que es una escuela del sacerdocio de la Iglesia al que debe de converger, como un símbolo de esperanza, toda la vida de la diócesis para apoyarlo con oraciones, con apoyos morales, a no desanimar a nuestros jóvenes, sino, al contrario, decirles desde el mundo cómo son los sacerdotes que estamos esperando de ese Seminario. Y, sobre todo, hermanos, comprender que en una hora de transformaciones tan profundas -como lo estaba diciendo el seminarista aquí antes de la misa- la figura, del seminarista de hoy no puede ser la figura de las viejas tradiciones. Sin llegar a ser un guerrillero, porque el Seminario no es una escuela de guerrilleros aunque así lo hayan querido calumniar, el Seminario es una escuela de promociones jóvenes, de un sacerdocio joven, de un sacerdocio como lo necesitan los pueblos de hoy, de un hombre que siendo verdaderamente un hombre de oración muy comprometido con Dios, sepa también ser un hombre del pueblo, en medio del pueblo, voz del pueblo, sintiendo con su pueblo sus angustias y sus esperanzas. Y gracias a Dios estos son los seminaristas que abriga hoy San José de la Montaña. Y también, hermanos no olvidemos que la condición humilde de las familias de donde procede la mayoría de las vocaciones, necesita la comprensión, no la limosna sino la responsabilidad de que es todo el pueblo de Dios el que necesita esos sacerdotes. Y que si hay familias que aunque muy pobres, han dado a su propio hijo para el sacerdocio, justo es que otras familias a las que Dios no les ha querido dar una vocación, sepan hacer suyo ese honor ayudando generosamente al Seminario. Hoy, hermanos, cuando el pretender ser sacerdote encuentra tantos obstáculos y no encuentra la facilidad económica, no importa, nuestra fuerza está en el Espíritu Santo que sabrá suscitar en el pueblo generoso la ayuda que está haciendo posible mantener un seminario repleto de vocaciones. Yo quiero hacer honor aquí y felicitar al equipo de jóvenes sacerdotes, que representando a la Iglesia de todo El Salvador, están formando con mucha seriedad a estos jóvenes. Yo quisiera que el pueblo los conociera para que tuviera una idea exacta de que esos sacerdotes que forman a nuestro futuro clero, no tienen nada de esas falsas acusaciones que muchas veces quieren desprestigiar la obra del Seminario. Quiero también tributar en este marco del Seminario un voto de admiración y de gratitud profunda a aquella figura inolvidable que se nos fue, el P. Ladislao Segura. Pero que el Seminario, en un gesto de agradecimiento entrañable, recogió su cadáver para guardarlo junto al Santísimo Sacramento y a la Virgen donde los seminaristas oran. Allí estará siempre en oración el cadáver de un hombre que consumió, diríamos, toda su existencia sacerdotal, oculta como la violeta, al servicio de este apostolado al que me estoy refiriendo. UNA PROCLAMACIÓN EVANGÉLICA DE LA JUSTICIA EN MEDIO DE LAS REALIDADES DE NUESTRO PAISY finalmente hermanos, un tercer acontecimiento de este Pentecostés es una proclamación evangélica de la justicia, en medio de las realidades de nuestro país. Hace quince días en este mismo lugar, yo expresaba textualmente estas palabras: "Hermanos, no podemos olvidar que un grupo de abogados lucha por una amnistía y publica sus razones que le han movido a pedir esta gracia en favor de tantos que perecen en las cárceles. Estos abogados denuncian también anomalías en el procedimiento de la Cámara Primera de lo Penal, donde el juez no permite a los abogados entrar con sus defendidos, mientras que se permite a la Guardia Nacional una presencia que atemoriza al reo que muchas veces lleva las marcas evidentes de la tortura. Un juez que no denuncia las señales de la tortura sino que sigue dejándose influenciar por ella, en el ánimo de su reo, no es juez justo. Yo pienso, hermanos, ante estas injusticias que se ven por aquí y por allá hasta en la Primera Cámara y en muchos juzgados de pueblos, ya no digamos jueces que se venden. ¿Qué hace la Corte Suprema de Justicia? Yo quiero felicitar a los abogados cristianos o no cristianos, pero con gran sentido de justicia, que están poniendo el dedo en la llaga. Ojalá todos nuestros abogados sean de verdad una esperanza de la justicia tan maltratada en nuestro ambiente". Esto fue lo que dije hace quince días. 1. El Secretario de la Corte Suprema de justicia me ruega "de la manera más respetuosa, expresar los nombres de los jueces venales" a que me referí en la citada homilía. A propósito de esta honrosa comunicación debo aclarar, principalmente en atención a la posible confusión de la opinión pública provocada por la publicación de la Suprema Corte de justicia y por los comentarios de la prensa nacional. a) Agradezco, ante todo, y me alegra la oportunidad que la Corte Suprema de justicia me ofrece para ampliar lo que dije en mi homilía pronunciada el 30 de abril del corriente año en la misa de la Catedral. Y lo agradezco y me alegro porque, al fin, después de tanto tiempo de estarse denunciando estas cosas, la Corte Suprema de justicia declara públicamente su intención de empezar a sanear lo que está malo en ese supremo poder tan trascendental para la paz de nuestra vida nacional. b) Que el atento llamado de la Suprema Corte de justicia no significa un emplazamiento jurídico ya que obviamente no responde a figura alguna regulada por las leyes y que, por tanto, mi respuesta es una espontánea reafirmación de mi compromiso pastoral en defensa de la justicia, de la verdad y del pueblo. c) Que la respetuosa nota de la Secretaría de la Corte Suprema de justicia ha mutilado la palabra y deformado el espíritu de mi citado mensaje, pues intenta constreñirme a que "exprese los nombres de los jueces venales" a que entonces me referí, siendo así que yo no he usado textualmente ese término "venal" citado entre comillas. Y, si ciertamente mencioné en mi homilía "jueces que se venden", se trataba de un término meramente incidental en todo el contexto de mi mensaje que denunciaba irregularidades más generales que atañen a todo el sistema de la administración judicial. Poner un énfasis exclusivo en ese término accidental sin mencionar el contexto general que lo enmarca es un procedimiento ilógico e injusto, por no sospecharlo malicioso, pues con ello la Corte Suprema de Justicia da la impresión de que quiere ocultar, o distraer la opinión pública del punto central de mi mensaje que -repito- fue y sigue siendo denunciar un mal social enraizado en las instituciones y procedimientos que están bajo la responsabilidad de ese Honorable Tribunal. 2. Por lo demás, es un hecho bien conocido que la prueba de los actos de venalidad, que la Suprema Corte me invita a presentar, es una de las más difíciles de aportar, por la sencilla razón de que el delito alcanza al funcionario que se vende, como a la persona que lo compra y a todos aquéllos que han colaborado en la negociación; por ello, resulta muy difícil que quien ha estado involucrado en tales hechos, quiera testificar respecto a ellos. 3. Debo también aclarar que mi perspectiva de pastor cuando predico mis homilías, es de carácter teológico y no jurídico. Muchas veces lo he repetido que el lenguaje y la actitud de la Iglesia no invade los campos de la técnica humana o de la política sino desde una competencia evangélica que la obliga a denunciar el pecado donde quiera que se encuentre. Es, por tanto, como pastor que yo expreso con ánimo de corregir el clamor del pueblo oprimido por el pecado y la injusticia del mundo. A la Corte Suprema de justicia toca -como institución que, en una auténtica democracia debe vigilar el cumplimiento de las leyes y denunciar el abuso de los demás poderes del Estado- "Proceder al enjuiciamiento de la ley y deducir responsabilidades correspondientes", como lo expresa con elocuencia la nota que de Ella tuve el honor de recibir. No soy yo pues, el indicado para expresar unos nombres que la Suprema Corte puede investigar teniendo en cuenta, por ejemplo, las conocidas agrupaciones de madres o familias de reos políticos o desaparecidos o desterrados y tantas denuncias de venalidad publicadas bajo la responsabilidad de los medios de comunicación social no sólo en el país sino en el extranjero. Por lo demás, el concepto de venalidad creo que, por lo menos desde mi perspectiva teológica, lo llena cualquier funcionario que recibe del pueblo un salario para que administre justicia y, en cambio, se hace cómplice de la injusticia estimulado por complacencias pecaminosas; y este fenómeno puede investigarlo con más facilidad quien tiene, junto con los instrumentos adecuados, la misión y el grave deber de hacerlo. 4. Pero, sin duda alguna de mucha mayor gravedad que los casos de venalidad, son aquellos otros que, sí demuestran un desprecio absoluto de la Honorable Corte Suprema de Justicia, por las obligaciones que la Constitución Política le impone, la cual todos sus miembros se han obligado a cumplir. Esa Honorable Corte no ha remediado estas situaciones, tan contrarias a las libertades públicas y a los derechos humanos, cuya defensa constituye su más alta misión. Tenemos pues, que los derechos fundamentales del hombre salvadoreño son pisoteados día a día, sin que ninguna institución denuncie los atropellos, y proceda sincera y efectivamente a un saneamiento en los procedimientos. a) Se consagra que "toda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley" (Art. 8 Decl. Derechos Humanos). Concretamente en nuestro país, "toda persona tiene derecho al habeas corpus ante la Corte Suprema de Justicia o Cámaras de 2a. Instancia, cuando cualquier autoridad o individuo restrinja ilegalmente su libertad" (Art. 164 Constitución Política). Varios jueces ejecutores en actitud honesta y valiente han informado a la Corte Suprema de Justicia sobre las imposibilidades que se encuentran en los cuerpos de seguridad para llevar a cabo su sagrada misión constitucional. b)Reza la Constitución Política: "Ninguna persona puede ser privada de su vida, libertad, ni de su propiedad o posesión, sin ser previamente oída y vencida en juicio con arreglo a las leyes; ni puede ser enjuiciada dos veces por la misma causa" (Art. 164). Cabe señalar, y esta situación ha sido para mí especialmente dolorosa, que hemos recibido a tantas madres y esposas de personas que se encuentran desaparecidas. Algunos acontecimientos que son del dominio de todos los salvadoreños, otros en situaciones bien especiales que hacen presumir la intención con que se dan estos "desaparecimientos". Varias madres, esposas e hijos, que de extremo a extremo, en todo el territorio han recorrido el triste calvario de la búsqueda de aquel ser querido, sin encontrar absolutamente ninguna respuesta. Nos consta que existen cerca de ochenta familias con algún miembro que ha sido capturado, sin que hasta hoy hayan sido consignados a ningún tribunal. Manifiesto ante esta gravísima situación, que día a día rasga dolorosamente el corazón de estas madres, esposas e hijos, una sola máxima: "Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado" (Art. 9 Declr. Derechos Humanos). c) Reza la Declaración Universal de Derechos Humanos, varias veces citada: "Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio y a regresar a su país" (Art. 13). Recuerdo también este derecho, contemplado en la Constitución, que protege a todos aquellos salvadoreños que se encuentran en un angustioso exilio. "No se podrá expatriar a ningún salvadoreño, ni prohibírsele la entrada en el territorio de la República, ni negársele pasaporte para su regreso u otros documentos de identificación" (Art. 154 Constitución). Se declara esto oficialmente, y por otro lado no se escucha la denuncia de aquellos salvadoreños que no pueden ingresar al país. d) "Toda persona tiene derecho a dirigir sus peticiones por escrito, de manera decorosa, a las autoridades legalmente establecidas; a que se le resuelvan, y a que se les haga saber lo resuelto" (Art. 162 Const. Política). No podemos olvidar entonces, que varios Abogados, así como algunos ciudadanos en el ejercicio de sus derechos han presentado respectivamente, una ejecución de amnistía para todas aquellas personas involucradas en los acontecimientos de San Pedro Perulapán; y un recurso de inconstitucionalidad de la "ley de defensa y garantía del orden público". Hasta este momento, después de varias semanas desde su presentación, no hemos escuchado ninguna resolución por parte de quienes compete dictarlas. e) La Prensa ha divulgado varias situaciones anómalas que dejan un tremendo malestar en el pueblo. Se denuncia a funcionarios administrativos y judiciales, y a pesar de que estas posibles irregularidades son del dominio público, no hemos notado un interés delicado y justo por parte de las autoridades competentes. No es mi intención especificar detalles acerca de estos hechos. Estoy convencido que si verdaderamente existiera un interés social en el manejo de la cosa pública los hechos serían investigados exhaustivamente, con el fin de lograr un verdadero y auténtico bienestar social, así como para sentar precedentes. f) Tanto la Declaración Universal de Derechos Humanos, como nuestra ley fundamental -tal como lo he dicho-, consagran el sagrado derecho a la Libertad, el que ha sido violentado de diversas formas. "Ningún poder, autoridad o funcionario podrá dictar órdenes de detención o prisión si no es de conformidad con la ley, y estas órdenes deberán ser siempre escritas" (Art. 166 Constitución Política). Contradictoriamente hay personas que son capturadas por los cuerpos de seguridad, y puestos a la orden del Tribunal después de transcurridos más de ocho días, sin observar las prescripciones constitucionales. Personas que han sido detenidas ilegalmente, y retenidas en los cuerpos de seguridad hasta por mas de treinta días. Estas situaciones son del dominio público, vertidas en noticias periodísticas y en ocasiones, dolorosas, como las sucedidas en Aguilares, El Paisnal, San Pedro Perulapán, San Marcos Lempa. Ante esto, de conformidad con Artículos de la Constitución y de la ley penal, sé perfectamente que hay términos legales que tienen obligación de cumplir los cuerpos de seguridad para consignar a los reos que custodian, y que existen disposiciones penales para que esa custodia no sea violenta, atemorizadora para la persona detenida. ¿Cuántos reos no han sido presentados ante los Tribunales con evidentes marcas, señales de malos tratamientos ... ? g) Los obreros, de conformidad al Art. 191 de nuestra Constitución "tienen el derecho de asociarse libremente para la defensa de sus respectivos intereses, formando sindicatos". Este principio a "fundar sindicatos y a sindicalizarse para la defensa de sus intereses" (Art. 23, inc. 4. Decl. Universal Derechos Humanos) es vulnerado en diversas formas. Desde el hecho de restringir la libertad de dirigentes obreros, hasta otorgar sutilmente prebendas y concesiones a aquellos laborantes que rechacen la organización sindical. Ya no digamos -el derecho que "tienen los trabajadores a la huelga" (Art. 192 Constitución Política). Esta medida utilizada en caso extremo por el obrero salvadoreño ha sido reprimida y tergiversada a mansalva. Se dice que la mayoría de las huelgas son "subversivas", "que obedecen a consignas internacionales", a pesar de que como medida legal son puestas en práctica por el trabajador para defender contratos colectivos de trabajo, salarios, días de vacaciones reconocidos en la ley laboral, y para proteger sus intereses profesionales. Conforme a la Declaración Universal de Derechos Humanos y a nuestra Carta Magna la sindicalización está consagrada como un derecho social. Es imposible entonces entender todas las inconveniencias, trabas y obstáculos pormenorizados que se le presentan al jornalero agrícola para lograr la práctica de esa facultad elemental. 5. Ante todas estas situaciones del dominio público, nos parece que el Poder judicial, generalmente se ha replegado en su intervención, la que como manifesté en la homilía aludida es básica e importante. ¿Dónde está -expresé entonces-, el papel trascendental, en una democracia, de este poder que debería velar y reclamar justicia a todo aquél que la atropella? Esta denuncia que se inspira en un positivo "animus corrigendi" y no en un mal espíritu de maledicencia, creo un deber hacerla, en mi condición de Pastor del pueblo que sufre la injusticia. Me lo impone el Evangelio por el que estoy dispuesto a enfrentar el proceso y la cárcel aunque con ellos no se haga más que agregar otra injusticia. Quiero terminar agradeciendo sinceramente a las innumerables personas, especialmente a los amables Profesionales y Estudiantes del Derecho que se han dirigido a mi haciéndose solidarios de esta franca preocupación de la Iglesia por la justicia en nuestro país. Lo agradezco sobre todo porque esta colaboración es una positiva construcción de la paz, pues esta Iglesia del Espíritu Santo viene proclamando desde los lejanos tiempos de Isaías, y hoy lo repito con la renovada juventud de este Pentecostés, en medio de la dramática realidad de nuestro país "La Paz sólo puede ser el producto de la justicia" (Is. 3 2, 1 7) "Opus justitiae pax ". Proclamemos ahora nuestra fe. (Una gran ovación de aplausos)... Muchas gracias por esa rúbrica que han puesto en mi pobre palabra. Y ahora, llenos de fe y esperanza en el Espíritu que anima esta Iglesia, digamos: Creemos en un sólo Dios... Queridos jóvenes que van a recibir hoy la plenitud de su iniciación cristiana:
Queridos hermanos: Esta presencia de juventud en la Catedral y el recuerdo que el evangelio nos acaba de hacer, se completan en la liturgia de este día. QUIEN TENGA SED, VENGA A MÍ Y BEBA". . . Era el día más solemne de las fiestas de los tabernáculos, cuando una procesión de jóvenes llevaba ánforas de agua de la piscina de Siloé hacia el atrio del templo, para significar el ansia de agua pidiendo al cielo la lluvia para nuestra tierra. La tierra luego germinaba, brotaba la naturaleza bajo la fecundidad del agua. Y Cristo asume esa ceremonia, esa liturgia de su pueblo para traducirla en la bella realidad que Él trae al mundo. Así como la tierra reseca anhela lluvia, el agua, así la humanidad sin la vida del Espíritu de Dios es desierto, es árida. Y por eso grita en medio de la fiesta, en medio de aquella juventud con los cántaros de agua: "El que tenga sed, venga a Mí y beba". Y hablaba del Espíritu -dice el Evangelio- que habían de recibir los que creyeran en él. Todavía no había venido el Espíritu -comenta San Juan- porque para que el Espíritu de Cristo glorificado viniera a continuar su misión de ser agua fecunda en el mundo, era necesario que esa humanidad de Cristo, fuera glorificada en la ascensión a los cielos. LA IGLESIA CONTINÚA DANDO EL ESPÍRITUDiez días después que Cristo subió a los cielos, sobre Jerusalén se vio llover el Espíritu Santo que venía a fecundar al mundo con la presencia mística de aquel Cristo que es agua que fertiliza a los corazones. Y desde aquel pentecostés que inició la vida de la Iglesia, continuación de la vida de Cristo en el mundo, continúa la Iglesia dando el Espíritu de Cristo a quienes creen en Él. Y todo aquel que cree en Cristo, y como ustedes queridos jóvenes se acercan a recibir el Espíritu de Cristo, son tierra fecunda. Y como dice el Concilio hablando del sacramento de la confirmación: ustedes, esta noche, van a identificarse más con ese Cristo, van a incorporarse más íntimamente a esa Iglesia; y con el don del Espíritu Santo, se capacitan con una nueva fortaleza para defender y difundir el mensaje que como agua fecunda necesita el mundo. Bendito sea Dios que este sueño de renovación litúrgica ha realizado entre nosotros gracias a la colaboración de los colegios católicos, de las comunidades parroquiales, de las comunidades juveniles, de las comunidades de base, esta noche, la renovación del sacramento de la confirmación. No un sacramento dado a chiquillos que no entienden lo que reciben, sino un sacramento a jóvenes conscientes como unos jóvenes que saben, como aquella procesión de Jerusalén, que el agua es necesaria para la tierra y piden a Dios la gracia del agua, así ustedes van a recibir el don del Espíritu Santo, el agua fecunda del Espíritu que necesita el mundo para ser más fecundo en el amor, para que el mensaje de Cristo sea llevado por ustedes que desde esta noche quedan más incorporados, más comprometidos con este reino y con este mensaje. Tienen que llevar a ese mundo como torrente de vida, su propio testimonio, su propia palabra. EL SACRAMENTO DE LOS MÁRTIRESEl sacramento que ustedes van a recibir ahora, es el sacramento de los mártires. Mártir quiere decir testigo, testigo de una vida que el mundo no conoce. Testigo de una vida que el mundo no conoce y que por eso la persigue y la calumnia. El confirmado tiene que ser un joven, una mujer valiente para dar su cara por Cristo como los mártires. No tuviéramos las gloriosas páginas del martirio en la Iglesia de Cristo, si no hubiera sido por este don del Espíritu Santo que ustedes van a recibir. ¿Quién le pudo dar fortaleza a los jóvenes, a las virgencitas de aquel tiempo, para morir entre las fieras o bajo la cuchilla de los verdugos sino la fuerza del Espíritu Santo que les hacía confirmados en esa fe, morir antes que traicionar su cristianismo? ¡Cuánto necesitamos esta valentía en esta hora de cobardes, de traidores, de vendedores de su fe! Jóvenes, en ustedes la Iglesia se renueva, en ustedes el Espíritu de Dios es como agua fecunda para la humanidad de esta Arquidiócesis que vive en esta noche un Pentecostés no sólo en su Catedral, sino en todo el ámbito de sus fronteras gracias a que ha habido mártires que han sido nobles, profesionales de su confirmación, de su bautismo, de su eucaristía, de su fe en Cristo. Que ustedes sean ese reverdecer. La juventud siempre es un signo de renovación. La juventud muchas veces se encuentra hasta en gente madura porque siempre renueva su fe. Así como el desierto, tierra sin agua, no solamente es aridez de la naturaleza, así también en los corazones se muere la vida cuando hay cobardía, cuando no hay valentía de defender esta fe de martirio que Cristo va a entregarles en esta noche. EL ESPÍRITU VIENE A SU IGLESIAYo me alegro de ser el ministro, junto con mis hermanos sacerdotes, de este don del Espíritu Santo en este Pentecostés de 1978. Sólo les pido a ustedes, queridos jóvenes que van a ser confirmados, y a todos ustedes queridos cristianos ya confirmados desde hace mucho tiempo, así como a nosotros sacerdotes y obispo, que en esta noche renovemos todos la conciencia de que el Espíritu Santo ha venido a su Iglesia que somos nosotros; y seamos como los apóstoles que de cobardes se convierten en valientes, para llevar el reino de Cristo bajo el impulso del Espíritu a un mundo pagano que luego se convierta en adorador de Cristo. Seamos en esta hora definitiva de nuestra historia, los apóstoles que saliendo de este cenáculo del Pentecostés moderno, sepamos dar testimonio de nuestra fe y de nuestra esperanza cristiana. Vamos a proceder entonces a este hermoso momento en que la Catedral es un verdadero cenáculo. Comienza la liturgia del sacramento de la confirmación. El año litúrgico, que vamos siguiendo domingo a domingo, está hoy en la semana culminante. La Ascensión de Cristo celebramos este domingo, y el próximo domingo, la venida del Espíritu Santo. La obra de Cristo que anunció antes de Navidad el gran misterio del Dios que se hizo hombre que nos conmovió durante esos días felices de la Navidad y de la Epifanía, el misterio de un Hombre-Dios que muere en una cruz y resucita por nosotros; fue preparado durante toda una Cuaresma y desde la Pascua, Sábado Santo en la noche, hasta hoy, Ascensión y Pentecostés, cincuenta días de plenitud, de júbilo, de esperanza, llega a coronarse la obra de Cristo. Y éste es el sentido de la fiesta de hoy.
Asistamos pues, a nuestra liturgia dominical con espíritu nuevo a alentar en esta fuente de santidad, de regocijo, de alegrías profundas, nuestro caminar en la historia. Por eso, este cuidado que debe tener el predicador de la homilía de ir iluminando con ese misterio de Cristo, que siendo el mismo porque es eterno, las realidades concretas de la historia. Es un deber, difícil muchas veces, porque esa luz de la redención que ilumina nuestro paso en la tierra muchas veces tiene que iluminar cosas muy desagradables. Pero tiene que hacerlo, sino, no fuera del Evangelio la luz del mundo, la lámpara de nuestro paso. HECHOS DE LA SEMANAPor eso me alegro citar y hacer como el ambiente de nuestra reflexión de la Palabra y del misterio que celebramos, los hechos concretos en que se ha movido nuestra semana. La realidad a veces es agradable, -no siempre, pero generalmente una realidad que muchas veces choca horriblemente con los grandes designios del amor de Dios-, que quisiera de nuestra Patria y del mundo, una ciudad iluminada por una civilización de amor, una antesala, un camino hacia ese destino que hoy, precisamente, nos marca la Ascensión del Señor. ¿Por dónde ha peregrinado el pueblo de nuestra Arquidiócesis durante esta semana? MUERTE DEL P. LADISLAO SEGURAQuiero, ante todo, traer al recuerdo de esta misa y para encomendarlo a la oración de todos, la memoria muy querida del Padre Ladislao Segura. Cuando el domingo pasado predicaba aquí, todavía ignoraba el triste acontecimiento de su muerte repentina en un cuarto de la casa de la Iglesia del Carmen en Santa Tecla, donde iba a pasar siempre el sábado por la tarde y por la noche, para cumplir religiosamente ese deber de todo religioso: la vida comunitaria. Los jesuitas, que por su trabajo muchas veces viven un poco individualmente, tienen el deber de ir a convivir cada semana o cada quince días a sus casas de comunidad. Y el Padre Segura era muy fiel a esa ley. El sábado por la tarde allá estaba con sus compañeros, los jesuitas de la Iglesia del Carmen en Santa Tecla. Y la noche del sábado la ocupaba para preparar su homilía del domingo, para estudiar, hombre que siempre se preocupó de estar al día en las ciencias eclesiásticas. En su escritorio de muerte se encontraron documentos preparatorios de la reunión de obispos en Puebla en octubre de este año y unos apuntes de su homilía para el domingo hace ocho días, y para el día del trabajo el lº de mayo. Murió, pues, mientras trabajaba, murió trabajando. Por eso se dijo en su funeral, el lunes, que era un bello símbolo del trabajo. Yo quiero destacar en su vida, estos tres grandes aspectos: El pescador de vocaciones, como lo llamaron los seminaristas en su programa del viernes por radio, pescador de vocaciones. ¡Cuántos sacerdotes hoy y cuántos alumnos del Seminario Mayor y Menor deben a la intervención del P. Segura con sus familias, con sus párrocos, el haber encontrado y cultivado su propia vocación sacerdotal! Otro aspecto es su solicitud por la vida religiosa. Las comunidades, sobre todo de religiosas, encontraron un sólido apoyo y orientador en el P. Segura. Y un tercer aspecto es el hombre de la doctrina sólida. Consejero de todo aquel que con preocupaciones teológicas o canónicas se acercaba, y con la prudencia del verdadero sabio no daba la respuesta inmediatamente, sino que pedía tiempo para estudiar y consultar y así salían esos consejos, esas orientaciones tan seguras para quien buscaba allí un apoyo doctrinal, disciplinario, canónico. Que el Señor le conceda, pues, el eterno descanso. Y yo pido a Uds., que oremos mucho por él, sobre todo, a la comunidad de la Colonia Dolores donde el P. Segura, además de estas características meritorias, fue un verdadero pastor de aquel sector de nuestra ciudad. JORNADA MUNDIAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOCIALOtro aviso para este domingo es que hoy en toda la Iglesia Universal se está celebrando la Jornada Mundial de los Medios de Comunicación Social. Lamentablemente no hemos tenido propaganda pero baste al menos esta palabra para llamar la atención de todos los católicos acerca de un uso crítico, consciente, de los medios de comunicación social. Quiero decir, que esos medios maravillosos como son el periódico, la radio, la televisión, el cine, donde grandes masas humanas están comunicando un pensamiento, muchas veces son instrumentos de confusión. Esos instrumentos, artífices de la opinión común, muchas veces se utilizan manipulados por intereses materialistas y así se convierten en mantenedores de un status injusto, de la mentira, de la confusión; se irrespeta uno de los derechos más sagrados de la persona humana que es el derecho a estar bien informado, el derecho a la verdad. Ese derecho es el que cada uno tiene que defender por sí mismo haciéndose crítico al manejar los medios de comunicación social. No todo lo que está en el periódico, no todo lo que se ve en el cine o en la televisión, no todo lo que nos dice la radio, es verdad. Muchas veces es precisamente lo contrario, la mentira. De allí que el hombre crítico sabe depurar para no envenenarse con todo lo que cae en sus manos. Esta es la conciencia que se quiere despertar hoy en el día de la comunicación social, que tengamos lectores del periódico, críticos; que sepan decir esto es mentira, esto no conviene con aquello que dijeron ayer; esto es tergiversación porque yo he visto lo contrario. Ser críticos es una de las características necesarias de hoy y por esa conciencia crítica que la Iglesia trata de sembrar, es por lo cual la Iglesia está teniendo conflictos muy serios porque los intereses, naturalmente dominadores, quisieran mantener adormecida una masa y no tener hombres críticos que sepan discernir entre la verdad y la mentira. Y yo creo que nunca como ahora había existido en el mundo, sobre todo en nuestro ambiente, una lucha -diríamos- lucha a muerte entre la verdad y la mentira. A eso se reduce el conflicto de la hora actual: La verdad y la mentira. No olvidemos que Cristo dijo esta gran palabra: "La verdad os hará libres". "Busquemos siempre la verdad". Hay un dicho de San Agustín que me parece que es muy oportuno en nuestro tiempo: "liventer credimus pos credere volumus", que quiere decir: "que con mucho gusto creemos lo que queremos creer". Por eso se hace tan difícil creer la verdad porque muchas veces no quisiéramos creer la verdad, molesta la conciencia; pero la verdad aunque moleste hay que aceptarla y hay que querer creer en ella para que el Señor nos bendiga siempre con esa libertad de quien ama la verdad y no vende la verdad, la pluma, la voz, el medio de comunicación, al mejor postor, al que da más dinero, al interés, al materialismo. ¡Lástima tantas plumas vendidas, tantas lenguas que a través de la radio tienen que comer y se alimentan de la calumnia porque es la que produce! La verdad muchas veces no produce dinero sino amarguras, pero vale más ser libre en la verdad que tener mucho dinero en la mentira. EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIONSe acerca el día del Seminario, el próximo domingo día de Pentecostés, será un día de la juventud. Ya hemos estado anunciando que el sábado de esta semana, a las 8 de la noche, aquí en la Catedral, tendremos la ceremonia de confirmación de jóvenes. Hay unos 200 jóvenes preparándose con verdadero espíritu a recibir ese sacramento del Espíritu Santo. Invito a todo el pueblo de Dios para que renovemos entonces ese sacramento que recibimos muy chiquitos y que no nos dimos cuenta, pero que tiene tanta responsabilidad, la fuerza, el don del Espíritu Santo. Por eso, los que ya lo recibimos, vamos a renovar nuestra conciencia de ser confirmado nuestro compromiso de defender nuestra religión: Para eso se da la confirmación. Y 200 jóvenes nos darán el ejemplo de prepararse como se debe de preparar un hombre para recibir un sacramento tan importante. Por eso hemos dispuesto que desde Adviento, o sea, diciembre en adelante, no se dará el sacramento de Confirmación a menores de 15 años para que con toda conciencia lo sepan recibir y sepan responder a una gracia tan singular. EL ÁNGELUSQuiero avisarles con gusto que desde este domingo, primer domingo de mayo, al medio día, vamos a rezar juntos el Ángelus, a través de la radio. Les invito a que a las doce en punto, sintonicen sus aparatos de radio en la YSAX, La Voz Panamericana, para que junto con su Pastor y unidos con el Papa que también lo hace al mediodía en Roma todos los domingos, recemos este saludo a la Virgen orando por tantas necesidades de la Iglesia. Será una manera de cultivar nuestra devoción a la Santísima Virgen, hoy tan necesaria. Y en mayo, de manera especial debe caracterizar las verdaderas personas católicas devotas de la Madre de la Iglesia. PREPARACION DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL PADRE ALFONSO NAVARROEl once de mayo, o sea el jueves de esta semana, vamos a cumplir un año de la muerte del Padre Alfonso Navarro y de Luisito Torres, allá en el convento de Miramonte donde fueron cruelmente baleados. Para eso se está preparando una concelebración el jueves de esta semana, a medio día, aquí en la Catedral. Y desde el 3 de mayo se está celebrando con mucho entusiasmo un novenario de misas patrocinados por las diversas comunidades de la capital a las 7 de la noche, todas estas noches, en la Iglesia de la Colonia Miramonte. A este propósito también tengo mucho gusto en anunciarles que se ha publicado un folleto de 92 páginas con el título de Testimonio, en el cual se dan unos rasgos biográficos muy interesantes, del espíritu que animó el sacerdocio de este joven que murió en plena floración de sacerdocio: Alfonso Navarro. Les invito a conocer su verdadera vida en esas páginas, ya que tanto en este caso como en el caso del Padre Grande, hay mucho interés en desfigurar el ministerio sacerdotal de estos dos verdaderos mártires: porque eso significa mártir: el que ha sido matado en odio de la fe. Y no hay duda que porque tuvieron el valor de predicar la verdad y señalar los pecados del mundo, tenemos estos dos sacerdotes acribillados por la bala criminal. Del Padre Grande también ya se publicó un folleto muy interesante que está siendo reproducido en las páginas de la Crónica del Pueblo, un periódico valiente que está haciendo este honor al Padre Grande, publicado allí, por entregas, la vida de este verdadero apóstol de nuestra Arquidiócesis. EN LA PARROQUIA DE LA PALMAQuiero avisarles, con agradecimiento a la comunidad de la parroquia de la Palma en el departamento de Chalaneando, que he tenido una alegría muy grande cuando los visité ayer todo el día. Conviví de veras con una comunidad renovada, inquieta de conocer el pensamiento de Dios en la Biblia y de asimilarlo cada vez más. Una Iglesia llena y unos alrededores de la Iglesia rebosantes, también, de gente. Alguien me decía: "Mire, esta gente ha venido de muy lejos y no la han traído en camiones, han venido por su propia cuenta y con qué gusto están aquí pasando el día, y hasta muy noche tendrán aquí su vigilia. Y si puede quedarse a la vigilia -lástima, ya no tenía tiempo- usted sentirá esta noche, comunidades que vienen más todavía; cantar canciones piadosas muy propias inspiradas en la realidad en que la Iglesia peregrina aquí, en estas pintorescas alturas cubiertas de pinos de la Palma, en el norte de Chalatenango". RECONOCIMIENTO A MONS. LUIS CHAVEZ Y GONZALEZTambién no podía faltar mi palabra para congratularme con Mons. Luis Chávez y González, que ha sido declarado por nuestra Asamblea Legislativa, se le ha concedido -dice textualmente- la calidad de "ciudadano meritísimo de la República de El Salvador" por sus servicios relevantes prestados a la Patria." ¡Cómo no nos va a alegrar el triunfo de un hermano, sobre todo, de un predecesor por el que guardo tanto respeto y tanta admiración! Y precisamente, porque lo quiero mucho y lo admiro mucho, hubiera querido para él un homenaje más limpio de intenciones. ¿Qué se esconde en este título? Hubiera querido un homenaje más lógico en sus antecedentes porque soy testigo de sus lágrimas y de su dolor en los últimos días de su Arzobispado. Hasta me dijo: "¡Véngase pronto a tomar ésto porque esto está terrible!". Se le estaban expulsando sacerdotes, no se le atendía por teléfono. Fueron los últimos días del Arzobispado de Monseñor muy dolorosos. Por eso, creo que el honor que ahora se le hace, sino es una verdadera reparación, es una falta de sinceridad si no se lleva a sus consecuencias el homenaje de un hombre que proclamó con mucha valentía la situación social de nuestro ambiente. Y, por eso, nuestra radio católica ha comenzado ya a poner en actualidad -ya que la Asamblea nos ha autorizado- toda la doctrina y la línea pastoral de Mons. Chávez que tanto se le criticó y que, sin embargo, es la que está dando la pauta para seguir un camino que yo recibí -como se lo dije- como rica herencia que trataré de cuidar y cultivar. Por eso, al declararlo "ciudadano meritísimo", creo que se canoniza también por la Legislativa, su proceder, su doctrina, su línea pastoral, y, por tanto, se ratifica el camino por donde vamos siguiendo lo que él nos dejó. También creo que sería lógico, con su defensa del pobre y del que sufre, que la Asamblea acelerara la amnistía que un grupo de abogados ha pedido y que derogara la Ley de Orden Público que está autorizando tantos atropellos. Eso no está de acuerdo con Mons. Chávez. Y sería bueno que si ahora vuelve a la actualidad este gran Pastor de nuestra Arquidiócesis, se tuviera en cuenta que la causa de sus sufrimientos está en pie y que su título de "ciudadano meritísimo" vale la pena que se le considere para quitar la causa de tantos ciudadanos, hermanos de él, que sufren la marginación y otros atropellos. LA HORA DE LA GLORIFICACIÓNEste es el marco histórico de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad para ver ahora a Cristo en este triunfo glorioso que se llama la Ascensión. Yo titularía mi homilía de hoy, con este nombre: La hora de la glorificación. Sí, hoy es la hora de la glorificación para Cristo. Poco antes de morir, el Jueves Santo, Cristo dijo esta plegaria: "Padre, te he glorificado en la tierra cumpliendo la obra que me habías encargado. Ahora Tú, Padre, dame junto a tí la misma gloria que tenía a tu lado antes que comenzara el mundo". Cristo sintió el jueves Santo en la noche que su hora de glorificación había llegado. Para Cristo, la pasión humillante que lo llevó hasta la cruz y su resurrección gloriosa que lo lleva hasta estar sentado a la derecha del Padre, es la glorificación completa. Una Pascua que sale de una tumba dolorosa, una cruz humillante que florece en esplendor de gloria. Un cristiano no puede olvidar que la gloria de Cristo tiene una base dolorosa: la cruz. Y por eso, el sufrimiento de la Iglesia y el dolor de los cristianos siempre tiene una perspectiva de gloria y de esperanza. No lo olvidemos. Y yo quiero ver en las palabras de hoy, tres aspectos de esta glorificación: 1º.- Cristo es glorificación de Dios. 2º.- Cristo es glorificación del hombre. 3º.- Cristo es glorificación del universo. Así se presenta en una perspectiva universal, profunda, bellísima, la Ascensión del Señor. 1º CRISTO ES GLORIFICACIÓN DE DIOS "SE ME HA DADO PLENO PODER EN EL CIELO Y EN LA TIERRA..."Mirémoslo, no nos cansemos de contemplar esta figura que nos presenta el evangelio. Acercándose a ellos les dice: "Se me ha dado pleno poder en el cielo v en la tierra". Y la primera lectura nos describe también este momento glorioso de la vida de Cristo: "Lo vieron levantarse hasta que una nube se los quitó de la vista". Este es el panorama que no debe de desaparecer de nuestra mirada todo este día. Contemplémoslo así, hermanos. Si no hiciéramos otra cosa que como los apóstoles, mirarlo de hito en hito camino del cielo, repitiendo: "todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra" y encumbrarse hasta estar sentado a la derecha del Padre, este domingo marcaría nuestra vida en una hora de contemplación. No hay belleza más grande que un Cristo glorificado. ¡No hay pensamiento más noble para el cerebro del hombre, no hay amor que ennoblezca tanto el corazón del hombre y de la mujer, como el pensamiento y el amor que se lleva en pos de sí este Hijo del Hombre, en el cual Dios habitó en toda su plenitud! "PEDIMOS A DIOS QUE OS ILUMINE, OS DÉ ESPÍRITU DE SABIDURÍA Y REVELACIÓN..."Ese Cristo que sube al cielo -digo en primer lugar- es gloria del Padre, gloria de Dios, gloria en el Espíritu Santo. Por eso, la segunda lectura en que San Pablo analiza esa glorificación de Cristo, nos invita a rezar mucho: "pedimos a Dios -dice- que os ilumine, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo". Hermanos, yo les digo con toda confianza en esta mañana, que lo que más le pido a Dios en mi pobre oración y lo que yo suplico a mi pueblo cuando dicen que rezan por mí, es que me haga instrumento de esta revelación. Yo no quiero predicar otra cosa más que el conocimiento de Cristo nuestro Señor. Si de ese conocimiento de Cristo tengo que iluminar las realidades de mi Patria, no es lo principal el peregrinar de la tierra sino la visión de Cristo que ilumine nuestro peregrinar; eso sí, pero que no lo perdamos de vista. Y yo llamo otra vez la atención a mi querido auditorio, el auditorio sobre todo que me escucha para pesquisarme, para ver en qué caigo, que se fijen que lo principal de mi predicación quiere ser presentar la revelación de Cristo, que éste es mi deber, predicar a Cristo. Y le pido -como San Pablo- "el espíritu de sabiduría y revelación para que ustedes y yo lo conozcamos cada vez más y en Él conozcamos -dice San Pablo- la fuerza poderosa que Dios desplegó en Cristo resucitándolo y sentándolo a su derecha y en el cielo, por encima de todo". EN CRISTO, DIOS ES GLORIFICADOEn Cristo, Dios es glorificado. No tenemos una idea exacta de Cristo mientras no comprendamos que Él es el hombre que encarnó la relación con el Padre celestial y hacer lo que Él hacía: orar mucho, darle gracias al Padre, hacer depender de Él todo cuanto el hombre tiene. Esto es la gran revelación que Cristo trajo: enseñamos las relaciones del hombre con Dios. Por eso, cuando en el momento culminante, cuando en que se desenlaza toda su vida de pobreza y de sacrificio, Dios lo glorifica, lo resucita y lo sienta a su derecha -una expresión bíblica para decir que lo hace participante íntimo de su poder-, entonces vemos que Dios es glorificado en Cristo como Él pidió en la última cena: "Padre, te he glorificado, ahora dame Tú mismo la gloria que tenía antes de la creación". Antes que el mundo fuera creado Cristo ya existía como Dios- como hombre comenzó a vivir en las entrañas de una mujer, en la Virgen; pero como Dios, dice San Juan en el prólogo de su evangelio: "En el principio ya existía". Un pretérito que nos está diciendo su permanencia eterna: "ya vivía en el Seno de Dios, glorificado en Dios". Si por amor a los hombres vino a vestirse de hombre, ahora la ascensión lo que hace es glorificar esa humanidad, esa alma y ese cuerpo creados el día de la encarnación en las entrañas de María. Ese hombre es envuelto en la gloria de aquel hijo que vivía en la eternidad. "Glorifícame con la gloria que tenía antes de la creación". Y todo aquel esplendor de la eternidad envuelve la gloria del cuerpo y del alma de Cristo. Allá en el cielo, a la derecha del Padre, participando del poder de Dios, hay un hombre con manos como nosotros, cabeza como nosotros, que piensa como nosotros, un hombre glorificado, ésta es la Ascensión. EN ESE HOMBRE, DIOS HA OSTENTADO SU PODEREn ese hombre, Dios ha ostentado su poder. Poder de Dios es ver a Cristo crucificado, es el poder del amor. Y saliendo de la tumba venciendo a sus enemigos, el poder de Dios que vence; y subiendo a los cielos y glorificándolo y haciéndolo depositario de toda su potencia de Dios, Cristo es la gloria del Padre, Cristo es la gloria de la divinidad, es el hombre que atesora la riqueza de Dios. Hermanos, si con sólo esto tengo yo para predicar ¿qué voy a buscar yo cosas mezquinas, pequeñas de la tierra? ¿qué va a andar buscando la Iglesia rivalidades con el poder de la tierra, con las riquezas de la tierra si poseemos a aquel que existía antes que existieran los hombres v existieran las cosas, si poseemos al que es todo y en el que se ostenta la potencia de Dios? El que no comprenda a Cristo, no podrá tener una voz liberadora ni podrá tampoco sentir la grandeza que todo hombre debe sentir por encima de todas las pequeñeces de la tierra. Esto es Cristo: gloria del Padre, gloria de Dios que se refleja en Él. Por eso San Pablo pide al Señor que les dé a sus cristianos la gracia de conocerlo y de conocer el poder con que Dios ostentó sus maravillas en nuestro Señor Jesucristo. DIOS QUIERE QUE LAS HISTORIAS DE LOS PUEBLOS COINCIDAN CON SU HISTORIA DE SALVACIÓNPor eso, ese Dios que tiene designios de amor y de salvación para los hombres, quiere que las historias de los pueblos coincidan con su historia de salvación. No es lo mismo, pero sí se vale de la historia de los pueblos para inyectar su historia de salvación. Él quiere salvar con su potencia de salvador ostentada en Cristo, a los hombres de todas las naciones, viviendo ellos una historia limpia de pecado. Y esto lo vemos en la primera lectura de hoy cuando los apóstoles se acercan a Cristo para hacerle esta pregunta un poco insolente: "¿Es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?". Y Cristo contesta: "No toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerzas para ser mis testigos". Osea, van dos historias, la historia de Dios que no coincide con las fechas y los cálculos de los hombres y la historia de los hombres que debía de estar preocupada de insertarse en la historia de la salvación, creer en Dios. A pesar de las negruras de nuestra historia, Dios tiene su historia y hará resplandecer su gloria sobre la oscuridad de nuestra historia patria. No coincide con nuestra preocupación su designio salvador, Él salvará a aquellos que esperan en Él, a aquellos que se entregan a sus designios, a aquellos que aman a su Cristo sin preocuparse de las fechas, de las horas, de los proyectos, de la política que los hombres construyen. El político cristiano, el sociólogo cristiano, el técnico cristiano, eso sí, debe tener la preocupación de hacer coincidir con la política de su patria, con la historia de su patria, con la técnica de su suelo, el gran proyecto de Dios para elevar lo salvadoreño hasta lo divino, para darle a nuestra historia fuerza de salvación. No habrá salvación para los salvadoreños si no ponen su esperanza y su fe en aquel que es el Señor de la historia, en aquel que es la clave de la salvación de todos los problemas. Por eso, el Concilio Vaticano II dice que no hay que confundir progreso temporal y crecimiento del reino de Dios. Es cierto. Una cosa es el progreso temporal, que haya bellos edificios en San Salvador, que haya buenas carreteras en la patria, aeropuertos, etc., pero sí -dice-, se preocupa de que todo este progreso temporal coincida con el reino de Dios; porque cuanto mejor progresa un pueblo humanamente, también se dispone para ser materia que Dios salva. Por eso, mientras vayan en una descoyuntura tremenda el progreso material del pueblo y los designios de Dios para salvar al mundo, no estamos haciendo lo que Dios quiere. Mucho progreso, sí,pero poca moral. ¡Se olvida que el hombre y Dios es lo principal del progreso! Podíamos decir muchas cosas más, bajo este capítulo: Cristo, gloria de Dios, pero quiero pasar al segundo aspecto de esta glorificación de Cristo. 2º CRISTO ES GLORIFICACION DEL HOMBRE CRISTO HA SIDO GLORIFICADO Y TODOS LOS HOMBRES EN ÉLCristo, glorificación del hombre. En la oración de la misa de hoy expresaba esto, en latín se dice mucho más lacónico y más expresivo "Co procesit gloria capitis, eo spes vocatur et corporis". Quiere decir que adónde ha llegado ya la gloria de la cabeza, hacia allá tienden en esperanza los miembros del cuerpo. Es como una cabeza que ha entrado ya en la gloria y que en pos de sí va arrastrando a todos sus miembros, todos sus cristianos. Cristo ha subido a los cielos no sólo para ser glorificado Él, sino para que todos los hombres se glorifiquen en Él. Los que van muriendo, si mueren amigos de Cristo unidos a su gracia y su verdad, incorporados a Él, su cielo ya está seguro. La ascensión no ha terminado, cada vez que muere un cristiano hay ascensión. Esta mañana ha muerto una gran colaboradora que yo tenía en San Miguel, la niña Choncita Asturias, yo pido para ella una plegaria; pero sé que ella, en este domingo de Ascensión, es un miembro, humilde mujer del pueblo, pero que ahora es gloria en Cristo. Y el Padre Segura, yo decía en la misa del lunes pasado: la hora de la glorificación de Cristo no ha terminado, cada vez que muere una persona como el Padre Segura, hay glorificación de Cristo, es un ser humano que se glorifica de esa gloria del subido a los cielos. Pero al mismo tiempo que nos llama en esperanza al cielo, Cristo se ha quedado con nosotros. Así como la cabeza es vida del cuerpo y del pie, aunque el pie tenga su planta en el suelo, es la misma vida de la cabeza. Y esto debe llenarnos de alegría cuando la cabeza nuestra ha subido a los cielos, nosotros, sus pies que todavía peregrinamos en la tierra, sentimos que Cristo está presente. Esto lo encuentro también hoy en las lecturas y podía decir: hay una transformación de la presencia de Cristo. Ya no lo verán los apóstoles con aquella presencia física que los llevaba a tocarlo, a comer con Él, que conocían su mirada, su modo de caminar. No nos dejaron ni siquiera un retrato de Cristo. ¿Cómo era Él? No lo sabemos, pero quizás es providencial que no lo conociéramos físicamente, porque este día de la Ascensión, Cristo transforma su presencia en el mundo. De una presencia física se hace una presencia que llamaríamos mística. Cuerpo místico de Cristo se llama esta Iglesia porque Él vive aquí, en nosotros. PRESENCIA MÍSTICA DE CRISTO EN LA TIERRAEl evangelio de hoy dice, repitiendo las palabras de Cristo: "Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". ¡Qué consuelo este más grande! Yo estoy con vosotros. Pero un joven me preguntaba. ¿Dónde está? yo lo quisiera ver. Sí lo ves -le digo- es la Iglesia, es el predicador, es el confesor que absuelve pecados, es la mano del sacerdote que bautiza, es la palabra y el consejo, la presencia de un cristiano, de un pueblo en misa, es Cristo el que está aquí en la Catedral y en todas las comunidades donde hoy la fe de los cristianos los une en tomo del altar, Cristo que está en la hostia que voy a levantar para que la adoremos. "Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación del mundo". Y hay otra cosa más bella todavía, ¿cómo es esa presencia mística de Cristo aquí en la tierra? Yo les invito a que esta semana lean con cariño la segunda lectura de San Pablo y vean allí en los versículos 17 al 19, donde Pablo pide el conocimiento de la fe para los cristianos "para que conozcáis -fíjense estas palabras- cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros y comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama". A Cristo ya no lo vemos caminar por esta tierra con sus pies físicos, pero Cristo sigue caminando y su presencia entre nosotros es todo ésto: esperanza, riqueza de gloria, grandeza de poder. La Iglesia por eso va tan confiada, no se apoya la Iglesia en los poderes de la tierra, en las riquezas de los hombres: se apoya en Cristo que es su esperanza, la riqueza de su gloria. la fuerza de su poder. Cristo vive aquí, no con una presencia física limitada a un pueblecito de Palestina, Cristo vive ahora en cada cantón, en cada pueblo, en cada familia donde haya un corazón que ha puesto en Él su esperanza, donde hay un afligido que espera que pasará la hora del dolor, donde hay un torturado, hasta en la cárcel está presente en el corazón del que espera y ora. Cristo está presente ahora con una presencia mucho más viva que cuando peregrinó 33 años entre nosotros. Cristo vive, hermanos, y vive en su Iglesia glorificado a la diestra del Padre, presente, hecho esperanza y fuerza entre sus peregrinos de la tierra. Esta es la glorificación del hombre en Cristo. CRISTO JESÚS, VOLVERÁ¿Qué aflicción puede haber entonces para nosotros que somos el Cristo de la Historia? Y yo veo también esta presencia, hermanos, y me llena mucho el corazón recordarla entre ustedes en la primera lectura. Cuando los ángeles bajan a avisarle a los apóstoles que se han quedado estáticos contemplando aquél Cristo que se los arrebató una nube, como diría el gran poeta español Fray Luis de Granada: " la nube envidiosa que le arrebató a la mirada de los hombres la belleza de ese Cristo". No lo veremos más, mejor dicho los ángeles dijeron una gran palabra que inauguró una historia: "Varones de Galilea, ¿qué estáis contemplando al cielo? Ese Jesús que así ha subido hoy a los cielos, volverá". Volverá, qué bella palabra que inspira toda la mística de la esperanza: la Iglesia peregrina al encuentro del Señor. Volverá, ella sabe que volverá, no a padecer ni a ser humillado, volverá como juez de la historia, volverá a llenar de realidad la esperanza del que confió en Él, volverá lleno de amor para abrazar en un amor eterno al que vivió amándolo a Él. Vale la pena ser cristiano porque Cristo volverá. Desde la Ascensión del Señor se ha inaugurado la fase última de la historia. Ya estamos en ella, desde hace veinte siglos. Tanto era así que los primeros cristianos pensaron que era inminente. Y San Pablo tiene que corregirlos: "No, si no sabemos cuándo será". Pasarán siglos, pero es cierto que ya se inauguró el fin del mundo. Desde que Cristo subió a los cielos y ha dejado a los hombres en la esperanza de su retorno, la historia vive su última hora, la fase definitiva, la hora de la Iglesia. Es la Iglesia la encargada de mantener en los hombres esa espera. Por eso dentro de poco, allí ante la hostia consagrada vamos a decir esa palabra del que espera: "¡Ven, Señor Jesús!". Esta es la esposa amada que espera al esposo que retorne del viaje para abrazarse y vivir juntos en la alegría que no tendrá fin. Hacia allá camina nuestra Iglesia peregrina, hermanos. 3º CRISTO GLORIFICACION DEL UNIVERSO CRISTO ES LA CLAVE DEL UNIVERSO ENTEROCristo glorificación del universo, porque en los últimos versículos de la lectura de San Pablo, dice que Dios desplegó en Cristo su poder, sentándolo a su derecha en el cielo por encima de todo principado, potestad, fuerza. y dominación y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo sino en el futuro. Quiere decir, hermanos, que Cristo es la clave no sólo de la historia universal, es la clave del universo entero. Todo cuanto existe fue creado por Él y para Él. No olvidemos que Cristo es la explicación última de todo cuanto existe. Y por eso la redención que Cristo vino a operar no sólo es para salvar del pecado a los hombres sino para salvar de la esclavitud del pecado a la creación entera, que como dice San Pablo, está gimiendo bajo el pecado de los hombres. El dinero es bueno pero los hombres egoístas lo han hecho malo y pecador. El poder es bueno pero el abuso de los hombres ha hecho del poder algo temible. Todo ha sido creado por Dios, pero los hombres lo han sometido al pecado. Y, por eso, la Ascensión de Cristo anuncia que la creación entera será también redimida en Él, porque Él dará la explicación de todo cuanto Dios ha creado y pondrá a los pies de Dios, al final de los tiempos, en el juicio final -que en eso consistirá el juicio final- el gran discernimiento entre el bien y el mal. El mal para ser eliminado definitivamente y el bien para ser asumido en la glorificación eterna de Cristo; o sea, que la Ascensión del Señor marca también la glorificación del universo. El universo se alegra, el dinero se alegra, el poder se alegra, todas las cosas materiales: las fincas, las haciendas, todo se alegra porque vendrá el día en que el Juez Supremo sabrá redimir del pecado, de la esclavitud, de la ignominia, todo cuanto Dios ha creado. Y el hombre lo está utilizando para el pecado, para la ofensa de su propio hermano. La redención está ya decretada y Dios ha llevado en el poder suyo a Cristo Nuestro Señor. Es un testimonio de la justicia final esta presencia de Cristo subido a los cielos. LA GLORIFICACIÓN OPERADA EN CRISTO, LA HA ENCOMENDADO EN LA HISTORIA A SU IGLESIADecía, finalmente, hermanos, que esta glorificación de Dios, del hombre y del universo operada en Cristo, la ha encomendado Cristo en la historia, a su Iglesia. Y por eso nos dice San Pablo al terminar la lectura de hoy: "Lo dio a la Iglesia como cabeza sobre todo. Ella -la Iglesia- es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todo." La Iglesia es como la plenitud de Cristo. Nosotros estamos haciendo presente a Cristo porque somos su Iglesia. Y su Iglesia -diríamos- que es la zona, la zona donde la gloria de Cristo que es gloria de Dios, gloria del hombre y gloria del mundo se realiza ya. En esa zona, aunque no sea la más destacada del universo, aunque sea un pequeño puntito en la historia, el pueblo de Dios que Cristo ha constituido por el bautismo, forma el depositario de esta gloria de Cristo. Por eso la Iglesia predica el reino de Dios ya en esta tierra; porque ustedes, queridos hermanos y yo, hombres de la historia con pies en el polvo de tierra, con aflicciones de nuestras situaciones sociales, políticas y económicas, somos los hombres concretos, somos la creación concreta que Cristo está salvando en su Iglesia. Y la Iglesia tiene que predicar ese reino de Dios, esa glorificación de Cristo ya en la historia, ya en el mundo. PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTARPor eso les invito a que terminemos estas consideraciones fomentando en el corazón un pensamiento magnánimo: colaboremos con Cristo a hacer un mundo mejor. Hagamos del progreso de nuestra patria un progreso que sea pedestal de la gloria de la creación, haciéndolo cristiano. Trabajemos con espíritu cristiano. Amémonos mutuamente, construyamos una sociedad basada en una paz que se cimente en la justicia tal como Dios lo quiere y nuestra fe lo va a proclamar ya. Pongámonos de pie y proclamemos nuestra creencia en Dios y en Cristo. Creemos en un solo Dios... |
Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdámez Ciudad Barrios, El Salvador; 15 de agosto de 1917 – † San Salvador, (Id.), 24 de marzo de 1980) conocido como Monseñor Romero,[1] fue un sacerdote católico salvadoreño y el cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980). Se volvió célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos y murió asesinado en el ejercicio de su ministerio pastoral. Archivos
Agosto 2021
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