La comunidad cristiana, una magnífica praxis socio-económica por: Jesús Mª Urío Ruiz de Vergara4/22/2015 Veamos, en primer lugar, la 1ª lectura del domingo, y de hoy, martes de la 2ª semana de Pascua:
“En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno”. (Hch 4, 32-35). Una de mis últimas entregas tenía por título ¿Jesús, ¿muere para la “salvación de las almas”? Lo dudo mucho (30/03/2015), en la que insistía en la importancia, y más que importancia, en el protagonismo, del cuerpo dentro de la antropología bíblica, y, como consecuencia, cristiana. Y cómo Jesús, en el Evangelio, aparece resolviendo problemas “corporales” de las personas. Y, de vez en cuando, también perdonando pecados. Pero esta dedicación, llamémosla espiritual, es poco frecuente, y plantea problemas, como demuestra la sorpresa-reproche-indignación de los fariseos, preguntándose, “¿Quién es éste para perdonar pecados? Solo Dios puede hacerlo”. De hecho la descripción de la 1ª comunidad cristiana, que hacen los Hechos de los Apóstoles en este párrafo, insiste en aspectos nada espirituales, ni cultuales, ni litúrgicos, ni místicos, ni piadosos, sino que habla del tipo de vida de los fieles. Es verdad que en la famosa caracterización del estilo de vida de la primera comunidad paradigmática de Hch 2,42, a éstos elementos corporales, mundanos, podíamos decir, añade estos otros dos más espirituales y cultuales: “eran constantes en escuchar las enseñanzas de los apóstoles, (en la comunidad de vida, en el partir el pan, éstos dos aspectos presentes en la caracterización del primer texto de hoy), y en las oraciones”. Además, sabemos que partir “el pan” abraza los dos significados: compartirla comida, y celebrar juntos la Eucaristía). Se ha dicho muchas veces, y yo lo repito aquí, que el Cristianismo no es una moral, sino un estilo de vida, que se consigue con el seguimiento de Jesús. Pero este seguimiento no es posible sin un conocimiento de las palabras, los hechos y los gestos del Maestro de Nazaret. Y el conocimiento que se requiere no tiene por qué ser exhaustivo, sino el que nos dejaron, de manera autorizada, los que fueron testigos, o discípulos de éstos, del profeta de Nazaret. Por eso la fuente de inspiración de los fieles seguidores de Jesús son, sobre todo, los escritos del Nuevo Testamento, (NT), sin abandonar ni dejar de lado los del Antiguo (AT), que fueron los escritos con los que se formaron creyentes el mismo Maestro, y los que lo rodeaban. Esta dependencia de la Palabra de Dios es fundamental y decisiva. Algo que, desgraciadamente, ha sido dejada de lado más veces de lo que hubiera sido prudente, para caer en las redes de pensamientos filosóficos momentáneos, transitorios y relativos. Y uno de los pensamientos que más daño nos ha hecho a los que queremos seguir el estilo de vida de Jesús es, justamente, de los más bellos y atractivos de la Historia de la Filosofía; y, por eso mismo, más peligroso. Me refiero al platonismo, con su carga de espiritualismo descarnado, considerado este concepto en su completo y peculiar sentido: el ser humano como espíritu puro, que solo alcanza la carne por una desgraciada caída original, que condena al ser humano a liberarse del cuerpo. Esto es, justamente, lo que la Biblia no solo nunca ha enseñado, sino que ha negado siempre, y además, rotundamente. Y lo que quiero señalar al afirmar que la comunidad cristiana, en su género de vida, constituye una auténtica, verdadera y constatada realidad sociológica, es que significa mucho más que un vano y estéril ejercicio espiritualista, que ha sido ejercida, y vivida intensamente, durante tres siglos, y que se convirtió en un género de vida comunitario, socio-psico-económicamente válido, sin fisuras, y casi perfecto. A la vez que una maravillosa demostración práctica de que algo que desde planteamientos socio-filosóficos, como el Marxismo, por ejemplo, es un puro un sueño utópico, se pudo convertir en una realidad no solo deseable, sino posible y eficaz. Y ello no por la generosidad o el sentido social de los miembros de la comunidad cristiana, sino por la voluntad de seguir la invitación de Jesús a vivir un estilo de vida diferente, solo accesible desde el Espíritu de Dios, derramado sobre los que han resucitado para una vida nueva.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
Ayuda al Blog que publica todos los días diferentes áreas, queremos seguir publicando
EL BLOGEl blog es uno dedicado al análisis en general de muchos puntos desde la ópica teológica. La meta es impulsar el estudio amplio y profundo de la fe y de la razón, siendo ambos elementos fundamentales de la vida. SABES QUE PUEDES HACER COMENTARIOS A LAS REFLEXIONES O ENSAYOS TEOLOGICOS QUE APARECEN EN EL BLOG, SI PUEDES INTENTALO...
Archivos
Febrero 2023
Categorias |