Las mujeres, no solo las feministas, se preguntan por qué en la Iglesia católica las mujeres no forman parte de la jerarquía (diaconado, presbiterado, episcopado), cuando en la Iglesia Luterana y en la Iglesia Anglicana hay pastoras ordenadas y obispas.
El argumento que se suele dar en contra del ministerio femenino es que Jesús eligió 12 apóstoles varones. En este sentido tanto Pablo VI como Juan Pablo II cerraron la puerta al ministerio femenino en la Iglesia católica. Pero estas decisiones papales no son infalibles y los argumentos que aducen son más sociológicos y anatómicos que teológicos. El patriarcalismo dominante en Israel impedía que Jesús hubiera nombrado a mujeres entre los 12 apóstoles que representaban a las 12 tribus de Israel. Por otra parte Jesús no quiso establecer una nueva sociedad religiosa sino inspirar un camino evangélico que con el tiempo se tenía que estructurar a la luz del Espíritu. Además, Jesús, en contra de la costumbre de su tiempo, habla con mujeres, las sana y perdona y las admite en su grupo de discípulos. Jesús resucitado se aparece a las mujeres antes que a los apóstoles y María Magdalena es considerada la apóstol de los apóstoles. En Pentecostés el Espíritu desciende sobre hombres y mujeres. En las comunidades fundadas por Pablo aparecen mujeres en cargos importantes de gobierno: Febe, Junia, Prisca, María, Trifena, Trifonia, Pérside, etc. Teológicamente hablando tanto el varón como la mujer son imagen de Dios. Lo que sucedió es que las estructuras patriarcales greco-romanas, los prejuicios acerca de la inferioridad de las mujeres, el ansia de poder patriarcal… excluyeron a las mujeres de los ministerios. Las razones de tal exclusión son sociológicas, no teológicas y nacen de una lectura literalista y fundamentalista de la Escritura y del ansia de poder. El 12 de mayo último, en una reunión del Papa Francisco con la Unión de Superioras Generales, una de ellas preguntó qué impide que la Iglesia ordene diaconisas como sucedió en la Iglesia primitiva, puesto que las mujeres trabajan en la Iglesia, enseñan, acompañan a enfermos y pobres, presiden la liturgia en ausencia del sacerdote… El Papa ante este cuestionamiento ha nombrado una comisión de expertos y expertas para estudiar el diaconado femenino y su presencia en la Iglesia primitiva. Se abre pues una puerta al ministerio femenino, una puerta que hasta ahora parecía definitivamente cerrada. Confiamos que esta apertura pueda conducir a los demás ministerios femeninos en la Iglesia. Esto nos daría una imagen de Iglesia jerárquica menos hierática y poderosa, más humana y tierna, más alegre y sencilla, más cercana al pueblo y a los pobres.
0 Comentarios
El cristianismo es una hermosa doctrina cuando se vive según la filosofía y práctica de los Evangelios de JESUCRISTO, un caso: Lucas 17,5-10. Pero, desde mediados del siglo pasado ESTADOS UNIDOS para justificar su hegemonía imperial y detener los procesos de liberación de los pueblos, principalmente de Latinoamérica, creó una serie de iglesias fundamentalistas o sectas que practican otra cosa y que nada tienen que ver con las iglesias cristianas históricas. Esto ha desdibujado el cristianismo.
Estas sectas pentecostales centran su accionar en el diezmo, la alabanza a Dios de manera vertical y la prohibición a sus fieles para participar en actividades comunitarias o proyectos sociales que redunden en beneficio de la sociedad, señalándolas como actividades mundanas (¿?). Son además el sustento del actual neoliberalismo. Sin embargo, compartiremos más adelante lo que descubrimos y aprendimos en dos momentos de nuestra vida cuando compartimos varias gratificantes experiencias con cristianos europeos en 1985 y estadounidenses en los años 1992 y 1993. Como sabemos durante los años 80s Centroamérica sufrió los golpes y agresión armada de parte de ESTADOS UNIDOS surgiendo en contraposición varios movimientos promoviendo la paz, tan necesaria en nuestros pueblos agredidos por militares guerreristas e invasores tanto gringos, salvadoreños, de la Contra nicaragüense y hondureños. Fue así que surgieron varios movimientos pacifistas entre ellos COHAPAZ, Mujeres por la Paz VISITACIÓN PADILLA y CRISHPAZ. Nosotros pertenecimos a este último, Cristianos Hondureños por la Paz, movimiento ecuménico inspirado en el testimonio de del obispo salvadoreño monseñor OSCAR ARNULFO ROMERO y otros cristianos asesinados en Centroamérica. Ya antes el Obispo ROMERO había dicho: “La verdadera persecución se ha dirigido al pueblo pobre, que es hoy el cuerpo de Cristo en la historia. Ellos son el pueblo crucificado, como JESÚS, el pueblo perseguido, como el Siervo de Yahveh”. En representación de CRISHPAZ viajamos dos personas en 1985 al VI Encuentro Ecuménico MONSEÑOR OSCAR A. ROMERO en Madrid, España, para compartir experiencias de FE sobre la vida, cultura y situación política de Honduras (represión, persecución y asesinatos de líderes campesinos, revolucionarios, obreros y eclesiales). Un hermoso Encuentro de confraternidad y solidaridad que congregó representantes laicos y pastores de varias iglesias: Luterana, Anglicana, Ortodoxa, Católica y hasta algunos políticos “ateos” interesados en la paz en Centroamérica. Además por Mesoamérica íbamos laicos, sacerdotes y religiosos mayas. Toda una conjunción de razas, idiomas, creencias y culturas, pero todas teniendo como fundamento un sólo Señor: el Creador del Universo, de la Vida y de la Naturaleza. Posteriormente, durante más de 2 meses hicimos un recorrido por 6 países de Europa Occidental donde fuimos recibidos como delegación centroamericana por unas 80 comunidades. Durante estos encuentros todo era alegría y una babel que sin prejuicios religiosos, políticos o de raza hablábamos el lenguaje de la paz y del amor. Nadie distinguía quien era de tal o cual iglesia, ni hubo asomos de intolerancia religiosa. La experiencia en ESTADOS UNIDOS era de otro tipo, pero también eclesial. Mientras viví en Washington como católico asistía los domingos a primeras horas de la mañana a la misa en la Iglesia de Santa María, con cientos de latinos presentes, pero liturgias muy “simplonas” y al mediodía compartía unas hermosas prédicas y reflexiones de una pastora de la Iglesia Luterana Sagrado Corazón, cuyo templo mantiene en el altar, cosa que no es común ni en las Iglesias Católicas, una enorme imagen de monseñor ROMERO. Cuando viví en Virginia me sucedieron tres experiencias religiosas grandiosas. Una pareja de amigos ex sacerdote y ex religiosa, estadounidenses, casados, donde viví temporalmente, me llevaron a una misa que se celebró, asústese usted, en un acogedor templo protestante (supongo evangélico) ya que la iglesia católica en el lugar no tiene templo. Posteriormente con esta misma familia asistí a un culto de la Iglesia de Los Amigos Quáqueros, AFSC, también histórica, que nunca construyen templos y celebran en cualquier lugar neutro. Su reunión dura casi una hora en absoluto silencio. Los fondos que recogen los destinan a proyectos sociales de países empobrecidos por el Sistema. En Honduras la Red COMAL ha sido una de las más favorecidas. Otra experiencia aleccionadora que rompió mis mediocres esquemas religiosos católicos fue asistir en BLACKSBURG, VIRGINIA, durante los seis días que dura la Semana Santa a celebraciones que hacen de manera conjunta y alterna todas las iglesias cristianas del signo que sean. Un día de la semana cada iglesia se responsabiliza y prepara y todos, sin excepción, asisten al culto ecuménico religioso celebrado por pastores, reverendas o sacerdotes. ¿Verdad que dentro del “cristianismo” que se practica en Honduras no hay ningún parecido al de las iglesias europeas y estadounidenses? ¿Qué piensa usted de esto? ¿Se estará desvaneciendo nuestra fe o la estaremos mercantilizando? Estamos a tiempo de unificar nuestras iglesias cristianas sin intereses o prejuicios de ninguna naturaleza. Nos une un mismo regalo: la Palabra y Evangelios de JESÚS. Pero también para que revisemos nuestra fe y entendamos que los poderes diabólicos de estos gobiernos neoliberales quieren matar nuestra conciencia social y solidaria para que no luchemos y defendamos nuestros derechos y los bienes dados por Dios a toda la humanidad: nuestros mares, aguas dulces, bosques, suelos, territorios, libertad de expresión, de movilización y protesta, o defender la VIDA. Una comunidad se recrea cada día en la mesa de la vida, del compartir, de la intimidad, de sentirnos unidos por el anhelo renovado de una auténtica fraternidad y amistad.
La comunidad nace de una llamada que se escucha desde distintas realidades existenciales, que se nos comunica por medio de otros, que se metaboliza y discierne en lo hondo de nosotros mismos. La comunidad convoca a la oración del corazón misericordioso, en el que resuenan las súplicas, las alegrías, las lágrimas y las esperanzas de la humanidad, de nuestro mundo. La comunidad es garantía de la presencia de la Divinidad, por medio del otro que camina a mi lado en cualquier circunstancia, que sé que nunca me faltará cuando le necesite. Una comunidad verdadera practica el don del perdón liberador, de la revisión fraterna comprensiva, de la autocrítica compasiva y favorece el crecimiento personal de todos sus miembros. La comunidad nos ayuda a humanizarnos (y, por lo tanto, a divinizarnos), cuando contemplamos la injusticia, el desprecio, el abuso y nos comprometemos a combatirlos, pues no podemos permanecer indiferentes ante los atropellos hacia los más débiles. La comunidad es un espacio para el encuentro gozoso de unos con otros. Para el encuentro con el otro, que en su diferencia me enriquece, me ayuda a crecer y me invita con cariño a salir de mi comodidad. La comunidad es el lugar donde se experimenta la gratuidad, la donación desinteresada al otro, como semilla y signo de una nueva sociedad, donde se da el testimonio de que es más importante lo que se es y se ofrece que lo que se tiene. La comunidad nos ayuda a valorar lo que de verdad es lo más importante, lo que tiene más interés y trascendencia, el tesoro más valioso, el gozo de estar unidos compartiéndolo todo. La comunidad suaviza y hace llevadera la cruz de cada día, aceptando el carácter propio del otro, ayudándole en sus necesidades, practicando la humildad, dejándose guiar y transformar… La comunidad es un don y un quehacer diario, que hay que regar, abonar y cuidar para que crezca, se fortalezca, dé frutos y adquiera así su máxima plenitud. La comunidad es siempre deudora de otras personas que la precedieron y que nos han ofrecido su ejemplo de vida; de otras realidades que se han vivido en común; de experiencias históricas que la ayudan a caminar hacia lo que está llamada a ser. La comunidad es una escuela de mística, de espiritualidad encarnada, de trascendencia, vislumbrando e intentando hacer realidad la utopía, ese otro mundo posible y necesario, que hoy no es todavía, pero que puede ser si nos empeñamos con esfuerzo, constancia y esperanza. La comunidad nos enseña a vivir con la mayor naturalidad, sin doblez ni fingimiento, con sinceridad y alegría, tomando con humor nuestra propia vulnerabilidad, nuestros defectos, y con paciencia nuestros avances y retrocesos. Es el templo donde se celebra la vida con sus gozos, esperanzas y tristezas. La comunidad ayuda a vivirlo todo con sencillez, compartiendo lo que se es y lo que se tiene, para que otros puedan vivir con dignidad, teniendo las puertas de la casa y de cada corazón abiertas. Una comunidad es cristiana cuando sigue a Jesús de Nazaret, intentando vivir con sus mismos sentimientos, para buscar de su mano una plena humanización y la unión íntima con el Misterio de la Divinidad, el Amor que habita dentro de nosotros, en cada ser humano y en todo el universo. Así Jesús se convierte en modelo y paradigma de una nueva humanidad. En una comunidad cristiana se intentan vivir las bienaventuranzas, lo contracultural, lo alternativo de la buena noticia de Jesús, en la realidad concreta de nuestro mundo. Por eso nunca podrá ser conservadora, sino abierta, liberadora, en progreso continuo, renovada y comprometida desde las fronteras existenciales de los empobrecidos y excluidos. Solo así se disfrutará de la alegría, la paz y la felicidad verdaderas. La comunidad que se esfuerza y desea vivir de forma integral su fe y su vida, es un nuevo sacramento que “contiene, visualiza y comunica otra realidad diferente a ella, pero presente en ella… una grieta por la que penetra una luz superior que ilumina las cosas, las hace transparentes y diáfanas” (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia). Da trabajo a los sacerdotes que han dejado la Iglesia oficial y atender a las necesidades sacramentales de los católicos desilusionados con la hipocresía de la jerarquía. Estos son los dos objetivos de un servicio de "alquilacuras" que rápidamente se está ganando terreno en la India.
La página web FirstPost.com publicó este miércoles una entrevista con Reji Njallani, presidente de esta "Iglesia Abierta" que nació en julio en el estado de Kerala, la cuna del cristianismo en el país. "No tiene un sistema administrativo como la Iglesia existente ni tampoco ninguna institución social o comercial", aseveró. "Las personas que se junten a la Iglesia Abierta estarán libres para seguir y practicar las tradiciones que deseen". Una mayoría de los más de 10.000 sacerdotes retirados por voluntad propia o por voluntad de la jerarquía que hay repartidos por toda la India están dispuestos a implicarse en la asociación, según afirmó su secretario, KP Shibhu Kalamparampil, en la misma entrevista. La idea es que cualquiera que busque un sacerdote para oficiar una bautismo, boda, entierro o cualquier otro sacramento -pero que se sienta excluido de o decepcionado con la Iglesia oficial- puede contratar los servicios de los 200 curas que ya figuran en la lista de la Iglesia Abierta. Las razones por las que los católicos desafectos acuden a la asociación son múltiples, según Njallani. Pasa, generalmente, por una de tres cosas: las revanchas que busca la jerarquía contra quienes la han criticado, la incapacidad de la Iglesia de adaptarse a las situaciones sentimentales de la vida moderna o incluso la extorsión financiera que se practica en parroquias a lo largo del país. "Los curas normalmente administran los sacramentos después de que los fieles hayan pagado su diezmo", denunció Njallani. "Esta es la razón por la que a muchos se les deniega los sacramentos. Los que no pueden pagar están dejando la Iglesia". Aunque nació por el hueco dejado por la supuesta mala praxis de la Iglesia católica, Njallani explicó que su Iglesia Abierta trata de llegar también a cristianos desencantados de todas las designaciones. "Nuestra idea es traer a todos los cristianos bajo el mismo paraguas. Siendo la denominación más grande, los católicos tenemos la responsabilidad de tomar la iniciativa", afirmó. Por su parte, la Iglesia siro-malabar -la más grande de las tres comunidades católicas presentes en Kerala- no ha querido hacer ninguna declaración sobre la Iglesia Abierta. "No hay necesidad ninguna de que la Iglesia haga comentarios sobre esta asociación", afirmó a FirstPost.com un portavoz de la diócesis local. El arzobispo de Zaragoza, don Vicente Jiménez Zamora, ha impartido la catequesis inaugural de la IV Peregrinación Universitaria al Pilar. Bajo el lema "Un padre cariñoso con sus hijos" (salmo 103), monseñor Jiménez Zamora ha mostrado la necesidad de ser "una Iglesia a pie de calle que practica la justicia y la misericordia". Para conseguirlo, ha facilitado a los jóvenes cinco ideas clave:
1) Acoger la misericordia de Dios para ser misericordiosos. Quien experimenta la misericordia de Dios en su vida se convierte en misericordioso con los demás, pues no puede menos que practicarla y anunciarla. La misericordia es una experiencia de nuestra relación personal y amorosa de Dios "compasivo y misericordioso", que se conmueve ante nuestras miserias, sufrimientos y pobrezas, y nos ayuda a superarlas. 2) Abrir los ojos al sufrimiento de los pobres y escuchar sus gritos. Una vez que hemos acogido la misericordia de Dios, ya podemos mirar a los pobres con los ojos de Dios y practicar con ellos la misericordia. La misericordia nos hace salir de la cárcel de nuestro egoísmo, de vivir encerrados en nuestros propios intereses y buscar lo que es bueno no sólo para mí, sino para los otros, para la comunidad en la que vivimos y cuyo presente y futuro compartimos. Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz, porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. La misericordia comienza por abrir los ojos a la realidad, pero ésta se puede mirar y valorar de diferentes maneras. Podemos verlas desde el beneficio de las grandes empresas, los intereses del mercado, la reducción del déficit y los resultados macroeconómicos, o bien podemos leerla desde la persona, desde el número de parados, desde los desechados por el sistema, desde las rentas mínimas, desde los índices de pobreza, desde los recortes de los derechos sociales. Nosotros queremos ver la realidad desde el lado de los pobres. Queremos verla con los ojos de Dios. 3) Cultivar una espiritualidad de la ternura. En una cultura que rinde culto a los poderosos y ganadores, estamos llamados a cultivar una espiritualidad de la ternura, de atención y cuidado a los más frágiles de la tierra. Una ternura que se expresa en la acogida cálida y fraterna de nuestras comunidades y, sobre todo, en la salida a las periferias existenciales, en salir al encuentro de los que sufren y necesitan ayuda, aunque no vengan a nosotros a pedirla. El papa Francisco insiste mucho en que tenemos que ser "una Iglesia en salida". Los cristianos apostamos por una Iglesia a pie de calle, que se preocupe de todas las personas, pero especialmente de las más vulnerables y débiles; una sociedad que se construya desde los derechos y necesidades de los pobres, no solo desde los intereses de los ricos y poderosos. De lo contrario no será una sociedad verdaderamente democrática ni ética. Esta es la revolución de la ternura a que nos invita Jesús en el Evangelio, la cultura de la ternura que nos pide el papa Francisco. 4) Practicar las obras de la misericordia y promover el desarrollo integral. Con mucha frecuencia la caridad se ha identificado con "dar": dinero, comida, ropa... Pero la caridad no consiste sobre todo en dar cosas, sino en "darse", en entregarse por y con amor. Caridad no es entregar una limosna al pobre mientras nos negamos a mirar su rostro, porque no somos capaces de darle la mano ni de mirarle a los ojos. La caridad pasa por correr el riesgo del encuentro con el humillado y vencido por la vida, y tener la valentía de acogerlo y acompañarlo en el camino de su propio desarrollo y dignidad. Practicar las obras de misericordia corporales y espirituales no es algo pasado de moda ni obsoleto. Tan importantes son que constituyen el criterio para saber si verdaderamente somos discípulos de Cristo. No olvidemos las palabras de San Juan de la Cruz: "En el atardecer de la vida nos examinarán del amor". 5) Trabajar por la justicia y transformar las estructuras que generan pobreza. Muchas veces se ha dicho y repetido que este mundo nuestro necesita justicia. Y es cierto. Pero también, y sobre todo, necesita caridad y misericordia. La caridad va más allá de la justicia, porque amar es dar, ofrecer de lo "mío" al otro; pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es "suyo", lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar. No puedo dar al otro de lo mío sin haberle dado en primer lugar lo que en justicia le corresponde. Quien ama con caridad a los demás es, ante todo, justo con ellos. Esta construcción de la ciudad del hombre, de una sociedad según el derecho y la justicia, está demandando la transformación de las estructuras injustas que generan pobreza y exclusión. Para ello, los obispos españoles, en la instrucción pastoral "Iglesia, servidora de los pobres", hemos propuesto nueve cauces concretos que pueden ayudarnos en el ejercicio de la misericordia: Crear empleo. Las empresas han de ser apoyadas para que cumplan una de sus finalidades más valiosas: la creación y el mantenimiento del empleo. En los tiempos difíciles y duros para todos -como son los de las crisis económicas- no se puede abandonar a su suerte a los trabajadores pues sólo tienen sus brazos para mantenerse. Que las Administraciones públicas, en cuanto garantes de los derechos, asuman su responsabilidad de mantener el estado social de bienestar, dotándolo de recursos suficientes. Que la sociedad civil juegue un papel activo y comprometido en la consecución y defensa del bien común. Que se llegue a un Pacto Social contra la pobreza aunando los esfuerzos de los poderes públicos y de la sociedad civil. Que el mercado cumpla con su responsabilidad social a favor del bien común y no pretenda sólo sacar provecho de esta situación. Que las personas orientemos nuestras vidas hacia actitudes de vida más austeras y modelos de consumo más sostenibles. Que, en la medida de nuestras posibilidades, nos impliquemos también en la promoción de los más pobres y desarrollemos, en coherencia con nuestros valores, iniciativas conjuntas, trabajando en "red", con las empresas y otras instituciones; apoyando, también con los recursos eclesiales, las finanzas éticas, microcréditos y empresas de economía social. Que la dificultad del actual momento económico no nos impida escuchar el clamor de los pueblos más pobres de la tierra y extender a ellos nuestra solidaridad y la cooperación internacional y avanzar en su desarrollo integral. Cultivar con esmero la formación de la conciencia sociopolítica de los cristianos de modo que sean consecuentes con su fe y hagan efectivo su compromiso de colaborar en la recta ordenación de los asuntos económicos y sociales. Por fin estamos en Jerusalén. Lc ya ha narrado la entrada solemne y la purificación del Templo. Sigue la polémica con los dirigentes. Los saduceos, que tenían su bastión en torno al templo, entran en escena. Era más un partido político que religioso. Estaba formado por la aristocracia laica y sacerdotal. Preferían estar a bien con la Roma y no poner en peligro sus intereses. Solo admitían el Pentateuco como libro sagrado. Tampoco admitían la tradición como norma de conducta. No creían en la resurrección. Jesús no responde a la pregunta absurda. Responde, más bien, a lo que debían haber preguntado.
El evangelio de hoy responde a una visión mítica del hombre y del mundo. Lo que encerraba una verdad desde esa visión, se convierte en absurdo cuando lo entendemos racionalmente desde nuestro paradigma. Pensar y hablar del más allá es imposible. Es como pedirle a un ordenador que nos de el resultado de una operación sin suministrarle los datos. Ni siquiera podemos imaginarlo. Puedo imaginar lo que es una montaña de oro aunque no exista en la realidad, pero tengo que haber percibido por los sentidos lo que es el oro y lo que es una montaña. No tenemos ningún dato que nos permita imaginar el más allá, porque todo lo que llega a nuestra mente ha entrado por los sentidos. Las imaginaciones para el más allá carecen de sentido. Lo único racional es aceptar que no sabemos absolutamente nada. El instinto más visceral de cualquier ser vivo, es la permanencia en el ser; de ahí que la muerte se considere como el mal supremo. Para el ser humano con su capacidad de razonar, ningún programa de salvación será convincente si no supera su condición mortal. Si el hombre considera la permanencia en el ser como un valor absoluto, también considerará como absoluta su pérdida. Todos los intentos que ha hecho el hombre para encontrar una salida, surgen de este enfoque desesperado. Por no aceptar nuestra contingencia, todos queremos ser eternos. Esa contingencia no es un fallo, sino mi propia naturaleza; por lo tanto no es nada que tengamos que lamentar ni de lo que Dios tiene que librarnos, ni ahora ni después. Mis posibilidades de ser las puedo desplegar a pesar de esa limitación. No creo que sea coherente el postular para el más allá un cielo maravilloso mientras seguimos haciendo de la tierra un infierno. Nuestro ser, que creemos individual y autosuficiente, hace siempre referencia a otro que me fundamenta, y a los demás que me permiten realizarme. La razón de mi ser no está en mí sino en Otro. Yo no soy la causa de mí mismo. No tiene sentido que considere mi propia existencia como el valor supremo. Si mi existir se debe al Otro, Él será el valor supremo también para mi ser individual y aparentemente autónomo. El pueblo de Israel empezó a reflexionar sobre el más allá unos 200 años antes de Cristo. El concepto de resurrección no se acuñó hasta después de las luchas macabeas. Los libros de los Macabeos, se escribieron hacia el año 100 a C. El libro de Daniel, se escribió hacia el año 164 a C. Anteriormente solo se pensó en la asunción al “cielo” de determinadas personas que volverían a la tierra para llevar a cabo una tarea de salvación; no se trataba de resurrección escatológica sino de una situación de espera en la reserva para volver. Para los semitas, el ser humano era un todo, no un compuesto de partes. Se podían distinguir en él, distintos aspectos: a) Hombre-carne. b) Hombre-cuerpo. c) Hombre-alma. d) Hombre-espíritu. Por otro lado, los filósofos griegos consideraron al hombre como compuesto de cuerpo y alma. Afirmaban la inmortalidad del alma, pero no concedían ningún valor al cuerpo; al contrario lo consideraban como una cárcel. La muerte era una liberación, una ascensión. La imagen de Sócrates bebiendo la cicuta con total tranquilidad y paz, nos muestra claramente esta actitud básica del filósofo griego. Los semitas, al no reconocer un alma sin cuerpo, no podían imaginar un ser humano sin cuerpo. Ni siquiera tienen una palabra para esa realidad desencarnada. Tampoco tienen un término para expresar el cuerpo sin alma. La doctrina cristiana sobre el más allá, nace de la fusión de dos concepciones del ser humano irreconciliables, la judía y la griega. Lo que hemos predicado los cristianos hubiera sido incomprensible para Jesús. La palabra que traducimos por alma en los evangelios, quiere decir simplemente “vida”. Y la palabra que traducimos por cuerpo, quiere decir persona. El NT proclama la resurrección de los muertos. Aunque nosotros hoy pensamos más en la supervivencia del alma, no es esa la idea que nos quiere trasmitir la Biblia. Nos hemos apartado totalmente del pensamiento de la Biblia y ha prevalecido la idea griega, aunque tampoco la hemos conservado con exactitud, porque para los filósofos griegos no se necesitaba ninguna intervención de Dios para que el alma siguiera viviendo, y la resurrección del cuerpo no suponía para los griegos ninguna ventaja sino un flaco favor. La base de toda reflexión sobre al más allá, está en la resurrección de Cristo. La experiencia que de ella tuvieron los discípulos es que en Jesús, Dios realizó plenamente la salvación de un ser humano. Jesús sigue vivo con una Vida que ya tenía cuando estaba con ellos, pero que no descubrieron hasta que murió. En él, la última palabra no la tuvo la muerte (pérdida de la vida física), sino la Vida (permanencia en Dios para siempre). Esta es la principal aportación del texto de hoy: “serán como Ángeles, serán hijos de Dios”. ¿Cómo permanecerá esa Vida que ya poseo aquí y ahora? Ni lo sé ni puedo saberlo. No debemos rompernos la cabeza pensando como va a ser ese más allá. Lo que de veras me debe importar es el más acá. Descubrir que Dios me salva aquí y ahora. Vivenciar que hoy es ya la eternidad para mí. Que la Vida definitiva la poseo ya en plenitud ahora mismo. En la experiencia pascual, los discípulos descubrieron que Jesús estaba vivo. No se trataba de la vida biológica sino la Vida divina que ya tenía antes de morir, a la que no puede afectar la muerte biológica. Los cristianos hemos sido tan retorcidos, que hemos tergiversado hasta el núcleo central del mensaje de Jesús. Él puso la plenitud del ser humano en el amor, en la entrega total, sin límites a los demás. Nosotros hemos hecho de esa misma entrega una programación. Soy capaz de darme, con tal que me garanticen que esa entrega terminará por redundar en beneficio de mi ego. Lo que Jesús predicó fue que la plenitud humana está precisamente en la entrega total. Mi objetivo cristiano debe ser deshacerme, no garantizar mi permanencia en el ser. Justo lo contrario de lo que pretendemos. ¿Te preocupa lo que será de ti después de la muerte? ¿Te ha preocupado alguna vez lo que eras antes de nacer? Tú relación con el antes y con el después tiene que responder al mismo criterio. No vale decir que antes de nacer no eras nada, porque entonces hay que concluir que después de morir no serás nada. La eternidad no es una suma de tiempo sino un instante que abarca todo el tiempo posible. Para Dios eres exactamente igual en este instante que millones de años antes de nacer o millones de años después de morir. "...porque para Él, todos están vivos". ¿No podría ser esa la verdadera plenitud humana? ¿No podríamos encontrar ahí el auténtico futuro del ser humano? ¿Por qué tenemos que empeñarnos en que nos garanticen una permanencia en el ser individual para toda la eternidad? ¿No sería muchísimo más sublime permanecer vivos solo para Él? ¿No podría ser, que el consumirnos en favor de los demás, fuese la auténtica consumación del ser humano? ¿No es eso lo que celebramos en cada eucaristía? Meditación-contemplación Para Dios todo está siempre en un eterno presente. Esa existencia eterna en Dios, se manifiesta en el tiempo, y da origen a todas las criaturas que forman el universo. Como ser humano puedo vivir conscientemente mi relación con el Absoluto. ................. La experiencia de lo Absoluto, es mi verdadera Vida. No confundir con mi vida biológica que solo es un accidente. Cuando tomo lo accidental por substancial, estoy equivocándome de cabo a rabo. ............... Si descubro el engaño, procuraré vivir a tope, es decir, al límite de mis posibilidades más humanas. Mi presente se funde con mi pasado y mi futuro. Desde mi contingencia, puedo experimentar un ahora eterno. Es posible que muchos respondieran a la pregunta del título: «ni en serio ni en broma, no me interesa». Pero esconder la cabeza en la arena, como el avestruz, no es la mejor forma de abordar uno de los mayores interrogantes, si no el más grande, de la vida humana: ¿hay algo después de la muerte? Las lecturas de este domingo nos ofrecen dos actitudes muy distintas: la de quienes se toman el tema muy en serio (los siete hermanos del libro de los Macabeos) y la de quienes bromean sobre la cuestión (los saduceos).
Los israelitas y la fe en la resurrección En contra de lo que muchos pueden pensar, el pueblo de Israel no tuvo en todos los siglos antes de Jesús una idea clara de la resurrección. Más bien se daba por supuesto que el hombre, cuando moría, descendía al Seol, donde llevaba una forma de vida en la que no era posible la felicidad ni tenía lugar una visión de Dios. La oración que pronuncia el piadoso rey Ezequías (siglo VIII a.C.) expresa muy bien la opinión tradicional (Isaías 38,18-19). «El Abismo no te da gracias, ni la Muerte te alaba, ni esperan en tu fidelidad los que bajan a la fosa. Los vivos, los vivos son los que te dan gracias, como yo ahora.» Los judíos comienza a creer en la resurrección en los últimos siglos del Antiguo Testamento; los testimonios más claros proceden del siglo II a.C., en el libro de Daniel y en 2 Macabeos. Debió de contribuir mucho a implantar esta fe la idea de que quienes morían por ser fieles a Dios y a sus mandamientos debían recibir una recompensa en la otra vida. La última visión del libro de Daniel termina con estas palabras: «Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua» (Daniel 12,2). Y, poco después, el ángel dice a Daniel: «Te alzarás a recibir tu destino al final de los días» (Daniel 12,13). Los que se toman la resurrección en serio El libro segundo de los Macabeos contiene en el c.7 una leyenda sobre la muerte de siete hermanos junto con su madre, en la que se afirma claramente la fe en la resurrección. Un fragmento de ese capítulo constituye la primera lectura de este domingo. Los que se toman la resurrección en broma: los saduceos Esta fe en la resurrección fue aceptada plenamente por los fariseos. En cambio, los saduceos la rechazaban como novedad e intentan discutir sobre el tema con Jesús. Los saduceos formaban uno de los grandes grupos religioso-políticos de la época de Jesús, junto con los fariseos, los esenios y los sicarios. Su nombre deriva de Sadoc, sumo sacerdote en tiempos de Salomón. Aunque el partido estaba compuesto en gran parte por sacerdotes, también lo integraban seglares. Su rasgo más destacado es que pertenecían a la aristocracia. Cuentan sobre todo con los ricos; no tienen al pueblo de su parte. «Esta doctrina es profesada por pocos, pero éstos son hombres de posición elevada» (Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos XVIII, 1, 4). Aparte de su condición de aristócratas, otro rasgo característico es que únicamente reconocían como vinculante la Torá escrita (el Pentateuco) y rechazaban «las tradiciones de los antepasados», los comentarios a la ley que se habían ido añadiendo con el tiempo. Como consecuencia de lo anterior, su visión religiosa era muy conservadora: 1) negaban la resurrección de los cuerpos y cualquier tipo de supervivencia personal; 2) negaban la existencia de ángeles y espíritus; 3) afirmaban que «el bien y el mal estaban al alcance de la elección del hombre y que éste puede hacer lo uno o lo otro a voluntad»; en consecuencia, Dios no ejerce influjo alguno en las acciones humanas y el hombre es él mismo causa de su propia fortuna o desgracia. Cuando se acercan a Jesús no plantean los tres problemas, sólo el primero, a propósito de la resurrección. El argumento de los saduceos: la ley del levirato El argumento que aducen es muy simple; más que simple, irónico, basado en una ley antigua. En Israel, como entre los asirios e hititas, se pretendía garantizar la descendencia y la estabilidad de los bienes familiares mediante una ley que se conoce con el nombre latino de «ley del levirato» (de levir, «cuñado»), y dice así: «Si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño; su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado; el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se extinguirá su nombre en Israel.» (Dt 25,5-6). Los saduceos parten de la idea, bastante extendida entre los judíos de la época, de que la vida matrimonial continuaba después de la resurrección. Entonces, ¿cómo se resuelve el caso de los siete hermanos que han tenido la misma mujer? La pregunta de los saduceos es inteligente: no niegan de entrada la resurrección, al contrario, parecen afirmarla («cuando resuciten»); pero proponen una dificultad tan grande que el adversario puede sentirse obligado a reconocer su derrota y negar esa resurrección. La respuesta de Jesús Jesús se limita a indicar la diferencia radical entre la vida presente y la futura. «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán». Los saduceos entienden la vida futura como una reproducción literal de la presente (muchas mujeres, y también muchos hombres, dirían que para eso no vale la pena resucitar). Para Jesús, en cambio, las relaciones cambian por completo: varones y mujeres serán «como ángeles de Dios». Para comprender esta comparación con los ángeles hay que tener en cuenta la mentalidad dualista que reflejan algunos escritos judíos anteriores, como el Libro de Henoc. En él se distinguen dos clases de seres: los carnales (los hombres) y los espirituales (los ángeles). Los primeros necesitan casarse para garantizar la procreación. Los segundos, no. A los primeros, Dios «les ha dado mujeres para que las fecunden y tengan hijos y así no cese toda obra sobre la tierra». Y a los ángeles se les dice: «Vosotros fuisteis primero espirituales, con una vida eterna, inmortal, por todas las generaciones del mundo. Por eso no os he dado mujeres, porque la morada de los espirituales del cielo está en el cielo» (Henoc 15,4-7). En este texto, la mujer es vista exclusivamente desde el punto de vista de la procreación, y el matrimonio no tiene más fin que garantizar la supervivencia de la humanidad. A la luz de este texto, la comparación con los ángeles significa que la humanidad pasa a una forma nueva de existencia, inmortal, en la que no es preciso seguir procreando. De las palabras de Jesús no pueden sacarse más conclusiones sobre la vida de los resucitados. El solo pretende desvelar el equívoco en que se mueven los saduceos y la mayoría de sus contemporáneos en este punto. Lo curioso es que Jesús diga esto a un grupo religioso que tampoco cree en los ángeles. La resurrección Resuelta la dificultad, pasa a demostrar el hecho de la resurrección. Los rabinos fundamentaban la fe en la resurrección usando tres recursos: 1) citas de la Escritura (los puedes ver en el apartado siguiente); 2) relatos del AT de resurrección de muertos (los de Elías y Eliseo); 3) argumentos de razón. Jesús se limita al primer recurso citando las palabras de Dios a Moisés cuando se le revela en la zarza ardiente: «Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob». Conviene recordar que estas palabras formaban parte de una de las dieciocho bendiciones que todo judío piadoso rezaba tres veces al día. Por tanto, se trata de palabras conocidas y repetidas continuamente por los saduceos, pero de las que no extraen la consecuencia lógica: «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos». A una mentalidad crítica, esta argumentación puede resultarle de una debilidad sorprendente. Sin embargo, no es tan débil. Más bien, deja clara la debilidad del punto de vista de los saduceos, que confiesan una serie de cosas sin querer aceptar las conclusiones. Desde el punto de vista de un debate teológico, es más honesto negarlo todo que afirmar algo y negar lo que de ahí se deriva. Años más tarde, en algunos cristianos de Corinto se daba una actitud parecida a la de los saduceos. Aceptaban y confesaban que Jesús había resucitado, pero negaban que los demás fuésemos a resucitar. Se aceptaba el evangelio como algo válido para esta vida, pero se negaba su promesa de otra vida definitiva. Esta contradicción es la que ataca Jesús en los saduceos. Si mi interpretación es exacta, este texto no serviría para demostrarle a un ateo que existe la resurrección. El debate de Jesús con los saduceos se mueve a un nivel de fe y de aceptación de unas verdades preliminares. El texto se dirige más bien a gente de fe, como nosotros, que dudan de sacar las consecuencias lógicas de esa fe que confiesan. Textos usados por los rabinos para demostrar la resurrección A título de curiosidad recojo esos textos. Desde un punto de vista crítico, algunos carecen de valor, están traídos por los pelos. El más valioso es el último, el de Isaías. Recuerdo que los judíos no admiten como inspirados los libros de los Macabeos, y no usan la primera lectura de hoy para argumentar. Dt 4,4: «Vosotros, que habéis seguido unidos a Yahvé vuestro Dios, estáis hoy todos vivos». Dt 11,9: «Prolongaréis vuestros años sobre la tierra que el Señor, vuestro Dios, prometió dar a vuestros padres y a su descendencia: una tierra que mana leche y miel.» Dt 31,16: «El Señor dijo a Moisés: Mira, vas a descansar con tus padres…» Is 26,19 «¡Vivirán tus muertos, tus cadáveres se alzarán, despertarán jubilosos los que habitan en el polvo! Porque tu rocío es rocío de luz, y la tierra de las sombras parirá.» Jesús, como suele ser habitual en él cuando tiene que afrontar este tipo de desafíos, no responde de forma directa, sino que presenta un propone un planteamiento diferente de la situación. Para él lo central es la postura de Dios ante el ser humano. No se trata de resolver una situación histórica enrevesada, sino de abrir el corazón a los deseos de Dios. El Abba de Jesús busca siempre la vida del ser humano, su salvación más allá de sus contingencias cotidianas.
Al final del capítulo 19 Lucas narra la entrada profética de Jesús en Jerusalén y hasta el capítulo 22 lo va a situar enseñando en el templo. Su mensaje, alentador para el pueblo, no va a ser fácilmente digerido por las elites. Sacerdotes, escribas, fariseos y saduceos van a intentar acorralarlo para justificar sus posiciones y facilitar su condena. El texto de este domingo, los saduceos, un grupo religioso minoritario en el siglo I pero perteneciente mayoritariamente a la aristocracia de la capital. Aunque su posición les permitía mantener influencia y privilegios, no gozaban de “buena prensa” entre el pueblo por su ambición y su tradicional postura colaboracionista con los poderes invasores. Entre sus creencias religiosas destacaba su negación de la resurrección que precisamente es el tema con el que quieren desafías a Jesús. El ejemplo con el que intentan provocar a Jesús parecería a juicio de una persona occidental del siglo XXI casi esperpéntico, pero no lo era tanto a los ojos de quienes presenciaban la conversación. El núcleo la historia está en la famosa ley del levirato vigente en el judaísmo. Esta ley recogida en Dt 25, 5-6 buscaba asegurar la descendencia masculina y de ese modo el honor familiar: “Sí dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin hijos, la viuda no saldrá de casa para casarse con un extraño, su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella los deberes legales de cuñado, el primogénito que nazca continuará el nombre del hermano muerto, y así no se extinguirá su nombre en Israel”. Los saduceos del relato de Lucas llevan al extremo el mandato para justificar su postura ante la resurrección. Jesús, como suele ser habitual en él cuando tiene que afrontar este tipo de desafíos, no responde de forma directa, sino que presenta un propone un planteamiento diferente de la situación. Para él lo central es la postura de Dios ante el ser humano. No se trata de resolver una situación histórica enrevesada, sino de abrir el corazón a los deseos de Dios. El Abba de Jesús busca siempre la vida del ser humano, su salvación más allá de sus contingencias cotidianas. En su respuesta Jesús alude a Moisés, como lo habían hecho los saduceos para dar autoridad a su planteamiento, pero lo hace con un texto diferente y con una mirada liberadora. Jesús recuerda el relato de la zarza ardiente de Ex 3. Un relato fundante para la fe de Israel. En él Dios acude a liberar a su pueblo porque no ha olvidado las promesas que le había hecho a los patriarcas y matriarcas de los orígenes. Evocando ese texto, el nazareno rompe la perspectiva legalista y tramposa de sus contrincantes: No se trata de discutir sobre creencias con argumentos más o menos hábiles, se trata de mostrar la fe en un Dios que plenifica al ser humano, que le ofrece su misericordia y que en su amor desbordante supera cualquier límite de nuestra humanidad. La fe en la resurrección no es algo que hay que creer porque somos cristianos/as, sino una certeza que nace del encuentro existencial con la Buena Noticia del Reino que nos invita a confiar en un Dios todo bondad y perdón para todas/os y para siempre. Una de las comunidades cristianas con las que comparto mi fe es un pueblo con 10 personas censadas. En verano crece enormemente.
En septiembre ya se van para sus lugares la mayoría. Un matrimonio, ya mayorcitos, fue a la capital y a la vuelta vieron que les habían forzado la puerta y les habían robado. El susto fue muy grande. Y – no se sabe si por esta razón– pero a la mujer le dio un infarto y a la mañana siguiente murió. Me lo comunicaron y subí al pueblo a la mañanita. La verdad es que me impresionó y mi interior se llenó de niebla, tristeza y pena. Al subir –el pueblo está a 1.140 metros–, había una niebla ciega, cerrada. Pero mi interior también estaba triste, obscuro. Era como las mujeres del evangelio que al amanecer van a embalsamar a Jesus en el sepulcro. Y aquí comienza otra experiencia. Al legar al pueblo veo que hay dos personas haciendo el hoyo en el cementerio, otras dos limpiando las calles y dos preparando la iglesia. Todo el pueblo. Recordé aquello del angel: “estaba un angel vestido de blanco a la derecha del sepulcro”. Así vi yo a estas personas colaboradoras. Y recordé aquello de “id a Galilea, allí me veréis”. Y descubrí a Jesús presente en ellas. Y de repente, se rasgó la niebla y brilló el sol. Mi espíritu se serenó y surgió la esperanza. A la hora de enterrarla, había siete personas tirando de pala para echar tierra en el hoyo. Qué grande es la piedra que cierra nuestros sepulcros, pero siempre está Jesus Resucitado, vivo, que se presenta de mil formas y nos ayuda a superarlo, a correrla, a dejar el sepulcro abierto y nuestro corazón lleno de alegría. Cierto que a lo largo del día hubo alguna tiniebla “es que hay que matar a todos los ladrones...” pero poco a poco se fueron superando esas tinieblas y el velo se rasgó”… Vete a saber en qué situación estaban los que robaron”, “qué buena era esta mujer...” Las mujeres fueron corriendo a contárselo a los apóstoles. Y surgió la solidaridad hacia su familia: amistad y presencia orante en el entierro. Cantamos convencidos de que Jesús es la Resurrección y la Vida. Al sábado siguiente nos juntamos los tres pueblos para empezar el curso. Nos explicaron maravillosamente el cuadro de la Vuelta del Hijo Pródigo de Rembrant Las mujeres de ese pueblo nos trajeron unas rosquillas exquisitas. Las habían hecho todas juntas por la mañana. Y las demás les pidieron la receta. Yo también quiero pedirles que me transmitan cómo se encuentra a Jesús resucitado para superar la niebla y que brille el Sol. El punto de partida
Querer hacer un mundo mejor forma parte imprescindible de las aspiraciones de un buen cristiano, pues de una u otra manera identificamos este quehacer con el quehacer del “Reinado de Dios”, cuyo crecimiento entre nosotros lo hemos de ir favoreciendo con nuestro esfuerzo personal, siguiendo las pautas que nos señaló Jesús de Nazaret. Es el mismo objetivo de la praxis que nos propone la Teología de la Liberación: la transformación de la realidad, donde salvajemente se está agrediendo al ser humano y a la Madre Tierra, para que en ella todo lo que vive se pueda desarrollar armónicamente y también pueda vivir a gusto el Dios que está presente en todo. En cada momento de la historia se nos ofrecen distintas opciones de compromiso para ir lográndolo. Cada uno habrá de reconocer su propia tarea, adecuada a sus posibilidades y, al mismo tiempo, teniendo en cuenta la que sea más urgente o más necesaria para los seres humanos y para el conjunto de todo lo que vive y es en esta nuestra Casa Común, la Madre Tierra. El “mundo del dinero”, un campo con necesidad de urgente transformación En este mundo del dinero hay grupos de personas, extremadamente poderosas, que someten a infinitas formas de esclavitud a una gran mayoría de ciudadanos. También la Madre Tierra sufre las consecuencias de estos desalmados. Es un mundo éste que necesita de liberación. Es evidente que la reflexión moral habitual, la de escuela, la que aparece en el Catecismo de la Iglesia Católica, no le ha hecho ni le hace la suficiente atención al dinero en las formas concretas en las que hoy se manifiesta, a pesar de la importante influencia que tiene en la sociedad. Ello es así, a pesar de los escandalosos desmadres que tienen en el dinero su causa última común. Aquí en España son temas típicos de nuestros días, que incluso están sobre las mesas de los jueces, las tarjetas black, los desahucios, “las mordidas” o tantos por ciento por amañar contratos, las clausulas suelo, etc. También nos asombran los altos directivos con contratos blindados que al abandonar sus puestos recibieron compensaciones millonarias. Otro hecho que resulta incomprensible son las fuertes sumas de dinero que algunas entidades (entre ellas del futbol) deben a la Seguridad Social, mientras ésta no tiene los suficientes recursos para atender las necesidades de sus afiliados más necesitados. Nuestra dura y larga crisis económica, de cuya gravedad es muestra el importantísimo número de parados que hay en nuestro país, ha tenido principalmente un origen financiero… A esto hay que añadir las muchas personas que se sienten violentadas cuando se enteran que sus depósitos bancarios se invierten en hacer armas para la guerra, o para dar créditos a empresas que van a hacer negocio destruyendo el medio ambiente o contaminando ríos, mares…, viéndose al mismo tiempo impotentes de poder influir en los bancos donde han depositado sus ahorros. Es que ni siquiera pueden saber qué se hace con él. “Moralizar” todos los comportamientos económicos Todos los hechos, tan gravísimos, anteriormente enumerados como ejemplo, tienen una dimensión moral que debe ser tratada por la Teología Moral de hoy para que tales comportamientos sean incorporados, ya enjuiciados, a la conciencia moral universal y así todos podamos tener una referencia para poder emitir el juicio de valor personal correspondiente sobre los propios actos y sobre los actos de los demás que se manifiestan en la sociedad. Ahora parece más bien que están siendo considerados por una gran mayoría como neutros, fuera del alcance de la conciencia moral. No encuentro otra explicación al trato excesivamente comprensivo que parecen tener los implicados en las actividades anteriormente citadas tanto por parte de los partidos políticos como de los electores a la hora de emitir sus votos, e incluso por los tribunales, pues a veces escandaliza la relación tan desproporcionada que se observa entre las condenas de los pobres y de los ricos que roban. En su Exhortación La Alegría del Evangelio, el Papa Francisco sí le ha dado mucha importancia al mundo del dinero. Después de decir que nuestra economía provoca exclusión e inequidad y de afirmar contundentemente que es una economía que mata, dice que una de las causas de esta situación es la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. Hemos endiosado al dinero y hemos deshumanizado la economía, que carece de una orientación antropológica y ecológica. El mercado ha sido divinizado y convertido en la regla absoluta. A quienes dirigen las finanzas nada les importa “Dios”, como representante de valores morales, menosprecian la ética, siendo únicamente el beneficio lo que realmente prima para ellos. Los profesionales de la moral: predicadores, catequistas, profesores… tienen que hablar de las malas prácticas productivas y financieras, de los derechos vulnerados de la Madre Tierra, que está siendo inmisericordemente explotada, es más esquilmada irracionalmente… Tienen que profundizar en las causas de las crisis económicas, valorar el monstruoso poder de las finanzas que controla todos los demás poderes, incluidos los del Estado. Se necesita una moral que aborde todos los temas de hoy, pero luego hay que divulgar los principios morales y hacer que lleguen a la conciencia de todos. No sólo teoría sino también praxis: hacer, cambiar la realidad Pero además de los principios y su enseñanza, es necesario llevar a cabo una praxis renovadora-liberadora del mundo del dinero, yendo sobre todo al núcleo mismo del sistema, a la actividad financiera. ¿No habría que intentar una alternativa al actual sistema? Será imposible que ello pueda conseguirse de repente. Pero, ¿además de criticarlo no se podrá hacer algo más? Habrá que intentarlo con iniciativas políticas: se necesita una mayor intervención del Estado que regule el mundo de las finanzas para proteger a la ciudanía ante su enorme poder. Habrá que intentarlo también con iniciativas financieras alternativas, y, como siempre hemos creído muchos, partiendo del pueblo, de los ciudadanos, cuya fuerza a veces es mucho más grande de lo que parece. ¿Se está haciendo algo en este terreno? Pues sí, se están dando respuestas que no pueden seguir estando tan ignoradas por aquellos que quieren un mundo mejor distinto al nuestro. Es muy importante que las conozcan las gentes que quiere pasar del rechazo teórico al sistema financiero, al rechazo práctico. La BANCA ÉTICA es una de las alternativas que han surgido para tratar el dinero de manera diferente, el dinero que originamos, en general, por medio del ahorro. Su importancia social la podemos deducir al conocer sus principales características. Estas son las que se suelen señalar: Transparencia: La transparencia consiste en mantener informado al cliente sobre su actividad en todo momento y a través de diversos medios de comunicación. El cliente habitualmente puede consultar los proyectos que se financian con su dinero en las páginas web o en publicaciones de las propias entidades. Economía real: Consiste en mantenerse al margen de la especulación y de los mercados secundarios, lo que, además, permite a estas entidades una evolución estable, al no estar dentro del peligroso campo especulativo. Rentabilidad social: es la máxima de la banca ética. Todo el negocio girará en torno a unos objetivos de cooperación y fomento del desarrollo de actividades que puedan aportar beneficios sociales. La obtención de beneficios económicos no es su razón de ser. Sostenibilidad: Su actividad promueve un mundo más sostenible tanto apoyando proyectos que apuestan por ello, como aplicando el criterio a su propio negocio. Entre nosotros existen tres principales proyectos de Banca Ética: FIARE, COOP57 y TRYODOS BANK, cada una de ellas con sus propias características diferenciadoras, que pueden aportar un específico atractivo. En Internet podemos encontrar suficiente información. Os ofrezco unas líneas sobre la Banca Ética donde yo estoy comprometido: FIARE. FIARE es un proyecto cooperativo sin ánimo de lucro, que está integrada por entidades sociales y por ciudadanos. Quiere diferenciarse por pretender construir una sociedad más justa en el campo de las finanzas y a través de las finanzas, y ello con su diferente forma jurídica, de gobierno, de participación, de organización territorial, de productos, de precios, de sectores financiados, intentando lograr que la economía esté al servicio de las personas. Esta propuesta no incluye prácticas especulativas, operando siempre en la economía real. Por eso no ofrece ni ofrecerá productos de carácter especulativo ni competirá en precios ofrecidos al ahorro. El interés que ofrece por el dinero es primordialmente social. También se propone posibilitar el acceso a la financiación a personas o colectivos excluidos por el sistema bancario tradicional. CONCLUSIÓN No cabe duda de que de una u otra manera somos muchos los disconformes con esta sociedad nuestra. No nos gusta ni cómo está estructurada ni cómo funcionan la mayoría de sus instituciones. Hay muchos que de variadas maneras están ya comprometidos en cambiarla. Al margen de lo que cada uno esté haciendo, la Banca Ética nos invita a una acción común enfocada al mundo del dinero, un mundo donde impera la fuerza del egoísmo más avasallador y destructor, un mundo que por eso necesita de liberación. El tratar de darle a nuestro dinero una orientación ética no nos exigiría ni mucha dedicación (un poco para empezar), ni mucha atención posterior. Estoy seguro que son muchos los que conectan con esta visión y ven con buenos ojos la alternativa que nos ofrece la Banca Ética. Se necesita solamente que esta alternativa genere confianza. Hemos de saber que cada vez son más los que se han decidido a iniciar una cierta transformación del mundo financiero situando su dinero, o parte de él, en la Banca Ética, sacándolo de los bancos convencionales. Por otra parte sabemos positivamente que a nuestros ahorros en la Banca Ética se les dará unos fines sociales adecuados, tanto a través de las inversiones como de los créditos. La Banca Ética nos sirve, pues, para llevar a la práctica nuestras ideas de hacer un mundo mejor. |
Ayuda al Blog que publica todos los días diferentes áreas, queremos seguir publicando
EL BLOGEl blog es uno dedicado al análisis en general de muchos puntos desde la ópica teológica. La meta es impulsar el estudio amplio y profundo de la fe y de la razón, siendo ambos elementos fundamentales de la vida. SABES QUE PUEDES HACER COMENTARIOS A LAS REFLEXIONES O ENSAYOS TEOLOGICOS QUE APARECEN EN EL BLOG, SI PUEDES INTENTALO...
Archivos
Febrero 2023
Categorias |