Cuando el obispo Pere Casaldàliga ponía en valor sus causas por encima de su propia vida, no hacía más que decir una verdad más grande el mismo Mato Grosso en el que vive y que es testigo de su lucha, de su compromiso y de su amor ilimitado por la vida de las personas y la vida del Planeta, que son, en definitiva sus causas.
“Mis causas valen más que mi vida”, y no porque la vida de este pequeño-gran profeta sea insignificante, ¡todo lo contrario!, sino porque su causa es la causa de la humanidad, del Planeta; es la causa de la justicia y de la paz, es la causa del sueño de una humanidad reconciliada; es la causa de todos. Sin duda es la que se inauguró en el Evangelio, cuando alguien proclamó con voz altra y clara las Bienaventuranzas del reino. Y si cada uno, hacemos nuestra la causa de los otros, en una suerte de solidaridad cósmica construida con los gestos más cotidianos y sencillos, pero que pueden resultar significativos, la esperanza no podrá fallar y el cambio y la armonía harán de nuestro Planeta, no sólo un lugar más habitable y hermoso, sino el hogar acogedor en el que puede crecer una nueva manera de vivir la vida. Jesús, el profeta y amigo de Nazareth nos abrió el camino. Su causa era nuestra vida vivida en libertad y en plenitud. Y aunque le mataron para que claudicara en su empeño de anunciar un Reino universal, no le hicieron claudicar. Nuestra vida, su causa, era innegociable con los “sabios de este mundo”, con las autoridades religiosas que pretendían suplantar al mismo Dios, y para los que sólo unos pocos merecían tener acceso al banquete de la Vida. Jesús, dio su vida libremente, pero no traicionó su causa. El mensaje de la Pascua y del Resucitado es este: Hay vida para todos, y aunque me maten siempre lo diré: El Padre os ama y todos estáis salvados”. Id y anunciad a todos, a todo el mundo que la Fiesta, el banquete ya ha comenzado. Que se apresuren a entrar, porque el vino generoso está a punto. Que se contagie la Buena Noticia y que ninguno, se quede fuera. ¡Hay vida para TODOS!
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Hace exactamente una semana, estaba reflexionando y dando vueltas a cómo poner en marcha proyectos humanizadores de trabajo para las personas, cómo crear un nuevo orden. Imaginaba salidas y soñaba proyectos.
Y sin darme cuenta, fui apuntando algunas intuiciones y otras reflexiones. Las titulé Creer y Crear. Aun no les había acabado de dar forma cuando estando en la Jornada Connecta’t, Álex Rovira, hizo una reflexión sobre idénticos términos. Fue la confirmación de que estamos en la misma sintonía y que creer y crear, van de la mano. Hoy no me resisto a apuntar mis reflexiones de aquel día, y lo dejo abierto para seguir creyendo y creando. Escribía: Creer y Crear, no es un juego de palabras, ni tan solo una propuesta filosófica para pasar el tiempo o animar a la mente. Es la prueba fehaciente y determinante de que quien cree en algo o en Alguien, experimenta la fuerza, la atracción y la pasión para crear una realidad visible que refleje y plasme aquello que no se ve, pero que se siente, se intuye, se vive. La creación es el espejo del Creador, y la creatividad es el impulso del creyente, del que cree en algo o en Alguien y es capaz de proyectarlo y hacerlo vivir. |
Sor Lucía Caram O.P
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Enero 2022
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