Muchas veces hablamos de los fariseos del Evangelio, aquellos hipócritas que imponían cargas pesadas a los más débiles y que buscaban humillar a Jesús, porque su vida les cuestionaba. ¡Vamos, que el compromiso de Jesús con las personas, era revelador de su disponibilidad incondicional a la causa del Padre y este era el espejo de la única y verdadera religión: la del amor!
Con aquellos tales, que iban de perfectos por la vida, a los que carcomía la envidia y a los que la soberbia les hacía creerse los mejores y los más perfectos, Jesús fue implacable. Les llamó raza de víboras, sepulcros blanqueados, hipócritas. Y por el tono y el contexto, uno no puede menos que imaginar que a Jesús se le retorcían las tripas ante tanta farsa e impostura, y sin duda le daba mucha pena y tristeza, mucho más, porque en nombre de Dios su Padre, se atrevían el derecho de juzgar y condenar sin misericordia. Y esos beatones ponzoñosos, que disfrazaban sus frustraciones con la coraza del celo de Dios, son los que se aliaron al poder político para quitarse del medio, nada más y nada menos, que al Dios de la vida que les visitaba en carne humana. Y se lo cargaron sin piedad, y en el colmo de su maldad, pensaban que daban gloria a Dios, porque ellos era, ¡los perfectos! Muchos años han pasado desde que el Profeta y el amigo de Nazaret, pateó las calles de Galilea y de Jerusalén, predicando el amor y besando nuestro barro. Y desde que se lo cargaron, porque cuestionaba con sus obras la vida cómoda y fácil a la que ellos se habían acostumbrado, parapetándose en tradiciones caducas e insignificantes, y lo peor de todo, lo hacían ¡en nombre de Dios! profanando la divinidad. He visto la sombra alargada de esos impostores, que desde cuevas lúgubres y sin dar la cara, tiran la piedra y esconden la mano; y la de aquellos que hablando de “corrección fraterna” se empeñan en mantener relaciones fratricidas, para borrar del mapa a los que les son incómodos y mantener así el estatus quo de su mediocridad, sin perder las formas y las maneras. Los he visto de cerca, pero los vi después de conocer al Maestro y amigo de Nazaret, y no pude menos que llorar y sentir una tristeza muy profunda: ¿es que no han conocido el amor? ¿Por qué su corazón obstinado rechaza la luz y se obstina en la oscuridad? He visto a los fariseos de corazón obstinado. Y no los odié ni los maldije, simplemente, lo digo una y otra vez: Los vi y lloré.
1 Comentario
mario.actihum
11/14/2014 09:53:23 pm
Pues sirvete de toneladas de sabanas para enjugar tus lagrimas, pues es de tu casa de donde siguen viniendo las pesadas cargas, los sepulcros blanqueados a los que sirves con tu habito, los que se alian con el poder en perjuicio de los mas y en beneficio solo de ellos. Seguiras llorando sin parar, a no ser que nombren a un vicario de Cristo, argentino, seguidor de Messi, antimadridista, catalanista e independentista. ¿Como alguien con tan buenas palabras, y que en su blog tiene entradas y pensamientos, de Kung, Boff, etc. exige tanto a los que menos tienen y no pide a gritos a los que mas acumulan?. Esta bien que muevas los corazones de todos tus hermanos del mundo para pedir ayuda para los mas desfavorecidos. Pero es tu iglesia la que ha provocado con su actitud la continuidad de la ambicion y la avaricia desmesurada, pues es el mejor ejemplo de ello, exigeles a ellos que sean los primeros. Ah y no condenes a los que no son independentistas, pues unos son fascistas y otros simplemente no quieren la separacion, sino la union. No condenes a un arbitro por equivocarse llamandole ladron. No condenes a cristiano por ser estupido. No condenes a los corruptos pues en tu iglesia estan los mayores. Con tu capacidad y entrega haz creible tu mensaje, y no lo desacredites con tonterias, fomentando la separacion, hablando sin entender del expolio a cataluña, loando a mas, como si fuera cristo.Fomenta el entendimiento no la separacion. Y llora por todos, no solo por unos pocos, sobre todo por los tuyos.
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